Mateo 10, 26-33

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Hoy es miércoles, 17 de junio, y estamos aquí reunidos a través de este medio para llevar

a cabo la lectio divina del decimo segundo domingo del tiempo ordinario. El día de hoy,
Jesús nos quiere invitar, al igual que a sus apostoles, a tener tengamos confianza y fe en
lugar de miedo para llevar la palabra a todos los rincones del mundo. Ese mensaje no
debe llevarse a encondidas, sino todo lo contrario, debe llevarse de manera visible, a
puertas abiertas, a la luz del dia.

Empecemos esta lectio pidiendole al Espíritu Santo que nos brinde la sabiduría necesaria
para acercarnos a la palabra de Dios, que nuestro corazón se encuentre abierto y en
disposición para cumplir su voluntad. Pidamos además que guie nuestros pasos, nuestras
palabras, nuestras decisiones y que permita que esta lectio traiga a nuestra vida mucha
fe, amor, y convicción profunda en Jesús.

Con esto, iniciamos el evangelio según san Mateo Capitulo 10, versículo 26,33:

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque
nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a
saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído
pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden
matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se
venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin
que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis
contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi
Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre
del cielo.»

Palabra del señor.

Recordemos que la primera parte de la lectio divina nos invita a profundizar en qué “dice
el texto” y para esto vamos a resaltar tres elementos clave del evangelio de San Mateo
para ser discípulos y misioneros en Cristo.

El primer elemento hace énfasis en la invitación que, en reiteradas ocasiones, Jesús hace
a los discípulos para que no “tengan miedo”. Jesús entendía que llevar el mensaje de la
verdad no era una tarea fácil. Por el contrario, conocía todos los riesgos y peligros los
cuales enfrentaban sus apóstoles y por eso insiste en “no tener miedo”. El evangelio hace
énfasis en que no existe nada que no llegue a descubrirse, nada que pueda permanecer
oculto. Por esto, Jesús invita a sus apóstoles proclamar desde la azotea, tratando de
indicar que no se puede llevar el mensaje a voces bajas, ni escondidos; sino desde lo alto,
desde lo visible, como lo menciona el evangelio “a plena luz del día”.

El segundo elemento hace énfasis en no “temerle” a aquellos que puedan matarnos,


porque estos no pueden llegar a nuestra alma. Jesús señala que debemos tener cuidado
con aquello que, si verdaderamente puede llegar a atacar nuestra alma, porque este es el
enemigo. Ese enemigo que puede destruir con fuego nuestro camino a Jesús.
Indiscutiblemente seremos atacados, seremos atacados durante nuestra misión en este
mundo y debemos permanecer bajo la oración para que las acciones, palabras y actos de
los demás no nos permitan continuar nuestra evangelización con un corazón limpio,
dispuesto a dar amor incondicional, incluso a aquellos que nos atacan.

Finalmente, el tercer elemento que queremos destacar es la confianza en nuestro Padre.


Jesús nos recuerda que si un pájaro, un gorrión no sufre si no es la voluntad del Padre,
entonces así mismo Dios nos protegerá si somos perseguidos a causa del evangelio. Esta
palabra nos da la fuerza y la vitalidad para enfrentar cualquier dificultad en este camino
propuesto por Jesús. No nos detendremos porque tenemos ese amor de Dios, que estará
para nosotros en ese momento de dificultad, de señalamiento y de persecución.

Este evangelio nos ofrece una especie de pautas que debemos seguir para convertirnos
en unos misioneros o evangelizadores con éxito: no tener miedo, permanecer limpios de
corazón frente a las circunstancias y confiar en el Padre.

Anunciar el evangelio supone una convicción profunda, un amor inigualable por la misión
de Cristo y, sobre todo, el entendimiento de que el Padre estará con nosotros, nos
protegerá y nos guiará a través de su espíritu santo.

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Después de entender “qué dice el evangelio”, vamos a pasar a respondernos “ qué me


dice a mi el texto”. Dios nos esta hablando a través de su palabra. Nos habla a cada uno
de nosotros desde nuestra necesidad, nuestra angustia y nuestra expectactiva. Por eso
debemos atrevernos a abrir nuestro corazón a Dios y dejar que entre en ti, que te hable,
que se comunique a través de su espiritu

Para esto, les recomendamos que identifiquemos frases, palabras que nos hayan llamado
la atención, que nos hayan despuertado algún sentimientos, eso que tu crees que Jesús
te esta diciendo.

Puedes ir respondiendote:

1. ¿Cuáles son las cosas que te provocan miedo hoy?


2. ¿Qué actitud te dice Jesús que debemos tomar ante los miedos que se nos
presentan en la vida?
3. En tu vida diaria ¿das testimonio público de Jesús, en tu escuela con tus
compañeros, en tu trabajo, en las cosas cotidianas? ¿En qué puedes mejorar en tu
testimonio público que tú crees en Jesús?
4. ¿Me doy cuenta que mi vida vale más que las otras cosas de la creación y que no
debo tener miedo de lo que me suceda? ¿Está mi esperanza puesta en Dios?
5. ¿Reconozco que Jesús es el Señor y Salvador en medio de mis situaciones
cotidianas?
6. ¿Reavivo la esperanza de encontrar a Jesús después de esta vida terrenal y que
Él me reconozca ante el Padre para la vida eterna?

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Cuando nuestro corazón no esta habitado por la fuerza del espiritu, es fácil que el miedo
llegue a nuestra vida. Ese miedo a lo que piensen los otros de mi, ese miedo a las
decisiones que favorecen la misión de Cristo pero que quizás no nos aporta ese
seguridad que el mundo hoy entrega: la seguridad del dinero, de ser “exitosos” frente al
mundo, de tener prestigio. Esa misión de cristo suele ir contravia de lo que el mundo me
invita, lo que el mundo me ofrece.

Mateo nos invita pues a través de este evangelio en “no tener miedo”. Nos invita a confiar
en que estamos con el Padre que nos ama, que estamos con un hijo que nos salva del
pecado y que estamos con un espiritu santo que nos guía.

No tengas miedo, pues sólo fracasa el que nunca lo intenta. Confía en Dios y se te
acabarán todos tus miedos y tus temores.

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Ya entendimos que dice el texto, ya nos acercamos al mensaje que jesús nos ha dado a
cada uno de nosotros, y ahora es momento de responder ante él. De contestar a su
mensaje. El ya nos hablo, y ahora es nuestro turno.

Recuerden que la oración puede ser de gracias, de petición, de perdón. Qué es lo que
quieres decirle a Dios hoy. El te esta escuchando.

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Señor, me has llamado para ser tu testigo, para llevar a todos los rincones del mundo tu
palabra, esa palabra que es verdad, vida y salvación. Te pido que me ayudes a continuar
en tu camino, que me muestres esa azotea para ser visible ante las personas que se
encuentren a mi lado. Te pido que mi evangelización sea acorde a mis acciones, que mi
ejemplo de vida cristiana atraiga a toda mi comunidad, que transforme mi familia, mis
amigos y mis compañeros de trabajo.

Te pido señor, que me ayudes a ser un testimonio libre de miedos. Que me inundes de
fuerza, audacia y coraje para compartir la palabra a mis hermanos aún cuando me siento
atacado, aún cuando se burlan de mi o que me persigan a causa de tu palabra.

Amén.

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Finalmente, para terminar este espacio de oración a través de la palabra, realizaremos la
contemplación: en donde vamos a interiorzar la palabra del Evangelio. A veces tenemos
dudas, inquietudes de como actuar en nuestras vidas, sin conocer que la palabra de Dios
tiene la respuesta a todos nuestros cuestionamientos. Por eso interiorizar la palabra es un
elemento determinante para tener a Dios presente en nuestras vidas y nuestros
corazones.

Selecciona una frase, una palabra que te haya llamado la atención y quieras llevarte el día
de hoy y repitela varias veces.

Por ejemplo, “Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi
Padre del cielo”

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Finalmente, si este evangelio, si la palabra de Dios no te vuelve un mejor ser humano,


uno semejante a Cristo, no tendría sentido la muerte y resurección de Jesús. Así que te
invitamos a que selecciones una acción para esta semana, un proposito que quieras llevar
a cabo que sientas que debes trabajar de acuerdo a la conversación que tuviste con
Cristo.

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Compromete pues, a evangeliar sin miedo, con voces altas y desde una azotea porque
Dios esta contigo, te protege y te guia en este misión.

Gracias por acompañarnos en este espacio de oración,esperamos les haya gustado y les
haya permitido acercarse más a Dios.

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