Apuntes Prueba Saber

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 6

APUNTES PRUEBA SABER

Los oráculos griegos constituyen un aspecto fundamental de la religión y de la cultura griega.


El oráculo es la respuesta dada por un dios a una pregunta personal, concerniente
generalmente al futuro, como método de adivinación. Los oráculos no pueden ser
pronunciados más que por algunos dioses, en los lugares precisos, sobre objetos
determinados y con respeto a unos ritos determinados rigurosamente: el oráculo se relaciona
con un culto. Además, interpretar las respuestas de un dios, que se expresa de diversas
formas, requiere a veces un aprendizaje. El oráculo necesita a menudo una interpretación.
Por extensión, el término oráculo designa también al dios consultado, al intermediario humano
que transmite la respuesta o incluso al lugar sagrado o a la respuesta dada.
El griego distingue estos diferentes sentidos: mediante numerosos términos, la respuesta
divina puede ser designada por χρησμός / khrêsmós, propiamente «el hecho de informar». Se
puede también decir φάτις / phátis, «el hecho de hablar». El intérprete de la respuesta divina
es a menudo designado por προφήτης / prophêtês, «el que habla en lugar de dios», o aun
μάντις / mántis. El lugar del oráculo es el χρηστήριον / khrêstếrion.
La mántica, es decir, el dominio de la adivinación en el mundo griego antiguo, no está
constituida más que por ciencias oraculares. Los adivinos, como Tiresias, son
considerados personajes mitológicos: la adivinación, en Grecia, no es un asunto de mortales
inspirados sino de personas respetuosas de unos ritos determinados, que la tradición había
podido dar la apariencia de una inspiración, o, en sentido propio,
ἐνθουσιασμός / enthousiasmós, «entusiasmo», es decir, «el hecho de tener el dios en sí».
Apolo Pitio

Apolo se volvió el arquetipo del dios-adivino y el oráculo de Estado, al que se le consultaba como
oráculo sobre todo en Delfos (pero también en Delos, Patara y Claros). Los oráculos que se
pronunciaban son todavía célebres y la importancia del santuario oracular nos ha permitido seguir
su evolución, así como conocer algunos detalles importantes para comprender la mántica griega.

Vitalidad del oráculo de Delfos

El oráculo de Delfos ha permanecido muy vivo hasta el periodo cristiano. Los cristianos, sin
embargo, lo caricaturizaron, dando de la Pitia —la intérprete oracular de Apolo— una imagen
falsa, la de una mujer histérica y drogada, y transmitiéndolo en textos erróneos, que han
participado mucho en su abandono. Entre los testimonios más seguros tenemos los de Plutarco
(c.46-c.120), el cual asumió durante 30 años el cargo de sacerdote del templo de Apolo, encargado
del santuario oracular. Sabemos gracias a excavaciones realizadas en Delfos que el santuario era
uno de los más frecuentados y de los más ricos. Para más detalles sobre el santuario mismo
consultar el templo de Apolo y el oráculo de Delfos.

Organización religiosa

La Sibila de Delfos, fresco de Miguel Ángel (1508–1512).


La profetisa, en sentido griego: la que habla en lugar de dios, es llamada la Pitia (Πυθία ἱέρεια /
puthía hiéreia, «sacerdotisa pitia»), escogida entre las mujeres de la región. Su nombre (en origen
un adjetivo, pero utilizado a menudo Πυθία puthía solamente) viene de un epíteto unido al
nombre de un dios, en este caso el de Apolo. Se nombró pitia en Delfos porque Apolo había
derribado allí a la serpiente Pitón; Delfos, por cierto, es a menudo llamado Πυθώ Puthố (véase el
artículo Apolo para más detalles). La Pitia era a menudo mayor, y Plutarco nos informa que ella
podía tener una cincuentena de años, lo que, para la época, era una edad avanzada. Se expresaba
en verso (al menos se expresó así durante largo tiempo); Plutarco, sin embargo, recalca que en su
época ya no lo hacía, sin poder explicar por qué), y sus palabras confusas debían ser interpretadas
por un colegio de dos sacerdotes, asistidos por cinco ministros del culto. Cosa excepcional, estos
cargos eran atribuidos vitaliciamente.

El proceso a seguir para consultar al dios era el siguiente:

el consultante (que no podía ser una mujer) pagaba una tasa establecida por una confederación de
ciudades griegas; las consultas podían ser hechas individual o colectivamente, para una ciudad,
por ejemplo. El pago de una sobretasa o servicios proporcionados a la ciudad de Delfos permitían
adquirir el derecho de promancia, es decir, el de consultar antes que los demás y así hacer caso
omiso a la lista de espera que podía ser muy larga, ya que no se podía consultar a la Pitia más que
una vez al mes;

se conducía al consultante al ádyton del templo de Apolo;

allí se encontraba con la Pitia, que se había purificado al beber agua de la fuente Castalia de Delfos
y masticado hojas de laurel; esta se hallaba instalada sobre un trípode.

el consultante ofrecía un sacrificio cruento al dios, el cual era conducido por los dos sacerdotes y
sus asistentes; anticipadamente, la víctima era rociada con agua fría y, si no temblaba, la consulta
al oráculo era anulada (con el riesgo, si no, de matar a la Pitia: ella no podía contradecir este signo
divino que daba o no su acuerdo);

el consultante hacía su pregunta a la Pitia, cuestión que los sacerdotes entregaban a menudo en
forma (a fin de que ella adoptara la forma de una alternativa);

la Pitia, finalmente, devolvía el oráculo del dios que hablaba a través de ella; esta respuesta debía
ser pronunciada de modo claro por ambos sacerdotes de Apolo. Según los testimonios, como los
de Plutarco, la Pitia no era visible, y no se oía más que su voz.

Por lo visto, la Pitia estaba en un estado de entusiasmo, es decir, de inspiración divina; la leyenda
contaba que los efluvios mágicos surgían en el templo, y que eran los responsables del estado de
la Pitia. Según los historiadores griegos, que no hicieron más que repetir las leyendas, estos
efluvios habrían incluso empujado al suicidio a los pastores y a los simples mortales que lo
hubieran respirado por azar. Convenía pues que ella, para recibir la inspiración divina, fuera pura,
virgen, y llevara una vida sana. Su espíritu debía estar disponible, calmo y sereno, a fin de que la
posesión por el dios no fuera rechazada, con el riesgo de llevarla a la muerte.
Después de la Antigüedad, muchas hipótesis han intentado explicar los pretendidos trances de la
sacerdotisa, pero las pruebas concretas o textuales siempre han faltado. Se ha dicho de la Pitia
que estaba en el ádyton del templo. Ahora bien, si las excavaciones actuales en Delfos no
permiten reconstruir con precisión lo que era este ádyton (fue arrasado por diferentes invasores y
por los cristianos), las teorías más comunes admiten que se trataba de una parte más baja y no de
una sala secreta situada debajo del templo, todavía menos de un precipicio. Ninguna grieta es
tampoco visible.

Otra teoría reconstituye el ádyton no como una sala, pero sí como un hoyo abierto. Si el ádyton
era una cripta, como es el caso del templo de Zeus, los registros procedentes de las excavaciones
habrían revelado rastros ínfimos, mientras que en este caso no es así. Los arqueólogos se
desanimaron ante esta ausencia total de elementos. Pero si no se encuentra ni se recobra nada es
que posiblemente no lo hubo. El ádyton fue consagrado a un lugar, luego se construyó el templo
alrededor, pero debieron dejar el hoyo en estado bruto, sin techo. La Pitia podía percibir la puerta
del templo desde lo alto de su trípode, un templo de 63 metros de longitud... Sin embargo, los
autores antiguos hablan de «bajada» en el ádyton, de una «abertura», de un «orificio». El ádyton
probablemente era una cavidad simple, con un hoyo en medio y el trípode arriba. El tiempo
taponó el hoyo y se llenó de hierbas. El ádyton era bastante ancho como para contener el trípode,
el ónfalos, un plano de laureles, la tumba de Dioniso, una estatua de Apolo y un lugar donde el
consultor se sentaba. Plutarco, Estrabón, Platón, Pausanias, Diodoro Sículo y muchos otros
testigos dejaron su visión de este lugar.
En la mitología griega, las Moiras (en griego antiguo Μοῖραι Moîrai ‘repartidoras’) eran las
personificaciones del destino. Sus equivalentes en la mitología romana eran
las Parcas o Fatae, las Laimas en la mitología báltica y las Nornas en la nórdica. Vestidas con
túnicas blancas y de semblante imperturbable, su número terminó fijándose en tres.
La palabra griega moira (μοῖρα) significa indistintamente ‘destino', ‘parte', ‘lote' o ‘porción', en
referencia a su función de repartir a cada mortal la parte de existencia y de obras que le
corresponden en el devenir del cosmos. Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada ser
humano desde el nacimiento hasta la muerte, y aún después en el Hades.
En principio, las Moiras eran concebidas como divinidades indeterminadas y abstractas, quizá
incluso como una sola diosa. En la Ilíada de Homero se habla generalmente de "la Moira", que
hila la hebra de la vida para los hombres en su nacimiento1 (μοῖρα κραταιή, moîra krataiḗ:
‘poderosa Moira’).2 En la Odisea hay una referencia a las Klôthes (Κλῶθές) o hilanderas.3
En Delfos sólo se rendía culto a dos: la moira del nacimiento y la de la muerte.4 En Atenas, la
diosa Afrodita era considerada la mayor de ellas en su aspecto de Afrodita Urania, según
la Descripción de Grecia de Pausanias.5
Una vez su número se hubo establecido en tres,6 los nombres y atributos de las Moiras
quedaron fijados:

 Cloto (Κλωθώ, ‘hilandera’) hilaba la hebra de vida con una rueca y un huso. Su


equivalente romana era Nona, originalmente invocada en el noveno mes de gestación.
 Láquesis (Λάχεσις, ‘la que echa a suertes’) medía con su vara la longitud del hilo de la
vida. Su equivalente romana era Décima, análoga a Nona.
 Átropos (Ἄτροπος, ‘inexorable’ o ‘inevitable’, literalmente ‘que no gira’,7 a veces
llamada Aisa) era quien cortaba el hilo de la vida. Elegía la forma en que moría cada
hombre, seccionando la hebra con sus «detestables tijeras» cuando llegaba la hora. En
ocasiones se la confundía con Enio, una de las Grayas.8 Su equivalente romana
era Morta (‘Muerte’), y es a quien va referida la expresión "la Parca" en singular.
En la tradición griega se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para
determinar el curso de su vida. Originalmente podrían haber sido diosas de los partos, si bien
esta función acabaría asumida por la deidad de origen minoico Ilitía; paralelamente, la
posterior adquisición de su papel como señoras del destino las vincularía y a la vez
diferenciaría de otras divinidades de la muerte propiamente dicha, como Tánatos y las Keres.
Por ello, y en especial por el predominante papel de Átropos, las Moiras inspiraban gran temor
y reverencia, aunque podían ser adoradas como otras diosas: las novias atenienses les
ofrecían mechones de pelo y las mujeres juraban por ellas.
Un texto bilingüe eteocretense9 tiene la traducción griega ΟΜΟΣΑΙ ΔΑΠΕΡ ΕΝΟΡΚΊΟΙΣΙ (omosai d-
haper enorkioisi, ‘pero puede jurar [estas] mismas cosas a las Guardianas de Juramentos’).
En eteocretense esto se escribe —S|TUPRMĒRIĒIA, donde MĒRIĒIA puede aludir a las divinidades
que los helenos conocían como las Moiras.
Diversas versiones de las Moiras existieron en los niveles mitológicos europeos más antiguos.
Es imposible no relacionarlas con otras diosas hilanderas del destino indoeuropeas, como
las Nornas en la mitología nórdica o la diosa báltica Laima y sus dos hermanas.

Ananké (mitología)
Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

Ilustración para una edición moderna

de la obra de Platón La República:

Ananké y sus hijas las Moiras.

En la mitología griega, Ananké1 o Anankaia,2 a veces Ananque3 (en griego


antiguo Ἀνάγκη Ananke o Ἀνάγκαιη Anankaie) era la madre de las Moiras4 y la personificación
de la inevitabilidad, la necesidad, la compulsión y la ineludibilidad. En la mitología romana era
llamada Necessitas (‘necesidad’).
Surgió de la nada al principio de los tiempos formada por sí misma como un ser incorpóreo y
serpentino cuyos brazos extendidos abarcaban todo el universo. Desde su aparición Ananké
estuvo entrelazada con su compañero, la personificación del tiempo Crono. Juntos rodearon el
huevo primigenio de materia sólida en su enlace constrictivo y lo dividieron en sus partes
constituyentes (tierra, cielo y mar), provocando así la creación del universo ordenado.
Ananké y Crono permanecen eternamente entrelazados como las fuerzas del destino y el
tiempo que rodean el universo, guiando la rotación de los cielos y el interminable paso del
tiempo. Ambos estaban muy lejos del alcance de los dioses más jóvenes, cuyos destinos se
decía que controlaban.
Ananké era raramente adorada hasta la creación de la religión mistérica órfica. En la tradición
órfica se decía que era hija de Hydros (el Océano primigenio) y Thesis (la primigenia Tethys) y
hermana con Chronos y de Caos, madre de Éter, Érebo y Fanes, también podría ser madre de
las Moiras sin padre.
DICOTOMÍA
Dicotomía (del griego dichótomos, «dividido en partes» o «cortado en dos
partes») etimológicamente proviene de díxa «en dos partes» y témnein «»;1 es un concepto
que tiene distintos significados.
Dicotomía se designa psicológicamente :

 Un par de conceptos complementarios.


 Una subdivisión, que desmembra o disecta el área de un objeto en exactamente dos
áreas (o en su defecto, conceptos) complementarias.
 Se habla de método dicotómico cuando el método se basa en una división dicotómica
del área del objeto.
En la lógica tradicional, dicotomía es el desglose o fraccionamiento de un concepto genérico
en uno de sus conceptos específicos y su negación. El concepto se refiere asimismo a la ley
que establece que ninguna proposición puede ser verdadera y falsa al mismo tiempo.2
Lo decisivo y común entre un par de conceptos dicotómicos, una división dicotómica y un
método dicotómico es que se cumpla que:

 Todos los elementos del área del objeto se ordenen bajo uno u otro concepto (sean un
subconjunto o concepto subordinado).
 Ningún elemento sea ordenable bajo ambos conceptos (ambos subconjuntos) a la vez,
es decir, que no exista un grupo de los elementos que pertenecen a ambos
(la intersección debe ser vacía) y se trate por tanto de conjuntos disjuntos.
La ilustración en esta página arriba a la derecha podría confundir si se la lee desde el punto
de vista de la teoría de conjuntos y se piensa que existen elementos que no pertenecen ni a A
ni a B. El diagrama debe leerse de modo tal que el área de fondo en cada caso es vacío, es
decir, que todos los elementos pertenecen a la figura de A o de B.
Una falsa dicotomía es una conclusión falsa a la que se llega intencionalmente o sin
intención y que presenta una decisión entre dos únicas posibilidades como una necesidad, a
pesar de que existen otras posibles alternativas de decisión.

ESFINGE

El mito de la Esfinge es uno de los más bellos y significativos de la


cultura griega. A este personaje tan especial se le ha considerado el
símbolo del misterio y a la vez del enigma. Es también esta criatura la que
hace posible que se cumpla el designio desafortunado de Edipo: matar a
su padre y casarse con su madre. Por eso este mito tiene un lugar
especial en el psicoanálisis.
El mito de la Esfinge nos cuenta que esta era una misteriosa criatura. Se
le consideraba un demonio terrible, por la muerte y desolación que
generaba. A la vez, era de la misma naturaleza que las musas, ya que
sabía manejar las palabras con belleza. Cantaba sus enigmas, por lo
cual el propio Sófocles la llamó “cruel cantora”.
Un aspecto interesante es que el mito de la Esfinge no solamente
aparece en la cultura griega. También hay representaciones de esta
criatura en la India y en varios lugares de Asia. De la misma manera, la
representación más famosa es la de la Gran Pirámide de Guiza, en
Egipto. Aunque el mito varía de un lugar a otro, la representación es
básicamente la misma.

Francesco Petrarca
(Arezzo, actual Italia, 1304 - Arqua, id., 1374) Poeta y humanista italiano.
Durante su niñez y su primera adolescencia residió en distintas ciudades
italianas y francesas, debido a las persecuciones políticas de que fue objeto
su padre, adherido al partido negro güelfo. Cursó estudios de leyes en
Carpentras, Montpellier, Bolonia y Aviñón, si bien nunca consiguió
graduarse.

La obra de Petrarca
Su producción puede dividirse en dos grupos: obras en latín y obras en
lengua vulgar. Las primeras fueron las que le reportaron mayor éxito en
vida, y en ellas cifraba Petrarca sus aspiraciones a la fama. Cabe destacar
en este apartado el poema en hexámetros África (que dejó inacabado y en
el que rescata el estilo de Tito Livio), las doce églogas que componen
el Bucolicum carmen y la serie de biografías de personajes clásicos titulada De
viris illustribus. Reflejo de sus inquietudes espirituales son los diálogos
ficticios con San Agustín recogidos en el Secretum.

También podría gustarte