Resumen La Fabula Del Pinguino
Resumen La Fabula Del Pinguino
Resumen La Fabula Del Pinguino
Una manada de pingüinos salió del mar y caminó en el hielo hasta llegar a una
zona de pequeños orificios en el hielo. En este territorio decidieron pasar sus
vidas. Cierto día, un pingüino decidió salir a nadar más lejos del lugar que
vivían y fue atacado por lobos de mar que pasaban por la zona.
El rey era formal, estricto, pegado a las tradiciones. Usaba el miedo para
influenciar a las manadas. Castigaba a los pingüinos que osaban hacer cosas
diferentes a las aceptadas por la tradición. Los castigaba dejando sin comida.
Él contaba historias de depredadores que asechaban a los pingüinos fuera de la
zona conocida y dentro del mar en los orificios en el hielo. Con estas historias
de terror, tenía a sus súbditos sometidos a su poder. Si un pingüino que quería
hacer algo diferente, el rey le decía que no.
La técnica aceptada por el rey era meter el pico al agua y tratar de sacar los
peces que pasaban. La producción de peces era poca y había hambre. Sebastián
sentía que debería haber otras formas de pescar que produjeran mejores
resultados. Se le sugería al rey, pero, como siempre, el rey estaba pegado a
las formas establecidas y a la tradición, y nunca aceptaba consejo.
Un día que Sebastián estaba pescando sin éxito vio que había peces que pasaban
a mayor profundidad, y que la única forma de cazarlos era meter no solo el pico
sino todo el cuerpo. Por lo tanto, pidió a un compañero que lo agarraba de los
pies, para meter todo su cuerpo por unos minutos y coger varios peces
La noticia llegó a oídos del rey y este corrió a comprobarlo. Al lado de los
orificios había decenas de peces listos para alimentar a la manada y todos los
pingüinos estaban felices de haber descubierto está nueva técnica. Después de
observar detenidamente, el rey dijo: ¡Paren! ¿Qué hacen? Está totalmente
prohibido lo que están haciendo. No se puede introducir el cuerpo en el agua.
¿Acaso no saben que hay depredadores adentro, que nuestros ancestros murieron
tragados por los monstruos marinos? Ahora, con sus actos irresponsables, están
atrayéndolos de nuevo. Todos moriremos por su irresponsabilidad.
Todos los pingüinos se quedaron congelados ante el comentario del rey. El rey
preguntó: ¿A quién se le ocurrió esta idea?
Pasaron las dos semanas y todo volvió a la normalidad. Había quedado reforzada
la creencia en la mente de los pingüinos: «Nunca hagas algo diferente, es
peligroso».
Cierto día vino una escasez de peces en la zona. Sin embargo, uno de los
orificios, el ubicado más al norte, todavía tenía una buena producción de peces.
Una noche, mientras los pingüinos del orificio del norte dormían, algunos
pingüinos de los otros orificios vinieron a sacar peces. Hicieron bulla, todos
se despertaron y hubo una gran pelea por los territorios. Por último, el rey
decretó construir barreras de hielo delimitando los territorios. Cada manada
tendría su orificio y viviría con lo que allí pudiera pescar. Ya no se
compartirían los peces entre todos; cada manada, con su orificio, se haría cargo
de alimentarse. Como había mucha desconfianza entre las manadas, se instalaron
guardias para resguardar las fronteras.
Pasaron los días y la situación era crítica: no había peces. Los pingüinos ya
tenían varios días sin comer y, si las cosas seguían así, todos terminarían
muriendo. Sebastián tenía poca energía, pero lo poco que le quedaba la invertía
intentando pescar. Un día que estaba solo en el orificio, porque sus compañeros
ya no tenían fuerzas, vio nuevamente a un pingüino nadando a toda velocidad en
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las profundidades. Esta vez aprovechó que todos estaban adormitados por la falta
de alimentos y cometió el crimen más grande que un pingüino de su manada pudiera
cometer:
Después de unos minutos, Sebastián se topó con una manada de pingüinos que
estaban teniendo un festín, comiéndose todos los peces que encontraban en su
camino. Pero esta manada era diferente a la de arriba. Primero, todos nadaban
adonde querían a toda velocidad; no había un solo pingüino torpe. En segundo
lugar, no había barreras como arriba. Todos trabajan juntos y se ayudaban a
pescar. Unos pingüinos asustaban a los peces hacia una dirección, mientras sus
compañeros de equipo los esperaban con la boca abierta para comérselos. En
tercer lugar, no había orificios. Todo el mar era uno solo y los pingüinos
colaborar para cazar.
Sebastián se unió a la manada debajo del agua y estuvo cazando peces durante
horas y subiéndolos a la superficie. Al día siguiente, cuando los pingüinos se
levantaron, vieron una enorme cantidad de peces que Sebastián había sacado.
'Iodos estaban felices. Cuando le preguntaron a Sebastián cómo lo había hecho,
con miedo se limitó a decir que pasaron muchos peces y los cogió con el pico.
Los peces alcanzaron para alimentar no solo a los pingüinos de su orificio,
sino a la manada de pingüinos.
de oportunidades para todos. Debajo del agua somos pingüinos de verdad, rápidos
y ágiles, como si voláramos, y lo más importante es que abajo hay peces para
todos. Nunca más nos faltará alimento si cambiamos.
El rey estaba rojo de ira. Era una sublevación y tenía que ser detenida. Cuando
se disponía a castigar a sus súbditos rebelados, unos pingüinos se tropiezan,
y empujan de casualidad al rey, quien cae al agua.
A los pocos minutos, el rey y Sebastián navegaban a toda velocidad debajo del
agua. El rey había probado la conducta de zambullirse y estaba viendo los
resultados exitosos de ella. Junto con Sebastián, como si el agua mágicamente
redujera barreras y los ayudara a trabajar en equipo, los dos empezaron a cazar
peces. Estuvieron cazando en equipo por unos minutos y luego subieron a la
superficie con mucho pescado.