R Chemama - Diccionario

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psicología del yo 350 351 psicosis

Este esquema permite observar que «una masa primaria se pre- psiconeurosis s. f. (fr. psychonévrose; ingl. psychoneurosis; al.
senta como una reunión de individuos que han remplazado su Psychoneurose). Freud introdujo el término para designar las neu-
ideal del yo por el mismo objeto, lo que ha tenido como conse- rosis determinadas por los conflictos infantiles y sus modos de de-
cuencia la identificación [recíproca] de sus propios yoes». fensa específicos (la histeria, la neurosis obsesiva, la fobia) y ciertas
El estudio fue escrito en 1921. psicosis, entre ellas la paranoia, en oposición a las neurosis actua-
Obj e to
del yo Se puede estimar que, aparte de les [en las que no habría elaboración psíquica de la tensión sexual].
Ideal Objeto

,,~j;º:
su alcance general, anticipa ele- El término ya no se utiliza, a partir de la distinción entre neuro-
mentos que permitirán captar lo sis y psicosis. Véase neurosis.
que podrá unir a las masas fana-
tizadas del nazismo algunos años psicosis s. f. (fr. psychose; ingl. psychosis; al. Psychose). Organiza-
más tarde. En este sentido, es ción de la subjetividad en la que Freud ve una forma específica de
prolongado por el que constituye sin duda uno de los mejores libros pérdida de la realidad con regresión de la libido sobre el yo y con,
de W. Reich: La psicología de masas delfascismo ( 1933 ). Reich resi- eventualmente, la constitución de un delirio como tentativa de cu-
túa el amor por el jefe (der Führer) en el marco más general de la ración; para Lacan, el mecanismo constitutivo de la psicosis es la
familia patriarcal. Muestra que las pulsiones sexuales, desviadas forclusión del Nombre-del-Padre.
de su objetivo, pueden fácilmente trasformarse en sadismo; y que No hay una definición propiamente psicoanalítica de la psicosis.
pueden, al mismo tiempo, ser proyectadas sobre el otro, el extranje- Pero ha sido tarea del psicoanálisis haberse esforzado a través de
ro acusado de contaminar a la «madre Alemania» (la asimilación del sus teorías en iluminar los mecanismos psíquicos que conducen a
judío a la enfermedad venérea se lee en numerosos textos nazis). la psicosis, delimitando con ello su campo en relación con el de la
Se puede lamentar que el psicoanálisis contemporáneo no dé neurosis.
mayor espacio a este tipo de investigaciones. Sin embargo, un autor Si Freud sigue siendo el adelantado incuestionable e ineludible
como Lacan, con su teoría de los «discursos», ha suministrado al- de los avances teóricos en materia de psicosis, fue seguido sin em-
gunos elementos teóricos nuevos que podrían favorecer estas bús- bargo de maneras distintas en los desarrollos teóricos posteriores
quedas. de los otros adelantados que fueron Lacan, M. Klein y, con ella,
Winnicott.
psicología del yo (fr. égopsychologie; ingl. ego psychology; al. Ich-
Psychologie). Doctrina psicoanalítica de origen norteamericano, re- LA CONCEPCIÓN DE FREUD. Freud, como Kraepelin en aquella
presentada por E. Kris, H. Hartmann y R. Loewenstein, a la que se época, veía un lazo entre paranoia y catatonía (la esquizofrenia de
podría vincular también aAnna Freud, que hizo del ego el centro de E. Bleuler, alumno de los dos), pero, contrariamente a este, no
la realidad del sujeto. aceptaba la organogénesis que se les suponía. Por lo que se esforzó,
La psicología del yo se ha situado en la perspectiva de una a partir de su propia teoría de la libido, en poner en evidencia el
psicología de adaptación a la realidad. El libro sobre el cual se basa fundamento sexual de toda psicosis, dando la clave de los diferen-
la psicología del yo es La psicología del yo y el problema de la adap- tes tipos de delirio [véase delirio] en un magistral análisis lingüís-
tación de H. Hartmann (1930) , que se apoya en los trabajos de tico.
Freud posteriores a 1920, que dan una importancia creciente al yo Fue en el análisis de las Memorias de un neurópata, publicadas
y sus mecanismos de defensa, desinteresándose del estudio del ello en 1903 por el presidente de la Corte de Apelaciones de Saxe, el
y las pulsiones, centro de sus primeras investigaciones. doctor en derecho P. D. Schreber, donde Freud encontró los funda-
Las tesis de la psicología del yo, que restablecen en el ser huma- mentos de su teoría de las psicosis (1911), cuando acababa de ex-
no una suerte de equivalente de la conciencia en el sentido filosófi- plorar la libido infantil (1907-1910) y justo antes de elaborar su
co y modifican sensiblemente el sentido de la práctica analítica, on cepción del narcisismo (1914).
han sido vivamente discutidas por Lacan en sus primeros semi- La psicosis del presidente Schreber se desencadenó al ser nom-
narios. brado presidente de la Corle de Ap elaciones. Se ha mencionado de
su vida el verdadero 1<'rrorls mo pedagógico ejercido por su pa dre,
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que era médico (M. Mannoni, La educación imposible, 1973). Este Freud agrega que esto mismo ocurre en la esquizofrenia: los psi-
padre es el autor de un tratado de educación donde se dedica un cóticos tienen en esencia una libido vuelta sobre el propio cuerpo.
gran espacio al enderezamiento postura! con el concurso de una La libido, de un modo general, se sublima en las relaciones so-
«gimnasia terapéutica», cuyo objetivo era erradicar lo malo en el ciales, pero su ejercicio es peligroso para el psicótico que, en todo
niño y aplastar todo lo que podía ser del orden del deseo. Tuvo un otro, sea cual sea, se las tiene que ver con una duplicación de sí
hermano que se suicidó a los treinta y ocho años. Su vida conyugal, mismo que desconoce. El genio de Freud fue haber hecho notar
feliz, se vio empañada por la a usencia de hijos. Estos elementos que, en los diferentes delirios que se constituyen, todo se remitía a
presentan un gran interés en la lógica de su proceso mórbido. La contradecir una única proposición: «yo, un hombre, lo amo a él, un
enfermeda d de Schreber comienza en 1893 con a lgunos sueños hombre», y que las diferentes formas clínicas de los delirios agotan
donde algunos síntomas experimentados nueve años antes (hipo- todas las maneras posibles de formular esta contradicción.
condría grave, se dijo) se repiten, y donde se impone la idea súbita Por medio de un análisis lingüístico, Freud muestra tres mane-
e insólita de que «sería hermoso ser una mujer en el momento del ras de contradecir la proposición: contradicción del sujeto, del ver-
coito». Los malestares físicos son interpretados como persecucio- bo o del objeto. El delirio de persecución operará una inversión del
nes ejercidas por el doctor Flechsig, el mismo que lo había tratado y verbo: «yo no lo amo, él me odia, lo odio porque me persigue>>; el ero-
curado anteriormente, que es a cusado de <<asesinato del alma». El tomaníaco rechazará el objeto: «no es a él a quien amo, es a ella a
presidente Schreber permanecerá internado en un sanatorio hasta quien amo», que se trasformará en un «es a ella a quien amo porque
1902, y el juicio que le devuelve la libertad, relata Freud, contiene el ella me ama>>; por último, el celoso delirante no reconocerá al sujeto
resumen de su sistema delirante en el siguiente pasaje: «Se consi- y trasformará la proposición en «no soy yo quien ama al hombre, es
deraba llamado a procurar la salvación del mundo y devolverle la ella quien lo ama; no soy yo la que ama a las mujeres, él las ama>>.
felicidad perdida, pero sólo podría hacerlo tras haberse trasforma- La proposición, agrega Freud, puede también ser rechazada en blo-
do en mujer». Schreber estimaba que tenía un papel redentor que que: «no amo a nadie , sólo me amo a mÍ>>, y se trata entonces del
cumplir, convirtiéndose en la mujer de Dios y procreando un mun- delirio de grandeza.
do schreberiano, al precio de su emasculación. Pues ese Dios, sus- El problema teórico a resolver para Freud es entonces el de acla-
tituto del doctor Flechsig, sólo estaba rodeado de cadáveres. rar los lazos entre proyección y represión, puesto que, en la econo-
Freud observa que el perseguidor designado, el doctor Flechsig, mía libidinal del psicótico, una percepción interna es sofocada, y en
había sido antes objeto de a mor de Schreber (y también de su su lugar aparece una percepción venida del exterior.
mujer, que, en señal de reconocimiento, había conservado por años Se plantea así la cuestión de un mecanismo que sería propio de
su foto sobre el escritorio), y emite la hipótesis de un empuje la psicosis. Apoyándose en la convicción de Schreber de la inmi-
[«poussée»; término igualmente presente en la expresión de Lacan: nencia del fin del mundo, convicción que se encuentra muy a me-
«poussée a la femme>> =empuje a (ser) mujer] de libido homosexual n udo en la paranoia, Freud estima que la represión consistiría en
como punto de partida de toda la enfermedad. Se apoya en el hecho un retiro de los investimientos libidinales colocados en las perso-
de que Flechsig fue para el paciente un sustituto de sus objetos de nas u objetos antes amados y que la producción mórbida delirante
amor infantiles, a saber, el padre y el hermano , ambos muertos ya sería una tentativa de reconstrucción de estos mismos investimien-
en el momento de la explosión del delirio. «El fondo mismo del fan- los, una especie de tentativa de curación. Hace entonces la obser-
tasma de deseo se convierte en el contenido de la persecución», es- vación, extremadamente importante, de que lo abolido del adentro
cribe Freud.
(Verweifung) vuelve del afuera; agrega que el desprendimiento de la
Las afirmaciones teóricas de Freud sobre la libido infantil le ha- libido debe de ser el mecanismo esencial y regular de toda repre-
cen llevar el punto débil de los paranoicos a la fijación en el estadio sión , pero deja en suspenso el problema mismo del desprendimien-
del autoerotismo, del narcisismo y de la homosexualidad, etapa 1o de la libido.
obligada de toda construcción libidinal en la que el niño toma como Después de haber elaborado su segunda tópica, Freud deslinda-
objeto de amor a aquel que detenta órganos genitales similares a r {1 el campo de la psicosis en un conflicto entre el yo y el mundo ex-
los de él, pues se ha amado primero a sí mismo con sus propios ór - 1erior, y el campo de la neurosis, en un conflicto entre el yo y el ello
ganos genitales.
(Nc>11ros ls y psicosis, 1924).
psicosis
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La pérdida de la realidad, consecuencia de estos conflictos, que manera que el otro, el semejante, será arrojado entonces al juego
se ve en ambos casos, sería un dato inicial en la psicosis, en la que especular.
es mejor decir entonces que un sustituto de la realidad ha venido Lacan indica que en todo el delirio de Schreber se observa la di-
en lugar de algo forcluido, mientras que, en la neurosis, la realidad solución del otro en tanto identidad en una subjetividad especular
es reacomodada dentro de un registro simbólico. en disolución. Es así como la homosexualidad de Schreber no tiene
nada que ver con una perversión sino que se inscribe en el proceso
LAS PERSPECTNAS DE LACAN. En línea directa con la empresa mismo de la psicosis. El perseguidor, en efecto, no es sino una
freudiana, Lacan retomará la perspectiva sobre el narcisismo de simple imagen de un otro con el cual la única relación posible es la
1914 y la cuestión de la Verweifung (comoforclusión) para cons- agresividad o el erotismo, sin mediación de lo simbólico. Lo que no
truir su teoría del fracaso de la metáfora paterna en la base de todo ha sido simbolizado en Schreber es el significante padre, la relación
proceso psicótico. El narcisismo no es sólo la libido investida sobre con la mujer en el símbolo de la procreación, y bien podría ser que
el propio cuerpo, sino también una relación imaginaria central en el fracaso de la metáfora paterna se debiese al hecho de que el pa-
las relaciones in terhumanas: uno se ama en el otro. Es allí donde se dre real de Schreber se había instaurado como figura de la ley del
constituye toda identificación erótica y donde se juega toda tensión deseo y no como representante de esa ley, bloqueando así toda
agresiva (Lacan, Seminario III, 1955-56, <Las psicosiS>>). sustitución significante.
La constitución del sujeto humano es inherente a la relación con En el campo de la neurosis, nunca hay pérdida de la relación
su propia imagen; esto es lo que Lacan conceptualizó con el estadio simbólica. Todo síntoma es una palabra que se articula; y la rela-
del espejo, etapa en que el niño se identifica con su propia imagen. ción con la realidad no está obturada por una forclusión sino por
Esta imagen es su yo [moi], con tal que un tercero la reconozca una renegación (al. Verneinung).
como tal. Así, por un lado, le permite diferenciar su propia imagen
de la de otro, y le evita, por otro lado, la lucha erótica o agresiva que LA CONCEPCIÓN DE MELANIE KLEIN Y DE DONALD WOODS WINNl-
provoca la colusión no mediatizada de un otro con otro, donde la COTT. Muy otra es la posición de Melanie Klein. Ella otorga un papel
única elección posible es «él o yo». En esta ambigüedad esencial en esencial a la madre como proveedora de objetos buenos y malos y,
la que puede estar el sujeto, la función del tercero, por lo tanto, es en tanto tal, como generadora de todos los males y todos los bienes.
regular esta inestabilidad fundamental de todo equilibrio imagina- En el sistema de conceptos que forjó para el desarrollo libidinal,
rio con el otro. Este tercero simbólico es lo que Lacan llama el dentro de las diferentes etapas que llevan a la resolución del con-
«Nombre-del-Padre», y por ello la resolución del complejo de Edipo flicto edípico, la noción de escisión es fundamental: consiste en una
tiene una función normativa. oscilación perpetua entre agresividad y angustia donde los objetos
Para comprender este mecanismo, hay que referirse al juego del de deseo se juegan a la vez en el interior y en el exterior del cuerpo;
deseo que es inherente al psiquismo humano, sujetado de entrada Lacan, admirador de sus experiencias, la denomina «tripera ge-
en un mundo simbólico por el hecho de que el lenguaje lo preexiste. nial», sin adherir a su manera de teorizar.
El juego del deseo capturado en las redes del lenguaje consistirá en Para Klein, dentro del juego perpetuo de introyección de los ob-
la aceptación por parte del niño (al. Bejahung) de lo simbólico, que jetos buenos y los objetos malos en el interior del cuerpo, subtendi-
lo apartará para siempre de los significantes primordiales de lama- do por la agresividad y la angustia inherentes a la libido, que ella
dre (represión originaria), operación que en el momento del Edipo designa como posición esquizoparanoide, la psicosis es la huida
hará lugar a la metáfora paterna: en tanto sustitución de los signíft- hacia el objeto interno bueno, y la neurosis, la huida hacia el objeto
cantes ligados al deseo de ser el falo materno por los significantes · externo bueno.
de la ley y del orden simbólico (el Otro). Así quedará asegurada la Distinguiéndose ligeramente de Klein, Winnicott, aunque tam-
perpetuación del deseo, que recaerá sobre un objeto distinto de 1 bién adjudica un papel muy importante a la madre, denuncia el
madre. Si hay fracaso de la represión originaria, hay forclusión , proceso psicótico como una enfermedad de la falla del entorno; el
rechazo de lo simbólico, que resurgirá entonces en lo real--dice La- prematuro desinvestimiento de la madre, al no permitir la sus-
can- en el momento en que el sujeto se vea confrontado con el titución de los objetos buenos, fija al niño en la posición esquizo-
deseo del Otro dentro una relación simbólica. El Otro, de Ja mismo paranoide, de donde la importancia del objeto transicional en la
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conquista de la independencia del niño pequeño. Klein y Winnicott los semejantes en esta fiesta apremiante con abolición del senti-
estuvieron en el origen de todo el movimiento de la antipsiquiatría miento de la alteridad así como de la diferencia de los sexos. La fi-
(R. Laing y D. Cooper) y tienen un vasto público en los países anglo- siología se ve modificada: ausencia de fatiga a pesar de la falta de
sajones. La influencia de Lacan es preponderante en los países sueño, agitación, etc. El humor, incontestablemente exaltado, no es
francófonos, con una vasta penetración del otro lado del Atlántico, por fuerza bueno y se muestra precario, siendo todo estado manía-
especialmente en América Latina. co potencialmente un estado mixto (maníaco y melancólico).

psicosis maníaco-depresiva (fr. psychose maniaco-dépressive; LA MANÍA: ESTUDIO PSICOANALÍTICO. La manía sólo fue abordada
ingl. manic-depressive psychosis; al. manisch-depressive Psycho- al comienzo por el psicoanálisis (K. Abraham, 1911; Freud, 1915)
se). Psicosis que se manifiesta por accesos de manía o por accesos secundariamente y en su relación con la melancolía: ambas de-
de melancolía, o por unos y otros, con o sin intervalos de aparente penderían de «un mismo complejo, al que el yo ha sucumbido en la
normalidad. melancolía, mientras que en la manía lo ha dominado o apartado»
Bajo la apariencia de un trastorno biológico de la regulación del (Freud, Duelo y melancolía, 1915). En Psicología de las masas y
humor, modelo de la enfermedad endógena e incluso hereditaria, análisis del yo (1921) , Freud afirma: <<No es dudoso que en el ma-
esta psicosis corresponde a una disociación de la economía del de- níaco yo e ideal del yo hayan confluido». Por último, en El yo y el ello
seo de la del goce. Totalmente confundido con su ideal en la manía, (1923), Freud incidentalmente pudo considerar la manía como una
puro deseo, el sujeto se reduce totalmente al objeto en la melanco- defensa contra la melancolía. Esta noción de defensa maníaca fue
lía, puro goce. retomada y extendida a otros campos por M. Klein (Contribuciones
al estudio de la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos,
LA MELANCOLÍA. Recordemos solamente aquí un rasgo clínico 1934) y Winnicott (La defensa maníaca, 1935), especialmente. Sin
que distingue la culpa del melancólico (véase melancolía) de la de embargo es objetable, en la manía, por el dominio que supone en el
otros estados depresivos, cualquiera sea su gravedad: la acusación sujeto de los mecanismos de su psicosis.
dirigida contra sí mismo toma aquí el carácter de una comproba- Para comprender el humor maníaco, conviene recordar las con-
ción, antes que de una queja, comprobación que no lo divide (no diciones del humor normal (muy influido, por lo demás, por las
hay duda ni dialéctica posible); que no recae nunca sobre la imagen convenciones sociales). En ausencia de inscripción en el inconcien-
de sí mismo (Lacan, Seminario VIII, 1960-61, <Q.a trasferencia>>). Se te de una relación entre los sexos, no existe, para suplirla y guiar el
trata de un odio que se dirige al ser mismo del sujeto, desprovisto deseo sexual, más que una relación con los objetos de la pulsión
de toda posesión, hasta la de su propio cuerpo (síndrome de Co- que la castración va a hacer funcionar como causas del deseo. Es-
tard) y denunciado como la causa misma de esta ruina, sin la tos objetos funcionan desde entonces como faltantes a la imagen
modestia que implicaría tal indignidad. del cuerpo. El hecho de deber así el deseo a la castración da a cada
uno un humor más bien depresivo. Además, que el sujeto sólo asu-
LA MANÍA: CLÍNICA. El síntoma patognomónico de la crisis manía- ma esta castración en nombre del padre muerto, alimenta su cul-
ca es lajuga de ideas. La expresión verbal o escrita está acelerada, pabilidad tanto por faltar al ideal que este encarnaba como por pre-
es incluso brillante, pero parece haber perdido toda resistencia y tender realizarlo. A través de la fiesta, con todo, se ofrece la ocasión
toda orientación, como si el pensamiento sólo estuviese organizado de celebrar colectivamente cierta realización imaginaria del ideal en
por puras asociaciones o conexiones literales ijuegos de palabras, un ambiente de consumación, e incluso de trasgresión, que recuer-
dislates). Otro síntoma notable es la extrema capacidad del ma- da a la manía pero que permanece cargado de sentido (se trata de
níaco para distraerse, su respuesta inmediata a toda solicitación, conmemorar) y reconoce un límite (la fiesta tiene un término). A la
como si su funcionamiento mental hubiera perdido todo carácter inversa, el maníaco triunfaría totalmente sobre la castración: él ig-
privado. En contraste con la riqueza de los pensamientos, las ac- nora las coerciones de lo imaginario (el sentido) y de lo real (lo im-
ciones son inadecuadas y estériles: gastos ruinosos, empresas ex- posible). Alcanzaría así dentro del orden simbólico una relación al
cesivamente audaces que ponen de manifiesto la pérdida del sen- fin lograda con el Otro, a través de una consumación desenfrenada
timiento de lo imposible. Existe una tendencia a hacer participar a h echa pos ible por 1:-i riqu eza inagotable de su nueva realidad. En

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