Toro San Marcos Prerromano Abadalejo. Ciudad Real.

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Moya-Maleno, Pedro R. (2004): “Un 'toro de San Marcos' en Albaladejo (Ciudad Real).

Aportación al
origen prerromano de los ritos taurinos de la Península Ibérica”, en Revista de Estudios Taurinos.
18. Fundación de Estudios Taurinos. Sevilla. pp. 143-183. ISSN 1134-4970.

Revista de Estudios Taurinos


N.o 18, Sevilla, 2004, págs . 143-183

UN TORO DE SAN MARCOS EN ALBALADEJO (CIUDAD


REAL). APORTACIÓN AL ORIGEN PRERROMANO DE
LOS RITOS TAURINOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Pedro Reyes Moya Maleno 1
1. IntroducciÓn.- II. La Fiesta de La Vaca de Albaladejo.- III. El Toro de San
Marcos y paralelismos entre ambas fiestas.- IIl.1 . Antigüedad de la Fiesta de la
Vaca .- III.2. Sacrificio y Omofagia. - IV San Marcos, toros y ritos agrarios.- IV 1.
San Marcos y espantar al diablo.- IV2. Más toros en San Marcos.- V Conclusión.-
VI. Apéndice.

os mitos, ritos y tradiciones que aún perduran en


muchas localidades de la comarca del Campo de
Montiel (Ciudad Real) han sido raramente objeto de
análisis históricos y antropológicos y, en todo caso,
se suponían inspirados en el calendario cristiano. La pervivencia
de un ritual semejante al de los toros de San Marcos del área·
extremeña, así como la ·importancia de ceremonias propiciato-
rias de la naturaleza en tal festividad, nos permiten rebasar las
cronologías tradicionales y mostrar un trasfondo socioculturql
prerromano, bien de tradición indígena, bien introducido por los
repobladores medievales.

1. INTRODUCCIÓN

A principios de la década de los ochenta del siglo XX, las


1 Jornadas de Estudio del Folclore Castellano-Manchego pro-

1 Licenciado en Historia. Becario de Formación de Profesorado Universitario


de la Secretaría de Estado de Educación y Universidades. Departamento de Prehistoria,
Universidad Complutense. 2004. [email protected]
144 Pedro Reyes Moya Maleno

yectaban la creación de un nuevo marco investigador que res-


pondiera, por una parte, a la superación de las habituales des-
cripciones folcloristas de la idiosincrasia manchega, y, en
segundo lugar, que conjugara la modernidad con la cultura tradi-
cional en la recién nacida Comunidad Autónoma de Castilla-La
Mancha. Pero si algo se puso de manifiesto durante estas jorna-
das fue la necesidad de recopilar sistemáticamente sus tradicio-
nes, puesto que la emigración masiva incidía definitiva y
negativamente en la conservación y difusión de las expresiones
culturales autóctonas (Luna, 1983). Veinte años después segui-
mos reivindicando la necesidad de rescatar y preservar los ritos
y tradiciones que difícilmente subsisten en algunas poblaciones
del Campo de Montiel o, como el caso que presentamos a conti-
nuación, que ya sólo habitan en la memoria de las últimas gene-
raciones que los contemplaron.
El Campo de Montiel es una comarca geográfica situada
entre el sureste de la actual provincia de Ciudad Real y el oeste
.de la albacetense que aparece ya configurada como tal desde el
siglo XIII. Aunque algunos autores apuestan por la plena identi-
ficación del ager laminitanus citado por las fuentes clásicas
-Plin. N.H. III, 6; Strab. III, 2.1 (Domingo, 2000: 46)-, la histo-
ria de la comarca actual va unida a los caballeros de Santiago,
orden militar que la recibe para su defensa y repoblación
(Lomas, 1965; González, 1975).
Su situación de altiplanicie, a caballo entre Castilla y las
sierras de Alcaraz, Segura y Sierra Morena, unido a la presencia
de los pasos naturales que comunican la Alta Andalucía con la
Meseta, el Levante y el área extremeña, han marcado la perso-
nalidad y el desarrollo histórico de su población. Con todo, aun
cuando son varios los caminos que nos pueden conducir a un
mejor conocimiento del pasado del Campo de Montiel, pocos o
ninguno han sido los estudios de conjunto que van más allá de la
descripción de fiestas o de la mera enumeración de yacimientos
,
1
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Fig, n.O 47.- Situación del Campo de Montiel y de Albaladejo.


146 Pedro Reyes Moya Maleno

arqueológicos. No obstante, un análisis más profundo de varios


mitos y ritos populares campomontieleños puede desentrañar
pautas más propias de un sustrato no cristiano que, asu vez, enta-
bla relaciones y semejanzas directas con tradiciones documenta-
das en otras áreas peninsulares (Moya, 2003)2 (Fig. n.o 47).
En este sentido, Albaladejo, localidad de ca. 1700 habi-
tantes en las estribaciones de la Sierra de Alcaraz y Sierra
. Morena, se erige como uno de los núcleos que más y mejor ha
preservado sus expresiones folclóricas, ya sean danzas, leyen-
das, etc. (Echevarría, 1951: 72; Péfez y otros, 1981: 229;
González y otros, 1986). La conservación de sus tradiciones,
sobre todo a causa de la faceta más negativa de la moderni-
dad, no hubiera sido posible de no ser por la .decidida y filan-
trópica actitud de Daniel Lillo, motor y estímulo de la
recuperación de esta parte de nuestra historia. Sean para él
estas palabras en agradecimiento a su inestimable ayuda y
colaboración desinteresada.
Hoy día, poco queda de la Fiesta de la Vaca tal y como se
celebraba en Albaladejo a mediados del siglo XX, y las referen-
cias escritas de la fiesta son simples alusiones (García Rodero,
1992: 218, lamo 147; González y otros, 1986: 348). A través de
la descripción de la antigua fiesta, pondremos de manifiesto la
analogía directa con el desarrollo del conocido toro de San
Marcos del área extremeña. Al mismo tiempo, la existencia de
numerosas ceremonias propiciatorias de la naturaleza en gran
parte de la geografía peninsular en la festividad del evangelista
-muchas de ellas con ganado bovino-, junto a las nuevas visio-
nes que se están generando de dicho fenómeno desde la arqueo-
logía, subrayan el trasfondo netamente pagano, de raíces
prerromanas, de todos esos ritos y costumbres.

2 Agradezco al profesor Martín Almagro Gorbea el decidido apoyo y con-


sejo que me ha brindado en todo momento para la realización del presente trabajo.
Un toro de San Marcos en Albaladejo ... 147

n. LA FIESTA DE LA VACA DE ALBALADEJO


Cada 25 de julio, "festividad de Santiago Apóstol, es tradi-
cional en gran parte del territorio español la celebración de su
patrón, pero en el Campo de Montiel, la presencia de los caba-
lleros santiaguistas durante más de seis siglos determinó decisi-
vamente la primacía del santo en el panteón comarcal. La
impronta de la orden no sólo se aprecia en el estilo artístico de
sus templos (Molina, 1994), sino que, aún hoy, localidades como
Torrenueva, Membrilla y Albaladejo lo mantienen como patrón.
Dentro de la amplia gama de ceremonias que conmemoran
al apóstol nos llamaron poderosamente la atención las descrip-
ciones que nos hicieron de la Fiesta de la Vaca 3 de Albaladejo,
de la que poco o nada queda de la forma y sentido de la celebra-
ción original. Por tal motivo, nos retrotraeremos a los principa-
les rasgos de esta festividad momentos antes de su desaparición,
a mediados de los años cincuenta del siglo XX. Se puede sinte-
tizar del siguiente modo:

29 de junio (San Pedro), la Saca:


Se reúnen el Mayordomo de la Hermandad de Santiago
Bendito, el párroco y el alcalde de Albaladejo y seleccionan la
mejor res de una ganadería. Era la saca de la vaca, generalmente
hembra y oscura, pero cabía la posibilidad de que fuese también
un toro. Era pagada por el Ayuntamiento y por la Hermandad.

23 de julio, tarde:
La vaca se trae a la villa arropada por bueyes y vaqueros;
era conducida a un corral donde se agasajaba -comida y bebida
abundantes- e incluso era custodiada por la Hermandad. En esos
momentos, la vaca, que era denominada Santa Vaca, tiene todas
las atribuciones de un santo. Es considerada como tal y recibe

3 La fiesta también es denominada Fiesta de la Saca o Fiesta de la Aca.


148 Pedro Reyes Moya Maleno

trato y ritos propios de una divinidad. El animal es de carácter


divino y, de hecho, no se podía ni tocar.

24 de julio, mañana. El Desbarre:


Tras el pasacalles de la banda de música en el cementerio
viejo, los vaqueros y valientes, a la voz del Mayordomo y con la
soga que él ha traído, la ensogan por los cuernos. Una vez engan-
chada los cofrades la conducían a las afueras de la localidad y le
daban suelta en un olivar para su admiración con el respeto de
los más valientes. Acto seguido la bajaban al valle y de ahí a la
plaza municipal, donde era bendecida y presentada al pueblo. A
mediodía era llevada de nuevo a su corral para que descansara.

24 de julio, tarde:
Entre las 17 y 17,30 horas se llevaba la vaca ensogada a la
iglesia, donde interrumpía la misa y, después de permanecer allí
por unos instantes sin oraciones ni palabras oficiales de por
medio, era sacada en procesión -escoltada por los Hermanos y
por todos los habitantes (sin autoridad ec1esiástica)- por todas
las calles hasta que no quedara ninguna vía por la que no hubie-
se pasado, por 10 que la duración del recorrido estaban en fun-
ción del paso del animal. A la puerta.de algunas casas, el padre,
hermano o novio de una joven casadera -y como tal se supone
virgen- pagaba cierta cantidad en dinero o en especie a la caja
de la Hermandad para poder subir a la moza en los lomos de la
Santa Vaca. Una vez encaramada la joven, debía palmear la pale-
tilla derecha de la vaca y lanzar vivas en honor a Santiago, a lo
que los vecinos respondían con otro sonoro «viva»4.
Entretanto, durante toda la procesión la gente le colgaba en
los cuernos, a modo de limosna, las roscas de Santiago. De igual
forma transcurría el día grande, el 25 de julio, Santiago Apóstol.

4 En fechas más cercanas los vivas al santo fueron sustituidas por blasfe-
mias: «iViva Santiago Bendito, mecagüen Dios!» (sic).
Un toro de San Marcos en Albaladeja... 149

26 de Julio (Santa Ana), mañana:


Tras las noches de procesión, la res era devuelta a su idíli-
co retiro hasta que el día 26 de julio los matarifes del pueblo la
sacrificaban en un lugar cercano a la iglesia. Desconocemos la
existencia de ritos previos al degollado o del posterior troceado
de la res, pero lo que sí estaba estipulado, al menos desde el siglo

Fig. n.O 48.- Vaca ensogada de Albaladejo en su versión moderna. Foto corte-
síade Daniel Lillo (también recogida por GarcíaRodero, 1992: 218, lárn. 147).

XVIII (González y otros, 1986: 348), era hacer tantas pitanzas


-trozos- como cofrades de la Hermandad hubiese, momento que
se aprovechaba para renovar la cuota o pagar los atrasos.
Tampoco se conoce la existencia de libaciones ni ofrendas a la
iglesia, y tan sólo los nuégados de sangre podrían considerarse
privativos de los matarifes y sus allegados. Así acababa, hasta
el año siguiente, los tres días de la Fiesta de la Vaca, celebra-
ción que había paralizado todas las faenas del campo e incluso
la cosecha, lo que habla de la importancia de esta festividad.
(Fig. n.o 48)
150 Pedro Reyes Moya Maleno

III. ELTORO DE SAN MARCOS y PARALELISMOS


ENTRE AMBAS FIESTAS

Las fiestas de Santiago y Santa Ana conllevan numerosos


eventos en el ámbito nacional protagonizados por reses, pero
debemos reseñar que todas están alejadas, en desarrollo y carác-
ter, de la celebrada en Albaladej 0 5 (Caro, 1984: 20-21; Romero
de Salís, 1998c). Teniendo en cuenta que éstas suelen ser cape-
as, encierros o lanceo de toros, el paralelo más cercano a la anti-
gua Fiesta de la Vaca lo encontramos, sin duda alguna, en el bien
conocido toro de San Marcos del área extremeña.
La ceremonia del toro de San Marcos, tal y como se refleja
en varias publicaciones del siglo pasado, ha suscitado un gran inte- .
rés en varias generaciones de eruditos e investigadores. No obstan-
te, estos estudios retoman desde una posición más analítica la
preocupación de los estamentos eclesiásticos e ilustrados del siglo
XVIII de cara a las desconcertantes características paganas de la
fiesta. Los artículos de Casas Gaspar (1950), Caro Baraja (1974;
1984), Domínguez Moreno (1987), Olivares Pedreño (1997) o
Romero de Salís (1998), a los cuales me remitiré frecuentemente~
exponen las características y los primeros testimonios documenta-
dos de un rito vinculado, en principio, al área extremeña. Por ello,
sería reiterativo comentar de nuevo las particularidades del ritual
que cada 25 de abril se llevaba a cabo, al menos hasta el siglo
XVIII, en Alcántara, Ahigal, Alia, Alosno, Brozas, Casas de Don
Gómez, Casas del Monte, Ciudad Rodrigo, Holguera, Mirabel,
Pozuelo del Zarzón, Salamanca, Talayuela, Trujillo, etc. (ver infra
fig. n.o 51), o volver a transcribir las noticias que tenemos del toro
de San Marcos, como las del doctor Laguna en 1555, y, en espe-

5 Por ejemplo, en Andalucía encontramos Casarabonela y Alozaina de


Málaga; Campofrío y Santa Ana la Real de Huelva, Castro del Río en Córdoba o
Santiago de la Espada-Pontones en Jaén.
Un toro de San Marcos en Albaladejo... 151

cial, las quejas de Clemente VII a finales del siglo XVI, así como
las arremetidas del padre Feijóo en 1736(Caro, 1974: 83-90).
El toro de San Marcos se extiende a priori, si exceptuamos
el caso de Beas de Segura en Jaén (Romero de Salís, 1998), a lo
largo de un eje axial desde las inmediaciones de Zamora hasta la
provincia de Huelva y con un área central en la provincia de
Cáceres que se difumina entre las provincias de Badajoz y
Salamanca (DolIÚnguez, 1987: 55). La mayoría de los testimonios
directos o indirectos que nos han llegado, ya sean descriptivos o
censuradores, proceden de tierras extremeñas, pero he aquí que
conocemos otros ejemplos de los que, aunque no son denominados
propiamente como toros de San Móreos, se relacionan o responden
a gran parte de su ritual y a su significado. Es el caso de una canti-
ga de Alfonso X en la que un toro pierde su fiereza por intercesión
de la Virgen y resulta finalmente ser un estandarte de Fe (Caro,
1984: 17); correr toros en honor a Santa Ana en el convento de
Tudela o la celebración de una corrida en las nupcias de Lucrecia
Borgia y Alfonso de Aragón en la catedral de Palencia (Cobaleda,
2002: 91); de igual modo, el obispo de Salamanca denunció en el
siglo XVIII la común entrada de un toro en la parroquia de Torrijas
en las vísperas de San Gil, y las Sinodales de Oviedo de 1786 pro-
hibían «que en festividad ni en tiempo alguno se introduzcan seme-
jantes animales [buey o novillo] en la iglesia». Dichos animales
también eran llevados en procesión e incluso visitaban hospitales y
los domicilios de enfermos (Casas, 1950: 228-229).
Valiéndonos de la terminología de Caro Baroja, la distri-
bución de los casos parece mostrarnos un área de difusión del
toro de San Marcos mayor que la tradicionalmente propuesta.
Las referencias al fenómeno en poblaciones tan distantes como
Alosna y Castillo de las Guardas, en Huelva y Sevilla respecti-
vamente, o en la diócesis de Oviedo, pasando por la toledana
Torrijos y otras localidades de Ávila (Dorninguez, 1987: 56),
establecen un marco menos localista que el considerado como
152 Pedro Reyes Moya Maleno

nuclear. Aun así, el propio antropólogo vasco (Caro, 1974:99)·


confesaba que «no he podido registrar ninguna otra costumbre
española semejante a la descrita» del toro de San Marcos.
La siguiente tabla expone a grandes rasgos, y de forma
más simplificada, los principales puntos de unión y de divergen-
cia entre la Fiesta de la Vaca y el toro de San Marcos:
SEMEJANZAS DIFERENCIAS

1) Fiesta de carácter municipal y 1) Día de celebración: Santiago


oficial. Apóstol (25 de julio) - San Mar-
2) Meta de la fiesta: Honrar al san- cos (25 de abril).
to, la reproducción de la fiesta y 2) El animal protagonista es una
el acopio de fondos. vaca, aunque cabía la posibili-
3) Máxima relevancia del Mayor- dad de que fuera toro.
domo en las distintas fases de la 3) En la elección de la vaca estaba
fiesta. presente el Mayordomo, pero
4) Identificación plena del animal también el alcalde y el párroco
con la divinidad y se le denomina de Albaladejo.
como tal: Marcos o Santa Vaca 4) En la procesión, la imagen del
5) Saca de la vacada y conducción santo no acompaña a la comiti-
a un corral de la localidad. va de la vaca.
6) La mansedumbre del animal era 5) Fin de la Fiesta totalmente distin-
forzada también por las sogas. to: en Albaladejo la res es sacrifi-
cada e ingerida por los hermanos.
7) Presentación y bendición de la El toro de San Marcos se libera y
vaca en público. recobra su bravura. .
8) Nuestra vaca, también es enso-
gada en la procesión. Otras
citas dicen que el toro de San
Marcos circulaba a su antojo.
9) Entrada triunfal en la iglesia, en
la parte álgida de la misa, y
pasa a ser el foco de atención.
10) Salida del templo rápida.
11) Procesión del animaL por las
calles.
12) Entrada a las casas.
13) Ofrendas de roscas de pan.
14) Contacto lúdico con las mujeres.
15) Recogida de limosnas.
Un toro de San Marcos en Albaladejo... 153

En definitiva, parece obvio que Caro Baroja jamás tuvo


noticias del rito que existió en el sureste de Ciudad Real, ni él,
ni el resto de áutores posteriores. Es más, si exceptuamos
aspectos meramente formales de la Fiesta de la Vaca de
Albaladejo, como la fecha y el propio nombre de la fiesta, y
consideramos nuestro desconocimiento de algunas fases con-
cretas de la festividad, como las palabras utilizadas en la saca
del animal, el ritual sigue de forma paralela, sobre todo en sus
atributos más profundos, a las distintas etapas del toro de San
Marcos descritas por el padre Feijoo en el siglo XVIII o por
dón Vicente Moreno en 1927 (Domínguez, 1987: 49): una res
es sacada de la vacada y conducida-hasta la localidad 6 . Allí se
le admira y se lleva en procesión por las calles, llegando inclu-
so a introducirse en las casas. Su carácter sacro se enfatiza al
relacionarle con las ofrendas de pan, con el contacto de las
mujeres y con su entrada en el templo. Sólo a diferencia de las
extremeñas, nuestra res es sacrificada e ingerida por los her-
manos cofrades.

III.I. Antigüedad de la Fiesta de la Vaca

Como apuntábamos al inicio de esta aproximación a la


antigua Fiesta de la Vaca de Albaladejo, es un rito práctica-
mente desconocido fuera del ámbito comarcal, y hoy en día es
esencialmente recordada por ser fiesta de correr reses; la
vaquilla ensogada (ver supra fig. n.o 48) se ha impuesto a una
ceremonia de indiscutible valor etnológico e histórico en las

6 Luis Zapata recoge, de esta guisa, a finales del siglo XVI, las palabras
que enuncia el Hermano Mayor de la cofradía de Brozas (Cáceres) para que el ani-
mal salga tranquilamente y le .acompañe a la celebración: «Marcos, amigo, ven
conmigo a las Bro\as, que de parte de San Marcos te llamo para su fiesta»
(Domínguez, 1987: 51)
154 Pedro Reyes Moya Maleno

escasas publicaciones que la citan (García Rodero, 1992: 218,


lamo 147). Gracias a la aportación de hombres-memoria7 como
Daniel Lillo, podemos congelar el momento del ocaso de un
más que posible toro de San Marcos en el sureste de Ciudad
Real, pero más difícil es determinar sus orígenes.
Si bien carecemos de investigaciones que hayan buceado ex
profeso en los primeros testimonios de la ceremonia, conocemos
algunos argumentos que retrotraen nuestra fiesta, cuanto menos a
inicios del siglo XVIII. La primera noticia corresponde al Censo
de Hermandades, Gremios y Cofradías mandado redactar por el
conde de Aranda en 1770 (Rarnírez, 1986: 166-167):
«[ ... ] Por la justicia y regimiento de esta villa se expresa en ella
haber una cofradía de Santiago Patrono de su Iglesia Parroquial
haze su función en ella y matando dos vacas se reparten entre
los individuos todo lo que costean los cofrades y en que gastan
anualmente ocho cientos reales vellón cuya cofradía no costa
tener facultad ni aprobación alguna.»
«[ ... ] Que a espensas de los mismos vezinos de dicha villa y por
devoción voluntaria se hacen en dicha Parroquia en cada año la
función a la Purissima Concepción; Santa Ana, San Antonio
Abad; San Sebastián y San Juan Bautista, y que como es volun-
taria esta devoción se hazen dichas funciones guano ay vezinos
que las costeen».
La declaración de las autoridades de la villa no deja lugar a
dudas del sacrificio de reses, en este caso dos, en el día de Santiago
Apóstol. La cofradía del santo tutelar es la que organiza los feste-
jos y muestra de su antigüedad, quizá, es el hecho de que no esté
regulada ni tenga las aprobaciones oportunas. De épocas pasadas y
de los rasgos de la festividad puede hablar la segunda noticia,

7 Justo término utilizado por Carlos Villar Esparza, otro amante del folclo-
re del Campo de Montiel que es digno de elogio.
Un toro de San Marcos en Albaladeja ... 155

fechada ésta en 28 de julio de 1723, en un libro de cuentas de la


Hermandad de Santiago en forma de «ordenanzas que han deguar-
dar cumplir los cofrades que son o fueren de esta cofradía del glo-
rioso Santiago [... ]» (Gonzalez y otros, 1986: 347-348):
«4.- Item que después de haber dicho las vísperas del glo-
rioso Santiago se diga una vigilia de tres lecciones como es cos-
tumbre. El día de su fiesta se diga la Misa Mayor con la
solemnidad que se requiere y se haga una procesión general·
como es costumbre por la intención de los cofrades y en las pró-
ximas Pascuas del año se diga una misa rezada en cada una y
otra misa rezada a 26 de julio las cuales diga el capellán que eso
fuere de dicha cofradía por los hermanos difuntos. [... ]
14.- Item. Que la víspera del glorioso Santiago se mate a
una vaca como es costumbre que sea nueva a lo cual ha de ser
obligado el mayordomo a comprarla y desmenuzarla y darle a
los cofrades como es costumbre y que se romane y se ·reparta a
los cofrades como alcanzase con cuenta y razón y que no se les
de pan ni vino sino sólo su ración decaridad. [... ]
15.- Item. Que el día de Sr. Santiago al reír el alba el cura
esté obligado a ir a casa del mayordomo a bendecir la carne para
empezar a dar la caridad de las pitanzas. [... ]
. 16.- Item. Que el cuero de la vaca se eche en almoneda
entre los cofrades y no entre otras personas que luego se rema-
te en el que más diere. [... ]»
Cuarenta y siete años antes de las tenues pinceladas . del
Censo del conde de Aranda, un texto de orden interno de la cofra-
día de Santiago, como el que acabamos de reproducir, nos aporta
detalles fundamentales que ratifican aspectos de la Fiesta de la Vaca
que aún recuerdan algunos vecinos de Albaladejo. De nuevo encon-
tramos una hermandad que estipula rendir honores a su patrono con
actos propiamente litúrgicos, pero que, a su vez, dispone de forma
156 Pedro Reyes Moya Maleno

manifiesta un acto endogámico en el sacrificio de una vaca, su con-


sumo y su reparto entre la comunidad de cofrades. La omisión de
otro tipo de prácticas de las que posteriormente tendremos constan-
cia, al contrario de lo que pueda parecer, es un rasgo muy común
entre las cofradías que festejaban el toro de San Marcos. Aun con-
tando con la relativa tolerancia de las diócesis, nos encontramos con
hermandades como la de Casas del Monte que en 1669 «ni en sus
decretos ni en las ordenanzas que hicieron los solicitantes se advier-
te una sola palabra relativa al toro» (Dornínguez, 1987: 57): una
normativa que no contemple celebraciones alejadas de la norma
siempre levantará menos recelos entre las autoridades; lo que luego
se haga en realidad es harina de otro costal.
Aunque entre las cuatro ordenanzas anteriores no encon-
tramos nada más allá del sacrifico literal de una vaca en honor
de Santiago Apóstol, podemos leer entre líneas, máxime cuando
conocemos por adelantado el funcionamiento del ritual, que el
evento va más allá de la inmolación mecánica de una res:

a) Gran importancia del Mayordomo. Es el máximo ofi-


ciante tanto en la elección de la res -la saca- y en el
reparto de su carne.
b) Existencia de una procesión general
c) ¿Puede hacer alusión a la irrupción del animal en el
templo el que se pida hacer una misa con la solemnidad
que se requiere?
d) El párroco se halla en su parcela litúrgica: es llamado
para momentos puntuales, como las bendiciones.
e) La cofradía se convierte en una comunidad cerrada.
Sólo los que pertenezcan a ella tienen derecho a recibir
la carne de la vaca y su piel.

Considerado esto, entendemos por otra parte que la conti-


nua referencia de las .ordenanzas a la costumbre de vigilias, al
Un toro de San Marcos en Albaladejo ... 157

sacrificio de la vaca, etc. aumenta la antigüedad del ritual más allá


de 1723. En este sentido, estimamos oportuno sacar a colación un
tercer documento, compuesto de algunos versos de don Francisco
de Quevedo y, por ende, más tempranos que los anteriores:
Musa VI, romance XXXIX: "Doctrina de un marido
paciente"

Conocísteme Pastor,
conocerásme Ganado,
tan Novillo como Novio,
tan Marido como Gamo.
Bien puede ser que mi testa
tenga muchosembarac;os,
mas de tales cabelleras
ay pocos maridos calvos.
también he venido á ser
regocijo de los Santos,
pues siendo atril de San Lucas
soy la fiesta de San Marcos.

Musa VI, romance LXXXV: "Alega un marido suffrido


sus títulos en competencia con otro"

La pedía por Esposa,


para mejorar de trastos,
y ser atril de San Lucas
siendo el Toro de San Marcos.

Estos romances son recogidos por Julio Caro Baroja en


sus Ritos y mitos equívocos (1974: 91-92) junto a otras referen-
cias literarias que aludían al toro de San Marcos. Lo que para el
antropólogo es un ejemplo más de lo conocida que era la cos-
tumbre, para nosotros, sobre todo si tenemos en cuenta la rela-
158 Pedro Reyes Moya Maleno

ciónde Quevedo con el Campo de Montiel, es un apoyo en el


que dilatar un siglo más la existencia de nuestra fiesta, hasta la
primera mitad del siglo XVII; y decimos apoyo, que no pilar,
porque creemos imposible demostrar que la mano del literato
escribió estos versos pensando en tal festividad.
Lo cierto es que Quevedo está íntimamente unido a la
comarca desde que en 1609 empezara a pleitear para obtener el
señorío de la Torre de Juan Abad (ver supra fig. n° 47). Sobre
esta. villa, distante de Albaladejo algo más de 25 Km., Quevedo
había heredado ciertas rentas y, finalmente, en 1621 se convier-
te en su señor. A partir de este momento el escritor se confinará
en su feudo, unas veces en retiro voluntario y otras en destierro,
hasta momentos antes de su muerte en 1645 en Villanueva de los
Infantes (Fernández Guerra, 1897). Sin restar méritos al conoci-
miento de un hombre de Estado que no viajaba sin su biblioteca,
sólo planteamos, con la cautela oportuna, que el escritor pudo
conocer de primera mano la Fiesta de la Vaca de Albaladejo.
En último lugar, las Relaciones Topográficas de Felipe II
repiten el silencio más absoluto respecto a la fiesta. En 1575 la
iglesia de la villa ya está consagrada a Santiago y en las dos
ermitas existentes rigen San Juan y San Sebastián.
«52.- [... ] que en esta villa se guardan cuatro fiestas por
votos que esta villa tiene hechos demas de las fiestas que
la Madre Iglesia manda guardar, y que son las cuatro fies-
tas que se guardan San Sebastian, la Conversión de San
Pablo, Santa Quiteria y en las vigilias destos votos se
guardan ni mas ni menos que las vigilias que la Santa
Madre Iglesia manda guardar, y que estas cuatro fiestas se
votaron por la muerte, langosta y por la rabia y otras cosas
que les pareció a esta villa, [...] y que estos votos son muy
antiguos y tanto que ellos no se acuerdan del tiempo, mas
que · esos votos que siempre se han guardado los dias y
vigilias» (Viñas y Paz, 1971:10).»
Un toro de San Marcos en Albaladejo... 159

Aun siendo conscientes de nuestra insistencia, no resisti-


mos a cuestionamos por qué no se cita la cuarta fiesta y por qué
se insiste tajantemente en que «en las vigilias destos votos se
guardan ni mas ni menos que las vigilias que la Santa Madre
Iglesia manda guardar».

III.2. Sacrificio y omofagia

Los argumentos que hasta el momento vinculan la vaca de


Albaladejo con la de San Marcos son más numerosos y evidentes
que las diferencias que puedan existir entre ambas. Mientras que
unas divergencias las podríamos considerar de índole más formal al
ser fruto de las sucesivas adecuaciones de la fiesta, como la fecha de
celebración o la vinculación de autoridades políticas, solamente la
resolución final de ambas fiestas contrasta radicalmente; el sacrificio
y banquete de la res de Albaladejo -en la que la comunidad se apro-
pia el carácter sacro del animal- difiere de la ceremonia de desacra-
¡ización del 25 de abril por la que el toro vuelve a su hábitat y a sus
instintos naturales 8 . Si bien la manera de clausurar el ritual del
segundo caso es privativo del toro de San Marcos, la ingestión de la
carne de la víctima ha sido una constante desde los más antiguos
sacrificios, como en tiempos romanos: pasado el adorno, consagra-
ción e inmolación de la víctima, el rito finalizaba con el reparto de
su carne entre la divinidad y los hombres (Caro, 1974: 103).
La omofagia o la costumbre de cocinar y repartir entre la
comunidad las reses que se corren y sacrifican en honor a los
santos es bien conocida por los estudiosos de estos temas, lle-
gando a atribuirle virtudes mágico-medicinales a su caldo

8 Con la misma naturalidad que le había citado (ver nota 6), también se le
despide: «Vete, Marcos» (Domínguez, 1987 : 52). Rodríguez Becerra no encuentra
testimonios suficientes de la inmolación de la res y, en este hecho, Álvarez
Miranda y algunos autores franceses niegan la organización de los rituales con
, reses en tomo a su sacrificio. La opinión no es compartida por Pedro Romero de
Solís (1998b, 248-250) Y el caso de Albaladejo podría ser muy significativo.
160 Pedro Reyes Moya Maleno

(Casas, 1950: 229; Romero de Solís, 1998: 83; Cobaleda,


2002: 94-95). Desde el siglo XVI tenemos constancia de inmo-
laciones de ganado vacuno en el Campo de Montiel y de su pos-
terior caridad9 , pero sin duda son los casos de la fiesta de las
Calderas de Soria, las Sopas de San Agustín de Fuentelaencina
en Guadalajara, el toro de San Roque de Siles en Jaén o el Santo
Voto de Puertollano los más citados como paradigma de omofa-
gia; aunque Caro Baroja (1984: 19) señalaba «que estamOs muy
lejos de conocer en sus detalles todo lo que el catolicismo popu-
lar español ha creado en torno a comidas públicas, caridades,
convites de carácter festivo, religioso y Cívico a la par», exami-
nar sus elementos externos nos abre una vía para desentrañar, si
es que se puede, el significado antropológico de la tradición. Por
ello, es necesario destacar que en fiestas a priori distintas a la nues-
tra, reaparecen, además de la citada comida popular, elementos· bien
conocidos por nosotros, como el paseíllo de la vaca por las calles o
la pitanza en el Santo Voto -ocho días después de la ascensión de la
Virgen- (Gómez y otros, 2000). La procesión y el reparto del cuero
vacuno, que en las ordenanzas de la cofradía de Santiago de 1723 no
parecían tener más valor que el meramente crematístico, en
Puertollano son un símbolo expreso de amuleto. En Albaladejo, tal
gesto propiciatorio de buena suerte podría haber sido silenciado por
el tiempo o por las circunstancias religiosas; en opinión de otros
autores, la propia ingestión de la res después de su sacrificio 1o ya
encierra el deseo humano de recuperar la esencÍa y naturaleza animal
que ha perdido en su proceso de socialización (Cobaleda, 2002: 95).

9 Un toro en honor a San Vivar en Alhambra, dos vacas en Villamanrique


por Santa Magdalena y, coincidentemente, en Torrenueva también repartía una
vaca y pan bendito entre los vecinos en el día de Santiago como caridad (Viñas y
Paz, 1971: 45,573 y 544).
\O Aún hoy, la carne de lidia es considerada por algunas personas como un
manjar, sobre todo ciertas partes concretas, interpretación que dejamos para los
seguidores de Piu-Rivers (1984: 32-33)
Un toro de San Marcos en Albaladejo... 161

En conclusión, la identificación de la Fiesta de la Vaca de


Albaladejo con el toro de San Marcos es casi plena. Tan sólo la
distinta resolución del ritual separa con cierto criterio ambas tra-
diciones, pero no creemos oportuno entenderlo como una defor-
mación del colofón del toro de San Marcos extremeño original.
La inmolación de la res, inexistente en el anterior, sí está sobra-
damente acreditada en otras fiestas de toros peninsulares, con la
particularidad de que la oblación es el paso previo a la omofagia
o comida en comunidad de la víctima. ¿Por qué se concilian en
Albaladejo las dos prácticas tradicionales? La pregunta no tiene
fácil respuesta, sobre todo si tenemos en cuenta que todavía
ignoramos algunos datos que puntualicen la presente aproxima-
ción a la Fiesta de la Vaca . La documentación de otras tradicio-
nes y el registro de rituales análogos al de Albaladejo debe ser
compaginado con la búsqueda minuciosa en archivos y libros de
actas locales que verifiquen con firmeza nuestras hipótesis ini-
o ciales (Caro Baroja, 1974: 99), por ejemplo, en cuanto a:
a) La conducta del Mayordomo (fórmulas de reclamo y
despedida y de sacralización de la res)
b) La existencia o no de varillas como las citadas por Caro
Baroja (1974: 99) como atributo de los Hermanos.
e) La participación de los Hermanos en la saca de la vaca.
d) Las artimañas para amansar al animal. .
e) La importancia de procesión formal-papel desempeña-
do por el sacerdote, la talla y otros símbolos litúrgicos-
respecto al protagonismo d~ la vaca.
f) Las deducciones que se sacan del comportamiento de la
vaca.
El hecho de que nuestra fiesta esté atestiguada, cuanto
menos, en los primeros decenios del siglo XVIII, establece una
relación inter pares con las fiestas descritas en el área nuclear
cacereña. La simetría entre fenómenos, no sólo en la mayoría de
los aspectos formales, sino también en los más profundos, úni-
162 Pedro Reyes Moya Maleno

camente es alterada en su colofón. No obstante, San Marcos vol-


verá a cruzarse en nuestro camino.

IV. SAN MARCOS, TOROS Y RITOS AGRARIOS

Cada 25 de abril hacen acto de presencia en la Península


Ibérica todo tipo de festividades y rituales variopintos relaciona-
dos, la gran mayoría de ellos, con el ámbito agrario. Caro Baroja
(1974: 77-82) nos introduce de forma magistral en la importancia
del santo evangelista dentro del calendario cristiano en tanto que
intercala datos de prácticas profanas 'el lo largo de la liturgia· ecle-
siástica. Desde un primer momento las letanías mayores y los
cánones de algunos concilios medievales marcan el carácter agrí-
cola de la celebración y algo también fundamental, la identifica-
ción plena en cuanto a fecha, rito y propósitos con la fiesta romana
propiciatoria del trigo, las Robigalia. Es más, desconocemos qué
rasgos o qué milagros obró San Marcos para que se le relacione
tan directamente con la bendición de camposll aun cuando la ver-
dadera convergencia de la comunidad agraria con el rito oficial
católico -extendido por toda la Península- se celebra unas sema-
nas después, en el día de San Isidro Labrador (15 de mayo)12.
Igualmente se desconoce la razón por la que el evangelista, repre-
sentado con un león, se ha identificado popularmente con un bóvi-
do l3 y ha llegado a ser patrón de la industria cárnica.

I1 La única vinculación entre la . vida de San Marcos y la celebración de


esta fiesta es que su martirio y muerte fue un 25 de abril del 68 d.n.e.
12 Sus hagiografías coinciden en el carácter sincrético del patrón madrile-
ño respecto de las concepciones de santidad musulmana y sus posteriores trans-
formaciones, unidas a la capitalidad de Madrid (Fernández Martínez, 1999;
Fernández Montes, 2001).
13 La identificación entre el santo y el toro supera la relación entre la efe-
méride y su rito, de tal forma que algunos lienzos de San Lucas eran interpretados
como de San Marcos y, en algunas tallas, como.la de Bélmez de la Moraleda
(Jaén), una res acompaña al evangelista (Caro, 1974: 97; López, 1997: 106).
\~.
--1-- -- -- --f ..-- .-
~.<l
164 Pedro Reyes Moya Maleno

Las líneas que hemos dedicado anteriormente al toro de


San Marcos ponen claramente de manifiesto la extraña relación
santo-toro, pero en otras muchas localidades, desde Galicia a .
Murcia y desde Barcelona a las Islas Canarias, también celebran
el día de San Marcos (Fig. n.o 49)14. Las fiestas celebradas en
esta onomástica varían en su desarrollo y apariencia externa;
unas coinciden con celebraciones patronales, otras realizan pro-
cesiones a ermitas y, en la mayoría de los casos, se trata de una
jornada de comidas y esparcimiento campestre.

IV.1. San Marcos y espantar al diablo

Existen núcleos donde la fiesta está arraigada en el mismo


panteón local y, por ende, las ceremonias son organizadas por
cofradías, hermandades y ermitas de toda la Península. Viven su
día grande con todo tipo de procesiones, misas o bendiciones y,
por ello, quedan atestiguadas en la burocracia eclesiástica y civil,
como en el referido Censo de Hermandades, Gremios y
Cofradías del conde de Aranda (Ramírez, 1986)15. Sin embargo,
conocemos otras localidades en las que el 25 de abril es menos
aparatoso aun constituyendo un importante hito en el ciclo vege-
tativo y social de la comunidad agroganadera. Tal es el caso de
gran parte de la comarca de Albaladejo, de otros núcleos colin-
dantes y de las villas de Cuevas de San Marcos, Encinas Reales
y Loja l6 , en las Alpujarras, donde San Marcos es sinónimo de
espantar al diablo.

14 El mapa recoge a modo de ejemplo decenas de poblaciones donde se


celebran distintas formas de la efeméride de San Marcos. Aunque tengo la sensa-
ción de que dejo muchas en el tintero, son una buena muestra de los fenómenos
que estamos poniendo de relieve.
15 En la Mancha del siglo XVIII son pocas -Manzanares, Santa Cruz de
Mudela o Valdepeñas- las poblaciones que se declaran en estos términos .
. 16 http://web.jet.es/loxa/sanmarcos.htm (entrada en l2-IV-2003).
Un toro de San Marcos en Albaladejo... 165

El día del evangelista es una de las fechas principales del


santoral comarcal, tanto en el número de municipios que lo feste-
jan, como en el volumen de personas que moviliza. Se celebra en
un clima distendido con la familia o en cuadrillas de amigos, siem-
pre a las afueras de los pueblos o en lugares apartados, y común-
mente aderezado con comida y bebidas espiritosas. Mantienen
una serie de elementos comunes como a) el hornazo -torta con
chorizo y huevo-, b) salida al campo a comer, y c) la realización
de algún ritual que simbolice el atar el rabo o espantar al diablo.
Los dos primeros rasgos están bastante extendidos por la
Península e inequívocamente relacionados con la regeneración de
la naturaleza (Caro, 1974: 80-81; Romero de Salís, 1998: 104),
pero no cumplirían su cometido si no fueran acompañados del ter-
cer paso. Espantar al diablo no varía intrínsecamente de una loca-
lidad a otra y así, en Cainbil se lanza una piedra lo más lejos
posible, en Loja se anuda una rama de árbol, en Puebla del
Príncipe un romero por cada miembro de la familia, en Alcubillas
el centeno más alto que se vea e, igualmente, en Villanueva de los
Infantes hacen un nudo en el cereal y se rezan 33 credos.
Las variaciones son, en nuestra opinión, meramente for-
'males, incluso en aquellos ejemplos que se presentan más aleja-
dos de la norma; casos como los de espantar al diablo en
Daimiel con una comida campera el día de San José o con 9
noches de hogueras en Ossa de Montiel en tomo al 29 de abril
reafirman la idea d~ la necesidad de comunión entre el hombre y
la naturaleza -aunque, como en el caso de nuestra. Fiesta de la
Vaca, se hayan desplazado las fechas-; esto es, propiciar la for-
tuna familjar, bendecir las cosechas y, ante todo, ahuyentar el
mal personificado en el demonio que acecha los campos.
Espantar al diablo es un ritual personal, y de la comunidad
en última instancia, pero no cívico, como lo podrían demostrar la
escasa presencia de ermitas dedicadas a tal santo en toda la comar-
ca manchega y el segundo plano de la solemnidad oficial. Como
166 Pedro Reyes Moya Maleno

señalamos en la nota 15, las referencias a ermitas, cofradías o


advocaciones parroquiales en el censo del Conde de Aranda son
escasas en la Mancha y casi nulas en la comarca de Albaladejo 17,
. pero, por el contrario, sí reflejan la bendición de campos en Puebla
del Príncipe y la devoción popular a San Marcos en Santa Cruz de
los Cáñamos y Villanueva de los Infantes (Ramírez, 1986).
En la mayoría de localidades donde se ata o espanta al dia-
blo, excepto en Cambil y en Loja, se desconoce el inició de la prác-
tica. En la villa jienense aducen que fue por una plaga de langostas
(López, 1997), mientras que en la granadina unen los orígenes de la
fiesta de San Marcos a los de ' la Cofradía de las Ánimas del
Purgatorio en 1596. Siglos después, la festividad se hizo día de pre-
cepto mediante una Real Orden de Felipe V, en recuerdo de la vic-
toriosa batalla de Almansa. Detengámonos en este dato: un rito de
trazas paganas como espantar al diablo, ya documentado en otros
lugares, en Loja se tamiza a través de una cofradía, y no es hasta la
conmemoración de una hazaña bélica cuando se legitima la tradi-
ción. En semejantes términos analiza Romero de Solís (1998: 86)
otras fiestas de toros en San Marcos de la vertiente sur de Sierra
Morena, Sierra de A1caraz y Sierra de Segura (ver supra fig. n.o 49).

Iv'2. Más toros en San Marcos

En otras villas serranas no encontramos el rito de espantar


al diablo, pero la festividad de San Marcos sí destaca por las
romerías y toros ensogados que, como en Beas de Segura, pre-
sentan varios aspectos decisivos para entender otras manifesta-
ciones que venimos examinando. Las características tradicionales

17 Tan sólo anteriormente, en 1575, conocemos la existencia de una ermi-


ta a San Marcos en Torrenueva, ahora desaparecida (Jiménez Ballesta, 2003: 254).
Cabe recordar que en Torrenueva también se mataba una vaca y la daban en cari-
. dad en el día de Santiago. Sería necesario investigar si tuvo alguna semejanza con
la fiesta de Albaladejo.
Un toro de San Marcos en Albaladeja... 167

que vinculan el toro de San Marcos de Beas a milagros y efemé-


rides derivadas del establecimiento de un convento carmelita es
interpretado por el investigador como una hábil maniobra de los
religiosos para enmascarar un sacrificio arcaico y pagano de los
serranos jienenses (Romero de Solís, 1998: 86).
Las fiestas de San Marcos en las que participan reses se
suceden en toda la provincia de Jaén -Canena, Bedmar, Arroyo
del Ojanco, Peal del Becerro, etc.-, poniendo de manifiesto que
ambas vertientes de Sierra Morena son un área clave, pero no
excepcional. La Alpujarra aúna de nuevo bendiciones del campo,
espan:tar al diablo y fiestas de toros, mas será en Siles y en
Sierra Nevada -Ohanes- donde encontremos los rituales más
parecidos, en forma y fondo, al de Beas: toros enmaromados que
reproducen, ya sea en su adorno, consagración, humillación ante
el santo, ofrendas de roscas de San Marcos, etc. los primeros
momentos del sacrificio (Caro, 1974: 103). El toro de SanRoque
de Siles recorre los casos anteriores pero va un pasO más allá al
completar el tercer estadio de la inmolación dela víctima con el
reparto de su carne (Romero de Solís, 1998: 94), en otras pala-
bras, con la misma omofagia que en Albaladejo 18.
La variedad de tradiciones en las que se desenvuelve la
festividad de San Marcos no sesgan el sustrato común que la
mayoría de ellas encierran; ceremonias propiciatorias de la natu-
raleza entre el equinocio de primavera y mayo, el momento en el
que el vigor primaveral es más que patente, es decir, en la apo-
teosis vegetativa. Existe una firme voluntad de hacer huir el mal
-ya sea espantándolo de forma activa o implorándolo- para que

18 No es extraño la relación entre las 'manifestaciones taúricas en ambas


vertientes de Sierra Morena. La proximidad geográfica - Silesestá a menos de 50
Kms. de Albaladejo- e histórica entre la Sierra de Seguia y el Campo de Montiel
fue tal, que las propias villas de Albaladejo y de Beas pasaron del partido de
Infantes al de Segura y viceversa por pactos medievales entre el siglo XIII y el
siglo XVI (Chaves, 1973: 19; Hervás, 2003).
168 Pedro Reyes Moya Maleno

no arruine las cosechas y la vida que ahora comienzan a brotar.


Las justificaciones eclesiásticas o la figura del sacerdote santifi-
cando las cosechas en el extrarradio, muy significativa en sí
misma, pueden responder a la cristianización de un ritual prees-
tablecido (Caro, 1974: 76; Romero de Solís, 1998: 86); un reco-
nocimiento de iure de una realidad de Jacto.
La festividad del evangelista está bien representada por
toda la Península Ibérica. No obstante, Iglesia, desarraigo cul-
tural y mecanización agraria han sido fundamentales para
constreñir muchos ritos a ciertas áreas -normalmente margina-
les y serranas- hasta el punto de tenerlas por diferentes . Por el
contrario, focos como el Campo de Montiel o la Alpujarra pre-
sentan una triple coincidencia de ritos que giran en torno a la
fecha y sentido del 25 de abril: 1) comida campestre, 2) espan-
tar al diablo y 3) fiestas rituales con toros. Teniendo en cuen-
ta los datos aportados, intentaremos contribuir a un
acercamiento más analítico de una de las creencias y ritos agro-
ganaderos más tradicionales . .

V. CONCLUSIÓN

En un análisis superficial del ciclo festivo de la comarca


manchega del Campo de Montiel, el elemento cristiano es aparen-
temente causa y objeto a la vez de los más variados rituales. Amén
de las celebraciones de ámbito nacional y patronales, cíclicamen-
te tienen lugar una serie de fiestas y conmemoraciones de santos
de los que se ha justificado su presencia en los altares mayormen-
te por las cualidades que les atribuyeron en épocas pasadas.
Todavía en el siglo XXI, cada santo mantiene una parcela de inter-
cesión propia -males de garganta, juicios, embarazos, etc.- y,
aunque muchos de sus fieles ignoran el origen de su santoral local,
a finales del siglo XVI, las villas de la comarca sí decían conocer
el porqué de cada fiesta (Campos, 1986: 153-200).
Un toro de San Marcos en Albaladejo... 169

Entre tantos, los santos que combatían las pestes y plagas


de langosta -San Sebastián, San Agustín o San Gregorio-, fue-
ron de los más honrados,. sobre todo a partir del siglo XVII,
cuando acabaron imponiéndose en estos menesteres, al menos al
sur de Sierra Morena, a San Marcos (López, 1997). Pero San
Marcos no es sólo el santo benefactor por antonomasia de todo
lo relativo al mundo agrario, sino que extiende su intercesión al
ámbito ganadero y, en definitiva, ha sido el propiciador y pro-
tector del sustento de una sociedad campesina. Si bien es fre-
cuente que en momentos puntuales se haya recurrido a la
. intercesión de la imagen más venerada del lugar, «rogándole
todos, desde el ignorante hasta la autoridad más ilustradas, sea la
mediadora de las lluvias» (Machado, 1981: 448), el 25 dé abril
marca el calendario en tanto que es el primer día del estío de
acuerdo con la antigua división del año en dos ciclos, concluyen
los arriendos de pastos de invierno, se inicia un nuevo año pas-
toril (Caro, 1974: 81-82) y es tiempo de organizar ferias de gana-
do, así como de celebrar todo tipo de ceremonias que protegieran
las cosechas del diablo y de sus males. Este momento trascen,..
dental de la regeneración primaveral daba pie a las rogativas o
letanías mayores del cristianismo.
Como ya se ha apuntado anteriormente, ciertos rasgos de
los rituales de San Marcos, entre los que destacamos las letanías
mayores, son fruto del más puro sincretismo de las robigalia
romanas (Caro, 1974: 77). La fiesta, aludida en Varr. Lat. 6, 16;
Plin. N.H. 18,69; Ovo Fast. 4, 907; Servo Georg. 1,51, ha sido tra-
dicionalmente un referente remoto desde el que, a modo de cajón
de sastre, se justificaban todo tipo de manifestaciones de índole no
cristiana. La interpretación de los ritos registrados por eruditos y
antropólogos, permitió a estos avanzar un paso. al hallar en los
datos clásicos argumentos suficientes que probaran tal comporta-
miento y creencias. Estudios como los de Caro Baroja superaron
con creces el folclorismo cristiano, no sin presentar una nueva
170 Pedro Reyes Moya Maleno

barrera interpretativa en las reiteradas alusiones grecorromanas de


la que él mismo se percató. La carencia de nuevas líneas de inves-
tigación, unida, quizás, al escaso eco de los trabajos arqueológicos '
en el campo de la etnorogía, entorpecía, como en el caso del toro
de San Marcos, su propósito de encontrar una conexión convin-
cente con los ritos dionisiacos (Caro, 1974: 110).
Nuestra actitud no es, ni mucho menos, la del Adán frente al
mundo que tan duramente reprochaba a mediados del siglo XX
Álvarez de Miranda (1998: 30) a los autores que escriben de toros
-y de folclore, añadiríamos~. Son numerosos los trabajos que, si
bien no siguen en plena vigencia, han sido un escalón más en el
avance de la investigación y, así, son de gran valor para los enfo-
ques provenientes de otras corrientes o metodologías. En este sen-
tido, creemos que no es oportuno aplicar una analogía directa entre
una fiesta ·actual y otro rito descrito por las fuentes clásicas, pero
tampoco debemos dejar de leer los distintos aspectos de la cere-
monia y capturar su evolución y sus características pasadas; qué
mejor ejemplo que nuestra Fiesta de la Vaca para exponerlo.
Como indicábamos en la nota 3, la festividad que se cele-
bra en Albaladejo cada 25 de julio es denominada, además,
como Fiesta de la Saca o de la Aca. En principio, tanto vaca
como saca hacen referencia a partes integrantes del ritual, bien
sea el sujeto en sí, bien un lance del r.ito, como el de escoger la
res y- sacarla de la vacada 19. Sin embargo, el término aca está
sujeto a controversia, dado que, del mismo modo que puede con-
siderarse una degeneración de los anteriores, también puede
inducirnos al caso inverso: que tanto saca corpo vaca deriven del
vocablo Acca (Daremberg y Saglio, 1969: 15~16; Pauly, 1979:
23; Abascal, 1994: 256) y por tanto, sea un término pagano que

19 En San Pablo de los Montes se celebra otra Fiesta de la Vaca (Casas, 1950:
230, nota 1) mientras que la saca también forma parte de la fiesta de las Calderas
de Soria, y no por ello las equiparamos directamente ala de Albaladejo.
Un toro de San Marcos en Albaladejo... 171

ha sobrevivido en la fiesta. Acca Larentia (Fig. n.o 50) es un per-


sonaje de la mitología romana enraizado en los primitivos cultos
de fecundación y fertilidad de la Península Itálica y que, en oca-
siones, es confundido con divinidades de un talante similar,
como Fauna, Luperca, Ops, Ceres, Tellus o Flora20 . En su caso,
es representada más como benefactora de Roma, ya que era la
esposa del pastor que encontró a los gemelos Rómulo y Remo.
En el sincretismo de las creencias
arcaicas con la religión romana, la
fecundidad se une al crecimiento
vegetativo -el final del ciclo inver-
nal y el incremento de la luz dia-
ria~, de modo que Roma celebraba
en su honor las Larentalia el 23 de
diciembre y también a finales de
abril (Pauly, 1979: 23). Acca
-sigue la leyenda2L fue madre de Fig. n.O 50.- Anverso con la
los Lares, y juntos cada año hacían efigie de Acca Larentia.
sacrificios para obtener la fertili-
dad de los campos. Serán también sus hijos el origen del colegio
de los Arvales, cuyos rituales estaban directamente relacionados
con cultos agrarios y con Dea Dia, divinidad de semejantes
características a Acca.
El lenguaje no es inocente y más en este caso; a nuestro
parecer, preferimos mantener la cautela, denominar a la fiesta de
Albaladejo como Fiesta de la Vaca y reservarnos la coincidencia
de una inédita relación de una divinidad arcaica romana propi-

20 Además de las citadas anteriormente, una buena recopilación .de artícu-


los sobre Acca Larentia se encuentra en Montero y Perea, 1999: 41-42.
21 Aul. Gel., VII, l Y 5-8; Macr., Sat., l, 10, 12-17; Myth. Vat., l, 30; Plin.,
N.H., XVIII, 2-6; OGR, XXI, 1-2; Hier., Chron., pág. 85; Liv., l, 4, 7; Ov., F., III,
55-58; IV, 841-864; V, 451-464;
172 Pedro Reyes Moya Ma leno

ciatoria de la naturaleza con ritos tradicionales de la misma índo- ·


le, como los habidos en San Marcos. De seguir esta línea, volve-
ríamos a topar con el muro grecolatino que inmovilizó a Caro
Baroja y, en consecuencia, hemos de valorar la puerta abierta por
las nuevas interpretaciones derivadas de la arqueología.
J.e. Olivares publicó un novedoso artículo en 1997 en el
que profundizaba en las raíces indígenas del toro d,e San Marcos
partiendo de las descripciones ya conocidas del Padre Feijoo,
Caro Baroja, etc. La geografía del rito, centrada en las provincias
de Cáceres, Salamanca y Zamora, le conduce a relacionar la
ceremonia del evangelista con las deidades indígenas Bandua-
Cosus-Marte Indígena a través de iconografía e inscripciones
localizadas fundamentalmente entre Galicia y Cáceres. Los tres
teónimos hacen referencia, desde el punto de vista religioso, a
una misma deidad y están simbólicamente vinculados con el
toro. Ahora bien, tal y como venimos constatando, los casos tra-
dicionales del rito del toro de San Marcos aparecen representa-
dos más allá de la antigua provincia de Estremadura
(Fig. n.o 51), como en Huelva y Sevilla; el fenómeno se amplía
aún más si reconocemos en los datos procedentes de las provin-
cias de Toledo, Ávila, Asturias y, sobre todo, en nuestra fiesta de
Albaladejo, otros tantos toros de San Marcos. Aunque el autor sí
pone en duda la antigüedad de los testimonios andaluces, el
silencio de Olivares en los otros casos creemos que es involun-
tario y fruto del desconocimiento y, si bien es cierto que los nue-
vos datos podrían desbaratar la coincidencia geográfica entre el
rito y las inscripciones, en un primer momento incluso pueden
complementar su posición: la única excepción que introducía en
su planteamiento, el epígrafe Sonseca (Toledo) (1997: 210) - el
más alejado del área nuclear cacereña- , encontraría ahora relati-
vamente cerca, en Torrijos, otro rito semejante al del 25 de abril.
No obstante, merece destacarse que afirme «que esta coinciden-
cia no asegura plenamente una relación entre ambos elementos,
174 Pedro Reyes Moya Ma leno

pero nos parece un hecho a resaltar y susceptible de ser confir-


mado o rechazado a la luz de datos que aparezcan en el futuro»
(Olivares, 1997: 218) en tanto que la fiesta de Albaladejo no
tiene cabida en el modelo interpretativo de Olivares. Ciñéndonos
a las semejanzas de las ceremonias, y a tenor de la inexistencia
de argumentos que denoten la presencia de Bandua, Cosus o del
Marte Indígena en zonas tan interiores, . el nuevo toro de San
Marcos 'de Albaladejo sólo cabe en la construcción del arqueó-
logo si reconocemos en los distintos ritos de San Marcos los res-
tos fragmentados de un culto prerromano más generalizado .
. Siguiendo con la interpretación en clave arqueológica
podríamos incluso establecer una secuencia tipológica -no cro-
nológica- en función de los atributos comunes que presentan los
ritos celebrados en San Marcos y en otras fiestas que, como en
Albaladejo, han sido desplazadas en el calendario de forma mani-
fiesta. En consecuencia, podríamos estar ante la constatación de
una costumbre precristiana que ha sido desglosada y adaptada a
la nueva situación político-religiosa de la forma más diversa posi-
ble. A grandes rasgos, se nos manifiesta como un culto propicia-
torio de cosechas y fertilidad rural en relación a que:
a) La hagiografía de San Marcos Evangelista carece de
relación alguna con la santificación de campos. Por su
parte, las robigalia sí son fiestas que ya se manifiestan
desde los primeros mOmentos del Estado romano y son
de origen arcaic;o. .
b) Con las romerías y celebraciones del 25 de ·abril se
desea atraer la fertilidad de las cosechas cuando expre-
samente se quiere hacer huir a demonios y seres malig-
nos que rodean a la comunidad.
c) Los bóvidos son protagonistas en el rito y, a pesar de las
distintas manifestaciones poseen siempre rasgos seme-
jantes entre ellas. El toro de San Marcos difiere de la
Fiesta de la Vaca escasamente en el sacrificio de la vícti-
Un toro de San Marcos en Albaladeja... 175

ma y en la omofagia final, .pero este colofón está muy


presente en comarcas serranas colindantes y en otras fies-
tas más alejadas como el Santo Voto de Puertollano o las
Calderas de Soria. Mientras que en unos lugares las reses
forman parte de sacrificios con una carga religiosa indu- .
dable, en otros personifican a la misma divinidad.

Toros en
San Marcos

o Confluencia de las distintas manifestaciones y ritos


en honor a San Marcos

Fig. n.o 52.- Representación esquemática de la confluencia de algunas


manifestaciones en honor a .San Marcos.

d) Coincidencia de lances y elementos accesorios: ofren-


das de pan, contacto entre la naturaleza y la comunidad,
importancia de las mujeres, etc. (Fig. n.o 52)
He aquí que la fiesta del evangelista, en su manifestación
más básica, como la bendición de los campos, se encuentra en
todos aquellos lugares donde se celebran otro tipo de rituales,
pero como apreciamos en la (ver supra fig. n.o 51), encontramos
176 Pedro Reyes Moya Maleno

focos, como en Albaladejo, en los que coinciden varios ritos pro-


piciatorios. A pesar de las aparentes diferencias formales en los
ritos de San Marcos, en todos subyace el favorecer la fecundidad
y la regeneración de la vida. Aunque preferimos dejar lecturas
más antropológicas a los especialistas, a decir verdad, algunos
autores que han seguido esos pasos, los menos, siguen prestan-
do una raquítica atención a la faceta histórico-arqueológica. Las
teorías que manejan son cotejadas con citas textuales de fuentes
clásicas, estudios arqueológicos anacrónicos y autores poco
especializados en arqueología (Cobaleda, 2002: 76-78).
Los distintos festejos de carácter agrícola que hemos recogi-
do en el Campo de Montiel nos trasportan a un entorno no cristia-
no y relacionado con otras áreas geográficas inmediatas y otras más
remotas. Olivares, por su parte, al restringir el hecho religioso pre-
rromano del toro de San Marcos entre la Beturia y la Galicia célti-
ca, y por tanto, a un contexto diferente de la cultura ibérica oretana
y bastetana de ambas vertientes de Sierra Morena, condiciona la
existencia de otros rituales afines en pleno territorio ibérico -como
la Fiesta de la Vaca y demás ritos propiciatorios de la naturaleza ya
expuestos- a la existencia de a) un sustrato indígena común del que
prevalecen distintas manifestaciones desde la edad del Hierro o b)
a la implantación de ritos y mitos foráneos, aún siendo éstos tam-
bién de raíz indígena, por parte de las distintas repoblaciones.
Concluyendo, el método tradicional de estudio de las tradi- .
ciones y leyendas míticas de nuestras sociedades rurales siempre ha
estado presidido por un prejuicio folclorista que trataba todo este
tipo de manifestación como fruto de la imaginación, ingenuidad e
incultura de sus habitantes. El desarrollo industrial ha socavado,
cuando no erradicado, muchas de las prácticas consuetudinarias que
habían resistido la embestida del nuevo ordenamiento cristiano. El
cristianismo y su vertiente católica, tal y como podemos apreciar en
algunas festividades de la comarca del Campo de Montiel, adopta-
ron y readaptaron -conscientemente o no- ciertos aspectos de las
Un toro de San Marcos enAlbaladeja ... 177

creencias populares que se alejan de las premisas oficiales. El res-


catar esos usos y costumbres de esta comarca manchega es una
llamada de atención para que los historiadores y arqueólogos no
estigmaticemos por norma una fuente de información tan rica;
una exhaustiva búsqueda y catalogación de los distintos ritos pro-
piciatorios de la naturaleza en la Península Ibérica permitiría la
creación de un mapa que ,por si mismo, cambiaría algunas de
nuestras concepciones y fronteras de las religiones antiguas y de
la prehistoria peninsular. La carencia del mismo arrastra a nues-
tros trabajos a omitir por desconocimiento datos de ciertas cere-
monias o festividades fuertemente arraigadas en prácticas no
cristianas como puede ser la de San Marcos. Otra cuestión es
interpretar esos mismos ritos.
VI. ApÉNDICE

TORO DE SAN MARCOS ESPANTAR-ATAR AL DIABLO


1 Alcántara Cáceres 11 VillaniJeva de los Infantes C. Real
2 Alosno Huelva 12 Alcubillas C. Real
3 Brozas Cáceres 13 La solana C. Real
4 Casas del Monte Cáceres 14 Membrilla C. Real
5 Ciudad Rodrigo Salamanca 15 Puebla del Príncipe C. Real
6 Holguera Cáceres 16 Loja Granada
7 Mirabel Cáceres 17 Encinas Reales Córdoba
8 Talayuela Cáceres 18 Cuevas de San Marcos Granada
9 Trujillo Cáceres 19 Iznajar Córdoba
80 Almendralejo Badajoz 188 Cambil Jaén
176 Ahigal Cáceres
177 Alia Cáceres RITOS CON BÓVIDOS EN SAN
178 Casas de Don Gómez Cáceres MARCOS
179 Guijo de Coria Cáceres 20 Arroyo del Ojanco Jaén
180 Guijo de Granadilla Cáceres 21 Beas deSegura Jaén
181 Pasaron de la Vera Cáceres 22 Bedmar Jaén
182 Perdigón Zamora 23 , Benamejí Córdoba
183 Pozuelo de Zarzón Cáceres 24 Berchules Granada
185 Salamanca Salamanca 25 Ohanes Almería
186 Castillo de las Guardias Sevilla 189 Bélmez de la Moraleda Jaén
187 Torrijos Toledo 190 Hornos Jaén
191 Mengíbar Jaén
FIESTA DE LA VACA 192 Santiago de la Espada Jaén
10 Albaladejo C. Real 193 Zahara de la Sierra Jaén
178 Pedro Reyes Moya Maleno

ROMERÍAS Y BENDICIÓN DE LOS CAMPOS EN SAN MARCOS

Coruña 57 Cerezo de Abajo Ciudad Real


26 Corcubión 58 Segovia 83 Agudo
27 Noia 84 Alcázar de San Juan
Soria
28 Ortigueira 85 Arenas de San Juan
59 Ólvega
29 Santiago 86 Arroba de Los Montes
Valladolid 87 Caracuel
Pontevedra
60 Medina de Rioseco 88 Castellar de Santiago
30 Pontevedra
89 Cozar
31 Sober Palencia · 90 Fuencaliente
Terúel 61 Astudillo 91 Las Labores
32 Torrevelilla 62 Dueñas 92 Miguelturra
63 Palencia 93 Puerto Lápice
Zaragoza 6 Torquemada 94 Santa Cruz de Mudela
33 Chiprana 95 Tirteafuera
34 Layana León
65 Campo de Villavidel 96 Tomelloso
35 Sobradiel 97 Torre de Juan Abad
36 Villafeliche 66 Sahagún
98 Villarrubia de Los Ojos
37 Villalba de Perejil 67 Villamañán
194 Corral de Calatrava
Huesca Zamora 194 Malagón
38 Acín 68 Coomonte 196 Manzanares
39 Capdesaso 197 S. Cruz de los Cáñamos
Burgos
40 Costean 198 Torrenueva
69 Aranda de Duero 199 Valdepeñas
41 Larrosa
42 Nueno Ávila 200 Valenzuela
43 Villanovilla 70 La Adrada Albacete
Lérida Madrid 99 Bienservida
44 Bellaguarda 71 Valdemoro 100 Fuente Alamo
72 Villamanrique del 101 Montalvos
Barcelona 102 Pinilla
Tajo
45 Balsareny 103 Povedilla
Castellón 104 Viveros
La Rioja
73 Morella
46 Arnedo Toledo
74 Portell de Morella
47 Sajazarra 105 La Calzada de
48 Torrecilla en Camero~ Valencia Oropesa
49 Treviana 75 Sinarcas 106 Méntrida
Salamanca 76 Castelfabib 107 Noblejas
50 Albergueria de Argañan 108 Numancia de La Sagra
Cáceres
51 Beleña 109 Oropesa
77 Arroyo de La Luz 110 Palomeque
52 Cepeda 78 Puerto de Santa Cruz 111 Villarrubia de Santiago
53 Cerezal del 79 Escurial 112 Villaseca de La Sagra
Peñahorcada
Badajoz 222 El Toboso
54 Doñinos de Salamanca
55 La Zarza de Pumareda 81 Calera de León Cuenca
56 Pozos de Hinojo Segovia 82 Mérida 113 Salvacañete
Un toro de San Marcos en Albaladejo... 179

114 Quintanar del Rey 140 Nigüelas 201 Albanchez


115 Villagarcia del Llano 141 Sorvilán 202 Alcaudete
142 Turon 203 Baeza
Guadalajara
143 Válor 204 Bailen
116 Chiloeches
117 Tordesillos Almería 205 Campillo de Arena
144 Adra 206 Carchalejo
Sevilla 207 Garcíez
145 Alboloduy
118 El Saucejo 208 Hinojares
146 Alcolea
Málaga 147 Armuña de Almanzora 209 Huelma
119 Alcaucín 148 Bayárcal 210 Jimena
120 Benaojan 149 Berja 211 Larva
121 Casabermeja 150 Darrical 212 Linares
122 El Borge 151 El ejido 213 Mancha Real
123 El Burgo 152 El Romeral 214 Marmolejo
124 Istán 153 Felix 215 Pegalajar
154 Lúcar 216 Sabiote
Granada
155 Ma'cael 217 Torreblascopedro
Í25 Aldeire
156 Purchena 218 Torreperogil
126 Alfarnate
157 Somontin 219 Torrequebradilla
127 Alfarnatejo
158 Tabernas 220 Torres
128 AIgarinejo
159 Tljola 221 Vilches
129 Cádiar
130 Caratáunas Jaén Córdoba
131 Charches 160 Canena 169 Fuente Obejuna
132 Cherín 161 Huesa
r 170 Priego de Córdoba
133 Jérez del Marquesado 162 Jaen
134 La Calahorra 163 Jódar Murcia
135 Lanteira 164 Peal del Becerro 171 Archena
136 Laroles 165 Porcuna 172 Bullas
137 Los Tablones 166 Santisteban del Puerto 173 Murcia
138 Mairena 167 Siles 174 Totana
139 Montefrío 168 Toya 175 Yecla
180 Pedro Reyes Moya Ma leno

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