Posmodernidad y Desarrollo de La Identidad.

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El ejercicio consiste en realizar un análisis acerca de los retos que presenta el desarrollo y la formación de la

identidad en los adolescentes dentro del contexto de la posmodernidad, argumentando sobre como la
mutabilidad constante, el acceso ilimitado e inmediato a la información, la fragilidad del sistema de valores, y
las problemáticas posmodernas más representativas influyen en el autoconcepto, el desarrollo ético, moral y
psicosocial del individuo.

La posmodernidad y su contexto.

Entendida como un contexto histórico, la posmodernidad involucra lineas de pensamiento, política y valores
cuyo hilo conductor resulta la intención de trascender a la modernidad.

Aunque marcar puntualmente su inicio es complejo, se considera un brote temprano a partir del fin de la
segunda guerra mundial, a través de las manifestaciones juveniles que confrontaron la estructura social rígida y
estancada, presentando la necesidad de mayor democracia, libertad y pluralidad.

Otro punto clave es la caída de la URSS, la cual representó la derrota absoluta del comunismo, aniquilando
alternativas políticas que contrastaran con el capitalismo y marcando el inicio de su dominio, bajo el cual,
gracias al desarrollo de la tecnología, se presenta la globalización que transforma a la sociedad en dirección
hacia la ideología capitalista, caracterizada por el consumo extremo y la publicidad.

La globalización homogeniza el mundo a través del consumo, cambiando diferencias culturales por rasgos
globales, valiéndose de la tecnología para permitir un contacto constante que resuelve el problema de la
distancia física entre personas y el desplazamiento progresivo del mundo real hacia el mundo virtual, que exige
al individuo un estado de conexión permanente (Tahull et al, 2016).

Como parte de una respuesta a la homogeneidad, se propone la necesidad del reconocimiento de las diversas
formas de otredad que se presentan a partir de diferencias subjetivas que incluyen el genero y la sexualidad, la
raza y la clase, y los espacios y las geografías (Huyssens citado en Harvey, 1998), sin embargo muchas veces,
todo esto bajo la propia lógica del consumismo y la competencia extrema que este promueve, y que suele
convertir cualquier diferencia en un bien de consumo desechable.

El individuo posmoderno

El individuo posee una identidad que le permite reconocerse como el mismo, único y distinto en
relación con los demás, de tal manera que la construcción de ésta requiere un constante ejercicio
entre observar al otro y a uno mismo, por lo que, aunque es un oficio del individuo, se encuentra
delimitado por un modelado social (Fernández, 2012).

Dicha autoconciencia subjetiva se encuentra ligada a la personalidad, misma que, sin profundizar en
las singularidades que propone algún enfoque teórico en especifico, puede describirse como una
integración de características y rasgos de la persona que delimitan su comportamiento, y que se
construye en relación al desarrollo del individuo, partiendo de las propiedades biológicas,
ambientales y sociales que dan forma, sentido y sustentan su comportamiento (Montaño et al, 2009).
Tomando en cuenta que lo que hace diferente a la personalidad de la identidad es que en la segunda
existe la conciencia del si mismo, es en la formación de ésta en la que la moral ejerce su principal
función, la cual de acuerdo con Puig (1995), consiste en facilitar un proceso que permita la adaptación
del individuo con la colectividad social y con él mismo, fomentando la formación de capacidades de
juicio y autorregulación que brinden de herramientas para afrontar los conflictos de valor que se
extienden en la vida.

Dentro del contexto de las sociedad posmoderna donde la interacción se rige bajo un sistema de valores que
exige ser único pero pertenecer a un grupo, que coloca los sentimientos y el placer por encima de la razón y el
esfuerzo, y niega las ideologías del pasado pero exige el respeto de las que emergen desde las minorías en el
presente, el individuo se enfrenta al gran reto de construir su identidad bajo la constante sensación de
incertidumbre y riesgo, a través de la conexión y consumo permanente de las nuevas tecnologías (Tahull et al,
2016), y frente a una idealización de la adolescencia, que responde a la añoranza de una juventud eterna,
paradoja en la que, al convertir los rasgos banales de dicha etapa del desarrollo en un bien de consumo, se
vuelve difusa las definición de roles entre adultos y adolescentes (Pedicone, 2000).

Durante la adolescencia tienen lugar sucesos que impactan de manera profunda en ésta. Tal como mencionan
Urbano y Yuni (2014), tienen lugar cambios orgánicos que traen como consecuencia la alteración en la
percepción de la imagen corporal y con ello, el conflicto psicológico que dificulta al individuo el reconocerse a si
mismo, rompe su sentimiento de unidad y trae cambios en su conducta. Estos cambios, que incluyen la
activación de la sexualidad, repercuten en sus interacciones sociales, a través de las cuales el individuo
pretende sustituir a sus padres en el lugar de poder y autoridad, mediante la identificación con grupos pares de
edad. El objetivo final de esta transición, consiste en el reconocimiento renovado de si mismo, como sujeto
habilitado para desempeñarse en la vida de manera autónoma e independiente de su familia.

Al prolongar indefinidamente la adolescencia, y bajo las características de cambio permanente de la sociedad


posmoderna, el individuo corre el riesgo de prolongar de manera indefinida el proceso de dar con una versión
renovada de su identidad. A esto se suma la ausencia de referentes sociales y culturales claros, la presencia de
normas y limites difusos, producen confusión y desorganización que se manifiestan en actitudes y conductas
radicales (Tahull et al, 2016).

La ética frente a problemáticas

Resulta interesante considerar lo mencionado por De Plaza (1996) más de veinticinco años atrás: “El proyecto
ético de la postmodernidad no es una disciplina filosófica cerrada en sí misma; es una propuesta abierta a las
posibilidades ilimitadas del futuro, es una desafío ético”, pues en conjunto con lo que menciona Pedicone
(2000), al plantear que la postmodernidad, mas alla de ser una desvirtuación de la modernidad, ha sacado a
relucir la intensa necesidad de la re-valoriazación de los valores modernos, es que puede notarse que existe un
camino a través de la ética para atenuar los problemas posmodernos.

Sin embargo, en solo 20 años respecto a lo mencionado anteriormente, los cambios han tendido a empeorar el
panorama, o al menos a radicalizarlo, acrecentando la sensación de crisis y frustración, por lo que es
importante tener claro que el momento de la posmodernidad es aun joven en comparación con otros contextos
históricos, y que los cambios y adaptaciones que podrían representar un panorama más positivo pueden aun no
haber tenido lugar.
Harvey. D. (1998). La condición de la posmodernidad, Investigación sobre los orígenes del cambio cultural.
Amorrortu editores. https://flacso.edu.ec/cite/media/2016/02/Harvey-D_1990_La-condicion-de-la-
posmodernidad-Investigacion-sobre-los-origenes-del-cambio-cultural.pdf

Tahull, J., Molina, F., & Montero, I. (2016). Posmodernidad. Elementos sociales vinculados con los
jóvenes. Análisis, 48(88 (En-Ju), 23-39. https://doi.org/10.15332/s0120-8454.2016.0088.01

Pedicone, F. (2000). La posmodernidad y los valores. Semanario Hechos y Protagonistas.


https://justiciajujuy.gov.ar/escuela-de-
capacitacion/images/Doctrina_Local/LA_POSTMODERNIDAD_Y_LOS_VALORES_-
_Fernando_Raúl_Pedicone.pdf

De plaza, H. (1996). El desafío ético de la postmodernidad. Theologica Xaveriana, (119).


https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/teoxaveriana/article/view/21231

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