Decaimiento ROL 127415-2020

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CORTE SUPREMA

Recurso de protección. Negativa a declarar la prescripción o caducidad de las


acciones de cobro de obligaciones tributarias. Decaimiento de los actos de la
Administración. Procedencia de declarar la imposibilidad material de continuar
el proceso que se ha extendido por más de seis meses y se halla materialmente
paralizado por un término largamente superior • 03/05/2021

Rol: 127415-2020
Ministro: Biel Melgarejo, Rodrigo-Muñoz Gajardo, Sergio-Shertzer Díaz, Juan Pedro-Vivanco
Martínez, Ángela
Redactor: Vivanco Martínez, Ángela
Abogado Integrante: Pierry Arrau, Pedro
Partes: Humberto Baltierra Campos con Tesorero Provincial de Maipú
Tipo Recurso: Recurso de Protección
Tipo Resultado: Acogido
Fecha Sentencia: 03/05/2021
HECHOS 
La Corte Suprema revoca el fallo de la Corte de Apelaciones y hace lugar a la acción
constitucional deducida en contra del Tesorero Provincial de Maipú, sólo en cuanto se ha
verificado, respecto del expediente administrativo seguido en contra del actor, la causal de
terminación del procedimiento prevista en el artículo 40 inciso segundo de la Ley 19.880,
consistente en la imposibilidad material de continuar el proceso

SUMARIOS
1 - Si bien el decaimiento de los actos de la Administración se produce en el contexto del
demérito o pérdida de eficacia primero por desaparición sobreviniente de los presupuestos de
hecho que ocasionan la imposibilidad de producir sus efectos, en que la substancia o contenido
del acto pierde su eficacia, y, en segundo lugar, producto de su falta de legitimidad por
antijuricidad del acto también con posterioridad a su dictación, por alteración del ordenamiento
jurídico sobre cuya base se dictó y que determina que, en el nuevo escenario, el acto sea ilegal o,
a lo menos ilegítimo. Así, el profesor Enrique Sayagués Laso caracteriza los motivos del
decaimiento en: a) Por la desaparición de un presupuesto de hecho indispensable para la validez
de un acto; b) Por la derogación del precepto legal en que se funda el acto, cuando dicha regla es
indispensable para su vigencia, y c) Por modificación del régimen legal, en términos tales que
constituya un impedimento para el mantenimiento del acto, por lo que define esta causal como
"la pérdida de eficacia que experimenta un acto administrativo por circunstancias supervinientes
que hacen desaparecer un presupuesto de hecho o de derecho, indispensable para su existencia".
Vinculado a lo anterior, nuestro legislador hizo referencia a que el procedimiento puede terminar
tanto por "la desaparición sobreviniente del objeto del procedimiento" como por la
"imposibilidad material de continuarlo por causas sobrevinientes", conceptos que están más bien
referidos a circunstancias de hecho, como el fallecimiento del solicitante de un derecho
personalísimo o la destrucción del bien respecto del cual se solicita el pronunciamiento favorable
de la Administración, pero que nada impide darle aplicación en relación a presupuestos de
derecho, pues, en tal caso, la Administración tampoco podrá actuar materialmente. Ante la
claridad del precepto del artículo 27, que "el procedimiento no podrá exceder de 6 meses" de
duración en su sustanciación, contado desde su iniciación y hasta la decisión final. Teniendo
presente que dentro de los presupuestos de la institución en análisis no se encuentra descartado
que el antecedente de la ilegalidad esté previsto al momento de dictarse el acto, corresponde
darle aplicación, en este caso, en torno al procedimiento sustanciado. De resolver en sentido
contrario, la ley no habría solucionado una situación que expresamente contempló entre sus
objetivos. En consecuencia, al haberse extendido el procedimiento de que se trata en autos por
más de seis meses y hallándose materialmente paralizado por un término largamente superior al
indicado, corresponde declarar, de conformidad a lo previsto en el artículo 40 inciso segundo de
la Ley 19.880, la imposibilidad material de continuar dicho proceso (considerandos 8° y 9° de la
sentencia de la Corte Suprema)

TEXTO COMPLETO:

Santiago, tres de mayo de dos mil veintiuno. 


Vistos:
Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de sus fundamentos sexto a octavo, que se
eliminan.
Y se tiene en su lugar y, además, presente:
PRIMERO: Que, en la especie, don Humberto Baltierra Campos dedujo acción de cautela de
derechos constitucionales en contra del Tesorero Provincial de Maipú, fundado en que, como
consta en el expediente administrativo Rol N° 10.000 2011, tramitado ante el recurrido, el 8 de
abril de 2011 su parte fue requerida de pago respecto de las obligaciones tributarias que son
materia de dicho proceso, ocasión en la que, además, se trabó embargo sobre dos vehículos
motorizados.
Refiere que, por hallarse paralizado el citado expediente administrativo desde el 17 de junio de
2015, su parte solicitó al recurrido, con fecha 29 de julio de 2019, que declarase la prescripción o
caducidad de las acciones de cobro, al tenor de lo prevenido en el artículo 201 del Código
Tributario, petición que, sin embargo, fue denegada por resolución de 16 de diciembre de 2019.
A continuación, indica que en el historial de las gestiones del expediente administrativo consta
que el cierre de la etapa administrativa del proceso se habría producido el 23 de marzo de 2012,
que el 21 de enero de 2013 siguiente se habría dictado una resolución por la que se ordenó
remitir los antecedentes al Juzgado Civil competente y que el 28 de marzo de 2013 se habría
verificado la notificación del inicio de la etapa judicial del procedimiento, actuaciones todas que,
no obstante, no se llevaron a la práctica, a lo que adiciona que posteriormente el citado proceso
se extravió en la referida repartición pública. En cuanto a las gestiones efectivamente
concretadas, consigna que, además del requerimiento de pago y del embargo realizado el 8 de
abril de 2011, con posterioridad sólo consta una resolución de 17 de junio de 2015 que ordena
ampliar el embargo, misma que, sin embargo, no ha sido cumplida.
Asevera que los antecedentes no han sido derivados al juzgado civil competente y afirma que la
inactividad del recurrido en la prosecución del cobro se traduce en la pérdida de eficacia del
procedimiento, a la vez que constituye un proceder ilegal y arbitrario que vulnera la garantía del
N° 24 del artículo 19 de la Constitución Política de la República y termina solicitando que se
ordene al recurrido dictar, conforme a lo establecido en el artículo 14 de la Ley N° 19.880, una
resolución que declare terminado el procedimiento administrativo en comento, por desaparición
de su objeto, en aplicación de la prescripción establecida en los artículos 200 y 201 del Código
Tributario, con costas.
SEGUNDO: Que las partes no han controvertido que, en la especie, el actor ha sido objeto de un
procedimiento de cobro ejecutivo de obligaciones tributarias de dinero, seguido bajo el rol N°
10.000 2011, en el que se despachó mandamiento de ejecución y embargo y fue notificado y
requerido de pago personalmente con fecha 8 de abril de 2011, ocasión en la que, además, un
recaudador fiscal trabó embargo sobre dos vehículos motorizados. A continuación, consta que
con fecha 28 de abril de 2015 se dispuso la reconstitución del expediente administrativo, que el
17 de junio de ese año se ordenó ampliar el embargo, diligencia que se llevó a cabo, sin éxito, el
26 de julio de 2016, y, por último, que con fecha 29 de julio de 2019, y dada la inactividad
evidenciada en la fase administrativa, cuestión que no es controvertida por el Servicio recurrido,
el contribuyente moroso solicitó que se declarase la caducidad del procedimiento.
TERCERO: Que, para resolver el asunto en examen, es necesario consignar que la legislación
distingue entre las fases administrativa y jurisdiccional de los procedimientos contencioso
administrativos.
A su turno, y en relación con la primera etapa, la Ley N° 19.880, que establece bases de los
procedimientos administrativos que rigen los actos de los órganos de la Administración del
Estado, consagra en su artículo 8 el principio conclusivo, conforme al cual todo "procedimiento
administrativo está destinado a que la Administración dicte un acto decisorio que se pronuncie
sobre la cuestión de fondo y en el cual exprese su voluntad", el que es complementado por el
inciso tercero del artículo 14, que contempla el principio de inexcusabilidad, de acuerdo al cual,
ante la terminación de un procedimiento, aun por causales extraordinarias, corresponde dejar
expresada esta circunstancia, disponiendo al efecto que: "En los casos de prescripción, renuncia
del derecho, abandono del procedimiento o desistimiento de la solicitud, así como la
desaparición sobreviniente del objeto del procedimiento, la resolución consistirá en la
declaración de la circunstancia que concurra en cada caso, con indicación de los hechos
producidos y las normas aplicables".
CUARTO: Que, en este sentido, resulta relevante que la ley establezca como causal
extraordinaria de término del procedimiento "la desaparición sobreviniente del objeto del
procedimiento", todo lo cual es complementado por el artículo 40, relativo a la conclusión del
procedimiento, en cuanto prescribe que terminará normalmente por la "resolución final", pero
también por las causales extraordinarias de desistimiento, abandono y renuncia al derecho en que
se funde la solicitud, cuando no esté prohibida la renuncia, y que también "producirá la
terminación del procedimiento la imposibilidad material de continuarlo por causas
sobrevinientes", la que deberá ser declarada por resolución fundada. En este contexto el inciso
quinto del artículo 41 dispone: "En ningún caso podrá la Administración abstenerse de resolver
so pretexto de silencio, oscuridad o insuficiencia de los preceptos legales aplicables al caso,
aunque podrá resolver la inadmisibilidad de las solicitudes de reconocimiento de derechos no
previstos en el ordenamiento jurídico o manifiestamente carentes de fundamento".
QUINTO: Que la ley regula la renuncia, el desistimiento y el abandono del procedimiento
administrativo, en el entendido que tales causales proceden en los casos en que éste haya
comenzado por requerimiento del administrado. 
Por otro lado, cabe destacar que el artículo 23 estatuye que el cumplimiento de los plazos
previstos en la Ley N° 19.880 "u otras leyes obligan a las autoridades y personal al servicio de la
Administración en la tramitación de los asuntos, así como los interesados en los mismos", a la
vez que el artículo 24 fija los plazos máximos de respuesta y la posibilidad que el interesado
solicite que se certifique que la solicitud se encuentra en estado de ser decidida, originando
responsabilidad administrativa la "prolongación injustificada de la certificación". Más adelante,
el artículo 25 de la ley hace referencia expresa al silencio administrativo, de forma tal que los
plazos "se computarán desde el día siguiente a aquél en que se notifique o publique el acto de
que se trate o se produzca su estimación o su desestimación en virtud del silencio
administrativo", pudiendo ampliarse los plazos en aquellos casos en que no se encuentre
prohibido y que estén vigentes, lo que se podrá hacer de oficio o a petición de parte, sin exceder
la mitad de los mismos y en "ningún caso podrá ser objeto de ampliación un plazo ya vencido"
(artículo 26), mientras que el artículo 27 expresa perentoriamente que: "Salvo caso fortuito o
fuerza mayor, el procedimiento administrativo no podrá exceder de 6 meses, desde su iniciación
hasta la fecha en que se emita la decisión final".
Vinculado con lo anterior, la ley regula en su artículo 64 el silencio administrativo desde el
prisma positivo, en que se llega a acoger la solicitud del administrado, previa denuncia de esta
circunstancia a la autoridad competente de resolver el requerimiento y transcurrido que sea el
plazo de cinco días, oportunidad en que "la solicitud del interesado se entenderá aceptada" si no
ha existido pronunciamiento de la autoridad. En el artículo 65 se desarrolla el silencio negativo,
conforme al cual el requerimiento a la Administración se entiende rechazado, limitado a las
peticiones de carácter patrimonial y que afecte los intereses fiscales o la Administración actúe de
oficio, "cuando deba pronunciarse sobre impugnaciones o revisiones de actos administrativos o
cuando se ejercite por parte de alguna persona el derecho de petición consagrado en el numeral
14 del artículo 19 de la Constitución Política". La consecuencia de que los actos concluyan por
aplicación del silencio positivo o negativo de la Administración, de acuerdo al artículo 66 de la
ley, consiste en que estas circunstancias producirán los mismos efectos "que aquéllos que
culminaren con una resolución expresa de la Administración, desde la fecha de la certificación
respectiva".
Por último, el inciso 2° del artículo 54 ordena que interpuesta "la reclamación se interrumpirá el
plazo para ejercer la acción jurisdiccional", el cual volverá a computarse "desde la fecha en que
se notifique el acto que la resuelve o, en su caso, desde que la reclamación se entienda
desestimada por el transcurso del plazo".
SEXTO: Que, de esta forma, la fase administrativa de todo procedimiento, respecto a su
sustanciación, reposa, a lo menos, en los siguientes supuestos:
a. Acción de oficio. Teniendo presente lo dispuesto respecto de la iniciación (art. 29) y la
sustanciación (art. 34), pero especialmente derivado de los principios conclusivo (art. 8) e
inexcusabilidad (art. 14), el procedimiento está destinado a obtener que la Administración emita
pronunciamiento sobre las materias de que éste trata, esto es, que emita una resolución final,
razón por la que se dota a la Administración de acción de oficio en el procedimiento.
b. A la Administración le vinculan los plazos y en especial el término máximo de respuesta, el
que la ley establece para el procedimiento propiamente tal en seis meses (art. 27), desde la
iniciación y hasta la decisión final, con la sola excepción, que en todo caso deberá probarse, de
caso fortuito o fuerza mayor.
c. La demora injustificada por parte de la Administración da origen a responsabilidad, sin
perjuicio de aplicar positiva o negativamente el silencio como causal de término del
procedimiento.
d. Se regula expresamente que "producirá la terminación del procedimiento la imposibilidad
material de continuarlo por causas sobrevinientes" (arts. 14, inciso final, y 40, inciso segundo).
e. La iniciación del procedimiento tiene como efecto interrumpir cualquier plazo para ejercer
acciones ante la autoridad jurisdiccional (art. 54).
SÉPTIMO: Que, en el Mensaje del proyecto que dio inicio a la tramitación de la Ley N° 19.880,
se lee: 
"2 . Los plazos en el procedimiento administrativo.
Por mucho que estén reguladas las etapas que lo componen, un procedimiento sin plazos, no
funciona. En efecto, mediante los plazos se logra fijar un límite temporal a las distintas etapas o a
los diferentes trámites por los que pasa un acto administrativo antes de surgir al mundo del
derecho.
De ahí que el plazo sea definido como aquel espacio de tiempo que fija el ordenamiento jurídico
para que un órgano de la administración ejerza sus potestades o para que un particular que se
vincula con dichos órganos, ejerza sus derechos o cumpla sus obligaciones.
Mientras en el derecho privado prevalecen los plazos convencionales, en el derecho público los
plazos son fijados por la ley o el reglamento.
Sin embargo, la inexistencia de una regulación del procedimiento administrativo ha llevado a que
sea la doctrina y la jurisprudencia de la Contraloría General de la República las que definan los
elementos centrales de los plazos para la Administración. Estos pueden sintetizarse en dos.
En primer lugar, se sostiene que para el cumplimiento de sus fines, la Administración no puede
concebirse, en principio, como supeditada a un plazo determinado, más allá del cual la
Administración se vería impedida de actuar. Ello, se agrega, derivaría en un perjuicio del interés
general, que exige que cada vez que las circunstancias lo hagan necesario, la Administración
provea adecuada y oportunamente a la solución de las necesidades públicas.
De ahí que se concluya que requerida legalmente a prestar un servicio que la ley ha puesto a su
cargo, la Administración no puede válidamente negarse a actuar, no otorgándolo a pretexto de
que haya transcurrido el plazo dentro del cual debió responder al requerimiento de que fue
objeto; en este caso, su obligación de actuar no puede encontrarse sujeta a prescripción.
En el derecho público, se sostiene, las obligaciones que se imponen a la Administración tienen
relevancia colectiva y ello origina un interés general en su cumplimiento. De este modo, deben
armonizarse la finalidad de los plazos y las consecuencias que involucra su incumplimiento.
En segundo lugar, lo anterior no significa que el incumplimiento de los plazos por parte de la
Administración no produzca consecuencias jurídicas. La exigencia de un plazo tiene una
finalidad conducente a la implantación de un buen orden administrativo. Luego, cada vez que la
administración no cumpla una obligación dentro del plazo fijado, se atenta contra este buen
orden.
Ambos elementos han permitido arribar a la conclusión de que la regla general es que la
Administración no está sujeta a plazos para cumplir sus obligaciones, aun cuando la ley los fije
determinadamente. Los actos de ejecución extemporánea de dichas obligaciones son, en
consecuencia, válidos.
Esta regla tiene una excepción: los casos en que la ley contemple expresamente la
caducidad¿ como sanción al incumplimiento del plazo, o bien, que la ley establezca
expresamente un mecanismo de sustitución de dicha sanción que determine el destino de la
obligación incumplida.
De este modo, por regla general, el incumplimiento del plazo no tiene otra consecuencia que la
de motivar la adopción de medidas correctivas y sancionatorias respecto de los funcionarios
responsables de alterar dicho orden. Pero no afecta la validez de los actos de ejecución
extemporánea, toda vez que en el efectivo cumplimiento de las mismas existe un interés general
comprometido, con prescindencia de su oportunidad.
Dicha visión de los plazos para la administración genera incerteza para las personas beneficiadas
con una decisión que deba adoptar un órgano de la administración del Estado.
Si a esto se suma que muchos procedimientos no tienen plazo para dictar el acto terminal, o que
no contemplan plazos para la emisión de los actos trámites que fundan o preparan dicha decisión,
el panorama no es alentador.
Precisamente a solucionar estos problemas apunta el presente proyecto" (Historia de la Ley
19.880, páginas 5 y 6 del Mensaje Presidencial).
OCTAVO: Que, así las cosas, si bien el decaimiento de los actos de la Administración se
produce en el contexto del demérito o pérdida de eficacia primero por desaparición sobreviniente
de los presupuestos de hecho que ocasionan la imposibilidad de producir sus efectos, en que la
substancia o contenido del acto pierde su eficacia, y, en segundo lugar, producto de su falta de
legitimidad por antijuricidad del acto también con posterioridad a su dictación, por alteración del
ordenamiento jurídico sobre cuya base se dictó y que determina que, en el nuevo escenario, el
acto sea ilegal o, a lo menos ilegítimo. Así, el profesor Enrique Sayagués Laso caracteriza los
motivos del decaimiento en: a) Por la desaparición de un presupuesto de hecho indispensable
para la validez de un acto; b) Por la derogación del precepto legal en que se funda el acto, cuando
dicha regla es indispensable para su vigencia, y c) Por modificación del régimen legal, en
términos tales que constituya un impedimento para el mantenimiento del acto, por lo que define
esta causal como "la pérdida de eficacia que experimenta un acto administrativo por
circunstancias supervinientes que hacen desaparecer un presupuesto de hecho o de derecho,
indispensable para su existencia" ("Tratado de Derecho Administrativo", Editorial Talleres
Bianchi Altuna, Montevideo, 1953, páginas 518 y 519, citado por Hugo A. Olguín Juárez en
"Extinción de los Actos Administrativos", Universidad de Chile, páginas 268 y 269).
Vinculado a lo anterior, nuestro legislador hizo referencia a que el procedimiento puede terminar
tanto por "la desaparición sobreviniente del objeto del procedimiento" (art. 14) como por la
"imposibilidad material de continuarlo por causas sobrevinientes" (art. 40), conceptos que están
más bien referidos a circunstancias de hecho, como el fallecimiento del solicitante de un derecho
personalísimo o la destrucción del bien respecto del cual se solicita el pronunciamiento favorable
de la Administración, pero que nada impide darle aplicación en relación a presupuestos de
derecho, pues, en tal caso, la Administración tampoco podrá actuar materialmente. 
Ante la claridad del precepto del artículo 27, que "el procedimiento no podrá exceder de 6
meses" de duración en su sustanciación, contado desde su iniciación y hasta la decisión final,
como lo indicado por el Ejecutivo en su Mensaje, en orden a que el proyecto tiende,
precisamente, a solucionar los problemas derivados de considerar que a la Administración no le
afectan los plazos y que su incumplimiento únicamente genera responsabilidades
administrativas, entre otros aspectos, se ha de concluir que existe una imposibilidad material para
continuar el procedimiento y que la causa sobreviniente es el cumplimiento del plazo, razonable
contexto en el que todo el actuar posterior de la Administración deviene en ineficaz por
ilegalidad. Teniendo presente que dentro de los presupuestos de la institución en análisis no se
encuentra descartado que el antecedente de la ilegalidad esté previsto al momento de dictarse el
acto, corresponde darle aplicación, en este caso, en torno al procedimiento sustanciado. De
resolver en sentido contrario, la ley no habría solucionado una situación que expresamente
contempló entre sus objetivos. 
NOVENO: Que, en consecuencia, al haberse extendido el procedimiento de que se trata en autos
por más de seis meses y hallándose materialmente paralizado por un término largamente superior
al indicado, corresponde declarar, de conformidad a lo previsto en el artículo 40 inciso segundo
de la Ley 19.880, la imposibilidad material de continuar dicho proceso.
Por estas consideraciones y de conformidad, además, con lo prevenido en el artículo 20 de la
Constitución Política de la República y en el Auto Acordado de esta Corte sobre la materia, se
revoca la sentencia apelada de veinticinco de agosto de dos mil veinte, pronunciada por la Corte
de Apelaciones de Santiago, y, en su lugar, se declara que se acoge el recurso de protección
deducido por don Humberto Baltierra Campos en contra del Tesorero Provincial de Maipú, sólo
en cuanto se ha verificado, respecto del expediente administrativo Rol N° 10.0002011, seguido
ante la Tesorería Provincial de Maipú en contra del actor, la causal de terminación del
procedimiento prevista en el artículo 40 inciso segundo de la Ley 19.880, consistente en la
imposibilidad material de continuar el proceso.
Se previene que, si bien el Ministro Suplente señor Shertzer y el Abogado Integrante señor Pierry
concurren a la revocación del fallo en alzada, no comparten los fundamentos contenidos en los
razonamientos cuarto a noveno de la presente sentencia, pues, en su concepto, el recurso de
protección de que se trata ha debido ser acogido en consideración a las siguientes reflexiones:
A. Es sabido que el juicio ejecutivo tributario se compone de dos etapas, una administrativa y
otra judicial, en las que intervienen órganos diversos; así, por un lado, la fase administrativa es
sustanciada ante el Servicio de Tesorerías, mientras que aquella de carácter judicial es conocida
por el Juez de Letras en lo Civil que corresponda.
B. Como resulta evidente, y, además, así ha sido declarado por esta Corte, para que un
procedimiento administrativo pueda ser calificado de racional y justo, la resolución que le pone
término debe ser oportuna, conclusión en la que adquieren especial relevancia los principios de
eficacia y eficiencia administrativa, consagrados en diversas disposiciones de la Ley Orgánica
Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado (y que encuentran su
correlato en el Estatuto Administrativo).
En efecto, el inciso 2° de su artículo 3 dispone que: "La Administración del Estado deberá
observar los principios de responsabilidad, eficiencia, eficacia, coordinación, impulsión de oficio
del procedimiento, impugnabilidad de los actos administrativos, control, probidad, transparencia
y publicidad administrativas y participación ciudadana en la gestión pública, y garantizará la
debida autonomía de los grupos intermedios de la sociedad para cumplir sus propios fines
específicos, respetando el derecho de las personas para realizar cualquier actividad económica en
conformidad con la Constitución Política y las leyes".
Por su parte, el inciso 1° del artículo 5 previene que: "Las autoridades y funcionarios deberán
velar por la eficiente e idónea administración de los medios públicos y por el debido
cumplimiento de la función pública". 
En tanto, el artículo 11 de la misma ley regula el llamado control jerárquico, y relaciona la
eficiencia y eficacia con la oportunidad en que se realiza la actuación administrativa. En efecto,
dispone que "Las autoridades y jefaturas, dentro del ámbito de su competencia y en los niveles
que corresponda, ejercerán un control jerárquico permanente del funcionamiento de los
organismos y de la actuación del personal de su dependencia.
Este control se extenderá tanto a la eficiencia y eficacia en el cumplimiento de los fines y
objetivos establecidos, como a la legalidad y oportunidad de las actuaciones".
A continuación, el inciso 2° del artículo 52 señala que el principio de probidad administrativa,
consagrado actualmente en el artículo 8 de la Carta Fundamental, "consiste en observar una
conducta funcionaria intachable y un desempeño honesto y leal de la función o cargo, con
preeminencia del interés general sobre el particular", mientras que el artículo 53 vincula los
principios de eficiencia y eficacia con la probidad administrativa. En efecto, define la expresión
"interés general" señalando que "exige el empleo de medios idóneos de diagnóstico, decisión y
control, para concretar, dentro del orden jurídico, una gestión eficiente y eficaz. Se expresa en el
recto y correcto ejercicio del poder público por parte de las autoridades administrativas; en lo
razonable e imparcial de sus decisiones; en la rectitud de ejecución de las normas, planes,
programas y acciones; en la integridad ética y profesional de la administración de los recursos
públicos que se gestionan; en la expedición en el cumplimiento de sus funciones legales, y en el
acceso ciudadano a la información administrativa, en conformidad a la ley". 
Finalmente, el N° 8 del artículo 62 indica que el principio de probidad administrativa es
infringido al "Contravenir los deberes de eficiencia, eficacia y legalidad que rigen el desempeño
de los cargos públicos, con grave entorpecimiento del servicio o del ejercicio de los derechos
ciudadanos ante la Administración".
C. La exposición de la normativa orgánica constitucional referida resulta trascendente, pues a
partir de ella la jurisprudencia ha decantado la institución del "decaimiento del procedimiento
administrativo", que trae aparejada su extinción y pérdida de eficacia, y que ha sido aplicada al
constatar el transcurso de un tiempo excesivo por parte de la Administración para la dictación de
una resolución de término.
En tal sentido cabe consignar que la prolongación del juicio ejecutivo tributario, al menos en una
de sus fases, durante un período que a todas luces puede importar una contravención al derecho
del contribuyente moroso de ser juzgado dentro de un plazo razonable como garantía del debido
proceso, resulta inaceptable.
Desde esa perspectiva es necesario señalar que la razonabilidad en el trámite, como también la
conclusión de las diversas etapas de que se compone el procedimiento, con miras a la obtención
de la decisión de término y su posterior ejecución, constituye, sin duda, un presupuesto
insustituible del debido proceso, en aras de obtener no sólo una justa, sino que también una
pronta resolución del conflicto, precaviendo que las autoridades competentes incurran en
dilaciones injustificadas durante el desarrollo del proceso, pues, de lo contrario, es palmaria la
afectación de la situación jurídica de las personas involucradas en él, al transgredir el derecho
fundamental al plazo razonable.
D. Así, en la búsqueda de un criterio rector para dar por establecido el decaimiento del
procedimiento administrativo por el transcurso del tiempo, esta Corte ha considerado como
referencia los plazos que el derecho administrativo contempla para situaciones que puedan
asimilarse. 
De acuerdo con lo dispuesto en el inciso 1° del artículo 53 de la Ley N° 19.880, el plazo que
tiene la Administración para invalidar sus actos administrativos es de dos años. De ello se sigue
que resulta válido sostener que si la Administración deja transcurrir, de forma injustificada, un
lapso superior entre el inicio y término del procedimiento, se produce el decaimiento del
procedimiento administrativo y la consecuente extinción del acto administrativo pertinente,
perdiendo por lo tanto su eficacia, pues tal demora en la decisión afecta el contenido jurídico del
procedimiento administrativo transformándolo abiertamente en ilegítimo y lesivo para los
intereses del afectado, quien, al estar sujeto a un procedimiento excesivamente extenso, ve
afectado su derecho a la seguridad jurídica.
En este sentido conviene puntualizar que no cualquier dilación en la tramitación del
procedimiento administrativo conlleva su decaimiento, sino que sólo la amerita aquella que es
excesiva e injustificada.
E. En consecuencia, el plazo razonable de conclusión de la fase administrativa del procedimiento
en el presente caso no es otro que el de dos años citado y considerando que, en la especie, desde
que se dispusiera la ampliación del embargo de bienes del actor, por resolución de 17 de junio de
2015, no se observan antecedentes que demuestren la prosecución de la cobranza judicial
tributaria, es claro que transcurrió en exceso el término de dos años antes reseñado, de modo que
se ha producido el decaimiento del procedimiento administrativo seguido a su respecto.
Regístrese y devuélvase.
Redacción a cargo de la Ministra señora Vivanco y de la prevención, sus autores.
No firma, no obstante haber concurrido al acuerdo de la causa, el Ministro Sr. Biel por haber
concluido su período de suplencia.
Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema integrada por los Ministros (a) Sr. Sergio
Muñoz G., Sra. Ángela Vivanco M., Sr. Rodrigo Biel M. (s), Sr. Juan Shertzer D. (s) y el
Abogado Integrante Sr. Pedro Pierry A. 
Rol N° 127415 2020.

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