Cristología Paulina

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De los 27 libros del Nuevo Testamento, 21 se definen como cartas.

Una parte de ellas se dirige


a todas las comunidades cristianas, razón por la cual son llamadas "católicas": son las epístolas
de Pedro, 1Juan, Santiago y Judas. Otras 14 conforman lo que ha venido a llamarse el "corpus
paulinum", aún cuando sólo 13 de ellas pertenezcan en sentido estricto, al llevar el nombre del
Apóstol de las gentes.

Hay debates sobre la autenticidad de Efesios y Colosenses, de la 2 Tesalonicenses y de las


Pastorales.

Se trata de la "carta apostólica", cuyo fin es guiar a los destinatarios, interpretar la tradición,
combatir las falsas doctrinas7; a veces se dirige a determinados grupos, a veces a los cristianos
reunidos en asamblea8; en otras ocasiones se busca la comunicación con otras iglesias, en
orden a la edificación común9.

7se trata de cartas de circunstancias y no de tratados polémicos o filosóficos dirigidos a un


público indeterminado en forma epistolar, como es la Epístola de Séneca a Lucilio.

8 Cf 1Ts 5,27.

9 Cf Col 4,16.

Cristo como el centro del pensamiento paulino.

La Cristología de Pablo es esencialmente soteriología, convirtiéndose en el centro de todo el


pensamiento paulino. La salvación viene de Jesucristo, màs aun, la salvación es el propio
Cristo.

La centralidad de Cristo en el paulinismo35 se individua a tres niveles36: 1) no existe ningún


otro personaje en el Nuevo Testamento en el que la persona de Jesucristo haya penetrado tan
íntimamente en su ser y en su obrar37; 2) Cristo no se menciona en el pasado, en su vida
terrena, sino como el resucitado que padeció la muerte de cruz; Pablo proclama el kerygma
primitivo38; 3) en todo su epistolario la teología hace referencia a la Persona de Cristo.

- Para Pablo Dios mismo es el "Padre de Nuestro Señor Jesucristo" (Rom 15,6; 2Cor 1,3;
11,31; Col 1,3; Ef 1,3)
- El Espíritu santo se connota cristológicamente: es el "Espíritu de Cristo" (Rom 8,9; Gal
4,6; Fil 1,19; vid Act 16,7).
- La salvación es un acontecimiento cristológico, ya sea que se considere en términos de
liberación, de rescate, de redención, de reconciliación, de reparación, de salvación o
de justificación; es Jesucristo quien derramó su sangre, y la cruz es siempre "la cruz de
Cristo" (Cf 1Cor 1,17; Gal 6,12; Fil 3,18)
- La Iglesia se define como "Cuerpo de Cristo", en cuanto que se identifica con Él. (Rom
1,16s; 1Cor 1,17; Ef 5,23; Col 1,18.24)
- El último día es llamado el "día de Jesucristo" (1Cor 1,8; Fil 1,6)
- La misma existencia del cristiano es considerada por el Apóstol como un "vivir en
Jesucristo" (Rom 8,1; 2Cor 5,17; 1Ts 2,14.)
- Cristo es colocado por san Pablo al puesto de la Torah, para conferir la justicia que ella
ya no puede asegurar (Rom 3,28; 6,18; 8,2; 10,4; Gal 2,16; 4,31–5,1.)
- La fe en Cristo abre la puerta de la salvación a los gentiles, pues en Él no hay distinción
entre judío y griego, siendo Señor de todos los que lo invocan (Rom 10,12.)
- Por ultimo, resalta en Pablo la mediación de Cristo por medio de la partícula griega
"dia" (Rom 5,9; 7,4; 2Cor 1,20.), y del sustantivo "prosagôgê": acceso a Dios por medio
de Jesucristo (Rom 5,2; Ef 2,18; 3,12)

Al cumplir una misión divina tomando una carne igual a la del pecado, asumiendo sobre sí la
muerte de un modo representativo y sustitutivo, nos libró del pecado y de la ley, "para que
llegáramos a ser justicia de Dios" (2Cor 5,21). 2Cor 5,14s.

6) "En Cristo". Es esta quizá la expresión más característica de la teología paulina, la que
resume en cierto modo todo lo dicho anteriormente.

El bautismo da acceso a la salvación personal (Rom 6,1–11)

centralidad del Cristo resucitado en el misterio de la salvación


Jesucristo resucitado, "exaltado sobre todo nombre", está en el centro de todas sus
reflexiones

Y se trata de un Cristo vivo, concreto: el Cristo —dice san Pablo— "que me amó y se
entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). 

san Pablo sabe bien que él no se preocupó de narrar los hechos de la vida de Jesús

de Jesucristo como "Señor", vivo y presente

Para el Apóstol, la resurrección no es un acontecimiento en sí mismo, separado de la


muerte: el Resucitado es siempre el mismo que fue crucificado. 

el Crucificado es el Resucitado y el Resucitado es el Crucificado,

En San Pablo está presente la teología de la cruz (Ay de mi si no me glorío en la cruz


de Cristo). la cruz, que se transformará en camino de salvación para todo el género
humano.---- PABLO HACE UNA TEOLOGÍA DE LA CRUZ.

Cristo en su humanidad (dimensión terrena) se remonta a la existencia eterna en la


que es uno con el Padre (dimensión pre-temporal): "Al llegar la plenitud de los tiempos
—escribe— envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a
los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" ( Ga 4, 4-
5).

San Pablo, desarrollando su cristología, se refiere precisamente a esta perspectiva


sapiencial: reconoce en Jesús a la Sabiduría eterna que existe desde siempre, la
Sabiduría que desciende y se crea una tienda entre nosotros; así, puede describir a
Cristo como "fuerza y sabiduría de Dios"; puede decir que Cristo se ha convertido para
nosotros en "sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención" ( 1 Co 1,
24.30). De la misma forma, san Pablo aclara que Cristo, al igual que la Sabiduría,
puede ser rechazado sobre todo por los dominadores de este mundo (cf. 1 Co 2, 6-9).

En los Libros sapienciales del Antiguo Testamento encontramos algunos textos que
exaltan el papel de la Sabiduría, que existe desde antes de la creación del mundo. En
este sentido deben leerse pasajes como este del Salmo 90: "Antes de que nacieran los
montes, o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres
Dios" (v. 2); o pasajes como el que habla de la Sabiduría creadora: "El Señor me creó,
primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui
fundada, desde el principio, antes que la tierra" (Pr 8, 22-23). También es sugestivo el
elogio de la Sabiduría, contenido en el libro homónimo: "La Sabiduría se despliega
vigorosamente de un confín al otro del mundo y gobierna de excelente manera el
universo" (Sb  8, 1).

Un desarrollo posterior de este ciclo sapiencial, según el cual la Sabiduría se abaja para
después ser exaltada a pesar del rechazo, se encuentra en el famoso himno contenido
en la carta a los Filipenses  (cf. Flp 2, 6-11). Se trata de uno de los textos más elevados
de todo el Nuevo Testamento.

Este texto puede estar estructurado en tres estrofas, que ilustran los momentos
principales del recorrido realizado por Cristo.

1) Su preexistencia está expresada en las palabras: "A pesar de su condición


divina, no hizo alarde de su categoría de Dios" (v. 6).
2) Sigue después el abajamiento voluntario del Hijo en la segunda estrofa: "Se
despojó de su rango y tomó la condición de esclavo" (v. 7), hasta humillarse
"obedeciendo hasta la muerte y una muerte de cruz" (v. 8).
3) La tercera estrofa del himno anuncia la respuesta del Padre a la humillación del
Hijo: "Por eso Dios lo exaltó y le concedió el Nombre que está sobre todo
nombre" (v. 9).

Kenosis: se anonadó.

Pablo evoca el misterio de su preexistencia

Primera Carta a Timoteo: "Él ha sido manifestado en la carne, justificado en el Espíritu,


visto de los ángeles, proclamado a los gentiles, creído en el mundo, levantado a la
gloria" (1 Tm 3, 16).

Cristo como Mediador único, en la perspectiva del único Dios del Antiguo Testamento
(cf. 1 Tm  2, 5 en relación con Is  43, 10-11; 44, 6). Cristo es el verdadero puente que
nos guía al cielo, a la comunión con Dios.

cristología de san Pablo en las cartas a los Colosenses  y a los Efesios.  En la primera, a
Cristo se le califica como "primogénito de toda la creación" (cf. Col 1, 15-20). La
palabra "primogénito" implica que el primero entre muchos hijos, 

En la carta a los Efesios  encontramos la hermosa exposición del plan divino de la


salvación,  cuando san Pablo dice que Dios quería recapitularlo todo en Cristo (cf. Ef 1,
3-23). Cristo es la recapitulación de todo, lo asume todo y nos guía a Dios. 

ejemplos de himnos
Flp 2, 11:

[5] Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, [6] el cual,
siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios, [7]
sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y, mostrándose igual que los demás hombres, [8] se humilló a sí mismo
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. [9] Y por eso Dios lo exaltó y
le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; [10] para que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, [11] y toda lengua
confiese: «¡Jesucristo es el Señor!», para gloria de Dios Padre.

1 Pe 3, 18-22:

[18] Porque también Cristo padeció una vez para siempre por los pecados, el justo por
los injustos, para llevaros a Dios. Fue muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu.
[19] En él se fue a predicar también a los espíritus cautivos, [20] en otro tiempo
incrédulos, cuando en tiempos de Noé les esperaba Dios pacientemente, mientras se
construía el arca. En ella, unos pocos -ocho personas- fueron salvados a través del
agua. [21] Esto era figura del bautismo, que ahora os salva, no por quitar la suciedad
del cuerpo, sino por pedir firmemente a Dios una conciencia buena, por la resurrección
de Jesucristo, [22] que, después de haber subido al cielo, está sentado a la diestra de
Dios, con los ángeles, las potestades y las virtudes sometidos a él.

Hb 1, 2-3:

[2] En estos últimos días nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien instituyó
heredero de todas las cosas y por quien hizo también el universo. [3] Él, que es
resplandor de su gloria e impronta de su sustancia y que sustenta todas las cosas con
su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó
en los cielos a la diestra de la Majestad,
[4] y ha sido hecho tanto más excelente que los ángeles cuanto más les aventaja por el
nombre que ha heredado.

3.2 Cristología paulina. Carta a los Hebreos.

Ga 2, 20: vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la
carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Flp 2, 5-11

[5] Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, [6] el cual, siendo de
condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios, [7] sino que se
anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y,
mostrándose igual que los demás hombres, [8] se humilló a sí mismo haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz. [9] Y por eso Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está
sobre todo nombre; [10] para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la
tierra y en los abismos, [11] y toda lengua confiese: «¡Jesucristo es el Señor!», para gloria de
Dios Padre.
Col 1, 14-20

[13] Él nos arrebató del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor, [14]
en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados. [15] El cual es la imagen del Dios
invisible, el primogénito de toda criatura, [16] porque en él fueron creadas todas las cosas en
los cielos y sobre la tierra, las visibles y las invisibles, sean los tronos o las dominaciones, los
principados o las potestades. Todo ha sido creado por él y para él. [17] Él es antes que todas
las cosas y todas subsisten en él. [18] Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia; él
es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que él sea el primero en todo, [19]
pues Dios tuvo a bien que en él habitase toda la plenitud, [20] y por él reconciliar todos los
seres consigo, restableciendo la paz, por medio de su sangre derramada en la Cruz, tanto en
las criaturas de la tierra como en las celestiales.

Ef 1, 3-10: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en
Cristo con toda bendición espiritual en los cielos, [4] ya que en él nos eligió antes de la
creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia, por el amor; [5]
nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad,
[6] para alabanza y gloria de su gracia, con la cual nos hizo gratos en el Amado, [7] en quien,
mediante su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, según las riquezas de su
gracia, [8] que derramó sobre nosotros sobreabundantemente con toda sabiduría y prudencia.
[9] Nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según el benévolo designio que se había
propuesto realizar mediante él [10] y llevarlo a cabo en la plenitud de los tiempos: recapitular
en Cristo todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra.

Aunque no hay una verdadera y propia evolución en la cristología de


Pablo, se pueden distinguir, con Cerfaux, tres etapas:
1) Cartas a Tesalonicenses y 1 Co 15. La resurrección de Jesús fue
realizada por el Padre en orden a nuestr salvación. La salvación futura, la
parusía será el signo de nuestra resurrección con Cristo, porque la
resurrección es el primer acto de la parusía. Al situar en el centro la
resurrección, -que hace al reino no sólo futuro, sino presente- aparece en un
segundo lugar Cristo según la carne. Por eso, y poco la enseñanza. La muerte
salvífica de Jesús aparece solamente una vez, y de pasada (: Nuestro Señor
Jesucristo que murió por nosotros para que, ya velemos, ya durmamos,
vivamos con él”).
2) La segunda etapa corresponde a la estancia de Pablo en Corinto, y a
ella pertenecen las grandes cartas paulinas (Gal, Ro, 1 y 2 Cor). La eficacia
actual, salvífica, de la muerte-resurrección de Jesús lleva al mundo un nuevo
principio, una nueva criatura (Gal 6, 15; 2 Cor 5, 17), la justicia de Dios, su
gracia presente en Cristo. El punto de partida es la contraposición entre el
mensaje cristiano, por un lado, y el judaísmo y helenismo por otra (Ro 1; 1 Cor,
1). La obra de Cristo es una nueva economía, diversa y opuesta a la de la ley, y
a un nivel totalmente distinto de otros movimientos religiosos sincretistas. El
cristianismo consiste en aceptar la eficacia salvífica de Cristo. Si hay una
sabiduría, es la de Dios que nos da su Espíritu y que tiene por objeto a Cristo
crucificado y los bienes futuros que recibimos de él.

El himno cristológico de Fil 2,6-1173 . Es uno de los pasajes más


fascinantes de toda la literatura cristiana y ofrece la visión teológica más amplia
del acontecimiento Cristo en toda su complejidad. Se trata de un himno
prepaulino, que sirve a san Pablo como base para recomendar el recto sentir
(phronein, cf. Fil 2,1-5) a la comunidad de los Filipenses.

El contenido cristológico del himno presenta cuatro fases que forman


otras tantas dimensiones del acontecimiento Cristo La primera fase se refiere a
la preexistencia y la expoliación voluntaria. «Tened en vosotros los
sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual no consideró un tesoro codicioso
ser igual a Dios; sino que se despojó (ekénosen) a sí mismo» (Fil 2 ,5-7a). Aquí
se afirma que Cristo subsiste en la «forma» o en la «condición» divina y que,
encontrándose en esta condición, «se despojó a sí mismo». Esta kénosis indica
tanto la encarnación (cf. v.7b) como el modo como ésta ha sido querida y
realizada por el Hijo (cf. v.8).
La segunda fase representa la condición humana de Cristo caracterizada
por su obediencia absoluta: «tomó la condición de esclavo haciéndose
semejante a los hombres. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se
rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz» (Fil 2 ,7b-9).
La afirmación relativa a Cristo, «hecho (ghenómenos) semejante a los
hombres», subraya tanto la realidad de la encarnación como la modalidad de
su realización.
La tercera y cuarta fase incluyen la exaltación de Cristo y su triunfo sobre
el universo: «Por eso, Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-
sobre-todo-nombre", de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en
el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: "Jesucristo es
Señor", para gloria de Dios Padre» (Fil 2, 9-11). Siendo la exaltación de Cristo
no una actitud, sino una condición ontológica, ésta da cumplimiento adecuado
a la kénosis ontológica y existencial de la encarnación y de la pasión-muerte.
El himno puede considerarse como un testimonio antiquísimo de
cristología completa, puesto que hace referencia a las tres condiciones de
Cristo, antes, durante y después de la encarnación. Este himno estuvo en la
base de la doctrina patrística del «intercambio»: el Hijo de Dios, sin perder sus
prerrogativas divinas, se hace lo que somos nosotros, para que nosotros
podamos llegar a ser lo que es él.
La cristología cósmica de Col 1 15-20. En este grandioso himno,
«primogénito» (protótokos)n no indica la primera de una larga serie de
criaturas, sino el unigénito Hijo de Dios, en cuanto Sabiduría (cf. 1 Cor 1, 24)
redentora y por tanto también creadora (cf. 1 Cor 8 ,6) del hombre y del
cosmos. Además de creador y causa ejemplar (Col 1,16), Cristo es presentado
como cohesión del cosmos (Col 1, 17), como cabeza de la Iglesia y primicia de
los resucitados (Col 1, 18), como autor le la redención y de la reconciliación
universal a través «de la sangre de su cruz» (Col 1, 20).
Títulos cristológicos. Sobre todo: Cristo (más de 400 veces; Jesús, sólo
213 veces), Señor, Hijo de Dios; Jesús Cristo, y Nuestro Señor Jesucristo
aparecen como nombres. En Act Pablo proclama: Jesús es el Cristo (9, 20-22).
El título Cristo se une a las profesiones de fe.
Señor (275 veces), ha pasado a Pablo de la comunidad primitiva y evoca
el maranathà (1 Cor 16, 22). El título es objeto de fe y significa la soberanía de
Cristo resucitado (connotación de la parusía). Pero significa también la dignidad
divina de Jesús, como se aprecia en las citas del AT aplicadas al “Señor”
Jesús. Jesús es Señor expresa la confesión cristológica fundamental, en la que
se unen el acontecimiento y el misterio de Cristo: Fil 2, 11: “y toda lengua
proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”; 1 Co 12, 3: “Nadie
puede decir Jesús es Señor sino en el Espíritu Santo”; Ro 10, 9: Si confesares
con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios lo
resucitó de entre los muertos, serás salvo”).
Hijo de Dios (15 veces) expresa la relación de Jesús con el Padre. La
resurrección y exaltación de Jesús manifiesta su condición de Hijo de Dios.
Pablo no parece haber atribuído a Jesús el título de “Dios” (Theós) porque lo
reserva (O Theós) al Padre para evitar que si se le aplica a Jesús pueda dar la
impresión de una segunda divinidad. Jesús posee la divinidad, pero en
dependencia del Padre: plantea con ello el problema de la cristología, que es la
coherencia de la fe en la divinidad de Jesús y al mismo tiempo su dependencia
del Padre (cfr 1 Cor 8, 6).
Conclusión: “Para Pablo, Jesucristo es prexistente en forma de Dios en el
Padre. A través de él ha venido a ser la creación y también la redención, y a
través de él todo debe volver al Padre” (129-130)

Ga 6,2: "Sobrellevad mutuamente vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo". "la ley de
Cristo" se refiere a una nueva torah mesiánica, una nueva ley que condensa las enseñanzas
éticas de Jesús, que se puede traducir por el concepto el "amor".

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