ECONOMIA (CAMPOS SANTILLAN, Dayanne Brigith)

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LA CONTAMINACIÓN COMO UNA EXTERNALIDAD

La definición económica de la contaminación depende tanto del efecto físico de los


residuos sobre el medio ambiente como de la reacción humana frente a ese efecto
físico. El efecto físico puede ser biológico (por ejemplo, cambio de especies,
perjuicios a la salud), químico (por ejemplo, el efecto de la lluvia ácida sobre las
superficies de los edificios) o auditivo (ruido). La reacción humana muestra una
expresión de disgusto, desagrado, desesperación, preocupación, ansiedad.
Resumimos la reacción humana como una pérdida de bienestar. Como indicaba el
capítulo 2, términos tales como «utilidad» o «satisfacción» son, para nuestro
propósito, sinónimos de bienestar.

Ahora tenemos que distinguir dos posibilidades para el significado económico de la


contaminación. Pensemos en una industria en una cabecera de cuenca, que vierte
residuos en el río, provocando la falta de oxígeno en el agua. A su vez,
supongamos que la reducción del oxígeno produce una pérdida de peces en el río,
lo que produce pérdidas financieras o de ocio a los pescadores río abajo. Si los
pescadores no se ven compensados por su pérdida de bienestar, la industria río
arriba continuará sus actividades como si el daño producido corriente abajo no
tuviera nada que ver con ellos. De ella se dice que generan un coste externo. Un
coste externo también se conoce como una externalidad negativa o una
deseconomía externa. Si estuviéramos considerando una situación en la que un
agente generara un nivel positivo de bienestar para un tercero, tendríamos un caso
de un beneficio externo (externalidad positiva o economía externa).

Un coste externo existe cuando se dan las dos condiciones siguientes:

1. Una actividad de un agente provoca una pérdida de bienestar a otro agente.

2. La pérdida de bienestar no está compensada.

Notemos que ambas condiciones son esenciales para que exista un coste externo.
Por ejemplo, si la pérdida de bienestar se acompaña de una compensación por
parte del agente que causa la externalidad, se dice que el efecto se internaliza.
Esta distinción la aclararemos un poco más adelante.

LA EXTERNALIDAD ÓPTIMA

Ya se ha comentado la primera característica fundamental de las diferentes


definiciones de externalidad: la presencia física de la contaminación no quiere decir
que exista contaminación «económica». La siguiente observación es igualmente
importante, pero mucho menos sencilla de comprender: aunque exista
contaminación «económica», es improbable que se dé el caso en que debiera ser
eliminada. Esta proposición se puede demostrar usando el gráfico 4.1.
Gráfico 4.1: DEFINICIÓN ECONÓMICA DE CONTAMINACIÓN ÓPTIMA

Costes, beneficios

x BPMN
CME

A Y D

B C

0 Q* Q
Nivel de actividad económica, Q

En el gráfico 4.1, el nivel de actividad del contaminante, Q, se muestra en el eje


horizontal. Los costes y beneficios en términos monetarios se muestran en el eje
vertical. BPMN representa los «beneficios privados marginales netos». Una
expresión formal de BPMN, en el contexto en que el contaminador es una empresa,
se da en el apéndice 4. 1, pero es posible también ofrecer una explicación intuitiva
del concepto. El contaminador incurrirá en una serie de gastos para realizar la
actividad contaminante y recibirá beneficios en la forma de ingresos. La diferencia
entre ingresos y gastos es el beneficio privado neto. BPMN es entonces la versión
marginal de este beneficio neto, es decir, el beneficio extra neto de cambiar el nivel
de actividad en una unidad. CME representa el «coste marginal externo», esto es,
el valor del daño extraordinario ocasionado por la contaminación proveniente de la
actividad medida por Q. Aquí se representa en relación directa con el nivel de
output Q. Consideramos otras posibles formas para CME en el apéndice 5.2.

Ahora estamos en condiciones de identificar el nivel óptimo de externalidad. Este


se encuentra donde se produce la intersección de las dos curvas, esto es, donde
BPMN = CME. ¿Por qué? Primero ofrecemos una explicación intuitiva. Como las
dos curvas son curvas marginales, las áreas bajo ellas son magnitudes «totales».
El área bajo BPMN es el beneficio privado total neto del contaminador y el área bajo
CME es el coste externo total. Asumiendo que el contaminador y el afectado tienen
los mismos derechos (es decir, no queremos estimar más las pérdidas o ganancias
de una de las partes que las de la otra), el objetivo de la sociedad se podría definir
como aquel que maximiza la suma de beneficios menos la suma de costes. Si esto
es así, podemos observar que el triángulo OXY es el área donde se puede obtener
un mayor beneficio neto. Por tanto, Q* es el nivel óptimo de actividad. De ahí que
el nivel de contaminación física correspondiente a este nivel de actividad es el nivel
óptimo de contaminación. Finalmente, el nivel óptimo de coste económico
correspondiente al nivel óptimo de contaminación Q* es el área OYQ* -área B en el
gráfico 4.1-. El área OYQ* se conoce como el nivel óptimo de externalidad.

Este resultado también se puede obtener formalmente. En Q*

BPMN = CME (4.1)

pero (siguiendo el apéndice 4.1)

BPMN = P - CM (4.2)

donde CM es el coste marginal de producir el producto contaminante. Así pues,

P - CM = CME (4.3)

P = CM + CME (4.4)

Ahora, CM + CME es la suma de los costes marginales de la actividad generadora


de la externalidad; esto es, el coste social marginal (CSM). Así, cuando

BPMN = CME, P = CSM

«El precio iguala al coste social marginal» es la condición para la optimalidad


paretiana. Esto no lo demostramos aquí -una demostración se puede encontrar en
cualquier manual de microeconomía o de economía del bienestar-.

DEFINICIONES ALTERNATIVAS DE CONTAMINACIÓN

La literatura popular sobre la contaminación, y algunas veces también la literatura


científica, habla de «eliminar» la contaminación. La discusión anterior explica por
qué la típica prescripción económica no tiene en cuenta esta idea. En el gráfico 4.1
la eliminación de la contaminación sólo se puede lograr eliminando totalmente, a su
vez, la producción del bien contaminante, pero las leyes de la termodinámica
implican que no puede haber tal cosa como un producto no contaminante, de ahí
que para lograr una contaminación cero deberíamos tener una actividad económica
cero, por lo que el objeto de «contaminación cero» parece ilógico.

Sin embargo, la situación no es tan extrema. Debemos modificar el gráfico 4.1 en


un aspecto importante si queremos que las prescripciones de los economistas y las
de los científicos acerca de los niveles deseables de contaminación sean
compatibles. En el capítulo 2 vimos que el medio ambiente receptor de residuos
tiene cierta «capacidad de asimilación»: puede recibir un determinado nivel de
residuos, degradarlos y convertirlos en productos no dañinos o incluso beneficiosos.
Si el nivel de residuos, W, es menor que la capacidad de asimilación, A, entonces
sigue produciéndose una externalidad a medida que tengan lugar los procesos de
degradación y conversión. Pero si W excede a A, tendrá lugar un nuevo proceso de
degradación porque A se verá perjudicado. Depositar residuos en el medio
ambiente que éste no puede asimilar reduce la capacidad de ese medio ambiente
para tratar más residuos.

Hasta cierto punto, podemos ver esta idea de la capacidad asimiladora observando
que la curva CME en el gráfico 4.1 debería tener realmente su origen en un nivel
positivo de actividad económica QA. Por debajo de este nivel, el único tipo de
externalidad sería «temporal»: el medio ambiente acabará por retornar a la
normalidad una vez que el proceso de degradación de residuos haya tenido lugar.
Asumiendo que podemos ignorar esta externalidad temporal por el momento, la
curva CME aparece como se ve en el gráfico 4.2. (Hay que tener en cuenta que
CME sólo empieza en QA si la gente percibe los efectos físicos en ese momento. Si
no es el caso, puede empezar aún más hacia la derecha del eje horizontal. En el
extremo, si a las personas no les preocupan los efectos físicos de los flujos de
residuos no hay curva de CME).

GRÁFICO 4.2: NIVELES ÓPTIMOS DE CONTAMINACIÓN CON CAPACIDAD DE


ASIMILACIÓN POSITIVA

Costes,
beneficios

BPMN CME

  
QA Q* Q
Nivel de actividad económica Q
O   
WA W* W
Nivel de residuos

El gráfico 4.2 no altera en absoluto el análisis sobre el nivel de externalidad


económicamente óptimo. Siguen siendo válidos los resultados de la sección
anterior, pero podemos ver que la idea de «contaminación cero» no es tan simple
como parecía en un principio. La contaminación cero sigue sin ser óptima, como
muestra el gráfico 4.2, pero no conlleva una actividad económica cero. En un
mundo estático, la diferencia entre el óptimo del economista y la prescripción del
científico es probable que sea importante, pero, como veremos más adelante, una
vez que se introducen consideraciones dinámicas la diferencia no es tan marcada y
puede que no exista en absoluto.

El gráfico 4.2 también muestra cómo el nivel de actividad económica se relaciona


con el nivel de residuos emitidos. Asumiendo que los residuos son directamente
proporcionales al nivel de actividad, podemos traducir sencillamente cualquier
cantidad de Q en algún nivel correspondiente de W. Tal y como Q* es el nivel
óptimo de actividad económica, W* es el nivel óptimo de producción de residuos
contaminantes. Más adelante tendremos ocasión de modificar esta imagen: si el
contaminador adopta tecnologías reductoras de la contaminación, Q puede
aumentar sin que el W correspondiente (recordemos que la Primera Ley de la
Termodinámica sigue diciendo que W será proporcional a Q) afecte al medio
ambiente. Básicamente, parte de W se «redirige» de tal modo que no afecta al
medio ambiente. Una vez más, vemos que la receta de «contaminación cero» tiene
algún fundamento. Es imposible que no se produzcan residuos, pero no lo es tanto
un nivel cero de residuos que afecten al medio ambiente.

Finalmente, los gráficos 4.1 y 4.2 son básicos para la mayor parte de los análisis de
los capítulos siguientes, por lo que será beneficioso para el lector estudiarlos
cuidadosamente. Como al análisis posterior generalmente no le afecta el punto de
partida de la curva CME, por conveniencia, tenderemos a usar la curva CME del
gráfico 4.1. Cuando sea necesario introducir los efectos de la capacidad de
asimilación positiva, adoptaremos el gráfico 4.2.

TIPOS DE EXTERNALIDAD

Ahora estamos en condiciones de definir algunos términos más. En términos del


gráfico 4.1,

Área B = el nivel óptimo de externalidad,

Área A + B = el nivel óptimo de beneficios privados netos para el


contaminador,

Área A = el nivel óptimo de beneficios sociales netos,

Arca C + D = el nivel de externalidad no óptimo que necesita ser eliminado


por algún tipo de regulación,

Arca C = el nivel de beneficios privados netos que no están


socialmente
garantizados,

Q* = el nivel óptimo de actividad económica,

Q = el nivel de actividad económica que produce los máximos


beneficios privados.

Por tanto, el gráfico 4.1 demuestra una proposición muy importante: en presencia de
una externalidad existe una divergencia entre el coste privado y el coste social. Si
esa divergencia no se corrige, el contaminador continuará actuando en un punto
como Q en el gráfico 4.1. En Q se maximiza el beneficio privado en A + B + C,
pero el coste externo es B + C + D. Por tanto, el beneficio social neto = A + B + C -
B - C - D = A - D, que es claramente menor que A, el beneficio social neto cuando la
actividad del contaminador se regula al nivel Q*.

Se dice que el nivel de externalidad C + D es relevante desde el punto de vista


paretiano porque si se elimina lleva a una «mejora paretiana», esto es, una
ganancia neta de beneficios sociales. El nivel de externalidad B es irrelevante
desde el punto de vista paretiano porque no hay necesidad de eliminarlo.

¿QUIÉNES SON LOS CONTAMINADORES?

Hasta ahora hemos evitado deliberadamente clasificar los contaminadores. La


«imagen» típica es que los contaminadores son empresas, pero también se da el
caso de contaminadores que son personas individuales: los conductores de coches
hacen ruido y provocan accidentes; las personas que escuchan la radio dentro y
fuera de sus casas provocan molestias ruidosas, etc. De hecho, las combinaciones
más frecuentes son las siguientes:

Generador de la externalidad Afectado por la externalidad


Empresa Empresa
Empresa Individuos
Individuos Empresa
Individuos Individuos
Gobierno Empresa
Gobierno Individuos

La inclusión del gobierno como generador de externalidades reconoce que los


gobiernos a menudo crean efectos externos a través de legislaciones y regulaciones
insuficientes.

CONCLUSIONES

1. Los científicos acostumbran a definir la contaminación de diferente modo que los


economistas.

2. Para el economista, la contaminación es un coste externo y sólo ocurre cuando


uno o más individuos sufren una pérdida de bienestar.

3. Aun entonces, los economistas no suelen recomendar la eliminación de la


externalidad porque defienden que la externalidad óptima no es cero.

4. Sin embargo, la idea de «contaminación cero» no es absurda. Hay al menos dos


consideraciones que la hacen más razonable de lo que parece a primera vista.
Estas son: a) el que el medio ambiente tiende a tener una capacidad de
asimilación positiva y b) el hecho de que es posible, hasta cierto punto, separar
la actividad económica de los flujos de residuos que afectan al medio ambiente
por medio de tecnologías reductoras de la contaminación.

5. Es erróneo pensar sólo en empresas al hablar de contaminadores: los individuos


contaminan, como también lo hacen los gobiernos.

6. Advertencia: el análisis de este capítulo ha asumido competencia perfecta.


Como veremos, parte de las conclusiones no se mantienen cuando relajarnos
esta presunción.

APÉNDICE - OBTENCIÓN DE UNA CURVA DE BENEFICIO PRIVADO


MARGINAL NETO

El capítulo 4 introduce el concepto de BPMN de un modo general. Para darle un


sentido más formal podemos ver ahora cómo se obtiene en el contexto de la teoría
de la empresa. El gráfico A4.1 muestra curvas de demanda y de coste marginal
para una empresa perfectamente competitiva. (Las condiciones de competencia
son importantes: más adelante veremos que la definición de BPMN que damos aquí
no se mantiene en condiciones de competencia imperfecta). Sustrayendo el coste
marginal (CM) del precio (P), obtenemos una curva de beneficio marginal (M). M
muestra el beneficio extraordinario ocasionado por la expansión del output en una
unidad. Claramente, los beneficios totales, el área bajo M, se maximiza cuando M
= 0. El beneficio es equivalente al beneficio neto obtenido por la empresa. Así
pues, el beneficio marginal equivale formalmente a los beneficios privados
marginales netos.
GRÁFICO A41: OBTENCIÓN DE LA CURVA DE BPMN

Precio, CM
coste


0 Q Cantidad

Beneficio


0 Q Cantidad
M

EL LOGRO DE LA CONTAMINACIÓN ÓPTIMA A TRAVÉS DEL MERCADO

DERECHOS DE PROPIEDAD

El capítulo 4 demostraba que un nivel de actividad económica socialmente óptimo


no coincide con el óptimo privado si existen costes externos. Lo que se plantea,
entonces, es cómo alcanzar el óptimo social, para lo que parecería ser necesario
algún tipo de intervención gubernamental. Antes de considerar las distintas formas
de regulación que podrían establecerse, es importante indagar un poco más para
asegurar que los mercados no lograrán el nivel óptimo de externalidad de modo
«natural».

Hay una escuela de pensamiento que plantea que si bien puede que los mercados
no aseguren la cantidad óptima de externalidad, pueden ser conducidos en esa
dirección de modo muy sutil sin la necesidad de una actividad reguladora completa,
con sistemas impositivos o a través del establecimiento de limitaciones cuantitativas.
La primera vez que se planteó esta idea fue en un artículo de Ronald Coase (1960).
Para entender el argumento, primero tenemos que establecer el concepto de
«derechos de propiedad».

A pesar del aparente significado de las palabras, un derecho de propiedad se


relaciona con el derecho a usar un recurso. Esto puede implicar el derecho a
cultivar la tierra que se posee, el derecho a usar la casa propia y el derecho a hacer
determinado uso del medio ambiente. Es extraño que tales derechos sean
absolutos: de algún modo se ven limitados por las normas sociales generalmente
aceptadas. El derecho a cultivar la tierra normalmente no conlleva el derecho de
cultivo de amapolas de opio gigantes, ni tan siquiera ortigas gigantes (pueden
producir serias irritaciones de la piel). Se dice entonces que los derechos están
«atenuados». Nótese que «propiedad» tiene una acepción mucho más amplia que
en el lenguaje corriente, al poder referirse a cualquier bien o recurso. De igual
modo, el medio ambiente es un recurso y, por tanto, «propiedad».

Los derechos pueden ser privados, esto es, propiedad de unos individuos
perfectamente identificables, o comunales, caso en el que el uso de la propiedad en
cuestión se comparte con otros. Este último tipo de propiedad se conoce como
propiedad común. Antes de la delimitación territorial en Inglaterra los pastos eran
frecuentemente propiedad común: muchos individuos podían llevar a pacer a su
ganado en esas tierras. En muchos países en desarrollo la tierra es propiedad
comunal. En los capítulos 16 y 17 consideramos si el tipo de propiedad de la tierra
ayuda a explicar el proceso de degradación de los recursos naturales, pero de
momento estamos interesados en el concepto general de derechos de propiedad.

EL POTENCIAL PARA LA NEGOCIACIÓN DE MERCADO DE LAS


EXTERNALIDADES

El gráfico 5.1 repite el diagrama básico de externalidad óptima del capítulo 4.


Recordemos que, en ausencia de regulación, el contaminador tratará de operar en
Q, donde se maximizan sus beneficios, pero el óptimo social está en Q*. El
funcionamiento del mercado y el objetivo del óptimo social parecen ser
incompatibles.
GRÁFICO 5.1: CONTAMINACIÓN ÓPTIMA A TRAVÉS DE LA NEGOCIACIÓN

Costes, i
beneficios BPMN CME


h

a b

c g

0 d e Q* j f Q
Nivel de actividad económica, Q

Consideremos ahora una situación en la que el contaminado tiene los derechos de


propiedad. Lo que esto quiere decir es que el perjudicado tiene derecho a no ser
contaminado y el contaminador no tiene derecho a contaminar. En ese caso, el
punto de partida seguramente será el origen del gráfico 5.1. El perjudicado preferirá
que no se produzca ninguna contaminación en absoluto y, al tener los derechos de
propiedad, su postura será la que tenga mayor fuerza. Pero consideremos ahora lo
que ocurriría si las dos partes -contaminador y contaminado- deciden «negociar» el
nivel de externalidad. Supongamos que la cuestión reside en desplazarse hasta el
punto d o no hacerlo. Si se desplazaran hasta d, el contaminador ganaría 0abd en
beneficio total, pero el contaminado perdería 0cd, pero como 0abd es mayor que
0cd, hay potencial para negociar. Sencillamente, el contaminador ofrecería
compensar al contaminado en alguna cantidad mayor a 0cd, pero menor que 0abd y
seguiría obteniendo un beneficio neto. Más aún, el contaminado también se vería
en mejores condiciones: aunque perdiera 0cd, ganaría más que eso en la
compensación. Si se pudiera llegar a tal acuerdo, el desplazamiento hasta d se
vería como una mejora por ambas partes (tal desplazamiento se conoce como una
«mejora de Pareto», ya que al menos una parte está en mejores condiciones y
ninguna de las dos ha empeorado). Ahora bien, si el paso de 0 a d es una mejora
social, basta con repetir el argumento para ver que también lo sería el paso a e. De
hecho, también lo es un desplazamiento hasta Q*, siendo imposible desplazarse a
la derecha de Q* porque entonces los beneficios netos del contaminador pasan a
ser menores que las pérdidas del contaminado, por lo que el contaminador no
puede compensar al contaminado por moverse más allá de Q*. Por tanto, si
empezamos en 0 y los derechos de propiedad pertenecen al contaminado, existe
una tendencia «natural» a moverse hasta Q*, el óptimo social.
Imaginemos ahora que la titularidad de los derechos de propiedad es del
contaminador. El punto de partida será Q, porque es el punto hacia el que irá el
contaminador, ya que tiene todo el derecho a disponer del medio ambiente para sus
productos residuales, pero es posible que ambas partes se encuentren y consideren
el paso de Q a f. En este caso sería el contaminado el que podría compensar al
contaminador por reducir un poco su actividad como el contaminado tendrá que
tolerar una pérdida de fhiQ si no se produce el desplazamiento a f, estará
dispuesto a ofrecer cualquier cantidad por debajo de ésta para hacerlo. El
contaminador estará dispuesto a aceptar cualquier cantidad mayor que fgQ, los
beneficios a los que tendrá que renunciar. De nuevo hay potencial para un acuerdo
y se producirá el movimiento a f. Ahora bien, si el desplazamiento a f constituye una
mejora social, también lo es de f a j y de j a Q*, por lo que Q* vuelve a ser el nivel de
actividad hacia el cual tiende el sistema.

En tanto que podamos llegar a un acuerdo entre el contaminador y el contaminado,


el mercado nos llevará, según este argumento, a Q*, el óptimo social. Ahora se
puede apreciar la importancia potencial del razonamiento, puesto que sea quien sea
el titular de los derechos de propiedad, existe una tendencia automática a acercarse
al óptimo social. Este descubrimiento se conoce como el «teorema de Coase»
después de su contribución (Coase, 1960). Si esto es correcto, la regulación
gubernamental de la externalidad no es necesaria, ya que el mercado se
autorregulará.

CRÍTICAS AL TEOREMA DE COASE

Este teorema tiene una importancia potencial muy clara, ya que elimina la necesidad
de una regulación gubernamental de los problemas de la contaminación (¡y también
amenaza con convertir en redundantes los capítulos siguientes!), pero, a pesar de
su elegancia, el teorema de Coase plantea muchos problemas. Consideramos a
continuación sólo las críticas más importantes.

El estado de la competencia

En el capítulo 4 se tuvo mucho cuidado en indicar que el análisis de la externalidad


óptima asumía una competencia perfecta. Era sobre esta base que se decía que:

BPMN = P - CM

y, entonces,

(BPMN = CME) conlleva (P = CSM)

En los términos del enfoque de negociación, lo que se está asumiendo es que


BPMN es la curva de negociación del contaminador y aporta la referencia al decidir
cuánto pagar, o cuánto aceptar en compensación. Ahora bien, supongamos que no
existe competencia perfecta, entonces P - CM ya no es la curva de negociación
porque no sería igual a BPMN. Si el contaminador es una empresa, debería ser
relativamente evidente que su curva de negociación es su curva de beneficio
marginal (ver apéndice 4.1) y, en condiciones de competencia perfecta, esto es igual
al ingreso marginal menos el coste marginal, esto es:

BPMN = IM - CM

En condiciones de competencia imperfecta, el IM no es igual a P porque la curva de


demanda está por encima de la curva de ingresos marginales, de lo que se sigue
que la solución de la negociación no es aplicable en el caso de competencia
imperfecta.

La importancia de esta crítica depende de dos cosas: primero, de las diferencias


que creamos que existen entre el mundo real y la competencia perfecta. Mientras
algunos economistas dirían que la cantidad de competencia «imperfecta» (o
monopolio) no es muy grande, nuestra opinión es que la competencia perfecta es
una ficción conveniente para la construcción de modelos económicos, pero está
muy lejos de describir el mundo real. Por tanto, la existencia de competencia
imperfecta es la base para una seria crítica al teorema de Coase. El segundo
aspecto es más complicado y se trata de modo más formal en el apéndice 5.1. Es
posible que la curva de negociación del contaminador se pueda definir de modo que
relacione conjuntamente los intereses de los contaminadores (productores) y, los
consumidores. Entonces tendrán que negociar con los contaminados. Mientras el
enfoque es técnicamente correcto, requiere que se involucren de un modo un tanto
peculiar los productores (contaminadores), los consumidores y los contaminados
todos en un acuerdo, lo que no parece excesivamente realista.

La ausencia de negociaciones y la existencia de transacción

La segunda crítica al teorema de Coase es que a todos nos cuesta bastante


esfuerzo pensar en ejemplos de tales acuerdos en el mundo real. Es cierto que
algunas compañías generadoras de electricidad «negocian» la instalación de
centrales nucleares o depósitos de residuos con la población local, en ocasiones
ofreciendo dinero en efectivo, en otras contribuyendo con infraestructuras urbanas.
También existen ejemplos de negociaciones internacionales entre países que sufren
contaminación y aquellos que la producen, pero normalmente tienen más que ver
con recursos de propiedad común, por lo que retomaremos este argumento más
adelante. Sin embargo, el capítulo 2 indicaba que es de esperar que las
externalidades sean muy amplias, como consecuencia del principio de balance de
materiales. Por tanto, deberíamos ser capaces de señalar muchos ejemplos en
lugar de situaciones aisladas y, como éste no es el caso, cabría pensar que, bien
existen demasiados obstáculos como para que se produzcan, o que el teorema de
Coase no está enraizado en la economía del mundo real.

La respuesta de aquellos que creen en el enfoque de la negociación de mercado es


que de hecho existen obstáculos para el acuerdo en la forma de costes de
transacción. Tales costes incluyen los de hacer que las dos partes se encuentren,
organizar a contaminados a menudo muy dispersos y difíciles de identificar, el trato
en sí mismo, etc. Si los costes de transacción son, para cualquiera de las partes,
mayores que los beneficios esperados de la transacción, esa parte dejará la
negociación o puede que ni tan siquiera la inicie. Más aún, parece probable que los
costes de transacción recaerían en la parte que no es titular de los derechos de
propiedad. Los costes de transacción son costes reales y no hay razón alguna para
darles un trato distinto del que se otorga a otros costes en economía. Por tanto, si
los costes de transacción son muy altos, todo lo que estaremos diciendo es que los
costes del acuerdo sobrepasan los beneficios, en cuyo caso el óptimo sería no
alcanzar acuerdo alguno.

Llevado a este nivel el argumento rápidamente se convierte en redundante, porque


dice que las negociaciones pueden producirse o no producirse. Si se producen,
entonces la cantidad de externalidad generada será óptima (según el teorema de
Coase). Si no tienen lugar, también se alcanza el óptimo porque lo único que indica
es que los costes de la transacción excedían los posibles beneficios netos
procedentes del trato. Tendríamos, pues, una teoría no falsable sobre la
externalidad óptima, según la cual toda la externalidad que vemos es externalidad
óptima, por lo que no hace falta nada al respecto. Pero la prueba conlleva
afirmaciones no falsables, por lo que el argumento es no falsable.

Sin embargo, el argumento de los costes de transacción nos sirve para recordar
algunas precauciones muy importantes con respecto a cualquier regulación de
externalidades:

1. La simple observación de la externalidad no implica que deba hacerse algo en


términos de eficiencia económica --podemos estar ante una externalidad Pareto-
irrelevante (capítulo 4)--. Este tipo de error es, de hecho, muy común, como las
afirmaciones del tipo de que se debería eliminar «toda» la contaminación, o que
se debería prohibir fumar tabaco, etc.

2. La existencia de altos costes de transacción puede explicar por qué se produce


la intervención gubernamental. Esto es así porque la existencia de altos costes
de transacción no implica en absoluto que la externalidad sea óptima; todo lo
contrario, puede querer decir que la intervención gubernamental es más barata y
puede lograr la optimalidad.

Denominando T = costes de transacción, B = la ganancia derivada de la negociación


para la parte que cargue con los costes de transacción y G = el coste de la
intervención gubernamental, podríamos resumir las posibilidades del siguiente
modo:

 Si T < B, puede producirse una negociación (ver más adelante las razones por
las que puede que no sea así en este contexto).

 Si T > B, no se producirá la negociación, pero puede producirse algún tipo de


intervención regulatoria.

 Si T > G < B, es probable que se produzca regulación gubernamental y ésta será


eficiente.

Finalmente, es preciso señalar que mientras la existencia de costes de transacción


puede no alterar parte de la teoría de la negociación, su existencia implica que el
nivel óptimo de actividad ya no es independiente de la titularidad de los derechos de
propiedad: importará quién carga con los costes de transacción.

La identificación de las partes negociadoras

Aun si los costes de transacción son menores que los beneficios que se podrían
obtener de una negociación, bien podría no alcanzarse el acuerdo. Muchos
contaminantes son de larga duración: permanecen en el medio ambiente durante
largos períodos de tiempo y pueden afectar a la gente durante años, décadas o
incluso cientos de años. Si es así, las personas que se van a ver afectadas por la
contaminación pueden no haber nacido aún y no es posible hablar de un encuentro
de las dos partes. Productos químicos tóxicos, residuos radiactivos, reducción de la
capa de ozono, contaminación global por dióxido de carbono, caben todos en esta
categoría, entre otros. En el mejor de los casos, algunos grupos de la generación
actual deberían negociar en nombre de las generaciones futuras. La idea de la
representación de las generaciones futuras no es, por supuesto, irreal: es un interés
que se ve reflejado en muchas regulaciones y que esperamos desempeñen los
gobiernos. Sin embargo, los ámbitos en los que tiene lugar son normalmente los de
propiedad comunal y el resultado suele ser el establecimiento de algún tipo de
atenuación de los derechos de los contaminadores.

Un problema más a la hora de identificar a los contaminadores y los contaminados


surge en el caso de los recursos de libre acceso. Un recurso de libre acceso no es
propiedad de nadie (la titularidad de un recurso de propiedad común es de un grupo
identificable). En tales casos, no está claro quién negociaría con quién. Esto es así
dado que no hay ningún individuo que tenga un incentivo para reducir su acceso al
recurso.

En último lugar, aun en contextos de contaminación convencionales, a menudo es


muy difícil identificar quiénes son los contaminadores y quiénes los contaminados.
Los afectados pueden no ser conscientes de la fuente de la contaminación que
sufren, o incluso no ser conscientes del daño que se está produciendo. Este suele
ser el caso de la contaminación de la atmósfera y del agua. De hecho, este caso
podría caracterizar a la mayor parte de las situaciones de contaminación. Los
costes derivados de generar la información para los afectados se deben añadir a los
costes de transacción. La probabilidad de que las negociaciones, en caso de que
se produjeran, fueran socialmente eficientes es también remota, dada la necesidad
de identificar el daño que se está haciendo y su distribución entre los contaminados.
Por supuesto, este tipo de problema dará lugar a soluciones de carácter regulatorio.
Para que éstas puedan ser operativas, los gobiernos deberán encontrar información
sobre los daños ocasionados por la contaminación.

Los contextos de propiedad común

Antes apuntamos que los derechos de propiedad pueden ser privados o comunales.
En el caso de que sean comunales, se puede llegar a un acuerdo mutuo entre los
usuarios de la propiedad. Cada usuario acuerda restringir su uso del recurso en el
interés de su uso sustentable de más largo plazo, tanto para toda la comunidad
como para generaciones futuras. Esto se denomina una solución cooperativa a un
problema de seguridad. Cada individuo necesita asegurarse de que los otros
también se comportarán de un modo cooperativo, si no, existirá la tentación de
«romper filas» y buscar de nuevo el máximo beneficio privado. A pesar del gran
volumen de literatura empírica y teórica sobre este tipo de situaciones de «teoría de
juegos», no es fácil decir por qué algunos contextos de propiedad comunal son
susceptibles de soluciones cooperativas y otros no. Sin embargo, desde el punto de
vista de la negociación lo que hay que destacar es que cada usuario de la propiedad
comunal es el contaminador (o usuario del recurso) y cada usuario individual es
también el beneficiario. En los términos de los gráficos anteriores, BPMN y CME
«pertenecen» a las mismas personas. Entonces, individuos racionales y
cooperativas compensarán los costes y los beneficios para llegar a su Q* personal,
de tal modo que la suma de las posiciones individuales será el óptimo social. Ahora
bien, a cualquier individuo le puede compensar ir más allá de Q* si él o ella juzgan
que «podrán salirse con la suya» y tener unas ganancias a corto plazo bastante
grandes a costa de otros usuarios actuales y futuros.

Amenazas

Otro problema con la solución negociada de las externalidades es que ofrece un


potencial para convertir las amenazas en una actividad económica. Si un
contaminado compensa a un contaminador porque este último es titular de los
derechos de propiedad, existe la posibilidad de que otros «contaminadores» entren
en el juego y reclamen una compensación. El uso de las amenazas no se puede
considerar como un uso racional de recursos económicos escasos. Posiblemente,
la situación se podría corregir definiendo cuidadosamente a los titulares de los
derechos de propiedad, por ejemplo, negándoselos a potenciales amenazadores,
pero hay que tener en cuenta que los proyectos (la compensación para potenciales
contaminadores se han encontrado con esta dificultad. En algunos países es
posible recibir una compensación estatal en efectivo por no cultivar, con la idea de
proteger unos terrenos ambientalmente valiosos y reducir los excedentes agrícolas.
Parece probable que algunos agricultores podrían decir que van a cultivar una zona
húmeda aunque nunca hayan tenido intención de hacerlo, obteniendo, de paso, la
«compensación».

El teorema de Coase es importante a la hora de forzar a los defensores de la


regulación ambiental a definir sus términos y justificar su necesidad más claramente
de lo que lo habrían hecho de no existir, pero hay muchas razones por las que los
acuerdos ni se producen ni se podrían producir. Una investigación de estas razones
puede ayudar a explicar por qué la regulación gubernamental es la norma en el
contexto de la contaminación.

APÉNDICE - APLICACIÓN DEL TEOREMA DE COASE EN CONDICIONES DE


COMPETENCIA IMPERFECTA

Buchanan (1969) ha sugerido una forma de resucitar el teorema de Coase en


condiciones de competencia imperfecta. El gráfico A5.1 muestra la empresa
imperfectamente competitiva junto con la posición de maximización del beneficio,
Q, el resultado de la negociación si el beneficio marginal es la curva de
negociación y el resultado de la negociación si la curva P - CM se usa como la curva
de negociación del contaminador. Vemos que P - CM = CME asegura un óptimo,
pero P - CM no es igual al beneficio marginal, por lo que tenemos que reinterpretar
P - CM. De hecho se trata de una curva de «excedente marginal», el cambio
marginal de excedentes combinados del productor y del consumidor. Si éste se
establece igual a CME y las dos curvas son curvas de negociación, entonces se
produce un resultado óptimo. La consecuencia es que la negociación ahora tiene
que tener lugar entre el contaminador, el consumidor del producto que aquel
produce y los contaminados. La negociación «tripartita» restaura el teorema de
Coase. El problema está, evidentemente, en las implicaciones prácticas, puesto
que es difícil imaginar cómo puede tener lugar tal negociación tripartita.

GRÁFICO A5.1: NEGOCIACIÓN DEL TIPO DE COASE Y COMPETENCIA


IMPERFECTA

D CM + CME = CSM

P

MR 
CM
P - CM
 P = CSM

M  P = CM

CME

X 


0 Q Q*

APÉNDICE - NO CONVEXIDAD Y EL TEOREMA DE LA NEGOCIACIÓN DE


MERCADO

Varios autores han apuntado que las presentaciones habituales de contextos de


externalidad asumen funciones de coste marginal externo y de beneficio marginal
tales que aseguran un equilibrio estable y único.

El gráfico A5.2 muestra algunos de los resultados posibles en el caso de asumir «no
convexidad». En a) mostramos una función CME decreciente que corta BPMN
desde arriba. En esta situación se puede ver que el punto E ni es óptimo (los costes
externos totales exceden a los beneficios privados totales), ni es estable, ya que a la
derecha de E los contaminadores pueden compensar a los contaminados para
aceptar incrementos de contaminación y, a la izquierda de E, los contaminados
pueden compensar a los contaminadores hasta un output cero. En b) CME tiene
una pendiente menor pero corta a BM desde abajo. En este caso, E es tanto
estable como óptimo. Esta situación en a) causa dificultades para la solución
negociada, aunque podemos ver que, si los titulares de los derechos de propiedad
son los contaminadores y, por tanto, Q es el punto de partida, la ausencia de
acuerdo será Pareto óptima si los costes externos totales en Q son menores que
los beneficios privados totales. Yendo más al grano, debemos preguntarnos hasta
qué punto es realista un CME descendiente. Una razón es, esencialmente, que las
empresas no pueden perder más que sus costes fijos.

Si la externalidad que causa las pérdidas de la empresa alcanza una cantidad


equivalente a los beneficios de la empresa calculados como margen o diferencia
sobre los costes variables, la empresa cerrará, provocando una discontinuidad en la
curva CME, de tal modo que CME = 0. Sin embargo, no está claro si este
razonamiento en concreto produce algún problema serio. Quizá sea mejor pensar
en este caso estableciendo un límite dentro del cual pueda tener lugar cualquier
política de corrección de externalidad. Esto no significa que la curva CME tiene que
tener una pendiente decreciente en toda su longitud, sino que no tenemos más que
una discontinuidad eventual. Sin embargo, Baumol y Bradford (1972) han
proporcionado un argumento más general sobre la no convexidad. De nuevo, el
análisis es en términos de externalidades entre empresas, pero parece que los
resultados son sostenibles para todas las categorías de externalidad. El argumento
sostiene que la propia existencia de efectos externos puede ser suficiente para
inducir una situación de no convexidad. Pensemos en dos empresas, P, que
produce un bien que tiene como efecto colateral contaminación, y S, que produce un
bien que no contamina pero que sufre la contaminación de P.

GRÁFICO A5.2: CURVAS DE CME NO CONVEXAS

CME
BPMN CME (a)

BPMN 


0 Q* Q Q

CME
BPMN BPMN (b)

CME 


0 Q* Q Q

En el gráfico A5.3(a), la línea OA muestra las posibilidades de producción de la


industria P. Para cuatro unidades de trabajo (esto es 4 unidades de ocio) se
aseguran 10 unidades de output. Para 8 unidades de trabajo, se aseguran 20
unidades de output. En el gráfico A5.3(b) se muestra las posibilidades de
producción de la industria S. La línea 0B muestra las combinaciones input/output
cuando la industria P no produce nada. La línea 0H muestra los menores outputs
por unidad de input cuando la industria P produce, de tal modo que la industria S
sufre la externalidad. Ahora consideremos las posibilidades de producción
combinadas. Podemos optar por producir en A en el gráfico A5.3(a), en cuyo caso
tendremos la combinación (-8L, 20P, 0S), donde L es ocio. O bien podemos optar
por B en el gráfico 5.3(b), en cuyo caso tenemos (-8L, 0P, 400S). Sin embargo, si
optamos por incrementar algo la mano de obra en la producción de ambos bienes,
nos deberemos enfrentar a los efectos de la externalidad. Por tanto, si añadimos
cuatro unidades de trabajo en cada uno tendremos 10 unidades de P, pero sólo 100
unidades de S (no 200), porque la línea de output 0H es ahora operativa. Entonces,
tendremos la combinación (-8L, 10P, 100S). Si diseñamos las combinaciones de
output para dar lugar a una curva de posibilidades de producción, obtenemos el
gráfico A5.4

GRÁFICO A5.3: EMPRESAS CONTAMINANTES Y CONTAMINADAS

(a) P output (b) S output

B
A 400
20

B’
A’ 10 H 200

100
C

-8 -4 0 -8 -4 0
Ocio (trabajo)

La línea PP1 muestra la curva de posibilidades de producción si no hay


externalidades; tal y como sería lógico esperar, se trata de una curva de beneficios
constantes. La línea PP2 muestra la curva de posibilidades de producción si existe
la externalidad. La externalidad en sí misma ha generado no convexidad en la
curva de posibilidades de producción.
GRÁFICO A5.4: POSIBILIDADES DE PRODUCCIÓN CON EXTENALIDADES

P output
20

PP1
10

PP2

0 100 200 300 400


S output

En el gráfico A5.3 las pérdidas totales de la industria S crecen a un ritmo constante.


Esto quiere decir que la curva CME es horizontal. La concavidad de la curva de
posibilidades de producción se ve reforzada tanto si la industria S experimenta una
función de producción con rendimientos decrecientes como si experimenta una
función de producción con rendimientos crecientes cuando la externalidad no está
presente. En cada caso, la curva CME será creciente. Sin embargo, para que CME
sea decreciente, la empresa S deberá tener, bien una función de rendimientos
crecientes con la externalidad, o bien una función de rendimientos decrecientes sin
la externalidad.

La no convexidad ¿es importante en la vida real? A menudo, las empresas se


quejan de la posibiIidad de tener que cerrar si se aplicasen regulaciones muy
estrictas con respecto a la contaminación, pero es difícil encontrar ejemplos reales.
Pero CME también puede ser decreciente por otros motivos: una vez que la
contaminación ha hecho el daño, añadir aún más puede dar lugar a una cantidad de
daño marginal decreciente. De igual modo, una vez que una zona ha sido sometida
a una agresión ambiental, por medio de la urbanización o el desarrollo industrial,
añadir unas cuantas casas o fábricas más puede dar lugar a un daño marginal
decreciente. Estas observaciones son suficientes para mostrar que CME no tiene
por qué ser creciente o ser horizontal, pero en términos prácticos la no convexidad
no parece ser una limitación importante para el análisis del control de la
contaminación que se persigue en el resto de este libro.

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