TFM MOI Torre 2020
TFM MOI Torre 2020
TFM MOI Torre 2020
Resumen.............................................................................................................................................. 3
Introducción ........................................................................................................................................ 4
Capítulo 1 Desigualdad: definición y realidad chilena ........................................................................ 6
1.1 Desigualdad: aproximación teórica ............................................................................................... 6
1.2 Desigualdad en Chile: evolución y desigualdad actual................................................................ 10
1.3 Conclusión ................................................................................................................................... 15
Capítulo 2 Las políticas redistributivas en Chile ................................................................................ 16
2.1 Origen y composición de las políticas redistributivas ................................................................. 16
2.2 Las políticas redistributivas en Chile ........................................................................................... 19
2.3 Otro modelo para combatir la desigualdad: predistribución...................................................... 26
2.4 Conclusión ................................................................................................................................... 27
Capítulo 3 El efecto de la redistribución en Chile y en países europeos .......................................... 29
3.1 Justificando la metodología ........................................................................................................ 29
3.2 Comparativa de los efectos en Chile y países europeos: recaudación tributaria, transferencias
directas e indirectas. ......................................................................................................................... 30
3.3 Conclusión ................................................................................................................................... 43
Capítulo 4 Conclusiones .................................................................................................................... 47
Bibliografía ........................................................................................................................................ 50
2
Resumen
En el año 2019 se vivió una de las mayores agitaciones sociales en la historia de Chile, la cual puso
en el centro la elevada desigualdad económica que existe en el país. Esta desigualdad, por su parte,
puede producirse por diferentes razones. La OCDE sostiene que los factores que la pueden provocar
pueden ser de carácter social, económico y/o atribuibles al Estado. Es a estos últimos, los cuales se
refiere esta investigación, puesto que el objetivo es determinar si existe un margen de mejora en
las políticas redistributivas aplicadas en el país.
La metodología utilizada es de carácter comparativo, puesto que se compara el gasto en las políticas
sociales distributivas de Chile con países europeos que presentan estados de bienestar fuertes. Cabe
señalar que este trabajo, al disponer sólo de datos del diseño e impacto de las políticas públicas de
Chile, no ha podido hacer una comparativa detallada de todas las políticas redistributivas, limitando
la comparación a los gastos por grandes partidas sociales.
La conclusión del trabajo es que Chile tiene menor gasto social que los países Europeos de la OCDE
en cuanto a pensiones y desempleo, así como también presenta una baja recaudación tributaria, sin
embargo, en las otras políticas redistributivas aplicadas en el país, Chile muestra niveles similares a
los otros países. Esto lleva a pensar que efectivamente existe un margen de mejora puesto que el
actual sistema no consigue que Chile tenga niveles de desigualdad similares a los de esos países.
Abstract
In 2019, one of the largest social tensions in the history of Chile was experienced, which put at the
center the high economic inequality that existed in the country. This inequality, for its part, can
occur for different reasons; the OECD maintains the factors that can cause it can be of a social,
economic nature and/or attributable to the State. It is the latter that this research refers to, since
the objective is to determine if there is room for improvement in the redistributive policies applied
in the country.
The methodology used is comparative, since it compares spending on distributive social policies in
Chile with countries that present strong welfare states. It should be noted that this study, having
only data on the design and impact of public policies in Chile, has not been able to make a detailed
comparison of redistributive policies, limiting the comparison to expenditures for large social items.
The conclusion of the study is that, although Chile has lower social spending than the European
OECD countries in terms of the pension system and unemployment, this is not the case for the other
redistributive policies. This leads us to think that there is indeed a margin for improvement since
the current system does not achieve that Chile has levels of inequality similar to those of those
countries.
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Introducción
La desigualdad de ingresos en los países ha ido creciendo de manera continuada en los últimos años,
alcanzando hoy los niveles más altos de los últimos 30 años. Según Brian Keeley (2016) en un libro
publicado por la OCDE en la década de 1980 el ingreso disponible del 10% más rico de los países
miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) era casi siete
veces más alto que el 10% más pobre, hoy es cerca de 9,5 veces mayor. A nivel de población mundial,
Oxfam (2018) sostiene que el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99%
restante de las personas del planeta. Estos números son preocupantes pues los efectos negativos
que implica la desigualdad son muchos; el sector más vulnerable ve escasa movilidad social y por
tanto, menor expectativa en poder ascender socialmente, frustración en aquellos sectores que no
tienen mínimos garantizados como lo es en educación y salud, desconfianza de la ciudadanía hacia
las instituciones, y un profundo malestar social que puede traducirse en olas de manifestaciones y
protestas. Esto último es lo que vivieron países como Ecuador, Chile y Colombia en el año 2019,
donde diversos sectores de la sociedad salieron a manifestarse, reclamando un mejor sistema para
los menos favorecidos. ¿Cómo cambiarlo?
Son diferentes las razones que explican el incremento de la desigualdad. Según Keeley (2016) se
considera que puede tratarse de factores tanto económicos como sociales y relacionados al Estado.
En relación al primero, sostiene que la globalización ha sido promotora de la desigualdad en el seno
de sus estados miembros ya que al fomentar una economía mundial más integrada, también se han
incrementado los flujos de información y tecnología que han llegado a los diferentes países. Esta
tecnología, como lo fue en la antigüedad, está creando y destruyendo empleos. Debido a esto,
trabajadores altamente cualificados (quienes tuvieron acceso a una educación de calidad) se
mantienen en el mercado, pero aquellos medios o de baja calidad son expulsados del mismo,
perjudicando al segmento que menos recursos concentra. Respecto a los factores sociales y
relativos al Estado, se pueden identificar dos mecanismos; por una parte la redistribución y por otra
la predistribución. La OCDE destaca la falta de acceso a educación y salud de los sectores menos
favorecidos, y la reducción del rol del Estado como redistribuidor de la riqueza.; ambos pueden
identificarse como instrumentos claves para lograr una eficiente redistribución, sin embargo, la
misma Organización destaca la relevancia de los salarios básicos, instrumento que es fundamental
para una llevar a cabo la predistribución. Ambos mecanismos se detallarán en los apartados
siguientes, aún cuando este trabajo refiere a las políticas redistributivas.
Este trabajo se centra en la relación que existe entre desigualdad y políticas redistributivas,
específicamente para el caso de Chile. El objetivo de este es resolver si es posible afirmar que en
Chile se puede disminuir la desigualdad a través de políticas redistributivas. La hipótesis es que
efectivamente es posible, ya que existe un margen para hacerlo, o, dicho de otro modo, porque no
se ha hecho lo suficiente aún en materia de redistribución y por tanto es posible aplicarlo para que
efectivamente exista una disminución de brechas. La metodología para llevar a cabo esta
investigación es de carácter comparativa. Se identifican los principales instrumentos redistributivos
que grandes organizaciones económicas internacionales (OEI’s) definen, para luego describir como
es el sistema aplicado en Chile. Esta última información se contrasta con las políticas que
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actualmente se aplican en los países con sistemas de bienestar fuertes, para determinar si existe o
no margen para mejorar.
Esta investigación está dividida en cuatro capítulos. El primero tiene por objetivo describir el
concepto de desigualdad, definir cuál es el nivel que hay en Chile y analizarlo comparativamente
con otros países. El segundo capítulo define lo que es una política redistributiva según las OEIS y
cuales instrumentos se aplican en Chile. Luego, en el tercer capítulo se comparan las políticas
actuales desarrolladas en el país y la comparación con los instrumentos redistributivos en otros
países, con el objetivo de determinar si existe un margen para poder aplicar más políticas
redistributivas. En el capítulo cuarto se concluye.
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Capítulo 1 Desigualdad: definición y realidad chilena
El objetivo de este capítulo es entender cuál es la situación en términos de desigualdad que existe
en Chile. Para explicar esto, el capítulo se divide en tres apartados. El primero es teórico y describe
el fenómeno de desigualdad, sus causas y principales efectos, tanto en el ámbito social como en el
económico. En el segundo se explica la situación de desigualdad que existe en Chile y se realizan
comparaciones con otras economías. El último apartado incluye las principales conclusiones.
Porque todos estos grupos se ven afectados, y por tanto una sociedad completa, es que políticos,
académicos, economistas y grandes organizaciones de carácter mundial están enfrentando el tema
de la desigualdad, abordando sus principales aristas y proponiendo mejoras. En resumen, hoy es un
tema latente que se está apoderando de casi toda una sociedad, de la política, de los medios, pero...
¿qué es la desigualdad? ¿Cuáles son sus causas y efectos?
Según la OCDE (2020) la desigualdad de ingresos es la diferencia en cómo se distribuyen los activos,
el bienestar o los ingresos entre la población. Esta desigualdad puede ser mayor en algunos países
y menor en otros, no obstante, el riesgo radica en que la riqueza que se genera en un país no llegue
a toda la población y que, por tanto, la desigualdad alcance niveles que no sean tolerables para una
sociedad.
El fenómeno de desigualdad debe entenderse como un concepto relativo. Esto, porque para algunos
puede resultar positivo que una sociedad mantenga un cierto grado de desigualdad ya que genera
incentivos en las personas para ascender socialmente pero también para otros, resulta ser negativo,
pues significa que no todos se han beneficiados del crecimiento económico de su país. En la
investigación de Alesina, Stantcheva y Teso (2015) se demuestra que existe una parte de la sociedad
que tolera niveles de desigualdad porque sabe que puede ascender socialmente. Como parte de los
resultados de esta investigación se señala que los ciudadanos de Estados Unidos, país que presenta
un alto grado de desigualdad, perciben un sistema justo puesto creen que pueden ascender
socialmente, puesto que todo está determinado por su capacidad de trabajar. Una persona del
quintil más pobre (sostienen los entrevistados) puede llegar al quintil más rico, como resultado de
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su trabajo. Sin embargo, la misma encuesta a ciudadanos europeos (Francia, Italia, Suecia y Reino
Unido) refleja una visión más pesimista, en la cual se percibe un sistema más injusto y ven que no
hay grandes posibilidades de ascenso social, y que es prácticamente imposible que el quintil más
pobre ascienda al quintil más rico.
¿Que demuestra esta investigación? Que el fenómeno de la desigualdad es relativo, puesto que una
sociedad puede convivir con grandes brechas entre ricos y pobres, y aun así sentir que el sistema no
es injusto puesto que ve que su trabajo puede traer resultados. Sin embargo, resulta evidente que
no todas las sociedades perciben esto, pues dependerá de cómo esté configurado el sistema en el
que están inmersos y si ven o no posibilidades de ascender.
Por todo lo anterior, es que además de ser un concepto relativo, es que está intrínsicamente
relacionado con la percepción de justicia social que tienen ciudadanos y ciudadanas. El famoso
filósofo Jown Rawls, acuñó una frase célebre en su libro La Teoria de la Justicia (1971, p.69): “La
injusticia por tanto, está formada por simples desigualdades que no benefician a
todos...especialmente a los más pobres”. Esta frase refuerza la idea de que mientras la desigualdad
impacte especialmente al sector menos favorecido será comprendida como una injusticia, y dicho
sentimiento puede provocar turbulencias en una sociedad desencantada, que buscará todas las
maneras para poder representarlo. Luego, una vez más el concepto de desigualdad seguirá
manteniéndose como un fenómeno relativo, pues dependerá de cómo cada persona perciba que
está en una situación justa o no.
Por tanto, más allá de percepciones positivas o negativas de la desigualdad lo cierto es que mientras
se perciba injusticia dentro de la sociedad se tendrá que analizar y proponer herramientas que
mitiguen esta percepción, tal como es en parte, el objetivo de esta investigación.
La OECD, a través de una amplia investigación de Brian Keeley (2016) describe los factores que están
aumentando la brecha entre ricos y pobres. Se señala que pueden ser de tres tipos: económicos,
sociales y atribuibles al estado.
Factores económicos
Lo relevante de esta causa es que este fenómeno pareciera no detenerse. Con el paso del tiempo
seguirán modernizándose más procesos y con ello el requerimiento de empleos más cualificado será
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aún mayor. Por lo tanto, si la velocidad de mejoramiento de la educación del sector menos
favorecido no crece más rápido que la velocidad de la tecnología, la desigualdad seguirá impactando
de manera más fuerte en el sector más pobre y por tanto, reforzando aún más las diferencias de
ingresos. Por lo tanto, esto añade otro elemento a la discusión: si se mejorara el acceso de la
educación de todos los sectores, quizás esta variable no afectaría de igual manera que ahora.
Factores sociales
Sobre los factores relacionados al ámbito social, la OCDE destaca que actualmente existe mayor
homogeneización en las parejas que antiguamente. Ello ha reforzado la tendencia de desigualdad,
esto porque hoy es mucho más común que las personas tiendan a casarse o estar en pareja con
personas similares a sus ingresos, lo que aumenta aún más la concentración de riqueza.
En relación con el Estado, se destaca el escaso rol que ha tenido este actor en materia de
redistribución y regulación en los últimos 30 años. Especialmente desde los años 90 ha habido
menos recolección de impuestos y transferencias en los países de la OCDE a pesar de que el
crecimiento económico que han experimentado los países en los últimos cuarenta años ha
beneficiado mayormente al sector más rico de la sociedad, específicamente al 1% más rico. Como
un ejemplo se muestra como el crecimiento económico que experimentó Estados Unidos desde
2000 al 2007 supuso un crecimiento de la renta de las familias de 1,6% en promedio. Sin embargo,
si se elimina el ingreso del 1% de las familias más ricas, el crecimiento promedio de las rentas de las
familias estadounidenses disminuye a 0.6%, la mitad de lo que al parecer habían mejorado.
La desigualdad también tiene efectos negativos sobre el nivel de educación y la movilidad social. En
países pertenecientes a la OCDE se ofrecen diversas oportunidades educativas a toda la sociedad,
sin embargo, es precisamente esta condición, que refuerza más la desigualdad. La organización a
través del estudio de Keeley (2016) revela un resultado de la prueba PISA realizado en 65 países del
mundo. En los países pertenecientes a la OCDE, se revela que los alumnos de familias más ricas
tienen casi un año de adelanto en la materia matemáticas por sobre las familias más pobres. Esto
posiblemente se vea reflejado por el diferente acceso a educación que tienen distintos segmentos
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de la sociedad, según su capacidad de ingresos. La preocupación de este fenómeno radica en que
mientras sigan existiendo altos niveles de desigualdad y el acceso a la educación se distinga entre
quienes pueden ir a colegios de mejor calidad y por tanto más caros, y a quienes pueden ir a colegios
de más baja calidad, seguirá reforzándose la brecha pues el nivel de educación resultará producto
del tipo de educación al que la persona pudo asistir.
Tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional (FMI) llegan a conclusiones
similares a las de la OCDE sobre los efectos de la desigualdad. Ferrera y Walton (2006) en una
investigación que desarrollaron para el Banco Mundial, principal organización económica
internacional que ofrece préstamos a países de medianos y bajos ingresos para promover el
desarrollo, los efectos de una alta desigualdad significarán grandes costos que asumirá una
sociedad; reducirá el impacto del desarrollo económico y su efecto en reducir la pobreza y
probablemente afecte el crecimiento económico agregado de una nación, especialmente cuando se
asocia a tensiones sociales y un acceso desigual al crédito y a la educación. Para el FMI en una
9
investigación desarrollada por Dabla-Norris, Kochhar, Suphaphiphat, Ricka y Tsounta(2016), la
desigualdad está directamente relacionada con un impedimento al crecimiento económico. Es más,
este estudio pone en evidencia que la distribución de la riqueza tiene efectos sobre el crecimiento:
cuando sólo el top percentil 20 incrementa su riqueza, luego el PIB declina en el mediano tiempo.
Caso contrario, si es que la distribución de la riqueza aumenta en el percentil 20 menos favorecido,
el PIB aumenta en el mediano-largo plazo. Para esta última organización resulta ser un tema
especialmente importante pues estas desigualdades pueden desencadenar fatídicas consecuencias
económicas. En esta línea sostienen que existe una correlación entre crisis financieras y altos niveles
de desigualdad pues en momentos donde una gran parte de la sociedad no ve beneficios
económicos, los sistemas financieros se relajan e intensifican el apalancamiento, creando un exceso
de deuda y crédito, difícil de poder sostener en el corto plazo.
Por tanto, para las tres organizaciones económicas internacionales la desigualdad es un fenómeno
relevante y urgente de abordar. Para la OCDE y el Banco Mundial, significa mayormente un
elemento que genera tensión social por la falta de oportunidades de un sector de la sociedad,
además del impedimento de salir de extrema pobreza de algunos países, y para el FMI, su principal
preocupación está orientada al escaso crecimiento de los países con niveles altos de desigualdad
que puede desencadenar en crisis financieras y desbalances globales.
A pesar de este prometedor escenario país, los niveles de desigualdad siguen siendo relativamente
altos en comparación con otros países y el descontento social cada vez se está manifestando de
mayor manera en el país, poniendo en riesgo una de las características más importante que ha
tenido Chile durante los últimos años, su estabilidad. Las manifestaciones ocurridas en octubre del
año 2019 pusieron de manifiesto en la sociedad que el buen desempeño económico del país al
parecer no se estaba reflejando en la población chilena. El país se expuso a más de ocho semanas
consecutivas de manifestaciones, huelgas, destrozos de infraestructuras, entre otros, que sólo
pudieron calmarse en parte, por la decisión, casi obligada, del gobierno de realizar una nueva
constitución. Sin embargo, esta convulsión social trajo diversas consecuencias negativas; aumento
del desempleo, descenso del turismo, cierre de negocios, baja de productividad, inestabilidad que
se tradujo en la desconfianza de inversionistas, depreciación de la moneda y más efectos que podrán
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reflejarse en el mediano-largo plazo. Con esta “bomba” de tiempo, se hizo más urgente que nunca
que el Estado pudiera resolver las problemáticas del país.
El segundo indicador a utilizar es el ratio 80/20, que mide la diferencia entre el promedio de ingresos
del 20% más rico de la población con respecto al 20% más pobre. Este indicador es interesante
puesto que profundiza más acerca de la distribución de ingresos dentro de una sociedad,
específicamente la información sobre cuanto más poseen los quintiles más ricos por sobre los
pobres.
Y el tercer indicador, es el ratio Palma, el cual tiene como objetivo medir la proporción de riqueza
que obtiene el 10% más rico de la población en comparación con lo que percibe el 40%. La relevancia
de medir esos segmentos radica en que el creador del indicador, José Gabriel Palma, economista
chileno, sostuvo que la proporción de ingresos que obtiene el sector medio de la sociedad
(aproximadamente desde el decil 5 al 9) se comporta de manera relativamente homogénea en el
mundo y que en general perciben la mitad de riqueza del país, por lo cual será relevante conocer
como se distribuye la riqueza en los extremos. La razón de incluir este tercer indicador es que dado
que la investigación tiene un enfoque hacia las políticas redistributivas y determinar si en Chile hay
margen para aplicarlas, es interesante conocer que ocurre específicamente con el segmento de
población que mayormente es afectado por este tipo de políticas, es decir, el segmento más rico y
con gran parte de la población de menores ingresos, es decir, el 40% del total.
Los resultados de estos indicadores se obtienen de la OCDE que ofrece datos para el período 2009-
2017. Como se muestra en la figura 2, el coeficiente de Gini, que tiene en cuenta el ingreso percibido
luego de haber aplicado transferencias y subsidios, de Chile ha disminuido en 2 puntos en los últimos
ocho años, con una disminución más brusca el año 2015, situándole en su nivel más bajo, en 45
puntos. No obstante, aquella cifra sufrió un repunte el año 2017, situando al país con un coeficiente
de Gini de 46.
11
Evolución Gini, Chile 2009-2017
48,5
48
47,5
47
46,5
46
45,5
45
44,5
2008 2010 2012 2014 2016 2018
Luego, como muestra la figura 3, según el ratio 80/20, desde el año 2009 se muestra un descenso
en la relación del ingreso promedio entre el 20% más rico y el 20% más pobre. Si en 2009 el quintil
más rico de la población obtenía casi 12 veces más de ingresos promedio que el quintil más pobre,
para el año 2017, ese número se redujo, en el cual el ingreso promedio de la población más rica era
10,5 más que el promedio que recibía la gente con menos recursos. Sin embargo, cabe mencionar
que la caída del ratio desde 2009 se ve alterada en los últimos dos años. El empeoramiento que
recoge el indicador de Gini también se refleja aquí con un empeoramiento de la distancia entre los
extremos en los últimos dos años.
Evolución 80/20
12
11,5
11
10,5
10
9,5
2008 2010 2012 2014 2016 2018
12
En la figura 4 se observa el tercer indicador, el ratio Palma, en el cual se observa que Chile ha
disminuido su relación entre la riqueza que obtiene el 10% más rico y el 40% más pobre. Si en el
año 2009 el decil más rico obtenía 2,85 veces más de riqueza que los quintiles más pobres, este
número se redujo en el año 2017, ya que el ratio obtenido fue de 2,55. No obstante, esta relación
es mayor que la alcanzada el año 2015, confirmando la tendencia que mostraron los dos indicadores
anteriores.
Claro está que los tres indicadores demuestran un descenso de la desigualdad en el país, no
obstante, éste no es tan pronunciado como la brusca caída de pobreza y tampoco lo es como el
crecimiento económico sostenido que ha presentado el país en los últimos 20 años. Asimismo, estos
datos demuestran que la tendencia a la baja en términos de desigualdad se rompe a partir del año
2015.
Tal como se revisó en el comienzo del apartado, el concepto de desigualdad es relativo puesto que
los coeficientes por sí mismos indican un grado de desigualdad, sin embargo, es relevante además
medir como se sitúa el país en comparación con sus vecinos, miembros de mismas organizaciones,
entre otros. Para entender este fenómeno es que a continuación se entregan cuatro comparaciones;
por un lado, la comparación de Chile con los otros países de la OCDE, la ubicación comparativa a
nivel regional, a nivel mundial y luego con países de riqueza similar.
Dentro de la comparativa de Chile con los miembros de la OCDE, según datos de esta misma
organización, y tal como se puede ver en la figura 5, Chile durante el año 2017, es el país que más
desigualdad presenta en comparación con otros países de la organización. Los resultados son
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igualmente preocupantes en una comparativa con el resto del mundo: según datos del Banco
Mundial, en un sistema ordenado de mayor desigualdad a menor, el país se encuentra en el lugar
14º. Los resultados son algo menos preocupantes en una comparativa con países vecinos de su
región. Según datos del Banco Mundial, Chile se encuentra en el séptimo lugar, ordenado de los
países menos a más desiguales de Latino América. Solamente es superado por seis países con
mejores coeficientes de Gini: El Salvador (38,6) Uruguay (39.7), Argentina (41.4), Bolivia (42.4), Perú
(42.8) y Rep Dominicana (43).
Si ahora comparamos la desigualdad de Chile con la de países de similar riqueza, los resultados
tampoco son buenos. En el cuadro 1 se aprecia una lista de países con PIB per cápita similar al de
Chile y su coeficiente de Gini. Los datos equivalen al PIB per cápita de los países del año 2017, es
decir, al ingreso promedio que recibe la población durante ese año. A estos países se agrega su
coeficiente de Gini, en el mismo período de tiempo. Como se puede observar, Chile es el segundo
país más desigual en comparación con nueve países de similar riqueza, sólo es superado por
Panamá. Conclusión similar es la que ha sostenido el Banco Mundial (2017) en un estudio sobre
Chile, el cual afirma que el país en comparación con economías igualmente desarrolladas y PIB
similar, sigue siendo el con mayor desigualdad.
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• Cuadro 1: comparación países similar riqueza y nivel de desigualdad
En este mismo estudio se hace referencia a que si bien el país ha disminuido la brecha entre ricos y
pobres, sigue siendo alta en comparación a nivel mundial. Esto se explica, según la organización al
efecto de la baja movilidad generacional que existe y escasas oportunidades que tiene el sector más
vulnerable. Asimismo, se hace referencia a una encuesta de percepción realizada el año 2015, en la
cual sólo el 5% de los encuestados chilenos señala que la distribución de ingresos es “justa” o “muy
justa”, lo cual revela la inconformidad de una sociedad respecto a cómo recibe la riqueza de su país.
1.3 Conclusión
La desigualdad es una variable compleja entre otros motivos por su naturaleza relativa. Sin embargo,
los indicadores de desigualdad comparada indican que Chile es un país con un grave problema en
este ámbito. A pesar de ser miembro de la OCDE, es uno de los países más desiguales del mundo y
desde luego más desigual que otros países de riqueza similar. Hasta 2015, Chile estaba logrando
reducir su desigualdad, sin embargo, esta disminución no estaba siendo tan significativa como lo ha
sido en la reducción de pobreza o el crecimiento económico sostenido que ha reflejado el país
durante los últimos 20 años. Esta tendencia a la baja en materia de desigualdad se quiebra a partir
del año 2015, lo cual señala un retroceso en el país en términos de distribución de la riqueza. La
literatura sobre desigualdad indica que para entender la tendencia de la desigualdad uno de los
factores claves es el rol que está ejerciendo el estado en términos de distribuidor de riqueza.
15
Capítulo 2 Las políticas redistributivas en Chile
La creciente desigualdad económica ha puesto en el centro del debate social la necesidad de
encontrar soluciones y de ver en el Estado un actor relevante en la materia. Los sistemas de
bienestar y el rol del Estado como redistribuidor de la riqueza han sido alternativas que
históricamente muchos países han llevado a cabo como una solución para acortar brechas.
En este capítulo se estudian las políticas redistributivas y la composición que éstas tienen en Chile.
En la primera parte se explica que es una política redistributiva y cuáles son los principales
instrumentos que usualmente utilizan los países, y en la segunda parte, se explica la evolución que
han tenido las políticas sociales en Chile, junto con la descripción de las herramientas redistributivas
que se aplican en el país.
Uno de los aspectos relevantes de este sistema es que fue uno de los primeros en poner en el centro
el bienestar de las personas, de manera que el Gobierno adoptara un rol más activo en las
protecciones sociales básicas y que, en consecuencia, se distribuyera de manera más equitativa los
recursos generados. Este aspecto es fundamental para entender que las políticas redistributivas
están directamente ligadas con la lucha contra la desigualdad. La idea es que todo proceso social y
económico debería ir acompañado siempre de asegurar la protección social a sus ciudadanos, en
caso contrario la desigualdad se seguirá presentando y las convulsiones sociales también.
Las políticas redistributivas son políticas sociales cuyo objetivo son mejorar el bienestar de las
personas a través de diferentes instrumentos de redistribución de riqueza. Para llevarlo a cabo, los
países usualmente utilizan la recolección de impuestos y las transferencias (Keeley, 2016). Sobre
estas últimas, éstas pueden ser de carácter monetario y no monetario.
Los impuestos son los instrumentos que los Estados tienen para recaudar ingresos. Estos pueden
presentarse de dos maneras: directos e indirectos. Los primeros son aquellos que gravan los
ingresos y patrimonios de las personas y dentro de ellos podemos encontrar los impuestos sobre la
Renta, Sociedades y Patrimonio, entre otros. Los impuestos indirectos, en cambio, se aplican al
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consumo de bienes y servicios. El más conocido es el Impuesto de Valor Añadido (IVA), además del
impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, Aduanas.
Un segundo efecto en cómo los impuestos distribuyen la riqueza, es según cuan progresivos éstos
sean. Los impuestos pueden ser de carácter progresivo o regresivo; en el primer caso, esto significa
que son impuestos que cumplen con un principio de justicia social, en el cual, donde mientras menos
recursos tenga una persona menor deberá ser el gasto que paga en impuestos, en el segundo caso,
la lógica es a la inversa, es decir, mientras menos recursos tenga una persona, mayor impacto tendrá
en su capacidad adquisitiva los impuestos que ésta pague. Para que una política social tenga un
efecto más redistributivo, los impuestos que mayor impacto tienen son los progresivos. Como
ejemplo; los impuestos que tienden a gravar más fuerte a los grupos de mayor riqueza, como por
ejemplo los impuestos a la renta, son más progresivos que el impuesto al valor añadido (IVA). ¿Por
qué? Debido a que las familias más pobres tienden a consumir una proporción mayor de sus ingresos
que las familias ricas, puesto que estas últimas ahorran más, resultan más afectadas por el impuesto
al consumo (Keeley, 2016).
Cabe señalar además los posibles efectos negativos de la recaudación relacionados con la evasión
de impuestos, en particular, a los conocidos “paraísos fiscales”. Es importante esta mención puesto
que mientras un Estado no regule de manera eficaz el pago de los impuestos, no podrá asegurar un
nivel apropiado de ingresos para invertir en el área social. Estos “paraísos” disminuyen los ingresos
de los otros Estados pues se trata de países que tienen mejores condiciones tributarias, y donde las
empresas en variadas ocasiones transfieren sus sociedades (con otro nombre) a estos lugares para
declarar los impuestos en aquel país. Para intentar evitar estas situaciones los Estados acostumbran
a tomar medidas de regulación, puesto que de nada servirá tener un robusto sistema de
recaudación, si no hay una supervisión de este tema.
Las transferencias ayudan a redistribuir la riqueza y esto ocurre en gran medida por la capacidad
que tienen en nivelar los ingresos a lo largo del ciclo de vida de las personas, esto por ejemplo a
través de pensiones financiadas, en al menos gran parte, por los impuestos o contribuciones que
pagan en su vida laboral. Además, las transferencias también ayudan a las personas a hacer frente
a lo inesperado, como por ejemplo en caso de pérdida de empleo, enfermedad o discapacidad
(Keeley, 2016). De esta forma, ante shocks externos, las familias de menores recursos ven impactada
de menor manera sus ingresos que en caso de no contar con estas medidas de protección social.
17
Cabe mencionar también que algunas transferencias distribuyen más que otras y que esto
dependerá de cómo estén diseñadas. Por ejemplo, el caso de las pensiones, en muchos casos no
intervienen de gran manera en la redistribución puesto que en algunos países funcionan con el
depósito de los ingresos de los propios trabajadores por lo cual se entiende que es más una entrega
de dinero diferido más que una redistribución en la sociedad (Keeley, 2016).
Sin perjuicio de lo anterior, las transferencias monetarias según la CEPAL (2018) pueden clasificarse
en transferencias de carácter contributivas y no contributivas. Las primeras son aquellas que recibe
el destinatario por estar afiliado a un sistema de protección social. Esta protección está basada en
el empleo formal y protege a los trabajadores ante circunstancias inesperadas como son el
desempleo, enfermedad o un accidente laboral y ante determinadas etapas del ciclo de vida de las
personas como la maternidad, pensión y jubilación. Las transferencias no contributivas son aquellas
asociadas a la ayuda del Estado y que buscan impactar directamente en la pobreza, por lo cual, no
están asociadas al empleo si no a la condición socioeconómica de la persona y, en la mayoría de los
casos, esta ayuda busca impactar en la reducción de pobreza.
Las transferencias no monetarias son realizadas por los Estados a través de la entrega de servicios
públicos con el objeto de equiparar el acceso a toda la población y de esta forma asegurar el acceso
a éstos independiente de la capacidad adquisitiva. Dentro de las transferencias más usadas se
encuentran las relacionadas a educación y salud.
Las transferencias en educación son las referidas a la entrega de servicios de educación desde la
etapa preescolar hasta la educación terciaria. Según un estudio de Keeley (2016) para la OCDE, para
cumplir con la función de disminuir la desigualdad, este tipo de transferencias deben realizarse bajo
dos principios; equidad y calidad. En relación con este último, existe evidencia que en muchos países
los servicios de educación no son de calidad, especialmente en los países subdesarrollados, este
hecho es preocupante en el sentido de que, si no se entrega una educación de calidad, difícilmente
se acotaran brechas. Un indicador de esto es el resultado de la prueba PISA (2018), la cual arrojó
como resultado que, en la prueba de matemáticas, la media del puntaje era mayor para los colegios
privados que para los públicos. En los países de la OCDE la educación privada estaba sobre 27 puntos
que la educación pública, similar resultado fue el que se obtuvo en la prueba de ciencias. Estos datos
indican que aún existe una brecha entre lo entregado gratuitamente y lo que es privado, aún en los
países más desarrollados, como los pertenecientes a la OCDE.
Las transferencias en salud están asociadas a la capacidad del Estado de asegurar el acceso a un
sistema de salud a todos sus ciudadanos, y, con ello, asegurar que la población de menores recursos
pueda acceder a éste independiente de su capacidad adquisitiva, puesto que el costo de un
accidente o de una enfermedad catastrófica puede ser extremadamente alto para una familia de
bajos recursos. La relevancia de asegurar un sistema de salud para la población más vulnerable se
podría ilustrar bajo el concepto de La Trampa de La Pobreza, el cual alude a los problemas que
sistemáticamente enfrenta una familia de bajos recursos al momento de querer movilizarse
socialmente. Generalmente estos problemas están asociados a shocks externos que a una persona
18
con escasos recursos le repercuten profundamente. Como ejemplo de ello, se podría ilustrar que un
país que goce de un alto crecimiento económico, y que entregue educación de calidad y gratuita,
además de reforzar sistemas de fortalecimiento de empleo ,poco éxito tendrá si es que no asegura
un sistema de salud a sus ciudadanos puesto que si esta persona de bajo nivel socio ecónomico
obtiene altas calificaciones en estudios, pero se enferma y no tiene acceso a un sistema donde
atenderse, perderá sus ahorros y posiblemente tenga que endeudar, por lo cual “bajará”
nuevamente escalones a su situación inicial. Esto es un ejemplo de cuan relevante es asegurar
sistemas de salud en un sistema que no distribuye la riqueza de manera eficiente, puesto que de
poco servirá ejecutar otras políticas si es que el cuidado y bienestar físico de la persona no puede
asegurarse.
La capacidad que tienen los impuestos, transferencias monetarias y no monetarias para distribuir la
riqueza dependerá de cómo la diseñe cada Estado. Así, por ejemplo, la existencia de un sistema de
pensiones en sí mismo no significará que redistribuya riqueza, puesto que dependerá de si está
configurado como un sistema de redistribución o un ingreso diferido.
2.2.1. Evolución
En el año 1925, la Carta Constitucional marcó la primera preocupación del Estado por el desarrollo
social donde se incluyó como derecho que las personas tuvieran acceso a un trabajo y a la previsión
social (Lavados, 1984), el mismo año también debuta el impuesto a la renta de carácter progresivo,
el cual tuvo como objetivo gravar las rentas para así aumentar la recaudación fiscal. Más tarde, hacia
el año 1960 se incorporan como políticas de transferencias las asignaciones familiares, las cuales
tenían por objeto complementar el salario de las personas con menores recursos. Entre 1964 y 1970,
el gobierno de centro-izquierda de turno llevó adelante un programa que contempló entre sus
prioridades la redistribución del ingreso. A lo largo de este tiempo el gasto social se duplicó, el cual
se vio reflejado en una elevada recaudación tributaria e imposiciones provisionales. El gasto social
llega al 20% del PIB en el año 1970 (Arellano, 1985).
La tendencia registrada en los últimos años se revirtió a partir del 1973, cuando el poder militar se
instala en el país, en el cual se produce una transformación tanto política como social, y en lo
económico se implementa el modelo neoliberal (Arellano, 1985). Se definió el Estado como
subsidiario, entendiendo en un sentido restringido el concepto. En la práctica, el Estado sólo debía
hacer aquello que no podía realizar el mercado (Lavados, 1984). Así, se dio paso a una nueva era de
administración. Si bien se crearon nuevas instituciones de carácter social como el Fondo de
19
Desarrollo Social, cuyo propósito era entregar fondos públicos a diferentes entidades con objetivo
social, también se redujo fuertemente el gasto social, y muchas políticas sociales fueron eliminadas
y se descentralizaron los sistemas de salud y educación.
Desde los años 1990, época en la que finaliza la dictadura militar, hasta comienzos de 2000 no se
vieron grandes avances en términos de políticas sociales, y es en el gobierno de Michelle Bachelet,
el año 2008, cuando comienzan a observarse reformas sociales enfocadas en la redistribución de la
riqueza. Estas últimas reformas estuvieron relacionadas principalmente a la ampliación en
cobertura de los sistemas de salud y educación, junto con un mejoramiento al sistema de pensiones
de capitalización individual que existía en esa época, en el cual se agregó un componente no
contributivo.
Según datos de la CEPAL (2020) el gasto social en Chile el año 2017 fue equivalente a un 16,7% del
PIB. La distribución del gasto fue de un 6% en protección social, 5,09% educación, 4,7% salud, 0,6%
otros. Cabe mencionar, que se escogen los datos de la CEPAL puesto que es la organización que más
recursos e investigaciones muestra sobre Latinoamérica.
Educación 21,5
Salud 19,9
Otros 3,5 No
20
Edad Avanzada 15,5 Si
Desempleo 0,2 No
Vivienda 4,2 Si
Vivienda 1,4
Urbanización 0,9 No
Desarrollo Comunitario 0 No
Otros Vivienda 0
Fuente: Dirección de presupuestos (2017) Informe de Finanzas Públicas 2017, Dirección de Presupuestos. Recuperado de:
https://www.dipres.gob.cl/598/articles-152550_doc_pdf.pdf
La estructura del gasto social en Chile durante el 2017 se muestra en la Tabla 1. Como se puede
observar en la tabla, las prioridades del Gasto Social están en protección social, educación y salud
con un 25,4%, 21,5% y 19,9% respectivamente. Luego, para determinar que políticas abordar, se
describen las que mayor peso tienen en el presupuesto puesto que debiesen indicar las prioridades
del Gobierno, las cuales están señaladas en la última columna.
Para explicar los instrumentos redistributivos de Chile, estos se agrupan siguiendo la clasificación
del primer apartado.
2.2.3.1. Impuestos
21
El sistema de impuestos en Chile, al igual que la mayoría de los sistemas tributarios en el mundo, se
caracteriza por aplicar impuestos directos e indirectos. Según la información recogida en el Servicio
de Impuestos Internos de Chile (2020) en el país se aplica diversos tipos de impuestos, y dentro de
los más relevantes en materia de redistribución se encuentran:
• Impuestos directos
- Impuesto a la renta de primera categoría: este impuesto grava las rentas provenientes del
capital, entre otras, por las empresas comerciales, industriales, mineras, servicios, etc. El
impuesto en el año 2019 fue de 27%.
- Impuesto a la renta de segunda categoría: grava las rentas del trabajo dependiente, como
sueldos, pensiones y rentas accesorias o complementarias a las anteriores. Es un tributo
que se aplica con una escala de tasas progresivas, es decir, a mayor sueldo mayor impuesto.
Cabe señalar que este impuesto lo pagan sólo los salarios mayores a 675.000 pesos chilenos,
es decir, sobre 750 euros. Cabe añadir que esto significa que aproximadamente el 75% de
la población no paga impuestos (INE, 2017).
- Impuesto Global Complementario: es un impuesto personal, progresivo y complementario
que se paga una vez al año por las personas naturales. También afecta a las rentas que
exceda los 750 euros y a diferencia del impuesto de segunda categoría, este lo pagan
trabajadores dependientes e independientes. El porcentaje para pagar está entre un 4% y
45%, dependiendo del nivel de salario.
• Impuestos indirectos:
- Impuesto al Valor Agregado (IVA): es el impuesto indirecto de mayor proporción y grava la
venta de bienes y prestaciones de servicios, efectuadas por las empresas comerciales,
industriales, mineras y de servicios con una tasa de 19%.
22
Elaboración propia. Fuente: Servicio de Impuestos Internos, Chile [base de datos]
Recuperado de: http://www.sii.cl/sobre_el_sii/serie_de_ingresos_tributarios.html
Asimismo, en Chile se aplica un sistema tributario semi-integrado, el cual la OCDE (2015) define
como aquel sistema en el cual los accionistas están exentos parcialmente de responder
tributariamente en concepto del impuesto sobre la renta por los dividendos abonados por la
compañía a partir de la renta o de las utilidades sometidas al impuesto de sociedades. Esto
inmediatamente puede significar una menor recaudación fiscal por el Estado y por tanto, menor
capacidad del órgano para implementar políticas sociales redistributivas.
No obstante, habrá que esperar el impacto de la Reforma Tributaria que se aprobó en enero del año
2020, en la cual, dentro de los principales cambios se encuentran; un alza de un 5% en el impuesto
a la renta y el global complementario, a quienes tengan una renta anual de 12.750 euros.
La preocupación por la edad avanzada representa casi el 60% del presupuesto de las políticas de
protección social, dentro de las cuales el subsidio en pensiones ocupa un lugar relevante, luego
continúan las transferencias ligadas a vivienda y familia e hijos.
Las pensiones a la vejez en Chile, según se define en un documento de Apella, Rofman y Vezza
(2013), economistas del Banco Mundial, se aplican usando un esquema basado en cuentas de
capitalización individual, bajo el cual, cada trabajador posee una cuenta única a su nombre y en la
cual a cada trabajador dependiente se le descuenta obligatoriamente el 10% de su ingreso para
realizar aporte a la cuenta. Esta cuenta es administrada por la Administradora de Fondos de
Pensiones (AFP), la cual tiene la función de invertir el dinero ahorrado en cuentas de inversiones de
diferentes riesgos. Cabe señalar que este sistema fue introducido de manera obligatoria en el país
para quienes comenzaban a cotizar, sin embargo, para los antiguos cotizantes existía la posibilidad
de quedarse en el antiguo sistema de reparto que existía en el país.
Hasta acá el sistema dista de ser no contributivo, sin embargo, el año 2008, fueron introducidos los
subsidios solidarios, los cuales se dividieron en dos; el Pilar Básico Solidario (PBS), el cual consiste
en garantizar un ingreso mínimo a las personas pertenecientes al 60% más pobre del país y que no
hubieran podido cotizar a lo largo de su vida laboral (también esta pensión se entrega a personas
discapacitadas), dicho ingreso oscila entre 190 y 150 euros según tramos de edad y el Aporte
Previsional Solidario (APS), el cual es un complemento de pensión que se entrega a las personas
pertenecientes al 60% más pobre y cuyo objetivo es aumentar el valor de las pensiones
autofinanciadas si es que el monto reunido a lo largo de su vida laboral es muy mínimo
(Superintendencia de pensiones, 2020). Ambos subsidios fueron diseñados para mejorar el sistema
de pensiones especialmente con la población más vulnerable.
Los gastos relacionados a vivienda y que representan la segunda prioridad en protección social,
destacan por su fuerte orientación hacia la entrega de subsidios habitacionales. Estos últimos,
representan el 51% de los gastos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Dirección de Presupuestos
23
Chile, 2017). Dentro de los diferentes tipos de subsidios que entrega el Gobierno destacan tres, los
cuales suman la mitad del presupuesto entregado en subsidios;
En cuanto a cobertura de los subsidios, según la encuesta CASEN (2017) relativa a vivienda, entre
los años 2012 y 2017, un 34,7% de los chilenos ocuparon algún tipo de subsidio estatal para adquirir
una vivienda.
Luego, la tercera prioridad dentro de protección social para el Estado está el relacionado a Familia
e hijos. El Ministerio de Desarrollo Social, actor que lidera el trabajo en esta área, dentro de sus
líneas programáticas, las que mayor proporción representan dentro del presupuesto son las
relacionadas a la Oferta preferente y al Ingreso Ético Familiar (IEF) (Dirección de Presupuestos,
2017). La primera está conformada principalmente por el programa Chile Solidario, el cual tiene por
objeto promover la incorporación de familias y personas en situación de extrema pobreza a las redes
sociales, así como su acceso a mejores condiciones de vida para que superen la indigencia (Instituto
de Previsión Social, 2020). Este programa consta de tres instrumentos: apoyo psicosocial, acceso
preferencial a la red de programas sociales y acceso garantizado a los subsidios correspondientes
del Estado. Es en este último, donde se encuentran las transferencias monetarias, las cuales se
entregan a personas que se encuentren en extrema pobreza y que no sean beneficiarias de otro tipo
de ayudas fiscales. Dentro de estos se incluyen el Subsidio Único Familiar, por cada menor de 18
años; la subvención pro-retención para jóvenes en la enseñanza media y el Subsidio al Consumo de
Agua Potable. Adicionalmente, se entrega el Bono Chile Solidario que es una transferencia en dinero
de carácter transitorio, pagada en montos decrecientes en el tiempo y recibidas por la mujer jefa de
familia o a la mujer pareja del jefe. Esto último en respuesta a la evidencia empírica internacional
que muestra que hay un mayor aumento del bienestar familiar cuando la decisión de gasto está a
cargo de estas mujeres (PNUD, 2009). Cabe mencionar que los subsidios asociados a la vejez y
discapacidad, descritos en el punto pensiones también son parte de este programa.
Respecto al IEF, y al igual que el programa anterior descrito, también se compone por un programa
social y por un pilar de transferencias. Sobre este último, este está dirigido a personas que se
encuentren en extrema pobreza, o que sean adulto mayor y estén en situación vulnerable, vivir en
la calle o un menor de edad cuyo padre o madre se encuentre privado de libertad (Ingreso Etico
24
Gobierno de Chile, 2020). Se entregan tres tipos de bonos; dignidad, deberes y logros, todos de
diferentes montos:
-Bono dignidad: bonos bases que se les entrega a las familias de mayor
vulnerabilidad.
-Bono deberes: bonos que se entregan a las familias en áreas de salud, educación y
trabajo, como por ejemplo: control del niños sano y bono por asistencia escolar.
-Bono logros: bono destinado al 30% de la población más vulnerable para
desempeños destacados.
Por último, está la línea de protección social asociada al desempleo, nombrada también seguro de
cesantía. Para el caso chileno, este sistema es financiado de manera tripartita; con aportes del
propio trabajador, empleador y el Estado. Dentro de este sistema se distinguen dos tipos de seguro,
estos son; Seguro de Cesantía Individual y Seguro de Cesantía Solidario. El primero, consiste en una
cuenta individual de cesantía (cic) cuyos fondos provienen principalmente de las cotizaciones
obligatorias del trabajador y/o empleador y la trabajadores o trabajador pueden cobrar el seguro
sea motivo de despido o no. Por otra parte, está el Seguro de Cesantía Solidario el cual es un fondo
de reparto, conformado por aporte de empleador y Estado, y se utiliza para complementar el
beneficio cuando el saldo de la (CIC) es insuficiente (Previsión Social Chile, 2020). Cabe mencionar
que este beneficio se aplica para los trabajadores formales del país, y por tanto, no para los
trabajadores informales, la cual representó el año 2019 un 28,4% la población trabajadora
(INE,2020).
El sistema educativo chileno está estructurado bajo una lógica de mercado. Esto significa un modo
en el cual se invita a los sujetos a actuar como si fueran el ser racional que la economía presupone,
aquel que elige desde una lógica basada en el costo y beneficio, el que ve en la educación una
mercancía, el que está dispuesto a pagar más por una educación de mejor calidad (Unicef, 2014). Lo
anterior ocurre en gran medida porque el sistema educativo ofrece una amplia variedad tanto en la
educación pública como en la privada, destacando en la segunda como el tipo de educación que
mejor calidad ofrece (sobre esto último, se revisan datos más adelante) por lo cual, los usuarios,
según tengan una mejor situación económica elegirán el sistema privado puesto que, a modo
general, les entregará una mejor calidad. No obstante, esto no significa que no haya oportunidades
para el sector más vulnerable, si no que la oferta está altamente segmentada según la capacidad
adquisitiva de las personas. Esta segmentación mencionada en gran parte fue promovida por el
cambio en el sistema educativo durante los años 80’ en el cual se descentralizó la educación y se
entregó a los municipios su gestión, entregando también los denominados voucher por cada
alumno, provocando así una competencia entre colegios públicos y subvencionados, donde los
primeros difícilmente pudieron retener a alumnos con un mayor estándar educativo.
Desde el año 2003 la enseñanza primaria y secundaria es obligatoria. La educación terciaria por su
parte, o conocida como “superior” en el caso chileno, no es obligatoria y está fuertemente ligada a
25
la capacidad adquisitiva de las personas y a las restricciones de acceso. Para entrar a estudiar a la
Universidad se necesita rendir una prueba en el último año de enseñanza media, la cual tiene
puntajes mínimos para recién optar a los estudios superiores, poniendo a prueba la calidad de la
educación pública y privada.
No obstante lo anterior, el año 2018 se promulgó una ley que entrega gratuidad al 60% de la
población más vulnerable (Subsecretaria de Educación Superior, 2020), hecho que fue un relevante
hito para el país y cuyo impacto, probablemente se vea en el mediano plazo. No es de extrañar pues
que el gasto en educación en Chile haya crecido a lo largo de las últimas décadas. En relación a los
gastos, en el año 2003, según datos de la CEPAL, el estado chileno gastaba un 3,6% del PIB a
educación y en el año 2017, el gasto se situó en un 5,6%. En relación a la distribución de esos gastos,
y como se pudo observar anteriormente, más de un 70% es entregado a la educación primaria y
secundaria, lo cual confirma la importancia que tienen aquellos niveles educacionales para el Estado
de Chile.
Por su parte, el sistema de salud chileno está compuesto por un sistema mixto de atención integrado
por un seguro público, que se denomina FONASA, que es el Fondo Nacional de Salud, y uno privado
denominado ISAPRE, Instituciones de Salud Previsional. Para tener acceso a FONASA, las y los
trabajadores deben cotizar el 7% de su sueldo a este fondo y en el caso de aquellos que no perciban
ingresos también pueden optar a este Fondo como un grupo especial. Cabe señalar que existe un
porcentaje de personas con mayores ingresos a quienes se les cobra un copago entre 10% y 20% a
los servicios de salud (Superintendencia de Salud Chile, 2020). Al sistema no contributivo FONASA
también se añade el plan AUGE, reforma que se gestó el año 2008 y cuyo objetivo fue garantizar un
conjunto de beneficios en salud a personas adscritas en FONASA y en ISAPRE, liderando así un
sistema de salud más universal que los anteriores. Dentro de estos beneficios se encontraba la
cobertura de enfermedades prioritarias, la reducción de los tiempos de espera, así como garantizar
un máximo pago de 20%, el resto se cubre por la ISAPRE o FONASA. Por su parte, la segunda
modalidad, las ISAPRES, también consisten en cotizar un 7% de su sueldo, pero en muchos casos, el
monto es mayor que ese porcentaje puesto que al ser una oferta de servicios privada, responde a
mayor calidad, mayor precio. Sin perjuicio de lo anterior, el 78% (CASEN, 2017) de los ciudadanos
pertenece a FONASA lo que muestra lo relevante que es el sistema público en el país.
En relación a los gastos, el país ha mostrado una tendencia creciente en gastos en salud en los
últimos casi veinte años, en el cual el año 2000 apenas entregaba un 2,7% del PIB en salud y el año
2017 esta proporción aumento a un 4,7 (Estadísticas Ministerio de Salud Chile, 2020).
Si bien este trabajo pretende mostrar si existe margen para disminuir la desigualdad a través de
políticas redistributivas, se hace relevante detallar otros modelos para disminuir la brecha entre
ricos y pobres, uno de ellos es la predistribución. Este modelo pone en el centro la relevancia del
Estado como agente principal y que éste pueda incidir de manera directa en el diseño de políticas
sociales y de mercado, que prevengan las eventuales desigualdades que pueden surgir. El principal
26
exponente de este modelo es el economista Jacob Hacker, quien propone que los mercados deben
trabajar por el bienestar común desde un inicio.
La predistribución prioriza las políticas que intervienen directamente en el mercado laboral para
reducir la desigualdad como alternativa a la redistribución. Un ejemplo de ello es que la
predistribución preferiría un aumento en el salario mínimo antes que una redistribución de
impuestos negativos sobre la renta. Asimismo, preferiría reforzar los sindicatos para mejorar
condiciones laborales antes que aumentar impuestos de empresas para financiar gastos sociales (El
País, 2019).
Como se puede observar, todas son políticas sociales diseñadas a atacar el problema desde sus
raíces, diferente a lo que propone la redistribución. Y si bien, son modelos muy distintos es un
ingrediente clave a considerar en cómo reducir la desigualdad en Chile.
2.4 Conclusión
Las políticas redistributivas en Chile han experimentado una evolución positiva a lo largo de los años,
aunque con algunos desafíos importantes que resolver aún.
En materia de recaudación fiscal, el país ha mostrado ingresos estables a lo largo de los años, sin
embargo, esta recaudación presenta un alto componente a través del IVA, lo que según el primer
apartado también implica mostrar un componente regresivo relevante. Asimismo, en materia de
eficiencias, el sistema semi integrado evidencia que se podría aún obtener una mayor recaudación
en el país.
No obstante lo anterior, también es interesante tomar en cuenta las políticas predistributivas que
pueden aplicar los países, puesto que si bien no es el tema de interés de esta investigación, si son
necesarias reconocerlas como una fuente valiosa de combate de la desigualdad.
27
Dado el análisis de las políticas redistributivas, será relevante comparar el efecto de cada
instrumento redistributivo con países europeos de similar nivel de desarrollo para identificar en qué
elementos podría mejorar o no la capacidad redistributiva el sistema chileno.
28
Capítulo 3 El efecto de la redistribución en Chile y en países
europeos
El capítulo dos indica que, en materia de políticas redistributivas, Chile ha mejorado a lo largo de los
años, sin embargo, y tal como se apuntó en el primer capítulo, la desigualdad económica en el país
sigue siendo alta, lo cual ha implicado un importante descontento social que ha puesto a un
gobierno con la necesidad urgente de mejorar las actuales políticas sociales y, en consecuencia, su
redistribución. Ante este escenario, es presumible preguntarse si existe margen de mejora en el
modelo redistributivo aplicado.
Para responder lo anterior, este capítulo utiliza una metodología comparativa. Después de justificar
en el primer apartado la metodología escogida, en los siguientes se presenta los resultados de un
análisis comparativo entre Chile y los países europeos de la OCDE. Se empieza con una comparativa
general sobre la desigualdad para, posteriormente, comparar el impacto de cada uno de los grandes
instrumentos de políticas redistributivas de Chile (impuestos, transferencias monetarias y no
monetarias).
El objetivo de este trabajo es resolver si es posible afirmar que en Chile se puede disminuir la
desigualdad a través de más políticas redistributivas. La metodología propuesta busca determinar
si, en materia de redistribución, Chile está al nivel de los países europeos de la OCDE. Los países que
se incluyen en este grupo de comparación son: Alemania, Austria, Bélgica, República Checa,
Dinamarca, República Eslovaca, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Hungría,
Irlanda, Islandia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Polonia, Portugal, Suecia, Suiza y
Turquía.
Este capítulo compara, para cada uno de los instrumentos redistributivos explicados en el capítulo
anterior, el gasto que hace Chile frente al gasto promedio de los países europeos de la OCDE. Dado
que la investigación se enmarca en las fuentes de información de las grandes organizaciones
económicas internacionales, es que cualquier comparación que se hiciera debería realizarse con
países pertenecientes a alguna de dichas organizaciones. Para este caso se escoge la OCDE, puesto
de que además de que Chile pertenece al grupo, esta organización tiene como misión diseñar
mejores políticas para una vida mejor, donde el objetivo sea promover políticas que favorezcan la
prosperidad, igualdad, oportunidades y el bienestar para todas las personas (OCDE,2020). Lo
anterior revela que cualquier país que pertenezca a la organización, debería comulgar con este tipo
de políticas de bienestar que se promueven. El utilizar países de la OCDE tiene además el beneficio
de poder asegurar la comparativa de los datos. En este caso, los datos que ofrece la OCDE permiten
cubrir el período 2009-17.
Luego, para elegir específicamente con que países hacer la comparativa, se escogen los países
europeos de la OCDE. Además de ser los pioneros en establecer políticas redistributivas, también se
caracterizan por ser los países con mejores resultados en cuanto a políticas sociales se refiere. Para
29
el año 2018, los primeros diez países que mayor gasto social realizaron fueron países europeos
(Francia, Bélgica, Finlandia, Dinamarca, Italia, Austria, Suecia, Alemania, Noruega, España y Grecia)
ordenados de manera descendente, superando ampliamente el promedio de gasto social que
habían hecho todos los países pertenecientes a la OCDE (OCDE, 2020). Asimismo, al revisar índices
de desigualdad, dentro de la misma organización, nuevamente son los países europeos quienes
registran los menores índices, evidenciando así que la desigualdad está siendo abordada de manera
exitosa en sus estados. Esta comparativa con los países europeos en general se completa con una
mayor atención a los casos de Turquía y Letonia, que presentan un PIB per cápita similar al de Chile
(28,209 USD y 28,505 USD respectivamente, frente a 25,041 USD en Chile), y se escogen para hacer
una comparación más cercana a la realidad económica de Chile.
La hipótesis de que Chile puede disminuir la desigualdad a través de políticas redistributivas porque
existe un margen para hacerlo, o dicho de otro modo, porque no se ha hecho lo suficiente aún en
materia de redistribución, se rechazará en caso de que no exista dicho margen. El rechazo será
directo en caso de que dicho margen no exista con Turquía y Letonia.
Esta metodología tiene una limitación clara: para poder establecer si Chile tiene margen para
aumentar el impacto de sus políticas redistributivas a través de una comparativa con otros países,
haría falta medir el impacto de las políticas sociales, en este caso, las políticas redistributivas en
todos y cada uno de los países. También haría falta comparar los diseños de las políticas
redistributivas de cada uno de los países pues varían en cuanto a su diseño. Sin embargo, este
trabajo no puede intentar abarcar una comparativa de tal profundidad. Lo que sí que ofrece, a parte
de una comparativa en términos de gasto por grandes instrumentos de redistribución, es un análisis
del impacto que cada instrumento está teniendo en Chile (pero no para los países con quien se le
compara). En cualquier caso, se reconoce esta limitación del trabajo y se tendrá en cuenta en las
conclusiones.
Esta sección presenta la comparativa en términos de coeficiente de Gini y de gasto social. Pone de
manifiesto que, a pesar de las políticas sociales que se aplican en Chile y del crecimiento económico
que ha mostrado el país en los últimos 20 años, aún hay margen de mejora.
Tal y como se ha explicado en el capítulo 1, el instrumento más utilizado para medir la desigualdad
en un país es el Coeficiente de Gini. Dicho instrumento también es útil para medir el impacto de las
políticas redistributivas de un país cuando se comparan los resultados antes de impuestos y
transferencias con el Gini post impuestos y transferencias. Cabe mencionar, que las transferencias
monetarias que estos datos recogen son las relacionadas a subsidios monetarios y que, por tanto,
transferencias en especie como educación y salud no están incluidas en los resultados.
30
• Figura 1: Evolución del impacto de impuestos y transferencias sobre el coeficiente de Gini
en Chile
Antes Después
Elaboración propia. Fuente: OCDE (2020) distribución de ingresos [base de datos] Recuperado de:
https://stats.oecd.org/viewhtml.aspx?datasetcode=IDD&lang=en
La figura 1 muestra la evolución del impacto de los impuestos y transferencias sobre el coeficiente
de Gini en Chile. Como se puede observar, la diferencia entre el coeficiente de Gini antes y posterior
a los impuestos y transferencias se ha mantenido relativamente constante a lo largo de las últimas
décadas, siendo el año 2017 el que presenta una diferencia apenas mayor con 0,035 puntos. Esta
evolución hasta cierto punto positiva debe sin embargo relativizarse. Como se aprecia en la figura
2, Chile es uno de los países que menor redistribución realiza dentro de la OCDE. En 2017 se ubicaba
en el penúltimo lugar.
0,4 0,2
0,3 0,15
transferencias
0,2 0,1
0,1 0,05
0 0
Nueva…
USA
Canada
Belgica
Chile
Israel
Polonia
Eslovenia
Austria
Francia
Mexico
Rep Eslovaca
Japon
Suiza
Lituania
Australia
Grecia
Letonia
Luxemburgo
España
Paises Bajos
Rep Checa
Irlanda
Estonia
Noruega
Hungria
Finlandia
Islandia
Italia
Portugal
Reino Unido
Sueecia
Dinamarca
Alemania
Países de la OECD
Elaboración propia. Fuente: OCDE(2020) Distribución de ingresos post transferencias e ingresos, Recuperado de:
https://stats.oecd.org/viewhtml.aspx?datasetcode=IDD&lang=en. Nota: Los países Australia, Dinamarca, Países Bajos reflejan
resultados del año 2016, Islandia 2015, Nueva Zelanda 2014 y el resto año 2017.
31
En la figura 2 también se puede ver que la disminución de desigualdad de Chile representó apenas
un 8% mientras que el que mayor redistribución, Finlandia, logró disminuirla en un 50%, casi 7 veces
más. De acuerdo con los datos, el promedio de disminución de desigualdad de países europeos,
posterior a las transferencias e impuestos, fue de 0,176 puntos Gini, 5 veces más que el caso chileno.
En relación con su similar en PIB per cápita, Letonia, este país presenta una disminución de 0,1236
puntos (para el caso de Turquía no se encontraron los datos exactos de las variables medidas),
también mucho mayor que el de Chile.
En materia de gasto social, Chile el año 2017 gastó un 10,9% del PIB (OECD,2020), el cual comparado
con el gasto que realizan los países europeos, pertenecientes la OCDE, lo ubica en el último lugar
como país que menos gasto social destina de su PIB, tal como muestra la figura 3. Asimismo, el
porcentaje que destina Chile es la mitad de lo que los países europeos destinan en promedio a las
políticas sociales. En relación con sus similares, Turquía destina un 12,5% del PIB para gasto social y
Letonia un 16,2%, ambos superiores a Chile.
• Figura 3: Gasto social (%PIB) de los países europeos OECD, año 2017 o último año
disponible
Belgica
Eslovenia
Chile
Polonia
Grecia
Irlanda
Suiza
Lituania
España
Rep Eslovaca
Alemannia
Austria
Francia
Rep Checa
Luxemburgo
Turquía
Letonia
Holanda
Islandia
Hungría
Portugal
Noruega
Suecia
Italia
Estonia
Reino Unido
Dinamarca
Finlandia
Elaboración propia Fuente: OCDE (2020) Gasto Social Recuperado de: https://data.oecd.org/socialexp/social-
spending.htm
32
3.3.1 Nivel de recaudación
En términos de evolución en la recaudación fiscal del país y como se muestra en la figura 4, Chile ha
mantenido niveles de recaudación estables durante los últimos años, alcanzando el año 2017 un
20% del PIB. No obstante, esta proporción es significativamente menor si se realiza una comparación
con el promedio de recaudación de los países europeos de OCDE: Chile recauda 17 puntos
porcentuales menos. Luego, si se compara con Turquía y Letonia, estos recaudan 25% y 31%
respectivamente, ambos países pues con una recaudación superior al caso chileno (OECD, 2020). El
país también está por debajo del promedio, en 2-3 puntos porcentuales, en la región de
Latinoamérica.
La distinta composición tributaria de Chile en comparación con sus compañeros europeos confirma
la fuerte carga regresiva que se tiene en el país y la débil recaudación a través del impuesto a las
personas. Tal como se describe en el capítulo dos, la estructura tributaria de Chile está compuesta
mayormente por el impuesto a bienes y servicios, específicamente el IVA, el cual representa casi la
mitad de la recaudación fiscal total. Este hecho implica también que el sistema chileno es altamente
regresivo dado que este tipo de impuesto se grava sobre el bien y/o servicio, y no dependiendo de
la renta como se aplica en los impuestos directos, lo cual implica que el sector vulnerable se vea
mayormente afectado puesto que impacta de mayor manera en sus presupuestos a diferencia del
sector más acomodado. Por otro lado, el impuesto a la renta apenas representa un 8% de la
recaudación fiscal, situación que podría eventualmente representar una mayor proporción,
considerando que el potencial redistributivo de un estado está determinado primeramente y de
33
manera más importante por el tamaño de la composición del presupuesto fiscal que recauda un
país (OCDE, 2015).
Para determinar cuán lejos o cerca se encuentra Chile, en su composición tributaria, con los países
europeos pertenecientes a la OCDE, la figura 5 muestra la estructura fiscal de los países
pertenecientes a la OCDE el año 2017. Estos datos evidencian que Chile es el país que mayor
porcentaje de su recaudación fiscal se realiza a través del impuesto a bienes y servicios y el que
menor proporción realiza a través del impuesto a la renta de las personas. Respecto al primer tipo
de impuesto, para el caso de los países europeos pertenecientes a la organización, el porcentaje de
recaudación es de aproximadamente un 30%, inferior el caso chileno. En el caso de sus países
similares, Turquía destina un 42% y Letonia un 20%. En relación con el impuesto directo sobre las
personas, el promedio de los países europeos de la OCDE es de un 26%, y específicamente Letonia
de un 42% y Turquía un 18%. Todos estos promedios, muy superiores al caso chileno.
34
Países europeos
Impuestos máximos Chile OECD Turquía Letonia
Como se puede observar en la tabla anterior, según datos de KPMG (2020) el nivel máximo de pago
de impuestos individuales en Chile el año 2019 fue de un 40%. En comparación este porcentaje con
países de la OECD, específicamente los países europeos de la organización, este porcentaje bordea
el 40.44%. Lo anterior refleja que el impuesto máximo a las personas, en Chile, es bastante similar
al que en promedio tienen los países europeos de la OCDE. Luego, en relación con Turquía y Letonia,
sus impuestos máximos son de 35% y 31.4% respectivamente, lo cual confirma que el caso chileno
tiene porcentajes similares a estos países, e incluso superiores. En el caso del impuesto corporativo,
Chile en el año 2019 presentaba un 27% de impuesto máximo corporativo, el cual al realizar una
comparación con los países europeos OECD se distinguía por ser mayor, puesto que éstos tenían
como un máximo de 20,43%. En relación con la situación con Turquía, los impuestos de Chile son
similares (22%) y, para el caso con Letonia, superior (20%).
En este apartado se puede afirmar que la mayor diferencia que existe entre Chile y los países
europeos en relación con los impuestos, reside en la estructura tributaria. Esto porque el país
sudamericano representa el país que mayor proporción tributaria tiene a través del impuesto al IVA,
lo cual permite concluir lo regresivo que es el modelo, y también, es el que menor peso en su carga
tributaria tiene el impuesto directo a la renta percibida.
Como se expuso en el segundo capítulo, las transferencias monetarias en Chile, ordenadas según
priorización de gasto social, están compuestas principalmente por sistema de pensiones, vivienda y
subvención para familia e hijos. En las próximas líneas se detalla el efecto de este tipo de
transferencias para el caso chileno, con su respectiva comparación, teniendo en cuenta que el
modelo de pensiones de Chile es difícil de comparar con los europeos.
3.3.1 Pensiones
A modo general, Chile se encuentra como el tercer país de la OCDE que menor presupuesto destina
a pensiones, con sólo un 2,8% del PIB. Este promedio es bastante diferente del que se tiene dentro
de los países europeos de la organización, el cual es de un 8,9% del PIB (OCDE, 2020). Finalmente,
al hacer la comparación con los países similares en riqueza, Turquía presenta un 7,7% del PIB y
Letonia, un 7%, ambos muy superiores que el caso chileno. Esta diferencia sustancial que tiene Chile
en relación con otros podría explicarse en parte por el tipo de sistema de pensiones que se aplica
en el país, el cual, es en mayor parte privado y de capitalización individual, donde los gastos los
realiza en mayor parte el trabajador y su empleador.
35
Por ello, para entender el efecto del sistema de pensiones a continuación se intenta resolver dos
preguntas relacionadas a entender cuál es el monto promedio que perciben las personas y cuan
diferentes o similares son los sistemas de pensión con otros países.
Cabe mencionar que este monto promedio percibido por concepto de pensiones es inferior al salario
mínimo que tenía el país el año 2017, el cual ascendía a $257.500 (286 euros), lo cual genera
deficiencias importantes en un presupuesto familiar. Asimismo, el problema se acentúa más cuando
se descompone según cada decil de ingresos, tal como muestra la figura 4. El decil más pobre recibe
en promedio un ingreso de $122.000 (174 euros), monto que no alcanza si quiera la mitad del salario
mínimo que se registra en el país y que sólo tres deciles perciben un salario relativamente superior
al mínimo y que por tanto, 7 deciles no reciben el salario mínimo.
A pesar de que los resultados anteriores no reflejan buenas noticias en cuanto al ingreso que se
percibe en la edad más adulta, también es relevante el aporte que ha significado el pilar solidario
implementado en el país en el año 2008, puesto que el año 2017 la cobertura de personas que
recibían pensiones básicas solidarias, es decir las pensiones que entrega el Estado a quienes no han
podido cotizar en el sistema de capitalización individual, alcanzaba un 27% de las personas en edad
36
de jubilar (CASEN,2017). Ello refleja que el sistema ha mejorado en cuanto a la universalidad y
cobertura, dado que está incluyendo a gran parte de la población que de otra forma no habría
podido optar a alguna contribución la vejez.
Para hacer la comparación del efecto de las pensiones en Chile con otros países se analizan dos
aspectos para los que existen datos. Por un lado, la composición del ingreso de pensiones y, por
otro, la tasa de reemplazo. Esta última es el porcentaje de ingresos en la jubilación respecto a los
ingresos previos, en otras palabras, es un indicador de pérdida de poder adquisitivo.
• Figura 5: Fuentes de ingresos de las personas mayores, año 2016 o último registro
En relación con la composición de los ingresos por pensiones, según el informe “Pensions at a glance
2019” de la OCDE (2019), un 48% del ingreso que recibe un adulto mayor en Chile proviene de su
propio trabajo, un 27% viene de transferencias ocupaciones privadas (los cuales son; subsidios por
cesantía, subsidios por fallecimiento, entre otros); un 18,3% de transferencias públicas; y un 5,9%
de ingresos de “capitales”. En la figura 5 se muestra la composición de este tipo de ingresos de todos
los países de la OCDE. Como era de esperar, Chile, en comparación con los países europeos de la
OCDE, es el que mayor proporción representa en cuanto a la composición de ingresos que proviene
del trabajo propio, y el que menor proporción representa en cuanto a las transferencias públicas del
Estado. Todos estos porcentajes difieren de manera sustancial en relación con la comparación con
el promedio de la OCDE, puesto que los países pertenecientes, en promedio; el 55% de los ingresos
de las personas mayores proviene de las trasferencias monetarias del Estado y sólo el 23% proviene
del trabajo propio. Para el caso de Turquía; el 14% de transferencias públicas y 31% del trabajo
propio; y Letonia un 58% de transferencias del Estado y 40% de trabajo propio. Esta sustancial
diferencia en la estructura de los ingresos percibidos en la vejez en si misma no sería un problema
37
si es que los individuos recibieran ingresos similares, pero dado que no es el caso, la estructura es
una variable relevante.
Por último, en relación con la tasa de reemplazo, Chile es la nación que cuenta con la quinta peor
tasa de reemplazo dentro de los países europeos que componen la OCDE, con un 37,3% para el caso
de los hombres y 34,4% mujeres. Mientras, el promedio de tasa de reemplazo para mujeres de
países europeos es de 63,1% y para hombres 63,6% según los últimos datos disponibles. Con
relación a Letonia, este tiene una tasa de reemplazo de 54% para hombres y mujeres y Turquía,
93,8% para hombres y 89,6% para mujeres. Ambos países, pues, con tasas muy superiores que el
caso chileno (OCDE,2020).
Toda esta información revela que el sistema de protección social relativo a pensiones es más débil
para el caso chileno que para los países europeos. La posibilidad de tener un buen salario en la vejez
estará mayormente relacionada con la capacidad que tuvo la persona de haber trabajado en su
época laboral y no tanto del sistema de protección social que tenga la persona.
3.3.2 Vivienda
Continuando con la prioridad de los gastos en materia social del Estado Chileno, se encuentra los
relacionados a vivienda, los cuales, y según se describió en el segundo capítulo, destacan por su
fuerte orientación hacia la entrega de subsidios habitacionales.
Según la Base de datos de viviendas asequibles de la OCDE (2019), y tal como se recoge en la figura
7, Chile es uno de los países que mayor subsidio entrega a los compradores de vivienda, con
alrededor de un 0,38% del PIB. De los países de la OCDE de nuestra muestra, Chile solamente es
superado por Noruega y Finlandia, con un 0,9% y 0,5% respectivamente. Cabe destacar que los
datos disponibles de este estudio incluyen algunos países de la muestra comparativa, los cuales son:
Finlandia, Noruega, Estonia, Luxemburgo, Letonia, Francia, Austria y Lituania.
No obstante las cifras anteriores, en comparación con los países europeos de la OCDE, Chile es el
país que menos proporción de su PIB destina a subsidios de arriendo y/o transferencias de ayuda a
la vivienda, con sólo un 0,01% del PIB.
38
• Figura 7 : Gasto público en subvenciones y apoyo financiero a compradores de vivienda
Las políticas redistributivas para este ítem en el caso chileno están relacionadas mayormente a
subsidios o “ayudas monetarias” que entrega el gobierno a la población más vulnerable,
generalmente enfocada hacia el 30%-40% más vulnerable.
Para describir el nivel de gasto por concepto de “familia e hijos” para el caso chileno y su respectiva
comparación, se mide el concepto “beneficios familiares gasto público”, el cual la OCDE (2020)
describe como aquellas transferencias en efectivo relacionadas con los hijos (prestaciones en
efectivo) a familias con hijos, incluidas las asignaciones por hijos, con niveles de pago que en algunos
países varían con la edad del niño y, a veces, son los ingresos. En la figura 8 se recoge el gasto
asociado a este ítem durante el año 2015, puesto que es el último año en el cual la organización
tiene los datos de todos los países. Chile representa un gasto de 0,76 % del PIB asociado a las
transferencias en efectivo, mientras que el promedio de países europeos es de un 1,34 % del PIB.
Situación diferente es la comparación con Turquía, quién destina una proporción menor a este tipo
de gastos con sólo un 0,2 del PIB, mientras que Letonia un 1,28%.
39
Gasto por concepto Familia e hijos %
PIB 2015
1,5
1
% PIB
0,5
0
Chile Promedio Turquía Letonia
OECD europeos
Países
Elaboración propia. Fuente: OCDE (2020) Family benefits public spending Nota:
dentro del promedio europeo no se incluye Portugal, al no encontrarse los
datos en la base. Recuperado: https://data.oecd.org/socialexp/family-benefits-
public-spending.htm#indicator-chart
La figura 9 ilustra el gasto asociado a desempleo de Chile y de cada país de la OCDE, es decir, todas
las prestaciones en efectivo que se entregan para que las personas compensen el desempleo. Se
observa que Chile es el país que menos recursos destina para la protección del desempleo, con un
promedio de 0,08 % PIB el año 2017. Mientras que, para el caso de Turquía, el gasto público para el
año 2017 fue de un 0,29% del PIB y Letonia un 0,53% (OECD,2020).
40
Cabe matizar el margen que estos datos parecen indicar. En parte, estos resultados se explican por
el tipo de sistema aplicado en Chile, el cual es mayormente de ahorro individual (situación similar al
caso de pensiones). Como se revisó en el capítulo dos, el sistema de protección al desempleo en
Chile, está compuesto fuertemente por la capacidad de ahorro que tienen los trabajadores
asalariados puesto que el seguro de cesantía está compuesto por un 3% de la remuneración
imponible; y de esta el 0,6% lo compone el empleado y el 1,8% el empleador por tanto el monto
que obtenga una persona que está en situación de desempleo dependerá de la cantidad de tiempo
que ha trabajado y el salario percibido durante ese período. Sólo en aquellos casos que el salario
obtenido sea insuficiente, se activa el Fondo de Cesantía solidario. Por otro lado, la composición del
sistema de desempleo es compleja para una sociedad como la de Chile, puesto que tal como se
explicó en el capítulo anterior, el año 2019 en Chile se alcanzó un máximo tasa de trabajo informal,
alcanzando el 28,4% de la población, lo cual implica otro desafío, puesto existe una importante parte
de la sociedad que queda desprotegida de este sistema.
Las transferencias en especie, como educación y salud, son complejas de medir ya que raramente
están cuantificadas como el beneficio marginal que significan estas transferencias para cada
persona. No obstante, en este apartado se hace una aproximación de cuáles son los beneficios que
percibe una sociedad a través de este tipo de transferencias. Para ello, a continuación, se explica el
nivel de gasto que los Estados entregan a este tipo de transferencias, el porcentaje de la ciudadanía
al que impacta y su calidad.
3.4.1 Educación
Recogiendo la información que se describió en el capítulo dos, merece la pena recordar que el tipo
de sistema educativo en Chile, según palabras de Unicef, es un sistema de libre mercado. Esto,
porque la oferta está profundamente segmentada de acuerdo con los recursos que tiene cada
institución. El desafío pues no sólo es que todas y todos puedan acceder a la educación, sino que
además puedan acortarse brechas económicas-sociales. Por lo anterior, es que en las siguientes
líneas se realiza una radiografía acerca del nivel de gastos en educación de Chile, la cobertura del
sistema educativo chileno, y resultados que miden la calidad de ésta en comparación con sus pares,
para determinar finalmente cual es el efecto que puede tener la educación chilena como
instrumento de redistribución de riqueza.
Según el informe Education at a glance (2018) de la OECD, el gasto total como porcentaje del PIB
que Chile destina a instituciones que imparten educación básica, media y superior es uno de los más
altos entre los países de la OCDE, con un 6% aproximadamente.
Al profundizar esos datos, en términos de gasto público, Chile el año 2017 otorgó un 3,8% en
términos de PIB y el promedio de gasto de los países europeos de la OCDE fue de 4.1% del PIB para
el mismo año. En relación con los países similares, para Turquía fue de un 3,8% y Letonia un 4,3%.
b. Calidad del sistema de educación y como está Chile en comparación con otros
41
Para realizar este análisis, se recogen los resultados de la encuesta PISA (Programa para la
evaluación internacional de los alumnos) promovido por la OCDE, cuyo objetivo es medir la
formación de los alumnos cuando llegan a los 15 años. Se escoge este instrumento puesto que se
aplica de manera homogénea a diferentes países del mundo y porque ha sido reconocido como
fundamental en ofrecer información relevante para la decisión de políticas públicas de los países.
Para este caso se analizarán los resultados de PISA 2018 dado que esta prueba al ser realizada cada
tres años recogería los resultados del año 2017, que es el año para el cual se ha expuesto sobre los
niveles de desigualdad.
El nivel de gasto en educación en Chile está cercano promedio de lo que gastan países europeos de
la OCDE, sin embargo, en relación con el nivel de gasto en educación privada, Chile es el país con
unos de los porcentajes más altos del PIB que destina, con un 2,3% en comparación con el promedio
de los países europeos de la OCDE, que es de un 0,51% según los últimos datos disponibles, aunque
sin información de Dinamarca y de Suiza (OCDE, 2020). Mientras, Turquía otorga un 1% del PIB y
Letonia un 0,41%. Asimismo, la alta segregación que muestra el resultado de PISA, confirma que la
educación en Chile está altamente segmentada según los ingresos que tengan las familias, lo cual
priva a los niños de las oportunidades de interactuar con otros de diferente estrato social, cultural
y por tanto quiebra la cohesión social (Rae, 2019) además de profundizar la desigualdad en la
educación (OCDE, 2019).
3.4.2 Salud
Para medir el efecto del sistema de salud en Chile, en las siguientes líneas se explica el nivel de gasto
que realiza el país, médicos por habitante, cobertura y la calidad percibida.
En relación con el gasto del país en materia de Salud pública, el país ha mostrado una tendencia
creciente en los últimos casi veinte años, en el cual el año 2000 apenas entregaba un 2,8% del PIB
en salud y el año 2017 esta proporción aumentó a un 5,5%. En comparación, los países europeos de
42
la OCDE destinan en promedio un 6,5% del gasto en salud. Situación distinta al caso de Turquía que
destina apenas un 3% y Letonia un 3,4% del PIB (OCDE,2020).
No obstante, lo anterior, el número de médicos por habitante, en el caso chileno es de los más bajos
de los países de la OCDE, donde se ubica en promedio a dos médicos por cada 1.000 habitantes en
cifras del año 2017 (OCDE,2020), mientras que el promedio para los países de la organización el
mismo año fue de 3,5 por cada mil habitantes.
En cuanto a cobertura, según datos de la CASEN (2017) el año 2017 el 78% de la población estaba
afiliado al sistema FONASA, un 14% por Isapre y un 2% por otros, dentro de los cuales, son los deciles
con menores recursos quienes utilizan en su mayoría el Fondo de Salud del Estado y los deciles de
mayor poder adquisitivo optan por Isapre. No obstante, Chile pertenece a los únicos siete países
pertenecientes a la OCDE que no presentan cobertura total a su ciudadanía (Health at a Glance,
2019).
b) Calidad de Salud
Medir la calidad del servicio de salud es complejo puesto que no existe una prueba estándar como
la prueba PISA. Sin embargo, para este caso se revisará un estudio de Opinión sobre el Sistema de
Salud elaborada para la Superintendencia de Salud (2018) el año 2017, en el cual se registraron
resultados asociados a la percepción del sistema público.
1. El 50% se siente protegido/muy protegido con el sistema de Salud y un 16% se siente muy
desprotegido.
2. La principal razón de sentirse desprotegido está relacionado a la falta de horas y tiempo de
espera (27%), seguido por Cobertura (21%) y Copago (16%).
3. Baja confianza de usuarios respecto a en caso de enfermedad recibir atención oportuna.
Sólo un 29% se manifiesta confiado, mientras que el 41% no se siente nada de confiado.
4. EL 87% manifiesta que el sistema de salud debe mejorar aspectos estructurales para ofrecer
un sistema más efectivo.
Los resultados en salud son positivos; el gasto en salud pública está en promedio de los países
europeos de la OCDE y es superior a países de similar riqueza per cápita, pero existe un descontento
importante en relación con la escasa confianza que existe de parte de usuarios de programas
públicos de salud en caso de sufrir de una enfermedad.
3.3 Conclusión
A continuación, la tabla n°2 muestra un resumen de los principales indicadores que abordó el
capítulo sobre el efecto de las políticas redistributivas de Chile y la comparación con los países
europeos de la OCDE, además de Turquía y Letonia, ambos países, con una riqueza similar al caso
chileno.
43
INDICADOR CHILE PAISES LETONIA TURQUÍA
EUROPEOS
OECD
Impacto de impuestos y transferencias 0,035 0,176 0,126 *No
(disminución coeficiente de Gini) disponible
Gasto social (%PIB) 10,90% 21,63% 16,20% 12,50%
Recaudación tributaria (%PIB) 20% 37% 31% 25%
Estructura tributaria (% impuestos 8% 26% 42% 18%
personales, sobre el total)
Estructura tributaria ( % impuesto bienes 50% 30% 20% 42%
y servicios, sobre el total)
Impuestos máximos renta 40% 40,44% 31,40% 35%
Impuestos máximo empresas 27% 20,43% 20% 22%
Gasto en pensiones (%PIB) 2,80% 8,90% 7% 7,70%
Pensiones: tasa de reemplazo hombres 37,30% 63,60% 54% 94%
Pensiones: tasa de reemplazo mujeres 34,40% 63,10% 54% 90%
Gasto en subsidios de compra de vivienda 0,38% No aplica No disponible No disponible
Como muestra la tabla anterior el nivel de gasto en pensiones y desempleo, junto con una baja
recaudación tributaria son los elementos redistributivos que mayor diferencia presentan frente a
los países europeos de la OCDE, incluso a los países de similar riqueza per cápita. A su vez, el nivel
de gasto en vivienda, familia e hijos, educación y salud, demuestran que son más similares a la
misma prueba comparativa.
En primer lugar, Chile es el tercer país que menos gasto como porcentaje del PIB destina a
pensiones, situación que probablemente esté dada por el sistema que se ha instalado en el país, el
cual es de capitalización individual. No obstante, el problema se agrava más cuando se encuentra
que el promedio de ingreso por pensiones para el año 2017 ni siquiera alcanzó el salario mínimo del
país. Ante esto, la incorporación del componente solidario (no contributivo) que se hizo en el año
2008 fue un alivio para las personas que no habían cotizado, pero sigue dejando un vacío en cuanto
a los montos alcanzados.
En segundo lugar, está el gasto destinado a desempleo, el cual también es sustancialmente menor
que el que otros Estados destinan a este ítem, nuevamente la razón posiblemente está dada por el
sistema instaurado el cual y tal como se describió en el capítulo dos, corresponde a un sistema de
cotización individual el cual está cubierto por una cuota mensual del trabajador y del empleador,
44
dejando afuera a la población que trabaja de manera informal y a quienes no han tenido estabilidad
laboral a lo largo de los años.
Y en tercer lugar, está la recaudación de impuestos, acción principal por la cual un Estado recolecta
ingresos para invertir en sus políticas públicas, la cual es baja en comparación a la media de países
europeos y similar a Turquía. Esta situación se complica cuando se da cuenta que Chile tiene un bajo
nivel de gasto social, que evidentemente podría aumentar con una mejor recaudación. No obstante,
es importante mencionar que los impuestos a la renta y a las empresas son altos en comparación a
nivel internacional, por lo cual el problema probablemente esté en la composición tributaria más
que en los máximos. Un caso diferente pero preocupante es el de los impuestos a los bienes y
servicios, los cuales presentan la más elevada proporción dentro de todos los países de la OCDE,
cuando existe evidencia en la literatura económica que este tipo de impuesto es altamente
regresivo.
Despejando esas tres variables, se puede observar que el gasto social en viviendas en Chile es
relativamente alto en la comparativa puesto que es el tercer país que mayor gasto destina a
subsidios habitacionales, lo cual demuestra la relevancia que da el Estado a estos temas sociales,
similar caso es el de las transferencias asociadas a familia a hijos que presenta cifras similares a los
otros países.
Por su parte, en cuanto a educación y salud, los resultados tampoco sorprenden de manera
negativa, puesto que bordean porcentajes similares que sus pares europeos. En relación con
educación, se observa que Chile es de los países con mayor nivel de gasto asociado a educación
pública, muy similar a Turquía y al mismo tiempo, es líder en cuanto a nivel de gasto en educación
privada, lo que en parte revela la relevancia que da el Estado Chileno en comparación con los países
europeos de la OCDE a invertir en la educación privada. En paralelo, los resultados de prueba PISA
indican que los resultados han mejorado a través de los años, pero que al mismo tiempo Chile es
uno de los países que mayor segregación de alumnas y alumnos presenta. En otras palabras, la
posibilidad de que compartan aventajados y desaventajados es extremadamente baja. Lo anterior,
entre muchas otras aristas, revela que la educación funciona bajo la oferta y la demanda de mercado
y que, por tanto, en estas condiciones es muy difícil que el sistema educativo funcione como un
efectivo redistribuidor de riqueza. Por último, en cuanto a salud, el gasto en el sistema publica es
relativamente similar a la media europea de la OCDE y está por sobre países con similar riqueza
como Letonia y Turquía.
Para concluir, las políticas redistributivas tienen margen de mejora. Esto es así porque Chile
sorprende en el bajo gasto que presenta en pensiones y desempleo. Ambos, funcionan como
sistemas privados, cuyo ingreso depende en la mayoría del trabajo de las personas y, por tanto, no
opera en sí mismo como un sistema de protección social. En consecuencia, el ingreso percibido
dependerá del trabajo formal que haya desarrollado la persona a lo largo de su vida. Los gastos
anteriores, no solo son gastos bajos en comparación con la media sino que también pueden explicar
por qué la disminución del coeficiente de Gini es bajo en comparación con otros. La recaudación
tributaria, por su parte, también podría ser mayor aunque faltaría información para determinar cuál
45
es el componente a mejorar, puesto que sólo se obtiene el dato de recaudación, y habría que
profundizar en cuanto a toda su estructura.
46
Capítulo 4 Conclusiones
Los capítulos expuestos permiten concluir que Chile tiene margen de mejora para disminuir la
desigualdad en materias redistributivas, específicamente en el sistema de pensiones y el desempleo,
así como también en cuanto a la recaudación tributaria. No obstante, son variadas las partidas de
gasto social que son similares a países europeos, y que reflejan por tanto, que el Estado ha ido
compensando en otras materias redistributivas la desigualdad económica del país.
Este trabajo presentó una pregunta; ¿Hay margen para disminuir la desigualdad en Chile a través de
las políticas redistributivas? Y la hipótesis que se planteó fue que efectivamente existe margen de
mejora en algún(os) de los instrumentos redistributivos. La metodología utilizada, por su parte, fue
de carácter comparativa, puesto que se comparó el gasto de las políticas sociales en Chile con el de
países con estados de bienestar fuertes, y específicamente con países que tuvieran una riqueza
similar a la chilena. Cabe destacar, que esta metodología tuvo limitantes, puesto que se enfocó en
comprobar la hipótesis en base a los gastos que por cada instrumento redistributivo se aplica en
Chile en comparación con otros, sin embargo, no abarcó información sobre el diseño e impacto de
los mismos instrumentos en los países comparados.
Para responder a la pregunta de investigación, en primer lugar, se definió cual era el grado de
desigualdad existente en el país y se llegó a la conclusión de que la brecha entre altos y bajos
ingresos es alta a nivel mundial y también cuando se compara con países de similar nivel de
desarrollo. Luego, para entender los factores que explican la desigualdad, la OCDE indica que es
necesario abordar el rol del Estado como potencial distribuidor de riqueza y que, llevada a esta
investigación, es necesario analizar el impacto de las políticas redistributivas aplicadas en el país.
Avanzando hacia el segundo capítulo, se confirma que los instrumentos redistributivos que se
aplican en el país sudamericano no distan en gran manera de los aplicados en sistemas de bienestar
europeos, estos son; impuestos directos e indirectos, transferencias directas y transferencias
indirectas como la educación y salud e inclusive han mostrado una mejora a lo largo de los años,
incrementado el gasto social en la mayoría de los ítems. Sin embargo, la forma en la que se han
implementado los sistemas de pensiones y de desempleo se alejan a lo que un sistema de protección
social refiere.
Para comprobar si existe margen de mejora es que en el capítulo tres se revisa el impacto de los
instrumentos redistributivos en el país, comparando el nivel de gasto de cada instrumento en Chile
con el gasto aplicado en países europeos de la OCDE. Dentro de las principales conclusiones que
este capítulo refiere es que el nivel de recaudación en Chile es bajo en la comparación con los otros,
la estructura tributaria es altamente regresiva en comparación con países europeos, y es baja la
recaudación a través del impuesto directo.
Se demuestra también que el país presenta uno de los gastos más altos en vivienda y similar
tendencia en gastos asociado a familia e hijos de bajos ingresos, lo que refleja la preocupación de
un Estado por compensar a la población más vulnerable. Situación similar es la que ocurre con
educación y salud, donde ambos presentan gastos parecidos a europeos de la OCDE y que han
mostrado una tendencia creciente a lo largo de los años. Con respecto a la educación; Chile
pertenece a los países que mayor porcentaje de su PIB destinan a educación, y en específico, sobre
47
educación pública, bordea promedios muy similares a los otros países. Sin embargo, según los
últimos resultados de la prueba PISA 2018, Chile es el segundo país del mundo en presentar un
sistema escolar extremadamente segmentado lo cual, según diversos estudios, especialmente la
OCDE (2012) ha alertado acerca de los riesgos de esta segregación sobre el rendimiento
educativo y la cohesión social y destaca en particular cómo sus consecuencias negativas se
concentran especialmente en el alumnado socialmente desfavorecido, desfavoreciendo
así la equidad educativa. Por su parte, el gasto en Salud ha aumentado progresivamente a lo largo
de los últimos años, así como también la cobertura, en el cual durante el año 2017 llegó a estar sólo
un punto porcentual bajo el promedio de los países europeos, y muy superior a Turquía y Letonia.
Los datos que si sorprenden son los relacionados al sistema de pensiones y desempleo ya que
presentan un gasto muy por debajo del promedio de los países comparados, lo cual podría explicar
por qué la desigualdad se mantiene alta en el país. El sistema de pensiones chileno al operar bajo
una modalidad privada no ha cubierto las necesidades de quienes por diversas razones no han
podido trabajar o de quienes simplemente han tenido un salario bajo a lo largo de su vida, y esto es
así ya que el ingreso que perciben está asociado intrínsicamente a cuanto trabajaron. El sistema de
desempleo por su parte, si bien los ingresos que se generan dependen de empleador y trabajador,
también tiene el componente de que los ingresos dependerán fuertemente de la trayectoria laboral
de la persona, el cual no se hace cargo de las diferencias salariales, educativas y menos aún de la
brecha salarial en género que existe, según datos de ONU (2020) las mujeres reciben un 23% menos
en promedio de ingreso en comparación con los hombre. Lo anterior explica que el nivel bajo en
gasto asociado a pensiones y desempleo ha significado un menor gasto social general, y que este no
ha sido eficiente en corregir la desigualdad del país.
Al escenario anterior, se suma las consecuencias que arrastrará la pandemia Covid-19 puesto que la
pérdida de trabajo que ya se experimenta en el mundo, traerá como consecuencia que aumenten
las personas en situación de pobreza económica. El último informe del FMI (2020) pronostica la
inclusión de 90 millones de personas que vivirán bajo la línea de la pobreza, para lo cual será
mayormente relevante cuanto el Estado puede garantizar la protección de social de no sólo las
personas actuales si no las que se van a incorporar. Y no sólo esa cifra, sino que también en el
mismo Informe se da cuenta sobre la proyección que realiza UNESCO en la cual se pronostica que
más de 1.6 billones de alumnas y alumnos se verán afectados por el cierre de colegios y
universidades, lo cual podría aumentar la desigualdad en un mediano plazo ya que existen diversos
estudios que demuestran que la interrupción escolar tiene relación directa con una disminución en
la trayectoria de ingresos (Holmlund, Liu y Skans, 2008). Ante este escenario, cabe agregar, que
inevitablemente una interrupción de estudios no afectará de igual manera a estratos socio
económicos altos y bajos, ya que probablemente los primeros, tendrán padres que podrán dar más
herramientas que suplan la escolaridad, sin embargo, para el caso de bajos recursos, la probabilidad
es mucho menor. Tal como Acemoglú (2020) propone en El Estado PostCovid podrían emerger varios
escenarios, dentro de los cuales un Estado de bienestar 3.0 con un sistema social más fuerte sea
más necesario que nunca. Ante esto último, también es necesario recoger el rol del Estado Chile en
la predistribución que economistas como Hacker proponen, puesto que si bien esta investigación
demuestra que hay margen para reducir desigualdad a través de políticas redistributivas, puesto
que además la desigualdad es alta en la comparativa, un diseño más equitativo de salarios mínimos
garantizados o mayor fuerza de los sindicatos, permitan disminuir la desigualdad desde su origen.
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El desafío para Chile está en ser consciente de las debilidades que el sistema actual propone, donde
el Estado pueda compensar las deficiencias que tiene el sistema de pensiones y de desempleo a
través del mejoramiento de otras políticas sociales que puedan redistribuir más y mejor, con una
mayor recaudación tributaria y mayor gasto en educación y salud. Asimismo, deben evaluarse
también los instrumentos predistributivos, en el cual, Chile debería revisar las actuales condiciones
laborales, donde el alto nivel de informalidad que existe en la actualidad, podría estar
imposibilitando que hayan mayores niveles de igualdad, entre otros elementos.
Queda un largo camino por recorrer, en un país que está comenzando un proceso de cambio de una
nueva constitución, provocado por el descontento social que “estalló” el año 2019, el cual
seguramente pondrá acento en crear un sistema de protección socialmente más fuerte que el
actual.
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