03 Proyecto Personal de Vida2
03 Proyecto Personal de Vida2
03 Proyecto Personal de Vida2
De fondo siempre está la inquietud de favorecer que cada persona descubra una nueva forma de contemplar y de vivir la existencia,
guiada por los valores del Reino. En nuestro propio caminar hemos ido utilizando una serie de mediaciones que nos han ayudado a
ello: vivir un proceso de crecimiento en grupo, contar con el testimonio de otras personas y, entre otros, haber realizado un proyecto
personal de vida a través del cual hemos vehiculado nuestro propio crecimiento guiados por el Espíritu.
Si yo he descubierto en mi proceso que la actitud de servicio es fundamental para crecer, la cuestión será la forma y manera de
plasmar y de vivir dicha actitud en la realidad de cada persona. De igual modo ocurre si he descubierto el valor de recurrir a un
proyecto personal de vida (en adelante PPV).
Por otra parte, en nuestra sociedad actual, marcada por el pluralismo de opciones vitales y por la dificultad de encontrar grandes
referentes colectivos con los que sentirse plenamente identificados, resulta más precisa que nunca la tarea personal de construir
unas convicciones y actitudes propias que ofrezcan un marco de sentido, y de hacerlo acompañados por otras personas que se
muevan en una búsqueda común a la nuestra. Los/las jóvenes que han recibido una invitación de Jesús, “ven y sígueme”, perciben
de modo intuitivo que habrá que recorrer un camino para llegar a parecerse a ese modelo de vida que encuentran en Él. Dicha
intuición se ve reforzada por la presencia de testigos (catequistas, cristianos de otras comunidades…), que también están en
camino y a los que el/la joven puede tomar como referencia más cercana de este proceso vital que conlleva “revestirse de la nueva
condición humana”.
Elaborar un PPV y tenerlo como referente de nuestra vida no es la solución para todas estas cuestiones. No es “el” modo de
resolver los grandes interrogantes existenciales del ser humano, ni “el” ingrediente esencial en la construcción de la propia identidad
ni, por supuesto, “el” modo de transformarse en el hombre o mujer nuevo/a. En mi opinión es algo más modesto, hasta prescindible
en determinadas épocas de nuestra vida, pero desde mi propia experiencia y la de muchos/as otros/as hermanos/as, creo también
poder afirmar que se puede convertir en una herramienta de gran valor para avanzar en todos estos órdenes.
3. ¿Qué es un PPV?
El Proyecto Personal de Vida es un medio o instrumento que utilizo para favorecer el crecimiento espiritual, esto es, para avanzar en
el seguimiento de Jesús y en la construcción del Reino, desde un proceso paulatinamente integrador de nuestra FE, nuestra VIDA y
nuestro MUNDO, sabiendo de dónde parto (mi realidad actual), a dónde quiero llegar (la realidad a que me siento llamado) y qué
camino voy a utilizar para conseguirlo.
OPCION FUNDAMENTAL
El/la joven ha hecho opción fundamental por seguir a Jesús y construir el Reino. ¿Cómo define su opción fundamental?
VALORES Y ACTITUDES
Dicha opción fundamental se traduce en una serie de valores y actitudes que ha asumido como propios y desde los que se quiere
mover
ACCIONES
En esa dinámica permanente de discernimiento en la que contempla la interrelación entre su historia, la de Dios y la del mundo,
desde el prisma de su opción fundamental, de sus valores y actitudes, va decidiendo qué debe hacer en cada una de las
dimensiones relacionales que componen su vida (con uno mismo, con Dios, con los demás y con la sociedad) [1]
La elaboración del PPV desde este nuevo esquema será más fácil, a medida que yo haya personalizado más mi opción de vida. Yo
puedo llegar a una opción fundamental genérica, válida para cualquier joven en mis circunstancias, del tipo “quiero seguir a Jesús y
comprometerme a construir su Reino”. Pero también puedo realizar una formulación más personalizada, que responda a lo que ha
sido mi personal camino de vida en el seguimiento de Jesús; así me podría encontrar con expresiones como: “quiero construir
fraternidad como Jesús hermano”, “quiero ser pobre entre los pobres como Jesús”. A estas expresiones personalizadas de nuestra
opción fundamental es a lo que podemos denominar “consigna espiritual”. No es que cada persona tenga que tener una expresión
propia, pero seguramente sí que se sentirá personalmente identificado con alguna forma de percibir a Dios y de vivir su mensaje.
Pues bien, cuando en nuestro proceso vamos personalizando esa opción fundamental, sin duda, también el modo de comprender
nuestros valores y de vivir nuestras actitudes principales va adquiriendo un colorido particular, que nos ayuda a no tener que pensar
cada vez qué tenemos que hacer o cómo tenemos que actuar para ser fieles a nosotros mismos, sin que ello nos excuse de estar
en un permanente estado de discernimiento. Por ejemplo, dos personas pueden tener el mismo valor de la “comunidad” como
consecuencia de su opción fundamental, pero uno comprenderla como un espacio donde aprender juntos los contenidos de nuestra
fe y cómo llevarlos a cabo, y el otro como un espacio donde vivir esa fe que vamos descubriendo. En ambos casos, la comunidad es
un valor de las personas en cuestión, pero se concretará en unas actitudes y acciones distintas, en congruencia con los distintos
énfasis valorativos. Por otra parte, dichos jóvenes no tendrán que estarse planteando permanentemente si han de vivir o no en
comunidad, puesto que ya han descubierto que es un valor vital.
Este segundo PPV es mucho más personal y dinámico, por lo que utilizar un esquema u otro resulta todavía más secundario.
6. Conclusiones
El PPV es una herramienta, un instrumento y como tal debe ser estudiado y utilizado. El Espíritu de Dios sabe servirse de los
recursos disponibles en cada momento y situación, para optimizar amorosamente nuestro rendimiento humano. Por otra parte, hay
que reconocer que el PPV es una ayuda estupenda para cualquier persona, independientemente de la edad que tenga.
Lógicamente para el/la joven que se está acercando al evangelio o que está queriendo vivir conforme a él, la posibilidad de utilizar
una mediación que le ayude en la construcción de su identidad como persona seguidora de Jesús y de su Reino, puede resultar
vital.
Por último, no hay que olvidar que puede ser muy interesante, que los PPV de cada miembro de una comunidad comparta e
iluminen y se realimenten del proyecto comunitario que se haya ido forjando en esa historia colectiva de liberación.
[1] Obsérvese que en el primer PPV el esquema era: dimensión relacional (p.e. relación con Dios) – objetivos – medios, tiempos, modo de evaluarlos. Ahora
es: opción fundamental., valores y actitudes, plasmación de los mismos en acciones en cada una de las dimensiones relacionales de la persona. En términos
generales, el primer PPV era más obra de la voluntad y decisión del joven, mientras que en el segundo PPV, el/la joven incorpora lo que ha percibido como
querer de Dios sobre su persona y realidad, junto con su propio querer y decisión.