Canto Del Siervo
Canto Del Siervo
Canto Del Siervo
Contenido y uso interpretativo: Se conoce como canto del Siervo o cantos del Siervo a
un conjunto de textos tomados de la profecía de Isaías que hablan de un «siervo» que
padece una serie de sufrimientos con valor redentor. Los pasajes son los de Is 42, 1-4; 49,
1-6; 50, 4-9; 52, 13- 53, 12.
Según la crítica más aceptada entre los exegetas, el libro de Isaías habría sido compuesto en
realidad por dos o tres profetas diversos. Los textos del «canto del Siervo» se encuentran
incluidos en la parte que se adjudica al llamado Deuteroisaías o Libro de la Consolación
(cap. 49-55). Las interpretaciones sobre a quién se refiere el escritor sagrado con el «Siervo
de Yahveh» son muchas y discutidas, dado el carácter polifacético de la persona a la que
refiere: siervo, profeta, mártir, sacerdote y rey. En el cristianismo se ha aplicado
tradicionalmente este conjunto de profecías a Jesús de Nazaret.
Fue el teólogo Bernard Duhm quien propuso la relación entre los textos y los unió en una
sola profecía a pesar de encontrarse separados en el libro. El punto de partida fue distinguir
las veces que la palabra «Siervo» se aplica a Israel y las veces que esto no se podría y que,
por tanto, habría que acudir a una interpretación personal. Con su estudio se iniciaron una
serie de discusiones para intentar aclarar otras problemáticas relacionadas: si se han de
considerar solo esos pasajes u otros, si se trata de una sola persona a quien se refieren los
cantos o varias o un sujeto colectivo, cuál es la relación de esta profecía con el resto del
libro y si pertenecen al Deuteroisaías o son parte de otras profecías añadidas por sus
discípulos.
Indica una especie de «ministro» o «enviado» con una misión particular, destinado a
cumplirla, en este caso a pesar de terribles adversidades y de la propia muerte, es decir,
alguien que ha de cumplir la voluntad de Yahveh por encima de todo y que será
recompensado por ello.
A modo de breve resumen de cuanto los textos del Deuteroisaías afirman hay que decir que
es llamado desde el seno materno con una misión especial: predicar el «derecho» a todo el
mundo, instruir y enseñar con prudencia para fundar una religión auténtica. Para ello
recibió el espíritu divino y le fueron abiertos los oídos. Aunque cumplió tal misión de
manera mansa y dulce, al parecer habría sido derrotado y sufrió ultrajes, fue tratado como
delincuente y, aunque inocente, padeció una muerte injusta. Se habla de que se cargó con
los pecados de los hombres y que Yahveh aceptó su sacrificio expiatorio. Por ello
multitudes se unieron en torno suyo tanto judíos como gentiles y el Siervo verá una gran
descendencia y será grande. Por tanto, la salvación que llega a través de él es universal y no
circunscrita al pueblo judío.
Diversas interpretaciones
Tres son las interpretaciones más comunes sobre a quién o quiénes se deba referir el profeta
cuando habla del Siervo de Yahveh.
Interpretación colectiva
A partir del contexto de todo el libro del Deuteroisaías se recuerda que el título de «Siervo
de Yahveh» es referido de manera expresa al pueblo de Israel (cf. Is 49, 3.5.6; 53, 13; 53,
11, etc.) pues la misión del pueblo escogido es precisamente proclamar el juicio y enseñar a
las demás naciones el «derecho», ser «luz de las naciones» y ofrecer la salvación. También
cuanto se dice del sufrimiento, de la muerte y resurrección se puede aplicar al pueblo de
Israel que sufrió la derrota y desaparición y que luego volvió a Jerusalén.
Sin embargo, se ha criticado esta interpretación debido a que solo aplica para el primer
canto y no para los demás que hablan de una restauración contra un Israel pecador y
rebelde, etc. Además, como afirma Maximiliano García Cordero, su misión es «restablecer
la alianza de este [Israel] con Dios» y por tanto, no puede ser Israel mismo. Así, para salir
de esta objeción, se ha propuesto que en realidad se trataría de un pequeño grupo de justos
de Israel: los profetas, los sacerdotes y los escribas. Sin embargo, el contexto también
indica que tal «Siervo» entraría en polémicas con los jefes. Así, finalmente se ha propuesto
la teoría de que no se refiere al Israel histórico ni a un grupo elegido de justos sino al
pueblo ideal, a la Sión de la que se habla en otros pasajes de los profetas (cf. Is 2, 1-4 y Mi
4, 1-3), el Israel que proclama el monoteísmo (cf. Is 41, 21-29). También esta distinción,
sostenida por teólogos como Cölln, Thenius, Anger, Knobel, Vatke, Ewald, Kosters y
Cheyne, ha sido criticada porque implicaría categorías platónicas que no podían ser parte
del ideario del redactor probable del texto.
Interpretación individual
Moisés o un Moisés resucitado. Dado que es como el prototipo del profeta y del
siervo fiel del Señor. Además la misión que se afirma tiene este «Siervo» coincide
con la actividad y con lo realizado por Moisés según los libros del Antiguo
Testamento. Sin embargo, quedaría por explicar cómo se aplica a Moisés el tema
del martirio, el sufrimiento y la muerte redentora.
David o alguien de su estirpe. Sostenida por teólogos como Burrows y Coppens,
basándose en la mención del «espíritu de Yahvéh» que estará sobre el Siervo, hacen
converger una serie de textos relacionados con David o con su descendencia para
adelantar esta hipótesis. Sin embargo, es la más criticada pues nunca se dan los
caracteres regios al Siervo mencionado en los cantos.
Jeremías. Con bastantes coincidencias sobre su misión y sufrimientos, pero el
espíritu con que vivirán su encargo resulta diferente: el sacrificio del «siervo» es
voluntario y manso. En cambio, Jeremías continuamente se lamenta de su suerte y
de la misión profética que se le ha encomendado.
Ciro, que es llamado también siervo de Yahvéh (cf. Is 42, 1). Existen grandes
paralelos pero también la sustancia de la misión de ambos parece distinta. Uno por
medio de la realeza y el otro por medio del sufrimiento.
Dado que los verbos usados en el texto están mayoritariamente usados en tiempo perfecto,
las interpretaciones anteriores que refieren a personajes del pasado con respecto a la
redacción de la profecía, tienen también un respaldo filológico.
Poco es que seas mi siervo, en orden a levantar las tribus de Jacob, y de hacer volver los
preservados de Israel. Te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los
confines de la tierra.
Un tal conductor de los judíos de vueltas del destierro, afirman estos autores, no puede no
ser un rey. Se aplica a reyes como Zorobabel (sostenido por Sellin), en Meshullam
(sostenido por Palache) o Sesbassar (por Wincler).
Job especialmente usado para explicar el tema de sus padecimientos. Lo sostienen
autores como Cheyne que a su vez cita a algunos rabinos judíos.
En la Iglesia cristiana primitiva, el Siervo de Yahveh fue identificado con Jesús. Así
lo atestiguan algunos pasajes de los Evangelios (cf. Mt 8, 17; Lc 22, 37; Jn 12, 38) y
otros textos del Nuevo Testamento (cf. Hch 8, 32; Rm 15, 21; 1P 2, 22). Los
exegetas discuten si la profecía deba aplicarse de manera literal o típica a Jesucristo
ya que el texto afirma que recibirá honores de parte de los reyes, es decir, gloria
terrena, que Jesús no recibió.
Pero tras las discusiones y opiniones, el tema abierto por Duhm se mantiene como hipótesis
discutida. Por eso, Schökel llega a afirmar:
En nada se ha llegado a un acuerdo. Y cuando recordamos la sencilla postura del diácono Felipe,
que a partir de Is 53 anuncia al eunuco etíope la buena noticia de Jesús (cf. Hch 8, 34s), tenemos la
impresión de que la ciencia bíblica ha gastado inútilmente demasiados litros de tinta y kilos de
papel.
Personalidad corporativa
Pasajes paralelos
Existen en la Biblia otros textos que también hablan de un profeta con una misión especial
comparable a la del siervo como Is 61, 1-4 (que Jesús, según el evangelio de Lucas, se
apropia: cf. Lc 4, 17-19); o que repiten la dinámica del sufrimiento redentor y de la
glorificación posterior como se afirma en una profecía de Zacarías (cf. Zc 12). El salmo 22
habla de los padecimientos de un justo inocente. Este salmo y los textos del canto del siervo
son los más usados por los evangelistas a la hora de describir la pasión de Jesús a la luz de
profecías anteriores.
También existen otros textos no bíblicos pero sí del ámbito judío donde se usa tanto la
expresión «Siervo de Yahvéh» con el sentido de los cantos como el contenido de estos. Así
en Qumrán se identifica al siervo con el doctor esenio, que sin embargo, se reconoce como
alguien no del todo inocente y que no carga con el pecado de los demás, expía solo por los
suyos y más aún, pide venganza por los sufrimientos que padece (cf. 1 QH IX 29-31 o 1 QS
VIII 3.6, etc.).
Por tanto, el autor puede no ser el mismo Deuteroisaías aun cuando estos textos se
encuentren dentro de su colección de profecías. Es probable que fuera algún discípulo
posterior del Deuteroisaías, ya desilusionado de Ciro y que esperaba otra alianza o
sacrificio para la paz y la salvación.
Unidad
Tras los estudios de Bernard Duhm, que separó los cantos y llamó al conjunto canto del
siervo, el teólogo Johan Fischer se ocupó de defender su unidad en un estudio que resulta
ya clásico y aceptado en el ámbito bíblico. Según este autor, el texto fue partido para
introducirlo en diversos contextos, lo cual favorece su interpretación en sentido mesiánico.
Sin embargo, a falta de pruebas más concluyentes la teoría de Duhm no ha pasado de ser
una hipótesis.
La misión profética del Siervo implica toda la tierra: este tema se subraya a menudo y de
particular forma en el segundo canto: «Oídme, islas, atended, pueblos lejanos!» (Is 49, 1).
Y es una misión tan particular que no le ha sido confiada en algún momento de su vida,
como a Abraham o Moisés, sino «desde el seno materno» (cf. Is 49, 1.5).
Los padres de la Iglesia son unánimes al interpretar los cantos del siervo como aplicados a
Jesús. Incluso el capítulo 53 lo citan por entero en sus obras referido a los padecimientos
del Cristo (cf. San Clemente de Roma, Carta a los corintios 16, 2-16 y San Justino,
Diálogo con Trifón, PG 6, 757). Y lo mismo con los demás cantos por parte de Ireneo de
Lyon, Tertuliano, San Cipriano, etc. Así se ha mantenido también la tradición exegética de
las iglesias cristianas.
La liturgia católica latina usa los cantos del siervo en los días domingo de ramos, lunes,
martes, miércoles y viernes de la Semana Santa.