TFG - Samaniego Crespo
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RESUMEN
El presente trabajo tiene como objetivo conocer en profundidad los delitos contra la
libertad e indemnidad sexual, más concretamente la agresión sexual y la violación, con el
fin de ser conscientes de la existencia de estos delitos y saber identificarlos para poder así
tratarlos de la mejor manera posible y, en su caso, prevenirlos o reducir la tasa delictiva lo
máximo posible. Además, se lleva a cabo un análisis exhaustivo del programa Control de
la Agresión Sexual (SAC) para conocer el tratamiento psicológico que se le da a este tipo
de delincuentes, así como su efectividad. Finalmente se realiza una propuesta de
actividades basada en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) para incorporarlas al
programa SAC y de esa manera suplir ciertas carencias que pueda presentar y darle una
nueva perspectiva que pueda resultar beneficiosa y enriquecedora para el tratamiento y la
reeducación de estos sujetos.
ABSTRACT
The aim of this work is to gain an in-depth knowledge of crimes against sexual freedom
and compensation, more specifically sexual assault and rape, in order to be aware of the
existence of these crimes and know how to identify them so as to be able to treat them in
the best possible way and, if necessary, prevent them or reduce the crime rate as much as
possible. In addition, an exhaustive analysis of the Sexual Assault Control (SAC)
programme is carried out to find out about the psychological treatment given to these type
of offenders and its effectiveness. Finally, a proposal of activities based on the Acceptance
and Commitment Therapy (ACT) is made to incorporate them to the SAC program and in
that way, fill certain deficiencies that may be presented and give it a new perspective that
may be beneficial and enriching for the treatment and re-education of these subjects.
Key words: rape, aggression, Sexual Assault Control (SAC), acceptance and commitment
Therapy (ACT), values, acceptance.
3
1. INTRODUCCIÓN
Las conductas antisociales engloban un gran número de comportamientos, entre los cuales
destacan los delitos contra la libertad e indemnidad sexual (Martín y Vozmediano, 2014).
La mayoría de los estudios que hay sobre este tipo de delitos coinciden a la hora de
considerarlos como actos que son castigados en base al marco normativo o jurídico por el
que se guía una sociedad. Por consiguiente, estos actos no se ajustan a las conductas
reclamadas por la sociedad y se les denomina delitos, dentro de los cuales se encuentra el
delito de tipo sexual (Peña y Castillo, 2013). En la investigación, estas conductas se suelen
dividir en abusos y violaciones (Martín y Vozmediano, 2014).
Cuando hablamos de este tipo de delitos hay dos puntos a tener en cuenta. El primero de
ellos es la cifra negra que existe. Con cifra negra se hace referencia al desconocimiento del
número real de agresiones sexuales que se producen. El segundo punto consiste en que no
hay un perfil típico de victimario (Valencia et al., 2010).
Antes de analizar la diferente tipología sexual delictiva resulta necesario tratar algunas
cuestiones relativas al bien jurídico protegido, por lo tanto, a continuación, se analiza por
separado el concepto de libertad y de indemnidad sexual (Muñoz, 2017).
4
La libertad sexual es una parte de la libertad que hace referencia al ejercicio de la propia
sexualidad y a que cada individuo lleva a cabo las actividades que considerada oportunas
con su propio cuerpo. Asimismo, la libertad es merecedora de protección genérica, pero,
sin embargo, la libertad sexual es un bien jurídico que merece una protección mas
específica. La conclusión que se puede extraer es que la libertad sexual tiene su propia
autonomía y los ataques con violencia e intimidación son ataques a la libertad, pero si se
llevan a cabo en un ámbito sexual conllevan una connotación penal distinta. Por ejemplo,
las agresiones sexuales son ataques violentos e intimidatorios a la libertad, pero se
distinguen de las coacciones y amenazas en que al incurrir en la sexualidad tienen su
propia autonomía delictiva (Muñoz, 2017).
Existen otra serie de delitos que no responden al nombre de delitos contra la libertad
sexual, nos estamos refiriendo a delitos sexuales con menores o personas discapacitadas.
En este caso, la libertad sexual no es el bien jurídico protegido, ya que estas personas
carecen de dicha libertad, ya sea de manera transitoria o permanente. Estas personas
presentan un déficit en la autonomía necesaria como para decidir sobre su comportamiento
en el ámbito sexual y, por lo tanto, a estas personas se les otorga indemnidad, puesto que lo
que se pretende proteger es un desarrollo evolutivo normal para que cuando el menor
alcance la edad adulta, pueda decidir libremente su comportamiento sexual. De esta
manera se pretende evitar que se abuse de la persona con discapacidad para usarla como un
objeto sexual. Es decir, se tratan como personas intangibles (Muñoz, 2017).
La libertad sexual es un bien merecedor de protección penal. Todos los individuos tienen
derecho a tomar sus propias decisiones en cuestiones relacionadas con la sexualidad.
Además, de dicha manera se reconoce la sexualidad como algo positivo perteneciente al
ámbito intimo de cada persona. De esta forma, se entiende que cualquier relación forzada
es un acto agresivo que no merece la calificación de manifestación sexual, ya que atenta
contra la libertad e intimidad de la víctima (Asúa, 1998).
Entender los delitos sexuales desde el punto de vista de la libertad, elimina los roles y las
aspiraciones en base al sexo. La libertad es lo que define lo inconstitucional. La violencia y
el abuso son formas de imposición de la conducta de una persona sobre otra,
imposibilitando el ejercicio de la libertad de la segunda (Asúa, 1998). En los delitos
5
sexuales, tanto la libertad como la indemnidad sexual, son los bienes jurídicos autónomos
(Muñoz, 2017).
El cambio a través del cual el delito sexual pasa a ser considerado un delito contra la
libertad se produce con la reforma del año 1989 y se producen dos cambios fundamentales;
se incluye al hombre como sujeto pasivo cuando está en papel de víctima y la penetración
vaginal, anal y bucal quedan igualadas en cuanto a gravedad. Cabe resaltar que lo
importante del delito no es la manifestación sexual, sino la vulneración del consentimiento
de la víctima (Asúa, 1998).
En el actual Código Penal de 1995 (CP), el Título VIII recoge los delitos contra la libertad
e indemnidad sexual, agrupándose en el Capítulo Primero las agresiones sexuales, las
cuales sobresalen por la violencia e intimidación que conlleva la conducta como forma de
sometimiento. El artículo 178 recoge el tipo básico1 y el artículo 179 recoge el tipo
agravado2. Este último hace referencia a las agresiones que consistan en penetración
vaginal, anal o bucal o introducción de miembros u objetos por una de las vías
mencionadas.
1
Pena de prisión de uno a cinco años
2
Pena de prisión de seis a doce años
6
Se entiende la “violencia” como el uso de la fuerza física sobre el cuerpo del sujeto pasivo
y la “intimidación” como el uso de amenazas graves contra la víctima con el fin de
sobreponerse a su voluntad (Sánchez-Moraleda, 2019). La violación, considerada la
agresión sexual más grave, es una conducta impuesta a la fuerza contra la mujer que
responde a un sentimiento de dominio y poder por parte del agresor (Asúa, 1998).
Cabe destacar que las amenazas de cumplimiento en un futuro no son suficientes para
considerarlas intimidación. Es decir, si el sujeto lleva a cabo intimidación expresa y la
víctima no ejerce resistencia, la calificación jurídica del acto debe hacerse en base a la
conducta del agresor y no de la víctima. Para determinar que ha habido intimidación no es
necesario que haya existido amenaza explícita; la agresión puede ocurrir en un ambiente
intimidatorio que conlleve de por sí intimidación (Sánchez-Moraleda, 2019).
En el Capítulo Segundo se encuentran recogidos los abusos sexuales3. Los abusos sexuales
son aquellos que, a diferencia de la agresión, se llevan a cabo sin violencia e intimidación,
pero sin consentimiento por parte de la otra persona. Este apartado engloba varias
situaciones, como carecer de sentido, aprovecharse de un trastorno mental que pueda sufrir
la víctima, el uso de fármacos para anular la voluntad o el valerse de una posición de
superioridad. El apartado 5 del artículo 181 recoge una agravante para aquellos casos en
los que la víctima sea especialmente vulnerable, ya sea por edad, enfermedad, situación o
discapacidad o cuando el sujeto se haya aprovechado de una situación de superioridad o
parentesco.
El artículo 182 hace referencia a los casos en los que el abuso ha ocurrido a través de
engaño o aprovechándose de una posición de confianza o superioridad con una persona
mayor de 16 años pero menor de 18 años. En el apartado 2 de este mismo artículo se
3
Pena de prisión de uno a tres años o multa de dieciocho a veinticuatro meses
7
especifica la pena para los casos en los que el abuso haya sido vía vaginal, anal o bucal, así
como los agravantes para cuando la víctima sea especialmente vulnerable o haya
concurrido situación de superioridad o parentesco.
Sánchez- Moraleda (2019) indica que el abuso sexual se diferencia de la agresión en que
para este primero no se exige violencia ni intimidación.
Cabe destacar la existencia de un Capítulo Segundo bis donde se recogen los abusos y
agresiones sexuales a menores de dieciséis años4. El artículo 183bis recoge las situaciones
en las que se incite a un menor de dieciséis años a participar o presenciar un
comportamiento de carácter sexual. El artículo 183ter recoge aquellas situaciones en las
que se propone un encuentro sexual o se solicite imágenes pornográficas a través de
medios telemáticos. Por último, el artículo 183quater establece que el consentimiento libre
excluye de responsabilidad penal en aquellos casos en los que el sujeto sea cercano a la
edad del menor o posea un grado de madurez cercano a este.
El Capítulo Tercero agrupa el acoso sexual5. Este se refiere a cuando el sujeto “solicitare
favores sexuales de naturaleza sexual, para sí o para un tercero, en el ámbito de una
relación laboral, docente o de prestación de servicios, continuada o habitual”, provocando
con tal comportamiento una situación humillante a la víctima. El apartado 2 y 3 del
artículo 184 recoge agravaciones en los casos en los que exista una situación de
superioridad, se haya manifestado de forma clara el deseo de causar un mal o cuando la
víctima sea especialmente vulnerable, ya sea por cuestión de edad, enfermedad o situación.
4
Pena de prisión de dos a seis años
5
Pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a diez meses
8
Esta LO cuenta con ocho títulos en los cuales se especifican, entre otras, las
modificaciones que va a sufrir el Código Penal, medidas de prevención y detección,
asistencia integral especializada, reparación del daño y formación en distintos ámbitos
(Nicolay y Fuentecilla, 2020).
Hasta ahora el CP diferenciaba entre agresión y abuso sexual, pero con este anteproyecto
de ley se eliminaría esa dualidad, ya que se suprime el delito de abuso sexual y toda
ausencia de consentimiento será entendida como agresión sexual (López, 2020).
El artículo 178 queda redactado de la siguiente forma: “Será castigado con pena de prisión
de uno a cuatro años, como reo de agresión sexual, el que realice cualquier acto que atente
contra la libertad sexual de otra persona sin su consentimiento. Se entenderá que no existe
consentimiento cuando la víctima no haya manifestado por actos exteriores, concluyentes e
inequívocos su voluntad de participar en el acto” (Nicolay y Fuentecilla, 2020).
Comparando las penas con las del actual CP el máximo de la pena se reduce. Con el
artículo 179 ocurre lo mismo, la redacción del artículo se mantiene, pero las penas cambian
de seis a doce años a cuatro a diez años. Se considerará violación aquella agresión sexual
que implique acceso vaginal, anal o bucal, o introducción de miembros u objetos por una
de las dos primeras vías mencionadas. Las penas se rebajan porque al igualar agresión y
abuso, las penas que antes estaban contempladas y que además eran menores para el abuso
también deben quedar reflejadas (López, 2020).
Hay que tener en cuenta que en la delincuencia sexual existe una determinada cifra negra,
puesto que muchas víctimas no siempre denuncian los delitos sufridos (Redondo y
Mangot, 2017).
9
de los abusos sexuales cometidos a menores solamente el 10% llegan a serlo. Esto podría
deberse a la relación entre víctima y agresor, ya que muchos de los delitos de esta índole
son cometidos en el ámbito familiar por personas conocidas, lo que favorece el
encubrimiento del delito (Redondo y Mangot, 2017).
Se estima que por cada 100.00 mujeres de edad superior a los 14 años, 1.000 de ellas
podrían llegar a ser víctimas de esta tipología delictiva, es decir, un 1%. Lo preocupante es
que solamente se interpondrían 47 denuncias por cada 100.000 mujeres y únicamente
habría 15 victimarios en prisión (Redondo y Mangot, 2017).
La regulación de los delitos sexuales, de acuerdo con Vallejo (2018), tiene su base en dos
conceptos:
- Definición legal de la conducta distinguiendo si se ha producido penetración o
tocamientos. La parte negativa de este aspecto es que se obliga a la víctima a
concretar que prácticas se llevaron a cabo y dar detalles de la misma para calificar
la conducta como violación o abuso.
- Existen dos tipos de modelos en relación a la manifestación de voluntariedad o
consentimiento. Por un lado, el modelo del veto, basado en la necesidad de
expresar indirectamente, de manera no verbal y sin ejercer la fuerza física, la
disconformidad con el acto y, por otro lado, el modelo del consentimiento puro,
basado en la manifestación expresa de ausencia de voluntad.
10
• Alemania
El modelo por el que se apuesta defiende una completa oposición al acto, es decir, se basa
en el modelo de consentimiento puro. La violencia o agresividad son consideradas
agravantes, no son suficientes para calificar la agresión sexual (Vallejo, 2018).
El concepto de violación es específico para los casos en los que ha existido penetración
(Vallejo, 2018).
• Italia
Al contrario que antes de la reforma de 1996, el acceso carnal y los actos lujuriosos se
penan de igual modo con el fin de evitar que la víctima tenga que especificar toda práctica
sexual a la que fue sometida para saber cómo determinar la conducta (Vallejo, 2018).
Italia apuesta por una definición única basada en cuatro premisas: violencia y amenaza,
abuso de autoridad, aprovecharse de la inferioridad de la otra persona y engaño. La pena es
igual para todos los supuestos. Para calificar un acto de carácter sexual es suficiente con
que, desde la perspectiva social, psicológica y científica así sea considerado; el ánimo del
agresor no es tenido en cuenta (Vallejo, 2018).
• Portugal
Hay dos puntos destacables de esta regulación penal. En primer lugar, se hace distinción
entre acto sexual y violación. En segundo lugar, la pena varía si el delito ha sido cometido
por un medio violento o si solamente había falta de consentimiento (Vallejo, 2018).
11
• Francia
Lo que define la comisión del delito son los medios inhibitorios en vez de la falta de
consentimiento, como hemos ido viendo hasta ahora. A causa de esto, el CP francés se
encuentra actualmente bajo revisión. También se está revisando el hecho de que todavía no
haya una edad mínima establecida por debajo de la cual todo acto sexual sea considerado
delito, aunque se prevé introducir los 15 años como edad mínima de consentimiento
(Vallejo, 2018).
Cabe destacar que los países del norte de Europa son los más estrictos con este tipo de
delitos, otorgándoles pues un trato diferenciado. Cualquier acto sexual que no tenga
consentimiento expreso es penado (se diferencia entre el coito y actos similares pero todos
ellos son considerados como violación). De cara a determinar si la otra persona consiente o
no el acto, hay que atender a la expresión de voluntad derivada de las acciones o palabras
emitidas. No habrá consentimiento si se ha empleado violencia, intimidación o cualquier
otro acto similar. Este modelo se basa verdaderamente en el consentimiento y no en el veto
(Vallejo, 2018).
Cohen y su equipo (Cohen et al., 1969, 1971 citado en Martín y Vozmediano, 2014;
Garrido 1989) distinguen 4 tipos de violadores. En primer lugar, el violador de agresión
desplazada, el cual humilla y menosprecia a la víctima a través de la violación. El sadismo
y la agresión suelen estar presentes y no hay una excitación preliminar. El nombre de este
tipo de violador deriva del hecho de que la mujer no tiene un rol directo que desencadene
la agresión, es decir, actúa de forma pasiva. En segundo lugar, el violador compensatorio
que trata de recompensar su falta de vida social con el sexo. Son sujetos que suelen
presentar falta de autoestima y se caracterizan por no ser extrovertidos. En tercer lugar, el
12
violador sexual-agresivo, necesita causar daño físico a la víctima de cara a sentir
excitación, y es por eso que la agresividad y el miedo suelen estar presentes en su actividad
sexual. Destacan las conductas antisociales, las distorsiones cognitivas y las relaciones de
pareja no duraderas. Por último, el violador impulsivo, se trata de sujetos que delinquen en
base a la oportunidad, es decir, aprovechan la comisión de otros hechos delictivos para
cometer la agresión sexual. Estos últimos se caracterizan por tener antecedentes penales,
pero no por delitos sexuales.
Según Nicholas Groth (Groth, 1979 citado en Martín y Vozmediano, 2014; Garrido, 1989)
hay tres componentes fundamentales a tener en cuenta y son la hostilidad, el poder y la
sexualidad:
- Violación de hostilidad: la violación es una forma de mostrar la enemistad y la
rabia contra las mujeres. En este caso es común que el agresor emplee más
violencia de lo normal, y es esa violencia la que le lleva a excitarse sexualmente.
El fin es dañar y humillar a la víctima, además, este trato hacia las mujeres se da
también en otros ámbitos, no solo en el sexual.
13
En cuanto a la sexualidad encontramos cuatro subgrupos (Martín y Vozmediano, 2014):
1. Violación compensatoria: exteriorización de fantasías
2. Violación de explotación: agresiva e irreflexiva
3. Violación de cólera desplazada: expresión de ira
4. Violación sádica: se caracteriza por ser la más violenta
Finalmente, el grado de impulsividad hace que se pueda distinguir entre violación con alta
impulsividad y violación con baja impulsividad.
- Violador por venganza: a pesar de haber tenido una infancia complicada marcada
por los malos tratos, peleas familiares, divorcios o, incluso, convivencia con
familias adoptivas, están socialmente capacitados. Pueden estar casados, aunque
resultan impulsivos y un tanto agresivos con sus amistades. Utilizan la violación
como medio para hacer frente a las injusticias experimentadas. Pueden causar la
muerte a sus víctimas con cualquier arma de la que dispongan en el momento.
14
- Violador sádico: es considerado el más peligroso. Manifiesta sus fantasías tanto
agresivas como sexuales produciendo dolor físico y psicológico de gran escala
atemorizando a sus víctimas. La violencia está siempre presente, no es inusual que
acaben matando a la víctima y existe el riesgo de que se convierta en un asesino en
serie. El delito es llevado a cabo de manera premeditada y son sujetos difíciles de
detener debido a su inteligencia. Al igual que en los casos anteriores, su infancia
ha sido complicada y los problemas sexuales surgen en la adolescencia. Se trata de
sujetos que suelen estar bien integrados socialmente, casados y pertenecientes a la
clase media.
4. Violador negativo: destaca la ira contra las mujeres y el trato denigrante, vejatorio
y humillante que se le da a la víctima. Esta categoría también puede ser divida en
otros dos grupos en función de la competencia o de las habilidades sociales.
15
Por último, la clasificación que realiza el FBI (Federal Bureau of Investigation) es la
siguiente (Meléndez, Millán, y Pérez, 2014):
1. Violador de reafirmación/confirmación de poder: el abuso sexual es la
manifestación de las fantasías de violación del sujeto. Puede haber una percepción
distorsionada de la relación entre víctima y agresor, de modo que este último
fantasea con que la víctima disfrute de la experiencia y se enamore de él.
3. Violador de ira: se caracteriza por la ira y la rabia. La víctima recibe toda clase de
insultos, ya que el agresor ve en ella a la persona odiada, pudiendo llegar incluso a
matarla.
Observamos como existen diferentes tipologías según diferentes autores, pero todas ellas
comparten varias semejanzas.
En cuanto al sexo, estado civil y parentesco, Noguerol (2005) defiende que los victimarios
tienden a ser varones, casados, y frecuentemente entre el 65 y 85% son casos de familiares
primarios o personas cercanas a la víctima, como puede ser un amigo, profesor, vecino,
16
etc. Romero (2006) coincide con el anterior autor en determinar que el agresor suele ser un
hombre (80-90% de los casos) y la víctima mujer o menor.
A pesar de que no exista un perfil único para el agresor, sí que hay ciertas características
que tienen relación con la conducta sexual. Dentro de estas características podemos
encontrar las siguientes: vivencia directa o indirecta de violencia en el ámbito familiar,
autoestima baja, carencia en habilidades verbales y consumo de drogas y alcohol. Esta
última no es una variable determinante para cometer el abuso, pero actúa como factor
deshinibitorio (Valencia et al., 2010).
Según Gerardin y Thibaut (2004), los factores ambientales relacionados con las
agresiones sexuales en la adolescencia serían la manifestación de conducta
agresiva, vivencias de maltrato, consumo de pornografía y drogas. Asimismo, este
17
autor demostró que el 66% de una muestra de victimarios había sido víctima de
violencia física (19%) o sexual (49%).
Es importante el hecho de que cuanto más joven sea el sujeto a la hora de cometer el delito,
más riesgo de peligrosidad hay. Desgraciadamente, los agresores sexuales son cada vez
más jóvenes (Valencia et al., 2010).
4. VÍCTIMAS
Las personas que han sido objeto de una agresión sexual tienden a ser las más
victimizadas. La violación es de los delitos que más trauma genera, ya que suele provocar
síntomas de Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) y secuelas psicológicas
generalmente a largo plazo (Esbec y Fernández, 2000).
Los delitos sexuales, en su más amplia variedad, conllevan un gran menoscabo de la vida
psíquica de la víctima. Podemos diferenciar cuatro etapas (Esbec y Fernández, 2000):
1. Etapa de shock: es una fase de negación en la que la víctima queda conmocionada
tras el ataque y no es del todo consciente de lo ocurrido.
18
2. Etapa de miedo: el individuo es consciente de los hechos y surgen sentimientos de
terror, miedo, ansiedad, etc. Cuanto mayor haya sido el contacto o la duración de la
agresión, mas miedo habrá.
3. Etapa de apatía y rabia: se pueden suceder en el tiempo y suele ser una etapa larga.
Estos sentimientos vienen derivados de una “depresión traumática” en la que caben
dos posibilidades. Por un lado, la rabia puede estar dirigida hacia uno mismo
generando sentimientos de culpabilidad y, por otro lado, se puede desplazar el
conflicto hacia otras personas, culpabilizándoles a ellas. Esta etapa se caracteriza
por la existencia de pesadillas, dificultad para conciliar el sueño, fantasías,
conductas agresivas, autoacusación, etc.
4. Etapa de resolución del conflicto: el individuo agredido mantiene una actitud alerta
y se puede producir un repaso de valores y actitudes (Esbec y Fernández, 2000). En
ocasiones puede aparecer el “Síndrome de Estocolmo”, el cual se podría definir
como un trastorno emocional en el que existe justificación moral y gratitud por
parte de la víctima hacia el sujeto que ha cometido un delito contra ella. Por
ejemplo, la persona que ha sido violada tiende a mostrarse comprensiva y
bondadosa con su agresor sexual (Quiñones, 2008).
Sutherland y Scherl (1970) describen tres fases de respuesta por parte de la víctima muy
similares a las mencionadas anteriormente:
1. Fase de shock: sentimientos de ansiedad y miedo. En esta fase la víctima esta
dudosa sobre si contar lo ocurrido a las autoridades y suele demorarse por reparo.
2. Fase de pseudoadaptación: puede durar semanas o meses. La ansiedad comienza a
disminuir y empieza a haber una adaptación al mundo exterior.
3. Fase de integración y resolución: sentimientos de ansiedad, culpabilidad,
hostilidad, rememorar los hechos, etc.
19
- Alteración del sueño o insomnio: en forma de pesadillas o incapacidad para
conciliar el sueño tras un despertar nocturno. Los individuos que fueron agredidos
mientras dormían en su propia cama son los más afectados.
- Sentimiento de culpa: la más paradójica, pero a su vez la más común.
- Evitación fóbica: tras el ataque, hay ciertas actividades, objetos, lugares, etc. que
provocan sentimientos muy negativos y la víctima trata de evitarlos. La
desconfianza que sienten hacia todo el mundo es muy notable y, sobre todo, hacia
los hombres. Se vuelven mas vulnerables, con miedo de salir a la calle, miedo de
volver a ser atacadas, etc. Por ejemplo, una mujer que ha sido violada con un
cuchillo puede tener ansiedad con los objetos de punta y afilados.
En la literatura científica podemos encontrar distintos modelos explicativos que se han ido
desarrollando para tratar el delito de agresión sexual.
En las teorías sociobiológicas, de acuerdo con Ellis (1991 citado en Martín y Vozmediano,
2014), el mantenimiento de algunas variables durante el desarrollo evolutivo se debe a la
importancia de su significado biológico. La conducta sexual es innata y necesaria para el
ser humano, ya que éste nace con una motivación sexual propia. El comportamiento sexual
se debe a las experiencias que se van adquiriendo a través de las normas y valores que la
sociedad transmite al sujeto, es decir, se produce una socialización sexual. De esta manera,
el individuo aprende qué conductas son socialmente aceptables y cuáles no.
Destaca “la hipótesis del impulso sexual masculino” con relación al delito de agresión
sexual. Esta hipótesis sostiene que el comportamiento sexual masculino varía en función
del nivel de andrógenos en sangre; si éste es muy elevado, una vez que el comportamiento
sexual ha comenzado es muy difícil para el individuo controlarlo. Tal y como establece
esta hipótesis, los sujetos que tengan muy elevados los niveles de andrógenos tienen más
probabilidades de cometer un delito de agresión sexual, puesto que les es más complicado
controlar su propio impulso sexual (Martín y Vozmediano, 2014).
20
Por otro lado, Marshall y Barbaree (1989, 1990) llevan a cabo un modelo explicativo para
la agresión sexual teniendo en cuenta los factores desencadenantes de la propia conducta.
Los factores que se tienen en cuenta son: aspectos biológicos, fracaso del aprendizaje
inhibitorio, actitudes socio-culturales, pornografía, circunstancias próximas a la conducta,
distorsiones cognitivas y circunstancias de oportunidad.
Dentro de los aspectos biológicos, Carlson (1999) resalta las similitudes existentes entre
los mediadores neuronales y hormonales del comportamiento violento y sexual en
hombres, haciendo especial referencia a la secreción de testosterona. El sujeto debe
aprender a separar la conducta agresiva de la sexual y eliminar la violencia en los
contextos sexuales.
Este tipo de sujetos suele mostrar una débil conducta inhibitoria, probablemente se debe a
factores como pobres modelos educativos, educación severa por parte de los progenitores,
abuso físico o sexual en la infancia o progenitores que emplean frecuentemente la
violencia y tienen problemas de alcohol (Martín y Vozmediano, 2014).
Tal y como establece Barbaree et al. (1979 citado en Martín y Vozmediano, 2014), para los
individuos normales la violencia e intimidación de la conducta de agresión sexual actúa
como factor inhibitorio, mientras que los violadores no inhiben la conducta delictiva, bien
porque no son capaces de identificar los actos de violencia o bien porque, a pesar de
identificarlos, no pueden inhibir la conducta delictiva.
Cabe destacar que gran parte de los agresores sexuales consume pornografía con el fin de
excitarse y masturbarse, de manera que la pornografía puede acabar desinhibiendo la
actividad que lleva a la agresión sexual. Sin embargo, la pornografía no es condición
necesaria ni suficiente para la agresión sexual (Martín y Vozmediano, 2014).
21
de delitos, como por ejemplo la intoxicación por alcohol, la excitación sexual, etc. (Martín
y Vozmediano, 2014).
Otro punto a tener en cuenta son las posibles distorsiones cognitivas que existen sobre las
mujeres, su papel en la sociedad y la sexualidad, ya que podría interpretarse como un modo
de justificar la conducta sexual (Martín y Vozmediano, 2014).
De acuerdo con Correa (2006 citado en Peña y Castillo, 2013), se podrían incluir otros tres
grupos de factores. Factores socio-económicos como el paro, pobreza, desigualdad, etc.
pueden influir en la motivación criminal de un sujeto. Los factores demográficos y
socioculturales hacen referencia a los estímulos, número de hombres jóvenes y variables
que afectan en el comportamiento criminal. En la familia, destaca la violencia como factor
fundamental de riesgo de delincuencia. Por último, factores relativos al entorno urbano y
físico, que engloban la urbanización descontrolada, ausencia de servicios, fuentes de
información, etc.
Los factores de carácter psicológico y situacional explican las agresiones sexuales a partir
del estudio de la topografía de la excitación sexual, del comportamiento hacia mujeres y
menores, de las distorsiones cognitivas y de las capacidades de los sujetos. Cabría añadir
los trastornos de personalidad, autoestima baja, fracaso o problemas de adaptación (Peña y
Castillo, 2013).
La conducta de agresión sexual es compleja de entender y por ello se han propuesto varios
modelos, sin embargo, todavía es necesario abordar más profundamente este tema y
continuar investigando modelos integradores (Martín y Vozmediano, 2014).
22
al Modelo de Triple Riesgo Delictivo (TRD) llevado a cabo por Santiago Redondo (2008)
(Martín y Vozmediano, 2014).
Este Modelo se compone de diversas fuentes de riesgo delictivo, rebasa los límites de
algunas de las propuestas que se han mencionado anteriormente, y propone una
aproximación del riesgo individual y colectivo de la delincuencia. Plantea un modelo
comprensivo del delito con carácter integrador y sugiere tres objetivos. En primer lugar,
reconceptualizar y poner en orden los factores de riesgo del delito en personales, apoyo
prosocial y oportunidades delictivas. Estos factores son denominados dimensiones de
riesgo. En segundo lugar, realizar una estimación del peso de las dimensiones en el origen
o final de la carrera delictiva y las interacciones que puedan darse entre dimensiones. En
tercer lugar, promover un sistema equiparado de comprensión tanto para individuos como
para grupos y calcular el riesgo delictivo (Redondo, 2008).
23
6. FACTORES DE RIESGO
Hay que tener en cuenta que los factores de riesgo no son deterministas, sino que se basan
en la probabilidad, es decir, un sujeto con factores de riesgo comparado con otro sujeto sin
estos factores tendrá más probabilidad de cometer un delito de agresión sexual, pero esto
no significa que necesariamente vaya a cometer tal delito. Los factores de riesgo son
elementos predictores que además actúan en correspondencia (Martín y Vozmediano,
2014).
Para comenzar, se distinguen los factores estáticos y dinámicos. Los factores de riesgo
estáticos son factores innatos al sujeto de difícil o imposible modificación que han tenido
una influencia negativa en la vida del individuo. Los factores de riesgo dinámicos son
hábitos, cogniciones, valores, comportamientos, etc. que pueden ser modificados y con la
intervención adecuada reducir el riesgo delictivo (Redondo, 2006).
Por tanto, los factores dinámicos, como consecuencia de su modificabilidad, son lo que se
trabaja en los programas (Redondo, 2006).
De acuerdo con el CDC (Centers for Disease Control and Prevention, EE.UU) existen
cuatro factores de riesgo relacionados con la violencia sexual (Martín y Vozmediano,
2014):
1. Factores individuales: consumo de alcohol o drogas, aversión hacia la mujer,
conductas antisociales, impulsividad, violencia en la infancia, fantasías sexuales,
etc.
2. Factores de relación: parejas violentas o delictivas, ausencia de apoyo de un círculo
cercano, relación patriarcal o entorno familiar con pocos recursos.
3. Factores de la comunidad: falta de empleo, ausencia de apoyo por parte de la
policía o del sistema judicial, normalización de la violencia sexual en algunas
comunidades, sanciones blandas a sujetos que han cometido este tipo de delitos
4. Factores sociales: normas sociales que respaldan la superioridad masculina, la
sumisión e inferioridad de la mujer, la desigualdad entre sexos, etc.
24
Asimismo, Marshall y Fernández (2001 citado en Martín y Vozmediano, 2014) sugieren
los siguientes factores de riesgo:
1. Factores biológicos: la conducta sexual y la conducta agresiva están localizadas en
la misma zona del cerebro de modo que tienen sustratos biológicos parecidos y por
ello comparten neurotransmisores y hormonas. Se le otorga mucha importancia a la
testosterona.
2. Factores sexuales: hacen referencia a las preferencias sexuales desviadas, el sexo
como forma de afrontar los problemas y el haber sido víctima de abuso sexual
durante la infancia.
3. Factores sociales: ausencia de empatía, problemas de pareja, habilidades sociales
limitadas, estar solo y baja autoestima.
4. Distorsiones cognitivas: los agresores sexuales a través de las distorsiones
cognitivas interpretan las conductas y situaciones a su modo. De igual modo el
comportamiento de la víctima también seria malinterpretado.
5. Personalidad: solamente los sádicos suelen cumplir los criterios de parafilia.
Por último, Lomelí y García (2000 citado en Peña y Castillo, 2013) establecen que los
siguientes factores influyen en el surgimiento de conductas sexuales:
- Historial de maltrato
- Progenitores con autoestima baja, alcoholismo, carentes de control de impulsos,
poca condescendencia a la frustración
- Trastornos de personalidad
- Pobreza y estigmas
- Cohabitación múltiple, conflicto entre progenitores y divorcio
- Machismo como comportamiento sexual vejatorio hacia las mujeres
- Vivencia en directa o indirecta de violencia física o rechazo por parte de la familia
- Ausencia de sentimientos entre padrastro e hijastra, mayormente cuando ésta es
mayor de 12 años
A pesar de que no todos los agresores sexuales presentan parafilias, esto es, conductas
sexuales desviadas, algunos de ellos sí las presentan, destacando las siguientes.
25
- Pedofilia: es un tipo de parafilia que se caracteriza por una atracción sexual
recurrente y excitación sin posibilidad de control por los menores, concretamente
menores de 13 años. El sujeto pedofílico tiene que tener por lo menos 16 años y
tener 5 años más que la víctima (Sánchez, Lopez y Domínguez, 2018). Puede
emplear la seducción, la agresión, el engaño, la amenaza, drogas o alcohol, o
dinero para atraer a sus víctimas (Peña y Castillo, 2013).
- Zoofilia: la atracción sexual está dirigida hacia animales (Peña y Castillo, 2013).
- Fetichismo: la excitación sexual viene dada por un objeto inanimado como pueden
ser una medias o tacones (Sánchez et al., 2018).
26
8. DATOS EN ESPAÑA Y PAÍS VASCO
En este apartado se analiza la información obtenida de cifras estadísticas para conocer más
en profundidad el alcance de esta tipología delictiva, primero a nivel nacional y luego a
nivel autonómico.
8.1 España
Respecto al número de agresiones sexuales, éste ha ido decreciendo a medida que han ido
pasando los años teniendo su punto más álgido en 2013 con 605 condenados. La última
cifra conocida es de 2018 con 386 condenados. El número de abusos sexuales, en cambio,
ha sufrido varias alteraciones. En 2013, 2014 y 2015 la cifra fue descendiendo: 838, 837 y
740 condenados respectivamente. Pero en 2016 se experimentó un incremento de 229
condenados con respecto al año anterior. En 2017 hubo de nuevo un descenso de
condenados y finalmente, en 2018 se sufrió de nuevo un aumento quedando la cifra de
condenados en 1.011.
En el caso de acoso sexual, la cifra sigue un mismo patrón alternando a lo largo de los
años, aumentando y disminuyendo sucesivamente, a pesar de que durante dos años
seguidos la cifra aumenta. Con la prostitución y la corrupción de menores ocurre lo mismo
y la cifra aumenta y disminuye intermitentemente a lo largo de los años.
27
Tabla 1
Estadística de adultos condenados por delitos contra la libertad sexual, desde el año 2013
hasta el año 2018.
Acoso sexual 46 33 43 48 45 59
Prostitución y 608 510 623 508 642 614
corrupción
menores
Exhibicionismo y 368 359 390 448 414 394
provocación
sexual
TOTAL 2.628 2.492 2.515 2.721 2.764 2.917
Fuente: elaboración propia en base al Registro Central de Penados del INE entre los años
2013 y 2018.
La tabla 2 muestra el número total de adultos condenados en el País Vasco por delitos
cometidos contra la libertad sexual, desde el año 2013 hasta el año 2018.
A lo largo de los seis años las cifras varían bastante, ya que tienden a disminuir y aumentar
cada año. En el año 2013 hubo un total de 97 condenados, y en 2014 la cifra no varía
mucho, con un total de 91. Al año siguiente la cifra continúa descendiendo hasta los 77
28
condenados, pero tanto en 2016 como en 2017 la cifra aumenta, hasta que finalmente en
2018 la cifra alcanza los 151 condenados.
Tabla 2
Adultos condenados en el País Vasco por delitos cometidos contra la libertad sexual,
desde el año 2013 hasta el año 2018.
9. PROGRAMAS DE TRATAMIENTO
Asimismo, la Ley Orgánica General Penitenciaria (LOGP) de 1979 recoge en su Título III,
artículos 59 a 72, el tratamiento. Este consiste en un conjunto de actividades dirigidas
directamente a la reeducación y reinserción social del interno. El tratamiento tiene como
fin que el individuo desarrolle una actitud de respeto hacia sí mismo y hacia los demás
para que pueda seguir desarrollando su vida conforme a la Ley penal. El tratamiento se
basará en un diagnóstico de personalidad criminal, un pronóstico inicial realizado a partir
del temperamento, aptitudes, carácter y actitudes del penado, será individualizado, de
carácter continuo y dinámico y programado.
El Reglamento Penitenciario de 1996 recoge a lo largo del Título V, artículos 110 a 153, el
tratamiento penitenciario. Los programas están diseñados para desarrollar aptitudes,
mejorar las capacidades, subsanar carencias y aumentar el conocimiento. Afrontará las
29
causas que facilitaron la delincuencia del penado y favorecerá contactos con el exterior de
cara a la reinserción.
Se deduce que el tratamiento es uno de los pilares para lograr la reeducación y reinserción
social y deberá cumplir con los requisitos establecidos en las leyes mencionadas para su
aplicación en un centro penitenciario.
A todos los sujetos internados en prisión por un delito sexual se les ofrece la posibilidad de
participar en un programa terapéutico. Al ser un delito que provoca tanto rechazo social,
estos sujetos constituyen un grupo de interés preferente de cara a los tratamientos
(Redondo y Mangot, 2017). El agresor sexual, generalmente, tiene carencias en su
comportamiento tanto social como sexual y presenta distorsiones cognitivas. Esto deberá
ser tenido en cuenta a la hora de aplicar un tratamiento (Redondo, 2006).
30
• Hábitos
- Estilo de vida positivo: favorecer un estilo de vida que facilite la prevención de la
reincidencia, organización, armonía y estabilidad personal.
- Educación sexual: informar sobre todo lo que implica la sexualidad. Ayudar a los
sujetos a saber identificar sus propias emociones y sentimientos. Enseñarles a no
utilizar el sexo como una forma de afrontamiento de problemas y proporcionarles
nuevas formas de enfrentarse a los problemas.
- Comportamientos violentos: que aprendan a responsabilizarse de sus
comportamientos y enseñarles que la conducta violenta puede tener su origen en
varias causas.
- Habilidades sociales: aumentar la autoestima, enseñarles a comunicarse de manera
adecuada y promover la asertividad.
• Cogniciones
- Distorsiones cognitivas: reorganizar los pensamientos sesgados que pueda haber
respecto a la mujer, el sexo, las relaciones de pareja, etc.
- Mecanismos de defensa: eliminar las justificaciones y enseñarles a
responsabilizarse de sus actos
• Emociones
- Empatía: aprender a identificar los sentimientos de otras personas, fomentar la
humanidad y la capacidad de “ponerse en la situación del otro”. Que aprendan a
reconocer el dolor y sufrimiento de las víctimas y las consecuencias negativas que
puede tener el uso de la violencia tanto para las personas directas como indirectas.
- Autocontrol emocional: enseñarles a controlar las emociones negativas como la ira
o la rabia. Proporcionarles habilidades para expresar los sentimientos negativos de
manera adecuada respetando al resto de personas y sin violencia, y entrenar la
relajación.
31
- En ocasiones se pueden llegar a emplear sustancias químicas inhibidoras del
impulso sexual.
- Durante el tratamiento cuentan con la ayuda de dos terapeutas, hombre y mujer,
que tratan de lograr dos objetivos: inhibir las conductas delictivas y enseñarles
pautas de comunicación para mantener relaciones sexuales lícitas.
- La participación en el programa es voluntaria, si bien es verdad que aquellos
sujetos que participen obtienen beneficios respecto a su condena como permisos de
salida.
De todos modos, y a pesar de que estos tratamientos han supuesto un avance muy
significativo, no es suficiente para asegurar que no se volverá a cometer la conducta
delictiva sexual, por lo que de cara a reducir el riesgo delictivo que puede existir tras la
salida de prisión y consolidar las mejoras del tratamiento, es necesario complementarlo con
pautas de intervención, cambios en el contexto social del sujeto y apoyo en la propia
comunidad del agresor. Uno de los objetivos tras la excarcelación es la reinserción social
del individuo, y para ello es primordial que el sujeto cuente con apoyo social, vínculos
sentimentales y oportunidades de trabajo para asegurar al máximo el desistimiento
delictivo (Redondo y Mangot, 2017).
32
10. ALTERNATIVAS/PROGRAMAS INTERNACIONALES
California fue pionera en el registro de los agresores sexuales, ya que en 1947 crearon los
registros de delincuentes sexuales (los conocidos como “Registration-Laws”). No obstante,
no fue hasta 1994 cuando, en Minnesota, a raíz del secuestro de un niño por un pederasta,
se empezó a utilizar el registro que existe actualmente. Desde 1996, la Ley Megan obliga a
crear leyes que exigen que el delincuente sexual acuda a la oficina del sheriff a registrarse
y a aportar datos personales, como su lugar de domicilio o el delito cometido (Alonso,
2013).
33
En base a la información proporcionada se clasifica al sujeto en función de su peligrosidad.
Cuanto más peligroso, más gente tendrá conocimiento de su registro. Existen tres niveles;
riesgo bajo, en cuyo caso únicamente las autoridades públicas tienen conocimiento; riesgo
medio, las organizaciones de interés general pueden tener acceso a los datos; y riesgo
elevado, los ciudadanos también pueden conocer los datos y ser informados. Además de en
Estados Unidos, también se emplea en Colombia, Canadá y Gran Bretaña (Alonso, 2013).
A continuación, se especifican los países en los que se llevan a cabo alguna de las
alternativas mencionadas (Alonso, 2013).
• Gran Bretaña
Los agresores sexuales son controlados mediante GPS. Este programa es conocido como
“prisión sin rejas” y se aplica a aquellos sujetos que sean reincidentes o considerados
peligrosos. Funciona de la siguiente forma: un ordenador central recibe información sobre
el lugar en el que se encuentra el sujeto y, en caso de que incumpla la libertad condicional,
un permiso o se acerque a algún lugar que tiene prohibido, hace saltar una alarma.
Además, desde 1997 existe una lista donde están registrados todos los delincuentes de este
tipo.
• Estados unidos
La ley Megan obliga a que todos los delincuentes sexuales, una vez salidos de prisión,
acudan a la oficina del sheriff a notificar su salida y dejar registrados sus datos. Asimismo,
cabe la posibilidad de que se aplique la castración química. Esta es opcional para los
pederastas que hayan cometido un único delito, pero para los reincidentes es obligatoria.
• Canadá
34
• Colombia
• Francia
35
Por otro lado, el modelo de estilo de vida criminal y la PR alegan que detrás de las
acciones criminales, no hay comportamientos impulsivos, sino una serie de decisiones
premeditadas. Con lo cual, se trata de anticiparse al problema y evitar cualquier fallo que
pueda llevar a una recaída.
Este programa abarca tanto el aspecto individual como el grupal. Por un lado, una
evaluación individual en la que se trata de esclarecer cuáles son los factores que le llevan a
cometer la agresión y, en segundo lugar, una intervención a nivel grupal para incorporar y
cambiar los conocimientos, los cambios cognitivos, las emociones y las habilidades de los
sujetos participantes. La evaluación inicial se realiza a través de una entrevista
semiestructurada, de la aplicación de la escala de psicopatía PCL-SV (Psychopaty
Checklist: Screening Version) de Hare (PCL:SV; Hart et al. 1995) y de la aplicación de la
escala de riesgo de 10 ítems diseñada para ello. Por cada grupo solamente puede haber un
sujeto con un perfil psicopático (Redondo, 2006).
36
Al acabar el programa se recomienda la valoración de riesgo de violencia sexual, a través
de algún instrumento que evalúe el riesgo existente como puede ser el Sexual Violence
Risk Scale SVR-20, para tratar de predecir el riesgo de reincidencia, pudiendo ser bajo,
medio o alto, cuando el interno vaya a salir de prisión (García, 2019).
El programa se puede aplicar con distinta intensidad en base al riesgo criminal del sujeto
que va a ser tratado, pudiendo ser completo o reducido. Hasta el momento, lo general es
que el programa se aplique en su plenitud; sin embargo, en algunas prisiones de Cataluña,
se ha comenzado a aplicar de manera reducida. La distinción de aplicar una intensidad u
otra varía en función de la gravedad del hecho delictivo, de la condena y del riesgo de
reincidencia futura (Martínez y Redondo, 2016).
Los requisitos para ser participante del programa son (Ministerio del Interior, 2006):
- Ser hombre
- Edad comprendida entre 18 y 60 años
- Haber cometido uno o más delitos contra la libertad sexual recogidos en el CP y
estar cumpliendo condena por ello
- Estar cerca de obtener el tercer grado penitenciario, la libertad condicional o, de
manera excepcional, permisos de salidas
- No tener causas pendientes
- Coeficiente intelectual superior a 80 y saber leer y escribir de manera básica
- No sufrir enfermedad mental o física que puedan repercutir en el programa
37
Además de los requisitos mencionados, existen otros en relación con el tratamiento. Es
necesario que el sujeto tenga motivación de participar en el programa y un cierto
reconocimiento del hecho delictivo que haya cometido cada sujeto. El SAC requiere que,
al inicio o durante su aplicación, el sujeto reconozca el delito (Redondo, 2006).
Para que el cambio de comportamiento sea positivo y, por consiguiente, el tratamiento sea
eficaz, el sujeto debe encontrarse en un estado de contemplación del problema. Esto quiere
decir que debe reconocer la existencia de un problema y debe querer resolverlo (Valencia,
Andreu, Mínguez, y Labrador, 2008). Siguiendo en esta línea, la teoría que mayor
repercusión ha tenido es el modelo transteórico del cambio de Prochaska y DiClemente en
lo que se refiere a cambio a nivel terapéutico. En total existen seis fases (Redondo y
Martínez, 2011):
1. Precontemplación: no hay intención de realizar ningún cambio porque el sujeto no
es consciente de que tiene un problema.
2. Contemplación: el sujeto empieza a darse cuenta de la problemática y se plantea
afrontar el problema.
3. Preparación para la acción: el sujeto decide actuar con la intención de encontrar una
solución.
4. Acción: ya se están llevando a cabo cambios y se comienzan a ver algunos avances.
5. Mantenimiento: se ha cambiado la conducta que provoca los problemas y se trabaja
la recaída.
6. Finalización: se afianzan las ganancias obtenidas y el problema queda solucionado.
38
Existe una versión más simple en la que se contemplan únicamente cuatro fases de las seis
originales: precontemplación, contemplación, acción y mantenimiento (Redondo y
Martínez, 2011).
El objetivo es la comprensión por parte del interno de los contenidos explicativos del
comportamiento violento con el fin de que reduzca la resistencia que pone a la admisión
del propio comportamiento. Es decir, conseguir que el sujeto sea consciente de las
emociones y comportamientos que le empujan a la violencia con el fin de saber
identificarlas y poder reprimirlas. Está estructurado en 5 módulos (García, 2019;
Ministerio del Interior, 2006).
39
Tabla 3
Estructura del programa SAC.
TRATAMIENTO
TRATAMIENTO A: TRATAMIENTO B:
TOMA DE CONCIENCIA TOMA DE CONTROL
1. Análisis de la historia personal 1. Empatía con la víctima
2. Introducción a distorsiones cognitivas 2. Prevención de la recaída
3. Conciencia emocional 3. Distorsiones cognitivas
4. Comportamientos violentos 4. Estilo de vida positivo
5. Mecanismos de defensa 5. Educación sexual
6. Modificación del impulso sexual
Fuente: elaboración propia en base a los datos del Ministerio del Interior sobre el
programa Control de la Agresión Sexual del año 2006.
A pesar de que los módulos están divididos en dos grupos, el orden que se sigue intercala
algunos módulos, puesto que para poder aplicar ciertas sesiones es necesario un
conocimiento previo de algún otro módulo. Antes de comenzar con los módulos se realiza
un entrenamiento en relajación a través del cual se trabajan técnicas de relajación, ya que
los temas que van a ser tratados en las sesiones pueden provocar cierta ansiedad en el
sujeto, de tal manera que es importante aprender a relajarse. A continuación, se presentan
los módulos en el orden que se aplican, con una breve explicación de cada uno de ellos y el
objetivo que pretenden cumplir (García, 2019; Ministerio del Interior, 2006).
40
2. Análisis de la historia personal: a través de un análisis exhaustivo de la historia del
interno, este módulo tiene como fin encontrar puntos de conexión entre su forma de
ser actual y el delito que cometieron. Por ejemplo, detectar posibles carencias en la
educación, ausencia de afecto o episodios sufridos de malos tratos que hayan
podido influenciar su carrera delictiva para así trabajar sobre ello.
41
reconozca cuando está empleando un mecanismo de defensa, que se enfrente a su
propio delito y que lo acepte.
7. Empatía hacia la víctima: tener empatía hacia la víctima es la razón principal que
tiene el sujeto de no reincidir, por tanto, el objetivo es aumentar el sentimiento de
empatía hacia esta. Para ello es necesario que comprenda lo que implica la empatía
y que se haga responsable de sus actos.
9. Estilo de vida positivo: las intervenciones en el estilo de vida positivo son escasas
en lo que se refiere al tratamiento de este tipo de sujetos. El objetivo es que cada
interno goce de un estilo de vida positivo que le proporcione estabilidad y le facilite
evitar la reincidencia. Se fomenta la buena alimentación, ejercicio físico, sueño,
hobbies, etc. como elementos de estilo de vida equilibrado.
10. Educación sexual: el fin es proporcionar información veraz sobre la sexualidad para
que el interno valore cuales son las formas correctas de actuar ya que, a menudo, la
educación sobre temas relacionados con la sexualidad ha sido escasa o, incluso,
nula. Se trata de que aprendan actitudes correctas hacia el sexo opuesto y que vean
la actividad sexual como algo personal y mutuo, siempre desde el respeto.
42
El tratamiento penitenciario tiene como fin la reeducación y reinserción social, por ello
cada tratamiento debe ser individualizado, resolutivo, constante y, sobretodo, voluntario
(García, 2019).
Una vez que se han aplicado los tratamientos, lo ideal es saber si han sido eficaces de cara
a reducir una futura agresión. La forma más común de valorar la efectividad es comparar la
ponderación de la tasa de reincidencia de un grupo control y un grupo experimental.
Generalmente, los agresores que no han sido sometidos a tratamiento tienen una
reincidencia del 20%. De acuerdo con los múltiples estudios realizados, la valoración de
los resultados obtenidos de la aplicación de tratamientos es positiva ya que la tasa de
reincidencia de los sujetos tratados varia entre el 9 y 11%, mientras que la de los no
tratados se sitúa en un 17% (Redondo y Mangot, 2017).
No obstante, resulta interesante mencionar que, pese a lo que cree la mayor parte de la
población, los delincuentes sexuales que reinciden no suelen hacerlo en delitos sexuales,
sino en delitos no sexuales, como por ejemplo hurtos (Redondo y Mangot, 2017).
De cara a evaluar la eficacia del tratamiento se han realizado varios estudios. Desde mayo
de 1991 hasta el 31 de diciembre de 2002, 346 sujetos han cumplido condena. En su
conjunto, son autores de 770 delitos sexuales y 630 delitos no sexuales. De esta población
se han seleccionado dos grupos: grupo de tratamiento (n= 49) y grupo control (n=74) con
un período de seguimiento de 3 años y 8 meses (Redondo, Navarro, Martínez, Luque, y
Andrés-pueyo, 2005).
43
De los 49 sujetos del grupo de tratamiento, durante un seguimiento de cuatro años,
solamente 2 sujetos (4,1%) habían reincidido en un delito sexual y solo 1 sujeto (2%) en un
delito no sexual. Un total de 3 sujetos reincidentes (6,1%) (Redondo et al., 2005).
De los 74 sujetos del grupo control, durante un seguimiento de tres años y medio, 13
sujetos (18,2%) habían reincidido en un delito sexual y 10 sujetos (13,6%) en un delito no
sexual. Un total de 23 sujetos reincidentes (31,8%) (Redondo et al., 2005).
Un segundo estudio para valorar la eficacia del tratamiento tuvo lugar en 2008 en Madrid.
La muestra contaba con 22 agresores sexuales tratados y 21 agresores sexuales no tratados.
Los resultados fueron muy parecidos ya que del grupo de tratamiento solamente reincidió
un sujeto (4,5%) y del grupo de control reincidieron 3 sujetos (13%) (Valencia et al.,
2008).
Como conclusión podemos establecer que los sujetos que son sometidos a tratamiento
reinciden menos que los que no son sometidos y, por tanto, el tratamiento es eficaz.
11.2 Limitaciones
En segundo lugar, las sesiones y módulos que ofrece el SAC son iguales para todos los
participantes, indistintamente del perfil criminológico y las necesidades que presentan
44
(García et al., 2015). Un ejemplo de ello es el estudio realizado por Madsen, Parsons y
Grubin (2006) en el cual, de una muestra de 44 agresores de menores, 21 resultaron tener
trastornos de personalidad distintos, entre los cuales destacaba el trastorno de personalidad
antisocial. La presencia de estos rasgos de personalidad dificulta una intervención
psicológica, ya que puede impedir que las técnicas enseñadas se apliquen. En este sentido,
en un futuro se plantea la posibilidad de que no todos los participantes tengan que realizar
todos los módulos. Las intervenciones deberían adaptarse a los delincuentes que padezcan
algún trastorno.
Asimismo, hay ciertos módulos con mayor carga emocional, como puede ser el módulo de
empatía con la víctima, que son más proclives a crear un conflicto. Es por ello, que el
hecho de que el equipo esté formado por varios profesionales es muy beneficioso, ya que
afrontaran los conflictos en grupo y el terapeuta estará más apoyado. Además, trabajar con
más de un profesional en el grupo es más efectivo y surgen más soluciones ante cualquier
conflicto que pueda surgir (Herrero, 2007).
Como tercer punto, el programa SAC está dirigido a que el sujeto aprenda todo lo
necesario para impedir la comisión de un nuevo delito, pero no hay suficientes
intervenciones dirigidas a ayudarle en su excarcelación para llevar una vida plena y
satisfactoria. Por ello, sería conveniente trabajar la transición de la cárcel a la libertad
(García et al., 2015).
Además, la temporalidad también puede ser problemática, puesto que significa que una
cantidad menor de internos puedan acceder a él (García, 2019).
45
paciente, pero este no debe interpretarse como una negativa al tratamiento, sino como una
reacción fuerte ante un tema tan delicado. El terapeuta debe evitar entrar al conflicto, es
muy importante que sepa mantener el orden (Herrero, 2007).
Los sujetos participantes valoran que el terapeuta siga la estructura y el guion del programa
que se les ha facilitado al inicio. No obstante, una cierta autonomía está bien considerada,
ya que puede resultar enriquecedor una cierta flexibilidad que dé lugar al surgimiento de
un debate (Herrero, 2007).
Son destacables los posibles efectos negativos que tiene sobre el terapeuta trabajar con
agresores sexuales. Autores como Ennis y Kadambi (2007) establecen que los terapeutas
pueden sufrir problemas emocionales, sobreproteger en exceso a los hijos, sentimiento de
rechazo hacia su trabajo o, incluso, sentirse más vulnerables a la violencia. Asimismo, la
exposición tan reiterada a delitos y el trato que pueden llegar a recibir de los participantes,
sobre todo al comenzar el tratamiento (ya que están más irascibles por falta de motivación
a querer comenzarlo), pueden influir en los sentimientos negativos y hacer aumentar el
malestar. Es por eso que la formación continua, el apoyo del resto del equipo y una
supervisión clínica son fundamentales para garantizar el bienestar del terapeuta.
Tal y como establece Hayes (2004) existen tres olas o generaciones de terapias
conductuales. La primera generación la situamos en la década de 1950 y a partir de
entonces podemos establecer el comienzo de una nueva época de psicología clínica, fue
una rebelión contra las concepciones clínicas predominantes, los terapeutas defendían que
las terapias tenían que construirse sobre la base de principios básicos bien establecidos
científicamente y que las tecnologías que aplicaran debían estar probadas. Esta primera ola
hizo frente a la psicología clínica utilizada por aquel entonces, que estaba dominada por el
psicoanálisis, e instauró una terapia psicológica basada en principios científicos y
valiéndose sobre todo de la psicología del aprendizaje. Las técnicas se centraban en el
comportamiento problemático y las emociones, basado en el condicionamiento y los
principios neo-conductuales (Pérez, 2006).
46
Junto con la psicología del aprendizaje había dos modelos. Por un lado, el
condicionamiento clásico o pavloviano, que responde al Estímulo-Respuesta (E-R) y
donde encontramos técnicas conocidas como la desensibilización sistemática y de
exposición. Estas técnicas eran efectivas para tratar problemas como la ansiedad o el
miedo (Pérez, 2006).
Las terapias de tercera generación tienen como fin impulsar cambios que ayuden a la
persona a sentirse más plena. El objetivo no es que desaparezcan los síntomas y el paciente
se cure, sino que lo ideal es que se acepten los eventos privados que surgen en el paciente.
La tercera generación gira en torno a la aceptación (Infocop Online, 2007).
Las terapias conductuales de tercera generación más conocidas son: Terapia de Aceptación
y Compromiso (ACT), Terapia Dialéctico-Conductual (DBT), Terapia de Pareja
Conductual Integrativa (IBCT), Psicoterapia Analítico-Funcional (FAP) y Terapia
Cognitiva basada en la Conciencia (MBCT), conocida como Mindfulness (Zych, Buela,
Sierra, y Gómez, 2012).
47
12.1 Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)
De todas las terapias de tercera generación mencionadas anteriormente, una de las terapias
más importantes es la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT).
ACT trata de conseguir que el sujeto acepte los eventos privados desagradables en lugar de
evitarlos. Cuando un individuo sufre un evento negativo, tiende a evitarlo. Sin embargo,
está evitación puede tener como consecuencia daño en el desarrollo del sujeto
impidiéndole progresar y evolucionar en base a sus valores. Vivimos en una sociedad en la
que se nos enseña que prima la felicidad y el bienestar sobre cualquier otra cosa y que no
hay lugar para el dolor, de modo que alejamos todo lo negativo y doloroso y nos volvemos
menos flexibles psicológicamente (Blonna, 2010; Luciano y Valdivia, 2006; Zych et al.,
2012).
Cuando un individuo escucha algo que le hace sentir mal (tristeza, angustia, etc.) tiene dos
opciones. Por un lado, reaccionar huyendo del sentimiento negativo, pero con este modo
de actuar se acaba formando un patrón psicológico en el que la evitación es predominante.
Lo que pretende conseguir es estar el mayor tiempo posible sintiéndose bien, pero lo único
que consigue en realidad dejar de hacer cosas por no sentir tristeza o angustia. Por otro
lado, la segunda opción sería no estar pendiente de una felicidad constante, sino disfrutar
de los momentos y centrarse simplemente en vivir, es decir, vivir en el momento presente
aceptando los eventos privados que surgen. ACT opta por la segunda opción, abrir la
puerta a los sentimientos desagradables y su consecuente aceptación (Luciano, 2016).
48
sentimientos y la conducta que lleva a cabo (Blonna, 2010). Esta terapia alega que los
problemas de las personas sobre su historia personal están centrados en cómo han
aprendido a reaccionar a sus pensamientos y emociones (Luciano, 2016).
ACT defiende que es posible un cambio drástico y rápido porque el verdadero problema es
el contexto y la intención de la acción, no el contenido. Por ejemplo, el “pensamiento” no
es el problema en los “trastornos del pensamiento”, sino que lo perjudicial y dañino es
tomar esas experiencias de manera literal y tratar de luchar contra ellas (Hayes, 2004).
Algunas intervenciones especificas relevantes de ACT son (Blonna, 2010; Hayes, 2004;
Luciano y Valdivia, 2006; Páez, Gutiérrez, Valdivia y Luciano, 2006):
Confrontar el sistema: hay que identificar las estrategias que el individuo ha estado
empleando para la resolución de sus problemas hasta el momento para ver si funcionan. En
caso de que las estrategias empleadas no hayan sido eficaces, el terapeuta plantea la
posibilidad de que el problema no está en las estrategias sino en el propósito de estas.
49
La desliteralización es el proceso mediante el cual el individuo se separa de los
pensamientos que le causan malestar y toma consciencia de que esos pensamientos no
tienen porque reflejar necesariamente la realidad. Tiene como objetivo minimizar el valor
de las palabras. Este distanciamiento psicológico solamente es posible desde la conciencia
del aquí y el ahora, por lo que se debe tomar conciencia del proceso.
Valores: un valor puede ser tanto un concepto, como una forma de comportarse como un
sistema de creencias por el cual se rige una persona. Es importante distinguir objetivo de
valor; un objetivo es una meta que la persona se pone con la intención de alcanzar,
mientras que el valor es la dirección hacia ese objetivo o meta, lo que mueve al individuo.
Los valores podrían equipararse a una brújula que nos va guiando en la dirección, aunque
un valor no se puede alcanzar mientras que un objetivo si. Es importante tener unos valores
por los cuales guiarse y es por eso que en ACT se le otorgan mucha importancia. Es
fundamental aclarar los valores, identificar los objetivos que se pretenden alcanzar a través
de esos valores, identificar las acciones que llevarían a alcanzar esos objetivos y los
obstáculos que nos podemos encontrar en el camino. Los valores implican que los
pensamientos y sentimientos dolorosos experimentados son aceptados para poder superar
los obstáculos y conseguir los objetivos. Se trata de conocer los ámbitos a los que el sujeto
otorga mayor importancia (podría ser la familia, el trabajo o crecimiento personal, etc.) y
sus metas para saber qué condiciona su comportamiento.
Algunos de los métodos que se emplean en ACT son paradojas, metáforas o ejercicios de
exposición plena en el momento presente. El terapeuta deberá ajustar los métodos a cada
individuo en concreto y realizará tantos como sea necesario. Además, explicará, tanto con
palabras como con actos, que lo relevante de la sesión es el sujeto y minimizará su propia
función de terapeuta como alguien que le dice como debe llevar su vida. Será el propio
sujeto el que elija su trayectoria para hacer frente al malestar (Luciano y Valdivia, 2006).
Una buena relación terapéutica es esencial para el éxito de la terapia y para la obtención de
buenos resultados, ya que, si la relación entre terapeuta y sujeto es buena, esta misma
relación proporcionará una dimensión humana a las sesiones que realicen. El terapeuta ve
50
al individuo como ser humano y no como a una mera etiqueta diagnóstica (Hayes,
Strosahl, y Wilson, 2014).
El terapeuta debe mostrarse como alguien que está al mismo nivel que el sujeto, no como
alguien superior o más fuerte dispuesto a ayudar. Es importante que el sujeto le vea como
una persona a la que podría haber pasado lo mismo, y que es una oportunidad para que
ambos aprendan, mostrando así que la empatía es esencial en ACT. Además, el terapeuta
puede revelar ciertas experiencias que le han pasado para tratar de explicar algo, de ese
modo el sujeto verá que el terapeuta también ha tenido que enfrentarse a sus propios
obstáculos y la relación terapéutica se verá afianzada. En caso de que la vida del terapeuta
se caracterice por la evitación de ciertas sensaciones negativas, será mucho más difícil
establecer un vínculo con el sujeto, sin embargo, si el propio terapeuta hace frente a sus
obstáculos será más fácil que el sujeto pueda aprender de él (Hayes et al., 2014). Por ello,
puede decirse que la relación terapéutica en ACT es abierta, respetuosa, empática, amable
y mutua (Hayes et al., 2014).
Por último, cabe mencionar un estudio llevado a cabo en España sobre el alcance de las
terapias conductuales de tercera generación demostró que, de una muestra de 274
psicólogos (de los cuales el 43% eran mujeres y el 57% hombres), el 75% de los
participantes había escuchado hablar de ACT, pero solamente el 16.42% la aplicaba de
forma regular (Zych et al., 2012).
Teniendo en cuenta que una de las terapias de tercera generación más conocidas es ACT,
resulta necesario seguir promoviendo y difundiendo estas terapias para que el mayor
51
número de profesionales tengan conocimiento sobre ellas y poder así aplicarlas (Zych et
al., 2012).
El objetivo de este trabajo es desarrollar una propuesta de actividades para los sujetos que
cumplen condena por un delito de agresión sexual y estén siendo tratados con el SAC.
Dicha propuesta son actividades basadas en ACT para que puedan realizarse junto con las
actividades del programa SAC.
Además, el SAC presenta ciertas limitaciones que podrían ser suplidas con ACT y esta les
proporciona un mayor abanico de posibilidades a la hora de elegir como actuar. Los
métodos se ajustan a cada sujeto y la intervención sería más especializada puesto que se
ajustaría a las necesidades concretas de cada individuo. Esta terapia otorga mucha
importancia a tener unos valores por los que regirse y guiarse, de manera que el sujeto
aprende a vivir su vida movido por su sistema de creencias lo que puede beneficiarle a la
hora de su excarcelación ya que esos valores le permitirán llevar una vida plena y
satisfactoria.
52
Anteriormente se ha explicado que el SAC puede resultar complejo para los participantes
debido al empleo de palabras técnicas, con ACT el lenguaje no será un problema ya que el
terapeuta se encarga de explicar las veces que sean necesarias las metáforas, paradojas y
demás actividades, y, además, estas serán extrapolables a situaciones de la vida real lo cual
les facilitará su comprensión.
ENTRENAMIENTO EN RELAJACIÓN
Antes de comenzar con cada sesión de los distintos módulos se recomienda empezar con la
práctica de una meditación.
Este módulo del SAC pretende lograr cambios en el estado corporal, pasar de tenso a
relajado, lo cual producirá un cambio de sensaciones en el cuerpo. Cuando se empiecen a
53
notar los cambios, lo ideal es estar dispuesto y abierto a sentirlos por eso ACT promueve la
aceptación de todos los sentimientos independientemente de que sean agradables o no. De
manera que cuando se realicen los ejercicios de relajación del SAC, desde ACT se propone
también una metáfora con la intención de que los participantes no traten de evitar
sensaciones o sentimientos desagradables que se les puedan presentar, sino que estén
abiertos a experimentar todos los sentimientos. La propuesta es la metáfora de las olas en
la playa.
PREVENCIÓN DE LA RECAÍDA
Al comenzar este módulo el SAC proporciona a sus participantes una explicación del
proceso de recaída y los factores de riesgo que lo precipitan. Además, como ya se ha
comentado, se les explica la diferencia entre recaída (volver a cometer otro delito) y fallo
(un error como puede ser fantasear) (Ministerio del Interior, 2006).
Una vez entendida la diferencia, el objetivo de este módulo es enseñar a los participantes
estrategias de enfrentamiento para saber evitar el fallo y, en caso de haberse producido,
saber reconducirlo y evitar que se convierta en una recaída. Las estrategias de
enfrentamiento están basadas en procedimientos de control de estímulos, estrategias de
evitación, estrategias de escape, enfrentamiento con los impulsos y reestructuración
cognitiva (Ministerio del Interior, 2006). ACT defiende que tratar de controlar los
pensamientos, emociones y sentimientos es muy difícil ya que estos vienen de manera
automática y, a menudo, el control es el problema. La alternativa que se propone es que, en
vez de enseñarles a controlar, se les enseñe a aceptar los sentimientos y pensamientos que
54
tengan e, incluso, el impulso sexual. Esta aceptación se puede trabajar a través de los
valores, a los cuales ACT otorga mucha importancia ya que considera que son la base y la
guía de la vida del sujeto, es decir, los valores son las direcciones que se escogen para
conseguir algo. Por consiguiente, desde ACT, se propone trabajar el intento de control del
SAC y los valores mediante la metáfora del jardín y la metáfora del elefante rosa.
¿Qué flores tienes en tu vida? ¿Cómo las cuidas? ¿Florecen bien? Cada flor o cada
planta del jardín representa un valor (familia, trabajo, salud, ocio, etc.) y se
describirá cómo cada participante puede “regar” sus plantas aún reconociendo y
aceptando las malas hierbas que también nacen en su jardín. Es importante que el
sujeto sepa que solo el puede cuidar sus plantas, nadie mas puede entrar en su
jardín.
Lo más probable es que conteste que esta pensando en un elefante rosa. Lo mismo
pasa con sus problemas reales, si trata de no pensar todo el rato en lo que le causa
55
malestar, lo único que conseguirá será darle todavía mas importancia y pensarlo
más.
En la unidad B0. 3 (respuestas de enfrentamiento) se les explica que para poder dar una
respuesta de enfrentamiento adaptada deben cumplir tres condiciones: honestidad,
disposición para cambiar y persistencia. Asimismo, en la unidad B0. 4 (contrato ante el
fallo) el SAC propone al sujeto la realización de un contrato en el cual este se compromete
a hacer X cosas con la intención de no caer en el fallo (Ministerio del Interior, 2006). No
obstante, ACT no quiere que los sujetos cambien, sino que sean conscientes de su impulso
56
o pensamiento, que lo acepten y que decidan en consecuencia. Por eso, como alternativa a
la condición de disposición para cambiar y al contrato, se puede pedir a los participantes
que rellenen la siguiente lista (Hayes, 2013):
Volviendo a la unidad B0. 3 (respuestas de enfrentamiento), hay tres apartados que hacen
referencia a intervenciones cognitivas, intervenciones conductuales e identificación de
respuestas de enfrentamiento. La primera se refiere a saber identificar pensamientos
inadecuados para cambiar la forma de pensar, la segunda se refiere a la forma de actuar y
la tercera a identificar factores de riesgo y sus respuestas de enfrentamiento (Ministerio del
Interior, 2006). Desde ACT se podría proponer a los profesionales que les recuerden a los
participantes la metáfora del hoyo trabajada anteriormente.
57
Metáfora del tigre hambriento (Hayes, 2013)
Un día en la puerta de tu casa te encuentras un adorable tigre cachorro y decides
quedártelo. Cuando maúlla es significado de hambre y tu le das un trozo de carne.
Van pasando los días y el tigre se va haciendo cada vez más grande y, por lo tanto,
ya no es suficiente con un trozo de carne, sino que tienes que darle piezas grandes.
Así, el tigre cada vez crece más y ocupa más espacio en tu casa, dejándote sin
ningún espacio para ti.
Lo mismo ocurre con los pensamientos, cuanto más los alimentas, más crecen y
más valor les das. Les otorgas ese poder sobre ti y al final acaban condicionando tu
vida.
Seguidamente y dentro del PIG, se habla de un estilo de vida equilibrado como respuesta
de enfrentamiento. El SAC dispone de un módulo específico para el estilo de vida positivo,
pero hace una pequeña introducción en el apartado del PIG (Ministerio del Interior, 2006).
ACT está de acuerdo en lo que se refiere a llevar un estilo de vida positivo a través de los
valores ya que estos sirven de guía a la hora de tomar decisiones que vayan a influir en tu
propia vida y en función de esos valores las decisiones serán mas o menos adecuadas. Es
por ello, que resulta necesario tratar los valores y el estilo de vida positivo al comienzo del
programa y no al final. Si desde el principio los participantes entienden la importancia de
los valores será más fácil y efectivo comprender el resto de las sesiones. Además, los
valores son lo que puede llevar al sujeto a un estilo de vida equilibrado y positivo, el
objetivo es que pueda redirigir de nuevo su vida teniendo como punto de partida los
valores. De manera que se propone tratar desde el comienzo del programa los valores a
través de metáforas como la del jardín, que también ha sido propuesta para ser aplicada
en el modulo de prevención de recaídas.
Este módulo tiene como fin encontrar una relación entre la forma de ser actual del sujeto y
aspectos relacionados con su comportamiento que pudieron llevarle a cometer el hecho
delictivo (Ministerio del Interior, 2006).
58
Se trata de un módulo que indaga en la historia pasada de los participantes, lo cual puede
generar cierta tensión o ansiedad en ellos al no querer recordar episodios pasados que les
hayan supuesto consecuencias negativas. Se ha recomendado trabajar ejercicios de
relajación y meditación al inicio de todas las sesiones, pero en esta en especial se deberán
trabajar más exhaustivamente con el fin de que la sesión, aún siendo dura, pueda traer
consciencia a la historia pasada de los participantes, así como entendimiento y
comprensión de las conductas pasadas.
El SAC otorga mucha importancia a las distorsiones cognitivas, es por ello que hay dos
módulos dedicados a trabajarlas. Un módulo dentro del grupo de toma de conciencia y otro
módulo dentro del grupo de toma de control; el primero es una introducción para que los
internos vayan adquiriendo información acerca de qué es una distorsión cognitiva y el
segundo las trabaja más profundamente. Esto es debido a que el SAC considera que
empezar trabajando de forma tan directa las distorsiones cognitivas puede dar lugar a
confrontaciones (Ministerio del Interior, 2006).
Este módulo, concretamente, es una introducción que tiene como fin que los internos
entiendan que la conducta de cada uno está influenciada y determinada por los propios
pensamientos (Ministerio del Interior, 2006). Cabe señalar que ACT no utiliza el concepto
de distorsión cognitiva, sino de pensamiento desagradable.
Una distorsión cognitiva es el proceso a través del cual cada persona interpreta la realidad,
pero esta interpretación puede estar incompleta o ser errónea y, como consecuencia, lleva a
la persona a actuar de manera incorrecta (Ministerio del Interior, 2006). El SAC pone de
ejemplo el pensamiento que se puede llegar a tener de que cuando una persona ha
delinquido una vez, siempre será considerado un delincuente. El objetivo del SAC es que
los participantes no vean su delito como la muestra de algo negativo inherente a ellos
mismos, sino simplemente como un proceso erróneo que es susceptible de ser corregido.
Es decir, se trata de demostrarse a ellos mismos y al resto de personas que no son la
catalogación de “violador”, “depravado”, “delincuente”, “mala persona”, etc.
59
Desde ACT la defusión o distanciamiento consiste en que el sujeto vea los pensamientos
como lo que son (palabras que nos da nuestra mente) y no como realidades. Para ello, la
defusión es el proceso mediante el cual el individuo se separa de los pensamientos que le
causan malestar y toma consciencia de que esos pensamientos no tienen porque reflejar
necesariamente la realidad (Blonna, 2010; Hayes, 2004; Luciano y Valdivia, 2006; Páez,
Gutiérrez, Valdivia y Luciano, 2006). Se propone trabajar la defusión a través de la
siguiente actividad.
CONCIENCIA EMOCIONAL
Con este módulo se espera que los participantes aumenten el número de emociones que
son capaces de identificar y sentir (Ministerio del Interior, 2006). Esta idea concuerda con
lo que defiende ACT, siempre y cuando se trate de sentimientos tanto agradables como
desagradables.
Dentro de este módulo hay un apartado en el que se tratan las emociones que se tiene
miedo a expresar puesto que hay ocasiones en las que la propia persona no se permite
sentir ciertas emociones, como puede ser, por ejemplo, el dolor, ya que hay gente que lo
relaciona con debilidad (Ministerio del Interior, 2006). Como complemento y desde la
perspectiva de ACT, se proponen metáforas de aceptación como por ejemplo la metáfora
del invitado no deseado, con la intención de que sean aplicadas en ese apartado y sean
60
conscientes de que no deben reprimir sus emociones sino aceptarlas. Todas las emociones,
en su justa medida, son necesarias.
COMPORTAMIENTOS VIOLENTOS
61
lo escuchó y fue a ver que pasaba. Cuando se encontró al asno al fondo del pozo
pensó mucho sobre que hacer ya que, por un lado, el asno era muy viejo y no podría
trabajar en la granja y, por otro lado, el pozo se había secado hacia muchos años y
no tenía utilidad alguna. El granjero tomo la decisión de enterrar al asno en el fondo
de pozo y pidió ayuda a sus vecinos para que le ayudaran con palas. Cuando
empezar a tirar tierra encima del asno, este se puso muy inquieto porque no sólo
estaba atrapado, sino que encima le estaban enterrando en el mismo agujero en el
que estaba atrapado. Agobiado por la situación, comenzó a llorar, se sacudió y la
tierra cayó de su lomo haciendo cubrir sus patas. Entonces el asno se levantó para
sacudirse toda la tierra y de repente se dio cuenta de que estaba un poquito más alto
de lo que estaba antes. El granjero y los vecinos siguieron echando tierra y cada vez
que caía la tierra el asno se sacudía y la pisoteaba. Para el final del día el asno había
conseguido salir del pozo apisonando toda la tierra y ver la luz del sol.
MECANISMOS DE DEFENSA
Al comenzar este módulo se habla de la importancia de reconocer el delito, algo con lo que
ACT está de acuerdo porque implica aceptación. Además, el módulo explica qué es un
mecanismo de defensa, sus características y lo que más se suelen emplear, entre ellos
destacan la negación, excusas, justificaciones y minimización La negación es considerada
el mecanismo de defensa principal y SAC trata de corregirlo a través de la aceptación del
hecho (Ministerio del Interior, 2006). Como complemento se puede proponer a los
profesionales que recuerden a los participantes metáforas de aceptación trabajadas
anteriormente (metáfora de las olas en la playa o metáfora del invitado no deseado).
Dentro de los métodos que se emplean para que el interno reconozca el delito está la
desmitificación de los estereotipos sobre delincuentes sexuales. Muchas veces los
agresores se muestran reticentes a admitir los hechos porque ello conllevaría admitir más
cosas además de los hechos (Ministerio del Interior, 2006). Como ya hemos visto y
propuesto en otro módulo, las etiquetas no ayudan a la integración de las personas que
cometen delitos, por eso se propone al terapeuta que trabaje ejercicios de defusión. Puede
utilizar la actividad de defusión propuesta anteriormente o una nueva como la que se
propone a continuación.
62
Actividad de defusión (Hayes, 2013)
Se les pide que repitan la palabra delincuente durante un minuto sin parar. Pasado
el minuto se pretende que los participantes se den cuenta de que es solo una palabra
y que no los define.
Aceptar los sentimientos desagradables de uno mismo nos abre las puertas a ser capaces de
ponernos en el lugar del otro. Solamente se puede empatizar con sentimientos con los que
se está dispuesto a experimentar, si no estas dispuesto a sentir miedo, no puedes empatizar
con el alguien que tiene miedo (Ministerio del Interior, 2006). Desde la perspectiva de
ACT volvemos a hablar de aceptación, estar dispuesto a aceptar todos los sentimientos
sean agradables o no. Se propone al terapeuta que haga recordar a los participantes alguna
metáfora de aceptación trabajada previamente o una nueva como la metáfora del
monstruo.
DISTORSIONES COGNITIVAS
63
mecanismos de defensa porque también trabaja la negación, justificación, etc. (Ministerio
del Interior, 2006).
Las intervenciones en relación con un estilo de vida positivo son escasas. Ya hemos visto
que, dentro del módulo de prevención de recaída, concretamente con el PIG, se ha
trabajado con un estilo de vida equilibrado. Este módulo lo trabaja más profundamente;
fomenta una buena alimentación, sueño correcto, hobbies, etc. (Ministerio del Interior,
2006). Lo trabaja con la intención de prevenir fallos y recaídas, cuando sería más
conveniente trabajarlo como valor. Al igual que la proposición del módulo de prevención
de recaídas, se considera necesario promover un estilo de vida positivo desde el inicio del
programa. Estilo de vida positivo como base a partir de la cual ir trabajando el resto de
módulos.
Asimismo, en la unidad B3.1 (estilo de vida positivo) el SAC realiza una entrevista
detallada a cada participante con la intención de obtener información sobre las áreas del
estilo de vida (Ministerio del Interior, 2006). Desde ACT se propone, además de dicha
64
entrevista, aplicar una serie de cuestionarios de valores con el fin de obtener información
mas detallada y minuciosa sobre los valores más importantes para cada interno. De dicha
forma, el terapeuta podrá trabajar con cada interno los valores que este considere más
importantes. Se trata de un total de cuatro cuestionarios:
Además de los cuestionarios y con el mismo objetivo de obtener más información, también
se propone la siguiente actividad.
65
con la intención de alcanzarla algún día mientras que un valor es el camino, la
dirección que se coge para alcanzar esa meta. Un valor, como dirección, jamás se
alcanza, por eso nos guía como si fuera nuestra brújula. Los objetivos en cambio,
pueden ser pequeñas o grandes acciones que vamos realizando en dirección a un
valor.
EDUCACIÓN SEXUAL
El objetivo que plantea el SAC con la aplicación de este módulo vuelve a estar relacionado
con tratar de controlar los impulsos y plantea técnicas de control de este, pero, como ya
hemos visto, ACT no defiende los intentos de control. De manera que se propone una
metáfora perteneciente a ACT dirigida a entender que intentar controlar no es la solución
como puede ser la metáfora del tanque de tiburones y el polígrafo.
Lo más probable es que vaya a sentir ansiedad. El sujeto debe darse cuenta de que
cuanto más tratas de evitar un pensamiento, sentimiento o sensación, más lo
pensaras.
66
14. CONCLUSIONES
A lo largo de este trabajo se ha explicado en qué consisten los delitos contra la libertad
sexual. Asimismo, se han desarrollado los numerosos perfiles de agresores sexuales
existentes en base a distintos autores, algunos modelos explicativos de dicho delito y
factores de riesgo. La intención es tratar de entender y comprender estos delitos para
tratarlos de la manera más efectiva posible. Algún denominador común, y en los cuales
coinciden varios autores, son problemas con el alcohol y maltrato físico o sexual en la
infancia. Esto no quiere decir, por un lado, que todos los individuos que hayan sufrido
algunas de estas cuestiones sean agresores sexuales en potencia ni, por otro lado, que sean
justificaciones de delitos sexuales. Tener conocimiento de estos antecedentes posibilita un
tratamiento más focalizado hacia estos aspectos con el fin de reducir la tasa delictiva lo
máximo posible. Asimismo, también se hace referencia a las víctimas, aunque a pesar de
no existir un perfil claro lo que si que comparten son ciertos síntomas y etapas por las que
suelen pasar tras el delito.
Podemos hablar de tres olas o generaciones de terapias conductuales, este trabajo se centra
sobretodo en la tercera. Dentro de está última generación encontramos la terapia de
aceptación y compromiso (ACT), considerada la más completa. La terapia ACT no trata de
cambiar los pensamientos y emociones del sujeto, sino que su finalidad es conseguir que
acepte los eventos privados desagradables. ACT alega que muchas veces los medios
empleados para enfrentar el conflicto son el problema en sí. Es muy difícil controlar los
pensamientos por eso es fundamental el distanciamiento de estos, es decir, aprender que
una cosa es el pensamiento que se está teniendo y otra cosa es la persona que hay detrás de
67
ese pensamiento. Asimismo, ACT otorga mucha importancia a los valores, es decir, la
dirección que toma cada persona para conseguir sus metas u objetivos. Los valores son la
base para una vida equilibrada y satisfactoria.
Volviendo al SAC cabe destacar que presenta ciertas limitaciones de manera que se
proponen una serie de actividades para hombres que cumplen condena por una agresión
sexual basadas en ACT para poder aplicarlas en el SAC.
Cabe añadir, que incorporar ACT al programa SAC supone un cambio de perspectiva con
respecto al tratamiento de estos sujetos. Hasta ahora el tratamiento que se les esta
aplicando es cognitivo-conductual y se le otorga mucha importancia a los factores de
riesgo y a la prevención de la recaída. Sin embargo, ACT les proporciona un mayor
abanico de posibilidades a la hora de elegir como comportarse y al poner énfasis en los
valores les otorga la posibilidad de volver a redirigir su vida con una nueva dirección. Con
la propuesta de actividades se pretende suplir las barreras del SAC además de reforzarlo y
mejorarlo.
Una de las finalidades de las penas privativas de libertad es que están orientadas a la
reeducación y reinserción, no obstante, la prisión puede tener consecuencias negativas para
el sujeto ya que puede sentirse despersonalizado y deshumanizado. Por eso es importante
que las actividades se realicen en grupo, no debemos olvidar que somos seres sociales y
como tal necesitamos comunicarnos con el resto de personas. Esta forma de terapia hace
que los sujetos se relacionen unos con otros y puedan desarrollar sus habilidades sociales y
preparar su posterior reinserción.
Es necesario recalcar la prevención que debe hacerse con respecto a este tipo de delitos
que, desgraciadamente, se producen con cierta frecuencia en nuestra sociedad. Los sujetos
que ya están en prisión por la comisión de estos delitos son sometidos a tratamientos
terapéuticos o psicológicos, pero no es necesario que un sujeto cruce la línea y delinca para
que se pueda hacer algo al respecto. Durante muchos años el sexo ha sido considerado un
tema tabú, ya sea por cultura, religión u otras razones, lo cual dificultaba hablar
abiertamente de ello y, de hecho, hoy por hoy en la sociedad actual todavía es complicado
hablar de sexo con total normalidad. El objetivo a lograr es que la educación sexual
recibida en el ámbito familiar y escolar sean complementarias, es decir, que ambos sean
68
ámbitos en los que se pueda hablar abiertamente de sexualidad, que proporcionen
conocimientos sobre el tema y que fomenten actitudes basadas en el respeto.
Sin embargo, no en todos los hogares se proporciona dicha educación, partiendo de la base
de que muchos progenitores no tienen conocimientos suficientes o están desinformados
acerca de la sexualidad. Por eso es importante que en los colegios se les transmitan
conocimientos en materia de educación sexual que permita a los adolescentes desarrollar
una sexualidad adecuada y apropiada.
Los delitos sexuales son tipos delictivos de gran relevancia social sobre los cuales se ha
investigado ampliamente. No obstante, a pesar de existir numerosos programas, técnicas y
herramientas, es necesario continuar investigando para poder aportar a este tipo de
delincuentes la mejor respuesta posible y garantizar su no reincidencia.
69
15. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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76
16. ANEXOS
77
Anexo 2. Formulario de Estimación de Valores (Hayes et al., 1999)
78
Anexo 3. Cuestionario de Valores (Wilson y Luciano, 2002)
79
Anexo 4. Formulario de metas, acciones y barreras (Hayes et al., 1999)
80
17. INFORME EJECUTIVO
Este Trabajo de Fin de Grado tiene como objetivo conocer en profundidad los delitos
contra la libertad e indemnidad sexual, más concretamente el delito de agresión sexual y
violación, e impulsar el desarrollo y empleo de las terapias de tercera generación en el
tratamiento psicológico de los delincuentes sexuales.
Para ello, en primer lugar, se han analizado los delitos contra la libertad sexual.
Primeramente, se ha estudiado cual es el bien jurídico protegido para después pasar a
desarrollar la regulación tanto española como europea de este tipo de delitos.
81
la eliminación de la dualidad entre agresión sexual y abuso sexual. A partir de esta LO no
es necesario un pronunciamiento expreso en contra de la relación, sino que toda ausencia
de consentimiento, incluso el silencio, será entendido como agresión sexual.
En el caso de la regulación europea, hay dos conceptos a tener en cuenta. Por un lado,
distinguir si se ha producido penetración o tocamientos para calificar la conducta como
agresión o abuso respectivamente y, por otro lado, diferenciar entre el modelo del veto
(expresar de forma indirecta la disconformidad con el acto) y modelo del consentimiento
puro (expresar de forma clara ausencia de consentimiento). En este trabajo se ha
desarrollado de manera genérica la regulación de Alemania, Italia, Portugal, Francia,
Suecia e Islandia.
Una vez comprendido en qué consiste esta tipología delictiva, el trabajo se adentra en
explicar de forma detallada numerosos perfiles de agresores sexuales en base a lo
establecido por varios autores. Se trata de una diferenciación muy extensa de tipos de
violadores, la mayoría de autores distinguen cuatro tipos distintos, aunque comparten
varias semejanzas y muchos de ellos se caracterizan por la agresividad, rabia, ira,
impulsividad y trato vejatorio hacia las mujeres.
Además, se hace referencia a que la edad de comisión del delito sexual suele ser entre los
25 y 50 años, hombres, casados y generalmente del entorno cercano a la víctima como
puede ser la familia.
Asimismo, se mencionan dos variables fundamentales que son los antecedentes de maltrato
y el alcohol. Por un lado, varios autores coinciden en que haber sufrido abuso, ya sea físico
o psicológico en la infancia, puede influir en la futura aparición de conducta sexual
inapropiada. Por otro lado, cabe destacar que muchos agresores sexuales habían consumido
alcohol en el momento de la agresión, lo que no es una variable determinante para cometer
el delito, pero actúa como factor deshinibitorio.
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Junto a ello se explican también las fases por las que suele pasar la víctima,
distinguiéndose normalmente entre 3 o 4 etapas. En primer lugar, la etapa de shock en la
que la víctima no es consciente de todo lo ocurrido, en segundo lugar, la etapa de miedo en
la cual empieza a ser consciente y surgen sentimientos de ansiedad, miedo, etc., en tercer
lugar, la etapa de apatía y rabia que puede estar dirigida a uno mismo o al resto de personas
con la intención de culpabilizarlas y surgen los problemas de sueño, fantasías, recuerdos,
etc. y, en cuarto y último lugar, la etapa de resolución del conflicto en la que la víctima se
muestra alerta ante cualquier situación.
Seguidamente se desarrollan los distintos modelos explicativos que han ido surgiendo con
la intención de dar una explicación al delito de agresión sexual. Se habla de “la hipótesis
del impulso sexual masculino”, aspectos biológicos, débil conducta inhibitoria, actitudes
socio-culturales, pornografía, circunstancias próximas, distorsiones cognitivas,
oportunidad y distintos factores que han podido influir o favorecer la aparición de
conductas sexuales. También se menciona brevemente el Modelo de Triple Riesgo
Delictivo (TRD) el cual plantea tres objetivos que se centran en identificar las dimensiones
de riesgo, estimar el peso de estas y las interacciones que puedan darse y realizar
estimaciones de riesgos y pautas de prevención.
Otra de las cuestiones que se tiene en cuenta es la existencia de factores de riesgo. Estos se
basan en la probabilidad, de manera que un sujeto con factores de riesgo tiene más
probabilidad de cometer un delito que un sujeto que no presenta factores de riesgo. Existen
dos tipos de factores; por un lado, factores de riesgo estáticos, los cuales son de difícil
modificación por ser innatos al sujeto, y, por otro lado, factores de riesgo dinámicos, los
cuales pueden ser modificados con una intervención adecuada. De igual modo, se explican
otra serie de factores de riesgo que pueden influir en la conducta delictiva.
Siguiendo esta línea y con la intención de comprender el delito que se viene estudiando, se
da una breve explicación de las conductas sexuales desviadas ya que a menudo los
agresores sexuales pueden presentar algunas de ellas como puede ser el masoquismo o
sadismo, entre otras.
De cara a conocer más de cerca los delitos sexuales, el trabajo ofrece los datos de cifras
estadísticas de los adultos condenados por delitos contra la libertad sexual desde el año
2013 hasta el año 2018. Los datos mostrados pertenecen, en primer lugar, a España y, en
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segundo lugar, a la Comunidad Autónoma del País Vasco. En ambos casos se presenta el
análisis de los 6 años, seguido de una tabla con los datos. Las cifras de ambas tablas varían
bastante aumentando y disminuyendo en varias ocasiones, siendo la última cifra conocida
de 2.917 condenados en España y 151 condenados en el País Vasco.
La siguiente parte del trabajo, una vez conocido en profundidad el delito de agresión
sexual, tiene como objetivo conocer los programas de tratamiento. Para ello se comienza
analizando la regulación del tratamiento penitenciario con el fin de conocer los requisitos y
objetivos que deben cumplir los programas para que puedan ser aplicados. Dicha
regulación se encuentra recogida tanto en la Constitución Española (CE), como en Ley
Orgánica General Penitenciaria (LOGP) como en el Reglamento Penitenciario.
Seguidamente, se explican las características y objetivos generales de los programas de
tratamiento, así como diferentes aspectos que se trabajan. Además, se mencionan dos
alternativas que se llevan a cabo de manera internacional: los registros de delincuentes
sexuales y la castración química, los cuales se explican brevemente y se especifica los
países en los que se llevan a cabo.
Dicho programa se lleva a cabo en varias prisiones españolas, tiene una duración
aproximada de 10-12 meses y se realiza en grupos de entre 10 y 15 sujetos. Abarca tanto el
aspecto individual como grupal ya que al inicio se realiza una evaluación individual para
conocer cuáles son los factores que le empujaron a cometer el delito y luego se realizan
intervenciones grupales en las que se intenta que el sujeto cambie sus pensamientos y
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emociones. Los objetivos que pretende conseguir son: analizar de manera realista e
individual cada delito, trabajar las capacidades y habilidades personales y fomentar la no
reincidencia y promover la reinserción. Para poder participar hay que cumplir con una
serie de requisitos, entre otros, estar próximo al tercer grado penitenciario o la libertad
condicional. Además de los requisitos que se mencionan en el trabajo, existen otros dos de
gran relevancia que son la motivación de participar y el reconocimiento del delito.
El programa consta de 11 módulos que se encuentran divididos en dos grupos: por un lado,
toma de conciencia, dirigido a que el sujeto sea consciente de las emociones y
comportamientos que le empujaron al delito sexual para poder frenarlas y, por otro lado,
toma de control, centrado en el análisis de la conducta, comportamiento y procesos
cognitivo-conductuales para evitar la reincidencia. A su vez, estos dos grupos cuentan con
5 y 6 módulos, respectivamente.
Generalmente la tasa de reincidencia de los sujetos no tratados es del 20%, sin embargo, la
aplicación de tratamientos consigue reducir significativamente esa cifra. El presente
trabajo muestra los resultados de dos estudios realizados sobre el SAC y ambos
demuestran su efectividad puesto que los sujetos que son sometidos a tratamiento reinciden
menos que los que no son sometidos de manera que el tratamiento es apto.
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Asimismo, el trabajo analiza las tres diferentes generaciones de terapias de conducta. La
primera generación trata sobre todo la psicología del aprendizaje, la segunda generación
defiende que el pensamiento y las cogniciones son la causa de la conducta y, por último, la
terapia de tercera generación, en la que se centra más este trabajo, alega que no se trata de
eliminar o evitar los eventos privados desagradables, sino que se basa en aceptar dichos
eventos y cambiar la forma en la que el sujeto los percibe.
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valores. La propuesta de metáforas y actividades sigue el orden en el que se aplican los
módulos, algunas son propuestas con la intención de sustituir alguna actividad del SAC y
otras simplemente como completo al módulo o a alguna otra actividad planteada por el
SAC.
Los delitos sexuales son tipos delictivos sobre los cuales se ha investigado bastante, pero a
pesar de existir numerosos programas, técnicas y herramientas es necesario continuar
investigando para poder aportar a este tipo de delincuentes la mejor respuesta posible y
garantizar su no reincidencia.
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