Los Años Del NODO - Rafael Abella

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 287

Cualquier persona mayor de treinta años que haya vivido en este país

(España) sabe lo que fue el Nodo, y muy probablemente tiene


grabada en la memoria su sintonía. Pensar en el Nodo es evocar un
tiempo determinado y una serie de imágenes fijadas para siempre en
el fondo de nuestras retinas: las tardes de gloria de Manolete, el gol
de Zarra, la visita a España de Eisenhower o de Eva Perón, la
Guardia Mora, las familias numerosas, el primer Seiscientos, la
llegada de las suecas, el yate Azor, Eurovisión, los «Veinticinco Años
de Paz», la boda de don Juan Carlos y doña Sofía, los Beatles con
montera y sombreros cordobeses… «El mundo entero al alcance de
todos los españoles»: así se anunciaban los Noticiarios y
Documentales Cinematográficos, que fueron el programa informativo
oficial, auspiciado por el régimen franquista, que se vio en los cines —
de forma obligatoria, inapelable— desde el año 1943 hasta una fecha
tan tardía como 1981, ya definitivamente superado por el cambio de
sistema y por el impacto de la televisión. Pero durante casi cuarenta
años, el Nodo representó, más allá de su evidente función
propagandística, una forma de ver el mundo y de comunicarlo.
Rafael Abella & Gabriel Cardona

Los años del NODO


«El mundo entero al alcance de todos los españoles»

ePub r1.0
Titivillus 20.01.16
Título original: Los años del NODO
Rafael Abella & Gabriel Cardona, 2008

Editor digital: Titivillus


ePub base r1.2
AQUELLOS AÑOS

EN UN MUNDO ANGUSTIADO

Nace un noticiario
La Vicesecretaría de Educación Popular acuerda crear el NO-DO
(acrónimo de Noticiarios y Documentales) el 29 de septiembre de 1942,
publicándolo en el número 356 del Boletín Oficial del Estado el 22 de
diciembre de 1942. Su proyección es declarada obligatoria previamente a
cualquier película «con el fin de mantener, con impulso propio y directriz
adecuada, la información cinematográfica nacional», y se prohíbe que, a
partir del 1 de enero de 1943, se edite en España y sus posesiones ningún otro
noticiero cinematográfico ni documental.
El primer Nodo se proyecta el 4 de enero de 1943, llegando a sumar,
entre 1943 y 1975, un total de 4016 programas. Nodo producirá también unos
documentales monográficos, llamados «Imágenes», que no son obligatorios,
aunque frecuentemente se proyectan acompañando al noticiario fundamental
que también realizará ediciones especiales para América Latina, Portugal y
Brasil.
Su sintonía, que se mantendrá durante toda la vida del noticiario, es obra
del compositor Manuel Parada, autor también de la banda sonora de las
películas El escándalo (1943) y Los últimos de Filipinas (1945). Intervendrán
en la realización numerosos directores, directores de fotografía, cámaras,
montadores y locutores y se firmarán numerosos acuerdos bilaterales para el
intercambio con documentales extranjeros. Nodo se integrará en 1957 en la
International Newsreel Association, fundada este año.
También realizará numerosos rodajes para la televisión, cuando ésta se
inicie, hasta que la popularización de la información televisiva obliga a
sustituir las noticias por reportajes de interés más permanente y, desde 1968,
contará con una sección en color dedicada a cuestiones artísticas o
relacionadas con el turismo.
La exhibición dejará de ser obligatoria el 1 de enero de 1976, aunque
seguirá produciéndose como documental libre y, en 1977, se transformará en
Revista Cinematográfica en color, hasta desaparecer en 1981. El 10 de enero
de 1980, la Ley 4/1980, promulga el Estatuto de la Radio y la Televisión y
extingue el Organismo Autónomo Nodo, que se integra en el Ente Público
Radio Televisión Española.

Los créditos iniciales del No-do, acrónimo de Niticiarios y


Documentales.

Los aliados comienzan a ganar la guerra


Cuando nace el Nodo, la segunda guerra mundial se encuentra en una
nueva fase que, en febrero de 1943, ha señalado la rendición del VI Ejército
alemán en Stalingrado. La situación política se complica para el gobierno
español, que controla todos los medios de difusión, desde que la guerra da un
giro favorable a los aliados y ya no es conveniente que los cines españoles
proyecten únicamente propaganda bélica del Eje. El régimen necesita marcar
distancias porque los aliados lo atosigan recortando las ventas de gasolina y
alimentos hasta cantidades mínimas.
La evolución de la guerra también hace pensar a los monárquicos que una
victoria aliada propiciará la caída de Franco y su régimen y ofrecerá la
posibilidad de colocar en el trono a don Juan de Borbón, hijo de
Alfonso XIII. Deciden celebrar el aniversario de la muerte del último rey de
España con una misa en la iglesia madrileña de los Jerónimos, donde esperan
congregar a la flor y nata de la opinión dinástica. El proyecto nace con mal
pie, porque Franco no está dispuesto a que le manipulen ni los vivos ni los
muertos. Puestos a hacer política de ultratumba, ordena sustituir la misa en
los Jerónimos por un solemne funeral de Estado en El Escorial, «por todos
los reyes y reinas de España», y lo preside personalmente el 1 de marzo de
1943.
El mismo Juan de Borbón también se siente animado por la marcha de la
guerra y escribe a Franco pidiendo la restauración de la monarquía. El
Generalísimo no está dispuesto a quedarse sin empleo y, pocos días después,
inaugura solemnemente las Cortes Españolas, creadas para mostrar a los
aliados que su régimen también es un sistema parlamentario. Aunque con
reglas distintas que, con el tiempo, tomarán el nombre de «democracia
orgánica».
El promotor de la frustrada misa de los Jerónimos era el teniente coronel
Juan Antonio Ansaldo, brillante aviador y conspirador monárquico desde los
años treinta. Lleva doce años enredando a favor de la monarquía, pero los
tiempos han cambiado y es arrestado en una base aérea. Como es un tipo de
armas tomar, no se para en barras, huye a Portugal en un avión militar, pide
asilo político y consigue que el gobierno de Lisboa no conceda su
extradición. En represalia, Franco descarga una tormenta sobre los
conspiradores monárquicos de Madrid: Fernando Gallego, marqués de
Quintanar y Grande de España, es acusado de complicidad y deportado a
Ibiza; unos meses más tarde, el general Valentín Galarza, exministro de
Franco, se entera, con estupor, que ha causado baja en el Ejército «a petición
propia».

Jugando con dos barajas


Como no tiene claro quién ganará la guerra, el Generalísimo guiña un ojo
a los aliados mientras coquetea con Hitler y envía al general Carlos Martínez
Campos de visita a Alemania, para negociar la entrega de armamento, según
un protocolo secreto firmado anteriormente en Madrid. En Berlín colman de
honores al visitante, lo recibe el general Wilheim Keitel y, dos días después,
el mismo Hitler en la Guarida del Lobo. Luego lo llevan de visita por las
industrias de guerra alemanas donde le hablan de un conjunto de armas
maravillosas que permitirán ganar la batalla y, cuando regresa a Madrid, el
general informa a Franco de que Alemania es militarmente invencible. Sin
embargo, la realidad era más cruda, Hitler necesita toda la producción de
armas para la Wehrmacht y, tras interminables dilaciones, sólo entrega a
España ocho aviones, un batallón de carros de combate, cuatro piezas
autopropulsadas y diversos materiales ligeros.
Las relaciones con el Reich siguen siendo cordiales y, cuando fallece su
embajador en Madrid, Hans von Moltke, el gobierno español le rinde honores
militares de capitán general. Samuel Hoare, el embajador británico, protesta
ante Franco, que le responde que si fallece él, hará que le rindan los mismos
honores que al alemán.

Una vela a Dios y otra al diablo


Es la época de la Falange social, cuando el falangista José Antonio Girón,
ministro de Trabajo, impulsa medidas destinadas a asegurar el régimen
mejorando la vida de los obreros, cuya principal creación es el Seguro
Obligatorio de Enfermedad.
El desarrollo de la guerra no parece inquietar a Franco mientras los
alemanes son arrinconados en Rusia y el norte de África. Afirma en Almería:
«Hemos llegado a lo que suele llamarse un punto muerto de la lucha; ninguno
de los beligerantes tiene fuerza para destruir a su contrario». Y sigue
poniendo una vela a Dios y otra al diablo: vende a Alemania grandes
cantidades de wolframio, necesario para la industria de guerra, alimentos y
hasta gasolina norteamericana, mientras los espías nazis se mueven
libremente. Churchill procura tranquilizar al gobierno español, para que no
ceda a la política de Hitler y, en los Comunes, agradece públicamente a
España no haber entorpecido el desembarco aliado en el norte de África, el 8
de noviembre de 1942.
Mientras tanto, el embajador Samuel Hoare se queja a Franco por la
libertad con que se mueven los espías alemanes en España y por las
exportaciones de materiales estratégicos al Reich. El Generalísimo le promete
tomar medidas, aunque todo sigue igual.

SE CONSOLIDA LA PRIMACÍA ALIADA

Un rey parece más seguro


En mayo de 1943 se rinde en Túnez el general Von Arnim al frente del
Africakorps, acrecentando la sensación de naufragio del Eje. En un intento de
nadar y guardar la ropa, veintisiete procuradores en Cortes, encabezados por
el duque de Alba, escriben una respetuosa carta al Caudillo en la que piden la
restauración de la monarquía. Desde este momento, Franco deja de confiar en
los monárquicos.
La situación se agrava el 24 de julio de 1943, cuando Mussolini es
destituido por el Gran Consejo Fascista y detenido por orden del rey Víctor
Manuel III. Un escalofrío recorre la clase política española y el embajador
norteamericano, Carlton J. H. Hayes, manifiesta a Franco que la caída de
Mussolini anuncia una pronta victoria aliada, lo cual muestra la
inconveniencia del comportamiento pronazi de la Falange y el mantenimiento
de la División Azul en el frente ruso. Franco le responde que España lucha
contra los soviéticos, pero no contra los aliados y, al día siguiente, la prensa
recibe instrucciones de ser más imparcial.
La caída de Mussolini anima también a don Juan de Borbón, que
telegrafía a Franco informándole de que la única posibilidad de evitar un
desastre en España es restaurar la monarquía, que será respetada por los
aliados. Parece que la situación también anima a otros miembros de la familia
Borbón, porque don Jaime, hijo segundo de Alfonso XIII, rectifica su
abdicación e intenta que se reconozcan los derechos dinásticos a su hijo
Alfonso de Borbón Dampierre.

Los generales escriben a Franco


El 9 de septiembre de 1943, los aliados saltan desde Sicilia al continente.
La «Operación Avalanche» del general Mark Clark desembarca soldados
norteamericanos y británicos en Salerno, apoyados por quinientos buques y
numerosos aviones. Desde la caída de Mussolini, el servicio secreto británico
MI-6 ha incrementado sus maniobras en España y está en contacto con el
general monárquico Luis Orgaz. Tras muchas cavilaciones, éste no se atreve
a sublevarse en favor del rey por temor a que no lo secunden los oficiales de
menor graduación, que son partidarios de Franco. Como alternativa, algunos
tenientes generales preparan una carta colectiva pidiendo la restauración
monárquica.
El catedrático y miembro del Opus Dei Rafael Calvo Serer se entera en
Valencia de la maniobra que preparan los generales y se desplaza en un taxi
hasta El Pardo para informar a Franco. El 12 de septiembre, los alemanes
liberan a Mussolini de su arresto en el Gran Sasso y, tres días después, el
general Varela llega al despacho de Franco con la carta firmada por ocho
tenientes generales que piden la restauración monárquica. El Generalísimo,
que ya esperaba el documento, no se da por enterado y en fechas posteriores
desactiva la maniobra mediante coacciones, promesas y recompensas a los
comprometidos.
La División Azul en el frente ruso.

Precauciones ante la derrota del Eje


Ya era imposible mantener la División Azul y el gobierno la retira del
frente ruso el 12 de octubre de 1943, aunque mantiene un regimiento con el
nombre de «Legión Azul».
Franco ya ha tomado precauciones ante la insegura situación, nombrando
a su amigo Camilo Alonso Vega director general de la Guardia Civil, que la
convierte en la fuerza de confianza del régimen. Ante la posibilidad de que
venzan los aliados y traten de imponer la monarquía, margina a los generales
dinásticos y aliadófilos para situar profascistas en puestos clave. Yagüe, que
había sido desterrado por conspirar con los nazis, es ascendido y nombrado
capitán general de Burgos. Los generales profascistas no tienen otra salida
que salvarse con el régimen o hundirse con él.

Churchill echa un cable


A pesar de todo, al comenzar 1944, las tropas alemanas resisten en Italia
y parece que la guerra puede durar mucho tiempo e incluso acabar en tablas.
España incrementa las exportaciones a Alemania, irritando a los aliados que
deciden suspender la venta de gasolina, mientras el Caudillo presta oídos a
mágicos proyectos para producir en España gasolina sintética a base de
esquisto bituminoso o de carbón hidrogenado. Sin embargo, la situación es
tan peligrosa que el ministro Demetrio Carceller traslada en secreto fondos a
Suiza en previsión de que Franco deba exiliarse.
El presidente Roosevelt es partidario de tratar al régimen de Franco con la
máxima dureza, mientras Churchill prefiere una política más pactista: compra
a España mineral de hierro y potasas, y logra contener la situación a cambio
de que el gobierno español prometa clausurar el nido de espías que es el
consulado del Reich en Tánger, suprimir el espionaje alemán en España y
Marruecos y retirar la Legión y la Escuadrilla Azul del frente ruso.
Finalmente, España firma un acuerdo económico con Inglaterra y Estados
Unidos, que reanuda la exportación de petróleo; a pesar del compromiso, el
gobierno de Franco sigue vendiendo wolframio de tapadillo y los espías no
desaparecen completamente.

HACIA LA DERROTA DEL EJE

Lequerica, una jugada de póquer


La situación se precipita el 6 de junio de 1944, cuando los aliados
desembarcan en Normandía y, una semana después, cae la primera V-1 sobre
Londres. Franco sustituye en su despacho las fotografías de Hitler y
Mussolini por las del papa y el presidente portugués Carmona.
El conde de Jordana, ministro español de Asuntos Exteriores y partidario
de la neutralidad, fallece inesperadamente en agosto por una angina de pecho.
Franco hace entonces una de sus desconcertantes maniobras. No asiste al
funeral de su ministro y, para sorpresa de la diplomacia aliada, lo sustituye
por José Félix de Lequerica, antiguo embajador en Vichy y colaborador de la
Gestapo, prosiguiendo en su arriesgada apuesta por marginar a los
monárquicos, aliadófilos y restauracionistas para apoyarse en los pronazis,
que, ante el hundimiento del Eje, no tienen otra salida.

Llegan los maquis


La dinámica de la guerra se acelera por momentos. Los aliados
desembarcan en Provenza el 15 de agosto y el 19 la división del general
Leclerc libera París. Nadie sabrá en España, hasta muchos años más tarde,
que los primeros blindados llegados a la ciudad del Sena están tripulados por
republicanos españoles que les han rotulado nombres de batallas de la guerra
civil, como Guadalajara o Teruel.
Otros muchos republicanos han participado en la Resistencia y, cuando
las tropas alemanas abandonan Francia, deciden trasladarse a España para
continuar la lucha contra Franco. Aunque el gobierno provisional del general
De Gaulle no les apoyaba, las primeras partidas de guerrilleros entran por los
valles del Roncal y Roncesvalles el 3 y el 7 de octubre, y el día 19 una
agrupación mayor penetra en el valle de Arán apoderándose de algunos
pueblos. La situación anima a la oposición clandestina; en cambio, agrupa a
todos los sectores del régimen y los militares sienten reverdecer el espíritu de
la guerra civil.
En el interior de España los guerrilleros comienzan a organizar núcleos de
la Agrupación de las Fuerzas Armadas de la República Española intentando
integrar a los antifranquistas no comunistas (frente a la Unión Nacional, de
obediencia comunista), mientras Santiago Álvarez, Salvador Zapiráin y
Cristino García forman un comité para reconstruir el Partido.
Los anglonorteamericanos temerosos de la potencia de la Unión
Soviética, todavía su aliado, que comienza a perfilarse como rival, no desean
derrocar a Franco, temerosos de beneficiar a los comunistas. En
consecuencia, las guerrillas carecen de ayudas exteriores y deben mantener
una lucha muy difícil, que durará varios años, sin posibilidades de éxito.
El régimen decide defenderse por el camino de la dureza. Los
monárquicos comprenden que el Generalísimo nunca aceptará ser sustituido
por un monarca, porque el 23 de diciembre la policía detiene a varios
personajes de derechas, aunque no franquistas, mientras en El Pardo Franco
presenta tranquilamente en sociedad a su hija Carmencita, ante dos mil
invitados y con la fastuosidad de un rey de la antigüedad.

El manifiesto de Lausana
Cuando ya se adivina el final de la guerra, el 19 de marzo de 1945 don
Juan de Borbón publica un manifiesto en Lausana, en el que resalta la
naturaleza totalitaria del régimen, pide a Franco que abandone el poder, a los
monárquicos que dimitan de sus cargos y afirma:

Sólo la monarquía tradicional puede ser instrumento de paz y de concordia para


reconciliar a los españoles; sólo ella puede obtener respeto en el exterior, mediante un
efectivo Estado de Derecho, y realizar una armoniosa síntesis del orden y de la libertad
en que se basa la concepción cristiana del Estado. Millones de españoles de las más
variadas ideologías, convencidos de esta verdad, ven en la monarquía la única
institución salvadora.

Sin embargo, sólo dimiten el duque de Alba, embajador en Londres, y el


teniente general Alfonso de Orleáns, a quién Franco confina en su finca de
Sanlúcar de Barrameda.

Ante la victoria de los aliados


Llega a Madrid el nuevo embajador norteamericano Norman Armour, con
instrucciones de no dar beligerancia al régimen español y comunica a Franco
que el pueblo norteamericano considera la Falange un partido fascista. El
Caudillo responde que no se trata de un partido sino de una agrupación
abierta a todos de los españoles.
Los ejércitos alemanes son lentamente aplastados por los aliados,
mientras la prensa española se deshace en elogios a la heroica resistencia
hitleriana. España mantendrá relaciones diplomáticas con el Reich hasta
después de la muerte de Hitler y las romperá justo a tiempo del armisticio.
Cuando se acaba la guerra, se prepara el ajuste de cuentas y, en San
Francisco, se fundan las Naciones Unidas. México, que sigue reconociendo a
la República Española, propone excluir a la España de Franco de la nueva
organización y la medida es aprobada calurosamente.
El Caudillo responde con un mensaje radiado a Latinoamérica,
denunciando las campañas de difamación contra España y, para demostrar
que en España también se reconocen las libertades, se publica el Fuero de los
Españoles, en la época en que los tres grandes celebran la Conferencia de
Potsdam, que decide el reparto del mundo después de la guerra.
Se forma un nuevo gobierno para hacer frente a la situación. Pierden sus
carteras Lequerica, Asensio y Arrese, los tres ministros más partidarios del
Eje. El Ejército se entrega al indefinido general Dávila y la Secretaría
General de la Falange se deja desierta. El mayor cambio lo personifican dos
hombres de Acción Católica: José María Fernández Labreda, en Obras
Públicas, y Alberto Martín Artajo, en Asuntos Exteriores, porque el régimen
desea presentarse en el extranjero como una nación católica. Sin embargo, los
falangistas Girón, en Trabajo, Fernández Cuesta, en Justicia, y Carlos Rein
Segura, en Agricultura, aseguran la continuidad del partido único. Y tres
franquistas aseguran otro flanco: José Ibáñez Martín, ministro de Educación
que controla también la prensa, Blas Pérez ocupa Gobernación y el amigo de
Franco, Juan Antonio Suances, es ministro de Industria y Comercio.
El franquismo se defiende como puede, retira las tropas españolas de
Tánger, celebra actos internos de afirmación y promulga la Ley de
Referéndum para demostrar que acepta las consultas populares. También
aprovecha la ocasión para presentar a Franco como el dirigente de un régimen
católico y conmemora su ascensión a la Jefatura de Estado con una solemne
misa celebrada por el obispo Eijo Garay, con un tedeum oficiado por el
nuncio vaticano, monseñor Cicognani. Gestos que no bastan para conquistar
la voluntad de las democracias que han ganado la guerra. Cuando el
embajador norteamericano en Madrid, Norman Armour, se jubila por edad, el
presidente Harry Truman no nombra sustituto. Es todo un augurio de futuras
malas relaciones.
COSAS Y CASOS

Del racionamiento al mercado negro

Apenas implantado el racionamiento de víveres en agosto de 1939 se hace


evidente que los alimentos suministrados carecen del valor nutritivo
necesario para la subsistencia. El racionamiento establecido por la Comisaría
de Abastecimientos se compone preferentemente de garbanzos, patatas,
boniatos, pasta para sopa, bacalao, lentejas y de vez en cuando alguna
fruslería como carne de membrillo, chocolate y jabón. Esta composición
carece de la proporción necesaria de alimentos protectores (leche, huevos,
mantequilla, queso, carne y pescado) para dar el soporte proteínico
indispensable.
Otro déficit importante es el que se produce en hidratos de carbono y
grasas; en cuanto al soporte vitamínico, su falta, lo mismo que la de calcio y
hierro, también se hace notar. El pertrecho alimentario queda supeditado a lo
que se llama «venta libre» —carne, pescado, huevos, frutas, hortalizas, leche
—. En cuanto al pan, queda asimismo racionado, concediéndose a los
poseedores de cartilla de tercera entre ciento cincuenta y doscientos gramos
diarios de una mezcla con maíz y los más insólitos ingredientes que hacía que
sólo el hambre reinante propiciara su ingestión.
La conclusión es obvia: para no morir de hambre es preciso recurrir a los
alimentos de venta libre, pero estos han caído en manos de los que manejaban
el mercado negro, vulgarmente llamado «estraperlo». Mientras los adinerados
o enriquecidos del momento pueden abastecerse sin dificultad, los
empobrecidos incapaces de poder pagar el precio de estraperlo recurren a
aquellos alimentos que antes de la guerra civil se rechazaban. Así, los
españoles pobres se convierten en devoradores de gachas de maíz, de
algarrobas y de castañas.
He aquí una muestra del racionamiento semanal que padecen los
españoles entre los años 1939 y 1952, durante los cuales duró tal desdicha:
aceite, bacalao y jabón, chocolate y azúcar, pasta para sopa, alubias y un
huevo, garbanzos, tocino y carne de membrillo, arroz, lentejas y queso
constituyen los ingredientes de un contrato con el hambre que lleva a miles
de españoles a la muerte por inanición, por enfermedades carenciales y por el
azote de la tuberculosis pulmonar, secuela del hambre, del frío y de otras
calamidades.

Cartilla de racionamiento.

España a oscuras: las restricciones eléctricas


El bajo nivel de los embalses, el descenso de la producción hidroeléctrica
y por consiguiente una crisis en el suministro de energía que obliga a
restringirlo se atribuyen a la carencia de precipitaciones, lo que se apellidará
«la pertinaz sequía». Los cortes de corriente se producen durante horas o días
enteros y afectan a hogares, tiendas, escaparates, factorías, rótulos luminosos,
ascensores y tranvías. Una parálisis general.
Las tiendas y locales públicos recurren a las lámparas petromax, las
fábricas se agencian motores de gas pobre para producir su propia energía
eléctrica. Se plantea la necesidad de construir nuevos pantanos, nuevos
embalses. Será un trabajo de años.
Entretanto, como en las épocas de sequías bíblicas, la Iglesia promueve
rogativas, procesiones con exposición de santos y venerados patronos a los
que impetrar el santo beneficio de la lluvia. El prelado, por línea directa con
el Servicio Meteorológico, tenía noticia anticipada de un probable chaparrón.
Entonces —a toda prisa— se organizaba la procesión, relacionándose así la
influencia divina con el benéfico don de la lluvia.
La oscuridad de las noches con escasísima iluminación propicia un clima
de inseguridad que facilita el robo, el asalto. Fue el imperio del «apagón».

El cine nacional de posguerra


Fácil es deducir que vivos todavía los ecos de la victoria militar que
alumbró la España de Franco, las producciones cinematográficas nacionales
de los primeros años de posguerra poseen una temática claramente castrense
y estimuladora de los valores patrios. La época requiere que los galanes
saluden con bizarría, desfilen en correcta formación y sepan gritar con voz de
trueno «¡A sus órdenes mi coronel!». Bajo estas coordenadas se producen y
estrenan Harka, ¡A mí la Legión!, Escuadrilla, Sin novedad en el Alcázar y
Raza, con argumento del propio Franco, la culminación más sublime de todos
los tópicos en boga en aquellos exaltados momentos. Los galanes que reúnen
apostura castrense y voz de mando son Alfredo Mayo, Luis Peña, Pepe Nieto
y Raúl Cancio. En ellos recae el protagonismo de aquellas cintas, henchidas
de patriotismo.
Descartado por la censura el rodaje de temas relativos a la actualidad —
una actualidad plena de dramáticos conflictos—, los realizadores buscan
argumentos en temas decimonónicos, totalmente alejados de la realidad. Y así
dan con novelones de Alarcón, del Padre Coloma, de Palacio Valdés. El
resultado es un cine acartonado de miriñaques, paletos y casacas, que tal era
el vestuario de El Escándalo, Espronceda y La Fe, entre otras producciones.
Con todo, el cine es el espectáculo preferido por las gentes modestas en
una época deprimida. Por el coste, una entrada de cuatro o cinco pesetas, se
estaba a buena temperatura lejos del frío hogareño, se alimentaba uno con un
cucurucho de castañas y, al imponerse el doblaje, se podía admirar a Clark
Gable hablando en correcto castellano.

Uno de los carteles de Raza, con guión de Franco.

La voz de la Iglesia sobre el cine


En un Estado abierto y sinceramente confesional es habitual el registro de
opiniones emitidas por padres de la Iglesia respecto a los más varios aspectos
del vivir, sobre todo aquellos cuyo carácter puede rozar aspectos relacionados
con la moral y las buenas costumbres.
Rompe el fuego el padre Ayala S. J. quien refiriéndose al espectáculo
cinematográfico —pese a estar sometido a la más rigurosa censura— lo
califica de esta contundente manera: «El cine es la calamidad más grande que
ha caído sobre el mundo desde Adán. Más grande que el diluvio universal,
que la guerra europea, que la guerra mundial, que la bomba atómica».

Orden gubernativa sobre la moral pública


El nuevo Estado, como celoso guardador de la moral pública, vigila
estrictamente el comportamiento de la gente en los lugares públicos, toda vez
que se advierte, según nota de la Dirección General de Seguridad:
«Relajamiento en las costumbres, oyéndose frases obscenas y viéndose
parejas que, sin recato alguno, mantienen actitudes, más que incorrectas,
desvergonzadas». Frente a este relajo la Autoridad recomienda el mayor rigor
«imponiendo multas a los que no observen comportamientos acordes con la
moral exigida y, además, que los nombres de los corregidos sean publicados
en la Prensa».
Celo especial se despliega en la cercanía del verano, momento en el que
la Dirección General de Seguridad emite el siguiente comunicado:

Al acercarse la estación estival y en defensa de la moralidad pública, esta Dirección


General hace públicas las siguientes disposiciones, habiéndose cursado a las
autoridades competentes instrucciones en el sentido de imponer sanciones a cuantos las
infrinjan:
1. Queda prohibido el uso de prendas de baño indecorosas, exigiendo que cubran el
pecho y espalda debidamente, además de que lleven falda para las mujeres, y pantalón
de deporte para los hombres.
2. Queda prohibida la permanencia en las playas, clubes, bares, etc., bailes y
excursiones en general, fuera del agua, en traje de baño, ya que éste tiene su empleo
adecuado y no puede consentirse más allá de su verdadero destino.
3. Queda prohibido que hombres y mujeres se desnuden y vistan en la playa, fuera
de la caseta cerrada.
4. Queda prohibida cualquier manifestación de desnudismo o de incorrección, en el
mismo aspecto, que pugne con la honestidad y el buen gusto, tradicionales entre los
españoles.
5. Quedan prohibidos los baños de sol sin albornoz, con excepción de los tomados
en solarios tapados al exterior.
6. Por la autoridad gubernativa se procederá a castigar a los infractores, haciéndose
público el nombre de los corregidos (Agencia Cifra).

Opiniones eclesiásticas sobre los baños de mar


Al acercarse la estación estival los padres de la Iglesia prodigan sus
anatemas ante el espectáculo playero. El padre Quintín de Sariegos, de la
orden capuchina, se expresa así:

Es muy posible que el espectáculo más inverecundo e inmoral legalizado en la


sociedad moderna sea el que ofrece la playa. No hay pues en la conducta social de la
mujer una acción más grave, más excitante al pecado feo, que la que realiza
tranquilamente en los baños públicos, en la playa. Son ocasiones próximas al pecado
mortal.

Por su parte, el padre Laburu, sabio jesuita de bien ganada fama como
orador sagrado, analiza en su opúsculo Las playas en su aspecto moral el
deleite del hombre normal ante las carnes femeninas, expuestas sin rubor
alguno en el más sucinto de los atuendos. Éstas son sus frases relativas al
desnudo femenino: «La exhibición impúdica hace que las pasiones se
desborden en lujuriante actividad y violen, por tanto, procazmente los altos
fines de la Divina Providencia».

La radio de la posguerra, principal evasión


Es fácil suponer que, dada la penuria existente, uno de los escasos medios
de evasión sea la radio. Viejos receptores de la preguerra son nexo de reunión
familiar y de un vecindario dispuesto a distraer las más desoladas horas
sintonizando Radio Madrid, Radio Nacional, Radio Barcelona y toda la gama
de emisoras locales, incansables en la programación tanto musical, como de
seriales o de variedades.
La radio forja la fama de Boby Deglané, de Fuertes Peralba, de Soler
Serrano, de Gerardo Esteban, etc. Programas como «Cabalgata de fin de
semana», «La melodía misteriosa» o «La silla eléctrica» hacen época. El
humor empieza a cultivarse con Luis Sánchez Polack (Tip) y Joaquín Portillo
(Top). En las emisiones de radioteatro hacen sus primeras armas actores y
actrices como Pedro Pablo Ayuso, Maribel Alonso, Matilde Vilariño o Juana
Jinzo y locutores como David Cubedo, José Luis Pecker y sobre todo Vicente
Marco, que a través de distintos cargos sería el hombre de radio por
excelencia.
Este plantel y otros nombres que harían esta lista interminable, cumplen
el honroso papel de distraer y entretener a una multitud de españoles ansiosos
de tener un motivo para poner buena cara a unos tiempos tristes.

Lola Flores y Concha Piquer, dos de las estrellas de la posguerra española.

El auge de lo folclórico
Si algún género sobresale en este período de decaimiento es el de las
variedades en su versión folclórica, y más concretamente con la copla
andaluza.
Intérpretes como Concha Piquer, Estrellita Castro y una recién llegada,
llamada Lola Flores, crearon un boom de la canción cuyas creaciones fueron
el fondo musical de la larga posguerra española.
Los espectáculos montados por las artistas citadas en cuya elaboración
intervenían poetas y compositores como Quintero, León, Quiroga, Valerio y
Mostazo, entre otros, alumbran unas canciones cuya melodía evoca
inevitablemente el clima de una España de privaciones, de racionamiento y
de división entre vencedores y vencidos.
Entre estas canciones para después de una guerra las más destacadas son:
Tatuaje, La Parrala, El viento se lo llevó, A la lima y el limón, El Lerele,
Ojos verdes, No te mires en el rio y otras que harían esta lista interminable.
También ellos tienen su parte en este acompañamiento musical. Juanito
Valderrama populariza El emigrante, de rabiosa y triste actualidad cuando los
españoles marchan a trabajar a la Alemania en guerra arrastrando riesgos con
tal de huir de la miseria. Manolo Caracol con La niña de fuego es el
contrapunto vocal a Lola Flores. Y el riojano Pepe Blanco arranca suspiros de
España cantando Cocidito madrileño en esta época de hambruna.
El cuadro musical, evocador de toda una época, se completa con las
canciones de Bonet de Sampedro, Jorge Sepúlveda, Antonio Machín, los
corridos de Jorge Negrete y unas melodías inolvidables cuya mención basta
para situarse en un tiempo donde los deseos de vivir y de olvidar se imponen
a la tristeza del ambiente. Esas melodías son, entre las más conocidas,
Perfidia, Bésame mucho, Frenesí y Brasil.

Grandes acontecimientos sociales:


la boda de Celia Gámez y la puesta
de largo de Carmencita Franco
El día 1 de julio de 1944 tiene lugar en San Jerónimo del Real el enlace
de la famosa vedette argentina Celia Gámez con el odontólogo José Manuel
Goenaga. La ceremonia se celebra en medio de una tumultuosa y masiva
expectación. El general Millán-Astray es el padrino, el cual hace acto de
presencia con una escolta de legionarios que acudieron al grito de «¡A mí la
Legión!» en cuanto el mutilado general, al verse desbordado por una multitud
que impedía el normal y solemne desarrollo de la ceremonia, lo profirió.
Firman el acta matrimonial el general Rada y el escultor Mariano Benlliure.
El 22 de diciembre en el palacio de El Pardo se celebra una recepción con
motivo de la presentación en sociedad de la señorita Carmencita Franco Polo,
ataviada con un elegante vestido blanco de tul. La nueva dama recibió
innumerables felicitaciones y ramos de flores. En el curso de la fiesta tuvo
lugar un animado baile. La simpatía y el afecto de que goza la hija del
Generalísimo se ven acrecentados por su bello gesto de acudir al día siguiente
a servir la comida a trescientos ancianos del Asilo de los Desamparados.
También la señorita Franco Polo hace donación al obispo de Madrid-Alcalá
de un automóvil para una subasta en favor de los pobres de los suburbios.

La vedette argentina Celia Gámez y el general Millán Astray el día de la


boda de la primera.
Publicaciones que dejan huella:
del ¡Hola! a El Coyote
En el mes de septiembre de 1944 se produce la aparición tanto del
semanario ¡Hola! como de El Coyote, relato por entregas cuyo autor (José
Mallorquí) alcanzó fama y dinero. Su éxito, debido a la simpatía y el
atractivo del protagonista y su entorno, hace que lleguen a aparecer ciento
noventa y cuatro títulos, que del fascículo pase al cine, que el texto sea
traducido a doce idiomas y su venta se extienda por catorce países.
En cuanto al semanario ¡Hola!, fue fundado por el periodista granadino
Antonio Sánchez Gómez, que adquirió el derecho a la publicación (cuestión
muy ardua porque entonces se restringían tales permisos) por una cifra
ridícula de manos del también periodista Manuel Tarín Iglesias, que era el
poseedor de la autorización. ¡Hola! se fundó en Barcelona toda vez que
Sánchez Gómez había sido destinado a esa ciudad al ser nombrado director
de La Prensa, vespertino de la prensa del movimiento.
Con el tiempo, ¡Hola! se ha convertido en el portaestandarte de una
prensa llamada «del corazón», que es todo un fenómeno en el cultivo del
famoseo más banal y superfluo.
Izquierda: una portada de 1948 del relato por entregas El Coyote. Derecha: Eva Gardner
en ¡Hola!, una de las revistas fundadas en la década de los cuarenta.

La Fiesta Nacional, de Manolete


a Dominguín pasando por Arruza
Los años de la posguerra registran la aparición de una figura excepcional
como fue el cordobés Manuel Rodríguez «Manolete». Frente al toro de
después de la guerra, disminuido por el sacrificio masivo de reses llevado a
cabo en la zona de la República, surge una figura taurina que tiene la
excepcional cualidad y capacidad para «hacerles la faena» al poder lucirse
con todos los toros. Torero, estoqueador, lidiador y hombre con un pundonor
excepcional, Manolete brilla frente a la competencia que puede ofrecerle
Pepe Luis Vázquez, gran artista sevillano, y la que brota con la aparición en
1944 del mexicano Carlos Arruza. Es un período de la tauromaquia nacional
en el que la competencia entre los dos matadores, el cordobés y el mexicano,
ofrece una complementariedad afortunada por las diferencias estilísticas en su
manera de interpretar el toreo y por la nobleza con que se enfrentan.
Sobre la población española desheredada de la posguerra, Manolete es un
mito que incita a una tropa de maletillas a la conquista de la fortuna, a la
huida de la miseria, merced al riesgo de la fiesta brava. Hijos de fusilados,
huérfanos de infancia desgarrada, ven en Manolete el modelo para conquistar
fama y dinero en unos tiempos de hambre.
En 1944 toma la alternativa Luis Miguel González, llamado Dominguín,
un joven de dieciocho años adornado de todas las virtudes para ser figura:
ambición, inteligencia, sabiduría taurina y prestancia personal. Su
enfrentamiento en los ruedos con Manolete tendrá el contenido dramático de
la lucha por el cetro de un arte que dirime la supremacía frente a las astas de
un toro.

Perfil del gran estraperlista «ricachísimo»


En la configuración social de la España de 1942-1944 ya ha adquirido
carta de naturaleza, con ribetes ostentosos y tolerancias sospechosas, la figura
del gran beneficiario del mercado negro, o sea, del gran estraperlista. Un
hombre que delata una opulencia que contrasta con la miseria del ambiente.
El personaje que siempre tiene mesa reservada en las salas de fiesta de mayor
lujo —la Rosaleda, el Cortijo o la Parrilla del Ritz en Barcelona, o el
Pasapoga, el Casablanca y Jhay en Madrid— y frecuenta las barras más de
moda de los bares de alterne, con las más despampanantes y caras señoras.
Estos bares son Pidoux, Aquarium y Chicote en Madrid, y Marfil, Guinea
o Clásico en Barcelona. Para ellos no existen prohibiciones ni carencias. Se
les ve en los toros, en el fútbol, en los estrenos de Celia Gámez o aplaudiendo
a Trudi Bora, vedette de la que se decía: «Si eres persona decente, / líbrate de
Trudi Bora / como de una serpiente».
Sus posibilidades llegan hasta el punto de tener coche de importación, a
los que se llama «haigas», porque a un nuevo rico, tan rico como inculto, se
le escapa el decir «haiga»; y que la cosa es frecuente entre iletrados lo
demuestra que, a otro de la cofradía a quien le contaron el dicho, confesó
ingenuamente: «Pues no creo ser yo quien lo haiga dicho».
La figura de la querida se ha impuesto como signo externo de opulencia y
atributo del estraperlista, y hasta las esposas aceptan su presencia como
elemento indispensable del estatus de su marido. Se cuenta que en una
representación de ópera, en el Liceo de Barcelona, se produjo el siguiente
diálogo entre una pareja, él estraperlista de alto copete. Le dice el marido a su
esposa: «¿Ves aquella chica que está en la butaca del pasillo de la fila tres?
Pues es la querida de Roura». Y ella, tras examinarla con mirada competente,
le contesta: «Me gusta más la nuestra».

Españoles descalzos

Entre tantísimas escaseces no es de menor importancia la de la piel para


fabricar calzado. La poca que circula es acaparada por fabricantes
inescrupulosos que la destinan a la producción de calzado de lujo. A
mediados de los años cuarenta, reina el imperio de la alpargata, gracias a una
Orden Ministerial que decreta poner a la venta alpargatas y zapatillas con
suela de goma, eso sí, obligando a los detallistas a que no vendan ningún par
con piso de goma, sin mediar, por parte del comprador, la entrega del par
usado, por el que se abonan 20 céntimos. Muchos de los solicitantes no
pueden entregar el par usado pues, para entonces, faltos de calzado, llevan los
pies envueltos en trapos y papeles. Es la legión de pordioseros que ofrecen el
lamentable espectáculo de andar por las calle con los pies desnudos.
En 1948, una orden de la Presidencia del Gobierno dispone la fabricación
y puesta a la venta de un millón de pares de zapatos del llamado «Calzado
Nacional», con piso de suela y modelos diversos, cuyo precio oscila entre las
16,50 pesetas y las 42,85. Los modelos van desde las sandalias hasta los
brodequines y los zapatos corrientes.
Debido a lo basto de la piel y lo tosco de la confección, no se garantiza la
integridad de los pies del usuario, pero el Calzado Nacional viene a cubrir
una lamentable carencia que es un espectáculo deprimente. Antes de la
compra se informaba: «Para la adquisición de esta clase de calzado es
indispensable la presentación de la cartilla de racionamiento. El calzado
adquirido deberá dejarse puesto».
Ante la carencia de Michelines,
normas para la conservación de los
neumáticos: hay que dejarlos enfriar
Madrid. Como la cantidad de caucho virgen de que se dispone y dispondrá durante
el presente año es considerablemente menor que la del anterior, tiene que seguir
mezclándose el caucho virgen con el regenerado en la fabricación de cubiertas, como
única solución viable para remediar el problema del transporte. Éste debe amoldarse a
las condiciones en que deben rodar dichas cubiertas de tipo circunstancial, y para que
las mismas den resultando satisfactorio, es preciso observar fielmente las siguientes
prescripciones:
Primera. No sobrepasar la velocidad permitida (40 kilómetros hora camión y 70
kilómetros hora turismos). Segunda. Vigilar constantemente la presión recomendada.
Tercera. Cargar un 25 por ciento menos de lo especificado en las tablas. Cuarta. Parar
con frecuencia, a fin de que los neumáticos se enfríen.
Se darán órdenes severísimas a la Policía de Tráfico para que vigile el
cumplimiento, por parte de los conductores, de las reglas anotadas. Cualquier
inobservancia será rígidamente sancionada. Se advierte, por último, que los neumáticos
deben ser recauchutados antes de que su excesivo deterioro no permita esta reparación.
(ABC).

Normas para la circulación


de los taxis. Si se encuentran…
Madrid. La alcaldía ha dictado unas normas a fin de que el servicio de taxis esté
disponible para la mayoría de los ciudadanos, y en evitación de acaparamientos
abusivos. Son: prohibición de circular con la bandera bajada y sin viajeros. Prohibición
de llevar el cartel de «A Encerrar», y prohibición asimismo de llevar el cartel de
«Estación». (Arriba).

La Codorniz se mofa de la autarquía


Una sección muy celebrada en La Codorniz es el «Papelín Nacional»,
burla del Boletín Oficial del Estado en cuyo «papelín», en los estertores de la
vieja obsesión autárquica, pueden leerse disposiciones tan chuscas como ésta:
«Se autoriza al vecino de Gajanejos de Abajo, don Froilán Morrueco
Alcordal, a montar una fábrica de agujeros para regaderas, siempre y cuando
la materia prima utilizada sea de procedencia nacional».
O esta otra: «Se concede permiso al vecino de Callosa la Baja, don
Liborio Retuerto Almendrillas, para establecer una manufactura de rabillos
para boina con materias exclusivamente nacionales».

Nuevo premio literario

El 6 de enero de 1945 tiene lugar la concesión del primer premio de


novela Eugenio Nadal instituido por la editorial Destino de Barcelona. La
ganadora es la obra Nada, de la que es autora la joven novelista Carmen
Laforet. La dotación del premio es de cinco mil pesetas.

Incendio en la fábrica de tabacos


El 8 de junio de 1945 se produce un incendio en la fábrica de tabacos de
Madrid. Tras grandes esfuerzos, es sofocado por los bomberos. Este suceso
viene a poner fin a la leyenda de que las labores de la Tabacalera de
racionamiento son incombustibles, leyenda divulgada por muchos derrotistas
y antipatriotas.

Medias de cristal
Causa sensación entre las señoras la aparición de las llamadas «medias de
cristal», que llegan de contrabando a España procedentes de Estados Unidos
y se venden a la friolera de trescientas pesetas el par. Su materia prima es una
nueva fibra artificial patentada por Dupont de Nemours, llamada nylon.
Cartel publicitario de las medias Asensio.
AQUELLOS AÑOS

UNA PAZ DIFÍCIL

La dimisión de De Gaulle
En la euforia de la derrota alemana, el general había sido proclamado
presidente de un gobierno provisional. Hasta que se cansa de una difícil
cohabitación con la izquierda y dimite el 20 de enero de 1946. Con él,
desaparece la atemperación de las presiones francesas contra el régimen de
Franco. Éste se sostenía con mano de hierro, aunque, a finales de mes, no
pudo evitar que un conflicto laboral en una fábrica de Manresa se convirtiera
en una huelga general que paralizó la ciudad. No obstante, fue un
acontecimiento excepcional y las autoridades controlaron rápidamente la
situación.
Existe una animadversión internacional contra el sistema imperante en
España y las mismas Naciones Unidas promueven una cadena de informes y
reconvenciones que se prolongan varios meses, conviniendo que se han
refugiado en España entre tres mil y treinta mil criminales de guerra.

Don Juan se instala en Estoril


Para situarse más próximo a Madrid, el heredero de la corona fija su
residencia en Portugal, tras ser autorizado por el gobierno de Lisboa, que lo
consulta previamente con Franco. Los monárquicos celebran la cercana
domiciliación con una carta colectiva de bienvenida, que firman 458
personalidades españolas, entre ellas veinte exministros, los presidentes de
los cinco principales bancos y numerosos aristócratas. Las represalias no se
hacen esperar con retiradas de pasaportes, inspecciones de Hacienda,
destituciones y alborotos de estudiantes falangistas en las clases de los
profesores firmantes. El general Alfredo Kindelán, promotor de la carta, es
desterrado a Garachico, en las islas Canarias.
Poco después, son fusilados diez guerrilleros comunistas, entre ellos
Cristino García, teniente coronel de las Fuerzas Francesas del Interior. El
gobierno galo cierra la frontera y pide ayuda a Washington y Londres para
llevar el caso al Consejo de Seguridad.
Los partidos comunistas están consolidando su fuerza en Francia e Italia.
El representante de Polonia acusa a Franco de ser un peligro para la paz del
mundo por contar con un gran ejército y preparar la bomba atómica,
afirmación que, vista la catastrófica situación de la industria española,
acredita el sentido del humor del señor Oskar Lange, representante de
Varsovia en la Organización de las Naciones Unidas.
Winston Churchill consagra el concepto de «telón de acero» en un
discurso pronunciado en Fulton, Missouri, y la ruptura con la Unión Soviética
proporciona un balón de oxígeno al régimen español, que se declara
anticomunista. Washington y París no desean proporcionar bazas a Moscú,
pero tampoco ayudar a Franco. Aceptarán las presiones diplomáticas y
económicas contra España, aunque no la intervención militar.
La censura y el control de la prensa impiden que estos hechos sean bien
conocidos por los españoles, a pesar de la cual, el régimen reacciona. Girón,
el ministro de Trabajo, entrega al Caudillo varios volúmenes con un
manifiesto de lealtad firmado por trescientas mil personas. Franco pronuncia
en las Cortes un discurso de dos horas, rechazando las acusaciones de ser un
dictador y de preparar la bomba atómica. Afirmaciones que no necesitaban
tan largo discurso, pues se contestaban por la simple evidencia.

ENFRENTADOS CON LAS NACIONES UNIDAS


Por la gracia de Dios

Durante todo el año 1946 se suceden los rechazos internacionales al


sistema político español, incluido un documento tripartito de condena
firmado por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.
A comienzos de diciembre se emite el informe del comité de la Asamblea
General de la Organización de las Naciones Unidas que estudia el caso. Trece
países, entre ellos Estados Unidos y la Unión Soviética, han enviado
propuestas contra el régimen, que sólo es defendido por Paraguay y El
Salvador. Según el informe, el franquismo tiene carácter fascista, ayudó al
Eje durante la guerra, refugia a los criminales de guerra y sus fuerzas armadas
son desproporcionadas; constituye una amenaza para la paz y la seguridad,
aunque no ofrece peligro inmediato. No se adoptan recomendaciones en
espera de las decisiones de la Asamblea General.
El gobierno español contesta públicamente al informe de la Organización
de las Naciones Unidas y declara que todos los españoles apoyan a Franco.
Éste recibe, una vez más, el apoyo de Churchill, quien manifiesta que no le
gusta el régimen, pero que la cuestión no merece una guerra.
Conocedores del ambiente y la inminente condena de las Naciones
Unidas, los ministros falangistas Girón y Fernández Cuesta se adelantan a los
acontecimientos y organizan una manifestación espontánea de apoyo a
Franco. El 9 de diciembre, los comercios de Madrid son obligados a cerrar
sus puertas y una multitud llena la plaza de Oriente con el lema «Franco sí,
comunismo no». A las doce y media del mediodía el Caudillo aparece en el
balcón del palacio, entre el entusiasmo de los congregados, que lo aclaman.
La retransmisión radiofónica y la exaltación del acto en las primeras páginas
de todos los periódicos vertebran un aluvión propagandístico.
Como se esperaba, la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas aprueba por 34 votos contra 6 y 13 abstenciones una
solemne resolución de condena a España, aconseja retirar los embajadores en
Madrid que, efectivamente, marchan en su casi totalidad.
En el siguiente consejo de ministros, Franco asegura que las Naciones
Unidas están heridas de muerte y la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre
recibe la orden de preparar una emisión de monedas con el rostro del
Generalísimo, orlado por una inscripción: «Francisco Franco, por la gracia de
Dios, Caudillo de España».
La crítica histórica no ha logrado averiguar si se trataba de una afirmación
gratuita.

Maquinaciones y enredos

El ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo, es un católico


que mantiene magníficos contactos con el Vaticano y, a comienzos de 1947,
intenta dulcificar la situación diplomática, ganándose a Philip Bonsal, el
encargado de negocios norteamericano.
Estados Unidos ha retirado su embajador en Madrid y no concederá el
placet a un embajador español, de modo que el gobierno maniobra enviando
a Washington a José Félix de Lequerica, disfrazado con el cargo de
«inspector de Embajadas y Legaciones», que no necesita la conformidad del
gobierno norteamericano. Una vez en su nuevo destino, Lequerica, auxiliado
por Manuel Aznar y José Cacho Zabala, entra en contacto con los políticos y
almirantes más conservadores para formar un lobby favorable a España.
La relación con el gobierno de Londres siempre es espinosa porque Gran
Bretaña es una de las bestias negras del régimen, aunque Franco ha recibido
numeroso apoyo británico durante la guerra mundial. El 2 de enero de 1947,
Carrero Blanco publica como Ginés de Buitrago el duro artículo «Diplomacia
subterránea» contra la embajada de Su Graciosa Majestad en Madrid.
También Franco, en los artículos que escribe contra la masonería, emplea un
seudónimo, Hakin Boor, cuya identidad conoce todo el mundo. Sin embargo,
no puede contener su tendencia al disimulo y el diario Arriba acabará
informando que el señor Hakin Boor ha sido recibido en audiencia por el Jefe
del Estado.
El Vaticano reconoce como Instituto Secular a la Sociedad Sacerdotal de
la Santa Cruz u Opus Dei. La línea levemente democristiana del ministro
Martín Artajo mira con prevención a este pequeño y activo movimiento
católico, que está conquistando numerosas cátedras universitarias y controla
el Instituto Superior de Investigaciones Científicas. La Iglesia española pugna
secretamente con la Falange y la Organización Sindical. Los enfrentamientos
con esta última se incrementan en 1946, al fundarse la Hermandad Obrera de
Acción Católica y el diario Tú, que acabará cerrando ante los embates del
sindicalismo oficial, mientras la Hermandad Obrera de Acción Católica logra
mantenerse.

Portada del periódico Arriba, en la que figura un artículo firmado por


Hakin Boor.

MANIOBRAS PARA SOBREVIVIR


La Ley de Sucesión

Franco y Carrero Blanco han preparado una Ley de Sucesión, que


constituye España en Reino, en el que el Generalísimo mantendrá el poder y
designará al rey que debe suceder le cuando muera. Carrero Blanco viaja a
Lisboa para conseguir un acuerdo con Juan de Borbón, que no acepta el trato
y rechaza diversas informaciones maliciosas que le hace el enviado sobre las
personas de su entorno.
Antes de que Carrero regrese a Madrid, Franco anuncia su ley sucesoria y
don Juan replica con el Manifiesto de Estoril, que pide la sustitución de
Franco por una monarquía democrática. Cuando el proyecto llega a las
Cortes, el procurador monárquico José Luis de Goyoaga presenta una
enmienda en la que solicita la corona para don Juan de Borbón. Es cesado
fulminantemente, su enmienda permanece secreta y las Cortes aprueban el
proyecto que establece la jefatura vitalicia a Franco y pone la sucesión en sus
manos.
La ley será refrendada en un referéndum, durante cuya campaña llega a
España Eva Perón, esposa del nuevo presidente de Argentina. Se le rinden
honores de jefe de Estado, agasajándola continuamente durante los veinte
días que permanece en Madrid y, para que la Madre Patria aparezca como
único motivo de su viaje, la prensa procura ocultar que también recorrerá
varios países europeos.
El referéndum se celebra, sin ningún control ni garantía, bajo el lema:
«Franco sí, comunismo no». Tras la consulta, el gobierno informa de que ha
votado «sí» el 88,59 por ciento del censo electoral. Un chiste de la época
asegura que «sí» significaba que Franco siguiera y «no», que no se marchara.

Tensiones sociales
Durante el verano de 1947, los maquis mantienen una gran actividad en
Aragón, mientras la crisis industrial y el aislamiento hacen surgir un
entramado de fábricas y talleres orientados a una producción de baja calidad
y la copia de modelos extranjeros. La miseria y las pésimas condiciones de
trabajo provocan protestas y paros obreros en Cataluña y algunas grandes
empresas de Madrid que las informaciones oficiales atribuyen a los
comunistas. Luego prende la conflictividad en el País Vasco, donde se
añaden peticiones políticas como la demanda de libertades. El 14 de abril,
aniversario de la proclamación de la República, se concentran miles de
trabajadores en la calle de San Francisco de Bilbao, cuyas autoridades son
sorprendidas por el acontecimiento.
El éxito anima a las organizaciones clandestinas nacionalistas, socialistas
y comunistas a convocar secretamente un paro el 1 de mayo, que secundan
las tres cuartas partes de los trabajadores de Vizcaya. Las autoridades se ven
desbordadas y, por la noche, llegan numerosas fuerzas de policía y algunas
unidades militares. El paro se prolonga mientras Bilbao es tomado por la
Guardia Civil, la Policía Armada y el ejército. El 6 de mayo, la huelga se
extiende a Guipúzcoa. La detención de unas cuatro mil personas acaba con la
resistencia, aunque ya ha renacido el movimiento obrero en el País Vasco.

Lequerica hace amigos en América


El crecimiento de los comunistas en Europa y, en concreto, su ocupación
del gobierno checoslovaco inquieta seriamente a Washington. Lequerica y su
equipo aprovechan este ambiente para fomentar las simpatías hacia la
anticomunista España y despliegan un conjunto de agasajos, sobornos y
fiestas destinadas a influyentes abogados, políticos, militares y hasta jefes
religiosos. Con el pretexto del anticomunismo, logran la adhesión
incondicional del cardenal Francis J. Spellman, el senador Pat McCarran y el
congresista Alvin E. O’Konski. Inesperadamente, el almirante Forrest
Sherman, que ha viajado a Madrid para visitar a su hija casada con el
agregado naval adjunto, se convierte en defensor de un pacto con España y
entra en contacto con marinos españoles hasta llegar a Luis Carrero Blanco.
Finalmente, cuando termina el verano, el senador Chan Gurney, presidente
del Comité de las Fuerzas Armadas, y una delegación militar visitan a
Franco. Éste les asegura que Francia es un eslabón débil de la defensa
occidental y España resulta imprescindible. A su regreso a Washington, el
senador se declara favorable a pactar una alianza con Franco.

La ayuda de Perón
El gobierno francés reabre la frontera española el 10 de febrero de 1948,
mientras en Estados Unidos se prepara la aplicación del Plan Marshall, que
reparará la ruina causada por la guerra e impedirá que el comunismo avance
en Europa. Es muy polémica la inclusión de España en el sistema de ayudas,
a la que se opone la conferencia de naciones; en cambio, el lobby proespañol
de Washington logra la aprobación de la Cámara de Representantes. El
presidente Truman está irritado por la falta de libertad religiosa en España y
no desea indisponerse con la opinión pública francesa e inglesa que son
enemigas de Franco. Hace que el Comité Mixto del Congreso rechace la
decisión de la Cámara de Representantes y, el 1 de abril, zanja la cuestión
excluyendo definitivamente a España del Plan Marshall.
Poco después, el secretario de Estado norteamericano, general George G.
Marshall, viaja a París, donde manifiesta a Ernest Bevin y Robert Schuman
que Estados Unidos está dispuesto a reconocer a la España de Franco. Los
dos políticos europeos se oponen replicando que la opinión pública de sus
países no lo permitiría.
El aislamiento español queda consumado y el desabastecimiento conduce
a una situación angustiosa. La ayuda argentina salva a España del desastre
porque el viaje de Evita ha dado sus frutos y, en abril de 1948, se firma el
acuerdo entre Franco y Perón que compromete la venta de una gran cantidad
de alimentos a España, que serán pagados básicamente con productos
mineros. El pueblo español sufrirá graves dificultades, pero se libra de la
hambruna.
Viaje de Evita a España.

El príncipe viene a España

Donjuán de Borbón forma en Estoril el «Consejo Privado del Rey», con


personalidades como el duque de Alba, el infante Alfonso de Orleáns, el
arzobispo de Valencia monseñor Olaechea, el conde de Rodezno, el conde de
los Andes, José María Gil Robles, José Pemartín y Pedro Sainz Rodríguez.
Cuando los monárquicos de Madrid intentan activar su movimiento, el
marqués de Aledo es castigado con una fuerte multa y el general Kindelán
arrestado dos meses en el fuerte de Guadalupe de Fuenterrabía. Para reducir
la presión, el Generalísimo encarga a Julio Danvila que le prepare una
entrevista con don Juan de Borbón y, el 25 de agosto, los yates Salcillo y
Azor se encuentran en el Cantábrico para que ambos personajes conferencien
a bordo del segundo. Es la primera vez que se ven y se caen mal
recíprocamente; sin embargo, acuerdan que Juan Carlos de Borbón se eduque
en España. La prensa tarda cuatro días en dar la noticia del encuentro sin
aclarar el contenido de la entrevista.
El 8 de noviembre parten de Lisboa en el Lusitania Exprés los hermanos
Juan Carlos y Alfonso de Borbón y, al día siguiente, se instalan
provisionalmente en la finca La Jarandilla de los marqueses de Urquijo.
Franco los recibe en El Pardo, maneja la cuestión como si él dominara a la
monarquía y hace que cursen el bachillerato con muchachos de la nobleza y
la clase alta, controlados por un preceptor y profesores de confianza
franquista.
Su instalación en la capital no libera las presiones sobre los monárquicos
antifranquistas y María Luisa Narváez, duquesa de Valencia y Grande de
España, es condenada a un año de prisión por hacer comentarios contra el
régimen.

Los guerrilleros han fracasado


No todos los maquis son comunistas, aunque sí lo son su dirección y sus
principales dirigentes. Los guerrilleros, tras pasar varios años de esfuerzos,
con escasa ayuda interior y acosados por la Guardia Civil, no han logrado
debilitar al régimen ni desarmarlo ideológicamente. El Partido Comunista de
España y el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) celebran una
reunión en Toulouse donde acuerdan suspender la actividad guerrillera y
dedicar sus esfuerzos a la lucha sindical. La consigna es transmitida a las
partidas, que intentarán un difícil repliegue, porque sus vías de evacuación
están cortadas, de manera que, en Galicia, Granada y Málaga pervivirán
algunos grupos acosados hasta 1950.
El noviembre de 1948, el gobierno francés decide negarse al
reconocimiento de España por la Organización de las Naciones Unidas, pero
sí permite su entrada en los organismos técnicos de la Organización. Una
semana después, con los votos favorables de Estados Unidos y Gran Bretaña,
es invitada a participar en la Comisión de Estadística de la Naciones Unidas.
La actitud favorable de Londres no impide que Franco manifieste a
Newsweek que el egoísmo británico priva a los norteamericanos de la
tranquilidad que les daría una alianza con España. Cuando Churchill se
declara favorable a la incorporación de España en la defensa europea, el
subsecretario de Asuntos Exteriores, el laborista Christopher Mayhew, le
replica que la actitud de Franco durante la segunda guerra mundial impide
aceptarlo en la comunidad occidental.

Faltan los alimentos

España atraviesa una grave situación en 1949, porque la crisis agraria y la


debilidad del mercado interior hunden su producción industrial y Argentina
suspende provisionalmente los envíos de trigo, porque Madrid incumple las
contrapartidas del acuerdo Franco-Perón. El racionamiento de pan desciende
ahora hasta ciento cincuenta gramos por persona y día.
Palian la grave situación los envíos de organizaciones norteamericanas de
caridad a través de la Iglesia católica, que distribuye alimentos y prendas de
vestir a las familias más necesitadas. Mientras tanto, el cine de Hollywood va
conquistando las pantallas españolas, constituyendo un importante medio de
propaganda que exporta los valores de su modo de vida. Incluidos los
planteamientos de su democracia, que comienzan a ser asimilados por
algunos miembros de una generación que será mentalmente hija del cine.
El antifranquista Dean Acheson sustituye al general Marshall como
secretario de Estado y su departamento mantiene una política contraria al
régimen español. Paralelamente, el lobby impulsado por Lequerica ha logrado
relacionarse con el agitador anticomunista y senador por Wisconsin, Joseph
McCarthy y, sobre todo, con el senador católico Pat McCarran, presidente de
la Comisión de Consignaciones del Senado, que facilita las negociaciones
para conseguir un crédito del United States Import-Export Bank. Como
resultado de estas presiones, el 8 de febrero se anuncia que los bancos
estadounidenses Chase Manhattan y National City han concedido un crédito a
España que, en la actual situación económica, lo necesita con urgencia.
OPORTUNIDADES PARA FRANCO

La guerra fría se calienta


Crece el enfrentamiento ruso-norteamericano y el 4 de abril de 1949 se
funda la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que no
acepta la inclusión de España. Sin embargo, Portugal sí figura entre los
Estados fundadores de la alianza. Aunque su régimen es parecido al español,
durante la segunda guerra mundial, mientras Franco coqueteaba con el Eje,
Lisboa se colocó en el bando aliado y cedió a Estados Unidos la fundamental
base de las Azores. El Generalísimo no acepta el fracaso de su política
internacional y se limita a comentar entre sus íntimos: «La OTAN sin España
es como una tortilla sin huevos».
En esta nueva situación, las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos necesitan
bases donde situar sus bombarderos pesados que tiene orientados hacia la
Unión Soviética y también busca bases la Marina de Estados Unidos, que ha
visto recortados los fondos para construir portaaviones. La marina ambiciona
especialmente una base aeronaval capaz de controlar el estrecho de Gibraltar,
porque la histórica base británica resulta limitada y su pista de aterrizaje es
insuficiente. El almirante Forrest Sherman aprovecha la situación para
propagar entre los altos mandos navales la idea de establecer bases en España
y logra que lo secunde Richard L. Connolly, jefe de la marina norteamericana
en el Atlántico oriental y el Mediterráneo. En un gesto arriesgado, que ignora
el Departamento de Estado, el almirante Connolly recala en El Ferrol, el 3 de
septiembre, con una división de la flota y al frente de una delegación de altos
mandos y visita a Franco en el Pazo de Meirás.
Lequerica aprovechará la situación para promocionar una intensa
campaña de viajes a España de senadores y congresistas, pagados con fondos
españoles, logrando que el congresista demócrata James J. Murphy emita
públicamente opiniones favorables al general Franco.
El primer periodista

Los periodistas se agitan ante un proyecto de organización y regulación


burocrática de la profesión, que será regulada y limitada por un carné
numerado y un registro oficial, establecidos como barreras corporativas. La
idea es manejada por periodistas bien situados políticamente como Manuel
Aznar y, sobre todo, Emilio Romero, partidarios de establecer
definitivamente reglas profesionales muy restrictivas. Ya consolidada la
situación, el 20 de julio la Asociación de la Prensa otorga a Franco el título
de «Primer Periodista de España» y, en un acto solemne, una comisión de
periodistas le entrega el carné profesional número uno, entre la silenciosa
rechifla de los profesionales.
En cambio pasa desapercibido el manifiesto monárquico que el general
Antonio Aranda dirige a algunos jefes militares. Fue uno de los hombres más
destacados de la guerra civil, durante la cual defendió Oviedo y luego mandó
el Cuerpo de Ejército de Galicia. No obstante, es dado de baja en el ejército,
arrestado en su domicilio y los medios oficiales propagan el rumor de que ha
sido castigado por pertenecer a la masonería, aunque nunca ha pertenecido a
la secta.

Los rusos tienen la bomba


La llamada «doctrina Truman», que garantizaba la supremacía estratégica
norteamericana, se viene abajo el 23 de septiembre cuando el presidente
anuncia que la Unión Soviética ha hecho estallar su primera bomba atómica.
La noticia desencadena en Estados Unidos la fiebre de los espías nucleares y
abre una nueva perspectiva internacional, porque Estados Unidos ha perdido
el monopolio nuclear y necesitarán aliados.
Poco después, una nueva noticia restalla en los medios occidentales: el 1
de octubre, Mao Tse-tung anuncia en Pekín la proclamación de la República
Popular China, que firma un acuerdo con la Unión Soviética para recibir
ayuda, a cambio de devolver Port-Arthur y los ferrocarriles de Manchuria.
El ejército de Chang Kai-shek cede paulatinamente ante el empuje de las
tropas comunistas que, a final de año, dominan toda la China continental,
mientras los restos de los ejércitos nacionalistas se refugian en las islas de
Formosa y Hai-nan. Esta última será pronto asaltada y conquistada por los
comunistas mientras Formosa resiste, gracias al apoyo de la VII Flota
norteamericana. El gobierno de Madrid siempre considerará al gobierno de
Chang Kai-shek establecido en Formosa o Taiwán como su propio aliado y
una avanzada anticomunista en Asia.

Franco viaja a Portugal


Para devolver la visita que Olíveira Salizar hizo en 1942, el Generalísimo
se desplazará a Portugal, la única ventana internacional con que cuenta
España. Embarca en Vigo en el crucero Miguel de Cervantes, que navega
hasta Lisboa acompañado por una división de la escuadra. Lo reciben el
presidente Carmona y el primer ministro Oliveira Salazar, presencia con ellos
un desfile militar y una exhibición aérea y se instala en el palacio de Queluz,
con su esposa Carmen Polo, que ha llegado a Lisboa en ferrocarril. Su
hermano Nicolás Franco, embajador español en Lisboa, invita a don Juan de
Borbón a visitar al Generalísimo en la residencia lisboeta, pero recibe una
cordial y rotunda negativa. Franco regresa a Madrid, sin verlo, el 27 de
octubre de 1949, cuando la Falange y los sindicatos convocan a sus afiliados
para recibirlo en olor de multitudes.

A PESAR DEL AISLAMIENTO

Títulos nobiliarios
El 22 de febrero de 1950, la policía detiene, en una redada nocturna, a
personalidades dinásticas, que son acusadas de «conspirar para la
restauración de la monarquía», aunque sus conciliábulos son apenas
conspiraciones de salón, que no constituyen un peligro para el régimen.
Poco después, y ya entrado el mes de marzo, el presidente Harry Traman
declara que no hay diferencia entre la Unión Soviética de Stalin, la Alemania
de Hitler y la España de Franco, que son estados policiales. Cuando Franco
recibe la noticia, echa mano a su recurso favorito y comenta que Truman
pertenece a la masonería y que su afirmación se debe a las presiones de la
secta para desprestigiar a España. Como siempre, se vale de afirmaciones
rotundas para demostrar la fortaleza de su posición y, el 28 de marzo, cuando
recibe en el palacio de El Pardo al IX Congreso del Frente de Juventudes, no
sólo arremete contra la masonería sino también contra la monarquía: «Con el
reinado de los Borbones, se introduce el vendaval masónico que había de
arruinar España».
Actuando como si fuera un verdadero rey, el 1 de abril, aniversario de la
Victoria, concede el título de marqués a dos generales enemistados entre sí:
Andrés Saliquet y Gonzalo Queipo de Llano. Este último estaba marginado
desde 1939 y se disgusta por haber recibido la misma distinción que su
enemigo. Se insinúa que le habría satisfecho haber sido nombrado duque en
lugar de marqués y, al cabo de unos meses, aprovechando la efeméride del 18
de julio, enviará una carta a Franco quejándose por ser marqués de Queipo de
Llano, «título que, pasados los años, podría ser confundido con el de
cualquier marqués de Casa López».

La boda de Carmen Franco


El 11 abril de 1950, la hija única del Generalísimo se casa en la capilla
del palacio de El Pardo con Cristóbal Martínez Bordiu, recién nombrado
marqués de Villaverde, que viste un rutilante uniforme de caballero del Santo
Sepulcro. El padre de la novia, que actúa como padrino, no ocupa el
reclinatorio reservado tradicionalmente junto a la contrayente, sino que sigue
la ceremonia desde su sitial de Jefe del Estado. Oficia la ceremonia el obispo
de Madrid, Eijo Garay, y pronuncia la homilía el primado Pía y Deniel:
«Tenéis un modelo ejemplarísimo en la familia de Nazaret y otro más
reciente en el hogar cristiano, ejemplar, del Jefe del Estado».
El diario monárquico ABC comenta que la ceremonia se ha ajustado al
«aire familiar», aunque han sido invitadas ochocientas personas,
excluyéndose a destacados aristócratas que se considera implicados en las
conspiraciones monárquicas. A pesar del parentesco, Martínez Bordiu nunca
tuteará a su suegro y siempre deberá llamarle Excelencia. Los zumbones le
llaman «el marqués de Vayavida», aludiendo a sus costumbres, o bien, «el
marqués de Villavespa», por su papel en la importación masiva de
motocicletas.
El Scooter Vespa, inventado en Italia en 1946, se está convirtiendo en un
fenómeno social europeo. En España, sólo los muy ricos poseen un automóvil
moderno, los simplemente ricos deben conformarse con modelos anteriores a
la guerra civil, infatigablemente reparados y las primeras vespas son
propiedad de miembros de la clase media urbana, que adquieren la
posibilidad de trasladarse rápida y cómodamente.

La boda de Carmen Franco.

El Opus Dei se abre camino


Franco inaugura solemnemente, el 27 de mayo de 1950, la primera Feria
del Campo, instalada en Madrid, que se repetirá posteriormente y que consta
de diversos pabellones regionales, que muestran la «diversidad de las tierras
de España». De acuerdo con la ideología falangista el ministro Carlos Reím
pretende exaltar los valores campesinos como la más pura esencia española.
También se inaugurarán durante 1950 la Refinería de Escombreras y la
Empresa Nacional de Siderurgia (Ensidesa), exhibidas como demostración de
los progresos industriales. Sin embargo, la industria sólo ocupa el 25,5 por
ciento de la población activa, mientras la agricultura da trabajo al 27,6 por
ciento y los servicios al 25,9 por ciento Balance que pronto variará, porque
crecen especialmente la construcción, la metalurgia y la industria química,
mientras una gran masa de población rural se desplaza a los núcleos urbanos
en busca de trabajo, hacinándose precariamente en los cinturones de
Barcelona, Madrid y Bilbao.
El ministro Martín Artajo concentra sus esfuerzos internacionales en
mejorar las relaciones con Estados Unidos, Portugal y el Vaticano. El 5 de
agosto, España y la Santa Sede firman un convenio pata regular la asistencia
religiosa católica en las Fuerzas Armadas, donde Roma acepta la jurisdicción
castrense, cuyo obispo ostenta la categoría de general.
El Vaticano ha reconocido, en junio, al Opus Dei como Instituto Secular,
culminando una etapa de su existencia. La protección de José Ibáñez Martín,
ministro de Educación desde 1939, ha permitido a la Obra controlar el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas y numerosas cátedras
universitarias; cuenta además con la editorial Rialp y algún colegio mayor,
distanciándose de los falangistas, los jesuitas y los militantes de Acción
Católica.
A mediados de este año, Carrero Blanco encarga un delicado asunto
personal a un joven catedrático de la Universidad de Santiago llamado
Laureano López Rodó, que pertenece al Opus Dei. Resuelve
satisfactoriamente el encargo y López Rodó se convierte en su hombre de
confianza y le presenta a distinguidos miembros de la Obra. Carrero, que es
profundamente católico, conecta perfectamente con ellos.
LA GRAN OPORTUNIDAD

La guerra de Corea
Desde la explosión de la primera bomba atómica soviética, la política
norteamericana está enrarecida y la crispa definitivamente el senador Joe
McCarthy que, el 14 de abril de 1950, denuncia que el Departamento de
Estado está plagado de comunistas, iniciando la llamada caza de brujas.
La situación se complica todavía más el 25 de junio, cuando las tropas de
Corea del Norte invaden Corea del Sur por sorpresa y sin declaración de
guerra. Días después, fuerzas de la Organización de las Naciones Unidas,
sobre todo norteamericanas, a las órdenes del general Douglas MacArthur,
héroe de la guerra del Pacífico, entran en combate contra los invasores.
El diario falangista Arriba compara a las tropas de MacArthur que luchan
contra el comunismo en Corea, con la División Azul que lo hizo en Rusia y
Franco transmite al gobierno de Washington su deseo de ayudar enviando
tropas a la zona. Se trata de un ofrecimiento imposible, porque la campaña se
desarrolla bajo la bandera de las Naciones Unidas de las que España está
excluida.
La guerra intensifica las presiones navales y militares norteamericanas
para incluir a España en la OTAN y el Departamento de Defensa se hace eco
de ellas. En junio, el Consejo Nacional de Seguridad del Alto Mando
Conjunto estima posible un ataque soviético contra Europa occidental y
recomienda el ingreso de España en la defensa atlántica.
El Departamento de Estado no comparte esta opinión y, el 3 de junio, el
secretario, Dean Acheson, informa al presidente Truman de que tal alianza
resultaría inconveniente. No obstante, el 31, el secretario de Defensa, Louis
Johnson, recomienda secretamente a Truman que conceda ayuda militar a
Madrid y, el 25 de agosto, el Congreso aprueba un proyecto del gobierno para
conceder un crédito de 62 500 000 dólares.
Norteamérica está preocupada y las campañas de McCarthy agitan la
opinión pública, que teme un ataque de la Unión Soviética. El anticomunismo
exhibido por Lequerica en Washington y el ofrecimiento de Franco para
ayudar en Corea, comienzan a dar sus frutos. Parece inevitable una nueva
guerra mundial, incluso con el empleo de armas atómicas, y el Departamento
de Defensa insiste al presidente Truman para modificar las relaciones con
España.

Las Naciones Unidas levantan su veto


En prueba de la buena relación entre los regímenes español y portugués,
el 25 de septiembre, el presidente Antonio Oliveira Salazar visita a Franco en
Galicia, como devolución de su visita a Lisboa el año anterior. Los dos países
se inquietan ante la posibilidad de que la oleada descolonizadora afecte a sus
posesiones africanas.
El ministerio de Asuntos Exteriores considera útil que el Jefe del Estado
visite el África Occidental Española como parte de la ofensiva diplomática
para sumar todas las simpatías internacionales posibles y hacer un guiño a los
países árabes que pueden aportar sus votos en las Naciones Unidas.
A pesar de la proclamada «amistad hispanoárabe», Franco no ha vuelto a
África desde agosto de 1936 y emprende este viaje que le recomiendan como
refuerzo a la política internacional española. El 19 de octubre de 1950
aterriza en el aeropuerto de Sidi Ifni y el 20 visita El Aaiún, donde los
notables le hacen la tradicional ofrenda de dátiles y leche de camella. La
prensa, la radio y el Nodo despliegan toda su potencia para magnificar el
viaje, que no logra encontrar eco internacional. Seguidamente, el
Generalísimo visita todas las islas Canarias, a bordo del crucero de este
nombre, antes de regresar a la Península.
La guerra de Corea beneficia a quien se presente como anticomunista,
favoreciendo los asuntos españoles en Washington. El 31 de octubre, el
Comité Político de la Asamblea General de las Naciones Unidas acepta
discutir las medidas tomadas contra España en 1946 y se apunta la
posibilidad de reanudar las relaciones diplomáticas. Franco comenta: «Son
ellos los que han cambiado, no nosotros».
La Asamblea General aprueba, el 4 noviembre, revocar los acuerdos
contra España tomados en 1946. El Estado de Israel vota en contra aunque su
representante puntualiza que, a diferencia de Hitler y Mussolini, Franco no
persiguió a los judíos.
Después de revocados los acuerdos, Lequerica pasa la nota de gastos al
ministro de Asuntos Exteriores: 88 757 dólares en sobornos y 237 000 en
otras atenciones.

Las nuevas relaciones exteriores

Los años de aislamiento han producido un intenso resquemor hacia el


extranjero y, mientras el régimen procura congraciarse con Estados Unidos,
sigue enfrentado con Gran Bretaña y Francia, aunque con la pequeña
satisfacción moral de que la selección española de fútbol derrote a la británica
en el estadio brasileño de Maracaná, gracias a un gol de Telmo
Zarraonaindía, Zarra.
Otras espinas contra Francia: en la película de Juan de Orduña Agustina
de Aragón se exalta la resistencia popular española contra las tropas
napoleónicas. No obstante, su producción no obedece a motivos patrióticos
sino al deseo de CIFESA de explotar el éxito logrado en 1948 por Aurora
Bautista, interpretando a Juana la Loca en Locura de amor, donde la segunda
actriz era la joven y poco conocida Sara Montiel.
La exaltación nacionalista hace que, a pesar de la oposición de Martín
Artajo, el gobierno lance a la Falange a una campaña antibritánica y jóvenes
falangistas se manifiesten repetidamente ante la embajada británica a los
gritos de «Gibraltar para España» y «Gibraltar español». El mismo Carrero
Blanco refuerza la campaña con un artículo firmado con su seudónimo más
habitual, «Juan de la Cosa».
A pesar de estas actitudes, la resolución de las Naciones Unidas permite
el ingreso de España en su Organización para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), que tiene lugar el 10 de noviembre de 1950. Al
reanudarse las relaciones diplomáticas, Lequerica pasará a ser embajador en
Washington y, el 27 de diciembre, se hace público que será nombrado
embajador en Madrid Stanton Griffis, un millonario que se dedica a la
política y tiene intereses cinematográficos en la Paramount Pictures y en el
Madison Square Garden, donde se celebran las grandes veladas de boxeo. En
1943 había pasado algún tiempo en España como espía de la Office of
Strategic Services, el servicio secreto militar norteamericano.

La huelga de tranvías de Barcelona


Las tropas chinas han intervenido en Corea para apoyar a los coreanos del
norte, que perdían la guerra. Ésta toma ahora un sesgo contrario a las tropas
de la Organización de las Naciones Unidas, que no pueden evitar la
ocupación de Seúl por los comunistas el 3 de enero de 1951.
El general Eisenhower es nombrado comandante en jefe de la OTAN
mientras se produce cierto deshielo norteamericano respecto al régimen
español y una división de la VI Flota norteamericana recala en Barcelona,
iniciando la costumbre de que las tripulaciones descansen sistemáticamente
en esta ciudad y en Palma de Mallorca. El Congreso norteamericano aprueba
un crédito a España de cien millones de dólares, que no logra resolver la
difícil situación económica española. Aunque el país ha logrado alcanzar la
producción de los años treinta, la guerra de Corea ha disparado los precios
internacionales y, como España es deficitaria en alimentos, atraviesa serias
dificultades y sus ciudadanos consumen por término medio la mitad de carne
y pan que en 1936.
Las precariedades de los trabajadores estallan finalmente en Barcelona,
cuando se sube el precio del billete de los tranvías. Entre el 1 y el 5 de marzo
de 1951, miles de personas deciden desplazarse a pie hasta su trabajo. Son
enviados a la ciudad numerosos policías y guardias civiles, que toman las
calles, el billete del tranvía es restituido a su antiguo precio y el gobernador
civil Baeza Alegría es sustituido por el jurídico militar Felipe Acedo
Colunga. Sin embargo, la conflictividad rebrotará a finales de abril en el País
Vasco, donde se producen varias huelgas por motivos laborales.
LAS NUEVAS AMISTADES

Un gobierno para pactar


Sorprendiendo a todos, Franco forma un nuevo gobierno el 19 de julio, en
el que Luis Carrero Blanco pasa a ser ministro de la Presidencia, a fin de
controlar al nuevo gabinete que combina ministros aperturistas, aptos para un
pacto con Estados Unidos, y otros destinados a mantener el sistema.
Franco no renuncia a nada. Cuatro meses atrás, ha ordenado reconstruir el
simbólico Alcázar de Toledo y en su nuevo gobierno reaparece la Secretaría
General del Movimiento, confiada al falangista Raimundo Fernández Cuesta;
el ejército pasa a manos de Agustín Muñoz Grandes, que mandó la División
Azul, y el intransigente Gabriel Arias Salgado se hace cargo del ministerio
del Ejército e Información y Turismo. La novedad corre a cargo de los
católicos vaticanistas: Martín Artajo continúa en Asuntos Exteriores y
nombra a José María Castiella embajador ante la Santa Sede; Joaquín Ruiz
Jiménez, el nuevo ministro de Educación Nacional, designa rector de la
Universidad de Madrid a Pedro Laín Entralgo y de la de Salamanca a
Antonio Tovar, hombre que ha evolucionado hacia actitudes más liberales.
La pujanza democristiana de Martín Artajo y Ruiz Jiménez, apoyados por
el diario Ya, inquieta a los miembros del Opus Dei, que para contrapesarla
integran en el equipo de Arias Salgado a Rafael Calvo Serer, Vicente
Rodríguez Casado y Florentino Pérez Embid. Desde entonces se desarrollará
una sorda pugna entre cristianodemócratas, falangistas y tecnócratas,
mientras los católicos más inmovilistas se inquietan por los ligeros cambios
de costumbres y un periódico califica a los escasos turistas que llegan al país
de «grotesca cabalgata».
Stanton Griffis dura poco en Madrid. La política norteamericana acusa el
desgaste del presidente Truman y de la larga permanencia de los demócratas
en el poder y, en marzo de 1952, llega un nuevo embajador, Lincoln
McVeagh, acompañado por una misión militar y otra económica que inician
conversaciones con las autoridades españolas.
Aunque Truman sigue mostrando su rechazo al régimen español, la
marina y las fuerzas aéreas insisten en su petición de bases y los informes de
equipos norteamericanos encargados de estudiar la situación resaltan las
desastrosas condiciones económicas y militares que observan en España y la
necesidad de Franco de entablar un diálogo con Washington.
La vida transcurre entre claroscuros y con tensiones de distinto signo. Se
liberaliza la distribución y venta de alimentos y desaparece el estraperlo. Pero
la política no cambia, Gregorio López Raimundo y otros diez detenidos son
condenados como responsables de la huelga de Barcelona y otras catorce
personas por las de Bilbao. Especialmente dura es la represión contra los
anarquistas, cuyos comandos habían sido aniquilados en 1950: ahora la
policía desmonta la organización en Sevilla y Barcelona, donde cinco
militantes son fusilados.

Panorama católico
El cardenal Pedro Segura, obispo de Sevilla, es un hombre polémico, que
chocó con la República, luego con los falangistas y ahora publica una
violenta pastoral antiprotestante, acusando a Franco de perjudicar a la Iglesia
a cambio de dólares. El asunto acaba finalmente en Roma, que nombrará un
obispo auxiliar, congelando discretamente al furibundo Segura.
Para mostrar al mundo el rostro católico del franquismo, se celebra en
Barcelona un Congreso Eucarístico Internacional. Acude monseñor
Tedeschini, en representación de Pío XII, y están presentes dos importantes
católicos anticomunistas: el cardenal Spellman, arzobispo de Nueva York, y
el general Wladislaw Anders, antiguo jefe de las tropas proaliadas polacas. Se
concentran en Barcelona 12 cardenales y 300 arzobispos y obispos que
encabezan representaciones de 77 países y el acto central congrega trescientas
mil personas.
Como remate del congreso, Franco se desplaza al monasterio de Poblet,
donde preside un funeral por los antiguos reyes de Aragón. Inmerso en el
gentío extranjero llega también a España el pretendiente tradicionalista Javier
de Borbón Parma, que igualmente se desplaza al monasterio de Montserrat,
lugar sagrado de los carlistas catalanes, donde se proclama rey de España, por
su cuenta y sin que nadie se entere.
Respondiendo a su pérdida de influencia en el ministerio de Educación, el
Opus Dei emprende una gran campaña contra el ministro Ruiz Jiménez, a
quien sus enemigos apodan «Sor Intrépida». La Obra apuesta por una futura
monarquía franquista y su portaaviones ideológico, la editorial Rialp, lanza el
libro de Rafael Calvo Serer Teoría de la restauración, y el de Ángel López
Amo La monarquía de la reforma social. Rialp ya publicó en 1949 la obra de
Calvo Serer España sin problema y editará en 1953 La configuración del
futuro.
Por su parte, el régimen edita un semanario de pretenciosas ambiciones,
El Español, dirigido por Juan Aparicio, que contiene artículos políticos de las
mejores plumas del sistema. No logra desprenderse del aire oficialista y
fracasa en los quioscos, mientras en círculos minoritarios se abre paso una
revista católica y democrática, El Ciervo, dirigida en Barcelona por Lorenzo
Gomis.

Los republicanos ganan las elecciones


En noviembre de 1952 triunfa en las elecciones el candidato republicano,
general Eisenhower, que toma posesión en enero de 1953 y, poco después,
nombra embajador en España a James Clement Dunn, encargándole impulsar
las negociaciones para un pacto, que Franco desea por temor a un ataque
soviético y necesidad de ayudas que palien la extrema pobreza. Las
condiciones son favorables, porque la guerra fría se calienta y España es
admitida en la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura y la
Educación (UNESCO). Lo cual no implica ninguna dulcificación política: en
los primeros meses de 1953, la policía detiene a cincuenta militantes del
Partido Socialista Obrero Español, entonces una minúscula organización
clandestina. Uno de ellos, Tomás Centeno, muere en un calabozo de la
Dirección General de Seguridad, después de haber sido torturado.
La muerte de Stalin
El dictador soviético había dirigido no sólo la Unión Soviética sino la
política comunista en todo el mundo, que últimamente acusaba la defección
política y doctrinal de Pekín. Su fallecimiento, el 5 de marzo de 1953,
modificará el núcleo del poder soviético. De entrada, el jefe único es
sustituido por un triunvirato y se inician las luchas internas. Antes de que
termine el año, se observarán algunos cambios y el poderoso y terrible
Laurenty Beria será detenido, acusado de traición y ejecutado.
La guerra de Corea lleva dos años de vaivenes y difíciles combates en un
territorio frío y montañoso, mientras el grueso de las tropas y el esfuerzo
económico está a cargo de Estados Unidos. El difícil terreno y la masa de
tropas chinas, provocan un empate y las operaciones quedan estacionadas
hasta que, el 26 de julio, se firma un armisticio en Panmunjon, que rehabilita
la frontera del paralelo 38. Las tropas internacionales regresan a sus países,
aunque importantes efectivos norteamericanos continuarán en Corea del Sur.
El final del conflicto no modifica la grave tensión internacional presidida
por la noticia de la explosión de la primera bomba de hidrógeno soviética, el
12 de agosto, que añade un nuevo peldaño a la escalada armamentista.
También se agita el mundo colonial francés. Indochina ha pasado por
diversas vicisitudes y se encuentra conmocionada por una guerra de
guerrillas, en la que los nacionalistas han cedido su espacio a los comunistas,
que reciben ayuda china y rusa. En Marruecos, el sultán Mohamed ibn Yusuf
apoya al partido Istiqlal, que es independentista, y el residente general
francés, Augustin Guillaume, lo depone, lo deporta a Córcega y, el 20 de
agosto, coloca en su lugar a Mohamed Ben Arafa, que es apoyado por los
bereberes del sur. El alto comisario García-Valiño se niega a reconocer a Ben
Arafa porque el gobierno español se venga así de la enemistad de la IV
República, sin comprender que esta política colonial tira piedras contra su
propio tejado.

Los pactos con el Vaticano y Estados Unidos


La apertura a las relaciones internacionales logra la firma del Concordato
con la Santa Sede, el 27 de agosto, en el que el gobierno obtiene un
reconocimiento oficial y concede a la Iglesia católica importantes ventajas
económicas y notables privilegios en los campos de la educación y la defensa
de la moral.
Se trata de una maniobra previa a la firma de tres convenios con Estados
Unidos, el 26 de septiembre de 1953, centrada en un acuerdo militar de
Ayuda Mutua. España no es admitida en la OTAN, pero Estados Unidos
obtiene tres bases en Torrejón, Morón de la Frontera y Zaragoza, aptas para
servir de apoyo a los bombarderos B-36, una base naval en Rota, una red de
instalaciones menores dedicadas a la telecomunicación militar y a la
vigilancia aérea, además de un oleoducto que unirá las bases. La cuantía de la
ayuda militar es inferior a la concedida a los otros aliados europeos y consta
de armamento, mejora de las industrias militares, contratos para comprar
municiones y cursos de perfeccionamiento para los militares españoles.
El pacto es mal acogido por los elementos más extremos del franquismo y
el gobierno justifica la entrega de bases asegurando que son de utilización
conjunta, con ambas banderas y doble mando español y norteamericano. Para
demostrar su adhesión a Franco, la Falange convoca una manifestación en la
plaza de Oriente el 1 de octubre, que logra una gran asistencia. El falangista
Luis Martínez de Galinsoga, director de La Vanguardia Española de
Barcelona, escribe que Franco es el único gran hombre del siglo XX, frente a
pigmeos como Churchill o Roosevelt. A finales de mes se celebra otra
concentración falangista en el estadio de Chamartín, donde Franco se
presenta vestido con el uniforme del partido.
En cambio, continúan tirantes las relaciones con Gran Bretaña; el
gobierno de Londres anuncia que la reina Isabel II visitará Gibraltar durante
el próximo año y Franco responde con duras declaraciones antibritánicas al
diario Arriba.

Conflictos laborales y una disidencia


De momento, no ha mejorado la situación económica de los trabajadores
y aumenta la conflictividad. Cuando se celebran elecciones sindicales sin que
los candidatos estén sujetos al veto por falta de «confianza política», los
comunistas se infiltran en las candidaturas y, a comienzos de diciembre, tres
mil obreros de Euskalduna se declaran en huelga en Bilbao.
La relación con los católicos también se complica, porque los ministros
Martín Artajo y Ruiz Jiménez mantienen una colaboración no incondicional y
levemente crítica, que se expresa en el diario católico Ya. En cambio, el
régimen rompe claramente con Calvo Serer, que ha pedido la restauración
monárquica inmediata en un periódico francés.
COSAS Y CASOS

España se queda sin gasolina

El suministro del combustible líquido que asegura la circulación de los


vehículos a motor es una de las pesadillas de los años de la posguerra.
Pendiente del suministro de los países anglosajones, principales productores,
las entregas dependen de la actitud de España frente al conflicto mundial.
Cuanto más germanófilas sean las manifestaciones de los jerarcas, más se
raciona la gasolina.
Solución con aires típicamente autárquicos es el uso de gasógenos, idea
que como tantas otras providenciales se atribuye al Caudillo. El gasógeno
bautiza toda una época y es origen de chistes y hasta de canciones por lo
laborioso e inseguro de su funcionamiento, semejante a un fogón casero.
Sin embargo, llega un momento —coincidiendo con el inicio de nuestro
aislamiento internacional en 1946— que para asegurar el transporte urbano
hay que dar un salto atrás y volver a la tracción animal, a los coches de
caballos. He aquí cómo refleja la situación —sin tapujos de ninguna clase—
esta noticia de la Agencia Cifra:

Los coches de caballos han vuelto a verse con cierta profusión estos días por las
calles de Madrid, en ocasión de la reducción de los cupos de gasolina. Landós tirados
por magníficos ejemplares, asistidos por cocheros y lacayos, que recordaban los buenos
tiempos de los carruajes de principios de siglo, han sido puestos en servicio por
numerosos vecinos. También han aparecido simones, tirados por jacos famélicos que
más parecen caballos de pica para los ruedos, que se presentan como sucedáneos de
unos taxis escasísimos. Tílburis, charretes, calesas y tartanas son conducidos por sus
propios dueños, que así resuelven el problema del transporte. También en algún centro
militar se ha restablecido el tiro caballar.
Un país entre la ficción y la realidad

La vida hispánica, obligada por la fuerza de unas circunstancias


catastróficas resultantes de la guerra civil, discurre por dos cauces bien
diferenciados. Por un lado, está la España oficial, asentada en sus principios
autárquicos que mantienen la ficción de unas tasas reguladoras del trato
comercial y de unos abastecimientos que deben alimentar al país, todo lo cual
es totalmente falso porque para comerciar y subsistir coexisten dos corrientes
al margen de la ley. Una es la del gran mercado negro industrial que abarca
productos metalúrgicos y químicos, textiles, cemento, cupos e importaciones,
lo que da lugar a la creación de las grandes fortunas amparadas en la
situación. La otra corriente es la del estraperlo menudo y folclórico de la
alimentación que lleva a cabo el pueblo llano para ganar algún dinero y poder
sobrevivir, consumiendo parte del género traficado. El quehacer de estos
españoles yendo y viniendo de las zonas aceituneras o arroceras funciona
gracias al más pícaro ingenio, movido por un puro instinto de supervivencia.

Nacen las quinielas


En 1946 se crea el Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo Benéficas, lo
que significa la penetración del fútbol hasta en las masas más ignorantes del
país. Los que en su vida no habían visto un partido, se interesan por el
Alcoyano, el Don Benito o la Cultural Leonesa. La futbolización del país es
completa. La rueda de la fortuna, la creencia tan ibérica en el premio gordo
que ha de redimir de la pobreza, se asocia con la magia del 1, de la X y del 2,
puestos al margen de unas confrontaciones cuyo sentido para unas gentes
perdidas en el medio rural era totalmente desconocido. En 1950, don Aníbal
Falcón gana el primer medio millón en las quinielas. En 1951, don Saturnino
García Pereda obtiene el primer millón. La saga de los millonarios ha
empezado. Las quinielas son el ingrediente que faltaba para embeber a
España entera, alejándola definitivamente de cualquier meditación
trascendental. He aquí cómo cuenta Josep Pía el invasor fenómeno en uno de
sus inimitables «Calendario sin fechas» publicado en Destino:
—Le veo a usted muy enfrascado. ¿Está usted escribiendo a la familia?
—¡Ah, no, señor! Estoy llenando con el mejor cuidado una quiniela.
—¿La ha imaginado usted o se la han sugerido?
—Sugerido, no. Yo he tenido siempre una gran afición al deporte. Primero jugué en
el colegio. Después presencié algún partido. Ahora escucho la radio y lleno cada
semana diez quinielas. El deporte me cuesta cada semana treinta pesetas.
—Es usted un gran deportista. En el país, cada día hay una mayor afición al deporte,
al deporte caligráfico, se entiende. Ahora yo le quisiera pedir un favor: cuando llena
usted la quiniela, ¿tiene algún criterio? Si lo tuviera usted, aunque fuera algo vago y
aproximado, le estimaría mucho que me lo dijera porque al paso que se está poniendo el
aburrimiento, sobre todo en los pueblos, todos acabaremos haciendo quinielas.

La prostitución en la España de posguerra


En una situación en la que junto a la miseria convive el espectáculo
degradante del dinero fácil procedente del mercado negro y su consiguiente
despilfarro innecesario, la mujer, víctima de la necesidad, cae en gran número
en la tentación de la seguridad y del lujo como evasión de la pobreza.
Había una copla que cantaba: «La honra, la perdí / pero vivo superior».
La prostitución es, en la mayoría de los casos, una salida impuesta por las
imperiosas necesidades de la vida cotidiana. A la prostitución, legalizada —
que se ejerce en los burdeles con carné y control sanitario— o clandestina, se
ven abocadas mujeres maduras cuyos maridos están en paradero
desconocido, con hijos que mantener y un nivel cultural que no les da opción
a otro medio de vida; casadas jóvenes con maridos encarcelados; muchachas
solas, cuyos padres han tenido que salir de España al terminar la guerra, niñas
desamparadas, apenas entradas en la pubertad.
La prostitución clandestina es la más extendida. Va desde las chicas de
elevada cotización que se ofrecen en los bares o salas de fiesta de moda,
como Chicote, Pidoux o Negresco en Madrid, Marfil, Trébol, Rigat en
Barcelona, hasta las más modestas que hacen la acera en las cercanías del
lugar donde pueden disponer de habitaciones a las que llevar al cliente. Y
todavía quedan las de los más ínfimos estratos de sordidez, operando a la
intemperie y en descampados.
La clientela es amplia y fácil. Por un lado, están las circunstancias críticas
que se atraviesan a diario, y el sentido de precariedad existencial que había
sido la experiencia de la guerra. Por otro, el dinero fácil que amasan los
especuladores del mercado negro. Todo ello genera un deseo de divertirse, de
gozar. El que puede, lo hace, además, exhibiendo su dinero en las salas de
fiesta en compañía de una fulana de postín.
La prostitución legal se ejerce en el burdel, lugar autorizado para el
comercio del sexo y donde el macho ibérico puede desahogarse sin ser
molestado por la justicia. El burdel vive en los años de la posguerra una etapa
floreciente. A principios de los cuarenta hay en España 1147 casas de
tolerancia, con un número de prostitutas variable.
Las viejas casas de putas hispánicas que habían dado instituciones tan
afamadas como Madame Petit o la Emilia en Barcelona, la Mediateta en La
Coruña, la Pepita en Zaragoza, la Bizcocha en Granada o la Turca en
Pamplona, hacen su agosto en tiempos de represión sexual. Con un salón
decorado con pinturas lascivas y chillonas al que son convocadas las niñas
para su exhibición semidesnudas ante los clientes, con su dueña y su
encargada, que controla las ocupaciones, la mancebía es, no sólo el sumidero
legal de la fornicación sino también, en las capitales pequeñas, cenáculo y
tertulia donde una varonía chata y provinciana se evade de la hipocresía del
ambiente, de los dengues de la esposa, de una respetabilidad ficticia que se
aparenta en la puntual asistencia a la misa dominical, rito al que, dicho sea de
paso, asisten también muchas dueñas de lupanares escoltadas por la
encargada y por alguna pupila devota de la Virgen de las Angustias.
Por lo demás, los precios de las casas de lenocinio están al alcance de casi
todos los bolsillos, desde los más modestos, para los que una hembra cuesta
dos o tres duros, hasta los más encopetados y selectos, donde la cotización
llega a las doscientas o trescientas pesetas. Las chicas de precio, que hacen
señores en los bares elegantes o en salas de fiestas, utilizan los meublés más
lujosos, llegando en los casos de más alta categoría a tener su apartamento
propio. Su tarifa, entre las trescientas y las quinientas pesetas por hacer el
amor, da para vivir como una princesa. Más de una utilizará esta saneada
plataforma de lanzamiento para hacer carrera más tarde, en el mundo de la
canción o en el comercio de las boutiques. El fenómeno llega hasta las
páginas de los periódicos ante lo alarmante de las cifras. En diciembre de
1944 aparece en La Vanguardia una crónica enviada desde Madrid en la que,
bajo el título de «Aumento de la prostitución en Madrid», se daban los datos
siguientes:

En 1885 la población de Madrid no llegaba al medio millón de habitantes. Las


estadísticas hechas dos años más tarde le asignaban exactamente una población de
472 228 personas. En ese mismo año había en la villa 1331 profesionales del vicio.
Hoy, que la población se ha triplicado, puede calcularse sin temor alguno a error que el
número de prostitutas pasa de veinte mil.

Esta extensión del comercio del sexo tiene su lógica repercusión en el


alarmante aumento de las enfermedades venéreas. La sífilis se convierte en
un verdadero azote. La blenorragia llega a límites epidémicos. Sólo la
aparición de las sulfamidas, primero, y la penicilina después, permitieron
luchar con éxito contra la plaga.

Ardides de la picaresca o cómo subsistir


Un reportaje, aparecido en la revista Semana, nos descubre las
estratagemas usadas por los traficantes, a los que debemos nuestra
supervivencia. El texto es el siguiente:

Los estraperlistas aprovechan los descuidos de los servidores de las máquinas de los
trenes, y esconden sacos de treinta, cuarenta o cincuenta kilos de género en la parte
trasera del ténder; en las máquinas eléctricas los ocultan en el «capot», con grave riesgo
de quedar electrocutados. En una ocasión, un tren rendía viaje en una estación de
Madrid, y alguien advirtió que las briquetas de carbón para alimentar la máquina, en
vez de disminuir por el consumo del trayecto, habían aumentado. Entonces se vio que
buena parte de las briquetas eran cajitas de cartón pintadas de negro, llenas de judías.
[…] En el correo-expreso procedente de Santander, al observar un agente cómo una
viajera, que llevaba un niño pequeño tapado con un mantón, daba muestras de
inquietud, procedió a la inspección del equipaje infructuosamente. Como continuara el
malestar de la señora, en contraste con la tranquilidad del niño, que en todo el viaje no
había hecho el menor ruido, el agente descubrió que el presunto niño no era más que
una gran vejiga llena de aceite. El truco de la embarazada ha hecho entrar en sospechas
a más de una agente quien, con todos los respetos debidos al sexo, ha conseguido
descubrir que el falso embarazo ocultaba grandes tiras de longaniza enrolladas. A los
simuladores de joroba se les ha descubierto que esconden en la chepa saquitos de arroz
o de judías. […] Otras falsas embarazadas están grávidas de cantimploras llenas de
aceite, citándose éstos como los casos más ingeniosos usados por la muchedumbre
dedicada al pequeño tráfico de mercancías intervenidas. Pero los ardides no se agotan
con los trucos descritos. Los instrumentos musicales han resultado utilísimos a los
estraperlistas. De noche y con poca luz en el vagón, una bandurria puede pasar, en su
caja de resonancia, un par de kilos de lentejas, y como en estos grupos musicales que
animan las fiestas locales van laúdes, bandurrias y guitarras, pues la cosa puede resultar
provechosa. Y no hablemos de las judías que caben en el interior de un contrabajo. […]
También se utilizan el chaleco-bidón, las novelas huecas.

Los riesgos de una incautación son muchos, sobre todo al llegar a las
estaciones de tren, como lo muestra esta noticia:

MADRID. La guardia civil de servicio en la estación de Atocha llevó a cabo una


inspección en el Correo de Andalucía, procediendo a la incautación de los siguientes
géneros: 20 litros de aceite, 50 kilos de arroz, 100 kilos de azúcar, 200 kilos de harina y
un quintal de salvado. Todos estos géneros se hallaban en poder de viajeros procedentes
de Andalucía, quienes habían escondido la mercancía utilizando ardides como vasijas
de doble fondo, cuadros iluminados de la Virgen y falsas garrafas de vino. A un viajero
se le ocuparon 10 kilos de longanizas que llevaba colgadas en el exterior del vagón,
ocultándolas al llegar a las estaciones.

Bajo el signo del nacionalcatolicismo


Un Estado inspirado por la Iglesia católica y fiel seguidor de sus
admoniciones, debía dar resonancia a la voz de la jerarquía eclesiástica, la
cual opinaba sobre todo lo que afectaba a la moral. Sin ir más lejos, el baile
era «alegría del diablo».
El baile «agarrao», como se decía castizamente, es objeto de anatemas,
empezando por unos carteles en los que aparece un demonio como pareja de
baile, y la recomendación de «¡Joven, diviértete de otra manera!». El padre
Avellanosa, analiza con notable perspicacia y sobrada malicia cuáles eran los
efectos eróticos de la danza. Ésta es su descripción:

El contacto prolongado de caras, pechos, cinturas y vientres encierra enorme


capacidad de las más graves excitaciones sexuales, cuyo fin lujurioso conduce al placer
de la fornicación, completo e incompleto. El baile es el ejercicio público de la lascivia.
En este mismo orden condenatorio aparecerá, algún tiempo después, una
pastoral del cardenal Segura, el íntegro arzobispo de Sevilla, cuyo título es:
«Sobre los bailes, la moral católica y la ascética cristiana». En ella, el prelado
hispalense saca a colación una vieja condena que databa del siglo XVIII,
debida al jesuita padre Calatayud, quien condenaba el baile en estos
impresionantes términos: «El baile es gavilla de demonios, estrago de la
inocencia, solemnidad del infierno, tiniebla de varones, infamia de doncellas,
alegría del diablo y tristeza de los ángeles».

Las modas, ofensas al pudor


El padre Ayala, bien conocido por su truculenta definición del cine, ante
el descoco femenino se muestra apocalíptico en su condenación:

¡Qué modas tan indignas, tan atentatorias al pudor! ¡Pierna al aire hasta el muslo,
brazos al descubierto hasta cerca del sobaco, escotes en el pecho y en la espalda,
vestidos ceñidos al cuerpo de un modo inverecundo! ¡Casi van peor que desnudas!

Por su parte, el cardenal primado, doctor Gomá, llega a dedicar un


volumen, titulado Las modas y el lujo, a hacer consideraciones sobre si el
vestido femenino es una ayuda al pudor o si, por el contrario, es un impúdico
reclamo. Éstas son sus palabras:

Porque en muchos de los figurines de la moda hay, señoras, una malicia profunda
del dibujante o del modisto que, más que vestiros, parece que se ha propuesto ejercer lo
que un crítico llamaba «el arte de desnudar con decencia», tal es la perversa intención
que delatan ciertos recortes.

Jóvenes, ¡sed castos!


El padre Avellanosa, orientador de jóvenes y celador de costumbres
edificantes, exhorta así a la castidad de las parejas:

Las parejas no deben salir solas. Los riesgos de la tentación son muchos y el
maligno no descansa en su empeño por pervertir las almas puras. Por eso, es bueno que
los jóvenes vayan siempre acompañados por persona formal, con años y moralmente
preparada, que sea para ellos como un escudo que les libre de las tentaciones. Esta sana
precaución no debe abandonarse ni cuando la formalización de las relaciones asegure la
proximidad del Santo Sacramento del Matrimonio. Antes al contrario: la cercanía del
tálamo vuelve a los hombres más rijosos, y las mujeres más fáciles a la concesión de un
anticipo. Por ello, ni las más firmes promesas deben eludir la vigilante compañía de un
familiar o «carabina», que los haga mantenerse castos y puros hasta la hora en que,
bendecida la unión, puedan entregarse a cumplir con los deberes estrictamente
procreativos, para los que se fundó y santificó la unión matrimonial.

¡Casados! ¡Cuidado con las prácticas conyugales!


Si las modas, el baile y el noviazgo merecen las admoniciones del clero,
en vela de la pureza y de las costumbres cristianas, también el
comportamiento conyugal requerirá de un toque de atención que correrá a
cargo del padre Remigio Vilariño. Éste es su grito:

Es abominable la práctica de algunos casados inmorales y casadas malas cristianas,


que usan del matrimonio de modo que no tengan hijos o solamente algunos. […]
Crimen detestable, vicio abominable que trastorna la familia, mutila el amor, desmocha
la sociedad, engendra enfermedades, atrae la maldición de Dios. […] Vicio horrendo,
maldito de Dios, de la naturaleza y de la Patria. […] Todo matrimonio que se aparta de
las reglas de Dios es perverso.

El humor de Foxá (I)


Agustín de Foxá, diplomático y escritor, es un personaje dotado de un
agudísimo sentido del humor y cuyas ocurrencias circulan por transmisión
oral, dado el carácter divertidamente crítico hacia el sistema de que están
provistas. Ya al poco de la victoria de 1939 y al observar el contenido
totalitario y el perfil de dictadura cuartelera que desprendía la figura de
Franco, vaticinó: «Cuando hayamos implantado el fascismo en España, yo
me iré a vivir a Biarritz».
Frente a la definición oficial de Estado Nacionalsindicalista, Foxá, dada la
relevancia del aspecto clerical del sistema, aclara: «No; esto que hay es un
Estado Nacional seminarista».
Cuando el cerco internacional parecía hipotecar el futuro de la dictadura
de Franco y hasta se especulaba con la marcha del general, Foxá apostilla:
«El día que se vaya Franco, ¡menuda patada le van a dar en nuestro culo!».
Poco después de finalizada la segunda guerra mundial, con la derrota de
los países totalitarios con toda su parafernalia de uniformes, rituales y saludos
fascistas, se produjo la iniciativa de unos cofrades filipinos de viajar a Europa
en peregrinación, portadores de una reliquia de san Francisco Javier,
evangelizador de las islas, consistente en un brazo incorrupto del santo.
Cuando aparecieron por España, Agustín de Foxá acertó a definir lo ejemplar
del gesto de los cofrades al decir: «Son dignos de toda nuestra admiración.
¡Hay que ver lo que representa venir en estos tiempos desde Filipinas con el
brazo en alto!».

Las bodas más sonadas.


De la duquesita de Alba a la nieta de Franco
El día 11 de octubre de 1947, Sevilla se engalana para asistir a la boda de
Cayetana Fitz-James, hija única del duque de Alba, con don Luis Martínez de
Irujo, hijo del duque de Sotomayor.
Según las crónicas, Cayetana está bellísima con un vestido blanco de seda
natural valorado en más de cien mil pesetas y adornada por una diadema de
incalculable valor que había pertenecido a su madre, la infortunada dama
doña Rosario de Silva.
El recorrido, desde el palacio de las Dueñas a la catedral, lo hace la novia
en una calesa tirada por un espléndido tronco de caballos. Asisten a la
ceremonia más de dos mil quinientos invitados que son obsequiados, primero
con un aperitivo servido por Perico Chicote y después por un espléndido
almuerzo en los jardines del palacio.
Entre los asistentes, aparte una amplia representación de nuestra más
añeja y linajuda nobleza, hay gente del mundo del toro y figuras del cante y
baile flamenco.
Por orden de la joven duquesita, se sirven comidas a los pobres,
otorgándose también donativos a los asilos donde se albergan los más
necesitados.
Llegados a la altura de 1950, el hecho que intriga mayormente a los
lectores de ¡Hola! y al público en general, es el casorio de Carmencita Franco
Polo, la hija única del Generalísimo. Ya la cronista de sociedad Marichu de la
Mora ha intrigado al personal al presentárnosla en la revista Semana con
estas palabras:

Ésta es la muchacha guapa y elegante de sociedad que vive en las afueras de


Madrid. El vestido sencillo pero de corte impecable: las perlas alrededor del cuello y un
«clip» prendiendo el escote. La piel clara y la mirada brillante de la juventud esconde
femeninamente todo un mundo de secretos.

Así reza el pie de foto. Poco después «el mundo de secretos» dejará de
serlo. El elegido de su corazón era el «alférez Bordiu». Luego se amplió la
referencia, resultando ser Cristóbal Martínez Bordiu, licenciado en medicina
e hijo de los condes de Argillo, familia de abolengo. Pero no muy boyante.
Como por ensalmo, el novio se convierte en marqués de Villaverde y antes de
la boda, lo hacen caballero del Santo Sepulcro para poder lucir el vistoso y
noble atuendo de «sansepulcrista».
La boda es el gran fasto social del franquismo. Franco actúa de padrino y
los invitados forman la flor y nata de las jerarquías franquistas, del generalato
y de los adinerados de la situación.
Como es obvio, se sirvió un agasajo a los pobres de El Pardo.

La muerte de Manolete
El día 28 de agosto de 1947 está anunciada en la plaza de toros de Linares
una corrida que, con ganado de Miura, debían lidiar los espadas Gitanillo de
Triana, Manolete y Luis Miguel Dominguín.
Llega el diestro cordobés a esta corrida fatigado, harto de verse
enfrentado con los públicos por las exigencias de su apoderado y, por tanto,
soñando con la llegada del fin de la temporada para, según había anunciado,
retirarse de los toros.
La corrida discurre sin relieve, habiendo destacado tan sólo Dominguín
en el tercer toro hasta que salió el quinto, Islero de nombre. El toro no es fácil
pero Manolete, siempre honesto con la afición, aprovecha el pitón derecho
que es el manejable para ligar unas series lucidas. Alcanzado el aplauso se
perfiló. Tal vez se confió buscando el volapié y a Islero le bastó alargar el
cuello para empitonarlo por la ingle. Cornada profunda que llegó hasta la
cadera y rompió la safena.
Lo que sucede en la enfermería de la plaza es de pesadilla: suturas,
transfusiones, insuficiencia de material quirúrgico, traslado al hospital,
desconcierto ante una hemorragia que no se podía cortar. Hasta Gitanillo de
Triana, conductor a altas velocidades, corre a Madrid en busca del doctor
Jiménez Guinea, que llega a Linares con Manolete agonizando.
Al amanecer del nuevo día deja de existir Manuel Rodríguez Manolete.
Los titulares del día siguiente proclaman: «¡De Leyenda! ¡A Manolete lo ha
matado en Linares un toro de Miura!».
Y el pueblo español, como cuando Espartero, Joselito, Granero o Sánchez
Mejías, llora a los ídolos ibéricos que se hacen entre sangre y arena.

Se inaugura el estadio Nuevo Chamartín,


después Santiago Bernabéu

El crecimiento en la afluencia de espectadores a las competiciones


futbolísticas y la nueva ola de aficionados nacidos al señuelo de las quinielas
empuja a la directiva del Real Madrid a la construcción de un estadio con un
aforo superior a las setenta mil localidades. El 14 de diciembre, con un lleno
completo, tiene lugar la inauguración, enfrentándose el Real Madrid al equipo
portugués de Os Belenenses, al que vence por 3 goles a 1.

El referéndum de «Menos Franco


y más pan blanco»
Establecido el referéndum nacional como fórmula plebiscitaria en aval de
las grandes decisiones históricas, se recurre a él para buscar la aprobación de
la Ley de Sucesión, por la cual España se convertirá en reino, quedando la
designación del monarca para cuando Franco lo tenga a bien. La consulta es
disyuntiva: hay que votar «sí» o votar «no», y aunque la propaganda en pro
del voto afirmativo se hace arrolladora, no se deja de hacer constar que sea
cual sea el resultado, Franco seguirá indiscutido e imperturbable en su puesto
de Caudillo de España. Esto dará lugar a que, en un diálogo entre amigos, en
vísperas del 6 de julio, fecha fijada para la consulta, uno de ellos se muestre
escéptico ante el sentido del «no», dada la asegurada continuidad de Franco,
situada por encima del plebiscito. A las dudas expuestas por uno de los
interlocutores, el otro le aclara: «Es que no has entendido bien el propósito
verdadero de la consulta: el voto afirmativo significa que sí quieres que
Franco continúe, el voto negativo quiere decir que no quieres que Franco se
vaya. ¿Entendido?».
Las instancias hacia el voto afirmativo se hacen desde todos los ángulos,
moviendo todos los resortes y utilizando todos los argumentos. Hasta los más
llamativos:

El voto afirmativo garantiza y refuerza la continuidad del régimen de Franco. El


voto afirmativo garantiza y refuerza nuestra paz, nuestra unidad y nuestro porvenir.
Todo lo demás quedó suficientemente seguro con el triunfo en nuestra guerra. Votar SÍ,
es votar Franco. (Arriba).

La repulsa al «no» se argumenta así desde las páginas del mismo


periódico:

Votando NO se forma junto a Napoleón Bidault, bajo las puercas banderas de


Lange: se sienta plaza de imbécil, a la vera de lord Templewood, y se acuesta uno a la
sombra del crimen comunista, junto a la dulzura leniniana de la Pasionaria. Votando
NO se está con los enemigos de España, con uniforme de cafre y con un anillo en las
narices.

Las motivaciones en demanda del «sí» no rehúsan ni el recurso a lo


macabro. De entrada, se expone: «Si Franco faltase sin dejar sucesión…», y
todo un panorama de tragedias se remacha exponiendo fotografías de momias
de la Semana Trágica, de cadáveres desenterrados, de los rostros cadavéricos
de los inmolados durante la barbarie roja, entre los que aparecían el del
general Capaz, del doctor Albiñana, del padre Gafo y, también, los de
personalidades republicanas como Melquíades Álvarez, Abad Conde, Rey
Mora, sacrificados en el desmadre revolucionario. La moraleja resultante se
sintetiza en el dilema de: «O Franco o el caos».
La transcendental jornada se inicia en medio del mayor empeño por
acudir a los colegios electorales. Las gentes se alinean formando largas colas
desde primeras horas de la mañana. El entusiasmo es tal, que en algunos
colegios la cola pasa dos veces por las urnas. Unos por convicción, otros por
temor y los más siguiendo la gregaria corriente general, los españoles
cumplen con el requisito de depositar su papeleta en la evidencia de que se
vote lo que se vote, las cosas no van a cambiar en ningún sentido. La masiva
reclamación de comprobantes de voto descubrirá el espíritu que anima a la
mayoría de los votantes, que no es otro que ponerse a cubierto de cualquier
sanción gracias al justificante.
La jornada discurrirá sin incidentes reseñables. Sólo en Mieres, un
exaltado destroza una urna de un garrotazo, levantándose acta notarial del
desafuero, mientras el agresor es conducido rápidamente al cuartelillo. En
bastantes lugares se producen cortes de corriente, cosa frecuentísima dada la
falta de energía y el pésimo estado de la red. Pese a ello, las votaciones
siguen con entera normalidad y hasta se da el caso de que alguna urna
registre después del apagón un sorprendente aumento en el volumen de las
papeletas depositadas. Los transeúntes votan sin que los presidentes de las
mesas les pongan inconveniente alguno, dado el valor cívico que ello
demuestra, y a juzgar por el crecido número de personas que se hallan en tal
circunstancia, parece como si a media España le haya dado por ausentarse
aquel día de su residencia habitual. Algunos presidentes hacen cuestión de
puntillo lograr la más alta cifra de votantes en competencia con otros colegios
electorales vecinos. Muchos aceptarán papeletas depositadas en nombre de
personas difuntas de las que, eso sí, les consta su adhesión a los principios del
Movimiento. En el curso de la votación es posible observar cómo muchos
electores acosados por temores insuperables se presentan con la papeleta bien
visible a fin de que pueda verse la magnitud del «sí» que han estampado.
Otros al oír el «vota» presidencial se apresuran a decir con voz firme: «Sí».
No faltan tampoco los presidentes que, sobre todo en los pueblos, esperan la
llegada de aquellos que se sabe son de ideas contrarias al Movimiento, a fin
de saber cuál ha sido su voto. Y si comprueban que en él aparece un «no», se
apresuran a decírselo al sargento de la Guardia Civil.
En medio de un civismo pregonado, bajo el que se oculta una estupenda
farsa, se desarrollará la famosa jornada. Lo que hubo de picaresca tiene plena
confirmación al procederse al escrutinio. La variedad de lo escrito en muchas
papeletas es inenarrable. Aparecen votos para Manolete y para Arruza. Otros
votan a Zarra, a César, a Pepe Blanco, a Machín. Otros más adornan la
papeleta con ocurrencias impublicables. Un políglota vota en varios idiomas,
escribiendo: «Yes, oui, sí» y al llegar al alemán, pone el adverbio repetido:
«ja, ja», con el resultado chusco que fonéticamente se desprende. En una
papeleta, el votante anónimo ha dado rienda suelta al sentir de muchos
españoles de los que han participado en esta convocatoria que tantos ribetes
bufos ofrece. El votante ha escrito: «Menos Franco / y más pan blanco».
Con el acto de julio se ha proclamado —a juicio de los voceros del
régimen— nuestra más viril independencia y demostrado al mundo que
estamos detrás de nuestro hombre providencial y que, además, en gracia a
esta fidelidad, preferimos ser pobres pero dignos, hambrientos pero altivos, y
en todo caso satisfechos de que el extranjero no interfiera en unos asuntos
internos que son de nuestra exclusiva incumbencia.
Hechos públicos los resultados oficiales, el 92,94 por ciento de los
15 219 563 de votos emitidos han sido afirmativos. El día 18 de julio, Arriba
publica unas declaraciones del jefe del Estado en las que, apostillando los
resultados de la consulta, dice: «Agradezco al pueblo español la prueba de
confianza que me reitera con el referéndum, y correspondo entregándole lo
que de mi vida reste».
La designación del sucesor de Franco, a «título de Rey», se demorará
hasta tal punto, que tardará tanto tiempo como el que tardó el hombre en
llegar a la Luna. Ambos eventos tuvieron lugar en el año 1969.
El gran negocio de las falsificaciones

El asfixiante control establecido sobre los sufridos españoles, desde el


comer hasta el fumar, desde el circular hasta el viajar, ha hecho de este país el
paraíso de los falsificadores. Noticias como la que reproducimos revelan la
existencia de un fenómeno que está a la orden del día:

MADRID. Funcionarios de la Brigada de Investigación Criminal han descubierto


una red de falsificadores, con ramificaciones en toda España, de tickets de gasolina,
vales para aceite y lubricantes, tarjetas de fumador, hojas de los cupones de
abastecimiento y otros efectos. La organización estaba compuesta por siete individuos,
los cuales, por medio de enlaces, daban salida a los documentos falsificados.
Estos sujetos disponían de dos imprentas clandestinas, una en Madrid y la otra en
Murcia, y de dos laboratorios-talleres de fotograbado, siendo los delincuentes
sorprendidos en pleno trabajo en la calle de Jaime el Conquistador, donde se procedió a
la incautación de una máquina impresora, sellos de metal de la Compañía Arrendataria
de Tabacos, de CAMPSA y de la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes.
Han sido detenidos José Escobar (a) el Pepe, jefe de la banda, comisionista, Mariano
Rodrigues (a) el Fotograbador, fotógrafo y delineante, Carlos Andueza (a) el Cojo,
impresor, Jesús Chamorro, vendedor ambulante, Felipe Cardeñosa y Gumersindo Díaz
(a) el Cura, chófer. Otros individuos, en número de ocho, han vendido unos 40 000
cupones de tarjetas de fumador.
Según propia confesión de los detenidos, han falsificado 50 000 tarjetas de fumador,
tickets de gasolina por valor de varios millones de litros, 20 000 cupones de aceite de
las cartillas de abastecimientos. (Arriba).

La «bomba» Gilda despierta pasiones


La sensación cinematográfica del año 1948 es el estreno de Gilda,
precedido por un aparato publicitario que proclama: «¡Nunca hubo una mujer
como Gilda!», y la Gilda en cuestión es, nada menos, que Rita Hayworth en
todo su esplendor. La generosa presencia de la actriz provoca encontradas
reacciones: para la pacatería ambiente, la sola presencia de la espléndida
mujer, pese a ajustarse a las estrictas normas de la censura, provoca las iras
de los cruzados de la fe, que se desahogan arrojando botes de pintura contra
los carteles anunciadores de la película. Para los hambrientos de señora
estupenda, la decepción es inmensa porque, para ellos, el acto de quitarse sus
largos guantes debía ser el comienzo de un striptease integral, suprimido por
la censura, y la verdad es que no había tal. Pero el espíritu censor hace
trabajar la imaginación de los reprimidos, que sospechan más cortes que los
que hay en realidad. Rita será tema de una de las más atrevidas ocurrencias
de La Codorniz. Utilizando doble página, aparecen dos piernas de mujer,
coincidiendo sus dibujos uno en cada página. El pie de uno de ellos dice:
«Ésta es la pierna derecha de Rita Hayworth, que la actriz ha asegurado en
50 000 dólares». El pie correspondiente a la otra extremidad reza: «Ésta es la
pierna izquierda de Rita Hayworth, que también ha sido asegurada por 50 000
dólares». Y, abarcando las dos leyendas, puede leerse: «Total: que entre
pierna y pierna, Rita tiene un tesoro».

Cartel de Gilda.

De la gesta de Colombes al gol de Zarra en Río


Terminada la guerra mundial, se reanudan los encuentros internacionales.
El fútbol, con todo y tener el favor del público y vivir prósperamente,
atraviesa una fase de crisis de nuestra selección. En junio de 1946 el equipo
de Irlanda bate al de España en Madrid y por si esto fuera poco, en enero de
1947, nuestro once nacional es estrepitosamente batido en Lisboa por la
selección portuguesa, lo que producirá indescriptible alegría en el país
hermano. Los más jeremíacos trenos acusan estas derrotas como auténticos
desastres nacionales, más que lamentar el hecho de que estemos sin luz
eléctrica o corroídos por la miseria. El año 1948 es pasable, aunque nuestra
participación en los Juegos Olímpicos de Londres pasa completamente
inadvertida. Será en 1949 cuando las gestas deportivas de que tan necesitado
está el régimen den motivo de orgullo. Para empezar, se vence a Irlanda en
Dublín, por el tanteo de 4 a 1. Pero la gran hazaña llegará una semana
después. El partido es contra Francia en París. En estos tiempos de
aislamiento, salir al exterior es un anhelo que hace proliferar enchufados que
con una justificación u otra se apuntan para viajar con el equipo nacional y de
paso ir a ver un strip-tease, comprar un Paris-Hollywood y traer una
combinación de nylon para la señora. El partido de París, y cualquier otro
desplazamiento que permita evadirse de la sordidez hispánica, lleva a la
capital de Francia a una patulea de celtíberos dispuestos a demostrar a los
gabachos a base de gamberradas hasta dónde puede llegar el orgullo nacional
herido por tanta innoble maniobra antiespañola de la dulce Francia. Para dar
una idea de cuál es la actitud que prevalece en estos momentos, vale la pena
reseñar este estupendo suceso: cuando uno de los aviones que transporta
expedicionarios, adheridos y enviados especiales se dispone a tomar tierra en
el aeropuerto de Le Bourget, el que funge como jefe de la expedición se alza
trabajosamente de su asiento y dirigiéndose a todos los que viajan en la
cabina les conmina enérgicamente: «Y ahora, antes de pisar esta tierra de
cabrones, gritemos todos: “¡Viva España!”». Todo el pasaje se asocia
vigorosamente a la patriótica demanda del jefe de la expedición.
Después se producirá la gran victoria española, que derrota al equipo
francés por 5 a 1. Los titulares dan rienda suelta a la euforia: «¡Ya volvemos
a ser los mejores!», «¡Mala la hubisteis franceses en esa de Colombes!». La
prensa se apresurará a crear las leyendas del «gamo de Dublín» (Gainza) y de
«la liebre de Colombes» (Basora). A un pueblo dominado por la postración,
estos éxitos se le presentan como una demostración palpable de nuestro
resurgir. Para el régimen, los triunfos deportivos se toman como una
sublimación de todos nuestros complejos de inferioridad —tecnológicos,
científicos, culturales— arrastrados en nuestra decadencia. A la épica
deportiva le faltaba su cantor y la suerte hace que se halle en la persona del
locutor Matías Prats. Su voz de oro le convierte en el Homero de nuestras
odiseas, en el relator inapreciable que da un énfasis especial a la palabra
«¡Gol!», repitiéndola con sublime paladeo cuando la fortuna quiere que el
tanto se produzca en las redes adversarias. Él, con Enrique Mariñas, forman
el dúo magistral que transmitirá a millones de españoles pegados a su
receptor los avatares del trascendental peloteo, superando con su gráfica
palabrería la tortura del seguimiento del juego.
Culminación de esta euforia futbolística circunstancial es el triunfo
obtenido sobre Inglaterra en el Campeonato del Mundo celebrado en Río de
Janeiro. El histórico gol de Zarra desatará la euforia más demencial. El
máximo federativo, el doctor Muñoz Calero, a micrófono abierto grita nuestra
victoria «sobre la Pérfida Albión». Se produce una reclamación diplomática,
por parte del Foreign Office, por tan grosera expresión y habrá que pedir
excusas. Pero lo de Río queda y la rúbrica es el telegrama de Franco a los
jugadores de la selección, felicitándoles «por su brillante triunfo en defensa
de nuestros valores».
El régimen, a falta de otras victorias más sustantivas, se agarra a los
éxitos balompédicos —cuando los hay— como medio de proclamar nuestra
superación de todas las desdichas históricas.
El futbolista Telmo Zarraonaindía, conocido popularmente como Zarra.

La Renfe y sus desdichas


En 1941, los ferrocarriles se convirtieron en empresa pública. Así nació la
Renfe, Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles, y, al poco tiempo, hablar
de Renfe es sinónimo de calamidad.
Si se tiene en cuenta que, al término de la guerra, el material ferroviario
inutilizado por las circunstancias bélicas asciende a un 41,6 por ciento de las
locomotoras, un 71,2 por ciento de los vagones para el transporte de viajeros
y un 40,3 por ciento de los vagones de mercancías, nos explicaremos las
razones del precario y arriesgado estado de nuestros caminos de hierro, y
tanto más cuanto la reposición del material destruido tropieza con carencias
de toda índole.
Con estos antecedentes, viajar es una pura aventura. A partir de 1945, la
vetustez del material y las deficiencias infraestructurales encadenarán una
serie de accidentes de los cuales dejarán huella el sucedido en 1946, la
catástrofe de Cinco Casas, producida al embestir el expreso Madrid-Algeciras
a un mercancías, con el resultado de 24 muertos y más de cien heridos. Ese
mismo año se produce un choque entre tres trenes en la zanja de la calle
Aragón en Barcelona. En 1947, por haber socavado una riada los estribos de
un puente en la línea Soria-Calatayud, hay 12 muertos y 40 heridos. En el
mismo año, en Villamayor de la Sierra, un choque reporta 12 fallecidos y 60
heridos. Posteriormente, en 1949, un descarrilamiento en Espeluy ocasiona 7
víctimas mortales, y otro en Pozuelo, 4 víctimas más.
Esta serie de desastres, unidos a otros siniestros de menor gravedad, crean
una psicosis de temor ante la eventualidad de un viaje en la Renfe, en el que
si preocupa el estado del material rodante, no es menor el recelo ante el
precario estado de las vías, que obliga a establecer límites a la velocidad. Tal
vez por esta sucesión de siniestros, que hacen de los accidentes ferroviarios
algo habitual, los maquis deciden perpetrar una de sus más siniestras
acciones, provocando el descarrilamiento del expreso Barcelona-Madrid, el
12 de febrero de 1949, entre las estaciones de Mora La Nueva y Guiamets,
posiblemente presumiendo que el atentado quedará impune, dada la
frecuencia de los siniestros. Desde el primer momento se admite la hipótesis
de un sabotaje, lo que se confirma al observarse un desplazamiento de los
carriles por haberse extraído los tirafondos que los sujetaban. El criminal
atentado arroja un balance de cuarenta muertos y más de sesenta heridos.
El servicio que pudiera considerarse normal, es decir, sin catástrofe que
reseñar, se caracterizará por la pesadilla de los retrasos y por las chanzas que
bautizan a los trenes con nombres tan pomposos como «el Shanghai» o «el
Transiberiano», debido a la eternidad de su recorrido.
En una comedia musical, La Blanca Doble, en vulgo revista, de gran
éxito en la época de su estreno, se pondrá de moda una cantinela cuyo
estribillo repetitivo es:

Ay qué tío, ay qué tío,


qué puyazo le ha metio

Pues bien, una de las coplas que precede al estribillo dice:


Los viajes en la Renfe sólo tienen una pega,
que sabes cuando sales pero nunca cuando llegas…
Ay qué tío, ay qué tío, etc.

Las gorduras de Nicolás Franco


En la década de 1950 los semanarios ilustrados italianos —Oggi, Tempo
o Época— son un modelo de amenidad y suelen cargar el acento en la
exhibición de espléndidas señoritas, pues en este tiempo de bellezas de
concurso hay donde escoger. Unos sujetos a los que denominan paparazzi,
periodistillos de indiscreción y escándalo, se encargan de aportar instantáneas
indiscretas de personajes famosos y dada la envidiable libertad de que goza la
república transalpina, uno de los notables captados en situación
comprometida es nada menos que Nicolás Franco, el hermano vividor de
nuestro invicto Caudillo, que aparecerá en atuendo playero devorando con
ojillos picaros la impecable silueta en biquini de la modelo Nina Dyer. Los
pies de las fotos en cuestión no tienen desperdicio. Dicen: «Para Franco II, la
vida empieza a los cincuenta años» o «El hermano del defensor de la
cristiandad no parece ser el defensor de la castidad».
La famosa foto llega a conocimiento del gobierno y entre los ministros se
plantea la cuestión de si debe ser mostrada a Franco o no. En deliberación, se
decide que sí y queda por decidir a qué ministro le toca la papeleta de poner
la foto a la vista de Franco. Finalmente se decide que sea el titular de Asuntos
Exteriores, Martín Artajo, quien, con ciertas precauciones, se acerca a Franco
cuando éste se halla sentado a su mesa de trabajo y le dice: «Excelencia, hay
un asunto ciertamente no muy grato que el gobierno ha entendido que es
obligado poner en su conocimiento». Y acercando la revista El Europeo,
abierta por las páginas incriminadoras, la pone sobre la mesa del despacho a
la vista de Franco y se retira prudentemente. Franco se queda mirando y
remirando la escena playera de un señor entrado en años y en kilos y la
espléndida silueta de la señorita y después de una larga pausa se limita a
decir: «Qué gordo está Nicolás». Eso fue todo.
La actriz inglesa Nina Dyer en la Riviera francesa, donde fue
fotografiada con Nicolás Franco.

Llegan los yanquis


De acontecimiento ha de calificarse la arribada al puerto de Barcelona de
unidades de la VI Flota de Estados Unidos. El opulento despliegue de
medios, entre los que la mayor curiosidad la inspiran los jeeps, desconocidos
hasta entonces, hace que en los muelles se apiñe una multitud curiosa, entre
la que descolla una chiquillería que persigue a los marineros en espera del
regalo de chicles o chocolatinas. La imaginación popular vislumbra en esta
presencia de representantes del país más rico del mundo una derrama de
dólares unida al mítico mister Marshall. La derrama se produce, pero los que
obtienen mayor beneficio son las tascas y los burdeles del distrito V.
Frente a los excesos, unos fornidos mozos, con un brazal en el que
aparecen las letras «MP», encargados de las labores de policía, son los
destinados a recoger o reducir a los que, por tener mal vino, acaban
pendencieros o derrumbados. Para los bares de la parte baja de la Rambla, la
visita es como maná del cielo. Todos los establecimientos de bebidas se
apresurarán a decorar sus escaparates con letreros de «English Spoken» o de
«Se entiende el americano». Un restaurante se lleva la palma del gracejo
hispánico al anunciar en su cristalera: «Wellcome… Y calla».

En guardia frente al turismo


La afluencia es módica —se calculan en 600 000 el número de
extranjeros que en 1950 cruzaron nuestra frontera—, pero su presencia se
hace ostensible en tierras catalanas, dada la vecindad con Francia y ser de
este país la mayoría de visitantes, que en sus utilitarios se hacen visibles en la
ciudad de Barcelona o en las playas de la Costa Brava. Debido a esta causa,
nada tiene de extraño que la primera voz de alarma la dé el obispo de
Barcelona, doctor Madrego Casaus, de origen aragonés, y que a mayor
abundamiento es vicario general castrense. De él parte esta admonición:

Ante la aparición de modas exóticas e inmorales, traídas por extranjeros con


indumentaria que no osamos describir porque no hallaríamos manera de hacerlo sin
ofender vuestra modestia, vuestro prelado se ve en la obligación de poner a los
feligreses en guardia frente a personas cuya conducta es doquiera gravemente
pecaminosa, a juicio de cualquier moralista por laxo que sea y, entre nosotros, además,
pecado de escándalo y ofensa e insulto al pudor cristiano de nuestro pueblo.

La corriente continuará. En 1951 se habla de que el número de turistas


pasará del millón. Y así fue.

Un centroeuropeo llamado Ladislao Kubala


A lo largo y ancho de la década de los cuarenta, el fútbol ha recuperado
su condición de opio nacional. El encono de las pugnas, que del terreno de
juego ha pasado a las gradas, obliga a intervenir a la censura de prensa, que
llegará a suprimir el relato de unos incidentes ocurridos en un partido entre el
Barcelona y el Madrid, motivando que los directores de periódicos recibieran
un comunicado de los delegados de información, redactado así:
A partir de esta fecha y a los efectos de informaciones y crónicas deportivas,
fundamentalmente futbolísticas, este periódico habrá de observar, necesariamente, las
siguientes instrucciones dictadas por la superioridad: no se podrá publicar más material
que la denominada «película del partido» y el comentario a su desarrollo. Quedan
prohibidas las incidencias que pudieran ocurrir ajenas al juego, y dentro de éste, todo lo
que haya podido resultar antideportivo y aun dentro de las reglas del mismo,
suprimiendo las tan usadas frases de «patadas alevosas», «juego subterráneo»,
agresiones entre jugadores, actos de gamberrismo entre el público, etcétera, y en
general todo aquello que pueda enconar o exacerbar las pasiones entre las distintas
regiones españolas.

Hacia finales de los años cuarenta, al término de una década en la que las
victorias en las competiciones nacionales se han distribuido principalmente
entre el Atlético Aviación, el Valencia, el Barcelona y el Atlético de Bilbao,
el club catalán logra formar un equipo que impone su hegemonía y que
consigue casi todos los títulos en los años 1947 y 1948, hecho que volverá a
repetirse en el bienio 1952-1953. En este resurgir del club barcelonés,
concretamente en el del último bienio citado, tiene parte preponderante el
ficha je de un muchacho centro europeo de complicada genealogía
futbolística llamado Ladislao Kubala, huido de su patria. Su fichaje posee
caracteres rocambolescos hasta conseguir regularizar la situación federativa y
de nacionalidad, harto complicada. Con él se inicia la etapa de los grandes
divos futbolísticos. El solo nombre de Kubala llena los campos, lo que dará
lugar a la cimentación de una idolatría que confirma el acierto de las
autoridades federativas autorizando la contratación de jugadores extranjeros,
hecho del que inicialmente resultarán beneficiarios el Atlético de Madrid y el
Barcelona. Entrados los años cincuenta, dado que el equipo nacional,
formado tan sólo por españoles, no llega muy lejos ni en el encandilamiento
de las multitudes ni en el mantenimiento del clima enfervorizado que desea el
régimen, se pensó que el fútbol de club reforzado por extranjeros podría
proporcionar el ambiente triunfal que a toda costa se precisaba. En la política
de los regidores del deporte balompédico, condicionados por la Delegación
Nacional de Deportes y ésta por la Secretaria General del Movimiento, se
destierra cualquier consideración sensatamente nacional que propugne la
mejora de nuestros resultados por el más esmerado cultivo de la cantera
propia. Desde 1948 se da el paradójico caso de que un país que no tiene para
importar muchos productos vitales, se permita el lujo de importar jugadores
de fútbol.
La condición de España como Meca del fútbol tiene su más clamorosa
confirmación con la diáspora de los futbolistas húngaros por los sucesos de
1956. La gran mayoría de los componentes de aquel equipo que maravilló al
mundo escoge España como país de acogida. Al Barcelona fueron a parar
Kocsis y Czibor. Al Real Madrid, Puskas.

No a los concursos de belleza

Noticias procedentes de Roma: «Toda la prensa católica italiana publica


el decreto de la Sagrada Congregación del Santo Oficio que condena los
concursos de belleza por considerarlos una seria amenaza para la piedad y la
moralidad». El cardenal primado doctor Pía y Deniel ha afirmado: «En los
concursos de ganado, bien está que se atienda sólo a su cuerpo. En los de
hombres y mujeres, hay que valorar algo más que su cuerpo».

Tiempo de seriales: «Lo que nunca muere»


El éxito se veía venir. La radio ha sido entretenimiento capital en los años
de penuria, y entre la programación —concursos y musicales sobre todo—
los seriales son solaz de la gente sencilla, que se engancha a tramas
sensibleras y lacrimógenas, interpretados por voces admiradas y amigas. Y
todo urdido gracias a la retorcida trama del más puro folletín. «Ha
desaparecido un collar» y «La Pasión de Bernardette» marcarán un hito,
haciendo de la escucha radiofónica algo multitudinario. A los seriales se une
siempre la audición de un mensaje publicitario, generalmente ofrecido por el
patrocinador, mensaje que suele ser musical a base de milonga, marchiña o
pasodoble. Enorme difusión alcanzará el tema ofrecido por el Cola-Cao,
aquel que cantaba:

Yo soy aquel negrito


del África tropical,
que cultivando cantaba
la canción del Cola-Cao.
Y como verán ustedes
les voy a relatar
las múltiples cualidades
de este producto sin par:
Es el Cola-Cao desayuno y merienda ideal
Cola-Cao, Cola-Cao.
Lo toma el futbolista
para entrar goles,
también lo toman los buenos
nadadores,
y si lo toma el ciclista
se hace el amo de la pista,
y si es el boxeador
¡Pum! ¡Pum!
golpea que es un primor.

El año 1952 es el de «Lo que no muere», convertido en «Lo que nunca


muere» para dar mayor énfasis. El éxito que obtuvo este serial fue algo
inaudito. Su propio autor, Guillermo Sautier Casaseca, que lo escribió en
colaboración con Luisa Alberca, lo explica así:

«Lo que no muere» fue una bomba radiofónica. Se escuchó con interés desde sus
primeros capítulos. De cinco a cinco y media de la tarde era una hora prohibitiva para
hacer visitas o llamar por teléfono. El radioyente comentaba las incidencias de Carlos
López Doria (el protagonista) en todas partes. En las peluquerías, las señoras pedían
que se les quitase el casco secador para escuchar «Lo que no muere». El que llegaba a
casa del radioyente a las cinco, debía permanecer mudo hasta que finalizaba el capítulo
y, antes de entrar en materia, estaba obligado a comentar lo que le sucedía a López
Doria con Nita y la pobre Margarita.

Hay que reconocer que el propio autor no exagera lo más mínimo al


juzgar el impacto de su obra. Del meteórico exitazo da idea el que
rápidamente se ruede una versión cinematográfica, se monte una obra de
teatro y se edite un libro del serial.

El Biscúter; rey del transporte


El Biscúter, ideado por el francés Voisin, con largo historial aeronáutico a
sus espaldas y, en 1953, inventor venido a menos, se presenta como la
«solución nacional al problema del transporte». Es un vehículo de dos plazas,
casi artesanal, intermedio entre la motocicleta y el automóvil. No alcanza
«grandes prestaciones», pues su velocidad máxima es de setenta kilómetros
por hora. Los primeros modelos, carentes de marcha atrás, obligaban a
evacuarlos con precipitación cuando un camión de gran tonelaje, u otro
vehículo, retrocedían inopinadamente en una detención. El último modelo se
presenta con esta publicidad:

Siguiendo la marcha… Hoy ya tengo… Marcha Atrás. Ello completa al máximo mi


gran y reconocido rendimiento, tanto en la ciudad como en el medio rural o en la
práctica de los deportes, con el utilitario Biscúter. Y recuerde que se le ofrecen
facilidades de hasta 18 mensualidades para adquirir su utilitario Biscúter, con arranque
eléctrico.

Normas rígidas para el género frívolo


Se dictan severas normas de censura para las obras de género frívolo. En
un pliego de cargos por contravención a las normas se afirma: «En el número
final de la obra incriminada, la señorita Susi hace un mutis de espaldas al
público imprimiendo un movimiento de rotación a sus caderas que resulta
indecorosísimo». Se reitera la prohibición de representar este género de obras
en poblaciones de menos de 40 000 habitantes.

En pro de la pureza
En defensa de la castidad. Se divulga entre los escolares el «Decálogo de
la Pureza» en el que se expone:
San Jerónimo estudió el hebreo para apartar de su mente los malos pensamientos. A
nosotros puede sernos de utilidad el estudio de cualquier lengua moderna, por ejemplo
el inglés, el alemán o el japonés. Cualquier otro entretenimiento es bueno en momentos
de tentación como, por ejemplo, contar las losas de la calle, las vigas del techo o los
hilos de un tejido.

El escándalo de Ana
La sensación cinematográfica de 1953 es el filme Ana, protagonizado por
Silvana Mangano, en el que la actriz italiana baila el baiao brasileño
contoneándose de maravilla. En las poblaciones pequeñas las escenas de baile
provocan un clamor que obligan al encargado de la proyección a encender las
luces, volver atrás el rollo de la cinta y repetir la lasciva danza tantas veces
como reclama el alboroto.

Vendiendo agua fresca en el Everest


El Everest y nosotros. La llegada a la cima del Everest por el neozelandés
Edmund Hillary y el sherpa Tenzing es un acontecimiento mundial en 1953.
En éste se inspirará el dibujante Herreros para confeccionar una de las más
inspiradas portadas de La Codorniz. Para reivindicar nuestra condición de
adelantados, la portada refleja la llegada de los esforzados escaladores a la
cúspide, que se encontraban en lo alto con un paleto carpetovetónico con
boina y a la vera de un borrico y con dos tinajas de agua fresca que iba
pregonando el palurdo. El pie reza: «¡Nosotros siempre los primeros!».

La noticia del siglo. ¿Beria en España?


En el mes de julio de 1953, una noticia de la Agencia EFE procedente de
la Unión Soviética provoca una conmoción mundial. La noticia reza: «Beria
destituido, expulsado del Partido Comunista de la Unión Soviética y acusado
de alta traición».
Que el todopoderoso y terrorífico jefe del Comisariado Popular para
Asuntos Internos (NKVD) fuera destituido, entra dentro de la lógica de las
pugnas soviéticas. Pero ¿cuál ha sido su destino final? Al diario madrileño
ABC llegan confidencias que aseguran haberse producido un gran despliegue
policial en el aeropuerto de Málaga. Y la expectación crece al divulgarse el
rumor de que Beria ha huido de Rusia y está intentando entrar en España.
Un rotativo yanqui de San Diego da la noticia de que existe una pista que
sitúa a Beria en un país del sur de Europa. Málaga, con su aeropuerto en pie
de guerra, se convertirá en el epicentro de la sensacional noticia. La
expectación va en aumento. Europa entera está pendiente de nosotros.
El 21 de septiembre otra noticia de la Agencia EFE da cuenta del rumor
muy extendido de que Beria quiere pedir asilo político en Estados Unidos y,
como paso intermedio, entregarse en un país neutral con buenas relaciones
con los norteamericanos. Podía ser Grecia o España.
En ABC se relacionan hechos, se envía a Málaga un reportero en misión
especial y se llega a la conclusión de que el exjefe de la policía secreta
soviética está en España.
La noticia es una primicia tan sensacional que la dirección de ABC elude
el pase por la censura y el día 23 de septiembre de 1953 aparece el periódico
con un gran titular: «¿Está Beria escondido en España?».
La noticia se extiende en detalles fantásticos. Beria había llegado a la
costa de Málaga en un submarino y después de desembarcar subió a un
automóvil y marchó a toda velocidad hacia Madrid habiéndosele visto en una
localidad manchega. A confirmar todo lo expuesto, sigue la información que
habla de la presencia de dos altos jefes de la Oficina Federal de Investigación
del Departamento de Justicia de Estados Unidos (FBI) en Madrid. Una nota
de la redacción remite a las fuentes informativas.
Después todo resultará un enorme fiasco. La buena fe del director de ABC
se ve sorprendida por la audacia de unas fuentes inseguras. Y tanto por la
trascendencia del bulo, como por haber sacado el número sin el obligatorio
pase por censura, el director, Torcuato Luca de Tena, fue destituido, cesado
por el ministerio.
La verdad es que Beria no ha huido de Rusia. Fue ejecutado en su país el
24 de diciembre de 1953.
Balance de una década de tribulaciones
para el fumador esclavo
de su cartilla de racionamiento
Durante la larguísima posguerra, entre 1939 y 1953, en la que el tabaco
fue de venta libre, su baja calidad, su racionamiento y su carencia, es una
pesadilla para los fumadores. El periodista Luis Carandell hace una acertada
síntesis de lo que es la disponibilidad de lo fumable y lo infumable en este
divertido artículo:

Hacia 1950 todavía se contaban historias de fumadores que, en los años de la guerra
y en los cuarenta, habían sido capaces de cambiar arroz, aceite, azúcar y otros alimentos
por cuarterones de tabaco. Eran los tiempos del fumador heroico, dispuesto a fumarse
lo infumable. Se vendía tabaco de colilla (lo había «de primeras» y «de segundas») y
los recogedores modernizaron su utillaje, fabricándose un palo con un pincho en la
punta para hacer su colecta sin necesidad de agacharse.
Apenas entrada la nueva década, sin embargo, la situación mejoró un poco. La
ración a que daba derecho la cartilla de fumador se hizo más abundante y no tardó
mucho tiempo en desaparecer el racionamiento. La cartilla, mientras existió, fue para
los españoles una especie de credencial de virilidad. Se concedía exclusivamente a los
varones mayores de dieciocho años. Estaban impresas en papel amarillento y llevaban
unos cuponcitos recortables que permitían retirar las labores que hubiera en existencia
en los estancos. Los padres fumadores esperaban que sus hijos varones llegaran a la
edad para mejorar así su ración. Los fallecimientos tardaban en comunicarse al
organismo que extendía las cartillas, de manera que puede decirse que nunca los
difuntos fumaron tanto como entonces.
Era el tiempo en que los fumadores liaban. La petaca pasaba de mano en mano en
las reuniones. Las fábricas de Alcoy abastecían los estancos con Jean, Smoking, Bambú
y otros librillos de papel de fumar, se apagaba con frecuencia y la gente decía: «Tiene
bomberos». La libra llevaba tabaco más seleccionado. El caldo de gallina era tabaco de
lujo. Su paquete azul de cigarrillos preliados de papel engomado era signo de
distinción. La picadura, en sus variadas formas, suscitaba chistes populares como el que
hablaba de un fumador que había muerto, «de una picadura de la Tabacalera».
De los cigarrillos liados, los más corrientes eran los Ideales de hebra en papel
amarillo, de sabor muy fuerte, y los infumables, Diana. El Bubi, el Bisonte y el
Timonel eran labores de tabaco rubio de la época, lo mismo que el más o menos
mentolado Reno y los Jirafas que, como su nombre indica, eran de longitud king size.
Pero la verdadera revolución se produjo cuando llegaron las labores americanas.
Primero el Chesterfield y luego el Philip Morris, el Camel y el Lucky, todos ellos sin
filtro. «¿Quieres un chester?», decía uno sacando el paquete con un aire de infinita
complacencia. Y siempre había alguien que comentaba: «Como los americanos».
AQUELLOS AÑOS

UNA CONFUSA POLÍTICA INTERNACIONAL

Intrigas de García-Valiño
Mientras en la zona francesa del Protectorado de Marruecos se desarrolla
una dura lucha por la independencia, Franco y Carrero, como muchos
funcionarios coloniales, parecen creerse su propia propaganda de la
«tradicional amistad hispanoárabe». Opinan que los habitantes de la zona
española no desean una independencia, que sólo les aportaría problemas, y
ayudan a los independentistas de la zona francesa para responder a la inquina
antifranquista de la IV República.
El alto comisario en Marruecos, el general Rafael García-Valiño, acepta
que los refugiados políticos se establezcan en la zona española y, en una
granja cercana a Nador, guarden armas e instruyan a guerrilleros que
combatirán en Argelia y el Marruecos francés. La operación se redondea
cuando llega a Tetuán el agente egipcio Attef Abdou Saad, que se gana la
confianza de García-Valiño, como supuesto periodista de Al Joumhouria.
El 21 de enero de 1954, el alto comisario declara no reconocer al sultán
Mohamed Ben Arafa, impuesto por los franceses, ofrece un cargo a
Abdeljalak Torres, cabeza visible del independentismo en Tetuán, y organiza
un acto de adhesión al destronado sultán Mohamed ibn Yusuf, recibiendo a
partidarios del sultán ibn Yusuf en la hípica. La prensa informa de que los
manifestantes marroquíes han vitoreado a Franco y a España, mientras Radio
Tetuán se convierte en propagandista del antiguo sultán. El 9 febrero, García-
Valiño acompaña a Abdelkrim Hadad y una delegación de notables
marroquíes, que visitan a Franco para expresarle su lealtad al sultán depuesto
por los franceses.

El embajador y los estudiantes


Ante el anuncio de que la reina Isabel II de Inglaterra visitará Gibraltar en
1954, el régimen reacciona como si hubiera recibido una pedrada en el ojo.
Los dirigentes del Sindicato Español Universitario (SEU) organizan una
manifestación ante la embajada británica bajo los lemas «Gibraltar español» y
«Gibraltar para España». Como por casualidad, aparece un camión cargado
de piedras junto a la embajada y, con tal munición a su alcance, los
estudiantes reciben a la policía a pedradas. Blas Pérez, el ministro de
Gobernación, telefonea al embajador británico para ofrecerle más agentes y el
diplomático de Su Graciosa Majestad, responde con flema: «Muchas gracias.
No necesito que mande más policías. Me basta con que no mande más
estudiantes».
El diario Arriba publica unos artículos antibritánicos, firmados por
Macaulay, sobre cuya identidad se especula. Thomas Macaulay, el escritor y
político whig, lleva casi cien años muerto y no es probable que colabore en el
órgano falangista. Hasta que se filtra que Macaulay es el propio Franco.

Los prisioneros que llegan del frío


Tras la muerte de Stalin, la Unión Soviética libera a los prisioneros de la
segunda guerra mundial, pero los funcionarios rusos no saben que hacer con
un grupo de españoles de la División Azul, pues no hay relaciones
diplomáticas con España. Finalmente, los antiguos divisionarios son
entregados a la Cruz Roja Internacional.
Con su proverbial delicadeza, la burocracia soviética mete en el mismo
lote a los miembros de la División Azul, sus desertores, «niños de la guerra»
y alumnos de piloto republicano de 1939, que son embarcados en el mismo
buque. Los funcionarios internacionales tranquilizan a los desertores
prometiéndoles no llevarlos a España sino hacer una escala en Marsella, para
que puedan desembarcar.
En España, la gente se sorprende cuando la radio y la prensa anuncian
que el barco griego Semíramis navega con más de doscientos repatriados
procedentes de Rusia. No se cumple la promesa de hacer escala en Marsella y
el barco llega directamente a Barcelona el 2 de abril de 1954, con todos los
liberados a bordo. El antiguo jefe de la División Azul, ahora ministro del
Ejército, Agustín Muñoz Grandes, y el del Movimiento, Raimundo
Fernández Cuesta esperan en el muelle donde se ha congregado una gran
multitud y, a pesar de que también regresan algunos miembros de la
Escuadrilla Azul, no aparece Eduardo González Gallarza, ministro del Aire,
monárquico enemigo de Muñoz Grandes y partidario de Juan de Borbón.
La Hermandad de la División Azul pretende que Muñoz Grandes y los
repatriados visiten a Franco, pero los recién llegados son dispersados sin más
recibimientos y algunos deben regresar a su pueblo por sus propios medios.
Franco no desea conceder a Muñoz Grandes el protagonismo de presentarse
en El Pardo al frente de sus veteranos.

Llegada a Barcelona del Semíramis, fletado por la Cruz Roja, con prisioneros de la
División Azul, liberados tras más de ocho años en campos de concentración de la Unión
Soviética.

Un turista excepcional
Con mayor alborozo que el que despertó la visita de la reina de Inglaterra,
se recibe al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo y su numeroso
séquito, que llega al puerto de Vigo, en el trasatlántico Antillas, el 2 de junio
de 1954. Lo esperan en el muelle el ministro Martín Artajo y altos
funcionarios españoles, con honores militares. Al día siguiente los
dominicanos viajan por tren hasta Madrid, en cuya Estación del Norte los
reciben Franco, Carmen Polo, ministros, miembros del cuerpo diplomático y
numerosas personalidades. Después, escoltado por la Guardia Mora, Trujillo
se desplaza al palacio de La Moncloa, donde quedará alojado durante su
estancia.
La visita es celebrada por la prensa y los medios oficiales, mientras el
generalísimo Trujillo pasa casi dos semanas recorriendo España con sus
acompañantes, hasta que, el 14, embarca para visitar Italia.

Ponga un nazi en su vida


El 8 de diciembre de 1954, fiesta de la Inmaculada y patrona de la
infantería española, el alcalde de Madrid y antiguo embajador en el Berlín
hitleriano, José Finat, conde de Mayalde, recibe en el ayuntamiento a un
grupo de repatriados de la División Azul. También es invitado al acto el
constructor José León Ramírez Reina, nombre que esconde a Léon Degrelle,
general de las SS (el cuerpo de protección del Partido Nazi), criminal de
guerra belga condenado a muerte en su país y refugiado en España desde
1945. El conde de Mayalde, que era entonces director general de Seguridad,
intentó entregar a los belgas otro refugiado, pero la superchería fue
rápidamente descubierta. Mientras tanto, escondió a Degrelle,
proporcionándole dinero y documentación falsa. Poco después, el refugiado
ingresó en la Falange y, ayudado por sus nuevos camaradas, montó una
empresa de construcción, que recibió numerosos encargos oficiales.
Ese mismo año recibe la nacionalidad española y se fotografía con los
antiguos combatientes de Rusia. Son camaradas de armas, porque él mismo
mandó la Legión Valonia de las Waffen SS (el cuerpo de combate de élite de
las SS), en el frente del Este, como relató en su libro Campaña de Rusia,
publicado en Barcelona por el editor falangista Luis de Caralt en 1951.
El gobierno de Bruselas lleva nueve años reclamando infructuosamente la
extradición de Degrelle, pero Madrid responde que no se encuentra en
España. Los servicios de la embajada belga lo reconocen en una foto de la
recepción en el ayuntamiento y Bruselas protesta oficialmente ante el
gobierno español, que se hace el sordo. Léon Degrelle seguirá viviendo
tranquilamente en España, publicará varios libros y, a principios de los años
setenta, será uno de los promotores del Círculo Español de Amigos de Europa
(CEDADE) y sus Ediciones Nothung. Se jubilará tranquilamente en
Torremolinos y morirá impune en Málaga en 1994.

Cambio sin avisar


El 23 de febrero de 1955 cae el gobierno francés de Pierre Mendès-
France, sustituyéndolo Edgar Faure. Las guerrillas independentistas han
proliferado en la zona francesa de África del Norte y el nuevo presidente
decide dar un giro a la política colonial: abandonará Marruecos para
concentrar todos los esfuerzos en salvar Argelia, que es un departamento
francés. París inicia conversaciones secretas sin dar cuentas a Madrid, aunque
el Protectorado se había establecido en 1912 mediante un acuerdo franco-
español.
El 1 de octubre de 1955, las autoridades francesas deponen al sultán
Mohamed Ben Arafa, que se retira a Tánger. Mientras tanto, la zona española
sirve de apoyo a las guerrillas antifrancesas, que pasan y repasan
impunemente la frontera. Los franceses demuestran su irritación hasta el
extremo de que, el 18 de octubre, aviones de combate galos dan varias
pasadas y algunos proyectiles de artillería caen en el zoco de Targuist,
situado en la zona española.
El 16 de noviembre, el antiguo sultán Mohamed ibn Yusuf regresa a
Rabat desde su destierro, entre el entusiasmo de la población, y cambia su
título de sultán por el de rey Mohamed V. García-Valiño felicita a la multitud
que celebra el regreso del soberano en Tetuán. Sin embargo, El Pardo
comprende que la política española ha fracasado en Marruecos y comienza a
echar las culpas sobre el alto comisario, que muestra una creciente irritación
contra Franco y Carrero.

Entramos en la Organización de las Naciones Unidas


En un mundo agitado, donde se ha creado el Pacto de Varsovia, termina
la carrera política del autor de la «caza de brujas», el senador Joe McCarthy,
que es recusado por el Senado de su país por su disparatada campaña que
acusa al ejército de estar plagado de comunistas.
La evolución de la política internacional y la apertura representada por los
pactos con Estados Unidos han roto definitivamente el aislamiento de
España, que, el 15 de diciembre de 1955, es admitida como miembro de las
Naciones Unidas, diez años después de haberse fundado la organización.
Este mismo día se celebra un acto solemne en el patio de armas de la
Academia Militar de Zaragoza, donde una promoción recibe su despacho de
teniente y otra jura bandera. Entre quienes se gradúan está el hijo del general
Muñoz Grandes, que preside el acto como ministro del Ejército. Sin embargo,
la atención del público se concentra en el cadete de primer curso Juan Carlos
de Borbón, que jura bandera y es claramente visible por su alta estatura y por
desfilar el primero. En el discurso de rigor, Muñoz Grandes no alude a la
presencia del nieto de Alfonso XIII, que hoy ingresa en el ejército, y los
asistentes comprueban cómo el antiguo jefe de la División Azul sigue siendo
un falangista radical y rotundamente antimonárquico.
El año termina con dos mensajes navideños, uno del papa y otro de
Franco. La censura española recorta las menciones papales a la justicia social,
mientras el Generalísimo advierte de la amenaza que supone el «renacimiento
de los vicios liberales».
El ingreso en las Naciones Unidas tendrá una consecuencia imprevista
pasados unos meses. Dos decretos de marzo y abril de 1956 calificarán la
prostitución de «tráfico ilícito». Con ellos, el gobierno acata el acuerdo de la
Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas de 1949 y
clausura los burdeles, lo cual provocará numerosos disimulos, como
camareras o artistas y la aparición de las llamadas «barras americanas».

LA TRIFULCA MONÁRQUICA

Un susto a la Falange
La economía se reactiva parcialmente importándose materias primas,
gracias a las facilidades derivadas del pacto con Estados Unidos. El beneficio
industrial aumenta con claridad y la situación política del régimen se
consolida gracias al apoyo de Washington, en una época de clara tensión
internacional.
Se han superado los anteriores apuros políticos y Carrero Blanco ha
recuperado la confianza de Franco, en quien delega los asuntos ordinarios
para dedicarse con intensidad a la caza y la pesca.
Hasta ahora, el ministro de Gobernación ha designado libremente a los
gobernadores civiles, quienes, a su vez, nombran a los alcaldes y concejales.
Ahora, el régimen pretende ganar alguna representatividad, celebrando, por
primera vez en 1954 y a modo de ensayo, elecciones municipales en el
Ayuntamiento de Madrid, en la confianza de que la candidatura organizada
por el ministerio de Gobernación logrará una pacífica victoria.
Para sorpresa general, aparece una candidatura paralela, formada por los
monárquicos Joaquín Satrústegui, Joaquín Calvo Sotelo, Juan Manuel Fanjul
y Torcuato Luca de Tena. El primero es un condecorado veterano de la guerra
civil, los dos siguientes, familiares directos de sobresalientes caídos, y el
último pertenece a la más importante familia del periodismo dinástico
conservador.
Fiel a su tradición, el diario ABC los apoya claramente, y en medios
oficiales se teme que puedan vencer, desplazando a la «candidatura del
Movimiento». La policía despliega una operación contra los monárquicos
madrileños, que concluye con la detención de 282 personas, y los falangistas
movilizan todos sus recursos para cortar el paso a los inesperados rivales.
El 21 de noviembre triunfa la candidatura oficialista, entre grandes
acusaciones de pucherazo por parte de los monárquicos y, el 2 de diciembre,
tres de ellos, el dramaturgo Joaquín Calvo Sotelo, el exministro Antonio
Iturmendi y el general Juan Vigón presentan al mismo Franco su indignada
protesta.
El rifirrafe de esta elección muestra la punta del iceberg de una opinión
monárquica que existe, aunque está integrada en el franquismo. El conde de
Ruiseñada, que dirige a los partidarios de don Juan de Borbón en España,
conspira activamente y mantiene contactos con varios generales,
especialmente con Juan Bautista Sánchez, capitán general de Cataluña, que
goza de amplias simpatías entre la población barcelonesa por su merecida
fama de honestidad. Su actitud ya resultó equívoca durante la huelga de
tranvías de 1951 y, anteriormente, aprovechó una audiencia para plantear a
Franco el caso de su sucesión después de muerto.
Ante esta situación, el Generalísimo decide adelantarse a las maniobras
dinásticas y, el 20 de diciembre de 1954, se reúne con don Juan de Borbón en
la finca extremeña Las Cabezas, del conde de Ruiseñada. Tratan sobre la
futura educación del príncipe Juan Carlos después del bachillerato y el padre
pretende que estudie sociología en la Universidad Católica de Lovaina, pero
Franco impone que curse en España unos estudios específicos para él,
basados en cuatro cursos en las academias militares de Tierra, Mar y Aire,
algún otro en la universidad y prácticas en la Administración.

Ramalazo antidinástico
La entrevista en Las Cabezas inquieta a sectores falangistas, que temen la
instauración de la monarquía y comienzan a agitar las conciencias de los
muchachos del Frente de Juventudes. La Guardia de Franco es una
organización de falangistas exaltados fundada en 1944 y, en febrero de 1955,
algunos de sus miembros vocean públicamente consignas contra Juan Carlos
de Borbón y protestan por la aproximación entre Franco y el pretendiente a la
Corona.
El Sindicato Español Universitario está perdiendo el control de la
Universidad donde pugnan entre sí pequeños grupos de falangistas disidentes,
socialistas, comunistas y monárquicos. Es costumbre que el sindicato
falangista celebre cada 9 de febrero el Día del Estudiante Caído,
conmemorando el asesinato de Matías Montero, primer estudiante falangista
asesinado en 1934. Durante la conmemoración de 1955, un estudiante de
derecho increpa al ministro secretario general del Movimiento, Raimundo
Fernández Cuesta. El muchacho es sancionado y sus compañeros
desencadenan la primera huelga universitaria.

Con símbolos y canciones


La inquietud falangista ante una posible aproximación monárquica se
agudiza cuando el ABC del 24 de junio de 1955 publica unas manifestaciones
del pretendiente, que confirman sus buenas relaciones con Franco y hasta
parecen una aceptación del Movimiento. Un mes más tarde, el Generalísimo
inaugura en Burgos la estatua del Cid y manifiesta su confianza en el futuro
en conexión con las glorias pasadas que la estatua representa. Glorias que
algunos suspicaces identifican con la monarquía.
A lo largo del verano se suceden minoritarias expresiones
antimonárquicas en el Frente de Juventudes, algunas de sus centurias entonan
canciones contra los Borbones y, con pícara inocencia, los muchachos más
osados vocean una canción de marcha que ridiculiza a Franco:

Con los nietos de la mano


inaugura los pantanos;
en la pesca del salmón
es un gran campeón.
¡Pa… co!
El 19 de noviembre de 1955 se conmemora el fusilamiento de José
Antonio. Franco acude a El Escorial vestido de capitán general y no con el
uniforme de Falange. Un joven falangista grita: «No queremos reyes idiotas»,
lo cual desencadena el cese de algunos altos mandos, aunque el Sindicato
Español Universitario ya no puede recuperar el terreno perdido.

ENTRE EL SINDICALISMO Y LA TEOLOGÍA

Un santo de confianza
El 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, es la efeméride
histórica de la izquierda. En la celebración de 1955, el papa Pío XII anuncia a
los obreros católicos concentrados en la plaza de San Pedro que cristianiza la
conmemoración, convirtiéndola en la fiesta de precepto de San José Obrero.
La decisión vaticana ocasiona un problema en España. Porque el
circunspecto vocabulario del franquismo designa a los trabajadores como
«productores», pues considera la palabra «obrero» como propia de los
comunistas y sus compañeros de viaje. No obstante, el régimen se define
como católico y debe respetar la nueva festividad instituida por el papa, que,
por ende, la ha declarado de guardar, so pena de pecado mortal. Los
capitostes de la Organización Sindical se resisten a machacar su propio
diccionario y apellidar «obrero» a un santo, aunque también comprenden que
asistir a misa en honor de «San José Productor» rebasaría los límites del
ridículo.
La cuestión se resuelve respetando simultáneamente el mandato papal y el
vocabulario políticamente correcto. Desde 1956, el 1 de mayo será festivo en
España, aunque no bajo la advocación de «San José Obrero» sino de «San
José Artesano», dado que ésta es una categoría laboral exenta de la lucha de
clases y evocadora de venturosos tiempos medievales, donde nadie se
declaraba en huelga y los trabajadores no se agrupaban en sindicatos
marxistas sino en gremios y cofradías bajo la advocación de un santo patrono.
Durante la jornada festiva, por la mañana, misa. Por la tarde, gran
Demostración Sindical en el Estadio Bernabéu, presidida por Su Excelencia
el Jefe del Estado y doña Carmen Polo de Franco. A pesar de todo, grupitos
recalcitrantes reivindicarán el 1 de mayo, laico y subversivo, intentando
manifestarse. Para disuadirlos, las Fuerzas de Orden Público y Televisión
Española desplegarán todos sus medios. Las primeras, situando piquetes en
los puntos álgidos de las ciudades, la segunda proyectando apasionantes
películas y retransmisiones deportivas, que invitarán a quedarse en casa.

Conflictos obreros y estudiantiles


La inflación se ha hecho galopante y deteriora el nivel de vida de las
clases menos favorecidas. En junio de 1955, la Organización Sindical celebra
su III Congreso Nacional de Trabajadores, que aprueba una escala móvil de
salarios, la jornada laboral de ocho horas, seguro de paro e igualdad de
salario entre sexos. Estos acuerdos expresan las angustias del mundo laboral,
pero no tienen otro valor que sugerencias elevadas a la superioridad y,
aunque algunos jerarcas falangistas y sindicalistas abogaban por ellos, Franco
los rechaza antes de acabar el mes. Entonces estallan importantes conflictos
en grandes industrias, como la Seat de Barcelona, La Papelera de Valencia y
la Renfe.
También se complican las relaciones con la Iglesia, cuyas publicaciones
no están sometidas a la censura previa. Gabriel Arias Salgado, el ministro de
Información y Turismo, mantiene una polémica epistolar sobre la libertad de
la prensa católica con el obispo de Málaga, Ángel Herrera Oria, que antes de
la guerra fundó El Debate y la primera escuela española de periodismo.
La inquietud universitaria se patentiza al morir José Ortega y Gasset. En
diversas facultades se suceden los homenajes al maestro fallecido y Pedro
Laín Entralgo preside la convocatoria en el paraninfo de la Universidad de
Madrid, entre ovaciones de estudiantes, que jalean las referencias liberales
del discurso. Cuando aumenta la agitación estudiantil, Arias Salgado
suspende las revistas Alcalá, Ateneo, Insula e Índice y también será prohibido
un Congreso de Universitarios Escritores Jóvenes, que se anunciaba para
finales de año. El corresponsal del New York Times en Madrid publica que la
mayoría de estudiantes se oponen al sistema y, a finales de mes, Laín
Entralgo pide una audiencia a Franco con la finalidad de entregarle un
informe sobre la sociedad española.

EL NAUFRAGIO DE LA APERTURA

Las consecuencias de un alboroto


Casi todos los universitarios pertenecen a las clases medias y superiores;
sin embargo, 1956 marca la ruptura de la nueva generación de estudiantes
con el franquismo. Varios jóvenes pertenecientes a familias del régimen, pero
distanciados de él, asisten a una cena en homenaje a Rafael Sánchez Ferlosio,
que ha ganado el premio Nadal con su novela El Jarama. Después,
promueven un manifiesto llamando a una asamblea nacional de estudiantes
libremente elegida.
El documento circula clandestinamente y activa el malestar estudiantil de
Madrid, donde pequeños grupos, desde monárquicos a comunistas, intentan
liberarse del Sindicato Español Universitario. El 7 de febrero de 1956, unos
estudiantes de magisterio chocan con falangistas y miembros del Sindicato
Español Universitario y la noticia provoca enfrentamientos al día siguiente.
El 9 de febrero, se da una pelea entre estudiantes y falangistas que regresan
de conmemorar el Día del Estudiante Caído. Interviene la policía y, en pleno
tumulto, un tiro de pistola hiere en la cabeza al falangista Miguel Álvarez
Pérez, que no es universitario. Son detenidos cincuenta estudiantes y, el 10 de
febrero, se suspenden los artículos 14 y 18 del Fuero de los Españoles y se
clausura temporalmente la Universidad de Madrid. Al día siguiente se publica
la lista de los detenidos, donde figuran Sánchez Ferlosio, Dionisio Ridruejo,
Ramón Tamames, Enrique Múgica, Javier Pradera, Gabriel Elorriaga y José
María Ruiz Gallardón, pasante de Serrano Súñer.
Los líderes falangistas exigen que se tomen medidas, la prensa del partido
se desboca sobre los peligros de la subversión universitaria y se dice que la
Falange reparte armas para una noche de cuchillos largos. El general Rodrigo
amenaza a los jerarcas falangistas: «Mientras yo sea capitán general de
Madrid, aquí no se mueve ni Dios». Luego, los generales Muñoz Grandes,
Rodrigo y Martínez Campos visitan a Franco y le advierten de que ocuparán
la ciudad si los falangistas desencadenan una venganza. El Generalísimo los
conoce, sabe de qué son capaces y les da seguridades de que no pasará nada.
Raimundo Fernández Cuesta, ministro secretario general del Movimiento,
que se encontraba en Sudamérica, regresa inmediatamente y presenta sus
excusas en El Pardo. Franco le escucha en silencio y lo tranquiliza con una
frase venenosa: «No se preocupe usted, al fin y al cabo, ya no es ministro».
Efectivamente, el 16 de febrero son destituidos Ruiz Jiménez y Fernández
Cuesta. Carrero Blanco, siempre amigo de pontificar desde la sombra, escribe
el editorial de Arriba, titulado «Los sofismas de la libertad». Es la partida de
defunción de la apertura iniciada tres años antes.
Como nuevos ministros, Franco nombra a Jesús Rubio en Educación, y a
José Luis Arrese, que regresa a la Secretaría General del Movimiento después
de once años. Sin embargo, salvan la cabeza dos miembros del equipo de
Ruiz Jiménez: Torcuato Fernández Miranda y Manuel Fraga Iribarne, que son
nombrados directores generales.

Marruecos independiente

Las conversaciones franco-marroquíes culminan en la concesión de la


independencia a Marruecos y, el 2 marzo de 1956, Mohamed V declara
extinguidos los estatutos de Tánger y de la zona española. El 6 de marzo
estallan tumultos en Tetuán, Alcazarquivir y en Larache, donde la multitud
incendia el Casino Español y la tropa dispara causando algunos muertos y
heridos. Abdeljalak Torres rompe con García-Valiño, huye a Tánger y exige
negociaciones directas con Mohamed V. El jalifa, saltándose la
reglamentación del gobierno español y las órdenes de García-Valiño, declara
que sólo actuará como representante del sultán.
El proceso no tiene marcha atrás, los marroquíes detenidos son puestos en
libertad al cabo de diez días y el gobierno debe aceptar la visita de
Mohamed V a Madrid. Franco lo recibe en Barajas el 6 de abril,
intercambiándose mutuas incorrecciones. No obstante, se inician
negociaciones en las que la delegación marroquí se muestra inflexible y exige
la plena independencia. El gobierno español no tiene otra salida que
concederla el 7 de abril y Mohamed V, tras una breve visita a Andalucía,
entra triunfalmente en Tetuán al día siguiente.
Ahora deberán repatriarse los efectivos militares estacionados en el
Protectorado, con serios perjuicios para numerosos militares. Sin embargo,
apenas surgen mínimas señales de disconformidad porque los uniformados
son profundamente franquistas y están sujetos a una inflexible disciplina. El
Generalísimo cierra la cuestión con un discurso en Sevilla y una notable
subida de sueldos.
Las relaciones con el mundo islámico son complejas. El gobierno
español, mientras traga quina en el asunto marroquí, mantiene cordiales
relaciones con Egipto, un buen comprador de camiones, municiones y
blindados de segunda mano, aunque también principal impulsor del
nacionalismo islámico. Franco tiene simpatía a Nasser porque es un dictador
militar antijudío y prohíbe el Partido Comunista. En consecuencia, Annajjar,
su agente secreto en Madrid, se mueve libremente y coordina a los
independentistas argelinos y marroquíes.
Cuando, el 29 de octubre, tropas judías, francesas y británicas atacan
Egipto, el gobierno español apoya secretamente a Nasser, aunque se está
inclinando por una alianza con la Unión Soviética. Los comentarios de la
prensa española procuran ser equidistantes y ambiguos en esta disputa; en
cambio, se vuelcan en favor de los patriotas húngaros que sufren la invasión
de las tropas soviéticas desde hace una semana.
Llegada del rey Mohamed V a Barajas, donde es recibido por Franco.

LA FALANGE INTENTA RESUCITAR

Arrese tiene un proyecto


La situación económica es mala y la inflación crece imparablemente. En
el consejo de ministros del 3 de marzo de 1956, Girón y Arrese proponen una
subida de salarios del 23 por ciento para contener la agitación obrera y
Franco se muestra de acuerdo, ya que la operación le permitirá camuflar el
aumento de sueldo concedido a los militares para compensar la
independencia de Marruecos. El incremento de salarios se aprueba mediante
un decreto según el cual no debe influir en el alza de los precios. Sin
embargo, la medida llega tarde y no puede evitar huelgas en Pamplona, el
País Vasco y Asturias; en otoño, deberán incrementarse nuevamente los
salarios en un 7,5 por ciento.
Arrese se ha opuesto tradicionalmente a las tendencias monárquicas y
desea aprovechar su nuevo cargo para recuperar y consolidar el poder
falangista. A tal fin, impulsa una comisión formada por miembros del
partido, como Fernández Cuesta y Rafael Sánchez Mazas, sumados a
ministros no falangistas como Carrero Blanco y el tradicionalista Antonio
Iturmendi. Al cabo de unos meses, la comisión cuenta con tres proyectos de
ley que, a la muerte de Franco, deberán convertir el movimiento en una
organización independiente, que controlará al futuro Jefe del Estado y las
instituciones esenciales.
La prensa no publica una palabra sobre el tema, pero los documentos se
conocen. Arrese pretende organizar un Estado falangista que inquieta a los
monárquicos juanistas, generales, tradicionalistas y católicos, tanto
democristianos como opusdeístas. Iturmendi y el general Barroso se
preocupan seriamente; el conde de Vallellano denuncia el intento de
establecer un Estado totalitario y un buró político comunista; Martín Artajo
envía un documento oponiéndose y López Rodó convence a Carrero, que
acaba que confiarle la Secretaría General Técnica de la Presidencia del
Gobierno creada expresamente para él.
El 12 de diciembre, tres cardenales se dirigen a Franco y le manifiestan
que el propósito de Arrese se opone a la doctrina vaticana y que, aunque no
propugnan un sistema parlamentario, es deseable una verdadera
representación orgánica.
También se mueve el representante de don Juan de Borbón en España, el
conde de Ruiseñada, que invita al general Juan Bautista Sánchez, capitán
general de Cataluña, a una cacería en su finca a la que asistirán importantes
personalidades monárquicas. Pero Muñoz Grandes le prohíbe ir a cazar
porque ese mismo día se ha convocado un pleno de las Cortes, al que debe
asistir como procurador.
Huelga y conspiración en Barcelona

El 9 de enero de 1957, el gobernador civil de Barcelona, Felipe Acedo


Colunga, autoriza la subida del precio de los billetes de tranvía, que no se
incrementan en Madrid, donde ya son más baratos. Poco después, militantes
del Partit Socialista Unificat de Catalunya y comisiones de estudiantes
comienzan a repartir octavillas llamando a una huelga de tranvías como la de
1951. El 14 de enero, el boicot a los tranvías es completo, aunque el
movimiento es menos intenso que el de hace seis años.
El día 15, un grupo de estudiantes radicales asalta el rectorado de la
Universidad de Barcelona y lanza por la ventana los retratos de Franco y José
Antonio Primo de Rivera. La policía penetra en el centro, que queda
clausurado y con las clases suspendidas. El capitán general, Juan Bautista
Sánchez, como ya hizo en 1951, no ofrece su apoyo moral al gobernador civil
y se dice que conspira en favor de don Juan de Borbón. Complicando la
situación, cae una gran nevada sobre la ciudad, pero la huelga continúa
durante otros once días.
La policía interfiere las conversaciones telefónicas del general Bautista
Sánchez, una de las cuales, precisamente con Ruiseñada, Franco hace
escuchar al ministro del Ejército, Muñoz Grandes, que parte inmediatamente
para Barcelona. Allí, el ministro y su séquito coinciden en el hotel Aricasa
con Joaquín González Gallarza, general monárquico, hermano del ministro
del Aire y, en una tensa confrontación, González Gallarza resulta herido de
un disparo, hecho que se mantiene en secreto.
El general Bautista Sánchez sale de Barcelona para visitar unas maniobras
en los Pirineos y, el 29 de enero, fallece en un hotel de Puigcerdá,
oficialmente a causa de un infarto. Una gran multitud acude a su entierro y
Franco comenta en privado: «Me ha quitado la preocupación de tenerlo que
relevar».

Dos tecnócratas en el gobierno


El frente contra los proyectos totalitarios de Arrese ha logrado reunir a los
tradicionalistas Iturmendi y Bilbao, Carrero y los tecnócratas, los
monárquicos de Vallellano y Vigón, los falangistas moderados, varios
generales, los cristianodemócratas y la jerarquía católica. La situación parece
complicada y, como se producen manifestaciones falangistas a favor de
Arrese, la policía comienza a vigilar su domicilio.
Franco está preocupado por la mala situación económica y sólo falta que
ahora le enreden los ministros. Decide aplazar los proyectos de Arrese y
depurar radicalmente el gabinete. Cesan como ministros Eduardo González
Gallarza y Muñoz Grandes, a quien compensa con el grado de capitán
general. En Exteriores, el democristiano Martín Artajo es sustituido por el
falangista Castiella, que ha evolucionado hacia posturas más liberales. En
Gobernación, Blas Pérez deja el puesto a un amigo de Franco, el durísimo
general Camilo Alonso Vega. Los falangistas pierden poder porque Sanz
Orrio sustituye a Girón y Arrese es arrinconado en Vivienda, ocupando su
antiguo puesto José Solís, un falangista de camisa blanca, de quien se espera
que no enrede. La gran novedad consiste en el nombramiento de dos
miembros del Opus Dei para ministerios económicos: Alberto Ullastres,
Comercio, y Mariano Navarro Rubio, Hacienda.
Adquieren protagonismo algunos falangistas de nuevo tipo como
Torcuato Fernández Miranda, Manuel Fraga y Pío Cabanillas. Muy pronto
definen una línea reformadora, antimonárquica y enemiga del Opus, a
quienes se unirán Solís, Castiella y, ocasionalmente, Nieto Antúnez. Entre
todos, buscarán el amparo del general Muñoz Grandes, presentándolo como
alternativa de Franco, cuando éste falte. Aunque nadie se atreve a llamar a las
cosas por su nombre y, en lugar de mencionar la muerte del Generalísimo, se
alude al «inevitable hecho biológico».
La situación social y económica es lamentable. En febrero de 1957 han
estallado huelgas estudiantiles en Madrid y Barcelona; en marzo, paran los
mineros asturianos durante veinte días y a su final se promulga la Ley de
Responsabilidades Colectivas en la Huelga. En abril, el Estado se encuentra
al borde de la quiebra técnica y debe eliminar el cambio artificial de divisas.
El 5 de abril se devalúa la moneda y el dólar, que se cambiaba oficialmente a
5 pesetas, pasa a valer 46.
Caído Arrese, Luis Carrero Blanco decide sustituir su antiguo proyecto
por una ley que perpetúe el franquismo y, el 22 de junio de 1957, se nombra
una ponencia, controlada por Laureano López Rodó, que redactará un
borrador de Ley Orgánica del Estado.

SITUACIÓN ESTANCADA

Una guerra por sorpresa


Sin confirmación oficial, corre el rumor de que las tropas españolas han
sido atacadas en Ifni y en el Sáhara por bandas de guerrilleros. El hecho es
cierto y ha tenido lugar el 22 de noviembre de 1957, aunque el gobierno no lo
reconocerá hasta el 27 y luego censurará rígidamente las informaciones.
Las guarniciones han sido sorprendidas sin medios de defensa y los
primeros ataques capturan los puestos pequeños del interior, poniendo en
apuros el conjunto del territorio. A toda prisa se trasladan tropas españolas
desde Canarias, Marruecos y la Península, pero Estados Unidos no autoriza el
empleo del armamento facilitado con los pactos de Ayuda Mutua, que sólo
sirven contra los rusos. Deben utilizarse materiales obsoletos y se abandona
él territorio de Ifni, concentrándose la defensa en Sidi Ifni, la capital. La flota
hace inútiles demostraciones en Tánger y Agadir y se envía a Ifni al general
Gómez Zamalloa y, al Sáhara, al general José Héctor Vázquez.
La situación es complicada en el desierto porque faltan la aviación y los
transportes, hasta que Franco autoriza la ayuda de la aviación y tropas
francesas establecidas en Mauritania, que permiten derrotar y expulsar a las
bandas. El Generalísimo se ve obligado a prescindir de la Guardia Mora y se
lamenta a su primo Franco-Salgado.
El 14 de enero de 1958, las Cortes declaran provincias españolas a Ifni y
Sáhara, imitando la práctica del gobierno portugués que pretende conjurar la
oleada descolonizadora con disposiciones legales. Las operaciones militares
continúan durante el mes de febrero y concluyen con la limpieza total del
Sáhara y el abandono del territorio de Ifni, excepto la capital. Esta pequeña
guerra, que se ha ocultado parcialmente, ha costado a las fuerzas españolas
198 muertos, 574 heridos y 80 desaparecidos, desconociéndose las bajas
enemigas.
La descolonización está en carne viva, como demuestra la guerra sin
cuartel que se libra en Argelia. El mundo islámico adquiere creciente
protagonismo y Nasser forma la República Árabe Unida (RAU), integrada
por Egipto y Siria; acuerdo que fracasará cuando se intente ampliarlo con
Yemen, hasta que las desavenencias recíprocas desmantelen el acuerdo y la
República Árabe Unida se desintegre.

Cara y cruz de la política


No disminuyen las tensiones políticas y una nota de la policía informa de
la desarticulación de un intento para reorganizar el Partido Comunista, en el
que se ha destacado Javier Pradera, descendiente del famoso pensador
tradicionalista. En marzo de 1958 estallan duras huelgas en Asturias, Euskadi
y Valencia, que el gobierno intenta frenar el día 14, decretando el estado de
excepción durante tres meces en Asturias. A la agitación obrera se suman los
estudiantes de las principales universidades, que también se declaran en
huelga. La conflictividad impulsa la redacción de la Ley de Convenios
Colectivos, que se promulga el 4 de abril y ofrece condiciones más favorables
a las reivindicaciones de los trabajadores.
En estas fechas fallece inesperadamente el conde de Ruiseñada, motor de
las maniobras monárquicas juanistas en España, que quedan desactivadas, lo
cual no conduce a la estabilidad interna del régimen, porque surgen nuevos
focos de tensión y la policía se mueve incesantemente contra la oposición
clandestina. Ahora son descubiertos y detenidos en Madrid notables
miembros de la Asociación Socialista Universitaria: Gonzalo Anes, Luis
Gómez Llórente y Miguel Boyer; en Barcelona la policía detiene a Joan
Raventós y consiguen escaparse Francisco Bustelo, Juan Manuel Kindelán y
Rafael Sánchez Mazas. Paralelamente, un grupo de estudiantes católicos crea
el Frente de Liberación Popular (FLP), que luego evolucionará hacia posturas
más radicales. Poco después, se celebra en Perpiñán el congreso del
Moviment Socialista de Catalunya.
Sin embargo, la política tiene también su lado sonriente en los cáusticos
comentarios sobre el veraneo de Franco, que pesca intensamente a bordo del
Azor, en el que ha hecho instalar un cañoncito arponero y cañonea cachalotes.
La prensa publica su fotografía junto a grandes peces en la cubierta del barco,
que sirven para construir numerosos chistes. Cuando termine el otoño, su hija
Carmen, con su esposo y el general Barroso visitan Estados Unidos, porque
Franco desea que compensen la buena impresión dejada por una visita
anterior de don Juan de Borbón y su hijo Juan Carlos.
Sin que nadie lo sepa todavía, se cierra una época de la Iglesia católica
cuando, el 28 de septiembre de 1958, fallece Pío XII y el 9 de octubre sube al
solio pontificio Juan XXIII, que pronto introduce cambios reveladores en las
costumbres vaticanas.
De momento, en España no cambia nada y, cuando el nuevo pontífice
nombra cardenal a monseñor Bueno Monreal, obispo de Sevilla, Franco le
impone la birreta en la catedral hispalense, el 23 diciembre.

AL BORDE DEL ABISMO

La sorpresa de los barbudos


Las noticias internacionales revelan un hecho espectacular, que tendrá
serias consecuencias: el presidente Fulgencio Batista huye de La Habana
dejando el campo libre a los revolucionarios de Fidel Castro, que toman el
poder en Cuba el 1 de enero de 1959. La España oficial mira de reojo sin
hacer comentarios, porque los objetivos de la revolución no están claros y no
se desean enfrentamientos con una república hispana.
Otras crisis mantienen su vigencia, como el conflicto de Argelia que, el 8
de enero, lleva al general De Gaulle a la presidencia de la V República
francesa, fundada por él. Es uno más de los problemas de África del Norte,
donde la monarquía marroquí choca con una sublevación de las tribus del Rif,
opuestas a los burócratas llegados de la zona francesa. La prensa española no
airea el problema, pero lo comentan gozosamente los antiguos círculos
coloniales, que aceptaron a regañadientes la independencia marroquí.
También los territorios españoles de África Occidental son
desestabilizados por guerrilleros que pretenden su incorporación a
Marruecos. Hasta el extremo de que Franco se ve obligado a reconocer que
existe un conflicto en el Sáhara. Sin embargo, la mayor conmoción española
de este año es la ruptura de la presa del embalse de Vega de Tera, cuyas
aguas arrasan el pueblo zamorano de Ribadelago, matando a 144 personas.
Proliferaron los actos destinados a recoger fondos y Franco adopta al nuevo
pueblo, que se reconstruye como Ribadelago del Caudillo.

La realidad y las ideas


La economía española no remonta y, en febrero, una nueva devaluación
de la peseta establece el cambio del dólar de 42 a 60 pesetas. El saldo
internacional es negativo en 76 300 000 dólares y el gobierno teme que le
corten el suministro de petróleo. Apenas cuenta con divisas y no pueden
pagarse las importaciones autorizadas. Navarro Rubio intenta convencer a
Franco de la urgencia de un plan de estabilización que cuenta con el apoyo
del Fondo Monetario Internacional. Los argumentos técnicos chocan con la
obstinación del Generalísimo, que no desea reconocer el fracaso, hasta que el
ministro logra convencerlo de que la situación económica los ha colocado al
borde del abismo.
Franco tiene total confianza en Carrero y pone la economía en manos del
equipo de López Rodó, amparado por el almirante. Su proyecto es
transformar la economía española, sin modificar el régimen político. Los
tecnócratas ocupan los lugares de decisión desplazando a la Falange, aunque
se respetan cuidadosamente los aspectos políticos y el Generalísimo hace
trasladar los restos de José Antonio Primo de Rivera al Valle de los Caídos,
obra faraónica que ha costado veinte mil millones de pesetas y, en buena
parte, ejecutada por prisioneros de guerra y presos políticos. Franco la
inaugura solemnemente el 1 de abril de 1959, en una ceremonia que reúne a
toda la clase dirigente y los representantes diplomáticos extranjeros.

El lento crecer de la oposición


Hace una semana que se ha conmemorado el XX aniversario de la muerte
de Antonio Machado en el cementerio de Collioure (Francia), donde reposan
sus restos. Asisten numerosos intelectuales y artistas de distintas tendencias
procedentes de ambos lados de la frontera, como Jorge Semprún, Francesc
VincenÇ, Francisco SitjÀ, Antonio de Senillosa, Paulino Azcárate, Julio Just,
José Herrera Petere, José Corrales Egea, Germán Bleiberg, Manuel Tuñón de
Lara, Blas de Otero, Alberto Puig Palau, Armando López Salinas, José
Manuel Caballero Bonald, Ángel González, José Ángel Valente, Juan y José
Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral,
Juan Ferraté y Josep Maria Castellet, entre otros.
La muerte del conde de Ruiseñada ha convertido a José María Pemán en
representante de don Juan en España, sin abandonar su fidelidad a Franco. No
todos los monárquicos están de acuerdo y Joaquín Satrústegui organiza una
cena en el Hotel Menfis de Madrid, que pretende ser el acto fundacional de
una asociación de juanistas liberales llamada Unión Española. Entre los
asistentes destacan Jaime Miralles, Enrique Tierno Galván y José María Gil
Robles, que no toman la palabra. Los discursos mantienen la tesis de que la
monarquía no debe ser restaurada por Franco y tampoco puede buscar la
legitimidad en la guerra civil. Los asistentes más significados son multados
por el ministerio de Gobernación.
Aunque la política está prohibida fuera del Movimiento, también surgen
otros grupos como la Democracia Social Cristiana de Gil Robles y la
Izquierda Democrática Cristiana de Manuel Jiménez Fernández, ante cuya
defección Franco busca apoyo en otros sectores católicos más conservadores,
especialmente en los miembros del Opus Dei encabezados por López Rodó.
Para compensar la creciente presión de los monárquicos juanistas, inicia un
acercamiento con Alfonso de Borbón, primo de Juan Carlos e hijo del infante
don Jaime. Solís y algunos falangistas, temerosos de que don Juan influya en
su hijo, contemplan a Alfonso como la oportunidad para establecer una
monarquía más próxima a la Falange.
López Rodó reacciona y, a través de Carrero, logra que Franco sitúe a
Juan Carlos a su lado, con uniforme de teniente de Infantería y en la tribuna
presidencial del Desfile de la Victoria del 3 de mayo de 1959. Como si fuera
una presentación informal de su heredero al ejército, aunque Juan Carlos
carece de título oficial.
Otros grupos alejados del régimen intentan organizar la oposición. En
Valencia, Eliseu Climent encabeza Diàleg, expresión de un sector de
intelectuales catalanistas. En el nacionalismo catalán se mueven Jordi Pujol,
que ha dirigido el movimiento Catalanisme i Catalunya (CC) y Josep Benet,
que llega desde la Acción Católica progresista y es detenido por la policía en
Barcelona. La democracia cristiana catalana está dirigida por Antón Cañellas,
y amparada por el abad de Montserrat, bajo cuyo patrocinio comienza a
publicarse la revista Serra d’Or, única publicación en lengua catalana.
El Partido Comunista intenta el 18 de junio una huelga general pacífica,
que considera instrumento adecuado para derribar a Franco. Una vez más, el
intento fracasa y son detenidos Simón Sánchez Montero y numerosos
militantes. La inoperancia de sus métodos obliga a una reflexión y, en
diciembre, se celebrará el IV Congreso del Partido Comunista de España,
donde Dolores Ibárruri es elegida presidenta, Santiago Carrillo secretario
general y los comunistas españoles deciden cambiar de estrategia para
emprender una política de reconciliación nacional.
Se perfilan nuevas líneas de oposición política y laboral contra las que el
ministerio de Gobernación prepara una nueva ley de Orden Público; mientras
tanto, la policía detiene al diplomático católico de izquierdas Julio Cerón,
principal dirigente del Frente de Liberación Nacional, cuya expresión
catalana, el Front Obrer de Catalunya (FOC), cuenta con la militancia del
católico Alfonso Carlos Comín. El 30 de julio de 1959, mientras el
Generalísimo cañonea ballenas, se publica la nueva ley de Orden Público que
considera delictivos los paros, cierres y suspensiones de empresas, las
concentraciones y manifestaciones ilegales y la propaganda política. Como si
fuera un sarcasmo, al día siguiente, del grupo nacionalista vasco llamado
Ekin se desgaja un grupúsculo con vocación radical cuyo nombre alcanzará
siniestra fama: Euskadi ta Askatasuna (ETA).

REFORMAS Y ESPERANZAS

En la cuerda floja
A principios de 1959 se ha firmado el convenio de incorporación de
España a la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), que
se ratifica el 18 de marzo. España se dispone a abandonar la autarquía y
camina lentamente hacia la integración en los organismos económicos
internacionales. López Rodó prepara una astuta maniobra, amparada por
Carrero Blanco, destinada a terminar definitivamente con la preeminencia
falangista. El 17 de mayo, la ley de Principios Fundamentales del
Movimiento declara que éstos son permanentes y reduce a la Falange a ser
una parte del Movimiento, que pretende reunir a todos los españoles que
aceptan el régimen. Es el primer paso para desplazar a los jerarcas falangistas
de los puestos de decisión política y económica, a fin de que los tecnócratas
controlen resortes esenciales y modifiquen la economía terminando
definitivamente con los planteamientos autárquicos, que arruinan España. El
ministro Navarro Rubio prepara un Plan de Estabilización para sentar las
bases de un futuro crecimiento económico, apartándose de los presupuestos
económicos de la Falange y el primer franquismo.
La nueva política económica quema etapas como el decreto-ley de
incorporación de España al Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial y la ley de Procedimiento Administrativo, obra de López Rodó
destinada a reformar profundamente la burocracia oficial. Una misión de la
Organización Europea de Cooperación Económica visita España para
elaborar un informe que posteriormente será referencia obligada para iniciar
una estabilización de la economía. La ley sobre reordenación del Mercado de
Crédito a medio y largo plazo cierra una nueva etapa en la ordenación
administrativa, que se desarrolla bajo una peligrosa crisis económica. El
Estado se encuentra al borde de la ruina.

El Plan de Estabilización
El ministro de Comercio, Alberto Ullastres, anuncia el 1 de junio que se
prepara un plan de estabilización económica y, a final de mes, el gobierno
dirige un memorando al Fondo Monetario Internacional y la Organización
Europea de Cooperación Económica en el que anuncia profundos cambios
estructurales. Ullastres viaja a Estados Unidos para solicitar ayuda económica
de las grandes entidades financieras y consigue una cobertura de 544
millones de dólares.
Se abre camino una nueva política y, el 6 de marzo de 1959, el gobierno
aprueba el proyecto de Plan de Estabilización, supervisado por el Fondo
Monetario Internacional y la Organización Europea de Cooperación
Económica. Sus puntos esenciales son devaluar la peseta, restringir el crédito
y recortar el gasto público, a fin de situar a España en la economía de libre
mercado, abandonando el autárquico paternalismo falangista. En su primera
época provocará desempleo, congelación salarial, carencia de artículos de
primera necesidad y algunos ministros se enfrentarán a Ullastres y Navarro
Rubio porque ven reducidos los presupuestos de sus respectivos
departamentos.
El decreto-ley de Ordenación Económica, de 21 julio, establece el Plan de
Estabilización, que no busca un simple equilibrio económico sino poner las
bases para abandonar las pautas seguidas hasta entonces, sanear la economía
para incorporarla a los mercados internacionales y lograr un posterior
desarrollo.
Una semana después, la Juventud Obrera Católica (JOC) replica con un
manifiesto en el que denuncia la repercusión del plan sobre las clases más
humildes, que soportarán el coste social del saneamiento económico.
Ciertamente, a corto plazo las clases más humildes pagarán un alto precio
y la erosión de sus condiciones de vida empuja a muchos españoles hacia la
emigración. Numerosos subempleados del campo se instalan en barrios
suburbiales de las grandes ciudades o marchan al extranjero, movilizando una
enorme fuerza de trabajo.
Sin embargo, las consecuencias positivas sobre la economía son
fulminantes. Crecen la competitividad, el turismo y la inversión extranjera.
Al acabar el año, se han incrementado las reservas de divisas y la balanza de
pagos registrará un superávit de 81 millones de dólares.

Un americano en Madrid
La administración norteamericana prepara un largo viaje del presidente
Eisenhower, que visitará Europa, Oriente Próximo, la India, Pakistán y el
norte de África. La diplomacia española conoce el proyecto y, en agosto, el
gobierno invita a Eisenhower a que aproveche el viaje para visitar también
España y, en noviembre, se tiene la confirmación de que el presidente visitará
Madrid, entre las estancias de París y Rabat.
El acontecimiento será un espaldarazo al régimen ante la sociedad
internacional y una buena ocasión para demostrar a la reticente Europa
occidental que Franco cuenta con el apoyo de Washington.
El alcalde de Madrid, José Finat, conde de Mayalde, es ducho en visitas
extranjeras de alto rango y, ya en 1940, organizó la llegada de Heinrich
Himmler, el jefe de las SS. Ahora hace distribuir miles de banderas y retratos,
ordenando que todas las empresas, oficinas y colegios de la ciudad cierren
sus puertas la tarde del lunes 21 de diciembre de 1959, cuando llegará el
mandatario estadounidense.
A las cuatro y media de la tarde del día previsto, el avión en que viaja
Eisenhower aterriza en la base norteamericana de Torrejón y la prensa
comenta que el encuentro entre ambos generales victoriosos es un acto que
puede cambiar la historia. Franco espera al pie de la escalerilla, con un
efusivo y sonriente abrazo latino, y ambos jefes de Estado suben a un
automóvil que emprende el camino de Madrid. En la plaza de Castelar se
trasladan a un coche descubierto para hacer un recorrido triunfal lleno de
público, arcos de triunfo y grandes fotografías de los dos generales.
Horas después se celebra la cena de gala amenizada por una pequeña
orquesta, con el guitarrista Andrés Segovia como solista. En su discurso,
Franco compara a Eisenhower con uno de los ángeles de la Navidad, que
prometen paz a los hombres de buena voluntad. Se desconoce si la
ascendencia luterana de Eisenhower le permitió comprender el símil, pero, en
todo caso, a las siete y media de la mañana siguiente, una niña de siete años
llega al palacio de la Moncloa, donde reside el huésped, para entregarle una
carta de bienvenida ante un grupo de periodistas. Ante tan curiosa forma de
iniciar el día, la formación militar del presidente le ayuda a dominar sus
naturales impulsos, sonríe, regala una muñeca a la criatura y le estampa un
par de besos.
El paso siguiente es desayunar con Franco, que se ofrece como aliado
incondicional ante la Unión Soviética y agradece la ayuda norteamericana,
que Eisenhower promete intensificar. Terminada la entrevista, suben a un
helicóptero que los traslada a Torrejón, donde el avión presidencial despega a
las 10.45 en dirección a Rabat, a las veinte horas de haber llegado a España.
Como expresión de cariño del pueblo español, el presidente
norteamericano se lleva varios regalos: varias mantillas, muñecas vestidas
con trajes típicos, libros sobre turismo, un par de cuadros, dos puros canarios
de un metro de longitud y cinco centímetros de diámetro y un documento que
le acreditaba como ¡alcalde honorario de Marbella!

Cartel instalado en la plaza de España de Madrid con una fotografía del presidente
estadounidense Dwight Wisenhower junto Franco, para festejar la visita del primero a
España.
COSAS Y CASOS

Franco, primer pescador de España

La afición del Caudillo a la pesca deportiva se glosa en la revista Semana


de esta gráfica manera:

A bordo del Azor, recorrió S. E. las zonas del Cantábrico donde es fama que
abundan determinadas especies cuya captura exige mucha destreza, principalmente los
atunes y otros peces de parecido tamaño y fuerza notable. El Generalísimo evidencia
una especial habilidad en la pesca, toda vez que ciertas modalidades como ésta
requieren condiciones que sólo poseen los deportistas avezados. Las costas de
Guipúzcoa y de Santander y las bocas de las rías gallegas, han sido los parajes más
frecuentados por nuestro Caudillo. En todas cuantas localidades ha sido visto, el pueblo
le ha hecho objeto de entusiásticas muestras de admiración.

Posteriormente, durante la estación veraniega no falta noticia acerca de


las proezas pesqueras de Franco.
El dictador, pescando.

«Felicitadme. ¡Soy madre!»


El día 9 de diciembre, el Caudillo tiene su primer nieto varón. El día 15
hay sesión plenaria de las Cortes, y en ella el presidente de las mismas, don
Esteban Bilbao, lee una carta del conde de Argillo, abuelo paterno del recién
nacido, en la que textualmente manifiesta:

[…] su deseo de interesar de los poderes públicos para que, previos los trámites
legales a que hubiera lugar, se autorizase el que dicho vástago y su descendencia
masculina llevaran el nombre de Francisco Franco, en recuerdo de su ilustre
ascendiente, nuestro invicto Caudillo.

El presidente de las Cortes, terminada la lectura del pintoresco escrito del


conde de Argillo, se dirige a los señores procuradores y, después de ensalzar
la obra de Franco, somete a la consideración de la Cámara el siguiente
acuerdo:

¿Acuerda la Cámara, solidarizándose con los deseos del excelentísimo señor conde
de Argillo, que son también los de los padres del recién nacido, y como homenaje de
las Cortes al Jefe del Estado, que su primer nieto varón pueda, previa trasposición de
sus dos primeros apellidos, ostentar en vida y para su descendencia el nombre de
Francisco de Asís Franco y Martínez y, en consecuencia, dirigirse al excelentísimo
señor ministro de Justicia, a fin de que por éste se dicten las disposiciones necesarias al
mejor y más exacto cumplimiento de este deseo de las Cortes españolas?
[Aclamación general].
Así se acuerda por aclamación.
Francisco Franco,
primer nieto varón de Francisco Franco,
Caudillo de España.
[Grandes y prolongados aplausos].

Se dice que el marqués de Villaverde, padre del niño, a quien no faltaba


sentido del humor, puso un telegrama a sus íntimos con el siguiente texto:
«Felicitadme. ¡Soy madre!».
El tema propicia el chiste, y uno de los más celebrados es el que asegura
que el «neonato sería incapaz de sentarse porque le habían puesto lo de
delante atrás».

En la muerte de Eugeni d’Ors

El 25 de septiembre de 1954 fallece en Vilanova i la Geltrú el escritor,


filósofo y esteta Eugenio d’Ors i Rovira, uno de los más destacados
representantes de la generación de 1914. En la hora de su muerte, se
recuerdan múltiples anécdotas debidas a su agudo ingenio. En cierta ocasión
leyó un artículo suyo recién escrito a una persona de su confianza y le
preguntó:

—¿Está claro?
—¡Clarísimo, maestro!

Y como a D’Ors le gustaba que su prosa tuviera profundidad estilística y


densidad conceptual, replicó:

—Pues ¡oscurezcámoslo!

El mismo D’Ors explicaba, con fino humor a costa propia, una anécdota
protagonizada por dos franceses, muy interesados en la literatura hispánica y,
en una conversación, uno de ellos preguntaba al otro:

—Connaissez-vous l’oeuvre d’Ors?

Cuestión que obtuvo esta réplica:

—Pas du tout: mais je connais bien les «hors d’ceuvre».

Franco confiesa que no sabía


lo que era visitar un portaaviones
La rúbrica del acuerdo con Estados Unidos precisa de un refrendo que
ante la opinión pública norteamericana pregone la presencia de un nuevo
aliado, cuya misión será servir de base a las fuerzas de Estados Unidos en
Europa, ya que nuestras fuerzas terrestres, aéreas y navales, con un material
vetusto, son de escasa ayuda contra el peligro soviético. El refrendo en
cuestión consiste en una visita del general Franco al portaaviones Coral Sea.
Al anuncio de esta visita, los corresponsales yanquis en Madrid hacen saber a
su embajada que, dado que el Caudillo va a pisar suelo norteamericano a
bordo del navío, debería someterse a una rueda de prensa y contestar a todas
las cuestiones que se le planteen. Conocida esta petición por la Casa Civil,
Franco se niega en redondo. Tras una ardua negociación y ante la amenaza de
los corresponsales de hacer el vacío a la visita, se llega a un acuerdo, según el
cual el decano de la prensa acreditada en Madrid hará en nombre de todos los
periodistas tres preguntas a S. E. El decano era Camille Cianfarra, que morirá
años después trágicamente en el hundimiento del Andrea Doria.
Cianfarra es bien conocido por sus opiniones antifascistas y, llegado el
momento, prepara unas preguntas en las que queda claro que el nuevo aliado,
salido del subdesarrollo, no va a aportar más que un portaaviones en forma de
península, tan apto para dar como para recibir. Fié aquí las preguntas
formuladas y las correspondientes respuestas:

—¿Qué cosa cree S. E. que podrá aportar España para la mayor eficacia de la VI
Flota en el Mediterráneo, con las fuerzas que tiene?
—La Flota americana es potente por sí misma, porque en sí misma lleva todos los
elementos necesarios para la acción y para el mantenimiento. Sin embargo, llegada a
una situación de emergencia, la posición estratégica de España, sus posibilidades en
todos los órdenes y su voluntad de lealtad, habían de multiplicar esta potencia.
—¿Es la primera vez que S. E. sube a un barco americano?
—Sí.
—¿Es la primera vez que S. E. visita un portaaviones?
—Sí.

Nuevos títulos nobiliarios

Una ley de 1948 otorga a Franco la competencia, típicamente regia, sobre


la concesión, rehabilitación y transmisión de títulos nobiliarios y de grandeza.
Sus primeras disposiciones, en este orden, se encaminan a ennoblecer a los
mártires de la causa: Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera y Onésimo
Redondo. Después tocará el turno a los más destacados militares de la guerra
de la liberación: Dávila, Queipo de Llano, Moscardó y Saliquet. Más adelante
se extenderá a notabilidades científicas, como el doctor Arruga, o a
celebridades financieras, como Julio de Arteche. En 1955, la concesión de
blasones creará un extraño precedente: se ennoblece a don Pedro Barrié de la
Maza, financiero e hidroeléctrico, asociando su novísimo linaje al anagrama
de la empresa de su creación. Barrié es nombrado conde de Fenosa, es decir,
de las Fuerzas Eléctricas del Noroeste Sociedad Anónima. Aunque los
conocedores del hermoso idioma galaico le dan una interpretación
ennoblecedora, diciendo que «Fenosa» significa «fe nuestra» o «nuestra fe»,
no faltan chuscos que aseguran que, con gran sorpresa de la Diputación de la
Grandeza, se ha abierto el camino para que la aristocracia hispánica registre,
en el futuro, duques de Agromán, marqueses de Iberduero o barones de
Banesto.

Extranjeros pervertidores
La continuidad del aluvión turístico aporta un contingente juvenil de
hábitos promiscuos y que «fumaba». Los destinos de su preferencia hacia
1955 son algún enclave de la Costa del Sol y la isla de Ibiza. Allí, entre sol y
mar, se van creando pequeñas colonias que marcarán la transición entre el
existencialismo y lo que vendría después: la contracultura hippy. Fray
Antonio, obispo de Ibiza, lanza una patética pastoral ante la crecida del
pecado. Éstas son sus palabras:

Es que esos indeseables, con su indecoroso proceder en playas, bares y vía pública
y, más aún, con sus hábitos viciosos y escandalosos van creando aquí un ambiente
mefítico que nos asfixia, y que no puede menos que pervertir y corrompe a nuestra
inexperta juventud. […] Nadie se explica por qué se autoriza la estancia aquí de
féminas extranjeras, corrompidas y corruptoras que sin cartilla de reconocimiento
médico vienen para ser lazo de perdición física y moral de nuestra inexperta juventud,
ni tampoco sabe nadie cómo pueden tolerarse ciertos individuos, carentes de medios de
vida, de los cuales dice la voz pública que viven exclusivamente del vicio que facilitan
y propagan descaradamente.

Y termina el atribulado obispo con este grito:

Y que nadie vea en estas líneas otra cosa que la voz de alerta, el grito de ¡socorro!,
del pastor de almas que contempla, angustiado e impotente, la riza, el destrozo que hace
el lobo entre las amadas ovejitas que el Señor le confiara, y de las cuales tendrá que
rendirle estrecha cuenta un día (El Español).

El enlace entre Dominguín y Bosé


Si en los años cincuenta hay una figura «mandona» en su actividad,
envidiado como varón y adornado por las cualidades de la apostura y de la
inteligencia, ésa es la de Luis Miguel Dominguín, matador de toros.
Figura del toreo, su fama trasciende convirtiéndole en un personaje
solicitado entre la gente bien por su agudeza y en amante legendario con un
record copiosísimo —su romance con Ava Gardner, el animal más bello del
mundo— que se constelará en locas noches madrileñas de juerga, vino y
rosas.
Su trayectoria se cruza con la de una estrellita de cine italiano —el cine
de posguerra que alumbró beldades como la Loren, la Mangano, la
Lollobrigida o la Pampanini— llamada Lucía Bosé. Y hay flechazo. Y hay
boda. Y tendrán tres hijos, antes de que llegue la separación. El mayor,
Miguel, escogerá el apellido materno para ser famoso. Hace bien porque su
nombradla se alza sobre una esfera de valores alejadísimos, de los que hacen
de su padre arquetipo de elegido, en la viril profesión de matador de toros.

Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé en una Vespa por las calles de
Roma, en los años cincuenta.

Nace la televisión
El día 28 de octubre de 1956 se inauguran oficialmente las emisiones de
la televisión española. El diario Arriba da cuenta así del acontecimiento: «El
ministro de Información y Turismo, don Gabriel Arias Salgado, inauguró
ayer tarde oficialmente la estación de televisión de Madrid, instalada en la
avenida de La Habana 77».
El transmisor de la imagen y del sonido permitirá la recepción de
televisión en un radio de cincuenta a sesenta kilómetros alrededor de Madrid.
Las pruebas han demostrado que se recibe perfectamente en Toledo…
La emisión se abre a las ocho y media de la noche y, previas unas
palabras del locutor, el prelado doméstico de Su Santidad, monseñor Bulart,
celebra la santa misa, la primera que se televisa en España, en un altar
instalado en el estudio, presidido por una bella imagen de santa Clara,
patrona de la televisión española.
El ministro de Información y Turismo, de quien dependerá el nuevo
organismo, pronuncia las siguientes palabras:

Hoy, día 28 de octubre, día de Cristo Rey, a quien ha sido dado todo el poder en los
cielos y en la tierra, se inauguran los nuevos estudios de Televisión Española.
Mañana, 29 de octubre, fecha del XXIII aniversario de la Fundación de Falange
Española, darán comienzo de manera regular y periódica los programas diarios.
Hemos elegido estas dos fechas para proclamar así los dos principios básicos,
fundamentales, que han de presidir, sostener y enmarcar todo el desarrollo futuro de la
televisión en España: la ortodoxia y el rigor, desde el punto de vista religioso y moral,
con obediencia a las normas que en tal materia dicte la Iglesia católica, y la intención de
servicio a los principios fundamentales y a los grandes ideales del Movimiento
Nacional.

El minutado del programa inaugural queda finalmente establecido de este


modo:

A las 18.00: Carta de ajuste. A partir de las 18.15: Cabecera de presentación. Misa
oficiada por monseñor Bulart. Discursos inaugurales del ministro de Información y
Turismo, señor Arias Salgado, y del camarada José Ramón Alonso, director de
Programas y Emisiones. Programa dedicado a Santa Clara. España Hoy. Actuación de
coros y danzas de la Sección Femenina del distrito de la Latina. Estreno de NO-DO A.
Más actuación de coros y danzas. Estreno de NO-DO B. Documental «Blancos
Mercedarios». Documental «El Greco y su obra maestra». Grupo provincial de coros y
danzas de Málaga. La orquesta de Roberto Inglez. Actuación de José Cubiles, pianista.
Himno nacional y banderas de cierre.

El humor de Foxá (II)


Las características clericales de la España nacionalcatólica es algo que
arranca a Foxá sus más agudas ocurrencias, como cuando alguien le pregunta
cómo definiría la España en la que los democristianos de Acción Católica
marcan la pauta. Foxá contesta sin dudar: «¡España es un “obispero”!».
A raíz de la firma del primer pacto militar con Estados Unidos, que casi
coincide con el nuevo Concordato con la Santa Sede, le preguntan a Foxá qué
ventajas obtendrán los españoles con los acuerdos suscritos y la contestación
es: «¡Pues a cada español nos toca un dólar y cien días de indulgencia!».
En ocasión de un relevo de ministros, Fernando María Castiella sustituye
a Alberto Martín Artajo en la cartera de Exteriores. Dado lo súbito del
nombramiento, Castiella carece del uniforme protocolario de gala. Felizmente
su predecesor, que tiene una eslora semejante, accede a prestarle su casaca.
Comentario de Agustín de Foxá: «¡Las cosas que hay que ver! Hasta ahora
sabíamos de ministros que cambiaban de casaca, pero hoy nos hemos
enterado de que hay casacas que cambian de ministro».
Tras pasar una larga temporada fuera de España, en un destino
diplomático como corresponde a su condición, Foxá toma contacto con la
realidad española y por ende, madrileña, y una de las cosas que llama su
atención es la presencia en la prensa de la capital de una firma que se reitera
en la crónica municipal y ciudadana, en la crítica teatral y en las reseñas
taurinas, todo identificable por un estilo gracioso pero algo pedestre.
Intrigado, pregunta quién es el autor que tanto se prodiga y, cuando sabe su
nombre, lanza esta cuarteta:

¿Quién es ese botarate


que en todas partes se mete?
Me dicen que es Cañabate,
pues yo le digo ¡coño, vete!

Efectivamente, el denostado periodista es el famoso Antonio Díaz-


Cañabate.

El primado y los curas: contra el relajo vestimentario


En mayo de 1957 se hace pública una exhortación pastoral del cardenal
primado, doctor Pía y Deniel, en la que recuerda al clero regular «las normas
sobre uso riguroso de las prendas que componen el indumento eclesiástico»,
exhortación que viene aconsejada por la licencia que empieza a imperar en el
modo de vestir de nuestros clérigos, bajo el influjo de los «nuevos curas».
Algo empieza a cambiar empujado por las corrientes europeas de renovación,
que alcanzan incluso a la Iglesia. Por eso, el cardenal recuerda «la obligación
del uso de la sotana, el tullete o el manteo o, por lo menos, la esclavina,
siendo, asimismo, necesario llevar la cabeza cubierta con la teja, salvo
cuando se vaya en motocicleta, en cuyo caso puede usarse boina o casco de
motorista». Como la motorización, usando Vespa o similares, se ha ido
imponiendo para recorrer la feligresía, aprovecha el cardenal la ocasión para
recordar que «el vehículo debe usarse tan sólo para actos relativos al sagrado
ministerio o de apostolado» y, de paso, advierte «que no sería conforme a la
decencia el llevar a una mujer en la trasera», signo evidente de que las mozas
de la parroquia aprovechan el circular de los sacerdotes para montar en el
escúter, compañía que no debía de ser muy desagradable al clero, a juzgar por
la conminación del prelado.
Y, saliendo al paso de una peligrosa liberalización de las costumbres, el
primado invoca ciertos cánones para extraer, como conclusión, que «el clero
no debe fumar en público, ni asistir a cines, teatros, fútbol y, mucho menos, a
espectáculos consistentes en exhibiciones de bailes modernos».
Termina el doctor Pía y Deniel recordando con energía «la obligación de
llevar la tonsura abierta», síntoma de que los cabellos empiezan a crecer en
las otrora relucientes coronillas de los mosenes hispánicos.
Desde el espíritu de la Cruzada, no hay duda de que algo está cambiando
en España.

Franco, ¿cardenal?
En diciembre de 1957, un grupo de españoles propone que, por los
excepcionales méritos contraídos por el Caudillo en la defensa de la fe
católica, ha de ser elevado a la dignidad de cardenal. He aquí los términos en
los que está concebida la extraordinaria propuesta:
Un grupo de españoles, que conservarán por el momento su nombre en secreto, para
que los resentidos de siempre no puedan tacharles de oportunistas y aduladores, tienen
la iniciativa, y la hacen pública, de pedir el capelo cardenalicio para Francisco Franco
Bahamonde, por los grandes servicios que, durante más de veinte años, ha prestado a la
Iglesia.
Porque, en verdad, desde Constantino el Grande y Carlomagno, nunca soberano
alguno, nunca caudillo militar o civil, hizo tanto por nuestra Santa Madre Iglesia como
el glorioso Francisco Franco, el hombre que ha restituido España a Dios y Dios a
España, reparando así la más grosera y odiosa paradoja cometida por los regímenes
anteriores: la de una España sin Dios y sin fe.
La Divina Providencia, según confesión del propio Caudillo a un redactor de la
Agencia EFE, le ha venido asistiendo de manera especial, y de hecho milagrosa, a lo
largo de su extraordinaria y preciosa existencia.
Sí, ¡mil veces sí! No dudéis un momento. España, martillo de herejes, tiene en
Franco un gobernador excepcional, que su íntimo, su congénito catolicismo están
esperando desde centurias, el que ha arrancado de cuajo las herejías del liberalismo y de
la masonería. No en vano el ministro subsecretario de la Presidencia, señor Carrero
Blanco, hablando ante las Cortes en julio último, lo dijo en frase lapidaria, en expresión
que debería ser grabada en mármoles y bronces, en todas las ciudades y pueblos de
España: «El Caudillo es uno de esos regalos que la Providencia hace, cada tres o cuatro
siglos, a un pueblo, para premiarle los sacrificios que ha hecho por Dios». (Agencia
EFE).

Por fin se casa la Faraona


El rumor va tomando cuerpo: Lola Flores se va a casar, pero ¿con quién?
Con la leyenda (cierta) de devoradora de futbolistas, toreros, actores,
directores de cine, empresarios, etc., se hacen quinielas sobre quién será el
varón capaz de llevar a la vicaría a este «torbellino de colores, al que
llamaban Lola Flores». Y el varón resulta ser un «tocaor» gitano catalán y
consumado danzante de la rumba catalana. Su nombre es Antonio González,
el Pescaílla. La boda tiene lugar en El Escorial y de padrino interviene el
productor gallego Cesáreo González y de madrina la cantante Paquita Rico,
gran amiga de la contrayente.
Contra lo que pudiera suponerse, el matrimonio durará, pero Lola es Lola
hasta el fin. No en balde su madre la define diciendo: «Mi Lola duerme en
casa pero se acuesta con quien quiere».
El auge del tebeo

Como la época es de exaltación de valores patrios y varoniles un


determinado género de cómic alcanza gran éxito. Entre ellos vale la pena
recordar a Diego Valor, Capitán Trueno, Roberto Alcázar y Pedrín y El
Jabato. Otros como Carpanta tienen un valor más sociológico por reflejar
una pesadilla nacional. En 1958, aparece uno destinado a hacer historia:
Mortadelo y Filemón, obra de Ibáñez, una historieta que el tiempo haría
escribir con mayúsculas.

Portada de El Capitán Trueno, uno de los tebeos más leídos de la época.

El fin de Facerías, el guerrillero urbano más temido


Al fin los barceloneses, Cataluña entera, puede decirse, ha respirado tranquila.
Acribillado a balazos ha caído en las cercanías del manicomio barcelonés de San
Andrés, uno de los más siniestros personajes del terrorismo rojo. Once años le ha
costado a la policía cobrar tan fiera presa. Pero la caza era fatal, por muy experto del
instinto sanguinario. Una y otra vez logró José Luis Facerías, que así se llamaba el
forajido atracador, escapar de las manos de la policía cuando estuvo semisitiado como
ocurrió hace poco más de un año en la barriada de Les Corts. […] Pues El Facerías,
como era conocido entre los terroristas españoles, estaba dispuesto a no dejarse coger
vivo, a morir matando. Como intentó hacerlo el viernes pasado, sin fortuna, a la hora en
que en Barcelona caía una tromba de agua que pudo dar al traste con el servicio de
captura que habíase montado la noche anterior.
Su negro historial de crímenes y atracos hacíanle temible. Su audacia para
realizarlos, amparado todavía por la suerte, era inaudita. Colocó bombas que pudieron
ocasionar víctimas inocentes, voló polvorines, asaltó bancos y hoteles, en uno de los
cuales asesinó a un conocido constructor barcelonés, robó cuanto pudo y donde pudo.
Al atracar el automóvil de Edgar Neville, hace de ello siete años, tuvo un encuentro con
la Guardia Civil, muriendo dos sujetos de su banda. Pero siempre consiguió escapar,
refugiándose en Francia. Siempre hasta el día citado, en que fue acorralado y muerto a
tiros en el paseo del Doctor Pi y Molist, cuando esperaba a su compinche, El Metralla,
para planear un asalto a la Caja de Ahorros Provincial, radicada en aquella populosa
barriada de San Andrés, atraco que hubieran realizado el lunes día 2. […] El siniestro
Facerías ha rendido a la Justicia el tributo que, desde hace once años, debía pagarle. Un
hermano suyo lo ha identificado sobre la losa en que yace esperando la autopsia (¿Qué
virus corroería las entrañas de este hombre?). La policía, aun así y todo, le ha tomado
las huellas dactilares comprobando su identidad. Y ha respirado tranquila, a buen
seguro, al coronar su plan sin una baja (Semana).

La jalea real, fuente de juventud


En el año 1957, España vive la obsesión de las cualidades milagrosas de
la jalea real. Como años antes lo fuera el hongo, el país, propicio a creer en el
milagro de los jueves, se entrega a la creencia en las mágicas cualidades
rejuvenecedoras del potingue en cuestión. He aquí cómo se cantan las
excelencias energéticas del famoso preparado:

La jalea real ha desprovisto de todo sentido a los famosos versos de Rubén Darío
que dicen:

Juventud, divino tesoro,


¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar no lloro…
y a veces lloro sin querer.
Este canto del cisne angustiado y melancólico de un climatérico ha sido sustituido
por otro henchido de plenitud y lozanía, merced a las virtudes energéticas hormonales y
polivitamínicas de unos cuantos gramos de jalea real. […] El caso de Su Santidad
Pío XII es, en parte, conocido por todos. No obstante, refrescaremos la memoria.
Cuando estuvo gravemente enfermo y los facultativos que le trataban dudaban de su
curación, el doctor Ricardo Galeazzo-Lisi, su médico de cabecera, basándose en los
tratamientos de Boyer de Belvefer, propuso la administración de jalea real. Una
comunidad de religiosos de México proporcionó al papa el primer kilo de jalea real.
Con esta sustancia logró Su Santidad restablecerse completamente y ganar doce kilos
de peso. Meses después, en el Instituto Católico de Roma, Galeazzo-Lisi hacía una
exposición científica de la enfermedad de Pío XII, del tratamiento y de sus resultados.
Desde entonces, algunos preparadores de jalea real de todo el mundo han enviado
grandes remesas al Santo Padre, entre ellos algunos españoles.
Después de la extraordinaria publicidad concedida a la jalea real por la prensa, radio
y televisión con motivo de la sorprendente mejoría de Pío XII, la fe y la esperanza de
una multitud de enfermos, algunos incurables, se ha volcado sobre este producto
glandular de las abejas jóvenes. Tuberculosos, cancerosos, paralíticos, viejos decrépitos
la han tomado espontáneamente a grandes dosis confiados en sus mágicas virtudes. […]
La jalea real se ha convertido en unos cuantos meses, peligrosamente, en la más ideal
de todas las panaceas: la que otorga una estimulante y eufórica energía y concede una
larga vida (El Español).

Franco, don de la providencia


Julio de 1957. Discurso del ministro subsecretario de la Presidencia,
contraalmirante Carrero Blanco, en las Cortes Españolas. Véase de que modo
enjuicia la personalidad y el significado del Generalísimo Franco, en la
coyuntura histórica derivada de la guerra civil:

[…] no se trata de una burda lisonja. Ya lo he dicho en otra ocasión, desde esta
misma tribuna, que creo que Dios nos concedió como premio, sin duda, al sacrificio de
nuestros caídos y como compensación a tanta sangre de héroes y mártires, a tanta
lágrima de mujer y a tanta angustia de huérfanos, la inmensa merced de un Caudillo
excepcional, que sólo podemos valorar como uno de estos regalos que, por algo muy
grande, hace la Providencia a las naciones cada tres o cuatro siglos.
¿Cómo nadie de buena fe, salvo que esté rayando en la demencia o en pleno sopor
mental, puede pensar en la conveniencia para España de un sistema liberal de
democracia inorgánica?
No hay que conceder, pues, la más mínima importancia, ni a las maquinaciones de
los rojos exiliados en su mendicidad de contubernios absurdos, ni a los enredos de
media docena de insensatos. El camino de España está trazado por el cauce
indeformable del Movimiento Nacional. España es un Reino, bajo la jefatura temporal
y vitalicia de Francisco Franco.

La televisión sale al exterior


La transmisión de un acto en el Valle de los Caídos. El realizador no se
dio cuenta de que queda abierto el micrófono interior de órdenes y, al ir a
recoger la presencia de los ministros que alineados esperan la llegada de
Franco, los telespectadores pueden escuchar desde sus casas esta impagable
orden: «¡Cámara dos! Date una pasadita por los ministros deteniéndote un
poco en el nuestro por aquello de la coba».

Resumen del año 1957


Este año entran en España 3 200 000 turistas. Entre las divisas aportadas
por ellos y las que envían los miles de españoles que han tenido que emigrar
a Europa, nuestro país empieza a salir del túnel. Los tiempos van cambiando.
Donde antes podían leerse letreros que proclamaban «Por el Imperio hacia
Dios», ahora dicen «Beba usted Coca-Cola».
Uno de los primeros carteles publicitarios en España de Coca-Cola.

Cuádruple crimen en Madrid


En el mes de julio de 1958, la opinión pública se conmueve ante la noticia
de un delito que ha costado la vida a cuatro personas en Madrid. Por aquel
entonces pululan por la capital de España muchos hispanoamericanos ociosos
a quienes una «renta en dólares, conjugada con nuestra baratura, permitía
vivir como príncipes dedicándose al “ligue” y a frecuentar los bares de moda
y las salas de fiestas». Uno de estos sujetos, José María Manuel Pablo de la
Cruz Jarabo Pérez Morris, de buena familia, educado en el distinguido
colegio de El Pilar y ubicado posteriormente en Puerto Rico, ha escogido
Madrid como residencia donde lleva una vida de crápula entre alcohol y
droga. Como una peripecia más de su turbulenta existencia, se ve chantajeado
por dos prestamistas en cuyo poder estaba una alhaja pignorada por Jarabo,
alhaja propiedad de una señora británica comprometida y que apremia su
rescate. Jarabo se propone recuperar la joya y, como no lo consigue, mata a
uno de los prestamistas, a su esposa y a la sirvienta. Después va en busca del
otro y, como también fracasa en su propósito, le da muerte. Al parecer, la
joya había sido ya vendida.
Jarabo es detenido a los pocos días. La pista que lo delata fue una
gabardina manchada de sangre que llevó a una tintorería.

El fondo musical de los cincuenta


Los años de la década que marcan la existencia de la mitad del siglo XX
se mecen al ritmo del bolero, tomando como emblemático el Caminemos del
famoso trío Los Panchos. Pero la batería de éxitos es amplia: Lucho Gatica
canta al reloj; Lorenzo González a su Cabaretera; Gloria Lasso su Luna de
Miel; la gran Olga Guillot lleva a la fama Contigo en la distancia. El fondo
musical de este decenio es de predominio abrumador de la música
latinoamericana. De México llega el Huapango de Lola Beltrán, los corridos
de Pedro Infante o de Aceves Mejía. La hegemonía se corona con el éxito de
Pérez Prado, el rey del nuevo ritmo, el mambo, con piezas numeradas y su
inolvidable Patricia. Y como voces exóticas, teñidas de indigenismo, surgen
las de Ima Sumac y Atahualpa Yupanqui, que llevará a la fama Los ejes de mi
carreta.
Hacia el final de la década, salen voces italianas del Festival de San Remo
que van a poner de moda la canzoneta, cuyo más exitoso exponente es Volare
de Domenico Modugno, y también se hacen famosos Renato Carosone,
Claudio Villa y Nila Pizzi.
Entre nosotros prospera la canción protesta como Mi casita de papel, la
canción dislocada como A lo loco, a lo loco, la romanza cantada por Luis
Mariano en Violetas imperiales o el pasodoble castizo como El Beso.
A la hora de recordar forzoso es constatar que de 1950 queda el éxito
mundial Only You de los Platters, y la revelación de un muchacho canadiense
que no llega a la veintena y que con el tema Diana, inunda todas las salas de
fiestas. Su nombre es Paul Anka.

La providencia aliada de Franco


Abril de 1959. Inauguración, tras veinte años de trabajos más o menos
forzados, del complejo monumental del Valle de los Caídos en Cuelgamuros.
Franco aprovecha su discurso para hacer balance de la ayuda providencial
recibida en los momentos más difíciles de la Cruzada:

En todo el desarrollo de nuestra Cruzada, hay mucho de providencial y de


milagroso.
¿De qué otra forma podríamos calificar la ayuda decisiva que en tantas vicisitudes
recibimos de la protección divina? ¿Cómo explicar aquel primer legado providencial e
inesperado que en los momentos más graves de nuestra guerra recibimos, cuando la
inferioridad de nuestro armamento era patente, y con arrojo teníamos que sustituir los
medios y que nos llegó como llovido del cielo, en un barco con 8000 toneladas de
armamento apresado en la oscuridad de la noche por nuestra Marina de Guerra a
nuestros adversarios?
¿Y qué pensar del desenlace de las grandes batallas cuyas crisis victoriosas, sin que
nadie se lo propusiese, se resolvieron siempre en los días de las mayores solemnidades
de nuestra Santa Iglesia?
Sólo el simple enunciado de estos hechos justificaría esta obra de levantar en este
valle, ubicado en el centro de nuestra Patria, un gran templo del Señor.

El célebre incidente Galinsoga


Don Luis Martínez de Galinsoga, director del periódico La Vanguardia
de Barcelona desde 1939, protagoniza un famoso incidente que será largo en
consecuencias. Deseoso de cumplir el precepto dominical, asiste el día 21 de
junio de 1959 a una misa en la parroquia de San Ildefonso, misa autorizada
para que la homilía se diga en lengua catalana. Galinsoga, lleno de cólera, se
persona en la sacristía protestando airadamente por el uso del catalán. Al no
estar el párroco Narcís Seguer, descarga su ira sobre el sacristán,
redondeando su iracundia con la frase: «Todos los catalanes son una mierda»,
y deja una tarjeta con su identidad.
El incidente trasciende y, después de una hábil y sutil gestión del párroco
alertando a Galinsoga de «una posible suplantación de su personalidad»,
queda clara la actitud anticatalana reafirmada por el propio Galinsoga.
Divulgado por vía oral, el incidente adquirirá importancia y alcance
ciudadano. Brota un boicot popular al periódico y, entretanto, los escritores
Néstor Luján y Josep Maria Espinas escribirán unas coplas alusivas de las
que reproducimos unos fragmentos:

Escuche quien quiera oírla


la historia tan singular
de Luis de Galinsoga,
un castellano leal.
Un día se fue a la iglesia
a oír misa y a rezar.
Ya sube al púlpito el cura
y comienza a predicar.
«¿Qué pasa? —don Luis, dice—.
¡Éste habla musulmán!
Éste ni es cura ni es nada;
¡es un perro catalán!».
Ya entra en la sacristía
y se dirige al sacristán,
y le dice: «Si eso es misa,
es la misa de Companys».
No le dan satisfacciones,
da una tarjeta y se va.
Dice la palabra «mierda»
que en su boca siempre está.
«Mierda, dijo, dijo mierda»
le susurra el sacristán
al párroco don Narciso
y éste al obispo se va.
Los «rojoseparistas»
escriben sin descansar,
diciendo que dijo «mierda»
Galinsoga al sacristán.
«¡Mierda!», dice don Camilo,
que es ministro y general,
y al Pardo llega la mierda
cuenta la revista Time.
Ya se reúne el gobierno
—que no es tiempo de pescar—
ya les informa el ministro,
todos se echan a temblar.
Que Galinsoga se vaya
es criterio general.
Ved cómo los grandes pagan
tan larga fidelidad.

Pese a la impopularidad adquirida por Galinsoga y al deseo de la


propiedad de La Vanguardia de cesarlo, el viejo periodista se resiste a dejar
el cargo y prácticamente hubo que tapiar su despacho para impedirle la
entrada.

El humor: de los años cuarenta a los cincuenta


Pese a todas las desdichas sufridas por el pueblo español tras las dos
posguerras atravesadas (la nacional y la internacional), el humor se mantiene
a través de La Codorniz y de los que cultivan este género en pistas de circo y
escenarios de variedades.
A mediados de los años cuarenta irrumpen en los teatros los hermanos
CAPE, que no eran tales hermanos. Su nombre escénico es la combinación de
las iniciales de los cuatro componentes. La A correspondía a Arturo, Arturo
Castilla, después famoso empresario. La gracia de los hermanos CAPE crea
el «¿Qué le dijo?», pregunta que con gran dinamismo repiten los cuatro
componentes, hasta que uno de ellos concreta:

—¿Qué le dijo el cepillo a la chaqueta?

A lo que respondía otro:

—¡Qué polvo tienes, negra!

Y las preguntas se van repitiendo, contestando los cuatro elementos en un


derroche de ingenio y humor.
Después se ponen de moda los «Tantanes», uno de cuyos cultivadores es
el caricato y gran actor Roberto Font. La sal de los «Tantanes» consiste en
repetir el adverbio, exagerando una cualidad en busca del efecto sorpresa,
como lo acredita esta muestra, más bien de humor oral:

—Era una chica tan ingenua, tan ingenua, que creía que un pichón era una picha
grande.

Más tarde llega la moda del chiste escenificado, al compás de «Sube el


telón. Baja el telón», y cuyo quid se basa en adivinar, después de la
escenificación, el título de una obra o una marca conocida, como es el caso de
este ejemplo:

Sube el telón. En escena: Elisabeth de Inglaterra y el duque de Edimburgo que se


dirigen muy amorosos hacia su alcoba. Baja el telón.
Sube el telón. Elisabeth y Felipe de Edimburgo encamados hacen el amor. Baja el
telón.
Sube el telón. Felipe se aplica un bálsamo en sus partes nobles. Baja el telón.
¿Título de la obra?: Los polvos de Elisabeth «Arden».

A comienzos de los años cincuenta llega Miguel Gila a revolucionar el


humor. Su aparición en escena, con sus parodias de la guerra y la operación
de riñón retransmitida como si fuera un partido de fútbol, se gana la
admiración instantánea de todos los públicos. Otro plato fuerte suyo son «las
bromas de los pueblos». La revista Triunfo relata así una actuación de Gila:

Gila apareció corriendo con un teléfono debajo del brazo. Puso una conferencia con
Badajoz, esa que gracias a estar recomendado le pusieron al cabo de dos meses. Habló a
gritos con su primo Pepe y con una señora de Bilbao que se cruzó en la línea. Luego
nos contó, con la boina de los paletos sobre la cabeza, esas bromas inefables de los
pueblos, la hecha a aquel farmacéutico al que estallaron un cartucho de dinamita en las
orejas, la de aquel al que, engañándole, le hicieron trepar por un poste de «alta traición»
y después enchufaron la corriente… ¡Y se quedó «como la ceniza de un puro»!, o
aquella que le hicieron al hijo del tabernero, al que le dieron a comer una morcilla
rellena con los polvos matarratas de los que reparte el Sindicato… «¡Le matemos al
hijo! Pero ¡jo!, ¡cómo nos reímos!».

Así es el humor de Gila, que ya en La Codorniz ha dado muestras


sobradas de su talento.

El Real Madrid se va de copas


El equipo de la capital de España, presidido por un personaje curioso
como es Santiago Bernabéu, después de construir un soberbio estadio no
consigue los resultados que merece tan espléndido marco. Sus directivos se
dan cuenta de hasta dónde pueden llegar con la nueva reglamentación, que
permite el fichaje de profesionales extranjeros. Y van a por Alfredo Di
Stéfano, crack que ofrece las garantías de ser un verdadero fuera de serie.
Como quiera que el Barcelona tiene el mismo objetivo, el asunto se complica
porque la situación del argentino es confusa. Su club de origen es el River
Plate, pero Di Stéfano ha fichado —no muy legalmente— por el Millonarios
de Bogotá. Resulta que los catalanes han ultimado su traspaso con uno de los
clubes (el argentino) y los madrileños con el otro. El litigio será feroz. De
acuerdo con las normas de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA),
parece que es el Barcelona quien tiene más derecho, pero la Federación
Española, apoyada por la Delegación Nacional de Deportes, no ve con
buenos ojos que un equipo que ya cuenta con otro superclase como es
Kubala, se refuerze nada menos que con Di Stéfano. Se opta por una fórmula
salomónica: que juegue dos temporadas alternas en cada club, a lo cual se
opone el Barça, que renunciará al fichaje del argentino. Ésta es la historia, en
síntesis.
A todo esto, el desarrollo de las líneas aéreas que facilita los
desplazamientos entre las capitales europeas más distantes está abriendo las
puertas a las competiciones continentales a nivel de clubes. Así nace la
iniciativa del periodista francés Gabriel Hanot, con el patrocinio del rotativo
L’Equipe, de crear la Copa de Europa de clubes.
El trofeo está hecho a la medida del Real Madrid que, capitaneado por un
Di Stéfano excepcional y reforzado por un plantel de extranjeros de gran
clase (los argentinos Olsen y Rial, el francés Kopa y el húngaro Puskas, que
se irán incorporando en etapas sucesivas), conquista nada menos que cinco
Copas de Europa seguidas entre 1955 y 1959. Sin olvidar la aportación de los
españoles Alonso, Muñoz y Gento. Desde la versión patriótica, la irradiación
del Madrid como equipo de la capital haría que sus éxitos sean sentidos por
grandes zonas de España como éxitos de toda la nación. Y compensatorios de
los pobres resultados que logra la selección española después del Mundial de
Río.

En busca de una traducción al clergyman


Ya que la rebelión vestimentaria del clero español a la que vanamente
quiso poner remedio el primado Pía y Deniel es ya algo imparable, pues son
cada vez más los que visten a lo cura anglosajón con alzacuello, se quiere
buscar una equivalencia en el leguaje hispánico, al igual que al inglés hostess
se le ha encontrado el castellano «azafata», para designar a las que algunos
denominaban las «aeromozas» que atendían a los pasajeros en un vuelo
comercial.
Con el fin de descubrir el vocablo idóneo para limpiar nuestra lengua de
anglicismos como clergyman, un rotativo madrileño hace un concurso entre
sus lectores, en busca del neologismo feliz que bautice a los nuevos curas.
Las propuestas serán dignas de una antología de disparates. Nombres
propuestos: habicler, cleriterno, postacler, cleripán, curpán, ternocler,
cleritraje, vesticlero, vesmosén, ministerno, vespater, clerizón y… sotano.
El humorista Edgar Neville, dejándose influir por el auge de la minifalda,
propone la definición de «minicurita».
Como es obvio, ninguna de las delirantes propuestas tendrá éxito.

Se inicia el boom de la televisión


Pocos fenómenos penetran con tanta rapidez en la aceptación popular
como el medio televisivo. Ya las primeras series de importación como
«Patrulla de Tráfico» se siguen, así como los prodigios perrunos de Rintintín
o de Lassie. Se ofrecen concursos como «Hacia la fama». Hay rostros que
empiezan a crear la idolatría televisiva como los de Laura Valenzuela, Blanca
Álvarez y, entre ellos, el de Jesús Álvarez. Nace el «Hombre del tiempo»,
que durante muchos años se asociará a la figura de Mariano Medina.
El teatro empieza a llevarlo a la tele Juan Guerrero Zamora y en sus obras
aparecen las grandes figuras de la escena de entonces, como José María
Rodero, Luis Prendes, Fernando Rey y Maruchi Fresno.
En 1958 se estrena la serie «Te quiero Lucy», que protagoniza Lucille
Ball y el western se apodera en 1959 de la pequeña pantalla con la serie
«Cisco Kid».
Y esto no es más que el comienzo.
Jarabo ejecutado

Se ha cumplido la sentencia de pena de muerte dictada contra José María


Jarabo, culpable de cuatro delitos de asesinato, hecho que conmocionó a la
opinión pública. La justicia se ha cumplido a garrote vil y según se ha filtrado
el verdugo tuvo grandes dificultades para ajustarle la «corbata», es decir, la
argolla que agarrota, debido a la anchura de su cuello.

Glosa ditirámbica a la visita de Eisenhower


He aquí cómo relata Luis Martínez de Galinsoga la apoteósica llegada del
presidente norteamericano a la capital de España:

Nuestro Caudillo, con esa sencillez y ese señorío suyos proverbiales, se cuadró
militarmente ante su colega de armas y de victorias. Las manos de ambos se
estrecharon en un efusivo apretón, cuyos latidos parecían sentir el selecto concurso
circundante: ministros del gobierno, Consejo del Reino, procuradores en Cortes,
diplomáticos, etc. Invitó el Caudillo seguidamente a Eisenhower, con un ademán de
llaneza elegante, a situarse a su derecha para pasar revista a las tropas de Aviación que
rendían honores. Los himnos nacionales hicieron el aire sonoro, pero no solamente de
notas musicales sino de emociones y moralejas. ¡Qué contacto entre estos dos países y
sus jefes respectivos tan traídos por los buenos caminos de la mutua dignidad, del
mutuo respeto y del recíproco sentido de una responsabilidad histórica! Los españoles
sabemos muy bien los quilates de la serenidad y del aplomo de nuestro Caudillo ante
las encrucijadas gratas o adversas de su vida militar y de estadista. Pero yo estoy seguro
de que Franco, esta tarde, sin perder su genuina imperturbabilidad, se ha sentido, él
mismo, estremecido por un escalofrío en el que se entremezclaban tantas evocaciones
de vario linaje y tantas sugestiones para llegar a la conclusión de que, solamente por los
caminos rectos de la vida y de la honestidad, se llega, de una manera cierta y segura, a
conclusiones que antaño parecían inverosímiles y casi metafísicamente imposibles. […]
Tenía que ser en Madrid la realización de esta apoteosis nacional en nombre de España
entera y tenía que ser en el recoleto despacho del palacio de El Pardo, la dación de
cuentas del periplo histórico de Eisenhower al hombre que en esta punta de Europa —la
eterna Europa, clave del mundo— fue siempre el centinela gracias al cual, el Occidente
se ha podido salvar con el esfuerzo y con la obra gigantesca y benemérita del general
Eisenhower.
AQUELLOS AÑOS

LA VIDA CAMBIA

La educación de un príncipe
Don Juan de Borbón se entrevista de nuevo con Franco, el 9 de marzo de
1960, en la finca extremeña Las Cabezas y éste le impone un nuevo
preceptor, el general Juan Castañón de Mena —cabeza visible del Opus Dei
militar—, más un consejo de cuatro mentores, tres de ellos también de la
Obra, y un conjunto de profesores escogidos. Propone prepararle una
residencia en El Escorial, pero el padre logra eludir el desangelado proyecto y
consigue que le asignen el palacio de la Zarzuela.

Trampa para un falangista

Cuando, en 1957, José Luis de Arrese fracasa en su intento de imponer la


Falange totalitaria, fue desplazado al irrelevante ministerio de la Vivienda,
donde quema su última carta, con un ambicioso plan de viviendas protegidas
que costará 3500 millones de pesetas. No se le opone ningún ministro y cree
viable que su faraónico proyecto resucitará la Falange social. Y cuando todo
está ultimado, Mariano Navarro Rubio, del ministerio de Hacienda, le niega
los fondos prometidos, dejándolo en ridículo. Arrese se ve obligado a dimitir
el 17 de marzo y Franco acepta, por primera vez, que renuncie un ministro.
Los tecnócratas han ahogado el estertor del partido. El 20 de noviembre
de 1960, cuando se celebre en el Valle de los Caídos el funeral por José
Antonio Primo de Rivera, un joven falangista gritará, en plena ceremonia:
«Franco, traidor a la Falange».

Discrepancias católicas
El 4 de enero de 1960, Quico Sabater, el último maqui, muere a tiros en
Sant Celoni (Barcelona). El régimen parece haber solventado sus grandes
problemas y Franco se dedica a cazar y pescar, dejando los asuntos en manos
de Carrero Blanco, que confía en el equipo de López Rodó, cuyos planes
económicos navegan viento en popa: aumentan los turistas y las inversiones
extranjeras, mientras muchos españoles emigran a las zonas industriales
europeas o españolas en busca de trabajo. Ellos hacen «el milagro español» y
soportan la cara gris del desarrollo. Hasta que los arzobispos se conmueven y
publican una carta el 15 de enero, alabando la política del gobierno, aunque
pidiendo solidaridad a los ricos, porque es injusto que sólo los pobres
soporten los reajustes.
Franco asiste impertérrito a los cambios de decorado y declara al diario
Arriba: «Nuestro Movimiento no está enfrentado con la democracia»,
ofreciendo «la solución española» a los demás países, porque la democracia
liberal ha fracasado. El 24 de abril firma con su seudónimo Hakin Boor el
artículo «Masonería y descristianización» y, solapadamente, achaca a los
masones el cambio de actitud del Vaticano.
Mientras los trabajadores hallan comprensión en la nueva sensibilidad
que llega de Roma, el sindicalismo católico español crece vivaz y diverso. Un
sector de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y su editorial
ZYX intentan crear un sindicalismo anarquista y cristiano. Los jesuitas
forman las Vanguardias Obreras Juveniles y la Acción Sindical de
Trabajadores. Católicos catalanes se agrupan en la Solidaritat d’Obrers
Catalans Cristians. Católicos y sacerdotes de las regiones industriales apoyan
las protestas obreras. Como la Mater et Magistra los refuerza, algunos
obispos pretenden que Roma declare que estos planteamientos sociales no
son aplicables en España. El escritor católico José María Gironella publica su
novela Un millón de muertos, reflejo de la nueva mentalidad, y el libro es
atacado por los mismos franquistas que habían aplaudido Los cipreses creen
en Dios, la novela que hizo famoso al autor unos años antes.
El 1 de mayo, el gobierno prohíbe un manifiesto de la Hermandad Obrera
de Acción Católica y el ministro Solís envía una circular a los gobernadores
civiles en la que acusa de «infiltración marxista» a la organización y a la
Juventud Obrera Católica (JOC). El cardenal Pla y Deniel, que siempre ha
sido hombre del régimen, defiende a los sindicalistas católicos y afirma que,
si la Organización Sindical no reconoce los derechos laborales, éste será «un
régimen totalitario como el hitleriano o el soviético».
En cambio, otros católicos cierran filas en defensa del franquismo y crece
el número de miembros del Opus Dei en puestos del Estado. La postura del
clero es más compleja; en el norte, 339 sacerdotes vascos y navarros envían
cartas a sus obispos en las que se quejan de la ausencia de libertades y de los
malos tratos policiales. Los prelados no publican el documento y acusan a sus
autores de «estar cegados por la pasión política».
Las huelgas menudean y, en septiembre, se propagan a grandes empresas
del País Vasco y a Altos Hornos de Sagunto. Sectores católicos las apoyan en
el periódico Juventud Obrera de la Juventud Obrera Católica y se declaran
partidarios de los huelguistas de la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles de
Beasain. El sindicalismo católico acabará alumbrando una nueva
organización, la Unión Sindical Obrera (USO).

Un tal Pujol
Desde que Luis Martínez de Galinsoga se enfretara al párroco que
predicaba en catalán, no cesa una campaña contra el director de La
Vanguardia animada secretamente por Jordi Pujol, que por entonces cuenta
con veintinueve años. El periódico sufre un boicot de publicidad,
suscripciones y ventas con pintadas, octavillas, declaraciones y ejemplares
rotos en las calles más céntricas. Hasta que el conde de Godo, temeroso por
su empresa, se entrevista con Franco, que cesa a Galinsoga contra la opinión
del ministro Arias Salgado.
Bullen el sindicalismo ilegal, la universidad, la Iglesia y los grupos de las
clases medias catalanas comienzan a mostrarse disconformes. Para
contrarrestar el desgaste, Franco y el gobierno se instalan en mayo en
Barcelona, donde el Generalísimo entrega a la ciudad el castillo de Montjuïc,
otorga una Carta Municipal, visita el monasterio de Montserrat y recibe a
personalidades representativas.
Promete asistir a un concierto el día 19 en el simbólico Palau de la
Música Catalana y en el programa figura el Cant de la Senyera que, a última
hora, prohíbe el gobernador civil. El acto transcurre sin incidentes y, al
terminar, parte del público, puesto en pie, entona la canción. Son detenidos
algunos activistas, seguidos poco después por Jordi Pujol, y se filtra que han
sido torturados. Josep Maria Pi i Suñer, decano del Colegio de Abogados,
presenta varias denuncias por malos tratos y el abad Escarré, superior de la
comunidad benedictina de Montserrat, rechaza por escrito una recepción
ofrecida por Franco. Un tribunal militar condena a Pujol a siete años de
prisión.

LA ERA KENNEDY

Mirando al exterior
Los españoles se interesan por noticias internacionales, que parecen llegar
con nuevos aires, como la escala técnica de Nasser en Barajas, el 23 de
septiembre. Éste es un reconocido aliado de la Unión Soviética y promueve la
descolonización africana; no obstante, Franco lo recibe cordialmente, porque
Egipto compra camiones a España y, al fin y al cabo, Nasser es militar y no
permite la existencia de los comunistas, que son la bestia negra del régimen.
Como se demuestra el 1 de octubre, en la Asamblea General de las Naciones
Unidas, donde chocan el representante español, José Félix de Lequerica, y
Nikita Jruschov, a pesar de los intentos de moderación del presidente
Frederick Boland.
La prensa española resalta que el católico John Fitzgerald Kennedy ha
ganado las elecciones norteamericanas del 8 de noviembre, pero intentan
disimular que es demócrata. Aunque el gran acontecimiento periodístico
español sucede el 15 de diciembre, cuando Fabiola de Mora y Aragón se casa
con el rey Balduino de Bélgica. El ministerio de Información y Turismo
intenta neutralizar las actitudes de Jaime de Mora, el hermano playboy de la
novia, que explota el filón presentándose como «el hermano de la reina».
Cuando se dispone a embarcar en Barajas para asistir a la boda, la policía le
obliga a quedarse en tierra y, como tantos españoles, presencia la ceremonia
por televisión.
En enero de 1961 toma posesión el presidente Kennedy y, el 16 de abril,
1600 cubanos anticastristas organizados militarmente desembarcan en la
bahía de Cochinos, donde son rechazados tras tres días de combate. También
fracasa, entre el 21 y el 26 de abril, una sublevación militar en Argelia contra
el presidente Charles de Gaulle, donde los paracaidistas rebeldes toman como
himno de guerra el último éxito de la canción ligera: «Mustafá, oh, oh
Mustafá…». El movimiento había sido preparado en España, donde reside el
general Raoul Salan el Chino, amparado por Ramón Serrano Súñer, el cuñado
de Franco. Salan vuela hasta Argel en un avión español y se pone al frente de
los rebeldes, pero De Gaulle moviliza a militares adictos y pronuncia un
memorable discurso por la televisión y la radio. Como telonera actúa una
joven cantante francesa de origen armenio, a quién la ocasión hace famosa,
Silvie Varían.
También son noticias de impacto las que ofrecen el soviético Yuri
Gagarin, primer astronauta en órbita terrestre, y el trasatlántico portugués
Santa María, secuestrado por el capitán portugués Enrique Galvao al frente
de un grupo deseoso de llamar la atención internacional sobre la dictadura
salazarista. España lo considera un acto de piratería y Franco ordena que el
crucero Canarias capture al trasatlántico. Aunque quien lo hace es la marina
de Estados Unidos, y es el almirante Allen Smith quien pacta una solución
con Galvao y el general portugués exiliado en Brasil Humberto Delgado. El 2
de febrero, el Santa María, rebautizado Santa Libertades atraca en el puerto
brasileño de Recife, donde el presidente Jánio Quadros concede asilo político
a los asaltantes. La prensa española silencia que los lugartenientes de Galvao
son dos españoles republicanos e imputa los hechos al comunismo
internacional y a la masonería, aunque ningún miembro del comando es
comunista ni masón.

El presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy y su esposa Jackie, en 1962.

Asegurar el futuro
El gobierno acelera sus trabajos para mantener el franquismo después de
Franco y, el 3 junio, se anuncian la Ley Orgánica del Estado y la Ley de
Prensa e Imprenta, advirtiendo que éstas no suponen el abandono del
«espíritu del 18 de julio». Para demostrarlo, en el gran Desfile de la Victoria
de este año, tras los soldados desfilan cincuenta mil excombatientes
franquistas vestidos de civil, con sus banderas, condecoraciones y distintivos.
ETA escoge la ocasión para su primer atentado terrorista y, el 18, levanta
la vía férrea entre San Sebastián y Bilbao para descarrilar un tren que lleva a
los excombatientes. Sin embargo, el atentado es descubierto antes de
producirse y la policía practica numerosas detenciones.
Otro foco violento se incuba en las posiciones africanas. El 31 de agosto,
los últimos soldados españoles abandonan el antiguo Protectorado de
Marruecos; sin embargo, en el África Occidental Española menudean las
escaramuzas con guerrilleros y el gobierno declara: «España contestará de
forma adecuada a las agresiones».

Festejos para un Caudillo


Se rumorea que Juan Carlos de Borbón es novio de Sofía de Grecia y
Carrero Blanco envía a Laureano López Rodó a Lisboa para que se entere. El
11 de septiembre se entrevista con el conde de Barcelona, que no suelta
prenda. Finalmente, el día 13, un irritado Franco recibe la llamada telefónica
de don Juan, para anunciarle el compromiso matrimonial de su hijo.
El 1 de octubre de 1961 se cumplen 25 años de su proclamación como
Jefe del Estado, preparándose grandes festejos en Burgos, su capital durante
la guerra. En memoria de los tiempos pasados, al día siguiente se celebra un
Consejo de Ministros en el palacio de la Isla, su antigua residencia, y, el día
3, se reúne el Consejo Nacional de la Falange en el monasterio de las
Huelgas, donde celebró su primera sesión.
Recuperando el tiempo perdido no llegan a ningún sitio, porque Franco se
refiere a la Falange llamándola el Movimiento y, al terminar, los consejeros
hacen el saludo falangista y entonan el Cara al sol, conservando las liturgias
del Imperio. Mientras tanto, Franco, Carrero Blanco y López Rodó
permanecen en posición de firmes, sin secundar el saludo, y José Solís, que
comprende la situación, baja rápidamente el brazo que tenía levantado.
A pesar de todo, junto con Fernando Herrero Tejedor, han convocado en
el Valle de los Caídos a la flor y nata del fascismo internacional y, el día 13,
se reúne la Asamblea Europea de Excombatientes, desvaído cuadro de un
mundo que se fue. Franco no asiste y envía al general Pablo Martín Alonso,
que nada tiene que ver con la Falange. Ésta acaba concentrando sus ardores
en una organización llamada Guardia de Franco, liderada por el general
Tomás García Rebull, que no consigue extenderla.
El día de Nochebuena salta una noticia inesperada: al Generalísimo le ha
estallado la escopeta mientras cazaba palomas en El Pardo. El parte médico
oficial consigna que «se ha roto la falange», pero alguien lo rectifica y la
prensa publica que «se ha roto el dedo». El suceso dispara nuevamente las
alarmas del régimen: Franco puede morir sin estar establecida su sucesión.

ESPAÑA CAMBIA DE PIEL

Conflictos de crecimiento
Casi un millón de trabajadores españoles se ha ido legalmente al
extranjero y gran parte de la población rural se desplaza a zonas industriales,
sobre todo del País Vasco, Barcelona y Madrid. La sociedad se conmueve
ante el impulso del desarrollo y las relaciones internacionales, aunque la
mejora de la economía y la ligera apertura cultural provocan continuos
conflictos porque no las acompaña el desarrollo político.
En diciembre del año 1961 hay huelgas en Bilbao y crecerán en enero de
1962. El establecimiento o renovación de los convenios colectivos da lugar a
reuniones de trabajadores que fomentan su organización, especialmente entre
los mineros de Asturias. La conflictividad se extiende y, en Barcelona y
Madrid, aparecen las Comisiones Obreras, que ya existían en Vizcaya y
Asturias.
Algunos falangistas se debaten, como gato panza arriba, con malos
resultados. El intransigente Rodrigo Royo ataca al Opus y es cesado como
director de Arriba. Blas Piñar publica en ABC un violento artículo
antinorteamericano titulado «Hipócritas» y es fulminado como director
general de Cultura Hispánica, sinecura que disfrutaba en mérito a sus
incógnitos valores.
En enero de 1962 se afianzan los tecnócratas y Laureano López Rodó
pasa a dirigir la recién creada Comisaría del Plan de Desarrollo,
nombramiento que disgusta a Mariano Navarro Rubio, ministro de Hacienda
y su camarada en la Obra.
Solís, secretario general del Movimiento, comprende que abandonar la
autarquía es una derrota de la Falange, que la tuvo como instrumento en su
camino «por el Imperio hacia Dios». Un exfalangista y exdivisionario en
Rusia, hoy evolucionado, Fernando María Castiella, es ahora ministro de
Asuntos Exteriores, y escribe oficialmente al presidente del Consejo de
Ministros de la Comunidad Económica Europea, y le pide abrir
negociaciones para «establecer una asociación susceptible de llegar en su día
a la plena integración». Un vana pretensión, porque Europa no aceptará un
Estado sin libertades democráticas. El gobierno parece tener los pies tan lejos
del suelo como el astronauta John Glenn, que, por estas fechas, da tres
vueltas alrededor de la Tierra.
En abril, las huelgas mineras de Asturias se extienden al País Vasco,
León, Ponferrada, Peñarroya, Río Tinto, Cádiz, El Ferrol y tanto se
complican las cosas que, el 4 de mayo, se decreta el estado de excepción en
Asturias, Vizcaya y Guipúzcoa.

Con la Iglesia hemos topado


Juan Carlos y Sofía de Grecia se casan en Atenas el 14 de mayo, entre
relumbrones de la realeza europea y numerosos monárquicos españoles
desplazados a la capital griega, en cuyo puerto recala sus herrumbres el
veterano crucero Canarias, en que ha viajado la representación oficial
enviada por Franco.
En la misma fecha, la Hermandad Obrera de Acción Católica y la
Juventud Obrera Católica publican un manifiesto de solidaridad con los
huelguistas, con quienes también alinean sus simpatías los sacerdotes
asturianos, catalanes, vascos, madrileños y un grupo de intelectuales. El
gobierno comprende que no puede acabar con las huelgas sólo a golpes de
porra y Solís se desplaza a Asturias, donde se reúne con los mineros en una
multitudinaria asamblea. Muchos huelguistas se mueven más por
motivaciones económicas que políticas, el ministro escucha sus peticiones y
convence al gobierno para incrementar los salarios mineros. Entonces se
encrespan los patronos, asegurando no poder asumir el gasto. Hasta que un
decreto salomónico aumenta el precio del carbón e impone que el importe de
la subida se aplique a los salarios.
Un editorial de Ecclesia, órgano del obispado, pide diálogo y
comprensión; no obstante, la policía arremete contra las organizaciones que
se han movido entre el pasado movimiento huelguístico y detiene a
numerosos militantes del Frente de Liberación Popular, Partido Comunista de
España y Partit Socialista Unificat de Catalunya, lo que provoca un nuevo
manifiesto de intelectuales contra la represión. Frente a ellos cierran filas los
católicos conservadores, y el ministro Alberto Ullastres, preclaro miembro
del Opus Dei, pronuncia en Barcelona un duro discurso contra el progresismo
católico y exhibe una interpretación reaccionaria de la encíclica Mater et
Magistra.
Es inútil que la Organización Sindical convoque un congreso buscando
un camino civilizado porque sus conclusiones sólo tienen carácter de
recomendación y las huelgas se disparan de nuevo en Asturias, que se
mantienen hasta noviembre, mientras aparece un nuevo sindicato clandestino,
la Alianza Sindical Obrera (ASO).
El conflicto eclesiástico rebrota en septiembre, cuando monseñor Aureli
Escarré, abad de Montserrat, hace unas declaraciones a Le Monde que le
enemistan definitivamente con el gobierno. Al cabo de unos meses, tomará la
decisión de exiliarse ante las presiones y amenazas interiores y las
recomendaciones del Vaticano.

Dos niños prodigio

La prensa internacional sorprende al gobierno al informar de que, entre el


5 y 6 de junio, se ha reunido en Munich el Congreso del Movimiento
Europeo con asistencia de 118 delegados españoles tanto del interior como
del exilio. Excepto los comunistas y anarquistas, que no han sido invitados,
los reunidos representan todas las tendencias de la oposición.
El ministro de Información, Arias Salgado, ordena que los medios
respondan violentamente y el diario Arriba y Radio Nacional truenan contra
el «contubernio de Munich». El gobierno suspende el artículo 14 del Fuero de
los Españoles durante dos años y, cuando los congresistas regresan a España,
la policía les da a elegir entre el exilio y el confinamiento en las Canarias.
Algunos prefieren marcharse a París y los otros son confinados en
Fuerteventura y Hierro, que no son todavía grandes destinos turísticos.
La oficiosa Hermandad de Alféreces Provisionales reacciona con una
concentración en el cerro de Garabitas, sangriento escenario de la guerra
civil, y recibe a Franco en un ambiente enardecido por los viejos
entusiasmos. El Generalísimo, sintiéndose entre los suyos, los desborda y
deleita con un discurso intransigente, que expresa su verdadero pensamiento.
Los veteranos lo aclaman entusiasmados, tan peleones como hace un cuarto
de siglo, y, cuando se marcha el jefe, se vuelcan en un almuerzo bajo los
pinos, al que denominan «rancho de campaña», como si estuvieran en la
batalla del Ebro.
El 10 de julio, un cambio súbito en el gobierno hace algunas víctimas.
Entre ellas se cuenta Arias Salgado, un hombre leal a Franco que carece de su
astucia y cesa por haberse enzarzado en una polémica con el cardenal Ángel
Herrera Oria, dirigente democristiano franquista, pero defensor de la libertad
de expresión de la jerarquía eclesiástica. Por si fuera poco, Arias embistió de
proa a don Juan de Borbón, porque sus partidarios estaban en la reunión de
Munich. El hombre no logra remontar el disgusto de que Franco le apee del
ministerio y muere dos semanas más tarde. También Carrero Blanco se siente
desairado, aunque se calla: Franco ha nombrado vicepresidente a su enemigo
el general Muñoz Grandes. No obstante, el almirante conserva las riendas del
poder en sus manos e inicia una solapada zapa política contra el prestigioso y
primitivo general.
Figuran también en el nuevo gabinete dos «niños prodigio» del régimen:
el tecnócrata Gregorio López Bravo y el franquista renovador Manuel Fraga,
que nombra subsecretario a Pío Cabanillas y jefe de gabinete a Gabriel
Elorriaga, alineándose con Solís y con Nieto Antúnez, ministro de Marina,
para postular a Muñoz Grandes como sucesor de Franco, lo cual contraviene
los planes de Carrero, López Rodó y su grupo, que piensan en Juan Carlos
como monarca continuador del régimen.
Franco visita Barcelona con motivo de las grandes inundaciones que
arrasan la comarca barcelonesa del Vallés, causando más de 800 muertos y
cuantiosos daños. La «crisis de los misiles» entre Kennedy y Jruschov pone a
la gente con el alma en vilo, porque puede estallar la guerra. Finalmente, todo
se resuelve sin víctimas y la prensa española lo comenta con grandes titulares
anticomunistas.
En cambio, se muestra circunspecta ante el inicio del Concilio Vaticano II
convocado por Juan XXIII. El régimen desconfía de esa asamblea universal
de obispos, que puede impulsar aires incómodos. Sus sospechas se confirman
el 11 de abril de 1963, cuando el papa publica la encíclica Pacem in Terris.
La prensa española presenta el documento como un gran acontecimiento, y
obvia que hace una firme defensa de los derechos humanos, la promoción de
los trabajadores, de las mujeres y de la igualdad entre los pueblos.

CRECIMIENTO ECONÓMICO, CONGELACIÓN POLÍTICA

Aunque lo pida el papa


Juan XXIII muere el 3 de junio y los medios políticos españoles esperan
lo peor cuando le sucede el arzobispo de Milán, el cardenal Montini, con el
nombre de Pablo VI, un claro enemigo del régimen. Poco después, se pone en
marcha la reforma litúrgica impulsada por el Concilio; los cultos dejan de
celebrarse en latín, numerosos creyentes acogen las nuevas prácticas con
entusiasmo, mientras otros se resisten a las misas en español, catalán, gallego
o vasco y hasta buscan parroquias que conserven el latín.
Julián Grimau, un dirigente del Partido Comunista, está detenido desde
finales de 1962 acusado de haber cometido graves crímenes durante la guerra
civil. Su juicio ante un tribunal militar adolece de graves defectos procesales,
provocando una gran campaña en la prensa extranjera, manifestaciones y
hasta negativas de estibadores a descargar barcos españoles. Llegan a Madrid
ochocientos mil telegramas en los que se pide paralizar el juicio, numerosas
personalidades escriben a Franco solicitando clemencia, entre ellas el papa, la
reina de Inglaterra y Jruschov, que envía la primera comunicación de un
dirigente soviético al Generalísimo. Sin embargo, el acusado es fusilado el 20
de abril.
Ya antes del juicio, el gobierno había decidido crear el Tribunal de Orden
Público, pero lo dilató hasta el 2 de diciembre de 1963. Se trata de un órgano
civil para juzgar los delitos políticos, que asumirá las funciones del Tribunal
de Represión de la Masonería y el Comunismo. Lo forman magistrados
franquistas, aunque dotados de criterios jurídicos que no se dan en los
tribunales militares. A pesar de todo, los delitos contra la seguridad del
Estado, y en concreto el terrorismo, continúan en la jurisdicción de Guerra.
En agosto, un consejo de guerra juzga a dos anarquistas, Francisco
Granados y Joaquín Delgado, acusados de colocar bombas en Madrid. Los
verdaderos autores no eran ellos, sino otros miembros de las Juventudes
Libertarias, pero Granados y Delgado son condenados y ejecutados con el
medieval sistema del garrote vil.

Los misiles de Rota


La administración Kennedy no mira con simpatía al régimen y resultan
muy difíciles las negociaciones de 1963 para renovar el pacto de Ayuda
Mutua. Cierto tiempo atrás, y sin contar con nadie ni advertir al gobierno,
Muñoz Grandes había autorizado que se instalaran en Rota submarinos
nucleares, privando a España de una baza negociadora. La intervención del
embajador en Washington, Antonio Garrigues Díaz-Cañabate, amigo de la
familia Kennedy, logra que el acuerdo se cierre en septiembre de 1963,
convirtiendo en oficial la autorización concedida por la ligereza de Muñoz
Grandes. España, por su parte, se compromete a comprar armas por valor de
cincuenta millones de dólares y, a cambio, recibirá otros cien millones en
ayuda militar y un préstamo de igual cuantía del Import-Export Bank.

Entre la economía y la noticia


Los resultados económicos han sido espectaculares y se prepara un plan
de inversiones públicas de 355 000 millones de pesetas en cuatro años. El día
16, Laureano López Rodó presenta triunfalmente a las Cortes el I Plan de
Desarrollo y, en diciembre, se aprueban las leyes de Industrias de Interés
Preferente y de Bases de la Seguridad Social.
El año 1963 se cerrará con dos noticias: el asesinato de Kennedy y el
nacimiento de Elena de Borbón, primera hija de Juan Carlos y Sofía. El
magnicidio de Dallas conmueve a todos porque el presidente muerto era el
símbolo de un mundo en plena transformación que, este mismo año, había
perdido también a Juan XXIII, otra de las grandes referencias. La televisión
ofrece en directo no sólo el asesinado del presidente, sino también los
rocambolescos sucesos que le siguen y que se convierten en el principal tema
de conversación.
También interesa a la prensa y al público el nacimiento de la primera hija
de los príncipes. Su bautizo tiene lugar el 27 de diciembre y Franco autoriza a
don Juan de Borbón y a su esposa la entrada en España, con la obligación de
volver al exilio después de la ceremonia. El conde de Barcelona no había
estado en Madrid desde 1930 y asiste al bautizo de su nieta en el palacio de la
Zarzuela, donde también hacen acto de presencia el Generalísimo y Carmen
Polo.

Los caminos de la oposición


El desarrollo económico parece consolidar el régimen y, en el Partido
Comunista, crece la idea de que la revolución es imposible en los términos
hasta ahora planteados. Jorge Semprún y Fernando Claudín proponen
cambiar de política en España, sin que Santiago Carrillo y la dirección
acepten sus argumentos. Ambos son calificados de intelectuales revisionistas
y se inicia un enfrentamiento que culmina con su expulsión del partido. No
obstante, la renovación acaba por imponerse al cabo de unos años y, el 14 de
febrero de 1966, el mismo Santiago Carrillo se une a la oleada de repulsas
hacia la Unión Soviética por haber condenado y deportado a los escritores
disidentes Sinyavski y Daniel. Es el primer signo de que los comunistas
españoles abandonan el estalinismo.
Son continuas las agitaciones estudiantiles. El 13 de marzo de 1964 se
prohíbe una conferencia del profesor Enrique Tierno Galván en la
Universidad de Madrid y los estudiantes convocan una asamblea que reúne a
unas dos mil personas en el edificio universitario de la calle de San Bernardo.
Las manifestaciones continúan durante todo el mes y 23 catedráticos se
dirigen al ministro de Educación para manifestar su apoyo a los alumnos.
Más graves son las huelgas de los mineros y trabajadores de Río Tinto,
Peñarroya y Moreda, que coexisten con agitaciones campesinas en Jerez y
Sanlúcar y diversos paros y protestas laborales en Vizcaya y Guipúzcoa. Ante
la situación, el sindicalismo oficial busca instrumentos de diálogo y convoca
un Congreso en Madrid en el que se acuerda crear Consejos de Empresarios y
Consejos de Trabajadores como entidades separadas. La medida no tiene
efectos prácticos; sin embargo rompe la teoría del sindicalismo vertical,
partidario de que trabajadores, técnicos y empresarios pertenezcan a las
mismas organizaciones.
El País Vasco no sólo se agita por cuestiones laborales sino también
nacionalistas, y unas treinta y cinco mil personas se dirigen a Guernica para
celebrar el Aberri Eguna de 1964 sin autorización. La Guardia Civil corta las
carreteras, aunque no puede impedir una marcha de varios kilómetros.
Posteriormente, una carta firmada por 407 sacerdotes vascos apoya al abad
Escarré de Montserrat.
La policía detiene en Madrid a varios comunistas, entre ellos el capitán
Daniel Lacalle, hijo del ministro del Aire, José Lacalle Larraga, que a final de
año será juzgado, condenado a ocho años de prisión y expulsado del Ejército
del Aire. También en esta época regresan del exilio Dionisio Ridruejo y José
María Gil Robles. El primero ha evolucionado desde el falangismo radical a
la socialdemocracia; se presenta ante Carlos Arias Navarro, director general
de Seguridad entre 1957 y 1965, para acabar detenido y condenado a seis
meses y un día, aunque será liberado a finales de junio.
Gil Robles es autorizado a regresar dos años después del incidente de
Munich sin que su presencia suponga ningún cambio. La democracia
cristiana española está dividida en tres tendencias discrepantes respecto al
régimen y encabezadas respectivamente por Gil Robles, Jiménez Fernández y
Ruiz Jiménez. El último dirige la prestigiosa revista mensual Cuadernos para
el Diálogo, cuyo número de junio publica un artículo de Marcelino Camacho,
entonces desconocido obrero comunista de la Perkins, en el que sostiene que
Madrid ya no es una ciudad administrativa sino también industrial.
VEINTICINCO AÑOS DE PAZ

El Generalísimo marca un gol


Manuel Fraga derrocha dinamismo en una gran campaña propagandística
titulada «Veinticinco años de paz», para exaltar el final de la guerra civil y,
sobre todo, a Franco. Se inicia el 1 de abril con un tedeum en el Valle de los
Caídos y el ministerio de Información y Turismo empapela las paredes de
toda España con multitud de carteles mientras los medios de comunicación
propagan el lema sin desmayo, aunque la oposición ironiza: «Veinticinco
años de paz… iencia». El punto fuerte del culto al Generalísimo lo constituye
la proyección en toda España de Franco, ese hombre, documental dirigido
por el falangista José Luis Sáenz de Heredia.
Se agria progresivamente la pugna entre los tecnócratas, los franquistas
puros y los retales de la Falange. El diario Pueblo, órgano de los sindicatos
falangistas, dirigido por Emilio Romero, ataca al Opus Dei; por su parte,
Alfredo Sánchez Bella, el integrista embajador en Roma y hermano de un
dirigente de la Obra, comienza a enviar a Carrero Blanco informes contra el
ministro Fraga Iribarne.
Los gobiernos belga y holandés mantienen la oposición al régimen de
Franco y la Comunidad Económica Europea dilata contestar a la petición
española, cuyo gobierno se irrita cuando el líder británico de la oposición, el
laborista Harold Wilson, se opone a que su país venda fragatas a España.
Interviene en la pelea política el falangista José Antonio Girón con una
carta apocalíptica en el diario Madrid del 17 de abril. Es el primero de los
sucesivos «gironazos» o declaraciones tempestuosas, que se sucederán
durante una década. Ahora, sus partidarios logran una buena baza cuando el
general Carlos Iniesta Cano es nombrado director de la Academia General
Militar de Zaragoza, entre cuyos cadetes desarrollará una importante labor de
proselitismo.
Como si fuera una nueva batalla de los Campos Cataláunicos, contra los
hunos, se celebra un partido de fútbol entre las selecciones española y
soviética en el Estadio Bernabéu, correspondiente a la Copa de Europa de
Naciones. Un cabezazo de Marcelino marca el gol de la victoria para España
y Franco, que preside el encuentro, recibe una gran ovación. Al día siguiente,
la prensa exalta y recuerda otro hito del fútbol patriótico: el gol de Zarra
frente a Inglaterra en el campeonato Mundial de 1950. Hasta parece que el
gol a los rusos lo haya marcado Franco.

Dios y el César

Los buenos resultados del I Plan de Desarrollo amplían sus perspectivas


con el establecimiento de polos de promoción industrial en Burgos y Huelva
y de desarrollo en Zaragoza, Valladolid y Vigo. Incluso brota un chorro de
petróleo en Ayoluengo (Burgos), que finalmente resultará inaprovechable.
No obstante, el régimen ha perdido la legitimidad católica y sólo puede
oponer medidas coactivas a los conflictos laborales. El ministro Solís busca
una salida diferenciando las huelgas de carácter laboral y las puramente
políticas, estimación que rechazan los sectores más duros del sindicalismo
vertical, para los que toda protesta es subversiva. Mientras tanto, Castiella y
Fraga logran que la jerarquía católica apruebe un proyecto de libertad
religiosa para los no católicos. Sin embargo, es difícil abrir ventanas en los
blindajes del franquismo y Carrero repudia el proyecto en el Consejo de
Ministros.
El régimen estrecha sus lazos con un sector democristiano y a su antiguo
líder Ángel Herrera Oria le será impuesta la birreta por Franco en 1965,
cuando el papa lo nombra cardenal. En cambio, crece la corriente para
separar la Iglesia del régimen: el Concilio recomienda que los Estados
renuncien al «derecho de presentación», a lo que Franco se opone
cerradamente.
A pesar de todo, la libertad abre portillos incesantemente, entre ellos la
desenfadada vestimenta de los turistas, inspiración constante para las nuevas
costumbres, con desazón de los sectores tradicionales. En septiembre, don
Luis María Lojendio e Iure, abad del Valle de los Caídos, pide que se
dificulte el acceso de los extranjeros, porque las chicas impresionan
negativamente a los monjes jóvenes. No alude el buen abad a si también
tienen incidencia sobre los frailes maduros.

La Universidad rebelde
Cuando se prohíbe una conferencia del catedrático Mariano Aguilar
Navarro, los estudiantes se constituyen en asamblea y, el 22 de febrero de
1965, la policía penetra en la Facultad de Letras madrileña. Responde una
manifestación estudiantil con los catedráticos José Luis López Aranguren,
Agustín García Calvo y Enrique Tierno Galván, apoyándola también los
profesores Aguilar Navarro y Montero Díaz.
Aranguren, Tierno Galván y García Calvo serán separados de sus cátedras
y Montero y Aguilar Navarro suspendidos temporalmente. El catedrático de
la Universidad de Barcelona, José María Valverde, renuncia a su cátedra en
solidaridad con los sancionados y se adhieren por escrito cuarenta y dos
catedráticos, entre ellos Pedro Laín Entralgo y Antonio Tovar.
El 2 de marzo, otra gran manifestación estudiantil recorre Recoletos y El
Prado como rechazo al falangista Sindicato Español Universitario. Fernando
Herrero Tejedor, vicesecretario general del Movimiento, decide sustituir el
agónico Sindicato Español Universitario por una Asociación Profesional de
Estudiantes. La Coordinadora de Estudiantes se opone y la Asociación nace
sin éxito para desaparecer al cabo de un año.
Para fundar el Sindicato Democrático de Estudiantes, profesores y
alumnos de la Universidad de Barcelona se reúnen clandestinamente el 9 de
marzo, en el convento de los Capuchinos de Sarriá. El gobernador civil,
Antonio Ibáñez Freire, rodea el convento de policías hasta que Franco ordena
asaltarlo y detener a los concentrados. Estalla entonces una oleada de huelgas
y asambleas en las principales universidades y Arriba insulta a los
capuchinos. Su provincial, fray Salvador de las Borjas, se querella y ciento
cincuenta sacerdotes visitan al obispo Gregorio Modrego para protestar.
Cuando éste se jubila, Franco hace que monseñor Marcelo González sea el
nuevo obispo de Barcelona, lo que provoca la campaña de protesta con el
lema: «Volem bisbes catalans».
La celebración en Barcelona de la semana de «renovación universitaria»
choca con las prohibiciones del rector Francisco García Valdecasas hasta que,
el 30 de abril, el gobierno cierra la universidad catalana. Uno de los líderes
estudiantiles, Joaquín Boix, es detenido y torturado y, el 11 de mayo, acude a
la jefatura con un centenar de sacerdotes con sotana para entregar una carta
en la que exige el cese las torturas. La Policía Armada carga contra ellos y les
propina una tremenda paliza en plena calle, mientras acuden otros sacerdotes
que también son apaleados. El entonces jesuita Ignasi Riera logra que el
Provincial de la Compañía formule una protesta oficial: la jerarquía
eclesiástica catalana reclama libertad de expresión para los sacerdotes, pero la
niega la Conferencia Episcopal española, cuyo secretario es monseñor José
Guerra Campos.

López Rodó es nombrado ministro


La edad deteriora claramente la salud del Generalísimo y el grupo de
Carrero y los tecnócratas plantean en un Consejo de Ministros de abril la
necesidad de promulgar una Ley Orgánica del Estado que asegure la sucesión
en la figura de un rey. Se les oponen Castiella y Solís, partidarios de que sea
el Movimiento quien designe un sucesor; en cambio Fraga abandona su
conocida postura y se suma al proyecto monárquico.
El gobierno, siempre tan preocupado por el orden público, no toma
ninguna medida cuando el jefe de la oposición portuguesa, el general
Humberto Delgado, y su secretaria son asesinados en Extremadura por
agentes de la PIDE, la policía política lusa. En cambio, el 18 de abril, las
fuerzas de orden público cortan las comunicaciones hacia Vergara, donde
está previsto celebrar el Aberri Eguna. La mayoría de participantes no
consiguen llegar, mientras otros se reúnen en Mondragón y Eibar. Poco
después, el cura Alberto Gabicagogeascoa comparece ante el Tribunal de
Orden Público y otros doscientos clérigos vascos lo apoyan manifestándose
ante la Audiencia y la Nunciatura.
Continúan los conflictos obreros. En enero van a la huelga los
trabajadores de la factoría madrileña de Pegaso, de donde los desaloja la
policía y, seguidamente, se manifiestan en el paseo del Prado. En julio, la
conflictividad ha crecido tanto que deben aceptarse las tesis de José Solís y
considerar que existen huelgas puramente económicas, modificándose el
artículo 222 del Código Penal, a fin de despenalizar los conflictos laborales.
Cuando, en septiembre, se celebren elecciones sindicales, Comisiones
Obreras logrará un éxito memorable.
Como en otras ocasiones, Franco capea el temporal cambiando el
gobierno. El relevo tiene lugar en julio y el Opus incrementa su fuerza al ser
nombrado ministro Laureano López Rodó; cesan Navarro Rubio y Pillastres,
autores de los planes de Estabilización y el I de Desarrollo, sustituyéndolos
sus correligionarios Juan José Espinosa San Martín y Faustino García Moneó.
Desde ahora, se endurece la batalla política entre López Rodó y Solís. Meses
más tarde, dos ministros enemigos del Opus toman iniciativas que les prestan
protagonismo. En octubre, Fraga presenta a las Cortes su proyecto de Ley de
Prensa e Imprenta, destinado a liberalizar el marco legislativo de 1938, que
verá la luz al cabo de unos meses. El 20 de diciembre de 1965, Castiella
presenta el Libro Rojo sobre Gibraltar, inicio de una ofensiva gubernamental
contra la presencia británica en la Roca, con una progresión que lleva a
clausurar la aduana de La Línea, en octubre y, en junio de 1969, a cerrar la
frontera.

Bombas en Palomares
El 8 de enero de 1966, el ministro Manuel Fraga inaugura la nueva
factoría de Barreños en Villaverde, que se muestra como una demostración
del progreso económico. La empresa Barreiros se asoció, en 1963, con la
Chrysler Corporation para fabricar automóviles de las marcas Dodge y
Simca, logrando un éxito de ventas sin precedentes y una protección oficial
que hace de sus Dodge Dart los coches oficiales de los altos cargos.
Pocos días después, el 17 de enero, un bombardero nuclear
norteamericano B-52 cargado con bombas de 20 megatones colisiona en el
aire con un avión cisterna K-135 y se estrella en Palomares (Almería). El
gobierno tarda varios días en comentar la noticia, hasta que se ve obligado a
informar de que se han recuperado tres bombas atómicas. Parece que falta la
cuarta y la costa de Almería es tomada militarmente por la Guardia Civil y
tropas norteamericanas.
La noticia provoca protestas y manifestaciones, que son reprimidas por la
policía. Varias unidades navales norteamericanas buscan inútilmente la
bomba perdida en el mar, que, al cabo de ochenta días, se engancha a las
redes de un pescador, Francisco Simó, Paco el de la bomba. El
minisubmarino Alvin y un ingenio especial la rescatan a una profundidad de
869 metros. Las tropas norteamericanas retiran 1400 toneladas de tierra y
tomateras de la zona, pero queda esparcida una cantidad de plutonio
irrecuperable. Para demostrar que no existe peligro, Manuel Fraga, el
embajador norteamericano y altos cargos de su departamento se bañan ante
las cámaras en la playa de Palomares. La zona nunca ha podido recuperarse
completamente.

Intrigas para la sucesión


José María de Areilza y Pedro Sainz Rodríguez hacen frente común en
defensa de don Juan de Borbón y se tensan las relaciones entre Estoril y El
Pardo. La postura de Juan Carlos se hace difícil y un sector falangista
encabezado por Fraga y Solís especula con la posibilidad de que Franco sea
sucedido por Muñoz Grandes, como regente, o por Alfonso de Borbón
Dampierre como rey.
Los tecnócratas contraatacan activando sus gestiones para que el
Generalísimo nombre sucesor a Juan Carlos, procuran indisponerlo con
Areilza y, como Muñoz Grandes ha pasado a la reserva por edad, Carrero
Blanco propone su cese a Franco e intenta que la futura Ley Orgánica del
Estado le impida formar parte del Consejo del Reino.
Franco sabe que Muñoz Grandes padece un cáncer y cierra la cuestión
con una frase: «Está enfermo, no durará». Sin embargo, Carrero prosigue sus
maniobras, mientras López Rodó capta para su proyecto monárquico a
Camilo Alonso Vega, Gonzalo Fernández de la Mora, Vicente Mortes
Alfonso, Alfredo Sánchez Bella y Torcuato Fernández Miranda.

Fraga en su cénit
Los duros se irritan ante la nueva ley de Prensa e Imprenta, obra de Fraga,
que permite el libre nombramiento de los directores y la sustitución de la
censura previa por medidas posteriores a la publicación. Su dureza queda
demostrada cuando Luis María Ansón publica en ABC el artículo «La
monarquía de todos»: Fraga secuestra la edición y Ansón se marcha de
corresponsal a Extremo Oriente.
El ministro toma a su cargo la campaña para el referéndum de la Ley
Orgánica del Estado y se presenta como una revalidación popular del
régimen. Franco pide el voto por televisión y la consulta se celebra el 14 de
diciembre sin garantías de que lo validen y gana el «sí» por un 95,9 por
ciento de los votos emitidos.

ECONOMÍA

Un nuevo plan

En enero de 1967, López Rodó presenta el II Plan de Desarrollo, que


reitera los principios del anterior, aunque el desarrollo siga ofreciendo
sorpresas, como un acuerdo comercial con la comunista Rumania y una
conflictividad creciente en las grandes empresas. El sindicato clandestino
Comisiones Obreras continúa conquistando espacios y a finales de enero
promueve varias manifestaciones en Madrid, donde la policía detiene a
Marcelino Camacho y Julián Ariza. Poco después, el Tribunal Supremo lo
declara ilegal, sin que ello tenga efectos prácticos.
El gobierno desarrolla una intensa actividad, intentando dominar la
situación, y presenta el proyecto de Ley de Libertad Religiosa para los no
católicos, otro de representación familiar dentro de la democracia orgánica y
un tercero sobre el Fondo de Ordenación y Regulación de Productos y
Precios Agrarios (FORPA). La iniciativa más polémica corresponde al
ministro José Solís, que intenta recuperar el espacio perdido por la Falange y
presenta un proyecto de Ley Orgánica del Movimiento. López Rodó informa
a Franco de que el proyecto vulnera la Ley Orgánica del Estado; sin embargo,
el Generalísimo apoya a Solís y el proyecto es aprobado por las Cortes.
La situación es cada vez más complicada en el norte y se decreta el estado
de excepción en Vizcaya, sin poder evitar una dura huelga de Laminación de
Bandas en Frío, que durará 6 meses y despertará numerosas acciones de
solidaridad. Numerosos detenidos sufren malos tratos, entre ellos el pintor
Agustín Ibarrola y su hermano; en respuesta, un centenar de sacerdotes se
reúnen en Bilbao para protestar públicamente. La crispación se hace patente
el 1 de mayo, cuando la policía debe emplearse a fondo para evitar los
numerosos intentos de manifestación.

El almirante toca el cielo


Carrero Blanco consigue convencer a Franco, que cesa a Muñoz Grandes
el 22 de julio y Fraga maniobra a través de Nieto Antúnez para ser el nuevo
vicepresidente. Mientras tanto, se pone en marcha la Ley Orgánica del
Estado, y se nombra a los «Cuarenta de Ayete», consejeros nacionales
designados directamente por el Generalísimo y, posteriormente, los «cabezas
de familia» eligen a 102 procuradores de «representación familiar». Sin
embargo, Franco y Carrero no se fían de las instituciones que acaban de crear
y dificultan su desarrollo. Finalmente, el 21 de septiembre, el almirante ocupa
la vicepresidencia del gobierno.
Un médico sudafricano, hasta ahora desconocido, Christian Barnard,
trasplanta con éxito el primer corazón humano el 3 de diciembre de 1967. Su
éxito estimula al doctor Cristóbal Martínez Bordiu, que inicia una vertiginosa
sucesión de trasplantes en el hospital público donde presta sus servicios.
Ninguno de sus pacientes sobrevive.
ETA COMIENZA A MATAR

Villar Palasí y la reforma universitaria


La crisis estudiantil se agrava hasta el extremo de que en enero de 1968 el
gobierno clausura la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de Madrid.
Desde hace tiempo, el ministro de Gobernación acusa de debilidad a su
colega de Educación, el tecnócrata Manuel Lora Tamayo, que acabará por
ceder la cartera a José Luis Villar Palasí, miembro de la Obra que llega al
cargo dispuesto a transformar profundamente la enseñanza en España,
promulgar una Ley General de Educación y crear universidades autónomas
para descongestionar las grandes. Cuando en mayo se produzca la revolución
estudiantil francesa, acudirá a Muñoz Grandes para que en tanto que jefe del
Alto Estado Mayor le ayude a crear una organización de espionaje en la
universidad, de lo cual se encargará el entonces comandante Juan Ignacio San
Martín.

Los primeros muertos

La organización activista vasca se mancha por primera vez las manos de


sangre el 7 de junio, cuando asesina al guardia civil José Pardides, en un
control de carretera de Villabona. La Guardia Civil persigue a los asesinos,
detiene a uno de ellos y mata al otro, Javier Echevarrieta Txabi, presidente de
la V Asamblea, cuyo hermano José es el principal ideólogo. ETA replica
violentamente cuando las autoridades prohíben celebrar una cadena de
funerales y sufragios por el muerto.
En agosto, cuarenta curas vascos ocupan las oficinas del obispado y ETA
mata al inspector Melitón Manzanas, jefe de la Brigada Social de Guipúzcoa.
El gobierno responde aplicando el artículo segundo del Decreto sobre
Rebelión Militar, Bandidaje y Terrorismo, que permite capturar a importantes
etarras; sin embargo, la dura acción policial despierta la simpatía de muchos
vascos hacia los terroristas. En noviembre, sesenta curas ocupan el seminario
de Derio y el anciano obispo Pablo Gurpide muere de un infarto; el Vaticano
lo sustituye por el navarro José María Girarda, que no gusta ni al gobierno ni
al clero nacionalista.
Este año muere también en Toledo el cardenal Enrique Pía y Deniel, que
es sustituido por Vicente Enrique y Tarancón. La Iglesia española se
encuentra en crisis, con numerosas exclaustraciones y discrepantes notables
como Enrique Miret Magdalena, que dimite en 1967 como presidente de
Acción Católica. Aparecen numerosas comunidades cristianas de base, como
el movimiento Cristianos para el Socialismo, y los sentimientos
antifranquistas se extienden a comunidades religiosas regulares y se
endurecen las relaciones entre el gobierno y el Vaticano.

Movimientos en el poder y la oposición


La quiebra de Manufacturas Metálicas Madrileñas provoca un terremoto
en el seno del régimen, porque se dice que la mayor responsabilidad recae en
Nicolás Franco. Se enfrenta el mayor de los Franco con el banquero Ramón
Rato por el impago de un pagaré; la cuestión se complica con imputaciones
de evasión de capitales y la intervención del juzgado de Delitos Monetarios
contra los Rato. Finalmente, se zanja el asunto echándole tierra encima y
Rumasa compra los bancos de Siero y Murciano.
Mientras Carrero y López Rodó maniobran para que Franco nombre
sucesor a Juan Carlos, Rafael Calvo Serer, miembro del Opus y director del
diario Madrid, busca una segunda opción apoyado por Luis Valls Taberner,
el Banco Popular y la recién creada sociedad de Fomento de Actividades
Económicas y Sociales (FAES), regida por Calvo Serer, Florentino Pérez
Embid y Gonzalo Fernández de la Mora. Otro miembro de la Obra, Antonio
Fontán, se escinde de la sociedad, crea otra organización llamada Libra y se
alía con Joaquín Garrigues Walker, que no pertenece al Opus.
Fernández de la Mora también abandona Fomento de Actividades
Económicas y Sociales, que pasa al grupo de Carrero. Calvo Serer se alía con
Antonio García Trevijano, un peligroso y maquiavélico personaje, y el diario
Madrid, que cuenta con una brillante redacción de periodistas jóvenes, adopta
una línea de oposición al régimen y partidaria de don Juan de Borbón.
El ministro José Solís organiza un gran congreso sindical en Tarragona
con la intención de transformar la Organización Sindical en un gran sindicato
de corte peronista capaz de controlar la política después de Franco. Sin
embargo, los miembros de Comisiones Obreras se han infiltrado en la
organización y hacen fracasar el congreso.
A pesar del éxito de Comisiones Obreras, el Partido Comunista comienza
también a sufrir escisiones. Un grupo de militantes abandona el Partit
Socialista Unificat de Catalunya para formar el Partido Comunista de España
(Internacional), que se extiende fuera de Cataluña en 1968 y, años más tarde,
se transformará en el Partido del Trabajo de España. La unidad comunista
salta en pedazos ante la invasión de Checoslovaquia por tropas del Pacto de
Varsovia, que desmontan el «socialismo en libertad» de Alexander Dubcek.
También se mueven los socialistas del interior, despegándose
progresivamente del Partido Socialista Obrero Español, que vertebran los
exiliados. Comienza a funcionar en Sevilla el despacho laboralista de Felipe
González, Rafael Escuredo, Ana María Ruiz-Tagle y Antonio Gutiérrez
Castaños. Durante el verano, el despacho adquiere prestigio en el pleito a
favor de los trabajadores de la empresa UNIMASA. Mientras tanto, sirve de
embrión para formar el Partido Socialista de Andalucía, que cuenta con
Alfonso Guerra, creador del grupo Esperpento, y otros jóvenes como Luis
Yánez y Guillermo Galeote. En junio aparece el primer número del
clandestino El Socialista en el interior, editado por el grupo de Tierno
Galván, Raúl Morodo, Jorge Enjuto y Fernando Morán.

EL SUCESOR

Nace el búnker
Los disturbios universitarios se complican cuando, el 17 de enero,
estudiantes radicales asaltan el rectorado de la Universidad de Barcelona y
amenazan al rector Albadalejo. El 21, muere en Madrid un estudiante de
apellido Ruano, al caer por una ventana de la Dirección General de Seguridad
donde estaba detenido, y el 24 se decreta el estado de excepción en toda
España, que durará hasta el 25 de marzo y permitirá grandes redadas de
etarras.
Mientras, Comisiones Obreras continúa infiltrándose en la Organización
Sindical y la Unión General de Trabajadores se reorganiza secretamente.
Surgen opciones de extrema izquierda clandestinas como la Organización
Revolucionaria de Trabajadores (ORT), la Organización de Marxistas-
Leninistas de España (OMLE) y una escisión maoísta de ETA que, años
después, tomará el nombre de Movimiento Comunista de España (MCE).
Una escisión del Partit Socialista Unificat de Catalunya funda Bandera Roja y
otra del Front Nacional de Catalunya crea el Partit Socialista d’Alliberament
Nacional. Este año se forma la primera plataforma unitaria catalana, la
Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya, que abarca desde
la democristiana Unió Democrática de Catalunya (UDC) hasta Esquerra
Republicana de Catalunya (ERC) y el Partit Socialista Unificat de Catalunya.
La oposición clandestina comienza a emplear la palabra «bunker» para
referirse al franquismo inmovilista donde destacan hombres como Girón,
Blas Pifiar, el general Pérez-Viñera, José María de Oriol, Luis Valero
Bermejo, marqués de la Florida, y el obispo Guerra Campos.

La gran derrota de Fraga


Parecen dar resultado las presiones de López Rodó y Camilo Alonso
Vega para que Franco nombre sucesor a Juan Carlos. Ante los rumores, Juan
de Borbón y su hijo celebran una entrevista en la que el padre pide al hijo que
no acepte la designación, pero Juan Carlos responde que es la única forma
posible de restaurar la monarquía. Franco lleva tiempo sin hablar con Juan
Carlos, que le pide audiencia repetidamente, hasta que lo recibe el 12 de julio
y le comunica que ha escrito al conde de Barcelona para anunciarle que su
hijo será nombrado sucesor.
Juan de Borbón se siente ofendido y responde a Franco con un
documento tan duro como inútil, porque, el 22 de julio, Franco presenta la
Ley de Sucesión ante las Cortes, que la aprueban con 491 votos a favor, 19 en
contra y 9 abstenciones. Juan Carlos es nombrado sucesor, príncipe de
España y general de los tres ejércitos.
El nombramiento supone una derrota para los reformistas, pero la guerra
no termina. El 13 de agosto, Fraga hace aparecer en ABC la noticia sobre una
gran defraudación cometida por la compañía Matesa y, al día siguiente,
plantea el caso en el Consejo de Ministros celebrado en el Pazo de Meirás. Se
cree que Matesa ha recibido diez mil millones de pesetas en créditos oficiales
para proteger exportaciones falsas. Los exministros del Opus, Espinosa,
Navarro Rubio y García Moneó aparecen como responsables y son detenidos
el presidente de la empresa, Juan Vilá Reyes, y otros directivos. Fraga, Solís,
Nieto Antúnez y su grupo calculan que el escándalo provocará la caída de los
tecnócratas.
Carrero invierte la maniobra y presenta a Franco un informe contra Solís,
Fraga y, de paso, también contra Castiella; Alfredo Sánchez Bella ofrece un
dossier contra Fraga y José María de Oriol apoya la maniobra. Franco se
convence de que la denuncia ha sido una deslealtad y cesa a Fraga y sus
amigos, para formar, el 30 de octubre, un nuevo gobierno con miembros y
simpatizantes de la Obra. La oposición lo denominará «gobierno monocolor».
COSAS Y CASOS

España, meca internacional del cine

En 1960, en las afueras de Madrid, en la carretera de La Coruña, un


productor norteamericano, Samuel Bronston, instala unos estudios
extensísimos donde se filmarán las grandes superproducciones 55 días en
Pekín, La caída del Imperio Romano y El Cid, aprovechando la baratura de
los miles de extras que se reclutan entre soldados y chicos del Frente de
Juventudes. Gracias a estas producciones, Madrid acoge a Sofía Loren, Ava
Gardner, Charlton Heston, David Niven y James Masón, entre otros. A los
actores españoles como Pepe Nieto y Alfredo Mayo les tocan pequeños
papeles.
Posteriormente, el genio Orson Welles filma Campanadas a medianoche
y su paso por España adquiere carta de naturaleza atraído por la alegría de
vivir, el jerez, el sol y la tauromaquia, que ya había cautivado a su
compatriota Hemingway.
Algo más tarde, el gran David Lean filma aquí su inmortal Doctor
Zhivago, según la novela de Pasternak y, como muestra de adaptabilidad, los
pinares de Valsain son el escenario donde el general Patton revive
cinematográficamente, encarnado de forma magistral por George C. Scott,
sus hazañas bélicas.
Sofía Loren y Charlton Heston en una escena del Cid.

Ni hablar de enfrentarse futbolísticamente


a la Unión Soviética
En el año 1960 se disputa el campeonato de Europa de selecciones
nacionales de fútbol. La fatalidad del sorteo nos depara, nada menos, que
enfrentarnos a la Unión Soviética a doble partido, el de ida en Moscú. La
conmoción en las esferas políticas de este país es enorme. El gobierno se
reúne teniendo como tema preferente el choque con los rusos. La tesis que se
impone es la de negarse a que se celebre el partido con el argumento de que
en el partido de vuelta deberá ondear en el estadio Bernabéu la bandera roja
con la hoz y el martillo y habrá de interpretarse La Internacional, lo que
puede dar lugar a una imprevisible reacción popular a cargo de los rojos
ocultos que todavía subsisten. Ante este fundado temor, el gobierno da orden
a la Federación Española de Fútbol de renunciar a la disputa del partido.
Según palabras del ministro de Gobernación, el general Camilo Alonso Vega,
«no hemos ganado la guerra para ahora encontrarnos con esto».
Nace la leyenda del Cordobés

En 1960 se empieza a hablar de un novillero llamado Manuel Benítez que


ha atravesado todas las estaciones de la miseria, desesperado se ha arrojado
como espontáneo en una corrida en la plaza de Madrid y está a punto de
emigrar para ir a trabajar a Alemania cuando encuentra un hombre al que
convence para que le dé una oportunidad de torear. Ese hombre, Rafael
Sánchez el Pipo, se da cuenta de hasta dónde puede llegar un muerto de
hambre para evadirse de la miseria. El Cordobés va apareciendo en novilladas
y se gana el apodo de «el rey del vuelo sin motor» porque está más tiempo en
el aire volteado por los novillos que pisando la arena.
La leyenda se va forjando taurina y extrataurinamente porque Manuel
Benítez es listo y simpático. Se anuncia su alternativa para el 20 de mayo de
1964 en la plaza de las Ventas de Madrid. El acontecimiento será sonado: el
valor del nuevo matador de toros, sus maneras heterodoxas y sus saltos de
rana han encandilado a una masa que se recluta entre los que no son
verdaderos aficionados y entre un turismo invasor. El Cordobés, salido de la
miseria a fuerza de valor, llega a torear más de cien corridas al año y su
figura es ya tema para explicar la creación de un mito. Volvamos a la
alternativa. Después de la cesión de los trastos a cargo de su padrino Pedrés,
Benítez encara al toro y tras dos derechazos muy ceñidos, en el tercero resulta
cogido, empitonado por el muslo izquierdo, volteado y corneado de nuevo en
la arena.
La cogida tiene un pronóstico de «muy grave» y en eso queda la
alternativa más esperada. Pero la popularidad de Benítez seguirá e incluso
inspirará un best-seller, O llevarás luto por mí, que es lo que le dijo a su
hermana como alternativa a su triunfo, cuando se decidió a escapar de la
miseria mediante el hispánico dilema de «o faja o caja».

Notas de sociedad: la boda


de Carmen Sevilla y una miss
que dará que hablar

En febrero de 1961 tiene lugar el enlace de la popularísima Carmen


Sevilla, tonadillera, actriz muy querida de la que se ha dado en decir: «Es la
Carmen de España y no la de Merimée». El novio es el compositor Augusto
Algueró y la boda se celebra en la Basílica del Pilar de Zaragoza. Más de
veinte mil personas se aglomeran a las puertas de la iglesia para ver a la
novia, que viste de Pertegaz, y luce radiante prometiéndose una felicidad que
no será demasiado larga ya que el novio es muy aficionado a variaciones
sobre el mismo tema, como buen compositor.
Ese mismo año se proclama Miss España una joven catalana llamada
Carmen Cervera Fernández, que previamente había sido elegida Miss
Cataluña. Con el sabio consejo de una madre que se revela como una
consumada mánager, la joven Carmen, a la que llaman Tita, va escalando
posiciones: mujer del Tarzán Lex Barker, estrella del cine de destape sin
restricciones, compañera del aventurero Espartaco Santoni (su debilidad) para
aterrizar como esposa amantísima y listísima del barón Thyssen, al que para
ahorrarle esfuerzo acude al altar con un bebé ya encargado. Actualmente,
respetada, reverenciada y potentada administradora con gran tino de una
fundación millonaria.

Particularidades de la censura
en el cinematógrafo
En la película Mogambo, de John Ford, la censura convierte el
matrimonio de Grace Kelly y Donald Sinden en hermanos. De esta manera,
se pasa del tema del adulterio —Clark Gable y Grace Kelly— a un tema peor,
porque la cosa quedó en incesto declarado.
En Las lluvias de Ranchipur, un tigre ataca a Michael Rennie —el marido
— y lo hiere. En la versión española se le da por muerto y el posterior
adulterio de la esposa se convierte en ligue de viuda alegre, pero la moral está
salvada.
En Su vida íntima, el protagonista Charles Boyer está casado pero tiene
una amante de larga data. En la versión española se le presenta como soltero
para evitar el adulterio. Y el paciente espectador no hace más que preguntarse
a lo largo de toda la película: «Si este imbécil es libre, ¿por qué no se casa de
una vez?».

Particularidades de la censura
en el vivir cotidiano

En el año 1962, una noticia conmueve al mundo de los toros y a España


en general, dada la legendaria fama del personaje. Esta noticia es la muerte de
Juan Belmonte, a los setenta años. La noticia no se extiende en detalles sobre
la causa del óbito. La verdad es que el gran rival de Joselito y protagonista de
una etapa gloriosa de la fiesta nacional, se ha suicidado. Una enfermedad le
negaba las actividades ecuestres que eran la razón de su existencia. Y a esto
se unió la fijación hacia una joven rejoneadora que le sumirá en una
melancólica depresión ante el dolor de la propia vejez, en contraste con el
espectáculo siempre renovado de la eterna juventud. Todo esto le llevará a
quitarse la vida.

Historias de la televisión estatal


En 1962 se produce un relevo en determinados ministerios del gobierno
de Franco. El más sonado es el del ministro de Información y Turismo, Arias
Salgado, por Manuel Fraga Iribarne, que rápidamente descubre sus
diferencias con su predecesor. Abre la mano frente a la pacatería de Arias y el
cambio de política se sintetiza en Televisión Española con el dicho «Con
Salgado, todo tapado. Con Fraga, hasta la braga». No llega la cosa a tanto
pero se hace menos uso del chal que se había ordenado tener para cubrir las
pecheras demasiado opulentas.
Casualmente, el ministro cesante Arias Salgado fallece, escasos días
después de dejar el ministerio, de un infarto. Se habla de que a su marcha se
ha descubierto el caos económico que era el ente y que esta noticia ha
influido sobre su muerte, aunque en ningún caso él se haya favorecido del
desbarajuste.
Sus inquietudes y preocupaciones se centraban en cómo incrementar el
número de españoles que alcanzaban la gloria eterna evitándoles las
tentaciones de Satanás.
Ciertamente el crecimiento de Televisión Española ha sido espectacular:
nuevos estudios en Prado del Rey, fabulosos ingresos por publicidad,
crecimiento astronómico de la nómina originado porque al ente van a parar
cantidad de recomendados que llegan a la Administración Central, y que ésta
no sabe dónde ubicar.
Éste es el supuesto diálogo entre alguien que recomienda a un candidato y
el jerarca correspondiente:

—Tengo ahí un chico, muy buena persona, y que está en la línea de los principios
del Movimiento. Quisiera que hicieras algo por él.
—Bueno, pero ¿qué sabe hacer o qué títulos tiene? —pregunta el jerarca.
—Pues la verdad es que no lo sé. Sólo sé que aceptará lo que le propongan y seguro
que te hará quedar bien porque es muy leal a Franco.
—Pues entonces —replica el jerarca— si no tiene ninguna especialidad y no
sabemos para qué va a servir… ¡a Televisión Española!
El que vale, vale, y el que no, ¡a Televisión Española!

Con la política que revela este diálogo no es extraño que la nómina de


Televisión Española se hinche hasta límites increíbles. Así, aparecerán cargos
tan surrealistas como el de «guionista de la misa dominical».
Otra anécdota reveladora de la situación la protagoniza el pater encargado
de oficiar la Santa Misa, quien se queja de que el altar, montado entre
bambalinas y decorados no muy adecuados, le impide el necesario
recogimiento para el Santo Sacrificio. Pero dejar vacío el estudio para la misa
retrasa las grabaciones del lunes siguiente. Planteado el problema entre los
responsables correspondientes, uno comenta:

—Pero la misa ¿no es siempre la misma? Pues se graba una vez en video-tape, se
enchufa cada domingo y asunto resuelto.
Y el otro contesta:
—No lo veo tan claro porque me parece que la misa enlatada no vale para cumplir
el precepto.
Así pues, hubo de consultar a la curia.

Irrumpe el biquini

Causa sensación la proyección de la película Bahía de Palma, en la que la


protagonista, la estupenda actriz alemana Elke Sommer, luce un biquini o dos
piezas que a los reprimidos hispánicos causa un sobresalto. España, como
«reserva espiritual de Occidente», empieza a resquebrajarse. Desde esta
aparición, visitantes foráneas de nuestras playas e indígenas se lanzan a la
reivindicación del dos piezas hasta conseguir la benevolencia de la Guardia
Civil, la indignación del clero y la esterilidad de los gritos de los cavernícolas
ofendidos en su pudor.
Se cuenta que en el inicio de la aparición de algunas chicas osadas que
lucían biquini (en recuerdo al atolón perteneciente a las islas Marshall donde
se experimentaron los ingenios atómicos norteamericanos desde 1946) una
pareja de la Guardia Civil que vigilaba las playas y paseos con arreglo a la
decencia, interpeló a una muchacha de esta manera:

—Señorita: tengo que advertirla de que no se puede circular con dos piezas. Está
prohibido.
—Pues bien —contestó la chica—, ¿cuál de las dos quiere que me quite?
La actriz alemana Elke Sommer, una de las «pioneras» del biquini en España.

En torno al enlace de Juan Carlos y Sofía


Mayo de 1962. En Atenas tiene lugar la boda entre el príncipe Juan
Carlos de Borbón y la princesa Sofía de Grecia. Entre la numerosa asistencia
española, salta la sorpresa al ver a la venta una publicación titulada Diario
Español de Atenas, obra del periodista Víctor Salmador, de inspiración
netamente juanista y destinada a crear un clima favorable al heredero de
Alfonso XIII, aprovechando el cónclave reunido para el feliz enlace. He aquí
de qué forma Cristóbal Tamayo, corresponsal de La Vanguardia^ registra la
sorprendente aparición del rotativo:

Y he quedado pasmado esta mañana al ver que en los quioscos había un periódico
nuevo, El Diario Español de Atenas es su nombre. El mismo dice, bajo palabra de su
director, Víctor Salmador, que hace editar un diario español aquí en Atenas y que
promete publicarlo normalmente. Parece que ni siquiera es español, sino uruguayo, y
que ha traído un equipo de redactores del otro lado del Atlántico. Ha venido hasta con
el plomo necesario para la impresión.
Algunos incautos han creído oír el grito de Sagunto. Leído el diario, parece que
pretende perjudicar a los que parece proclamar alzar sobre el pavés. Como todas las
maniobras, presume de ser portavoz de amplias zonas de opinión. Yo sólo sé que un
grupo de leales a la causa que este diario aparenta defender, estaban dispuestos a ir esta
noche a la dirección del mismo y allí, a la vista de los atenienses, armar la de Troya.
La boda del príncipe Juan Carlos y la princesa Sofía en Atenas, en mayo de 1962.

La Iglesia empieza a desmarcarse del sistema


Las huelgas en la cuenca minera de Asturias en 1962 encuentran decidido
apoyo en las organizaciones de Acción Católica. Su órgano de prensa,
Ecclesia, defiende así el derecho a la huelga:

No cabe duda de que la paz social y el orden público han de ser anhelo permanente
en el que coincidan, de pensamiento, palabra y obra, el capital y el trabajo, los
individuos o sectores sociales y el poder público […] la huelga es la última medida a la
que ha de apelar un sector laboral, cuando entienda conculcados sus derechos. […] El
derecho natural y la ética cristiana, nítidamente determinados en la doctrina pontificia,
al rechazar, por una parte, la lucha sistemática de clases y, en consecuencia, la
abstención masiva de trabajar como dialéctica marxista, han admitido, como arma
lícita, cuando el diálogo sindical agota sus recursos sin lograr un efecto equitativo, la
adopción de un paro voluntario que […]. Lo más posible, dentro de la obligada
anomalía, los intereses generales de la sociedad. […] Quedan más obligadas las
empresas a cuidar de que la justicia social rija en las relaciones con los obreros, dado
que a éstos, por ley, les están vedadas las medidas de excepción.
Sutiles argumentos contra la oposición
La presencia entre los grupos que aparecen en oposición al régimen de
Franco de personas como Julio Cerón, Ignacio Fernández de Castro, Nicolás
Sartorius, Javier Pradera, Rafael Sánchez Ferlosio, salidos de familias que
por sus antecedentes, clase social o formación se entendía debían ser
defensores del régimen, causa gran estupor. He aquí cómo el diario oficial
Arriba argumenta sobre este sintomático fenómeno el 27 de mayo de 1962:

Son hijos de hombres que han luchado en la Cruzada o han sido víctimas de ella y
que detestan a sus propios padres por la sencilla razón de que ellos empuñaron un día el
fusil, a fin de que sus hijos, en 1962, pudieran vivir en paz. […] Esta gente asquea,
ciertamente, pero no inquieta, porque cuando no se la puede acallar con argumentos
decisivos y eficaces, ya que tiene un cinismo que da respuesta a todo, un buen botellazo
en la cabeza pone fin a cualquier discusión.

Las cifras resumidas del Plan de Desarrollo


Para contrarrestar el malestar político entre los universitarios, el gobierno
hace un esfuerzo propagandístico para poner de relieve la elevación del nivel
de vida, la mejora en bienes de consumo y lo que se espera del Plan de
Desarrollo Económico y Social. Se prodigan las estadísticas referidas al
último septenio que arrojan los siguientes datos:

1958 1965
Frigoríficos 21 000 325 000
Televisores 30 000 450 000
Automóviles 32 000 150 000

Otros índices de importancia sociológica, como la disminución del


analfabetismo, que ha descendido a 13,6 por ciento de la población, revelan
un cambio en la contextura de la sociedad española. Cada vez queda más
atrás en el recuerdo la España crispada, pobre e inculta de 1936 que llevaba
en sí misma el germen destructivo y fatal que condujo a la guerra civil. Tanto
es así, que en una prueba de cultura general, una muchacha de veinte años a
la pregunta: «¿Qué fue la guerra civil?», da la siguiente respuesta: «La guerra
civil empezó al final de la guerra mundial pues cuando ésta terminó y Stalin
quiso invadir España, Franco lo impidió derrotando al ejército rojo».

Ocurrentes manifestaciones en Madrid


contra el cardenal Montini

En el año 1962 se registran unos atentados con petardos que estallan en el


Instituto Nacional de Previsión y en un local de Falange Española. Como
presunto autor, se detiene a un estudiante barcelonés apellidado Conill Valls.
Como quiera que la gravedad del delito augura una gravísima pena, el
cardenal arzobispo de Milán, monseñor Montini, se apresura a mandar un
telegrama a Franco en el que pide clemencia ante el temor de que la sentencia
sea de pena de muerte. Al final la condena es de treinta años de prisión. Con
ello se hace quedar en evidencia al prelado y será la base de una campaña de
prensa contra la injerencia extranjera que deriva en manifestación estudiantil
de elementos de las Falanges Juveniles con pancartas en las que se puede
leer: «Sofía Loren SÍ, Montini NO», «Menos pizza y más cojones» y «Para
Montini, el de Venus».
Al cardenal se le acusa de estar movido por los comunistas de su diócesis
que le han hecho caer «en una trampa abominable hecha de sacrílegas burlas,
movida por los enemigos de Dios».
Meses después, a la muerte de Juan XXIII, Montini es elegido papa y se
convierte en Pablo VI. Hubo que envainarse todos los improperios.

Marbella atrae y reúne a la jet


El príncipe Alfonso de Hohenlohe, tras el fracaso de su matrimonio con la
princesita Ira de Fürstenberg, ha rehecho su vida y dedicados sus afanes a
hacer de Marbella el enclave predilecto para los famosos del mundo. Y allí se
instalan permanentemente Gunilla von Bismarck con su adhesivo Luis Ortiz,
el rey de los antibióticos Bastiano Bergese, Linda Christian, la viuda de
Tyrone Power y también de Alfonso de Portago, un Vallejo Nájera y una élite
de famosos de todas partes como Philip Junot y Gunther Sachs, el de la cama
múltiple. Capítulo aparte merece la colonia cinematográfica compuesta por
Sean Connery, Deborah Kerr con su marido Peter Viertel y Stewart Granger.
Jaime de Mora y Aragón, con su piano-bar, anima unas noches que atraen a
jeques árabes derrochadores de petrodólares. Posteriormente la apertura de
Puerto Banús, con sus amarres para yates lujosos, terminan por convertir a
Marbella en un foco de atracción de un gran mundo representado por el Agha
Khan, por Rainiero y Grace de Monaco y por los duques de Windsor —
siempre dispuestos a cotizar su presencia en fiestas de lo más in—, y crean la
edad de oro de un enclave marca Hohenlohe, fiel reflejo del esplendor de los
años sesenta del pasado siglo.

El «castellano» que nos sirven en televisión


El fenómeno lingüístico y sociológico que viven los televidentes
españoles es el de la aceptación del español que se cultiva en el hogar del
doblaje de las producciones estadounidenses. El español que se nos sirve en
los telefilmes pasados por Puerto Rico nos hablan del «occiso», del «receso»,
de la «recamarera»; nos meten en la «cajuela»; nos dicen «luces muy bien»;
si pedimos algo en el bar, ha de ser un «escocés en las rocas» y hemos de
pisar bien la «carpeta». El spanglish campa por sus respetos sin reparo
alguno, como cuando se le pregunta a una señora si su chico ha encontrado ya
empleo y ella va y contesta: «Usted sabe: ha encontrado un buen “job” de
repartidor de “grocerias”».
Sostuvo alguien en una crónica sobre televisión que, en pro de un
determinado verismo, preferiría dejar de lado el purismo lingüístico y aceptar
que ni Colombo puede hablar la misma lengua que Gala, ni Mannix puede
competir con Lázaro Carreter, ni Ironside puede emular a Astrana Marín, en
su cultivo de la lengua de Cervantes. Estos personajes de televisión no deben
decir nunca «zascandil», ni «botarate», ni «badulaque», porque ellos no
encajan en lo castizo ni a tiros de Colt.

El humor popular siempre sobrevive


A tenor de la aparición de nuevos personajes políticos y siempre al filo de
la actualidad, el humor popular, sobre todo el capitalino por albergarse allí los
organismos superiores de la gobernación del Estado, no cesa en unas
manifestaciones humorísticas de origen anónimo pero que se transmiten con
celeridad de boca a oído. He aquí unas muestras:
La escrupulosa puntualidad matinal de Laureano López Rodó, el hombre
del Plan de Desarrollo, hace que el soniquete salga fácil. Se le llama: «El
abominable hombre de las “nueve”».
El ascenso y la promoción de Jesús Aparicio Bernal, hombre influyente
en televisión, gracias al apoyo decidido del ministro Fraga, hace que se le
moteje: «El niño Jesús de Fraga».
Cuando en 1964 don Carlos Hugo de Borbón, pretendiente al trono de
España por la rama carlista, se casa con la princesa Irene de la casa de
Orange, reinante en los Países Bajos, en Madrid empiezan a llamarle: «Don
Jugo de Orange».
A raíz del famoso encierro que llevan a cabo en 1966, intelectuales,
estudiantes y profesores en el convento de los Capuchinos de Barcelona
protegidos por el padre Llimona, se empieza a decir que las tendencias del
comunismo de Mao se dividen en: «Chinos, prochinos y capuchinos».
Después del Plan de Estabilización y con la puesta en marcha del Primer
Plan de Desarrollo, se comienza a hablar de los tecnócratas y de su
adscripción al Opus Dei. Empiezan a aparecer las primeras ocurrencias a
costa de la Obra. He aquí una de ellas:

Dos hermanos de familia muy conocida se significan por lo dispar de sus vidas.
Uno de ellos es devoto, fiel esposo y hombre de piadosas costumbres. El otro es
vividor, mujeriego y noctámbulo. En cierta ocasión, alguien conocedor de la vida de los
dos hermanos comenta el contraste con un amigo y éste le aclara:
—¿Es que no lo sabes? Pedro, el hombre casto y de buenas costumbres, es miembro
del Opus Dei.
A lo que su interlocutor respondió:
—¡Pues el otro debe ser del Opus Night!

Cuando el cardenal Roncalli es elegido papa, escoger el nombre de Juan y


ver que en el ordinal será el XXIII, aquí encuentran enseguida el
sobrenombre, le llaman «el Papa quinielas».

Crece el boom turístico

La llegada de extranjeros atraídos por el sol, las paellas, la sangría y el


flamenco se está convirtiendo, a comienzos de la década de los sesenta, en
una auténtica invasión. En 1960 nos visitan seis millones, en 1963, once
millones. El ramo de la construcción no encuentra reposo en las costas
mediterráneas. Hoteles y casas de apartamentos como rascacielos crecen
como hongos, sin miramientos hacia el paisaje. El perfil de nuestras costas
preferidas es ya irreconocible en los puntos donde el afán de lucro ha
arrinconado cualquier imperativo estético o geográfico. Torremolinos,
Benidorm, Palma y Playa de Aro son especímenes de una especulación
desatada.
Para entretener al personal, tanto forastero como autóctono, está naciendo
el fenómeno de las discotecas, alimentadas por la música disco que requiere
la figura del disc-jockey o pinchadiscos. Así, la geografía costera se llena de
locales —Pachá, Tiffany’s— que parecen cuevas, con novedades
psicodélicas, música atronadora y cuando la permisividad arrincone la
pacatería que era nuestra reserva espiritual, al tirón de las divisas, aparecerán
las gogó-girls en sus jaulas.
Está claro que toda esta metamorfosis es el gran reclamo para el varón
hispánico, toda vez que las extranjeras que nos visitan saben que vienen a una
«tierra de hombres», con una simbología poderosa que va desde los testículos
del Toro de Osborne que decora nuestras carreteras, hasta la leyenda del
varón ardoroso que circula entre las jóvenes por universidades y oficinas,
nórdicas, germanas y británicas.
De esta manera, muchos pescadores de las riberas mediterráneas dejan de
salir a la mar porque encuentran empleo en tierra firme: muchos camareros,
bien dotados y con idiomas, hacen horas extras sin salir del hotel, y es en
estos tiempos de expansión forastera cuando se registra la mayor emigración
de machos ibéricos, desde la meseta seca y árida hacia las costas soleadas y
pobladas en busca de un empleo que las chicas y señoras foráneas saben
darles cumplidamente, trabajando horas extras.

El culto a la personalidad, rayo que no cesa

Artículo a la mayor gloria de Franco, aparecido en Arriba el 12 de febrero


de 1963 y titulado «El asombroso Franco»:

El mundo entero parece que se acaba de enterar de la talla política que tiene nuestro
General Franco. Desde Radio Moscú a los más importantes periódicos
norteamericanos, se dibuja una amplia explicación de la excepcional personalidad de un
hombre que ha sabido siempre estar por encima de las circunstancias.
Él comprende como muy pocos el fenómeno histórico, pero, a la vez, intuye la
suma grandeza del orden trascendente y duradero. Por esa su serenidad filosófica, que
nada tiene que ver con las argucias del político maquiavélico, jamás pudo permitir que
le convencieran las cifras fabulosas de los que en determinadas circunstancias mueven
el orden mundial. Él sabía, en 1940, cuál sería la Europa en 1945. Y en 1945, cuál el
mundo de 1963.
Desde Moscú a Washington, hoy se comenta la personalidad y la figura de Franco.
En los órganos comunistas se dice que Franco es el hombre solicitado por Occidente.
En Norteamérica, los periódicos subrayan que Franco «siempre ha logrado todo lo que
pudo para España». Y con ello, en este clima internacional de asombro, viene a
perfilarse la figura de un hombre que es realmente excepcional. Su secreto es que
estuvo siempre por encima de lo que le rodeaba, que con nervios de acero fue capaz de
olvidar lo que a otros políticos de menor talla hubiera impresionado. El asombroso
Franco, capaz de la neutralidad, de defender la soberanía, de darle a España un orden
auténtico, de hacer el país que el futuro de Europa exigía, tiene hoy en la prensa de todo
el mundo un puesto de honor. A nosotros, que le seguimos desde 1936, no nos asombra
esto.
Pero sí nos complace que, a quien aclamamos Caudillo, le reconozcan como gran
figura europea, incluso los mismos enemigos. El asombroso Franco será, no lo duden,
el hombre capaz de entroncar con el linaje de Carlomagno en esa historia que se
escribirá serena y honradamente el día de mañana.
Anecdotario franquista

Frente a los que especulan sobre el tema de la sucesión, la gran incógnita


que se cierne sobre España, Franco asegura que todo quedará «atado y bien
atado». Por otra parte, lleva bien sus setenta y dos años, hace una vida
sanísima y rutinaria, la caza y la pesca son deportes de aire libre que cultiva
con ardor y hasta en los veranos hace unos hoyos en el golf de la Zapateira,
con gran lucimiento, contra su eterno rival el señor Guimaraes, que se presta
al papel de víctima. Además procede de una familia de longevos que presagia
una herencia de larga duración. Se dijo que alguien que quiso regalarle una
tortuga se vio rechazado de esta manera: «Se lo agradezco mucho pero con
los animales ocurre que te encariñas con ellos y cuando se mueren tienes un
gran disgusto». Como es sabido, ciertas variedades de estos quelonios viven
más de cien años.
Los efectos del paso del tiempo que ya se registran en la juventud de
finales de la década de 1960, llegan con sus sorpresas hasta el mismísimo
entorno familiar de Franco. A raíz de la publicación de un reportaje de
inserción obligatoria en el que aparece el Jefe del Estado jugueteando con sus
nietos en los jardines de El Pardo, se divulga una reveladora anécdota. En un
momento dado, uno de los nietos mayores, que ya debía tener nociones de
historia de España, interpela al abuelo y le pregunta: «Abuelito, cuando la
guerra civil, tú ¿con quién estuviste? ¿Con los rojos o con los nacionales?».
Aunque la noticia circula con grandes restricciones censoras, se sabe que
Franco padece molestias prostáticas que le obligan a ser visitado por un
afamado urólogo barcelonés. Tras un tratamiento con entero éxito, el general
le dijo al galeno:

—Doctor, gracias a su intervención voy a tener veinte años más de vida.


A lo que el urólogo le contestó:
—Mi general, no lo divulgue usted mucho porque bastantes enemigos tengo.

España, campeona de Europa de fútbol,


revancha gloriosa sobre la Unión Soviética
De nuevo el campeonato de Europa de selecciones nacionales enfrenta a
España y a la Unión Soviética, toda vez que la fase final se ha jugado en
España y tanto la anfitriona como la Unión Soviética han vencido en las
semifinales. Ante 120 000 espectadores el encuentro transcurre muy
igualado. A diez minutos del término del partido con empate a uno en el
marcador, Suárez pasa en corto a Pereda, éste lanza un templado centro que
caza la cabeza de Marcelino, que remata de modo fulminante batiendo al
famoso Yashine. A pesar de himnos y banderas no hubo incidentes
diplomáticos. Marcelino se unirá a Zarra en la autoría de goles victoriosos y
reivindicad vos.

La otra leyenda de los sesenta: el Lute


Atraco en una joyería de Madrid en mayo de 1965. Un quinqui llamado
Eleuterio Sánchez, el Lute, en compañía del Agudo y el Medrano, resultan ser
los autores que huyen en una motocicleta después de provocar una muerte.
Más tarde, en la calle de Galileo, en un encuentro con la policía, se produce
un tiroteo en el que resulta muerta una niña. Este hecho constituye el
comienzo de la leyenda del Lute.
Un año después, se vuelve a hablar del Lute. Condenado Eleuterio
Sánchez a treinta años de reclusión por el atraco a la joyería, pena que
cumple en el Penal del Dueso (Santander), ha de ser trasladado a Madrid el
día 26 de mayo de 1966 para declarar en el juicio contra su compinche
Medrano. Cuando el tren en que viaja custodiado circula a setenta kilómetros
por hora, el Lute, que va esposado, pretexta una necesidad y cuando le dan
permiso se acerca a la plataforma del vagón y se lanza en marcha. Detenido
el convoy, la escolta se aproxima al lugar donde se suponía había caído, pero
del fugitivo no queda ni rastro. Con esto se aleja la sospecha de que se haya
matado. Se inicia entonces una caza del hombre que finalizará al cabo de
veinte días. En su tiempo de libertad ha recorrido, con un brazo roto en su
caída del tren, más de doscientos kilómetros entre las provincias de Palencia
y Salamanca, atravesado a nado el canal de Castilla y alimentado a base de
verduras, legumbres y hasta de una gallina cruda que mató y peló. Finalmente
roba una vespa y en ella viajaba cuando un incidente le hace caer en manos
de una patrulla de la Guardia Civil. La imagen del Lute con el brazo en
cabestrillo, entre una pareja de la Benemérita, ha quedado ya en la
iconografía de la delincuencia del siglo XX.
No acabarán aquí las evasiones de Eleuterio. Queda otro capítulo para el
decenio siguiente.

La invasión de la publicidad televisiva

La progresiva difusión de la televisión trae aparejado el enorme desarrollo


de la publicidad con el medio audiovisual como vehículo. De las cuñas
radiales como el «¿Qué tal?» y su respuesta obligada: «Muy bien con Okal»,
se pasa a lo visual y entonces, cuando uno se ha olvidado algo, se da una
palmada en la frente y exclama: «¡Ahí va! ¡Los Donuts!». La evidencia de
que el desarrollo económico de los sesenta fuerza la publicidad se hace
palmario en el ramo de detergentes, lavadoras, televisiones,
electrodomésticos, echando mano de lo coloquial con fórmulas como «¡A mi
plin, yo duermo en Pikolín!» o «Adelante mis 43». Pronto ha de recurrirse a
rostros conocidos como el de Antonio Garisa, que te insta a que te
«fagorices», o el de Miguel Gila, que recomienda «¡Fidecáyate!».
Otros anunciantes prefieren los dibujos animados, utilizando las voces de
conocidos actores o dobladores bien timbradas, hechas para recitar
endecasílabos, que en el anuncio salen de la garganta de un pollo desplumado
que exclama: «¡Yo quiero ser asado en una cocina Corberó!».
Los creativos aciertan en asociar el muñeco apayasado de Fanta con el
eslogan «¡Qué gusto tener sed!», o el simpático Topo Gigio a Tervilor. El
despliegue propagandístico llega a conquistar un premio internacional en un
concurso de espots. Ése es el caso de Gallina Blanca, con una gallinácea que,
antes de ser zambullida en la olla, imita un striptease para despojarse de sus
plumas al compás de la melodía típica del número que hizo famoso al Crazy
Horse parisino. También resulta premiado el anuncio del Tío Pepe, unas
botellas de fino que se animan bailando un zapateado con mucho salero.
Todo el volumen de negocio movido por la publicidad da lugar a la
creación de la figura de modelo publicitaria. Un papel que encarnarán Teresa
Gimpera, Alicia Borrás, Romy, Patty Shepard y Elena Duque, cuya picardía
se hace célebre al decir «Veterano tiene… eso». Aunque el anuncio que causa
mayor impacto es el protagonizado por la malograda Margot Kocsis, a lomos
de un soberbio caballo cartujano para anunciar aquello de «Terry me va», una
creación de Leopoldo Pomés. También hay modelos masculinos para
propagandear «los famosos keds» o, abusando del famoseo, la presencia de
Di Stéfano anunciando las medias Berkshire. Para compensar, el jabón Lux
nos obsequia con un desfile de celebridades —Ursula Andress, Raquel
Welch, Claudia Cardinale— que pregonan aquello de «nueve de cada diez
estrellas usan Lux».
Naturalmente, el bombardeo publicitario intercalado en mitad de la
proyección de una cinta da lugar a unos cortes que producirán su efecto sobre
la infancia y sobre gentes cuyo vacío cultural y lingüístico empieza a ser
llenado por modismos y consignas de origen televisivo. Así, las
conversaciones caseras se trufan, vengan o no a cuento, con estereotipos
como éstos: «Que trabaje Rutón», «¡Enchufa el Askar!», «¡Vamos chicos, al
tostadero!», «¡Están hablando de Monky!» y «¡Y también… cepillos
Profidén!».
La actriz y modelo Teresa Gimpera, brindando en un diván en el transcurso de una fiesta.

Precauciones ante el referéndum


sobre la Ley Orgánica del Estado
Presentación de la Ley Orgánica del Estado aprobada por las Cortes que
va a someterse a referéndum. Abrumadora campaña a favor del «sí». Figuras
populares o impopulares, según se mire, aparecen en televisión exhortando a
votar afirmativamente. A los que oponen ciertas reservas se les tacha de ser
gánsteres o mercenarios. El marqués de Valdeiglesias (Escobar) declara que
los que propugnan el «no» son «los quinquis de la política». En vísperas del
referéndum aparece esta consigna: «Ante el referéndum: prohibición de que
actúe el conjunto vocal Los No. Prohibición de los seriales de Radio Nacional
titulados “La gran aventura”, “El abismo de la duda”, “La última traición” y
“Entre la espada y la pared”. En el mismo sentido, veto total a la canción de
Raimon Diguem no y a la película 007 contra el Doctor No».
Al escogido lema de «Votar sí es votar la paz», contestó afirmativamente
el 95,91 por ciento del censo.

Cómo eran las elecciones


en el Consejo Nacional del Movimiento
De cómo funciona este organismo es una buena muestra este regocijante
comentario aparecido en el diario ABC, debido a la pluma de Torcuato Luca
de Tena y publicado bajo el título «La diferencia entre votaciones y
elecciones». Trata de cómo se llevan a efecto las elecciones para los puestos
de la Mesa del Consejo Nacional. Dice así:

Allí donde se presentaba para secretario primero don Licinio de la Fuente y de la


Fuente como candidato único, fue elegido único candidato don Licinio de la Fuente y
de la Fuente. Don Agustín de Asís Garrote, como candidato exclusivo para el puesto de
secretario segundo, tuvo la sorpresa de ser elegido. Más reñida si cabe fue la elección
de los cuatro consejeros por el grupo de los de designación directa, pues siendo los
aspirantes don Jesús Florentino Fueyo, don Antonio María de Oriol, doña Pilar Primo
de Rivera y don Alejandro Rodríguez de Valcárcel, resultaron electos. ¡Oh manes de la
fortuna! Don Jesús Florentino Fueyo, don Antonio María de Oriol, doña Pilar Primo de
Rivera y don Alejando Rodríguez de Valcárcel.

El cantante y compositor catalán Raimon, durante un recital en la Universidad de Madrid


en noviembre de 1968.

Apocalípticas declaraciones
del almirante Carrero
Ante la apertura que patrocina el ministro Fraga y que permite cierta
tolerancia en lo cinematográfico, en lo periodístico y en lo literario, el
almirante Carrero expresa su disgusto por este relajo en estas declaraciones:

La actuación de la Prensa y en general de todos los órganos de información,


incluido el libro, debe ser corregida a fondo. Está produciéndose un positivo deterioro
moral, religioso y político. Todos los escaparates de las librerías están, y las casetas de
la Feria del Libro estuvieron, abarrotados de obras marxistas y de las novelas del
erotismo más desenfrenado. Por otra parte, el crecimiento de la inmoralidad de los
espectáculos públicos ha sido tremendo en estos últimos tiempos. El daño que se está
haciendo a la moral pública es grave y hay que ponerle fin.
Había que dictar una nueva legislación, pero así no se puede seguir porque España
es un país católico y porque el quebrantamiento de la moral del pueblo es la mejor
manera de favorecer la acción subversiva que el comunismo fomenta. Ha sido
comprobado, en varios casos de agitadores universitarios, su previa ruina moral
mediante drogas, etc. antes de iniciarles en el maoísmo y en el comunismo […]. Mejor
es morir desintegrado por una explosión nuclear que seguir viviendo, pero formando
parte de una masa de esclavos sin Dios.

Aparecen los «topos»


En el mes de marzo de 1969 el gobierno de Franco dicta un decreto-ley
por el que prescriben las responsabilidades penales por hechos cometidos
antes del 1 de abril de 1939. Fraga Iribarne, como portavoz del gobierno,
anuncia: «Hoy podemos decir históricamente que la guerra ha terminado a
todos los efectos y para el bien de España». No se han extinguido los ecos de
las voces que encomian la generosidad de la medida cuando una noticia
revela el terror que ha vivido España durante los treinta años transcurridos
entre 1939 y 1969. Esta noticia es la aparición en el pueblo de Mijas de un
hombre que, temeroso de la represión desencadenada al final de la guerra, se
ha pasado treinta años escondido y no se ha decidido a abandonar su
escondrijo hasta el anuncio de la medida promulgada. Casi tullido por la
inmovilidad, con la lividez de quien lleva lustros sin ver el sol, a la aparición
del hombre de Mijas siguen las sorpresas. En Moguer aparece otro oculto. Y
la increíble y patética aventura de los «topos», como se les ha dado en llamar,
continúa por toda la piel de toro: Benasque, San Fernando y hasta en la isla
de Gran Canaria resucita alguien al que daban por muerto desde hacía treinta
y tres años. La larga historia de los escondidos asombra a España entera.

Lo verde empezaba en los Pirineos


A finales de los años cincuenta revoluciona el firmamento
cinematográfico europeo la aparición de una jovencita francesa llamada
Brigitte Bardot que, entre ingenua y libertina, muestra con generosidad sus
encantos personales. Como es obvio, las películas de la Bardot están
prohibidas entre nosotros y si alguna alcanza a proyectarse, cualquier
parecido de la copia con el original es mera coincidencia. Por eso nada tiene
de extraño que los cinéfilos con resabios sanos de voyeurismo programen
excursiones de fines de semana al sur de Francia para ver Y Dios creó la
mujer. Claro que como el repertorio de prohibiciones es muy extenso,
también se puede aprovechar para ver Les Amants y La Dolce Vita, aunque,
en ocasiones, los esperanzados viajeros que llegan a Perpiñán o Biarritz
pueden encontrarse con la sorpresa de ver programada una cinta de Joselito
como Le petit rossignol, muy apreciada entre la masa de españoles vencidos
de la guerra civil que se habían establecido en las provincias francesas
pirenaicas.
Pero ya que se hace el desplazamiento es cuestión de aprovechar el viaje
comprando algunos de los libros prohibidos que edita Ruedo Ibérico, como
La muerte de García Lorca y La represión nacionalista en Granada de Ian
Gibson, o La guerra civil, de Hugh Thomas.
También vale la pena adquirir algún single de Georges Brassens, y para
compensar a la parienta por haberla dejado en casa, llevar algo de Duralex
para la vajilla. Son excursiones para asomarse a Europa y comprobar que los
aires de fuera están más ventilados que los del interior. Durante largo tiempo,
las excursiones con propósitos de eludir la censura serán expansión de los
habitantes de la zona norte de España. Tendrán su culminación masiva
cuando circulen noticias acerca del comportamiento de Marión Brando con
María Schneider en El último tango en París.

La tele de los sesenta


No es aventurado afirmar que, a lo largo del decenio de los sesenta, la
televisión se convierte en el opio del pueblo español. El primer tirón lo da la
retransmisión en 1960 de una eliminatoria entre el Barcelona y el Real
Madrid por la Copa de Europa.
Ante este anuncio, el que no tiene televisor y puede permitirse el gasto, se
apresura a comprar uno. Cuando los primeros síntomas de agitación obrera
osan convocar una manifestación de protesta un 1 de mayo, el régimen
contraataca obligando a retransmitir en viernes un partido de la liga de fútbol
a la misma hora, o una corrida del Cordobés, seguida de una película de
Martínez Soria. La gente se lo piensa y opta por quedarse frente al televisor.
Las series norteamericanas acaparaban la audiencia. Recuerde el que
pueda estos títulos: «Perry Masón», «Bonanza», «Arresto y juicio», «El
Santo» y «Los intocables». Y a éstas seguirán las que todavía están en la
memoria de los teleadictos, como «Los invasores», «Mannix», «Misión
imposible», «El fugitivo», la hilarante «Súper Agente 86», «Las enfermeras»,
«Dick Van Dike», «Jim West», «El virginiano» y «Ironside».
En cuanto a la creación propia, nuestra televisión muestra una capacidad
creativa oscilante entre lo sustancial («Ésta es su vida», presentado por el
inolvidable Federico Gallo) y lo banal («Reina por un día», que estaba a
cargo de Mario Cabré y José Luis Barcelona). La variedad va desde
«Investigación en marcha», programa de denuncia obra del gran Enrique
Rubio, al concurso «¡Ayer noticia, hoy dinero!», pasando por las variedades
en «Escala en HI-FI». Pero lo que atrae grandes audiencias son los concursos
como «La unión hace la fuerza», que presenta Mario Beut y sobre todo «Un
millón para el mejor», a cargo de Joaquín Prat, y «Las diez de últimas» que
anima José Luis Pecker.
En 1964 aparece en pantalla, con la fauna ibérica, el naturalista Félix
Rodríguez de la Fuente, destinado a hacer historia televisiva. En 1966 debuta
un realizador original que dará muchos días de gloria a nuestra televisión:
Narciso Ibáñez Serrador, que debuta con «Historias para no dormir» y «El
asfalto», y gana La Ninfa de Oro en el Festival de Montecarlo. La
consagración definitiva le llega en 1968 con «Historias de la frivolidad»,
ganadora de la Rosa de Oro en el Festival de Montreaux.
En 1966 empieza sus emisiones el segundo canal de Televisión Española,
que emite en UHF. Por él pasará una de las joyas de la televisión británica:
«La saga de los Fortsight».
Un deporte registra la popularidad que da la existencia de un fuera de
serie: el tenis de Manolo Santana. Gracias a Televisión Española, todo el país
vive sus triunfos en Forest Hill, en Wimbledon y, gracias a los
perfeccionamientos técnicos que reporta la transmisión por satélite, se puede
vivir el encuentro en el que España se enfrenta a Australia en la Copa Davis,
evento que pese a lo intempestivo de la hora es seguido por miles de
españoles en 1965.
En cuanto a la proyección exterior de nuestra tele, la figura del
corresponsal, la del enviado especial, empieza a abrirse paso con firmeza. Los
nombres de Miguel de la Quadra Salcedo, Jesús Hermida, Luis Pancorbo,
Federico Volpini, Manolo Alcalá, Vicente Romero, nos hacen estar en el
mundo y vivir los acontecimientos más sonados y las aventuras más osadas.
Aparecen también nuevas personalidades como Alfredo Amestoy, Manuel
Martín Ferrand, José Luis Fernández Abajo, conductores de programas o
comentaristas de la actualidad.
Mención final merecen nuestras desventuras en el Festival de la Canción
de Eurovisión. Tras múltiples probaturas a cargo de Conchita Bautista y
otros, nos jugamos el todo por el todo enviando como representante al ídolo
Raphael. Lo enviamos por duplicado, es decir, que concurre dos años. El
chico de Linares aparece en 1966 cantando Yo soy aquel con su trémolo
habitual. No obstante, no hay suerte. En 1967 vuelve a participar con
Hablemos del amor, con un fraseo enfático pero maravilloso. Tampoco hay
suerte y ya se empieza, como de costumbre, a hablar de «conjura
antiespañola».
El temor al contubernio se disipa cuando en 1968 Massiel se alza con el
triunfo, aunque sea con el La, la, la, la canción más ratonera de todas las que
hemos enviado a tomar parte en el certamen.
En 1969 el éxito vuelve a repetirse, pero la cantante catalana Salomé ha
de compartirlo por puntuación con las representantes de otras tres naciones.

El auge de la música joven


La aparición en el mercado discográfico de las interpretaciones de un
conjunto británico formado por unos muchachos de Liverpool a los que
llaman Los Beatles, es el pistoletazo de salida para la emergencia de grupos
—guitarra eléctrica, teclados y batería— que acapararán de inmediato la
atención radial y televisiva. Para la crecida de este fenómeno musical ha sido
decisiva la aparición del disco de larga duración y la irrupción de unos
consumidores juveniles y creadores de un nuevo mercado en el campo de la
música y en el de la vestimenta.

El 18 de abril de 1962
Se celebra en Madrid, en el Circo Price, una matinal en la que intervienen
Los Pekeniques, Los Relámpagos, Los Tonys (después Miky y Los Tonys) y
que supone el lanzamiento de un tipo de música joven y unos grupos —
vendrían después Los Bravos, Los Botines, Los Sirex y tantos otros— que
alimentarán los guateques de la juventud a base de pikú, tisana y ligue al
ritmo de twist o del madison.
El twist lo había lanzado Chubby Checker, Trini López se había hecho
famoso con Si yo tuviera un martillo, Tom Jones con Delilah, Elvis Presley
con el Rock de la cárcel. La década fue ciertamente fascinante desde el punto
de vista, de la música joven y no tan joven. Porque Gilbert Bécaud hace que
todo el mundo cante Et maintenant, Gino Paoli pone de moda Sapore di Sale
y Richard Anthony fusila al maestro Rodrigo para cantar Aranjuez mon
amour. La creatividad de una música destinada al consumo es extraordinaria.
En Brasil, sin postergar a la samba, aparece la bossa nova, traída por Astrud
Gilberto con La chica de Ipanema, y Tito Puente mantiene el vigor de la
música caribeña con Celia Cruz. Y sobre todo se impone el rock and roll.
Entre nosotros surge en Barcelona el fenómeno de la Nova Cançó que
alumbrará a Joan Manel Serrat, Ovidi Montllor, Quico Pi de la Serra, María
del Mar Bonet y Raimon, estandarte de la canción protesta.
Lo castizo correrá a cargo de Manolo Escobar que, con el Porompompero
y Mi carro, triunfa entre los turistas. Y todavía tendrá aliento para lanzar un
grito patriótico: ¡Y viva España!
Hacia el final del decenio se produce el auge de la canción yeyé en la que
destacan Karina (El baúl de los recuerdos), Jeannette (Cállate niña), Marisol
(El cochecito) y Rocío Dúrcal. Simultáneamente, aparece la figura del
cantautor, papel en el que destacan Víctor Manuel (El abuelo Víctor), Luis
Eduardo Aute (Rosas en el mar), Mari Trini (Amores), Andrés Do Barro (O
tren) y Serrat (El titiritero).

Blas Piñar arremete contra Un millón de muertos


El 14 de julio de 1969, el notario Blas Piñar, representante de la
ultraderecha, arremete en un discurso pronunciado en Montejurra, cuna del
tradicionalismo, contra los criterios de apertura tímidamente tolerados por el
gobierno y toma como modelo la obra de José María Gironella Un millón de
muertos. Éstas fueron sus palabras:

Ya estamos hartos de que un escritor, un novelista, en imprentas españolas y con


dinero español haya editado el libro Un millón de muertos (que fue un best-seller), en
que se equiparaba a los asesinos, a los hombres que habían arrancado los cristos de
nuestras iglesias, habían fusilado a nuestros hermanos, con vosotros que habíais
luchado en defensa de esos grandes ideales de Dios y de España.
AQUELLOS AÑOS

LOS TECNÓCRATAS EN EL PODER

Acuerdos de mínimos
Con la intención de modernizar la enseñanza, a comienzos de 1970
desaparece formalmente el Sindicato Español Universitario, cuya existencia
era puramente formal y bastante conflictiva. El 3 de agosto se promulga la
Ley General de Educación, que transformará profundamente la enseñanza,
cuyo presupuesto superará, por primera vez, los gastos militares. Su impulsor
es el ministro José Luis Villar Palasí, que apuesta definitivamente por
extender los estudios universitarios al mayor número posible de españoles.
Incluso afirma que, si no hay en España trabajo para tantos titulados, siempre
será mejor que emigren como universitarios que como peones.
Una vez más, se está negociando la prórroga del acuerdo militar con
Estados Unidos. Mientras fue ministro de Asuntos Exteriores Fernando María
Castiella, las conversaciones gravitaron sobre mayores exigencias, porque el
ministro opinaba que las circunstancias habían cambiado desde el primer
acuerdo de 1953, cuando el régimen necesitaba asirse a un clavo ardiendo.
España ya no estaba aislada internacionalmente, era miembro de las Naciones
Unidas y podía exigir mejores condiciones a cambio de mantener bases
norteamericanas en su territorio. El ministro se dotó de un eficiente equipo
técnico, en el cual destacaba el general Manuel Diez Alegría, y mantuvo sus
exigencias frente a los duros negociadores de Washington.
En 1969, Castiella fue sustituido por Gregorio López Bravo, que se plegó
a la voluntad de Carrero Blanco, partidario de firmar rápidamente, por temor
a que Washington eliminara la ayuda militar, vital para las Fuerzas Armadas
españolas. A pesar de todo, no se corta radicalmente con la línea de Castiella
y el 22 de junio de 1970 se firma un acuerdo con Francia para adquirir algún
armamento, que libere de la exclusividad norteamericana. Pero la decisión
está tomada y López Bravo firma rápidamente con Washington un Convenio
de Amistad y Cooperación que sustituye el acuerdo de 1953.
Más complejas son las negociaciones con la Comunidad Económica
Europea, que no acepta la adhesión de estados no democráticos. Los
esforzados intentos españoles sólo logran el borrador de un Acuerdo
Preferencial, que se rubrica definitivamente en Luxemburgo, el 29 de junio.

Discrepancias y conflictos
A pesar de ser oficialmente sucesor de Franco, Juan Carlos es acosado
por partidarios de su primo Alfonso de Borbón Dampierre y, cuando pretende
consolidar su posición buscando apoyo popular, encuentra la oposición de
Carrero Blanco. El almirante es partidario suyo, pero no desea darle
protagonismo en vida de Franco. Se enfrentan cuando se impide que el
príncipe emprenda un viaje propagandístico por Andalucía, acompañado por
varios ministros, y Juan Carlos debe renunciar al proyecto.
Federico Silva Muñoz es un valorado titular de Obras Públicas, hasta el
extremo de que le llaman «el ministro eficacia». Sin embargo, su proximidad
a la democracia cristiana acaba enfrentándolo con los tecnócratas y dimite el
8 de abril. Le sustituye el integrista Gonzalo Fernández de la Mora, que ha
adquirido cierta fama como predicador del «crepúsculo de las ideologías»,
entendido desde la suya propia.
El Tribunal de Delitos Monetarios condena el 12 de mayo a 48 personas
por el caso Matesa. Entre ellos, altos directivos y el antiguo presidente, Juan
Vilá Reyes, condenado a tres años de prisión y 1638 millones de pesetas de
multa. Los ministros tecnócratas no pueden ocultar su malestar y buscan
calladamente un pretexto para decretar un indulto.
La conflictividad laboral se mantiene y se encrespa. En julio, los
huelguistas de la construcción apedrean a la policía en Granada, los agentes
disparan y matan a tres personas. No sangrienta, aunque más intensa, es la
huelga de los empleados del metro de Madrid, a quienes el gobierno
militariza, activando también unidades militares de Ferrocarriles para reforzar
el servicio y vigilarlo junto con la Guardia Civil. Aunque la capital de España
conocerá un conflicto mucho más intenso e imposible de militarizar. Una
gran huelga de la construcción.

El proceso de Burgos

Se prepara en Burgos un consejo de guerra contra dieciséis miembros de


ETA. El 2 de diciembre, víspera del inicio de la vista oral, la banda secuestra
a Eugenio Beihl, cónsul alemán en San Sebastián. Como el juicio promete
despertar grandes tensiones, el gobierno decreta el estado de excepción en las
tres provincias vascas, sin poder impedir manifestaciones, huelgas, cierres de
universidades y otros disturbios mientras llegan a El Pardo numerosas
peticiones de clemencia, entre ellas la del papa, porque dos imputados son
sacerdotes.
López Rodó convence a Carrero para que no haya fusilamientos, que
provocarían una reacción internacional aún mayor que la del caso Grimau.
Aunque Franco da su aprobación, los duros del régimen pretenden dar un
escarmiento y están secundados por el capitán general de Burgos, Tomás
García Rebull, uno de los más significados militares falangistas y creador de
la organización activista Guardia de Franco. El ministro Antonio Sánchez
Bella intenta que un funcionario a sus órdenes soborne al vocal ponente del
tribunal militar, pero éste denuncia la propuesta y García Rebull intenta
procesar al ministro y su emisario. La enérgica intervención del ministro del
Ejército, que cuenta con el respaldo de Franco, logra que sólo sea procesado
el funcionario que cumplía las órdenes de Sánchez Bella.
Uno de los etarras acusados, Francisco Javier Izco, es huérfano de un
requeté muerto en la guerra civil y su madre escribe una patética carta a
Franco; fallece el estudiante Roberto Pérez Jáuregui, herido el 4 durante una
manifestación en Eibar y Guillermo Luis Díaz Pía ja dimite de su puesto en
ABC, en protesta por la información manipulada del diario.
El día 9 de diciembre, el procesado Mario Onaindía se acerca al estrado
gritando «Gora Euskadi Askatuta» y varios miembros del tribunal se ponen
en pie con el sable desenvainado, mientras parte del público canta Eusko
Gudariak Gera. Ante el escándalo, el coronel Ordovás, presidente del
tribunal, desaloja la sala, el juicio prosigue a puerta cerrada y este mismo día
queda visto para sentencia. El tribunal se retira a deliberar en una sesión
secreta que acostumbra a durar unas horas. Sin embargo, se prolongará
durante muchos días, sin adelantar informaciones.
Un centenar largo de intelectuales y artistas se ha encerrado en el
monasterio de Montserrat y la agencia Cifra informa que en San Sebastián
han sido detenidas doscientas personas en una semana. Cuando un hijo del
coronel Ordovás es agredido, más de un centenar de oficiales de Madrid
rubrican un manifiesto en el que piden dureza al gobierno. Les replica otro
documento, firmado por once oficiales de Barcelona, que repudian la
indisciplina de sus compañeros. Cuatro tenientes generales visitan a Franco y
le reclaman un gobierno más enérgico.
El gobernador de Burgos, Federico Trillo Figueroa, organiza una
manifestación, diversas ciudades siguen su ejemplo y preparan
concentraciones similares: ante tanta agitación, un Consejo de Ministros
extraordinario extiende el estado de excepción a toda España. El 16 de
diciembre se reúne una multitud en la plaza de Oriente de Madrid, mostrando
pancartas muy explícitas: «Del Opus líbranos Señor» y «Obispos al
paredón». Para neutralizar la maniobra ultra, el gobierno hace que Franco
aparezca en el balcón del palacio Real y la manifestación se convierte en un
acto de adhesión al Generalísimo.
El día 25 de diciembre ETA libera al cónsul secuestrado y, el 28 se
publica la sentencia del consejo de guerra: 9 penas de muerte y 519 años de
cárcel. La reacción internacional es inmediata, con importantes
manifestaciones en París, Hamburgo, Berlín, Berna, Nápoles, Milán y Roma;
llegan a Madrid peticiones de clemencia de los gobiernos francés e italiano,
así como de intelectuales y artistas internacionales.
Las penas de muerte se ejecutan, a la espera del «enterado» del gobierno.
Plasta que el misterio queda desvelado en el mensaje de final de año en el que
Franco anuncia un indulto, argumentando que las manifestaciones de
adhesión han impulsado su clemencia.

El escándalo del diario Madrid


El 9 de enero de 1971, el gobierno remite a las Cortes el proyecto de Ley
sobre el transvase Tajo-Segura que culminará la política hidráulica del
régimen y será financiado por un empréstito alemán.
El príncipe ha desistido de realizar campañas en España y ahora busca
apoyos internacionales, a lo que accede Carrero porque no empañarán la
figura del Generalísimo. Así, Juan Carlos y Sofía viajan a Estados Unidos
con éxito, porque logran despertar la simpatía de influyentes personalidades.
El presidente Nixon está preocupado por la situación en el Mediterráneo
occidental y se convence de que la monarquía ofrece soluciones para
estabilizar España tras la muerte de Franco. Decide apoyar al príncipe y envía
a Madrid al general Vernon Walters, director adjunto de la Agencia Central
de Inteligencia (CIA). Cuando se entrevista con el Generalísimo, éste le
asegura que Juan Carlos será rey y que no habrá una nueva guerra civil; sin
embargo, se duerme durante la entrevista.
Solís no ha renunciado a su proyecto de convertir la Organización
Sindical en una institución peronista, que pueda sobrevivir a Franco. El 17 de
febrero logra ver promulgada una Ley Sindical, que carece de trascendencia,
porque el sindicalismo vertical ya trabaja en el vacío y los movimientos
sindicales tienen vida propia; Comisiones Obreras y la Unión General de
Trabajadores (UGT) se desarrollan y la Unión Sindical Obrera recoge a
grupos de sindicalistas cristianos procedentes de la Juventud Obrera Cristiana
y la Hermandad Obrera de Acción Católica.
Ha muerto monseñor Casimiro Morcillo, arzobispo de Madrid y, en junio,
lo sustituye Vicente Enrique y Tarancón, el hombre fuerte del catolicismo
renovador, cuya tendencia se consolida en la Asamblea Conjunta de Obispos
y Sacerdotes, celebrada en septiembre. El año próximo, Tarancón será
elegido presidente de la Conferencia Episcopal.
El 1 de octubre, el gobierno organiza una nueva manifestación en la plaza
de Oriente, con el pretexto del 35 aniversario de exaltación de Franco a la
Jefatura del Estado y un lema que no puede ser más absurdo: «Esta vez,
porque sí». Los duros del régimen acuden entusiasmados, sin saber que el
acto se ha convocado para justificar un nuevo indulto, en el que pueden
incluirse los condenados y los pendientes de juicio por el caso Matesa, con lo
cual se cierra un escándalo que salpicaba a personalidades de la Obra. Sin que
nadie lo advierta, también se beneficia el funcionario expedientado durante el
proceso de Burgos por cumplir el vidrioso encargo de Sánchez Bella.
Las cautelas de la Ley de Prensa no pueden impedir que los periódicos
aprovechen todos los resquicios, aunque con la precaución de escribir entre
líneas, habilidad en cuya lectura se ejercitan los españoles. Sin embargo, el
gobierno clausura el semanario Triunfo, que presenta un frente marxista sin
demasiado disimulo.
Más contundente resulta la acción contra el diario Madrid, tribuna de
Calvo Serer y de los tecnócratas que defienden los derechos dinásticos de
Juan de Borbón. Sus correligionarios, partidarios de Juan Carlos, no aceptan
la discrepancia y, el 25 de noviembre, Sánchez Bella clausura definitivamente
el rotativo por orden de Carrero.
A pesar de todo, la oposición crece progresivamente, especialmente en
Cataluña, donde todos los partidos y grupos logran ponerse de acuerdo y se
agrupan, el 7 de noviembre, en la Assemblea Democrática de Catalunya.
Manifestación en París, el 1 de diciembre de 1970, contra el proceso de Burgos.

EL AÑO DE LOS ENREDOS

Culebrón dinástico
Se concierta la boda de la nieta mayor del Generalísimo, Mari Carmen
Martínez-Bordiu Franco, con el primo de Juan Carlos, Alfonso de Borbón
Dampierre, embajador de España en Suecia y, según él, heredero del trono de
Francia. Gracias a la decrepitud de Franco, Carmen Polo adquiere
protagonismo y, secundada por Martínez Bordiu, emprende una campaña
contra Juan Carlos con la finalidad de que renuncie a la sucesión y Mari
Carmen sea reina de España.
Ya en diciembre de 1971, cuando Juan Carlos y Sofía estaban en Japón,
la familia Franco había solicitado un informe al Consejo del Reino, como si
se tratara de una boda real, y pretendió que Alfonso fuera nombrado Príncipe
de Borbón. Juan Carlos se opuso entregando a Franco una nota redactada por
López Rodó, que se oponía a reconocer rango regio a su primo y, por su
parte, don Juan de Borbón escribió a Antonio María de Oriol, Notario Mayor
del Reino, oponiéndose al título de Príncipe de Borbón.
La boda se celebra el 8 de marzo de 1972, oficiada por Tarancón y con
dos mil invitados. Franco no logra que Oriol reseñe a Borbón Dampierre
como príncipe en el acta de matrimonio y la pareja se establece en
Estocolmo.
Juan Carlos y Sofía aguantan el temporal y consolidan sus apoyos
internacionales. En septiembre, viajan a Alemania acompañados por López
Bravo, ministro de Asuntos Exteriores, y, al regresar, Juan Carlos pide por
escrito a Franco que únicamente conceda a su primo el título de duque de
Cádiz con tratamiento de Alteza Real. El 12 de octubre, cuando el príncipe
acude a Estoril para la boda de su hermana Margarita con Carlos Zurita
Delgado, aprovecha la ocasión para tratar con su padre la concesión de dicho
ducado de Cádiz.
La familia Franco no se conforma, sigue reclamando para Alfonso el
principado de Borbón y logra que Franco prohíba a Fernández de la Mora
invitar a Juan Carlos a las inauguraciones de obras públicas. El 14 de
noviembre de 1972, Alfonso argumenta el avanzado embarazo de su esposa y
solicita a Franco abandonar Suecia para ocupar un cargo en España. Cuando
pretende ser nombrado ministro de Deportes, Sánchez Bella pide al delegado
nacional, Juan Gich, que le ceda su puesto, pero Torcuato Fernández Miranda
descubre la maniobra y la desbarata. No obstante, Carmen Polo hace que los
criados de El Pardo den a su nieta consideración de reina.

El caso Reace
En primavera se descubre que faltan más de cuatro millones de kilos de
aceite propiedad de la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes
(CAT), que los tenía en depósitos de la empresa Reace, de Redondela. El
presidente y principal accionista de la compañía es Rodrigo Alonso Fariña,
presidente del Real Club Celta de Vigo y relacionado con Nicolás Franco, a
su vez miembro del consejo de administración de Reace y de Frigoríficos de
Barcelona (Fribarsa), donde han desaparecido varios millones de kilos de
aceite. Mientras la policía lo investiga, el supuesto secretario de Nicolás
Franco tira por la ventana de un tren una maleta con trescientas mil pesetas y
sucesivamente seis personas relacionadas con el asunto mueren en
circunstancias novelescas. Después, el caso languidece en el juzgado.

Escisión socialista
En El Ferrol, cuatro mil trabajadores de Bazán se declaran en huelga el 1
de marzo: chocan con la policía, que mata a tres obreros, y toda la ciudad
queda paralizada. El 24 de junio, la policía detiene a diez dirigentes de
Comisiones Obreras reunidos en el convento de los Oblatos de Pozuelo de
Alarcón. Todos son procesados en el sumario 1001, entre ellos el sindicalista
Marcelino Camacho Abad, el abogado Nicolás Sartorius Álvarez de las
Asturias y Bohórquez, y el sacerdote Francisco García Salve Prieto.
El 15 de septiembre estalla una huelga general en Vigo que paraliza la
población y prosigue la agitación universitaria y política, hasta el extremo de
que el gobierno centraliza las universidades autónomas y suspende la junta
del Colegio de Abogados de Madrid. Se preconiza mano dura y cuando el
general ultra Carlos Iniesta es nombrado director general de la Guardia Civil,
once ministros acuden a su toma de posesión.
En agosto se celebra en Toulouse un congreso del Partido Socialista
Obrero Español y el partido se escinde entre los antiguos militantes dirigidos
por Rodolfo Llopis y los militantes jóvenes del interior encabezados por
Felipe González, que será reconocido por la Internacional Socialista. Desde
ahora, los socialistas del interior se consolidan y, en un año, logran que
Nicolás Redondo sea elegido secretario general de la Unión General de
Trabajadores.

Prohibido reírse
La revista satírica La Codorniz conserva su procacidad humorística y ha
encerrado al duque de Cádiz en su «cárcel de papel». El último día de 1972
publica un divertido artículo firmado por Juan Español (hijo), ridiculizando al
falangista Francisco Labadía Otermín y, por elevación, las obsesiones de
Carrero y el mismo Franco. El seudónimo Juan Español (hijo) apenas oculta
al diplomático Carlos Robles Piquer, cuñado de Fraga y antiguo director
general de Información y de Cultura Popular. Entre el regocijo de los
enterados, contraataca Emilio Romero desde Pueblo, la autoridad secuestra
La Codorniz y Robles Piquer es destinado a la embajada de España en Libia.

ASCENSO Y MUERTE DEL ALMIRANTE CARRERO

La amenaza terrorista
Al comenzar 1973, Franco está seriamente mermado por la enfermedad
de Parkinson, aunque no permite que se plantee su retiro. La incertidumbre se
cierne sobre el país, mientras crece el terrorismo de ETA que, el 16 de
febrero, secuestra al empresario navarro Felipe Huarte y lo libera a los nueve
días, tras cobrar el rescate. En el futuro, la banda multiplicará los secuestros.
El 19 de junio muere, en un tiroteo con la policía, el etarra Eustaquio
Mendizábal, Txikia y, el 24 de junio, en San Juan de Luz, ETA confunde a
tres jóvenes con policías, los asesina y los cadáveres de los desgraciados son
encontrados más tarde con evidentes signos de tortura. En septiembre, la
Guardia Civil localiza al histórico dirigente José María Zabarte Arregui, que
es herido y capturado tras un tiroteo en las calles de Bilbao.

Carrero, presidente
El 1 de mayo la policía reprime los habituales intentos de manifestación
y, en Madrid, el movimiento de extrema izquierda Partido Comunista de
España (marxista-leninista) se considera con fuerza suficiente para llevar a
cabo una concentración importante. Un «salto» de quinientos militantes es
interceptado por la policía y, en el enfrentamiento, muere a navajazos el
inspector Juan Antonio Fernández, siendo heridos de gravedad otros tres
policías, varios heridos leves y unos trescientos detenidos.
La policía y funcionarios ultras acusan de debilidad al «gobierno
monocolor» que, el 11 de junio de 1972, es sustituido por otro con menor
presencia de tecnócratas. Por primera vez, Franco sólo ocupa la Jefatura del
Estado y nombra a Carrero presidente del gobierno. El almirante, creyendo
que éste será el último gabinete en vida de Franco, consulta con Juan Carlos
la lista de ministros; sin embargo, Carmen Polo logra que su marido imponga
en Gobernación a Carlos Arias Navarro.

El grupo Tácito
En marzo son detenidos varios militantes del Partido Socialista Obrero
Español en Vizcaya y, en Sant Adriá del Besos (Barcelona), la policía dispara
contra los albañiles en huelga y mata a uno de ellos. Por su parte, los
Cristianos para el Socialismo se consolidan y extienden en círculos católicos
y, meses más tarde, un colectivo democristiano, que firma como Tácito,
pública su primer artículo en el diario Ya. Los círculos católicos se agitan
cuando, el 6 de noviembre, se amotinan seis sacerdotes presos en la «cárcel
concordataria de Zamora» y, encerrados en celdas de castigo, inician una
huelga de hambre que inquietará seriamente a varios obispos.

La muerte de un presidente
El 19 de diciembre, Carrero Blanco recibe al secretario de Estado, Henry
Kissinger, sin que la entrevista depare resultados. Al día siguiente está
previsto el inicio de la vista de los sindicalistas encausados en el proceso
1001, pero el juicio se aplazará por un hecho inesperado. Cuando el almirante
sale de su misa diaria, lo mata una mina enterrada por ETA bajo la calle que
recorría sin especiales precauciones.
Ante la inesperada muerte, se hace cargo el vicepresidente Torcuato
Fernández Miranda y no se informa de lo ocurrido hasta las siete de la tarde.
Ignorando al ministro de Gobernación y a los altos cargos del ministerio, el
general Carlos Iniesta ordena a la Guardia Civil ocupar los puntos clave y
«no restringir el uso de las armas». Posteriormente retirará esa orden, porque
Arias y Pita da Veiga le obligan a dejar el orden público en manos de las
autoridades. Pasadas las once de la noche, Fernández Miranda comparece en
la televisión, donde lee un comunicado oficial atribuyendo el atentado a ETA
y rematándolo con la frase: «Hemos olvidado la guerra civil, pero no
olvidamos ni olvidaremos la Victoria».
Juan Carlos preside el solemne entierro del presidente asesinado, mientras
la extrema derecha trata de capitalizarlo e increpa violentamente al cardenal
Tarancón, aunque sin llegar a las manos. Franco sólo asiste al funeral, donde
se emociona al saludar a la viuda del fallecido. Está muy desmejorado y tiene
la intención de que Carrero sea sustituido por el almirante Pedro Nieto
Antúnez. Sin embargo, Carmen Polo logra que nombre presidente a Carlos
Arias Navarro quien, el 29, forma un gobierno de diversidad franquista,
excluyendo a todos los integrantes del anterior.

El coche en el que iba Carrero Blanco cuando fue asesinado por ETA.
EL GOBIERNO ARIAS

El espíritu del 12 de febrero


El 12 de febrero, Carlos Arias pronuncia en las Cortes un discurso
aperturista, que promete reformas legislativas a corto plazo. Parece que la
reforma es posible; sin embargo, el presidente no sabrá mantener este
«espíritu del 12 de febrero». El 24, se enfurece ante una homilía de Antonio
Añoveros, obispo de Bilbao, que es confinado en su casa y, mientras, se
prepara un avión militar para conducirlo a Roma. Franco corta el arrebato de
Arias con una frase demoledora y sabia: «La carne de cura es indigesta».
La credibilidad del gobierno acaba de arruinarse al confirmar dos
sentencias de muerte, dictadas por la justicia militar, contra el joven
anarquista Salvador Puig Antich y el alemán Georg Michael Welzel, al que
falsamente se atribuye identidad polaca. Ambos son ejecutados por el sistema
del garrote vil el 1 de marzo, algo que nunca permitió el «gobierno
monocolor».
A pesar de todo, Pío Cabanillas, ministro de Información y Turismo,
procura ampliar la libertad de prensa y, el 22 de abril, anuncia en Barcelona
una nueva política informativa y cultural. Tres días después, ante el estupor
general, la dictadura portuguesa será derribada por la Revolución de los
Claveles y los personajes del bunker aprovechan la ocasión para atacar la
apertura del gobierno. José Antonio Girón de Velasco publica un tremendo
artículo en Arriba; Utrera Molina clama en un acto de excombatientes
celebrado en la sierra de Alcubierre, antiguo campo de batalla falangista; Blas
Piñar acusa a Pío Cabanillas de contar con numerosos «enanos infiltrados en
el ministerio de Información y Turismo».
Muy pronto llegan las réplicas. El joven periodista Miguel Ángel Aguilar
destaca la discrepancia entre la «revolución pendiente» que predica Girón y
su realidad de millonario; el humorista Mingote dice por boca de Gundisalvo:
«¡Hemos de esforzarnos en la renovación del país hasta conseguir que todo
quede como estaba!», y la revista Por Pavor llena sus márgenes de enanos.
Portadas de la prensa informando sobre la muerte de Carrero Blanco.

El escándalo Sofico
Sábado Gráfico publica el 24 de mayo el auto de procesamiento por
estafa de los responsables de Sofico, un conjunto de sociedades basado en la
construcción y gestión de apartamentos en régimen de multipropiedad, en la
Costa del Sol. Su fundador, en 1962, fue Eugenio Peydró Salmerón, miembro
de los servicios secretos del coronel José Ungría durante la guerra civil, que
integró en la junta de la sociedad a personajes como Luis Nieto Antúnez,
hermano del almirante; los tenientes generales García-Valiño y Cabanillas
Prósper; el presidente de la Audiencia de Guadalajara Segismundo Martín; y
el coronel de la Guardia Civil, antiguo jefe de seguridad de Franco, Juan
Losada. En 1969, Peydró recibió la Medalla de Plata al Mérito Turístico.
En 1972, algunos testaferros ya han muerto o abandonado la empresa,
aunque aún figuran en la junta el general Cabanillas, el magistrado Martín y
el coronel Losada. El Tribunal Supremo no autoriza el procesamiento de los
personajes, sólo son encausados Peydró y su hijo, que tras años de dilaciones
resultarán condenados respectivamente a nueve y a dos años y cuatro meses,
debiendo pagar cinco mil millones de pesetas a 3200 perjudicados, mientras
la insolvencia ascendía a 8 182 555 731 pesetas. Ambos recurrirán la
sentencia, no irán a la cárcel, ni pagarán las indemnizaciones.

Decisiones entre la inquietud

En una toma de posiciones para el futuro, en junio, se funda en París la


Junta Democrática, presidida por Santiago Carrillo y vertebrada por el
Partido Comunista, que suma otras pequeñas formaciones políticas y
personalidades independientes.
El teniente general Manuel Diez Alegría, jefe del Alto Estado Mayor, es
un militar franquista moderado, partidario de modernizar el ejército. A raíz de
la Revolución de los Claveles portuguesa, algunos desinformados lo miran
como posible candidato democrático, despertando la inquietud del bunker,
que no siente simpatía por él. Hasta que Arias lo destituye y, más tarde, lo
envía como embajador a El Cairo, donde contemplando las momias podrá
recordar la política española.
Franco sufre un ataque de flebitis y, el 9 de julio, Vicente Gil, su médico
personal, lo ingresa en el hospital, lo que provoca la entrega provisional de
poderes al príncipe y la irritación del marqués de Villaverde, que destituye al
médico. El Generalísimo está muy envejecido y no reasume sus funciones
cuando el día 17 abandona el hospital y se desplaza al Pazo de Meirás con su
familia para pasar el verano.
El príncipe desempeña las funciones de Jefe del Estado; sin embargo,
Arias decide que el Consejo de Ministros del 30 de agosto se celebre en el
Pazo de Meirás, residencia veraniega de Franco. Cuando termina la reunión,
Juan Carlos y los ministros regresan a sus respectivos lugares de vacaciones
y, subrepticiamente, el marqués de Villaverde hace que su suegro reasuma los
poderes el 3 de septiembre, sin avisar al príncipe, que se entera por terceras
personas.
Estos días se han reunido en Barcelona doce comandantes y capitanes, de
nutrido currículum profesional o universitario, que fundan la Unión Militar
Democrática (UMD), una sociedad secreta militar con la explícita finalidad
de impedir un pronunciamiento de los militares ultra y facilitar la
instauración de un régimen democrático. A pesar de las dificultades y del
espionaje interno, la organización se extiende rápidamente por las
guarniciones y logra afiliados en los tres ejércitos, la Guardia Civil y la
Policía Armada.

La bomba de la calle del Correo


A las 14.35 horas del 13 de septiembre, ETA hace explotar una bomba en
la cafetería Rolando, situada en la calle del Correo de Madrid, cerca de la
Dirección General de Seguridad, que suelen frecuentar los policías. Mueren
12 personas y 71 resultan heridas, pero sólo 2 muertos y 11 heridos
pertenecen a la policía. El hecho provoca una enorme inquietud, que
aprovechan los ultras para acusar al gobierno de debilidad.
La libertad de prensa que permite Pío Cabanillas irrita a los duros y, para
derribar al ministro, los periodistas Emilio Romero y Antonio Izquierdo
hacen preparar un expediente intercalando artículos aparecidos en la prensa
española con desnudos femeninos publicados en la revista Playboy, que no se
vende en España. Luego envían la mixtificación a Franco, que se cree el
engaño, monta en cólera y destituye a Pío Cabanillas, a quién Arias no
defiende, aunque Antonio Barrera de Irimo, titular de Industria, dimite en
solidaridad. El gobierno pierde a los dos aperturistas más significados y
entierra sin funerales al fallecido «espíritu del 12 de febrero».
El 11 de octubre da comienzo en Suresnes, cerca de París, el XIII
Congreso del Partido Socialista Obrero Español, con asistencia del canciller
alemán, Willy Brandt, y de François Mitterrand, líder socialista francés. Para
los tiempos que se avecinan, parece necesario buscar un nuevo secretario
general y se propone a Nicolás Redondo, que no acepta. Finalmente, se
impone el grupo sevillano y se elige a Felipe González, con la oposición de la
Federación Socialista Madrileña, Ramón Rubial y Rodolfo Llopis, que
abandona el partido.

LA MUERTE DE FRANCO

Preparativos para una nueva política


El gobierno promulga una Ley de Asociaciones Políticas, que autoriza
una especie de partidos políticos descafeinados, como el Proverista, Reforma
Social Española y Unión Democrática Española, sólo capaces de volar a ras
de tierra, como globos llenos de humo. En cambio, los dirigentes de la Junta
Democrática son detenidos en Madrid y liberados poco después.
En junio, el Partido Socialista Obrero Español, intentando neutralizar a la
Junta Democrática dominada por el Partido Comunista de España, crea la
Plataforma Democrática con la Izquierda Democrática Cristiana, el Partido
Nacionalista Vasco (PNV), la Organización Revolucionaria de Trabajadores
(ORT), la Unió Democrática de Catalunya y de Valencia, el Movimiento
Católico Español y Reagrupament Socialista de Catalunya. También se funda
la Federación de Estudios Independientes (FEDISA) con finalidad política,
amparada por Pío Cabanillas, Fraga, Areilza y el grupo Tácito. Por su parte,
Herrero Tejedor, Solís, Pinilla, Fueyo, Labardie, Adolfo Suárez y Emilio
Romero crean la Unión del Pueblo Español, que pretende convertirse en una
fuerza de continuidad franquista.
Franco, casi cuarenta años gobernando España.

Terrorismo y antiterrorismo

ETA incrementa su actividad, hasta el extremo de cometer numerosos


asesinatos durante este año. El gobierno intenta combatir el terrorismo
decretando en mayo el estado de excepción en Vizcaya y Guipúzcoa; sin
embargo, durante el verano, emprende numerosas acciones el Frente
Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP), que asesina a dos agentes
del orden y hiere a un tercero.
El 26 de agosto de 1975 se publica un durísimo Decreto-Ley
Antiterrorista bajo cuya cobertura se producen numerosas detenciones,
culminadas en consejos de guerra que condenan a muerte a tres miembros de
ETA y ocho del Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico. A pesar de
que el papa y varios gobiernos piden clemencia, el Consejo de Ministros del
26 de septiembre confirma cinco de las sentencias de muerte y conmuta las
otras. Se fusila a los reos en la mañana del 27.
Las ejecuciones provocan una oleada internacional de protestas, quince
países retiran sus embajadores de Madrid, el presidente mexicano Echevarría
pide la expulsión de la Organización de las Naciones Unidas y la embajada
española en Lisboa es asaltada e incendiada por manifestantes.
El gobierno reacciona convocando una gran manifestación de adhesión a
Franco, que aparece muy desmejorado en el balcón del palacio de Oriente y
pronuncia unas cortas frases. Precisamente en esta fecha son asesinados
cuatro policías en Madrid, sin que se conozcan los autores. Más tarde se sabrá
que los asesinos pertenecen al Grupo Revolucionario Primero de Octubre
(GRAPO), que acaba de nacer ese mismo día.
La salud de Franco empeora y el día 15 de octubre celebra sus últimas
audiencias. A pesar de lo cual, el 17 se empeña en presidir el Consejo de
Ministros con electrodos implantados, mientras los médicos vigilan su
corazón a través de un monitor instalado en una habitación contigua.

Situación crítica
Durante el verano, los generales han hecho detener a nueve miembros de
la Unión Militar Democrática, aprovechando que Arias se encuentra en
Helsinki. A su vuelta, el presidente no se atreve a desautorizar a los generales
y, poco después, el capitán de aviación Juan Ignacio Domínguez celebra una
conferencia de prensa en París para anunciar la existencia de la organización
militar que se opone al franquismo. La noticia, aunque manipulada por la
censura, provoca un gran revuelo en España.
El Tribunal Internacional de La Haya desestima las tesis de Marruecos
sobre la descolonización del Sáhara. Sin embargo, Hassan II cuenta con el
apoyo de Washington y París y acorrala diplomáticamente a España.
Menudean los incidentes fronterizos en el desierto y el rey de Marruecos
anuncia una «marcha verde» destinada a liberar los territorios. Ocultándolo a
Franco y a los militares, Arias máquina para entregar el Sáhara a Marruecos y
encarga la gestión a José Solís, que visita a Hassan II.
Ante la gravedad de Franco, el príncipe asume de nuevo sus poderes el 30
de octubre y, el 1 de noviembre, vuela a El Aaiún para tranquilizar a los
inquietos militares del Sáhara. El día 6 se inicia la «marcha verde» de
trescientos mil marroquíes desarmados, organizados y abastecidos por el
gobierno real. Al día siguiente, el ministro Antonio Carro viaja a Agadir,
donde se entrevista con Hassan II que, el 9 de noviembre, ordena suspender
la «marcha verde» porque dice que ha cumplido sus objetivos.
El estado de Franco se agrava el 13 de noviembre y este mismo día el
príncipe se reúne con los ministros militares para recabar su apoyo.
Seguidamente envía un mensaje a su padre, en el que le anuncia que cuenta
con las Fuerzas Armadas y pidiéndole que no haga comentarios a la prensa
cuando muera el Generalísimo. El conde de Barcelona contiene su disgusto.
En cambio, Arias dimite al conocer que Juan Carlos se ha reunido con tres
ministros a espaldas suyas, deja a España sin gobierno y se niega a regresar, a
pesar de las peticiones del príncipe. Tras mucho insistir, Nicolás de Cotoner,
marqués de Mondéjar, logra que el presidente reasuma su puesto.
Durante la agonía de Franco se firma el acuerdo de Madrid para dejar el
Sáhara bajo la administración de Marruecos y Mauritania; regresan López
Rodó de la embajada de Viena, y Fraga Iribarne de París, mientras el país
contiene el aliento y vive pendiente de los avances informativos. Hasta que, a
las 4.58 horas del día 20 de noviembre de 1975, la agencia Europa Press
comunica la muerte de Franco.

SE PROCLAMA UN REY

Cambiar para que nada cambie


El gobierno entiende que el poder militar resulta decisivo y, con el fin de
controlarlo, publica el testamento en el que el fallecido Generalísimo pide a
los ejércitos que obedezcan al príncipe, a quien Arias nombra capitán general
de Tierra, Mar y Aire.
Juan Carlos acude a las Cortes con dicho uniforme el 22 de noviembre,
jura solemnemente los Principios Fundamentales del Movimiento y
seguidamente es proclamado rey de España. Cuando abandona el hemiciclo,
los procuradores ovacionan a Carmen Franco, hija del fallecido, que se
encuentra en la tribuna de invitados.
El nuevo rey confirma a Arias como presidente, designa a Torcuato
Fernández Miranda presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, nombra
señora de Meirás a Carmen Polo y duquesa de Franco a su hija Carmen
Franco Polo.
En el segundo gobierno de Arias figuran tres generales y un almirante
para tranquilizar a las instituciones militares, que son mayoritariamente
franquistas. Los miembros del Opus son totalmente excluidos y los
ministerios se reparten entre franquistas tradicionales, falangistas reformistas
y aperturistas conservadores. El ministerio de Gobernación queda en manos
de Fraga Iribarne, el ideólogo del gobierno, que se enfrenta a un
recrudecimiento del terrorismo y a una compleja situación laboral. Su
proyecto consiste en reformar el franquismo hasta llegar a una democracia sin
comunistas ni similares, proyectos que parecen excesivamente avanzados al
anticuado presidente Arias, que sólo pretende remozar las instituciones de la
dictadura.
El terrorismo de ETA y de los Grupos de Resistencia Antifranquista
Primero de Octubre y la extrema derecha se alimentan mutuamente; la
oposición democrática comienza a organizarse; el indeciso gobierno responde
con violencia a las perentorias reivindicaciones laborales y las Cortes recelan
de la tibia reforma que Arias les propone el 28 de enero.
Un largo conflicto laboral en Forjas Alavesas desemboca en una huelga
general de Vitoria, donde la policía dispara y causa cinco muertos y más de
cien heridos. Se fugan los presos de la cárcel de Segovia, veinte de los cuales
llegan a la frontera francesa y siete la cruzan; en cambio muere a tiros el
anarquista catalán Oriol Solé Sugranyes, antiguo compañero de Puig Antich.
El 8 de marzo, un consejo de guerra sin garantías jurídicas juzga a los
nueve militares de la Unión Militar Democrática detenidos el pasado verano.
El público, formado por militares seleccionados, interrumpe varias veces el
juicio y hasta insulta a los procesados y a sus familias. La sentencia supone
duras penas de cárcel con expulsión del ejército.
El gobierno intenta disimular la situación repleta de gestos aperturistas:
anuncia un referéndum sin fecha prevista; permite que la Unión General de
Trabajadores celebre su XXX Congreso en Madrid; aparece el diario catalán
Avui y luego El País. No obstante, el proyecto de Ley de Asociaciones
Políticas está detenido en las Cortes por trescientas enmiendas, aunque Fraga
manifiesta que serán legalizados los partidos políticos y el Consejo de
Ministros remite finalmente a las Cortes su proyecto de reforma política.
El 7 de mayo, la extrema derecha, con ayuda de activistas extranjeros,
apoyo de altas personalidades y connivencia de la Guardia Civil, ataca a los
carlistas de Carlos-Hugo de Borbón-Parma en su concentración anual de
Montejurra, con el resultado de dos muertos y varios heridos. Cinco días
después, 127 procuradores en Cortes dirigen un escrito al gobierno en el que
consideran ilegal el proyecto de reforma política, que comenzará a discutirse
el 25.

La dimisión de Arias
Inesperadamente, el 2 de junio, el rey comparece ante las dos cámaras
norteamericanas y anuncia una monarquía democrática para España. Al
regresar, inicia un tira y afloja con Arias, entre acontecimientos de distinto
significado como la prohibición de un Congreso de Comisiones Obreras; el
nombramiento del aperturista general Manuel Gutiérrez Mellado como jefe
del Estado Mayor Central; la celebración del Congreso del Partido Socialista
Popular de Tierno Galván y la fundación del Partido Popular de Óscar
Alzaga, Modesto Fraile, Pío Cabanillas y José Pedro Pérez-Llorca. Sin
embargo, todavía se celebra el Desfile de la Victoria, presidido por el rey.
Hasta que, el 1 de julio, Juan Carlos I consigue la dimisión de Arias y
Torcuato Fernández Miranda maniobra en el Consejo del Reino la
composición de la terna que se ofrecerá al rey y logra colocar a Adolfo
Suárez, un joven burócrata del régimen vinculado a Carrero y a Fernández
Miranda, secretario general del Movimiento en el segundo gobierno Arias.
Ante el estupor general, el rey nombra presidente a Suárez que, el 6 de
julio, comparece ante la televisión prometiendo partidos políticos y
elecciones libres, un referéndum el 15 de diciembre de 1976 y elecciones
libres antes del 30 de junio de 1977.

Suárez, presidente
Para implicar al poder militar en su proyecto, Suárez conserva al
vicepresidente y a tres ministros militares de Arias, aunque cambiando a dos
de sus titulares. Forman el resto del gabinete antiguos franquistas de su
generación, conscientes de que, para sobrevivir políticamente, deben
abanderar una reforma democrática, antes de que lo haga la oposición, aún
desorganizada.
Las Cortes despenalizan el derecho de reunión, manifestación,
propaganda y asociación, el rey renuncia al «derecho de presentación» y se
publica un decreto de amnistía parcial. Entre agosto y septiembre, el ministro
Enrique de la Mata se entrevista con dirigentes de Comisiones Obreras,
mientras Suárez lo hace con los socialistas Felipe González y Enrique Tierno
Galván y convoca a los altos mandos militares para explicarles la futura
reforma política, asegurándoles que no legalizará al Partido Comunista.
El 11 de septiembre se autoriza la Diada de Catalunya, a condición de
celebrarla en Sant Boi de Llobregat, localidad próxima a Barcelona. En la
convocatoria se habla con total libertad y la concentración transcurre sin
incidentes.
El sobresalto llega diez días después, cuando dimite el vicepresidente, el
general De Santiago, por oponerse a la legalización de los sindicatos y
partidos de izquierdas; en su lugar, Suárez nombra al general Gutiérrez
Mellado. Desde las páginas del diario El Alcázar, De Santiago e Iniesta
critican al gobierno, que decreta su pase a la reserva y, cuando recurren,
Gutiérrez Mellado no sabe articular los mecanismos jurídicos militares para
sostener la sanción, que acaba anulándose.
El referéndum para la reforma

Los terroristas se muestran más beligerantes que nunca. ETA se ha


escindido en dos grupos: ETA político-militar y ETA militar. Esta última,
triplica la militancia de su rival y practica un terrorismo intensivo, con
exclusión de cualquier acción política. Los «milis» multiplican sus atentados
contra guardias civiles, policías y la central nuclear vizcaína de Lemóniz,
propagan la extorsión a empresarios con el nombre de «impuesto
revolucionario», captan a «comandos legales» con personas no fichadas por
la policía y extienden sus operaciones a toda España. El terrorismo etarra
asesina el 5 de octubre al presidente de la Diputación de Navarra y a otras
cuatro personas, su escalada de sangre provocará quince muertos antes de
acabar el año.
Cuatro días después, ocho exministros de Franco fundan el partido
Alianza Popular, que se presenta en público el 21 de octubre, encabezado por
Manuel Fraga. Por entonces nace también un nuevo periódico, Diario 16,
hijo de la revista Cambio 16, que se publicaba con gran éxito desde el 22 de
septiembre de 1971.
En noviembre, Suárez logra que las Cortes aprueben el proyecto de
reforma política, que supone su propia disolución para ser sustituidas por
cámaras elegidas libremente. No obstante, la oposición no acepta la simple
modificación del franquismo, exige la «ruptura democrática» y propugna la
abstención en el próximo referéndum del 15 de diciembre. Cuatro días antes
de la consulta los Grupos Revolucionarios Antifranquistas Primero de
Octubre encrespan los ánimos al secuestrar a José María de Oriol, presidente
del Consejo de Estado, ofreciendo su canje por quince presos de la
organización. A pesar de todo, el referéndum se celebra con normalidad y
supone una victoria absoluta del gobierno.
Poco después, el Partido Socialista Obrero Español, la Democracia
Cristiana, el Partido Socialista Popular (PSP), los nacionalistas de Pujol, el
Partido Nacionalista Vasco y Partido Comunista de España forman la
«comisión de los nueve» para negociar con Suárez, al tiempo que, en
Barcelona, se celebran grandes manifestaciones pidiendo «Llibertat, amnistía
i Estatuí d’Autonomia». Por entonces, Santiago Carrillo, que reside
clandestinamente en Madrid, es detenido por la policía y puesto en libertad al
cabo de una semana, incorporándose a la normalidad tras 37 años de
ausencia.

EL GRAN DESAFÍO

La semana sangrienta
A comienzos de 1977 el gobierno disuelve el Tribunal de Orden Público,
autoriza la ikurriña, nombra príncipe de Asturias al hijo del rey y también
parecen abrirse las puertas del infierno. En Madrid, el día 23, un grupo
ultraderechista asesina al estudiante Arturo Ruiz, durante una manifestación
proamnistía; al día siguiente, los estudiantes se manifiestan en protesta y un
bote de humo de la policía mata a la estudiante Mari-Luz Nájera; los Grupos
Revolucionarios Antifranquistas Primero de Octubre, que mantienen
secuestrado a José María de Oriol y Urquijo, capturan también al general
Emilio Villaescusa Quilis y, al anochecer, pistoleros falangistas entran en un
despacho de abogados laboralistas comunistas, sito en la calle de Atocha,
asesinan a cinco personas y hieren a otras tantas. Es una provocación para
que los comunistas se lancen a la calle y el gobierno se vea obligado a
declarar el estado de guerra.
Sin embargo, tanto el gobierno como la dirección del Partido Comunista
saben controlar los nervios y, el día 26, una gran multitud asiste al sepelio de
los asesinados, en el que el Partido Comunista aparece a la luz pública con
sus banderas, cánticos y símbolos, controlado por su propio servicio de
orden, para demostrar que es compatible con la democracia.
El día 28, los Grupos Revolucionarios Antifranquistas Primero de
Octubre asesinan a tres policías y un guardia civil, cuyo sepelio tiene lugar al
día siguiente, presidido por el general Gutiérrez Mellado y el ministro
Rodolfo Martín Villa, en el Hospital Militar Gómez Ulla. Asiste una multitud
en la que predominan los militares, policías y guardias y, cuando aparecen los
féretros, estalla un griterío de vivas al ejército, a Franco y a la Guardia Civil.
Gutiérrez Mellado intenta contener el escándalo y ordena silencio, pero se le
encara el capitán de navío Camilo Menéndez, a gritos y vestido de uniforme.
El gobierno suspende dos artículos del Fuero de los Españoles, el presidente
Suárez declara en televisión: «somos conscientes de la importancia del
desafío», pero el marino Menéndez sólo sufre una semana de arresto.

La legalización del Partido Comunista


Continúa la marcha administrativa y jurídica hacia la normalidad y, el 11
de febrero, la policía libera a Oriol y a Villaescusa. Sin embargo, los partidos
de la oposición se niegan a concurrir a las elecciones si no es legalizado el
Partido Comunista. El gobierno trata de descargarse la responsabilidad
remitiendo el expediente al Tribunal Supremo, mientras suprime el
Movimiento Nacional, la gran organización franquista. Sin embargo, el
Tribunal Supremo devuelve el expediente de legalización y, con la patata
caliente en sus manos. Suárez toma una decisión audaz: el 7 de abril, en
plenas vacaciones de Semana Santa, legaliza a los comunistas por su cuenta.
España contiene el aliento y un terremoto sentimental sacude a las Fuerzas
Armadas. Dimite el ministro de Marina y el Consejo Superior del Ejército
emite una nota de protesta. Pero Suárez capea el temporal y convoca las
elecciones generales para el 15 de abril.
Participan en la votación el 78 por ciento de los electores, venciendo la
Unión de Centro Democrático de Suárez, seguida por el Partido Socialista
Obrero Español y, a mucha distancia, por el Partido Comunista, la Alianza
Popular, el Partido Nacionalista Vasco, los nacionalistas catalanes y otras
formaciones, sin que la extrema derecha obtenga un solo escaño.
Considerando establecida la democracia, la Unión Militar Democrática se
autodisuelve, aunque la democracia no ha rehabilitado a sus compañeros
condenados por el franquismo.
Las presiones de la oposición obligan a convertir las Cortes en
Constituyentes, nombrándose una comisión para que redacte un borrador
constitucional. Mientras tanto, el gobierno busca una fórmula para lograr
estabilidad durante el período constituyente y, el 25 de octubre, gobierno y
oposición firman los acuerdos socioeconómicos llamados Pactos de la
Moncloa.
Don Juan de Borbón acepta los hechos consumados, renuncia a la corona
por la que ha luchado durante toda su vida y cede solemnemente los derechos
dinásticos a su hijo. El antiguo Desfile de la Victoria es sustituido por el
primer Día de las Fuerzas Armadas, que se celebra por primera vez el 30 de
mayo de 1977. Se indulta con tal motivo a los condenados por delitos
militares, excluidos los militares de la Unión Militar Democrática y de la
República. Los políticos de la nueva situación se desentienden de los
militares que lucharon contra el franquismo.
La política catalana reclama el restablecimiento de la Generalitat y, doce
días después de las elecciones, el presidente Josep Tarradellas viaja a Madrid
para entrevistarse con Suárez y el rey. A fin de forzar la situación, el 11 de
septiembre se manifiestan en Barcelona más de un millón de personas, que
piden el Estatuto de Autonomía. El gobierno restaura la Generalitat por
decreto, Tarradellas regresa triunfalmente a Barcelona el 23 de octubre y
forma un gobierno provisional de concentración.

EL AÑO DE LA CONSTITUCIÓN

El cambio es verdad
En 1978 comienza a concretarse el futuro mapa autonómico con la
constitución del Consejo General del País Vasco en enero, la Junta de Galicia
y los regímenes preautonómicos de Aragón, Canarias y País Valenciano en
marzo; Andalucía en el mes de abril; Baleares, Extremadura y Castilla y León
en julio; y Asturias y Murcia en septiembre. A finales de año, los
parlamentarios vascos, excepto los de Herri Batasuna, aprueban su proyecto
de autonomía, el Estatuto de Guernica.
Diversas medidas muestran la realidad del cambio: ingresa la primera
mujer en la Real Academia, Carmen Conde; el Premio Cervantes se otorga al
escritor cubano Alejo Carpentier; se celebran en libertad el primer Aberri
Eguna y el 1 de mayo, y llegan a Madrid ilustres exiliados además de los
restos mortales de Francisco Largo Caballero, presidente del gobierno
durante la guerra civil.
Las fuerzas políticas toman medidas de cara a las elecciones que deberán
celebrarse una vez aprobada la Constitución. La Unión de Centro
Democrático, antigua coalición electoral ahora convertida en partido político,
celebra en octubre su I Congreso, preparándose para hacer triunfar la
candidatura encabezada por Adolfo Suárez. Se unifican el Partido Socialista
Obrero Español y el Partido Socialista Popular, los dos partidos socialistas de
ámbito estatal, y, durante el verano, se integran en las siglas PSC-PSOE los
tres partidos socialistas existentes en Cataluña.
El Partido Comunista prepara un importante viraje ideológico y
programático, que consolida en su IX Congreso de julio. Tras una dura
discusión se aprueba la propuesta de la dirección para abandonar el leninismo
y reelegir, una vez más, a los históricos Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo.
También los sindicatos atraviesan un proceso constituyente. Una vez
desaparecida la Organización Sindical del franquismo, predominan
Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores. En cambio, la
Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que ha crecido
espectacularmente, se automargina del proceso y, en su seno, se enfrentan
hasta escindirse los anarquistas y los sindicalistas moderados. El movimiento
confederal se arruina después de su mayor éxito. Una enorme manifestación
en Barcelona hace temer que renazca el antiguo movimiento libertario. Horas
más tarde se incendia misteriosamente la sala de espectáculos Scala donde
mueren cuatro personas y la policía acusa del hecho a varios cenetistas,
mientras se rumorea que todo es una manipulación organizada desde el
poder. El caso nunca será desvelado, pero hunde para siempre a la
Confederación Nacional de Trabajadores.
Aprobar la Constitución constituye el principal problema político. El 10
de abril la ponencia termina sus trabajos y, el 5 de mayo, se inician los
debates en la comisión del Congreso de los Diputados. El pleno inicia su
discusión el 4 de julio y, ya terminándose el trámite, los diputados del Partido
Nacionalista Vasco abandonan las sesiones sin votar el texto constitucional,
que es aprobado por 325 votos sobre 350. El 14 de septiembre se aprueba una
enmienda vasca sobre los derechos forales y luego se inicia la discusión en el
Senado. Una vez aprobado el texto en una sesión conjunta de las cámaras, el
gobierno convoca un referéndum. La consulta se celebra el 6 de diciembre y
el texto constitucional es aprobado por quince millones y medio de votos, el
87,87 por ciento de los votantes. Tres días después se publica la Ley de
Partidos Políticos y, el 29 de diciembre, el rey, a propuesta del gobierno,
disuelve las Cortes y convoca elecciones generales y municipales para 1979.

Violencia que no cesa


Todo el proceso constitucional ha sido martirizado por el terror. El día 25
de enero, el exalcalde de Barcelona, Joaquín Viola y su esposa son
asesinados en un atentado similar al que mató al industrial José María Bulto
en 1977. El hecho se convierte en la expresión de un naciente frente terrorista
catalanista, que imita los procedimientos de ETA. Los Grupos
Revolucionarios Antifranquistas Primero de Octubre también trabajan para
dificultar la transición política y, el 22 de marzo, ametrallan a Jesús Hadad,
director general de Prisiones.
La situación encrespa la lucha entre los terroristas y las organizaciones
secretas contraterroristas, una de las cuales atenta el 5 de abril contra
Francisco Cubillo, líder del Movimiento por la Autodeterminación e
Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC), que vive refugiado en
Argelia.
A pesar de todo, ETA detenta el principal protagonismo. Había nacido
durante el franquismo y, sin embargo, incrementa sus acciones actuando
contra la democracia y en 1978 inicia una gran escalada. En buena parte,
gracias a las facilidades encontradas en Francia, cuyas autoridades conceden
a los etarras estatuto de refugiados políticos y, a cuatro pasos de la frontera,
les permiten organizar sus bases de descanso, desarrollar sus cursos de
iniciación o de entrenamiento y desplegar toda su logística. Los frutos no se
hicieron esperar: ETA, que había asesinado a 72 personas desde su
fundación, mata a 65 en 1978.
Entre otros, asesina al periodista José María Portell, director de la Hoja
del Lunes bilbaína, y al juez José Francisco Mateu, antiguo miembro del
Tribunal de Orden Público. Le responde una guerra sucia a cargo del Batallón
Vasco-Español y la Triple A, misteriosas organizaciones ultraderechistas.
El 1 de julio entra en vigor un decreto-ley Antiterrorista con el que el
gobierno intenta controlar la situación. Hasta ahora, ETA ha asesinado a
militares destinados en fuerzas de orden público, ahora ataca a los destinados
en el mismo ejército, con la voluntad de provocar un pronunciamiento que
detenga el proceso democrático. Sus primeras víctimas son el general
Sánchez Ramos y su ayudante Pérez Rodríguez, en cuyo funeral los
ultraderechistas insultan al gobierno y al general Gutiérrez Mellado. Éste
soportaba, con escasa ayuda, los ataques e insultos de El Alcázar, que, en
lugar de general, le llama «señor Gutiérrez» y hasta «el Guti», mientras las
camarillas exaltadas, para quienes Carrero Blanco había sido el Cejas y
Arias, Mantequilla, presentan a Gutiérrez Mellado como un masón enemigo
de España y del ejército.
El 3 de octubre, ETA asesina en Bilbao al comandante de marina Asía
Liesa, y muere en Francia el dirigente etarra Miguel Beñarán Ordeñana,
Argala, aparentemente a manos de los duros de la misma banda. El 30 de
octubre, una organización de ultraderecha envía un paquete bomba a El País,
matando a una persona.
Aunque no sólo los terroristas causan víctimas: el 11 de julio se incendia
un camión-cuba cargado de propileno junto al camping de Los Alfaques
(Tarragona), donde una bola de fuego abrasa a 215 personas y hiere a un
centenar.

Ruido de sables
El desmantelamiento del franquismo y la acción terrorista inquietan a
amplios sectores militares, que se encrespan ante el anuncio de una
Constitución, que establecerá un sistema político distinto al franquismo. El
día 11 de octubre, el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero y el
capitán de la Policía Armada Ricardo Sáenz de Ynestrillas citan a otros
militares en la cafetería Galaxia de Madrid y les invitan a participar en un
golpe de Estado, previsto para el día 17. Cuando algunos de los asistentes
denuncian la trama, el gobierno la desbarata, aunque intenta ocultarla, pero la
prensa publica los hechos y obliga al ministerio de Defensa a reconocer lo
sucedido y procesar a Tejero e Ynestrillas.
La «Operación Galaxia» coincide con una campaña del vicepresidente
Gutiérrez Mellado, que recorre diversas guarniciones para explicar a los
mandos militares el proyecto constitucional. La gira transcurre sin novedad,
hasta que, el 19 de noviembre, el vicepresidente militar es insultado
públicamente en Cartagena por el general de la Guardia Civil Juan Atarés
Peña, que es procesado. Gutiérrez Mellado interrumpe su campaña y regresa
a Madrid.

NAVEGANDO EN LA TORMENTA

Terror para todos los gustos


Consolidar la democracia cuesta enormes esfuerzos. La escalada terrorista
parece imparable, excita los ánimos y coloca el cambio político al borde del
abismo. Porque los asesinatos han aumentado significativamente y, a lo largo
de 1979, los Grupos Revolucionarios Antifranquistas Primero de Octubre
matan a 22 personas y ETA a 88. La mayoría de las víctimas son funcionarios
de policía de los diversos cuerpos y la especial campaña etarra contra el
ejército quita la vida a cuatro generales, cuatro coroneles y tres comandantes,
provocando la inquietud en los cuarteles, todavía dominados por la fidelidad
a Franco.
El primer atentado etarra de 1979 tiene lugar el 3 de enero y su víctima es
el general Constantino Ortín, gobernador militar de Madrid. Su funeral se
celebra en el patio del cuartel general del ejército, bajo la presidencia del
general Gutiérrez Mellado y, aunque sólo se permite la entrada de militares,
el vicepresidente militar recibe numerosos insultos y hasta unos golpes en la
espalda, que le provocan una lipotimia. El rey, en su discurso de la Pascua
Militar, califica de bochornosa la manifestación de indisciplina.
Los desmanes terroristas prosiguen en cascada. Pocos después, muere el
magistrado Miguel Cruz y es secuestrado el empresario Luis Abaitua. En
marzo, ETA asesina al general Agustín Muñoz Vázquez; en mayo acaba con
el prestigioso teniente general Gómez Hortigüela, dos coroneles y el
conductor. El 26, los Grupos Revolucionarios Antifranquistas Primero de
Octubre hacen estallar una bomba en la cafetería California de Madrid,
causando ocho muertos y cuarenta heridos.
En junio, el político ucedista Gabriel Cisneros es herido por etarras
cuando intentaban secuestrarlo, estrategia que ya no abandonará la banda
que, en noviembre, secuestra a su compañero de partido Javier Rupérez, más
tarde rescatado por la policía. En julio ETA hace estallar sendas bombas en el
aeropuerto de Barajas y en las estaciones de Atocha y Chamartín, matando a
cinco personas e hiriendo a un centenar. Todo ello acompañado por un
constante goteo de víctimas, que van desde generales y empresarios hasta
agentes, taxistas y camareros.
Tanto terror exaspera a los militares y agentes del orden y sirve de
pretexto para acciones de la extrema derecha. La violencia terrorista sirve de
excusa a las campañas ultras que, tras cada asesinato, se desatan al grito de
«ejército al poder» y propagan la necesidad de «restablecer el orden»
mediante la instauración de un gobierno fuerte. En febrero, unos
ultraderechistas atacan y desfiguran a Pina López Gay, secretaria general de
la Joven Guardia Roja y número dos en la candidatura del Partido del
Trabajo. El 11 de junio, una compañía de la Policía Armada asalta Rentería.
Cuatro días después, varios ultraderechistas asesinan a un joven en el Retiro
y, el 13 de diciembre, una carga policial mata a dos estudiantes en Madrid.

La izquierda conquista los ayuntamientos


El gobierno emprende negociaciones para el ingreso en la Comunidad
Económica Europea, encargando las gestiones a Marcelino Oreja y Leopoldo
Calvo Sotelo. Ahora que España es un Estado democrático ha desaparecido el
principal obstáculo para la integración en Europa y las negociaciones avanzan
a buen ritmo.
Ante los pobres resultados logrados en las últimas elecciones por Alianza
Popular, Manuel Fraga intenta ampliar su base y busca alianzas, que
culminan en enero, cuando se funda Coalición Democrática, formada por su
partido y las pequeñas formaciones que encabezan José María de Areilza y
Alfonso Ossorio. Las elecciones generales se celebran el 1 de marzo y vence
de nuevo la Unión de Centro Democrático de Suárez, con un significativo
avance del Partido Socialista Obrero Español de Felipe González, un ligero
retroceso del Partido Comunista de España de Carrillo y sin grandes
resultados de la Coalición Democrática de Fraga.
La victoria electoral convierte a Adolfo Suárez en el primer presidente
constitucional de España. Sin embargo, los resultados de la Unión de Centro
Democrático son menos boyantes en las elecciones municipales del 3 de
abril, en las que el Partido Socialista avanza decididamente. El día 5, el
Partido Socialista y el Partido Comunista cierran un acuerdo para unir sus
fuerzas en la designación de los nuevos alcaldes, con el resultado de que la
izquierda domina la mayoría de los grandes ayuntamientos y, el 19 de abril,
Enrique Tierno Galván toma posesión como alcalde de Madrid.
La experiencia electoral hace reflexionar a la cúpula del Partido
Socialista, que decide moderar su mensaje a fin de conquistar al electorado de
centro, y Felipe González abandera la idea de que el partido abandone el
marxismo. La polémica estalla en mayo, cuando se celebra el XXVIII
Congreso y el debate se hace tan intenso que González abandona su cargo de
secretario general y el Partido Socialista Obrero Español queda en manos de
una comisión gestora encargada de guiarlo y preparar un congreso
extraordinario. Éste tiene lugar en septiembre, y triunfan las tesis de Felipe
González, que vuelve a ser nombrado secretario general. Al cabo de un mes,
se celebran los referendos para los estatutos catalán y vasco, que son
aprobados.
En esta época, el malestar de los cuarteles produce la primera
conspiración importante. El general Torres Rojas, jefe de la División
Acorazada Brunete, comunica a los oficiales que la Brunete vengará
cualquier asesinato de sus hombres y, secretamente, prepara un
pronunciamiento destinado a llevar al poder al general Vega Rodríguez.
Hasta que la prensa denuncia la situación y, en enero de 1980, el gobierno
sustituye a Torres Rojas por el general Juste Fernández, que es hombre más
moderado. Sin embargo, no se concretan imputaciones sobre Torres Rojas,
que es enviado a La Coruña como gobernador militar.
Paso a paso, entre ilusiones y sobresaltos se asienta el sistema
democrático, que todavía deberá superar su gran prueba de fuego: el
pronunciamiento frustrado del 23-F y el largo juicio de los principales
golpistas.
COSAS Y CASOS

Epidemia de inmobiliarias ful

La racha de escándalos inaugurada con Matesa continuará con el de


Nueva Esperanza, Confecciones Gibraltar, Reace, Sofico, etcétera. He aquí
un comentario de Cuadernos para el Diálogo, dedicado al timo de las
inmobiliarias en junio de 1970:

Nueva Esperanza, Inmobiliarias Pueyo, Construcciones Vilda, y ¿cuántos casos más


en que miles de familias españolas se han visto defraudadas en su legítima aspiración a
conseguir una vivienda digna y han perdido todos sus modestos ahorros, reunidos tras
muchos años de esfuerzo y sacrificio?
Una nueva forma de delitos patrimoniales ha hecho su aparición en estos últimos
años. Parece como si los vulgares delincuentes contra la propiedad estuvieran
abandonando el «tocomocho», la «estampita» o el carterismo clásico, para dedicarse a
operaciones de más altos vuelos y mayor envergadura, acordes con la fiebre de
desarrollo que vive el país.
Hay que señalar, además, que nos son conocidos los casos multitudinarios, los que
desgraciadamente producen impacto a nivel nacional, aquellos en que se encuentran en
juego cientos de millones de pesetas. Pero debemos preguntarnos, ¿cuántos otros se
producen todos los días a escala menor, sin provocar siquiera ya la sorpresa de nuestra
sociedad? La construcción de viviendas llamadas «sociales» se ha convertido en el
instrumento delictivo más «idóneo» de nuestro tiempo, a través del cual los
desaprensivos de toda suerte y condición aprovechan en su exclusivo beneficio el grave
problema y la necesidad que subyace a la cuestión. […]

Manuel del Arco entrevista a Fernández Miranda


En junio de 1970, el ministro secretario general del Movimiento,
Torcuato Fernández Miranda, viaja a Barcelona. Allí es entrevistado por
Manuel del Arco para La Vanguardia. He aquí los más sabrosos fragmentos
de la conversación:

—¿Movimiento quiere decir Falange? —pregunta Del Arco.


—Evidentemente no, pero el Movimiento no puede ser entendido sin la Falange.
—Yo no soy de Falange, ¿usted es ministro mío?
—¿Es usted del Movimiento?
—Que yo sepa, no.
—¿Se considera integrado en el Estado Español?
—Soy español por los cuatro costados, y además carpetovetónico.
—Entonces creo que aunque usted no lo sepa es del Movimiento.
»Aunque no lo sea, yo soy ministro suyo en cuanto soy ministro del gobierno del
Estado en el que usted vive y en el que creo está integrado. Pero ahora tendré que
hacerle otra pregunta, ¿acepta las Leyes Fundamentales del Estado Español?
—¡Y qué remedio!
—Su contestación me parece reticente y en cierto modo elusiva, pero, en último
término, soy, «sin remedio», su ministro.
[…]
—¿Por qué ese temor a los partidos políticos en la España actual, si están formados
por gente de buena fe?
—Sabía que era usted un gran periodista, pero desconocía que fuera tan gran
sofista.
—Acepto el elogio y el palo, pero no me ha contestado, señor ministro.
—Es que usted es un tirador rápido y no me deja. Voy a contestar: digo que es un
sofisma porque no se puede unir un instrumento a la buena voluntad de quien lo
maneja. El instrumento se juzga en función de su utilidad, es decir, en razón de que
cumpla bien o mal la finalidad que persigue. Si el instrumento es malo no lo hará bueno
la voluntad de quien lo maneje.
[…]
—Pero señor Fernández Miranda, y ahora me olvido de que usted es ministro,
pregunto al español inteligente, ¿cree que la fracción que no está con el gobierno no
tiene derecho a una representación en las Cortes?, y pienso en los republicanos, entre
otros, y esto no es un concepto abstracto, sino muy concreto.
—Usted se olvida de que soy ministro pero yo no. Vuelve a hacer un juego de
palabras. Lo importante no es estar con el gobierno o frente al gobierno, lo decisivo es
si se está en el sistema o no. Quien no acepta el sistema o la Constitución, aquí como en
cualquier país, no hay más salida que la subversión. Quien acepte el sistema puede y
debe actuar dentro de él. Aunque no le guste…
—Dilema: ¿o dentro o al margen?
—Eso pasa con todo, se está dentro o fuera, en la profesión, en casa, en el cine, en
el fútbol o en la política. Se está dentro o fuera.
—No juego.
—Es decir, ¿rompe la baraja al final de la entrevista? Faltan las diez de últimas…

Las curiosas elecciones


por el llamado «tercio familiar»
Admitido un resquicio a los sufragios inorgánicos para los cabeza de
familia, sin derecho a las campañas visuales en este tipo de comicios, los
voluntarios que osan presentarse recurren a los más pintorescos méritos. Otro
texto aparecido en Cuadernos para el Diálogo refleja el clima electoral:

Son los títulos esgrimidos como garantía de la bondad de los candidatos lo que pone
de manifiesto, una vez más, la inagotable vena folclórica del país. El primero de estos
avales de calidad municipal es la posesión de una familia numerosa, mucho mejor
avalista cuanto más numerosa y ello es perfectamente lógico de unas elecciones
familiares…

Después se completa con otras referencias biográficas: la imagen familiar


del candidato suele ampliarse con los cargos ocupados con anterioridad en el
presente, una amplia gama que comprende desde puestos de responsabilidad
política (diputado provincial, concejal, consejero nacional), hasta meritísimas
labores deportivas: recordman de Castilla en natación, vocal de la Junta
Directiva del Real Madrid desde 1959, vicepresidente tercero del Rayo
Vallecano (por cierto, que el candidato que aduce tal cargo obtendrá el 95 por
ciento de los votos emitidos en su distrito), presidente de la Federación
Castellana de Béisbol y otros tantos. Debe destacarse también una serie de
detalles anecdóticos que son los que han dado a los programas electorales su
más profundo pintoresquismo celtibérico: el candidato nombrado Campeón
de la Amistad y la Cordialidad fundador de una empresa periodística; otro
candidato aduce haber hecho de rey mago en una cabalgata como ejemplo de
su amor a los niños; el que se presenta por un barrio «castizo» y señorial,
heroico y jaranero, religioso y alegre; el que aparece como «director» de tres
escuelas automovilísticas —una de ellas fundada por su padre, acaso la más
antigua de España—; y el que sigue al Madrid a pesar de tener el pelo blanco;
el que no dispone de servicio doméstico; el que se confiesa autor de 24 libros
técnico-administrativos; el de carácter noble y firme como buen aragonés;
etc. Y coronándolo todo está la salida de un candidato que se aventura como
corolario, por los inefables caminos del ripio:

Por tu distrito…
vota a Fulanito.

Un arrollador fenómeno subcultural:


Simplemente María

El fenómeno sociológico del año y de la década lo constituye un folletín


de inmenso éxito popular llamado Simplemente María. Por las vías de un
género tan degradado como la fotonovela, por las del serial radiofónico o la
del fascículo como secuela, las desventuras de la protagonista las leen o las
oyen millones de personas y hasta facilitan el acceso a la pantalla
cinematográfica de una actriz llamada María Salerno, que presta su rostro a la
peripecia de un tema de origen inequívocamente ultramarino cuya difusión
múltiple hace la fortuna del avispado editor. Un comentarista escribe en
Informaciones que Simplemente Marta es el fenómeno subcultural más
importante con el que nos hemos tropezado en este país. Cuando dos millones
de españoles siguen atentos una emisión radiofónica durante dos años a lo
largo de cuatrocientos capítulos y se venden hasta 170 000 ejemplares de la
fotonovela en 81 semanas, podemos hablar de hecho inaudito, lo cual exige
un detenido estudio. Sin embargo, baste decir que al llegar la protagonista al
aeropuerto de Santa Cruz de Tenerife la reciben con una pancarta que reza:
«Aquí sólo hay dos Marías: la Virgen y tú».
La saga de los novelones lacrimógenos afincada en la década de los
cincuenta con Ama Rosa, seguida por Lucecita y continuada por El derecho
de los hijos, tiene su colofón en la década de los setenta con Simplemente
María.

Mingote, sutil crítico del régimen


A estas alturas de la situación política y del enquistamiento del sistema,
incapaz de evolucionar, el humorista Mingote, desde su tribuna de ABC, se
convierte en el debelador del régimen. Sus personajes, «los hombres de
piedra», son espejo del inmovilismo y los «hidalgos anticuados» y
refractarios a la modernidad, son la imagen del bunker, reducto a toda
evolución. Cuando en el mes de septiembre tienen lugar las elecciones por
sufragio directo a procuradores por el llamado «tercio familiar», novedad que
por las infinitas trabas puestas a los candidatos ya mencionados no alcanza a
sacudir la indiferencia general, Mingote tiene el acierto de crear un personaje,
el candidato Gundisalvo quien, a través de una serie de ingeniosísimas
viñetas, expone las limitaciones y engañifas de la convocatoria que se
sintetiza en un cartel del famoso candidato en el que se dice: «Vote a
Gundisalvo. ¡A usted qué más le da, hombre!». El personaje creado por
Mingote da hasta para hacer un largometraje a su costa.

La censura cinematográfica abre


una válvula: las salas especiales
Al margen del forcejeo cada vez más evidente entre los que aspiran a una
democratización, al disfrute de las libertades políticas, y los que se oponen a
una evolución en profundidad, España vive su existencia cotidiana en el
disfrute del bienestar alcanzado. La gasolina, todavía inmune a la crisis del
crudo, está a ocho pesetas el litro. Los 24 automóviles por cada cien
habitantes se hacen notar en las caravanas de domingueros que se dirigen al
campo o a la playa. Los cines se llenan para ver Experiencia prematrimonial
o Ana y los lobos, pues hasta aquí llega la tolerancia. La escapatoria para
acercarse a lo «no apto» siguen siendo las salas especiales. Allí los cinéfilos
pueden ver en versión original, subtituladas en español, películas no
permitidas en salas comerciales normales. En Madrid funcionan nueve. En
Barcelona, ocho. En el resto del país 34 ciudades cuentan con alguna sala
especial. La denominación de salas especiales, y no de arte y ensayo, se debe
a que en estas últimas la cinta exhibida no puede ser manipulada ni cortada
mientras que en las salas especiales se pueden utilizar las tijeras.
Gracias a las salas mencionadas es posible contemplar El sirviente, Jules
y Jim, El joven Törless, Portero de noche, Fahrenheit 451 y Repulsión.

Uno de los carteles originales de Jules et Jim, de François Truffant.

Los ultras actúan

El grupo de incontrolados Comando de Lucha Antimarxista irrumpe en la


Galería de Arte Theo de Madrid provisto de navajas y, después de amenazar
a la encargada, destroza veinticuatro grabados de Pablo Picasso y arroja sobre
ellos pintura roja y ácido. La prensa más sensata los califica de vándalos.

Sociedad
Se casa el cantante Julio Iglesias con la señorita Isabel Preysler. A esta
boda se unirá la de la infanta Margarita, hija de don Juan de Borbón, con el
doctor Zurita. Estas bodas hacen crecer la tirada de la llamada prensa del
corazón, gremio que por lo inocuo de su contenido se ve a salvo de las
acechanzas de la Ley de Prensa. De este decenio parte el auge de ¡Hola!,
Semana, Lecturas, etc., cuyas tiradas sobrepasan las de cualquier publicación.
La jet marbellí, las andanzas de las folclóricas, la vida y escándalos de la
corte de Mónaco se convierten en tema habitual de la prensa cardiaca,
generosa a la hora de conceder exclusivas bien pagadas cuando los personajes
y personajillos comprenden que es rentable airear sus peripecias e
interioridades.
En diciembre se hace público el compromiso matrimonial entre don
Alfonso de Borbón Dampierre y la señorita Carmen Martínez-Bordiu Franco,
nieta del Caudillo. Desde este punto y hora, don Alfonso cuenta con un
séquito de secuaces que empieza por su propio suegro, el doctor Martínez-
Bordiu, que sueña con ver a su yerno convertido en Alfonso XIV a poco que
su suegro se debilite y caiga en una chochez capaz de arrancarle un cambio
en sus decisiones sucesorias.

La segunda fuga de Eleuterio Sánchez:


la saga continúa
El Lute cumple la condena que interrumpió en El Dueso en el penal del
Puerto de Santa María. Aprovechando el jolgorio y cierto relajo reinante en la
Nochevieja de 1970, pone en marcha un plan cuidadosamente trazado. El
ruido por la celebración de los presos y sus cánticos permiten hacer un
agujero en la pared sin ser oído. Por este agujero se desliza el Lute y con una
cuerda hecha con trapos trenzados y un gancho en su extremo confecciona un
andarivel por el que se desliza en plena noche y aterriza sobre el muro que
cierra el edificio. Después huye en la oscuridad y, aunque se da la voz de
alarma, no puede ser capturado. Ha permanecido cuatro años encerrado
observando buena conducta y dedicando la mayor parte del tiempo a estudiar,
cursando estudios primarios y empezando bachillerato.
De momento su huida le conduce hasta Jerez. Allí y en una zona
residencial se encarama a un árbol donde permanece escondido durante el
día. Sólo desciende de noche para hurgar en las basuras de la zona que, por
ser de gente pudiente, están llenas de restos de alimentación a medio comer,
pollos, carne y guisados. Éste es el primer paso para otra escapada hacia la
libertad.

En televisores, a nivel europeo


Al entrar en el séptimo decenio del siglo XX, en nuestro país la
proporción de automóviles es de 24 vehículos por cada 100 personas. Los
electrodomésticos de línea blanca son la ilusión de los españolitos, que la
satisfacen a costa de entramparse. Entre 1966 y 1970 el valor de las letras
protestadas pasa de un 3,6 por ciento de la renta nacional a un 7,9 por ciento.
Un informe emitido por Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada
(FOESSA) en 1970 descubre el contraste existente en los hogares españoles
entre la abundancia dé bienes de consumo perecederos y la escasez de
instalaciones permanentes como agua corriente, calefacción y sanitarios. El
propio informe destaca que pese al crecimiento experimentado, nuestra
distancia respecto a un país desarrollado como Francia es de diez años en
disponibilidad de automóviles, cuatro años en frigoríficos y sólo dos en
televisores. La invasión del medio audiovisual es un hecho constatable: un
recorrido por los suburbios de chabolas ofrece el despliegue de antenas que
brotan de las viviendas más pobres. En las grandes ciudades, enormes
bloques de alojamiento como colmenas configuraban el tipo de vida de masas
de personas que, entre la jornada de trabajo, pluriempleo incluido, y el tiempo
de los desplazamientos, ven discurrir su existencia sin más esparcimiento que
la contemplación de la televisión, instrumento que manejado por el poder es
el mejor propagandista del milagro español.
Es evidente que la mejora del nivel de vida no se corresponde con una
evolución política ni laboral. Los conflictos sociolaborales saltan a veces en
choques con las fuerzas de orden público, como en el caso de un conflicto en
el ramo de la construcción, en Granada, que se salda con un violento
enfrentamiento con la policía nacional en que resultan muertos tres obreros
en julio de 1970.
Un exgudari arde ante Franco

En septiembre de 1970, Franco está en San Sebastián asistiendo a unos


partidos de pelota vasca en el Frontón de Anoeta. Se produce un hecho
escalofriante. En plena actuación de los pelotaris, un hombre envuelto en
llamas se arroja a la pista desde la tribuna. Es detenido y asistido de las
quemaduras y de las lesiones fruto de la caída. Este hombre es Joseba
Elósegui, un antiguo gudari del Ejército Nacional Vasco que había sido
testigo presencial del bombardeo de Guernica y, según declarará
posteriormente, había querido aparecer ardiendo ante Franco en recuerdo de
la destrucción de la histórica villa. Será juzgado y condenado por perturbar el
orden público. Tiempo después, este hombre narra su brutal experiencia en
un libro al que titulará Quiero morir por algo.

La década dorada del pugilismo hispánico


La aparición del forzudo vasco Juan Manuel Ibar, Urtain, va a convertirse
en un fenómeno de masas. A través de una carrera con no pocas suspicacias
sobre la sinceridad de sus victorias, siempre por KO, Urtain llega a disputar
en el mes de abril de 1970 el título europeo al alemán Weiland. Esa noche,
las calles de las ciudades españolas se vacían. Todo el país se asoma al
televisor. Urtain gana el Campeonato de Europa entre la euforia general. Seis
meses más tarde, lo pierde ante el británico Cooper, un hombre que pelea con
un solo puño: el izquierdo. Sin embargo, la década será gloriosa para el
boxeo español, tal vez la última antes de que el pugilismo inicie un declive
inexorable. En estos años se proclamaron campeones del mundo en sus
respectivas categorías, Pedro Carrasco, Roberto Durán, el hispano-cubano
José Legrá y Perico Fernández. Unos años dorados que, merced a la
televisión, llegan a apasionar a unos españoles sedientos de glorias
deportivas.
La juventud rebelde se mueve
(dentro de lo que cabe)
Una nueva generación, la misma que había distraído su infancia leyendo
El jabato, El sargento gorila o contemplando «El meteoro submarino»,
empieza a pasar de lo divino y lo humano. Muchos jóvenes desean irse a
Londres a empaparse de costumbres europeas y, a su regreso, no serán pocos
los que se van a Ibiza o Torremolinos en busca de una existencia comunal en
la que compartir un canuto.
La tentación de Katmandú, del viaje, engancha a los más osados, que ya
escuchan a Pink Floyd y a Dylan y adornan sus cuartos con pósteres del Che
Guevara o de James Dean.
Como síntoma de la más clara ruptura generacional, la indumentaria de la
juventud empieza a ser específica: tejanos, chupas, botas… El repudio a la
corbata, el rechazo a la americana y el traje gris son una declaración de
principios de antipatía hacia una sociedad en la que se les niega el derecho al
voto, pero se les tienta al consumo, por tanto, el consumidor se antepone al
ciudadano.
La uniformización pasa por el uso del pantalón vaquero hasta tal punto
que en España se venden en 1972 quince millones de prendas por un valor de
doce mil millones de pesetas, lo que da idea de la difusión del tejano, cuyo
precio de venta ese año es de unas mil doscientas pesetas por pieza. La razón
de este éxito no se debe tan sólo a la uniformización de la juventud
masculina, sino a su carácter de prenda «unisex». Las chicas se adhieren
también al pantalón vaquero hasta el punto de que el consumo femenino
representa el 70 por ciento de las ventas totales en el mercado español.
Junto al síntoma diferenciador de la vestimenta o de la melena, aparece
otro más exclusivista y de clan: la jerga o germanía. A partir de la canción
Saca el güisqui Cheli de Desmadre 75, nace un argot al que llaman «cheli»
que empieza a nutrirse de «bocatas», «cubatas», «demasié», «me mola» y que
da un aire de iniciados en una secta a sus cultivadores, incorporando nuevos
vocablos que al poco son privativos de la juventud, la que vive en su «mundo
pop». Nuevos conjuntos musicales como Kaka de Luxe o Radio Futura
poseen una estética que ya anuncia un fenómeno que tendrá a Madrid por
principal escenario: «la movida».

Se extiende el uso del dinero de plástico


En este decenio se extiende el uso de las tarjetas de crédito, lo que, unido
a la posterior existencia de los cajeros automáticos, precipita los hábitos
caprichosos y dispendiosos de los españoles. Su comodidad es evidente, hace
posible salir a la calle casi sin dinero en metálico. Por otro lado, teniendo en
cuenta que en 1972 el número de turistas que nos visitan asciende a treinta y
cinco millones, las tarjetas de crédito son algo que internacionaliza el gasto y
permite la adquisición de artículos de todas las clases.
La existencia de las tarjetas, que proliferan potenciadas por las entidades
bancarias, crea la figura del coleccionista, que hace ostentación del número
de tarjetas que posee. Para ello se dota de unas carteras desplegables en las
que se alinea el catálogo de plástico multicolor. Ante el camarero o el
dependiente, a la hora de hacer un pago, se exhibe el escaparate crediticio en
una prueba de esnobismo no exento de fanfarronería.

La inimitable dialéctica
del profesor Fernández Miranda
El gran tema de debate en lo nacional es el del asociacionismo político
previsto en la Ley Orgánica para dar cauce a lo que se acepta (sobre el papel)
como «contraste de pareceres» o «concurrencia de criterios». El quid de la
cuestión es si las asociaciones que van a aceptarse son partidos políticos o no.
Los cambios de 1969 habían llevado al gobierno en el puesto de ministro
secretario general del Movimiento a don Torcuato Fernández Miranda, como
ya hemos visto antes, catedrático en posesión de una dialéctica de lo más
enrevesada. También él se pronuncia acerca del asociacionismo en esta pieza
oratoria pronunciada en un discurso ante las Cortes Españolas:
Estoy aquí como ministro y, por lo tanto, es obvio que no hablo a título de
vicepresidente del Consejo Nacional, ni en nombre del Consejo. Estoy como ministro,
pero tampoco hablo en nombre del gobierno aunque sí, ciertamente, desde él como
miembro que soy del mismo. Hablo desde mi exclusiva responsabilidad, pero,
naturalmente, vinculado a mi condición de ministro secretario general del
Movimiento…

Prosigue en su interesante argumentación:

Decir sí o no a las asociaciones políticas es sencillamente una trampa saducea. No


caeré en la trampa de decir sí o no al asociacionismo político, porque de este modo no
se aclarará el tema. El tema está en ver si diciendo sí al asociacionismo, se dice también
sí o no, o no se dice sí sino no, a los partidos políticos.

El increíble galimatías del profesor Fernández Miranda finaliza así:

Nosotros queremos asociaciones políticas que no sean partidos políticos. Pero para
hacer esta afirmación hay que buscar cuáles son las notas características del partido
político, y si nosotros quitamos de esas notas alguna, echamos agua al vino, pero
seguirán siendo partidos políticos más o menos modificados. Y si quitamos todas las
notas, más o menos destruidos. ¿Queda algo que de verdad se puedan llamar
asociaciones políticas?

La impagable pieza oratoria merecerá que Evaristo Acevedo incluya a su


autor, con todo merecimiento, en su sección «La cárcel de papel», de La
Codorniz. El justo encierro simbólico no es del agrado de las autoridades, que
imponen al semanario una sanción de cuatro meses de suspensión de la
publicación.

La guerra de las estrofas


Ciertamente tras la apariencia monolítica del franquismo subyace una
sorda pugna de intereses y hasta de choques personales. Es el caso del
enfrentamiento entre Jaime de Campmany y Emilio Romero, dos periodistas
que al amparo del sistema vivieron y medraron, aunque nadie puede
regatearles su brillante pluma y su talento de polemistas. Por una cuestión
personal se llega a la «guerra de los sonetos» que empieza Campmany con
éste:

Dime, Emilio Romero, por tu vida


cuál será hogaño el sol que más caliente,
cuál el ministro más longuipotente,
cuál el árbol de sombra más tupida.
Dime cómo conjugas a medida
el pasado, el futuro y el presente:
cómo llevar, al que entra, la corriente:
cómo espolearle a la salida.
Conservador tenaz, «progre» fecundo,
anteayer liberal, hoy socialista,
mañana reaccionario en un momento.
Emilio: cuando dejes este mundo,
no habrá perdido España un periodista,
¡España habrá perdido un parlamento!

Responde Emilio Romero:

Oye, Jaime Campmany, si no sabes


todo lo que antecede en un minuto,
puedes estar seguro que no vales
ni para hacer la o con un canuto.
Seguro que no estás en tus cabales
queriendo hacer la mezcla en tu macuto
con el póker, el whisky, editoriales,
camisa azul y algún puñal de Bruto.
Antes has de pensar, que herir en vano
con el verso y el arte escatológicos,
mirarte a tus fracasos antológicos.
Nadie te va a creer que con buen fin,
escribas en el alma en cada mano,
sirviendo a España, al Cielo y a Botín.

Estrambote:

Deja ya de enviarme madrigales,


así no serás nunca un académico,
acaso vate de los tribunales.

Que ambos plumíferos tienen buenos motivos para no arañarse por añejas
historias lo certifica este soneto de autor anónimo aparecido en el Diario
Español de Tarragona:

Dime, Emilio Romero, por tu vida,


dime, Jaime Campmany, por tu abuela;
qué prurito, qué sarna y qué viruela
os ha puesto la piel tan escocida.
Cervantes os lo dijo, y se os olvida,
que si apeláis a riña de plazuela,
y tenéis de cristal vuestra rodela,
no dirimáis con piedra la partida.
Para jugar a levantar la manta
y exponer al ludibrio otros balcones,
debe ser impecable el que levanta.
Mas vosotros, dilectos fanfarrones,
dueños de una trastienda que me espanta,
¿cómo osáis levantaros los faldones?

El humor hispánico (impreso)


florece a pesar de todo
A pesar de las circunstancias restrictivas, o tal vez por ellas mismas, una
de las válvulas sociológicas que alcanza más brillo en el inicio de la década
de los setenta es la del humor. La Codorniz se rejuvenece, estimulada por la
competencia de otro semanario del mismo cariz llamado Hermano Lobo. Los
nombres de Summers, Saltés, Forges, Ops se unen a los ya conocidos de
Máximo, Munoa, Serafín, Pablo y a los textos de Carandell, Vicent, Umbral y
Chumy Chumez, provocando un renacimiento de la prensa humorística que
actúa con una osadía siempre al filo de la sanción. Obras como Celtiberia
show, de Carandell, o Autopista, de Perich, alcanzan tiradas multimilenarias.
Posteriormente aparecerá otro semanario, Por favor, donde brillan Perich,
Vázquez Montalbán, Marsé y Maruja Torres, entre otros.

¿Apertura? Sí, pero para el destape


Ante la creciente demanda de libertades, el gobierno juzga menos
peligroso para sus intereses mantener el puño cerrado (simbólicamente) para
la apertura en lo político y abrir la mano en la tolerancia exhibicionista de un
buen cuerpo femenino. Es lo que constituye el fenómeno del «destape»,
presente en posados cada vez más atrevidos a cargo de aspirantes a estrellas
como Agatha Lys, María José Cantudo, Blanca Estrada o Azucena
Hernández. En el cine se pueden visionar filmes de creciente audacia
argumental y abundante exhibicionismo femenino, como La Corrupción de
Chris Miller o No es bueno que el hombre esté solo. El régimen entiende que
con estas tolerancias aparenta una evolución que la cerrazón política niega a
todas luces.
De los simples posados se pasará a la entronización de lo «verde». El que
observe la cartelera cinematográfica o teatral española no podría asegurar que
vive en el país que no hace mucho se autodefinía como la reserva de los
valores espirituales de Occidente. El semanario Cambio 16, jugando a la
paradoja y aludiendo al desmadre de la permisividad, publica en un suelto:
«Películas que no se pueden ver en el extranjero: Polvo eres…, Mi mujer es
muy decente dentro de lo que cabe, Cuando el cuerno suena, Chicas de
alquiler». El destape llega a sus últimas consecuencias con el primer desnudo
del cine nacional, el de Alicia Sánchez en Furtivos, aunque esta honrosa
primicia se la disputa María José Cantudo en La Trastienda.
En el teatro, Victoria Vera exhibe su pechera al viento en ¿Por qué corres
Ulises? Pero la máxima licencia llegará con Equus, en la que hay una escena
en la que los protagonistas María José Goyanes y Juan Ribo han de aparecer
en cueros. Después de un forcejeo con la censura, interpretan el papel
tapándose las partes nobles con un slip.
En otros meridianos de la tolerancia, el movimiento gay hace su aparición
en sociedad con el Frente de Liberación Gay, cuya reivindicación tiene en las
tablas su refrendo con la obra Los chicos de la banda, una historia de
homosexuales en la que actores como Galiana, Corroto, Resino, Kremel,
Tundidor, Carpenter y Velasco hacen una creación de sus respectivos
papeles.
Un aspecto cultivado por la prensa en uso de cierta libertad es la
realización de encuestas, destinadas a conocer las inclinaciones de un cuerpo
social hasta entonces condenado al silencio. Las encuestas también abordan
temas relacionados con lo epidérmico, que en los escenarios alcanzará con
Oh! Calcuta el desnudo integral.
En plena licencia para el despelote, un semanario hace un sondeo entre
conocidos artistas partiendo de la pregunta: «¿Estaría dispuesta a desnudarse
en escena o ante las cámaras?». Responden afirmativamente Pilar Velázquez,
Emma Cohén, Agatha Lys, Charo López, Carmen Maura y Conchita Velasco.
Massiel puso condiciones.

Captura definitiva del Lute.


El final de la escapada
Desde su huida del penal del Puerto de Santa María en 1971, todo el clan
de los quinquis, empezando por sus hermanos el Lolo y el Toto, ayuda a
Eleuterio a escapar ante la orden de busca y captura dictada contra él. En
julio de 1972, está a punto de ser apresado en Málaga. Resulta herido en un
tiroteo, pero se escabulle del cerco que le rodea en Alcalá de Guadaira.
Finalmente, el 2 de junio de 1973, un grupo de policías disfrazados le localiza
en el barrio sevillano de Juan XXIII. El Lute, su hermano el Lolo y Frasquita,
una gitanilla de quince años con la que Eleuterio se había casado, son
detenidos. Uno de sus captores dice: «Ahora vas a descansar, Eleuterio», a lo
que éste repone: «Tiene usted razón. Ya era esto demasiada lucha. Ya me
encontraba cansado». En presidio, El Lute consigue rehabilitarse.

El Lute, detenido en Sevilla en 1973, tras varias fugas.

El crimen de Los Galindos

El día 24 de julio de 1975, en el cortijo de Los Galindos —sito en el


término sevillano de Paradas— aparecen los cadáveres de dos hombres y dos
mujeres: Ramón Parrilla, José González, Juana Martín y Asunción Peralta.
Todos ellos trabajadores del cortijo, muertos de muerte violenta producida a
golpes de azadón o herramienta semejante. Las pesquisas aventuran como
posible autor al capataz del cortijo, Manuel Zapata Villanueva, en paradero
desconocido. Sin embargo, una búsqueda más profunda descubre, en otro
lugar de la finca, el cuerpo del capataz con la cabeza destrozada a golpes, con
lo cual la posible autoría del capataz se desvanece. Se comprueba que su
muerte data de la misma fecha de los cuatro occisos. Las más exhaustivas
pesquisas no consiguen localizar al autor del quíntuple crimen que
conmoverá a la opinión pública e inspira una novela de Alfonso Grosso y
hasta una película. Hay hipótesis para todos los gustos en cuanto al móvil del
crimen, pero el delito queda en el mayor de los misterios sin que el autor o
autores puedan ser identificados.

Empiezan los aires de cambio


Ante España se abre una nueva situación y el que quiera buscar algún
indicio de cambio puede encontrarlo en un signo premonitorio: en las nuevas
acuñaciones de monedas del rey, el perfil del monarca mira hacia la
izquierda. El de Franco, obviamente, hacia la derecha.
Los síntomas del cambio social también se agudizan. El 30 de mayo, en el
Paraninfo de la Universidad de Barcelona, se clausuran las «Jornadas
Catalanas de la Mujer». Más de tres mil quinientas mujeres protagonizan
manifestaciones en pro de la igualdad de derechos y la liberación de la mujer
en todos los órdenes. Nuestro país se hace eco de los movimientos de
Woman-Lib que en los países democráticos reivindican el papel de la mujer
en la sociedad.
Que el país tiene muchas asignaturas pendientes es toda una evidencia.
Una de las más flagrantes es la recuperación de filmes malditos,
rigurosamente prohibidos durante la dictadura. Así, se empiezan a exhibir El
gran dictador, Morir en Madrid, Canciones para después de una guerra y,
poco después, tocará el turno a To be or not to be y La dolce vita. Todo lo
cual constituye una revitalización para las taquillas, ya que la competencia de
la pequeña pantalla afecta a la concurrencia en las salas de cine.
La tolerancia al destape que se apunta en las postrimerías del franquismo
se incrementa todavía más. Proliferan las publicaciones basadas en el casi
desnudo como Persona, Primera plana, Repórter y sobre todo Interviú que,
con su fórmula de escándalo y exhibicionismo femenino, sienta las bases para
el éxito. En septiembre de 1976, la portada de Interviú nos ofrece a Marisol
desnuda en todo su juvenil y turbador atractivo. Según datos de la empresa
editora de la revista, se vendieron cuatrocientos mil ejemplares gracias a la
portada. La prensa del destape tiene tal éxito que llega a acaparar el 70 por
ciento de la venta de los semanarios del país.
Al amparo de la tolerancia censora, surgen también otras publicaciones de
carácter erótico-escatológico cuyos títulos hablan por sí solos. Eran El Ligón,
El Tocón, El Decamirón e historietas como Blanca Nieves y los siete enanitos
lascivos.
Dotado de contenido y aprovechando la oleada calenturienta que nos
invade, aparece Diccionario secreto, del que es autor el académico Camilo
José Cela. Éste, en el acto de presentación de la obra en un hotel de Mallorca,
empieza su disertación cantando una coplilla que dice: «Las niñas de Jávita
que venimos a joder aquí…». Y luego añade: «Lo que ha sucedido es que
España se ha puesto cachonda».
Una nueva oleada de bellezas desinhibidas hace su aparición al socaire
del sarampión nudista. Son Bárbara Rey, Silvia Tortosa, Yolanda Ríos,
Adriana Vega, Fedra Lorente, Isabel Luque y como símbolos de la tolerancia,
Nadiuska, una chica venida del Este que se harta de hacer películas
monotemáticas con varón reprimido como oponente, y Susana Estrada, que
lleva a los escenarios todo lo que permite la nueva libertad, convirtiéndose en
algo así como la sacerdotisa del despelote.
El gobierno, alarmado ante la ola de erotismo, quiere frenarla. Se exige
omitir el desnudo en la portada de las publicaciones, se obliga a vender
enfundadas las revistas de destape y se dictan medidas sobre las zonas de la
anatomía a exhibir. Es cosa poco duradera. Pasado un tiempo se empieza a
hacer la vista gorda y las fotos en cueros de las famosas se brindan como
oportunidad para resarcirse de años de represión.

Lo que faltaba. El antipapa


del Palmar de Troya
Desde hace algún tiempo se viene hablando del Palmar de Troya, lugar de
una supuesta aparición de la Virgen Santísima, lo que da lugar a que un
administrativo sevillano llamado Clemente Domínguez, dándoselas de
vidente, empiece a excitar una religiosidad popular y milagrera que le permite
fundar una nueva Orden Carmelita de la Santa Faz. Ésta se convierte en lugar
de peregrinación y foco de atracción de creyentes de alta credulidad, que
proceden de diversos países y hacen importantes aportaciones dinerarias. En
enero de 1976, un obispo vietnamita exiliado consagra a 43 obispos entre los
secuaces de la cofradía. Es suficiente para que el Vaticano decrete la
excomunión de los implicados. Pero Clemente sigue actuando y tras sufrir un
accidente que le deja ciego, a la muerte de Pablo VI se proclama papa con el
nombre de Gregorio XVII. Ya como «antipapa» canonizará a Franco y a José
Antonio. Esto sucede en pleno siglo XX.
El falso Sumo Pontífice sevillano no tiene mejor ocurrencia que irse de
viaje pastoral y, en tierras de Ávila, se atreve a menoscabar la importancia de
Santa Teresa, relativizándola en comparación con la Virgen Macarena de su
tierra. Nunca debió haberlo hecho. Apenas se divulgan sus imprudentes
manifestaciones, un nutrido grupo de lugareños se lo quieren hacer pagar
caro y, a cantazo limpio, obligan a Clemente y a su séquito a poner pies en
polvorosa. La intención es arrojarlos de cabeza al Tormes. La acción de la
Benemérita lo impedirá.

La prostitución no decae
Curiosamente, a la mayor permisividad de costumbres imperante y cuyo
signo externo más patente es el desahogo con el que las parejas se besan en
público y hasta llegan a ser sorprendidos haciendo el amor en algún parque o
descampado, corresponde un aparente crecimiento de la prostitución.
Algunos lugares de alterne optan por el topless y los salones de masajes
empiezan a proliferar, ofreciendo desde una sauna a servicios mucho más
sofisticados. En Barcelona se descubre una red de call-girls para altos
ejecutivos, y entre las que se prestan a endulzar las noches de los atareados
profesionales hay jóvenes estrellas del destape y alguna señora deseosa de
aliviar la nómina familiar con las treinta mil pesetas en que se valora una
noche de amor con show y cena incluida. En Mallorca, se dan cuenta de la
existencia de una amplia red de prostitución que actúa en hoteles de lujo,
nutrida, en su mayoría, por chicas extranjeras de las que se dice que «si sólo
vinieran a la isla para hacer turismo, lo más probable es que no vinieran». En
1977 se calcula que España cuenta con más de medio millón de prostitutas,
entre las que hay que consignar la presencia de portuguesas, francesas,
argentinas, libanesas, guineanas, marroquíes y filipinas. La mayoría de estas
últimas han llegado a España para dedicarse al servicio doméstico, ya que las
españolas que quieren trabajar de criadas son cada vez más raras. La traída de
fámulas filipinas, deseosas de salir del subdesarrollo y del hambre de su país,
se pone de moda entre la burguesía. Cierto número de estas muchachas de
Mindanao, o de Panay, sea mediante engaños o chantajes, acaban por ejercer
el viejo oficio, menester que se lleva a cabo en Madrid desde la calle de la
Ballesta hasta la Costa Fleming y calle del Capitán Haya. En Barcelona, esta
actividad se constata en zonas del Ensanche, con la consiguiente alarma del
vecindario sorprendido por tan desacostumbrada presencia. En Bilbao, de las
célebres Cortes se pasa a los aledaños de la Plaza Elíptica.
Una encuesta hecha entre mujeres de la vida, en 1977, revela sus amargas
quejas por lo que llaman la existencia de una competencia desleal o
«competencia coyuntural de la aficionada». Se trata de muchachas de la
burguesía baja y media, estudiantes y dependientas de grandes almacenes,
que se introducen en el oficio de manera descontrolada al objeto de conseguir
unos ingresos complementarios que les permitan vestir a la moda, poder
comprarse un apartamento o pagarse un viaje exótico de vacaciones. En esta
prostitución coyuntural se descubre la bajada del tono moral del país, así
como un alza alarmante de las enfermedades venéreas.

Del recato al nudismo


En la España de la democracia recién estrenada, el verano de 1978 va a
marcar un gran hito en el proceso de liberalización individual. Ese verano se
impone en las playas mediterráneas la moda del «monokini». En Tossa, en
Benidorm, en Torremolinos, el panorama de mujeres sin sujetador ofrece un
plebiscito abrumador. En más de una ocasión, señoras maduras con senos
estrepitosamente desparramados ofrecen su desnudez de cintura para arriba,
llevadas por el imperativo de la moda con la que nos colocamos en cabeza de
los países más «progres», en un bandazo muy propio de nuestra idiosincrasia,
tras años de haber sido la reserva espiritual de Occidente. La innovación no
está privada de sobresaltos. En una playa, unos jóvenes al parecer chapados a
la antigua deciden desnudarse y se niegan a volver a cubrirse con sus ropas
hasta que algunas chicas que toman el sol a pecho descubierto no se tapen. En
otra playa, una señora mayor que está con sus dos nietos se pone a protestar
en voz alta, indignada por lo que juzga la indecencia de una mocita que lleva
sus senos al aire. Otras muchachas, al ver el alboroto, increpan a la señora y
un grupo que viste bañador de dos piezas se apresura a quitarse el sostén en
solidaridad con la atacada.
Pero la licencia no se limita al topless. En algunas playas de zonas más
retiradas empieza a practicarse el nudismo integral. Lo más engorroso para
los amantes del naturismo, entre los que se cuentan alemanes, franceses,
italianos y escandinavos a los que rápidamente se unirán españoles negadores
de que el cuerpo humano tenga partes buenas y partes malas, es la legión de
mirones que atraídos por la novedad se apostan en lugares desde los que
pueden contemplar hombres y mujeres vestidos todo lo más con un reloj de
pulsera. Frente al nudismo, la reacción gubernativa es débil. Tan sólo en
Menorca e Ibiza y, probablemente a instancias de un Poncio Pilato demasiado
púdico, la Guardia Civil interviene pidiendo a los nudistas el pasaporte o
carné de identidad, pretensión ingenua dado que los interpelados van sin
prenda alguna en la que albergar cualquier documentación. En un reportaje
dedicado a la existencia de las playas nudistas se registran datos curiosos,
como la insospechada presencia en ella de parejas encueradas procedentes de
Navarra o Soria, regiones donde, tradicionalmente, se ha rendido culto al
recato más estricto. Un psicólogo, analizando el fenómeno del nudismo
parcial o integral, da esta explicación:

De tiempo se ha asociado —aun en las mentes más pretendidamente liberales—


desnudez con pecado, falta de ropas con morbosidad, naturismo con sexualidad sucia u
oportunidad para relaciones sexuales furtivas. ¡Como si para llevarlas a cabo fuera
obligatorio desvestirse! Acaso lo más saludable de este fenómeno del desnudismo en
España sea que, pese a la brutalidad de la represión de los siglos pasados, y,
concretamente, de los últimos treinta años, hoy puede verse a familias enteras —niños,
jóvenes y mayores— tomando el sol sin complejos, tal como vinieron al mundo.
Evidentemente, algo ha cambiado bajo el sol de España, cuando en el
curso de una generación se ha pasado de la imposición del bañador completo
y de la separación de sexos al común retozar natural de hombres, mujeres y
niños tan desnudos como Adán y Eva en el paraíso terrenal.

El tema del aborto sale a la luz


La noticia del proceso que va a celebrarse en Bilbao contra unas mujeres
acusadas de haber abortado, así como la detención en Cerdanyola (Barcelona)
de otras inculpadas de lo mismo, provocará uno de los gestos colectivos más
significativos de la transición política. Ya en vísperas del proceso se registran
recogidas de firmas y reacciones de asociaciones feministas en protesta
contra el acto, produciéndose también manifestaciones de mujeres en los
alrededores de la Audiencia bilbaína. Se ha replanteado de nuevo el tema de
los problemas personales, sociales y económicos de la madre que se ve
impelida a abortar. En plena polémica se hace público el llamado
«documento de las famosas», un escrito avalado por casi cuatro mil firmas y
cuyos párrafos iniciales dicen así de claro:

Ante el juicio de las once mujeres de Bilbao sobre el aborto y las detenciones de
Sardañola y ante la creciente represión en contra del aborto, nosotras, mujeres,
exigimos la amnistía de todas las mujeres y hombres encausados por aborto, la
inmediata libertad sin fianza de los detenidos de Sardañola y un cambio en la
legislación que contemple el aborto libre y gratuito. Por tanto, las abajo firmantes,
conscientes de las consecuencias y de las repercusiones penales que nos pueda reportar,
declaramos:
Yo he abortado.

El revuelo se produce al conocerse el nombre de algunas de las firmantes,


personas destacadas en ámbitos de la vida nacional tan propicios a la
notoriedad pública como el cine, el periodismo, la canción, la política o la
abogacía. Entre las personalidades políticas se cuentan Pilar Brabo, Carlota
Bustelo, Cristina Almeida, Matilde Fernández, Eva Forest y Eulalia Vintró.
Entre las actrices están Lola Gaos, Tina Sainz, Emma Cohén, Núria Espert,
María Cuadra. Entre las cantantes se puede enumerar a Ana Belén, Massiel,
Maria del Mar Bonet, Guillermina Motta. Entre las letradas, Cristina Alberdi
y Lidia Falcón. Y entre las periodistas, Rosa Montero, Mercedes Milá,
Nativel Preciado y Soledad Gallego-Díaz, a las que se añaden las escritoras
Montserrat Roig y Rosa Regás. Cerrando la nómina de famosos, Pilar Miró,
directora de cine. Desvelados los nombres, la curiosidad periodística interpela
a algunas de las firmantes y les pide detalles de las circunstancias en que
tomaron la decisión de abortar. La mayoría de ellas se limitan a reafirmarse
en su solidaridad, haciendo honor a su firma. El revuelo es tan considerable
que se prefiere no indagar. Es muy difícil tomar represalias contra tanta
gente, y se estima como coartada el que si el aborto ha sido practicado en el
extranjero, no cabe inculpación y, por otra parte, para muchas de las
autoinculpadas podría haber transcurrido el plazo de prescripción del delito.
En cualquier caso, esta declaración pública es como un reto que dará alas a
los colectivos feministas amparados en el argumento de «A ver si se atreven a
abrir diligencias». Y no se atrevieron. Esta acción representará un primer
paso en el camino hacia la despenalización del aborto.

Del riesgo de la droga al azar del juego


Fenómeno ciertamente inquietante y de cuya extensión está percatándose
la España de finales de la década es el comienzo de la difusión del consumo
de droga. Del porro de la década de los sesenta, como expresión de euforia
compartida y síntoma de liberación, se está pasando a la droga dura que se
extiende sobre todo entre la juventud. El entrar en el «mogollón», el
«enrollarse», es confesión de muchachos y muchachas caídos en la
drogodependencia, primer paso hacia la prostitución, la delincuencia y la
inseguridad. El fenómeno no hará más que crecer y aumentar hasta sus
últimas consecuencias, hasta convertirse en una verdadera plaga social.
Cierto es que no toda la juventud cae en la trampa de la droga. Una buena
parte frecuenta discotecas que viven un auge esplendoroso. El grupo Pachá
posee diez establecimientos por toda España, el grupo Cerebro, ocho. Y
luego están los Traumas, Psicosis, Metamorfosis, Boceado, Tiffany’s, Bikini,
donde entre el atronar de los decibelios se da rienda suelta al contoneo más
libérrimo. Una película estrenada por estas fechas, Fiebre del sábado noche,
propaga el apogeo del «travoltismo», el tipo hortera, y aun del «macarra»,
puestos de moda. Miguel Bosé, cuya declarada ambigüedad le da caracteres
muy arquetípicos del momento, no vacila en hacer una nueva declaración:
«Me encantan los macarras».
Si el baile de discoteca se ofrece como exponente lúdico de la época, el
bingo se cuenta entre uno de sus mayores exponentes sociológicos. En el
camino hacia la legalización del juego, que llegará con la apertura de casinos
abiertos a todos los juegos de azar, el bingo es la primera gran tentación que
abarca a jóvenes y viejos. Muchos grandes hoteles habilitan su sala de bingo,
dada su rentabilidad, y para el mismo juego se abren gran número de locales.
En 1978 los españoles se gastan ciento treinta y cinco mil millones de pesetas
en jugar al bingo y no le va a la zaga el gasto hecho en las máquinas
tragaperras, negocio que da para hacer grandes fortunas. Si añadimos que en
la lotería de Navidad de 1977 se juegan trescientos mil millones de pesetas
tendremos un cuadro por el que, unido a lo jugado en los casinos, en las
quinielas y en el cupón de los ciegos, se describe a la sociedad española como
una de las más esperanzadas en las virtudes del juego como medio de
enriquecimiento. En años sucesivos el Estado explotará esta ludopatía, que
parece ser nuestro distintivo nacional, en su beneficio creando nuevas rifas
como la lotería primitiva.

La aparición de Tip y Coll


En esta década se produce la aparición televisiva de una pareja destinada
a hacer historia, no sólo en el medio, sino en los anales del humor hispánico.
Se trata, evidentemente, de Luis Sánchez Polack (Tip) y José Luis Coll. Su
gracia novedosa, inteligente, que hace juegos malabares con el lenguaje y
asombra con las proposiciones más abracadabrantes es de infalible efecto.
Ellos solos dignifican el medio televisivo. El contraste entre ambos es
mágico. A las propuestas disparatadas y de un absurdo de la mejor ley que
hace Tip, Coll representa el retruécano que complementa la situación
haciendo de prestidigitador del lenguaje. Vale la pena recordar aquí una
anécdota de José Luis Coll que acredita el gran ingenio que posee. En 1975
publica su célebre Diccionario, que es un prodigio de agudeza en la disección
de los vocablos y en la búsqueda de las interpretaciones más inesperadas.
Según se ha sabido, el rey Juan Carlos tenía interés en tener un ejemplar
dedicado y José Luis, cumpliendo el regio deseo, estampó la siguiente
dedicatoria: «A sus Majestades los Reyes Juan Carlos Primero y Sofía
después».
Tras su etapa televisiva, y ya separados, Tip tendrá un largo protagonismo
radiofónico de la mano de Luis del Olmo actuando en el programa «El Estado
de la Nación», y hasta el final de sus días seguirá desternillando a sus oyentes
con su peculiar e inimitable estilo y sentido de un humor irrepetible.
Miguel Gila sigue siendo gancho en todas cuantas apariciones televisivas
hace, fiel a su estilo de gracia carpetovetónica y sus parodias siempre
hilarantes. Por lo demás, hay que reconocer que es una etapa brillante para el
humor, como demuestran las citadas publicaciones dedicadas a provocar la
sonrisa, desafiando un clima con escaso sentido del humor.

El dúo humorístico Tip y Coll en las fiestas del Pilar de Madrid.

La radio revive
Ante la aplastante superioridad de la innovación televisiva, la radio,
distracción exclusiva de los españoles, sobre todo de los desfavorecidos en
los años cuarenta y cincuenta, pierde audiencia. No obstante, nuevas figuras
empiezan a recabar oyentes haciendo valer su personalidad y una manera
especial de entender el alcance populista que podía tener el medio. Éste es el
caso de Luis del Olmo con su programa «De costa a costa», magazine
matutino de alcance nacional que se beneficia de no tener competencia
televisiva. Encarna Sánchez empieza a acaparar la atención de la audiencia
noctámbula con su «Encarna de noche», una especie de teléfono de la
esperanza radiofónico, ante el que se revelan problemas humanos, situaciones
límite de seguro impacto sobre el oyente. Un periodista deportivo procedente
del diario Pueblo —José María García— encuentra en el micrófono la caja de
resonancia para superar una limitación cultural, causa de divertidas pifias.
García no deja títere con cabeza al tomar el tema del deporte como un
sucedáneo de la crítica político-social, vedada todavía en los últimos años del
franquismo. Otras figuras de la radio como Iñaki Gabilondo, José Domingo
Castaño, José Luis Pecker y Joaquín Prat emergerán acusadamente en esta
década. Algunos de ellos se sirven de su popularidad en la radio para dar el
salto a la televisión, donde su desparpajo les vale como conductores de
concursos. Otros hombres salidos de la radio, como José María Íñigo o
Alfredo Amestoy, se convierten en personajes populares de la televisión
gracias a la gran audiencia de programas como «Estudio abierto» y
«Directísimo», en el caso del primero, y «Los Botajara», en el caso del
segundo. Otros programas muy seguidos son «Hora 25», «Carrusel
deportivo» y «Clásicos populares».
Como dato económico revelador del ascenso radial, baste decir que si los
ingresos por publicidad se sitúan en 1976 en tres mil millones de pesetas, en
1978 ascienden a cinco mil cuatrocientos millones.

La crónica negra de principios de los ochenta


Para los ávidos del crimen, el delito del año es el misterioso asesinato de
los marqueses de Urquijo ocurrido en el mes de agosto de 1980. El rango de
las víctimas, la multiplicidad de sospechosos y las muy particulares
características del entorno familiar rodean al crimen de los ingredientes
imprescindibles de un thriller de la mejor ley. Más de un año se tarda en
descubrir al presunto autor. El asesinato se atribuye al marido de la hija de los
marqueses, Rafael Escobedo, pero las sospechas abarcan hasta amigos del
presunto, todos ellos gente de buena familia. Ante lo oscuro de las
circunstancias la justicia opta por condenar acogiéndose a la ambigua fórmula
de definir el delito como perpetrado por el condenado «solo o en compañía de
otros». Escobedo queda recluido en el penal de El Dueso para cumplir la
pena de cincuenta y cuatro años que le ha sido impuesta, pero se quita la vida
ahorcándose.
Unos meses después se produce la «ejecución» del industrial Vila
Carbonell tras la «condena» impuesta por un consejo de familia, dado el
dominio tiránico y opresor que el señor Vila Carbonell ejercía sobre el clan
familiar. Un clan formado por su mujer y seis hijos, todos los cuales se han
confabulado para cargar la autoría a una de las hijas, menor de edad, para así
atenuar la culpa. La viuda del occiso, llamada «la dulce Neus», después de
varias peripecias que incluyen evasión de la cárcel de Wad-Ras y huida a
América con documentación falsa, adquirirá tal notoriedad que hasta se
presta a exhibir sus flácidas carnes en una revista especializada en el
desnudo.

Algo de la música que oíamos


Musicales en televisión, espacios radiales como «Los 40 principales» son
los difusores de un orbe melódico o rítmico que va desde lo paleto y grotesco
de la charanga del tío Honorio, hasta lo refinado de Un ramito de violetas de
Cecilia, cantante que morirá algún tiempo después en accidente de tráfico.
Igual destino tendría el popularísimo Niño Bravo, fallecido a los veintiocho
años en 1973, aureolado por sus éxitos con Noelia. Voces surgidas la década
anterior como Luis Eduardo Aute, José Luis Perales, Víctor Manuel, Joan
Manuel Serrat, Miguel Ríos se mantienen en el rango de cantantes y
cantautores, mientras que conjuntos como Los Bravos, Los Pasos, Los
Relámpagos, Los Diablos alimentan el contoneo parpadeante de las
discotecas. Éxito con mayúsculas es el que consigue Paco de Lucía con el
flamenco-pop de Entre dos aguas. Julio Iglesias quiere refrendar su
popularidad participando en el Festival de Eurovisión de 1970 con
Gwendoline, pero no pasa del quinto puesto.
De fuera nos llegan dos inolvidables piezas altamente representativas de
la música del siglo XX: Tubular Bells, de Mike Oldfield, e Imagine, de John
Lennon. También es representativa la popularísima horterada que incorpora
John Travolta con Fiebre del sábado noche. La gran popularidad de Evita no
puede evitar que se llore por Argentina, sometida a una dictadura ferozmente
represiva. Quilapayún y los de Palacauina con Carlos Mejía Godoy y su Son
tus perjúmenes mujer nos traen aires ultramarinos. Los mismos que María
Dolores Pradera resucita con sus valsecitos peruanos.
Los setenta confirman a Rocío Jurado como la principal tonadillera de
nuestro tiempo, pero recordemos que su aparición nada folclórica en
«Cambie su suerte» en Televisión Española con transparencias y sin
sujetador alguno, provoca el despido de un alto cargo televisivo. Después su
carrera se orienta por los faralaes y la tonadilla, hasta llegar a una cima a la
que tan sólo Isabel Pantoja pudo aspirar a soñar.
En esta pincelada sólo cabe citar a aquellos monstruos que son Pink
Floyd, Stevie Wonder, Sting, Bruce Springsteen, Petula Clark y su Down
Town, que acaparan la escucha de una generación.
Acabaremos recordando la denodada defensa de lo ibérico hecho por
Peret y su rumba catalana en su participación en Eurovisión, en 1974 con una
pieza llamada Canta y se feliz, apología de nuestro sol y de nuestro talante
que da una felicidad inmune a lo europeo, es decir, indiferente ante ese
Mercado Común que nos cerraba sus puertas.

La televisión que vimos


En 1971 aparece «Crónicas de un pueblo», serie didáctico-política de
alcance lugareño, como su nombre indica, con personajes bonachones pero
un tanto zoquetes.
En 1972 comienza la serie «Stop». Se consolida el espacio «Estudio
abierto», en la segunda cadena, que presenta José María Iñigo. «España Siglo
xx» cubre con dignidad el obligado espacio destinado a tratar los temas
históricos. Gran éxito del concurso creado por Narciso Ibáñez Serrador «Un,
dos, tres, responda otra vez» que hace famoso a don Cicuta (Valentín
Tornos), y da notoriedad al presentador Kiko Ledgard, y a los tacañones y las
secretarias, de las que saldrán Victoria Abril, Aurora Claramunt, Agatha Lys,
Yolanda Ríos, María Casal, Lidia Bosch, Silvia Marsó.
En 1973, «La cabina» de Antonio Mercero obtiene un Emmy y el Premio
Internacional de la Crítica en Montecarlo. Todo merecidísimo. Se inicia la
serie «Los camioneros» para lucimiento de su viril protagonista, Sancho
Gracia. Las andanzas del pequeño saltamontes, de mayor Kung Fu, apasionan
al telespectador, que puede ver al pacífico peregrino sortear dificultades con
mano de hierro y pies de plomo, y a cámara lenta. También se produce el
auge de los detectives alternativos, los cuales aseguran la popularidad de
Madigan, MacCloud y Amos Burke a la espera de la llegada de Colombo.
En 1974 tiene gran éxito la serie infantil «Pipi Calzaslargas». Tom Jones
y Engelbert Humperdinck son la atracción máxima de una edición
extraordinaria del programa «Señoras y señores» con motivo de la
Nochevieja. Se imponen las series de dibujos animados infantiles como
«Heidi y Marco».
Nuestra televisión adquiere color en 1975, relegando el blanco y negro a
algo prehistórico. Es el año de «Los picaros» de Fernán Gómez, de «Fauna
ibérica» de Rodríguez de la Fuente y del paso de José María Íñigo y su
«Directísimo» a la primera.
En 1976, el cambio político se registra en Televisión Española con un
nuevo contenido de los telediarios que presentan Eduardo Sotillos, Lalo
Azcona y Pedro Macías. La serie extranjera que acapara más audiencia
entonces es «Sandokán», que crea una verdadera psicosis en torno a su
protagonista, Kabir Bedi. Este viaja a España para comprobar la enorme
popularidad adquirida. Nuevos espacios, sintomáticos de la apertura, entran
en antena como «La clave», que dirige José Luis Balbín. Lo literario tiene su
programa semanal en la segunda cadena con «Encuentro con las letras», que
dirige Carlos Vélez y en el que intervienen Fernando Sánchez Dragó, Jesús
Torbado y Daniel Sueiro entre otros. Bárbara Rey presenta «Palmarás», un
programa musical. La serie nacional de éxito es «Curro Jiménez», otra vez
con Sancho Gracia, al lado de José Sancho y Álvaro de Luna. Y aparece
«Raíces», que narra las desventuras de Kunta Kinte.
Un año más tarde aparecen «La casa de la pradera» y «Kojac»,
protagonizada por Telly Savalas. Como realizaciones propias destacan
«Suspiros de España», de Armiñán, y «Cuentos y leyendas de Páramo».
La serie «Hombre rico, hombre pobre» acapara audiencias abundantes en
1978, pero las series británicas como «Los Roper» y «Un hombre en casa» ya
tienen su atractivo.
En 1979 se sigue con extraordinario interés la serie «Yo Claudio», un
producto con mucha calidad, pero también tienen su público otras series de
menor calado como «Los Ángeles de Charlie» o «Vacaciones en el mar». El
programa «A fondo», basado en las inteligentes entrevistas de Joaquín Soler
Serrano, demuestra el valor documental de la televisión y da voz a personajes
como Borges, Vargas Llosa, Josep Pía, Onetti, Delibes, Cela, Paz, Cortázar y
Rulfo.
En 1980, las maldades de J. R. en «Dallas» baten récords de audiencia. Le
sigue «Verano azul».
Finalmente, en 1981, dos series importantes acaparan la audiencia y
dignifican la televisión: la inglesa «Arriba y abajo» y la española «Los gozos
y las sombras», basado en el texto de Gonzalo Torrente Ballester.
Soler Serrano entrevista al artista Salvador Dalí en su programa «A fondo».

La crisis de los ochenta


y la delincuencia juvenil
Hay que reconocer que el estamento policial es el que, en esta época de
paro, no carece de trabajo. El terrorismo, la delincuencia habitual y como
tarea excedentaria, la que proporciona la enorme crecida de la delincuencia
juvenil. Ésta tenía ya sus figuras míticas, como Kung Fu, especialista en el
robo de coches desde la más temprana edad, o el Jaro, muerto sin haber
salido de la adolescencia. En Barcelona se hacen famosos el Vaquilla y el
Torete, salidos del barrio de La Mina, un arrabal donde se agolpa toda la
miseria del desempleo y de la marginación. El director de cine José Antonio
de la Loma aprovecha la popularidad de estos tipos para hacer un filme de
gran éxito titulado Perros callejeros. Lo mismo hace Carlos Saura con un
golfillo llamado el Mini, que protagoniza la película Deprisa, deprisa. Lo
curioso es que a pesar de «fumar» y de, en ocasiones, estar con el «mono» y
«picarse», estos muchachos metidos a actores, mientras dura el rodaje se
comportan irreprochablemente, se muestran como personas encantadoras, con
un gran sentido de la amistad y cumplidoras. Alguien lo atribuye a que por
primera vez están ocupados y trabajan en algo que les gusta, lo cual da la
razón a la terapia ocupacional. El caso del Mini es patético. Cuando se da la
noticia de que la cinta Deprisa, deprisa acaba de recibir el Oso de Oro en
Berlín, y a diez días de su estreno en Madrid, el Mini, en realidad llamado
José Antonio Valdelomar, acaba de ser detenido por haber cometido un
atraco a mano armada en una sucursal del Banco de Vizcaya en la calle Ríos
Rosas. El dinero cobrado por actuar en la película —trescientas mil pesetas—
ya se lo había gastado.
A un ritmo de mil nuevos parados por día, el número de muchachos que
vivían de espaldas a las instituciones no hace más que aumentar. Los
problemas de tipo social que tal situación acarrea son desoladores. Un 29,4
por ciento de las víctimas del paro juvenil se dedica al consumo de drogas, al
alcoholismo, a la violencia o a la delincuencia. El robo de vehículos, el tirón,
el atraco en portales o ascensores navaja en mano, son los tipos de delito
escogidos por estos marginados. Un 11,2 por ciento se entrega al pasotismo
viviendo a salto de mata. Un 7,9 por ciento vive su situación en continua
tensión, rodeado de problemas familiares. Los demás confiesan debatirse en
plena desesperación, sumidos en una visión pesimista y derrotista ante la vida
y el futuro. ¿Cabe mejor caldo de cultivo para caer en una existencia fuera de
la ley?

España se droga
Otro fenómeno que provoca un aumento de las visitas a los Montes de
Piedad y la alarma de la sociedad española es la droga, cuyo consumo crece
en progresión geométrica. Del980al981 casi se duplica la cantidad de droga,
concretamente heroína, decomisada. Todo apunta a que el azote no ha hecho
más que empezar.
La imperiosa necesidad de conseguir fondos para poder comprar droga y
saciar el «enganche» lleva a las familias al infierno. Los objetos de valor
empiezan a desaparecer de los hogares. En el mejor de los casos para ser
llevados al empeño. En el peor, para ser malvendidos. El decenio de los
ochenta tendrá que afrontar la problemática de la droga como una de las
plagas de mayor incidencia sociológica, sanitaria y delictiva, y la principal
causa de desestabilización de la cotidianeidad familiar, rota por la presencia
de un drogadicto, capaz de devorar un patrimonio y destrozar toda armonía,
convirtiendo la existencia colectiva en una pesadilla. Porque, en escasamente
ocho años, España ha pasado de ser un país de tráfico, a serlo de consumo de
drogas.
Puede afirmarse sin temor que ningún joven, llegados a la mitad del
decenio, se ha visto libre del «camello» que ofrece su terrible mercancía. El
número de detenidos por tráfico de drogas llega en 1984 a once mil
quinientos y el de heroinómanos se calculaba en unos cien mil; se estima en
cuatro millones los consumidores habituales de algún tipo de droga, incluido
el alcohol.
La droga, la cultura underground, la abierta promiscuidad sexual rinden
culto a fenómenos como la estética punk, todo un desenfreno de la «nueva
ola» y en no pocos casos abocado a la sobredosis mortal. Poco tiempo
después, la aparición de los primeros casos del síndrome de inmuno
deficiencia adquirida (SIDA) elevará un riesgo que se convierte en auténtica
amenaza para la salud pública, y no son pocas las víctimas jóvenes
sacrificadas en pleno furor de vivir a la última. Entre ellas, hijos de
personajes harto conocidos de la vida intelectual y científica española.

Coplillas sobre el 23-F

El «tejerazo», como gesto con raigambre hispánica y muestra de redaños,


da lugar a la aparición de muñecos con tricornio y visibles atributos de
virilidad pareada, de venta en tenderetes especializados en insignias, retratos
y emblemas del régimen franquista, pero, por otro lado, también sirve de
inspiración de coplillas burlescas como ésta:

En la villa de Madrid,
la del Oso y el Madroño,
pronunció un guardia civil
un seco y sonoro coño
que se oyó en Valladolid,
en Pamplona y en Logroño
y en el resto del país,
y que nos dejó pasmados
a mayores y retoños.

La coplilla sigue en ese tono para acabar con estos versillos:

Deseamos que ese Tejero


se meta en el agujero
(del cu…, se
sobreentiende)
su fascismo puñetero.
Y lo mismo que Tejero…
los demás, que ya me
entienden.

Otras, con la conocida música de Morena Clara, se aplican en estos


términos:

Estando en el Parlamento
todos juntos en sesión,
entró un civil con bigotes
y dijo «Eso se acabó».
«Rendios», gritó Gutiérrez
y con Tejero se peleó.
Al suelo saltaron todos,
menos Suárez y otros dos.
Suárez, que aguantó el tipo,
explicaciones pidió.
Tejero se ha molestado
y al escaño le envió…
La gran novedad que apasiona: el vídeo

En 1982, y a manera de pórtico del año entrante, se hace saber que a los
tres años y medio de aparecer los «lilas» (los billetes de mil duros con la
efigie de Carlos III), la inflación se ha comido un 50 por ciento de su valor, y
el paro se sitúa en los 2 150 000 desocupados. Pero como seguimos siendo el
país donde cualquier paradoja puede tener cabida, al propio tiempo se
anuncia el ficha je del futbolista Diego Armando Maradona por el F. C.
Barcelona al precio de mil millones de pesetas, el más caro de la historia del
balompié. En pleno auge del dinero de plástico, y para facilitar nuestro
inveterado hábito de aficionados, los cajeros automáticos (la banca
electrónica) se han puesto de moda. Las cajas de ahorros —se anuncia— van
a invertir ocho mil millones de pesetas en la instalación en los próximos tres
años de mil doscientos cajeros automáticos, lo que aumentará su número de
ochocientos a dos mil. En cuanto al uso de las tarjetas de crédito, se estima
que un 40 por ciento de los españoles hace uso de éstas habitualmente,
habiéndose doblado el número de usuarios en apenas tres años.
En el permanente tránsito de una novedad tecnológica a otra, 1982 es el
año del lanzamiento del vídeo. La proximidad de los campeonatos del mundo
de fútbol que van a tener lugar en nuestro país, dispara la venta de vídeos a
aficionados ávidos de registrar, para su solaz, los momentos gloriosos de
nuestro deporte nacional. En 1981 ya se venden en España noventa mil
vídeos y todas las expectativas anuncian una duplicación de las ventas para
1982. Algunos aventuran una venta de doscientos mil, lo que supondrá para
el comercio de electrodomésticos unos ingresos de treinta mil millones de
pesetas. Como la coyuntura es favorable, algunos hipermercados hacen una
oferta que incluye un vídeo, un televisor y un casete por 125 000 pesetas.
Algunas entidades bancarias, con tal de que se haga una imposición mínima
de 250 000 pesetas, regalaban un televisor en color; si se dobla esta cantidad,
el cliente puede llevarse a su casa un vídeo.
Es el boom del vídeo, a cuyo amparo florecen los videoclubes, negocio
que crecerá como la espuma. Ante una oferta televisiva basada en productos
como «Los camioneros» y «Los invasores», es de todo punto preferible
alquilar un largometraje. Sin desdeñar a aquellos que gracias al vídeo pueden
grabar series como «Arriba y abajo», «Viaje con André Malraux» o «Los
gozos y las sombras». Sea como fuere, el vídeo representa la liberación
respecto a los horarios de los programas de televisión, el acceso a las cintas
pregrabadas y la posibilidad de hacerse una videoteca con material propio o
adquirido.

Diálogos (nada platónicos) en pleno 23-F

A partir del mes de febrero de 1982, toda España está pendiente del juicio
contra los treinta y tres militares implicados en la intentona golpista del 23 de
febrero del año anterior. En el Servicio Geográfico del Ejército se habilita
una sala que va a ser escenario de las sesiones de un proceso al que se le
atribuyen caracteres de prueba para la democracia: es su enfrentamiento con
un sector militar tras del que se ocultaba una trama civil que nunca ha sido
debidamente esclarecida. Con motivo del proceso sale a relucir, gracias al
periodista Pepe Oneto, una conversación telefónica sostenida entre el teniente
coronel Tejero y Juan García Carrés, el único civil inculpado. El diálogo se
produce cuando Tejero tiene al Congreso en su poder y está esperando —
nervioso— la llegada del personaje clave que nunca hizo acto de presencia.
Vale la pena reproducirla como botón de muestra del estilo y del léxico de los
golpistas, y como documento de valor histórico y documental:

GARCÍA CARRÉS: Dígame, un momentito por favor.


TEJERO: Coño, me cago en la leche…
G. C.: Éstos han cortado la comunicación. Va un regimiento para allá. No
te muevas que te quiere hablar…
T.: ¿Cómo me voy a mover, cojones? Si de aquí no se puede uno mover.
No sé lo que harías tú aquí.
G. C.: Que no cortes, coño.
T.: Me cago en la puta que os parió…
G. C.: Un momento, no cuelgues…
T.: Estoy pasando un rato cabrón…
G. C.: Villaviciosa y Pavía van a salir. Aguanta y que comuniques a la
gente todo esto.
T.: Pero ¿cómo que aguantar? Pero tú te crees que aquí no aguantamos…
G. C.: Oye la radio. Me dice Pedro que está mintiendo.
T.: Nos ha jodido, claro que está mintiendo…
G. C.: Por favor, aguanta que la victoria es por España.
T.: Eso, ¿me lo estás diciendo a mí, Juanito?
G. C.: Los hombres de honor sabrán corresponder a todo eso.
T.: Juanillo, no me hagas propaganda, coño.
G. C.: Ánimo, ánimo, aguanta, aguanta…
T.: Va un manifiesto para El Alcázar. Se lo hemos dado a Abad para que
lo publique. Coño, coño, porque la radio dice lo que le sale de los
huevos…

El teniente coronel Antonio Tejero irrumpe, pistola en mano, en el Congreso de los


Diputados durante la segunda votación de la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como
presidente del Gobierno.
Una nueva clase: los divorciados

Rara vez el español medio ha tenido una vivencia tan activa de los
problemas económicos, ni nunca ha estado más cerca de seguir los avatares
del IPC (índice de Precios al Consumo) o del PIB (Producto Interior Bruto)
en la sabiduría de lo que significan estas siglas. Y como en toda ocasión en la
que algo preocupa a la colectividad, no falta quien la deriva hacia los terrenos
de la broma. Los chistes sobre asuntos económicos, en especial los relativos a
Hacienda, pasan a formar parte preferente del catálogo de los humoristas.
Los cambios sociales experimentados entre 1979 y 1984 dan pie al
establecimiento de nuevos estatutos legales, como el estado civil de
«divorciado/divorciada» que, debidamente reflejado en el DNI, equivale a
una situación de disponibilidad que autoriza a contraer nuevas nupcias. Si
tras la implantación del divorcio la curiosidad se concreta en conocer su
aceptación y en cifrar el número de parejas con el nuevo estatus, una vez
sabido esto se trata de tener idea del cómputo de reincidentes, porque hay
quien sostiene que «una de las ventajas de que no hubiera divorcio en España
es que así nadie se volvía a casar. Con una vez para toda la vida parece
suficiente». Ciertamente, el divorcio lo toman los españoles más como
portillo de evasión del matrimonio que como vía libre para contraer otro. Y
así, frente a los diez mil divorcios que se han tramitado desde su aprobación
hasta abril de 1982, el número de reincidentes sólo se acerca a los mil. Lo
curioso es que estos ciudadanos no pertenecen al fastuoso mundo del
espectáculo. Son gente corriente, en muchos casos personas mayores que
quieren solucionar una situación de matrimonio natural, de unión libre de
larga duración, para legalizar su situación y cobrar una pensión. Algunos
casos descubren secretos llevados durante largo tiempo, como un anciano de
setenta y cinco años que explica su historia de este modo:

En el barrio, nadie sabe que estamos sin casar. A mí no me importa pero a mi mujer
sí, por eso me divorcié hace un mes y ahora me vuelvo a casar. Mi señora es soltera y lo
que más trabajo me ha costado ha sido encontrar a mi primera mujer, hasta que la
localicé en Valencia en donde vivía con otro señor y del que tiene hijos. El follón era de
aúpa porque nosotros también teníamos hijos, que eran como hijos de soltera. Ahora,
gracias a unos abogados jóvenes, amigos de mis hijos, hemos solucionado la papeleta.

En general, son más los reincidentes varones que las hembras, porque
éstas suelen quedarse con los hijos y una nueva boda acarrea más problemas.
También es posible admitir que dado el grado de independencia adquirido por
las mujeres, les importa menos casarse por segunda vez. Al margen de estos
casos de reincidencia, es de notar que el número de uniones libres crece en
España, confirmando los temores del ministro Fernández Ordóñez,
expresados al promulgarse la ley del divorcio.

Aumento de las violaciones


Otro fenómeno que llega a convertirse en pesadilla diaria es el de las
violaciones. Su incremento, a semejanza de lo sucedido con la droga, se
produce a un ritmo ascendente. En 1989 hay 855 denuncias por atropello
sexual. Esta cifra refleja una realidad, pero no toda, pues es bien sabido que
gran parte de estos hechos no son denunciados, por vergüenza o por una
creciente desconfianza en la eficacia de la justicia. La sociedad española ha
alcanzado un alto nivel de permisividad. Las relaciones sexuales han roto casi
todos los tabúes. La iniciación sexual plena rebaja su listón hasta comienzos
de la adolescencia. La prostitución sigue vigente y el gran comercio creado a
su alrededor tiene acceso a los medios de comunicación impresos que
anuncian multitud de salas de masaje, clubes privados, lugares de encuentro
para parejas y contactos de lo más estimulantes y variados. Las posibilidades
de cohabitar, mediante estipendio, detallan hasta la aceptación de tarjetas de
crédito. En ningún caso puede hablarse de una sociedad reprimida. Pero es el
caso que esta misma sociedad, su montaje recreativo y diversivo, está
construida sobre unas bases que han hecho del sexo y la violencia su manjar
cotidiano. Producciones cinematográficas y televisivas reiteran hasta la
saciedad escenas de obvia escabrosidad. El permiso para la apertura de Salas
X, especializadas en el cine porno, que se produce en 1983, aumenta el
repertorio de estímulos al alcance de los españoles, que además se completa
con todo género de cintas de vídeo de este género. Hasta la satisfacción de
inclinaciones sadomasoquistas, puede servirse de los sex-shops. Es decir, la
panoplia de excitantes se sirve con fruición y en las más variadas ofertas.
Además, la publicidad se muestra machacona e insistente. Los anuncios,
sobre todo los de perfumería, reflejan un universo de mujeres fascinantes,
disponibles, dispuestas a rendirse ante la aparición de un varón, con tal de
que haya rociado su anatomía con la loción X. Cine, televisión y publicidad
toman a la audiencia como un gigantesco despliegue de mirones, gozosos
ante un continuo enfoque erotizante de la vida, como si tal cosa sea lo más
corriente y al alcance de cualquiera.
Del desajuste entre la oferta de incitaciones y la realidad, pero sobre todo
de la exaltación del sexo violento, nace la especie de los violadores y la racha
de actos de este tipo de cuya frecuencia y de su ambigüedad, a la hora de
decretar su sanción penal, han surgido manifestaciones populares, reacciones
del feminismo militante y la necesidad de crear medios de asistencia a
mujeres violadas.

Recursos extremos
para hacer frente a la crisis
Una estadística hecha a comienzos del año 1983 en el sector industrial da
cuenta de que desde 1974, año del comienzo de la agudización de la crisis
económica, cerca de cien mil empresas pequeñas, medianas y grandes han
dejado de existir. Las difíciles circunstancias son un buen caldo de cultivo
para que los empresarios recurran a todos los trucos y artimañas (léase
fraude) con vistas a subsistir. Prueba de ello es el descubrimiento en
Barcelona de una descomunal estafa a la Seguridad Social, en la que
aparecieron implicadas setenta y dos empresas y cincuenta y tres personas,
algunas con apellidos de rancia solera entre la burguesía catalana. El monto
de la defraudación ascendía a 1600 millones de pesetas.
Entre los varios signos de la creciente existencia de capas de pobreza
resultantes del paro, uno de ellos es el rebrote de la actividad en los
gimnasios. El boxeo, al que la sociedad del bienestar ha reducido a un rango
residual entre los deportes, vuelve a ser señuelo para muchachos forzudos
que ven en el pugilismo, como antaño, la redención de la pobreza. La
mayoría están «empleados en el paro», usando su propia expresión, y así
disponen de todo el tiempo libre para entrenarse.
Un preparador, al constatar la afluencia de pupilos, da esta clarísima
explicación: «Entre las doce cuerdas no se conoce la piedad si se quiere ser
figura. Pero también otras cosas no conocen la piedad, como la miseria y el
paro. Y los que vienen aquí soñando con abrirse camino a base de puñetazos,
lo saben».
Otro indicador sociológico del empobrecimiento es el volumen de objetos
pignorados en los Montes de Piedad, reflejo de la miseria vergonzante de la
clásica clase media que quiere y no puede aparentar cierto bienestar, mientras
malvive de unas rentas de por sí insuficientes y reducidas, día a día, por la
inflación. Se trata de conseguir dinero para salir de un apuro o poder llegar a
fin de mes: de poder pagar la letra del televisor o la cuenta de un tendero que
no está dispuesto a fiar ni un día más. Y hoy hay que comer. El Monte tiene
una capa de clientes habituales, integrada mayormente por señoras: son las
víctimas de su pasión por el juego del bingo que las lleva a agenciarse dinero
con el que poder seguir entregadas a su vicio, porque en el Monte se puede
empeñar de todo, no sólo alhajas. El paso del tiempo, y la creación de un
nuevo repertorio de enseres que rodean y sustentan nuestra vida cotidiana, se
evidencia en un cambio en la clase de objetos. Ya no se empeñan colchones
como cuando en los años cuarenta ése era el último recurso para poder
pagarse una entrada para ver torear a Manolete. Pero se siguen empeñando
juegos de sábanas o mantelerías de hilo. Y, por supuesto, lo tradicional: el
abanico de nácar, el mantón de Manila de la abuela o el reloj del abuelo.

España, paraíso fiscal… hasta ahora


Sobre el español medio gravita la idea de que la cuestión impositiva está
en trance de redoblarse con la gestión de Miguel Boyer al frente del
ministerio de Hacienda. Estadísticas salidas a la luz ponen de relieve el
carácter de paraíso fiscal que había sido este país durante la década de los
setenta. Tomando como punto de partida el año 1972, en este año el número
de contribuyentes es de 338 802, de los cuales prácticamente 75 por ciento
hacen una declaración negativa. En 1979, el número de declaraciones
presentadas (contribuyentes) asciende a 2 836 411 y, de ellas, 70 por ciento
sigue siendo negativa. Pues bien, en 1981, si el número de obligados a hacer
la declaración sobre la renta ha ascendido a 6 500 000 contribuyentes, la
cantidad de declaraciones negativas había descendido 25 por ciento. En el
mes de diciembre de 1983, unas manifestaciones hechas por el inspector
central de Hacienda revelan «la gran caza emprendida para eliminar las
bolsas de fraude y descubrir al millón y medio de españoles que debían
declarar y no declaran». «Sobre estos caerán las iras del infierno», comentó el
secretario de Estado de Hacienda, el señor Sevilla. Por otro lado, las
perspectivas para 1984, desde el punto de vista salarial, no son nada
halagüeñas: el propósito gubernativo es hacer que la subida de salarios no
vaya más allá de 6,5 por ciento, un punto y medio por debajo de la inflación
prevista para 1984. Estas declaraciones caen en el mayor de los escepticismos
ya que desde 1980, y pese a las previsiones de los responsables de la
economía nacional, el crecimiento de los precios, y por consiguiente el
aumento en el coste de la vida, ha ido por encima de las subidas salariales.
Queda claro que el gobierno socialista, en su propósito por modernizar
España, ha establecido un alto precio: moderación salarial y elevación de los
impuestos, de lo cual es exponente la implantación del IVA, cosa que trae a
mal traer a los españoles, pues el impuesto sobre el valor añadido no eximirá
ni a los productos culturales —yerro que se reparó posteriormente.
Según se proclama, ése era el precio que había que pagar para superar la
crisis y crear los ochocientos mil puestos de trabajo prometidos.

Los ladrones andan sueltos


Noticia que lleva el escalofrío a la ciudadanía en la primavera de 1983 es
la propiciada por lo que se ha dado en llamar la «contrarreforma» del
ministro de Justicia, Fernando Ledesma, y por la que todos aquellos
detenidos en prisión preventiva inculpados por un delito al que corresponda
una pena inferior a la de prisión mayor, de seis años en adelante, serán
puestos en libertad. El aumento de la delincuencia ha hecho que el ministro
de justicia anterior, Iñigo Cavero, bajara el listón de la prisión provisional
reteniendo hasta aquellos inculpados de un delito al que correspondía una
pena de prisión menor de seis meses y un día en adelante.
Arguyendo que la ley de Cavero era anticonstitucional y, sobre todo, el
estado de las cárceles (la Modelo de Barcelona, con capacidad para
ochocientos reclusos, alberga dos mil quinientos; y la de Madrid, con cabida
para mil trescientos, acoge a dos mil doscientos), se aprueba una ley por la
que de los 10 729 presos preventivos existentes entre la población penal
española, entre cinco mil y seis mil van a resultar beneficiados y, en
consecuencia, ser puestos, de inmediato, en libertad. La calle, el escenario de
la inseguridad, va a experimentar un buen refuerzo de tironeros.
Ni que decir tiene que la oposición y un sector de opinión, harto de haber
experimentado la inseguridad ciudadana en su propia carne, ponen el grito en
el cielo. Va a ser la mayor suelta de «chorizos», de descuideros y de rateros
de la historia penitenciaria española. Y todo el mundo conviene en que si el
estado de las cárceles es lastimoso, el remedio no está en que la sociedad
sufra la presencia de miles de maleantes sueltos dispuestos a reincidir. Ya
bastante temor hay con el riesgo que reportan los permisos de fin de semana,
algunos tan incomprensibles como los otorgados a los ultras Hellín y
Fernández Guaza, permiso que aprovecharon para huir al extranjero. Y esto
era el mal menor. Otros lo aprovechan para ajustarle las cuentas a su mujer,
realizar algún atraco o asesinar en cumplimiento de una venganza.
El hecho cierto es que el atasco en el aparato judicial, causante de que
haya presos preventivos con cinco y seis años en espera de juicio, no se
quiere resolver dotando a la Administración de Justicia de los medios
necesarios, sino incrementando la inseguridad ciudadana.
Ante estas perspectivas, las ferreterías y grandes almacenes agotan
cerrojos, candados y cerraduras de alta seguridad. Las fábricas de
dispositivos antirrobo de puertas blindadas hacen su agosto. Sólo en Madrid
se cifran en ocho mil las viviendas que se han equipado con un dispositivo de
alarma. En los chalés se imponen las rejas. La Dirección General de
Seguridad se apresura a editar un folleto en el que imparte unas elementales
normas de protección: no abrir a nadie que no se conozca, dejar las luces
encendidas o un transistor en funcionamiento. No dejar que las cartas se
amontonen en los buzones o las botellas de leche en las puertas, etcétera.
Falta aconsejar que si se es víctima de un atraco con arma blanca, en
ningún caso se debe plantar cara al malhechor. Si usted es forzudo y en la
lucha en defensa propia propina al agresor la cuchillada que él reservapara
usted, se le puede caer el pelo.
Para los elementos policiales, el contemplar paseándose por la calle a
delincuentes cuya captura ha costado riesgo y laboriosas pesquisas, no puede
ser más desmoralizador.
EL FINAL DE UN NOTICIARIO

El Nodo ha sido testigo de los acontecimientos españoles durante varias


décadas, pero ya no registrará estos sucesos, porque lo ha desplazado la
televisión. Ésta es ahora el auténtico fenómeno de masas, mientras muchos de
los antiguos cinematógrafos cierran sus puertas.
Las salas que sobreviven ya no son aquellos espacios enormes donde toda
una generación vivió sus sueños. Los aerosoles perfumados han barrido su
atávico olor a multitudes, las estoicas butacas de madera han sido sustituidas
por otras acolchadas, el gallinero ya no existe y el público no jalea la película.
También han desaparecido los cacahuetes, cuyas cáscaras alfombraban la sala
al final de cada sesión, porque la moda norteamericana impone las insulsas
palomitas, tímidamente primero, luego en pantagruélicos cucuruchos. Y la
última fila ha perdido su condición de espacio reservado para la educación
sentimental; ahora, las parejas se besan por la calle y la educación sexual se
aprende en las escuelas.
En esta España que cambia tan aprisa no tiene cabida el viejo noticiario
de reportajes en blanco y negro, con retraso de un mes, porque la propaganda
política cabalga a ritmo de telediario. El Nodo ha muerto y su partida de
defunción es la Ley 1/1982 del 24 de febrero de 1982, que lo declara
extinguido y sepulta sus restos, integrándolos en el Ente Público Radio
Televisión Española.
Un cuarto de siglo después, sus kilómetros de película son una
extraordinaria fuente documental sobre la historia, la cultura, la lengua, las
costumbres, el deporte, los sueños, los desencantos, las alegrías y las tristezas
del pasado más próximo.
Según su propio lema, el Nodo había puesto «el mundo entero al alcance
de todos los españoles». Fue la única ventana posible para un país donde
hasta las ventanillas de los trenes tenían un letrero conminatorio, de innegable
capacidad subliminal: «Es peligroso asomarse al exterior». Sólo el Nodo
permitía ver lo que pasaba fuera y ofrecía un conjunto de noticias acerca de
cuanto, al parecer, ocurría dentro.
Para muchos españoles de entonces, el domingo contaba con tres
ceremonias esenciales, la misa, la comida familiar y el cine. Y hasta existía
cierto parecido entre la celebración eclesiástica y la cinematográfica. La
primera parte de la misa era la menos importante y, al terminar, el cura
comenzaba su sermón, ocasión que aprovechaban los hombres para salir a
«echar un cigarro». El cine se articulaba de forma parecida: primero se
proyectaba el Nodo, y luego se hacía un descanso. Y, como el tabaco estaba
tan prohibido en los cines como en las iglesias, este intermedio servía para
que los hombres salieran a fumar; las mujeres no, que sólo fumaban las de
mala vida o las de vida buenísima, las pijas consumadas. Y después del
descanso, llegaba la película.
La propaganda fallaba en ambos casos. La carga persuasiva de la misa se
centraba en el sermón, que no escuchaba nadie y quien lo escuchaba, no lo
entendía. La intención propagandística del cine gravitaba en el Nodo, que se
convertía en fecunda fuente de argumentos para los chistes contra Franco.
Aunque los públicos eran diferentes: a misa sólo iban los de derechas y al
cine todo el mundo. O casi, porque las chicas más adictas a las misas sólo
podían ir al cine cuando la película estaba clasificada como «blanca» (todos
los públicos) o «azul» (niños y jóvenes), es decir, casi nunca. Porque la
mayoría de las cintas eran «rosa» (sólo apta para mayores) o «grana»
(mayores con reparos). Hasta que Rita Hayworth desbordó la clasificación
enseñando cómo se quita un guante y su película Gilda entró en los territorios
de lo inclasificable.
El franquismo se sirvió del Nodo para presentar su particular visión de
España y el mundo sin posibilidades de contraste, porque también la radio, la
prensa y hasta el teatro estaban sometidos a la censura. Sin embargo, alguien
dijo que la España franquista era «una dictadura moderada por el
incumplimiento general de las leyes». Y con el Nodo sucedió lo mismo.
Visto desde ahora, podemos comprobar cómo las consignas políticas no
fueron exactamente observadas y no lograron la finalidad de configurar una
mentalidad uniforme y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista.

Un noticiario para el Caudillo


Es sabido que Franco fue el principal galán del Nodo, donde apareció en
1376 ocasiones, y que la frase más repetida del noticiario fue «Su Excelencia
el Jefe del Estado». Según la historiadora Sheelagh Elwood, la carrera del
general en el Nodo pasó por tres fases correspondientes al desarrollo de su
régimen. Entre 1943 y 1960, el Generalísimo figuró irregularmente en el
noticiario. Sus apariciones crecieron entre 1951-1954, época de la
normalización internacional de España, para multiplicarse entre 1960-1969,
cuando apareció en reportajes más largos, detallados y frecuentes, alcanzando
su punto álgido en 1965, en el marco de la operación propagandística
desplegada por Fraga con ocasión de los «25 años de paz». En esta época se
consolidó su imagen inaugurando pantanos, que se grabó en la memoria
colectiva. En cambio, sus apariciones disminuyeron desde 1965 y, muy
sensiblemente, a partir de 1970, para no mostrar la decrepitud.
Siempre fue un gran aficionado al cine. En su juventud, cuando mandaba
El Tercio, logró que el periodista y escritor gallego Alejandro Pérez Lugín
rodara dos reportajes referidos a sus combates. Ya Generalísimo escribió el
argumento de la película Raza, dirigida por Sáenz de Heredia, que también
condujo el documental hagiográfico Franco ese hombre, culminado con su
propia aparición. Y fue adicto a la sala de proyección de El Pardo, donde las
películas pasaban sin censura.
Quizá la síntesis jocosa de su postura ante el Nodo se refleja en esta falsa
historia que hizo fortuna mientras mandaba: Franco era tan aficionado al cine
que decidió asistir, de incógnito, a un certamen que se celebraba en
Hollywood. Pero una vez allí, se desconcertó porque no hablaba inglés ni
conocía a nadie. Se encontró solo en un enorme salón lleno de desconocidos,
que se saludaban, charlaban y reían, mientras nadie le dirigía la palabra.
Comprendió el error de no haber traído la Guardia Mora y ya comenzaba a
desesperarse cuando se le acercó un hombre alto, de rostro inconfundible, que
le tendió la mano familiarmente mientras se presentaba:
—Gary Cooper, de la Metro Goldwyn Mayer.
El Generalísimo, feliz al fin, respondió en el mismo tono:
—Francisco Franco, del Nodo.

También podría gustarte