Crisis 98
Crisis 98
Crisis 98
1 .CONTEXTO INTERNACIONAL
LAS CONSECUENCIAS
MOVIMIENTO OBRERO
El movimiento obrero surge de la Revolució n industrial como consecuencia de la
falta de derechos que los trabajadores tenían en las fá bricas. Se inició en Inglaterra.
Al no existir todavía ningú n tipo de control los trabajadores se veían expuestos a
jornadas de trabajo de má s de doce horas en fá bricas insalubres, bajo una estricta
disciplina, sin seguridad ante enfermedades, accidentes, despidos o jubilaciones,
con salarios muy bajos y los niñ os trabajaban (siendo uno de los objetivos má s
atractivos para los empresarios porque sus salarios eran sustancialmente
inferiores).
En los primeros decenios de la industrializació n se produjo una degradació n de las
condiciones de vida de los trabajadores:
a) Aumento de la jornada laboral.
b) Pérdida salarial.
c) Generalizació n del trabajo infantil.
d) Negació n ante la ayuda econó mica para enfermedades, paro forzoso o vejez.
PRIMERAS ACCIONES
Debemos situarles en el reinado de Isabel II y finales del reinado de su padre
Fernando VII. Durante esta etapa el movimiento obrero va a estar relacionado con
dos cuestiones bien diferentes. Desde el punto de vista de las acciones llevadas a
cabo hay que indicar que inicialmente las actuaciones son individuales y a veces
con un cierto cará cter desesperado y poco eficaces. En la mayoría de las ocasiones
esta relacionado con lo que el movimiento ingles denomina ludismo (palabra que
procede de Vet Ludd, que fue quien promociono estas ideas de luchar contra la
maquina. Murió en la horca). Son acciones que van contra la maquina, a la que
responsabilizan, los obreros, del paro. Estas acciones de destrucció n de maquinas
está n documentadas en Alcoy (Alicante) y Barcelona, contra la introducció n de la
maquina de vapor; pero las má s radicales son en 1854 en Barcelona contras las
Selfactinas, movimiento que llego al incendio y destrucció n de algunas fabricas.
Aparecen asociaciones de prensa obrera, ateneos, y son conocidos los locales para
reuniones obreras.
ANARQUISMO Y MARXISMO
El anarquismo y el marxismo son las dos ramas principales en las que se ha
dividido histó ricamente el movimiento socialista. Ambas han realizado una crítica
al sistema capitalista oligá rquico y han buscado una alternativa para sustituir a
éste. Las relaciones entre anarquistas y marxistas no han sido siempre fá ciles
puesto que pese a compartir su crítica hacia el capitalismo, en especial el
anarquismo, han manifestado visiones diferentes manteniendo varios puntos de
discordia. Para Karl Marx las ideas de Pierre-Joseph Proudhon eran, segú n su
opinió n, las propias de la pequeñ a burguesía francesa de su época. Asimismo Mijaíl
Bakunin se enfrentó con Marx en los debates de la Primera Internacional por la
cuestió n del derecho de herencia. Para el primero era imprescindible su abolició n,
para el segundo era una idea secundaria pues la abolició n de la propiedad privada
de los medios de producció n llevaría implícita la desaparició n de la herencia.
SIMILITUDES Y DIFERENCIAS
SIMILITUDES
Las dos ideologías obreras van a encontrar siempre enfrente a un enemigo comú n:
la burguesía, que, como es ló gico, no va a tolerar que los obreros trasformen la
sociedad ya que ello conllevaría su propia desaparició n. La ú nica solució n posible
para cumplir el objetivo de liberar a la clase trabajadora es eliminar la sociedad
burguesa y el sistema capitalista, en este punto está n de acuerdo, en lo que no
estará n será en los métodos para acabar con el capitalismo.
Otro paralelismo entre marxistas y anarquistas es que, una vez que se haya
producido la liberació n de la clase trabajadora tras el fin del capitalismo, la
propiedad de todos los bienes sería colectiva y por tanto quedaría abolida la
propiedad privada, uno de los principios bá sicos de la burguesía y el liberalismo
político. De todas formas también en este tipo de propiedad colectiva habrá
diferencias de matices entre las dos propuestas obreras.
DIFERENCIAS
Hasta ahora hemos visto las coincidencias entre las dos corrientes, pero es mucho
má s lo que les separa que lo que les une, haremos un recorrido por distintos
aspectos para subrayar cuá les son esas diferencias en el modo de entender la
política, la ideología, la economía, la sociedad...
Los marxistas son partidarios de que los obreros organizados tomen el poder
político a través de una revolució n, es la forma que ha tenido la burguesía de
acceder al poder, y una vez el proletariado en el poder se establecerá la dictadura
del proletariado para desmontar el sistema capitalista y como transició n hacia la
sociedad sin clases en la que todos los hombres será n iguales.
c) Los protagonistas.
Para Marx serían los obreros los que acabarían con el capitalismo por tener una
mayor conciencia de clase, casualmente podían contar con otros aliados como el
campesinado, pero el protagonista fundamental debía ser el proletariado.
Los anarquistas, sin embargo, piensan que la eliminació n del capitalismo y la
sociedad burguesa sería llevada a cabo por los campesinos, y en su modelo
alternativo de sociedad proponen una vuelta al campo, en el panorama de la II Rev.
Ind. esto supone un idealismo.
La dictadura del proletariado será inevitable para los marxistas, en esta fase
transitoria debe existir un Estado fuerte, autoritario y centralizado para acabar con
los restos del capitalismo.
La postura anarquista será radicalmente opuesta, van en contra del Estado y por
tanto éste tiene que desaparecer, no se trata de sustituir a la burguesía por los
trabajadores en el poder, sino eliminar el poder, el Estado y la autoridad como
fuentes de desigualdades entre los hombres. Su propuesta es la de una sociedad
dividida en comunas o células anarquistas que espontá neamente se federarían
para coordinarse en algunos asuntos de interés general pero sin que existan
estados, ejércitos ni fronteras.
a) La importancia de la economía.
Ya hablá bamos en la primera parte del tema que los dos movimientos está n de
acuerdo en que tras el capitalismo debe abolirse la propiedad privada y que la
nueva forma de propiedad será la colectiva, pero en la manera de entender esa
propiedad colectiva también hay diferencias. Los marxistas dicen que la propiedad
debe ser colectiva pero en manos del Estado mientras exista la dictadura del
proletariado. Los anarquistas prefieren una forma de colectividad má s directa, que
sean los miembros de las distintas comunas los dueñ os y propietarios, no el
Estado, porque no creen en él, sino los trabajadores.
3. Alguna diferencia desde el punto de vista social.
En los dos casos encontramos en sus propuestas una sociedad de hombres iguales
tras la desaparició n del capitalismo, sin embargo, en la manera de entender esa
igualdad también hay diferencias. Los marxistas anteponen los derechos colectivos
de una comunidad o Estado, a los derechos individuales de las personas. Los
anarquistas reniegan de los derechos de un colectivo y se centran en los derechos
individuales de cada uno de los integrantes de la nueva sociedad.
b) La religió n.
Las dos ideologías son ateas. Las dos subrayan la alianza que hay entre la Iglesia y
la burguesía, el entendimiento entre Estado e Iglesia ... Marx dijo que la religió n es
el opio del pueblo con ello se mostraba en contra de algo que coarta o limita la
libertad del hombre y en su ideología los marxistas se mostrará n ateos y su futura
forma de estado será atea. Los anarquistas expresará n de una forma má s ambigua
su postura ante la religió n, que va desde las ideas de Bakunin si Dios existiera
habría que hacerlo desaparecer hasta una cierta tolerancia de los distintos cultos,
en este sentido se muestran má s ambiguos y flexibles que los marxistas.
Hemos señ alado como tienen los dos movimientos un objetivo comú n: la
liberació n de la clase trabajadora, sin embargo los medios para llegar a ese
objetivo son muy distintos.
Marx no rechaza la participació n en el juego parlamentario burgués, pero su
principal objetivo es que el proletariado se haga con el poder a través de una
revolució n, esa revolució n debe estar perfectamente organizada y, siendo realistas,
los marxistas reconocen que es imposible que se pueda dar en todos los sitios a la
vez, en cada país se producirá la revolució n cuando las circunstancias lo permitan.
Junto a la revolució n como medio para llevar a cabo la eliminació n del capitalismo
los anarquistas proponen otros métodos como el terrorismo, las insurrecciones...
casi todas estas acciones será n condenadas por Marx, el terrorismo por
considerarlo pueril y las insurrecciones por prematuras y descoordinadas.
MÉ TODOS DE LUCHA
Las tendencias relacionadas con el movimiento obrero ofrecían resistencia a la
autoridad de diferentes modos así; aquí tenemos una lista de los métodos má s
comú nmente usados:
Ludismo Es un movimiento en contra de las má quinas, ya que se veían
como la causa motivo de los problemas de los obreros: bajos sueldos,
despidos...
Cartismo El cartismo consistió en un movimiento en Inglaterra que trató de
presionar al parlamento mediante la recogida de firmas en apoyo a
determinadas cartas donde se reivindicaban ciertos derechos.
Diá logo social
Negociació n colectiva
Resistencia civil
Desobediencia civil
Sociedades de correspondencia
Sindicalismo
Sindicalismo marxista
Anarcosindicalismo
Sindicalismo revolucionario
Sindicalismo corporativista
Parados en lucha
Protestas
Huelgas
Manifestaciones
MARXISMO Y ANARQUISMO EN ESPAÑ A
Los orígenes del anarquismo españ ol se remontan a la visita que en 1868 hizo el
italiano Giusseppe Fanelli, un hombre de la internacional, a varias ciudades,
Barcelona, Madrid, Valencia, principalmente. Había triunfado la Gloriosa
revolució n que destronó a Isabel II, y abría un periodo constituyente que permitía
la libertad de reunió n y asociació n como en ningú n otro período anterior de la
historia contemporá nea de Españ a. En enero de 1869 se constituyó un nú cleo
provisional de la AIT en Madrid, compuesto, entre otros, por el zapatero y luego
cantante de zarzuela Francisco Mora, el grabador Gonzá lez Morago y el tipó grafo
Anselmo Lorenzo. Igual hicieron en Barcelona el tipó grafo Rafael Farga Pellicer, el
médico Gaspar Sentiñ on y dos estudiantes andaluces, García Viñ as y Trinidad
Soriano, junto a otra secreta de la Alianza.
En aquel tiempo republicanismo y movimiento obrero caminaban estrechamente
unidos y la prensa republicana servía como cauce de las reivindicaciones de los
trabajadores. Así, personajes como Pi i Margall - difusor de Proudhon - o Fernando
Garrido conectaron con los primeros internacionalistas. Ya al congreso de la
Internacional de Bruselas del añ o 1868 había asistido el catalá n Marsal Anglora,
maquinista, bajo el seudó nimo de Sarro Magallá n, y un añ o después, al de Basilea,
irían Farga Pellicer y Gaspar Sentiñ on.
En 1870, en el primer Congreso Obrero Nacional, quedó constituida oficialmente la
Federació n Regional Españ ola - FRE - de la AIT. Las gestiones de Fanelli habían
dado su fruto y la mayor parte de aquellos primeros dirigentes aceptaron las tesis
bakuninistas, especialmente el apoliticismo, aprobadas sin dificultad. La prensa
obrera empozó a difundirlas a través de La federació n de Barcelona, o La
solidaridad de Madrid.
En el III Congreso de la FRE en diciembre de 1872, celebrado en Có rdoba, la
mayoría bakuninista se vincula a la Internacional surgida de Saint-Imier,
sustituyéndose el Comité Federal, tachado de centralista, por una Comisió n
Federal, que residiría hoy en Alcoy.
Sagasta, primer ministro de Amadeo de Saboya, ordenó a los gobernadores civiles
la disolució n de la internacional acusada de se la utopía filosofal del crimen. Era la
consecuencia del triunfo del Gobierno en el Congreso de los Diputados ante una
interpelació n sobre la ilegitimidad de la Internacional. Si embargo, el fiscal del
Tribunal Supremo, Eugenio Díez, dirigió una circular a las audiencias en la que
interpretaba que, de acuerdo con la constitució n, no podía perseguírsela.
En 1873, durante la I Repú blica, se produjo la insurrecció n de Alcoy protagonizada
por los trabajadores textiles y dirigida por los internacionalistas. Pedían la
disminució n de la jornada de trabajo y aumento salarial. Los hechos se
precipitaron cuando una delegació n de obreros fue tiroteada al salir de
entrevistarse con el alcalde, quien resultó apaleado por la muchedumbre y varios
edificios incendiados.
Con la reinstalació n de la monarquía borbó nica en la persona de Alfonso XII en
1875 la Internacional fue estrechamente vigilada y perseguida, al igual que el resto
de Europa y América. Disperso el movimiento obrero tras el congreso de Veviers,
los anarquistas quedará n arrinconados y entrará n en un periodo de recomposició n
y enfrentamientos ideoló gicos.
Ciertamente, Españ a no se encontró entre los países de Europa má s utilizados por
Marx y Engels para el desarrollo de sus investigaciones, tanto en terreno
econó mico como político. Naturalmente esto obedece a hechos materiales, pues en
Españ a, tanto la gran burguesía políticamente, así como el desarrollo del
capitalismo, se encontraban mucho má s atrasados que en países como Inglaterra y
Francia, países fundamentales para el estudio marxista de las relaciones de
producció n econó micas y políticas má s avanzadas.
No obstante para Marx y Engels, algunos acontecimientos histó ricos y políticos en
la historia de Españ a son del má ximo interés, y el marxismo no podía
menospreciarlos ni tan siquiera mínimamente.