PEREC - Aproximaciones A Que
PEREC - Aproximaciones A Que
PEREC - Aproximaciones A Que
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que se caen, Publicis que se quema y Aranda que habla.
¡Horrible! ¡Terrible! ¡Monstruoso! ¡Escandaloso! ¿Pero
en dónde está el escándalo? ¿El verdadero escándalo?
El periódico no nos dice otra cosa que:“estén tranqui-
los, ya saben que la vida existe, con sus altas y bajas, ya
saben que siempre pasan cosas”.
Los periódicos hablan de todo menos del perio-
dista. Los diarios me aburren, no me enseñan nada; lo
que cuentan no me concierne, no me preguntan ni me
responden mejor a las preguntas que me planteo o que
quisiera plantearme.
Lo que vivimos es lo que pasa verdaderamente, el
resto, todo el resto ¿dónde está? Lo que pasa cada día
y regresa cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente,
lo común, lo ordinario, lo infraordinario, la música de
fondo, lo habitual ¿cómo dar cuentas de eso?, ¿cómo
interrogarlo?, ¿cómo describirlo?
Para qué interrogar a lo habitual. No estamos habi-
tuados a eso. Nosotros no lo interrogamos ni nos inte-
rroga, parece no dar problemas, lo vivimos sin pensar
en ello, como si no llevara consigo ni pregunta ni res-
puesta, como si no fuera portador de ninguna infor-
mación. No es siquiera condicionamiento, es anestesia.
Dormimos nuestra vida en un sueño sin sueños. ¿Pero
dónde está nuestra vida? ¿Dónde está nuestro cuerpo?
¿Dónde está nuestro espacio?
Cómo hablar de esas cosas comunes, cómo aco-
rralarlas antes, cómo apartarlas, cómo arrancarlas a lo
estéril a lo cual permanecen ligadas, cómo darles un
sentido, una lengua: que hablen al fin de lo que existe,
de lo que somos.
10 • • • LO INFRA-
Quizá se trata de construir nuestra propia antropo-
logía: la que hablará de nosotros, la que irá a buscar en
nosotros lo que por tanto tiempo hemos plagiado de
los otros.Ya no lo exótico sino lo endótico.
Interrogar lo que parece tan natural que ya olvida-
mos su origen. Quisiéramos volver a encontrar algo
del asombro que sentían JulioVerne y sus lectores ante
un aparato capaz de reproducir y transportar los soni-
dos. Porque este asombro existió, y otros más, y éstos
fueron los que nos modelaron.
Debemos interrogar al ladrillo, al cemento, al vi-
drio, a nuestros modales en la mesa, a nuestros uten-
silios, a nuestras herramientas, a nuestras ocupaciones,
a nuestros ritmos. Interrogar lo que ha dejado de sor-
prendernos. Es cierto que vivimos, es cierto que respi-
ramos; caminamos, abrimos puertas, bajamos escaleras,
nos sentamos a una mesa para comer, nos acostamos
en una cama para dormir. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo?
¿Por qué?
Describa su calle. Describa después otra. Compare.
Haga el inventario de sus bolsillos, de su bolsa. Inte-
rróguese de dónde proviene el uso y el devenir de cada
uno de los objetos que saque de ellos.
Pregunte a sus cucharillas.
¿Qué hay sobre su papel tapiz?
¿Cuántos gestos hay que hacer para marcar un nú-
mero telefónico? ¿Por qué?
¿Por qué no venden cigarros en las panaderías? ¿Por
qué no?
Me importa poco que esas preguntas sean fragmen-
tarias, apenas indicativas de un método o cuando mu-
ORDINARIO • • • 11
cho de un proyecto. Me importa mucho que parezcan
triviales o fútiles: es precisamente eso lo que las hace
más esenciales que muchas otras a través de las cuales
hemos intentado inútilmente decir nuestra verdad.