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Xavier Andrade
Los Andes University (Colombia)
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Contenido
Dossier
Diálogo
Temas
Reseñas
El audiovisual ampliado
de Santiago Marino, coordinador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238-241
Nadia Sabrina Koziner
No. 59, Septiembre 2017
ISSN 1390-1249
CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53
Vol. 21, Issue 3, September 2017
Quito, Ecuador
Content
Dossier
Dialogue
Topics
Reviews
El audiovisual ampliado
by Santiago Marino, coordinator . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238-241
Nadia Sabrina Koziner
No. 59, Septiembre 2017
ISSN 1390-1249
CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53
Vol. 21, Issue 3, September 2017
Quito, Ecuador
Conteúdo
Dossiê
Diálogo
Temas
Resenhas
El audiovisual ampliado
de Santiago Marino, coordenador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238-241
Nadia Sabrina Koziner
ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2909
X. Andrade
Ana María Forero
Fiamma Montezemolo
L
a convocatoria realizada para este dossier sobre antropologías experimenta-
les –con énfasis en aproximaciones y teorizaciones etnográficas– guardó un 11
interés especial en repensar el oficio del trabajo de campo y las transforma-
ciones que ha tenido en los últimos años a pesar del pesado legado derivado de una
comprensión de la etnografía fundamentalmente como método. En este contexto,
asumimos nuestra tarea desde los desafíos que una coordinación multidisciplinaria
supone. Seleccionamos aquellos materiales a partir de los criterios esbozados en la
convocatoria, mismos que invitaban a autores y autoras a asumir formas alternati-
vas de conceptualización del quehacer etnográfico en lo que concierne a “las incer-
tidumbres productivas” que emergen en las prácticas de la interacción social y que
hacen de la etnografía no una mera descripción sino una teoría sobre descripciones
posibles (Da Col 2017).
Esta perspectiva privilegia posibilidades experimentales a la vez que torna com-
plejas las relaciones entre las nociones básicas del breviario antropológico tales como
trabajo de campo, observación participante, etnografía y antropología. Una atención
renovada a las relaciones entre estas dos últimas ha sido motivada, en parte, por las
X. Andrade. PhD en Antropología por The New School for Social Research, Estados Unidos. Profesor asociado del Departamento de Antro-
pología de la Universidad de los Andes, Colombia.
* [email protected]
Ana María Forero. PhD en Teoría e Investigación Social por la Università degli Studi La Sapienza, Italia. Profesora asistente del Departamento
de Antropología de la Universidad de los Andes, Colombia.
* [email protected]
Fiamma Montezemolo. PhD en Antropología por el Istituto Universitario Orientale, Italia. Profesora asociada en el Departamento de Cine y
Medios Digitales de la Universidad de California en Davis, Estados Unidos.
* [email protected]
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 11-22
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier
Curaduría e instalación
Para empezar, hemos brindado peso a distintos proyectos que –como los de Cata-
lina Cortés Severino y Celia González, con los que se inicia el dossier– incitan a
repensar los procedimientos del trabajo de campo derivados de una conceptualiza- 13
ción de lo etnográfico a partir de distintas formas de compromiso con las prácticas
artísticas. Expandiendo los aportes que ha realizado durante los últimos años sobre
arte contemporáneo, documental y violencia en Colombia, Catalina Cortés Severi-
no (2017 y 2011) parte de un dispositivo específico: el diario de campo –pensado
también como bitácora y sketch– para discutir las posibilidades dialógicas que el
mismo encierra a la hora de retratar experiencias, memorias y relaciones de poder.
Para ello, la autora recurre a tres investigaciones suyas en las que lo experimental, y
particularmente lo corporal y sensorial en un sentido amplio, constituyen aspectos
centrales de su metodología. Los diarios de campo, removidos de su simplificación
instrumental, adquieren la capacidad de constituirse en catalizadores de conoci-
miento antropológico por las múltiples posiciones que asumen, eventualmente, en
un proceso etnográfico abierto.
La incapacidad del texto como único contenedor de los sentidos etnográficos –re-
positorio privilegiado mediante su constante reiteración en la formación académica
en antropología– es expuesta por Cortés Severino mediante el recurso de produc-
ciones fotográficas, audiovisuales e instalativas. Este tipo de intervenciones, para la
autora, dan espacio para repensar el trabajo de campo fundamentalmente como un
ejercicio de inscripción de la experiencia y lo corporal en un contexto dado. Su artí-
culo conjuga, a su vez, la lógica de un producto académico convencional intervenido
por ensayos visuales internos compuestos por fotografías de archivo e imágenes fijas
de videos de sus proyectos.
Documental / instalación
3 Documental codirigido con Iván Sierra, Bogotá, en 2015. Tiene una duración de 86 minutos.
Epistemología y método
Momento
Mientras redactábamos estas líneas en junio de 2017, con motivo del V Congreso
de Antropología Latinoamericana y el XV Congreso de Antropología de Colombia
llevados a cabo simultáneamente en Bogotá, algunos llamados y cuasi manifiestos
se realizaron desde distintos frentes para romper con el statu quo de la disciplina.
Irrumpir en la así llamada “antropología del Estado” o la “antropología visual” da
cuenta del malestar creado al perennizar objetos de estudio reificados y tradiciones
largamente encapsuladas en fórmulas convencionales de definición y reproducción
del conocimiento.
Por supuesto, las agendas de investigación se han visto obligadas a repensar lo
contemporáneo. En Colombia, por ejemplo, la guerra y el complicado camino hacia
la pacificación han conducido a la emergencia, con particular fuerza, de trabajos
etnográficos sobre formas transicionales de justicia, cuestiones de territorialidad y
militarismo. Temas de inminente urgencia como las violencias y el extractivismo han
cobrado vigor en toda Latinoamérica. Otros, como la corrupción política y corpora-
tiva, no obstante, fueron escasamente tematizados en los eventos en referencia dando
cuenta de que a la disciplina en la región todavía le cuesta lidiar con lo político y
18 ajustarse a los ritmos que imponen realidades acuciantes.
En los congresos referidos, líneas de escape de la etnografía más allá del método
estuvieron prácticamente ausentes, los cruces con el arte contemporáneo fueron ob-
viados casi por completo, mientras que la imagen quedó en su mayoría reducida a lo
documental y su exégesis. En este contexto, el estatus problemático de “lo experimen-
tal” en la convocatoria realizada para estos eventos amerita una lectura adicional. Ello
porque la forma más fácil de asumirlo es citando el impacto del giro representacional
y la antropología posmoderna norteamericana de mediados de la década de 1980. Si
bien su empuje empezó a forjarse en Latinoamérica una década después, es evidente
que formas experimentales requieren ser historizadas en un panorama bastante más
largo y no asumirlo sin beneficio de inventario (Elhaik 2008). Esa es una tarea que,
en buena parte, está por realizarse para evitar caer en la reiteración de modelos de
enseñanza y aprendizaje que asumen de manera mecánica y simplista un antes y un
después en la antropología de la región.
En el panorama descrito, el presente dossier ofrece discusiones en torno a lo ex-
periencial y las experimentaciones concernientes a las prácticas del arte contempo-
ráneo; cuestiones de representación documental y la práctica etnográfica; enfoques
emergentes tales como la etnografía como una forma de curaduría; líneas de trabajo
como la experiencia de lo aural en los contextos urbanos; y versiones expandidas del
“campo” hacia las dinámicas de la interacción virtual.
Hay que explicitar que este dossier en conjunto dista deliberadamente de ser “re-
presentativo” de las tendencias más extendidas sobre experimentaciones etnográficas,
este estilo proliferan en la antropología y han sido aún más instrumentalizadas por la
sociología, el mercadeo y otras áreas.
Para la academia, constantemente acosada por la falta de financiamiento en fon-
dos de investigación –cuando no, presionada por el perverso impacto de la política
y sus condicionamientos desarrollistas– aquello redunda en imprimir fuertemente
un tipo de acercamiento etnográfico que ancla al antropólogo y sus informantes en
posiciones fijas. No extraña, entonces, que la producción antropológica continúe
adiestrada y reproducida, no en función de la producción de conocimiento crítico
sino, mayoritariamente, en la formación de profesionales útiles para el servicio del
Estado y/o al activismo de una u otra causa con los esencialismos que, generalmente,
aquello destapa (Andrade 2017b).
En este complicado contexto, los coordinadores del presente dossier de Íconos.
Revista de Ciencias Sociales esperamos contribuir a imaginar otras formas posibles de
hacer antropología asumiendo, centralmente, la tarea de reconceptualizar de manera
radical los trabajos de campo. Este dossier dista de aquella literatura quizá más pro-
minente acerca de “lo experimental” en la disciplina, derivada principalmente del
trabajo de Rabinow y Stavrianakis (2014) sobre ciencia, diseño y distintas formas de
experticia, estudios que en la región todavía resultan marginales por razones relacio-
20 nadas con las tradiciones antropológicas que intentamos poner en cuestión.
Bibliografía
Abercrombie, Thomas. 2016. The Journal of Latin American and Caribbean Anthro-
pology 21 (1): 83-108.
Andrade, X. 2017a. “Inscripción, desinscripción, intrusión: la etnografía como
práctica curatorial”. En Arte y antropología: estudios, encuentros y nuevos horizon-
tes, editado por Giuliana Borea, 135-155. Lima: Pontificia Universidad Católica
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________. 2017b. “Antropología: Ecuador no debate”. Ecuador Debate 100: 75-80.
________. 2016. “El método Lombardi: conceptualismo, dibujo y el oficio de la
antropología visual”. Ecuador Debate 99: 19-41.
Astuti, Rita. 2017. “On Keeping Up the Tension between Fieldwork and Ethnogra-
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Barthes, Roland. 1989. La cámara lúcida. Barcelona: Paidós.
Borea, Giuliana, ed. 2017. Arte y antropología: estudios, encuentros y nuevos horizontes.
Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
Cortés Severino, Catalina. 2017. “El diario entre “lo visual” y “lo sensorial”. En Arte
y antropología: estudios, encuentros y nuevos horizontes, editado por Giuliana Borea,
333-342. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
22
Resituando el diario/bitácora/sketch
en la producción de conocimiento y sentido
antropológico
Resituating the Sketch/Bitacora in the Production
of Knowledge and Anthropological Meaning
Ressituando o diário/bitácula/sketch na produção do
conhecimento e do sentido antropológico
Resumen
El objetivo principal de este artículo es situarme desde el “giro corporal” en “lo visual”, lo que nos lleva
a ubicarnos no en un tipo de observación a la distancia, desprendida y objetiva sino desde otra forma de 23
mirar y relacionarnos con el mundo; no como algo ajeno, sino el mundo que nos afecta y al cual nosotros
afectamos con nuestras miradas. Así, el cuerpo es el eje articulador, es decir, reconocer y reposicionar a los
cuerpos como eje fundamental para renovar la investigación antropológica y artística en nuestro conti-
nente. Desde estos planteamientos, el propósito de este artículo es visibilizar, articular y compartir algunas
de mis experiencias en el quehacer etnográfico a partir de tres trabajos realizados desde el diario/bitácora/
sketch, al igual que reflexionar sobre el diario como práctica narrativa y visual.
Descriptores: diario; bitácora; sketch; quehacer etnográfico; giro corporal; prácticas visuales.
Abstract
The principle objective of this article is to situate the analysis of the “bodily turn” within the study of “the
visual”. This locates the researcher not as an objective observer at a distance but instead in another way
of looking at and relating with the world. Instead of something “out there” the world is seen as some-
thing that affects us and that we also shape through our own perceptions. In this sense, the body is the
axis that articulates, recognizes and repositions physical bodies as the fundamental axis through which
anthropological research can be renewed in our continent. From these points of departure, the purpose
of this article is to illustrate, articulate and share some of my experiences in the “how to” of ethnographic
research on everyday life as a narrative and visual practice.
Keywords: everyday life; bitacora; sketch; how to; ethnography; bodily turn; visual practices.
Catalina Cortés Severino. Doctora en Antropología, Historia y Teoría Cultural por el Istituto Italiano di Scienze Umane, Universitá di Siena,
Italia. Profesora asistente del Departamento de Antropología, Universidad Nacional de Colombia.
* [email protected]
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 23-53
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier
Resumo
O principal objetivo deste artigo é me situar a partir do “giro corporal” no “visual”, o que nos leva a nos
posicionar não em um tipo de observação à distância, desapegada e objetiva, mas desde outra maneira de
olhar e interagir com o mundo; não como algo alheio, mas o mundo que nos afeta e ao qual nós afetamos
com nossos olhares. Assim, o corpo é o eixo articulador, ou seja, reconhecer e reposicionar os corpos como
o eixo fundamental para renovar a pesquisa antropológica e artística no nosso continente. Desde esta
colocação, o propósito deste artigo é visibilizar, articular e compartilhar algumas das minhas experiências
na tarefa etnográfica de três trabalho realizados desde o diário/bitácula/sketch, assim como refletir sobre o
diário como prática narrativa e visual.
Descritores: diário; bitácula; sketch; fazer etnográfico; giro corporal; práticas visuais.
D
esde la “crisis de la representación” durante la década de 1990 en las ciencias
sociales y la emergencia de “lo reflexivo” y “subjetivo” en la investigación
antropológica, la experiencia comenzó a ser base de la producción de cono-
cimiento (Pink 2006). Desde este escenario se empezaron a replantear las formas de
producción de conocimiento al igual que comenzó a considerarse la experiencia sen-
sorial. El “giro corporal” en “lo visual” nos lleva a situarnos no en un tipo de observa-
ción a la distancia, desprendida y objetiva sino que contrariamente nos obliga a partir
24
desde los conocimientos situados que plantea Donna Haraway (1991), donde estos
inician desde otra forma de mirar y relacionarnos con el mundo, no como algo ajeno,
sino el mundo que nos afecta y al cual nosotros afectamos con nuestras miradas.
Esta óptica que propone Haraway tiene que ver con las políticas del posicio-
namiento que aspiran transformar los sistemas ocularcentristas del conocimiento y
plantear nuevas maneras de mirar. Un posicionamiento en la relación subjetiva entre
objeto y sujeto donde el denominado objeto empírico no existe “ahí fuera”, sino que lo
crea el encuentro entre objeto y sujeto, mediado por el bagaje que cada uno trae con-
sigo en el encuentro. Esto transforma el análisis de una “aplicación” instrumental en
una interacción performativa entre el objeto, la teoría y el sujeto. Como lo recuerda
la autora, es la necesidad de visualizar de nuevo el mundo como un engañoso codifi-
cador con quien tenemos que aprender a conversar (Haraway 1991).
Este planteamiento lleva a pensar “lo visual” más allá de la visión y la mirada y
adentrarnos en el cuerpo como lugar de referencia, de percepción, es decir, el cuerpo
como la esencia de la visión. Son claves los planteamientos del arquitecto finlandés
Juhani Pallasmaa (2005) sobre su crítica al ocularcentrismo, término que utiliza para
referirse a la forma en que Occidente ha situado la visión, ajena a la experiencia sen-
sorial y los conocimientos corporizados. Es decir que el ocularcentrismo está centra-
do en la vista como elemento fundamental para llegar a “la verdad” y “la realidad”,
por lo cual su propuesta es liberar al ojo de la epistemología/perspectiva cartesiana,
la cual simplemente da una “visión enfocada”, expulsándonos del espacio y deján-
Siena’ga (2012), Re-membranzas (2014) y Trasegares (2015) son trabajos guiados por
un ensamblaje intuitivo de imágenes y memorias a través de capas temporales, re-
flexiones y texturas con que he tratado de evocar no solo lo que es visible, sino tam-
bién la experiencia sensorial del movimiento y la memoria. Los tres proyectos, en
sus temáticas particulares, son una yuxtaposición poética del tiempo, los lugares, la
26 cultura material y la experiencia vivida. Desde acá, me interesa explorar las múltiples
gramáticas de sentido del tiempo, el espacio y la memoria.
Mi propuesta del diario como práctica narrativa y visual parte de situarme en una
aproximación a lo visual desde lo afectivo y la intimidad. Es decir, me aproximo a los
afectos desde la perspectiva de Kathleen Stewart (2007), la cual indudablemente en-
tra en conversación con las estructuras de sentir de Williams y parte de ver cómo los
afectos ordinarios tienen la capacidad de afectar y afectarnos, lo cual da a la cotidia-
nidad la calidad de movilidad continua de relaciones, contingencias y emergencias.
Desde esta perspectiva es que sitúo la propuesta del diario como práctica narrativa y
visual en la que la producción, recolección y ensamblaje de las imágenes están total-
mente permeados por impulsos, intensidades, sensaciones, encuentros, compulsiones
y sueños. Este es un posicionamiento en la relación subjetiva entre “objeto” y sujeto
que me ha llevado a detenerme en los usos y significados privados de los recuerdos,
las historias familiares, los encuentros, la cotidianidad y las herramientas visuales que
en ellas se manifiestan.
Los tres proyectos que expongo los he desarrollado en el análisis sociocultural y los
lenguajes estéticos. Me sitúo en una reflexión sobre la(s) epistemología(s) de lo visual
y las posibilidades de producción de conocimiento originado en lo visual. Por medio
de estos proyectos, he explorado formas de expresión entre la escritura y las prácti-
cas visuales (fotografía y video) en las que las decisiones estéticas han estado ligadas
con las reflexiones teóricas y etnográficas, y viceversa. En este contexto, entiendo las
prácticas visuales y etnográficas como formas de crítica cultural donde la teoría, la in-
Siena’ga2
Mis intereses de aproximación desde y hacia lo visual comenzaron con fines no aca-
démicos ni de investigación ni de “producción de obra”, sino principalmente por mo-
tivos personales, es decir, por la necesidad que sentí de “documentar” ciertos eventos
de mi vida. La primera vez que comencé a explorar con una videocámara fue cuando
fui a Ciénaga, Magdalena, con mi abuela y mi tía, que no regresaban después de 30
años. Primero realicé un video tipo home-movie para toda la familia sobre este regreso
y después, con una buena distancia de tiempo, realicé el video-ensayo de Siena’ga,
guiada por mis intereses académicos de trabajar en investigación/creación, al igual
que tratando de explorar formas de aproximación y traducción de esa experiencia
utilizando el video y la fotografía. Así, el paso de una home-movie a una práctica ar-
tístico-investigativa no es de un espacio determinado a otro, sino más bien una forma
de trabajar en los intervalos entre lo personal y lo público, entre el adentro y el afuera,
entre la intimidad y lo colectivo. De esta forma Siena’ga (2012) se convirtió en una
yuxtaposición de biografías conectadas y desconectadas, una biografía familiar, como
comentario sobre la experiencia de la migración a través del tiempo. Igualmente pasó
a ser una historia sobre el movimiento y su relación con la violencia, la nostalgia y
el deseo, y principalmente una historia sobre la memoria por medio de los sentidos. 29
Siena’ga es la creación de nuevas imágenes, en medio de recuerdos, olvidos y fan-
tasías, que permiten no solo un acercamiento no lineal hacia el tiempo, sino también
una aproximación a las espirales que lo conforman. Este proyecto no pretende ser un
álbum familiar, sino que, a través de estos recorridos por memorias y lugares, quiere
interconectar los contextos históricos y cotidianos con las experiencias personales y
las relaciones afectivas. Con este enfoque, exploro las sustancias sociales, culturales y
personales durante diferentes momentos históricos, como por ejemplo, el contexto
social y político de Ciénaga entre las décadas de 1930 y 1970, L’Italia que dejó mi
abuelo en la década de 1920 y, por último, Italia y Colombia de hoy en día. Siena’ga
se desarrolla a partir de prácticas visuales (fotografía y video) y textuales, en forma de
diario, ya que ha sido una forma de sanar y lidiar distancias temporales y espaciales,
a la vez que una manera de vivir en medio de esa fragmentación. También es un
intento por generar espacios de encuentro y diálogo que han permitido acercarme a
las historias personales, relaciones afectivas y contextos sociales, políticos, culturales
e históricos que me han rodeado.
Por medio de una aproximación textual y visual he creado a Siena’ga a través de
imágenes3 que cargan con sedimentos y residuos del pasado, presente y devenir. De
2 Ver trabajo audiovisual en:
https://catalinacortesseverino.wordpress.com/2014/11/05/sienaga-2/.
3 Imágenes entendidas en el sentido de Buck-Morss: “Una imagen toma una película de la superficie del mundo y
la muestra como llena de sentido, pero este sentido aparentemente está separado de lo que el mundo puede ser en
realidad, o lo que nosotros, con nuestros propios prejuicios podamos insistir en que es su significado” (2009, 50).
esta manera, Siena’ga hace parte de un recorrido por memorias personales y familiares
que navega e interconecta tres lugares que han sido, y son, parte de la experiencia
histórica de mi familia: Ciénaga y Bogotá (Colombia) y Siena (Italia). Este detour se
da a la vez como documental, ensayo y autobiografía, pero no en el sentido de una
narración retrospectiva de mi propia vida, sino en el de una autobiografía, enten-
dida como forma de explorar y aproximarme a las historias inscritas en mi cuerpo
en relación con los otros y con los mundos en los que me ha tocado vivir y que me
han permeado y cambiado. Así, este proyecto oscila en una línea permeable entre
la autobiografía y la etnografía, en ese espacio íntimo y vulnerable que se construye
por medio de encuentros, intercambios y presencias, en la tensión entre el adentro
y el afuera. Como lo expone Deborah Poole (2005), la etnografía está cargada de
intimidad y contingencias, y es a través de estas como tenemos que pensar y sentir
nuestros trabajos.
El nombre Siena’ga (Siena-Ciénaga) se refiere a ese espacio “entre”, al interva-
lo4 en el cual se desarrolla esta autobiografía; es decir, el espacio intermedio “entre”
diferentes lugares, memorias, nostalgias y deseos. Esta es una aproximación en la
temporalidad de los espacios y la especialidad del tiempo. De esta manera, Siena’ga
no hace parte de ninguna representación de las “realidades” que me han atravesado,
30 más bien es un intento de construir una nueva “realidad” a partir de imágenes que
dejen entrever las interposiciones temporales y espaciales. Desde esta perspectiva, el
presente se rebosa ya que incluye la actualidad del “tiempo del ahora” y la virtualidad
de lo que está por venir (Deleuze 1989).
Fragmentos de diario
4 El término “intervalo” es tomado de Trinh Minh-ha: “Los intervalos permiten una ruptura y presentan una percep-
ción del espacio en medio de fisuras. Ellos constituyen una serie de en la superficie, ellos designan hiatos temporales,
distancia, pausa, lapsus y uniones entre diferentes estados” (2005, 80), interrupciones e irrupciones.
Para mí, esta era la primera vez en Ciénaga... Sin embargo, yo ya la conocía antes de
llegar ahí porque siempre ha estado presente en la historia de mi familia, como una
presencia espectral...
31
Buscando trazos de su historia, entre gente, casas, iglesias, olores... Un detour entre
ausencias y presencias.
Por medio de estas fotografías, trataba de generar o encontrar algún sentido de lo que
era Ciénaga entre memorias contradictorias, recuerdos y deseos... Un lugar que guarda
algunos de mis secretos familiares.
32
A través de esta fotografía, quise capturar la entramada densidad de sentires en este día
de retorno. Lo inconmensurable de esta aparición del pasado.
33
La captura de esos momentos banales nos trae la sustancia misma de ese lugar. La
intensidad de haberlo vivido o escuchado.
Rostros borrosos por las sedimentaciones que causa el tiempo en el papel fotográfico o
por las mismas texturas de nuestra memoria que no nos permiten recordar completa-
mente quiénes fuimos en una época determinada. La ambigüedad que nos conforma.
34
La misma fotografía no alcanza a enmarcar todo lo que está inscrito ahí: deseos, frus-
traciones, intereses y diferencias.
El sepia de las fotografías hace resonar las arqueologías de los deseos, los futuros de-
seados y ya sedimentados. Movimiento: locaciones, re-locaciones, idas, venires, des-
pedidas y bienvenidas.
El templete de Ciénaga evidencia los deseos del ser europeos, el “esplendor” de lo que
un día fue... Morano Calabro-Calabria evoca los deseos de emigración en busca del
sueño americano.
35
Volviendo a crear una intimidad con el mundo en medio de los desplazamientos. Fo-
tografías que iban y venían como la única forma de conexión entre esos mundos que
estaban separados por un océano. Recolecciones arqueológicas del sueño americano.
36
Esa foto se la tomé a mi mamá la primera vez que fue a Italia. Una Italia que nunca
había pisado pero que siempre había vivido por medio de sus deseos e imaginaciones.
Una Italia completamente diferente a la que dejó mi abuelo cuando se fue en busca
del sueño americano, pero por la cual todavía corren los espectros de esas historias
silenciadas y opacas.
Re-membranzas5
nes, ritmos y pausas. Una de las escenas de los recorridos por las casas cementerio de
Portete, como las llaman las mujeres de la asociación, es el ojo-cámara que recorre,
dibuja y delinea estas ruinas. En la barra del audio de la tabla de edición están los
sonidos de las pisadas que entran y salen de las casas, hay espacios donde se impone
el silencio. El juego con las voces a través del montaje también ha sido una forma de
intercalar testimonios con mis reflexiones, cantos con rumores, pisadas con murmu-
llos. Esto ha permitido una construcción del ritmo a través de estas y una puesta en
escena de las texturas de las memorias.
También la aproximación desde la cartografía, como acto de caminar y acercarme
desde lo corporal a los escenarios de memoria de la violencia, siguiendo a Certeau
(1984), fue una forma de mapear a través de las prácticas de lugar a partir de la vida
cotidiana. Es decir, se contrapone la manera de documentar por medio de la crono-
logía, los datos y hechos, a una que surge de la yuxtaposición de historias personales,
canciones, momentos, encuentros, recorridos, sonidos, silencios, entre otras fuentes
de información y expresión que se salen de los parámetros de los registros oficiales y
cuya sustancia es la cotidianidad. Acercarme a los diferentes escenarios de memorias
en términos de cartografía me permitió darme cuenta de su complejidad y del reto
tan grande que es “documentarlos” y “traducirlos” en medio de su múltiple confor-
mación por silencios, actos performativos, objetos, cuerpos, espectros, cantos, dolor, 39
deseos y, en general, un sinnúmero de elementos.
Fragmentos de mi diario
¿Un documental sobre el recordar?, ¿las memorias?, ¿el tiempo?, ¿las ausencias?, ¿sobre
40 qué? Un intento de unir fragmentos y residuos de memorias e imágenes. Una forma
de traducir esas memorias a la deriva en medio de lo intraducible. En medio de lugares
devastados, la ropa se seca al viento que trae soplos de esperanza..., los deseos e inten-
tos de volver a rehabitar las ruinas. Me detengo y filmo por unos minutos la ropa que
mueve el viento y que va cobrando vida poco a poco.
Bahía Portete, por ser puerto natural, hasta hace muy pocos años fue centro de con-
trabando y economías ilegales, razón por la cual siempre fue ruta deseada y apropiada
para el control del poder territorial. Hoy en día, de lo que cuentan que fue el puerto
de Bahía Portete, un lugar bastante movido donde continuamente entraban y salían
embarcaciones, no queda más que un espacio vacío con apenas algunos rastros de latas
y vidrios rotos en la orilla. Al llegar ahí con mi cámara, trataba de capturar algo que
hiciera visible lo que había sido ese puerto, una pista que mostrara las ruinas de un
sitio que, por sus condiciones naturales y geográficas, había sido una ruta impregnada
de historias de violencia, abandono y olvido. Me quedó solo la opción de filmar el va-
cío que dejaron esos sedimentos de historias. ¿Hacia dónde podría enfocar la cámara?
41
Los lugares heridos testimonian a través del abandono los silencios y las huellas de su
horror…
Trasegares6
42
Este proyecto de investigación-creación tuvo como objetivo repensar la relación entre
la ciudad (Bogotá) y la producción de subjetividades desde algunos espacios domés-
ticos. Pero no con la finalidad de hacer una cartografía “esencialista” o “identitaria”
(Guattari 1989; Preciado 2008). Se trató, más bien, de reparar en ciertos cuerpos
atravesados por múltiples relaciones de poder y la manera en que circulan por espa-
cios bien delimitados y codificados de la ciudad –del sur al norte, del norte popular
al norte “estrato 5 y 6”; de sus casas a otros espacios domésticos, de una intimidad
a otra– para atender cómo experimentan esas relaciones, codificaciones y fronteras,
subjetivándose en el espacio, en las segmentadas geografías por las que transitan al
incorporarlas en sus formas de tener experiencia, en sus prácticas cotidianas.
En concreto, el proyecto se enfocó en las prácticas de cuidado de niños y de an-
cianos, partiendo de la reflexión sobre lo que está en juego en la misma actividad del
cuidado; una práctica laboral que implica el involucramiento de las emociones, de los
afectos y del contacto como parte del proceso de trabajo y las labores de servicio, y
que por esto parece exceder también lo que se considera “actividad productiva”. Ade-
más se trata de prácticas que producen cierta feminidad como identidad cultural y
social sedimentada –en nuestro medio, el trabajo de cuidado, se sabe, es básicamente
femenino–, pero que también permiten reinventar de cierto modo estas subjetivida-
des, en sus formas de circular y habitar los espacios y los flujos afectivos, perforando
compartimos algunas de las violencias que constituyen a esos cuerpos, aunque sin
duda desde posiciones muy distintas, que también pudieron verse alteradas, de cierta
manera, a través del mismo proyecto.
La puesta en escena de todo esto en la instalación que titulamos Trasegares consis-
tió en un video proyector que en una pared presentaba simultáneamente dos videos
documentales de primeros planos de actividades domésticas, alternados con imáge-
nes de interacciones de las mujeres, los niños y los ancianos que cuidaban. Paralela-
mente se proyectaron, en un lavamanos, imágenes de manos que lavaban, cortaban
alimentos y fregaban la loza. Asimismo la instalación presentó fragmentos de texto
–del diario de campo, entrevistas, reflexiones, etc.– que en el caso del espacio para
el Museo Efímero del Olvido se montaron en plóter, en 28 pequeñas ventanas que
funcionaban como paneles consecutivos. El registro sonoro de la instalación consis-
tió en fragmentos de historias, conversaciones, reflexiones, risas, silencios y ruidos
cotidianos que fueron transmitidos por medio de parlantes. El audio y el video no
fueron sincrónicos. Además del video, del sonido y de los paneles con texto, la ins-
talación tenía una parte análoga donde se expuso el diario “hecho a varias manos”,
desarrollado durante el proyecto, que contuvo fragmentos de entrevistas, reflexiones
personales, pequeños mapas de recorridos vitales, historias de vidas y algunos retazos
44 de imágenes.
“Lo efímero del trabajo del cuidado”. ¿Cuidado que se olvida? ¿Dónde guardamos
esos afectos que nos ayudaron a crecer, de los que estuvieron cerca, muy cerca, acom-
pañándonos en el día a día? Trabajo del día a día que no puede parar, que tampoco
puede detenerse, afectos que nos han formado, nos han constituido, nos han mol-
deado, ¿Dónde quedan? ¿En nuestros cuerpos? ¿En nuestros recuerdos? ¿En nuestros
olvidos? ¿Las huellas de esas manos siguen presentes en nosotras o ya se fueron a algún
lugar recóndito? ¿Estamos formadas, modeladas, vaciadas por esos cuidados invisibles
y silenciosos?
Estas son frases que asaltaban la vista apenas se entraba en la sala que alojaba la ins-
talación. Frases reflejadas en el piso, la pared y los cuerpos, que huían con los ritmos
e intensidades de la luz. Frases que aún nos atraviesan y resuenan en nosotras; que
surgieron en medio de conversaciones, encuentros cotidianos, reflexiones, recuerdos
y olvidos; que no operan referencialmente pretendiendo capturar una realidad dada,
sino como acciones que pertenecen a la realidad de la vida (Das 2008). Frases que
hacen parte del lenguaje y de los cuerpos no solo como significado, sino como porta-
doras de memorias y afectos.
45
El diario fue uno de los hilos conductores del proyecto, ya que partimos de la es-
critura como práctica corporal y afectiva en medio de una oscilación entre el ir y
el venir, lo familiar y lo extraño; es decir, en medio de la tensión entre experiencia
y reflexión. Y es que el mismo proyecto comenzó con reflexiones e inquietudes
que teníamos en común y que nos lanzaron en primer lugar a la tarea de trazarlas
a través de escritos que fueron conformando el diario de campo del que ya habla-
mos. Además, uno de los soportes del proyecto fue un blog-diario que creamos
inicialmente para guardar material fotográfico y sonoro, y que pronto se convirtió
en un espacio de reflexión que devino en un diario a varias manos. La escritura se
convirtió así no solo en una práctica de experimentación y de ejercicio en la que
podían asumirse, con esa cierta distancia del extrañamiento, experiencias que nos
son muy próximas, familiares; sino que se convirtió también en una práctica del
espacio, en una forma de acercarnos y repensar Bogotá a través de los espacios
de domesticidad, las sedimentaciones femeninas y la cotidianidad que se da entre
unos y otros. Por eso, la escritura fue una práctica que, en lugar de simplemente
transmitir descripciones y observaciones, operó desde el principio como una forma
de andar del proyecto que nos dio la posibilidad no tanto de construir relatos sino
de configurar recortes y ensamblajes de textos, imágenes y voces a partir de la fuerza
46 de los acontecimientos y de la manera en que estos nos afectaron y modificaron.
En este sentido, asumimos la escritura como práctica corporal que, desde la actitud
ética de la que hablamos antes, parte de la vulnerabilidad y la intimidad que atra-
viesan nuestras relaciones con los otros en el mundo.
Encuentros y escritura
Estados de ánimo
Mientras meneaba la crema de mazorca en forma de ochos para que no se cortara, Nu-
bia me contaba lo difícil que habían sido esos días con Tatica, como ella le dice. Días
donde ha estado muy triste, baja de ánimo... “Yo creo que es eso que llama depresión,
pero hay que saberla llevar porque uno no sabe si a esa edad nos va a dar a nosotras lo
mismo, y mi labor es acompañarla en las buenas y en las malas”. Ella me cuenta que
se siente muy sola, que no le dan ganas de nada, que el frío le vuelve rígida la columna
y no hay forma de apaciguar el dolor. Espacios y cuerpos que comienzan a ser despla-
zados de las dinámicas y ritmos sociales y en esa separación que se va creando hay que
construir nuevamente sentido. Estados de ánimo que, aunque no sean nuestros, nos
atraviesan, nos afectan sin poder evitarlos.
Estos fragmentos del diario, que atraviesan también la textura compositiva de este
texto, son fragmentos escritos en esos intervalos que se dieron entre lo que escu-
chábamos, imaginábamos y nos afectaba. Fragmentos que surgieron de lo que su- 47
cedía en los encuentros y nos hacían ir a otras historias parecidas, ya escuchadas o
simplemente imaginadas. Fragmentos de ellas y de nosotras, fragmentos en los que
ya se han cruzado las voces, testimonios de oídas; fragmentos entonces sin autor
propio, sin firma, anónimos. Su fuerza, de hecho, tiene que ver también en gran
medida con este anonimato: el anonimato que divide, que altera. El anonimato
de una escritura que produce diferencia, ya que el otro me afecta y hace producir
algo nuevo en mí, que ya no puede reconocerse como propio. Así se desplegó una
escritura de la vida cotidiana que surgió en medio de encuentros, recorridos, soni-
dos, silencios, afectos, deseos, entre otras fuentes cuya sustancia es la cotidianidad.
Una escritura que, con el anonimato, hace valer también la impersonalidad de los
afectos que la atraviesan.
Esta práctica experimental de la escritura también se relacionó con el proyecto,
con otros lenguajes y medios. Así apostamos a una articulación entre lo visual, lo
sonoro y lo táctil que, interpelando los afectos, las tensiones, la imaginación, pudiera
producir además nuevas situaciones, direcciones y problemas. Los intervalos que se
generan entre la escritura, lo sonoro y lo visual permitieron así jugar con el fragmen-
to; con los fragmentos de experiencia, de memorias, del tiempo, buscando ensam-
blarlos de diferentes maneras para generar constelaciones de sentido perturbadoras,
que inquietaran la percepción habitual.
48
Comentarios finales
El diario como práctica narrativa y visual permite ampliar las posibilidades del queha-
cer etnográfico al trabajar en medio de las imágenes, las experiencias y las memorias,
generando complejas relaciones entre tiempo y espacio. Tanto las imágenes como la
escritura son una elaboración artesanal que se crea a partir de la materia prima de la
cotidianidad.
Así, el diario se convierte en un espacio que conserva las cenizas de la experiencia
(Didi-Huberman 2008) y que permite la escritura desde el cuerpo donde “el escrito
y yo nos afectábamos mutuamente” (Vásquez 1998). Este posicionamiento hacia la
elaboración del diario nos lleva a trabajar a través de la materialidad de la mediación y
las intensidades que se generan en medio de la ruptura entre la experiencia y la repre-
sentación remitiéndonos a la dimensión más artesanal de la investigación: aquella en
que el pensamiento está integrado con el hacer de las manos y donde es el cuerpo el que
imprime las huellas del pensamiento sobre el papel (Pinochet Cobos 2016). El diario
como un lugar de inscripción del pensamiento y la experiencia permite otra forma de
relación con la producción del conocimiento y sentido, donde estos se dan en medio
de procesos lentos, coyunturales e impredecibles. El acto de “pensar” tiene lugar tanto
50 dentro como fuera de nosotros, de modo que las revelaciones creativas solo son posibles
a través de la conjunción, en un mismo proceso temporal, de la mente humana con
otros objetos que proyectan y actualizan su potencia (Gell 1998). Este encuentro de
elementos heteróclitos, manipulados a través del recorte y el montaje, se caracteriza
por exhibir los cortes y suturas del proceso de investigación sin atenuación ninguna
(Clifford 1990). Ofrece, de este modo, la posibilidad de que materiales aparentemente
incompatibles puedan convivir en un mismo espacio/tiempo, haciendo aflorar vínculos
insólitos que pueden derivar en hallazgos significativos (Pinochet Cobos 2016). Desde
estos planteamientos, el diario se convierte en el espacio de inscripción de nuestro en-
cuentro con el mundo donde nuestras investigaciones, prácticas visuales, intervencio-
nes sonoras y nuevas formas de experimentación con la escritura pueden expandirse en
términos metodológicos, conceptuales y epistemológicos.
Los proyectos sobre los que me enfoqué en este artículo me permitieron trabajar
en los intersticios entre el análisis sociocultural y los lenguajes estéticos. Intervalos
que tienen que ver con la experimentación y el análisis e interpretación del sentido,
lo cual nos lleva también a la producción de otro tipo de conocimientos y, conse-
cuentemente, a replantearnos las metodologías con las cuales trabajamos. Es decir,
son propuestas que permiten reflexionar sobre la necesidad de la dimensión de la
experiencia estética en la investigación antropológica para seguir explorando meto-
dologías que proporcionen formas de aproximación a esta dimensión estética desde
las ciencias sociales y que posibiliten otras formas de comprensión e interpretación
de dichas realidades sociales.
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Serie Atrio
La planificación estatal en el interjuego entre
desarrollo y democracia
Patricio Moncayo
FLACSO Ecuador, 2017
356 páginas
¿Está en crisis la planificación estatal? ¿Cuál fue su aporte al desarrollo
y a la democracia en las décadas de 1970 y 1980 en Ecuador? Estas son
las preguntas que Patricio Moncayo responde en este libro. Con ese fin
realiza un análisis comparativo de la experiencia de la planificación en
dos regímenes, el del general Guillermo Rodríguez Lara, calificado de
“nacionalista y revolucionario”, y el de Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado
con el que se inauguró el retorno a la democracia.
Basándose en una rigurosa y profunda investigación, Moncayo muestra
el aporte de la planificación, tanto al sentar las bases del desarrollo como
al colocar las simientes de un encuentro productivo entre la técnica y la
política. El principal mensaje de este libro es que no cabe anclarla a un solo
modelo económico y político, porque en la democracia es una herramienta
tanto del gobierno como de la oposición, rebasa al Estado y se cuela en la
sociedad. Ello exige repensarla teórica y metodológicamente para que deje
de ser un artefacto tecnocrático y potencie la capacidad para gobernar, ya
que de esto puede depender el fortalecimiento de la democracia.
A través de una prosa amena y metafórica, lectoras y lectores de ‘La
planificación estatal en el interjuego entre desarrollo y democracia’ irán
descubriendo a los actores principales y los juegos de poder dentro del
Estado, en un período muy importante de la historia reciente del Ecuador.
ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2639
Resumen
Esta investigación participa de la discusión sobre la urgencia de la problematización del trabajo de campo
para la producción de conocimiento antropológico a través de nociones provenientes de las artes visuales
como diseño, instalación y curaduría. El trabajo de campo fue realizado en La Habana bajo la noción de
práctica curatorial como práctica etnográfica, método y modo de producción teórica. La práctica curatorial
se concretó en una exhibición nombrada Cultura autóctona, con el objetivo de comprender la escena actual
del arte cubano y su repercusión en la producción de prácticas involucradas con su contexto social potencial- 55
mente críticas. El diseño de la operación de encuentro como parte del proceso de la práctica curatorial aportó
elementos a la actual discusión de la antropología visual, al entender la imagen como parte de procesos de
relacionamiento, más que de descripción.
Descriptores: etnografía; trabajo de campo; arte contemporáneo cubano; práctica curatorial; instalación; antro-
pología visual.
Abstract
This study contributes to the discussion on the production of anthropological knowledge and the visual arts
in particular fields such as design, installation and curation. The fieldwork was conducted in La Habana
under the guise of the practice of curation as a site of ethnographic practice, method and theory building. In
concrete terms, the study centres on an exhibition called Cultura autóctona, with the objective of understand-
ing the contemporary Cuban art scene and its repercussions for the production of practices involved in its
politically critical social context. The design of the exhibition and curation process has contributed elements
to the current debate within visual anthropology: understanding of the image as a process of inter-relation,
more than of description.
Keywords: ethnography; fieldwork; contemporary Cuban art; curation; installation; visual anthropology.
Resumo
Esta pesquisa participa da discussão sobre a urgência da problematização do trabalho de campo para
a produção de conhecimento antropológico através de conceitos que provêm das artes visuais como
Celia Irina González. Magíster en Antropología Visual por FLACSO Ecuador. Profesora en la Universidad de las Artes-ISA, La Habana, Cuba.
* [email protected]
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 55-77
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier
desenho, instalação e curadoria. O trabalho de campo foi realizado em Havana sob a noção da prá-
tica curatorial como prática etnográfica, método e modo de produção teórica. A prática curatorial
materializou-se numa exibição chamada Cultura autóctone, a fim de compreender a cena atual de arte
cubana e sua repercussão na produção de práticas envolvidas com seu contexto social potencialmente
críticas. O desenho da operação do encontro como parte do processo da prática curatorial contribuiu
com elementos para a discussão atual da antropologia visual, ao compreender a imagem como parte de
processos de relacionamento mais do que de descrição.
Descritores: etnografia; trabalho de campo; arte contemporâneo cubano; prática curatorial; instalação;
antropologia visual.
D esde la década de 1980, el arte cubano ha sido reconocido por su alto nivel
de involucramiento con el contexto social y político de la isla, llegando a
ser caracterizado como antropológico por la crítica de arte en diferentes
momentos –Gerardo Mosquera (2002), Magaly Espinosa (2007)–. Este trabajo et-
nográfico es una oportunidad para comprender la situación del arte cubano contem-
poráneo en el presente panorama político y social de Cuba, y su repercusión en la
producción de un arte involucrado con su contexto.
Con el fin de entender el estado actual de la escena del arte, asumí la práctica
56 curatorial como práctica etnográfica, es decir, la práctica curatorial como estética,
tecnología y conocimiento productivo durante el trabajo de campo (Marcus y Elhaik
2012). La curaduría no fue una oportunidad para presentar los resultados del trabajo
de campo sino que fue parte esencial del proceso de compresión de la escena contem-
poránea del arte cubano.
Las condiciones actuales de la práctica curatorial han configurado sus formas de
trabajo y su protagonismo. Hoy y ya desde la década de 1990, es habitual que se
recuerde, más que los nombres de los artistas de una exhibición, el nombre de su
curador. La práctica curatorial ha pasado de la elección de un grupo de obras a ser
emplazadas en una galería a la oportunidad de desarrollar una tesis a través de la
propuesta de conexiones conceptuales no solo entre obras terminadas sino con la
inclusión de eventos inaugurales, charlas, textos sobre curaduría en catálogos o des-
pliegue promocional. La curaduría entendida como práctica implica un antes y un
después del propio momento inaugural; más que un evento cerrado, es un proceso
de larga duración –por ejemplo para una bienal la investigación curatorial comienza,
por lo regular, dos años antes de que el evento se realice y la exhibición puede estar
abierta al público hasta cinco meses– y de relacionamiento en el que necesariamente
se trabaja en equipo con productores, coordinadores, divulgadores y sobre todo con
artistas –en el caso de megaexhibiciones y bienales pueden estar invitados más de 40
artistas solo a la muestra principal–.1
1 Ejemplos de exhibiciones con estas características son: La 56 Bienal de Venecia 2015; La 13 Bienal de Lyon 2015; o
La 12 Bienal de La Habana 2015.
Según el análisis del crítico de arte cubano Iván de la Nuez (2015), Cuba transita
por un proceso de normalización. Se refiere a la inclusión del país en las lógicas de la
globalización que lo hará perder su condición de singularidad, heredada de la Revo-
lución como proceso social y político que emanó más allá de la isla:
Aquel diciembre 17 quizá será recordado por la historia como el día en que Cuba ofi-
cialmente comenzó a operar en minúscula. Fue el grado cero desde que una isla quedó
atrapada –para bien o para mal– en su excepcionalidad, enfrentó el día que la posi-
cionaría más cerca de la vida normal que de la historia épica (De la Nuez 2015, 1-2).
La Bienal de La Habana surgida en 1984 se fundó como la bienal del “tercer mundo”
que incluiría en sus eventos –y con suerte en el sistema del arte internacional– a los
artistas de África, Asia, el Caribe y América Latina. La voz oficial ha sido la del arte de
izquierda, antihegemónico, anticapitalista y solidario. Crecimos escuchándola mien-
tras las instituciones culturales estatales censuraban el arte que consideraban contes-
tatario. En esta situación, el enfrentamiento a la escena del espectáculo capitalista ha
sido el discurso estatal; el enfrentamiento a la escena del espectáculo ideológico, auto-
ritario y totalitario ha sido el reclamo del mundo intelectual. Esta situación ha creado
un panorama singular para el arte cubano involucrado con el contexto político y
61
social en el que se encuentran nuevos matices: la oficialización del enfrentamiento
con la escena del espectáculo capitalista sustituido por el espectáculo ideológico, a su
vez enfrentado por el arte.
Fragmento del Informe central al 7mo. Congreso del Partido Comunista de Cuba refiriéndose a la cultura en la primera
plana del periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, 12 de julio de 2016.
6 El mayor evento colateral a La Bienal de La Habana fue la megaexposición Zona franca, financiada con fondos públicos
y presentada en la Fortaleza de la Cabaña, espacio expositivo donde tradicionalmente se ha realizado La Bienal de la
Habana. Como su nombre lo indica, no contaba con una línea curatorial sino que funcionó por convocatoria abierta.
7 Galería Continua tiene alcance internacional con sedes en China, Italia y desde 2015, en La Habana.
tarea estatal a una autofinanciada, sin recursos públicos para ello y sin la posibilidad
legal de declarar estos espacios como galerías comerciales.
Por otra parte, el arte cubano, aún priorizado por su singularidad, continúa te-
niendo promoción internacional a través de residencias de artes internacionales como:
KulturKontakt, Viena; el programa de la Fundación CIFO-Miami, de la coleccionis-
ta Ella Cisnero; el premio para arte cubano de la fundación Patricia y Howard Farber,
con su primera edición en 2015. Tampoco es extraño que curadores internacionales
se interesen en realizar exhibiciones de arte cubano, la más reciente en julio de 2016
titulada Cuba: tatuar la historia en el museo PAC de Milán, Italia. Por su parte, el
Ministerio de Cultura junto con la editorial italiana Maretti han creado el pabellón
de arte cubano en La Bienal de Venecia. A pesar de este importante esfuerzo por te-
ner presencia cubana en Venecia, la promoción internacional de arte cubano, en su
mayoría, es iniciativa externa a Cuba.
Aunque en este panorama del arte no es posible generalizar los intereses de la
producción artística, se evidencia una mayor preocupación por la gestión y la comer-
cialización en busca de aprovechar la coyuntura de un nuevo boom de Cuba como
singularidad política, atrayendo la visita del coleccionismo y turismo cultural. Sin
dudas esta situación ha llevado a un giro de la producción artística cubana. Si en
algún momento hubo un fuerte protagonismo del arte involucrado con su contexto 63
social, ahora es fundamental una producción que se pueda ofertar a un mercado cer-
cano, regular aunque disperso y desestructurado. Esta no es una situación favorable
para pensar el arte como espacio de producción intelectual potencialmente crítico:
sin el apoyo de instituciones públicas y con el empuje de una fuerte presencia de
coleccionismo privado no anclada en territorio cubano, de pequeña escala, y sin una
intención estética o conceptual clara.
Cultura autóctona
(2006) de Pablo Helguera. Sin embargo, más que describir modos de relacionamien-
to generales en la escena del arte contemporáneo internacional, me interesa compren-
der y analizar las particularidades de la situación específica –en cuanto lugar y tiempo
particular– de la escena cubana actual.
Desde mi condición de artista con una ubicación específica en este engranaje social
del que soy parte desde hace más de doce años, participé en eventos, charlas, exhibicio-
nes bajo los códigos y etiquetas habituales en este ámbito. Mi participación en la escena
del arte no solo como artista sino como antropóloga implicó atender las relaciones y
opiniones de la escena del arte. En este proceso de atención intencional fue fundamen-
tal el diario de campo como herramienta de reflexión, recopilación y sistematización de
información vivencial medular que conforma el proceso curatorial.
Dicho proceso de atención desembocó en el emplazamiento de la información en
la escena del arte y ante sus actores, ahora también público, lo que propició una esce-
na de encuentro entre aquellos y la información procesada. Cubriendo los tres niveles
de interés –ámbito expositivo, política cultural y ámbito pedagógico–, se instaló la
información para un día de exhibición bajo el nombre Cultura autóctona. El título de
la exhibición hace referencia a una cita de las declaraciones del VIII Congreso de la
Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)8 en la que se enfatiza la cultura en
64 su relación con la identidad nacional. La cita fue parte de la exhibición para abordar
la política cultural cubana actual y será analizada próximamente como parte de la
práctica curatorial.
El 8 de abril de 2016 en La Habana fue la inauguración de Cultura autóctona
–entendida como proceso de encuentro en la escena del arte– en el estudio del
artista Renier Quer. La exhibición/encuentro contó con la participación de artistas
como Yunior Aguiar y la autora de este texto, presentados como el dúo Celia-Yunior.
En Cultura autóctona, Yunior Aguiar como artista y Renier Quer como organi-
zador fueron colaboradores y cómplices de la doble agenda de la exhibición como
práctica curatorial a la vez que etnográfica. La obra de ambos artistas, junto con la
de otros colegas, había sido caracterizada como antropológica por la crítica de arte.9
Para Cultura autóctona, ambos artistas se implicaron con mis premisas, motivándose
a contribuir en la concepción del diseño curatorial como significado y práctica etno-
gráfica.
8 La UNEAC, fundada en 1961, es una organización no gubernamental que sin embargo sigue la política gubernamen-
tal y que alberga importantes debates sobre las directrices de la política de cultura durante la Revolución cubana.
9 Entre 2007 y 2008, los críticos de arte Maylin Machado (2007), Magaly Espinosa (2007) y Rufo Caballero (2009)
caracterizaron como antropológica la producción de una zona del arte cubano involucrada con su contexto social.
La elección del estudio de Quer, un espacio privado antes que uno de exhibición es-
tatal, es una decisión que aporta al diseño de la operación en Cultura autóctona. Los
estudios de artistas son zonas de promoción que logran escurrirse del mecanismo ins-
titucional estatal, logrando una programación de actividades independiente y mucho
más dinámica. Este espacio privado pasa a ser, en mi práctica curatorial, la escena de
encuentro a la vez que del arte.
La información fue emplazada en formato instalativo en tres bloques que corres-
pondían a cada nivel: la política cultural dictada en el VIII Congreso de la UNEAC;
la presencia del mercado en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad de las
Artes / Instituto Superior del Arte (ISA) –principal y prestigioso centro pedagógico
para la formación de artistas visuales en el país–; y los comentarios, posibles caminos,
pareceres y sentir de la escena del arte sobre las condiciones del mundo del arte desde
los nuevos espacios y en diálogos privados.
El formato instalativo permitió la yuxtaposición de datos conocidos y comentados
por todos pero dispersos y, más importante, aún no sistematizados, ante los cuales
fue emplazado el público, no solo como actor de la escena del arte sino como ciuda-
danía, utilizando el espacio como elemento coordinador, de recorrido y lectura. El
volante entregado al público en la exposición Cultura autóctona incluía la siguiente
declaración:
Fotografía 3. Artistas, curadores y críticos asistentes a Cultura autóctona ante sus comentarios.
Dispusimos los tres niveles de manera que fuera posible observar a la vez cada bloque
de información y que existiera un espacio que pudiera ser recorrido entre ellos. Así
que en una columna de la primera habitación ubicamos los datos recogidos en con-
versaciones en los nuevos espacios privados con artistas, curadores, críticos, y en una
segunda columna colocamos una cita sobre la política cultural discutida en el VIII
Congreso de la UNEAC. El nivel dirigido al ámbito pedagógico fue instalado en la
habitación que separaba las dos columnas mencionadas. El espacio no fue modifi-
cado en función de crear condiciones similares a las de una galería –el llamado cubo
blanco–, sino que seleccionar el estudio de un artista como área de exhibición fue un
elemento que aportó significado al evento.
Los sujetos con los que sostuve constantes encuentros, ahora como público, fue-
ron emplazados ante sus comentarios, instalados en una situación específica como
significado en conexión comparable con otros datos. Las preguntas, afirmaciones,
dudas casi siempre declaradas en privado por críticos, artistas, curadores, gestores so-
bre la situación de la escena del arte actual en Cuba fueron proyectadas entre objetos
que ya habitaban el espacio. Aparecieron como rumores sin seguir un hilo narrativo,
- La situación no es del mundo del arte, es más grande, es un cambio del país.
- Yo no creo que haya más diversidad sino que se han privatizado los espacios, son
grupos individuales.
- A las galerías de arte estatales yo le doy unos añitos más, desaparecen.
- La gente en Cuba no sabe realmente lo que es mercado.
- El ISA es el espacio académico más iletrado que hay.
- Es inevitable, llegamos muy tarde al mercado, no hay tradición que nos permita
estabilizar la mirada.
- La simplicidad no es un problema solo del mercado sino de la institución arte.
- La institución ha desvirtuado los ochenta de tal modo que hoy a los jóvenes no les
interesa, eso es política de la institución. 67
- Ella Cisneros [coleccionista de arte cubano] decide hoy más que el Ministerio de
Cultura, porque el mercado dirige el contexto y su producción.
- Hay una desesperación miserable.
- Los nacidos en el 94 somos la generación del plástico, sin interés por el arte,
perdida.
- Cuba no es singular, no hay ni peor arte ni peor situación para los artistas, no es ni el
peor lugar ni el más singular ni en el arte ni en el mercado, es solo un nuevo boom y
éste se terminará, las cosas se normalizarán y Cuba entrará en la lógica del mundo.
© Yunior Aguiar, 8 de abril de 2016.
Fotografías 4 y 5. Críticos de arte ante la proyección de las frases recogidas en mi diario de campo de enero a abril de 2016.
Es posible distinguir varias posiciones en estas frases, definidas casi siempre a partir
de la relación con el mercado. La pérdida de protagonismo de las instituciones estata-
les ante el mercado; la información y la visibilización manejadas por agentes privados
aunque de manera muy incipiente y restringida; el desconocimiento de un mercado
del arte internacional más complejo y que mueve grandes cantidades de capital; la
pérdida de un arte crítico, que priorice el espacio de producción intelectual “serio”
como consecuencia de la entrada de un mercado desestructurado; el entendimiento
de que la política cultural ha contribuido convenientemente a una situación de pre-
carización de la comercialización y de las posibilidades críticas del arte, funcionando
como agente censor. En particular, se destaca para esta investigación la última frase
en la que aparece lo antropológico como elemento que desvirtúa lo subversivo hacia
68
lo otro cultural, para referirse a una producción crítica en la que se ha perdido interés
en la situación de la escena cubana actual: “¿Ahora provocar a quién? ¿Quién quiere
escuchar esto hoy?”
Algunos encuentran en esta nueva situación la oportunidad de la diversidad en la
producción artística; otros, la individualización y dispersión, priorizándose el diálogo
privado. Cada uno observa y reflexiona sobre diferentes aristas vivenciadas desde sus
posiciones como artistas, curadores estatales, gestores privados, críticos. En este ejerci-
cio de comprensión no se trata de encontrar certezas, juzgar o aliarse a alguna posición,
sino de atender los matices y giros del panorama actual de la escena del arte cubana.
En un segundo espacio de proyección, el público es emplazado frente al ámbito
pedagógico; esta vez no son sus propios comentarios sino que un video elaborado por
Yunior Aguiar y la autora de este texto –en nuestro dúo de trabajo identificado como
Celia-Yunior–, en el que se aborda la comercialización de la producción artística en la
Facultad de Artes Visuales de la Universidad de las Artes / ISA,10 acontecimiento que
constituye el panorama del arte cubano actual, en cuanto esta institución es la mayor
responsable de la formación de artistas en el país. El video yuxtapone dos informacio-
nes: los paisajes del ISA, antiguos campos de golf, áreas de césped vacías y apacibles
sobre las que aparecen en forma de texto contactos de galerías norteamericanas. El
paisaje, ese género del arte tradicionalmente poco problemático apaciguado por un
10 La Universidad de las Artes / ISA ha sido, desde su fundación en 1976, la responsable de la formación de artistas visuales,
dramaturgos, actores, bailarines y músicos, aglutinando estudiantes de todo el país. De la Facultad de Artes Visuales de
esta universidad egresan los artistas más importantes del país, cobijando momentos cumbres del arte cubano.
mercado que promueve la producción de un arte “sano” deja ver una situación muy
específica pero reconocida por quienes participan de la escena cubana.
Desde 2009 aproximadamente, se ha hecho habitual la visita de turismo cultural
a los talleres de la universidad: buses de estadounidenses arriban a la Facultad para
apreciar su arquitectura –las construcciones del ISA han sido declaradas Monumento
Nacional en 2013– y comprar obras de estudiantes y profesores; situación que ha
sedimentado un espacio pedagógico girado a la producción de lo que se puede ofer-
tar. La Facultad de Artes Visuales del ISA ha sido responsable de la formación de la
mayoría de los artistas del país, identificada por un predomino de la obra construida
desde su propuesta conceptual. El video condensaba esta situación actual con la utili-
zación de dos elementos: el paisaje del ISA –ampliamente reconocible por el público
del arte en Cuba y que cumple con elementos del esperado paisaje cubano, soleado,
verde y con palmeras– como símbolo de lo autóctono, de la cultura como espacio
inocente, amigable, sobre el que se informa del segundo dato: los contactos de las
galerías norteamericanas que lo visitan y condicionan.
Fotografía 6. Pantalla emplazada en el suelo reproduciendo el segundo bloque de información correspondiente al ámbito pedagógico.
Los intelectuales de la mayor de las Antillas también abogaron por que la cultura
acompañe el esfuerzo por desplegar las fuerzas de creación material y las reservas mo-
rales, a fin de actualizar el modelo económico y aumentar la productividad del trabajo.
Ahora bien, cualquier esfuerzo loable por una economía próspera sería incompleto si
NO se preserva la cultura autóctona (Morejón 2014).
70
El texto explicitaba un objetivo estatal –“la actualización del modelo económico y
aumentar la productividad del trabajo”– repetido constantemente en discursos ofi-
ciales desde la entrada de Raúl Castro al poder en 2008. A pesar de que la UNEAC
es una organización no gubernamental, se sabe seguidora de la política estatal, ahora
puesta en voz de los intelectuales cubanos de manera genérica. El objetivo estatal y de
los intelectuales debe entrar en sintonía: producir y aportar a la economía como fin
último pero con un llamado de atención en mayúscula a “preservar la cultura autóc-
tona”, un aviso conservador de centralización y unificación intelectual en nombre de
la cultura. Es el concepto cultura el adecuado para legitimar como irrevocablemente
positiva la tradición, en una combinación de objetivos paralelos que implican la mer-
cantilización conservadora del arte. Además, la cita apela a la identidad cubana y su
singularidad “autóctona”, un argumento insostenible en el que se regresa a la relación
de identidad como ideología explicitada desde el comienzo del proyecto revolucio-
nario cubano.
La cultura aparece aquí como una definición conservadora, a la que se apela como
un espacio protegido de todo mal; lo correcto se encuentra ahí, lo naturalizado, lo
“nuestro”, lo autóctono y solo lo que quepa allí será legítimo. En la cita, ha sido
resignificada como concepto hasta ser volcada a los intereses más conservadores y
convenientes. Según Michel-Rolph Trouillot, antropólogo social haitiano, la cultura
ha sido utilizada de manera abusiva para explicar conflictos económicos y políticos
fuera del mundo académico que le dio origen como concepto –el campo de la antro-
pología–: “Una palabra destinada a promover el pluralismo usualmente se vuelve un
tropo en los programas conservadores o en las últimas versiones liberales del proyecto
civilizador” (2003, 188).
En este caso específico, la cultura es utilizada como elemento salvador que pre-
viene a los intelectuales de la disidencia, de lo contestatario, en una estrategia para el
acercamiento hacia la comercialización como objetivo primero. La selección de esta
denominación, Cultura autóctona, como nombre de la propia práctica curatorial, fue
un modo de comentar desde la ironía el panorama en que el arte cubano se relaciona
con Cuba.
Cultura autóctona logró convocar a aquellos interesados en zonas alternativas del
mundo del arte, movilizados más que por la oportunidad de contactos o mercado,
por la posibilidad de un espacio momentáneo para la reflexión. En la inauguración de
la exhibición, en principio, las relaciones producidas fueron las habituales en este tipo
de eventos: las personas se reúnen en pequeños grupos, conversan entre ellas para en
poco tiempo dirigirse a otros presentes en la sala. Sin embargo, esta vez entre los par-
ticipantes no se encontraban coleccionistas, galeristas o productores –protagonistas
codiciados del mundo del arte– sino artistas, profesores, historiadores motivados por
la curiosidad de la propuesta de la exhibición. La relación entre los actores allí gene-
rada estuvo dirigida a preguntar, opinar en privado, sobre los significados y evidencias
que allí eran coordinados. La exhibición como escena de encuentro produjo nuevos
comentarios sobre la escena del arte, funcionando como extensión de la información
presentada por nosotros como artistas. Cultura autóctona aportó a la escena del arte
cubano un momento y espacio de reflexión sobre sí misma en un proceso actual de
descentralización de la gestión y promoción de la producción artística.
Como práctica curatorial dirigida al mundo del arte, los creadores de esta exposi-
ción vigilábamos los niveles de efectividad de Cultura autóctona como generadora de
significados, a la vez que en una doble agencia exigida por el propio evento, vivíamos
la práctica etnográfica atenta a la situación de la escena del arte cubano actual y su
repercusión en la producción de un arte involucrado con su contexto social.
© Yunior Aguiar, 8 de abril de 2016.
72
Fotografías 8 y 9. Participantes de la escena del arte cubano; público asistente a la inauguración de Cultura autóctona.
Para nosotros como artistas no fue una sorpresa la relación establecida por la auto-
ra, quien en 2007 había utilizado el concepto etnoestética para explicar prácticas artís-
ticas involucradas con su contexto social, incluyendo en dicho análisis obras nuestras.
Esta vez, la antropología y la sociología regresan como campos apuntaladores de un
carácter detectado en las obras pero no profundizado. Como resultado, aparece nue-
vamente la batalla territorial entre arte y ciencia, en la que el artista parece traficar
con herramientas de disciplinas con las que no se compromete o de las que no está
suficientemente informado.
Sin embargo, también es descrita una práctica en la que son fundamentales el tra-
bajo de campo y los procesos de relacionamiento. La autora destaca lo valioso del en-
cuentro con la gente y la atención a la vivencia como fuentes principales de la práctica
artística, haciendo referencia a las frases presentadas en Cultura autóctona: “Tiene de
particular, que mientras otras piezas se basan fundamentalmente en la investigación
en fuentes primarias, esta surgió de un diálogo con la propia vida. (…) Es como tejer
todo lo que rodea a ese mundo: artistas, institución, arte, mercado del arte, estética,
ética e ideología, pasado y presente (2016, 3).”
En su artículo, Espinosa señala Cultura autóctona como obra más que como even-
to; no son advertidas las posibilidades etnográficas de la curaduría como práctica. En
su análisis proveniente de las artes visuales, las relaciones generadas en el propio even- 73
to inaugural no necesariamente aportan significado o conforman la práctica artística.
A pesar de la mención de lo antropológico, la relación entre campos que establece
ubica a cada disciplina en su territorio sin llegar a cruzamientos metodológicos pro-
ductivos para ambos.
Además del evento inaugural como parte de la práctica curatorial, convocamos a una
charla en el mismo estudio de Quer, en la que el tema principal era la operatoria de la
propia exposición. Fue el momento para advertir mi doble agencia como artista/curado-
ra y antropóloga de Cultura autóctona como práctica curatorial y etnográfica agregando
un nuevo valor al evento. Sin embargo, no fueron las decisiones como operación y las
posibilidades del intercambio metodológico entre arte y antropología lo que sostuvo un
debate de casi tres horas, sino la situación del arte cubano. En contraste con la inau-
guración que contó con la presencia de aproximadamente 50 personas, la charla tuvo
ocho asistentes: dos estudiantes del ISA, cuatro artistas, una curadora y una académica.
Reafirmando lo latente de la atención a la reconfiguración de la escena del arte
ante un nuevo panorama político y social, entraron en debate diferentes aristas del
tema. El ámbito pedagógico de la Facultad de Artes Visuales del ISA como un espacio
vacío de intereses, incluso comercial y con una débil formación académica atribuida a
una desidia intelectual tanto por parte de profesores como de los propios estudiantes.
Los estudios de artistas fueron descritos como un espacio no del todo negativo en
relación con la producción artística que en ellos se puede encontrar, pero sí de los me-
canismos de comercialización disgregadores a los que se enfrenta. Fue apuntado por
uno de los artistas que no se debe esperar por los grandes espacios de debate público
a los que se acostumbraba en el ámbito del arte cubano sino que cada vez más serán
encontrados pequeños nichos de interés, en una oportunidad de diversificación de los
modos de entender y consumir el arte. Sin embargo, en este espacio de conversación
fue unánime el criterio de un vacío intelectual que comienza con la ausencia de una
mirada crítica, no solo a su producción sino que a sucesos de censura silenciados en
las últimas décadas, lo cual no permite una mayor compresión de futuros caminos
para los intelectuales cubanos. La charla en Cultura autóctona fue una oportunidad
para concretar los diálogos surgidos en la inauguración, completando las relaciones
motivadas en aquel primer evento. Este segundo encuentro fue un espacio para la
reflexión que contribuyó a la comprensión de los dilemas que configuran una escena
alejada del arte como práctica involucrada con su contexto social y político.
Cultura autóctona como experiencia implicó dos mundos que hoy me confor-
man como sujeto: mi carrera como artista –a la que le he dedicado toda mi vida
profesional– y mi nueva posición como antropóloga visual. La práctica curatorial
entendida como práctica etnográfica fue una oportunidad para engranar ambos
mundos en una situación productiva como significado y conocimiento. En la pro-
puesta de Elhaik y Marcus (2012) así como en la etnografía del antropólogo visual
X. Andrade (2015), encontré planteamientos y posicionamientos que sirvieron
como guía para mi propia vivencia en Cultura autóctona. Tal como para estos au-
tores, la práctica curatorial/etnográfica implicó un proceso de atención, selección y
emplazamiento a través de protocolos de relacionamiento esperados, en mi caso, la
inauguración y el conversatorio.
Además, en estos momentos de encuentro no fui un agente ajeno, sino que se
esperaba mi presencia como coordinadora y movilizadora de significados y/o cono-
cimientos a través de la investigación y la producción visual. Finalmente mi previa
participación en el engranaje social del mundo del arte cubano fue fundamental para
lograr un proceso etnográfico en el que el encuentro no fue con la otredad cultural,
sino con el colega intelectual en una situación de afinidad. Como Elhaik –en su
investigación sobre modernismo cosmopolita en México– y Andrade –en su investi-
gación sobre la escena del arte ecuatoriano– he asumido la práctica curatorial como 75
metodología ante un campo en el que dicha práctica era orgánica y la presencia del
investigador como curador no era forzada. Cultura autóctona contribuyó al proceso
de compresión etnográfica de la reconfiguración de la escena del arte cubano en una
situación política y social en reordenamiento de la que participo.
Esta experiencia no solo ha contribuido a situarme en mi nueva dualidad de artista
y antropóloga, con una mirada atenta en ambos campos, sino que aporta a la búsqueda
de nuevas metodologías para la producción de conocimiento antropológico. Es el tipo
de experimento que George Marcus, antropólogo enfocado en ampliar las posibilidades
de la etnografía, encuentra productivo en el intercambio con el arte contemporáneo.
En ellos se ha pensado el diseño de la práctica etnográfica para una investigación espe-
cífica que permite repensar el trabajo de campo clásico: “El pensamiento sobre el diseño
enfatiza una práctica colaborativa sumamente reflexiva; permite una suerte de mímesis
de los métodos de los sujetos y diseños como una fuente propia, y persiguiendo fines
particulares etnográficos” (Marcus en Marcus y Elhaik 2012, 103). Se trata de la reflexi-
vidad como posicionamiento ético aunque no frente a la alteridad cultural sino frente
y como evidencia de la conciencia de una posición colaborativa.
Cultura autóctona fue una oportunidad para activar en Cuba una zona de la re-
lación entre arte contemporáneo y antropología visual distinta a la definida desde
la alteridad cultural, para acercarse a preocupaciones actuales y apremiantes. Una
contribución para continuar incorporado a la región latinoamericana y caribeña estas
metodologías alternativas para la producción de conocimiento antropológico.
Bibliografía
O’Neill, Paul. 2007. “The Curatorial Turn: From Practice to Discourse”. The Bien-
nial Reader: 240-259. Acceso el 7 de julio de 2016.
https://www.scribd.com/mobile/doc/210126981/The-Biennial-Reader-Excerpt
Trouillot, Michel-Rolph. 2003. “Adieu, cultura: surge un nuevo deber”. Transforma-
ciones globales. La antropología y el mundo moderno: 175-210. Colombia: Univer-
sidad del Cauca / CESO, Universidad de los Andes.
77
Serie Atrio
Fuerzas Armadas, pretorianismo y calidad de la
democracia: Ecuador y Uruguay
Patricio Haro
FLACSO Ecuador, 2017
307 páginas
El pretorianismo, o la influencia de las Fuerzas Armadas en política, es el tema que
aborda Patricio Haro, coronel del Ejército ecuatoriano en servicio pasivo.
En su investigación despliega una mirada crítica desde adentro de la entidad.
Así, una pregunta central es ¿cómo aporta la institución armada a la calidad
de las actuales democracias? Sus casos de estudio son Ecuador y Uruguay.
El primero es el país sudamericano con el mayor número de intervenciones
militares desde el retorno a la democracia, mientras el segundo está en
la orilla opuesta, con la menor cantidad en este mismo lapso.
La tercera ola democrática, que inició en la década del setenta en América Latina,
es el marco temporal de la obra. A través de un intenso trabajo de campo, Haro
recoge las voces de muchos protagonistas de la transición a la democracia en
Ecuador y Uruguay. Entre ellos se cuentan expresidentes, excomandantes generales,
políticos y académicos. Al análisis histórico le sigue un repaso profundo de cómo han
evolucionado tanto el rol de Fuerzas Armadas como la percepción que de ellas tienen
las sociedades de ambas naciones. Los resultados son muy distintos en Ecuador que
en Uruguay. La discusión desemboca en el debate sobre las nuevas tareas para los
militares en regímenes democráticos, un tema de gran actualidad.
La relevancia del estudio queda demostrada por el devenir político de la región: una
docena de presidentes durante las dos últimas décadas –uno en Centroamérica y
11 en América del Sur- no terminaron su mandato presidencial. Ello generó crisis de
gobernabilidad en las que las Fuerzas Armadas intervinieron directa o indirectamente.
La obra de Haro convoca a todas las personas e instituciones preocupadas por la
estabilidad democrática en Latinoamérica.
ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2678
Resumen
Desde la imbricación entre producción audiovisual e investigación teórica, este artículo parte de la expe-
riencia de realización de un documental sobre el pasado de una planta de cemento en Colombia: La Sibe- 79
ria. Las tensiones entre la construcción narrativa del documental y la inmensidad del archivo desechado
conducen a una búsqueda teórica para responder a la iconoclasia propia de la crítica postestructuralista
de la historia. Ello conlleva la formulación del concepto de representación claroscura, definida como una
representación capaz de hacer visible sus propios límites. Tras poner a prueba su aplicación en el lenguaje
del cine documental, en específico en La Siberia, y sugerir su pertinencia para otros contextos de repre-
sentación del pasado, la investigación teórica conduce finalmente a la formulación de un nuevo proyecto
de arte. El conjunto del proceso de investigación, en su diálogo entre experiencia y teoría, es interpretado
desde el modelo de abducción propuesto por Charles Sanders Peirce.
Abstract
At the nexus between audio-visual production and theoretical research, this article is based on the
experience of producing a documentary on the history of a cement plant in Colombia: La Siberia.The
tensions between the narratives constructed in the documentary and the immensity of the discarded
archives from the plant drive a theoretical quest to respond to its own iconoclast and the post-structur-
alist critique of history. This brought us to the formulation of the concept of claroscura representation,
defined as representation that is transparent about its own limitations. I put this concept to the test
through the medium of documentary film, talking specifically about the making of La Siberia, and
suggest its relevance in other projects that attempt to represent the past or history through film. I sug-
Gerrit Stollbrock Trujillo. Magíster en Análisis Crítico y Creativo por el Goldsmiths College, Reino Unido. Docente investigador en la Uni-
versidad Externado de Colombia. Consultor y documentalista independiente.
* [email protected]
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 79-102
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier
gest that this theory drives us towards the formulation of a new artistic project. The research process,
and the dialogue between theory and practice, is interpreted using the model of abduction proposed
by Charles Sanders Peirce.
Resumo
Desde o entrelaçamento entre produção audiovisual e investigação teórica, este artigo parte da experiência
de realização de um documentário sobre o passado de uma fábrica de cimento na Colômbia: La Sibéria.
As tensões entre a construção narrativa do documentário e a imensidão do arquivo descartado conduzem
a uma busca teórica para responder à iconoclastia própria da crítica pós-estruturalista da história. Isso en-
volve a formulação do conceito de representação chiaroscura, definida como uma representação capaz de
tornar visíveis os seus próprios limites. Depois de testar a sua aplicação na linguagem documental, especi-
ficamente em La Sibéria, e sugerir a sua pertinência para outros contextos de representação do passado, a
pesquisa teórica conduz finalmente à formulação de um novo projeto de arte. O conjunto do processo de
pesquisa, no seu diálogo entre experiência e teoria, é interpretado a partir do modelo de abdução proposto
por Charles Sanders Peirce.
A
continuación, presento un proceso de investigación en torno al documental
como dispositivo de memoria que ha involucrado una fuerte imbricación
entre realización audiovisual y su elaboración teórica. En consonancia con
el concepto de “autoetnografía” (Ellis et al. 2011), mi experiencia como investiga-
dor-realizador ha ocupado un lugar central como catalizador de la misma a nivel teó-
rico y el intento por conceptualizar el proceso ha sido a posteriori; como lo sugieren
los autores, este texto es más bien la construcción de un relato que busca darle sentido
al conjunto del proceso.
En este intento por comprender reflexivamente el proceso, propongo una interpre-
tación desde el “modelo de abducción” de Charles Sanders Peirce (1931). En términos
muy sintéticos, lo que define la abducción es el hecho de que se inicia con hechos de la
experiencia, los cuales motivan la “necesidad”, apremiante diría Peirce, de un abordaje
teórico para ser explicados y cuyos resultados son luego llevados de nuevo a los hechos de
la experiencia para constatar su eficacia explicativa (Tsang 2013).1 Aunque este modelo
1 Siguiendo a Peirce, la abducción se puede entender mejor en comparación con los tipos de razonamiento conocidos
como deducción e inducción, y el lugar que ocupa en cada uno de ellos la experiencia. La deducción no implica la
experiencia en absoluto: es “interna” y sigue las leyes de la lógica. La inducción, por otra parte, “consiste en partir de
una teoría, deduciendo de la misma predicciones de los fenómenos, y observando estos fenómenos con vistas a com-
probar lo aproximadamente que concuerdan con la teoría” (Peirce 1931, 4). Así, la experiencia viene en segundo lugar
en un plan inductivo de investigación. Por el contrario, la experiencia es el punto de partida de la forma abductiva
de razonamiento; en este caso, solo se debe a ciertas experiencias que una teoría se torna necesaria. Poniéndolo en las
palabras de Peirce: “La abducción parte de los hechos sin, al principio, tener ninguna teoría particular a la vista, aun-
estuvo inicialmente formulado por Peirce para explicar el progreso del conocimiento
científico, Peirce lo amplió luego para explicar procesos de conocimiento que van desde
lo personal hasta los procesos creativos propios del arte (Harrovitz 1988).
En este caso, la investigación teórica que presento estuvo inspirada inicialmente
en la “experiencia” de realización del documental La Siberia (2015, 86 minutos) que
codirigí con Iván Sierra.2 Luego, los resultados de la exploración teórica llevaron, a su
vez, a su aplicación en el marco de un nuevo proyecto: la videoinstalación La Siberia:
recuerda al olvidar, basada en el documental y realizada en el marco del proyecto cu-
ratorial Museo Efímero del Olvido - Salón Regional de Artistas Zona Centro en Co-
lombia en 2015.3 En la medida en que es una interpretación a posteriori, un ejercicio
narrativo para dar forma a lo informe, emplearé comillas para referirme a cada uno
de los momentos del proceso: “experiencia”, “teoría”, entre otros. Por otra parte, es
importante anticipar que la interpretación desde los tres momentos de la abducción
en Peirce hace visibles los énfasis de cada uno de los momentos del proceso de investi-
gación. En la conclusión, mencionaré posibles limitaciones en el uso de este modelo.
Por lo anterior, este artículo puede ser comprendido como la presentación de un
caso práctico en las discusiones sobre la relación entre la investigación en ciencias
sociales, por un lado, y la búsqueda por involucrar medios “más allá del texto” en el
arte, la visualidad y la creación audiovisual, en particular.4 Al finalizar, retomaré la re- 81
flexión relativa a la propuesta de conceptualizar el proceso desde el modelo de Peirce.
En cuanto sus contenidos, los resultados de la investigación pueden resultar per-
tinentes para contextos donde la memoria social toma un lugar cada vez más promi-
nente en la discusión pública, como sucede en Colombia actualmente, y como lo es
en contextos de posdictadura en otros países de América Latina. En el caso particular
de Colombia, existe un marco legal que, desde el año 2005, promueve procesos de
memoria histórica desde la institucionalidad y busca apoyar y fortalecer procesos de
memoria social, fundamentalmente desde las víctimas.5 El cine documental, quizá
que está motivada por la idea de que se necesita una teoría para explicar los hechos sorprendentes” (citado en Sebeok
y Sebeok 1987).
2 El tráiler está disponible en el vínculo:
https://vimeo.com/100561369
Debido a las circunstancias de distribución, el documental estará disponible completo desde 2018 en el siguiente link:
https://vimeo.com/146824315
3 Ver:
http://efimero.org/project/gerrit-stollbrock-e-ivan-sierra-la-siberia-recuerda-al-olvidar/
4 Beyond Text? es justamente el título de un libro editado por los antropólogos visuales Rupert Cox, Andrew Irving y
Christopher Wright que fue publicado recientemente en Inglaterra por Manchester University Press. Estas discusiones
se han dado en distintos ámbitos académicos con intensidades variables en la antropología visual, en la sociología
visual, en los estudios de documental, entre otros.
5 Como base legal para los procesos de desmovilización de los grupos paramilitares, en 2005 se aprobó la Ley 975 de
Justicia y Paz, la cual constituyó el primer marco legal que instauró la memoria histórica como deber del Estado: la
“preservación de la memoria histórica” se consideró una de las medidas de reparación simbólica de las víctimas y se
creó, entre otros, el Grupo de Memoria Histórica. En forma posterior, la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras de
2010 reformuló y profundizó las apuestas del Estado en esta materia. Aunque ambas leyes han sido objeto de diversas
La Siberia fue una planta de cemento construida por la empresa Cementos Samper
en el municipio de La Calera, ubicado al nororiente de Bogotá (Colombia). Entró en
críticas, han sido, no obstante, una plataforma para que procesos de memoria social que habían sido liderados por las
comunidades desde muchos años tuvieran mayor resonancia en la agenda pública nacional.
6 El concepto fue formulado inicialmente en inglés como Twilight Representation. Aunque el término Twilight tiene
varios matices que ninguna palabra en español logra capturar del todo, se refiere fundamentalmente a una cualidad
de la luz justo después del amanecer o antes del anochecer. Entre las distintas posibilidades de traducción, opto por
“claroscuro”, que se centra en el aspecto lumínico para subrayar la dimensión visual.
operación en 1934 con el fin de surtir cemento para la acelerada expansión urbana
de la capital colombiana a mediados del siglo XX. Como mano de obra principal,
incorporó a los habitantes del municipio, cuya población era preponderantemente
rural. La Siberia conjugaba una urbanización del mismo nombre, donde vivían mu-
chas familias de los antiguos trabajadores, incluyendo en sus instalaciones una escuela
y un centro cultural. Por todo lo anterior, se constituyó en el eje de las actividades
económicas de La Calera, así como de sus actividades culturales. Cerrada en 1998,
entre otras, por causa de la obsolescencia tecnológica, la escasez de materia prima y
los cambios en la estructura del mercado del cemento, hoy en día La Siberia es una
monumental y escalofriante ruina. Lentamente carcomida entre sus grietas por el
verde del campo que la circunda, el cemento derretido de su estructura aún evoca en
forma inexplicable a Chernobyl.
83
Por mi lado, tenía cierta familiaridad con la empresa en funcionamiento porque viví
en La Calera durante mi niñez y juventud y fui vecino de algunos de sus antiguos
trabajadores por más de 20 años, entre 1985 y 2007. La Siberia, el documental, nació
de la confrontación inesperada con las ruinas, apenas 10 años después de su cierre
en el año 2009: ¿si fue tan turbador mi propio encuentro con el lugar, cuál sería la
experiencia de los antiguos habitantes de La Siberia, muchos de los cuales, al vivir
en La Calera, “conviven” con ese inmenso y espeluznante esqueleto? En diálogo con
Iván Sierra, un amigo cineasta colombiano, el documental surgió como respuesta a la
urgencia de explorar esta pregunta. Fue realizado entre 2010 y 2015 y aborda la me-
moria de La Siberia, así como el significado de la ruina para los antiguos habitantes,
por medio de la confrontación con el espacio y sus recuerdos.
El proceso de realización no siguió métodos etnográficos en sentido estricto. Sin
embargo, en el marco de un proceso de investigación que corrió en paralelo con la
realización, los dos dispositivos principales del documental para abordar la memoria de
los antiguos habitantes de La Siberia tienen una fuerte resonancia con métodos propios
de la antropología, siendo al mismo tiempo fundamentales para la tradición del cine
documental: por un lado, entrevistas con profundidad y, por otro lado, el registro fílmi-
co de los recorridos de los personajes por los espacios, sin brindar ninguna instrucción
previa, en los cuales el acto de recordar emerge a través del acto de caminar, siguiendo
las imbricaciones entre etnografía y el acto de caminar que sintetizan Ingold y Vergunst
(2008). En última instancia, el documental fue un medio de inmersión para investigar
la relación de los antiguos habitantes y trabajadores con las ruinas.
Uno de los hallazgos que más marcó las estrategias narrativas de La Siberia fue
la relación ambigua que establecen los distintos personajes con este espacio. Por un
lado, aparece en ellos la sorpresa de constatar su existencia: “Decían que la planta de
Samper ya había desaparecido, que ya no quedaba nada, que la habían demolido,
¡pero mire que ahí está! “¡Ahí está!” dice Álvaro Triviño, uno de los personajes del
documental. Esta sorpresa ante los restos tiene, a su vez, una correspondencia con el
entusiasmo que impregna sus actos de recuerdo.
La némesis de este entusiasmo es la desilusión ante lo poco que queda de la ruina
y, en forma análoga, la indiferencia frente a sus recuerdos o el desánimo y la frustra-
84 ción ante su fragilidad: “Ya hay cosas que uno no se acuerda, y a veces no le gusta
recordar cosas que poca importancia tienen ya… Yo pa qué le cuento que me dieron
la pala y la carretilla y que a los 15 días…”, cuenta Carlos Cortés.
Esta dualidad de su relación con el espacio dio forma a la estructura narrativa del
documental durante el proceso de edición. Las dos grandes partes del documental
están marcadas por esos dos estados anímicos: el entusiasmo ante los restos que desde
la nostalgia “reviven” La Siberia, por una parte, y la desilusión ante la constatación
de la ausencia y la lenta disolución del “artificio” de la memoria hacia el final del
documental, por la otra.
Fotograma de La Siberia: un antiguo trabajador busca el camino de salida de uno de los espacios.
La necesidad de dar sentido a esta experiencia con los límites del documental como
dispositivo de memoria catalizó la búsqueda por comprender las ambigüedades pro-
pias de la representación del pasado que enfrentamos como realizadores. La con-
secuencia fue el “salto” urgente a la teoría, como sucede en el modelo abductivo
peirceano. A continuación, presento una síntesis de este estadio del proceso de inves-
tigación.7
Debido al interés por comprender las tensiones propias de la representación del
pasado en el documental, una parte sustantiva de esta investigación teórica dialoga
86 con un caso de estudio que resulta icónico en la historia del cine documental y los
estudios visuales, aunque parezca distante al contexto de La Siberia: la representación
del Holocausto. A pesar de esta aparente lejanía, el Holocausto resulta pertinente
como ejemplo, en la medida en que, siguiendo a Guerin y Hallas (2005), puede ser
considerado un “caso extremo” en la imposibilidad de representar el pasado, por las
dimensiones de violencia y trauma involucradas, problematizando, por ende, el uso
de cualquier imagen.8
7 Los principales avances de la investigación teórica los realicé en el marco de mis estudios de Maestría en el Departa-
mento de Sociología de Goldsmiths College (Londres) en 2013-2014. El argumento teórico completo se encuentra
contenido en mi disertación Twilight: An Experience-Based Exploration on Memory in Documentary Film.
8 El abordaje de las discusiones sobre la representación del Holocausto judío no responde en ningún caso a un interés
político. En cambio, comparto la propuesta de Rothberg (2009) de ver en este caso la posibilidad de ampliar las dis-
cusiones sobre memoria a otros contextos porque, más que competencia entre contextos, los estudios comparativos
de este autor muestran cómo la memoria del Holocausto ha catalizado procesos de memoria en otros lugares, como
la memoria de esclavitud en Estados Unidos o del colonialismo en Argelia, entre otros.
Fotogramas en secuencia de La Siberia: la caída de la torre más icónica en el cable que llevaba la caliza de la mina a la planta.
Un contexto nuclear del cine documental que ha sido abordado desde la teoría del
documental y en el que se manifiesta la paradoja del inmemorial es el análisis se-
miótico de la imagen fotográfica. De acuerdo con el análisis que Barthes hace de la
fotografía en su clásico texto La cámara lúcida, la “esencia” de la fotografía puede ser
caracterizada como el “que-ha-sido” (Barthes 1989): ella es la huella físico-química
de un instante de tiempo pasado. Siguiendo las categorías peirceanas de los signos,
podría ser definida como un “índice”: supone la necesidad de un referente para tener
sentido, tal como sucede con los signos en un termómetro que tienen sentido en
referencia a la temperatura exterior (Peirce 1931). La teoría del documental ha in-
corporado esta conclusión, asumiendo que el documental es también esencialmente
“indicial” (Nichols 1991).
10 Traducción propia. La versión original en inglés reza: “There Shall Be No Mourning”. El verbo auxiliar Shall tiene
varios sentidos y por eso la frase de Lyotard guarda esa ambigüedad: puede ser una exhortación, pero a la vez puede
ser una predicción.
Sin embargo, siguiendo al mismo Peirce, aunque la fotografía puede tener un sentido
indicial, es preponderantemente icónica en la medida en que puede tener sentido sin
la necesidad de su referente (Tsang 2012).
Lo anterior es visible en el caso de la ya clásica discusión sobre el uso de las imá-
genes de archivo en el caso del Holocausto. En efecto, las pocas imágenes de archi- 89
vo que sobrevivieron a la erradicación de testimonios propia de la “solución final”
(Didi-Huberman 2004) han sido usadas para representar el Holocausto en general
como íconos, sin considerar las particularidades de su referente indicial: el campo de
concentración de Bergen-Belsen. Adicionalmente el uso de estas imágenes pasa por
alto no solo las complejidades semánticas de la representación de la violencia y el
trauma en la imagen fotográfica, sino el hecho de que la solución final estaba enca-
minada a acabar con los registros documentales, con las huellas, y que estas pocas que
quedan son una muestra infinitamente pequeña. Este ocultamiento de su fragilidad,
que viene de su carácter icónico, es justamente una manifestación de la “paradoja
inmemorial”. En consonancia con la amenaza de la iconoclasia mencionada, las es-
trategias fílmicas de Claude Lanzmann en Shoah tienen a la base una “prohibición de
imágenes” (Bildverbot) que responde a este peligro: renuncia a todo uso de material
de archivo fotográfico, en oposición a las imágenes usadas por Alain Resnais en Noche
y niebla (Winston 2012).11
11 Noche y niebla (1955) es una de las primeras obras cinematográficas en abordar el Holocausto Nazi, cuya estrategia
visual central es la yuxtaposición de imágenes de los campos de concentración de Auschwitz y Majdanek ya vacíos con
material de archivo, fundamentalmente fotográfico y con una sola voz en off.
Shoah (1985), la obra monumental de Lanzmann, acude igualmente al uso de imágenes de los campos de concentra-
ción abandonados, pero las yuxtapone a testimonios de los sobrevivientes. El núcleo de la obra prescinde totalmente
del uso de imágenes de archivo.
12 En el original: “The Un-representability of Death is Physically, Materially Realized (...) A Null Set in the Domain of
Indiciality and Signification”.
Representación claroscura
13 También resulta confusa su posición ambigua frente al concepto de representación: en un primer momento anuncia
que el inmemorial compromete las representaciones “en el sentido tradicional”, insinuado así que hay otras represen-
taciones que estarían a salvo. Sin embargo, define lo sublime como una afección “sin representación”.
fuerzas opuestas a la que es necesario ofrecer resistencia para hacer posible una repre-
sentación del pasado que, a la vez, responda al llamado del inmemorial.
En consecuencia, me pareció necesario formular el concepto de representación cla-
roscura, el cual es un intento por aprehender el movimiento pendulante entre la ico-
noclasia y el realismo que subyace en el corazón de las complejidades de la representa-
ción del pasado. La defino como una representación con la cualidad de evidenciar sus
propios límites: el hecho de que recordar implica olvidar. Así, involucra cierto nivel
de reflexividad, pues implica una proposición de segundo orden referente a la fragili-
dad que es propia de la representación del pasado, lo que permite así salvaguardar un
equilibrio entre la iconoclasia y el realismo.
92
Fotograma de La Siberia: dos personajes caminando por un claroscuro al interior de las ruinas.
Al margen del documental, una puesta de este tipo es justamente el memorable libro
de Didi-Huberman Imágenes pese a todo. Un momento especialmente revelador para
hacer palpable lo que llamo fijación indicial en referencia a una de las cuatro fotogra-
fías que sobrevivieron de Auschwitz es el siguiente:
Gracias a estas imágenes, disponemos, pese a todo, de una representación que, desde
este momento, se impone como la representación por excelencia, la representación 93
necesaria de lo que fue un momento del mes de agosto de 1944 en el crematorio V en
Auschwitz” (Didi-Huberman 2004, subrayado me corresponde).
Luego del análisis de dos estrategias que identifiqué como centrales para materiali-
zar el concepto de representación claroscura en el documental, la fijación indicial y la
acción diferida, volví a la “experiencia”. Este “retorno” tiene dos momentos: en un
primer momento, me volqué de nuevo a la experiencia de La Siberia para analizar,
retrospectivamente, las estrategias narrativas y visuales a la luz del concepto de repre-
sentación claroscura. En un segundo momento, resultado de la reflexión en torno a
La Siberia, el concepto jugó un papel determinante en la formulación del proyecto
15 Traducción propia. El original en alemán: “Das kann man nicht erzählen, niemand kann entsinnen was hier so war”.
artístico La Siberia: recuerda al olvidar, que tiene como base el mismo documental
que catalizó esta búsqueda.
En este primer momento, la relación con la “experiencia” fue más bien reflexiva: reto-
mé La Siberia y me centré en analizar el corte final, en la medida en que la búsqueda
teórica había iniciado con las inquietudes que surgieron en el marco de su realización.
En una primera aproximación, se evidenció que hay varios elementos del docu-
mental que están expuestos a la “paradoja del inmemorial”. Por medio del uso de
video y fotografía de archivo de antiguos habitantes, el documental apuesta a ser un
puente que explora la memoria colectiva de este pueblo. Sin embargo, en la medida
en que los eventos narrados y el uso de los archivos fotográficos privados de antiguos
habitantes están soportados por una narrativa de un tono elegíaco, el uso de la na-
rración y del archivo fotográfico es preponderantemente icónico. En efecto, apenas
hay un par de vínculos indiciales entre eventos fácticos específicos y la narración o
las imágenes de archivo mencionadas. En consecuencia, se podría estar invocando el
inmemorial, según se argumentó antes. 95
Fotograma de La Siberia: archivo de una celebración en La Siberia (cortesía de José Ignacio Pinilla).16
Algunos otros recursos del montaje también son coherentes con ese concepto. Reto-
mando lo que mencioné al inicio sobre la estructura narrativa, el documental podría
96 corresponderse, hasta cierto punto, con el concepto de representación claroscura, en la
medida en que explora la ambigüedad de los actos de recuerdo en referencia a La Siberia;
su realización y su fracaso, haciendo evidente que los olvidos están igualmente presentes.
Por otra parte, construida desde fragmentos de testimonio de los distintos per-
sonajes, la narración revela hasta cierto punto el artificio de construir un relato del
pasado, en la medida en que hace visible la fragmentariedad de sus materiales y su
dependencia del montaje para construir sentido. Finalmente el uso de material de ar-
chivo de la Siberia rusa, de imágenes marcadas por condiciones climáticas que resul-
tan extremas para la supervivencia, el cual es transpuesto en el marco del documental
como memoria visual de La Siberia colombiana, lo proponemos como espejo visual
del tono hiperbólico de los recuerdos y, por eso, también de su fragilidad.
Sin embargo, a pesar de estos recursos, no quisimos renunciar al intento de repre-
sentar La Siberia. A fin de cuentas, el documental tiene su nombre y la inscripción
final antes de los créditos anuncia: “A la memoria de La Siberia, de quienes vivieron
y trabajaron en ella”.
De acuerdo con el análisis que presenté, La Siberia guarda rasgos que se ajustan
al concepto de representación crepuscular. Sin embargo, no abordamos muchas de
nuestras frustraciones fílmicas iniciales. En efecto, las constricciones del formato do-
cumental como tal, sus compromisos narrativos, colisionaban con el hecho de que
habíamos tenido que desechar tanto material fílmico, que tantos antiguos habitantes
de La Siberia no habían podido participar y tantas memorias permanecieron “ente-
rradas”. Dadas las dimensiones de los “olvidos” del documental, La Siberia seguía
siendo una empresa inacabada frente a las exhortaciones que se derivan del concepto
de representación claroscura.
Las reflexiones teóricas presentadas antes, en conjunción con la urgencia de
seguir abordando el pasado de La Siberia y el archivo audiovisual del documental
que compartíamos con el codirector Iván Sierra confluyeron en la formulación
del proyecto mencionado: La Siberia: recuerda al olvidar, producido en el marco
del Museo Efímero del Olvido, proyecto curatorial del Salón Regional de Aristas
Zona Centro en Colombia. Exhibido en agosto de 2015, fue concebido como un
dispositivo de reflexión sobre las tensiones entre el documental y su archivo, como
metáfora de las paradojas propias del acto de recordar y los “olvidos” y exclusiones
que éste tiene.
El componente principal del proyecto es una videoinstalación. Esta contrapone,
en un mismo espacio dividido en dos partes, las secuencias del documental editado
situadas en una sala oscura que simula un cine, con siete pantallas situadas en una
segunda parte del espacio que, por el contrario, está muy iluminada. Estas panta- 97
llas exhiben, en una programación que rotó semanalmente durante todo el mes
de exhibición, las distintas formas del archivo de La Siberia: i) planos fijos de las
ruinas; ii) recorridos de los personajes por las ruinas; iii) entrevistas en las casas; iv)
el archivo audiovisual de La Siberia (Colombia y Rusia); y v) la “cápsula de los re-
cuerdos” –un dispositivo que registró testimonios espontáneos de los antiguos tra-
bajadores durante un homenaje a La Siberia–. Finalmente dos pantallas adicionales
muestran el archivo que resulta de distintos momentos del proceso de edición: vi)
fragmentos de los primeros cortes; y vii) historias olvidadas de La Siberia, el cual
exhibe material editado que, por las constricciones narrativas del documental, tuvo
que ser excluido del corte final.
Reflexiones finales
nuación, se podría sugerir que el modelo E-T-E se manifiesta en forma fractal: aun-
que la estructura general del proceso en sus tres grandes momentos responde a ella,
según los énfasis de cada uno, también se manifiesta al interior de estos. Así, el pro-
ceso de realización que caracterizamos como “experiencia” está, a su vez, constituido
por otros procesos menores donde también ha estado presente la estructura E-T-E y,
por ende, en él también hay procesos de “teorización”.
Finalmente también considero importante sugerir la relevancia del concepto de
representación claroscura más allá del lenguaje del documental. Siguiendo a Douwe
Draaisma (2000), el cine documental podría ser considerado una “metáfora de la
memoria”. Las “metáforas de la memoria” son entendidas por este autor como “even-
tos u objetos gráficos” que, como herramienta heurística, hacen visibles aspectos es-
pecíficos de los modos en que recordamos y la forma como comprendemos y nos
relacionamos con esos modos en el marco de contextos históricos específicos. Las
“metáforas de la memoria” resultan a veces de objetos y aparatos que sirven de “me-
moria artificial”, como extensiones de nuestra “memoria natural” en distintos contex-
tos históricos, como la tabla de cera, la fotografía, el computador o Internet. Si nos
damos la licencia de asumir el cine documental como metáfora de la memoria, dada
la proliferación del uso de documentales en tantos contextos donde bulle la memoria
100 social, el concepto de representación claroscura podría contribuir a reflexionar sobre la
representación del pasado en otros objetos que hacen las veces de “memoria artificial”
en la sociedad contemporánea, de otras metáforas de la memoria, de otros “lugares
de la memoria” en el sentido de Pierre Nora (2008).
Adicionalmente, aunque las tensiones que el concepto de representación claroscura
pretende capturar surgen de un proceso de construcción de la representación en el
lenguaje documental, la exploración teórica muestra cómo estas tensiones están refe-
ridas a la representación del pasado en general y pueden nutrir la reflexión para otros
dispositivos y lenguajes, desde la literatura hasta los museos.
En el actual escenario en que existe una efervescencia de procesos de memoria
social en Colombia, así como en otros países de Latinoamérica, esta reflexión es
también una invitación. Por la politización de los procesos de memoria, no es para
nada extraño que cualquier manifestación del olvido sea tenida por las distintas me-
morias en conflicto como una derrota o por amenaza de impunidad en medio de la
búsqueda por encontrar justicia frente a la violencia. Sin embargo, en un contexto
tal, forzados los distintos actores a blindar las representaciones frente a la porosidad
del tiempo, a ocultar su inexpugnable fragilidad, es necesario recordar también que
todo acto de recuerdo contiene olvido, siguiendo la paradoja de Lyotard. Hacerlo
visible, según el concepto de representación crepuscular, no solo es una forma necesaria
de acoger la fragilidad del recuerdo y, en última instancia, de honrar su heroísmo. Si
la vulnerabilidad humana es, siguiendo a Judith Butler, el núcleo de la comprensión
del otro, la fragilidad de la memoria podría ser otro de esos pequeños bastiones que
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Filmografía
Resumen
En este artículo se analizan las prácticas sonoras perceptibles en las marchas de protesta, desde un enfoque
interaccional de la comunicación. Se plantea una propuesta interdisciplinar para el desarrollo metodoló-
gico de una etnografía sonora y se presentan los resultados de su aplicación en el contexto de las manifes-
taciones por la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, en México. El estudio
cuestiona los modos sociales de sonar, como materialización acústica de los procesos comunicacionales en 103
entornos sonoros específicos.
Abstract
In this article we analyse the role of sound in protest marches from an interactional communication
perspective. We present an inter-disciplinary proposal for the development of a methodology suited for
the ethnography of sound in the contemporary context. We also present the results of the application
of this methodology in the context of the protests against the forced disappearance of the 43 students
from Ayotzinapa, Guerrero in Mexico. The study questions the social modes of sound as the acoustic
materialization of the communication processes within specific sound contexts.
José Luis Martin. Licenciado en Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California, México. Profesor investigador en el Colegio
de Comunicación de la Universidad del Claustro de Sor Juana, México.
* [email protected]
Santiago Fernández Trejo. Licenciado en Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana. Profesor investigador en el Colegio de
Comunicación de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Actualmente cursa la Maestría en Comunicación y Estudios de la Cultura en el
Instituto de Investigación en Comunicación y Cultura.
* [email protected]
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59 Quito, septiembre 2017, pp. 103-122
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier
Resumo
Neste artigo se analisam as práticas sonoras perceptíveis nas passeatas de protesto a partir de uma abor-
dagem da interação na comunicação. É feita uma proposta metodológica interdisciplinar para o desen-
volvimento de uma etnografia sonora e apresentam-se os resultados de sua aplicação no contexto das
manifestações pelo desaparecimento forçado dos 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, no México. O
estudo questiona os modos sociais do sonar como materialização acústica dos processos de comunicação
em ambientes sonoros específicos.
H
ablar de comunicación acústica implica referirse a las prácticas sonoras, es
decir, tanto a los procesos de producción del sonido como a su percepción
y significación; estudiarlas permite entrar en la dimensión analítica de las
interacciones sociales; observarlas requiere del trazado de itinerarios en el espacio
urbano y de la inmersión en el interior de entornos acústicos específicos, así como
de instrumentos adecuados para su registro sonoro; indagar el sentido que guardan
para sus practicantes lleva a tejer relaciones dialógicas; construir textualidades con
base en éstas, nos ubica ante la tarea de explorar los factores inmanentes de la articu-
104 lación simbólico-social; describir las prácticas sonoras permite reflexionar acerca de
las diversas materializaciones acústicas de las culturas urbanas, en lo que va de este
siglo XXI.
Lo urbano “no es la ciudad, sino las prácticas que no dejan de recorrerla y de
llenarla de recorridos” (Delgado 2007, 11), que tienen lugar en un espacio de pro-
ducción, configuración y desarticulación constante de múltiples sociabilidades –el es-
pacio urbano–, donde emergen complejos fenómenos socioacústicos que componen
la sonoridad de la vida cotidiana.
Hemos decidido explorar la dimensión sonora de lo social en la ciudad, consideran-
do que las actividades audibles ofrecen pistas sobre las estructuras dinámicas de rela-
ciones y los intercambios comunicativos que en (y por) aquellas actividades o prácticas
se articulan. La pretensión es sumarnos al análisis de las articulaciones entre los fenó-
menos comunicativos, el espacio urbano y la cultura política (Rizo García 2005, 203).
El artículo presenta los primeros resultados de un estudio teórico-empírico acerca
de los sonidos que se generan en las interacciones sociales1 (Bateson y Ruesch 1984;
Watzlawick et al. 1985), características de las marchas de protesta,2 en el que se explo-
1 Este estudio deriva del proyecto “Hacia una investigación integrativa en comunicación” (2016-2017) que se lleva
a cabo en el Colegio de Comunicación de la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ), en cuya segunda fase
profundizaremos el análisis y la problematización de nuestro método de composición audio-documental.
2 Retomamos la definición de protesta como una acción conjunta de individuos con el fin de lograr su meta o metas
al influir en las decisiones sobre un objetivo o destinatario, cuyas características son: 1) se trata de una conducta co-
lectiva; 2) es una acción que expresa agravio, una convicción de que algo está mal o es injusto; 3) los actores no son
capaces de lograr sus metas por sí mismos; 4) Su conducta no es la habitual (Opp 2009, 38).
ra tanto su valor funcional como simbólico (Augoyard y Torgue 2005, 3), tal como es
observado por los investigadores-oyentes y tal como es escuchado-generado-compar-
tido por los integrantes de la comunidad acústica (Truax 1984, 58) que se conforma
en cada uno de dichos agrupamientos. Al mismo tiempo, se elabora progresivamente
una propuesta metodológica para la observación, el análisis y la representación a par-
tir la escucha profunda (Oliveros 2005) de dos fenómenos complementarios propios
de los entornos sonoros: la expresión antropofónica –apoyados en la fenomenología
sociofónica– y la percepción/interpretación de aquellos, apoyados en la acustemolo-
gía (Feld 2012); todo desde el mirador de la comunicología (Galindo Cáceres 2013
y 2008).
En nuestro estudio, la marcha de protesta es considerada una modalidad no con-
vencional de participación política, inherente a todo sistema democrático (IFE 2014)
practicada tanto por individuos como por colectividades “que inciden en la relación
entre la sociedad civil, el Estado y sus cuerpos de seguridad”, mediante una “confron-
tación simbólica ritualizada” (Della Porta et al. 2006, 118 y 166).
El conflicto social es un dato de la realidad social latinoamericana y, en el orden
conflictivo inherente a la democracia (Aranibar 2012, 15), la marcha de protesta está
dirigida hacia la disrupción del orden normalizado en la cotidianidad, incluyendo su
dimensión acústica, mediante un desplazamiento multitudinario sobre las calles de la 105
ciudad. Parece ser que en los Estados Unidos Mexicanos solo un 6% de la población
nacional ha participado en protestas públicas, sin embargo, en la Ciudad de México
este tipo de manifestación se ha convertido en una práctica habitual3 que se encuen-
tra en tensión con los crecientes esfuerzos institucionales por limitar en términos
legales o criminalizar tal tipo de acción social.4
La expresión y las prácticas sonoras (nuestro objeto de estudio) resultan ser un
factor importante en esas polifonías del descontento y la exigencia ciudadana que son
las marchas de protesta (nuestra unidad de observación), de las que nos interesa prin-
cipalmente su dimensión interaccional, es decir, la posibilidad de interrelación entre
actores sociales diversos a partir de las múltiples formas de producción de sonido.
En este sentido, nos ha parecido relevante emprender una etnografía sonora de la
comunicación humana, conformada por la exploración analítica, el registro y la cons-
trucción narrativa etnográfica que nos permita acceder a la “racionalidad expresivo
simbólica” (Martín-Barbero 1991, 253) operante en lo profundo de los modos sociales
de sonar, para lo que es necesario entender el sonido como un sistema cultural, como
un sistema de símbolos (Feld 2012, 3) susceptible de ser explorado desde un enfoque
comunicológico.
3 La Unidad de Datos del diario El Universal publicó el 2 de marzo de 2017 que “en los primeros 10 días de 2015 se
registraron más de 70 manifestaciones o plantones en la capital”, alcanzando un total de 450 marchas o plantones solo
durante el mes de enero de ese mismo año (Guazo 2017).
4 Para profundizar en el tema, consultar: Frente por la libertad de expresión y la protesta social en México 2014.
un estudio de los paisajes sonoros humanos que tome distancia de los enfoques tra-
dicionales de la ecología acústica y aportando la definición de comunidad acústica
como una forma de paisaje sonoro en el que la información acústica juegue un rol
determinante en las vidas de los miembros de la comunidad, o en otras palabras, se
trata de cualquier sistema en el que se intercambie información acústica.
Los medios audiovisuales y los medios sonoros, desde que fueron creados, han
sido susceptibles de fungir ya sea como soporte para la articulación de productos
culturales diseñados para la difusión de los resultados de una investigación de cam-
po, o como objetos de estudio en tanto que productos culturales generados por un
grupo sociocultural específico; es decir, se pueden utilizar para informar sobre co-
nocimientos producidos científicamente o para generar conocimiento, científico o
estético, a partir del análisis de sus contenidos. Es así que se desarrolló la noción de
cine etnográfico fundada en la colaboración entre antropólogo, realizador audiovi-
sual y sujetos filmados (Ardèvol 1994, 61), incluso décadas antes de que se hablara de
antropología visual. Y el cine etnográfico puede entenderse, a grandes rasgos, como
aquel cine que refleja el entendimiento etnográfico (Heider 2006, 7). Así como desde
la antropología visual se puede producir cine etnográfico, a partir de una etnografía
sonora nosotros proponemos realizar audio-documentales como parte del proceso de
producción de conocimiento. 109
En la presente investigación, se plantea un doble abordaje de la etnografía, en un
primer momento como método de investigación basado en la observación y en la
escucha, después como escritura, composición o diseño de paisajes sonoros, a manera
de sinfonías urbanas auditivas. Miguel Alonso Cambrón definía hace algunos algu-
nos años a la etnografía sonora como “un estudio en el que se reflejasen las formas de
percibir y, en general, construir los fenómenos sonoros atendiendo a lo psicosocial, lo
social y lo cultural” (Cambrón 2010, 27). Lo que a nosotros nos interesa es explorar
y reflexionar acerca de la representación sonora de los aspectos culturales-comunica-
cionales, así como de la representación de los aspectos culturales-comunicacionales
sonoros.
Nuestro proceso de investigación puede sintetizarse en los siguientes puntos:
por un lado, hacer un análisis profundo de la historia del narcotráfico, como el fenó-
meno complejo que es, y por el otro, analizar la historia de la violencia política en la
región, lo cual nos llevaría, por lo menos, hasta la llamada Guerra Sucia.9
Para analizar las prácticas sonoras observables durante las marchas de protesta, se
han retomado algunos de los componentes que propuso Raymond Murray Schafer
(1977) desde The Tuning of the World, a mediados del siglo XX:
Ante el interés por comprender qué es lo que se articula tras un conjunto de sono-
ridades aparentemente homogéneas –como pueden parecer las de las calles y todo
lo que sucede en ellas– es necesario aumentar la atención a la información que nos 111
ofrece cada componente de los entornos sonoros registrados y es a través de la escucha
profunda que accedemos a ella.
Pierre Schaeffer planteó una tipología de la escucha en su Tratado de los objetos
musicales, en la que describe tres situaciones concretas a partir de las que se puede
obtener información (Schaeffer 2003, 61-74). Hemos adaptado algunas de las cate-
gorías paisajísticas de Schafer y de la tipología de la escucha de Schaeffer, establecién-
dolas de la siguiente manera:
9 Se sugiere consultar: Informe de la investigación sobre presuntos desaparecidos en el estado de Guerrero durante 1971 a 1974.
http://bit.ly/1VpI0hg
Siguiendo con el mismo ejemplo, las consignas coreadas en las marchas son una
marca sonora que da identidad tanto a los integrantes en general como a los contin-
gentes y a los subgrupos e individuos que conforman cada marcha en su totalidad.
Cuerpo humano
Aplausos. Es común que personas que observan a los manifestantes los aplaudan,
mientras que los participantes suelen usar el sonido de las palmas para acompañar las
consignas.
Risas. Se suele percibir expresiones de alegría en distintos momentos de las marchas.
Llanto. Se suele percibir gente llorando durante estas manifestaciones.
Voces. La presencia de voces, en ocasiones amplificadas por megáfonos y altavo-
ces, es constante durante las marchas, ya sea dando indicaciones logísticas, leyendo
pliegos petitorios o lanzando consignas que después son coreadas por los manifes-
tantes. Algunos ejemplos de las consignas más características de las protestas en
cuestión son:
Al poner atención a la audición y las conductas sonoras (Augoyard 1997) con las
que se comunican las personas, es posible notar cómo los rasgos identitarios de estos
individuos y grupos se materializan en sus repertorios expresivos y nos dan claves para
comprender las dinámicas de interacción hacia adentro de estas “sinfonías urbanas”
del descontento.
114
Producción discursiva ciudadana durante las marchas
Una normalista egresada de la Normal Rural de Panotla, que marchaba con un con-
tingente de mujeres jóvenes, se expresaba así: “Vengo con mis compañeras egresadas
y venimos exigiendo que se haga justicia. Lo que siento es impotencia, es dolor,
porque, bueno, atacaron una escuela hermana, y creo que todos estamos sintiendo lo
mismo, creo que estamos aquí unidos por eso”.
¡Quiero decirles que el día de antier fue el cumpleaños de mi hijo, y no saben el día
tan terrible que hemos pasado como padres! ¡Recordamos todos los cumpleaños, los
abrazos que le hemos dado a nuestro hijo, y ahora no lo tenemos para dárselos de
nuevo! ¡Pero sabemos que los vamos a encontrar, a todos los 43, porque ya está bueno
señores, hermanos, ya está bueno de tanta mentira de este Gobierno!
Otro de los padres se expresaba frente al Palacio Nacional ante la mirada y las re-
acciones sonoras de apoyo por parte de miles de manifestantes y decenas –tal vez
cientos– de periodistas: “¡Porque nos sentimos indignados, ese dolor, ese sufrimiento,
ese agotamiento se vuelve coraje. Le decimos al Gobierno municipal, al Gobierno
estatal, al Gobierno federal que ellos tienen a los normalistas y ellos nos los tienen
que regresar, porque sabemos que ellos son los responsables!” 115
Expresar empatía. El testimonio de una mujer que se presentó como antropóloga
social refirió la importancia del aspecto emocional:
Estoy con colegas académicos acompañando la marcha en solidaridad con las fami-
lias de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en consideración de lo que pen-
samos es una causa común, compartida, de coraje, de expresión, para decir que ya
basta, que ya estuvo bueno y que no podemos más con esta situación, que debemos
manifestar nuestra sensibilidad, nuestra emoción por estas cosas que están pasando,
y porque yo no creo que este pueblo, este que está aquí ahorita, tiene el Gobierno
que merece.
Temor al incremento de la violencia. Otro factor que se pudo observar es el miedo ante
un proceso ascendente de descomposición social y la creencia en la posibilidad de
aportar elementos para la transformación social, como lo expresó una estudiante de
21 años: “Lo que me llevó a marchar es el horror, el horror de saber que esta no era
la primera y probablemente no sea la única desaparición masiva que saldría impune.
Y un poco con la esperanza de que muchas personas pueden generar un cambio,
aunque sea una esperanza inocente”.
Mientras que un promotor cultural de entre 35 y 40 años decía: “El miedo que
genera la posibilidad de que sigan existiendo estas cosas te saca a la calle, te mueve,
te moviliza”.
Activarse políticamente. Para muchos jóvenes, estas eran las primeras manifestacio-
nes a las que asistían, con la intención de participar de lo que estaba sucediendo en las
calles de la ciudad y del país. Una joven que tenía 19 años en 2014 relató lo siguiente:
“Fue la primera marcha a la que fui; escuchaba las canciones y de repente yo también
las empezaba a cantar. Participar en las marchas es una manera de demostrar el apoyo,
la inconformidad también, y sobre todo protestar, expresarse más bien”.
Necesidad de transformar el país. El siguiente testimonio de una mujer de entre 50 y
55 años, bien representa al segmento de la clase media mexicana que no suele participar
en las manifestaciones, pero que reaccionó al sentirse profundamente afectada por las
circunstancias: “Vengo porque me parece que hemos estado dormidos. El asesinato de
los muchachos normalistas me despertó. Me parece que este puede ser un parteaguas
para que retomemos el camino de la lucha pacífica, ¡porque no hay de otra!”
Una profesora de entre 40 y 45 años expresaba:
Continuidad de una tradición política. Para otros actores sociales, participar en las
marchas de protesta, así como emprender diversas formas de manifestaciones y ac-
ciones, no es más que la continuación de una tradición sólidamente establecida. Un
normalista de Ayotzinapa, sobreviviente a la “noche de Iguala” lo expresó claramente:
Nosotros los normalistas nos manifestamos desde hace décadas, desde 1922 que se for-
mó la primera rural en Tacámbaro, Michoacán. Luego, Ayotzinapa se fundó en 1926,
después las normales rurales fueron creciendo en número y finalmente en 1935 se orga-
nizaron en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM).
En el sexenio de Lázaro Cárdenas se reformó el artículo tercero de la Constitución y se
establecía que la educación fuera socialista. Es más, sus estatutos como organización,
desde 1935, manifiestan muy claro que la FECSM se declara partidaria de todas las
luchas populares del país, entonces, es una tarea, es una consigna, es un principio.
gente al mismo tiempo diga algo, lo vuelve muy poderoso, lo vuelve una emoción
súper grande”.
Un músico originario del estado de Oaxaca dijo: “Yo me manifiesto a través de la
cuestión artística porque creo que el simple hecho de dedicarse al arte en México, ya
es un acto revolucionario”.
Otro estudiante de 22 años definió la consigna a partir de una triple función,
reflexionando también sobre la resonancia sociopolítica de ésta:
Me recuerdo gritando las consignas que traía mi Facultad. Creo que la consigna tiene
la función, primero, de protestar alzando la voz, segundo de que nos volteen a ver, y
tercero y más importante, de que necesitamos esa catarsis. Mis gritos contribuyeron
a que se le exigiera al Gobierno una verdad, real, honesta. Y eso, las consignas son los
cimientos para algo más grande.
117
Remembranza auditiva
Pedimos a algunos de los actores sociales con los que dialogamos que cerraran los
ojos y que reconstruyeran la experiencia de haber estado en alguna de estas marchas,
describiendo los sonidos recordados de aquel paisaje sonoro. Un joven universitario
describió así los momentos previos al inicio del recorrido:
Se escucha una camioneta diciendo que vienen detrás varias universidades; se escu-
cha mucha gente gritando; se escucha gente pidiendo pancartas; se escuchan muchas
canciones; se escucha el correr de los policías; se escuchan autos; se escucha ruido; se
escuchan porras; se escucha llanto, se escucha miedo; se escucha coraje; se escuchan
risas porque una persona escribió mal Ayotzinapa; se escucha la lluvia; se escuchan
unos patines; se escucha una bandera; se escucha una mamá de un estudiante hablan-
do en náhuatl.
Un productor de teatro, de 31 años, recordó el paisaje sonoro de una de las marchas así:
Recuerdo cuando soltaron bombas contra la puerta del Palacio Nacional, querían
reventarla. De repente se hace como una vorágine sonora entre gritos y golpes de
los escudos de los granaderos, avientan botellas, “pruassshhh”, “praaaaashh”, cohetes
“puuggghh”; hay helicópteros, lo que más puedo escuchar son todas las voces y podría
pensarse que esas voces están quemándose, es como un fuego, así “fuughhh fuuughhh”,
una muchedumbre.
Los sonidos en las marchas son el sonido de lo diverso. Hay sonidos de todo tipo, y
creo que tiene que haberlos, y todas las personas deberían converger en algún mo-
mento, canalizarse, acompañarse, aceptar lo que dice el otro, ¿no? A los que no saben
consignas les daban ganas de aprender las nuevas y se atrevieron a contar del 1 al 43,
y a decir “vivos se los llevaron, vivos los queremos”, en obediencia a lo que ya venía
diciendo el movimiento originario, pero éste no fue capaz de repetir las consignas del
otro, del más joven, por considerarlas mal elaboradas, o mal rimadas. Y he ahí la si-
tuación, para mí, uniformar está jodido, uniformar se lo dejo a los nazis y a cualquier
otro que quiera construir una sola forma de ver las cosas.
Después evocó los sonidos de aquella noche en la que fueron baleados por la Policía
Municipal en Iguala:
Conclusiones momentáneas
Bibliografía
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nicación humana. Barcelona: Herder.
122
Nicolás Aguilar-Forero
Fecha de recepción: 18 de febrero de 2017
Fecha de aceptación: 14 de julio de 2017
Resumen
En este artículo se presentan algunos resultados de un trabajo etnográfico colaborativo, multisituado y
experimental que tuvo lugar durante los años 2012 y 2014, y que giró en torno a las prácticas comu-
nicativas de la organización Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio
(H.I.J.O.S.). En particular, se analizan las características del ciberactivismo del nodo de H.I.J.O.S. en
Bogotá y se ilustra cómo la apropiación politizada de distintas plataformas de Internet por parte de 123
este colectivo favorece la circulación de contenidos, la coordinación de acciones e incluso la transfor-
mación constructiva de sus conflictos internos. El análisis, desarrollado en diálogo con ciertas claves
interpretativas derivadas de la antropología de los mundos virtuales, pretende además promover una
reflexión acerca de los desplazamientos necesarios y los retos del trabajo etnográfico, de cara al estudio
del ciberactivismo en el mundo contemporáneo.
Abstract
In this article I present the results of a multi-sited, collaborative and experimental ethnographic
study that took place between 2012 and 2014. It was focused the communication practices of
the organization Sons and Daughters for Identity and Justice and Against Forgetting and Silence
(H.I.J.O.S. in Spanish). In particular, the analysis in this article focuses on the characteristics of the
cyber activism of the Bogota based chapter of H.I.J.O.S. as an example of the politicized appro-
priation of distinctive online platforms by this group to share content, coordinate activities and for
the resolution and transformation of internal conflicts. The analysis, developed in dialogue with key
concepts from the anthropology of virtual worlds, attempts to promote reflection on the necessary
displacements and the challenges of ethnographic fieldwork, in the context of the study of cyber
activism in the contemporary world.
Nicolás J.C. Aguilar-Forero. Doctor en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud por la Universidad de Manizales, Colombia. Profesor e inves-
tigador en la Universidad de los Andes, Colombia.
* [email protected]
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 123-148
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier
Nicolás Aguilar-Forero
Keywords: cyber-activism; ethnographic fieldwork; digital technology; online platforms; virtual an-
thropology.
Resumo
Neste artigo apresentam-se alguns resultados de um trabalho etnográfico colaborativo, multisituado e
experimental que teve lugar durante os anos 2012 e 2014, e que girou em torno às práticas comunica-
tivas da organização Filhos e Filhas pela Identidade e a Justiça contra o Olvido e o Silêncio (H.I.J.O.S.).
Em particular, se analisam as características do ciberativismo de H.I.J.O.S. em Bogotá e se ilustra como
a apropriação politizada de diversas plataformas de Internet por este grupo favorece a circulação de
conteúdos, a coordenação de ações e até mesmo a transformação construtiva dos seus conflitos inter-
nos. A análise desenvolvida em diálogo com certas chaves interpretativas derivadas da antropologia dos
mundos virtuais pretende também promover uma reflexão sobre as mudanças necessárias e os desafios
do trabalho etnográfico de frente ao estudo do ciberativismo no mundo contemporâneo.
E
l ciberactivismo, asociado con usos y apropiaciones diversas de tecnologías
digitales que potencian la acción colectiva, ocupa un lugar central en las so-
ciedades contemporáneas. Como señala Rueda (2013), si bien los nuevos re-
124 pertorios tecnológicos son formas predominantes de producción y control, al mismo
tiempo son dispositivos con potencialidad para la expansión de la subjetividad, la
toma de la palabra, la cultura política y el ejercicio ciudadano o ciberciudadano. En
efecto, la comunicación mediada por tecnologías digitales es catalizadora de la creati-
vidad político-cultural, de la invención de lenguajes expresivos y de otras maneras de
decir, afectar o incidir en los demás. Lo anterior ha sido comprendido por movimien-
tos sociales y experiencias de acción colectiva juvenil que, desde hace algunos años, se
han apropiado de redes sociales como Twitter o Facebook, promoviendo usos creati-
vos de blogs, páginas web, plataformas de trabajo colaborativo, listas de correo elec-
trónico, mensajería instantánea, entre otros. La Primavera Árabe, los Indignados, los
movimientos estudiantiles en América Latina o los movimientos Occupy son algunos
de los ejemplos más visibles y recientes de la disrupción política juvenil que, a través
del ciberactivismo, ha impulsado cambios políticos, económicos y socioculturales.1
Tales oleadas de revueltas sociales y agitaciones comunicativas que se hicieron pre-
sentes en 2011 –y reaparecieron con nuevas intensidades y formas en 2013 y 2016–
prometen nuevas mareas en un mundo cada vez más desigual, injusto, xenófobo,
predador de su entorno, cuyo viraje hacia la derecha del espectro político es cada vez
más evidente. Ante este panorama, surgen las siguientes preguntas: ¿cómo investigar
1 El ciberactivismo puede ser oficialista y liberal en términos ideológicos (ligado con la garantía de derechos, el fortale-
cimiento del Estado o el mejoramiento del sistema), o puede ser más radical: queer, anticolonialista y anticapitalista
(Grau 2016; Emejulu y Mcgregor 2017). En cualquier caso, no cabe duda de que el ciberactivismo apunta a promover
el cambio político, económico y sociocultural, con niveles variables de radicalidad.
Durante los años 2012 y 2014, desarrollé una investigación doctoral sobre las prác-
ticas comunicativas de dos experiencias organizativas juveniles que han trabajado en
Colombia a favor de los derechos humanos, la memoria histórica y la construcción
de paz: Hijos e hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio 125
(H.I.J.O.S.) y Contagio Comunicación Multimedia.2 Esta investigación se basó en
una aproximación etnográfica colaborativa (Rappaport 2007; Rappaport y Ramos
2005) y militante (Scheper-Hughes 1995a; Juris 2007) en la que, como investigador,
me identifiqué plenamente con los interlocutores del colectivo y me esforcé por supe-
rar la distinción entre activismo e investigación: entre los actores políticos y los “aca-
démicos” que los “investigan”. Tal enfoque de investigación “se concretó en más de
un año de participación en varias movilizaciones, actos conmemorativos, reuniones
internas y encuentros formativos, entre otras acciones e intervenciones de H.I.J.O.S.
que tuvieron lugar entre noviembre de 2012 y mayo de 2014” (Aguilar-Forero y
Muñoz 2015, 1027) en la ciudad de Bogotá.
En este estudio, quise entender la etnografía no como la descripción de “otra”
realidad o cultura, ajena y distante, sino como un enfoque relevante para comprender
contextos a los que ya pertenecía, y en los que convergen sujetos con posicionamien-
tos distintos pero políticamente articulables (Clifford 2003). Asimismo, más que un
conjunto de técnicas o el producto escrito que se deriva del análisis e interpretación
de datos, entendí la etnografía como una mediación en la que se articulan considera-
ciones teóricas, metodológicas y epistemológicas (incluso ontológicas), con prácticas
2 Si bien la investigación se desarrolló con dos experiencias organizativas, el presente artículo se centra en H.I.J.O.S.
Bogotá, colectivo que desde el año 2006 reúne a jóvenes que han puesto en marcha “iniciativas de construcción de
memoria, de lucha contra la impunidad y de trabajo a favor de la solución pacífica del conflicto sociopolítico y arma-
do en Colombia” (Aguilar-Forero 2016, 90).
Nicolás Aguilar-Forero
3 Doctora en Ciencias Sociales por FLACSO. Decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Uni-
versidad Nacional de La Plata, Argentina.
4 Sociólogo y Filósofo por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador del Instituto Gino Germani, UBA.
5 Doctor en Ciencias Sociales por la UBA e investigador asistente del CONICET.
6 Historiadora con estudios de posgrado en Antropología en París I. Docente de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
Nicolás Aguilar-Forero
7 Disponibles en:
http://goo.gl/r7BPLO
http://goo.gl/vF5Vgf
8 @hijosenBogota
9 hijosenbogota.blogspot.com.co
10 http://goo.gl/AlMc6p
11 www.hijosbogota.org
12 El trabajo de Juris (2007 y 2012) constituye el referente que más aportó a mi estudio, en lo que respecta a este tipo
de etnografía políticamente comprometida con experiencias de movilización y ciberactivismo.
sona” (Scheper-Hughes 1995b, 35). En su lugar abordé “lo concreto desde lo con-
creto”, es decir, desde el cuerpo y la experiencia directa circulando por múltiples con-
textos físico-virtuales y compartiendo vivencias atravesadas por afectos, empatías y
relaciones sociales que procuraron basarse en la solidaridad y horizontalidad. Solo así
fue posible sustraer las capacidades intelectuales de las dinámicas de productividad
académica, del individualismo y del afán por encontrar créditos y beneficios persona-
les, para aliarlas con la acción colectiva instituyente y transformadora, y encaminarlas
“hacia el encuentro con el acontecimiento creativo” (Malo 2004, 15).
Ligado con el punto anterior, el tercer desplazamiento estuvo asociado con la
centralidad otorgada a la experimentación en el trabajo etnográfico desarrollado. En
efecto, el resultado del mismo no es la expresión de una secuencia protocolizada de
acciones implementadas a partir de unas decisiones estables y fijadas de antemano.
Frente a la investigación disciplinada acostumbrada a trazar el camino que se ha de
seguir (Haber 2011), en esta investigación busqué experimentar en el recorrido, tran-
sitar por trayectos paralelos y no siempre lineales, ir y venir entre teorías y prácticas
políticas, dejarme atravesar por las realidades en lugar de ajustarlas a mis deseos o
propósitos preestablecidos. En el corazón de este trabajo, gravitó un tipo de investi-
gación indisciplinada, una “no-metodología” que permitió con mayor tranquilidad
“seguir todas aquellas posibilidades que el camino olvida, que el protocolo obstruye, 129
que el método reprime” (Haber 2011, 29). Más que fases o actividades lineales y se-
cuenciales, el trabajo etnográfico en contextos de ciberactivismo deviene un proceso
en el que convergen trayectos (a veces inciertos), así como aciertos, desaciertos, accio-
nes y contradicciones propias de las contingencias de toda investigación.
La distancia frente a los procedimientos canónicos de la investigación científica y
frente a las relaciones de poder verticales que, como parte de ésta tradicionalmente
se han reproducido, acercaron entonces mi trabajo a lo experimental, en el sentido
propuesto por George Marcus: 20 años después del viraje producido por Writing
Culture (Clifford y Marcus 1986) que impulsó la creación de textos experimentales,
“desordenados”, dialógicos y polifónicos con el fin de cuestionar las políticas de la
representación y la autoridad etnográfica, este antropólogo norteamericano llamó la
atención sobre la necesidad de ir más allá de los “experimentos textuales” y “volver a
imbricarse con el material y el trabajo de campo, propiamente dicho” (Marcus 2008,
32).13 En esta línea, lo experimental en mi trabajo puede encontrarse en la pues-
ta en marcha de una aproximación etnográfica colaborativa, multisituada, abierta a
13 El antropólogo colombiano Luis Guillermo Vasco (2002 y 2007) también destacó la importancia de descentrar la
autoridad etnográfica no solo mediante formas de escritura dialógicas y polifónicas sino directamente en el mundo
social, a través de trabajos solidarios en los que se modifiquen las relaciones de poder propias de la etnografía clásica
y se sitúe al proceso investigativo al servicio de los intereses de quienes tradicionalmente han sido el objeto de estudio
de la antropología: los indígenas. Tal gesto experimental lo puso en práctica en su trabajo con varios grupos indígenas
colombianos desde mucho antes del surgimiento, durante la década de 1980, de lo que algunos han llamado la “an-
tropología posmoderna” (Reynoso 2003).
Nicolás Aguilar-Forero
Nicolás Aguilar-Forero
en línea debe complementarse con acciones prácticas por fuera de la web para evitar
reducirse al slacktivismo, es decir, a acciones online que implican bajo riesgo, costo y
esfuerzo; prácticas que, como los “clics” para apoyar causas, si bien pueden generar
conciencia en otros, muchas veces no trascienden el hecho de otorgar algún tipo de
satisfacción emocional a las personas comprometidas con tal actividad. En contraste
con esta lectura y en términos de Urresti, el ciberactivismo implica intensidades dife-
rentes, o en otras palabras, niveles variables de participación que pueden ir desde los
likes (“me gusta”) y el consumo crítico de contenidos, hasta el manejo de los lenguajes
complejos de la programación.
Pero para volver a las redes sociales, se puede señalar que una más de sus forta-
lezas tiene que ver con que ciertas prácticas que les son inherentes (likes, compartir
o comentar contenidos) quedan registradas como parte de la publicación, lo cual
permite a quienes administran los espacios medir el impacto, la interacción y los
seguidores con los que cuentan. Estos registros que acompañan las publicaciones
dan cuenta de la materialidad de la imagen digital (fotos, videos, textos) como obje-
to de información (Ardèvol y Gómez 2009) cuyas inscripciones permiten también
anticipar los posibles efectos de futuras acciones. Durante el año 2013, por ejemplo,
en las redes de H.I.J.O.S. Bogotá los comunicados y las convocatorias para acciones
132 colectivas contaron con una importante acogida, reflejada en el elevado número de
likes, de comentarios y de veces compartidas. En especial, el cine-foro que tuvo lugar
el 23 de mayo de 2013 en el que se proyectó y discutió el documental Checkpoint
Rock-Canciones desde Palestina dirigido por Fermín Muguruza (músico y artista vasco
comprometido con la resistencia y la memoria de los pueblos), fue compartido por
126 personas, número significativo que anticipó la buena asistencia que finalmente
se obtuvo en el evento.
Igualmente el análisis de los comentarios publicados en espacios como Twitter y
Facebook me permitió identificar que el uso de dichas redes sociales desborda tanto
lo informativo como la acción de convocatoria, y llega a estar relacionado con la “ge-
neración de sentimientos de pertenencia e identificación” (Valderrama 2013, 129).
En tales redes, las publicaciones hechas por H.I.J.O.S. están acompañadas de comen-
tarios de los internautas en los que se plasman agradecimientos, mensajes de apoyo y
solidaridad y toda clase de saludos, felicitaciones y arengas a favor de la justicia y en
contra de la impunidad. La expresión de emociones compartidas (rabia, indignación,
tristeza, deseos de justicia, anhelos), las opiniones sobre los contenidos, las discusio-
nes alrededor de los mismos y en general las interacciones e intercambios mediante
los cuales se coproducen estos espacios favorecen la construcción de entramados de
identificación, pertenencia y solidaridad mucho más amplios de los que ya están es-
tablecidos entre los integrantes del colectivo.
Ahora bien, un elemento que llama la atención y que debe exaltarse es que el
uso de las redes sociales potencia el efecto comunicativo que cobija las acciones co-
lectivas, las cuales pasan por varios estadios y espacios, y cuentan con intensidades
variables. Por ejemplo, buena parte de las acciones colectivas que realiza H.I.J.O.S.
Bogotá como plantones, intervenciones artísticas, movilizaciones o actos de memoria
se comienzan a gestar a través de intercambios de mensajes vía correo electrónico en
los que se definen aspectos operativos y logísticos, se diseñan los volantes de convo-
catoria y luego se difunden a través de las distintas plataformas, en especial vía redes
sociales, correo y blog. Se requiere de pocas personas y de pocas interacciones en In-
ternet para darle vida a una acción colectiva que puede alcanzar grandes escalas. Hay
algo aquí que siguiendo a Escobar (2010) resuena con los principios de complejidad
y auto-organización, referidos a procesos en los que agentes desde comienzos simples
pueden originar la sofisticación y la organización-acción en escalas superiores. Así,
la interacción dinámica de algunos agentes que politizan la web puede generar un
macrocomportamiento o estructura visible ligada con la lógica de las redes, la conec-
tividad y la complejidad, mucho más que con los órdenes de arriba/abajo.
Luego de estos comienzos online, la acción colectiva se expande hacia contextos
offline y se materializa en las intervenciones que tienen lugar en espacios públicos
(marchas, conmemoraciones, actos culturales, entre otros), con las que se logra llegar
a otros actores que, si bien no hicieron parte de la planeación de la acción, pueden
verse afectados por sus efectos estéticos, emotivos y comunicativos. No obstante, 133
la acción colectiva no se agota allí, pues su poder comunicativo se proyecta nueva-
mente a los mundos virtuales a través de la circulación de videos, fotografías, notas
informativas y demás contenidos relacionados con las acciones realizadas. Difundir
al máximo en las redes sociales y demás plataformas de Internet el registro de las
actividades que se realizaron es parte constitutiva de las mismas, pues de no hacerse
el posible impacto de las acciones colectivas, se ve truncado al no aprovecharse lo
suficiente su energía constituyente. El ciberactivismo, entonces, opera como mareas
que vienen y van, como una ola que, en lugar de seguir un camino teleológico desde
lo online a lo offline, adquiere velocidades y direcciones inusitadas al transitar por
múltiples contextos, por múltiples mundos físicos y virtuales, por múltiples cuerpos
interconectados (Boellstorff 2016).
En las redes sociales, esta difusión se hace a partir de textos breves, con fotografías
de apoyo, acompañados por un enlace que conduce a los lugares en los que se am-
plía la información: el blog y la página web. También pueden remitir a YouTube, en
donde se encuentran los videos de las actividades efectuadas. El canal de YouTube de
H.I.J.O.S. Bogotá es crucial para tal efecto, pues en él están disponibles cerca de 30
videos, entre intervenciones realizadas, homenajes y documentales producidos por el
colectivo bajo su concepto creativo ligado con la estética de las cartas de la memoria.15
15 “Las cartas de la memoria y de la impunidad hacen parte de la serie titulada Cartas para algo más que un juego. Se
trata de piezas comunicativas que Alejandra Gaviria S., integrante de H.I.J.O.S. en Bogotá, ha puesto al servicio
del pensamiento, la acción y la identidad del colectivo” (Aguilar-Forero 2016, 94). La estética de dichas cartas, que
Nicolás Aguilar-Forero
Desde luego, los mundos virtuales no tienen la misma forma y función. En contraste
con las redes sociales, la página web y el blog son poco potentes en cuanto a inter-
cambio de ideas, interacciones o debates sobre contenidos. Los comentarios en estas
plataformas son reducidos y no se evidencia su aporte para el fortalecimiento de los
cordones más amplios de apoyo y colaboración.
A pesar de ello, coincido con Urresti (2014, entrevista) en la distinción que
plantea entre redes sociales y páginas web. Las primeras son espacios en los que
los contenidos publicados por el colectivo pueden ser intervenidos, modificados o
coproducidos por otros, lo cual promueve la interacción dinámica pero reduce la
posibilidad de control sobre sus efectos y disminuye el sentido de propiedad sobre
el espacio, pues parecería que siempre se está en un lugar ajeno. En cambio, la
página web de una agrupación política es su sitio virtual, un lugar percibido como
propio y sobre el cual se tiene mucho más control en términos de los contenidos
publicados o circulados.
Algo similar sucede con el blog. El blog de H.I.J.O.S. Bogotá cuenta con una
página principal en donde se publica información más detallada sobre las actividades
que se realizan, así como comunicados, denuncias públicas e invitaciones para dis-
tintas acciones y eventos. En esta página principal también se puede consultar infor-
134 mación del perfil de H.I.J.O.S. Bogotá, el número de seguidores que tiene y enlaces
que conducen a las páginas web de organizaciones cercanas. Además de la página
principal, el blog cuenta con un espacio en el que se publican los videos producidos
por el colectivo, una galería fotográfica y un espacio más en el que se puede consultar
las cartas de la memoria que también circulan en redes sociales.
Cabe destacar que en el blog se puede consultar las cartas de la memoria y tam-
bién de la impunidad. Mientras las primeras cuentan con una fotografía de la persona
recordada, un mensaje, corazones rojos, una letra alusiva a las palabras del mensaje
(P de paz en el ejemplo incluido a la izquierda, en la página siguiente), y en algunos
casos información complementaria con la firma de H.I.J.O.S., las segundas cuen-
tan con una imagen del rostro de la persona que se denuncia o goza de impunidad
(ejemplo a la derecha de la página siguiente), corazones rotos junto con la letra I de
impunidad y un mensaje: La impunidad no puede seguir siendo la REINA. Vemos acá
el sentido central de estas piezas comunicativas: la metáfora de un juego de naipe
en el que unos apuestan con las cartas de la impunidad mientras otros apuestan, o
apostamos, con las cartas de la solidaridad, la paz, la risa, la imaginación, los sueños,
la denuncia, la verdad, la memoria, la educación y la utopía.16
circulan en físico y en digital, también complementan las producciones audiovisuales de H.I.J.O.S. Bogotá, como se
puede ver en el ejemplo disponible en el siguiente enlace:
http://goo.gl/g38YoD
16 Estos son los mensajes de varias de las cartas de la memoria que simbolizan rasgos de la vida de las personas que apa-
recen en ellas y que a la vez actúan como horizontes de sentido de la acción colectiva de H.I.J.O.S. Algunos de estos
mensajes fueron escogidos por los propios familiares, hijos e hijas de víctimas de crímenes de Estado. Para ampliar la
135
Nicolás Aguilar-Forero
Circulación de contenidos
Uno de los usos centrales del correo tiene que ver con la circulación de contenidos que
puedan ser de interés para el colectivo. Se difunden convocatorias para eventos acadé-
micos y culturales, propuestas de otras organizaciones cercanas para unir esfuerzos y for-
talecer el trabajo conjunto, documentos de reflexión (en especial artículos de opinión),
denuncias, campañas, comunicados públicos e invitaciones para participar de semina-
rios, foros, coloquios, conmemoraciones, plantones, talleres y otras actividades convoca-
das por distintas organizaciones. También circula información propia de la cotidianidad
organizativa o consultas relativas a ciertas decisiones que puedan afectar al grupo: la
136 participación en eventos, el manejo de recursos o la posibilidad de apoyar iniciativas
más amplias de acción política a favor de causas cercanas a la razón de ser del colectivo.
Esta primera capa, algo más superficial en términos de las intensidades del cibe-
ractivismo, se manifiesta en tres escalas. La primera es la interpersonal, que compren-
de todos los contenidos que circulan exclusivamente entre los integrantes del grupo.
La segunda, intergrupal, refiere a todas aquellas comunicaciones que no se agotan en
el colectivo y, por el contrario, van acompañadas de la petición de rotar, difundir o
compartir la información con las redes de cada uno de sus integrantes. En esta se-
gunda escala converge una práctica comunicativa que podemos denominar “bola de
nieve” y que consiste en el reenvío en cadena de contenidos que buscan hacer pensar
y hacer actuar, como volantes de convocatoria para eventos o acciones colectivas,
denuncias públicas, comunicados, informes y todo tipo de documentos sobre temas
que se mueven en el campo de intervención de la organización: agendas de paz, me-
morias, violencias, verdad, justicia y reparación, entre otros.
Estas comunicaciones se extienden o circulan entre las organizaciones políti-
cas y de derechos humanos más cercanas al colectivo. En efecto, cabe aclarar que
H.I.J.O.S. no es solo H.I.J.O.S., pues su acción además de estar atravesada por las
trayectorias políticas, familiares e incluso laborales de sus integrantes, está inmersa
en un entramado relacional y actoral que le antecede, complementa y otorga sentido.
Dicho entramado y los vínculos comunicativos de H.I.J.O.S. Bogotá no se quedan
en el ensamblaje actoral más inmediato, sino que llegan hasta “redes o escalas más
amplias” (Cubides 2008, 135).
Coordinación de acciones
Nicolás Aguilar-Forero
todos y todas. Algunos también se excusan por no poder asistir y otros simplemente
guardan silencio. Con tres o cuatro que confirmen ya se realiza la reunión. Hay con-
vocatorias que tienen una buena acogida, como también se presenta el caso de ciertos
mensajes en los que se proponen reuniones pero no obtienen ninguna respuesta.
Teniendo en cuenta el uso extendido de teléfonos inteligentes (smartphones) y el
acceso permanente a Internet, en diversas ocasiones el intercambio de mensajes en
el correo electrónico grupal se hace prácticamente en tiempo real y desde tales dis-
positivos móviles. Por supuesto, espacios de mensajería instantánea como Whatsapp
complementan muy bien la coordinación de acciones, pues permiten un intercambio
instantáneo de mensajes indispensables para acordar encuentros: ¿en dónde es la reu-
nión? ¿A qué hora? ¿Está confirmada? son preguntas recurrentes que por allí circulan.
Durante las reuniones, es frecuente que se utilicen estas mediaciones para confirmar
la asistencia de quienes no han llegado aún; también, cuando se tiene que tomar cier-
tas decisiones que competen a integrantes que no están presentes en el encuentro, se
utilizan estos canales para hacerles consultas y obtener respuestas inmediatas.
Usualmente se levantan relatorías de las reuniones y al finalizarlas son enviadas a
través del correo grupal. Su elaboración también es libre, pues no hay un responsable
para hacerla sino alguien que, de manera voluntaria, sencillamente la hace. Algo que
138 me llamó la atención de las distintas reuniones de H.I.J.O.S. Bogotá a las que tuve
la oportunidad de asistir, es la forma como se expresa el principio de horizontalidad
en las relaciones comunicativas que tienen lugar en estos espacios. Convoca quien lo
considere pertinente, asisten quienes pueden (no hay un mínimo de integrantes para
hacer la reunión), pocas veces se definen agendas a tratar (aunque ellas están orienta-
das por las coyunturas), las intervenciones se desarrollan de manera aleatoria pidien-
do la palabra y sin moderadores asignados, y las relatorías las elabora quien quiera
hacerlo. Se discuten distintos temas a partir de los cuales a veces se llega a consensos
y muchas otras veces no. Cuando persisten las diferencias queda un ambiente de ten-
sión que en un próximo encuentro normalmente ya está superado, o por lo menos
no se hace presente. Lo importante allí es que no se trata de una política del consenso
sino de una política de la confrontación, de la conversación y del devenir.
Sin duda hay unos acuerdos implícitos en estos espacios: respetar la palabra del
otro, no extenderse demasiado en una misma intervención, rotar la elaboración de las
relatorías, entre los más recurrentes. Aunque ciertas decisiones se consultan vía chat
con quienes no están presentes, las acciones no se detienen si la asistencia a la reunión
es reducida, por ello, resulta indispensable difundir las relatorías para comunicar los
acuerdos hechos y las propuestas de acciones futuras. No obstante, un porcentaje
considerable de los compromisos registrados en las relatorías finalmente no se lleva a
cabo y ello puede tener que ver con la poca implicación o responsabilidad que sien-
ten, frente a las actividades propuestas, quienes no estuvieron presentes en la reunión
o en el momento en el que se definieron.
Pero más allá de esto, durante el período de tiempo en el que se realizó el estudio,
hubo en mi opinión dos lógicas de lo político en tensión manifestadas en el colectivo.
Por una parte tenemos la lógica más convencional de lo político, expresada en la nece-
sidad de hacer reuniones presenciales, tomar decisiones sobre acciones futuras, distri-
buir algunas responsabilidades, levantar relatorías de las reuniones, entre otras. Esta
dinámica cotidianamente expresa sus limitaciones: poca asistencia a las reuniones,
compromisos incumplidos, acciones definidas en las relatorías que nunca se realizan,
entre otras. Por otro lado está la política del acontecimiento de la que habla Lazzarato
(2006), pues muchas de las acciones colectivas de H.I.J.O.S. Bogotá no parten de un
plan ideal, de acuerdos presenciales o de un programa político claramente definido de
antemano. Por el contrario, muchas de las acciones colectivas emergen a partir de una
idea o propuesta que circula en el correo grupal, a la que luego se suman otras y en
lapsos de tiempo a veces muy cortos se definen los aspectos operativos para llevarlas
a buen término. Por ejemplo, para el
homenaje póstumo a Tito Díaz17 que
tuvo lugar en el Congreso de la Repú-
blica de Colombia en abril de 2013,
bastó un mensaje con la propuesta de
asistir al evento y de construir letras 139
que unidas conformaran la palabra
justicia para que, en varios mensajes
de respuesta, se coordinara la acción
y se realizara sin mayor planeación
previa.
En estos procesos, se destaca el
uso del correo electrónico grupal
como espacio de trabajo colaborati-
vo. El hecho de que permita enviar
archivos adjuntos y mensajes más
extensos favorece la elaboración co-
lectiva de informes, documentos y
palabras para eventos en los que se
participará. También es recurrente la
construcción colaborativa de comu-
nicados o denuncias públicas como la
que se construyó en mayo de 2013.
17 Eudaldo Díaz Salgado, exalcalde del municipio El Roble, en el departamento de Sucre-Colombia, fue desaparecido,
torturado y asesinado en abril de 2003 presuntamente como resultado de las denuncias que hizo sobre malos manejos
de recursos públicos, conformación de grupos paramilitares y corrupción de dirigentes políticos de la región. Por su
crimen, fue condenado a 40 años de prisión el exgobernador de Sucre, Salvador Arana.
Nicolás Aguilar-Forero
Nicolás Aguilar-Forero
que en los asuntos, o como parte del mensaje, se escribiera: “Espero respuesta”, “favor
contestar”, “contestar al menos sí o no”, entre otros. El silencio resulta algo odioso y
molesto en los espacios de coordinación de acciones y ciberactivismo, y todavía más
cuando se trata de plataformas apropiadas por experiencias organizativas que, desde
su mismo nombre, expresan un posicionamiento en contra del silencio.
Igualmente, el no saludar y despedirse y un tono fuerte o expresiones que puedan
llegar a ofender, además de no ser bien vistas pueden tener efectos en las redes afec-
tivas que sustentan la acción colectiva. Por el contrario, los intercambios solidarios
de mensajes, los saludos afectuosos y que apelan al vínculo familiar (hermanos y
hermanas) y todos los mensajes que proponen “nuevos aires” o calmar los ánimos
luego de discusiones acaloradas son cruciales en la construcción de lo común de un
colectivo político-afectivo como H.I.J.O.S. A propósito, durante 2013 fueron pocos
los mensajes que se intercambiaron en el correo grupal para actividades distintas al
activismo y ciberactivismo. Sin duda, la afectividad y esas pequeñas cosas que reafir-
man los vínculos humanos como invitar a compartir una comida, a departir un rato
agradable o a reír juntos han sido fundamentales para la permanencia de experiencias
organizativas como H.I.J.O.S.; razón por la cual, en tiempos de “cibervidas” en los
que la acción política transita de manera creciente en los mundos online, preservar y
142 potenciar este tipo de prácticas o espacios a través de tales escenarios virtuales puede
traer resultados favorables a la acción colectiva.
En segundo lugar, otro factor de diferencias y posibles conflictos tiene que ver
con las lógicas diferentes de comprensión de la acción colectiva. Mientras algunos
prefieren trabajar con agendas a largo plazo (proyección a un año), contar con un
compromiso mayor por parte de los integrantes del grupo y tener claro el rumbo, a
otras y otros esto no les inquieta; por el contrario, se rigen más por las oportunidades
políticas y las fluctuaciones del contexto. Asimismo, mientras que para algunos lo
afectivo es algo secundario y lo que mantiene la unión está ligado con principios y
posturas políticas, para otras y otros la amistad, el respeto y el buen trato ocupan un
lugar predominante. En mi caso, lo que he logrado identificar por medio del trabajo
etnográfico y de la inmersión colaborativa es que la acción colectiva por la memoria
de colectivos como H.I.J.O.S. parece depender mucho más de las redes de amistad,
de la confianza y el respeto mutuo, que de las convicciones y “coherencias” políticas,
pues hay múltiples matices e incluso contradicciones al respecto, como las hay en
cualquier movimiento social y político.
Por último, el tercer aspecto del que se pueden derivar conflictos que en cierta
medida limitan el ciberactivismo tiene que ver con las tensiones entre lo individual
y lo colectivo. Si bien las plataformas virtuales como las redes sociales, los blogs o
las páginas web portan y visibilizan el nombre del colectivo, quienes las administran
son individuos y la pregunta que a veces está en el centro de las divergencias tiene
que ver con qué tanto de lo que se hace a título individual afecta o no el nombre del
colectivo. Lo anterior, desde luego, no se reduce a las acciones online pues en este tipo
de experiencias organizativas en las que no hay una organización jerárquica sino mul-
tiplicidad de liderazgos, sus integrantes pueden participar a nombre del colectivo en
diferentes espacios offline a los que se les invita, independientemente de los matices
en los discursos y las apuestas políticas.
Vale la pena aclarar que si bien “no pueden igualarse sin más las referencias indivi-
duales a las colectivas” (Cueto 2010, 142), asumir su escisión total también puede ser
equivocado. De hecho, mientras algunos justifican ciertas prácticas apelando a que
ellas se hicieron a título personal y no a nombre del colectivo, otros destacan lo difícil
de trazar esta diferencia cuando públicamente y en otros espacios y ciberespacios esto
no se hace, debido a que terceros pueden establecer de manera inmediata una asocia-
ción entre la presencia individual y la pertenencia colectiva.
Gira allí de nuevo el tema de la confianza. Puede producir desconcierto, por ejem-
plo, que integrantes del colectivo se acerquen a otros sectores políticos y organiza-
ciones sin tener la confianza y el respeto de comunicarlo antes con los compañeros
y compañeras del grupo, sobre todo cuando esto puede llegar a afectarlos aunque tal
acercamiento se haga a título personal. Pero por otro lado, también genera molestias
que se desconfíe de las buenas intenciones de estas decisiones y de las convicciones y
posturas políticas de quienes las agencian. Lo cierto es que la amistad que está en la 143
base de colectivos como H.I.J.O.S. se teje no solo con las fibras del afecto sino tam-
bién con las de la confianza y la honestidad, factores que son condición de posibilidad
para la continuidad de este tipo de redes y organizaciones.
Lo más importante, sin duda, es que ante la presencia de estos u otro tipo de con-
flictos, en colectivos como H.I.J.O.S. sucede algo con enormes potencialidades en
términos de los alcances del ciberactivismo y de las posibilidades de la etnografía para
el estudio del mismo. En alguna ocasión, luego de una discusión entre los integrantes
del colectivo que comenzó en el correo grupal, siguió en una reunión presencial y
se proyectó de nuevo al correo electrónico, se evidenció una apropiación profun-
damente productiva de esta mediación comunicativa. Bajo el asunto de herman@s
circuló un correo con tono conciliador luego de las “turbulencias” que se presentaron
debido a posturas divergentes acerca de la creación de alianzas y la construcción de
paz. Dicho correo planteó propuestas para salir de las “arenas movedizas” y generó
dos efectos instituyentes:
Nicolás Aguilar-Forero
iba a lanzar uno de los compañeros del colectivo. Ello me permitió identificar el
sentido más potente, en términos de ciberactivismo, de la apropiación política de
Internet y en especial del correo electrónico grupal: tramitar de manera constructiva
los conflictos. Esta es la utilidad primordial de este tipo de espacios virtuales para
fortalecer experiencias organizativas que, como H.I.J.O.S. Bogotá, trabajan por/
desde la memoria y a favor de la construcción de mundos más justos y pacíficos.
Bibliografía
Nicolás Aguilar-Forero
Nicolás Aguilar-Forero
Entrevista
Referencias en línea
Giovanna Bacchiddu. PhD por University of St. Andrews, Reino Unido. Profesora asistente, Pontificia Universidad Católica de Chile,
Santiago de Chile.
* [email protected]
Marcelo González Gálvez. PhD por University of Edinburgh, Reino Unido. Profesor asistente, Pontificia Universidad Católica de Chile,
Santiago de Chile.
* [email protected]
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 151-161
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
diálogo
Muy poco; en realidad nunca daba direcciones teóricas. Incluso muy raras veces sus
colegas, los miembros de su laboratorio, tenían conversaciones teóricas con él. Le
gustaba mucho tener conversaciones sobre puntos etnográficos muy recónditos y
puntuales, pero hablaba muy poco de teoría. La teoría la dejaba para sus cursos for-
males en la École des Hautes Études y después en el Collège de France. Incluso se ve eso
en sus escritos; pasado el gran período de polémicas con Jean-Paul Sartre, Jacques
Derrida y otras figuras, él raras veces polemizaba a nivel teórico. En algún momento
fue atacado por Marvin Harris, quien le hizo una serie de críticas de índole teórica,
pero él nunca respondió a estas críticas directamente. Escribió un artículo de respues-
ta muy duro sobre un punto específico de la crítica que se refería a la identificación de 153
un tipo de concha mencionado en un mito; esta crítica sí lo afectó realmente porque
se lo había acusado de una identificación zoológica errónea y él daba muchísima im-
portancia a la precisión etnográfica.
¡Esa es una vasta cuestión! El tema del individuo, como lo apuntan, es una categoría
central en el pensamiento europeo, sobre todo a partir del siglo XVIII, y va a la par
con la noción de sociedad; las dos nociones están íntimamente vinculadas. Tenemos
la tendencia –Louis Dumont, por ejemplo, trabajó mucho sobre esto– a pensar el
individualismo como algo típico de las sociedades occidentales modernas y contem-
poráneas. Lo interesante en el mundo jíbaro, en general, es que en esas sociedades hay
una forma de “individualismo” fuertísima, pero es totalmente distinta a la del indivi-
duo occidental. Este es un rasgo muy desarrollado entre los grupos jíbaro y muchos
otros grupos amazónicos. En realidad, todavía no hemos logrado caracterizar exac-
tamente ni definir a nivel analítico esta forma tan curiosa de “individualismo” que
encontramos en las sociedades amazónicas. Hay un esfuerzo hacia la singularización
rreras, contadas por hombres guerreros. Los indígenas de América del Norte tienen
también tradición de narrativas orales de actos heroicos marciales o guerreros. Estos
relatos jíbaros nunca mencionaban enfrentamientos con el mundo blanco, aunque
han existido muchos. Ellos tienen una historia de resistencia fuerte y respetable que
perfectamente podría ser material para una narrativa histórica de gloriosa resistencia
y supervivencia cultural. Pero nunca mencionaban este tipo de enfrentamientos. Es
como si el único tipo de guerra que les interesara contar fueran los conflictos con
otros grupos jíbaro.
Una colega norteamericana, Janet Hendricks,2 recopiló una larga narración au-
tobiográfica de un famoso guerrero shuar, Tukup, quien era el terror de los mestizos
del cercano pueblo de Macas (Amazonía ecuatoriana). Los habitantes de este lugar
tenían una tradición oral que ahora casi ha desaparecido, era una rica tradición le-
gendario-histórica sobre los enfrentamientos con los shuar y sobre los ocasionales
viajes de Tukup a Macas, quien llegaba con todas sus armas y acampaba fuera del
pequeño poblado. La voz inmediatamente corría: “¡Tukup está aquí!” Las mujeres
se escondían, los hombres salían a la calle, mientras Tukup se paraba con todos sus
adornos frente al Municipio y esperaba que el alcalde saliera para hablar con él. To-
dos miraban aterrorizados, no obstante, nada de eso aparece en el relato de Tukup tal
como lo narra Janet Hendricks. Hay una interesante bifurcación: aparentemente para 155
ellos los enfrentamientos con los apach (el nombre que daban a los blancos/mestizos)
y los homicidios cometidos en tales ocasiones no cuentan como actos de guerra y,
por ende, no son dignos de ser contados. Son únicamente los actos de homicidios
cometidos contra otros jíbaros los que son dignos de ser relatados.
Hay mucha documentación sobre la resistencia y oposición de los shuar al trabajo
de los misioneros. Existe un sinnúmero de crónicas sobre su escepticismo voltaireano
irreductible y total. Fueron considerados la misión más difícil del mundo. Hay mu-
chos documentos dado que están en una zona fronteriza y por ello existe una enorme
documentación diplomática e indirecta con mucha información; es bastante fácil en
este caso reconstruir la historia desde los primeros años de la colonización. Desde
1536 ya existen los primeros relatos, hasta más o menos el presente. Es notable la
total indiferencia de ellos con respecto de esta historia de enfrentamiento con el mun-
do blanco. Por esta razón, trabajé sobre los regímenes locales jíbaros de narratividad
histórica y sobre sus formas de experimentar la historia.
2 Janet Hendricks. 1993. To Drink of Death: The Narrative of a Shuar Warrior. Arizona: University of Arizona Press.
3 Anne-Christine Taylor. 1993. “Des fantômes stupéfiants. Langage et croyance dans la pensée achuar”. L’Homme 33
(2-4): 429-447.
4 Trabajo de campo.
5 Anne-Christine Taylor realizó su trabajo de campo entre los achuar junto a su marido, Philippe Descola.
porque claramente los militares sospechaban tanto de nosotros como de los achuar.
Por ejemplo, los achuar iban todos a esconder sus armas y sabían perfectamente que
nosotros sabíamos que las habían escondido, y el hecho de que siempre guardáramos
silencio en estos casos creaba una forma de complicidad.
Los jíbaros se dieron cuenta, hace algunos años, que tienen “una cultura” y sobre todo
que tienen que mostrar que esta existe por razones políticas. Este paso es imprescin-
dible para que los grupos indígenas obtengan reconocimiento de sus derechos o para
obtener atención de las organizaciones no gubernamentales (ONG). Por lo tanto,
deben mostrar que viven una cultura, visible y preferentemente materializada, pero
la patrimonialización es, para los grupos jíbaro, un proceso muy difícil. Ser jíbaro es,
ante todo, una manera de construir modos de relacionarse con otros, principalmente
formas de relacionamiento desde una posición simbólicamente superior. Por ejem-
plo, cuando jóvenes achuar iban a las pequeñas ciudades fronterizas, siempre se cui-
daban de tener vestidos más limpios y más caros que los mestizos locales. Si se juega a 157
ser blanco, hay que ser mejor que los blancos en ese juego. De cierto modo, ser jíbaro
es precisamente encontrar modos de posicionarse en una situación de superioridad
en las relaciones. No se preocupaban de su cultura pasada; si lograban coyunturas en
las cuales demostrar su dominio y superioridad, la identidad jíbaro continuaba sin
problemas. ¿Para qué se necesitaría un museo jíbaro? ¿Cómo patrimonializar modos
de ser y de relacionarse con los demás? Ahora, la presión para manifestar una “cultura
étnica” específica es muy fuerte y para ellos es un problema enorme.
Empezaron a discutir sobre esto a finales de la década de 1980 con varias ONG
que estaban en su territorio. Ellas les decían que tenían que “defender su cultura”, sus
cantos sagrados, sus rituales… ¿rituales? Había pocos, y los que tenían eran discretos,
no se hacían en público y no se debía hablar de ellos. Los que existen están general-
mente vinculados con la guerra y desde el punto de vista de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), este tipo
de manifestación no es bienvenida. Los diálogos ceremoniales eran impresionantes,
agonísticos y espectaculares, hacer “copias” no tiene ningún sentido. Ellos lo saben
perfectamente.
Otro problema es que casi el 60% de lo que nosotros llamamos “cultura” es com-
partida con todos los demás grupos vecinos: formas de cultivo, saberes etnobotáni-
cos, formas de practicar el chamanismo, etc. En muchos campos, los kichwa vecinos
tienen las mismas prácticas, en algunos casos, exactamente iguales. Incluso los famo-
sos cantos chamánicos o los cantos llamados ánent los kichwas los hacen también. Las
ONG los empujan siempre hacia al chamanismo y entonces tienen que hacer casas
de chamanes en donde los jóvenes van a aprender a “ser chamanes”, lo cual hace que
estas iniciativas fracasen porque nadie puede tomar en serio este tipo de situaciones.
¿Se podría entender esa museografía como una potenciación del presente y de la
singularización, sobre lo cual usted hablaba al principio de este diálogo?
Sí, probablemente a los shuar les gustaría hacer una museografía porque en el momen-
to del conflicto hacían exactamente eso, incluso daban a entender a voz cubierta que
iban a resucitar la tradición de las cabezas reducidas. Nunca lo hicieron en realidad,
pero obviamente era una excelente arma de guerra psicológica. El Ejército ecuatoria-
no lo entendió muy bien y les daba voz. Ahora bien, creo que para los achuar y los
shuar sería posible hacer una museografía en estos términos. El problema sería más
bien para nosotros y nuestra idea de lo políticamente correcto, porque va totalmente
en contra de la idea de que los grupos indígenas son “guardianes de la naturaleza”,
“pacíficos”, “víctimas”, etc. No jugar este juego de la victimización es difícil, más aún
cuando en otros momentos los mismos shuar se ven obligados a representarlo frente
a organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
o la UNESCO.
6 Los Gurkhas son soldados profesionales de etnia nepalés, reclutados para servir en unidades especiales de las Fuerzas
Armadas del Reino Unido.
Según Eduardo Viveiros de Castro, “la antropología es sobre los malos entendidos
[…] Una equivocación no es un error, una falta o una decepción. En cambio, es el
fundamento mismo de la relación que implica, y que es siempre una relación con
una exterioridad”.7 El antropólogo sabe que su trabajo es intraducible. ¿Cuál es su
opinión al respecto, tomando en cuenta la necesaria descontextualización de los
objetos en un museo etnográfico? 159
muy claro a mi juicio. ¿Se trata realmente de una experiencia intelectual o sencilla-
mente de un frisson8 de exotismo?
Hay que ser serios. La contextualización que regía en los museos etnográficos de an-
taño era tan pobre en información verdadera, que era ridícula. No es porque se indique
la proveniencia de tal objeto, su origen y su uso entre tal grupo indígena que el objeto se
encuentra contextualizado. No es que la descontextualización me incomode, tampoco
la idea de escenografíar la diferencia como tal a través de una especie de choque. Pero
creo que, para que el museo cumpla con la meta de sensibilizar la diferencia cultural,
debe ofrecer elementos que permitan entender las lógicas de las estéticas indígenas que
hay detrás de los objetos. De lo contrario, será una experiencia que el visitante relacio-
nará con lo que ha aprendido en la historia del arte, sin darse cuenta de las premisas
estéticas de la cultura visual diferente, que da forma a los objetos expuestos.
Es totalmente una asimilación y Branly navega un poco en el límite entre ser un mu-
seo de “arte primitivo” y ser un auténtico museo de antropología de las artes y de las
estéticas no occidentales. A veces yo preferiría que se orientara un poco más en esta
160 última dirección, aunque de vez en cuando cae del otro lado, hay que decirlo.
Un aspecto a favor de Branly es que ha abandonado la idea de que se puede repre-
sentar culturas y en eso tiene toda la razón. Su propósito era reservar, por lo menos,
la mitad del espacio del museo a exposiciones temporales muy variadas en su estilo
y objetivos. La intención era contraponer siempre la ausencia de discurso –que en
realidad es un discurso– de la colección permanente con las exposiciones temporales
que tienen una perspectiva nítida. Es decir, hacer una especie de museo polifónico en
el cual los discursos se cruzaban y contradecían. Eso me parecía una buena manera
de resolver el problema de la representación de culturas, pues es imposible desarrollar
ahora un discurso hegemónico sobre otras culturas.
Me viene a la mente un comentario que me hacía un día nuestro colega Carlos Faus-
to, quien trabaja en un grupo de Brasil en el Xingú. Me contó que las mujeres vinie-
ron a verlo una vez y le dijeron: “Mira, queremos que tú nos ayudes a buscar la forma
8 Emoción, excitación.
en que podamos lograr que nuestros hombres dejen de pegarnos sin cambiar nada en
el resto de nuestra forma de vida. La única cosa que queremos que cambie es esto”.
¡Eso sí es un problema de ingeniería social bien complicado! Es interesante porque en
estos grupos del Xingú la dominación masculina no es tan obvia. Son grupos en los
cuales, en las relaciones entre los géneros, no se ve realmente una fuerte asimetría. Al
contrario, las mujeres son muy fuertes, tanto en la vida social cotidiana como es sus
papeles rituales.
La tesis de Turner francamente ya no me convence mucho, es decir, la idea de que
el núcleo del poder político viene del control de los yernos y el control de los yernos
viene del control sobre las mujeres o sobre la sexualidad de las mujeres, mejor dicho.
Creo que las cosas son más complicadas y que el control por parte de los hombres
de la sexualidad femenina es una dimensión entre otras en su afán de controlar rela-
ciones con la alteridad en general. Por lo tanto, el eje central, el que se arraiga en lo
político, es la relación con la otredad, no la relación entre sexos.
En su trabajo sobre el matrimonio entre jíbaros, la mujer pasa del hermano que
la controla al marido que entiende el matrimonio como “domar” a la mujer, ¿ello
podría ser comprendido como dominación?
161
El problema es que hay que entender lo que encubre esta idea de la “domesticación”
para los jíbaros. En su conceptualización (la cual refleja un punto de vista masculi-
no), las mujeres son “extranjeros”, precisamente porque son distintas de los hombres;
son una forma menor de extranjero (vale decir, del “enemigo”), el límite inferior de
la alteridad. Entonces las mujeres con las cuales un hombre puede casarse o tener
relaciones sexuales deben ser “domesticadas”, o mejor dicho “familiarizadas”, exacta-
mente como se hace con pequeños animales capturados en la selva o con espíritus de
enemigos que también hay que seducir para llevarlos a una posición de familiaridad.
No es tanto una marca de dominación en el sentido banal, sino más bien de posesión,
en el sentido de tener el control sobre una relación con lo semiajeno. Se puede decir
obviamente que eso disfraza una “dominación masculina”, pero yo no creo que esa
sea una manera muy útil de formular las cosas. No se trata de justificar o excusar la
violencia hacia las mujeres entre los jíbaros, sino de entender que la violencia puede
tener formas y raíces bastante distintas entre grupos indígenas y nuestras propias so-
ciedades, y por lo tanto, no atribuirla a una supuesta “naturaleza humana” masculina.
Creo que va por un análisis cuidadoso de las diferencias entre las maneras de concebir
las relaciones entre sexos y no por la búsqueda de semejanzas precisamente. Va por
comprender realmente la manera en que ellos entienden la diferencia entre los sexos,
antes que hablar de dominación.
Daniel Kraus
X. Andrade
Ana María Forero
Mauricio Salinas
un ambiente así de cargado, el MHPN emerge también como una potente instala-
ción ideológica cuyas narrativas, no obstante, florecen inestables. De hecho, tanto la
página web oficial de la institución como uno de los puntos focales de los despliegues
museales privilegian a una motocicleta marca Harley Davidson con incrustaciones
de oro, incautada a un narcotraficante como parte de la, así llamada, “guerra contra
las drogas”.3
En este contexto, el ensayo que sigue es un ejercicio de curaduría sobre una cu-
raduría. En consecuencia, los etnógrafos somos reposicionados fundamentalmente
como hacedores de imágenes, mientras que los datos cualitativos funcionan como
teorizaciones compartidas pero también confrontadas sobre y contra un objeto de
estudio (Ssorin-Chaikov 2013; Elhaik 2016; Andrade 2017).4
Para facilitar la aproximación al ensayo visual, se utilizan las iniciales de los nom-
bres de los investigadores e informante para identificar las voces que intervienen. La
técnica utilizada y la temporalidad etnográfica sirven –en lugar de un pie de foto–
para situar diálogos y experiencias, exponer la construcción del dato, desestabilizar
las relaciones posibles entre textos e imágenes y reconfigurar las que se tejen entre
antropología y etnografía.
Una nota final amerita la caligrafía usada en los rótulos, de matriz europea y
usada por los colegios internacionales en Bogotá para enseñar a leer y escribir. De 167
acuerdo con el Mayor Aparicio, esta
evoca el espíritu francés, facilita la lectura por la claridad de las letras. Y no hay que
olvidar que Francia tuvo una gran influencia en la educación de las personas de bien
de Colombia. De las personas de alta sociedad. Esa caligrafía como todo en el museo
está pensada por mí. Y trata de dejar en claro con elegancia lo que es la Policía (nota
de campo, AMF,5 15 de marzo de 2017).
AMF: Mayor, ¿cómo se decide lo que los guías cuentan y cómo lo cuentan? ¿Cómo
hacen familiar la historia para los visitantes o cómo se construye el guion?
8 Gonzalo Rodríguez Gacha y Pablo Escobar Gaviria fueron narcotraficantes colombianos, fundadores y miembros
importantes del Cartel de Medellín.
AMF: ¿Por qué esa sala [la de la colección relacionada con lo narco] ha migrado
hasta tener el pequeño rincón que tiene ahora? Es de las que más ha cambiado en el
museo, de las más dinámicas.
MHA: Hubo muchas críticas porque decían que le hacíamos un elogio a los crimi-
nales. Sin embargo, nos abstuvimos de prestarle atención a esas críticas y ahí está,
ahí está. Lo que pasa es que no tenemos más campo para colocar más cosas de otros
delincuentes.
MHA: Pues se me iba ocurriendo. Como cuando puse estos cuadros aquí. A mí todo
se me ocurre. Ese [haciendo referencia a una pintura] es el principal promotor del
museo, clásico fundador, mi Coronel Fernández Castro, fue mi Comandante, yo era
Teniente y él ya era Mayor. Y así, todo lo he ido consiguiendo y he puesto allí eso, y
eso allí y allí. Cada día trato de poner algo en alguna parte. […] Todo se me ocurre,
todo es porque se me ocurre. Entran a la capilla u oratorio y suena una campana. Esa
campana me la conseguí… Ni sé cómo. Es de 1872 esa campanita y suena. Todo se
me va ocurriendo y entonces hacemos las cosas.
DK: Ante esas críticas, ¿tomaron medidas para evitar que la gente pensara que ha-
cían una apología al narcotráfico?
MHA: No, no, no. Nunca quitamos nada de lo que estaba allí. Pues son personas
que son como las beatas, ¿no? Que de pronto critican algo en una iglesia, entonces
nosotros también tomamos las cosas así: de buena fe. Esas personas de buena fe no
veían bien que se hablara “bien” –entre comillas– de Pablo Escobar, que se diera a
conocer la figura de él, que estuviera ahí.
La relación entre los rótulos –que frecuentemente incluyen falsas traducciones del
castellano al inglés– y los objetos es múltiple, multívoca. Estos textos son algo más
que dispositivos parásitos de las cédulas museográficas, estas últimas más enfocadas
directamente en la materialidad de los objetos o en lo que aquellos representan. Los
rótulos, inscritos manualmente sobre paredes y dinteles, son firmas curatoriales que
permiten leer la metanarrativa del museo en su más pura dimensión ideológica, la
que coincide con la del edificio en sí mismo como objeto instalado, Ready-made
modificado por las historias de El Bogotazo y el narcotráfico. En el breviario del ima-
ginario que estos textos construyen, ellas están obliteradas. En su lugar, hay palabras
como elegancia, amor, pecado, vida, paisajes, cielo, ríos.
9 X. Andrade.
MHA: La gente, lo importante, es que sale feliz de aquí. No tanto por el valor... No
sé qué encanto tiene el museo pero la gente sale feliz, en especial los extranjeros.
Bibliografía
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Resumen
La sexualidad, al ser una estructura histórica y política que permite la configuración de normas
y leyes sociales así como la conformación de subjetividades individuales, es un elemento fun-
damental en el análisis de los estudios migratorios. Este artículo examina, de forma cualitativa,
el transitar trans femenino ecuatoriano a nivel local y regional. El papel de la sexualidad en el
establecimiento de redes migratorias, los cambios corporales y su inserción en el trabajo sexual 185
son los principales elementos que aborda este estudio, los cuales se entrecruzan a lo largo del viaje
migratorio de la población trans femenina que reside en Quito.
Abstract
Sexuality, understood as a historical and political structure that configures norms and social laws
that condition individual subjectivities, is a fundamental element in migration studies. Using a
qualitative approach, this article analyses the trans-versing of the female transsexual experience in
Ecuador at the local and regional level. The principal elements analysed include the role of sexuality
in the establishment of migratory networks, modifications of the body and the insertion into the
labour market for sex work. These elements inter-relate in the migratory experiences of the female
transsexual population in Quito.
Lidia Raquel García Díaz. Magíster en Ciencias Sociales con mención en Género por FLACSO Ecuador. Investigadora independiente.
* [email protected]
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59 Quito, septiembre 2017, pp. 185-204
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
temas
Resumo
A sexualidade, ao ser uma estrutura histórica e política que permite a configuração de normas sociais
e leis sociais, bem como a formação de subjetividades individuais, é um elemento fundamental na
análise dos estudos migratórios. Este artigo analisa qualitativamente, o trânsito trans feminino equa-
toriano a nível local e regional. O papel da sexualidade no estabelecimento de redes migratórias, as
mudanças no corpo e sua inserção no trabalho sexual são os principais elementos abordados por este
estudo, os quais se cruzam ao longo da jornada migratória da população trans feminina residente
em Quito.
L
os estudios sobre sexualidad y migración no son nuevos; a nivel internacional,
surgieron con gran fuerza durante la década de 1990 y a inicios de la década
de 2000 con autores como Lionel Cantú (1995, 1999, 2002, 2005, 2009);
Eithne Luibhéid (2002, 2004, 2014); Martín Manalansan (2005, 2006), Vidal-Or-
tiz (2006) y con especialistas en el tema a nivel nacional como María Amelia Viteri
(2008, 2009, 2014a, 20014b) y Martha Cecilia Ruiz (2002, 2009, 2015).
Sin embargo, más allá del recorrido teórico por estos estudios que nacen, por un
lado, desde la perspectiva de los estudios queer y, por otro, desde la perspectiva de
186
los feminismos latinoamericanos,1 el presente trabajo tiene como objetivo analizar la
articulación entre migración y sexualidad en el ámbito de la migración local y regio-
nal de la población trans femenina que emigra desde Quito hacia diversos países de
la región. El solo hecho de nombrar a esta población podría traer varias preguntas de
análisis, sobre todo porque cuando “se opta por nombrar una identidad se traiciona
un poco la diversidad humana inabarcable y se deja innombrad@s a otr@s” (Proyecto
Transgénero 2010, 4).
Este artículo se construyó sobre la base de un trabajo de campo cualitativo que
recogió las experiencias de 25 personas autoidentificadas como trans femeninas, las
cuales en su mayoría se dedican al trabajo sexual y residen, la mayor parte del tiempo,
en Quito. Las entrevistas se realizaron en las calles de la capital ecuatoriana en los años
2014 y 2015, en las zonas de La Y (al norte de la ciudad), La Mariscal (centro norte),
la Plaza del Teatro (centro) y El Pintado (al sur), que son lugares donde laboran las
entrevistadas. Las preguntas se formularon sobre la base de un cuestionario realizado
previamente (entrevistas semiestructuradas) y de acuerdo con las particularidades que
surgían en el trabajo de campo y las experiencias que narraban las migrantes internas
mientras esperaban algún cliente en horas de la tarde o noche.
1 Con base en las lecturas de Hames-García (2011) y Lugones (2011), se puede concluir que existe un importante de-
bate teórico entre los estudios queer y algunas teóricas feministas. Este debate surge porque desde el feminismo de la
interseccionalidad se ha evidenciado cómo la articulación entre género, clase, raza, etnia y sexualidad ocasiona fuertes
formas de discriminación y exclusión social a partir de lo cual se pretende construir un sujeto político capaz de luchar
por sus derechos en torno a estas distintas formas de exclusión. Por su parte, lo queer no crea una categoría fija, por lo
tanto, no permite el surgimiento de un sujeto político que luche contra las desigualdades sociales.
El método denominado “bola de nieve” que permite que una persona ponga en
contacto al investigador con otra formó parte del trabajo de campo, sin embargo,
no fue el único pues en varias ocasiones pude entrevistarme directamente con las
migrantes internas sin que alguien mediara en el acercamiento con ellas. Entre las
trans entrevistadas se encuentran personas que no se dedican al trabajo sexual (dos)
y personas pertenecientes a organizaciones que luchan a favor de los derechos de
esta población. Las entrevistadas se encuentran entre los 25 y 60 años de edad y
muchas de ellas cuentan con varias experiencias migratorias previas, sobre todo, a
nivel local. Para salvaguardar su identidad, los nombres de las personas entrevista-
das han sido cambiados.
entre sexo y género se convierte en una norma dentro de la cultura, con lo cual la biología no es la que predestina el
género de los individuos, sino la cultura (Butler 2007 [1990], 57).
5 Según las consideraciones de Ana Paulina Gutiérrez (2013), el término trans permite entender que estas personas
poseen una identidad dinámica y flexible que, a lo largo de su vida, puede transitar “entre lo masculino, lo femenino,
masculino y femenino, o “establecerse” de manera definitiva en alguno de ellos, ya sea de manera práctica o como una
aspiración” (Gutiérrez 2013, 2). Sin embargo, en este estudio se pudo observar que la identidad que prevalece dentro
de su canon corporal masculino es la femenina.
6 Se utiliza esta categoría de cuerpos femeninos, donde también se encuentran las personas trans femeninas, para evitar
dejar de lado algunas identidades femeninas que migran, por ejemplo, algunas personas intersex, pirobos (identidades
femeninas que se hacen llamar así en la frontera norte entre Ecuador y Colombia), trangéneros, entre otros.
7 En caso de analizar el trabajo sexual vinculado con la trata de personas, esta característica no sería aceptable. Sin
embargo, es importante diferenciar entre la trata de personas y los servicios sexuales ofertados de forma voluntaria.
8 La separación entre “lo público” y “lo privado” es lo que precisamente ha permitido la jerarquía de lo masculino y lo
femenino. Sin embargo, esta división en el ámbito de la sexualidad se sigue manteniendo bajo las normas morales, las
per con los roles e identidades establecidas por el sistema heteronormativo donde
lo femenino se corresponde con la pasividad y lo masculino con el sujeto que desea.
Como menciona Agustín (2000), el trabajo sexual necesita de un gran conocimiento
corporal para dar placer al otro, librarse de pudores que envuelven al cuerpo, saber
relacionarse con el cliente, en momentos tener una escucha activa, saber negociar,
presentarse, vestirse de manera adecuada, saber maquillarse, utilizar un lenguaje cor-
poral indicado, saber transar con la Policía y tener con qué defenderse de los clientes
violentos, entre otros saberes que se necesita cultivar en esta labor.
Si bien esta actividad se puede realizar en distintos espacios, es el trabajo sexual ca-
llejero el que ha permitido sacar a luz la sexualidad que se encontraba ligada con el ám-
bito privado y la intimidad de los individuos, más aún si son las mujeres y los cuerpos
femeninos quienes lo ejercen. Esta actividad no solo separa al sexo de la reproducción
y del matrimonio –institución donde la sexualidad y el acto sexual pueden ser ejercidos
legítimamente–, sino que también lo aleja de la heterosexualidad obligatoria. Al mismo
tiempo, el trabajo sexual ha sido una de las herramientas que ha permitido que las mu-
jeres y, más aún, los cuerpos femeninos, logren cierta autonomía económica.
Por ejemplo, según el trabajo de Kim Clark (2001), quien analiza la prostitución
en Quito de 1920 a 1950, señala que en 1924 el mayor porcentaje de trabajado-
190 ras sexuales (23,7%) se dedicaba a esta labor porque no conseguía empleo. De esta
manera, el trabajo sexual era una estrategia que, combinada con otras, permitía la
sobrevivencia de varias mujeres pobres, así como la de sus familias (Clark 2001, 49
y 50): “Por lo tanto no es de extrañar que las primeras estigmatizaciones de la mujer
prostituta se debieran al pánico que provocaba el hecho de que las mujeres hubieran
encontrado una estrategia laboral en un mundo en el que el trabajo remunerado les
era totalmente negado” (Castellanos 2008, 2).
El hecho de que el trabajo sexual permita jugar con las normas ligadas con la hete-
rosexualidad de las personas adultas, así como la dificultad que tienen muchas trans
femeninas para terminar sus estudios o elegir libremente un empleo, ha convertido
al trabajo sexual en una alternativa para su economía. Pero esta labor es difícil de
efectuar cerca de sus familias consanguíneas, por lo tanto, la migración se convierte
en una opción al momento de insertarse en este empleo.
La migración, por lo tanto, muchas veces permite cierta “libertad” para vivir una
sexualidad disidente. De esta manera, construye flujos migratorios en torno a la
orientación sexual o la identidad de género de las migrantes, pero también trata de
reproducir ciertas prácticas sexuales, deseos y categorías impuestas (Luibhéid 2002).
Gracias a la forma de vivir la sexualidad se construyen familias, se encuentra trabajo,
se vive una identidad sexual plasmada en el cuerpo de los individuos e incluso se
puede llegar a restablecer lazos con las familias de origen (Cantú 1999; Manalansan
2006).
La sexualidad de las personas ha dificultado su libre movilidad y ha fortalecido
formas de estigmatización social; al mismo tiempo, ha sido una alternativa para evitar
la discriminación en su país de origen (Luibhéid 2014). Las redes migratorias que se
forman con personas que no acatan las normas sexuales se construyen una vez que se
insertan en el mercado de los servicios, el cual permite el acceso a personas en condi-
ciones de precariedad (Sassen 2003). Este tipo de empleos que, además, se ligan con
la sexualidad y los roles de género, articulan a migrantes de zonas rurales, urbanas,
locales, regionales y globales.
Tal como afirman Borja y Castells, “lo global se localiza” (Borja y Castells 1997,
111). En una era donde aparentemente la globalización trata de diluir las fronteras
económicas, sociales y culturales del Estado nación, lo local penetra en el mundo
globalizado sin dejar de lado sus particularidades concretas. No obstante, “lo local
no puede existir sin lo global” (Carrión 2010, 146); día a día se integra a los merca-
dos mundiales, se conecta a través de bloques regionales, se relaciona con distintos
sectores a nivel mundial y este tipo de contactos también influencia las relaciones
sociales a nivel local. “Lo local resulta ser un microambiente de alcance global”
(Sassen 2003, 27).
Los nexos entre lo local y lo global se producen a través de tres actores clave: el
Estado, las empresas transnacionales y la ciudad (Carrión 2010, 146). Los Estados
conforman bloques regionales, firman tratados internacionales, subsidian o cobran
impuestos a los productos de exportación e importación, etc. Las empresas transna-
cionales construyen su lugar de producción en países donde los costos de mano de
obra y de impuestos son menores y comercializan sus productos en segundos países
con etiquetas de un tercer país (Carrión 2010). La ciudad es el punto de encuentro
de lo local y lo global.
Las ciudades son el lugar de confluencia de la información y la tecnología que
facilita los intercambios económicos y culturales; su densidad poblacional permite el
encuentro entre desconocidos (Bauman 2005), aproxima lo plural y lo diverso (Ca-
Transitar por América Latina para la población trans femenina migrante implica toda
una negociación con la sexualidad hegemónica, toda una búsqueda de intersticios
que les permita vivir “libremente” la identidad de género elegida y el trabajo que es
9 Por ejemplo, existen espacios en Quito que pueden ser heteronormativos en horas de la mañana y la tarde como las
zonas de La Y, La Mariscal o El Pintado, pero que se convierten en espacios abiertos a la diversidad sexo-genérica por
la noche (lo contrario ocurre en el Centro Histórico, en el sector de la Plaza del Teatro, donde la heteronormatividad
se observa en la noche). Como se evidencia, se crean diferenciaciones espaciales de acuerdo con una temporalidad
determinada y a quien transita por las calles.
La migración de la población trans femenina que habita sobre todo la región costa de
Ecuador, se produce desde muy tempranas edades. La falta de aceptación por parte
de su familia o el miedo a la reacción familiar cuando se enteren de su identidad de
género es uno de los elementos que impulsa el primer viaje migratorio.
194 ¡Quizás es el 70% de las trans! que desde los 13, 14 años salen por discriminación de
los padres ¡más de los padres que de las madres! Porque un padre es como mucho más
machista, no quiere que la familia o la sociedad lo juzgue por tener una hija trans o
por tener un “¡maricón!” como se dice (Jenny, Presidenta de Fedetrans, mayo de 2015,
entrevista).
urbanas y rurales, pues “la sexualidad disidente es más rara y está mucho más estre-
chamente vigilada en los pueblos pequeños y en las áreas rurales” (Rubin 1989, 37).
Una vez que llegan a la cabecera cantonal tratan de movilizarse a la ciudad “más
grande” como es el caso de Quito o Guayaquil. Estas ciudades conocidas tradicio-
nalmente como el centro político y el centro económico del país respectivamente,
albergan un gran número de población trans femenina (INEC 2013).10 No obstante
Quito, al ser la capital y ser percibida por la población trans como una ciudad “más
abierta” a las diversidades sexuales y “más segura”, es uno de los nodos principales
de flujo migratorio que junta lo periurbano11 y lo urbano en el proceso migratorio
interno.
De los cantones pequeños vienen acá a Quito, primero pasan por Guayaquil y cuando
ven la realidad de Guayaquil vienen acá a la ciudad de Quito (Dayane, Presidenta de
Silueta X, marzo de 2014, entrevista).
10 Según datos de la encuesta Estudio de caso sobre condiciones de vida, inclusión social y cumplimiento de derechos humanos
de la población LGBTI en el Ecuador (INEC 2013) en la cual se entrevistó a 2 805 personas pertenecientes a las diver-
sidades sexuales, Quito es la ciudad que más migrantes TLGBTI alberga (433), seguida de Guayaquil (150).
11 Lo periurbano se refiere a los lugares que se encuentran entre lo urbano y lo rural (Dirven et al. 2011).
saber abrirse camino y saber articular redes sociales para facilitar su lucha diaria en el
país en el que se encuentren.
De esta manera, la conexión entre lo local y lo regional se produce en un circuito
migratorio que se inicia en las parroquias rurales de las migrantes trans femeninas
quienes, una vez que dejan sus lugares de origen, se dirigen hacia las cabeceras can-
tonales, a las ciudades como Manta, Portoviejo, Guayaquil, Cuenca, Loja, Ambato,
Riobamba, Santo Domingo de los Tsáchilas, Nueva Loja, hasta llegar a Quito. Una
vez en Quito, recorren la región andina, es decir que se desplazan por Colombia,
Perú y Bolivia hasta llegar Argentina y Chile en el Cono Sur. Eso lo menciona Rosa,
una migrante trans femenina que labora en la zona de la Plaza del Teatro: “De aquí
de Quito viajé a Bolivia, a Perú, Colombia (…). De ahí también me fui a Argentina,
Chile y Uruguay” (Rosa, abril de 2015, entrevista).
Luego nuevamente realizan esta ruta de vuelta a Quito. A lo largo de este viaje
migratorio, su cuerpo cumple su propio transitar y el dinero que ganan en el trabajo
en el que se inserten, principalmente en el trabajo sexual, es utilizado para pagar sus
transformaciones corporales, pagar la vivienda, la ropa y enviar algo de remesas a sus
familias consanguíneas y de esta manera tratar de ser aceptadas por ellas.
196
El papel de la sexualidad en la articulación de las redes migratorias
Los y las migrantes comienzan su viaje migratorio gracias al apoyo que reciben de
las redes estructuradas por migrantes que los precedieron antes (Ramírez y Ramírez
2005; Pedone 2010). Esta realidad no se produce en el caso de la población trans fe-
menina migrante. El rechazo de su familia nuclear ocasiona que cuando ellas inicien
su proceso migratorio no haya quién las ayude. Otras, por miedo al rechazo, migran
con algún familiar cercano como una tía o una prima de su ciudad de origen y, una
vez que llegan a la primera ciudad de destino y se involucran en el mundo laboral,
empiezan a crear su propia red. Eso lo dice una migrante trans femenina que trabaja
en una peluquería: “Yo vine con una tía a los 13 años (a Quito), (…) ella tenía un
local de ropa en el Ipiales, luego ya me dediqué a trabajar pues por mi parte e hice
algunas amigas” (Jéssica, abril de 2015, entrevista).
El trabajo en el que se inserta la población trans femenina es uno de los espacios
que facilita la formación de redes, pues es el que determina la relación de los indivi-
duos entre sí y es un vínculo que organiza la sociedad (Marx y Engels 1972). En el
caso de la población trans femenina, el hecho de que no hayan podido culminar sus
estudios así como el hecho de pertenecer al género femenino las ha obligado a inser-
tarse, en mayor medida, en el trabajo de los servicios y los cuidados. Muchas logran
conseguir empleo en las peluquerías, como dependientas de almacenes, cocineras,
meseras, vendedoras informales y trabajadoras sexuales. Cuidar a otros; brindarles
placer y “servir” es parte esencial de sus labores, por ende, de aquello surgen los espa-
cios que les permite tejer redes.
Los espacios de trabajo donde se inserta la población trans femenina migrante se
articulan con los espacios del sector de los servicios de las ciudades, los cuales se en-
cuentran sexualizados. Por lo tanto, una vez que llegan a la primera ciudad de desti-
no, su principal objetivo es averiguar alrededor de qué zonas labora la población trans
femenina para buscar trabajo. Una vez insertas en una determinada labor, sobre todo,
en la peluquería o en el trabajo sexual, las amistades surgen. Eso es lo que responde
Paulina, una migrante interna trans femenina que proviene de Manta cuando se le
consultó si fue fácil conseguir amigas en Quito: “Por medio de la peluquería, ¡sí!, pero
antes de entrar en la peluquería, no” (Paula, marzo de 2015, entrevista).
Con el establecimiento de lazos sociales cada vez más sólidos y un trabajo que les
permita tener sustento diario, se inicia la transformación corporal de la población
trans femenina. Esta transformación comienza desde la forma en que maquillan su
rostro, se pintan el cabello, lo dejan largo o corto, empiezan a inyectarse silicona o 197
a hormonarse y ponerse poco a poco ropa de mujer. Ante la pregunta de cuál fue
la primera vestimenta femenina que usó, Maité, una trabajadora sexual que labora
principalmente en la Plaza del Teatro, mencionó: “¡Un interior! (risas), es lo primero
que me puse ¡un interior de mujer! No ve que la familia por dentro no manda (risas)”
(Maité, abril de 2015, entrevista). Este ejemplo evidencia cómo el vestido hace legi-
bles los cuerpos desde lo femenino y lo masculino (Zambrini 2010).
Sin embargo, es precisamente en la transformación corporal donde el viaje mi-
gratorio y las redes migratorias cobran importancia. Cada uno de los traslados de
las migrantes trans se planifica de acuerdo con las redes que les brindan apoyo, la
facilidad de realizarse algún cambio corporal y el trabajo en el que se insertan. Maité
menciona que ella se transformó poco a poco una vez que salió de la casa de su familia
consanguínea porque conoció amistades y lugares donde se efectuaban cambios cor-
porales más baratos. “Si yo estoy solo en un lugar, nadie me va a decir “mira que tal
fulanita me recomendó tanto” o “¡acá hay un médico, hay una enfermera!”, entonces
¡hay unas articulaciones! (Efraín, Coordinador de Fundación Equidad, abril de 2015,
entrevista).
De acuerdo con el estudio de campo realizado, las personas trans femeninas que
se dedican al trabajo sexual son quienes más viajan dentro del país; eso les permite
ganar experiencia a la hora de circular por otros territorios antes de empezar con el
viaje migratorio internacional e incluso antes de tener la oportunidad de realizarse
transformaciones corporales en otros países. Por ejemplo, Paulina, quien combina sus
y sus deseos son aspectos primordiales que impulsan el viaje migratorio y articulan
ciudades locales con ciudades globales, estableciendo “nodos” que conectan lo local,
nacional y regional.
La sexualidad es uno de los factores que ocasiona que las personas trans femeni-
nas salgan de sus lugares de origen y, al mismo tiempo, es un factor que estructurará
sus trayectorias migratorias y sus redes sociales. Estas trayectorias se constituyen con
base en dos componentes fundamentales: las ofertas laborales que pueden encontrar
y los cambios corporales que pueden realizarse. De esta manera, la migración de esta
población se produce entre etapas de visibilización, clandestinidad y semiclandestini-
dad, donde juegan con la apariencia de lo femenino y lo masculino para “saber circu-
lar”; entender en qué tiempos y en qué espacios es posible movilizarse es elemental.
Por lo tanto, aunque el proyecto migratorio de la población trans tiene un compo-
nente económico, el primer desplazamiento lo viven por el rechazo de su familia, es
decir, en algunos casos se inicia como una migración forzada, un sexilio. Más tarde,
vivir una sexualidad con mayor autonomía, poder realizarse cambios corporales y
alcanzar un sustento diario ocasiona que varias personas trans femeninas se inserten
al trabajo sexual –este trabajo de alguna forma brinda cierta autonomía y aceptación
pues no solo les permite ganar un sustento diario, sino también sentirse deseadas– y,
una vez en él, comienzan su viaje migratorio. 199
La exotización de sus cuerpos, la idea de rotación como estrategia de negocio en
el comercio sexual, la hipersexualización de lo trans femenino y la idea de “probar”
cuerpos distintos beneficia esta circulación más allá de las fronteras nacionales. Por
esta razón, este viaje, más que tener un punto de origen y un punto de destino, es un
proceso circulatorio que les permite construir espacios que facilitan su movilidad y
que conectan distintas ciudades a nivel local, nacional y regional.
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Entrevistas
Resumen
Los esfuerzos dirigidos hacia la conservación de biodiversidad se encuentran sustentados desde las
ciencias naturales en la denominada biología de conservación. Dadas sus particularidades epistemo-
lógicas, ésta enfrenta obstáculos al momento de incorporar sabiduría proveniente del conocimiento
ecológico local, aquello que una población humana sabe sobre la naturaleza que le rodea por su 205
experiencia directa con la misma, no como producto de un marco indagatorio positivista. La ciencia
postnormal emerge en décadas recientes como una alternativa para el manejo público que propo-
ne complementar la búsqueda de conocimiento a través del empirismo mediante la inclusión de
entendimientos basados en la cotidianeidad y la interpretación subjetiva de fenómenos naturales,
transcendiendo la compartimentación asociada con la tradición científica de la modernidad. Este
artículo discute la integración del conocimiento ecológico local y la biología de conservación desde
la perspectiva de la ciencia postnormal, ilustrando diferentes formas de comunicación intercultural
que harían posible el diálogo de saberes requerido.
Abstract
From a natural sciences perspective, efforts directed at the conservation of biodiversity are based
upon what is known as conservation biology. Given its epistemological assumptions, conservation
biology faces obstacles in the incorporation of wisdom originating in local ecological knowledge,
that which a local population has gained about the local environment which it is surrounded by and
due to its direct contact with this local environment, instead of the result of a product of a positivist
scientific inquiry. Post-normal science has emerged in recent decades as an alternative for public
management that aims to complement the search for knowledge by means of empirical approaches
through the inclusion of understandings based on the everyday experiences and the subjective inter-
pretation of natural phenomena, transcending the compartmentalization associated with scientific
Jorje Ignacio Zalles. Magíster en Estudios Socioambientales, FLACSO Ecuador. Profesor adjunto, Universidad San Francisco de Quito,
Ecuador.
* [email protected]
Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59 Quito, septiembre 2017, pp. 205-224
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
temas
traditions born out of modernity. This article discusses the integration of local ecological knowledge
and conservation biology from the perspective of post normal science, illustrating different forms of
intercultural communication that would make the requisite dialogue of knowledges possible.
Resumo
Os esforços direcionados para a conservação da biodiversidade encontram-se sustentados desde as ciên-
cias naturais na chamada biologia da conservação. Dadas as suas particularidades epistemológicas,
a mesma enfrenta obstáculos ao momento de incorporar a sabedoria proveniente do conhecimento
ecológico local, aquilo que uma população humana sabe sobre a natureza ao seu redor pela sua expe-
riência direta com ela, não como produto de um quadro de indagação positivista. A ciência pós-normal
emerge em décadas recentes como uma alternativa para a gestão pública que propõe complementar a
busca por conhecimento através do empirismo, mediante a inclusão de entendimentos baseados na
interpretação subjetiva dos fenómenos naturais, transcendendo a compartimentação associada com a
tradição científica da modernidade. Este artigo discute a integração do conhecimento ecológico local
e a biologia da conservação desde a perspectiva da ciência pós-normal, ilustrando diferentes formas de
comunicação intercultural que permitam o necessário diálogo de saberes.
L
a constatación de que actualmente está en marcha el sexto proceso de extin-
ción masiva en la historia geológica del planeta Tierra (Ceballos et al. 2015)
atestigua una urgente necesidad de fortalecer los fundamentos operativos
de la conservación biológica, entendida como el conjunto de acciones dirigido
específicamente a precautelar la viabilidad ecológica de los procesos evolutivos que
dan origen y mantienen la biodiversidad planetaria (Bowen 1999; Moritz 2002).
Conceptualizada originalmente desde las ciencias naturales, la conservación bio-
lógica tiene como uno de sus principales acercamientos intelectuales a la denomi-
nada biología de conservación, acercamiento cuyos fundamentos ontológicos no
contemplan la validez de criterios subjetivos sobre el objeto de estudio al momento
de construir conocimiento respecto al mismo, en concordancia con la tradición
moderna occidental que opone lo social a lo natural. La biología de conservación
ha sido consecuentemente por varios años un espacio epistemológico, de discusión
intelectual e investigación, separado del estudio de los fenómenos sociales. Hoy
en día, sin embargo, sus premisas metodológicas básicas, investigación biológica
y monitoreo ecológico como fundamento para la recomendación de acciones de
intervención, junto con su estrategia de uso de suelo dominante, la designación
de áreas protegidas, son cuestionadas precisamente por su compartimentación de
la realidad en esferas naturales que le son de competencia, por un lado, y esferas
sociales que caen fuera de la misma, por otro.
Postulados Corolarios
Muchas de las especies que constituyen comunidades naturales son producto
de procesos co-evolutivos. Corolarios: las especies son interdependientes;
Evolutivo muchas especies son altamente especializadas; la extinción de ciertas especies
puede tener consecuencias a largo plazo; la introducción de generalistas
puede reducir la diversidad.
Muchos, si no todos, los procesos ecológicos tienen umbrales pasados
Sobre la Escala de Procesos los cuales dichos se vuelven discontinuos, caóticos o se suspenden.
Ecológicos Corolarios: la continuidad temporal de hábitats y estados sucesionales
depende de su tamaño; explosiones demográficas reducen la diversidad.
Los procesos genéticos y demográficos tienen umbrales pasados los
cuales predominan dentro de una población con fuerzas no adaptativas
y aleatorias sobre aquellas adaptativas y determinísticas. Corolarios: en
una población suficientemente pequeña, se aumenta notablemente la
Sobre la Escala de Fenómenos probabilidad de extinción debido a fenómenos aleatorios; en poblaciones
Demográficos pequeñas se evidenciará una erosión de capacidad evolutiva por motivo
de endogamia (reproducción entre un pequeño número de organismos);
en una población pequeña se evidenciará erosión de diversidad genética;
la pérdida de capacidad adaptativa en poblaciones pequeñas se debe a
pérdidas de diversidad genética.
210 Las reservas naturales presentan una falta de equilibrio en cuanto a la
supervivencia de organismos grandes y raros. Corolarios: las extinciones
son inevitables en islas de hábitat del tamaño de las reservas naturales;
Sobre Áreas Silvestres
los procesos evolutivos de especies grandes y raras no podrán operar en
espacios fragmentados debido a su aislamiento y falta de contacto con
otros de la misma especie.
Fuente: Soulé (1985, 729-730). Elaboración propia.
La creencia de los fundadores de la ciencia moderna fue que la ignorancia sería con-
quistada por el poder de la razón. La incertidumbre era resultado de las pasiones
humanas. La tarea de la ciencia era la creación de un Método que asegurara la separa-
ción entre la razón y la pasión. Su objetivo era el descubrir los puros hechos “duros”,
incontaminados por sistemas de valores “blandos” (Funtowicz y Ravetz 1996, 7).
implica, entre otras cosas, un diálogo de saberes entre el conocimiento ecológico local
y la biología de conservación. Se abre por lo tanto un espacio de relacionamiento en-
tre concepciones ontológicas y epistemológicas distintas que bien puede ser abordado
desde la interculturalidad, aproximada como una articulación de conciencias, cono-
cimientos, destrezas y actitudes que permiten la interacción comunicativa exitosa
entre distintos ámbitos culturales (Trujillo Sáez 2005).
Como empresa de comunicación que permite construir entendimiento transdisci-
plinario aplicado a la conservación biológica, la interculturalidad se expresa de distintas
maneras dependiendo del contexto en el cual se genera y aplica el conocimiento resul-
tante. Para dilucidar estas diferencias es útil partir de la tipología de interculturalidad
ofrecida por Walsh (2010), quien distingue tres perspectivas de interculturalidad: rela-
cional, funcional y crítica. La interculturalidad relacional se refiere al simple contacto
entre distintos ámbitos culturales, en este caso la comunidad científica y las poblaciones
locales. La interculturalidad funcional construye sobre ese contacto para propiciar la
incorporación del grupo minoritario dentro de la lógica del grupo hegemónico. La
interculturalidad crítica, finalmente, aboga por un reconocimiento no solo de las dife-
rencias culturales, sino de las relaciones de poder sobre las cuales se construyen dichas
diferencias, esto con el objetivo de romper las estructuras existentes a fin de lograr un
diálogo entre culturas verdaderamente igualitario (Walsh 2010, 76-78). 217
Desde una perspectiva de interculturalidad relacional, la biología de conservación
se nutre de información proporcionada por pobladores locales. Es decir, el cono-
cimiento ecológico local sirve de insumo informativo al proceso investigativo mo-
derno, sin que exista mayor relacionamiento entre el esfuerzo de investigación y la
cotidianeidad de las comunidades en términos de sus intereses específicos con res-
pecto al recurso en cuestión. En este caso, la información local sirve de complemen-
to a la información empíricamente derivada y el conocimiento resultante se utiliza
desde una base descriptiva para la generación de marcos normativos, como son las
recomendaciones de manejo de vida silvestre. Por ejemplo, una falta de suficiente
información sobre la demografía y la historia natural de aves marinas migratorias en
al Ártico canadiense impedía la recomendación de regímenes de manejo apropiadas
para las mismas, ante lo cual Gilchrist et al. (2005) recurrieron al conocimiento
ecológico local de las poblaciones Inuit de la región para llenar el vacío informativo.
En términos de interculturalidad funcional, la biología de conservación se bene-
ficia de incorporar a poblaciones locales como un actor integral en los esfuerzos de
investigación, dependiendo de ellas ya no únicamente para la provisión de informa-
ción existente, sino para la generación de información nueva, sea bajo los parámetros
establecidos por el marco empírico moderno o incorporando métodos tradicionales
de relacionamiento con la naturaleza. Bajo estas circunstancias, los poseedores de co-
nocimiento ecológico local ya no son simples portadores de información, pobladores
que comparten sin recibir, sino partícipes en el proceso de su generación y manejo, es
El aspecto del conocimiento ecológico local que entra en juego bajo esta perspectiva
involucra no solo lenguajes de valoración sobre lo natural sino incluso aquello que
constituye sujeto ontológico en sí mismo. Para muchos pueblos andinos, por ejem-
plo, la montaña deja de ser simplemente una formación geomorfológica que alberga
una determinada comunidad biótica para devenir en apu, o espíritu protector, una
encarnación física del estrato espiritual que para esas comunidades subyace y da sen-
tido a la realidad material, constituyéndose por ende un espacio meritorio de conser-
vación por motivos que transcienden sus particularidades ecológicas.
La aplicación de interculturalidad crítica en este caso se refiere a la consideración
en términos iguales, durante el proceso de toma de decisiones públicas sobre gestión
de biodiversidad, de los marcos ontológicos provenientes del conocimiento ecológico
local por un lado, con aquellos provenientes de la ciencia moderna, específicamente
la biología de conservación, por otro. Es decir, la interculturalidad crítica llama a
que las acciones de conservación biológica internalicen las preocupaciones, intereses
y cosmovisiones de los pobladores locales involucrados, no solamente sus conoci-
mientos sobre la materialidad ecológica del entorno que habitan. El río Whanganui
en Nueva Zelanda es un flamante ejemplo de esta aproximación. En marzo de 2017,
el Parlamento neozelandés reconoció a este cuerpo de agua como una entidad viva,
otorgándole de esa manera personería jurídica propia, es decir, dotándole de los mis- 219
mos derechos que un ser humano. Rompiendo estructuras discursivas de dominación
colonial, la declaratoria surge del reconocimiento oficial del río como un ancestro de
los pobladores maorí locales, tal y como estos han reclamado por más de 140 años
(The Guardian 2017).
Conclusiones
necesidad de tomar en cuenta las distintas sabidurías articuladas por el ser humano
en torno a las dinámicas ecológicas que condicionan la evolución biológica en nues-
tro planeta. Desde la perspectiva de una ciencia postnormal, el paradigma científico
moderno que caracteriza a la biología de conservación, dominante, reduccionista,
empírico y unidisciplinario, debe incorporar e incluir al conocimiento ecológico lo-
cal con el objetivo de asegurar la viabilidad a futuro de la biodiversidad planetaria. La
interculturalidad, como vehículo de comunicación aplicable al pluralismo epistemo-
lógico, se vuelve por ende opción privilegiada de esta muy urgente reformulación de
cómo se abordan hoy en día los esfuerzos de conservación biológica.
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224
Reseña. Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en Judith Butler y Paul B. Preciado
en escena” de manera autónoma las cajas de terativa. Dicho lo anterior, el autor trata de
herramientas teórico-conceptuales de Butler mostrarnos la concepción del cuerpo en Butler
y Preciado, así como su valoración propia al como un espacio en el que el género se devela
respecto. El resultado de ello se traduce en una como un constructo histórico que privilegia
lectura no lineal e intertextual que puede ha- la fijación de la matriz de inteligibilidad hete-
cerse sin un orden definitivo. Este modo de rosexual. Según Butler, para que esta fijación
proceder, que recurre a un lenguaje figurado, tenga lugar, los sujetos –independientemente
es especialmente fructífero en los capítulos en de su identidad sexual– constantemente dra-
los cuales aborda el corpus teórico butleriano, matizan el género de acuerdo con guiones
ya que el énfasis puesto por la autora estadou- pautados socialmente. Sin embargo, estos
nidense en la representación, la repetición y guiones son susceptibles de reinterpretación,
la actuación –como acciones constructoras y lo que da lugar a “la proliferación y variación
productoras del género– no solo es compa- de estilos corporales” (p. 48) que transgreden
tible con este procedimiento metodológico, la heteronormatividad. De este modo, las
sino también logra dar cuenta cabal de su teo- identidades trans se configuran como puestas
ría. Dicho lo anterior, el contenido del libro se en escena contaminantes, pues no correspon-
presenta en cuatro actos: i) “Teatro y drama den “naturalmente” con los géneros definidos
en Judith Butler”; ii) “Escritos con el cuerpo como verdaderos. En ese sentido, De Mauro
o de qué están hechos los cuerpos”; iii) “Mu- es enfático en señalar que el objetivo de Butler
tilaciones, prótesis y cíborgs en Paul B. Precia- es denostar aquellas concepciones que “natu-
228
do”; y iv) finalmente el acto de cierre titulado ralizan el cuerpo cuando cosifican y petrifican
“¿Los límites de la carne coinciden con los lí- el género” (p. 53) y en su lugar propone el
mites del cuerpo?” A lo largo de estos actos o carácter perfomativo del género, que impli-
capítulos, De Mauro construye un teatro de ca la actuación repetitiva de rasgos, gestos y
operaciones en el cual la teoría se encuentra actitudes que dotan al cuerpo de una identi-
imbricada en los modos de representar o de dad sexuada. En suma, lo más importante de
actuar el género para Butler, o en el devenir este acto es la forma en que De Mauro nos
del cuerpo generizado para Preciado, para que muestra –a través de la teoría perfomativa de
luego en el acto final ambos constructos teó- Butler– que el género es una constante actua-
ricos intervengan en una sola pieza en la cual ción que carece de un modelo original, por lo
el autor confronta las diferencias que Preciado que ninguna identidad de género –sea hete-
señala, denotando las potencialidades, los lí- rosexual, homosexual o trans– es más válida
mites y las articulaciones que se pueden esta- que otra. Precisamente en los modos de rein-
blecer entre ambas teorías. vención que cada sujeto pone en escena y en
En el primer acto, De Mauro analiza de- el escenario colectivo de la actuación sexual es
talladamente la teoría performativa del género donde radica la agencia política que permite
de Butler. Aquí, el recurso del teatro y la pues- transformar y/o poner en cuestión la matriz
ta en escena da contundencia al desarrollo de de inteligibilidad heterosexual como lo natu-
los argumentos, pues a partir del presupuesto ral y verdadero.
de que la anatomía sexual no necesariamente En el segundo acto, el autor aborda la
conlleva una identificación con el género, se distinción entre materialidad y discurso que
desglosa la tesis butleriana que sostiene que el conlleva la teoría butleriana, con lo cual, a ma-
cuerpo sexuado es una puesta en escena rei- nera de una respuesta, se adelanta a la crítica
Reseña. Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en Judith Butler y Paul B. Preciado
la intersex Agnès3 en el caso de Preciado. Por al decidir tomar estrógenos de manera autó-
su parte, Butler trata de mostrar mediante el noma. Finalmente el autor señala los modos
ejemplo de Venus Xtravaganza que el géne- en que ambas cajas de herramientas se plan-
ro es ante todo una práctica de dramatiza- tean el problema de la agencia política: para
ción, ignorando las condiciones de clase y de Butler, ésta se traduce en la articulación po-
raza que influyen en el fatal final de Venus. lítica, mientras que para Preciado constituye
Mientras que Preciado, utiliza el ejemplo de la amplitud de las multitudes queer. El autor
Agnès como modelo de cuerpo sexuado que concluye que ambas construcciones teóricas
corresponde al régimen farmacopornográfico, no son excluyentes entre sí, sino que incluso
pueden complementarse, pues el papel que
lada por un cliente en 1988, dos años antes que dicho docu-
mental fuera estrenado. Su cuerpo fue encontrado cuatro días tiene la tecnología en la producción del cuer-
después de haber sido asesinada en un hotel de Nueva York. po también corresponde a un efecto perfor-
3 Agnès fue una mujer trangénero catalogada como intersexual
por las instituciones médicas y psiquiátricas estadounidenses
mativo de la sexualidad contemporánea.
de la década de 1950, quienes aprobaron una operación de
reasignación de sexo cuando este procedimiento todavía era
prohibido en 1959. Sin embargo, seis años después de haber
Antonieta Ramírez
recibido la cirugía, Agnès confesó haber tomado intencional- Facultad Latinoamericana de Ciencias
mente los estrógenos de su madre cuando tenía doce años de
edad, pues al haber nacido con pene y testículos ella quería Sociales, Ecuador
evitar la aparición de las características secundarias masculinas
durante su pubertad.
230
Reseña. El conejillo de Indias profesional. La industria farmacéutica y el riesgoso mundo de los sujetos de investigación
construida por ellos mismos o incluso suscri- conciencia de grupo entre los CIP e incluso
ben los mecanismos de protección sin tener que se desencadenen procesos de resistencia.
claridad sobre su contenido. Sin embargo, las características del trabajo
De esta manera, los CIP surgen en un hacen que los miembros sean fluctuantes,
modelo globalizado y flexible de acumulación impidiendo que se consoliden los procesos
de capital, donde el cuerpo se inserta como organizativos y que la resistencia se traduzca
otra mercancía disponible en el mercado. Aun en acciones individuales como el cinismo o
cuando surgen procesos puntuales de resisten- el sabotaje, sin ningún efecto sobre el sistema
cia y crítica entre sus filas, esta población en- en su totalidad.
carna el ethos requerido por una economía de El tercer capítulo muestra cómo los CIP
mercado neoliberal: cuerpos flexibles, dóciles lidian con el riesgo de la labor que desem-
y de fácil movilidad geográfica de acuerdo con peñan. Los conocimientos locales configu-
el requerimiento del capital. ran una construcción social del riesgo con la
El primer capítulo del libro muestra los que los participantes miden las consecuen-
pormenores del reclutamiento de los “volun- cias de enrolarse en una prueba. Los saberes
tarios”. Los laboratorios enrolan individuos compartidos entre los CIP contemplan los
para las pruebas, anunciando que se dará un niveles de riesgo de las pruebas, qué tipo de
incentivo económico por su participación. medicamentos son más peligrosos y cómo
Los requisitos son tener menos de 45 años desintoxicar el cuerpo. A pesar de esta cons-
de edad, disponer de tiempo para concluir trucción social del riesgo, los CIP se ven obli-
232
las pruebas y sobre todo poseer un buen es- gados, debido a las presiones económicas que
tado de salud. Los montos de las remunera- sufren, a elegir la compensación monetaria y
ciones animan a las personas desempleadas a soslayar los efectos a largo plazo sobre su
o subempleadas a enrolarse en cuantas prue- salud.
bas se anuncien, a pesar de no ser un trabajo Los capítulos cuarto y quinto presentan
fijo ni tener las prestaciones sociales corres- el caso de las Organizaciones de Pruebas con
pondientes. Dinero fácil en poco tiempo es Base en la Comunidad (OPBC) y la investi-
la idea subyacente que logra incluso enrolar gación que realizan con pacientes infectados
como CIP a miembros de grupos antisistema por el VIH. A pesar de que la participación
capitalista, como es el caso de los anarquistas es voluntaria y hay una genuina intención de
de Filadelfia. colaborar con la comunidad, la decisión de
El segundo capítulo explora el funcio- cooperar responde a la necesidad de acceder
namiento de las pruebas y procesos de afir- a tratamientos que la población más pobre no
mación y resistencia de los CIP. La labor del puede permitirse. Los casos que se presentan
participante no es la producción de algún son un ejemplo de aquello: personas de baja
bien, sino soportar las distintas acciones condición económica, sin empleo o con tra-
durante las pruebas (extracción de sangre, bajo informal, con problemas de drogas y en
biopsia, dietas, entre otras). Abadie denomi- condiciones sociales que dificultan convivir
na esto una “economía de tortura moderada” con el virus.
donde el oficio no se da mediante la fuerza El capítulo sexto narra la historia de los
de trabajo, sino por la capacidad del cuer- orígenes de las experimentaciones con fárma-
po para soportar los exámenes médicos. Es- cos. Prisioneros y pacientes psiquiátricos eran
tas condiciones permiten que surja una leve obligados a probar medicamentos hasta que
surgió una legislación que obligó a las farma- tivo del experimento: comercializar un nuevo
céuticas a enrolar personas que consientan su medicamento.
participación. También se abordan los proce- El segundo aporte es presentar un caso
sos de desindustrialización y crecimiento de inusual de la creciente medicalización de la
la pobreza en Filadelfia, situación que influyó sociedad. Foucault observó que la medicina
para que un sector de la población en condi- excedió el campo de demanda del paciente
ciones económicas precarias decidiera conver- para imponerle enfermedades y para conver-
tirse en CIP. Abadie observa una característica tir campos de su cotidianidad en objetos de la
tras estos cambios: grupos de población priva- intervención médica.5 Esto lleva a la pregunta
dos de derechos y en lo más bajo de la escala de si los fármacos que se experimentan en los
social son seleccionados como “voluntarios”. CIP son necesarios para la sociedad o si solo
El séptimo capítulo profundiza los aspec- responden a los intereses económicos de las
tos éticos de estas pruebas. Aquí el autor resal- empresas farmacéuticas.6
ta la contradicción esencial en la relación entre El tercer aporte es animarnos a reflexionar
la industria farmacéutica y los CIP: considerar sobre la mercantilización de la salud. Como el
esta labor como voluntaria cuando en realidad propio autor indica, su caso de estudio mues-
hay intereses económicos en ambas partes. A tra el doble sojuzgamiento del individuo: ha-
esto se añade que los procedimientos de infor- cia la ciencia médica y al capital. Foucault in-
mación no son los adecuados: los formularios dicó que la economía política de la medicina
de consentimiento tienen un lenguaje inacce- contemporánea cambió de ser un instrumento
233
sible para los participantes. De esta forma, los para asegurar el mantenimiento y reproduc-
CIP se enrolan a las pruebas sin conocer todos ción de la fuerza laboral hacia uno de creación
los riesgos a corto y largo plazo. de riqueza. El autor decía que “(…) la salud
El estudio de los CIP tiene al menos tres constituye un deseo para unos y un lucro para
aportes para el debate sobre la salud. El pri- otros”,7 lo cual se hace realidad en tanto las in-
mero es nutrir la discusión del cuerpo como dustrias farmacéuticas muestran predilección
fenómeno social. La ciencia contemporánea por invertir en medicamentos de venta segura8
considera al ser humano un conjunto de fun- o en campañas de mercadeo,9 antes que en la
ciones individuales que interactúan forman- Investigación y Desarrollo (I+D) de fármacos
do un “mecanismo corporal” donde el sujeto
consciente es residual.3 Negar al individuo 5 Michel Foucault. 1978. Medicina e historia: el pensamiento de
Michel Foucault. Washington: Organización Panamericana de
conduce también a rechazar el cuerpo como la Salud (OPS), 25.
una construcción social diversa.4 El caso de 6 Ver por ejemplo: Peter Conrad. 2007. The Medicalization of So-
ciety: On the Transformation of Human Conditions into Treatable
los CIP es un ejemplo de aquello, pues sus Disorders. Baltimore: Johns Hopkins University Press.
cuerpos son abstractos durante las pruebas, 7 Michel Foucault. 2006. La vida de los hombres infames. La Plata:
mientras que sus contextos sociales solo son Altamira, 52
8
Xabier Barrutia y Patxi Zábalo. 2004. “Sector farmacéutico,
relevantes en tanto aporten datos para el obje- patentes y acceso a medicamentos en el sur”. CIDOB d’Afers In-
ternacionals 64: 175-191. Acceso el 30 de septiembre de 2016,
3 David Le Breton. 1994. “Lo imaginario del cuerpo en las tec- 180.
nociencias”. Revista Española de Investigaciones Sociológicas 68: http://www.raco.cat/index.php/RevistaCIDOB/article/view-
197-210. File/28347/28182
4 Le Breton (2002) señala que el cuerpo debe ser entendido 9
José Luis León. 2006. “Globalización, salud y seguridad: coor-
como una construcción simbólica porque así se explicaría que denadas de un “nuevo tema” de la agenda internacional”. CI-
su representación varíe en las diferentes realidades sociales. Ver: DOB d’Afers Internationals 72. Acceso el 30 de septiembre de
David Le Breton. 2002. Antropología del cuerpo y modernidad. 2016, 50.
Buenos Aires: Nueva Visión, 13. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1448927
Reseña. El conejillo de Indias profesional. La industria farmacéutica y el riesgoso mundo de los sujetos de investigación
234
a demandas puntuales (Benson, en Valenzue- sociales. Los y las jóvenes del siglo XXI reba-
la Arce, 106). san las marchas y las consignas para promover
La principal contribución de los partici- un nuevo entendimiento de la resistencia des-
pantes de OWS o del 15M en España2 recae de una óptica cultural.
en labrar nuevos escenarios desde la cotidia- La “Escena IV. Integrados y disidentes:
nidad. Aquí entra la categoría de sociedades voces del Cono Sur”, a partir de los trabajos
en movimiento, por ser luchas en busca de de Melina Vázquez y Pablo Vommaro, ana-
un mundo otro, en donde “la duración no es liza América Latina bajo el marco de la ma-
un continuo, no es el período de tiempo que rea rosa. El llamado ciclo progresista que se
transcurre entre el principio y el fin de una vivió en la región desde el inicio del siglo XXI
cosa, sino el paso entre un estado y otro esta- y que parece encaminarse a su final. En esta
do” (Reguillo, en Valenzuela Arce, 133). Los parte de la obra, se aprecia la manera en que
autores de esta escena recalcan algo primor- la izquierda institucional logró cautivar a jó-
dial que para diversos pensadores ha sido una venes latinos al incorporarlos en sus bases de
motivación para denostar las resistencias: el apoyo. Melina Vázquez coloca el ejemplo de
vertiginoso crecimiento del teatro lúdico, las Argentina y el gran respaldo recabado por la
expresiones estéticas y el lugar preponderan- expresidenta Cristina Fernández mediante su
te de los sentimientos. Hoy no se abraza un discurso e implementación de diversas políti-
modelo organizativo, sino una causa. Atrae el cas públicas.
encuentro con el otro, el trabajo en común, Por su parte, Vommaro enfatiza en otras
236
el diálogo en cercanía para, desde ahí, pugnar redes juveniles de Argentina, Brasil y Chile,
por un entorno igualitario y verdaderamente cuyo actuar suele ser más independiente que
democrático. las estudiadas por Vázquez, pero que sí poseen
La “Escena III. Apartheid educativo, so- vínculos con el Estado “basados en una inter-
ñadores y biorresistencias” focaliza la proble- locución directa y sin mediaciones. El diálogo
mática desde nuestra América. Un verdadero entre los voceros y el Estado se plantea sin la
caleidoscopio se muestra ante nosotros: de intermediación de partidos políticos o sindi-
la mano de Rodrigo Rivera, Gabriel Medi- catos” (Vommaro, en Valenzuela Arce, 460).
na, Alexandra Agudelo, Irene Imuris, Carlos Los movimientos en cuestión van tras la am-
Amador, Eugenia de la O y Alfredo Nateras, pliación de los derechos humanos así como
transitamos de la convulsión estudiantil en la consolidación de las diversidades sociales:
Chile al movimiento por la educación en Co- temas aún pendientes en las agendas de diver-
lombia, el movimiento Dreamer en Estados sos gobiernos latinoamericanos. El libro cierra
Unidos y el #Yosoy132 en México. con la “Numeralia” de Juan Manuel Ávalos,
Las líneas de este apartado recuperan lo quien expone e ilustra los condicionantes
dicho previamente, ya que se vuelcan sobre las existentes para los y las jóvenes del presente, al
afectividades de las resistencias, las motivacio- recuperar estadísticas y datos publicados por
nes compartidas, las estrategias innovadoras diversas organizaciones regionales e interna-
para denunciar el agotamiento del modelo cionales.
neoliberal desde el espacio público y las redes El sistema es antinosotros desglosa los más
recientes pensamientos teóricos respecto a
2 Movimiento ciudadano que surgió a raíz de la manifestación
convocada por diferentes colectivos, el 15 de mayo de 2011, los movimientos sociales y las resistencias,
que provocó una serie de protestas pacíficas en España a favor
de una democracia más participativa.
tejiendo una red de entendimiento y debate
sobre las nuevas rutas de las diversas expresio- expresiones juveniles un cariz menos so-
nes juveniles que caminan, usualmente, hacia ciopolítico y más sociocultural. Las resisten-
rumbos promisorios. Justo aquí radica uno de cias del ahora trastocan diversos ámbitos de
los grandes aportes del libro, al presentar un la vida privada gracias al papel de Internet,
esbozo de las y los jóvenes del ahora y exponer por ende, las oposiciones al sistema se entre-
sus demandas, las cuales son amplias; emanan lazan día con día en diversos sitios del orbe,
de contextos específicos locales, regionales o rompiendo lentamente algunas barreras per-
nacionales; e incorporan, cada vez más, refe- sistentes entre jóvenes, incluso al incorporar
rentes del mundo en su conjunto. Sin olvidar demandas consideradas décadas atrás como
que en los y las jóvenes del planeta globalizado periféricas. Por lo anterior, el ejemplar repre-
existen marcadas diferencias en opciones y ex- senta un valioso aporte a las ciencias socia-
pectativas de vida a partir de regiones, países, les dentro de un debate aún en desarrollo,
clase, género, adscripción étnica, preferencia al plantear diversas sendas, desde y para los
sexual y otros aspectos que inciden en las bases nuevos movimientos que caminan con la
objetivas para definir u obstaculizar modelos indignación y la imaginación política como
alternativos y viables de vida (Arce, en Valen- compañeras, rumbo a un nuevo modelo de
zuela Arce, 29-67). vida.
No obstante, es importante rescatar, a
manera de síntesis, que al mirar los ensayos Isaac Vargas
en su conjunto es posible vislumbrar en las El Colegio de Jalisco, México
237
democratización del acceso al conocimiento con la que se han producido los cambios en
y la información, mientras que la participa- estos últimos años constituye la principal li-
ción debe ampliar las áreas de producción, mitación y la mayor potencialidad del libro:
adopción de decisiones y planificación por por un lado, quita actualidad a una realidad
parte de la ciudadanía. Para concluir, Linares imposible de capturar en un campo que se
elabora 10 puntos básicos que condensan los encuentra en permanente movimiento. Por
elementos a considerar en la reelaboración de otro lado, interpela a los autores y autoras a
los indicadores. continuar avanzando en una sólida investi-
Finalmente, el breve capítulo 7 ofrece gación que ya ha sembrado sus principales
una lograda síntesis de las preocupaciones claves de trabajo y que, indudablemente,
que orientan el libro, sus principales hallaz- deberá plasmar sus futuros hallazgos en una
gos y sus conclusiones. Estas últimas a la vez nueva obra colectiva.
generan nuevos interrogantes pues, en pala-
bras de los autores y autoras, “las novedades Nadia Sabrina Koziner
sobre el mercado de medios argentino se su- Consejo Nacional de Investigaciones
ceden de modo constante en este país inten- Científicas y Técnicas, Argentina
so” (p. 35). Ciertamente la vertiginosidad
241
1. Adriana Espinoza. Universidad del Pacífi- 20. Érika Bedón, Facultad Latinoamericana de
co-Buenaventura, Colombia. Ciencias Sociales, Ecuador.
2. Adriana Hernández Yasnó, FUP Popayán-Cau- 21. Gabriela Zamorano, Centro de Estudios Antro-
ca-América del Sur, Colombia. pológicos, El Colegio de Michoacán, México.
3. Aura Luz Ruiz Arango, Universidad Nacional 22. Giuliana Borea, Pontificia Universidad Católica
de Colombia - Sede Medellín. del Perú.
4. Alberto López Cuenca, Benemérita Universi- 23. Hugo Burgos, Universidad San Francisco de
dad Autónoma de Puebla, México. Quito, Ecuador.
5. Alejandra Leal, Universidad Nacional Autóno- 24. Juan I. Robles, Instituto Madrileño de Antro-
ma de México. pología, España.
6. Alejandro Monsiváis Carrillo, El Colegio de la 25. Liliana Galindo Ramírez, Universidad Nacional
Frontera Norte, México. de Colombia.
7. Alex Schlenker, Universidad Andina Simón 26. Laura González Flores, Universidad Nacional
Bolívar, Ecuador. Autónoma de México.
8. Alfredo Santillán, Facultad Latinoamericana de 27. Manuel Dammert, Pontificia Universidad
Ciencias Sociales, Ecuador. Católica del Perú.
9. Ana Lucía Cervio, Universidad de Buenos 28. María Evelinda Santiago-Jiménez, Instituto
Aires, Argentina. Tecnológico de Puebla, México.
10. Ana Lucía Ferraz, Facultad Latinoamericana de 29. María Mercedes Eguiguren, Universidad
Ciencias Sociales, Ecuador. Central del Ecuador.
11. Carla Pinochet Cobos, Universidad Alberto 30. María del Socorro Arzaluz, El Colegio de la
Hurtado, Chile. Frontera Norte, México.
12. Dana Michelle Hill, Webster University, Esta- 31. Mariana Rivera, Universidad Autónoma Me-
dos Unidos. tropolitana de México.
13. Daniel Kersffeld, Academia Nacional de Histo- 32. Miguel Alonso Cambrón, Sociedade Antropo-
ria del Ecuador. lóxica Galega, España.
14. Dario Ranocchiari, Universidad de Aveiro, 33. Patricia Bermúdez, Facultad Latinoamericana
Portugal. de Ciencias Sociales, Ecuador.
15. David Cortez, Facultad Latinoamericana de 34. Pedro Alarcón, Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales, Ecuador. Ciencias Sociales, Ecuador.
16. Edgar Gómez Cruz, Instituto Real de Tecnolo- 35. Roger Sansi, Goldsmiths College, Inglaterra y
gía de Melbourne, Australia. Universidad de Barcelona, España.
17. Eduardo Kingman, Facultad Latinoamericana 36. Rosa Aparicio Gómez, Instituto Universitario
de Ciencias Sociales, Ecuador. José Ortega y Gasset, España.
18. Elisenda Ardèvol, Universidad de Cataluña, 37. Santiago Castellanos, Universidad San Francis-
España. co de Quito, Ecuador.
19. Emma Cervone, Johns Hopkins University, 38. Santiago Martínez, Universidad de los Andes,
Estados Unidos. Colombia.
Política editorial
Íconos. Revista de Ciencias Sociales recibe artículos durante todo el año siempre que estos se ajusten a la polí-
tica editorial y a las normas de presentación de originales. Por el carácter especializado de la revista, se espera
que los artículos presentados sean preferentemente resultados o avances de investigación en cualquier área
de las ciencias sociales. También se aceptan ensayos sobre temas históricos o contemporáneos que se apoyen
sólidamente en bibliografía especializada, análisis de coyuntura nacional o internacional que partan de apro-
ximaciones académicas y/o entrevistas de interés para el campo de las ciencias sociales.
Secciones
Debate. Es la sección dedicada a la presentación de lecturas críticas o balances sobre los dossier publicados
en ediciones anteriores.
Dossier. Esta sección compila un conjunto de artículos arbitrados que giran en torno a un tema central, el
que es tratado con profundidad y desde distintos enfoques. Las convocatorias a presentación de artículos para
esta sección tienen fechas de cierre, por lo que se sugiere consultar las distintas convocatorias.
Diálogo. En esta sección se publican entrevistas temáticas y biográficas realizadas a académicas y académicos 243
de las ciencias sociales. Igualmente en esta sección podrán incluirse diálogos entre dos o más académicas o
académicos sobre un tema específico.
Temas. Esta sección incluye artículos arbitrados dedicados a diversos temas de investigación. Recoge análisis
con temática libre, artículos sobre temas de confrontación teórica, así como textos de análisis de coyuntura
nacional e internacional enfocados desde las distintas disciplinas de las ciencias sociales. Los artículos para
esta sección se reciben a lo largo de todo el año.
Reseñas. Es la sección de crítica bibliográfica. Se incluyen tanto comentarios críticos a obras de ciencias so-
ciales como ensayos comparativos entre libros. Se espera que los textos enviados a esta sección no resuman
únicamente el contenido de un libro sino que lo discutan.
Selección de artículos
Los artículos enviados a la revista serán sometidos a un proceso de revisión que se realizará en varias etapas:
1) Los artículos que cumplan con los requerimientos formales especificados en las normas editoriales de la
revista serán dados por recibidos.
2) Los artículos recibidos serán sometidos a una evaluación inicial que valorará la pertinencia temática,
originalidad y calidad del texto. Esta evaluación previa estará a cargo del coordinador o coordinadora del
dossier en el caso de los artículos enviados a dicha sección, o de un miembro del consejo editorial en el
caso de las secciones restantes.
3) Si el artículo ha sido valorado positivamente, entrará en un proceso de arbitraje bajo el sistema de revi-
sión por pares. Este proceso consiste en someter cada artículo al criterio de por lo menos dos revisoras o
revisores académicos y anónimos.
Para cada artículo se seleccionará lectoras y lectores con título doctoral cuyas publicaciones demuestren
un amplio conocimiento de los temas abordados por el texto enviado a revisión. En ocasiones, se se-
leccionará también a investigadores e investigadoras que, sin título doctoral, posean una trayectoria de
investigación reconocida sobre el tema.
Los lectores y lectoras tendrán en cuenta, para su recomendación, la calidad del trabajo en relación
con su originalidad, aporte al tema investigado, solvencia teórica, aparato crítico o argumentativo, me-
todología y manejo de la información, resultados o conclusiones, bibliografía y claridad de expresión.
Con base en lo señalado, los revisores y revisoras determinarán si el artículo es: a) publicable sin
modificaciones; b) un fuerte candidato para publicación si se realizan ciertas revisiones al manuscrito; c)
publicable solo si se realizan revisiones de fondo; d) no publicable.
4) En caso de discrepancias con los resultados, el artículo será enviado a un tercer revisor o revisora cuyo
criterio definirá la publicación del artículo.
5) Los resultados del proceso de arbitraje serán inapelables en todos los casos.
6) El proceso de selección de artículos llevará entre cuatro y seis meses.
Las personas interesadas en publicar artículos en Íconos. Revista de Ciencias Sociales deben leer y cumplir los
requisitos para el envío de artículos enunciados en las Políticas editoriales en esta plataforma; deben estar
de acuerdo con los procedimientos para la selección de artículos adoptados por la revista y sus textos deben
ajustarse a los siguientes lineamientos.
244 El consejo editorial de Íconos. Revista de Ciencias Sociales se reserva el derecho último a decidir sobre la
publicación de los artículos, así como el número y la sección en la que aparecerán. La revista se reserva el
derecho de hacer correcciones de estilo.
Envío de artículos
El envío de artículos debe realizarse dentro de las fechas establecidas por la revista en el caso de convocatorias
abiertas para la sección Dossier. Las contribuciones para las secciones restantes pueden ser enviadas durante
todo el año.
Los envíos deben realizarse en línea, a través de la plataforma de la revista Íconos, para lo que se requiere
seguir los pasos indicados y cargar los metadatos o la información solicitada.
Recepción: los artículos que se ajusten a estas normas serán declarados “recibidos” y serán notificados de su
recepción al autor o autora. Los que no, serán devueltos.
Idiomas: Íconos se publica en idioma español, no obstante se reciben artículos en español, inglés y portugués.
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interlineado de 1,5, paginado, en tamaño de papel A4 y con márgenes de 2,5 cm. Las notas a pie de página
deben estar en Times New Roman 10 y a espacio sencillo.
Extensión de los artículos: varía de acuerdo con las secciones de la revista y se mide con el contador de palabras
de Word. La extensión debe considerar tanto el cuerpo del artículo como sus notas a pie de página y biblio-
grafía, de modo que el número total de palabras sea el siguiente:
Resumen y descriptores: los artículos destinados a la sección Dossier y Temas deben estar precedidos de un re-
sumen de hasta 150 palabras y deben proporcionar entre cinco y ocho descriptores que reflejen el contenido
del artículo. Para los descriptores, se recomienda revisar los términos establecidos en los listados bibliográfi-
cos (Thesaurus) y buscar correspondencia entre títulos, resúmenes y descriptores.
Citas: las citas textuales que sobrepasen los cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga: a espa-
cio sencillo, tamaño de letra 10 y margen reducido a ambos lados.
c) Los gráficos, cuadros o tablas deben incluirse en el texto y además enviarse en formato Excel.
d) Cada imagen, tabla, cuadro o gráfico debe contener fuentes de referencia completa y es responsabilidad
del autor o autora gestionar los permisos correspondientes para la publicación de las imágenes que lo
requieran y hacer llegar dichos permisos a la revista.
Referencias bibliográficas
a) Las referencias bibliográficas que aparezcan en el texto deben ir entre paréntesis indicando el apellido
del autor o autora únicamente con mayúscula inicial, año de publicación y número de página. Ejemplo:
(Habermas 1990, 15). En ningún caso utilizar op. cit., ibid., ibídem.
b) En el caso de varias obras del mismo autor o autora publicadas el mismo año, identificarlas como a, b,
c, etc. Ejemplo: (Romero 1999a), (Romero 1999b).
Romero, Marco. 1999a. “Se profundiza la recesión y la incertidumbre en Ecuador”. Ecuador Debate
47: 45-63.
________. 1999b. “Crisis profunda e inoperancia gubernamental”. Ecuador Debate 46: 56-78.
Pzeworski, Adam. 2003. States and Markets: A Primer in Political Economy. Nueva York: Cambridge Uni-
versity Press.
________. 2000. Democracy and Development: Political Regimes and Material Well-Being in the World, 1950-
1990. Nueva York: Cambridge University Press.
________. 1993. Economic Reforms in New Democracies: A Social-Democratic Approach. Nueva York: Cam-
bridge University Press.
d) La bibliografía consta al final de cada artículo y debe contener todas las referencias utilizadas en el texto,
las cuales se enlistan siguiendo un orden alfabético por apellido de los autores. El nombre de la autora
246 o autor y no solo el apellido debe ser escrito de manera completa, no simplemente con la inicial del
nombre. La bibliografía debe realizarse de acuerdo con el Manual de estilo de Chicago (Chicago Manual
of Style, CMS). Para ejemplos de las formas de documentación más comunes, se sugiere visitar nuestra
página web www.revistaiconos.ec.
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