Curso 70-Clase01

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Curso Virtual de Educación Vial para docentes.

Hacia una visión


común e integradora

Clase 1. La seguridad vial, una problemática sociocultural

Disponible en: https://youtu.be/2NBy70B_5tU

Punto de partida
En esta clase conoceremos el estado de situación actual de la problemática vial, con el fin de
comprender la importancia de trabajar la educación vial en las instituciones educativas para
colaborar con un cambio cultural.

Además, reflexionaremos sobre cómo se fueron configurando nuestros modos de circulación e


interacción humana, los cuales no siempre se manifiestan en acciones seguras. Desde esta
perspectiva ampliaremos también el concepto de espacio público como espacio político; la relación
entre la convivencia vial y ciudadanía; la cultura vial como construcción social e histórica; y el rol del
Estado como garante del bienestar común.

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Antes de comenzar...
Antes de comenzar los contenidos y actividades específicos de la clase 1, les proponemos:

Presentarnos en el Muro colaborativo

A los fines de acortar las distancias y poder conocernos y saber sobre lo que sucede
en cada lugar del país, invitamos a que compartan: quiénes son, de dónde, en qué
escuela y nivel desarrollan sus tareas como docentes. Además, que cuenten por
ejemplo, ¿por qué se interesaron en el curso?,

Les pedimos que se presenten, en este espacio, durante la primera semana de


clases para luego continuar con la clase 1.
EMBEBER PADLET
Para la realización del Muro utilizaremos la herramienta PADLET. Se trata de una
plataforma de trabajo colaborativo especialmente diseñada para permitir que
varias personas puedan crear murales interactivos con contenido variado y
editable. Aquí encontrarán un tutorial.

2. Cuaderno de reflexión
(HERRAMIENTA DE USO NO OBLIGATORIO Y SIN SUPERVISIÓN DE LOS TUTORES)

Los invitamos a escribir en un cuaderno de reflexión personal que funcionará como


recurso pedagógico, para acompañar las impresiones y reflexiones que nos va
dejando el trayecto de la cursada. Esto servirá, en primera instancia, para repensar
nuestras propias prácticas ciudadanas, y en segundo lugar, para ir construyendo
herramientas/contenidos para trabajar en el aula.

Les proponemos que abran una carpeta dentro de la sección portafolio con el
nombre de este curso: "Curso Virtual de Educación Vial. Hacia una visión común e
integradora" (pueden guiarse por el siguiente tutorial).
Esta herramienta no es de uso obligatorio y no tendrá supervisión por parte de
los/ as tutores.

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Si surgieran dudas durante el desarrollo de las clases, existirán dos espacios en donde las podremos
resolver:

Foro de consultas técnicas

Durante el desarrollo del curso permanecerá abierto un foro de consultas técnicas


en el que podrán preguntar, clase a clase, aquellas cuestiones vinculadas a algún
tipo de inconveniente con el acceso a los contenidos, recursos, etc.
Acceder al Foro.

Foro de consultas académicas

Durante el desarrollo del curso permanecerá abierto un foro de consultas


académicas en el que podrán preguntar, clase a clase, aquellas dudas vinculadas a
los aspectos teóricos que se abordan.
El objetivo de este foro es que puedan responder las consultas entre todos.

Forma de participación en los foros.


Los foros son espacios pensados para generar intercambio en el grupo de
cursantes, y también con los/as tutores/as. Por eso, es importante que tomen la
iniciativa para opinar, generar debate y responder a cuestiones teóricas que vayan
surgiendo durante la cursada.

Situación actual de la seguridad vial


La posibilidad de trabajar la educación vial sugiere hacer un recorrido que vaya de lo general a lo
particular (para luego ahondar en la realidad de cada escuela). En este marco es fundamental iniciar
con un diagnóstico de la problemática: cómo esta se expresa a nivel internacional, nacional y local.

Los datos empíricos brindan conocimiento sobre la realidad concreta donde queremos intervenir y
son el puntapié inicial para la elaboración de cualquier proyecto de intervención.

A continuación compartimos estadísticas generales sobre la problemática vial, y un enlace para ver
los estudios socioculturales realizados por el observatorio vial de la Agencia Nacional de Seguridad

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Vial (ANSV) que les serán útiles para conocer cómo se dan los comportamientos de las personas en
el tránsito a nivel local.

Una problemática mundial

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) las muertes por siniestros viales constituyen
una crisis mundial de proporciones epidémicas con 1,25 millones de víctimas al año. Los hechos
viales son la primera causa de muerte de jóvenes entre 15 y 29 años y se estima que entre 20 y
50 millones de personas sufren traumatismos no mortales. En nuestro país los siniestros viales
fatales constituyen la principal causa de muerte de personas entre 15 y 35 años. De acuerdo a
los informes elaborados por el Observatorio de la ANSV, en Argentina durante el año 2017
fallecieron 5.420 personas, un promedio de 15 muertes por día. El uso de elementos de
seguridad es el más bajo de Sudamérica: solo 4 de cada 10 autos viajan con todos sus pasajeros
con cinturón de seguridad y el 65% de los conductores de motocicleta circulan con casco.

Hechos evitables

Es muy importante aclarar que el 90% de los incidentes viales que ocurren en nuestro país y en
el mundo son evitables. Esto quiere decir que no son hechos accidentales sino producto de las
decisiones y de la responsabilidad humana. En este marco resulta necesario reforzar las
acciones de sensibilización sobre los factores de riesgo y las medidas de prevención en el
ámbito de la seguridad vial.

Para profundizar, les sugerimos ver los estudios elaborado por el Observatorio vial, de la Agencia
Nacional de Seguridad Vial:

https://www.argentina.gob.ar/seguridadvial/observatoriovial/estudios

También podrán acceder a otros informes, estadísticas y trabajos de investigación.

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Las sociedades actuales y su impacto en el tránsito y la seguridad vial

Vivimos en una sociedad atravesada por una serie de factores que tienen incidencia directa sobre
nuestra manera de transitar por los diversos territorios del mundo. La movilidad y la circulación de
las personas y vehículos, el traslado de mercaderías, y la necesidad de transportes en el espacio
público; la infraestructura que favorece o dificulta el tránsito, las normas que lo regulan y los
dispositivos para controlarlo; las políticas públicas que procuran mejorarlo; los intereses
económicos que propician la venta de automóviles; los vertiginosos avances tecnológicos que
modifican y mejoran la manera de construir y producir caminos, rutas, túneles, trenes, aviones,
automóviles, etcétera, constituyen buena parte de la realidad social en la que nos desenvolvemos
como sujetos y ciudadanos. Estas características de circulación, de personas y vehículos, están
determinadas en cada lugar y en cada momento según el contexto sociohistórico.

La tendencia hacia sociedades cada vez más urbanizadas y con crecientes niveles de motorización,
han convertido al tema del tránsito y la seguridad vial en un problema que plantea grandes desafíos
a trabajadores, empresas, políticos y planificadores urbanos, entre otros.

El tránsito de personas y bienes es un aspecto central de la vida social. Las necesidades de


desplazamiento se han acrecentado, del mismo modo que las posibilidades tecnológicas de
satisfacerlas. En lo que hace a la dimensión cultural, la revolución tecnológica habilita e incentiva la
circulación global de bienes culturales que atraviesa las fronteras nacionales e internacionales. Esto
da como resultado la consolidación de una matriz de circulación que en cada país se actualiza y se
diversifica en función de su historia particular.

En este marco, la circulación, la seguridad vial, el cuidado y la convivencia social se complejizan y,


por ende, requieren de un análisis que permita visualizar, comprender y buscar nuevas soluciones.

La Educación Vial en la escuela no se agota en el estudio de las normas y en la enseñanza sobre la


necesidad de cumplirlas. Implica, también, enseñar a comprender y repensar aspectos del mundo
en el que nos toca vivir.

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En la próxima clase seguiremos trabajando este tema, mientras tanto, los invitamos a leer el
siguiente párrafo que puede clarificar las nociones vistas: La tiranía del automóvil, de Roxana
Kreimer (2006).

Durante el siglo XX el transporte automotor en general y el automóvil en


particular han modificado decisivamente la estructura de las ciudades, el
medio ambiente y las conductas. El automóvil es mucho más que un medio
de transporte: encarna a un tiempo la representación material y el símbolo
de una cultura. Creado hacia fines del siglo XIX y adoptado masivamente en
buena parte del planeta hacia 1940, ha producido cambios tan radicales en
el modo de vida de las personas que aún estamos tratando de comprender
su significado.

Con una rapidez sorprendente el automóvil pasó de ser un sueño de


profetas de la mecánica a convertirse en el primer «animal» masivo creado
por el ser humano para su servicio. Objeto de consumo universal,
privilegiado motor de la economía, generador de modas masivas, mercancía
identitaria por excelencia, expresión máxima del individualismo capitalista,
ha producido más muertes y lesiones que gran cantidad de guerras y, sin
embargo, las víctimas parecerían encarnar la consecuencia «inevitable» e
«inexorable» de la tecnología y del progreso en el mundo moderno. [...]

Mientras las muertes ocasionadas por las dos guerras mundiales han creado
corrientes adversas al ideal de progreso, las muertes suscitadas por el
transporte automotor, por el contrario, aparecen justificadas como una
consecuencia inevitable del progreso tecnológico. En el siglo en el que la
cura de enfermedades extendió sustancialmente el promedio de vida en los
países desarrollados, el transporte automotor engendró más agonía en el

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mismo movimiento con el que anestesió la percepción del peligro. La
investigación de este fenómeno, el de la aceptación globalizada de un
medio de transporte que jaquea minuto a minuto la vida de los ciudadanos
y que ha propiciado la muerte de millones de personas en el siglo XX, no es
una tarea que pueda realizarse en el ámbito de la misma tecnología.
Requiere su elucidación en el marco de una problemática que es necesario
encarar desde la perspectiva misma de la filosofía y de las ciencias sociales.

Kreimer, Roxana (2006). La tiranía del automóvil.

Es importante destacar que podemos tener en cuenta esta actitud crítica sin caer en una
demonización del automóvil. De todos modos, este párrafo nos provee de dos líneas de reflexión
íntimamente ligadas al campo de la seguridad vial:

● La posibilidad de cuestionar «la aceptación globalizada» de ciertos productos del desarrollo


capitalista y el hecho de que sus consecuencias aparezcan «justificadas como una
consecuencia inevitable del progreso tecnológico».
● La idea de que existen rasgos culturales de ese progreso tecnológico que anestesian la
percepción del riesgo. (Beck, Urlich. 1998)

Quienes deseen ampliar estas ideas pueden consultar el texto completo de


Kreimer, Roxana. La tiranía del automóvil. Ed. Anarres. 2006

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Los Núcleos de Aprendizaje Prioritario del área de Educación y Tecnología
recuperan el aporte de diversas vertientes teóricas provenientes de campos
como la Sociología, la Filosofía o la Historia para dar cuenta del carácter
social de las tecnologías y del carácter tecnológico de las sociedades.

A partir del apartado anterior se hace necesario identificar ciertos aspectos que hacen a la
naturalización de la problemática vial.

¿Siniestro o accidente? La seguridad vial también se discute en el lenguaje

La construcción social del peligro/riesgo nos permite cuestionar algunos conceptos


habitualmente ligados a la seguridad vial. En la normativa vigente y en la vida cotidiana se
denomina «accidente» a un hecho vial que causa daños a objetos, artefactos y personas. Sin
embargo, la palabra «accidente» da cuenta de un hecho que ocurrió con cierto componente de
azar y/o casualidad, es decir, debido a circunstancias no deseadas o no conocidas, una
coincidencia de factores inesperados; una serie de sentidos que invisibilizan la responsabilidad
humana sobre estos acontecimientos. Por eso utilizamos la expresión “siniestro vial” o
“incidente” ya que permite vincular el hecho a una situación multicausal, de carácter prevenible
y donde interviene el factor humano como principal responsable.

Entonces, dado que la realidad social se construye y se percibe a través de representaciones


discursivas, consideramos que la seguridad vial es una cuestión que también se disputa en el
lenguaje.

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A continuación los invitamos a ver el siguiente Videominuto realizado por el Centro de
Formación de la ANSV.

Videominuto Incidente, accidente.


Centro de Formación. Agencia Nacional de Seguridad Vial.
https://www.youtube.com/watch?v=opBUiG2H4ik

Para profundizar, les sugerimos leer el siguiente artículo del sitio web “Redacción”:
Cómo evitar la principal causa de muerte en adolescentes y jóvenes: los siniestros
de tránsito.

https://www.redaccion.com.ar/como-evitar-la-principal-causa-de-muerte-en-adole
scentes-y-jovenes-los-siniestros-de-transito/?fbclid=IwAR0MRqcMyNSE_fj_ogl9mD
giTokK67Z0xZOs_bptLjdjwK4kIf9w-SeCkoY

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De la teoría a la práctica

ESTA ACTIVIDAD NO ES PARA ENTREGAR

Se propone esta instancia para que hagan una pausa y reflexionen sobre la lectura que hicieron.
Luego hagan una lista de, por lo menos, tres situaciones que representan un potencial peligro y
que muchas veces las pensamos como “accidentes” sin visibilizar la responsabilidad humana.
Por ejemplo: cruzar la calle a mitad de cuadra, conducir un vehículo escuchando música muy
alta, viajar en una bicicleta sin espejos ni casco, no utilizar apoyacabezas en el auto.

Por último preguntarse:

¿Cuántas situaciones de la vida cotidiana tenemos naturalizadas y no tomamos dimensión de


que son riesgosas y evitables?

Espacio público: espacio de circulación y espacio político

En una primera aproximación, se puede definir el espacio público como aquel lugar en donde el
derecho a estar y circular es inherente a todo ciudadano y que a diferencia de los espacios privados
en los que el acceso puede ser restringido por diversos motivos (propiedad privada, uso estatal,
etc.), el espacio público es de uso común. Así mismo, es importante resaltar la dimensión política
del concepto.

En el siglo XVII el espacio público se conforma como una esfera intermediaria entre la sociedad civil
y el Estado, ubicándose en el núcleo del funcionamiento democrático.

Según las palabras del sociólogo y urbanista catalán Jordi Borja (2005): «el espacio público es
también un espacio de expresión colectiva, de la vida comunitaria, de encuentro e intercambio
cotidianos». Calles, plazas, parques, barrios de viviendas, centros comerciales, escuelas,
equipamientos culturales y sociales forman parte del espacio público.

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Profundizando la idea del aspecto político, este espacio también es el de “los momentos
comunitarios fuertes, de afirmación o de confrontación, el de las grandes manifestaciones
ciudadanas o sociales» (Borja, 2005). El autor registra una dimensión subjetiva del espacio público
que se manifiesta cuando «cada uno siente personalmente que los otros pueden, deben, y se
apropian del espacio igual que mi persona estableciendo complicidades y relaciones densas».
Además, coloca esta dimensión subjetiva en contraposición a los «no-lugares», impersonales, no
apropiables, en los que no es posible la interacción porque son lugares de mero tránsito en donde
difícilmente se pueden generar sentimientos de pertenencia y relaciones con los otros sujetos que,
también, son transeúntes como puede suceder, por ejemplo, en shoppings o aeropuertos.

En definitiva, es el lugar donde colocamos en escena un repertorio históricamente estructurado de


estilos, hábitos, costumbres, habilidades y esquemas que están incorporados en el común de las
personas y que son utilizados (de manera más o menos consciente) para organizar nuestras
prácticas individuales y colectivas. Tanto para el consenso como para el disenso; es el lugar de
puesta en escena de ese sentido común vial del que hablaremos en un apartado siguiente.

Convivencia en el espacio público: Construcción ciudadana


La ciudadanía es la condición básica y elemental que reconoce a una persona una serie de derechos
políticos y sociales que le permiten intervenir en la política de un país determinado. Esa idea inicial
de pertenencia a un Estado-Nación se amplía en una serie de derechos que requieren de la acción
estatal, es decir, derecho al trabajo, a la educación, a la salud, a la protección de niños, niñas,
adolescentes y adultos mayores, derecho a la vivienda, a la seguridad social, etcétera.

Nuestra perspectiva de la convivencia en el tránsito se apoya en estos procesos de democratización


y enfatiza en la necesidad urgente de incorporar en la vida cotidiana y en nuestros traslados por el
espacio público, valores de respeto por otras personas, de cuidado y de precaución.

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CIUDADANÍA

Nos referimos a la ciudadanía como el derecho a tener derechos, según las palabras de Arendt
(1948), y asumimos una concepción que la considera como una construcción histórica y social,
que depende de la sinergia entre la participación y la conciencia social.

Cuando aludimos a la ciudadanía hacemos referencia a relaciones de poder que facilitan o


dificultan la participación en los asuntos públicos, más allá de la participación en actos como
las elecciones. Si aquellas relaciones de poder no se modifican la ciudadanía se convierte en un
discurso retórico. Para que el derecho a tener derechos se pueda concretar es necesario
eliminar las condiciones ideológicas y materiales que promueven varias formas de
subordinación y marginalidad (de géneros, edad, clase, raza, preferencias sexuales, etcétera),
como potenciar los saberes sociales para actuar en los espacios privados y públicos para
reconocer las necesidades de grupos sociales diversos y para negociar las relaciones en los
diversos ámbitos.

Graciela Di Marco et al (2014)

Hasta aquí hemos recorrido algunas ideas y palabras claves que están íntimamente relacionadas con
nuestra concepción de la seguridad vial: espacio público, ciudadanía, derechos.

A continuación les proponemos unir con flechas ¿Qué caso le corresponde a cada palabra? 

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Las respuestas son ambiguas ya que estos conceptos se encuentran vinculados entre sí en una
relación de doble vía: el espacio público constituye un espacio de interacción social en el que cada
sociedad va configurando, en una relación dialéctica, sus modos de ser ciudadanos. En este
interjuego, los derechos y obligaciones configuran una forma de ejercer la ciudadanía, tal como se
muestra en el siguiente gráfico:

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¿Por qué hablamos de cultura vial?

Si bien es fácil ponerse de acuerdo en que estamos disconformes con nuestra cultura vial es
complejo intentar definirla. ¿De qué hablamos cuando hablamos de cultura vial? En principio
implica ciertos conocimientos, prácticas y reglas que rigen nuestro comportamiento mientras nos
trasladamos en la vía pública ya sea en el rol de conductores de vehículos, peatones o usuarios de
medios de transporte público.

En este sentido, disciplinas tales como la antropología y la sociología vial nos proveen de una mirada
atenta sobre las prácticas ─lo que la gente efectivamente hace y cómo lo interpreta y habla sobre
lo que hace─ al transitar por calles y rutas. Ahora bien, al observar sistemáticamente las prácticas
de la gente en la calle podemos reflexionar sobre ellas, desnaturalizarlas y, seguramente,
transformarlas.

Estas prácticas, o sea, la forma en la que circulamos tanto en calidad de peatones, conductores o
usuarios de servicios, no es natural, es algo aprendido. Es una construcción cultural producto de
nuestra historia y, por lo tanto, puede ser modificada. Existen ciertos rasgos distintivos que dan
cuenta de nuestro modo de vida al circular. Las normas legales existen pero tanto peatones como
conductores se sienten habilitados a interpretarlas según su posición, las características de su
vehículo y las circunstancias particulares de la conducción. En los encuentros cotidianos por calles y
rutas solemos ver al resto de los conciudadanos como adversarios –cuando no enemigos─ de
quienes tenemos que defendernos. De este modo, se dan distintas relaciones de poder tales como
dominación de género o control del territorio. En conclusión, rara vez percibimos a las normas de
tránsito como normas de convivencia que regulan nuestra interacción con otros ciudadanos en los
espacios públicos, y, por el contrario, quien practica y respeta dichas normas de convivencia aparece
como una “persona rara”.

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Algunas conceptualizaciones al respecto

«[…] las normas de circulación vial son conceptuadas, significadas y difundidas como simples
normas, datos, informaciones, restricciones porque sí, sin fundamento detrás. Por ello,
conviene redefinir la circulación vial como una forma de interacción humana que no es
separable del resto de las expresiones que se dan en nuestras sociedades [...] no son
simplemente normas, sino una traslación prácticamente literal de códigos éticos y de
convivencia social» (BUXÓ I Rey, 1996).

Las normas legales existen pero son tomadas como datos, como artefactos ajenos;
informaciones prescindibles, restricciones apenas soportables, en efecto, como si no
tuvieran ningún fundamento detrás. Se crea así, una suerte de vacío conceptual
alrededor de cada norma y señal de tránsito. Ese vacío es de “códigos éticos de
convivencia social” (Buxó I Rey, 1996).

Entonces, un límite de velocidad no es una mera señal que nos indica la prohibición de traspasarla;
si observamos el límite estamos reconociendo una forma de existencia y convivencia social.

«La conducta vial, como cualquier conducta humana es un hecho social y por lo tanto, es
aprendida» (Wrigth, 2010). Por su misma naturaleza social, los rasgos de la conducta vial no son
necesarios ni inmutables, es decir, pueden modificarse si se tienen en cuenta los aspectos centrales
que conforman la manera compleja de circular de los argentinos.

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En la serie de videos Cuerpos Metálicos de Canal Encuentro se documentan algunas
características de nuestra cultura vial actual. La lista siguiente no es exhaustiva, pero puede
resultar de utilidad:

● Nuestros desplazamientos se rigen por una serie de pautas y normas informales,


distintas de las reglas formales vigentes.

● Se ha desarrollado un «sentido común vial» –compuesto de una serie de reglas y gestos


ad hoc─ que reemplaza en los hechos a las normas de circulación dictadas por el Estado.
Por ejemplo:

⇢ Atribuimos un alto grado de ambigüedad a las señales viales, aunque tienen un


significado muy preciso son transformadas en objetos decorativos, siempre
sujetas a la interpretación personal de los conductores o peatones.
⇢ Conversión de los vehículos de meros artefactos en verdaderos cuerpos
metálicos: extensiones tecnológicas de los cuerpos físicos de los conductores. De
tal manera que queda instalada la afirmación del sentido común vial: «si mi auto
es mi cuerpo, lo que hace mi auto lo hace mi cuerpo; si le hacen algo a mi auto,
se lo hacen a mi cuerpo».
⇢ Estigmatizamos, permanentemente, las formas de conducir de nuestros
contemporáneos. Estereotipamos así formas de conducir en relación a grupos de
edad –jóvenes, adultos mayores─ y de género –varones/mujeres─ los
imaginamos como tribus urbanas en conflicto.

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Serie Cuerpos Metálicos – Canal Encuentro – 2014
https://www.youtube.com/watch?v=V6wo-5oUYmc

La siguiente historieta de Mafalda (QUINO, 2001) da cuenta de la relación cultural que


mantenemos con las reglas de tránsito, y de la convivencia con el otro en el espacio vial.

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El rol del Estado

El Estado es un término que tiene varios significados. Por un lado designa tanto un país soberano,
reconocido como tal en el orden internacional; y por otro, al conjunto de instituciones y órganos de
gobierno de dicho país. En este último sentido, un Estado es una organización política constituida
por una red de instituciones relativamente estables a través de las cuales se ejerce la autoridad
soberana (democrática o no) aplicada a una población dentro de ciertos límites territoriales
establecidos.

En cuestiones de seguridad vial, el Estado es un actor central y nuestra aspiración más importante
es que la Seguridad Vial, con toda su complejidad y múltiples matices, se fortalezca como política de
estado.

Hablamos de política de Estado cuando esa toma de posición es consecuentemente acompañada


por una asignación de recursos financieros y organizacionales adecuados y se sostiene en el tiempo.
Siempre está acompañada de un conjunto de operaciones discursivas que le otorgan sentido,
buscan aumentar el conocimiento, la legitimidad y comprensión de la ciudadanía, a la vez que
intentan abrir nuevos canales de innovación a través de la participación ciudadana.

En otras palabras, el Estado es mucho más que un ente regulador, tiene una función indelegable en
la formulación y articulación de políticas sustentables que coloquen, en este caso, en la agenda
pública a la seguridad vial con el objetivo de enfrentar este problema: reducir la tasa de siniestros
viales en el país y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Vale aclarar que Argentina es un país federal y garantiza, en la Constitución Nacional, la autonomía
de las provincias y los municipios (art. 121 y 123). Sin embargo, en las últimas décadas, se tiende a
construir políticas públicas que unifiquen criterios y sean coordinadas entre nación, provincias y
municipios. Si bien la autonomía de cada jurisdicción posibilita localizar y contextualizar la política
pública, en el caso de la seguridad vial, esta dinámica va desplegando paulatinamente instrumentos
que inducen al desarrollo conjunto de actividades y programas. Por eso, la intervención del Estado
nacional en la problemática vial tiene que ser planificada, ya que no se trata de un proceso lineal,

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sino de una interacción y articulación permanente que puede adoptar diversas formas de acuerdo
a las particularidades y necesidades de cada contexto.

El Estado es el encargado de diseñar un sistema de tránsito y de circulación


eficiente y seguro, de garantizar las condiciones mínimas de movilidad, y de ejercer
el control y la sanción en los casos de incumplimiento de la normativa que regula
dicha circulación. No obstante, en materia de educación, a partir del sistema
educativo, tiene como tarea central formar a los ciudadanos en aquellos
conocimientos, actitudes y valores que son esenciales para la toma de conciencia
individual, la comprensión de la importancia de asumir un cambio de conducta que
permita prevenir los siniestros viales y reflexionar sobre las causas que provocan
los altos índices de siniestralidad.

Actividades
Para la actividad de esta clase los invitamos a visualizar el video “Respetuosa Argentina” (Consejo
Publicitario Argentino. 2014), y recuperar las nociones vistas en este módulo.

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Respetuosa Argentina - Campaña 2008/9
https://www.youtube.com/watch?v=eEjfW_rmfm0

Foro de debate:

A partir del análisis del video los invitamos a intercambiar opiniones y


consultas en el Foro de debate a partir de las siguientes preguntas:

1. ¿Se sienten identificados con algunas de las conductas vistas en


el video?, ¿con cuál/es?, ¿cómo creen que circulan ustedes?
2. Teniendo en cuenta el apartado visto en esta clase ¿cómo
podríamos definir la actual cultura vial?; ¿cómo circulan las
personas en sus ciudades y cómo creen que es la vinculación con
las normas viales ?

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3. ¿A partir de qué acciones/estrategias podríamos transformar la
actual cultura vial?

Material de lectura
Wright, Pablo (2010). «Imaginarios, símbolos y coreografías viales: una perspectiva antropológica».
Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/seguridadvial/educacionvial/bibliografia

Conocé todos los datos viales de 2016, elaborado por el Observatorio vial, de la Agencia Nacional de
Seguridad Vial:
https://www.argentina.gob.ar/seguridadvial/observatoriovialnacional/estudios

Bibliografía de referencia
Beck, Urlich (1998). La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Buenos Aires: Editorial
Paidós.  

Borja, Jordi. (2005). La ciudad conquistada. ED. Alianza.

Buxo I Rey, M.J. (1999). Riesgo y Cultura. Proyecto de Antropología Aplicada a la Educación Cívica en
el Ámbito de la Seguridad Vial. Universidad de Barcelona. 

Di Marco, G., Llobet, V., Brenner, A. y Méndez, S. (2014). Democratización, ciudadanía y derechos


humanos. Buenos Aires: UNSAM EDITA.

Kreimer, Roxana. (2006). La tiranía del automóvil - Los costos humanos del desarrollo tecnológico.
Buenos Aires: Anarres. Colección Ciencias Sociales. Disponible en: http://www.filosofiapara
lavida.com.ar/LibroAuto2006.pdf

21
Oszlak, O. y O’Donnell, G. (1981). Estado y políticas estatales en América latina: hacia una estrategia
de investigación. Centro de Estudios y Sociedad (CEDES), Documento G.E. CLACSO Vol. 4,
Buenos Aires.

Wright, Pablo. (2010). Imaginarios, símbolos y coreografías viales: una perspectiva antropológica.

Créditos

Cómo citar este texto:

Agencia Nacional de Seguridad Vial (2021). Clase Nro.1: La seguridad vial, una problemática
sociocultural. Curso Virtual de Educación Vial para docentes. Hacia una visión común e integradora.
Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

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