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ETNOGRAFIAS EXPERIMENTALES: REPENSAR


EL TRABAJO DE CAMPO

Book · September 2017

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1 author:

Xavier Andrade
Los Andes University (Colombia)
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No. 59, Septiembre 2017
ISSN 1390-1249
CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53
Vol. 21, Issue 3, September 2017
Quito, Ecuador

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales


Sede Ecuador
ÍCONOS. Revista de Ciencias Sociales
Número 59, septiembre 2017
Quito, Ecuador
http://creativecommons.org/licenses/by-nd/3.0/deed.es
ISSN: 1390-1249 / CDD: 300.5 / CDU: 3 / LC: H8 .S8 F53 Director de FLACSO Ecuador: Juan Ponce
(vol. 21, issue 3, septiembre 2017) Directora de Íconos: Susana Wappenstein
Editora de Íconos: Jenny Pontón
Íconos. Revista de Ciencias Sociales es una publicación de FLACSO Asistente editorial: Bárbara Sáez
Ecuador. Fue fundada en 1997 con el fin de estimular una reflexión Correctora de estilo: Gabriela Chauvin
crítica desde las ciencias sociales sobre temas de debate social, político, Traducción al inglés: Patrick Clark
cultural y económico del país, la región andina y América Latina en Traducción al portugués: Javier Abi-Saab
general. La revista está dirigida a la comunidad científica y a quienes
se interesen por conocer, ampliar y profundizar, desde perspectivas Consejo editorial
académicas, estos temas. Íconos. Revista de Ciencias Sociales se publica Adrián Bonilla. Facultad Latinoamericana de Ciencias
cuatrimestralmente en los meses de enero, mayo y septiembre. Sociales. Ecuador
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Estados Unidos Estados Unidos
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MIAR. Matriz de Información para el Análisis de Revistas. Universitat Rob Vos. International Institute of Social Studies. Holanda
de Barcelona. España
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Coordinadores del dossier “Etnografías experimentales: repensar
REDALYC. Red de Revistas Científicas de América Latina y el
el trabajo de campo”
Caribe, España y Portugal. UAEM. México
X. Andrade, Ana María Forero y Fiamma Montezemolo
REDIB. Red Iberoamericana de Innovación y Conocimiento
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CDD 300.5, CDU 3, LC: H8 .S8 F53


Íconos: Revista de Ciencias Sociales. -Quito: FLACSO Ecuador, 1997-
v. : il. ; 28 cm.
enero-abril 1997-
Cuatrimestral- enero-mayo-septiembre
ISSN: 1390-1249
1. Ciencias Sociales. 2. Ciencias Sociales-Ecuador. I. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Ecuador)
No. 59, Septiembre 2017
ISSN 1390-1249
CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53
Vol. 21, Issue 3, September 2017
Quito, Ecuador

Contenido

Dossier

Los trabajos de campo, lo experimental y el quehacer etnográfico


Presentación del dossier . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11-22
X. Andrade, Ana María Forero y Fiamma Montezemolo

Resituando el diario/bitácora/sketch en la producción de conocimiento


y sentido antropológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23-53
Catalina Cortés Severino

Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena


del arte cubano actual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55-77
Celia Irina González

Representación claroscura: una exploración audiovisual y


teórica de la representación del pasado en el cine documental . . . . . . . . . . . . . 79-102
Gerrit Stollbrock Trujillo

La dimensión acústica de la protesta social: apuntes desde


una etnografía sonora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103-122
José Luis Martin y Santiago Fernández Trejo

Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa


Consideraciones etnográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123-148
Nicolás Aguilar-Forero

Diálogo

Lévi-Strauss, el individualismo jíbaro y el Musée du quai Branly


Un diálogo con Anne-Christine Taylor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151-161
Giovanna Bacchiddu y Marcelo González Gálvez
Ensayo visual

Rótulos, etnografía y curadurías en el Museo Histórico de


la Policía Nacional, Bogotá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165-182
Daniel Kraus, X. Andrade, Ana María Forero y Mauricio Salinas

Temas

Transitar por América Latina: redes, trabajo y sexualidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 185-204


Lidia Raquel García Díaz

Conocimiento ecológico local y conservación biológica:


la ciencia postnormal como campo de interculturalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205-224
Jorje Ignacio Zalles

Reseñas

Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en


Judith Butler y Paul B. Preciado
de Martín De Mauro Rucovsky . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227-230
Antonieta Ramírez

El conejillo de Indias profesional. La industria farmacéutica y


el riesgoso mundo de los sujetos de investigación
de Roberto Abadie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231-234
Mario Portugal-Ramírez

El sistema es antinosotros. Culturas, movimientos y resistencias juveniles


de José Manuel Valenzuela Arce, coordinador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235-237
Isaac Vargas

El audiovisual ampliado
de Santiago Marino, coordinador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238-241
Nadia Sabrina Koziner
No. 59, Septiembre 2017
ISSN 1390-1249
CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53
Vol. 21, Issue 3, September 2017
Quito, Ecuador

Content

Dossier

Fieldwork, the Experimental and Ethnographic “How to”


Introduction to Dossier . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11-22
X. Andrade, Ana María Forero and Fiamma Montezemolo

Resituating the Sketch/Bitacora in the Production of Knowledge


and Anthropological Meaning . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23-53
Catalina Cortés Severino

Local Culture: Curation as an Ethnographic Process in the Contemporary


Cuban Art Scene . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55-77
Celia Irina González

Claroscura Representation: An Audio-visual and Theoretical Exploration


of the Representation of the Past Through Documentary Filmmaking . . . . . . 79-102
Gerrit Stollbrock Trujillo

The Acoustic Dimension of Social Protest: Notes from an Ethnography


of Sound . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103-122
José Luis Martin and Santiago Fernández Trejo

Cyber-activism and Waves of Communication Agitation:


Ethnographic Considerations . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123-148
Nicolás Aguilar-Forero

Dialogue

Lévi-Strauss, Jíbaro Individualism and the Musée du quai Branly


A Dialogue with Anne-Christine Taylor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151-161
Giovanna Bacchiddu and Marcelo González Gálvez
Visual essay

Signs, Ethnography and Curation in the National Historic Police


Museum, Bogotá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165-182
Daniel Kraus, X. Andrade, Ana María Forero and Mauricio Salinas

Topics

Trans-versing Latin America: Networks, Labour and Sexuality . . . . . . . . . . . . . 185-204


Lidia Raquel García Díaz

Local Ecological Knowledge and Biological Conservation:


Post-normal Science as an Intercultural Field . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205-224
Jorje Ignacio Zalles

Reviews

Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en


Judith Butler y Paul B. Preciado
by Martín De Mauro Rucovsky . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227-230
Antonieta Ramírez

El conejillo de Indias profesional. La industria farmacéutica y


el riesgoso mundo de los sujetos de investigación
by Roberto Abadie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231-234
Mario Portugal-Ramírez

El sistema es antinosotros. Culturas, movimientos y resistencias juveniles


by José Manuel Valenzuela Arce, coordinator . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235-237
Isaac Vargas

El audiovisual ampliado
by Santiago Marino, coordinator . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238-241
Nadia Sabrina Koziner
No. 59, Septiembre 2017
ISSN 1390-1249
CDD 300.5 / CDU 3 / LC H8 .S8 F53
Vol. 21, Issue 3, September 2017
Quito, Ecuador

Conteúdo

Dossiê

Os trabalhos de campo, o experimental e o fazer etnográfico


Apresentação do dossiê . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11-22
X. Andrade, Ana María Forero e Fiamma Montezemolo

Ressituando o diário/bitácula/sketch na produção do conhecimento


e do sentido antropológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23-53
Catalina Cortés Severino

Cultura autóctone: curadoria como processo etnográfico


na cena de arte cubana atual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55-77
Celia Irina González

Representação chiarooscura: uma exploração audiovisual e teórica


da representação do passado no cinema documentário . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79-102
Gerrit Stollbrock Trujillo

A dimensão acústica da protesta social: notas desde uma


etnografia sonora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103-122
José Luis Martin e Santiago Fernández Trejo

Ciberativismo e ondas de agitação comunicativa


Considerações etnográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123-148
Nicolás Aguilar-Forero

Diálogo

Lévi-Strauss, o individualismo jíbaro e o Musée du quai Branly


Um diálogo com Anne-Christine Taylor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151-161
Giovanna Bacchiddu e Marcelo González Gálvez
Ensaio visual

Rótulos, etnografia e curadorias no Museu Histórico da Polícia


Nacional, Bogotá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165-182
Daniel Kraus, X. Andrade, Ana María Forero e Mauricio Salinas

Temas

Transitar pela América Latina: redes, trabalho e sexualidade . . . . . . . . . . . . . . 185-204


Lidia Raquel García Díaz

Conhecimento ecológico local e conservação biológica:


a ciência pós-normal como campo de interculturalidade . . . . . . . . . . . . . . . . . 205-224
Jorje Ignacio Zalles

Resenhas

Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en


Judith Butler y Paul B. Preciado
de Martín De Mauro Rucovsky . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227-230
Antonieta Ramírez

El conejillo de Indias profesional. La industria farmacéutica y


el riesgoso mundo de los sujetos de investigación
de Roberto Abadie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231-234
Mario Portugal-Ramírez

El sistema es antinosotros. Culturas, movimientos y resistencias juveniles


de José Manuel Valenzuela Arce, coordenador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235-237
Isaac Vargas

El audiovisual ampliado
de Santiago Marino, coordenador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238-241
Nadia Sabrina Koziner
ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2909

Los trabajos de campo, lo experimental


y el quehacer etnográfico
Presentación del dossier
Fieldwork, the Experimental and Ethnographic
“How to”
Introduction to Dossier
Os trabalhos de campo, o experimental e o fazer
etnográfico
Apresentação do dossiê
dossier

X. Andrade
Ana María Forero
Fiamma Montezemolo

L
a convocatoria realizada para este dossier sobre antropologías experimenta-
les –con énfasis en aproximaciones y teorizaciones etnográficas– guardó un 11
interés especial en repensar el oficio del trabajo de campo y las transforma-
ciones que ha tenido en los últimos años a pesar del pesado legado derivado de una
comprensión de la etnografía fundamentalmente como método. En este contexto,
asumimos nuestra tarea desde los desafíos que una coordinación multidisciplinaria
supone. Seleccionamos aquellos materiales a partir de los criterios esbozados en la
convocatoria, mismos que invitaban a autores y autoras a asumir formas alternati-
vas de conceptualización del quehacer etnográfico en lo que concierne a “las incer-
tidumbres productivas” que emergen en las prácticas de la interacción social y que
hacen de la etnografía no una mera descripción sino una teoría sobre descripciones
posibles (Da Col 2017).
Esta perspectiva privilegia posibilidades experimentales a la vez que torna com-
plejas las relaciones entre las nociones básicas del breviario antropológico tales como
trabajo de campo, observación participante, etnografía y antropología. Una atención
renovada a las relaciones entre estas dos últimas ha sido motivada, en parte, por las
X. Andrade. PhD en Antropología por The New School for Social Research, Estados Unidos. Profesor asociado del Departamento de Antro-
pología de la Universidad de los Andes, Colombia.
* [email protected]
Ana María Forero. PhD en Teoría e Investigación Social por la Università degli Studi La Sapienza, Italia. Profesora asistente del Departamento
de Antropología de la Universidad de los Andes, Colombia.
* [email protected]
Fiamma Montezemolo. PhD en Antropología por el Istituto Universitario Orientale, Italia. Profesora asociada en el Departamento de Cine y
Medios Digitales de la Universidad de California en Davis, Estados Unidos.
* [email protected]

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 11-22
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier

X. Andrade, Ana María Forero y Fiamma Montezemolo

intervenciones reiteradas de Tim Ingold sobre la materia y su llamado a no “colapsar-


las” como si fueran términos intercambiables (2008). Sus manifiestos más recientes
(2014 y 2017)1 piensan la etnografía como un tipo particular de ejercicio descriptivo,
no obstante, al contrario de la tradición antropológica, Ingold es opuesto a ver a la
etnografía como un simple método al servicio de aquélla. En la versión más sintética
y actualizada de su argumento:

La meta de la etnografía es describir la vida tal y como es vivida y experimentada por


la gente, en algún lugar y en algún tiempo. La antropología, por contraste, es una
búsqueda dentro de las condiciones y posibilidades de la vida humana en el mundo.
[…] Estudiar antropología es estudiar con la gente, no hacer estudios sobre ellos; este
estudio no es etnográfico sino educacional. Una educación antropológica nos brinda
los medios intelectuales para especular sobre las condiciones de la vida humana […]
sin pretender que nuestros argumentos sean destilaciones de la sabiduría práctica de
aquellos con quienes trabajamos. Nuestro trabajo es corresponder con ellos, no hablar
por ellos (Ingold 2017, 21, traducción nuestra).

Este sentido de “correspondencia” es el que –desde nuestra perspectiva y a diferen-


cia de la de Ingold– debe ser pensado a un nivel conceptual, precisamente porque
12
invoca un sentido analítico de distancia y, eventualmente, de confrontación con los
saberes de los informantes en el campo (Fabian 1996). Adicionalmente la relación de
“correspondencia” como ecuación de la antropología requiere integrar centralmente
cuestiones de poder y desigualdad, tal como conceptualiza Hugh Raffles la noción de
“conocimiento íntimo” para problematizar el carácter relacional de los saberes locales
y la necesidad de desempacarlos teóricamente (Raffles 2002, 332).
Ingold, por su parte, insiste en dos argumentos centrales que queremos rescatar
para volver sobre el terreno de lo experimental. El primero es que la observación
participante es “una forma antropológica de trabajo” que supone un “compromiso
ontológico” de aprender del otro (Ingold 2017, 23); como tal, no es reducible a una
técnica ni tampoco es un método. El segundo aspecto pertinente es la idea de que
hablar de “trabajo de campo etnográfico” pierde sentido por reproducir la misma
operación reduccionista. Al ser la observación participante una particular operación
que constituye ciertos aspectos del trabajo de campo, estos dos términos a su vez
tampoco son equivalentes. Para nosotros, las distinciones realizadas permiten pensar
de manera más compleja, finalmente, el “campo” en sí mismo, no como algo dado
y preexistente. No es una cosa, un paisaje, un lugar, previos al quehacer etnográfico,
sino un tipo de relación en proceso constante de emergencia, constitución y media-
ción. En este sentido, cabe hablar en plural de “los trabajos de campo” para deslindar
esta noción de cualquier recetario simplista y removerla del plano instrumental, de

1 Para una crítica, ver Miller (2017).

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 11-22


Los trabajos de campo, lo experimental y el quehacer etnográfico. Presentación del dossier

la técnica, de la metodología, e instaurarlos en el corazón de las tareas conceptuales y


experimentales de la etnografía.
Los intereses de los tres coordinadores –Forero desde la escritura creativa (Forero
y Simeone 2010), Montezemolo desde el arte contemporáneo (2006) y Andrade
desde la curaduría etnográfica (2017a)– imprimen un tipo de agenda dentro de de-
bates y prácticas que son más amplios, sobre los que no hay acuerdos definitivos, y
que tampoco pueden ser agotados en el espacio de este dossier, dejando su impronta
en la selección de entregas que lo componen. Conforme a ello, aprovechamos esta
introducción para transparentar nuestro propio modus operandi. Aspiramos, a pesar
de lo parcial de esta intervención, que las contribuciones aquí incluidas sirvan para
visibilizar diferentes búsquedas que se despliegan en la región con mayor o menor
intensidad y siguiendo caminos diversos.

Curaduría e instalación

Para empezar, hemos brindado peso a distintos proyectos que –como los de Cata-
lina Cortés Severino y Celia González, con los que se inicia el dossier– incitan a
repensar los procedimientos del trabajo de campo derivados de una conceptualiza- 13
ción de lo etnográfico a partir de distintas formas de compromiso con las prácticas
artísticas. Expandiendo los aportes que ha realizado durante los últimos años sobre
arte contemporáneo, documental y violencia en Colombia, Catalina Cortés Severi-
no (2017 y 2011) parte de un dispositivo específico: el diario de campo –pensado
también como bitácora y sketch– para discutir las posibilidades dialógicas que el
mismo encierra a la hora de retratar experiencias, memorias y relaciones de poder.
Para ello, la autora recurre a tres investigaciones suyas en las que lo experimental, y
particularmente lo corporal y sensorial en un sentido amplio, constituyen aspectos
centrales de su metodología. Los diarios de campo, removidos de su simplificación
instrumental, adquieren la capacidad de constituirse en catalizadores de conoci-
miento antropológico por las múltiples posiciones que asumen, eventualmente, en
un proceso etnográfico abierto.
La incapacidad del texto como único contenedor de los sentidos etnográficos –re-
positorio privilegiado mediante su constante reiteración en la formación académica
en antropología– es expuesta por Cortés Severino mediante el recurso de produc-
ciones fotográficas, audiovisuales e instalativas. Este tipo de intervenciones, para la
autora, dan espacio para repensar el trabajo de campo fundamentalmente como un
ejercicio de inscripción de la experiencia y lo corporal en un contexto dado. Su artí-
culo conjuga, a su vez, la lógica de un producto académico convencional intervenido
por ensayos visuales internos compuestos por fotografías de archivo e imágenes fijas
de videos de sus proyectos.

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 11-22


dossier

X. Andrade, Ana María Forero y Fiamma Montezemolo

El último de ellos en ser revisado corresponde a Trasegares, una instalación mul-


timedia pensada para insertarse también en circuitos de arte contemporáneo, en la
que los diarios de campo fueron escritos a varias manos con participación de sus
informantes y colegas investigadoras. Por el manejo que Cortés Severino hace entre
textos e imágenes –característicos del montaje y la yuxtaposición, y ajeno a la corres-
pondencia ilustrativa de la fotografía en función del relato etnográfico–, su trabajo es
deudor de formas experimentales del documental cinematográfico. Dada la preocu-
pación transversal de la autora por cuestiones de reflexividad y su autoadscripción al,
así llamado, “giro corporal” en antropología, su trabajo expresa igualmente algunas
de las dimensiones cuestionadas con mayor claridad desde la emergencia del posmo-
dernismo en la disciplina.
Celia González –artista y antropóloga visual– empuja lo experimental hasta re-
pensar el trabajo de campo como una forma de “práctica” o “trabajo curatorial” (El-
haik 2016). Heredera de debates emergentes en la disciplina antropológica sobre
aquello, González es parte de una generación que descubrió la intersección entre an-
tropología y arte contemporáneo siguiendo un camino sui géneris, de hecho, signada
por un terreno en el que la oferta académica en antropología es inexistente. En este
contexto, las últimas dos décadas en Cuba se asistió a la emergencia de un recursivo
14 grupo de artistas que vieron, en preguntas antropológicas sobre la problemática de la
producción artística y las constricciones del día a día, la vía más próspera para asentar
sus prácticas conceptuales.
Aunque la noción de “antropología” circula entre los circuitos de curadores cu-
banos y forma parte del léxico de los propios artistas, su uso deriva mayormente de
senderos que necesitan todavía ser historizados de manera debida. El texto de Gon-
zález es una invitación urgente a expandir dicho tipo de pregunta a los cruces entre
antropología y arte contemporáneo que se han dado en toda la región para evitar
la simple repetición de las teorías e historias dominantes.2 González parte de una
mirada reflexiva sobre su propia práctica artística como de un colectivo en Cuba y el
despliegue de un ejercicio curatorial provocativamente intitulado Cultura autóctona
para parodiar al lenguaje dominante del oficialismo artístico. Dicho proyecto, rea-
lizado en 2016, supuso complejizar la posición antropológica tradicional hacia una
estancia múltiple, asumida por la autora en tanto artista colaboradora del proyecto
colectivo, curadora y ahora etnógrafa de la escena de las artes visuales en La Habana.
González propone, desde esta triple condición, repensar el trabajo de campo como
un momento catalizador de procesos sociales, eventos y saberes sobre un campo de
producción cultural dado.
Como tal, su trabajo se diferencia, por un lado, del que se ha trazado desde for-
mas de arte basadas en etnografía (Pussetti 2017) y, por otro lado, de los proyectos

2 Ver Schneider (2017a) y Borea (2017).

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 11-22


Los trabajos de campo, lo experimental y el quehacer etnográfico. Presentación del dossier

de arte como práctica social cuya principal estrategia reposa en el envolvimiento


comunitario como una forma esperada de intercambio (Pinochet Cobos 2017; Sansi
y Strathern 2016; Sansi 2015). Al contrario de estos últimos proyectos, la propuesta
curatorial de González parte de una mirada etnográfica rigurosa sobre el propio cam-
po del arte en el que su práctica y la de su cohorte generacional se hallan inscritos,
y la comunidad que le interesa de manera primordial es precisamente la de las artes
visuales. Así, los distintos actores que participan en la creación de autoridad –inclu-
yendo los curadores, las publicaciones de los órganos oficiales de gestión cultural, así
como diversas voces de legitimación sobre el arte en La Habana– se leen desde las
particulares dinámicas de interacción social y formas de capital simbólico que han
sido gestionadas históricamente en ese contexto.
La curaduría de González y las instalaciones que promueve –entre las que se des-
taca el uso de trabajo de archivo, documentos y textos, charlas públicas y finalmente
los ecos que los medios especializados hacen a través de publicaciones– dan cuenta de
un trabajo de campo expandido y abierto. En este sentido, el trabajo de González se
emparenta con la denominación de “arte alternativo” que brinda Arnd Schneider en
su más reciente compilación sobre los cruces entre arte y antropología, dirigida a ma-
pear prácticas periféricas (2017b). Así, las galerías, museos o espacios independientes
–al igual que en el caso de ciertos proyectos de Cortés Severino– sirven como “parasi- 15
tios” por excelencia para el quehacer etnográfico (Marcus 2013; Andrade 2017a). No
obstante, los desafíos mayores para dar cuenta de las diversas formas de producción
de conocimiento antropológico, que surgen en cada una de las instancias en este tipo
de etnografía multiposicional, persisten en proyectos orientados por este impulso.

Documental / instalación

La tercera entrega, del sociólogo visual y documentalista Gerrit Stollbrock, prolonga


las discusiones que hemos establecido en esta introducción sobre etnografía, trabajo
de campo, instalación y parasitios a partir de un artículo focalizado específicamen-
te en el documental de corte etnográfico. Stollbrock reflexiona sobre su proyecto
documental La Siberia: recuerda al olvidar;3 su análisis difiere de los tradicionales
ejercicios, en su mayoría textualistas, de deconstrucción de la imagen y cuestiones
de representación que caracterizan generalmente los trabajos antropológicos, de es-
tudios culturales y de cine cuando lidian con materiales documentales como objeto
de estudio.
El autor prefiere pensar su propio documental sobre las ruinas de una abandonada
fábrica de cemento a partir de la experiencia de su realización, primero en el campo,

3 Documental codirigido con Iván Sierra, Bogotá, en 2015. Tiene una duración de 86 minutos.

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 11-22


dossier

X. Andrade, Ana María Forero y Fiamma Montezemolo

y luego como parte de una videoinstalación. Así, el documental se convierte en un


objeto reprocesado teóricamente para su reintervención en un parasitio, el museo.
Stollbrock repiensa el documental como trabajo de campo y, a partir de allí, lo de-
sarrolla en sus posibilidades expandidas. En el campo, guiado por sus informantes
–antiguos obreros cuyos recuerdos llenan de memoria la decaída infraestructura–
Stollbrock descubre, mediante la yuxtaposición de estrategias de recuerdo y olvi-
do, las zonas de indeterminación y dudas que pululan entre las narrativas de los
trabajadores al enfrentarse con la materialidad de las ruinas. Estas reconfiguran la
propia textura lumínica del producto cinematográfico en términos de lo que el
autor denomina –siguiendo principalmente a Roland Barthes (1989) y Georges
Didi-Huberman (2004)– “representación claroscura” del pasado para remarcar el
hecho, atestiguado por sus informantes de que recordar es un acto selectivo que
supone, al mismo tiempo, el olvido.
La estrategia planteada por Stollbrock habla de un movimiento que va de la in-
vestigación para la producción audiovisual documental y su realización, para luego
retornar a la teoría (y al trabajo de campo) afincándola a manera de una videoinsta-
lación del propio documental La Siberia en el espacio de un museo. La instalación
sirve para exponer el archivo audiovisual recabado con la finalidad de escudriñar el
16 proceso de edición, el cual indefectiblemente es un proceso de selección y, por lo
tanto, de exclusión. De esta manera, por ejemplo, la audiencia puede concentrarse
por separado solamente en el archivo de los planos fijos de las ruinas, en los recorri-
dos de los personajes por aquéllas, en las historias de vida de la clase obrera o en la
documentación fotográfica e histórica sobre la fábrica.
Para volver a lo planteado por George Marcus, la sala de exhibición de estos ar-
chivos fílmicos se reconfigura como un parasitio, tomando en cuenta que aquellos
pueden ser “oportunistas, y con ellos se pretende reducir la abstracción del proce-
samiento teórico de los datos etnográficos al impulsar tal procesamiento a un nivel
de ocasiones dialógicas con el proceso de investigación etnográfica” (Marcus 2013,
77). Desde esta perspectiva, el juego instalativo entre la proyección documental y la
exhibición de los archivos fílmicos e históricos que la sustenta promueve el diálogo
entre teoría, investigación y documental, a la vez que encierra el potencial de abrir el
trabajo de campo, de archivos y de la etnografía hacia dinámicas parasitiales frente a
diferentes públicos. Aportes como el de Stollbrock para la etnografía dialogan poten-
cialmente, desde la orilla del arte contemporáneo, con trabajos fundamentados en el
uso de fuentes secundarias y archivos en la investigación artística.4 Los múltiples usos
de la imagen para repensar el quehacer etnográfico obligan a removerla de los cómo-
dos lugares del método y/o del producto documental simplemente, para inscribirlos
en el corazón de la producción conceptual.

4 Ver Andrade (2016) sobre el neoconceptualista Mark Lombardi.

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 11-22


Los trabajos de campo, lo experimental y el quehacer etnográfico. Presentación del dossier

Epistemología y método

Las dos contribuciones restantes posicionan la discusión sobre lo experimental en


un espectro más amplio del quehacer antropológico en la región, repensando el
quehacer investigativo con archivos virtuales, aurales y textuales. Ambos artículos
se relacionan con discusiones en estudios de la comunicación, aunque de diversas
maneras: José Luis Martín y Santiago Fernández Trejo tratan, desde una etnografía
aural y su correspondiente análisis comunicacional, movilizaciones sociales en con-
tra de la violencia institucionalizada en México. La brutal matanza de Ayotzinapa
–emblemática dada su repercusión social y mediática– es su objeto de estudio; la
pertinencia del mismo está fuera de duda. Para los autores, la dimensión sonora es
incorporada para dar textura a un estudio cualitativo que incluye centralmente la
presencia de los manifestantes en el contexto de una ecología urbana específica, la
Ciudad de México, sus avenidas y sus plazas. Este trabajo guarda el potencial de
contribuir con una línea de la antropología contemporánea que estudia los paisajes
de sonido en un sentido amplio, es decir, más allá de la etnomusicología, que por
su peso en temas aurales es el equivalente al documental etnográfico en antropo-
logía visual.
Para ello, Martín y Fernández Trejo exploran una batería conceptual y metodo- 17
lógica que podría entrar en un diálogo más sostenido con debates contemporáneos
sobre la cacofonía selectiva que emerge desde la experiencia urbana. Dicha literatura
redunda en el estudio de las relaciones entre sonido y contexto, estética, historia e
ideología, entre otros aspectos (Samuels et al. 2010). Sus aportes son relevantes para
pensar lo experiencial y sensorial más allá del oculocentrismo.
La integración de lo etnográfico en un plano metodológico fundamentalmente se
emparenta con los dos últimos trabajos y los aleja de la agenda esbozada en un ini-
cio por los coordinadores de este dossier. Su inclusión es deliberada, pues permiten
vislumbrar las búsquedas que realiza una nueva generación de investigadores desde
fuera de la antropología para expandir sus propios campos. Desde la perspectiva deta-
llada antes, tales ímpetus se beneficiarían de trascender el encasillamiento que se hace
de la etnografía. La contribución de Nicolás Aguilar-Forero, también desde los es-
tudios comunicacionales impactados por la antropología, aboga por analizar formas
de activismo social que se traban principalmente en los mundos virtuales. Mediante
un estudio de caso fijado en movimientos sociales en Colombia, el autor analiza el
traslape entre lo virtual y lo real, problematiza acerca de estas categorías dicotómicas
y argumenta sobre la necesidad de desarrollar aproximaciones que den cuenta sufi-
ciente de la eventual abolición de fronteras entre ambos dominios.

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dossier

X. Andrade, Ana María Forero y Fiamma Montezemolo

Momento

Mientras redactábamos estas líneas en junio de 2017, con motivo del V Congreso
de Antropología Latinoamericana y el XV Congreso de Antropología de Colombia
llevados a cabo simultáneamente en Bogotá, algunos llamados y cuasi manifiestos
se realizaron desde distintos frentes para romper con el statu quo de la disciplina.
Irrumpir en la así llamada “antropología del Estado” o la “antropología visual” da
cuenta del malestar creado al perennizar objetos de estudio reificados y tradiciones
largamente encapsuladas en fórmulas convencionales de definición y reproducción
del conocimiento.
Por supuesto, las agendas de investigación se han visto obligadas a repensar lo
contemporáneo. En Colombia, por ejemplo, la guerra y el complicado camino hacia
la pacificación han conducido a la emergencia, con particular fuerza, de trabajos
etnográficos sobre formas transicionales de justicia, cuestiones de territorialidad y
militarismo. Temas de inminente urgencia como las violencias y el extractivismo han
cobrado vigor en toda Latinoamérica. Otros, como la corrupción política y corpora-
tiva, no obstante, fueron escasamente tematizados en los eventos en referencia dando
cuenta de que a la disciplina en la región todavía le cuesta lidiar con lo político y
18 ajustarse a los ritmos que imponen realidades acuciantes.
En los congresos referidos, líneas de escape de la etnografía más allá del método
estuvieron prácticamente ausentes, los cruces con el arte contemporáneo fueron ob-
viados casi por completo, mientras que la imagen quedó en su mayoría reducida a lo
documental y su exégesis. En este contexto, el estatus problemático de “lo experimen-
tal” en la convocatoria realizada para estos eventos amerita una lectura adicional. Ello
porque la forma más fácil de asumirlo es citando el impacto del giro representacional
y la antropología posmoderna norteamericana de mediados de la década de 1980. Si
bien su empuje empezó a forjarse en Latinoamérica una década después, es evidente
que formas experimentales requieren ser historizadas en un panorama bastante más
largo y no asumirlo sin beneficio de inventario (Elhaik 2008). Esa es una tarea que,
en buena parte, está por realizarse para evitar caer en la reiteración de modelos de
enseñanza y aprendizaje que asumen de manera mecánica y simplista un antes y un
después en la antropología de la región.
En el panorama descrito, el presente dossier ofrece discusiones en torno a lo ex-
periencial y las experimentaciones concernientes a las prácticas del arte contempo-
ráneo; cuestiones de representación documental y la práctica etnográfica; enfoques
emergentes tales como la etnografía como una forma de curaduría; líneas de trabajo
como la experiencia de lo aural en los contextos urbanos; y versiones expandidas del
“campo” hacia las dinámicas de la interacción virtual.
Hay que explicitar que este dossier en conjunto dista deliberadamente de ser “re-
presentativo” de las tendencias más extendidas sobre experimentaciones etnográficas,

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 11-22


Los trabajos de campo, lo experimental y el quehacer etnográfico. Presentación del dossier

donde manda la clásica asociación entre antropología visual y documental etnográ-


fico, por ejemplo. De hecho, desde esa tradición, la comprensión dominante de “lo
experimental” resulta en su mayoría de lo avanzado desde hace décadas en la produc-
ción cinematográfica.5 Desafortunadamente su traslape a cuestiones de la práctica
etnográfica no conlleva necesariamente repensar el trabajo de campo como oficio.
Lo mismo para los distintos usos de la fotografía puestos al servicio de formas de
elicitación –lo cual se ha hecho durante las últimas tres décadas– que hablan de la
permanencia de estrategias establecidas ya largo tiempo.
En esta perspectiva, otras líneas que han ganado cierto terreno en la región, como
las etnografías encubiertas, presentan la paradoja de seguir pensando el trabajo de
campo bajo formas convencionales, eso sí eficientemente, al poner sobre el tapete
cuestiones éticas largamente tomadas por sentado en la disciplina y que se derivan de
una problematización sobre el estatus del consentimiento informado. Adicionalmen-
te, dentro de los recursos a formas experimentales en antropología, pervive el llamado
a experimentos conductuales o colaborativos cercanos a la psicología social y/o a la
intervención social. Estos tienden a reducir la experimentación a una forma más de
obtención de información cualitativa, manteniendo así incólumes las relaciones entre
el trabajo de campo como una experiencia subrayada por el encuentro, la etnografía
como una teorización a posteriori espacial y temporalmente diferenciada, y la antro- 19
pología como producción teórica propiamente dicha.6
Por otro lado, la convocatoria a este dossier incluyó entregas caracterizadas, en
buena parte, por reiteraciones de tropos comunes tales como la otredad y los binaris-
mos que acosan a la disciplina tales como tradición y modernidad; Estado y sociedad
civil; indígenas y mestizos; masculinidad y feminidad; entre otros, a pesar de haber
sido cuestionados consistentemente en la región desde distintas perspectivas duran-
te la última década (Rivera Cusicanqui y El Colectivo 2010; Reynoso 2015; Aber-
crombie 2016). Artículos sobre ritualidad y formas de performance étnico, así como
aportes que apuntalan un uso reduccionista e instrumental sobre el trabajo de campo
dan cuenta de la persistencia de una perniciosa tendencia a limitar la etnografía a
una serie de ecuaciones poco productivas: cuando ella aparece como sinónimo de
trabajo de campo u observación participante; de levantamiento de datos cualitativos;
y en suma, de una simplista definición espacio-temporal que separa tajantemente la
investigación de campo de la producción de teoría.
Este panorama habla con suficiencia de las microprácticas de la producción aca-
démica en la antropología de la región. Así, la etnografía aparece básicamente como
un conjunto de instrumentos de investigación que, una vez operados en el “campo”,
sirven para la acumulación de datos más o menos exóticos sobre formaciones sociales
que han servido para fijar a la disciplina en función de ciertos servicios. Defensas de
5 Ver Russell (1999) y Rouch y Feld (2003).
6 Ver por ejemplo Astuti (2017).

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 11-22


dossier

X. Andrade, Ana María Forero y Fiamma Montezemolo

este estilo proliferan en la antropología y han sido aún más instrumentalizadas por la
sociología, el mercadeo y otras áreas.
Para la academia, constantemente acosada por la falta de financiamiento en fon-
dos de investigación –cuando no, presionada por el perverso impacto de la política
y sus condicionamientos desarrollistas– aquello redunda en imprimir fuertemente
un tipo de acercamiento etnográfico que ancla al antropólogo y sus informantes en
posiciones fijas. No extraña, entonces, que la producción antropológica continúe
adiestrada y reproducida, no en función de la producción de conocimiento crítico
sino, mayoritariamente, en la formación de profesionales útiles para el servicio del
Estado y/o al activismo de una u otra causa con los esencialismos que, generalmente,
aquello destapa (Andrade 2017b).
En este complicado contexto, los coordinadores del presente dossier de Íconos.
Revista de Ciencias Sociales esperamos contribuir a imaginar otras formas posibles de
hacer antropología asumiendo, centralmente, la tarea de reconceptualizar de manera
radical los trabajos de campo. Este dossier dista de aquella literatura quizá más pro-
minente acerca de “lo experimental” en la disciplina, derivada principalmente del
trabajo de Rabinow y Stavrianakis (2014) sobre ciencia, diseño y distintas formas de
experticia, estudios que en la región todavía resultan marginales por razones relacio-
20 nadas con las tradiciones antropológicas que intentamos poner en cuestión.

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ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 11-22


Los trabajos de campo, lo experimental y el quehacer etnográfico. Presentación del dossier

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X. Andrade, Ana María Forero y Fiamma Montezemolo

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22

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 11-22


ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2612

Resituando el diario/bitácora/sketch
en la producción de conocimiento y sentido
antropológico
Resituating the Sketch/Bitacora in the Production
of Knowledge and Anthropological Meaning
Ressituando o diário/bitácula/sketch na produção do
conhecimento e do sentido antropológico

Catalina Cortés Severino


dossier

Fecha de recepción: 23 de febrero de 2017


Fecha de aceptación: 22 de junio de 2017

Resumen
El objetivo principal de este artículo es situarme desde el “giro corporal” en “lo visual”, lo que nos lleva
a ubicarnos no en un tipo de observación a la distancia, desprendida y objetiva sino desde otra forma de 23
mirar y relacionarnos con el mundo; no como algo ajeno, sino el mundo que nos afecta y al cual nosotros
afectamos con nuestras miradas. Así, el cuerpo es el eje articulador, es decir, reconocer y reposicionar a los
cuerpos como eje fundamental para renovar la investigación antropológica y artística en nuestro conti-
nente. Desde estos planteamientos, el propósito de este artículo es visibilizar, articular y compartir algunas
de mis experiencias en el quehacer etnográfico a partir de tres trabajos realizados desde el diario/bitácora/
sketch, al igual que reflexionar sobre el diario como práctica narrativa y visual.

Descriptores: diario; bitácora; sketch; quehacer etnográfico; giro corporal; prácticas visuales.

Abstract
The principle objective of this article is to situate the analysis of the “bodily turn” within the study of “the
visual”. This locates the researcher not as an objective observer at a distance but instead in another way
of looking at and relating with the world. Instead of something “out there” the world is seen as some-
thing that affects us and that we also shape through our own perceptions. In this sense, the body is the
axis that articulates, recognizes and repositions physical bodies as the fundamental axis through which
anthropological research can be renewed in our continent. From these points of departure, the purpose
of this article is to illustrate, articulate and share some of my experiences in the “how to” of ethnographic
research on everyday life as a narrative and visual practice.

Keywords: everyday life; bitacora; sketch; how to; ethnography; bodily turn; visual practices.

Catalina Cortés Severino. Doctora en Antropología, Historia y Teoría Cultural por el Istituto Italiano di Scienze Umane, Universitá di Siena,
Italia. Profesora asistente del Departamento de Antropología, Universidad Nacional de Colombia.
* [email protected]

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 23-53
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier

Catalina Cortés Severino

Resumo
O principal objetivo deste artigo é me situar a partir do “giro corporal” no “visual”, o que nos leva a nos
posicionar não em um tipo de observação à distância, desapegada e objetiva, mas desde outra maneira de
olhar e interagir com o mundo; não como algo alheio, mas o mundo que nos afeta e ao qual nós afetamos
com nossos olhares. Assim, o corpo é o eixo articulador, ou seja, reconhecer e reposicionar os corpos como
o eixo fundamental para renovar a pesquisa antropológica e artística no nosso continente. Desde esta
colocação, o propósito deste artigo é visibilizar, articular e compartilhar algumas das minhas experiências
na tarefa etnográfica de três trabalho realizados desde o diário/bitácula/sketch, assim como refletir sobre o
diário como prática narrativa e visual.

Descritores: diário; bitácula; sketch; fazer etnográfico; giro corporal; práticas visuais.

D
esde la “crisis de la representación” durante la década de 1990 en las ciencias
sociales y la emergencia de “lo reflexivo” y “subjetivo” en la investigación
antropológica, la experiencia comenzó a ser base de la producción de cono-
cimiento (Pink 2006). Desde este escenario se empezaron a replantear las formas de
producción de conocimiento al igual que comenzó a considerarse la experiencia sen-
sorial. El “giro corporal” en “lo visual” nos lleva a situarnos no en un tipo de observa-
ción a la distancia, desprendida y objetiva sino que contrariamente nos obliga a partir
24
desde los conocimientos situados que plantea Donna Haraway (1991), donde estos
inician desde otra forma de mirar y relacionarnos con el mundo, no como algo ajeno,
sino el mundo que nos afecta y al cual nosotros afectamos con nuestras miradas.
Esta óptica que propone Haraway tiene que ver con las políticas del posicio-
namiento que aspiran transformar los sistemas ocularcentristas del conocimiento y
plantear nuevas maneras de mirar. Un posicionamiento en la relación subjetiva entre
objeto y sujeto donde el denominado objeto empírico no existe “ahí fuera”, sino que lo
crea el encuentro entre objeto y sujeto, mediado por el bagaje que cada uno trae con-
sigo en el encuentro. Esto transforma el análisis de una “aplicación” instrumental en
una interacción performativa entre el objeto, la teoría y el sujeto. Como lo recuerda
la autora, es la necesidad de visualizar de nuevo el mundo como un engañoso codifi-
cador con quien tenemos que aprender a conversar (Haraway 1991).
Este planteamiento lleva a pensar “lo visual” más allá de la visión y la mirada y
adentrarnos en el cuerpo como lugar de referencia, de percepción, es decir, el cuerpo
como la esencia de la visión. Son claves los planteamientos del arquitecto finlandés
Juhani Pallasmaa (2005) sobre su crítica al ocularcentrismo, término que utiliza para
referirse a la forma en que Occidente ha situado la visión, ajena a la experiencia sen-
sorial y los conocimientos corporizados. Es decir que el ocularcentrismo está centra-
do en la vista como elemento fundamental para llegar a “la verdad” y “la realidad”,
por lo cual su propuesta es liberar al ojo de la epistemología/perspectiva cartesiana,
la cual simplemente da una “visión enfocada”, expulsándonos del espacio y deján-

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 23-53


Resituando el diario/bitácora/sketch en la producción de conocimiento y sentido antropológico

donos ser simplemente espectadores a distancia. El autor propone una distancia y


cuestionamiento al ocularcentrismo desde la visión periférica, la cual tiene que par-
tir de nuestras experiencias espaciales y corporales; una visión que parte de nuestra
integración y relacionalidad con el espacio. Estas reflexiones nos alejan de la mirada
únicamente y nos llevan a entender nuestra aproximación a través de otros sentidos
como el olfato, lo auditivo, el tacto, es decir, “lo visual” parte desde el cuerpo, la per-
cepción y la experiencia. Como lo recuerda Walter Benjamin (1968), tenemos que
salir de la reducción epistemológica que la modernidad hace de la experiencia para
poder partir desde ésta hacia la producción de otros conocimientos, sentidos y modos
de constitución del sujeto.
Esta perspectiva abre un espacio para repensar la investigación como un proceso
de producción de conocimiento, un pensar en conjunto con otros (sujetos de la
investigación, audiencia, colegas, estudiantes, entre otros) donde el conocimiento
se construye en medio de diálogos, encuentros, acuerdos y desacuerdos. Es decir,
un conocimiento emergente y relacional a diferencia de un conocimiento ya dado y
determinado donde la práctica etnográfica no consiste solamente en recoger datos y
descripciones sino también en ayudar a repensar y producir conceptos. Estos plan-
teamientos llevan a la necesidad de buscar modelos de conocimiento académico an-
tropológico que se constituyen continuamente y a lo largo de proyectos y economías 25
de conocimientos más amplios y de largo alcance (Marcus 2012). La producción
de conocimiento no se puede separar entre trabajo de campo y la vida, ya que es
un proceso interpelado también por las conversaciones cotidianas, las experiencias
singulares, la vida en la universidad, las influencias musicales, cinematográficas, lite-
rarias, entre tantas otras experiencias estéticas que determinan nuestras producciones
de conocimiento y sentidos.
Como antropólogos, intelectuales, artistas, productores culturales latinoamerica-
nos, etc. tenemos el gran reto de repensar cambios y contribuciones al quehacer
etnográfico como método, enfoque, propuesta de acción política, ética, estética y
opción epistemológica con la pretensión de trabajar desde los cuerpos para renovar e
intercambiar metodologías. Mi objetivo principal en este artículo es situarme desde
“giro corporal” donde el cuerpo es el eje articulador, es decir, reconocer al cuerpo
como principio/medio que genera conocimiento o como vínculo con otras formas de
conocimiento descentradas de lo humano que convocan a reconocer y reposicionar
a los cuerpos como eje fundamental para renovar la investigación antropológica y
artística en nuestro continente. Como lo señala Johannes Fabian (2008), las antro-
pologías deberían retar lo ya establecido de la disciplina con respecto a qué, quién,
dónde, cuándo y cómo constituyen un lugar para empezar.
Desde estos planteamientos, el propósito de este artículo es visibilizar, articular y
compartir algunas de mis experiencias en el quehacer etnográfico a partir de tres tra-
bajos realizados desde el diario/bitácora/sketch, al igual que reflexionar sobre el diario

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 23-53


dossier

Catalina Cortés Severino

como práctica narrativa y visual, lo cual me ha permitido situarme desde el “giro


corporal” en “lo visual”. A continuación, describiré tres proyectos que realicé en años
anteriores y donde el diario fue eje fundamental en el proceso de investigación/crea-
ción. El diario se presenta como una apuesta metodológica que permite involucrar
la experiencia en la producción de conocimiento y sentido, y donde el cuerpo es el
lugar de referencia, memoria, imaginación e integración; al igual que la cotidianidad
se convierte en materia prima para trabajar desde la experiencia, la memoria y las
imágenes.

El diario: elaboración artesanal a partir de la materia prima


de la cotidianidad

Siena’ga (2012), Re-membranzas (2014) y Trasegares (2015) son trabajos guiados por
un ensamblaje intuitivo de imágenes y memorias a través de capas temporales, re-
flexiones y texturas con que he tratado de evocar no solo lo que es visible, sino tam-
bién la experiencia sensorial del movimiento y la memoria. Los tres proyectos, en
sus temáticas particulares, son una yuxtaposición poética del tiempo, los lugares, la
26 cultura material y la experiencia vivida. Desde acá, me interesa explorar las múltiples
gramáticas de sentido del tiempo, el espacio y la memoria.
Mi propuesta del diario como práctica narrativa y visual parte de situarme en una
aproximación a lo visual desde lo afectivo y la intimidad. Es decir, me aproximo a los
afectos desde la perspectiva de Kathleen Stewart (2007), la cual indudablemente en-
tra en conversación con las estructuras de sentir de Williams y parte de ver cómo los
afectos ordinarios tienen la capacidad de afectar y afectarnos, lo cual da a la cotidia-
nidad la calidad de movilidad continua de relaciones, contingencias y emergencias.
Desde esta perspectiva es que sitúo la propuesta del diario como práctica narrativa y
visual en la que la producción, recolección y ensamblaje de las imágenes están total-
mente permeados por impulsos, intensidades, sensaciones, encuentros, compulsiones
y sueños. Este es un posicionamiento en la relación subjetiva entre “objeto” y sujeto
que me ha llevado a detenerme en los usos y significados privados de los recuerdos,
las historias familiares, los encuentros, la cotidianidad y las herramientas visuales que
en ellas se manifiestan.
Los tres proyectos que expongo los he desarrollado en el análisis sociocultural y los
lenguajes estéticos. Me sitúo en una reflexión sobre la(s) epistemología(s) de lo visual
y las posibilidades de producción de conocimiento originado en lo visual. Por medio
de estos proyectos, he explorado formas de expresión entre la escritura y las prácti-
cas visuales (fotografía y video) en las que las decisiones estéticas han estado ligadas
con las reflexiones teóricas y etnográficas, y viceversa. En este contexto, entiendo las
prácticas visuales y etnográficas como formas de crítica cultural donde la teoría, la in-

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vestigación y la creación coexisten y se elaboran conjuntamente, y al mismo tiempo,


me interesa la reflexión sobre la manera en que estos trabajos están implicados en las
políticas y poéticas de lo visual.
Desde el momento en que comencé a trabajar a partir y sobre lo visual, mis formas
de aproximación se complejizaron y enriquecieron, ya que no pretendo únicamente
utilizar los medios visuales en la investigación para producir trabajos visuales como
videos, ensayos fotográficos, etc., sino que mis intereses giran alrededor de una re-
flexión sobre la visualidad en sí misma que permite una apuesta por otras formas de
generar conocimiento y sentido, a la vez que una reflexión sobre lo que implica mirar,
ser visto y mostrar (Mitchell 2003), es decir, sobre la forma en que opera la visualidad
en la cotidianidad. Tanto en la construcción social de lo visual como en la construc-
ción visual de lo social, la visualidad requiere que nos centremos en las relaciones en-
tre lo visto y el que ve. De esta manera, en los procesos de realización de los proyectos
que he nombrado anteriormente han operado también estos cuestionamientos.
También vale la pena aclarar el rol de la escritura en relación con esos otros len-
guajes y medios, donde ésta interactúa y hace parte de dichas exploraciones no como
algo separado sino como una apuesta por trabajar conjuntamente, es decir, la escri-
tura también como herramienta de conocimiento. Una apuesta por el despliegue
de una escritura experimental en articulación con lo visual, lo sonoro y lo táctil que 27
pueda producir también nuevas situaciones, direcciones y problemas. En este senti-
do, la práctica de escribir es una herramienta fundamental para la experiencia que
constituye la mirada antropológica (García Arboleda 2012). Por ejemplo, los diarios
de campo son un instrumento reflexivo donde se mantiene la tensión entre experien-
cia y reflexión, entre el ir y el venir, lo familiar y lo extraño. La escritura como práctica
corporal (Vásquez 1998) hace parte de esa mirada encarnada en el cuerpo, la cual da
la posibilidad de construir nuevas realidades a partir de la fuerza que los hechos pro-
vocan en nosotros. La escritura abre posibilidades de trabajar con y desde la imagen a
través de los afectos, las tensiones y la imaginación. Desde este posicionamiento, los
procesos de filmar, fotografiar, escribir y editar están permeados por esa materialidad
de la mediación y las intensidades que se generan.
La práctica etnográfica se enriquece con esta aproximación hacia la imagen y “lo
visual” ya que, como señalé, nos hace repensar la relación entre imagen y escritura,
las formas de producción de conocimientos y la aproximación hacia los contextos a
los que nos acercamos desde lo sensorial y corporal. No es una propuesta de “enri-
quecer al método etnográfico” sino una invitación a replantearlo desde estas pers-
pectivas. Como, por ejemplo, se ha podido ver en propuestas que se han realizado
desde el cruce entre antropología y arte contemporáneo, donde se exploran cruces
metodológicos entre la etnografía y los lenguajes artísticos (Wright y Schneider 2006;
Andrade 2007). Estas propuestas, tanto de parte de la antropología como por parte
del arte contemporáneo, han permitido explorar formas de producción y transmi-

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sión de conocimiento diferentes a las tradicionalmente utilizadas en cada disciplina


o campo de acción. Paralelamente estos cruces han traído nuevos cuestionamientos a
las dos disciplinas tanto a nivel teórico como metodológico, que han complejizado y
enriquecido sus preguntas y trabajos frente a la alteridad, la relación entre la imagen
y el texto, el cuerpo y el espacio, la relación entre investigación/creación, proceso/
producto, investigador/artista, entre tantas otras.
Entender el diario como una práctica narrativa y visual implica pensar en el espa-
cio que el mismo genera para plasmar fragmentos de experiencias, reflexiones, me-
ditaciones, impresiones o asociaciones, entre otras. Lo cual da la oportunidad de
recolectar memorias en diferentes momentos y espacios y, a partir de estas, crear
constelaciones que conecten el presente con posibles futuros y a través de inesperadas
yuxtaposiciones (Taussig 2003). El diario como práctica narrativa y visual también
está relacionado con el caminar como metodología crítica de aproximación; siguien-
do a Michel de Certeau (1984), el caminar como una práctica de lugar a partir de
la vida cotidiana que surge en medio de encuentros, recorridos, sonidos, silencios,
afectos, deseos, entre otras fuentes cuya sustancia es la cotidianidad. El diario al que
me refiero es una mezcla entre el conocido diario de campo de los antropólogos,
que hace parte de la práctica etnográfica –y es el espacio donde se permite una gama
28 variada de anotaciones que incluye impresiones, sensaciones, la articulación entre los
planteamientos teóricos y las descripciones de las experiencias observadas, las conver-
saciones y los encuentros–, y el sketch/bitácora visual con el que trabajan muchos ar-
tistas, documentalistas, fotógrafos y cineastas para comenzar a explorar sus proyectos
visuales. Un ejemplo del sketch-diario visual es el trabajo de Jonas Mekas:1 sus diarios
filmados dejan ver sus modos de asombrarse, acercarse e indagar en relación con lo
que está registrando; la cámara funciona como un lápiz que delinea las sensaciones
e impresiones. Se enciende la videocámara según la intención del momento, sin un
plano preciso, y es en el montaje donde le da cierta sucesión.
El diario como práctica narrativa y visual abre posibilidades de trabajar con y des-
de la imagen a través de los afectos, las tensiones y la imaginación. Es un espacio de
experimentación donde uno constantemente se mueve entre la distancia y la intimi-
dad por medio de repeticiones y diferentes ritmos que van desde lo banal y ordinario
de los encuentros, reacciones e impresiones, hasta descripciones densas articuladas
con planteamientos teóricos. Así, esta multiplicidad de movimientos entre el adentro
y el afuera, lo externo y lo interno, hace parte del trabajo en forma de collage-montaje
que lleva a explorar diferentes espirales de tiempos y espacios.

1 Jonas Mekas es uno de los máximos exponentes del cine experimental estadounidense.

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Siena’ga2

Mis intereses de aproximación desde y hacia lo visual comenzaron con fines no aca-
démicos ni de investigación ni de “producción de obra”, sino principalmente por mo-
tivos personales, es decir, por la necesidad que sentí de “documentar” ciertos eventos
de mi vida. La primera vez que comencé a explorar con una videocámara fue cuando
fui a Ciénaga, Magdalena, con mi abuela y mi tía, que no regresaban después de 30
años. Primero realicé un video tipo home-movie para toda la familia sobre este regreso
y después, con una buena distancia de tiempo, realicé el video-ensayo de Siena’ga,
guiada por mis intereses académicos de trabajar en investigación/creación, al igual
que tratando de explorar formas de aproximación y traducción de esa experiencia
utilizando el video y la fotografía. Así, el paso de una home-movie a una práctica ar-
tístico-investigativa no es de un espacio determinado a otro, sino más bien una forma
de trabajar en los intervalos entre lo personal y lo público, entre el adentro y el afuera,
entre la intimidad y lo colectivo. De esta forma Siena’ga (2012) se convirtió en una
yuxtaposición de biografías conectadas y desconectadas, una biografía familiar, como
comentario sobre la experiencia de la migración a través del tiempo. Igualmente pasó
a ser una historia sobre el movimiento y su relación con la violencia, la nostalgia y
el deseo, y principalmente una historia sobre la memoria por medio de los sentidos. 29
Siena’ga es la creación de nuevas imágenes, en medio de recuerdos, olvidos y fan-
tasías, que permiten no solo un acercamiento no lineal hacia el tiempo, sino también
una aproximación a las espirales que lo conforman. Este proyecto no pretende ser un
álbum familiar, sino que, a través de estos recorridos por memorias y lugares, quiere
interconectar los contextos históricos y cotidianos con las experiencias personales y
las relaciones afectivas. Con este enfoque, exploro las sustancias sociales, culturales y
personales durante diferentes momentos históricos, como por ejemplo, el contexto
social y político de Ciénaga entre las décadas de 1930 y 1970, L’Italia que dejó mi
abuelo en la década de 1920 y, por último, Italia y Colombia de hoy en día. Siena’ga
se desarrolla a partir de prácticas visuales (fotografía y video) y textuales, en forma de
diario, ya que ha sido una forma de sanar y lidiar distancias temporales y espaciales,
a la vez que una manera de vivir en medio de esa fragmentación. También es un
intento por generar espacios de encuentro y diálogo que han permitido acercarme a
las historias personales, relaciones afectivas y contextos sociales, políticos, culturales
e históricos que me han rodeado.
Por medio de una aproximación textual y visual he creado a Siena’ga a través de
imágenes3 que cargan con sedimentos y residuos del pasado, presente y devenir. De
2 Ver trabajo audiovisual en:
https://catalinacortesseverino.wordpress.com/2014/11/05/sienaga-2/.
3 Imágenes entendidas en el sentido de Buck-Morss: “Una imagen toma una película de la superficie del mundo y
la muestra como llena de sentido, pero este sentido aparentemente está separado de lo que el mundo puede ser en
realidad, o lo que nosotros, con nuestros propios prejuicios podamos insistir en que es su significado” (2009, 50).

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esta manera, Siena’ga hace parte de un recorrido por memorias personales y familiares
que navega e interconecta tres lugares que han sido, y son, parte de la experiencia
histórica de mi familia: Ciénaga y Bogotá (Colombia) y Siena (Italia). Este detour se
da a la vez como documental, ensayo y autobiografía, pero no en el sentido de una
narración retrospectiva de mi propia vida, sino en el de una autobiografía, enten-
dida como forma de explorar y aproximarme a las historias inscritas en mi cuerpo
en relación con los otros y con los mundos en los que me ha tocado vivir y que me
han permeado y cambiado. Así, este proyecto oscila en una línea permeable entre
la autobiografía y la etnografía, en ese espacio íntimo y vulnerable que se construye
por medio de encuentros, intercambios y presencias, en la tensión entre el adentro
y el afuera. Como lo expone Deborah Poole (2005), la etnografía está cargada de
intimidad y contingencias, y es a través de estas como tenemos que pensar y sentir
nuestros trabajos.
El nombre Siena’ga (Siena-Ciénaga) se refiere a ese espacio “entre”, al interva-
lo4 en el cual se desarrolla esta autobiografía; es decir, el espacio intermedio “entre”
diferentes lugares, memorias, nostalgias y deseos. Esta es una aproximación en la
temporalidad de los espacios y la especialidad del tiempo. De esta manera, Siena’ga
no hace parte de ninguna representación de las “realidades” que me han atravesado,
30 más bien es un intento de construir una nueva “realidad” a partir de imágenes que
dejen entrever las interposiciones temporales y espaciales. Desde esta perspectiva, el
presente se rebosa ya que incluye la actualidad del “tiempo del ahora” y la virtualidad
de lo que está por venir (Deleuze 1989).

Fragmentos de diario

4 El término “intervalo” es tomado de Trinh Minh-ha: “Los intervalos permiten una ruptura y presentan una percep-
ción del espacio en medio de fisuras. Ellos constituyen una serie de en la superficie, ellos designan hiatos temporales,
distancia, pausa, lapsus y uniones entre diferentes estados” (2005, 80), interrupciones e irrupciones.

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Para mí, esta era la primera vez en Ciénaga... Sin embargo, yo ya la conocía antes de
llegar ahí porque siempre ha estado presente en la historia de mi familia, como una
presencia espectral...

Un pueblo de “esplendor” en los comienzos del siglo XX debido a la exportación


industrial de banano, la llegada de comerciantes extranjeros, una elite “cosmopolita”
y su situación estratégica entre del mar Caribe, la Ciénaga Grande y la Sierra Nevada
de Santa Marta.

Ciénaga se había ido convirtiendo es un pueblo fantasma, acechado por violencia,


pobreza y abandono.

31

Buscando trazos de su historia, entre gente, casas, iglesias, olores... Un detour entre
ausencias y presencias.

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Por medio de estas fotografías, trataba de generar o encontrar algún sentido de lo que
era Ciénaga entre memorias contradictorias, recuerdos y deseos... Un lugar que guarda
algunos de mis secretos familiares.

32

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Un intento de acercarme y habitar Ciénaga entre recuerdos, nostalgias y deseos de mi


abuela y mi tía.

A través de esta fotografía, quise capturar la entramada densidad de sentires en este día
de retorno. Lo inconmensurable de esta aparición del pasado.
33
La captura de esos momentos banales nos trae la sustancia misma de ese lugar. La
intensidad de haberlo vivido o escuchado.

Rostros borrosos por las sedimentaciones que causa el tiempo en el papel fotográfico o
por las mismas texturas de nuestra memoria que no nos permiten recordar completa-
mente quiénes fuimos en una época determinada. La ambigüedad que nos conforma.

Mirar esas fotografías nuevamente con mi abuela era un momento de comensalidad


como llama Seremetakis a esos intercambios de memorias, afectos, nostalgias y emo-
ciones…

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34

La misma fotografía no alcanza a enmarcar todo lo que está inscrito ahí: deseos, frus-
traciones, intereses y diferencias.

El sepia de las fotografías hace resonar las arqueologías de los deseos, los futuros de-
seados y ya sedimentados. Movimiento: locaciones, re-locaciones, idas, venires, des-
pedidas y bienvenidas.

El templete de Ciénaga evidencia los deseos del ser europeos, el “esplendor” de lo que
un día fue... Morano Calabro-Calabria evoca los deseos de emigración en busca del
sueño americano.

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35

De Ciénaga a Bogotá. La capital ofrecía educación, más oportunidades, mientras Cié-


naga estaba asechada por la bonanza marimbera, la violencia que ésta trajo y recuerdos
traumáticos que hicieron abandonar Ciénaga.

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Volviendo a crear una intimidad con el mundo en medio de los desplazamientos. Fo-
tografías que iban y venían como la única forma de conexión entre esos mundos que
estaban separados por un océano. Recolecciones arqueológicas del sueño americano.

36

Esa foto se la tomé a mi mamá la primera vez que fue a Italia. Una Italia que nunca
había pisado pero que siempre había vivido por medio de sus deseos e imaginaciones.
Una Italia completamente diferente a la que dejó mi abuelo cuando se fue en busca
del sueño americano, pero por la cual todavía corren los espectros de esas historias
silenciadas y opacas.

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Re-membranzas5

El ensayo documental Re-membranzas (2014) es un trabajo audiovisual y etno-


gráfico basado en un recorrido a través de diferentes escenarios de memorias de la
violencia del Proceso de Comunidades Negras (PCN), la Comunidad de Paz de
San José de Apartadó y la Organización de Mujeres Wayuu Munsurat. Mi apro-
ximación a estos escenarios ha sido través de sus formas de rehabitar los espacios
y cuerpos tocados por la violencia, de la puesta en escena de los duelos íntimos
y colectivos, de las prácticas del recordar, al mismo tiempo que de su dimensión
política y ética, entendiéndolas a la luz de las prácticas cotidianas de resistencia y
de resignificación de los espacios de devastación. Mi intención no fue “documen-
tar” lo sucedido ni reconstruir los hechos ni informar, sino más bien reflexionar, a
manera de documental de ensayo sobre lo que implica acercarse a esos escenarios
de memoria y sobre la misma imposibilidad de “documentar” la memoria. De esta
manera, partiendo de la articulación tiempo/imagen, me interesó reflexionar sobre
la misma producción y ensamblaje de imágenes y la posibilidad que estas abren
para acercarme a otras temporalidades, a la memoria entendida, en términos de
Benjamin, como ruina que no significa la decadencia, el pasado, sino la interposi-
ción y coexistencia de tiempos. 37
La práctica audiovisual del trabajo consistió en la realización de un video-ensa-
yo-documental que pretende mostrar la complejidad de los escenarios de memorias
de las violencias y, sobre todo, aproximarse a las memorias y encontrarlas en los
cuerpos, los sentidos, las sustancias (Seremetakis 1996). Es decir, entender las me-
morias no solo como narraciones testimoniales de corte informativo que se pueden
transcribir, archivar y monumentalizar, sino que estas habitan otros lugares y conse-
cuentemente escapan y exceden estas formas. En consecuencia, una de las apuestas es
trabajar la relación de la imagen en medio de efectos y afectos donde la recolección
de imágenes y los reensamblajes (Minh-ha 2005) que componen los escenarios de
memorias no pretenden simplemente informar, visibilizar y mostrar, sino crear espa-
cios reflexivos y dialógicos a través de formas que afecten y movilicen otras maneras
de aproximación, traducción e intervención hacia lo temporal.
Encontré puntos de conexión e intersección entre mis preguntas, reflexiones y
retos y algunas prácticas artísticas que han trabajado las memorias de la violencia.
Por ejemplo, ¿cómo hacer visibles, a través del trabajo audiovisual y etnográfico, las
ausencias y silencios que conforman el presente? ¿Cómo evidenciar y visibilizar las
memorias en medio de sus fracturas, borrosidades, discontinuidades y ambigüeda-
des? ¿Qué lenguajes utilizar para traducir esas experiencias de la violencia y trabajar
en medio de su irrepresentabilidad?
5 Ver trabajo audiovisual en:
https://catalinacortesseverino.wordpress.com/2014/11/05/remembranzas/

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El diario como práctica narrativa y visual en dicho proyecto se convirtió tanto en


un medio de reflexión hacia lo que me aproximaba como en la forma narrativa que
construyó la estructura del documental de ensayo en medio de la yuxtaposición de
materiales heterogéneos: grabaciones de los eventos realizados por estas comunidades
como marchas, peregrinaciones, recorridos, reuniones, actos simbólicos, la vida coti-
diana en esos lugares, material de archivo, fotografías, cultura material, algunas entre-
vistas y testimonios, reflexiones mías sobre estos encuentros y experiencias. Trabajar
desde el diario como práctica narrativa y visual me permitió ensamblar, por medio
del montaje/collage, fragmentos en un todo unificado, pero no cerrado. La relación
del video, la fotografía y el sonido con el montaje hace parte de la idea misma de la
historia como montaje, es decir, fuera de una temporalidad lineal y homogénea. Sin
embargo, el collage permite entender la historia en medio de interposiciones y coali-
ciones temporales.
Así, el uso de sonidos de pulsión y latidos, junto a la yuxtaposición de los mapas
con los retratos y lugares descritos anteriormente, es un intento de evocar las pulsa-
ciones, sonidos y silencios que laten en los escenarios de terror; es ensamblar lugares
vacíos y abandonados con voces que evocan memorias y momentos vividos y desea-
dos, con el objetivo de remitir a las sedimentaciones temporales, nostalgias y deseos
38 de los que están cargados estos lugares. Una de las imágenes con las que se inicia el
documental es la de Meme, una de las mujeres de Portete, sentada en una de las casas
que hoy se encuentran en ruinas en completo silencio; apenas se escucha la fuerza
del viento.
La intención de esta escena es transmitir la fuerza performativa del silencio y lo
que este murmura. No es explicar el hecho, lo sucedido, sino comunicar los silencios
que habitan esas ruinas y lo que implica volver a habitarlas. Igualmente se logra perci-
bir esto en una escena en la vereda de Mulatos al juntar fragmentos de la casa herida.
A través de ellos se ven las heridas que ha sufrido la casa y, al mismo tiempo, se ve la
casa nuevamente ocupada, el fogón prendido, las hamacas colgadas, el machete en
la puerta y la ropa extendida. Entre imagen e imagen hay transparencias que dejan
ver lo que va dejando la imagen anterior, los residuos que conforman las memorias.
El montaje/collage cambia la linealidad por el ensamblaje de fragmentos, lo que
permite que la crítica cultural y la imaginación interactúen. Aproximarse a los escena-
rios de memorias a través de las ausencias y presencias que conforman el presente es
también entender el montaje en medio de estos dos. Trabajar con fragmentos, silen-
cios, sonidos, velocidades, vacíos, narraciones y canciones implica visibilizar algunas
cosas y dejar intangibles otras que al mismo tiempo conforman lo tangible. Precisa-
mente en medio de estas tensiones es que se trabaja el montaje y estas constituyen
los escenarios de memorias. Por ejemplo, retomar los silencios que habitan las ruinas,
tratar de hacerlos visibles, implica trabajar con las invisibilidades que conforman las
imágenes y los sonidos; podemos explorar esta transmisión por medio de asociacio-

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nes, ritmos y pausas. Una de las escenas de los recorridos por las casas cementerio de
Portete, como las llaman las mujeres de la asociación, es el ojo-cámara que recorre,
dibuja y delinea estas ruinas. En la barra del audio de la tabla de edición están los
sonidos de las pisadas que entran y salen de las casas, hay espacios donde se impone
el silencio. El juego con las voces a través del montaje también ha sido una forma de
intercalar testimonios con mis reflexiones, cantos con rumores, pisadas con murmu-
llos. Esto ha permitido una construcción del ritmo a través de estas y una puesta en
escena de las texturas de las memorias.
También la aproximación desde la cartografía, como acto de caminar y acercarme
desde lo corporal a los escenarios de memoria de la violencia, siguiendo a Certeau
(1984), fue una forma de mapear a través de las prácticas de lugar a partir de la vida
cotidiana. Es decir, se contrapone la manera de documentar por medio de la crono-
logía, los datos y hechos, a una que surge de la yuxtaposición de historias personales,
canciones, momentos, encuentros, recorridos, sonidos, silencios, entre otras fuentes
de información y expresión que se salen de los parámetros de los registros oficiales y
cuya sustancia es la cotidianidad. Acercarme a los diferentes escenarios de memorias
en términos de cartografía me permitió darme cuenta de su complejidad y del reto
tan grande que es “documentarlos” y “traducirlos” en medio de su múltiple confor-
mación por silencios, actos performativos, objetos, cuerpos, espectros, cantos, dolor, 39
deseos y, en general, un sinnúmero de elementos.

Fragmentos de mi diario

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¿Un documental sobre el recordar?, ¿las memorias?, ¿el tiempo?, ¿las ausencias?, ¿sobre
40 qué? Un intento de unir fragmentos y residuos de memorias e imágenes. Una forma
de traducir esas memorias a la deriva en medio de lo intraducible. En medio de lugares
devastados, la ropa se seca al viento que trae soplos de esperanza..., los deseos e inten-
tos de volver a rehabitar las ruinas. Me detengo y filmo por unos minutos la ropa que
mueve el viento y que va cobrando vida poco a poco.

Bahía Portete, por ser puerto natural, hasta hace muy pocos años fue centro de con-
trabando y economías ilegales, razón por la cual siempre fue ruta deseada y apropiada
para el control del poder territorial. Hoy en día, de lo que cuentan que fue el puerto
de Bahía Portete, un lugar bastante movido donde continuamente entraban y salían
embarcaciones, no queda más que un espacio vacío con apenas algunos rastros de latas
y vidrios rotos en la orilla. Al llegar ahí con mi cámara, trataba de capturar algo que
hiciera visible lo que había sido ese puerto, una pista que mostrara las ruinas de un
sitio que, por sus condiciones naturales y geográficas, había sido una ruta impregnada
de historias de violencia, abandono y olvido. Me quedó solo la opción de filmar el va-
cío que dejaron esos sedimentos de historias. ¿Hacia dónde podría enfocar la cámara?

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Los lugares heridos testimonian a través del abandono los silencios y las huellas de su
horror…

Como visibilizar y evidenciar las memorias en medio de sus fracturas, ambigüedades


y borrosidades.

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Trasegares6
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Este proyecto de investigación-creación tuvo como objetivo repensar la relación entre
la ciudad (Bogotá) y la producción de subjetividades desde algunos espacios domés-
ticos. Pero no con la finalidad de hacer una cartografía “esencialista” o “identitaria”
(Guattari 1989; Preciado 2008). Se trató, más bien, de reparar en ciertos cuerpos
atravesados por múltiples relaciones de poder y la manera en que circulan por espa-
cios bien delimitados y codificados de la ciudad –del sur al norte, del norte popular
al norte “estrato 5 y 6”; de sus casas a otros espacios domésticos, de una intimidad
a otra– para atender cómo experimentan esas relaciones, codificaciones y fronteras,
subjetivándose en el espacio, en las segmentadas geografías por las que transitan al
incorporarlas en sus formas de tener experiencia, en sus prácticas cotidianas.
En concreto, el proyecto se enfocó en las prácticas de cuidado de niños y de an-
cianos, partiendo de la reflexión sobre lo que está en juego en la misma actividad del
cuidado; una práctica laboral que implica el involucramiento de las emociones, de los
afectos y del contacto como parte del proceso de trabajo y las labores de servicio, y
que por esto parece exceder también lo que se considera “actividad productiva”. Ade-
más se trata de prácticas que producen cierta feminidad como identidad cultural y
social sedimentada –en nuestro medio, el trabajo de cuidado, se sabe, es básicamente
femenino–, pero que también permiten reinventar de cierto modo estas subjetivida-
des, en sus formas de circular y habitar los espacios y los flujos afectivos, perforando

6 Ver trabajo audiovisual en:


http://lasdisensuales.wix.com/lasdisensuales#!home/c123l

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las sedimentaciones socioculturales que atraviesan las segmentadas geografías de la


ciudad. Interesó, más bien, atender a la circulación de los afectos que atraviesan y
conforman los cuerpos, prácticas, rituales, cuidados y sujeciones de la cotidianidad,
en su dimensión efímera, banal e inestable. Al abordar estas experiencias, nos enfren-
tamos a la pregunta sobre cómo explorar y poner de manifiesto desde el quehacer et-
nográfico unos flujos de afectos que atraviesan esos espacios cotidianos de la ciudad,
dejándolos resonar sin fijarlos a narrativas o andamiajes conceptuales que solidifica-
rían y neutralizarían su fluidez, insistiendo en la manera en que estos afectos pueden
vincularse también con formas de desidentificación que alteran las subjetividades y
mostrando también cómo ellos circulan en prácticas relacionales en las que se juega
una cierta ética y política de la cotidianidad.
Este proyecto es entonces un proceso aún en devenir que por ahora tuvo como
producto una instalación presentada en Bogotá, en la Universidad Nacional del 1 al
30 de agosto de 2015, en el marco del Museo Efímero del Olvido. En esta instala-
ción, nos interesó proponer un espacio donde las diferentes historias que habíamos
encontrado a su vez se encontraran, chocaran y compartieran; no para recrearlas o
reconstruirlas, sino para ponerlas a dialogar, escucharse y atravesarse mutuamente,
pensando también en que estos cruces y encuentros pudieran interpelar a los especta-
dores con trazos y afectos que de igual manera de cierto modo los atraviesan. Cruza- 43
mos así historias cargadas de relaciones de poder, pero además de relaciones afectivas
donde la cotidianidad y la relacionalidad que en estas se despliega es la sustancia de su
conformación. Así, apostamos a trabajar en medio de los intervalos de las memorias
y los olvidos, los residuos, las huellas y los fantasmas que habitan los cuerpos con los
que nos encontramos. 
Nos propusimos seguir los trazos pero a la vez producir, trazar otras prácticas dis-
cursivas que reutilizaran y confrontaran fragmentos de archivos, de archivos del cuer-
po, en particular desde una exploración de unos cuerpos que en nuestras circunstan-
cias históricas han sido particularmente invisibilizados, subalternizados, fragilizados,
como el cuerpo femenino doméstico, pero que también pueden reutilizar y expresar
esa fragilidad en prácticas emancipadoras cotidianas que muestran una inteligencia
de los cuerpos y la manera en que ellos pueden apropiarse de su poder. Seguir porque
nos propusimos recuperar historias y experiencias en las que se juega esta fragilidad
e invisibilización de lo femenino, pero producir además porque al exponernos a ellas
quisimos recuperarlas, acogerlas, experimentarlas desde formas de enunciación y de
visibilidad que permitieran precisamente decir, hacer, pensar, sentir de otro modo.
No quisimos así involucrarnos exteriormente con esas circunstancias locales como si
se tratara de objetos de estudio distantes. Quisimos, más bien, reconocernos a noso-
tras mismas como afectadas por las fuerzas que atraviesan los lugares desde los cuales
hacen experiencia estas mujeres, en tanto que nosotras también hacemos parte de al-
gún modo de los espacios de domesticidad y en nuestras sedimentaciones femeninas

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Catalina Cortés Severino

compartimos algunas de las violencias que constituyen a esos cuerpos, aunque sin
duda desde posiciones muy distintas, que también pudieron verse alteradas, de cierta
manera, a través del mismo proyecto. 
La puesta en escena de todo esto en la instalación que titulamos Trasegares consis-
tió en un video proyector que en una pared presentaba simultáneamente dos videos
documentales de primeros planos de actividades domésticas, alternados con imáge-
nes de interacciones de las mujeres, los niños y los ancianos que cuidaban. Paralela-
mente se proyectaron, en un lavamanos, imágenes de manos que lavaban, cortaban
alimentos y fregaban la loza. Asimismo la instalación presentó fragmentos de texto
–del diario de campo, entrevistas, reflexiones, etc.– que en el caso del espacio para
el Museo Efímero del Olvido se montaron en plóter, en 28 pequeñas ventanas que
funcionaban como paneles consecutivos. El registro sonoro de la instalación consis-
tió en fragmentos de historias, conversaciones, reflexiones, risas, silencios y ruidos
cotidianos que fueron transmitidos por medio de parlantes. El audio y el video no
fueron sincrónicos. Además del video, del sonido y de los paneles con texto, la ins-
talación tenía una parte análoga donde se expuso el diario “hecho a varias manos”,
desarrollado durante el proyecto, que contuvo fragmentos de entrevistas, reflexiones
personales, pequeños mapas de recorridos vitales, historias de vidas y algunos retazos
44 de imágenes.

“Lo efímero del trabajo del cuidado”. ¿Cuidado que se olvida? ¿Dónde guardamos
esos afectos que nos ayudaron a crecer, de los que estuvieron cerca, muy cerca, acom-
pañándonos en el día a día? Trabajo del día a día que no puede parar, que tampoco
puede detenerse, afectos que nos han formado, nos han constituido, nos han mol-
deado, ¿Dónde quedan? ¿En nuestros cuerpos? ¿En nuestros recuerdos? ¿En nuestros
olvidos? ¿Las huellas de esas manos siguen presentes en nosotras o ya se fueron a algún
lugar recóndito? ¿Estamos formadas, modeladas, vaciadas por esos cuidados invisibles
y silenciosos?

Estas son frases que asaltaban la vista apenas se entraba en la sala que alojaba la ins-
talación. Frases reflejadas en el piso, la pared y los cuerpos, que huían con los ritmos
e intensidades de la luz. Frases que aún nos atraviesan y resuenan en nosotras; que
surgieron en medio de conversaciones, encuentros cotidianos, reflexiones, recuerdos
y olvidos; que no operan referencialmente pretendiendo capturar una realidad dada,
sino como acciones que pertenecen a la realidad de la vida (Das 2008). Frases que
hacen parte del lenguaje y de los cuerpos no solo como significado, sino como porta-
doras de memorias y afectos.

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Resituando el diario/bitácora/sketch en la producción de conocimiento y sentido antropológico

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El diario fue uno de los hilos conductores del proyecto, ya que partimos de la es-
critura como práctica corporal y afectiva en medio de una oscilación entre el ir y
el venir, lo familiar y lo extraño; es decir, en medio de la tensión entre experiencia
y reflexión. Y es que el mismo proyecto comenzó con reflexiones e inquietudes
que teníamos en común y que nos lanzaron en primer lugar a la tarea de trazarlas
a través de escritos que fueron conformando el diario de campo del que ya habla-
mos. Además, uno de los soportes del proyecto fue un blog-diario que creamos
inicialmente para guardar material fotográfico y sonoro, y que pronto se convirtió
en un espacio de reflexión que devino en un diario a varias manos. La escritura se
convirtió así no solo en una práctica de experimentación y de ejercicio en la que
podían asumirse, con esa cierta distancia del extrañamiento, experiencias que nos
son muy próximas, familiares; sino que se convirtió también en una práctica del
espacio, en una forma de acercarnos y repensar Bogotá a través de los espacios
de domesticidad, las sedimentaciones femeninas y la cotidianidad que se da entre
unos y otros. Por eso, la escritura fue una práctica que, en lugar de simplemente
transmitir descripciones y observaciones, operó desde el principio como una forma
de andar del proyecto que nos dio la posibilidad no tanto de construir relatos sino
de configurar recortes y ensamblajes de textos, imágenes y voces a partir de la fuerza
46 de los acontecimientos y de la manera en que estos nos afectaron y modificaron.
En este sentido, asumimos la escritura como práctica corporal que, desde la actitud
ética de la que hablamos antes, parte de la vulnerabilidad y la intimidad que atra-
viesan nuestras relaciones con los otros en el mundo.

Encuentros y escritura

Encuentros que nos generan preguntas, emociones, ansiedades, simpatías, solidarida-


des, fricciones, desacuerdos, encuentros que nos afectan y de alguna forma también
nos transforman. Relaciones entre nosotras y ellas mediadas por el bagaje de experien-
cias que cada una trae consigo en el encuentro. Encuentros que hacen que nuestra
escritura sea una práctica plenamente corporal y afectiva. 

En medio de unas copas... 

Conversaciones que iban y venían, se cortaban y recomenzaban, empezaban en anéc-


dotas sobre las vacaciones de semana santa, las dificultades de las madrugadas para
los niños, los problemas y expectativas laborales y terminaban en cuestionamientos
sobre cómo mostrarles a nuestros hijos otras posibilidades y encuentros fuera de “sus
cómodos mundos”, las diferencias de clase entre Colombia y Francia y las relaciones
de nosotras con Bogotá. Encuentros que nos hacen preguntarnos sobre nuestras vidas

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Resituando el diario/bitácora/sketch en la producción de conocimiento y sentido antropológico

cotidianas, nuestros deseos, miedos y futuros cercanos. Conversaciones que generan


pequeñas complicidades.

Estados de ánimo 

Mientras meneaba la crema de mazorca en forma de ochos para que no se cortara, Nu-
bia me contaba lo difícil que habían sido esos días con Tatica, como ella le dice. Días
donde ha estado muy triste, baja de ánimo... “Yo creo que es eso que llama depresión,
pero hay que saberla llevar porque uno no sabe si a esa edad nos va a dar a nosotras lo
mismo, y mi labor es acompañarla en las buenas y en las malas”. Ella me cuenta que
se siente muy sola, que no le dan ganas de nada, que el frío le vuelve rígida la columna
y no hay forma de apaciguar el dolor. Espacios y cuerpos que comienzan a ser despla-
zados de las dinámicas y ritmos sociales y en esa separación que se va creando hay que
construir nuevamente sentido. Estados de ánimo que, aunque no sean nuestros, nos
atraviesan, nos afectan sin poder evitarlos.

Estos fragmentos del diario, que atraviesan también la textura compositiva de este
texto, son fragmentos escritos en esos intervalos que se dieron entre lo que escu-
chábamos, imaginábamos y nos afectaba. Fragmentos que surgieron de lo que su- 47
cedía en los encuentros y nos hacían ir a otras historias parecidas, ya escuchadas o
simplemente imaginadas. Fragmentos de ellas y de nosotras, fragmentos en los que
ya se han cruzado las voces, testimonios de oídas; fragmentos entonces sin autor
propio, sin firma, anónimos. Su fuerza, de hecho, tiene que ver también en gran
medida con este anonimato: el anonimato que divide, que altera. El anonimato
de una escritura que produce diferencia, ya que el otro me afecta y hace producir
algo nuevo en mí, que ya no puede reconocerse como propio. Así se desplegó una
escritura de la vida cotidiana que surgió en medio de encuentros, recorridos, soni-
dos, silencios, afectos, deseos, entre otras fuentes cuya sustancia es la cotidianidad.
Una escritura que, con el anonimato, hace valer también la impersonalidad de los
afectos que la atraviesan.
Esta práctica experimental de la escritura también se relacionó con el proyecto,
con otros lenguajes y medios. Así apostamos a una articulación entre lo visual, lo
sonoro y lo táctil que, interpelando los afectos, las tensiones, la imaginación, pudiera
producir además nuevas situaciones, direcciones y problemas. Los intervalos que se
generan entre la escritura, lo sonoro y lo visual permitieron así jugar con el fragmen-
to; con los fragmentos de experiencia, de memorias, del tiempo, buscando ensam-
blarlos de diferentes maneras para generar constelaciones de sentido perturbadoras,
que inquietaran la percepción habitual.

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Finalmente el video de la instalación partió principalmente de un acercamiento a los


rituales cotidianos a través de las acciones que se repetían día a día y a las técnicas de los
cuerpos que nos dejan percibir esas formas sutiles de estar en el mundo y de hacerlo su
morada. Nos detuvimos en la repetición de esas prácticas y rituales como una forma de
documentarlas desde la materialidad de la mediación y las intensidades que se genera-
ban en el momento. Un espacio para lograr un acercamiento, un hablar acerca de y no

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Resituando el diario/bitácora/sketch en la producción de conocimiento y sentido antropológico

sobre esas prácticas de resignificación que se desenvuelven en medio de la repetición del


día a día; prácticas banales, imperceptibles, escurridizas, es decir, imposibles de “nom-
brar, fijar e identificar” fácilmente. Trabajar por medio del video, usando desde panta-
llas paralelas hasta la proyección de video en un lavamanos, nos permitió reflexionar así
sobre la relación imagen-tiempo a través de la repetición y el montaje.
Como puede entreverse, con estas selecciones y planteamientos intentamos des-
estabilizar las fronteras que separan nítidamente las ciencias sociales y el arte, para
reconocer no solo que en las prácticas estéticas se produce pensamiento, sino incluso
que en todo movimiento del cuerpo que se apropia de su potencia se manifiesta una
capacidad pensante y se despliega un poder de transfiguración estético. En estos cru-
ces de fronteras, buscamos entonces resistir al privilegio de ciertos saberes y prácticas
que definen de antemano lo que tiene sentido y resulta pensable, para reivindicar lo
que esas fronteras presuponen, pero siempre niegan: un poder común que se desplie-
ga en prácticas, discursos, imágenes y sus entrecruzamientos, en los que se configuran
y reconfiguran objetos, experiencias, problemas y en general formas de visibilidad.
Ya dijimos que una de las tareas principales que nos propusimos con este proyecto
fue tratar de configurar un espacio que hiciera sentir las intensidades y banalidades de la
experiencia en común y los encuentros cotidianos; esas experiencias íntimas en medio
de los afectos, el cuerpo, las emociones y el tiempo que son las que nos atan al mundo 49
y las que generan ese espacio íntimo y vulnerable que se construye por medio de en-
cuentros, intercambios, presencias, en la tensión entre el adentro y el afuera. Se trató,
en fin, de un intento de aproximación a las texturas, densidades, fuerzas e impulsos que
conforman algunos de los espacios cotidianos de esta ciudad; un acercamiento a los
límites y excesos; un descenso a la cotidianidad para seguir los ritmos, rumores, desvíos
y eventos que transcurren en el terreno inestable de las subjetividades e identidades;
un encuentro de itinerarios impredecibles, por ejemplo de mujeres líderes de barrios
que cuidan niños durante el día y asumen las dos actividades como formas, a la vez,
de sobrevivencia y de realización personal; o ancianas que encuentran en las mujeres
que las cuidan la compañía y el afecto que sus familias no les dan y cómo en esa rela-
ción se cruzan historias de violencia, desplazamiento, discriminación, entre otras que
configuran nuestra ciudad. Todo esto sitúa el descenso a lo cotidiano en el terreno de
la complejidad y la no garantía de sus arreglos; una contingencia que es también la del
anonimato, de esos miles de cruces identitarios, intervalos temporales e intensidades
afectivas que atraviesan la cotidianidad de esta ciudad...
Como se describió, partir desde el diario como base para articular nuestro hacer
en común nos permitió una reflexión sobre la escritura como una inscripción afectiva
donde estamos afectando y afectándonos por las otras escrituras, donde la autoría se
diluye y predomina ese anonimato de lo común, de las intensidades que se generan
en el hacer. Una escritura y un pensamiento afectados potencian la creación al perder
referencias y seguridades.

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Comentarios finales

El diario como práctica narrativa y visual permite ampliar las posibilidades del queha-
cer etnográfico al trabajar en medio de las imágenes, las experiencias y las memorias,
generando complejas relaciones entre tiempo y espacio. Tanto las imágenes como la
escritura son una elaboración artesanal que se crea a partir de la materia prima de la
cotidianidad.
Así, el diario se convierte en un espacio que conserva las cenizas de la experiencia
(Didi-Huberman 2008) y que permite la escritura desde el cuerpo donde “el escrito
y yo nos afectábamos mutuamente” (Vásquez 1998). Este posicionamiento hacia la
elaboración del diario nos lleva a trabajar a través de la materialidad de la mediación y
las intensidades que se generan en medio de la ruptura entre la experiencia y la repre-
sentación remitiéndonos a la dimensión más artesanal de la investigación: aquella en
que el pensamiento está integrado con el hacer de las manos y donde es el cuerpo el que
imprime las huellas del pensamiento sobre el papel (Pinochet Cobos 2016). El diario
como un lugar de inscripción del pensamiento y la experiencia permite otra forma de
relación con la producción del conocimiento y sentido, donde estos se dan en medio
de procesos lentos, coyunturales e impredecibles. El acto de “pensar” tiene lugar tanto
50 dentro como fuera de nosotros, de modo que las revelaciones creativas solo son posibles
a través de la conjunción, en un mismo proceso temporal, de la mente humana con
otros objetos que proyectan y actualizan su potencia (Gell 1998). Este encuentro de
elementos heteróclitos, manipulados a través del recorte y el montaje, se caracteriza
por exhibir los cortes y suturas del proceso de investigación sin atenuación ninguna
(Clifford 1990). Ofrece, de este modo, la posibilidad de que materiales aparentemente
incompatibles puedan convivir en un mismo espacio/tiempo, haciendo aflorar vínculos
insólitos que pueden derivar en hallazgos significativos (Pinochet Cobos 2016). Desde
estos planteamientos, el diario se convierte en el espacio de inscripción de nuestro en-
cuentro con el mundo donde nuestras investigaciones, prácticas visuales, intervencio-
nes sonoras y nuevas formas de experimentación con la escritura pueden expandirse en
términos metodológicos, conceptuales y epistemológicos.
Los proyectos sobre los que me enfoqué en este artículo me permitieron trabajar
en los intersticios entre el análisis sociocultural y los lenguajes estéticos. Intervalos
que tienen que ver con la experimentación y el análisis e interpretación del sentido,
lo cual nos lleva también a la producción de otro tipo de conocimientos y, conse-
cuentemente, a replantearnos las metodologías con las cuales trabajamos. Es decir,
son propuestas que permiten reflexionar sobre la necesidad de la dimensión de la
experiencia estética en la investigación antropológica para seguir explorando meto-
dologías que proporcionen formas de aproximación a esta dimensión estética desde
las ciencias sociales y que posibiliten otras formas de comprensión e interpretación
de dichas realidades sociales.

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Resituando el diario/bitácora/sketch en la producción de conocimiento y sentido antropológico

El antropólogo Tim Ingold alerta acerca de la necesidad de la imaginación en


las ciencias sociales y recuerda que ésta consiste en lograr trabajar con esos frag-
mentos de la experiencia, de las memorias, del tiempo en sí y ensamblarlos de
diferentes maneras para que permitan un cuestionamiento de la realidad más allá
de las “presencias” en interacción con el pasado y el devenir, “y así sanar la ruptura
entre el mundo y nuestra imaginación sobre este” (2015, 29). Así, el el diario/
bitácora/sketch permite acercarnos a la dimensión de la experiencia estética en la
investigación antropológica, ya que es un espacio donde es posible entrelazar las
formas en que lo sensorial y las corporalidades registran, testimonian y configuran
las gramáticas del sentido de las realidades sociales. El “giro corporal” en “lo visual”
nos hace situarnos desde el cuerpo, creando así una mirada intersubjetiva y rela-
cional, en oposición a una mirada distante y objetivizadora. La antropóloga Ruth
Behar (1997) recuerda también la necesidad de pensar nuestras producciones desde
la vulnerabilidad y la experiencia del encuentro; es decir, no solo como formas de
conocer el mundo, sino como caminos mediante los cuales nos construimos y re-
configuramos como sujetos.
El mundo es fenomenológico, existe como energía, fuerzas, atracción, deseos, re-
pulsión, es decir, como una articulación de modos de sentir. Por ello, esta apuesta
de la dimensión estética en la práctica antropológica apela a acercarse a esas comple- 51
jidades de lo social desde ángulos que permitan evocar diferentes formas de inter-
pretación y descripción de las realidades que nos atraviesan. Es decir, una apuesta a
crear otras imágenes a través de la creación de constelaciones y coyunturas que nos
permitan develar las complejas orquestaciones bajo las cuales reposa la cotidianidad y
engancharnos con el mundo desde el cuerpo del modo más directo y material.
Estos planteamientos presentan retos metodológicos desde la antropología que
permitan situarnos desde el cuerpo y la experiencia, donde en ese encuentro con lo
mío y lo otro emerge algo. Un conocimiento que surge en nuestro ser con el mundo
en medio del encuentro, la intersubjetividad y las contingencias. La práctica etno-
gráfica pensada desde acá se enriquece y complejiza ya que este posicionamiento nos
hace replantearnos y expandir nociones como la de trabajo de campo, el diario, las
entrevistas, etc. Una metodología pensada desde las contingencias, menos de po-
sición que de movimiento, no tanto de representación como de performatividad,
menos en términos de objeto o cuerpo que en términos de relacionalidad. Esto nos
lleva a entender la metodología a manera de tránsito al permitirnos producir sentido
y conocimiento a través del movimiento y lo que surge en ese caminar. Por eso, una
apuesta metodológica con perspectiva desde lo estético implica situarse desde los
afectos y el cuerpo. Es decir, la experiencia estética o lo estético como experiencia es
el cuerpo como lugar de producción de conocimiento en medio de la relación entre
el adentro y el afuera. El cuerpo como apertura con el mundo y frente al mundo,
capacidad de afectar y ser afectado, de sentir y ser sentido (Gil 2010).

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Catalina Cortés Severino

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Libros de FLACSO Ecuador

Serie Atrio
La planificación estatal en el interjuego entre
desarrollo y democracia
Patricio Moncayo
FLACSO Ecuador, 2017
356 páginas
¿Está en crisis la planificación estatal? ¿Cuál fue su aporte al desarrollo
y a la democracia en las décadas de 1970 y 1980 en Ecuador? Estas son
las preguntas que Patricio Moncayo responde en este libro. Con ese fin
realiza un análisis comparativo de la experiencia de la planificación en
dos regímenes, el del general Guillermo Rodríguez Lara, calificado de
“nacionalista y revolucionario”, y el de Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado
con el que se inauguró el retorno a la democracia.
Basándose en una rigurosa y profunda investigación, Moncayo muestra
el aporte de la planificación, tanto al sentar las bases del desarrollo como
al colocar las simientes de un encuentro productivo entre la técnica y la
política. El principal mensaje de este libro es que no cabe anclarla a un solo
modelo económico y político, porque en la democracia es una herramienta
tanto del gobierno como de la oposición, rebasa al Estado y se cuela en la
sociedad. Ello exige repensarla teórica y metodológicamente para que deje
de ser un artefacto tecnocrático y potencie la capacidad para gobernar, ya
que de esto puede depender el fortalecimiento de la democracia.
A través de una prosa amena y metafórica, lectoras y lectores de ‘La
planificación estatal en el interjuego entre desarrollo y democracia’ irán
descubriendo a los actores principales y los juegos de poder dentro del
Estado, en un período muy importante de la historia reciente del Ecuador.
ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2639

Cultura autóctona: curaduría como proceso


etnográfico en la escena del arte cubano actual
Local Culture: Curation as an Ethnographic Process in the
Contemporary Cuban Art Scene
Cultura autóctone: curadoria como processo etnográfico
na cena de arte cubana atual
dossier

Celia Irina González


Fecha de recepción: 27 de febrero de 2017
Fecha de aceptación: 27 de junio de 2017

Resumen
Esta investigación participa de la discusión sobre la urgencia de la problematización del trabajo de campo
para la producción de conocimiento antropológico a través de nociones provenientes de las artes visuales
como diseño, instalación y curaduría. El trabajo de campo fue realizado en La Habana bajo la noción de
práctica curatorial como práctica etnográfica, método y modo de producción teórica. La práctica curatorial
se concretó en una exhibición nombrada Cultura autóctona, con el objetivo de comprender la escena actual
del arte cubano y su repercusión en la producción de prácticas involucradas con su contexto social potencial- 55
mente críticas. El diseño de la operación de encuentro como parte del proceso de la práctica curatorial aportó
elementos a la actual discusión de la antropología visual, al entender la imagen como parte de procesos de
relacionamiento, más que de descripción.

Descriptores: etnografía; trabajo de campo; arte contemporáneo cubano; práctica curatorial; instalación; antro-
pología visual.

Abstract
This study contributes to the discussion on the production of anthropological knowledge and the visual arts
in particular fields such as design, installation and curation. The fieldwork was conducted in La Habana
under the guise of the practice of curation as a site of ethnographic practice, method and theory building. In
concrete terms, the study centres on an exhibition called Cultura autóctona, with the objective of understand-
ing the contemporary Cuban art scene and its repercussions for the production of practices involved in its
politically critical social context. The design of the exhibition and curation process has contributed elements
to the current debate within visual anthropology: understanding of the image as a process of inter-relation,
more than of description.

Keywords: ethnography; fieldwork; contemporary Cuban art; curation; installation; visual anthropology.

Resumo
Esta pesquisa participa da discussão sobre a urgência da problematização do trabalho de campo para
a produção de conhecimento antropológico através de conceitos que provêm das artes visuais como

Celia Irina González. Magíster en Antropología Visual por FLACSO Ecuador. Profesora en la Universidad de las Artes-ISA, La Habana, Cuba.
* [email protected]

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 55-77
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier

Celia Irina González

desenho, instalação e curadoria. O trabalho de campo foi realizado em Havana sob a noção da prá-
tica curatorial como prática etnográfica, método e modo de produção teórica. A prática curatorial
materializou-se numa exibição chamada Cultura autóctone, a fim de compreender a cena atual de arte
cubana e sua repercussão na produção de práticas envolvidas com seu contexto social potencialmente
críticas. O desenho da operação do encontro como parte do processo da prática curatorial contribuiu
com elementos para a discussão atual da antropologia visual, ao compreender a imagem como parte de
processos de relacionamento mais do que de descrição.

Descritores: etnografia; trabalho de campo; arte contemporâneo cubano; prática curatorial; instalação;
antropologia visual.

D esde la década de 1980, el arte cubano ha sido reconocido por su alto nivel
de involucramiento con el contexto social y político de la isla, llegando a
ser caracterizado como antropológico por la crítica de arte en diferentes
momentos –Gerardo Mosquera (2002), Magaly Espinosa (2007)–. Este trabajo et-
nográfico es una oportunidad para comprender la situación del arte cubano contem-
poráneo en el presente panorama político y social de Cuba, y su repercusión en la
producción de un arte involucrado con su contexto.
Con el fin de entender el estado actual de la escena del arte, asumí la práctica
56 curatorial como práctica etnográfica, es decir, la práctica curatorial como estética,
tecnología y conocimiento productivo durante el trabajo de campo (Marcus y Elhaik
2012). La curaduría no fue una oportunidad para presentar los resultados del trabajo
de campo sino que fue parte esencial del proceso de compresión de la escena contem-
poránea del arte cubano.
Las condiciones actuales de la práctica curatorial han configurado sus formas de
trabajo y su protagonismo. Hoy y ya desde la década de 1990, es habitual que se
recuerde, más que los nombres de los artistas de una exhibición, el nombre de su
curador. La práctica curatorial ha pasado de la elección de un grupo de obras a ser
emplazadas en una galería a la oportunidad de desarrollar una tesis a través de la
propuesta de conexiones conceptuales no solo entre obras terminadas sino con la
inclusión de eventos inaugurales, charlas, textos sobre curaduría en catálogos o des-
pliegue promocional. La curaduría entendida como práctica implica un antes y un
después del propio momento inaugural; más que un evento cerrado, es un proceso
de larga duración –por ejemplo para una bienal la investigación curatorial comienza,
por lo regular, dos años antes de que el evento se realice y la exhibición puede estar
abierta al público hasta cinco meses– y de relacionamiento en el que necesariamente
se trabaja en equipo con productores, coordinadores, divulgadores y sobre todo con
artistas –en el caso de megaexhibiciones y bienales pueden estar invitados más de 40
artistas solo a la muestra principal–.1
1 Ejemplos de exhibiciones con estas características son: La 56 Bienal de Venecia 2015; La 13 Bienal de Lyon 2015; o
La 12 Bienal de La Habana 2015.

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

Este fenómeno de exceso de protagonismo del curador en la escena del arte se ha


denominado giro curatorial: “Indicativo de un giro en el rol primario del curador
es el cambio de percepción del curador como cuidador, a un curador que tiene un
papel que jugar mucho más creativo y activo en la producción del arte en sí mimo”2
(O’Neill 2007, 243). El mundo del arte, con cada vez más presencia de megaexhi-
biciones y bienales, apela al curador como la estrella del espectáculo, un actor que
agrega valor cultural y legitima la práctica de los artistas.
Desde esta condición, la curaduría ha promovido conexiones conceptuales
entre sus propuestas y la antropología como productores de conocimiento y sig-
nificado. Dos ejemplos paradigmáticos son la exposición Magiciens de la terre3
(1989) curada por Jean-Hubert Martin en París como un primer intento por conce-
bir el espacio expositivo como productor cultural tomando en cuenta no solo artistas
sino sujetos no denominados bajo dicha etiqueta, e incluyendo continentes con me-
nos visibilidad en el mundo del arte en aquel momento. Recientemente, otro ejem-
plo es la tercera edición de La Trienal de París (2012) curada por Okwui Enwezor
–curador nigeriano de reconocimiento internacional– con Intense Proximity4 como
propuesta conceptual central. Enwesor hizo aún más evidente la relación de su pro-
puesta curatorial con la antropología, más que modelos de la historia del arte mira a
la etnografía como paradigma para conceptualizar su curaduría a partir de distancia 57
y cercanía, afuera y adentro, proponiendo la proximidad intensa.5
Sin embargo, me interesa llamar la atención no solo acerca de lo que pudieran
parecer conexiones temáticas sino sobre todo la relación metodológica entre la prác-
tica curatorial y la etnográfica, entendiendo la práctica curatorial como proceso, ex-
pandida antes y después del momento expositivo. En el texto curatorial de la edición
56 de La Bienal de Venecia, Enwezor argumenta que mientras “El arte no tiene
obligación” (2015, 17), es decir mientras no necesariamente debe involucrarse, co-
mentar o criticar las condiciones sociales de su tiempo, las exhibiciones de arte tienen
otra condición: “Una exhibición como espacio de discurso público, como escena
de prácticas anticipatorias y como declaración de intención no puede sostener una
distancia con su contexto cultural que puede frenar la condición social que la lleva
a un diálogo con su público diverso” (2015, 18). Enwezor posiciona la exhibición
como práctica de relacionamiento y por tanto con responsabilidades ante el público

2 Traducción propia de esta cita y siguientes.


3 Los magos de la tierra.
4 Proximidad intensa.
5 Los magos de la tierra, realizada en Georges Pompidou y en la Grande Halle de la Villette en París, se reconoce como
la primera exposición que incluyó, en la escena internacional del arte, la producción cultural de zonas del mundo que
no participaban de los debates teóricos y estéticos del arte, en una pretensión de cuestionar la posición hegemónica del
arte contemporáneo. La tercera edición de La Trienal de París, por su parte, exploraba los puntos de encuentro entre
etnografía y arte que convergían apuntando a la fascinación de ambas por el extrañamiento. Su diseño curatorial tenía
como referencia antropólogos franceses como Claude Levi-Strauss, Marcel Mauss, Michel Leiris y Marcel Griaule.

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dossier

Celia Irina González

no solo artísticas sino políticas y sociales, y al curador como el principal responsable


del funcionamiento de la misma. Estas condiciones de la práctica curatorial la hacen
susceptible de situarse como práctica etnográfica, en cuanto proceso colaborativo
diseñado para un lugar específico en función, primordialmente, de la relación con un
público particular.
En este sentido es que el giro curatorial en el arte contemporáneo se hace produc-
tivo para mi investigación. No asumo el curar como una actividad excéntrica y espec-
tacularizada sino como una oportunidad para proponer formas de relacionamiento
que activen cierto espacio social a la vez que permitan su comprensión; un proceso
que no termina con la inauguración, sino que se expande antes y después de ésta para
producir significado y conocimiento.
Tarek Elhaik ha propuesto explícitamente la práctica curatorial como práctica
etnográfica (Elhaik en Marcus y Elhaik 2012) intentando responder a problemas
metodológicos surgidos después del giro etnográfico, ahora desde nuevas condi-
ciones conceptuales. Para este autor, la práctica curatorial ha sido la tecnología y
estética para su investigación etnográfica sobre modernismo cosmopolita en Mé-
xico desde una doble agencia: antropólogo y curador, al encuentro con un otro
homólogo y teniendo el trabajo curatorial como un espacio de producción y re-
58 cepción de conocimiento en el que los niveles de representación y descripción son
reconfigurados.
Si para Elhaik la práctica curatorial es una tecnología adecuada para su investi-
gación etnográfica sobre modernismo cosmopolita en México, para mí ha sido una
oportunidad de comprender, durante mi trabajo de campo, las nuevas condiciones
de la escena actual del arte cubano y su repercusión en la producción de una práctica
artística involucrada con su contexto social.
Desde la posición de un actor más de la escena del arte en Cuba –una artista
joven aunque ya ubicada en el engranaje social de este campo específico– investigo
y me involucro en la práctica curatorial como práctica etnográfica con una agencia
doble –incluso triple–: la de artista, curadora y antropóloga. Trabajo en un campo
en el que no me introduzco sino que opero desde una ubicación previa en la que
me relaciono con homólogos, colegas intelectuales y profesionales, con la tarea
de proponer operaciones de descripción y representación productivas para ambos
campos como generadoras de significado y conocimiento. La curaduría propicia
un espacio de encuentro entre colegas en función de sistematizar y problematizar
las condiciones de una escena intelectual influida por cambios políticos y sociales
más amplios.
Debido al protagonismo que tiene para mi investigación tanto la escena del arte
como la actual escena política y social cubana, considero productivo introducirlas
como situación etnográfica en la que se ubica el proceso curatorial antes de comenzar
su análisis.

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

La Habana, en una situación de cambio

El 17 de diciembre de 2014 ha pasado a la historia de Cuba como el día en que


comenzó el “cambio”. Ese día se anunció el reinicio de las relaciones diplomáticas
entre Cuba y Estados Unidos por los presidentes de ambos países. Como en casi toda
transición, las fechas son más simbólicas que efectivamente radicales marcando un
antes y un después.
La reconfiguración del discurso y las estrategias gubernamentales han sido lentas y
moderadas desde antes de 2014 –los primeros síntomas de reforma comenzaron con
el mandato de Raúl Castro en 2008–. El discurso oficial ha mutado de la resistencia
ideológica ante el capitalismo hacia la productividad como meta principal bajo la
aclaración de la permanencia del sistema socialista. Sin dejar de presentarse como un
Gobierno centralizado, ideologizado y totalitario, el reformismo de Raúl Castro ha
priorizado los pactos económicos, la productividad y la eficiencia.
Por primera vez, las dos orillas ideológicas –quienes disienten y los seguidores del
proyecto gubernamental– están de acuerdo en algo: no aprueban esta amistad. La
“disidencia” –denominación utilizada durante décadas como insulto peligroso, aquí
la utilizo apelando a su definición: disentir– no quería un pacto con el Gobierno
comunista y los llamados revolucionarios no querían un pacto con el Gobierno es- 59
tadounidense. Con esta decisión reformista moderada, se ha perdido la oportunidad
de un cierre épico del conflicto para ambos bandos, una declaración del fin de la
Revolución cubana y, por tanto, de la contrarrevolución sin que sea declarado un
vencedor absoluto.
Ha habido una descentralización a pequeña escala y controlada, permitida por
el Estado, que ante su nuevo objetivo de productividad económica comprende que
la administración absoluta de todos los sectores de la economía, incluyendo el pe-
queño negocio, era eficiente para la guerra ideológica pero se convertía en un peso
para el nuevo panorama en el que, por primera vez, la economía tenía prioridad;
un paso que fue empujado por décadas de presión silenciosa de una población
que se insubordinó progresivamente a las rígidas reglas gubernamentales que no
respondían a sus intereses.

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Celia Irina González

© Celia González, marzo de 2016.


60
Fotografía 1. Las banderas cubana y estadounidense izadas juntas en La Plaza de La Catedral, La Habana Vieja.

Según el análisis del crítico de arte cubano Iván de la Nuez (2015), Cuba transita
por un proceso de normalización. Se refiere a la inclusión del país en las lógicas de la
globalización que lo hará perder su condición de singularidad, heredada de la Revo-
lución como proceso social y político que emanó más allá de la isla:

Aquel diciembre 17 quizá será recordado por la historia como el día en que Cuba ofi-
cialmente comenzó a operar en minúscula. Fue el grado cero desde que una isla quedó
atrapada –para bien o para mal– en su excepcionalidad, enfrentó el día que la posi-
cionaría más cerca de la vida normal que de la historia épica (De la Nuez 2015, 1-2).

El Presidente estadounidense Barak Obama en visita a Cuba catalogó la restaura-


ción de las relaciones diplomáticas entre ambos países como el fin de la Guerra Fría.
Efectivamente es avizorado el fin de una etapa política no solo en las relaciones entre
ambos países, sino sobre todo, en las estructuras internas de la isla. Después de este
nuevo boom en el que Cuba vuelve a ser noticia, posiblemente la isla caribeña haya
perdido su carácter épico. Pero todavía hoy las estructuras estatizadas y su presencia
en la propaganda política no han desaparecido: sigue en los carteles, medios de co-
municación y discursos, propiciando una situación oportunista en la convivencia del
reformismo moderado y el radicalismo ideológico.

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

No es posible percatarse de las velocidades y matices de este proceso de normaliza-


ción mencionado por De la Nuez desde la posición de un ciudadano más, sin acceso a
los movimientos de la administración gubernamental –los cuales no son informados
de manera transparente–. En este punto del proceso en que parece predominar la
superposición de un afán ideologizante y empresarial, ha sido reconfigurada también
la escena del arte en su producción, administración y comercialización.

La escena del arte cubano

La Bienal de La Habana surgida en 1984 se fundó como la bienal del “tercer mundo”
que incluiría en sus eventos –y con suerte en el sistema del arte internacional– a los
artistas de África, Asia, el Caribe y América Latina. La voz oficial ha sido la del arte de
izquierda, antihegemónico, anticapitalista y solidario. Crecimos escuchándola mien-
tras las instituciones culturales estatales censuraban el arte que consideraban contes-
tatario. En esta situación, el enfrentamiento a la escena del espectáculo capitalista ha
sido el discurso estatal; el enfrentamiento a la escena del espectáculo ideológico, auto-
ritario y totalitario ha sido el reclamo del mundo intelectual. Esta situación ha creado
un panorama singular para el arte cubano involucrado con el contexto político y
61
social en el que se encuentran nuevos matices: la oficialización del enfrentamiento
con la escena del espectáculo capitalista sustituido por el espectáculo ideológico, a su
vez enfrentado por el arte.

Fragmento del Informe central al 7mo. Congreso del Partido Comunista de Cuba refiriéndose a la cultura en la primera
plana del periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, 12 de julio de 2016.

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Celia Irina González

El giro no solo de discurso sino que de lógica gubernamental ha transformado tam-


bién las condiciones descritas sobre las que se ha configurado el panorama intelec-
tual cubano. La Bienal de la Habana más reciente (2015) ha sido denominada la
bienal del deshielo. En su doceava edición, la bienal propuso como tema la trans-
disciplina y el espacio social como escenario de los eventos artísticos. Sin embar-
go, fueron protagónicos eventos colaterales, con financiamiento estatal, que pre-
sentaban una producción diversa aunque mayoritariamente dirigida al mercado.6
En una primera y rápida mirada, pudiera afirmarse que en la escena del arte ha habi-
do un paso de la obra contestataria a la obra comercializable, de la actitud irreverente
a la empresarial. No obstante, esta declaración necesita ser matizada en una situación
de mayor complejidad. Los grados de permisibilidad de las instituciones estatales
continúan con límites ante lo que consideran subversivo, disidente, frente a lo cual se
reactivan los viejos mecanismos de censura.
El afán de centralización está presente. Lo que parece una apertura para la co-
mercialización es solo una actividad precaria y doméstica, sin permitir la instau-
ración de galerías privadas de forma legal. El mercado del arte que intenta ser
manejado de manera oficial a través de la empresa estatal queda, sin embargo, en
su mayoría en manos de los propios artistas, con quienes curadores y coleccionistas
62 prefieren dialogar directamente en sus estudios. De hecho, los estudios se han con-
vertido en recintos habituales y exigidos a los artistas, quienes si no cuentan con
uno, difícilmente logran promoción y comercialización. Reciente excepción de este
panorama es la Galería Continua, única galería internacional que ha logrado abrir
sus puertas en La Habana.7
Por su lado, la promoción en manos de instituciones estatales ha perdido fuerza
–por ejemplo, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales; el Centro Provincial
de Artes Plásticas y Diseño (Luz y Oficio); y la Galería Habana– con excepción del
Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam con la tarea principal de organizar
La Bienal de La Habana, aún visto como lugar de legitimación. Los nuevos espacios
creados por los propios artistas o por gestores independientes han asumido esta ta-
rea con mayor eficiencia. Los más activos en estos momentos son: Artista x Artista,
coordinado por Carlos Garaicoa como espacio de exhibición y residencia para artistas
extranjeros y gestor de residencias internacionales para artistas cubanos; y El Apar-
tamento, espacio de exhibición llevado por el gestor Cristian Gunding. También
comienza la Galería Taller Gorria, llevada por el gestor Adám Perugorria y el espacio
de exhibición en la residencia del fotógrafo Juan Carlos Alom, así como otros sitios
que ocasionalmente son activados. La gestión parece pasar paulatinamente de ser una

6 El mayor evento colateral a La Bienal de La Habana fue la megaexposición Zona franca, financiada con fondos públicos
y presentada en la Fortaleza de la Cabaña, espacio expositivo donde tradicionalmente se ha realizado La Bienal de la
Habana. Como su nombre lo indica, no contaba con una línea curatorial sino que funcionó por convocatoria abierta.
7 Galería Continua tiene alcance internacional con sedes en China, Italia y desde 2015, en La Habana.

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

tarea estatal a una autofinanciada, sin recursos públicos para ello y sin la posibilidad
legal de declarar estos espacios como galerías comerciales.
Por otra parte, el arte cubano, aún priorizado por su singularidad, continúa te-
niendo promoción internacional a través de residencias de artes internacionales como:
KulturKontakt, Viena; el programa de la Fundación CIFO-Miami, de la coleccionis-
ta Ella Cisnero; el premio para arte cubano de la fundación Patricia y Howard Farber,
con su primera edición en 2015. Tampoco es extraño que curadores internacionales
se interesen en realizar exhibiciones de arte cubano, la más reciente en julio de 2016
titulada Cuba: tatuar la historia en el museo PAC de Milán, Italia. Por su parte, el
Ministerio de Cultura junto con la editorial italiana Maretti han creado el pabellón
de arte cubano en La Bienal de Venecia. A pesar de este importante esfuerzo por te-
ner presencia cubana en Venecia, la promoción internacional de arte cubano, en su
mayoría, es iniciativa externa a Cuba.
Aunque en este panorama del arte no es posible generalizar los intereses de la
producción artística, se evidencia una mayor preocupación por la gestión y la comer-
cialización en busca de aprovechar la coyuntura de un nuevo boom de Cuba como
singularidad política, atrayendo la visita del coleccionismo y turismo cultural. Sin
dudas esta situación ha llevado a un giro de la producción artística cubana. Si en
algún momento hubo un fuerte protagonismo del arte involucrado con su contexto 63
social, ahora es fundamental una producción que se pueda ofertar a un mercado cer-
cano, regular aunque disperso y desestructurado. Esta no es una situación favorable
para pensar el arte como espacio de producción intelectual potencialmente crítico:
sin el apoyo de instituciones públicas y con el empuje de una fuerte presencia de
coleccionismo privado no anclada en territorio cubano, de pequeña escala, y sin una
intención estética o conceptual clara.

Cultura autóctona

En esta situación social, política y artística, desarrollé un proceso curatorial con un


afán de comprensión de la escena del arte cubano actual. La operación consistió en
atender tres niveles de relacionamiento que conforman la escena del arte a partir
de mi participación en ella: ámbitos de exhibición, política cultural y ámbito pe-
dagógico. Con una mirada etnográfica, es posible comprender que el proceso de
relacionamiento con otros actores en la escena del arte no es inocente ni aleatorio,
sino que cada uno conoce y está atento al resto. Por lo tanto, la información a la
que cada actor accede a través de conversaciones privadas en ámbitos públicos
como una inauguración está siempre determinada por qué representa en el juego
de la escena del arte.
Una descripción etnográfica exhaustiva de las estrategias de relacionamiento en
la escena del arte se puede encontrar en el Manual de estilo del arte contemporáneo

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Celia Irina González

(2006) de Pablo Helguera. Sin embargo, más que describir modos de relacionamien-
to generales en la escena del arte contemporáneo internacional, me interesa compren-
der y analizar las particularidades de la situación específica –en cuanto lugar y tiempo
particular– de la escena cubana actual.
Desde mi condición de artista con una ubicación específica en este engranaje social
del que soy parte desde hace más de doce años, participé en eventos, charlas, exhibicio-
nes bajo los códigos y etiquetas habituales en este ámbito. Mi participación en la escena
del arte no solo como artista sino como antropóloga implicó atender las relaciones y
opiniones de la escena del arte. En este proceso de atención intencional fue fundamen-
tal el diario de campo como herramienta de reflexión, recopilación y sistematización de
información vivencial medular que conforma el proceso curatorial.
Dicho proceso de atención desembocó en el emplazamiento de la información en
la escena del arte y ante sus actores, ahora también público, lo que propició una esce-
na de encuentro entre aquellos y la información procesada. Cubriendo los tres niveles
de interés –ámbito expositivo, política cultural y ámbito pedagógico–, se instaló la
información para un día de exhibición bajo el nombre Cultura autóctona. El título de
la exhibición hace referencia a una cita de las declaraciones del VIII Congreso de la
Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)8 en la que se enfatiza la cultura en
64 su relación con la identidad nacional. La cita fue parte de la exhibición para abordar
la política cultural cubana actual y será analizada próximamente como parte de la
práctica curatorial.
El 8 de abril de 2016 en La Habana fue la inauguración de Cultura autóctona
–entendida como proceso de encuentro en la escena del arte– en el estudio del
artista Renier Quer. La exhibición/encuentro contó con la participación de artistas
como Yunior Aguiar y la autora de este texto, presentados como el dúo Celia-Yunior.
En Cultura autóctona, Yunior Aguiar como artista y Renier Quer como organi-
zador fueron colaboradores y cómplices de la doble agenda de la exhibición como
práctica curatorial a la vez que etnográfica. La obra de ambos artistas, junto con la
de otros colegas, había sido caracterizada como antropológica por la crítica de arte.9
Para Cultura autóctona, ambos artistas se implicaron con mis premisas, motivándose
a contribuir en la concepción del diseño curatorial como significado y práctica etno-
gráfica.

8 La UNEAC, fundada en 1961, es una organización no gubernamental que sin embargo sigue la política gubernamen-
tal y que alberga importantes debates sobre las directrices de la política de cultura durante la Revolución cubana.
9 Entre 2007 y 2008, los críticos de arte Maylin Machado (2007), Magaly Espinosa (2007) y Rufo Caballero (2009)
caracterizaron como antropológica la producción de una zona del arte cubano involucrada con su contexto social.

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

© Celia González, 8 de abril de 2016.


Fotografía 2. Emplazamiento de los elementos en el estudio del artista Renier Quer momentos antes de que llegara el público.
65

La elección del estudio de Quer, un espacio privado antes que uno de exhibición es-
tatal, es una decisión que aporta al diseño de la operación en Cultura autóctona. Los
estudios de artistas son zonas de promoción que logran escurrirse del mecanismo ins-
titucional estatal, logrando una programación de actividades independiente y mucho
más dinámica. Este espacio privado pasa a ser, en mi práctica curatorial, la escena de
encuentro a la vez que del arte.
La información fue emplazada en formato instalativo en tres bloques que corres-
pondían a cada nivel: la política cultural dictada en el VIII Congreso de la UNEAC;
la presencia del mercado en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad de las
Artes / Instituto Superior del Arte (ISA) –principal y prestigioso centro pedagógico
para la formación de artistas visuales en el país–; y los comentarios, posibles caminos,
pareceres y sentir de la escena del arte sobre las condiciones del mundo del arte desde
los nuevos espacios y en diálogos privados.
El formato instalativo permitió la yuxtaposición de datos conocidos y comentados
por todos pero dispersos y, más importante, aún no sistematizados, ante los cuales
fue emplazado el público, no solo como actor de la escena del arte sino como ciuda-
danía, utilizando el espacio como elemento coordinador, de recorrido y lectura. El
volante entregado al público en la exposición Cultura autóctona incluía la siguiente
declaración:

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Yuxtaposiciones para la compresión, en medio del camino, de una escena específica,


la del arte cubano, desde una posición particular, la de artistas y ciudadanos. Sin la
pretensión de certezas concluyentes sino que de atención a dudas y afirmaciones, a
trozos de información que configuran los posibles trillos a tomar.

© Yunior Aguiar, 8 de abril de 2016.


66

Fotografía 3. Artistas, curadores y críticos asistentes a Cultura autóctona ante sus comentarios.

Dispusimos los tres niveles de manera que fuera posible observar a la vez cada bloque
de información y que existiera un espacio que pudiera ser recorrido entre ellos. Así
que en una columna de la primera habitación ubicamos los datos recogidos en con-
versaciones en los nuevos espacios privados con artistas, curadores, críticos, y en una
segunda columna colocamos una cita sobre la política cultural discutida en el VIII
Congreso de la UNEAC. El nivel dirigido al ámbito pedagógico fue instalado en la
habitación que separaba las dos columnas mencionadas. El espacio no fue modifi-
cado en función de crear condiciones similares a las de una galería –el llamado cubo
blanco–, sino que seleccionar el estudio de un artista como área de exhibición fue un
elemento que aportó significado al evento.
Los sujetos con los que sostuve constantes encuentros, ahora como público, fue-
ron emplazados ante sus comentarios, instalados en una situación específica como
significado en conexión comparable con otros datos. Las preguntas, afirmaciones,
dudas casi siempre declaradas en privado por críticos, artistas, curadores, gestores so-
bre la situación de la escena del arte actual en Cuba fueron proyectadas entre objetos
que ya habitaban el espacio. Aparecieron como rumores sin seguir un hilo narrativo,

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

el siguiente parlamento podría incluso haber contradicho el anterior, siguiendo la


lógica de los encuentros sostenidos durante el trabajo de campo. Este bloque de
información fue construido expresamente a través de notas de mi diario de campo,
tomadas hasta abril de 2016, momento de la exposición. Durante ese tiempo, escu-
char comentarios sobre la actual escena del arte no fue difícil en cuanto era un tema
de diálogo constante, una preocupación latente para la mayoría de los sujetos con los
que interactuaba en galerías, conferencias, museos y encuentros privados. Algunas de
las frases recogidas fueron:

- La situación no es del mundo del arte, es más grande, es un cambio del país.
- Yo no creo que haya más diversidad sino que se han privatizado los espacios, son
grupos individuales.
- A las galerías de arte estatales yo le doy unos añitos más, desaparecen.
- La gente en Cuba no sabe realmente lo que es mercado.
- El ISA es el espacio académico más iletrado que hay.
- Es inevitable, llegamos muy tarde al mercado, no hay tradición que nos permita
estabilizar la mirada.
- La simplicidad no es un problema solo del mercado sino de la institución arte.
- La institución ha desvirtuado los ochenta de tal modo que hoy a los jóvenes no les
interesa, eso es política de la institución. 67
- Ella Cisneros [coleccionista de arte cubano] decide hoy más que el Ministerio de
Cultura, porque el mercado dirige el contexto y su producción.
- Hay una desesperación miserable.
- Los nacidos en el 94 somos la generación del plástico, sin interés por el arte,
perdida.
- Cuba no es singular, no hay ni peor arte ni peor situación para los artistas, no es ni el
peor lugar ni el más singular ni en el arte ni en el mercado, es solo un nuevo boom y
éste se terminará, las cosas se normalizarán y Cuba entrará en la lógica del mundo.
© Yunior Aguiar, 8 de abril de 2016.

Fotografías 4 y 5. Críticos de arte ante la proyección de las frases recogidas en mi diario de campo de enero a abril de 2016.

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- Seguimos el modelo chino, un mercado sin democracia, lo peor del comunismo y


del capitalismo.
- ¿Para qué decir algo en Cuba? ¿Qué es pertinente decir?
- Me siento mal, no me siento parte de lo que sucede, estuve trabajando un tiempo
como asistente y gané dinero pero eso no es lo mío.
- Es mejor ser el raro, el otro y no el subversivo, por eso se ha preferido lo antropológi-
co para describirnos ¿Ahora provocar a quién? ¿Quién quiere escuchar esto hoy?

Es posible distinguir varias posiciones en estas frases, definidas casi siempre a partir
de la relación con el mercado. La pérdida de protagonismo de las instituciones estata-
les ante el mercado; la información y la visibilización manejadas por agentes privados
aunque de manera muy incipiente y restringida; el desconocimiento de un mercado
del arte internacional más complejo y que mueve grandes cantidades de capital; la
pérdida de un arte crítico, que priorice el espacio de producción intelectual “serio”
como consecuencia de la entrada de un mercado desestructurado; el entendimiento
de que la política cultural ha contribuido convenientemente a una situación de pre-
carización de la comercialización y de las posibilidades críticas del arte, funcionando
como agente censor. En particular, se destaca para esta investigación la última frase
en la que aparece lo antropológico como elemento que desvirtúa lo subversivo hacia
68
lo otro cultural, para referirse a una producción crítica en la que se ha perdido interés
en la situación de la escena cubana actual: “¿Ahora provocar a quién? ¿Quién quiere
escuchar esto hoy?”
Algunos encuentran en esta nueva situación la oportunidad de la diversidad en la
producción artística; otros, la individualización y dispersión, priorizándose el diálogo
privado. Cada uno observa y reflexiona sobre diferentes aristas vivenciadas desde sus
posiciones como artistas, curadores estatales, gestores privados, críticos. En este ejerci-
cio de comprensión no se trata de encontrar certezas, juzgar o aliarse a alguna posición,
sino de atender los matices y giros del panorama actual de la escena del arte cubana.
En un segundo espacio de proyección, el público es emplazado frente al ámbito
pedagógico; esta vez no son sus propios comentarios sino que un video elaborado por
Yunior Aguiar y la autora de este texto –en nuestro dúo de trabajo identificado como
Celia-Yunior–, en el que se aborda la comercialización de la producción artística en la
Facultad de Artes Visuales de la Universidad de las Artes / ISA,10 acontecimiento que
constituye el panorama del arte cubano actual, en cuanto esta institución es la mayor
responsable de la formación de artistas en el país. El video yuxtapone dos informacio-
nes: los paisajes del ISA, antiguos campos de golf, áreas de césped vacías y apacibles
sobre las que aparecen en forma de texto contactos de galerías norteamericanas. El
paisaje, ese género del arte tradicionalmente poco problemático apaciguado por un
10 La Universidad de las Artes / ISA ha sido, desde su fundación en 1976, la responsable de la formación de artistas visuales,
dramaturgos, actores, bailarines y músicos, aglutinando estudiantes de todo el país. De la Facultad de Artes Visuales de
esta universidad egresan los artistas más importantes del país, cobijando momentos cumbres del arte cubano.

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

mercado que promueve la producción de un arte “sano” deja ver una situación muy
específica pero reconocida por quienes participan de la escena cubana.
Desde 2009 aproximadamente, se ha hecho habitual la visita de turismo cultural
a los talleres de la universidad: buses de estadounidenses arriban a la Facultad para
apreciar su arquitectura –las construcciones del ISA han sido declaradas Monumento
Nacional en 2013– y comprar obras de estudiantes y profesores; situación que ha
sedimentado un espacio pedagógico girado a la producción de lo que se puede ofer-
tar. La Facultad de Artes Visuales del ISA ha sido responsable de la formación de la
mayoría de los artistas del país, identificada por un predomino de la obra construida
desde su propuesta conceptual. El video condensaba esta situación actual con la utili-
zación de dos elementos: el paisaje del ISA –ampliamente reconocible por el público
del arte en Cuba y que cumple con elementos del esperado paisaje cubano, soleado,
verde y con palmeras– como símbolo de lo autóctono, de la cultura como espacio
inocente, amigable, sobre el que se informa del segundo dato: los contactos de las
galerías norteamericanas que lo visitan y condicionan.

© Celia González, 8 de abril de 2016.


69

Fotografía 6. Pantalla emplazada en el suelo reproduciendo el segundo bloque de información correspondiente al ámbito pedagógico.

El video de cuatro minutos de duración funcionó como condensación de significados


para la compresión de una situación particular localizada en un aquí y ahora especí-
ficos, frente a la que el público, también como sujeto implicado, fue emplazado. La
inauguración como escena de encuentro era un momento de recopilación, conden-

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Celia Irina González

sación y emplazamiento para la comprensión etnográfica de la información que en


formato instalativo había sido yuxtapuesta.
El tercer dato instalado fue el fragmento de un reporte sobre los acuerdos del VIII
Congreso de la UNEAC. La cita fue seleccionada producto de la investigación sobre
los nuevos matices de la política cultural cubana, tomado en cuenta para la compre-
sión del actual panorama de la escena cubana. En el recorrido coordinado con el resto
de la información, el público del arte es emplazado no frente a un texto desconectado
sino contextualizado en un lugar específico y en relación con otros datos cuyo signi-
ficado completa su sentido.
La cita sobre las discusiones del VIII Congreso de la UNEAC (2014) figuró como
un texto impreso y adherido a la pared:

Los intelectuales de la mayor de las Antillas también abogaron por que la cultura
acompañe el esfuerzo por desplegar las fuerzas de creación material y las reservas mo-
rales, a fin de actualizar el modelo económico y aumentar la productividad del trabajo.
Ahora bien, cualquier esfuerzo loable por una economía próspera sería incompleto si
NO se preserva la cultura autóctona (Morejón 2014).

70
El texto explicitaba un objetivo estatal –“la actualización del modelo económico y
aumentar la productividad del trabajo”– repetido constantemente en discursos ofi-
ciales desde la entrada de Raúl Castro al poder en 2008. A pesar de que la UNEAC
es una organización no gubernamental, se sabe seguidora de la política estatal, ahora
puesta en voz de los intelectuales cubanos de manera genérica. El objetivo estatal y de
los intelectuales debe entrar en sintonía: producir y aportar a la economía como fin
último pero con un llamado de atención en mayúscula a “preservar la cultura autóc-
tona”, un aviso conservador de centralización y unificación intelectual en nombre de
la cultura. Es el concepto cultura el adecuado para legitimar como irrevocablemente
positiva la tradición, en una combinación de objetivos paralelos que implican la mer-
cantilización conservadora del arte. Además, la cita apela a la identidad cubana y su
singularidad “autóctona”, un argumento insostenible en el que se regresa a la relación
de identidad como ideología explicitada desde el comienzo del proyecto revolucio-
nario cubano.

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

© Yunior Aguiar, 8 de abril de 2016.


Fotografía 7. Asistente a la inauguración de Cultura autóctona señalando la cita de las declaraciones del VIII Congreso de la UNEAC. 71

La cultura aparece aquí como una definición conservadora, a la que se apela como
un espacio protegido de todo mal; lo correcto se encuentra ahí, lo naturalizado, lo
“nuestro”, lo autóctono y solo lo que quepa allí será legítimo. En la cita, ha sido
resignificada como concepto hasta ser volcada a los intereses más conservadores y
convenientes. Según Michel-Rolph Trouillot, antropólogo social haitiano, la cultura
ha sido utilizada de manera abusiva para explicar conflictos económicos y políticos
fuera del mundo académico que le dio origen como concepto –el campo de la antro-
pología–: “Una palabra destinada a promover el pluralismo usualmente se vuelve un
tropo en los programas conservadores o en las últimas versiones liberales del proyecto
civilizador” (2003, 188).
En este caso específico, la cultura es utilizada como elemento salvador que pre-
viene a los intelectuales de la disidencia, de lo contestatario, en una estrategia para el
acercamiento hacia la comercialización como objetivo primero. La selección de esta
denominación, Cultura autóctona, como nombre de la propia práctica curatorial, fue
un modo de comentar desde la ironía el panorama en que el arte cubano se relaciona
con Cuba.
Cultura autóctona logró convocar a aquellos interesados en zonas alternativas del
mundo del arte, movilizados más que por la oportunidad de contactos o mercado,
por la posibilidad de un espacio momentáneo para la reflexión. En la inauguración de
la exhibición, en principio, las relaciones producidas fueron las habituales en este tipo

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Celia Irina González

de eventos: las personas se reúnen en pequeños grupos, conversan entre ellas para en
poco tiempo dirigirse a otros presentes en la sala. Sin embargo, esta vez entre los par-
ticipantes no se encontraban coleccionistas, galeristas o productores –protagonistas
codiciados del mundo del arte– sino artistas, profesores, historiadores motivados por
la curiosidad de la propuesta de la exhibición. La relación entre los actores allí gene-
rada estuvo dirigida a preguntar, opinar en privado, sobre los significados y evidencias
que allí eran coordinados. La exhibición como escena de encuentro produjo nuevos
comentarios sobre la escena del arte, funcionando como extensión de la información
presentada por nosotros como artistas. Cultura autóctona aportó a la escena del arte
cubano un momento y espacio de reflexión sobre sí misma en un proceso actual de
descentralización de la gestión y promoción de la producción artística.
Como práctica curatorial dirigida al mundo del arte, los creadores de esta exposi-
ción vigilábamos los niveles de efectividad de Cultura autóctona como generadora de
significados, a la vez que en una doble agencia exigida por el propio evento, vivíamos
la práctica etnográfica atenta a la situación de la escena del arte cubano actual y su
repercusión en la producción de un arte involucrado con su contexto social.
© Yunior Aguiar, 8 de abril de 2016.

72

Fotografías 8 y 9. Participantes de la escena del arte cubano; público asistente a la inauguración de Cultura autóctona.

Como resultado de la inauguración de Cultura autóctona, la crítica de arte Magaly


Espinosa produjo un artículo publicado en la revista digital Artoncuba.11 En su texto,
“Celia y Yunior: cuando el documento se convierte en arte” (2016), Espinosa analiza
la utilización del dato y el documento en la práctica artística no como documenta-
ción de la obra, sino como núcleo fundamental de la misma, surgido de un período
de investigación, haciendo referencia a la sociología y la antropología en particular:
“En sus manos nada queda oculto y todo se supedita a la metáfora, por ello, aun
sabiendo su vocación sociológica, su apariencia de antropólogos urbanos, no nos
engañemos, son artistas que hacen peligrar al más constante investigador social (Es-
pinosa 2016, 2).”

11 Artoncuba es una revista digital e impresa especializada en arte cubano.

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

Para nosotros como artistas no fue una sorpresa la relación establecida por la auto-
ra, quien en 2007 había utilizado el concepto etnoestética para explicar prácticas artís-
ticas involucradas con su contexto social, incluyendo en dicho análisis obras nuestras.
Esta vez, la antropología y la sociología regresan como campos apuntaladores de un
carácter detectado en las obras pero no profundizado. Como resultado, aparece nue-
vamente la batalla territorial entre arte y ciencia, en la que el artista parece traficar
con herramientas de disciplinas con las que no se compromete o de las que no está
suficientemente informado.
Sin embargo, también es descrita una práctica en la que son fundamentales el tra-
bajo de campo y los procesos de relacionamiento. La autora destaca lo valioso del en-
cuentro con la gente y la atención a la vivencia como fuentes principales de la práctica
artística, haciendo referencia a las frases presentadas en Cultura autóctona: “Tiene de
particular, que mientras otras piezas se basan fundamentalmente en la investigación
en fuentes primarias, esta surgió de un diálogo con la propia vida. (…) Es como tejer
todo lo que rodea a ese mundo: artistas, institución, arte, mercado del arte, estética,
ética e ideología, pasado y presente (2016, 3).”
En su artículo, Espinosa señala Cultura autóctona como obra más que como even-
to; no son advertidas las posibilidades etnográficas de la curaduría como práctica. En
su análisis proveniente de las artes visuales, las relaciones generadas en el propio even- 73
to inaugural no necesariamente aportan significado o conforman la práctica artística.
A pesar de la mención de lo antropológico, la relación entre campos que establece
ubica a cada disciplina en su territorio sin llegar a cruzamientos metodológicos pro-
ductivos para ambos.
Además del evento inaugural como parte de la práctica curatorial, convocamos a una
charla en el mismo estudio de Quer, en la que el tema principal era la operatoria de la
propia exposición. Fue el momento para advertir mi doble agencia como artista/curado-
ra y antropóloga de Cultura autóctona como práctica curatorial y etnográfica agregando
un nuevo valor al evento. Sin embargo, no fueron las decisiones como operación y las
posibilidades del intercambio metodológico entre arte y antropología lo que sostuvo un
debate de casi tres horas, sino la situación del arte cubano. En contraste con la inau-
guración que contó con la presencia de aproximadamente 50 personas, la charla tuvo
ocho asistentes: dos estudiantes del ISA, cuatro artistas, una curadora y una académica.
Reafirmando lo latente de la atención a la reconfiguración de la escena del arte
ante un nuevo panorama político y social, entraron en debate diferentes aristas del
tema. El ámbito pedagógico de la Facultad de Artes Visuales del ISA como un espacio
vacío de intereses, incluso comercial y con una débil formación académica atribuida a
una desidia intelectual tanto por parte de profesores como de los propios estudiantes.
Los estudios de artistas fueron descritos como un espacio no del todo negativo en
relación con la producción artística que en ellos se puede encontrar, pero sí de los me-
canismos de comercialización disgregadores a los que se enfrenta. Fue apuntado por

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Celia Irina González

uno de los artistas que no se debe esperar por los grandes espacios de debate público
a los que se acostumbraba en el ámbito del arte cubano sino que cada vez más serán
encontrados pequeños nichos de interés, en una oportunidad de diversificación de los
modos de entender y consumir el arte. Sin embargo, en este espacio de conversación
fue unánime el criterio de un vacío intelectual que comienza con la ausencia de una
mirada crítica, no solo a su producción sino que a sucesos de censura silenciados en
las últimas décadas, lo cual no permite una mayor compresión de futuros caminos
para los intelectuales cubanos. La charla en Cultura autóctona fue una oportunidad
para concretar los diálogos surgidos en la inauguración, completando las relaciones
motivadas en aquel primer evento. Este segundo encuentro fue un espacio para la
reflexión que contribuyó a la comprensión de los dilemas que configuran una escena
alejada del arte como práctica involucrada con su contexto social y político.

© Renier Quer, 10 de abril de 2016.


74

Fotografía 10. Conversatorio en el estudio del artista Renier Quer.

Dado lo reciente de la situación antes descrita, mi análisis compresivo ha descansado en


la práctica etnográfica, en este caso a través de la práctica curatorial más que en investi-
gaciones anteriores. El registro fotográfico de la misma fue fundamental para alimentar
el presente análisis textual, como constancia visual de evento/encuentro/exhibición y de
las relaciones que allí se sostuvieron. La documentación fue realizada por Yunior Aguiar,
Renier Quer y la autora del presente artículo, artistas participantes en la curaduría y
sujetos advertidos de la doble agenda de la misma como espacio de reflexión.

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

Cultura autóctona como experiencia implicó dos mundos que hoy me confor-
man como sujeto: mi carrera como artista –a la que le he dedicado toda mi vida
profesional– y mi nueva posición como antropóloga visual. La práctica curatorial
entendida como práctica etnográfica fue una oportunidad para engranar ambos
mundos en una situación productiva como significado y conocimiento. En la pro-
puesta de Elhaik y Marcus (2012) así como en la etnografía del antropólogo visual
X. Andrade (2015), encontré planteamientos y posicionamientos que sirvieron
como guía para mi propia vivencia en Cultura autóctona. Tal como para estos au-
tores, la práctica curatorial/etnográfica implicó un proceso de atención, selección y
emplazamiento a través de protocolos de relacionamiento esperados, en mi caso, la
inauguración y el conversatorio.
Además, en estos momentos de encuentro no fui un agente ajeno, sino que se
esperaba mi presencia como coordinadora y movilizadora de significados y/o cono-
cimientos a través de la investigación y la producción visual. Finalmente mi previa
participación en el engranaje social del mundo del arte cubano fue fundamental para
lograr un proceso etnográfico en el que el encuentro no fue con la otredad cultural,
sino con el colega intelectual en una situación de afinidad. Como Elhaik –en su
investigación sobre modernismo cosmopolita en México– y Andrade –en su investi-
gación sobre la escena del arte ecuatoriano– he asumido la práctica curatorial como 75
metodología ante un campo en el que dicha práctica era orgánica y la presencia del
investigador como curador no era forzada. Cultura autóctona contribuyó al proceso
de compresión etnográfica de la reconfiguración de la escena del arte cubano en una
situación política y social en reordenamiento de la que participo.
Esta experiencia no solo ha contribuido a situarme en mi nueva dualidad de artista
y antropóloga, con una mirada atenta en ambos campos, sino que aporta a la búsqueda
de nuevas metodologías para la producción de conocimiento antropológico. Es el tipo
de experimento que George Marcus, antropólogo enfocado en ampliar las posibilidades
de la etnografía, encuentra productivo en el intercambio con el arte contemporáneo.
En ellos se ha pensado el diseño de la práctica etnográfica para una investigación espe-
cífica que permite repensar el trabajo de campo clásico: “El pensamiento sobre el diseño
enfatiza una práctica colaborativa sumamente reflexiva; permite una suerte de mímesis
de los métodos de los sujetos y diseños como una fuente propia, y persiguiendo fines
particulares etnográficos” (Marcus en Marcus y Elhaik 2012, 103). Se trata de la reflexi-
vidad como posicionamiento ético aunque no frente a la alteridad cultural sino frente
y como evidencia de la conciencia de una posición colaborativa.
Cultura autóctona fue una oportunidad para activar en Cuba una zona de la re-
lación entre arte contemporáneo y antropología visual distinta a la definida desde
la alteridad cultural, para acercarse a preocupaciones actuales y apremiantes. Una
contribución para continuar incorporado a la región latinoamericana y caribeña estas
metodologías alternativas para la producción de conocimiento antropológico.

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Celia Irina González

Bibliografía

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Cultura autóctona: curaduría como proceso etnográfico en la escena del arte cubano actual

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77

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Libros de FLACSO Ecuador

Serie Atrio
Fuerzas Armadas, pretorianismo y calidad de la
democracia: Ecuador y Uruguay
Patricio Haro
FLACSO Ecuador, 2017
307 páginas
El pretorianismo, o la influencia de las Fuerzas Armadas en política, es el tema que
aborda Patricio Haro, coronel del Ejército ecuatoriano en servicio pasivo.
En su investigación despliega una mirada crítica desde adentro de la entidad.
Así, una pregunta central es ¿cómo aporta la institución armada a la calidad
de las actuales democracias? Sus casos de estudio son Ecuador y Uruguay.
El primero es el país sudamericano con el mayor número de intervenciones
militares desde el retorno a la democracia, mientras el segundo está en
la orilla opuesta, con la menor cantidad en este mismo lapso.
La tercera ola democrática, que inició en la década del setenta en América Latina,
es el marco temporal de la obra. A través de un intenso trabajo de campo, Haro
recoge las voces de muchos protagonistas de la transición a la democracia en
Ecuador y Uruguay. Entre ellos se cuentan expresidentes, excomandantes generales,
políticos y académicos. Al análisis histórico le sigue un repaso profundo de cómo han
evolucionado tanto el rol de Fuerzas Armadas como la percepción que de ellas tienen
las sociedades de ambas naciones. Los resultados son muy distintos en Ecuador que
en Uruguay. La discusión desemboca en el debate sobre las nuevas tareas para los
militares en regímenes democráticos, un tema de gran actualidad.
La relevancia del estudio queda demostrada por el devenir político de la región: una
docena de presidentes durante las dos últimas décadas –uno en Centroamérica y
11 en América del Sur- no terminaron su mandato presidencial. Ello generó crisis de
gobernabilidad en las que las Fuerzas Armadas intervinieron directa o indirectamente.
La obra de Haro convoca a todas las personas e instituciones preocupadas por la
estabilidad democrática en Latinoamérica.
ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2678

Representación claroscura: una exploración


audiovisual y teórica de la representación
del pasado en el cine documental
Claroscura Representation: An Audio-visual and
Theoretical Exploration of the Representation
of the Past Through Documentary Filmmaking
Representação chiarooscura: uma exploração
audiovisual e teórica da representação do passado
no cinema documentário
dossier

Gerrit Stollbrock Trujillo


Fecha de recepción: 6 de marzo de 2017
Fecha de aceptación: 22 de junio de 2017

Resumen
Desde la imbricación entre producción audiovisual e investigación teórica, este artículo parte de la expe-
riencia de realización de un documental sobre el pasado de una planta de cemento en Colombia: La Sibe- 79
ria. Las tensiones entre la construcción narrativa del documental y la inmensidad del archivo desechado
conducen a una búsqueda teórica para responder a la iconoclasia propia de la crítica postestructuralista
de la historia. Ello conlleva la formulación del concepto de representación claroscura, definida como una
representación capaz de hacer visible sus propios límites. Tras poner a prueba su aplicación en el lenguaje
del cine documental, en específico en La Siberia, y sugerir su pertinencia para otros contextos de repre-
sentación del pasado, la investigación teórica conduce finalmente a la formulación de un nuevo proyecto
de arte. El conjunto del proceso de investigación, en su diálogo entre experiencia y teoría, es interpretado
desde el modelo de abducción propuesto por Charles Sanders Peirce.

Descriptores: memoria; ruina; cine documental; archivo; iconoclasia; autoetnografía; abducción.

Abstract
At the nexus between audio-visual production and theoretical research, this article is based on the
experience of producing a documentary on the history of a cement plant in Colombia: La Siberia.The
tensions between the narratives constructed in the documentary and the immensity of the discarded
archives from the plant drive a theoretical quest to respond to its own iconoclast and the post-structur-
alist critique of history. This brought us to the formulation of the concept of claroscura representation,
defined as representation that is transparent about its own limitations. I put this concept to the test
through the medium of documentary film, talking specifically about the making of La Siberia, and
suggest its relevance in other projects that attempt to represent the past or history through film. I sug-

Gerrit Stollbrock Trujillo. Magíster en Análisis Crítico y Creativo por el Goldsmiths College, Reino Unido. Docente investigador en la Uni-
versidad Externado de Colombia. Consultor y documentalista independiente.
* [email protected]

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 79-102
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier

Gerrit Stollbrock Trujillo

gest that this theory drives us towards the formulation of a new artistic project. The research process,
and the dialogue between theory and practice, is interpreted using the model of abduction proposed
by Charles Sanders Peirce.

Keywords: memory; ruins; documentary film; archives; iconoclast; auto-ethnography; abduction.

Resumo
Desde o entrelaçamento entre produção audiovisual e investigação teórica, este artigo parte da experiência
de realização de um documentário sobre o passado de uma fábrica de cimento na Colômbia: La Sibéria.
As tensões entre a construção narrativa do documentário e a imensidão do arquivo descartado conduzem
a uma busca teórica para responder à iconoclastia própria da crítica pós-estruturalista da história. Isso en-
volve a formulação do conceito de representação chiaroscura, definida como uma representação capaz de
tornar visíveis os seus próprios limites. Depois de testar a sua aplicação na linguagem documental, especi-
ficamente em La Sibéria, e sugerir a sua pertinência para outros contextos de representação do passado, a
pesquisa teórica conduz finalmente à formulação de um novo projeto de arte. O conjunto do processo de
pesquisa, no seu diálogo entre experiência e teoria, é interpretado a partir do modelo de abdução proposto
por Charles Sanders Peirce.

Descritores: memória; ruína; cinema documentário; arquivo; iconoclastia; auto-etnografia; abdução.

La experiencia es nuestra única maestra.


80 Charles Sanders Peirce (1903)

A
continuación, presento un proceso de investigación en torno al documental
como dispositivo de memoria que ha involucrado una fuerte imbricación
entre realización audiovisual y su elaboración teórica. En consonancia con
el concepto de “autoetnografía” (Ellis et al. 2011), mi experiencia como investiga-
dor-realizador ha ocupado un lugar central como catalizador de la misma a nivel teó-
rico y el intento por conceptualizar el proceso ha sido a posteriori; como lo sugieren
los autores, este texto es más bien la construcción de un relato que busca darle sentido
al conjunto del proceso.
En este intento por comprender reflexivamente el proceso, propongo una interpre-
tación desde el “modelo de abducción” de Charles Sanders Peirce (1931). En términos
muy sintéticos, lo que define la abducción es el hecho de que se inicia con hechos de la
experiencia, los cuales motivan la “necesidad”, apremiante diría Peirce, de un abordaje
teórico para ser explicados y cuyos resultados son luego llevados de nuevo a los hechos de
la experiencia para constatar su eficacia explicativa (Tsang 2013).1 Aunque este modelo
1 Siguiendo a Peirce, la abducción se puede entender mejor en comparación con los tipos de razonamiento conocidos
como deducción e inducción, y el lugar que ocupa en cada uno de ellos la experiencia. La deducción no implica la
experiencia en absoluto: es “interna” y sigue las leyes de la lógica. La inducción, por otra parte, “consiste en partir de
una teoría, deduciendo de la misma predicciones de los fenómenos, y observando estos fenómenos con vistas a com-
probar lo aproximadamente que concuerdan con la teoría” (Peirce 1931, 4). Así, la experiencia viene en segundo lugar
en un plan inductivo de investigación. Por el contrario, la experiencia es el punto de partida de la forma abductiva
de razonamiento; en este caso, solo se debe a ciertas experiencias que una teoría se torna necesaria. Poniéndolo en las
palabras de Peirce: “La abducción parte de los hechos sin, al principio, tener ninguna teoría particular a la vista, aun-

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Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

estuvo inicialmente formulado por Peirce para explicar el progreso del conocimiento
científico, Peirce lo amplió luego para explicar procesos de conocimiento que van desde
lo personal hasta los procesos creativos propios del arte (Harrovitz 1988).
En este caso, la investigación teórica que presento estuvo inspirada inicialmente
en la “experiencia” de realización del documental La Siberia (2015, 86 minutos) que
codirigí con Iván Sierra.2 Luego, los resultados de la exploración teórica llevaron, a su
vez, a su aplicación en el marco de un nuevo proyecto: la videoinstalación La Siberia:
recuerda al olvidar, basada en el documental y realizada en el marco del proyecto cu-
ratorial Museo Efímero del Olvido - Salón Regional de Artistas Zona Centro en Co-
lombia en 2015.3 En la medida en que es una interpretación a posteriori, un ejercicio
narrativo para dar forma a lo informe, emplearé comillas para referirme a cada uno
de los momentos del proceso: “experiencia”, “teoría”, entre otros. Por otra parte, es
importante anticipar que la interpretación desde los tres momentos de la abducción
en Peirce hace visibles los énfasis de cada uno de los momentos del proceso de investi-
gación. En la conclusión, mencionaré posibles limitaciones en el uso de este modelo.
Por lo anterior, este artículo puede ser comprendido como la presentación de un
caso práctico en las discusiones sobre la relación entre la investigación en ciencias
sociales, por un lado, y la búsqueda por involucrar medios “más allá del texto” en el
arte, la visualidad y la creación audiovisual, en particular.4 Al finalizar, retomaré la re- 81
flexión relativa a la propuesta de conceptualizar el proceso desde el modelo de Peirce.
En cuanto sus contenidos, los resultados de la investigación pueden resultar per-
tinentes para contextos donde la memoria social toma un lugar cada vez más promi-
nente en la discusión pública, como sucede en Colombia actualmente, y como lo es
en contextos de posdictadura en otros países de América Latina. En el caso particular
de Colombia, existe un marco legal que, desde el año 2005, promueve procesos de
memoria histórica desde la institucionalidad y busca apoyar y fortalecer procesos de
memoria social, fundamentalmente desde las víctimas.5 El cine documental, quizá
que está motivada por la idea de que se necesita una teoría para explicar los hechos sorprendentes” (citado en Sebeok
y Sebeok 1987).
2 El tráiler está disponible en el vínculo:
https://vimeo.com/100561369
Debido a las circunstancias de distribución, el documental estará disponible completo desde 2018 en el siguiente link:
https://vimeo.com/146824315
3 Ver:
http://efimero.org/project/gerrit-stollbrock-e-ivan-sierra-la-siberia-recuerda-al-olvidar/
4 Beyond Text? es justamente el título de un libro editado por los antropólogos visuales Rupert Cox, Andrew Irving y
Christopher Wright que fue publicado recientemente en Inglaterra por Manchester University Press. Estas discusiones
se han dado en distintos ámbitos académicos con intensidades variables en la antropología visual, en la sociología
visual, en los estudios de documental, entre otros.
5 Como base legal para los procesos de desmovilización de los grupos paramilitares, en 2005 se aprobó la Ley 975 de
Justicia y Paz, la cual constituyó el primer marco legal que instauró la memoria histórica como deber del Estado: la
“preservación de la memoria histórica” se consideró una de las medidas de reparación simbólica de las víctimas y se
creó, entre otros, el Grupo de Memoria Histórica. En forma posterior, la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras de
2010 reformuló y profundizó las apuestas del Estado en esta materia. Aunque ambas leyes han sido objeto de diversas

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Gerrit Stollbrock Trujillo

por su carácter factual y por su efectividad como objeto comunicativo, ha ocupado


un lugar privilegiado entre los dispositivos de representación de la memoria social:
por solo nombrar un ejemplo, varios de los informes de memoria histórica construi-
dos por el Centro Nacional de Memoria Histórica en Colombia han estado acompa-
ñados por productos audiovisuales con el fin de comunicar los mensajes centrales de
estos informes a una audiencia más amplia.
Dado el contexto anterior, presento como resultado principal de la investigación
teórica el concepto de representación claroscura referido a representaciones del pasado.6
La defino como una representación que involucra una proposición de segundo orden
referente a la fragilidad de la representación: el hecho de que todo recuerdo implica al
mismo tiempo olvido. Así, este concepto condensa un imperativo ético, o una invita-
ción quizás, a evidenciar la fragilidad de las representaciones del pasado. Exploro en
esta investigación su aplicación en el marco del cine documental y las estrategias que
este medio dispone para hacer visible esa fragilidad. Puede, no obstante, contribuir
también a la reflexión sobre la representación del pasado en otros dispositivos comu-
nicativos, desde las estrategias narrativas de la literatura a las estrategias curatoriales
de los museos de memoria, donde necesariamente deberá abordarse reflexivamente el
estatus de la representación por las complejas relaciones entre representación, dolor y
82 duelo que pueden estar implicadas.
Para cumplir con este doble objetivo de interpretación metodológica y de apuesta
teórica, sigo la estructura de la abducción de Peirce: Experiencia-Teoría-Experien-
cia (E-T-E). En el primer apartado, “(E) La Siberia: una “experiencia” audiovisual”,
sintetizo los aspectos más determinantes de la experiencia de realización de La Si-
beria como catalizadores de la búsqueda teórica. En el segundo apartado, “(T) La
búsqueda de la representación claroscura”, presento los principales resultados de esta
búsqueda, la cual llevó a formular ese concepto, definirlo y aplicarlo en el marco del
lenguaje del cine documental. Finalmente, en el último apartado titulado “(E) El
regreso a la “experiencia” audiovisual”, muestro cómo la investigación teórica permeó
un proyecto que desarrollé en forma posterior.

(E) La Siberia: una “experiencia” audiovisual

La Siberia fue una planta de cemento construida por la empresa Cementos Samper
en el municipio de La Calera, ubicado al nororiente de Bogotá (Colombia). Entró en
críticas, han sido, no obstante, una plataforma para que procesos de memoria social que habían sido liderados por las
comunidades desde muchos años tuvieran mayor resonancia en la agenda pública nacional.
6 El concepto fue formulado inicialmente en inglés como Twilight Representation. Aunque el término Twilight tiene
varios matices que ninguna palabra en español logra capturar del todo, se refiere fundamentalmente a una cualidad
de la luz justo después del amanecer o antes del anochecer. Entre las distintas posibilidades de traducción, opto por
“claroscuro”, que se centra en el aspecto lumínico para subrayar la dimensión visual.

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Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

operación en 1934 con el fin de surtir cemento para la acelerada expansión urbana
de la capital colombiana a mediados del siglo XX. Como mano de obra principal,
incorporó a los habitantes del municipio, cuya población era preponderantemente
rural. La Siberia conjugaba una urbanización del mismo nombre, donde vivían mu-
chas familias de los antiguos trabajadores, incluyendo en sus instalaciones una escuela
y un centro cultural. Por todo lo anterior, se constituyó en el eje de las actividades
económicas de La Calera, así como de sus actividades culturales. Cerrada en 1998,
entre otras, por causa de la obsolescencia tecnológica, la escasez de materia prima y
los cambios en la estructura del mercado del cemento, hoy en día La Siberia es una
monumental y escalofriante ruina. Lentamente carcomida entre sus grietas por el
verde del campo que la circunda, el cemento derretido de su estructura aún evoca en
forma inexplicable a Chernobyl.

83

Fotograma de La Siberia: las ruinas al amanecer.

Por mi lado, tenía cierta familiaridad con la empresa en funcionamiento porque viví
en La Calera durante mi niñez y juventud y fui vecino de algunos de sus antiguos
trabajadores por más de 20 años, entre 1985 y 2007. La Siberia, el documental, nació
de la confrontación inesperada con las ruinas, apenas 10 años después de su cierre
en el año 2009: ¿si fue tan turbador mi propio encuentro con el lugar, cuál sería la
experiencia de los antiguos habitantes de La Siberia, muchos de los cuales, al vivir
en La Calera, “conviven” con ese inmenso y espeluznante esqueleto? En diálogo con
Iván Sierra, un amigo cineasta colombiano, el documental surgió como respuesta a la
urgencia de explorar esta pregunta. Fue realizado entre 2010 y 2015 y aborda la me-
moria de La Siberia, así como el significado de la ruina para los antiguos habitantes,
por medio de la confrontación con el espacio y sus recuerdos.
El proceso de realización no siguió métodos etnográficos en sentido estricto. Sin
embargo, en el marco de un proceso de investigación que corrió en paralelo con la

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realización, los dos dispositivos principales del documental para abordar la memoria de
los antiguos habitantes de La Siberia tienen una fuerte resonancia con métodos propios
de la antropología, siendo al mismo tiempo fundamentales para la tradición del cine
documental: por un lado, entrevistas con profundidad y, por otro lado, el registro fílmi-
co de los recorridos de los personajes por los espacios, sin brindar ninguna instrucción
previa, en los cuales el acto de recordar emerge a través del acto de caminar, siguiendo
las imbricaciones entre etnografía y el acto de caminar que sintetizan Ingold y Vergunst
(2008). En última instancia, el documental fue un medio de inmersión para investigar
la relación de los antiguos habitantes y trabajadores con las ruinas.
Uno de los hallazgos que más marcó las estrategias narrativas de La Siberia fue
la relación ambigua que establecen los distintos personajes con este espacio. Por un
lado, aparece en ellos la sorpresa de constatar su existencia: “Decían que la planta de
Samper ya había desaparecido, que ya no quedaba nada, que la habían demolido,
¡pero mire que ahí está! “¡Ahí está!” dice Álvaro Triviño, uno de los personajes del
documental. Esta sorpresa ante los restos tiene, a su vez, una correspondencia con el
entusiasmo que impregna sus actos de recuerdo.
La némesis de este entusiasmo es la desilusión ante lo poco que queda de la ruina
y, en forma análoga, la indiferencia frente a sus recuerdos o el desánimo y la frustra-
84 ción ante su fragilidad: “Ya hay cosas que uno no se acuerda, y a veces no le gusta
recordar cosas que poca importancia tienen ya… Yo pa qué le cuento que me dieron
la pala y la carretilla y que a los 15 días…”, cuenta Carlos Cortés.
Esta dualidad de su relación con el espacio dio forma a la estructura narrativa del
documental durante el proceso de edición. Las dos grandes partes del documental
están marcadas por esos dos estados anímicos: el entusiasmo ante los restos que desde
la nostalgia “reviven” La Siberia, por una parte, y la desilusión ante la constatación
de la ausencia y la lenta disolución del “artificio” de la memoria hacia el final del
documental, por la otra.

Fotograma de La Siberia: un antiguo trabajador busca el camino de salida de uno de los espacios.

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Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

La experiencia etnográfica tuvo su espejo en una dimensión autoetnográfica, en el


sentido de Ellis et al. 2011, en cuanto atravesada por mi experiencia como realizador,
la cual fue la principal catalizadora de la exploración teórica. En efecto, esa misma
ambigüedad de los restos tiene también una contraparte autoetnográfica: tener que
enfrentar como realizador los restos del archivo audiovisual del documental y cons-
truir desde ellos un sentido en el marco de las convenciones del cine documental.
En consonancia con el entusiasmo de los antiguos personajes, la confrontación
con ese pasado se tradujo en un impulso obsesivo de registro del espacio, de persona-
jes y de historias: 160 horas de material, 48 personajes, 20 días de registro del espa-
cio, como si la dimensión del registro del archivo audiovisual de La Siberia pudieran
compensar la ausencia y corresponderse con la dimensión de La Siberia en vida, de
esos 70 años de historia, de los millones de recuerdos que antiguos trabajadores y
habitantes guardan y su entusiasmo al narrarlos.
A nivel autoetnográfico, la respectiva némesis del entusiasmo se manifestó espe-
cialmente en el proceso de edición que, en última instancia, implicaba constreñir
los resultados de ese proceso obsesivo de registro a las restricciones del lenguaje do-
cumental: la fascinante y trágica alquimia de convertir 160 horas en los 86 minutos
que hoy en día tiene La Siberia y, sobre todo, someterlas a las restricciones narrativas
propias del medio, pues debíamos contar una historia linealmente. En forma paralela 85
a la desilusión que experimentaban nuestros personajes con la ruina, el proceso de
edición evidenció tensiones propias del documental como dispositivo de memoria:
un relato solo se construye a partir de desechar y desechar restos audiovisuales.

Pantallas que exhiben el material de archivo en la videoinstalación La Siberia: recuerda al olvidar.

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Posteriormente, en el marco del proceso de producción del proyecto La Siberia:


recuerda al olvidar, que señalo brevemente más adelante, interpretaría esta experiencia
como manifestación de la paradoja que atraviesa el acto de recordar, la cual explo-
raríamos en forma plástica. El pivote entre uno y otro momento fue, justamente, la
formulación teórica del concepto de representación claroscura, de la cual presento una
síntesis a continuación.

(T) La búsqueda de la representación claroscura

La necesidad de dar sentido a esta experiencia con los límites del documental como
dispositivo de memoria catalizó la búsqueda por comprender las ambigüedades pro-
pias de la representación del pasado que enfrentamos como realizadores. La con-
secuencia fue el “salto” urgente a la teoría, como sucede en el modelo abductivo
peirceano. A continuación, presento una síntesis de este estadio del proceso de inves-
tigación.7
Debido al interés por comprender las tensiones propias de la representación del
pasado en el documental, una parte sustantiva de esta investigación teórica dialoga
86 con un caso de estudio que resulta icónico en la historia del cine documental y los
estudios visuales, aunque parezca distante al contexto de La Siberia: la representación
del Holocausto. A pesar de esta aparente lejanía, el Holocausto resulta pertinente
como ejemplo, en la medida en que, siguiendo a Guerin y Hallas (2005), puede ser
considerado un “caso extremo” en la imposibilidad de representar el pasado, por las
dimensiones de violencia y trauma involucradas, problematizando, por ende, el uso
de cualquier imagen.8

La paradoja del inmemorial y la amenaza de la iconoclasia

Un primer resultado de la búsqueda a nivel teórico consistió en el encuentro con la


crítica postestructuralista de la historia, en particular, con la “paradoja del inmemo-
rial” de Lyotard (1990). La relación dialéctica entre memoria y olvido ha tenido una
infinidad de manifestaciones a nivel teórico y ha sido abordada por distintos autores

7 Los principales avances de la investigación teórica los realicé en el marco de mis estudios de Maestría en el Departa-
mento de Sociología de Goldsmiths College (Londres) en 2013-2014. El argumento teórico completo se encuentra
contenido en mi disertación Twilight: An Experience-Based Exploration on Memory in Documentary Film.
8 El abordaje de las discusiones sobre la representación del Holocausto judío no responde en ningún caso a un interés
político. En cambio, comparto la propuesta de Rothberg (2009) de ver en este caso la posibilidad de ampliar las dis-
cusiones sobre memoria a otros contextos porque, más que competencia entre contextos, los estudios comparativos
de este autor muestran cómo la memoria del Holocausto ha catalizado procesos de memoria en otros lugares, como
la memoria de esclavitud en Estados Unidos o del colonialismo en Argelia, entre otros.

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Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

y tradiciones. Sin embargo, en el intento por construir un correlato teórico de la am-


bigüedad que atravesó mi experiencia como realizador de un documental que aborda
la representación del pasado, la paradoja del inmemorial no solo la condensaba, sino
que la llevaba a una dimensión perturbadora: de acuerdo con esta paradoja, todo in-
tento por representar el pasado está condenado al fracaso, porque “toda memoria en
el sentido tradicional de representación involucra el olvido del terror sin origen que
la genera” (Lyotard 1990, 28, subrayado me corresponde).
Una vez palpada esa tensión aparentemente trágica entre memoria y olvido que
plantea la paradoja, que resonaba fuertemente con mi “experiencia” en la realización
de La Siberia, es posible analizarla. La formulación de Lyotard tiene como punto de
partida la imposibilidad de representar un recuerdo traumático, según fue plantea-
da por Freud. Representar un evento traumático del pasado implica necesariamente
“olvidarlo”: no es posible representarlo como tal, de acuerdo con la definición de
“trauma” en Freud (Lyotard 1990).9
Como lo mencionaré más adelante, varias investigaciones teóricas sobre trauma
y documental siguen en la línea de esta conclusión circunscrita al problema de la re-
presentación del trauma. Sin embargo, la paradoja del inmemorial es extrapolada por
Lyotard a toda memoria, a toda representación del pasado “en el sentido tradicional”.
Con miras a ser sintéticos, es posible argumentar a favor de esta extrapolación que 87
podría parecer problemática y que Lyotard no justifica explícitamente si iniciamos
por comprender que es “el olvido el que hace posible la memoria” (Ricoeur 2000):
toda representación del pasado implica fuertes procesos de selección, debido a los
límites materiales de la representación, pero también se enfrenta, por un lado, a la
contingencia de los restos (de memoria, documentación o ruina) que sobreviven y,
por otro, a su interpretación, tal como lo mencioné en referencia al proceso de edi-
ción de La Siberia y los restos de archivo que el documental esconde.
El núcleo de la paradoja de Lyotard va, no obstante, más allá. Además de impli-
car esos “olvidos” propios del proceso de selección y sus contingencias, la memoria
comprende un “olvido” de segundo orden: el recuerdo se presenta a sí mismo como
una “descripción totalizante” (Christodoulidis 2001). En palabras de Christodouli-
dis, un recuerdo sobre un evento X contiene subrepticiamente una afirmación del
tipo “X sucedió de esa manera y no de otra”, encubriendo esa fragilidad que le es
intrínseca como representación. Si atendemos la paradoja en la medida en que afecta
toda representación del pasado, la consecuencia que se desprende de ella parece ser la
“iconoclasia” (Guerin y Hallas 2005): el necesario acto de renunciar a toda forma de
representación del pasado.
9 Aunque el concepto de trauma nació en el ámbito de la clínica, desde la década de 1980 ha sido usado como categoría
sociocultural. Una historia de esta mutación se encuentra en Fassin y Rechtman (2007) y Laurent (2009). Aunque
la extrapolación puede ser problemática, en esta investigación me limito a explorar las relaciones entre trauma y re-
presentación que han sido abordadas desde los estudios de trauma y documental para hacer un aporte conceptual en
diálogo con esa tradición, sin que esa extrapolación resulte fundamental a la argumentación.

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Fotogramas en secuencia de La Siberia: la caída de la torre más icónica en el cable que llevaba la caliza de la mina a la planta.

Asumida la urgencia de narrar el pasado, una presuposición básica a la luz de la previa


realización del documental, las consecuencias de esa renuncia resultaban inconcebi-
bles. Por otro lado, es posible interpretarlas en clave psicoanalítica para hacer visible
la urgencia de buscar una salida a la amenaza de la iconoclasia. La posibilidad de
narrar el pasado tiene un sentido de “duelo”, siguiendo a Bal et al. (1999). La para-
doja de Lyotard se insinúa como amenaza, entonces, de todo proceso de “duelo”, tal
como es analizado por Derrida (2001) cuando Lyotard advierte sin más: “No deberá
haber duelo”.10 La consecuencia de la iconoclasia, de este “aborto prematuro” de todo
intento por narrar el pasado (La Capra 1994), podría ser comprendido a la luz del
88 psicoanálisis, entonces, como “melancolía”.

El inmemorial, la imagen fotográfica y el documental

Un contexto nuclear del cine documental que ha sido abordado desde la teoría del
documental y en el que se manifiesta la paradoja del inmemorial es el análisis se-
miótico de la imagen fotográfica. De acuerdo con el análisis que Barthes hace de la
fotografía en su clásico texto La cámara lúcida, la “esencia” de la fotografía puede ser
caracterizada como el “que-ha-sido” (Barthes 1989): ella es la huella físico-química
de un instante de tiempo pasado. Siguiendo las categorías peirceanas de los signos,
podría ser definida como un “índice”: supone la necesidad de un referente para tener
sentido, tal como sucede con los signos en un termómetro que tienen sentido en
referencia a la temperatura exterior (Peirce 1931). La teoría del documental ha in-
corporado esta conclusión, asumiendo que el documental es también esencialmente
“indicial” (Nichols 1991).

10 Traducción propia. La versión original en inglés reza: “There Shall Be No Mourning”. El verbo auxiliar Shall tiene
varios sentidos y por eso la frase de Lyotard guarda esa ambigüedad: puede ser una exhortación, pero a la vez puede
ser una predicción.

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Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

Fotograma de La Siberia: archivo audiovisual de Siberia, Rusia.

Sin embargo, siguiendo al mismo Peirce, aunque la fotografía puede tener un sentido
indicial, es preponderantemente icónica en la medida en que puede tener sentido sin
la necesidad de su referente (Tsang 2012).
Lo anterior es visible en el caso de la ya clásica discusión sobre el uso de las imá-
genes de archivo en el caso del Holocausto. En efecto, las pocas imágenes de archi- 89
vo que sobrevivieron a la erradicación de testimonios propia de la “solución final”
(Didi-Huberman 2004) han sido usadas para representar el Holocausto en general
como íconos, sin considerar las particularidades de su referente indicial: el campo de
concentración de Bergen-Belsen. Adicionalmente el uso de estas imágenes pasa por
alto no solo las complejidades semánticas de la representación de la violencia y el
trauma en la imagen fotográfica, sino el hecho de que la solución final estaba enca-
minada a acabar con los registros documentales, con las huellas, y que estas pocas que
quedan son una muestra infinitamente pequeña. Este ocultamiento de su fragilidad,
que viene de su carácter icónico, es justamente una manifestación de la “paradoja
inmemorial”. En consonancia con la amenaza de la iconoclasia mencionada, las es-
trategias fílmicas de Claude Lanzmann en Shoah tienen a la base una “prohibición de
imágenes” (Bildverbot) que responde a este peligro: renuncia a todo uso de material
de archivo fotográfico, en oposición a las imágenes usadas por Alain Resnais en Noche
y niebla (Winston 2012).11

11 Noche y niebla (1955) es una de las primeras obras cinematográficas en abordar el Holocausto Nazi, cuya estrategia
visual central es la yuxtaposición de imágenes de los campos de concentración de Auschwitz y Majdanek ya vacíos con
material de archivo, fundamentalmente fotográfico y con una sola voz en off.
Shoah (1985), la obra monumental de Lanzmann, acude igualmente al uso de imágenes de los campos de concentra-
ción abandonados, pero las yuxtapone a testimonios de los sobrevivientes. El núcleo de la obra prescinde totalmente
del uso de imágenes de archivo.

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Imagen fotográfica del campo de concentración Bergen-Belsen.

Presentadas las tensiones que atraviesan la imagen fotográfica como representación


del pasado en ese “caso extremo”, demos ahora una mirada breve al resto de signos
que componen el lenguaje documental. Si como lo afirma David MacDougall, la
representación fílmica es la “síntesis de varios modos de representación que remedan
la representación mental” (MacDougall 1992), en los documentales históricos suce-
de que un arsenal de signos confabulan para crear la ficción de la presencia (Bruzzi
2000). En efecto, no solo se trata del uso de imágenes de archivo y la supuesta cua-
90 lidad indicial mencionada antes: la voz en off y el uso de testigos y expertos preten-
den crear la ilusión de la “absoluta presencia” (Barthes, citado en Lupton 2005) del
pasado: el pasado ausente finge estar completamente a la mano, accesible para el
espectador.
En síntesis, en la medida en que la imagen fotográfica está en el corazón del len-
guaje documental y es preponderantemente icónica, por otra parte va unida a un
conjunto de signos puestos a disposición para soportar la ficción de la accesibilidad
del pasado; la amenaza del inmemorial acecha, entonces, igualmente al cine docu-
mental.
La consecuencia de lo anterior parece ser la reafirmación de la iconoclasia, pues los
documentales promueven el olvido de lo que permanece irrepresentado, no filmado.
La única representación posible parecería ser lo que Renov reseña como una de las
materializaciones más concretas de la imposibilidad de representar el trauma en el
documental, la cual, además, hace patente su cualidad indicial: durante el bombar-
deo de Hiroshima hubo un registro audiovisual desde un avión en el cual la película
se quemó totalmente debido a las temperaturas causadas por la radiación y lo único
que queda es un hueco negro en la película: “La imposibilidad de representar la
muerte se concreta físicamente, materialmente, en un conjunto nulo en el dominio
de lo indicial y la significación” (Renov 2004, traducción propia).12

12 En el original: “The Un-representability of Death is Physically, Materially Realized (...) A Null Set in the Domain of
Indiciality and Signification”.

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Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

Representación claroscura

¿Estamos abocados al “negro” como única posibilidad de representar el pasado en el


documental? ¿O es posible una representación que esté a salvo del immemorial? Dada
la urgencia por narrar el pasado, en la investigación teórica me centré luego en buscar
respuestas teóricas a la paradoja de Lyotard.
Un primer indicio lo brinda el mismo Lyotard: en el marco de la formulación de
la paradoja, este autor se refiere a toda memoria “en el sentido tradicional”, lo que
parece sugerir la posibilidad de una representación en un sentido “no tradicional”,
aunque aún parezca indeterminado su sentido. Pero hay otras pistas adicionales:
afirma Lyotard que si no fuera posible una representación a salvo del inmemorial,
tampoco habría tenido sentido el acto de escritura en autores que resultan para
él ejemplares (Lyotard 1990, 34). Lyotard introduce a paso seguido el concepto
kantiano de lo “sublime” para condensar lo que caracteriza a ciertas obras de arte,
como la obra literaria de Eli Wiesel o Shoah de Lanzmann, que a su juicio lo hacen
posible: desencadenan una “afección sin representación” (Lyotard 1990, subrayado
me corresponde).
Esta sugerencia da un aire. Sin embargo, Lyotard sigue dejando en ascuas, pues se
abstiene de dar pistas sobre las condiciones que debe cumplir una obra de arte para 91
producir el sentimiento de lo sublime: “Simplemee sucede” (Lyotard 1990).13 Un
primer indicio para salir de este oscurantismo de Lyotard lo encontré en los debates
sobre la representación del trauma en general (Guerin y Hallas 2005), así como en los
abordajes teóricos de la representación del trauma en el documental (Hirsch 2005,
Walker 2005). Estos sugieren que es posible, para una representación, enunciar su
fragilidad, es decir, que comprenda un enunciado que evite los olvidos de segundo
orden que están implicados en la paradoja del inmemorial, como el mismo Lyotard
lo sugiere. El cine de vanguardia o modernista podría ser considerado una explora-
ción similar porque “formalmente reproduce la experiencia del espectador de poder
observar, de repente, lo impensable” (Hirsch 2005, traducción propia).
Sin embargo, las apuestas teóricas mencionadas antes dejan para mí un vacío
explicativo fundamental: no abordan explícitamente el hecho que, a fin de cuen-
tas, en todos los casos, aún si hace visible el fracaso de la representación en forma
metatextual, ellas son en sí mismas representaciones. Tampoco lo hace explícito el
mismo Lyotard cuando introduce su concepto de lo “sublime” como “afección sin
representación”. Aunque hay una insistencia recurrente en la necesidad de romper
convenciones “realistas” en estas representaciones, ninguno de estos autores aborda
la amenaza de la iconoclasia ni su contraparte psicoanalítica, la melancolía, como las

13 También resulta confusa su posición ambigua frente al concepto de representación: en un primer momento anuncia
que el inmemorial compromete las representaciones “en el sentido tradicional”, insinuado así que hay otras represen-
taciones que estarían a salvo. Sin embargo, define lo sublime como una afección “sin representación”.

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fuerzas opuestas a la que es necesario ofrecer resistencia para hacer posible una repre-
sentación del pasado que, a la vez, responda al llamado del inmemorial.
En consecuencia, me pareció necesario formular el concepto de representación cla-
roscura, el cual es un intento por aprehender el movimiento pendulante entre la ico-
noclasia y el realismo que subyace en el corazón de las complejidades de la representa-
ción del pasado. La defino como una representación con la cualidad de evidenciar sus
propios límites: el hecho de que recordar implica olvidar. Así, involucra cierto nivel
de reflexividad, pues implica una proposición de segundo orden referente a la fragili-
dad que es propia de la representación del pasado, lo que permite así salvaguardar un
equilibrio entre la iconoclasia y el realismo.

92

Fotograma de La Siberia: dos personajes caminando por un claroscuro al interior de las ruinas.

La representación claroscura y el documental

A continuación, la exploración teórica se centró en cómo podría materializarse el


concepto de representación claroscura en el lenguaje del cine documental. Como men-
cioné, aunque las imágenes de archivo tienen características indiciales siguiendo a
Barthes (1989), estas imágenes tienden a perder su referente indicial y convertirse en
íconos de la representación del pasado (Didi-Huberman 2004, Haggith 2005, Wins-
ton 2012). Su significado icónico encubre la ausencia fáctica de lo que permanece
por fuera de la representación, resucitando la amenaza del immemorial. Por eso, el
concepto de representación claroscura comprende, en primera instancia, lo que llamo
la fijación indicial de imágenes de archivo. En consonancia con su cualidad claroscura,
comprende una proposición de segundo orden en referencia al dispositivo fílmico
que permite hacer visible la cualidad indicial de sus imágenes.

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Una de las cuatro fotografías que quedan como único


registro fotográfico de Auschwitz.

Al margen del documental, una puesta de este tipo es justamente el memorable libro
de Didi-Huberman Imágenes pese a todo. Un momento especialmente revelador para
hacer palpable lo que llamo fijación indicial en referencia a una de las cuatro fotogra-
fías que sobrevivieron de Auschwitz es el siguiente:

Gracias a estas imágenes, disponemos, pese a todo, de una representación que, desde
este momento, se impone como la representación por excelencia, la representación 93
necesaria de lo que fue un momento del mes de agosto de 1944 en el crematorio V en
Auschwitz” (Didi-Huberman 2004, subrayado me corresponde).

El texto de Didi-Huberman es justamente un generoso ejercicio de restablecimiento


del vínculo indicial de esas imágenes, de su contexto y la referencia, así sea negativa,
de todo lo que se queda por fuera de ellas, que le hace contrapeso a su inminente
sentido icónico dada la ausencia de otras representaciones visuales de Auschwitz. Solo
así es posible comprender su dimensión como representación del pasado.
Retornando ahora al cine documental, la secuencia inicial de Sans Soleil de Chris
Marker es también un ejemplo elocuente de lo que llamo fijación indicial. Mientras
vemos la icónica imagen de las tres niñas caminando en un paisaje campestre, el na-
rrador recuerda que, aunque para su emisario es una imagen icónica de la felicidad,
ella como tal tiene un vínculo indicial muy preciso: “Tres niñas sobre una vía en
Islandia en 1965”. Y nada más.14 A paso seguido anuncia la imposibilidad de montar
esta imagen junto con otras imágenes, mientras la imagen misma aparece rodeada de
negro en el montaje de la escena, lo que refuerza aún más su cualidad indicial: es tan
solo ese instante de tiempo. Anticipa, por otra parte, el montaje como un dispositivo
que, aunque crea sentido, al mismo tiempo es un artificio que se nutre de su sentido
icónico. Así, esta secuencia inicial puede ser comprendida como un metatexto que
corresponde con la definición de representación claroscura que propongo.

14 En el original en inglés: “Three Children on a Road in Iceland, in 1965”.

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La segunda estrategia que considero nuclear a la representación claroscura en el do-


cumental es la acción diferida como estrategia narrativa. El término como tal es una
herencia del psicoanálisis. De acuerdo con la definición de Laplanche y Pontalis, en
la acción diferida “la materialidad presente como restos de memoria es sometida de
vez en vez a un reacomodamiento de acuerdo con nuevas circunstancias” (Laplanche
y Pontalis 1988, traducción propia). En este caso, el acto de memoria hace explíci-
ta la “diferencia” temporal entre el acto de recuerdo, que se sitúa en el presente, y
el pasado, del cual solo quedan huellas, restos. En el marco del documental como
representación del pasado, la acción diferida se concreta en el dispositivo narrativo
que subraya la temporalidad de la acción en el marco del documental, su presente,
enfatizando al mismo tiempo la distancia insoslayable entre ese presente y el pasado
que pretende abordar. En consecuencia, evita todo intento por representar el pasado
“tal como era” de acuerdo con el “modo realista” (Bruzzi 2000).
Como ha sido analizado por varios autores (Hirsch 2005, Lyotard 1990, Walker
2005), en la historia del cine documental un caso ejemplar del uso de la acción di-
ferida como estrategia narrativa central en el marco de un documental que aborda
el pasado es, de nuevo, Shoah de Lanzmann, sin perder de vista que hay un gran
número de obras que han acudido a esta estrategia. En el caso de Shoah, se subraya
94 constantemente el abismo temporal que separa el Holocausto del tiempo presente
que marca la acción del documental. El recurso visual a los planos de los campos de
concentración vacíos, incluso en ruinas, es una manifestación de esta estrategia. Las
entrevistas, por otra parte, hacen constantemente visibles los olvidos y los silencios de
los personajes. Un momento que condensa ambos recursos es la secuencia inicial: en
su llegada a Chelmno, Srebnik anticipa la imposibilidad del recuerdo cuando afirma
“esto no lo puede uno narrar, nadie puede recordar lo que hubo acá”.15 Así, la acción
diferida puede ser un dispositivo narrativo del documental, pero también se puede
manifestar como recurso a nivel visual o de audio separadamente.

(E) El regreso a la “experiencia” audiovisual

Luego del análisis de dos estrategias que identifiqué como centrales para materiali-
zar el concepto de representación claroscura en el documental, la fijación indicial y la
acción diferida, volví a la “experiencia”. Este “retorno” tiene dos momentos: en un
primer momento, me volqué de nuevo a la experiencia de La Siberia para analizar,
retrospectivamente, las estrategias narrativas y visuales a la luz del concepto de repre-
sentación claroscura. En un segundo momento, resultado de la reflexión en torno a
La Siberia, el concepto jugó un papel determinante en la formulación del proyecto

15 Traducción propia. El original en alemán: “Das kann man nicht erzählen, niemand kann entsinnen was hier so war”.

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Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

artístico La Siberia: recuerda al olvidar, que tiene como base el mismo documental
que catalizó esta búsqueda.

La Siberia y la representación crepuscular

En este primer momento, la relación con la “experiencia” fue más bien reflexiva: reto-
mé La Siberia y me centré en analizar el corte final, en la medida en que la búsqueda
teórica había iniciado con las inquietudes que surgieron en el marco de su realización.
En una primera aproximación, se evidenció que hay varios elementos del docu-
mental que están expuestos a la “paradoja del inmemorial”. Por medio del uso de
video y fotografía de archivo de antiguos habitantes, el documental apuesta a ser un
puente que explora la memoria colectiva de este pueblo. Sin embargo, en la medida
en que los eventos narrados y el uso de los archivos fotográficos privados de antiguos
habitantes están soportados por una narrativa de un tono elegíaco, el uso de la na-
rración y del archivo fotográfico es preponderantemente icónico. En efecto, apenas
hay un par de vínculos indiciales entre eventos fácticos específicos y la narración o
las imágenes de archivo mencionadas. En consecuencia, se podría estar invocando el
inmemorial, según se argumentó antes. 95

Fotograma de La Siberia: archivo de una celebración en La Siberia (cortesía de José Ignacio Pinilla).16

Por otra parte, el concepto de representación crepuscular me permitió conceptualizar al-


gunas de las estrategias a las que acudimos en la realización del documental. En primera
instancia, la preeminencia de la acción de recorrer un espacio en ruinas por parte de
los personajes evidencia que el dispositivo principal del documental es coherente con el
concepto de acción diferida: desde el presente aspiran a reconstruir el pasado.
16 Texto en la fotografía: “Era como una gran familia”. Traducción Íconos.

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Gerrit Stollbrock Trujillo

Esta acción también juega un papel determinante en la narrativa porque el do-


cumental se inicia con la entrada de los personajes al espacio y finaliza con su salida.
Al mismo tiempo, ese dispositivo lo usamos en el recurso visual en planos en los
cuales los personajes cruzan fugazmente la ruina, sugiriendo en el montaje el estatus
paradójico, fantasmal si se quiere, de su presencia en el espacio: su presencia en él es
inestable, suspendida entre presente y pasado.

Fotogramas en secuencia de La Siberia.

Algunos otros recursos del montaje también son coherentes con ese concepto. Reto-
mando lo que mencioné al inicio sobre la estructura narrativa, el documental podría
96 corresponderse, hasta cierto punto, con el concepto de representación claroscura, en la
medida en que explora la ambigüedad de los actos de recuerdo en referencia a La Siberia;
su realización y su fracaso, haciendo evidente que los olvidos están igualmente presentes.
Por otra parte, construida desde fragmentos de testimonio de los distintos per-
sonajes, la narración revela hasta cierto punto el artificio de construir un relato del
pasado, en la medida en que hace visible la fragmentariedad de sus materiales y su
dependencia del montaje para construir sentido. Finalmente el uso de material de ar-
chivo de la Siberia rusa, de imágenes marcadas por condiciones climáticas que resul-
tan extremas para la supervivencia, el cual es transpuesto en el marco del documental
como memoria visual de La Siberia colombiana, lo proponemos como espejo visual
del tono hiperbólico de los recuerdos y, por eso, también de su fragilidad.
Sin embargo, a pesar de estos recursos, no quisimos renunciar al intento de repre-
sentar La Siberia. A fin de cuentas, el documental tiene su nombre y la inscripción
final antes de los créditos anuncia: “A la memoria de La Siberia, de quienes vivieron
y trabajaron en ella”.

La Siberia: recuerda al olvidar, un proyecto inminente

De acuerdo con el análisis que presenté, La Siberia guarda rasgos que se ajustan
al concepto de representación crepuscular. Sin embargo, no abordamos muchas de
nuestras frustraciones fílmicas iniciales. En efecto, las constricciones del formato do-

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Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

cumental como tal, sus compromisos narrativos, colisionaban con el hecho de que
habíamos tenido que desechar tanto material fílmico, que tantos antiguos habitantes
de La Siberia no habían podido participar y tantas memorias permanecieron “ente-
rradas”. Dadas las dimensiones de los “olvidos” del documental, La Siberia seguía
siendo una empresa inacabada frente a las exhortaciones que se derivan del concepto
de representación claroscura.
Las reflexiones teóricas presentadas antes, en conjunción con la urgencia de
seguir abordando el pasado de La Siberia y el archivo audiovisual del documental
que compartíamos con el codirector Iván Sierra confluyeron en la formulación
del proyecto mencionado: La Siberia: recuerda al olvidar, producido en el marco
del Museo Efímero del Olvido, proyecto curatorial del Salón Regional de Aristas
Zona Centro en Colombia. Exhibido en agosto de 2015, fue concebido como un
dispositivo de reflexión sobre las tensiones entre el documental y su archivo, como
metáfora de las paradojas propias del acto de recordar y los “olvidos” y exclusiones
que éste tiene.
El componente principal del proyecto es una videoinstalación. Esta contrapone,
en un mismo espacio dividido en dos partes, las secuencias del documental editado
situadas en una sala oscura que simula un cine, con siete pantallas situadas en una
segunda parte del espacio que, por el contrario, está muy iluminada. Estas panta- 97
llas exhiben, en una programación que rotó semanalmente durante todo el mes
de exhibición, las distintas formas del archivo de La Siberia: i) planos fijos de las
ruinas; ii) recorridos de los personajes por las ruinas; iii) entrevistas en las casas; iv)
el archivo audiovisual de La Siberia (Colombia y Rusia); y v) la “cápsula de los re-
cuerdos” –un dispositivo que registró testimonios espontáneos de los antiguos tra-
bajadores durante un homenaje a La Siberia–. Finalmente dos pantallas adicionales
muestran el archivo que resulta de distintos momentos del proceso de edición: vi)
fragmentos de los primeros cortes; y vii) historias olvidadas de La Siberia, el cual
exhibe material editado que, por las constricciones narrativas del documental, tuvo
que ser excluido del corte final.

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Gerrit Stollbrock Trujillo

Bosquejo realizado por Iván Sierra de la videoinstalación La Sibe-


ria: recuerda al olvidar. En la parte inferior está el primer espacio
que simula un cine. En la parte superior, el espacio del archivo,
98 aunque en una configuración espacial y de número de pantallas
distinta a la que finalmente tuvo lugar.

La dimensión del archivo materializa la monumentalidad de los olvidos del docu-


mental y evidencia las paradojas del acto de recordar: el archivo es un mosaico caótico
de sentidos, inenarrable, a diferencia del documental. Por otra parte, en contraste con
ese afán narrativo, estas pantallas hacen más evidente el registro de la fragilidad de la
memoria: recuerdos contingentes, así como también silencios, repeticiones y olvidos
de nuestros personajes.

Imagen de la videoinstalación La Siberia: recuerda al olvidar. Pantalla con material


de archivo sobre un mosaico de ventanas, algunas con transparencias impresas de
imágenes de la ruina.

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Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

Reflexiones finales

Esta investigación, que imbrica la realización audiovisual y la elaboración teórica, ha


sido interpretada bajo el modelo abductivo de Peirce, según lo propuesto al inicio del
artículo, siguiendo tres momentos. Con el fin de introducir unos comentarios finales,
comienzo por sintetizarlos.
Como primer resultado de la investigación del documental se presenta la relación
ambigua, de entusiasmo y frustración, que los antiguos personajes establecieron con
el espacio. Como espejo “autoetnográfico” de ésta, se reconstruye la “experiencia”
ambigua de realización del documental La Siberia en las posibilidades y los límites
de la representación del pasado y cómo se materializa en la tensión que existe entre el
documental finalizado y su archivo audiovisual.
En un segundo momento, la exploración teórica encuentra en la paradoja del
inmemorial de Lyotard (1990) la formulación teórica de las tensiones antes mencio-
nadas y, por ende, incursiona en buscar una salida teórica a la iconoclasia que parece
ser su consecuencia. Esta comprende la formulación del concepto de representación
claroscura. Como respuesta a esa paradoja, este concepto justamente apuesta por la
necesidad de hacer visible, como enunciación de segundo orden, los límites de la
representación, salvaguardando un equilibrio pendulante entre la iconoclasia, la re- 99
nuncia a toda forma de representación y el realismo, la ficción de la accesibilidad del
pasado. La materialización del concepto de representación claroscura en el contexto
del lenguaje documental conduce a la identificación de dos estrategias centrales: la
fijación indicial y la acción diferida.
En un tercer momento de la investigación, el concepto y las estrategias iden-
tificadas nutrieron, en primera instancia, una reflexión sobre La Siberia. Por otra
parte, el proyecto La Siberia: recuerda al olvidar es una búsqueda por problematizar
el documental La Siberia desde un nuevo dispositivo que responda al concepto de
representación claroscura, en la medida en que busca materializar en forma plástica y
espacial la tensión entre el documental editado y su archivo audiovisual.
En relación con la estrecha imbricación entre exploración audiovisual y búsqueda
teórica, resulta reveladora a mi juicio, en primera instancia, la forma en que la expe-
riencia audiovisual ha nutrido y catalizado preguntas a nivel abstracto que en cierta
forma son inmanentes a la experiencia de producción audiovisual. En ese sentido, el
concepto de “imagen corpórea” de MacDougall (2005) resulta especialmente escla-
recedor: en el registro audiovisual existen ya formas de conocimiento: “proto-pen-
samientos”. El salto a la teoría es, por eso, menos abismal que lo que el modelo de
abducción podría sugerir en un inicio. Por otra parte, es igualmente esclarecedor
cómo la elaboración teórica complejizó, amplió, profundizó la práctica audiovisual.
En última instancia, la imbricación entre ambas formas de conocimiento no sigue
como tal momentos completamente diferenciados y consecutivos. A modo de insi-

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Gerrit Stollbrock Trujillo

nuación, se podría sugerir que el modelo E-T-E se manifiesta en forma fractal: aun-
que la estructura general del proceso en sus tres grandes momentos responde a ella,
según los énfasis de cada uno, también se manifiesta al interior de estos. Así, el pro-
ceso de realización que caracterizamos como “experiencia” está, a su vez, constituido
por otros procesos menores donde también ha estado presente la estructura E-T-E y,
por ende, en él también hay procesos de “teorización”.
Finalmente también considero importante sugerir la relevancia del concepto de
representación claroscura más allá del lenguaje del documental. Siguiendo a Douwe
Draaisma (2000), el cine documental podría ser considerado una “metáfora de la
memoria”. Las “metáforas de la memoria” son entendidas por este autor como “even-
tos u objetos gráficos” que, como herramienta heurística, hacen visibles aspectos es-
pecíficos de los modos en que recordamos y la forma como comprendemos y nos
relacionamos con esos modos en el marco de contextos históricos específicos. Las
“metáforas de la memoria” resultan a veces de objetos y aparatos que sirven de “me-
moria artificial”, como extensiones de nuestra “memoria natural” en distintos contex-
tos históricos, como la tabla de cera, la fotografía, el computador o Internet. Si nos
damos la licencia de asumir el cine documental como metáfora de la memoria, dada
la proliferación del uso de documentales en tantos contextos donde bulle la memoria
100 social, el concepto de representación claroscura podría contribuir a reflexionar sobre la
representación del pasado en otros objetos que hacen las veces de “memoria artificial”
en la sociedad contemporánea, de otras metáforas de la memoria, de otros “lugares
de la memoria” en el sentido de Pierre Nora (2008).
Adicionalmente, aunque las tensiones que el concepto de representación claroscura
pretende capturar surgen de un proceso de construcción de la representación en el
lenguaje documental, la exploración teórica muestra cómo estas tensiones están refe-
ridas a la representación del pasado en general y pueden nutrir la reflexión para otros
dispositivos y lenguajes, desde la literatura hasta los museos.
En el actual escenario en que existe una efervescencia de procesos de memoria
social en Colombia, así como en otros países de Latinoamérica, esta reflexión es
también una invitación. Por la politización de los procesos de memoria, no es para
nada extraño que cualquier manifestación del olvido sea tenida por las distintas me-
morias en conflicto como una derrota o por amenaza de impunidad en medio de la
búsqueda por encontrar justicia frente a la violencia. Sin embargo, en un contexto
tal, forzados los distintos actores a blindar las representaciones frente a la porosidad
del tiempo, a ocultar su inexpugnable fragilidad, es necesario recordar también que
todo acto de recuerdo contiene olvido, siguiendo la paradoja de Lyotard. Hacerlo
visible, según el concepto de representación crepuscular, no solo es una forma necesaria
de acoger la fragilidad del recuerdo y, en última instancia, de honrar su heroísmo. Si
la vulnerabilidad humana es, siguiendo a Judith Butler, el núcleo de la comprensión
del otro, la fragilidad de la memoria podría ser otro de esos pequeños bastiones que

ÍCONOS 59• 2017 • pp. 79-102


Representación claroscura: una exploración audiovisual y teórica de la representación del pasado en el cine documental

puede llevar a la reconciliación entre memorias en conflicto, a reconocer la humani-


dad que se esconde detrás de cada una.


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ÍCONOS 59• 2017 • pp. 79-102


ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2643

La dimensión acústica de la protesta social:


apuntes desde una etnografía sonora
The Acoustic Dimension of Social Protest:
Notes from an Ethnography of Sound
A dimensão acústica da protesta social:
notas desde uma etnografia sonora
dossier

José Luis Martin


Santiago Fernández Trejo
Fecha de recepción: 27 de febrero de 2017
Fecha de aceptación: 27 de junio de 2017

Resumen
En este artículo se analizan las prácticas sonoras perceptibles en las marchas de protesta, desde un enfoque
interaccional de la comunicación. Se plantea una propuesta interdisciplinar para el desarrollo metodoló-
gico de una etnografía sonora y se presentan los resultados de su aplicación en el contexto de las manifes-
taciones por la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, en México. El estudio
cuestiona los modos sociales de sonar, como materialización acústica de los procesos comunicacionales en 103
entornos sonoros específicos.

Descriptores: prácticas sonoras; protesta social; comunicología; estudios interdisciplinarios; etnografía;


entornos sonoros.

Abstract
In this article we analyse the role of sound in protest marches from an interactional communication
perspective. We present an inter-disciplinary proposal for the development of a methodology suited for
the ethnography of sound in the contemporary context. We also present the results of the application
of this methodology in the context of the protests against the forced disappearance of the 43 students
from Ayotzinapa, Guerrero in Mexico. The study questions the social modes of sound as the acoustic
materialization of the communication processes within specific sound contexts.

Keywords: sound practices; social protest; communications; inter-disciplinary; ethnography.

José Luis Martin. Licenciado en Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California, México. Profesor investigador en el Colegio
de Comunicación de la Universidad del Claustro de Sor Juana, México.
* [email protected]
Santiago Fernández Trejo. Licenciado en Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana. Profesor investigador en el Colegio de
Comunicación de la Universidad del Claustro de Sor Juana. Actualmente cursa la Maestría en Comunicación y Estudios de la Cultura en el
Instituto de Investigación en Comunicación y Cultura.
* [email protected]

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59 Quito, septiembre 2017, pp. 103-122
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier

José Luis Martin y Santiago Fernández Trejo

Resumo
Neste artigo se analisam as práticas sonoras perceptíveis nas passeatas de protesto a partir de uma abor-
dagem da interação na comunicação. É feita uma proposta metodológica interdisciplinar para o desen-
volvimento de uma etnografia sonora e apresentam-se os resultados de sua aplicação no contexto das
manifestações pelo desaparecimento forçado dos 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, no México. O
estudo questiona os modos sociais do sonar como materialização acústica dos processos de comunicação
em ambientes sonoros específicos.

Descritores: práticas sonoras; protesto social; comunicologia; interdisciplina; etnografia; ambientes


sonoros.

H
ablar de comunicación acústica implica referirse a las prácticas sonoras, es
decir, tanto a los procesos de producción del sonido como a su percepción
y significación; estudiarlas permite entrar en la dimensión analítica de las
interacciones sociales; observarlas requiere del trazado de itinerarios en el espacio
urbano y de la inmersión en el interior de entornos acústicos específicos, así como
de instrumentos adecuados para su registro sonoro; indagar el sentido que guardan
para sus practicantes lleva a tejer relaciones dialógicas; construir textualidades con
base en éstas, nos ubica ante la tarea de explorar los factores inmanentes de la articu-
104 lación simbólico-social; describir las prácticas sonoras permite reflexionar acerca de
las diversas materializaciones acústicas de las culturas urbanas, en lo que va de este
siglo XXI.
Lo urbano “no es la ciudad, sino las prácticas que no dejan de recorrerla y de
llenarla de recorridos” (Delgado 2007, 11), que tienen lugar en un espacio de pro-
ducción, configuración y desarticulación constante de múltiples sociabilidades –el es-
pacio urbano–, donde emergen complejos fenómenos socioacústicos que componen
la sonoridad de la vida cotidiana.
Hemos decidido explorar la dimensión sonora de lo social en la ciudad, consideran-
do que las actividades audibles ofrecen pistas sobre las estructuras dinámicas de rela-
ciones y los intercambios comunicativos que en (y por) aquellas actividades o prácticas
se articulan. La pretensión es sumarnos al análisis de las articulaciones entre los fenó-
menos comunicativos, el espacio urbano y la cultura política (Rizo García 2005, 203).
El artículo presenta los primeros resultados de un estudio teórico-empírico acerca
de los sonidos que se generan en las interacciones sociales1 (Bateson y Ruesch 1984;
Watzlawick et al. 1985), características de las marchas de protesta,2 en el que se explo-

1 Este estudio deriva del proyecto “Hacia una investigación integrativa en comunicación” (2016-2017) que se lleva
a cabo en el Colegio de Comunicación de la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ), en cuya segunda fase
profundizaremos el análisis y la problematización de nuestro método de composición audio-documental.
2 Retomamos la definición de protesta como una acción conjunta de individuos con el fin de lograr su meta o metas
al influir en las decisiones sobre un objetivo o destinatario, cuyas características son: 1) se trata de una conducta co-
lectiva; 2) es una acción que expresa agravio, una convicción de que algo está mal o es injusto; 3) los actores no son
capaces de lograr sus metas por sí mismos; 4) Su conducta no es la habitual (Opp 2009, 38).

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La dimensión acústica de la protesta social: apuntes desde una etnografía sonora

ra tanto su valor funcional como simbólico (Augoyard y Torgue 2005, 3), tal como es
observado por los investigadores-oyentes y tal como es escuchado-generado-compar-
tido por los integrantes de la comunidad acústica (Truax 1984, 58) que se conforma
en cada uno de dichos agrupamientos. Al mismo tiempo, se elabora progresivamente
una propuesta metodológica para la observación, el análisis y la representación a par-
tir la escucha profunda (Oliveros 2005) de dos fenómenos complementarios propios
de los entornos sonoros: la expresión antropofónica –apoyados en la fenomenología
sociofónica– y la percepción/interpretación de aquellos, apoyados en la acustemolo-
gía (Feld 2012); todo desde el mirador de la comunicología (Galindo Cáceres 2013
y 2008).
En nuestro estudio, la marcha de protesta es considerada una modalidad no con-
vencional de participación política, inherente a todo sistema democrático (IFE 2014)
practicada tanto por individuos como por colectividades “que inciden en la relación
entre la sociedad civil, el Estado y sus cuerpos de seguridad”, mediante una “confron-
tación simbólica ritualizada” (Della Porta et al. 2006, 118 y 166).
El conflicto social es un dato de la realidad social latinoamericana y, en el orden
conflictivo inherente a la democracia (Aranibar 2012, 15), la marcha de protesta está
dirigida hacia la disrupción del orden normalizado en la cotidianidad, incluyendo su
dimensión acústica, mediante un desplazamiento multitudinario sobre las calles de la 105
ciudad. Parece ser que en los Estados Unidos Mexicanos solo un 6% de la población
nacional ha participado en protestas públicas, sin embargo, en la Ciudad de México
este tipo de manifestación se ha convertido en una práctica habitual3 que se encuen-
tra en tensión con los crecientes esfuerzos institucionales por limitar en términos
legales o criminalizar tal tipo de acción social.4
La expresión y las prácticas sonoras (nuestro objeto de estudio) resultan ser un
factor importante en esas polifonías del descontento y la exigencia ciudadana que son
las marchas de protesta (nuestra unidad de observación), de las que nos interesa prin-
cipalmente su dimensión interaccional, es decir, la posibilidad de interrelación entre
actores sociales diversos a partir de las múltiples formas de producción de sonido.
En este sentido, nos ha parecido relevante emprender una etnografía sonora de la
comunicación humana, conformada por la exploración analítica, el registro y la cons-
trucción narrativa etnográfica que nos permita acceder a la “racionalidad expresivo
simbólica” (Martín-Barbero 1991, 253) operante en lo profundo de los modos sociales
de sonar, para lo que es necesario entender el sonido como un sistema cultural, como
un sistema de símbolos (Feld 2012, 3) susceptible de ser explorado desde un enfoque
comunicológico.

3 La Unidad de Datos del diario El Universal publicó el 2 de marzo de 2017 que “en los primeros 10 días de 2015 se
registraron más de 70 manifestaciones o plantones en la capital”, alcanzando un total de 450 marchas o plantones solo
durante el mes de enero de ese mismo año (Guazo 2017).
4 Para profundizar en el tema, consultar: Frente por la libertad de expresión y la protesta social en México 2014.

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José Luis Martin y Santiago Fernández Trejo

Por ser comunicólogos-investigadores de profesión, nos interesa implementar una


metodología que permita un doble rol como etnógrafos-autores sonoros, en la bús-
queda de una modalidad de registro, análisis y difusión de nuestros hallazgos acerca
de la vida social en constante vibración acústica. Con tal fin, revisamos el archivo de
la Sonoteca de México5 y de la Unidad de Producción Audiovisual de la Universidad
del Claustro de Sor Juana (UCSJ), sobre todo aquellos registros sonoros y videográ-
fícos realizados durante las marchas de protesta por el ataque armado a un grupo de
estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos,6 ubicada en Ayotzinapa,
presuntamente a manos de la delincuencia organizada y de la Policía municipal, que
resultó en la muerte de seis personas, más de 40 heridos, la posterior desaparición
forzada de 43 normalistas (GIEI 2015, 311-312) y que ocurrió la noche del 26 al
27 de septiembre 2014 en Iguala, Guerrero, después de que los normalistas tomaran
algunos camiones de pasajeros para trasladarse a la marcha conmemorativa por la
matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968, en la Ciudad de México.
Decidimos entonces analizar los registros realizados entre el 8 de octubre de 2014
y el 26 de septiembre de 2015, que incluyen levantamientos de video de observación
y sonido directo, así como una serie de entrevistas in situ, y que fungieron como
materia prima de cinco cortos video-documentales7 producidos como ejercicio de
106 periodismo ciudadano cuya finalidad fue observar y difundir, desde una perspectiva
independiente, las manifestaciones del descontento social que entonces emergían. De
manera complementaria al análisis de los archivos sonoros y audiovisuales, se realiza-
ron 30 entrevistas con profundidad entre febrero y junio de 2017 a individuos que
presenciaron o participaron en dichas marchas.
Se produjo también el audio-documental Ambiente disidente núm. 1,8 para el que
se trasladaron al lenguaje sonoro las modalidades de representación observacional,
participativa y poética (Nichols 2010) utilizadas en el cine de no ficción.
La investigación se articula desde una perspectiva interdisciplinar, integrando ele-
mentos provenientes de los estudios del sonido, la comunicología, el método etno-

5 Ver el repositorio de este proyecto en:


http://bit.ly/2lHdlxy
6 Consultar el Informe Ayotzinapa. Investigación y primeras conclusiones de las desapariciones y homicidios de los normalistas
de Ayotzinapa:
http://bit.ly/2t9eLaz
Y el Informe Ayotzinapa II:
http://bit.ly/2sPO5sJ
7 Se pueden ver en los siguientes enlaces:
http://bit.ly/2lH86ji
http://bit.ly/2lH9brl
http://bit.ly/2lHefdq
http://bit.ly/2lVMHnj
http://bit.ly/2lbkqEG
8 Se puede escuchar en:
http://bit.ly/2u1Eezv

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La dimensión acústica de la protesta social: apuntes desde una etnografía sonora

gráfico y la representación docu mental de la realidad, como parte de un intento por


delimitar un estilo de investigación integradora en comunicación.
Lo que hemos encontrado es que las prácticas sonoras que tienen lugar en el
entorno de las marchas de protesta ofrecen indicios acerca de los procesos de trans-
formación de nuestras sociedades de la información contemporáneas, una vez que
aportan claves sobre los elementos socioculturales que generan cohesión y/o que es-
tán en tensión desde adentro de las dinámicas relacionales de la ciudadanía en el
espacio urbano. El componente sonoro de las marchas, además de organizar y dirigir
los contingentes, también dota de cierto ritmo que se percibe no solo en lo musical
de manera explícita, sino también en el vaivén de sonidos que la pueden cruzar a lo
largo y ancho. Por otra parte pero en relación con lo anterior, cada grupo o contin-
gente puede tener uno o más puntos focales en términos de sonido, sin que se note
discordancia en el sentido expresivo, pues se aprecia un acuerdo tácito en la sucesión
de manifestaciones sonoras.
El texto se estructura en cinco partes incluyendo esta introducción. En la segunda,
se hacen precisiones acerca de nuestro enfoque comunicológico y etnográfico. En la
tercera parte se presentan aspectos de un análisis del entorno sonoro en las marchas
de protesta documentadas, apoyados en las categorías paisajísticas de Schafer y la ti-
pología de la escucha de Schaeffer, y desde el enfoque de la fenomenología socioacús- 107
tica. En la cuarta, se presentan elementos de las descripciones de las prácticas sonoras
aportadas por los partícipes o testigos de las marchas de protesta en cuestión, desde
un enfoque apoyado en la acustemología. Y en la quinta parte se presentan algunas
conclusiones acerca de las prácticas sonoras en las marchas de protesta como factores
de interacción social.

Precisiones sobre comunicología y etnografía

El Diccionario de la lengua española (2017) define a la comunicología como una cien-


cia de carácter interdisciplinario que estudia los sistemas de comunicación humana
y sus medios. Nosotros nos ubicamos en una perspectiva de análisis sistémico-social,
al considerar la pertinencia de investigar la comunicación acústica mediante una et-
nografía sonora, para indagar el tejido simbólico de las prácticas que emergen de (y
dando lugar a) las dinámicas y estructuras relacionales que se dan en los distintos
entornos sonoros del contexto urbano.
La palabra comunicación es un concepto polisémico, pues “para unos, comuni-
cación puede hacer referencia a los medios masivos; para otros, al establecimiento de
vínculos con otras personas por medio del lenguaje; para otros más, a la participación
en redes sociales o al consumo de, por ejemplo, información televisiva” (Rizo García
2012, 21).

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Ya que la comunicación es el fenómeno de nuestro interés y lo abordamos desde


el campo académico que lleva el mismo nombre, resulta pertinente definirlo también
como objeto de conocimiento, para lo que tomamos las palabras de Raúl Fuentes
Navarro:

La comunicación es… una forma de compartir socialmente los procesos de signifi-


cación o interpretación de los referentes del entorno y los procesos de información u
objetivación de la probabilidad de lo que acontece en ese mismo entorno, tanto natu-
ral como cultural. En la interacción comunicativa lo que se construye en común no es
solo el significado o solo la información de referencia sino el sentido de la conjunción
de ambos, en la interacción social (Fuentes, en Rizo García 2012, 23).

Pero la comunicación es también considerada como un campo. Marta Rizo García


retoma a José Manuel Pereyra para indicar que se trata de:

Un campo de conocimiento desde el cual se puede comprender, interpretar e inter-


venir a múltiples niveles los procesos de interacción y significación a través de la crea-
ción, circulación y usos de medios y tecnología y de formas simbólicas con multipli-
cidad de perspectivas: social, cultural, ética, política, estética y económica, entre otras
108 (2012, 25).

Jesús Galindo ha propuesto clasificar el espacio conceptual de la comunicación a


partir de cuatro dimensiones: expresión, difusión, interacción y estructuración (Rizo
García 2006). La dimensión de la interacción es la que más nos interesa en el presente
estudio. Esta categoría es heredera del llamado modelo interaccional de comunica-
ción que desarrolla la Escuela de Palo Alto desde la década de 1960, el cual rompe
con los modelos lineales de la comunicación al enfocarse en la relación entre perso-
nas, encontrando el centro de su base conceptual “en el estudio de la interacción tal
como se da de hecho entre seres humanos” (Sluzki, en Watzlawick et al. 1985, 12).
Desde el modelo interaccional se consideró que: “Cabe considerar la interacción
como un sistema, y la teoría de los sistemas generales permite comprender la natura-
leza de los sistemas interaccionales” (Watzlawick et al. 1985, 116), entendiendo que
un sistema es “un conjunto de objetos así como de relaciones entre los objetos y sus
atributos” (Hall y Fagen, en Watzlawick et al. 1985, 117). Este antecedente concuer-
da con las perspectivas sistémicas que tanto Steven Feld como Barry Truax tienen del
sonido. En el caso del primero, el enfoque sistémico de lo sonoro impregna el marco
teórico que se definió con el término de acustemología (al proponer un híbrido entre
acústica y epistemología) para abordar el estudio etnográfico del sonido como siste-
ma cultural, es decir, como sistema simbólico (Feld 2012), con base en sus experien-
cias previas en antropología del sonido. Truax, por su parte, define el paisaje sonoro
como un sistema constituido por el oyente más el entorno (1984, 57), proponiendo

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La dimensión acústica de la protesta social: apuntes desde una etnografía sonora

un estudio de los paisajes sonoros humanos que tome distancia de los enfoques tra-
dicionales de la ecología acústica y aportando la definición de comunidad acústica
como una forma de paisaje sonoro en el que la información acústica juegue un rol
determinante en las vidas de los miembros de la comunidad, o en otras palabras, se
trata de cualquier sistema en el que se intercambie información acústica.
Los medios audiovisuales y los medios sonoros, desde que fueron creados, han
sido susceptibles de fungir ya sea como soporte para la articulación de productos
culturales diseñados para la difusión de los resultados de una investigación de cam-
po, o como objetos de estudio en tanto que productos culturales generados por un
grupo sociocultural específico; es decir, se pueden utilizar para informar sobre co-
nocimientos producidos científicamente o para generar conocimiento, científico o
estético, a partir del análisis de sus contenidos. Es así que se desarrolló la noción de
cine etnográfico fundada en la colaboración entre antropólogo, realizador audiovi-
sual y sujetos filmados (Ardèvol 1994, 61), incluso décadas antes de que se hablara de
antropología visual. Y el cine etnográfico puede entenderse, a grandes rasgos, como
aquel cine que refleja el entendimiento etnográfico (Heider 2006, 7). Así como desde
la antropología visual se puede producir cine etnográfico, a partir de una etnografía
sonora nosotros proponemos realizar audio-documentales como parte del proceso de
producción de conocimiento. 109
En la presente investigación, se plantea un doble abordaje de la etnografía, en un
primer momento como método de investigación basado en la observación y en la
escucha, después como escritura, composición o diseño de paisajes sonoros, a manera
de sinfonías urbanas auditivas. Miguel Alonso Cambrón definía hace algunos algu-
nos años a la etnografía sonora como “un estudio en el que se reflejasen las formas de
percibir y, en general, construir los fenómenos sonoros atendiendo a lo psicosocial, lo
social y lo cultural” (Cambrón 2010, 27). Lo que a nosotros nos interesa es explorar
y reflexionar acerca de la representación sonora de los aspectos culturales-comunica-
cionales, así como de la representación de los aspectos culturales-comunicacionales
sonoros.
Nuestro proceso de investigación puede sintetizarse en los siguientes puntos:

• La selección de un entorno sonoro en el que se desarrolle el trabajo de observa-


ción-escucha-registro.
• La recolección de datos mediante la escucha participante y la correspondiente
grabación de campo, incluyendo tanto levantamiento de sonido directo como de
testimonios mediante entrevistas semidirigidas.
• La escucha analítica de los registros obtenidos.
• La categorización de los objetos y las marcas del entorno sonoro en espacios-mo-
mentos-eventos urbanos específicos.
• El diseño/montaje de un documental sonoro etnográfico a partir de una táctica

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compositiva que se apoya en las modalidades de representación documental ob-


servacional, participativa y poética.
• La realización de entrevistas con profundidad a individuos que hayan presencia-
do o participado del entorno sonoro seleccionado.
• La escritura de una serie de textos en los que se presenta la interpretación de
las prácticas e interacciones sonoras en el entorno estudiado, a partir de una re-
flexión comunicológica.

Las marchas de protesta como fenómeno socioacústico

Las marchas por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en la llamada


“noche de Iguala” alcanzaron un importante nivel de repercusión, tanto en términos
mediáticos como de activismo social, pues el suceso logró impactar en la conciencia
de amplios sectores de la sociedad mexicana, así como en la esfera de la opinión pú-
blica internacional.
En la Ciudad de México, se pudo observar que los más diversos sectores sociales se
movilizaron y confluyeron en las múltiples manifestaciones tras el ataque y secuestro
110 de los jóvenes estudiantes. Para comprender la gran convocatoria de estas protestas
y la indignación generalizada entre la sociedad mexicana, es preciso recordar, entre
otros factores, los altos niveles de violencia, la descomposición del tejido social, el
descrédito institucional y la impunidad imperante en el país. Los casos de ejecuciones
masivas y secuestros sin resolución judicial han sido recurrentes (CDNH 2017). Para
ilustrar este argumento, se puede mencionar a los 72 migrantes asesinados en 2010
en San Fernando; la fosa común con 200 cuerpos encontrada en el mismo municipio
en 2011; la desaparición de entre 200 y 300 personas en Allende a manos del cartel
Los Zetas en 2011; las ejecución de 22 personas en Tlatlaya por parte de militares en
2014; el asesinato de 16 manifestantes que ocupaban el Palacio Municipal de Apat-
zingán, presuntamente a manos de la Policía federal, ya en 2015 (González 2015).
Podría mencionarse también a las “muertas de Juárez” (CNDH 2003) y los femini-
cidios en el resto del territorio nacional; las autodefensas (CNDH 2015) organizadas
ante las agresiones del “narco” y los enfrentamientos armados entre ellos; el asesinato
de periodistas (Amnistía Internacional 2017), de activistas sociales o defensores de
los derechos humanos (CNDH 2011); y en general, la espiral de violencia que ha
caracterizado a este país desde el siglo pasado, pero particularmente desde 2006 y la
administración de Felipe Calderón Hinojosa, a partir de su estrategia de militariza-
ción y de guerra frontal contra las drogas (Pérez 2011).
Sin embargo, si se trata de entender a fondo la situación contemporánea de Méxi-
co, es decir, el contexto del que emergen los eventos que dieron lugar a “la noche de
Iguala” y a las posteriores manifestaciones de inconformidad social, sería pertinente,

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La dimensión acústica de la protesta social: apuntes desde una etnografía sonora

por un lado, hacer un análisis profundo de la historia del narcotráfico, como el fenó-
meno complejo que es, y por el otro, analizar la historia de la violencia política en la
región, lo cual nos llevaría, por lo menos, hasta la llamada Guerra Sucia.9
Para analizar las prácticas sonoras observables durante las marchas de protesta, se
han retomado algunos de los componentes que propuso Raymond Murray Schafer
(1977) desde The Tuning of the World, a mediados del siglo XX:

• Señales sonoras (Sound Signal): representan los sonidos que se encuentran en el


primer plano. Son aquellos que escuchamos esporádica y conscientemente, por
ejemplo, las sirenas de la Policía o las ambulancias, los cláxones de los automóvi-
les, el barullo de la gente, etc.
• Huellas sonoras (Soundmarks): son los sonidos característicos de un área, de una
situación en específico; aquellos que adquieren un valor simbólico y afectivo. Es-
tos suelen ser acontecimientos únicos, pues emergen de la vida acústica de cada
comunidad.

Ante el interés por comprender qué es lo que se articula tras un conjunto de sono-
ridades aparentemente homogéneas –como pueden parecer las de las calles y todo
lo que sucede en ellas– es necesario aumentar la atención a la información que nos 111
ofrece cada componente de los entornos sonoros registrados y es a través de la escucha
profunda que accedemos a ella.
Pierre Schaeffer planteó una tipología de la escucha en su Tratado de los objetos
musicales, en la que describe tres situaciones concretas a partir de las que se puede
obtener información (Schaeffer 2003, 61-74). Hemos adaptado algunas de las cate-
gorías paisajísticas de Schafer y de la tipología de la escucha de Schaeffer, establecién-
dolas de la siguiente manera:

• Escucha semántica: aporta información sobre actividades específicas, representa-


das con la voz y demás códigos reconocibles como las consignas de las marchas.
• Escucha causal: nos ayuda a determinar qué elementos corresponden a las mar-
chas.
• Unidad sonora: se plantea como el máximo reducto reconocible en términos
tipológicos, por ejemplo, la guía de las consignas será una unidad, mientras que
el coro que seguirá a la guía será un conjunto.
• Conjunto: según la categoría anterior, como ejemplo pensemos que el conjunto
serían las voces al unísono de un contingente específico.
• Categoría paisajística: con base en las características de cada elemento censado,
se justificará su categorización dentro de los componentes del paisaje sonoro.

9 Se sugiere consultar: Informe de la investigación sobre presuntos desaparecidos en el estado de Guerrero durante 1971 a 1974.
http://bit.ly/1VpI0hg

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Siguiendo con el mismo ejemplo, las consignas coreadas en las marchas son una
marca sonora que da identidad tanto a los integrantes en general como a los contin-
gentes y a los subgrupos e individuos que conforman cada marcha en su totalidad.

Con base en lo anterior, y ya durante el proceso de revisión de nuestros registros, se


pudo percibir una mezcla diversa de elementos sonoros. A continuación, se describe
los componentes más recurrentes en nuestros registros de sonido, que han sido agru-
pados de acuerdo con su origen físico y cuyo recuento es el siguiente:

Máquinas e instrumentos musicales

Tráfico. Al tratarse de manifestaciones que recorren algunas calles de la Ciudad de


México, el sonido del tránsito de vehículos alcanza a percibirse en algunos momen-
tos, pues es posible circular por calles cercanas a los manifestantes. Para este caso, un
autobús acompaña las marchas y desde el mismo sistema de sonido que amplifica las
consignas que se lanzan desde su interior.
Silbatos. Se percibe el sonido de los silbatos que utilizan los policías de tránsito.
112 Autobús. Suele ubicarse a la vanguardia de los contingentes; se escucha su motor y
las consignas a través de los altavoces instalados en el techo.
Alarmas y bocinas de automóvil. Hay sonidos que no pertenecen a las manifestacio-
nes, como una alarma de automóvil que se activa o desactiva al paso de la gente, así
como el accionar de las bocinas en el tráfico cercano.
Bicicletas. Un grupo de ciclistas que forma parte de una marcha acciona las cam-
panas de las mismas a su paso; esta acción es apoyada con silbidos por parte de los
que van a pie.
Campanas de bicicleta. Acompañan los gritos de la consigna llevando el mismo
ritmo del coro.
Explosiones. Se perciben algunas explosiones de pirotecnia durante las marchas, al
igual que en las fiestas religiosas.
Música. Acompaña a las manifestaciones constantemente. En ocasiones, se suma
a los coros del contingente y en otras solo se percibe la música acompañada por pal-
madas que siguen su ritmo. Es común escuchar distintos tipos de ensambles interpre-
tando canciones populares o música regional.

Cuerpo humano

Pasos. En ocasiones es posible percibir el sonido de los pasos de algún manifestante


debido a la cercanía con el punto de registro.

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La dimensión acústica de la protesta social: apuntes desde una etnografía sonora

Aplausos. Es común que personas que observan a los manifestantes los aplaudan,
mientras que los participantes suelen usar el sonido de las palmas para acompañar las
consignas.
Risas. Se suele percibir expresiones de alegría en distintos momentos de las marchas.
Llanto. Se suele percibir gente llorando durante estas manifestaciones.
Voces. La presencia de voces, en ocasiones amplificadas por megáfonos y altavo-
ces, es constante durante las marchas, ya sea dando indicaciones logísticas, leyendo
pliegos petitorios o lanzando consignas que después son coreadas por los manifes-
tantes. Algunos ejemplos de las consignas más características de las protestas en
cuestión son:

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!


¡Ayotzinapa vive, vive, la lucha sigue y sigue!
¡Ayotzi, Ayotzi, Ayotzi somos todos!
¡¿Por qué, por qué, por qué nos asesinan, si somos la esperanza, de América Latina?!
¡No nos falta uno, no nos faltan diez, presentación con vida de los 43!
¡No están solos, no están solos!
¡Enrique, culero, Enriquito, culerito, Enricote, culerote!
¡Fuera Peña, fuera Peña!
113
Además de las consignas, se identifican los discursos realizados en el destino de la
manifestación: la Plaza de la Constitución, también conocida como Zócalo, donde se
suele montar un templete con un gran sistema de sonido frente al Palacio Nacional.
La madre de uno de los normalistas decía: “El Gobierno que no se haga pendejo y que
sabe dónde están”, y después de aplausos por parte de los manifestantes continuaba:
“Yo quiero decirle a este Gobierno asesino que nos entregue a nuestro hijos, él sabe
dónde están y nos los tienen que entregar”. Un padre de familia expresó: “Nosotros
semos campesinos, nos dedicamos a la tierra, a sembrar el maíz y el frijol. Es por eso
que yo le dije a mi hijo te vas a estudiar ahí”, mientras que otro tomaba el micrófono
para lanzar una advertencia: “¡Estamos dispuestos a dar la vida por nuestros hijos y
no tenemos miedo!”, y uno más dijo: “Lo que sí sé es que donde quiera que esté mi
hijo, yo estoy orgulloso de él, porque él quería ser maestro”.

Sonar, escuchar, interactuar, comunicar

Al poner atención a la audición y las conductas sonoras (Augoyard 1997) con las
que se comunican las personas, es posible notar cómo los rasgos identitarios de estos
individuos y grupos se materializan en sus repertorios expresivos y nos dan claves para
comprender las dinámicas de interacción hacia adentro de estas “sinfonías urbanas”
del descontento.

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Los testimonios que hemos documentado y sistematizado a partir de nuestras


registros sonoros en directo, de las entrevistas realizadas in situ durante las marchas
(para lo que nos presentamos como documentalistas del proyecto universitario “El
Claustro TV”, y posteriormente mediante entrevistas con profundidad a una muestra
de ciudadanos que asistieron o presenciaron algunas de aquellas, nos han permitido
analizar tres aspectos:

• La producción discursiva de la ciudadanía de forma directa ante un medio pe-


riodístico independiente (nosotros), o de manera indirecta ante todos los medios
y la concurrencia, mediante los sistemas de sonido, en la que se refieren a los
siguientes propósitos o motivaciones que los llevaron a marchar: 1) La exigencia
de justicia y establecimiento de la verdad; 2) expresar empatía y/o hartazgo; 3)
el temor al incremento de la violencia; 4) activarse políticamente; 5) el deseo de
transformar el país; y 6) la continuidad de una tradición política.
• La descripción de las prácticas sonoras que la ciudadanía lleva a cabo en las marchas.
• La reconstrucción del paisaje sonoro de las marchas, tal como lo recuerdan los
participantes o testigos.

114
Producción discursiva ciudadana durante las marchas

Exigencia de justicia y esclarecimiento de la verdad. Un joven estudiante de la Escuela


Normal Raúl Isidro Burgos, quien se encontraba en Ayotzinapa cuando sus compa-
ñeros fueron agredidos en Iguala, expresaba la exigencia central de la primera marcha
nacional por la desaparición de los normalistas, el 8 de octubre de 2014:

Nos encontramos aquí reunidos diferentes organizaciones, como la Federación de Estu-


diantes Campesinos Socialistas de México, padres de familia de los compañeros desapare-
cidos y de los que fueron asesinados el día 26 de septiembre de este mismo año. Y quere-
mos decirle al Gobierno de Peña Nieto que esto no se va a quedar en la impunidad, que
seguiremos luchando hasta encontrarlos vivos. ¿Por qué no mejor que se vayan a enfrentar
con la delincuencia organizada que se encuentra en nuestro país, donde ellos han hecho
mucha corrupción en nuestro país, si tienen lo suficiente para andar enfrenándose con
alumnos que no traen armas?

Una normalista egresada de la Normal Rural de Panotla, que marchaba con un con-
tingente de mujeres jóvenes, se expresaba así: “Vengo con mis compañeras egresadas
y venimos exigiendo que se haga justicia. Lo que siento es impotencia, es dolor,
porque, bueno, atacaron una escuela hermana, y creo que todos estamos sintiendo lo
mismo, creo que estamos aquí unidos por eso”.

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La dimensión acústica de la protesta social: apuntes desde una etnografía sonora

Una estudiante de economía lanzaba su reclamo en términos similares durante la


segunda marcha llevada a cabo en la Ciudad de México, el 10 de octubre de 2014:
“Estamos aquí para que se haga justicia digna, queremos a los responsables tras las
rejas y que se alce la voz acerca de los desaparecidos”.
Desde los altavoces del carro de sonido, que tradicionalmente va a la vanguardia
en este tipo de manifestaciones, se escuchó la sentida voz de un padre de familia:

¡Quiero decirles que el día de antier fue el cumpleaños de mi hijo, y no saben el día
tan terrible que hemos pasado como padres! ¡Recordamos todos los cumpleaños, los
abrazos que le hemos dado a nuestro hijo, y ahora no lo tenemos para dárselos de
nuevo! ¡Pero sabemos que los vamos a encontrar, a todos los 43, porque ya está bueno
señores, hermanos, ya está bueno de tanta mentira de este Gobierno!

Otro de los padres se expresaba frente al Palacio Nacional ante la mirada y las re-
acciones sonoras de apoyo por parte de miles de manifestantes y decenas –tal vez
cientos– de periodistas: “¡Porque nos sentimos indignados, ese dolor, ese sufrimiento,
ese agotamiento se vuelve coraje. Le decimos al Gobierno municipal, al Gobierno
estatal, al Gobierno federal que ellos tienen a los normalistas y ellos nos los tienen
que regresar, porque sabemos que ellos son los responsables!” 115
Expresar empatía. El testimonio de una mujer que se presentó como antropóloga
social refirió la importancia del aspecto emocional:

Estoy con colegas académicos acompañando la marcha en solidaridad con las fami-
lias de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en consideración de lo que pen-
samos es una causa común, compartida, de coraje, de expresión, para decir que ya
basta, que ya estuvo bueno y que no podemos más con esta situación, que debemos
manifestar nuestra sensibilidad, nuestra emoción por estas cosas que están pasando,
y porque yo no creo que este pueblo, este que está aquí ahorita, tiene el Gobierno
que merece.

Temor al incremento de la violencia. Otro factor que se pudo observar es el miedo ante
un proceso ascendente de descomposición social y la creencia en la posibilidad de
aportar elementos para la transformación social, como lo expresó una estudiante de
21 años: “Lo que me llevó a marchar es el horror, el horror de saber que esta no era
la primera y probablemente no sea la única desaparición masiva que saldría impune.
Y un poco con la esperanza de que muchas personas pueden generar un cambio,
aunque sea una esperanza inocente”.
Mientras que un promotor cultural de entre 35 y 40 años decía: “El miedo que
genera la posibilidad de que sigan existiendo estas cosas te saca a la calle, te mueve,
te moviliza”.

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José Luis Martin y Santiago Fernández Trejo

Activarse políticamente. Para muchos jóvenes, estas eran las primeras manifestacio-
nes a las que asistían, con la intención de participar de lo que estaba sucediendo en las
calles de la ciudad y del país. Una joven que tenía 19 años en 2014 relató lo siguiente:
“Fue la primera marcha a la que fui; escuchaba las canciones y de repente yo también
las empezaba a cantar. Participar en las marchas es una manera de demostrar el apoyo,
la inconformidad también, y sobre todo protestar, expresarse más bien”.
Necesidad de transformar el país. El siguiente testimonio de una mujer de entre 50 y
55 años, bien representa al segmento de la clase media mexicana que no suele participar
en las manifestaciones, pero que reaccionó al sentirse profundamente afectada por las
circunstancias: “Vengo porque me parece que hemos estado dormidos. El asesinato de
los muchachos normalistas me despertó. Me parece que este puede ser un parteaguas
para que retomemos el camino de la lucha pacífica, ¡porque no hay de otra!”
Una profesora de entre 40 y 45 años expresaba:

México está sumido en un proceso de militarización, de descomposición, y quieren


que nos hagamos inmunes al dolor, que nos acostumbremos a los descuartizados, a los
quemados, a los pozoleados. Necesitamos hacer uso de todos los recursos que están a
nuestra mano, son solo los medios alternativos los que nos pueden ayudar en esta tarea
titánica, y todos los días hay un lavado de cerebro para que la gente crea que esto no
116
tiene solución, para que tampoco tenga memoria.

Continuidad de una tradición política. Para otros actores sociales, participar en las
marchas de protesta, así como emprender diversas formas de manifestaciones y ac-
ciones, no es más que la continuación de una tradición sólidamente establecida. Un
normalista de Ayotzinapa, sobreviviente a la “noche de Iguala” lo expresó claramente:

Nosotros los normalistas nos manifestamos desde hace décadas, desde 1922 que se for-
mó la primera rural en Tacámbaro, Michoacán. Luego, Ayotzinapa se fundó en 1926,
después las normales rurales fueron creciendo en número y finalmente en 1935 se orga-
nizaron en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM).
En el sexenio de Lázaro Cárdenas se reformó el artículo tercero de la Constitución y se
establecía que la educación fuera socialista. Es más, sus estatutos como organización,
desde 1935, manifiestan muy claro que la FECSM se declara partidaria de todas las
luchas populares del país, entonces, es una tarea, es una consigna, es un principio.

Descripción de las prácticas sonoras

Otra estudiante universitaria y activista social se refirió al sonido como factor de


cohesión social: “Yo seguía las consignas que los demás proponían. El sonido, yo
siempre he creído que igual que la música, es un motor de colectividad, que mucha

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La dimensión acústica de la protesta social: apuntes desde una etnografía sonora

gente al mismo tiempo diga algo, lo vuelve muy poderoso, lo vuelve una emoción
súper grande”.
Un músico originario del estado de Oaxaca dijo: “Yo me manifiesto a través de la
cuestión artística porque creo que el simple hecho de dedicarse al arte en México, ya
es un acto revolucionario”.
Otro estudiante de 22 años definió la consigna a partir de una triple función,
reflexionando también sobre la resonancia sociopolítica de ésta:

Me recuerdo gritando las consignas que traía mi Facultad. Creo que la consigna tiene
la función, primero, de protestar alzando la voz, segundo de que nos volteen a ver, y
tercero y más importante, de que necesitamos esa catarsis. Mis gritos contribuyeron
a que se le exigiera al Gobierno una verdad, real, honesta. Y eso, las consignas son los
cimientos para algo más grande.

Un profesor expresó con estas palabras lo significativo que le resultó el recorrido en


colectivo por la ciudad: “Yo recuerdo mucho el sonido de mis pasos, me daba cuenta
de mis pasos, es lo que más recuerdo”.

117
Remembranza auditiva

Pedimos a algunos de los actores sociales con los que dialogamos que cerraran los
ojos y que reconstruyeran la experiencia de haber estado en alguna de estas marchas,
describiendo los sonidos recordados de aquel paisaje sonoro. Un joven universitario
describió así los momentos previos al inicio del recorrido:

Salí de la estación del Metro Chapultepec con unos camaradas, y no se escuchaban


voces, se escuchaban pasos, como una calma impresionante pero vestida con pasos, de
todas las personas que se acercaban antes de empezar la marcha, y cuando llegamos al
Ángel de la Independencia ya estaba repleto de gente pero no se escuchaba nada, ni
voces ni barullo ni gritos, y lo que más recuerdo es que había gente llorando.

Otra de las universitarias entrevistadas evocó sus recuerdos de esta manera:

Se escucha una camioneta diciendo que vienen detrás varias universidades; se escu-
cha mucha gente gritando; se escucha gente pidiendo pancartas; se escuchan muchas
canciones; se escucha el correr de los policías; se escuchan autos; se escucha ruido; se
escuchan porras; se escucha llanto, se escucha miedo; se escucha coraje; se escuchan
risas porque una persona escribió mal Ayotzinapa; se escucha la lluvia; se escuchan
unos patines; se escucha una bandera; se escucha una mamá de un estudiante hablan-
do en náhuatl.

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Un productor de teatro, de 31 años, recordó el paisaje sonoro de una de las marchas así:

Recuerdo cuando soltaron bombas contra la puerta del Palacio Nacional, querían
reventarla. De repente se hace como una vorágine sonora entre gritos y golpes de
los escudos de los granaderos, avientan botellas, “pruassshhh”, “praaaaashh”, cohetes
“puuggghh”; hay helicópteros, lo que más puedo escuchar son todas las voces y podría
pensarse que esas voces están quemándose, es como un fuego, así “fuughhh fuuughhh”,
una muchedumbre.

Mientras que el normalista sobreviviente al ataque recordó la consigna que considera


más significativa: “De las marchas, la consigna que más recuerdo es La Llorona: “No
somos todos llorona, nos faltan 43”; el “vivos se los llevaron, vivos los queremos”, es
algo muy propio de la desaparición forzada; pero el más sonado tal vez haya sido el
conteo del 1 al 43”. Y luego aprovechó el espacio de la entrevista para hacer una crí-
tica desde adentro al movimiento normalista por considerar que está dividido entre
un sector conservador, que ya estaba organizado antes de los hechos del 26 de sep-
tiembre, al que calificó de dogmático, y otro sector de integrantes más jóvenes, que
buscaron nuevas formas de organización y de acción política a partir de la coyuntura
generada por “la noche de Iguala”. Recurrió entonces a la memoria de los sonidos
118
que conformaron el entorno sonoro de las marchas como metáfora de la diversidad
de pensamiento:

Los sonidos en las marchas son el sonido de lo diverso. Hay sonidos de todo tipo, y
creo que tiene que haberlos, y todas las personas deberían converger en algún mo-
mento, canalizarse, acompañarse, aceptar lo que dice el otro, ¿no? A los que no saben
consignas les daban ganas de aprender las nuevas y se atrevieron a contar del 1 al 43,
y a decir “vivos se los llevaron, vivos los queremos”, en obediencia a lo que ya venía
diciendo el movimiento originario, pero éste no fue capaz de repetir las consignas del
otro, del más joven, por considerarlas mal elaboradas, o mal rimadas. Y he ahí la si-
tuación, para mí, uniformar está jodido, uniformar se lo dejo a los nazis y a cualquier
otro que quiera construir una sola forma de ver las cosas.

Después evocó los sonidos de aquella noche en la que fueron baleados por la Policía
Municipal en Iguala:

De la noche de Iguala recuerdo el silencio y la balacera, silencio y balazos, gritos de


los chavos “¡corran, vámonos!”, “¡agáchense, cúbranse!”, y la lluvia de esa noche, tre-
menda; autos a los lejos; patrullas con sus sirenas; órdenes de los militares; pero sobre
todo, el silencio por no saber lo que estaba pasando. Recuerdo que los balazos eran
zumbidos, cerca de mí, cerca de mis compañeros; me asomaba hacia donde estaban los
destellos de las balas e inmediatamente me disparaban, ¡pam!, ¡pam!, y yo, lo único que
pensé es que me iban a matar. Eso es lo que recuerdo, los zumbidos.

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La dimensión acústica de la protesta social: apuntes desde una etnografía sonora

Conclusiones momentáneas

El estudio socioacústico de las marchas de protesta, mediante la táctica etnográfica


planteada, nos permite indagar acerca de las formas en que se materializan las cul-
turas urbanas a través de sus rituales y modos de interacción característicos. En las
manifestaciones por la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa,
hemos identificado en las prácticas sonoras escuchadas algunos elementos sociocul-
turales de cohesión y otros más en tensión, como parte de tendencias históricas que
apuntan hacia la perpetuación de ciertas sociabilidades, pero al mismo tiempo, hacia
la transformación o emergencia de otras nuevas.
Estas marchas lograron convocar mediante redes sociales, tanto físicas como vir-
tuales, a movimientos y actores políticos cuya presencia es habitual en las manifesta-
ciones, como los contingentes obreros, sindicales, campesinos, socialistas, de lucha
por los servicios básicos, anarquistas, etc.; pero también religiosos, profesionistas, de
defensa de la equidad de género, artísticos, diversas “tribus urbanas”, contingentes in-
fantiles, madres y padres de familia, muchos contingentes estudiantiles, vocacionales,
universitarios y docentes, logrando una articulación ciudadana de carácter transcla-
sista, interideológica y multigeneracional.
En estos eventos de disrupción de la dinámica cotidiana se generó un proceso 119
de reconocimiento masivo y ciudadano en la empatía, en la indignación colectiva.
Su fundamento ha sido el reclamo por la administración del Estado, la impartición
de justicia, la inseguridad, la violencia institucionalizada. Dicho reclamo, al ser lle-
vado a las calles (y después a los medios masivos, tradicionales y nuevos, nacionales
e internacionales) generó un régimen de sonoridad hecho de repertorios expresivos
específicos que, al escucharlos con detalle, ofrecen pistas sobre las tensiones entre lo
político-ideológico-disidente-tradicional y lo político-ideológico-disidente-emergen-
te que se teje en las marchas.
Los tipos de expresión, sean lingüísticos, corporales, musicales y en general el
mundo de la experiencia sonora generado en las marchas de protesta contienen in-
dicios acerca de los procesos de transformación de nuestras inestables culturas con-
temporáneas. Estudiarlos implica aislar ciertos elementos de fenómenos por demás
complejos, pero no con el fin último de reducirlos, sino para profundizar en ellos e
intentar equilibrar después el peso de lo sonoro en nuestra cultura, eminentemente
visual.

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 103-122


dossier

José Luis Martin y Santiago Fernández Trejo

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ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2595

Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa.


Consideraciones etnográficas
Cyber-activism and Waves of Communication Agitation:
Ethnographic Considerations
Ciberativismo e ondas de agitação comunicativa
Considerações etnográficas
dossier

Nicolás Aguilar-Forero
Fecha de recepción: 18 de febrero de 2017
Fecha de aceptación: 14 de julio de 2017

Resumen
En este artículo se presentan algunos resultados de un trabajo etnográfico colaborativo, multisituado y
experimental que tuvo lugar durante los años 2012 y 2014, y que giró en torno a las prácticas comu-
nicativas de la organización Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio
(H.I.J.O.S.). En particular, se analizan las características del ciberactivismo del nodo de H.I.J.O.S. en
Bogotá y se ilustra cómo la apropiación politizada de distintas plataformas de Internet por parte de 123
este colectivo favorece la circulación de contenidos, la coordinación de acciones e incluso la transfor-
mación constructiva de sus conflictos internos. El análisis, desarrollado en diálogo con ciertas claves
interpretativas derivadas de la antropología de los mundos virtuales, pretende además promover una
reflexión acerca de los desplazamientos necesarios y los retos del trabajo etnográfico, de cara al estudio
del ciberactivismo en el mundo contemporáneo.

Descriptores: ciberactivismo; trabajo etnográfico; tecnologías digitales; plataformas de Internet; antro-


pología virtual.

Abstract
In this article I present the results of a multi-sited, collaborative and experimental ethnographic
study that took place between 2012 and 2014. It was focused the communication practices of
the organization Sons and Daughters for Identity and Justice and Against Forgetting and Silence
(H.I.J.O.S. in Spanish). In particular, the analysis in this article focuses on the characteristics of the
cyber activism of the Bogota based chapter of H.I.J.O.S. as an example of the politicized appro-
priation of distinctive online platforms by this group to share content, coordinate activities and for
the resolution and transformation of internal conflicts. The analysis, developed in dialogue with key
concepts from the anthropology of virtual worlds, attempts to promote reflection on the necessary
displacements and the challenges of ethnographic fieldwork, in the context of the study of cyber
activism in the contemporary world.

Nicolás J.C. Aguilar-Forero. Doctor en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud por la Universidad de Manizales, Colombia. Profesor e inves-
tigador en la Universidad de los Andes, Colombia.
* [email protected]

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 123-148
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
dossier

Nicolás Aguilar-Forero

Keywords: cyber-activism; ethnographic fieldwork; digital technology; online platforms; virtual an-
thropology.

Resumo
Neste artigo apresentam-se alguns resultados de um trabalho etnográfico colaborativo, multisituado e
experimental que teve lugar durante os anos 2012 e 2014, e que girou em torno às práticas comunica-
tivas da organização Filhos e Filhas pela Identidade e a Justiça contra o Olvido e o Silêncio (H.I.J.O.S.).
Em particular, se analisam as características do ciberativismo de H.I.J.O.S. em Bogotá e se ilustra como
a apropriação politizada de diversas plataformas de Internet por este grupo favorece a circulação de
conteúdos, a coordenação de ações e até mesmo a transformação construtiva dos seus conflitos inter-
nos. A análise desenvolvida em diálogo com certas chaves interpretativas derivadas da antropologia dos
mundos virtuais pretende também promover uma reflexão sobre as mudanças necessárias e os desafios
do trabalho etnográfico de frente ao estudo do ciberativismo no mundo contemporâneo.

Descritores: ciberativismo; trabalho etnográfico; tecnologias digitais; plataformas de Internet; antropo-


logia virtual.

E
l ciberactivismo, asociado con usos y apropiaciones diversas de tecnologías
digitales que potencian la acción colectiva, ocupa un lugar central en las so-
ciedades contemporáneas. Como señala Rueda (2013), si bien los nuevos re-
124 pertorios tecnológicos son formas predominantes de producción y control, al mismo
tiempo son dispositivos con potencialidad para la expansión de la subjetividad, la
toma de la palabra, la cultura política y el ejercicio ciudadano o ciberciudadano. En
efecto, la comunicación mediada por tecnologías digitales es catalizadora de la creati-
vidad político-cultural, de la invención de lenguajes expresivos y de otras maneras de
decir, afectar o incidir en los demás. Lo anterior ha sido comprendido por movimien-
tos sociales y experiencias de acción colectiva juvenil que, desde hace algunos años, se
han apropiado de redes sociales como Twitter o Facebook, promoviendo usos creati-
vos de blogs, páginas web, plataformas de trabajo colaborativo, listas de correo elec-
trónico, mensajería instantánea, entre otros. La Primavera Árabe, los Indignados, los
movimientos estudiantiles en América Latina o los movimientos Occupy son algunos
de los ejemplos más visibles y recientes de la disrupción política juvenil que, a través
del ciberactivismo, ha impulsado cambios políticos, económicos y socioculturales.1
Tales oleadas de revueltas sociales y agitaciones comunicativas que se hicieron pre-
sentes en 2011 –y reaparecieron con nuevas intensidades y formas en 2013 y 2016–
prometen nuevas mareas en un mundo cada vez más desigual, injusto, xenófobo,
predador de su entorno, cuyo viraje hacia la derecha del espectro político es cada vez
más evidente. Ante este panorama, surgen las siguientes preguntas: ¿cómo investigar

1 El ciberactivismo puede ser oficialista y liberal en términos ideológicos (ligado con la garantía de derechos, el fortale-
cimiento del Estado o el mejoramiento del sistema), o puede ser más radical: queer, anticolonialista y anticapitalista
(Grau 2016; Emejulu y Mcgregor 2017). En cualquier caso, no cabe duda de que el ciberactivismo apunta a promover
el cambio político, económico y sociocultural, con niveles variables de radicalidad.

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

tales experiencias de acción colectiva con protagonismo juvenil que se mueven en


los pliegues online/offline? ¿Qué desplazamientos se requieren para abordar ciberac-
tivismos que, como se ilustra más adelante, redefinen los espacios, tiempos e incluso
relaciones sociales? ¿Cómo repensar el “trabajo de campo” cuando el “campo” del
ciberactivismo no está delimitado, localizado ni asociado con un grupo o “cultura”
definida? A continuación, se abordan tales interrogantes a partir de la descripción de
la propuesta metodológica que soportó una investigación sobre las prácticas comu-
nicativas de H.I.J.O.S. Bogotá. Luego se exponen algunos resultados derivados del
trabajo etnográfico desarrollado, con el fin de propiciar la reflexión en torno a los
retos de la etnografía para el estudio del ciberactivismo en el mundo actual.

El trabajo etnográfico: desplazamientos necesarios


en contextos de ciberactivismo

Durante los años 2012 y 2014, desarrollé una investigación doctoral sobre las prác-
ticas comunicativas de dos experiencias organizativas juveniles que han trabajado en
Colombia a favor de los derechos humanos, la memoria histórica y la construcción
de paz: Hijos e hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio 125
(H.I.J.O.S.) y Contagio Comunicación Multimedia.2 Esta investigación se basó en
una aproximación etnográfica colaborativa (Rappaport 2007; Rappaport y Ramos
2005) y militante (Scheper-Hughes 1995a; Juris 2007) en la que, como investigador,
me identifiqué plenamente con los interlocutores del colectivo y me esforcé por supe-
rar la distinción entre activismo e investigación: entre los actores políticos y los “aca-
démicos” que los “investigan”. Tal enfoque de investigación “se concretó en más de
un año de participación en varias movilizaciones, actos conmemorativos, reuniones
internas y encuentros formativos, entre otras acciones e intervenciones de H.I.J.O.S.
que tuvieron lugar entre noviembre de 2012 y mayo de 2014” (Aguilar-Forero y
Muñoz 2015, 1027) en la ciudad de Bogotá.
En este estudio, quise entender la etnografía no como la descripción de “otra”
realidad o cultura, ajena y distante, sino como un enfoque relevante para comprender
contextos a los que ya pertenecía, y en los que convergen sujetos con posicionamien-
tos distintos pero políticamente articulables (Clifford 2003). Asimismo, más que un
conjunto de técnicas o el producto escrito que se deriva del análisis e interpretación
de datos, entendí la etnografía como una mediación en la que se articulan considera-
ciones teóricas, metodológicas y epistemológicas (incluso ontológicas), con prácticas

2 Si bien la investigación se desarrolló con dos experiencias organizativas, el presente artículo se centra en H.I.J.O.S.
Bogotá, colectivo que desde el año 2006 reúne a jóvenes que han puesto en marcha “iniciativas de construcción de
memoria, de lucha contra la impunidad y de trabajo a favor de la solución pacífica del conflicto sociopolítico y arma-
do en Colombia” (Aguilar-Forero 2016, 90).

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dossier

Nicolás Aguilar-Forero

y relaciones situadas en múltiples lugares de posible conocimiento etnográfico, y


“modeladas por relaciones politizadas de colaboración” (Marcus 2008, 34). Desde
esta comprensión, me propuse analizar los usos y apropiaciones de tecnologías di-
gitales en contextos de activismo, evitando categorías preconcebidas y valorando la
propia perspectiva de las personas “que las incorporan en su vida cotidiana y que las
manejan y las crean” (Ardèvol y Lanzeni 2014, 33).
Por lo tanto, aunque en el corazón del estudio gravitó un tipo de investigación
colaborativa y militante, el devenir de la práctica investigativa me acercó al terreno de
la antropología digital, también denominada antropología de los mundos virtuales
(Boellstorff 2012; Boellstorff 2016; Ardèvol y Lanzeni 2014). Este campo agrupa di-
versas perspectivas, temas y problemas relacionados con lo digital, entendido “como
un proceso relacionado con las unidades de información que circulan entre nosotros
en diferentes formatos, generando con ello continuidades y discontinuidades en las
formas de hacer, pensar y experimentar cosas como las relaciones sociales, el arte, la
política” (Ardèvol y Lanzeni 2014, 14). Como parte de este campo, mi trabajo con-
tribuye y se suma específicamente al creciente número de etnografías y estudios que
han abordado las relaciones entre medios digitales y movimientos sociales (Barbas
2015; Treré 2013; Fernández-Planells 2013; Juris 2012), con especial énfasis en co-
126 lectivos juveniles (Valderrama 2013; Aguilera 2006).
Para llevar a cabo la investigación, fueron necesarios tres desplazamientos en la
concepción y práctica del trabajo etnográfico. En primer lugar, se requirió de un trán-
sito de la concepción de “campo” como unidad y espacio físico claramente definido
a la comprensión del mismo como ensamblaje de flujos, relaciones, actores y prácti-
cas físico-virtuales que pueden ser rastreadas, interpretadas y experimentadas. Desde
esta perspectiva, el campo se amplía e incorpora los múltiples mundos virtuales que
habilita Internet (redes sociales, correo electrónico, páginas web, etc.), en los que el
investigador participa transitando por diversos entornos sociotécnicos y siendo parte
de las mismas prácticas que investiga (Ardèvol y Gómez 2009).
Esta concepción de campo es coherente con el activismo juvenil, el cual se mueve
por diversos espacios y pasa simultáneamente por las calles, plazas, cuerpos y por los
muchos lugares de Internet, en lo que podríamos llamar una acción política multi-
situada mas no necesariamente desterritorializada. Por esta razón, la etnografía de
los activismos y ciberactivismos juveniles debe ser igualmente multisituada (Marcus
2001), de manera que no se pliegue solo a los mundos físicos o solamente a los virtua-
les y responda así a una acción política juvenil en la que los contextos online y offline
se cruzan e hibridan constantemente (Treré 2013). Como explica Marcus (2001),
“la investigación multilocal está diseñada alrededor de cadenas, sendas, tramas, con-
junciones o yuxtaposiciones de locaciones en las cuales el etnógrafo establece alguna
forma de presencia, literal o física, con una lógica explícita de asociación o conexión
entre sitios” (118).

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

Así pues, el trabajo de campo en este tipo de aproximación multisituada (o mul-


tilocal) se expresa como una búsqueda de datos significativos en diversos espacios y
mediante estrategias de recolección de datos online y offline, que problematizan la dis-
tinción entre “lo real” y “lo virtual”. Como bien señala Boellstorff (2016), lo virtual
es real pues todo lo que acontece en los mundos virtuales como aprender idiomas o
perder dinero a través de plataformas online no es para nada “irreal”. Esta falsa opo-
sición entre lo virtual (o lo digital) y lo real no permite comprender la diversidad de
maneras como la realidad se presenta en y a través de lo digital; razón por la cual, de
lo que se trata es de “seguir a las personas” (Marcus 2001, 106) teniendo en cuenta
que estas circulan, a veces simultáneamente, por locaciones físicas y virtuales reales
que implican formas variables de inmersión social.
Cabe destacar que en este tipo de aproximación no todos los sitios o locaciones
son tratados con la misma intensidad o a través de un conjunto uniforme de técnicas.
De hecho, una de las grandes virtudes de las técnicas etnográficas es que pueden ser
adaptadas según contextos y tiempos particulares (Boellstorff 2012). En la investiga-
ción que desarrollé, por ejemplo, se incluyeron las técnicas que se consideraron más
favorables no solo según el momento en el que se encontraba el trabajo o las necesi-
dades emergentes, sino también según los lugares y sus especificidades. Del mismo
modo, al cambiar los lugares también cambiaron ligeramente las posiciones de sujeto 127
o, en otras palabras, se asumieron roles o identidades distintas. Al decir de Marcus
(2001), la investigación multilocal es también una “práctica de constante movilidad
del posicionamiento en términos de las afinidades cambiantes del etnógrafo-activista,
de las afiliaciones con respecto a (y distancias de) aquellos con los que interactúa en
diferentes sitios” (123).
Con esta base, en la investigación desarrollada combiné técnicas como la observa-
ción participante (o mejor “participación observante” debido al predominio otorgado
a la participación en distintos contextos online y offline) con entrevistas semiestructu-
radas a expertos en los campos de la antropología y sociología de la juventud: Floren-
cia Saintout,3 Marcelo Urresti,4 Pablo Vommaro,5 Samanta Cassareto,6 entre otros.
Además de estas entrevistas que fueron implementadas durante el período de tiempo
de pasantía doctoral que realicé con el Equipo de Estudios de Políticas y Juventudes
(EPoJu) del Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Socia-
les, Universidad de Buenos Aires –UBA–), como parte del trabajo de campo puse
en marcha un “análisis de contenido, ante la constatación de que buena parte de la
interacción a través de Internet se expresa en textos que pueden ser interpretables y

3 Doctora en Ciencias Sociales por FLACSO. Decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Uni-
versidad Nacional de La Plata, Argentina.
4 Sociólogo y Filósofo por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador del Instituto Gino Germani, UBA.
5 Doctor en Ciencias Sociales por la UBA e investigador asistente del CONICET.
6 Historiadora con estudios de posgrado en Antropología en París I. Docente de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

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dossier

Nicolás Aguilar-Forero

decodificables” (Aguilar-Forero 2016, 93). Igualmente, mientras en la vida offline


me apoyé en la participación observante y privilegié la interacción y comunicación
directa, para el trabajo en los mundos virtuales mantuve un rol algo más distante y
“anónimo”, relacionado con la navegación en los espacios de Internet y con el análisis
de contenidos escritos o audiovisuales.
De esta manera, realicé dicho análisis de los siguientes documentos y plataformas
de H.I.J.O.S. Bogotá: 1) 14 relatorías de las reuniones y eventos que tuvieron lugar
durante el período de tiempo del estudio; 2) tres comunicados públicos; 3) 119
mensajes del correo electrónico grupal; 4) dos Fan Page de Facebook administradas
por integrantes del colectivo;7 5) una cuenta de Twitter;8 6) un blog;9 7) un canal
de YouTube;10 y 8) una página web.11 El análisis de contenido se realizó con base en
López-Aranguren (1989) y en especial en tres de los principios de clasificación que
propone: 1) el principio de “materia, tema o asunto” que responde al interrogante
más elemental ¿de qué trata la comunicación? 2) El principio de “objetivo o meta”
que permite identificar “para qué” o con qué propósito se establece determinada pie-
za o producto comunicativo. 3) El principio de “mecanismo o recurso” que se refiere
a “cómo dice la comunicación lo que dice”, es decir, a los mecanismos y recursos
narrativos, expositivos o argumentativos que son utilizados.
128 Ahora bien, el segundo desplazamiento necesario consistió en modificar de mane-
ra estructural las relaciones entre los sujetos de la investigación. En gran parte debido
a que desde mucho antes del estudio ya compartía afinidades, amistades y propósitos
comunes con los integrantes del colectivo, la investigación no se realizó sobre sus
actores o experiencias sino con y desde las mismas, haciendo parte de sus prácticas
político-comunicativas, colaborando con sus formas de acción colectiva y aportando
a la producción de memorias disidentes desde el trabajo político e intelectual. En este
sentido, si bien mi trabajo dialoga con las etnografías multisituadas y con las etno-
grafías de los mundos virtuales, encuentra su sustento en modalidades de etnografía
crítica, colaborativa y militante en las que no se distingue entre trabajo académico y
acción política, o entre investigación e intervención.12
Por lo tanto, quise confrontar la pretensión de una mirada distante y “neutral”
propia de formas convencionales de “hacer ciencia o etnografía” que esconden las
simpatías e implicancias detrás “del narrador invisible y omnipresente en tercera per-

7 Disponibles en:
http://goo.gl/r7BPLO
http://goo.gl/vF5Vgf
8 @hijosenBogota
9 hijosenbogota.blogspot.com.co
10 http://goo.gl/AlMc6p
11 www.hijosbogota.org
12 El trabajo de Juris (2007 y 2012) constituye el referente que más aportó a mi estudio, en lo que respecta a este tipo
de etnografía políticamente comprometida con experiencias de movilización y ciberactivismo.

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

sona” (Scheper-Hughes 1995b, 35). En su lugar abordé “lo concreto desde lo con-
creto”, es decir, desde el cuerpo y la experiencia directa circulando por múltiples con-
textos físico-virtuales y compartiendo vivencias atravesadas por afectos, empatías y
relaciones sociales que procuraron basarse en la solidaridad y horizontalidad. Solo así
fue posible sustraer las capacidades intelectuales de las dinámicas de productividad
académica, del individualismo y del afán por encontrar créditos y beneficios persona-
les, para aliarlas con la acción colectiva instituyente y transformadora, y encaminarlas
“hacia el encuentro con el acontecimiento creativo” (Malo 2004, 15).
Ligado con el punto anterior, el tercer desplazamiento estuvo asociado con la
centralidad otorgada a la experimentación en el trabajo etnográfico desarrollado. En
efecto, el resultado del mismo no es la expresión de una secuencia protocolizada de
acciones implementadas a partir de unas decisiones estables y fijadas de antemano.
Frente a la investigación disciplinada acostumbrada a trazar el camino que se ha de
seguir (Haber 2011), en esta investigación busqué experimentar en el recorrido, tran-
sitar por trayectos paralelos y no siempre lineales, ir y venir entre teorías y prácticas
políticas, dejarme atravesar por las realidades en lugar de ajustarlas a mis deseos o
propósitos preestablecidos. En el corazón de este trabajo, gravitó un tipo de investi-
gación indisciplinada, una “no-metodología” que permitió con mayor tranquilidad
“seguir todas aquellas posibilidades que el camino olvida, que el protocolo obstruye, 129
que el método reprime” (Haber 2011, 29). Más que fases o actividades lineales y se-
cuenciales, el trabajo etnográfico en contextos de ciberactivismo deviene un proceso
en el que convergen trayectos (a veces inciertos), así como aciertos, desaciertos, accio-
nes y contradicciones propias de las contingencias de toda investigación.
La distancia frente a los procedimientos canónicos de la investigación científica y
frente a las relaciones de poder verticales que, como parte de ésta tradicionalmente
se han reproducido, acercaron entonces mi trabajo a lo experimental, en el sentido
propuesto por George Marcus: 20 años después del viraje producido por Writing
Culture (Clifford y Marcus 1986) que impulsó la creación de textos experimentales,
“desordenados”, dialógicos y polifónicos con el fin de cuestionar las políticas de la
representación y la autoridad etnográfica, este antropólogo norteamericano llamó la
atención sobre la necesidad de ir más allá de los “experimentos textuales” y “volver a
imbricarse con el material y el trabajo de campo, propiamente dicho” (Marcus 2008,
32).13 En esta línea, lo experimental en mi trabajo puede encontrarse en la pues-
ta en marcha de una aproximación etnográfica colaborativa, multisituada, abierta a

13 El antropólogo colombiano Luis Guillermo Vasco (2002 y 2007) también destacó la importancia de descentrar la
autoridad etnográfica no solo mediante formas de escritura dialógicas y polifónicas sino directamente en el mundo
social, a través de trabajos solidarios en los que se modifiquen las relaciones de poder propias de la etnografía clásica
y se sitúe al proceso investigativo al servicio de los intereses de quienes tradicionalmente han sido el objeto de estudio
de la antropología: los indígenas. Tal gesto experimental lo puso en práctica en su trabajo con varios grupos indígenas
colombianos desde mucho antes del surgimiento, durante la década de 1980, de lo que algunos han llamado la “an-
tropología posmoderna” (Reynoso 2003).

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Nicolás Aguilar-Forero

curiosidades itinerantes y basada en un trabajo de campo en el que las conexiones,


prácticas y relaciones “no estaban dadas, sino que fueron encontradas” (Marcus 2008,
32). Tal abordaje condujo a múltiples hallazgos relevantes, algunos de los cuales se
exponen a continuación en diálogo con ciertas claves interpretativas derivadas de la
antropología de los mundos virtuales.

El ciberactivismo de H.I.J.O.S. Bogotá: de mareas


y plataformas de Internet

El análisis de contenido y la participación observante que realicé en distintos con-


textos online y offline me permitieron identificar algunos aspectos significativos del
ciberactivismo de H.I.J.O.S. Bogotá. Se puede afirmar que las plataformas utilizadas
por esta experiencia organizativa tienen dos usos fundamentales. Por una parte, están
las plataformas con las que se busca convocar de manera más amplia, crear o expandir
redes y aumentar la visibilidad y la presencia pública. Aquí contamos las Fan Page
de Facebook con el nombre del colectivo, la cuenta de Twitter, el blog, el canal de
YouTube y la página web. Por otra parte, están las plataformas necesarias para las
130 comunicaciones internas y la coordinación de acciones propias de la organización
(reuniones, intervenciones, encuentros informales) entre las que se encuentran un
correo electrónico interno y un grupo en Whatsapp.
En el caso del primer conjunto de herramientas, las redes sociales ocupan un
lugar destacado. Al permitir una amplia visibilidad y conexión con los más de 5
mil amigos o seguidores que están afiliados, estas redes se muestran como espacios
estratégicos para la comunicación y el ciberactivismo por la memoria y contra la im-
punidad. Durante el período de tiempo del estudio, en ellas circuló información de
interés para tales contactos, como artículos de opinión, noticias sobre condenas o el
estado de ciertos procesos judiciales, campañas contra la impunidad, informes sobre
la situación de derechos humanos en Colombia, mensajes de solidaridad, denuncias
y comunicados públicos, notas sobre actividades realizadas en otros países por or-
ganizaciones cercanas y contenidos publicados por colectivos hermanos: H.I.J.O.S.
Paraguay, H.I.J.O.S. Guatemala e H.I.J.O.S. Barcelona, especialmente. También se
difundieron con frecuencia invitaciones o convocatorias a eventos, tales como con-
ferencias, diplomados, homenajes, exposiciones, conciertos, cineforos, actos políti-
co-culturales, encuentros de víctimas y acciones colectivas por la memoria: planto-
nes, movilizaciones, conmemoraciones públicas, entre otras.
Una de las particularidades de estas redes, además de estar diseñadas para la circu-
lación de mensajes de corta extensión, es que son transmediales, en tanto posibilitan
la combinación simultánea y complementaria de distintos lenguajes, medios y pla-
taformas (Scolari 2013). Por ejemplo, en Facebook circulan fotografías, contenidos

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

audiovisuales y textos que conducen a otras plataformas o son interdependientes con


ellas, lo cual amplía su poder comunicativo. Mensajes cortos que se publican en esta
red los días de conmemoración de algún asesinato tales como “Hoy recordamos a
Elsa Alvarado y Mario Calderón”14 están acompañados por un link que remite a la
página web de H.I.J.O.S. en donde se amplía y desarrolla la información. De esta
manera, tales plataformas no operan como mundos virtuales distintos y excluyentes
sino como espacios interdependientes de inmersión social, basados en continuidades
y en flujos rizomáticos de información (Boellstorff 2016).
Otra de las fortalezas de estos espacios es que propician formas de comunicación
interactivas, expresadas en la posibilidad que tienen los usuarios de compartir y co-
mentar las publicaciones. Ante estas, los internautas pueden manifestar su agrado
(“me gusta”), dejar un comentario, enviarlas a sus amigos o publicarlas en su propio
perfil. Si bien el “me gusta” se ha convertido en una acción que muchos realizan a
veces de forma “mecánica” o para mostrarse ante los demás como “solidarios con las
causas justas” aunque en realidad no las conozcan o participen de ellas, compartir y
comentar contenidos deja ver de manera más clara cierto nivel de pensamiento crí-
tico y apropiación política del ciberespacio. Tomar el tiempo para reenviar o circular
ciertos contenidos y para leer otras publicaciones y entrar en conversación con ellas
evidencia una suerte de politización en el uso y apropiación de estas plataformas que 131
no todos la experimentan, o lo hacen con intensidades diversas.
A propósito, como señaló el sociólogo argentino Marcelo Urresti (2014, entrevis-
ta), quien ha trabajado con profundidad el tema de las ciberculturas juveniles (Urresti
2008), hay ciberactivistas de baja y de alta intensidad. Algunos, de baja intensidad,
son circuladores de contenidos que reenvían masivamente todo lo que reciben rela-
cionado con aquellas temáticas que les conciernen, interesan, indignan o afectan.
Otros reenvían pero de manera selectiva, clasificando la información de acuerdo con
los perfiles de sus contactos. Algunos más, ya de media intensidad, no solo clasifican
sino califican, es decir, comentan, debaten e interactúan con otros en torno a conte-
nidos. Por último, los ciberactivistas de alta intensidad pueden trabajar produciendo
herramientas o desarrollando tecnologías y plataformas: diseñadores de redes inde-
pendientes, programadores de software libre, generadores de contenidos, ente otros.
Cabe destacar que la lectura de Urresti confronta otras interpretaciones como
aquella en la que se traza una distinción entre el “activismo real” y el “clicktivismo”,
también llamado “slacktivismo” (por la mezcla de las palabras en inglés slacker y acti-
vism). En efecto, para algunos autores como Chiluwa y Ifukor (2015), el activismo

14 El 19 de mayo de 1997 un comando paramilitar irrumpió en la madrugada en el apartamento de Mario Calderón


y Elsa Alvarado, quienes residían en Bogotá y eran integrantes del Centro de Investigaciones y Educación Popular
(CINEP). Los sujetos, que dijeron pertenecer a la Fiscalía y actuaron por órdenes del jefe paramilitar Carlos Castaño
y con participación directa e indirecta de la fuerza pública, asesinaron a Mario y a Elsa, junto con el padre de Elsa,
Carlos Alvarado Pantoja. Al respecto se puede consultar:
http://goo.gl/xXiyE9

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en línea debe complementarse con acciones prácticas por fuera de la web para evitar
reducirse al slacktivismo, es decir, a acciones online que implican bajo riesgo, costo y
esfuerzo; prácticas que, como los “clics” para apoyar causas, si bien pueden generar
conciencia en otros, muchas veces no trascienden el hecho de otorgar algún tipo de
satisfacción emocional a las personas comprometidas con tal actividad. En contraste
con esta lectura y en términos de Urresti, el ciberactivismo implica intensidades dife-
rentes, o en otras palabras, niveles variables de participación que pueden ir desde los
likes (“me gusta”) y el consumo crítico de contenidos, hasta el manejo de los lenguajes
complejos de la programación.
Pero para volver a las redes sociales, se puede señalar que una más de sus forta-
lezas tiene que ver con que ciertas prácticas que les son inherentes (likes, compartir
o comentar contenidos) quedan registradas como parte de la publicación, lo cual
permite a quienes administran los espacios medir el impacto, la interacción y los
seguidores con los que cuentan. Estos registros que acompañan las publicaciones
dan cuenta de la materialidad de la imagen digital (fotos, videos, textos) como obje-
to de información (Ardèvol y Gómez 2009) cuyas inscripciones permiten también
anticipar los posibles efectos de futuras acciones. Durante el año 2013, por ejemplo,
en las redes de H.I.J.O.S. Bogotá los comunicados y las convocatorias para acciones
132 colectivas contaron con una importante acogida, reflejada en el elevado número de
likes, de comentarios y de veces compartidas. En especial, el cine-foro que tuvo lugar
el 23 de mayo de 2013 en el que se proyectó y discutió el documental Checkpoint
Rock-Canciones desde Palestina dirigido por Fermín Muguruza (músico y artista vasco
comprometido con la resistencia y la memoria de los pueblos), fue compartido por
126 personas, número significativo que anticipó la buena asistencia que finalmente
se obtuvo en el evento.
Igualmente el análisis de los comentarios publicados en espacios como Twitter y
Facebook me permitió identificar que el uso de dichas redes sociales desborda tanto
lo informativo como la acción de convocatoria, y llega a estar relacionado con la “ge-
neración de sentimientos de pertenencia e identificación” (Valderrama 2013, 129).
En tales redes, las publicaciones hechas por H.I.J.O.S. están acompañadas de comen-
tarios de los internautas en los que se plasman agradecimientos, mensajes de apoyo y
solidaridad y toda clase de saludos, felicitaciones y arengas a favor de la justicia y en
contra de la impunidad. La expresión de emociones compartidas (rabia, indignación,
tristeza, deseos de justicia, anhelos), las opiniones sobre los contenidos, las discusio-
nes alrededor de los mismos y en general las interacciones e intercambios mediante
los cuales se coproducen estos espacios favorecen la construcción de entramados de
identificación, pertenencia y solidaridad mucho más amplios de los que ya están es-
tablecidos entre los integrantes del colectivo.
Ahora bien, un elemento que llama la atención y que debe exaltarse es que el
uso de las redes sociales potencia el efecto comunicativo que cobija las acciones co-

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

lectivas, las cuales pasan por varios estadios y espacios, y cuentan con intensidades
variables. Por ejemplo, buena parte de las acciones colectivas que realiza H.I.J.O.S.
Bogotá como plantones, intervenciones artísticas, movilizaciones o actos de memoria
se comienzan a gestar a través de intercambios de mensajes vía correo electrónico en
los que se definen aspectos operativos y logísticos, se diseñan los volantes de convo-
catoria y luego se difunden a través de las distintas plataformas, en especial vía redes
sociales, correo y blog. Se requiere de pocas personas y de pocas interacciones en In-
ternet para darle vida a una acción colectiva que puede alcanzar grandes escalas. Hay
algo aquí que siguiendo a Escobar (2010) resuena con los principios de complejidad
y auto-organización, referidos a procesos en los que agentes desde comienzos simples
pueden originar la sofisticación y la organización-acción en escalas superiores. Así,
la interacción dinámica de algunos agentes que politizan la web puede generar un
macrocomportamiento o estructura visible ligada con la lógica de las redes, la conec-
tividad y la complejidad, mucho más que con los órdenes de arriba/abajo.
Luego de estos comienzos online, la acción colectiva se expande hacia contextos
offline y se materializa en las intervenciones que tienen lugar en espacios públicos
(marchas, conmemoraciones, actos culturales, entre otros), con las que se logra llegar
a otros actores que, si bien no hicieron parte de la planeación de la acción, pueden
verse afectados por sus efectos estéticos, emotivos y comunicativos. No obstante, 133
la acción colectiva no se agota allí, pues su poder comunicativo se proyecta nueva-
mente a los mundos virtuales a través de la circulación de videos, fotografías, notas
informativas y demás contenidos relacionados con las acciones realizadas. Difundir
al máximo en las redes sociales y demás plataformas de Internet el registro de las
actividades que se realizaron es parte constitutiva de las mismas, pues de no hacerse
el posible impacto de las acciones colectivas, se ve truncado al no aprovecharse lo
suficiente su energía constituyente. El ciberactivismo, entonces, opera como mareas
que vienen y van, como una ola que, en lugar de seguir un camino teleológico desde
lo online a lo offline, adquiere velocidades y direcciones inusitadas al transitar por
múltiples contextos, por múltiples mundos físicos y virtuales, por múltiples cuerpos
interconectados (Boellstorff 2016).
En las redes sociales, esta difusión se hace a partir de textos breves, con fotografías
de apoyo, acompañados por un enlace que conduce a los lugares en los que se am-
plía la información: el blog y la página web. También pueden remitir a YouTube, en
donde se encuentran los videos de las actividades efectuadas. El canal de YouTube de
H.I.J.O.S. Bogotá es crucial para tal efecto, pues en él están disponibles cerca de 30
videos, entre intervenciones realizadas, homenajes y documentales producidos por el
colectivo bajo su concepto creativo ligado con la estética de las cartas de la memoria.15

15 “Las cartas de la memoria y de la impunidad hacen parte de la serie titulada Cartas para algo más que un juego. Se
trata de piezas comunicativas que Alejandra Gaviria S., integrante de H.I.J.O.S. en Bogotá, ha puesto al servicio
del pensamiento, la acción y la identidad del colectivo” (Aguilar-Forero 2016, 94). La estética de dichas cartas, que

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Nicolás Aguilar-Forero

Desde luego, los mundos virtuales no tienen la misma forma y función. En contraste
con las redes sociales, la página web y el blog son poco potentes en cuanto a inter-
cambio de ideas, interacciones o debates sobre contenidos. Los comentarios en estas
plataformas son reducidos y no se evidencia su aporte para el fortalecimiento de los
cordones más amplios de apoyo y colaboración.
A pesar de ello, coincido con Urresti (2014, entrevista) en la distinción que
plantea entre redes sociales y páginas web. Las primeras son espacios en los que
los contenidos publicados por el colectivo pueden ser intervenidos, modificados o
coproducidos por otros, lo cual promueve la interacción dinámica pero reduce la
posibilidad de control sobre sus efectos y disminuye el sentido de propiedad sobre
el espacio, pues parecería que siempre se está en un lugar ajeno. En cambio, la
página web de una agrupación política es su sitio virtual, un lugar percibido como
propio y sobre el cual se tiene mucho más control en términos de los contenidos
publicados o circulados.
Algo similar sucede con el blog. El blog de H.I.J.O.S. Bogotá cuenta con una
página principal en donde se publica información más detallada sobre las actividades
que se realizan, así como comunicados, denuncias públicas e invitaciones para dis-
tintas acciones y eventos. En esta página principal también se puede consultar infor-
134 mación del perfil de H.I.J.O.S. Bogotá, el número de seguidores que tiene y enlaces
que conducen a las páginas web de organizaciones cercanas. Además de la página
principal, el blog cuenta con un espacio en el que se publican los videos producidos
por el colectivo, una galería fotográfica y un espacio más en el que se puede consultar
las cartas de la memoria que también circulan en redes sociales.
Cabe destacar que en el blog se puede consultar las cartas de la memoria y tam-
bién de la impunidad. Mientras las primeras cuentan con una fotografía de la persona
recordada, un mensaje, corazones rojos, una letra alusiva a las palabras del mensaje
(P de paz en el ejemplo incluido a la izquierda, en la página siguiente), y en algunos
casos información complementaria con la firma de H.I.J.O.S., las segundas cuen-
tan con una imagen del rostro de la persona que se denuncia o goza de impunidad
(ejemplo a la derecha de la página siguiente), corazones rotos junto con la letra I de
impunidad y un mensaje: La impunidad no puede seguir siendo la REINA. Vemos acá
el sentido central de estas piezas comunicativas: la metáfora de un juego de naipe
en el que unos apuestan con las cartas de la impunidad mientras otros apuestan, o
apostamos, con las cartas de la solidaridad, la paz, la risa, la imaginación, los sueños,
la denuncia, la verdad, la memoria, la educación y la utopía.16

circulan en físico y en digital, también complementan las producciones audiovisuales de H.I.J.O.S. Bogotá, como se
puede ver en el ejemplo disponible en el siguiente enlace:
http://goo.gl/g38YoD
16 Estos son los mensajes de varias de las cartas de la memoria que simbolizan rasgos de la vida de las personas que apa-
recen en ellas y que a la vez actúan como horizontes de sentido de la acción colectiva de H.I.J.O.S. Algunos de estos
mensajes fueron escogidos por los propios familiares, hijos e hijas de víctimas de crímenes de Estado. Para ampliar la

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

135

En las cartas de la impunidad, los personajes denunciados aparecen vestidos con el


traje de la reina, que no es otra distinta a la persistente impunidad que campea rei-
nante en Colombia, especialmente en cuanto a los crímenes de Estado. Cierto tinte
irónico y de humor que se refleja en estas cartas es parte fundamental de ciberacti-
vismo, que desde la ironía, las metáforas y la parodia se resiste al lenguaje de la racio-
nalidad logocéntrica de los modelos educativos, ciudadanos y políticos tradicionales.
Como señala Rueda (2013), estas modalidades del decir bordean y atraviesan formas
acartonadas del lenguaje político-institucional y logran “tocar” a los otros, despertar
sentimientos de solidaridad y generar “conexión” alrededor de las temáticas/proble-
máticas comunes. En definitiva, estos ingredientes del ciberactivismo juvenil son hoy
componentes clave para producir resonancias e identificaciones compartidas.
Ahora bien, pese a las potencialidades de las redes sociales, la página web y el
blog, debo decir que a mi parecer la herramienta que permite un uso político más
información al respecto, se puede ver:
http://goo.gl/Th1z2P

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diversificado y con mayores posibilidades es el correo electrónico grupal, que junto


con Whatsapp, integra el segundo conjunto de plataformas, en este caso orientadas a
las comunicaciones internas del colectivo. El análisis de contenido del correo grupal
de H.I.J.O.S. Bogotá permitió identificar, en los 119 mensajes que se intercambiaron
con asunto distinto entre diciembre de 2012 y diciembre de 2013, los siguientes tres
usos y apropiaciones en orden de recurrencia: 1) circulación de contenidos, 2) coor-
dinación de acciones y 3) construcción de lo común.

Circulación de contenidos

Uno de los usos centrales del correo tiene que ver con la circulación de contenidos que
puedan ser de interés para el colectivo. Se difunden convocatorias para eventos acadé-
micos y culturales, propuestas de otras organizaciones cercanas para unir esfuerzos y for-
talecer el trabajo conjunto, documentos de reflexión (en especial artículos de opinión),
denuncias, campañas, comunicados públicos e invitaciones para participar de semina-
rios, foros, coloquios, conmemoraciones, plantones, talleres y otras actividades convoca-
das por distintas organizaciones. También circula información propia de la cotidianidad
organizativa o consultas relativas a ciertas decisiones que puedan afectar al grupo: la
136 participación en eventos, el manejo de recursos o la posibilidad de apoyar iniciativas
más amplias de acción política a favor de causas cercanas a la razón de ser del colectivo.
Esta primera capa, algo más superficial en términos de las intensidades del cibe-
ractivismo, se manifiesta en tres escalas. La primera es la interpersonal, que compren-
de todos los contenidos que circulan exclusivamente entre los integrantes del grupo.
La segunda, intergrupal, refiere a todas aquellas comunicaciones que no se agotan en
el colectivo y, por el contrario, van acompañadas de la petición de rotar, difundir o
compartir la información con las redes de cada uno de sus integrantes. En esta se-
gunda escala converge una práctica comunicativa que podemos denominar “bola de
nieve” y que consiste en el reenvío en cadena de contenidos que buscan hacer pensar
y hacer actuar, como volantes de convocatoria para eventos o acciones colectivas,
denuncias públicas, comunicados, informes y todo tipo de documentos sobre temas
que se mueven en el campo de intervención de la organización: agendas de paz, me-
morias, violencias, verdad, justicia y reparación, entre otros.
Estas comunicaciones se extienden o circulan entre las organizaciones políti-
cas y de derechos humanos más cercanas al colectivo. En efecto, cabe aclarar que
H.I.J.O.S. no es solo H.I.J.O.S., pues su acción además de estar atravesada por las
trayectorias políticas, familiares e incluso laborales de sus integrantes, está inmersa
en un entramado relacional y actoral que le antecede, complementa y otorga sentido.
Dicho entramado y los vínculos comunicativos de H.I.J.O.S. Bogotá no se quedan
en el ensamblaje actoral más inmediato, sino que llegan hasta “redes o escalas más
amplias” (Cubides 2008, 135).

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

En este orden de ideas, la tercera escala de esta primera capa de lo comunicativo


cobija a H.I.J.O.S. Colombia, la red nacional, y a los demás H.I.J.O.S. de América
Latina y el mundo que configuran la red internacional. En la red nacional, circulan
comunicaciones especialmente con la regional Sucre y la regional Meta, que son bas-
tante activas y con cierta frecuencia informan sobre las actividades que realizan en sus
territorios o sobre la posibilidad de intercambios y acciones conjuntas. En el caso de
la red internacional de H.I.J.O.S. si bien no son tan frecuentes las comunicaciones,
sí se difunden mensajes que permiten preservar el vínculo solidario y conocer infor-
mación de primera mano sobre lo que pasa en otros países. En 2013, por ejemplo,
desde H.I.J.O.S. Guatemala circuló el siguiente comunicado:

Compas, amigos, hermanas, queridos H.I.J.O.S. Con la alegría de nuestra memoria,


les abrazamos desde Guatemala. Este 19 de marzo inicia  en  nuestro país el primer
debate oral y público por genocidio en América Latina y el Caribe, a los Generales
retirados: José Efraín Ríos Montt y Mauricio Rodríguez Sánchez quienes ejercieron
los cargos de Jefe de Estado y Jefe de Inteligencia durante 18 meses, a inicios de la
década del 80. Meses que son recordados por las sanguinarias masacres realizadas a
comunidades indígenas de todo el territorio; no hace falta describir esta barbarie, aún
sentimos en la piel y el pecho, el frío, el dolor y la rabia.
137
La circulación de tales mensajes confirma que las plataformas de Internet y en este
caso el correo electrónico, en lugar de simples “herramientas” son “fenómenos socio-
técnicos” (Gómez y Thornham 2015, 2) que se despliegan en diferentes escalas de ac-
ción. El ciberactivismo, entonces, no se circunscribe al plano de lo nacional y, gracias
a las tecnologías digitales y a las plataformas de Internet, posibilita las solidaridades
transnacionales y la relación colaborativa glocal.

Coordinación de acciones

Al penetrar la primera capa de lo comunicativo –la circulación de contenidos–, nos


encontramos con una segunda capa relacionada con la coordinación de acciones, esto
es, las prácticas comunicativas para convocar a reuniones del colectivo, para acordar
elementos operativos y logísticos de futuras acciones, o para dinamizar el trabajo
colaborativo. Con respecto a las reuniones, cabe destacar que en experiencias organi-
zativas de carácter informal como H.I.J.O.S. Bogotá no operan las agendas definidas
de antemano. De acuerdo con las necesidades o las coyunturas, cualquier integrante
del colectivo puede convocar a una reunión por medio del correo electrónico. En el
intercambio de mensajes posterior se define el día, el lugar y la hora a partir de la pri-
mera propuesta hecha en el correo inicial, que se modifica según la disponibilidad de

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todos y todas. Algunos también se excusan por no poder asistir y otros simplemente
guardan silencio. Con tres o cuatro que confirmen ya se realiza la reunión. Hay con-
vocatorias que tienen una buena acogida, como también se presenta el caso de ciertos
mensajes en los que se proponen reuniones pero no obtienen ninguna respuesta.
Teniendo en cuenta el uso extendido de teléfonos inteligentes (smartphones) y el
acceso permanente a Internet, en diversas ocasiones el intercambio de mensajes en
el correo electrónico grupal se hace prácticamente en tiempo real y desde tales dis-
positivos móviles. Por supuesto, espacios de mensajería instantánea como Whatsapp
complementan muy bien la coordinación de acciones, pues permiten un intercambio
instantáneo de mensajes indispensables para acordar encuentros: ¿en dónde es la reu-
nión? ¿A qué hora? ¿Está confirmada? son preguntas recurrentes que por allí circulan.
Durante las reuniones, es frecuente que se utilicen estas mediaciones para confirmar
la asistencia de quienes no han llegado aún; también, cuando se tiene que tomar cier-
tas decisiones que competen a integrantes que no están presentes en el encuentro, se
utilizan estos canales para hacerles consultas y obtener respuestas inmediatas.
Usualmente se levantan relatorías de las reuniones y al finalizarlas son enviadas a
través del correo grupal. Su elaboración también es libre, pues no hay un responsable
para hacerla sino alguien que, de manera voluntaria, sencillamente la hace. Algo que
138 me llamó la atención de las distintas reuniones de H.I.J.O.S. Bogotá a las que tuve
la oportunidad de asistir, es la forma como se expresa el principio de horizontalidad
en las relaciones comunicativas que tienen lugar en estos espacios. Convoca quien lo
considere pertinente, asisten quienes pueden (no hay un mínimo de integrantes para
hacer la reunión), pocas veces se definen agendas a tratar (aunque ellas están orienta-
das por las coyunturas), las intervenciones se desarrollan de manera aleatoria pidien-
do la palabra y sin moderadores asignados, y las relatorías las elabora quien quiera
hacerlo. Se discuten distintos temas a partir de los cuales a veces se llega a consensos
y muchas otras veces no. Cuando persisten las diferencias queda un ambiente de ten-
sión que en un próximo encuentro normalmente ya está superado, o por lo menos
no se hace presente. Lo importante allí es que no se trata de una política del consenso
sino de una política de la confrontación, de la conversación y del devenir.
Sin duda hay unos acuerdos implícitos en estos espacios: respetar la palabra del
otro, no extenderse demasiado en una misma intervención, rotar la elaboración de las
relatorías, entre los más recurrentes. Aunque ciertas decisiones se consultan vía chat
con quienes no están presentes, las acciones no se detienen si la asistencia a la reunión
es reducida, por ello, resulta indispensable difundir las relatorías para comunicar los
acuerdos hechos y las propuestas de acciones futuras. No obstante, un porcentaje
considerable de los compromisos registrados en las relatorías finalmente no se lleva a
cabo y ello puede tener que ver con la poca implicación o responsabilidad que sien-
ten, frente a las actividades propuestas, quienes no estuvieron presentes en la reunión
o en el momento en el que se definieron.

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

Pero más allá de esto, durante el período de tiempo en el que se realizó el estudio,
hubo en mi opinión dos lógicas de lo político en tensión manifestadas en el colectivo.
Por una parte tenemos la lógica más convencional de lo político, expresada en la nece-
sidad de hacer reuniones presenciales, tomar decisiones sobre acciones futuras, distri-
buir algunas responsabilidades, levantar relatorías de las reuniones, entre otras. Esta
dinámica cotidianamente expresa sus limitaciones: poca asistencia a las reuniones,
compromisos incumplidos, acciones definidas en las relatorías que nunca se realizan,
entre otras. Por otro lado está la política del acontecimiento de la que habla Lazzarato
(2006), pues muchas de las acciones colectivas de H.I.J.O.S. Bogotá no parten de un
plan ideal, de acuerdos presenciales o de un programa político claramente definido de
antemano. Por el contrario, muchas de las acciones colectivas emergen a partir de una
idea o propuesta que circula en el correo grupal, a la que luego se suman otras y en
lapsos de tiempo a veces muy cortos se definen los aspectos operativos para llevarlas
a buen término. Por ejemplo, para el
homenaje póstumo a Tito Díaz17 que
tuvo lugar en el Congreso de la Repú-
blica de Colombia en abril de 2013,
bastó un mensaje con la propuesta de
asistir al evento y de construir letras 139
que unidas conformaran la palabra
justicia para que, en varios mensajes
de respuesta, se coordinara la acción
y se realizara sin mayor planeación
previa.
En estos procesos, se destaca el
uso del correo electrónico grupal
como espacio de trabajo colaborati-
vo. El hecho de que permita enviar
archivos adjuntos y mensajes más
extensos favorece la elaboración co-
lectiva de informes, documentos y
palabras para eventos en los que se
participará. También es recurrente la
construcción colaborativa de comu-
nicados o denuncias públicas como la
que se construyó en mayo de 2013.

17 Eudaldo Díaz Salgado, exalcalde del municipio El Roble, en el departamento de Sucre-Colombia, fue desaparecido,
torturado y asesinado en abril de 2003 presuntamente como resultado de las denuncias que hizo sobre malos manejos
de recursos públicos, conformación de grupos paramilitares y corrupción de dirigentes políticos de la región. Por su
crimen, fue condenado a 40 años de prisión el exgobernador de Sucre, Salvador Arana.

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El 15 de mayo de dicho año se difundió entre el grupo la información acerca de la


condena de 30 años a César Pérez por la masacre de Segovia, Antioquia, cometida el
11 de noviembre de 1988. En el mismo mensaje se hizo la propuesta de elaborar un
pronunciamiento público al respecto y se preguntó si alguien se animaba a escribir
algunas palabras.
Horas después, desde la regional de H.I.J.O.S. Sucre, un compañero envío una
propuesta de palabras a la que otros hicieron pequeños cambios y ajustes en mensajes
posteriores. También se socializó la carta de la memoria alusiva al caso diseñada por
Alejandra Gaviria y, en cuestión de horas, de un día para el otro, se creó colectiva-
mente un comunicado que en poco tiempo ya había sido difundido vía correo elec-
trónico y redes sociales, y ya estaba publicado en el blog del colectivo.
Un mes después de este comunicado, de manera similar se construyó colectiva-
mente otro, manifestando rechazo ante los actos de hostigamiento, agresión y amena-
zas que recibió por aquel entonces la Fundación Nydia Erika Bautista, organización
defensora de Derechos Humanos en Colombia. La secuencia fue la misma: alguien
propuso unas palabras, otros sugirieron cambios y ajustes, y otro más le agregó la
firma de H.I.J.O.S. y comenzó a difundirlo en redes sociales y demás espacios de
visibilidad. En efecto, luego de que tres asaltantes ingresaran al domicilio de Erik
140 Arellana Bautista (dirigente de la Fundación mencionada y miembro de H.I.J.O.S.
Bogotá) y hurtaran su computador personal y dos discos duros que contenían infor-
mación sobre su trabajo relacionado con la búsqueda y acompañamiento a familiares
de víctimas de desaparición forzada, la denuncia de H.I.J.O.S. no se hizo esperar:

Indignados y consternados ante los hechos ocurridos el pasado 30 de mayo de 2013


con nuestro compañero, amigo y Hermano Erick Arellana Bautista y su familia, una
vez más quedamos perplejos ante la recurrente persecución e intimidación a quienes
luchan por la vida y la justicia como fundamento de la paz, la cual no puede seguir
siendo un discurso. No puede existir paz mientras persistan las amenazas contra las y
los luchadores sociales y continúe imperando la impunidad.18

Paralelo a la denuncia pública, circularon muchos mensajes de apoyo y solidaridad


por parte de los integrantes del colectivo con el compañero y hermano Erik. Al res-
pecto, es importante señalar que el correo electrónico grupal, además de presentarse
como un espacio fundamental para la coordinación de acciones y para la construc-
ción colaborativa de textos, palabras, comunicados y denuncias, es un lugar central
para el encuentro con el otro, con todo lo que ello implica, esto es, afectos, compli-
cidades, solidaridades, pero también, diferencias y conflictos. De hecho, así como
a veces se coordinan rápida y efectivamente ciertas actividades, otras no prosperan

18 El comunicado completo se puede consultar en el siguiente enlace:


http://goo.gl/uYwwRX

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

porque no se gestiona un lugar para realizarlas, porque no se hace la convocatoria con


tiempo, o sencillamente porque algunos mensajes con propuestas de acciones colec-
tivas nunca obtienen respuesta. Aunque esto puede generar algunos conflictos y mo-
lestias, encuentro aquí la capa central, o mejor, el corazón del ciberactivismo y de la
apropiación politizada de Internet en una experiencia organizativa como H.I.J.O.S.
Bogotá. Me refiero a ella a continuación.

Construcción de lo común y transformación productiva de los disensos

Mediaciones como el correo electrónico grupal son un lugar de formación política y


de construcción de lo común, en la medida en que propician la reflexión, la discusión
y la producción de conocimientos, posturas y sentires colectivos. Pese a que no es su
uso más recurrente, a través del correo se expresan posiciones sobre temas concretos,
se controvierten ideas y se encuentran lugares comunes mas nunca estables u homo-
géneos. A partir de intercambios de mensajes extensos, se manifiestan los posiciona-
mientos propios, se conocen con cierta profundidad los de los demás y se entablan
discusiones que no necesariamente llegan a un punto culminante o definitivo. La
paz, la memoria, la posibilidad de acuerdos generacionales o la participación en otros 141
movimientos políticos como la Unión Patriótica, constituyeron, durante el tiempo
de análisis, algunos de los temas nodales de reflexión colectiva on/offline.
Más que un espacio de unanimidad y consenso, el correo grupal expresa las dife-
rencias internas, los matices en el discurso, las formas distintas de entender lo político
y la acción colectiva. Es, por tanto, un espacio en el que se evidencia el conflicto,
que es constitutivo de toda comunidad político-afectiva por cuanto “es cotidiano y
reviste las formas de esa cotidianidad” (Zibechi 2010, 224). Puedo mencionar tres
de los factores de conflicto que se manifestaron en las relaciones comunicativas que
tuvieron lugar en las plataformas de Internet durante el tiempo del estudio, y que
no se agotan en éstas al ser parte integrante de las continuidades complejas (Gómez
y Thornham 2015) que articulan los mundos físico-virtuales por los que circula la
acción colectiva juvenil en el mundo de hoy:
En primer lugar, se presenta algo de molestia cuando no se siguen unas “normas”
mínimas de interacción propias de las sociabilidades online (Boellstorff 2012). Por
ejemplo, hay unos acuerdos tácitos en la interacción y el uso del lenguaje. Predomina
un lenguaje incluyente aunque no homogéneo: algunos utilizan el “los y las”, otros @
y otros más la x (tipo lxs) que proviene de las formas de escritura de la teoría y prác-
tica queer. También es clara la importancia de saludar y despedirse en los mensajes,
pese a que no siempre se practique. En este sentido, un aspecto que propicia disgus-
tos implícitos y a veces explícitos es que se envíen correos y estos no obtengan una
respuesta distinta al silencio generalizado. Lo anterior condujo en algún momento a

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Nicolás Aguilar-Forero

que en los asuntos, o como parte del mensaje, se escribiera: “Espero respuesta”, “favor
contestar”, “contestar al menos sí o no”, entre otros. El silencio resulta algo odioso y
molesto en los espacios de coordinación de acciones y ciberactivismo, y todavía más
cuando se trata de plataformas apropiadas por experiencias organizativas que, desde
su mismo nombre, expresan un posicionamiento en contra del silencio.
Igualmente, el no saludar y despedirse y un tono fuerte o expresiones que puedan
llegar a ofender, además de no ser bien vistas pueden tener efectos en las redes afec-
tivas que sustentan la acción colectiva. Por el contrario, los intercambios solidarios
de mensajes, los saludos afectuosos y que apelan al vínculo familiar (hermanos y
hermanas) y todos los mensajes que proponen “nuevos aires” o calmar los ánimos
luego de discusiones acaloradas son cruciales en la construcción de lo común de un
colectivo político-afectivo como H.I.J.O.S. A propósito, durante 2013 fueron pocos
los mensajes que se intercambiaron en el correo grupal para actividades distintas al
activismo y ciberactivismo. Sin duda, la afectividad y esas pequeñas cosas que reafir-
man los vínculos humanos como invitar a compartir una comida, a departir un rato
agradable o a reír juntos han sido fundamentales para la permanencia de experiencias
organizativas como H.I.J.O.S.; razón por la cual, en tiempos de “cibervidas” en los
que la acción política transita de manera creciente en los mundos online, preservar y
142 potenciar este tipo de prácticas o espacios a través de tales escenarios virtuales puede
traer resultados favorables a la acción colectiva.
En segundo lugar, otro factor de diferencias y posibles conflictos tiene que ver
con las lógicas diferentes de comprensión de la acción colectiva. Mientras algunos
prefieren trabajar con agendas a largo plazo (proyección a un año), contar con un
compromiso mayor por parte de los integrantes del grupo y tener claro el rumbo, a
otras y otros esto no les inquieta; por el contrario, se rigen más por las oportunidades
políticas y las fluctuaciones del contexto. Asimismo, mientras que para algunos lo
afectivo es algo secundario y lo que mantiene la unión está ligado con principios y
posturas políticas, para otras y otros la amistad, el respeto y el buen trato ocupan un
lugar predominante. En mi caso, lo que he logrado identificar por medio del trabajo
etnográfico y de la inmersión colaborativa es que la acción colectiva por la memoria
de colectivos como H.I.J.O.S. parece depender mucho más de las redes de amistad,
de la confianza y el respeto mutuo, que de las convicciones y “coherencias” políticas,
pues hay múltiples matices e incluso contradicciones al respecto, como las hay en
cualquier movimiento social y político.
Por último, el tercer aspecto del que se pueden derivar conflictos que en cierta
medida limitan el ciberactivismo tiene que ver con las tensiones entre lo individual
y lo colectivo. Si bien las plataformas virtuales como las redes sociales, los blogs o
las páginas web portan y visibilizan el nombre del colectivo, quienes las administran
son individuos y la pregunta que a veces está en el centro de las divergencias tiene
que ver con qué tanto de lo que se hace a título individual afecta o no el nombre del

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

colectivo. Lo anterior, desde luego, no se reduce a las acciones online pues en este tipo
de experiencias organizativas en las que no hay una organización jerárquica sino mul-
tiplicidad de liderazgos, sus integrantes pueden participar a nombre del colectivo en
diferentes espacios offline a los que se les invita, independientemente de los matices
en los discursos y las apuestas políticas.
Vale la pena aclarar que si bien “no pueden igualarse sin más las referencias indivi-
duales a las colectivas” (Cueto 2010, 142), asumir su escisión total también puede ser
equivocado. De hecho, mientras algunos justifican ciertas prácticas apelando a que
ellas se hicieron a título personal y no a nombre del colectivo, otros destacan lo difícil
de trazar esta diferencia cuando públicamente y en otros espacios y ciberespacios esto
no se hace, debido a que terceros pueden establecer de manera inmediata una asocia-
ción entre la presencia individual y la pertenencia colectiva.
Gira allí de nuevo el tema de la confianza. Puede producir desconcierto, por ejem-
plo, que integrantes del colectivo se acerquen a otros sectores políticos y organiza-
ciones sin tener la confianza y el respeto de comunicarlo antes con los compañeros
y compañeras del grupo, sobre todo cuando esto puede llegar a afectarlos aunque tal
acercamiento se haga a título personal. Pero por otro lado, también genera molestias
que se desconfíe de las buenas intenciones de estas decisiones y de las convicciones y
posturas políticas de quienes las agencian. Lo cierto es que la amistad que está en la 143
base de colectivos como H.I.J.O.S. se teje no solo con las fibras del afecto sino tam-
bién con las de la confianza y la honestidad, factores que son condición de posibilidad
para la continuidad de este tipo de redes y organizaciones.
Lo más importante, sin duda, es que ante la presencia de estos u otro tipo de con-
flictos, en colectivos como H.I.J.O.S. sucede algo con enormes potencialidades en
términos de los alcances del ciberactivismo y de las posibilidades de la etnografía para
el estudio del mismo. En alguna ocasión, luego de una discusión entre los integrantes
del colectivo que comenzó en el correo grupal, siguió en una reunión presencial y
se proyectó de nuevo al correo electrónico, se evidenció una apropiación profun-
damente productiva de esta mediación comunicativa. Bajo el asunto de herman@s
circuló un correo con tono conciliador luego de las “turbulencias” que se presentaron
debido a posturas divergentes acerca de la creación de alianzas y la construcción de
paz. Dicho correo planteó propuestas para salir de las “arenas movedizas” y generó
dos efectos instituyentes:

a) Un fuerte impulso hacia la producción de conocimiento y el intercambio de


posturas personales en torno a la paz, que se tradujo en una secuencia de textos
redactados y circulados por varios de sus integrantes con el fin de evidenciar mí-
nimos referenciales o principios comunes al respecto.
b) Un nuevo impulso de fraternidad y colaboración que se canalizó en propuestas y
acciones concretas para apoyar la producción de un libro que por aquel entonces

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iba a lanzar uno de los compañeros del colectivo. Ello me permitió identificar el
sentido más potente, en términos de ciberactivismo, de la apropiación política de
Internet y en especial del correo electrónico grupal: tramitar de manera constructiva
los conflictos. Esta es la utilidad primordial de este tipo de espacios virtuales para
fortalecer experiencias organizativas que, como H.I.J.O.S. Bogotá, trabajan por/
desde la memoria y a favor de la construcción de mundos más justos y pacíficos.

Conclusiones: consideraciones etnográficas, los retos a futuro

Mucho se ha escrito y cuestionado acerca de cómo las tecnologías digitales y pla-


taformas de Internet permiten a las personas desinhibirse más de la cuenta, decir
ciertas cosas que cara a cara no se dirían, e incluso asumir de forma evasiva los con-
flictos por las opciones de escape que se tienen: por la posibilidad de “desconectarse”
sin mayores explicaciones (Bauman 2007; Sibilia 2008). Contrario a esto, lo que
he identificado gracias a una propuesta etnográfica colaborativa y experimental con
H.I.J.O.S. Bogotá es que las tecnologías digitales y los mundos virtuales tienen enor-
mes potencialidades no solo para la circulación de contenidos y la coordinación de
144 acciones colectivas, sino también para propiciar el encuentro on/offline, promover el
intercambio de ideas, consolidar los vínculos humanos y, en especial, canalizar las
energías de la confrontación y el disenso reorientándolas hacia el gesto solidario, la
acción política y la construcción de lo común.
De igual forma, como se pudo evidenciar, la investigación en torno a experien-
cias de ciberactivismo juvenil que se mueven en diversos espacios requiere de una
aproximación etnográfica multisituada que, además de circular por diversos con-
textos online y offline, reinvente la noción de “campo” y redefina las connotaciones
asociadas con el “trabajo de campo” de la etnografía clásica. Un elemento básico
para lograrlo consiste en romper con la distancia entre sujetos (investigadores ex-
ternos) y objetos de estudio (activistas ligados con un lugar delimitado el trabajo de
campo), y en su lugar promover el involucramiento, participación y colaboración
entre los sujetos que convergen en la investigación y que transitan entre “campos”
múltiples y abigarrados.
Una aproximación etnográfica multisituada, colaborativa y experimental posibili-
ta además que la persona que investiga se sumerja verdaderamente en los entramados
relacionales y actorales que soportan el ciberactivismo y comprenda, por ejemplo, las
redes de confianza y amistad al margen de las cuales no es posible pensar la acción
política juvenil en el mundo actual. Esta es otra importante tarea aún pendiente de
la etnografía: cartografiar con profundidad redes de afectos y emociones que pueden
limitar o potenciar las oleadas de ciberactivismos presentes y las de aquellos que se
avecinen.

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Ciberactivismo y olas de agitación comunicativa. Consideraciones etnográficas

Asimismo, en tiempos de acciones colectivas en red hoy tenemos un gran de-


safío por delante: estudiar configuraciones políticas en las que, como en el caso de
H.I.J.O.S., no tenemos solo sujetos ni colectivos, sino redes de actores y relaciones
que llegan incluso hasta escalas internacionales. Para ello, los abordajes etnográficos,
multisituados (on/offline), sin duda son una buena opción, aunque hay limitaciones
de tiempo y recursos que hacen que un solo investigador no pueda asumir con faci-
lidad dicha empresa. Lo anterior nos invita a construir lecturas transnacionales sobre
los mismos temas o sobre las mismas experiencias en localizaciones diversas a través
del fortalecimiento del trabajo en red con otros investigadores e investigadoras. Para
esto, la comunicación vía tecnologías digitales, la colaboración y la construcción de
lo común a escalas globales resultan indispensables con el fin de fortalecer y expandir
nuestros ejercicios etnográficos.

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Entrevista

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ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2869

Lévi-Strauss, el individualismo jíbaro y


el Musée du quai Branly
Un diálogo con Anne-Christine Taylor
Lévi-Strauss, Jíbaro Individualism and the Musée
du quai Branly
A Dialogue with Anne-Christine Taylor
Lévi-Strauss, o individualismo jíbaro e o Musée
du quai Branly
diálogo

Um diálogo com Anne-Christine Taylor


Giovanna Bacchiddu
Marcelo González Gálvez

Anne-Christine Taylor –directora emérita de investigación del Centro Nacional


de Investigación Científica de Francia (CNRS, por sus siglas en francés)– es una 151
destacada antropóloga francesa, especialista en etnología amerindia. Se doctoró a
finales de la década de 1970 bajo la supervisión de Claude Lévi-Strauss, con una
investigación sobre los achuar de la Amazonía ecuatoriana. Sus investigaciones más
recientes han abordado la noción de persona y la experiencia del sí, el chamanismo,
los ritos funerarios, la experiencia de la historia en la sociedad indígena y los obje-
tos artísticos y rituales producidos en estos pueblos. Ha trabajado como directora
de investigación del CNRS y como directora del Departamento de Investigación
y de la Enseñanza del Musée du quai Branly de París, entre los años 2005 y 2014.
Anne-Christine Taylor ha publicado más de 80 artículos, editado varios libros, y
ha sido invitada como profesora y conferencista a diversas instituciones académicas
tanto en Francia como en otros países. El diálogo que se presenta a continuación
tuvo lugar en el contexto de la visita de la profesora Taylor al Centro de Estudios

Giovanna Bacchiddu. PhD por University of St. Andrews, Reino Unido. Profesora asistente, Pontificia Universidad Católica de Chile,
Santiago de Chile.
* [email protected]
Marcelo González Gálvez. PhD por University of Edinburgh, Reino Unido. Profesor asistente, Pontificia Universidad Católica de Chile,
Santiago de Chile.
* [email protected]

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59, Quito, septiembre 2017, pp. 151-161
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
diálogo

Giovanna Bacchiddu y Marcelo González Gálvez

Interculturales e Indígenas (CIIR) de la Pontificia Universidad Católica de Chile1


en diciembre de 2016.

Los entrevistadores junto a Anne-Christine Taylor.

¿Cómo fue la experiencia de formar una mirada científica y antropológica bajo la


guía intelectual de Claude Lévi-Strauss y desarrollar durante décadas una cercanía
152 con una figura tan crucial para la historia de la antropología y el pensamiento
occidental del siglo XX? ¿Cuál fue la enseñanza más significativa que le transmitió?

Con respecto a Lévi-Strauss, a pesar de que fuésemos sus estudiantes de doctorado


(Anne-Christine Taylor y Philippe Descola, su esposo), las relaciones con él eran
muy formales y bastante escasas. No era un hombre que facilitara la intimidad, el
establecimiento de una amistad informal. Para nosotros era un semidios y estábamos
terriblemente impresionados cada vez que teníamos que ir a verlo. Siempre fue enor-
memente afable y nos ayudó discretamente, de manera crucial, al momento de salir al
campo o a obtener becas, etc. De algo sí me acuerdo muy bien: fuimos a verlo justo
antes de salir al campo para despedirnos y la primera cosa que nos dijo fue: “Abran el
oído para mitos de huesos grandes de dinosaurios”. Nunca nos explicó por qué tenía
esta curiosidad… El hecho es que nunca oímos esto en ningún mito.
Cuando lo fuimos a ver en principio teníamos un plan muy ambicioso de lo que
íbamos a hacer durante el trabajo de campo. Nos escuchó pacientemente y nos dijo:
“Sí, todo eso está muy bien, pero por favor déjense llevar por el terreno y no se pre-
ocupen demasiado por seguir un plan”. Tenía toda la razón. Una cosa que se olvida
mucho de Lévi-Strauss es que era un etnógrafo excepcional, hizo poco trabajo de
campo pero tenía un gran instinto para descubrir lo más importante para cualquier
1 Agradecemos a Rodrigo Burgos y Daniela Tapia por su ayuda en el registro y transcripción de esta entrevista. De la
misma forma, al Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR) (CONICYT/FONDAP/1511006) por su
apoyo logístico.

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Lévi-Strauss, el individualismo jíbaro y el Musée du quai Branly. Un diálogo con Anne-Christine Taylor

sociedad que visitaba. Eso inmediatamente lo llevaba a centrarse en el elemento más


substancial para un grupo cualquiera. Sabía muy bien que es la gente donde uno va la
que determina el tema de investigación, son ellos y no el antropólogo. Mejor dicho,
el mejor trabajo del antropólogo es el que se produce por solicitud implícita –en la
mayoría de los casos– del grupo en el cual investiga.

¿Por qué se esperaría que la enseñanza levistraussiana estuviese más relacionada


con cuestiones teóricas?

Muy poco; en realidad nunca daba direcciones teóricas. Incluso muy raras veces sus
colegas, los miembros de su laboratorio, tenían conversaciones teóricas con él. Le
gustaba mucho tener conversaciones sobre puntos etnográficos muy recónditos y
puntuales, pero hablaba muy poco de teoría. La teoría la dejaba para sus cursos for-
males en la École des Hautes Études y después en el Collège de France. Incluso se ve eso
en sus escritos; pasado el gran período de polémicas con Jean-Paul Sartre, Jacques
Derrida y otras figuras, él raras veces polemizaba a nivel teórico. En algún momento
fue atacado por Marvin Harris, quien le hizo una serie de críticas de índole teórica,
pero él nunca respondió a estas críticas directamente. Escribió un artículo de respues-
ta muy duro sobre un punto específico de la crítica que se refería a la identificación de 153
un tipo de concha mencionado en un mito; esta crítica sí lo afectó realmente porque
se lo había acusado de una identificación zoológica errónea y él daba muchísima im-
portancia a la precisión etnográfica.

Su trabajo aborda la construcción colaborativa del sí y la relación entre cuerpo


y alma entre los achuar. Estos tópicos iluminan dos elementos de la ontología
occidental: la idea de la persona como individuo y la distinción entre esencia
y apariencia. ¿Cómo se contraponen las ideas amerindias a las occidentales en
estos ámbitos?

¡Esa es una vasta cuestión! El tema del individuo, como lo apuntan, es una categoría
central en el pensamiento europeo, sobre todo a partir del siglo XVIII, y va a la par
con la noción de sociedad; las dos nociones están íntimamente vinculadas. Tenemos
la tendencia –Louis Dumont, por ejemplo, trabajó mucho sobre esto– a pensar el
individualismo como algo típico de las sociedades occidentales modernas y contem-
poráneas. Lo interesante en el mundo jíbaro, en general, es que en esas sociedades hay
una forma de “individualismo” fuertísima, pero es totalmente distinta a la del indivi-
duo occidental. Este es un rasgo muy desarrollado entre los grupos jíbaro y muchos
otros grupos amazónicos. En realidad, todavía no hemos logrado caracterizar exac-
tamente ni definir a nivel analítico esta forma tan curiosa de “individualismo” que
encontramos en las sociedades amazónicas. Hay un esfuerzo hacia la singularización

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diálogo

Giovanna Bacchiddu y Marcelo González Gálvez

de cada persona, a forjarse un destino absolutamente único, distinguirse de todos los


demás y, al mismo tiempo, ser ejemplar. Se trata de ser –parafraseando a un famoso
historiador de la antigüedad clásica– “el más grande de los jíbaros”.
Todo el impulso de la vida, sobre todo –pero no únicamente– entre los hombres,
es forjarse esta posición de ser el “jíbaro ejemplar”. Ello tiene consecuencias sobre
el tema de la memoria que he trabajado en varias publicaciones y va a la par con el
tema del olvido de esta singularidad por parte de los sobrevivientes, cuando muere
una persona. Mientras más distinguida, más ejemplar ha sido la persona durante su
vida, más insistente y profundo tiene que ser el trabajo de olvido, hasta que queda
solo una especie de “halo de memoria” sobre la persona. Los detalles de su biografía
se olvidan entre sus familiares, que ya no vuelven a hablar de él y hacen esfuerzos de-
liberados por no recordar mentalmente a la persona desaparecida. Esto empieza en el
momento de la muerte de una persona, en que se frotan los ojos con jugo de tabaco
verde para provocarse ceguera durante algunas horas o tal vez días. No hay que ver a
esta persona, no hay que representarla mentalmente. Haciendo este esfuerzo, poco a
poco olvidan la apariencia física singular y la trayectoria biográfica de esta persona.
Este trabajo de olvido lo realizan los familiares del muerto.
Al mismo tiempo, los enemigos del difunto conservan los detalles biográficos, la
154 memoria y el nombre del individuo ejemplar. Los enemigos hacen todo lo que sus
familiares no hacen: hablan de él, recuerdan sus actos de agresión que justifican la
guerra y la venganza. Esta división de la memoria entre los jíbaros es muy intrigante
y tiene vínculos con los “regímenes de historia”, las formas de historicidad particular
de los jíbaros. Cuando incluí ese tema en mi investigación, a inicios de la década de
1980, fue en el principio del gran auge de la etnohistoria que coincidió con el inicio
del movimiento de organización política de los grupos indígenas, sobre todo en el
mundo andino. Se decía que, para obtener reconocimiento como sujetos políticos,
estos grupos minoritarios que habían sido estigmatizados y oprimidos tenían que
recuperar su historia. Todo el surgimiento de la etnohistoria está muy vinculado con
esta coyuntura.
Como muchos antropólogos de esta generación, yo también me sentía involu-
crada y me interesé por la etnohistoria, dedicándome a un largo trabajo de archivo
en Europa, en Ecuador, en archivos misioneros, etc. Los shuar ya desde mediados de
la década de 1960 habían empezado un movimiento. Fueron uno de los primeros
grupos que creó una organización política, la Federación Shuar, con la ayuda de
sacerdotes salesianos progresistas. Ellos conocían bien el papel de la historia en la
conciencia política de la sociedad dominante y apoyaban este trabajo de documen-
tación de la historia jíbaro. Sin embargo, me di cuenta rápidamente de que por otra
parte los achuar no tenían interés alguno en esta historia, lo cual era una cuestión
también intrigante, y se veía muy bien, por ejemplo, en la forma de relato histórico
de los achuar. Se trataba consistentemente de autobiografías fundamentalmente gue-

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Lévi-Strauss, el individualismo jíbaro y el Musée du quai Branly. Un diálogo con Anne-Christine Taylor

rreras, contadas por hombres guerreros. Los indígenas de América del Norte tienen
también tradición de narrativas orales de actos heroicos marciales o guerreros. Estos
relatos jíbaros nunca mencionaban enfrentamientos con el mundo blanco, aunque
han existido muchos. Ellos tienen una historia de resistencia fuerte y respetable que
perfectamente podría ser material para una narrativa histórica de gloriosa resistencia
y supervivencia cultural. Pero nunca mencionaban este tipo de enfrentamientos. Es
como si el único tipo de guerra que les interesara contar fueran los conflictos con
otros grupos jíbaro.
Una colega norteamericana, Janet Hendricks,2 recopiló una larga narración au-
tobiográfica de un famoso guerrero shuar, Tukup, quien era el terror de los mestizos
del cercano pueblo de Macas (Amazonía ecuatoriana). Los habitantes de este lugar
tenían una tradición oral que ahora casi ha desaparecido, era una rica tradición le-
gendario-histórica sobre los enfrentamientos con los shuar y sobre los ocasionales
viajes de Tukup a Macas, quien llegaba con todas sus armas y acampaba fuera del
pequeño poblado. La voz inmediatamente corría: “¡Tukup está aquí!” Las mujeres
se escondían, los hombres salían a la calle, mientras Tukup se paraba con todos sus
adornos frente al Municipio y esperaba que el alcalde saliera para hablar con él. To-
dos miraban aterrorizados, no obstante, nada de eso aparece en el relato de Tukup tal
como lo narra Janet Hendricks. Hay una interesante bifurcación: aparentemente para 155
ellos los enfrentamientos con los apach (el nombre que daban a los blancos/mestizos)
y los homicidios cometidos en tales ocasiones no cuentan como actos de guerra y,
por ende, no son dignos de ser contados. Son únicamente los actos de homicidios
cometidos contra otros jíbaros los que son dignos de ser relatados.
Hay mucha documentación sobre la resistencia y oposición de los shuar al trabajo
de los misioneros. Existe un sinnúmero de crónicas sobre su escepticismo voltaireano
irreductible y total. Fueron considerados la misión más difícil del mundo. Hay mu-
chos documentos dado que están en una zona fronteriza y por ello existe una enorme
documentación diplomática e indirecta con mucha información; es bastante fácil en
este caso reconstruir la historia desde los primeros años de la colonización. Desde
1536 ya existen los primeros relatos, hasta más o menos el presente. Es notable la
total indiferencia de ellos con respecto de esta historia de enfrentamiento con el mun-
do blanco. Por esta razón, trabajé sobre los regímenes locales jíbaros de narratividad
histórica y sobre sus formas de experimentar la historia.

En su artículo “Des fantômes stupéfiants”,3 se reflexiona sobre la figura


del iniciando/testigo y su obligación de aislarse de la comunidad. Esto
inaugura una forma de comunicación que sería definida como de negación

2 Janet Hendricks. 1993. To Drink of Death: The Narrative of a Shuar Warrior. Arizona: University of Arizona Press.
3 Anne-Christine Taylor. 1993. “Des fantômes stupéfiants. Langage et croyance dans la pensée achuar”. L’Homme 33
(2-4): 429-447.

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Giovanna Bacchiddu y Marcelo González Gálvez

de la comunicabilidad, pasando por varios niveles de realidad, ficcionalidad


y disociación del signo intercambiado con su contenido. ¿Podría esto ser una
metáfora del trabajo de campo? ¿Tiene alguna recomendación para los estudiantes
que se preparan para iniciar su inmersión etnográfica?

Esta experiencia de dislocación, de no estar ni en un mundo ni en el otro, de ser una es-


pecie de alien, de perder todas las referencias temporales, espaciales y sociales es la base
del trabajo de campo. Es la necesidad de volver a una especie de desnudez con respecto
a esos arraigos implícitos que uno tiene al vivir en una sociedad y volverse vulnerable a
otras formas de ser en el mundo. Esto es algo necesario en el trabajo de campo y obvia-
mente es a veces difícil de vivir, es inquietante. Si uno no siente de vez en cuando que
llega esta desesperanza, esta dificultad, esta sensación de aislamiento y dislocación, creo
que hay algo que no funciona en el field-work.4 No hay realmente modo de prepararse
para esto, hay que encontrar las maneras de superarlo, aceptarlo y vivirlo. Generalmen-
te es justo después de estos momentos de crisis que el trabajo de campo se vuelve más
fructífero; de cierto modo, el grupo con el cual se trabaja empuja a esta posición y cier-
tamente fue el caso con los jíbaros, que pueden ser bastante duros con “sus” antropólo-
gos. No se trata de algo deliberado, no es una prueba en el sentido banal del término,
156 pero lograr este lapso de vulnerabilidad, tanto para ellos como para el antropólogo, es
un asunto muy decisivo del campo. Aceptar esa posición de vulnerabilidad es el inicio
de una relación de confianza, aunque creo que ésta realmente nunca se logra, sino una
interlocución que puede resultar significativa y que, sobre todo, interesará a ambas
partes. Antes de ese momento, estamos en una posición donde podemos divertirlos
hasta cierto punto –especialmente si uno está en pareja–.5 Por ejemplo, era interesante
para ellos observar cómo nos relacionábamos, cómo funcionaba una relación conyugal
entre blancos. Les encantaba cuando nos peleábamos porque vivíamos en sus casas; es-
tábamos todo el tiempo bajo su mirada. Pero aún no éramos interlocutores con los que
podían discutir de una manera interesante para ellos porque no sabíamos su lengua,
tuvimos que aprenderla. Durante seis u ocho meses no pasó mucho, pero hay que pasar
por este período. Los datos más interesantes empiezan a surgir cuando se instala esta
forma de interlocución, que puede ser no realmente simétrica, pero que puede ofrecer
puntos de interés para ambas partes.

¿Quizá surgió complicidad?

Había momentos de complicidad, sobre todo cuando pasaban misioneros evangé-


licos, o peor aún, pequeñas patrullas militares. Había momentos de complicidad

4 Trabajo de campo.
5 Anne-Christine Taylor realizó su trabajo de campo entre los achuar junto a su marido, Philippe Descola.

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Lévi-Strauss, el individualismo jíbaro y el Musée du quai Branly. Un diálogo con Anne-Christine Taylor

porque claramente los militares sospechaban tanto de nosotros como de los achuar.
Por ejemplo, los achuar iban todos a esconder sus armas y sabían perfectamente que
nosotros sabíamos que las habían escondido, y el hecho de que siempre guardáramos
silencio en estos casos creaba una forma de complicidad.

Si contrastamos la idea achuar frente a la muerte con la tendencia a pensar los


objetos de museo en relación con construir recuerdos y memorias para el presente,
¿cómo pensar una museografía amerindia respetando el ideal achuar del olvido?

Los jíbaros se dieron cuenta, hace algunos años, que tienen “una cultura” y sobre todo
que tienen que mostrar que esta existe por razones políticas. Este paso es imprescin-
dible para que los grupos indígenas obtengan reconocimiento de sus derechos o para
obtener atención de las organizaciones no gubernamentales (ONG). Por lo tanto,
deben mostrar que viven una cultura, visible y preferentemente materializada, pero
la patrimonialización es, para los grupos jíbaro, un proceso muy difícil. Ser jíbaro es,
ante todo, una manera de construir modos de relacionarse con otros, principalmente
formas de relacionamiento desde una posición simbólicamente superior. Por ejem-
plo, cuando jóvenes achuar iban a las pequeñas ciudades fronterizas, siempre se cui-
daban de tener vestidos más limpios y más caros que los mestizos locales. Si se juega a 157
ser blanco, hay que ser mejor que los blancos en ese juego. De cierto modo, ser jíbaro
es precisamente encontrar modos de posicionarse en una situación de superioridad
en las relaciones. No se preocupaban de su cultura pasada; si lograban coyunturas en
las cuales demostrar su dominio y superioridad, la identidad jíbaro continuaba sin
problemas. ¿Para qué se necesitaría un museo jíbaro? ¿Cómo patrimonializar modos
de ser y de relacionarse con los demás? Ahora, la presión para manifestar una “cultura
étnica” específica es muy fuerte y para ellos es un problema enorme.
Empezaron a discutir sobre esto a finales de la década de 1980 con varias ONG
que estaban en su territorio. Ellas les decían que tenían que “defender su cultura”, sus
cantos sagrados, sus rituales… ¿rituales? Había pocos, y los que tenían eran discretos,
no se hacían en público y no se debía hablar de ellos. Los que existen están general-
mente vinculados con la guerra y desde el punto de vista de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), este tipo
de manifestación no es bienvenida. Los diálogos ceremoniales eran impresionantes,
agonísticos y espectaculares, hacer “copias” no tiene ningún sentido. Ellos lo saben
perfectamente.
Otro problema es que casi el 60% de lo que nosotros llamamos “cultura” es com-
partida con todos los demás grupos vecinos: formas de cultivo, saberes etnobotáni-
cos, formas de practicar el chamanismo, etc. En muchos campos, los kichwa vecinos
tienen las mismas prácticas, en algunos casos, exactamente iguales. Incluso los famo-
sos cantos chamánicos o los cantos llamados ánent los kichwas los hacen también. Las

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 151-161


diálogo

Giovanna Bacchiddu y Marcelo González Gálvez

ONG los empujan siempre hacia al chamanismo y entonces tienen que hacer casas
de chamanes en donde los jóvenes van a aprender a “ser chamanes”, lo cual hace que
estas iniciativas fracasen porque nadie puede tomar en serio este tipo de situaciones.

¿Sería como una mercantilización del chamanismo?

Sí, es una especie de turistificación, lo que implica mercantilización y fragmentación


de formas de comportamiento que para ellos son valiosas. No están tan metidos como
otros grupos amazónicos en esta cosa de la patrimonialización. En realidad, lo que ha-
cen es volcarse al terreno político porque es considerado un juego digno para un jíbaro,
constituye una de las razones por las cuales ocupan un puesto tan importante en el mo-
vimiento indígena selvático, porque la oratoria política es muy importante entre ellos.
Otro espacio donde podían mantener formas tradicionales de construirse a sí mis-
mos, y sus formas de relacionamiento, es el campo de la guerra. Durante el conflicto
con Perú, a mediados de la década de 1990, los shuar de Ecuador ofrecieron con
entusiasmo sus servicios al Ejército ecuatoriano, el cual los acogió e incluso formaron
un regimiento de milicias armadas a la que llamaban Arutam. Hubo un fervor nacio-
nalista enorme en el momento de este conflicto, y el comportamiento de los shuar
158 y los achuar fue muy admirado por la población en general. Aprovechando la buena
imagen que dieron a la sociedad ecuatoriana, pidieron a las autoridades crear colegios
militares para jóvenes shuar. Ellos se veían en una posición algo similar a la de los
Gurkha6 del Ejército británico; la idea de tener esta posición les interesaba mucho.

¿Se podría entender esa museografía como una potenciación del presente y de la
singularización, sobre lo cual usted hablaba al principio de este diálogo?

Sí, probablemente a los shuar les gustaría hacer una museografía porque en el momen-
to del conflicto hacían exactamente eso, incluso daban a entender a voz cubierta que
iban a resucitar la tradición de las cabezas reducidas. Nunca lo hicieron en realidad,
pero obviamente era una excelente arma de guerra psicológica. El Ejército ecuatoria-
no lo entendió muy bien y les daba voz. Ahora bien, creo que para los achuar y los
shuar sería posible hacer una museografía en estos términos. El problema sería más
bien para nosotros y nuestra idea de lo políticamente correcto, porque va totalmente
en contra de la idea de que los grupos indígenas son “guardianes de la naturaleza”,
“pacíficos”, “víctimas”, etc. No jugar este juego de la victimización es difícil, más aún
cuando en otros momentos los mismos shuar se ven obligados a representarlo frente
a organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
o la UNESCO.
6 Los Gurkhas son soldados profesionales de etnia nepalés, reclutados para servir en unidades especiales de las Fuerzas
Armadas del Reino Unido.

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Lévi-Strauss, el individualismo jíbaro y el Musée du quai Branly. Un diálogo con Anne-Christine Taylor

¿Considera que se trata de una negociación creativa?

Todo el tiempo están en ese proceso de creación, de innovación, de mantener nue-


vas formas, nuevos modos de ser y nuevos nichos sociales. Ahora los shuar han
penetrado el mundo político nacional y existen alcaldes shuar, autoridades regio-
nales, entre otras. Por un lado, rechazan totalmente la idea de la penetración de
los petroleros o de otras empresas extractivas en sus zonas, pero al mismo tiem-
po quieren desarrollar la región y controlar ese proceso. Entonces despliegan, por
ejemplo, un discurso sobre lo que ellos llaman la enculturación (término teológico
que aprendieron de los misioneros progresistas del post [Concilio] Vaticano II de
los salesianos sobre el capitalismo. Entonces su idea es desarrollar una forma de
“jibarizar” el capitalismo.

Según Eduardo Viveiros de Castro, “la antropología es sobre los malos entendidos
[…] Una equivocación no es un error, una falta o una decepción. En cambio, es el
fundamento mismo de la relación que implica, y que es siempre una relación con
una exterioridad”.7 El antropólogo sabe que su trabajo es intraducible. ¿Cuál es su
opinión al respecto, tomando en cuenta la necesaria descontextualización de los
objetos en un museo etnográfico? 159

El Musée du quai Branly, desde su inicio, decidió deliberadamente no ser un


museo etnográfico en el sentido clásico del término, por lo que la descontextua-
lización es también deliberada. Su apuesta, su meta oficial, es alertar al público
sobre la diversidad cultural, pero no intenta dar información sobre culturas es-
pecíficas, es decir no representa culturas, sino el fenómeno de la diferenciación
cultural. Eso, en su punto de vista, pasa por la selección de piezas espectaculares,
deliberadamente descontextualizadas, con muy poca información y que dejan
al visitante solo, desnudo frente al objeto para que pueda desarrollar su propia
relación con el mismo. Idealmente el visitante será impactado por estos objetos,
que suscitarán su curiosidad y ésta lo llevará a documentarse y buscar informa-
ción en los soportes varios que el museo ofrece. Ese es el objetivo detrás de toda
la escenografía del Branly.
La cuestión es saber hasta qué punto esta estrategia funciona y no termina siendo
una especie de experiencia exótica para el público, sin necesariamente provocar una
curiosidad intelectual por el contenido específico de esta diferencia. Como en todos
los museos nuevos, se utilizan encuestas de opinión pública entre los visitantes. Es
verdad que muchos dicen después de su visita que quieren profundizar, mientras
otros comentan con entusiasmo su “experiencia”, pero el estatus de ésta no queda
7 Eduardo Viveiros de Castro. 2004. “Perspectival Anthropology and the Method of Controlled Equivocation”. Tipití
2 (1): 3-22, pág. 9. Traducción de la cita por los entrevistadores.

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muy claro a mi juicio. ¿Se trata realmente de una experiencia intelectual o sencilla-
mente de un frisson8 de exotismo?
Hay que ser serios. La contextualización que regía en los museos etnográficos de an-
taño era tan pobre en información verdadera, que era ridícula. No es porque se indique
la proveniencia de tal objeto, su origen y su uso entre tal grupo indígena que el objeto se
encuentra contextualizado. No es que la descontextualización me incomode, tampoco
la idea de escenografíar la diferencia como tal a través de una especie de choque. Pero
creo que, para que el museo cumpla con la meta de sensibilizar la diferencia cultural,
debe ofrecer elementos que permitan entender las lógicas de las estéticas indígenas que
hay detrás de los objetos. De lo contrario, será una experiencia que el visitante relacio-
nará con lo que ha aprendido en la historia del arte, sin darse cuenta de las premisas
estéticas de la cultura visual diferente, que da forma a los objetos expuestos.

¿Hablaríamos de asimilación a un museo de arte?

Es totalmente una asimilación y Branly navega un poco en el límite entre ser un mu-
seo de “arte primitivo” y ser un auténtico museo de antropología de las artes y de las
estéticas no occidentales. A veces yo preferiría que se orientara un poco más en esta
160 última dirección, aunque de vez en cuando cae del otro lado, hay que decirlo.
Un aspecto a favor de Branly es que ha abandonado la idea de que se puede repre-
sentar culturas y en eso tiene toda la razón. Su propósito era reservar, por lo menos,
la mitad del espacio del museo a exposiciones temporales muy variadas en su estilo
y objetivos. La intención era contraponer siempre la ausencia de discurso –que en
realidad es un discurso– de la colección permanente con las exposiciones temporales
que tienen una perspectiva nítida. Es decir, hacer una especie de museo polifónico en
el cual los discursos se cruzaban y contradecían. Eso me parecía una buena manera
de resolver el problema de la representación de culturas, pues es imposible desarrollar
ahora un discurso hegemónico sobre otras culturas.

Conversemos sobre la idea de Terence Turner acerca de la dominación masculina


sobre las mujeres en Brasil central, en contraste con la etnografía amerindia
de relevar el rol de las mujeres en equivalencia o complementariedad con el rol
masculino. ¿Cómo estudiar los aspectos de la dominación de género que existe en
sociedades como las nuestras?

Me viene a la mente un comentario que me hacía un día nuestro colega Carlos Faus-
to, quien trabaja en un grupo de Brasil en el Xingú. Me contó que las mujeres vinie-
ron a verlo una vez y le dijeron: “Mira, queremos que tú nos ayudes a buscar la forma

8 Emoción, excitación.

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Lévi-Strauss, el individualismo jíbaro y el Musée du quai Branly. Un diálogo con Anne-Christine Taylor

en que podamos lograr que nuestros hombres dejen de pegarnos sin cambiar nada en
el resto de nuestra forma de vida. La única cosa que queremos que cambie es esto”.
¡Eso sí es un problema de ingeniería social bien complicado! Es interesante porque en
estos grupos del Xingú la dominación masculina no es tan obvia. Son grupos en los
cuales, en las relaciones entre los géneros, no se ve realmente una fuerte asimetría. Al
contrario, las mujeres son muy fuertes, tanto en la vida social cotidiana como es sus
papeles rituales.
La tesis de Turner francamente ya no me convence mucho, es decir, la idea de que
el núcleo del poder político viene del control de los yernos y el control de los yernos
viene del control sobre las mujeres o sobre la sexualidad de las mujeres, mejor dicho.
Creo que las cosas son más complicadas y que el control por parte de los hombres
de la sexualidad femenina es una dimensión entre otras en su afán de controlar rela-
ciones con la alteridad en general. Por lo tanto, el eje central, el que se arraiga en lo
político, es la relación con la otredad, no la relación entre sexos.

En su trabajo sobre el matrimonio entre jíbaros, la mujer pasa del hermano que
la controla al marido que entiende el matrimonio como “domar” a la mujer, ¿ello
podría ser comprendido como dominación?
161
El problema es que hay que entender lo que encubre esta idea de la “domesticación”
para los jíbaros. En su conceptualización (la cual refleja un punto de vista masculi-
no), las mujeres son “extranjeros”, precisamente porque son distintas de los hombres;
son una forma menor de extranjero (vale decir, del “enemigo”), el límite inferior de
la alteridad. Entonces las mujeres con las cuales un hombre puede casarse o tener
relaciones sexuales deben ser “domesticadas”, o mejor dicho “familiarizadas”, exacta-
mente como se hace con pequeños animales capturados en la selva o con espíritus de
enemigos que también hay que seducir para llevarlos a una posición de familiaridad.
No es tanto una marca de dominación en el sentido banal, sino más bien de posesión,
en el sentido de tener el control sobre una relación con lo semiajeno. Se puede decir
obviamente que eso disfraza una “dominación masculina”, pero yo no creo que esa
sea una manera muy útil de formular las cosas. No se trata de justificar o excusar la
violencia hacia las mujeres entre los jíbaros, sino de entender que la violencia puede
tener formas y raíces bastante distintas entre grupos indígenas y nuestras propias so-
ciedades, y por lo tanto, no atribuirla a una supuesta “naturaleza humana” masculina.
Creo que va por un análisis cuidadoso de las diferencias entre las maneras de concebir
las relaciones entre sexos y no por la búsqueda de semejanzas precisamente. Va por
comprender realmente la manera en que ellos entienden la diferencia entre los sexos,
antes que hablar de dominación.

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Libros de FLACSO Ecuador

Serie Cuadernos de Trabajo


Solidaridad sostenible. La codicia es indeseable
Fander Falconí
FLACSO Ecuador, 2017
160 páginas
Solidaridad sostenible lleva como subtítulo La codicia es indeseable.
La lectura de esta obra, por el contrario, sí es deseable, útil y entretenida. El
libro fluye con la sencillez de un manual de motivación,
que se distingue por estar rigurosamente documentado. Y en efecto,
este libro motiva a una transformación para enfrentar el cambio global,
fenómeno que va más allá del aspecto climático.
Con lenguaje comprensible, sin descuidar la exactitud científica, Fander
Falconí logra una obra precisa y concisa. El peligro planetario, el crecimiento
económico insostenible, así como la nueva conciencia y las propuestas
creativas, se resumen en este volumen, destinado a ser un clásico de la
economía ecológica en Ecuador.
La pesadilla ambiental que vivimos ha permitido constatar que el sendero
de la codicia capitalista conduce directamente a la extinción; además, ha
despertado la conciencia y la búsqueda de una armonía mundial.
En este contexto surge Solidaridad sostenible, pensamiento enraizado
en Latinoamérica, una región urgida de alternativas. Al respecto, su autor
ofrece 12 propuestas para encarar el futuro de nuestra especie, con lo que
invita a profundizar en esta apremiante reflexión.
ensayo
visual
ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2908

Rótulos, etnografía y curadurías en el Museo Histórico


de la Policía Nacional, Bogotá
Signs, Ethnography and Curation in the National Historic
Police Museum, Bogotá
Rótulos, etnografia e curadorias no Museu Histórico da
Polícia Nacional, Bogotá

Daniel Kraus
X. Andrade
Ana María Forero
Mauricio Salinas

El Museo Histórico de la Policía Nacional (MHPN) es la más poderosa cristalización


de las representaciones sobre la institucionalidad policial en Colombia, el cual está
ubicado en el centro histórico de Bogotá. Su sede es un inmueble que desde su cons-
trucción en 1926 hasta 1983 sirvió como dependencia de la Dirección General de 165
la institución, en donde ésta libró una crucial lucha por su legitimidad al defenderse
de los históricos motines que sucedieron al asesinato del líder político Jorge Eliécer
Gaitán en 1948, hechos conocidos como El Bogotazo.
Habiéndose reubicado la Dirección General, el Palacio de la Policía fue restaurado
en 1984 para su fundación como un museo histórico y como “un templo de la cultura
policial”.1 En la actualidad, es un proyecto educativo y de divulgación pensado para
acercar la sociedad civil a la institución y “crear en el público la importancia de la Po-
licía como entidad en el desarrollo de la comunidad”, así como para dar a conocer su
historia, funcionamiento, logros, filosofía y calidad humana (Medina Aldana 1992).
Por más de 30 años, el Mayor Humberto Aparicio ha sido uno de los principales
artífices del MHPN; desde hace 19 años como director, se ocupa de la disposición
Daniel Kraus. Estudiante de pregrado en Antropología, Universidad de los Andes, Colombia.
* [email protected]
X. Andrade. PhD en Antropología Social por The New School for Social Research, Estados Unidos. Profesor asociado del
Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes, Colombia.
* [email protected]
Ana María Forero. PhD en Teoría e Investigación Social por la Università degli Studi La Sapienza, Italia. Profesora asis-
tente del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes, Colombia.
* [email protected]
Mauricio Salinas. Fotógrafo y coordinador del Laboratorio de Antropología Visual en la Universidad de los Andes, Co-
lombia.
* [email protected]
1 Mayor Humberto Aparicio (entrevista, 15 de marzo de 2017). Para la única referencia antropológica previa sobre este
museo, ver Forero (2000).

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Daniel Kraus, X. Andrade, Ana María Forero y Mauricio Salinas

y selección de objetos, de la museografía y museología, del entrenamiento de los


guías en los recorridos obligatorios y de la filosofía institucional. El Mayor Aparicio
también se hace cargo de la veeduría de cada una de las propuestas que realizan las
distintas direcciones institucionales sobre las salas que las representan (35 en total),
operando mediante un ejercicio curatorial en constante proceso. De este modo, el
Mayor Aparicio ha convertido al museo en una muestra autorizada de la Policía
Nacional.
Mediante idiosincráticas decisiones curatoriales, el Mayor ha reconstruido, dia-
crónica y sincrónicamente en cada sala, elementos y valores de la entidad dignos
de exaltarse. Como tal, el museo es un complejo de espacios, objetos, narrativas
y performances que, en conjunto, ensamblan –en un solo lugar y tiempo– una vi-
sión totalizadora de una institución con fines de exhibición pública. Dicha visión
se expresa mediante una amalgama de narrativas religiosas, románticas, de género y
militaristas, amén de una colección de objetos muy dispares que van desde motos y
pistolas hasta una teja.
El presente ensayo visual resulta de una aproximación etnográfica al MHPN du-
rante 2017. Operamos al interior de un museo que narra la historia de la Policía
desde el delito originario de Caín, pasando por sucesos y personajes de las épocas
166 prehispánica, colonial y republicana, para desembocar en una representación a escala
de la actual configuración y funcionamiento de las instancias y organismos descen-
tralizados que conforman la entidad. A partir de observaciones de campo bajo el
formato de recorridos guiados, entrevistas con profundidad, levantamientos fotográ-
ficos y conversaciones con guías y administradores del lugar, hemos sido partícipes
de la vida social que adquieren objetos y textos en cada una de las salas.2
Dada la importancia de una metanarrativa que redunda en la necesidad del im-
perio de la ley y el orden desde tiempos bíblicos, este ensayo es un ensamblaje de
elementos aparentemente menores: decenas de rótulos pintados manualmente que
proliferan en las paredes museales, los cuales, por supuesto, han sido conceptualiza-
dos cuidadosamente por el propio Mayor Aparicio. La selección de estos textos da
cuenta de temas tales como la eternidad, la divinidad, la naturaleza, la moral y las
transformaciones que sobre ellos genera el narcotráfico, un fantasma que acosa este
museo y que atrae a parte de sus visitantes. Los rótulos son contrapunteados con
fragmentos de diarios, notas de trabajo de campo y entrevistas con el Mayor Apari-
cio, única autoridad facultada oficialmente para pronunciarse sobre el MHPN y a
quien agradecemos su gentil colaboración y apertura.
La yuxtaposición entre textos provenientes de un orden (el museográfico) con
otro (el de las notas etnográficas) intenta dar cuenta de la tensión entre el silencia-
miento y el culto público de lo narco que atraviesa la Colombia contemporánea. En
2 Una exploración preliminar se realizó el 28 de octubre de 2016 con estudiantes de la clase de Instrumentos Audiovi-
suales de Investigación, de la carrera de Antropología de la Universidad de los Andes, Colombia.

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Rótulos, etnografía y curadurías en el Museo Histórico de la Policía Nacional, Bogotá

un ambiente así de cargado, el MHPN emerge también como una potente instala-
ción ideológica cuyas narrativas, no obstante, florecen inestables. De hecho, tanto la
página web oficial de la institución como uno de los puntos focales de los despliegues
museales privilegian a una motocicleta marca Harley Davidson con incrustaciones
de oro, incautada a un narcotraficante como parte de la, así llamada, “guerra contra
las drogas”.3
En este contexto, el ensayo que sigue es un ejercicio de curaduría sobre una cu-
raduría. En consecuencia, los etnógrafos somos reposicionados fundamentalmente
como hacedores de imágenes, mientras que los datos cualitativos funcionan como
teorizaciones compartidas pero también confrontadas sobre y contra un objeto de
estudio (Ssorin-Chaikov 2013; Elhaik 2016; Andrade 2017).4
Para facilitar la aproximación al ensayo visual, se utilizan las iniciales de los nom-
bres de los investigadores e informante para identificar las voces que intervienen. La
técnica utilizada y la temporalidad etnográfica sirven –en lugar de un pie de foto–
para situar diálogos y experiencias, exponer la construcción del dato, desestabilizar
las relaciones posibles entre textos e imágenes y reconfigurar las que se tejen entre
antropología y etnografía.
Una nota final amerita la caligrafía usada en los rótulos, de matriz europea y
usada por los colegios internacionales en Bogotá para enseñar a leer y escribir. De 167
acuerdo con el Mayor Aparicio, esta

evoca el espíritu francés, facilita la lectura por la claridad de las letras. Y no hay que
olvidar que Francia tuvo una gran influencia en la educación de las personas de bien
de Colombia. De las personas de alta sociedad. Esa caligrafía como todo en el museo
está pensada por mí. Y trata de dejar en claro con elegancia lo que es la Policía (nota
de campo, AMF,5 15 de marzo de 2017).

3 Ver la página institucional del museo en:


https://www.policia.gov.co/historia/museo
4 Esta investigación forma parte del proyecto “Narco-estéticas: arte, música, videos y TV” desarrollado por el Semi-
llero de Antropología Visual en conjunto con el Centro de Estudios en Periodismo (CEPER) y el Departamento
de Arte de la Universidad de los Andes. El proyecto –en proceso hasta 2018– se encuentra bajo la coordinación de
Omar Rincón, Lucas Ospina y X. Andrade, y se expresa en textos académicos, artísticos y periodísticos, plataformas
multimedia, ensayos fotográficos y audiovisuales, e instalaciones. El financiamiento es provisto por el Fondo para
Proyectos Interdisciplinarios, categoría Creación, de la mencionada universidad. Alejandro Goyeneche participó en
el trabajo de campo que sustenta este ensayo y las fotografías son de Mauricio Salinas, del Laboratorio de Antro-
pología Visual del mismo centro de estudios.
5 Ana María Forero.

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11 de abril de 2017: recorrido guiado, diario de campo, DK6
Desde un balcón, frente a un enorme mural que retrata la evolución de la Policía
Nacional, el índice de la mano de nuestro guía lo ilumina. 169
Caín y Abel primero, el delito originario. Luego, un salto cronológico y mitoló-
gico: el Güecha –guerrero y defensor muisca– epítome de la defensa autóctona del
bien común. El tercer eslabón de la historia policial es el Alguacil Colonial (en algún
momento, asesino del Güecha, sin aporía alguna). Enseguida, los Alabarderos: vis-
tosa guardia real, custodia de los alcázares y la realeza (inexistentes en estas tierras) y
defensores en algún momento del régimen colonial en contra de la constitución de
una república independiente.
El dedo del patrullero se cierne, luego, sobre la figura de El Sereno: encargado en la
Colonia y hasta la llegada de la luz eléctrica de encender los faroles del alumbrado públi-
co y consecuentemente iluminar la noche y todos los peligros que su oscuridad oculta.
La teodicea se prolonga luego hacia la república y el surgimiento de la Policía Na-
cional. La figura del expresidente Carlos Holguín Mallarino (1888-1892) es ilumi-
nada en asociación con el nombre, varias veces recitado de memoria, del comisario
francés encargado de institucionalizar la Policía en Colombia: Juan María Marcelino
Gilibert Laforgue (1839-1923).
La poligenética Policía Nacional, híbrido de divinidad bíblica, guerrero amerin-
dio, agente colonial y colono afrancesado, confluye naturalmente en las sendas del
progresismo ejemplificadas por nuestro guía al señalar la figura del General Gustavo
Rojas Pinilla (1953-1957) y las primeras mujeres Policía. Iniciada esta feminización
de avanzada en 1953, el relato evolutivo de la Policía concluye con el ingreso de
mujeres al Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) en 2011.
6 Daniel Kraus.

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15 de marzo de 2017: entrevista con profundidad, AMF y DK

AMF: Mayor, ¿cómo se decide lo que los guías cuentan y cómo lo cuentan? ¿Cómo
hacen familiar la historia para los visitantes o cómo se construye el guion?

MHA:7 Ese es un problema grave: no tenemos guías profesionales sino empíricos.


Todos nosotros somos paracaidistas. ¿Usted sabía eso? Yo soy paracaidista de verdad.
Hice curso en Apiay, en la Fuerza Aérea y fui lancero en el Ejército. Estuve mucho
tiempo en el Ejército y en la Fuerza Aérea. Pero entonces todos hemos venido a dar
aquí. Somos paracaidistas, hemos caído aquí ¡trrún! No hemos hecho cursos. Fui el
primero de los que llegó y empecé a enseñarles lo que yo no sabía, y fui formando
guías. Así empezó a formarse la tradición.

7 Mayor Humberto Aparicio.

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15 de marzo de 2017: entrevista con profundidad, AMF y DK

MHA: A este museo también se lo denomina El Pequeño Hollywood. Aquí se fil-


man muchas novelas y el oratorio de San Francisco que montamos, o capillita, es
conocida como La Pequeña Sixtina, pues es parecida a la que seguramente usted
tiene amplio conocimiento, allá en Roma, en las dependencias del Vaticano.

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174 15 de marzo de 2017: entrevista con profundidad, AMF y DK

MHA: En realidad, todos conocemos –o buena parte de la población de Colombia


conoce por una u otra razón– la época terrible que vivió la comunidad nacional,
pero especialmente las ciudades capitales y el campo con el accionar de estos suje-
tos [narcotraficantes]. La Policía se vio enfrentada a ello y murieron muchísimos
policías, hasta el extremo de que solamente por valor, cada individuo que portaba
las insignias y los distintivos patrios salía a la calle sabiendo que no estaba seguro de
volver. Sus seres queridos se despedían de ellos casi con la duda de su regreso a casa
después de prestar su turno de servicio. No se ha valorado en debida forma aquella
época, aún hoy, cuando en estos días hemos tenido 12 bajas en menos de un mes,
entre ellos un Mayor. Entonces, el policía sale de su hogar, pero ¡no sabe si vuelve
vivo! O ya vuelve en condiciones muy difíciles, a veces herido gravemente o, a veces,
muerto.

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29 de abril de 2017: sala El Crimen No Paga, diario de campo, DK 175

Nos detenemos en la entrada de la sala El Crimen No Paga, abarrotada como celda


carcelaria. Allí, enunciando una suerte de fórmula iniciática, el guía afirma: “Solo
tiene dos salidas el crimen: la cárcel o la muerte”.
La sala intenta transformarse así en una denuncia al narcotráfico y al recuerdo
trágico pero obligado de sus crímenes y personajes. […] En una vitrina relucen las
enormes pistolas de Gonzalo Rodríguez Gacha alias El Mexicano, incrustadas con
figuras de caballos de oro que debían dificultar dispararlas. Al lado de estas, uno de
los siete ejemplares de El libro de oro de Pablo Escobar.8 La emergente imagen de un
narcotraficante letrado es abolida al constatar que el grueso tomo se intitula Pablo
Escobar Gaviria en caricaturas 1983-1991. Mi desilusión, a su vez, exacerbada por la
perturbadora frase pronunciada por el guía: “Ese libro no se abre porque habla mal
de la Policía”.
Al fin de cuentas, como se nos repite, la Policía Nacional es la defensora del
bienestar y el orden. […] En la base de otra vitrina, hay una teja de barro manchada
con la sangre que Pablo Escobar derramó al ser asesinado por la Policía en un tejado
en Medellín. Corrijo, no asesinado sino más bien neutralizado, porque como afirma
el guía: “La Policía no mata, neutraliza”. No importa, entonces, que la teja sea ori-
ginal o réplica.

8 Gonzalo Rodríguez Gacha y Pablo Escobar Gaviria fueron narcotraficantes colombianos, fundadores y miembros
importantes del Cartel de Medellín.

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15 de marzo de 2017: entrevista con profundidad, AMF y DK

AMF: ¿Por qué esa sala [la de la colección relacionada con lo narco] ha migrado
hasta tener el pequeño rincón que tiene ahora? Es de las que más ha cambiado en el
museo, de las más dinámicas.

MHA: Hubo muchas críticas porque decían que le hacíamos un elogio a los crimi-
nales. Sin embargo, nos abstuvimos de prestarle atención a esas críticas y ahí está,
ahí está. Lo que pasa es que no tenemos más campo para colocar más cosas de otros
delincuentes.

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15 de marzo de 2017: entrevista con profundidad, AMF y DK

AMF: ¿Cómo decidían dónde colocar los objetos?

MHA: Ah, eso me tocaba a mí.

AMF: ¿Y cómo decidía dónde iba cada objeto?

MHA: Pues se me iba ocurriendo. Como cuando puse estos cuadros aquí. A mí todo
se me ocurre. Ese [haciendo referencia a una pintura] es el principal promotor del
museo, clásico fundador, mi Coronel Fernández Castro, fue mi Comandante, yo era
Teniente y él ya era Mayor. Y así, todo lo he ido consiguiendo y he puesto allí eso, y
eso allí y allí. Cada día trato de poner algo en alguna parte. […] Todo se me ocurre,
todo es porque se me ocurre. Entran a la capilla u oratorio y suena una campana. Esa
campana me la conseguí… Ni sé cómo. Es de 1872 esa campanita y suena. Todo se
me va ocurriendo y entonces hacemos las cosas.

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15 de marzo de 2017: entrevista con profundidad, AMF y DK
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AMF: Mayor, ¿cómo respondieron a las críticas a la sala que alude al narcotráfico?

MHA: Ah no, callados, callados. No, cuando a mí me entrevistaban yo decía: “Es


historia”. En la historia, Bolívar cometió muchos errores […]

DK: Ante esas críticas, ¿tomaron medidas para evitar que la gente pensara que ha-
cían una apología al narcotráfico?

MHA: No, no, no. Nunca quitamos nada de lo que estaba allí. Pues son personas
que son como las beatas, ¿no? Que de pronto critican algo en una iglesia, entonces
nosotros también tomamos las cosas así: de buena fe. Esas personas de buena fe no
veían bien que se hablara “bien” –entre comillas– de Pablo Escobar, que se diera a
conocer la figura de él, que estuviera ahí.

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28 de octubre de 2016: exploración, notas sobre fotografías
etnográficas, XA9

La relación entre los rótulos –que frecuentemente incluyen falsas traducciones del
castellano al inglés– y los objetos es múltiple, multívoca. Estos textos son algo más
que dispositivos parásitos de las cédulas museográficas, estas últimas más enfocadas
directamente en la materialidad de los objetos o en lo que aquellos representan. Los
rótulos, inscritos manualmente sobre paredes y dinteles, son firmas curatoriales que
permiten leer la metanarrativa del museo en su más pura dimensión ideológica, la
que coincide con la del edificio en sí mismo como objeto instalado, Ready-made
modificado por las historias de El Bogotazo y el narcotráfico. En el breviario del ima-
ginario que estos textos construyen, ellas están obliteradas. En su lugar, hay palabras
como elegancia, amor, pecado, vida, paisajes, cielo, ríos.

“Policía, nada tan parecido a un sueño”, reza otro rótulo.


“Si quieres ser feliz un día, embriágate,
Si quieres ser feliz por un año, cásate,
Si quieres ser feliz toda la vida, hazte Policía”. Uno más.

9 X. Andrade.

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15 de marzo de 2017: entrevista con profundidad, AMF y DK

MHA: La gente, lo importante, es que sale feliz de aquí. No tanto por el valor... No
sé qué encanto tiene el museo pero la gente sale feliz, en especial los extranjeros.

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Daniel Kraus, X. Andrade, Ana María Forero y Mauricio Salinas

Bibliografía

Andrade, X. 2017. “Ethnography, “Pataphysics”, Copying”. En Alternative Art and


Anthropology: Global Encounters, editado por Arnd Schneider, 189-208. Londres:
Bloomsbury.
Elhaik, Tarek. 2016. The Incurable Image: Curating Post-Mexican Film and Media
Arts. Edinburgo: Edinburg University Press.
Forero, Ana María. 2000. “Museo de la Policía: puesta en escena de una institución”.
Tesis de pregrado en la Universidad de los Andes, Colombia.
Medina Aldana, Hernando. 1992. “Proyecto de reestructuración Museo Histórico
de la Policía Nacional”. Bogotá: mimeógrafo.
Ssorin-Chaikov, Nikolai. 2013. “Ethnographic Conceptualism: An Introduction”.
Laboratorium 5 (2): 5-18.

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ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2489

Transitar por América Latina: redes, trabajo


y sexualidad
Trans-versing Latin America: Networks, Labour
and Sexuality
Transitar pela América Latina: redes, trabalho
e sexualidade
temas

Lidia Raquel García Díaz


Fecha de recepción: 3 de octubre de 2016
Fecha de aceptación: 30 de mayo de 2017

Resumen
La sexualidad, al ser una estructura histórica y política que permite la configuración de normas
y leyes sociales así como la conformación de subjetividades individuales, es un elemento fun-
damental en el análisis de los estudios migratorios. Este artículo examina, de forma cualitativa,
el transitar trans femenino ecuatoriano a nivel local y regional. El papel de la sexualidad en el
establecimiento de redes migratorias, los cambios corporales y su inserción en el trabajo sexual 185
son los principales elementos que aborda este estudio, los cuales se entrecruzan a lo largo del viaje
migratorio de la población trans femenina que reside en Quito.

Descriptores: migración; población trans femenina; sexualidad; redes; trabajo.

Abstract
Sexuality, understood as a historical and political structure that configures norms and social laws
that condition individual subjectivities, is a fundamental element in migration studies. Using a
qualitative approach, this article analyses the trans-versing of the female transsexual experience in
Ecuador at the local and regional level. The principal elements analysed include the role of sexuality
in the establishment of migratory networks, modifications of the body and the insertion into the
labour market for sex work. These elements inter-relate in the migratory experiences of the female
transsexual population in Quito.

Keywords: migration, female transsexual population; sexuality; networks; labour.

Lidia Raquel García Díaz. Magíster en Ciencias Sociales con mención en Género por FLACSO Ecuador. Investigadora independiente.
* [email protected]

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59 Quito, septiembre 2017, pp. 185-204
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
temas

Lidia Raquel García Díaz

Resumo
A sexualidade, ao ser uma estrutura histórica e política que permite a configuração de normas sociais
e leis sociais, bem como a formação de subjetividades individuais, é um elemento fundamental na
análise dos estudos migratórios. Este artigo analisa qualitativamente, o trânsito trans feminino equa-
toriano a nível local e regional. O papel da sexualidade no estabelecimento de redes migratórias, as
mudanças no corpo e sua inserção no trabalho sexual são os principais elementos abordados por este
estudo, os quais se cruzam ao longo da jornada migratória da população trans feminina residente
em Quito.

Descritores: migração; população trans feminina; sexualidade; redes; trabalho.

L
os estudios sobre sexualidad y migración no son nuevos; a nivel internacional,
surgieron con gran fuerza durante la década de 1990 y a inicios de la década
de 2000 con autores como Lionel Cantú (1995, 1999, 2002, 2005, 2009);
Eithne Luibhéid (2002, 2004, 2014); Martín Manalansan (2005, 2006), Vidal-Or-
tiz (2006) y con especialistas en el tema a nivel nacional como María Amelia Viteri
(2008, 2009, 2014a, 20014b) y Martha Cecilia Ruiz (2002, 2009, 2015).
Sin embargo, más allá del recorrido teórico por estos estudios que nacen, por un
lado, desde la perspectiva de los estudios queer y, por otro, desde la perspectiva de
186
los feminismos latinoamericanos,1 el presente trabajo tiene como objetivo analizar la
articulación entre migración y sexualidad en el ámbito de la migración local y regio-
nal de la población trans femenina que emigra desde Quito hacia diversos países de
la región. El solo hecho de nombrar a esta población podría traer varias preguntas de
análisis, sobre todo porque cuando “se opta por nombrar una identidad se traiciona
un poco la diversidad humana inabarcable y se deja innombrad@s a otr@s” (Proyecto
Transgénero 2010, 4).
Este artículo se construyó sobre la base de un trabajo de campo cualitativo que
recogió las experiencias de 25 personas autoidentificadas como trans femeninas, las
cuales en su mayoría se dedican al trabajo sexual y residen, la mayor parte del tiempo,
en Quito. Las entrevistas se realizaron en las calles de la capital ecuatoriana en los años
2014 y 2015, en las zonas de La Y (al norte de la ciudad), La Mariscal (centro norte),
la Plaza del Teatro (centro) y El Pintado (al sur), que son lugares donde laboran las
entrevistadas. Las preguntas se formularon sobre la base de un cuestionario realizado
previamente (entrevistas semiestructuradas) y de acuerdo con las particularidades que
surgían en el trabajo de campo y las experiencias que narraban las migrantes internas
mientras esperaban algún cliente en horas de la tarde o noche.
1 Con base en las lecturas de Hames-García (2011) y Lugones (2011), se puede concluir que existe un importante de-
bate teórico entre los estudios queer y algunas teóricas feministas. Este debate surge porque desde el feminismo de la
interseccionalidad se ha evidenciado cómo la articulación entre género, clase, raza, etnia y sexualidad ocasiona fuertes
formas de discriminación y exclusión social a partir de lo cual se pretende construir un sujeto político capaz de luchar
por sus derechos en torno a estas distintas formas de exclusión. Por su parte, lo queer no crea una categoría fija, por lo
tanto, no permite el surgimiento de un sujeto político que luche contra las desigualdades sociales.

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Transitar por América Latina: redes, trabajo y sexualidad

El método denominado “bola de nieve” que permite que una persona ponga en
contacto al investigador con otra formó parte del trabajo de campo, sin embargo,
no fue el único pues en varias ocasiones pude entrevistarme directamente con las
migrantes internas sin que alguien mediara en el acercamiento con ellas. Entre las
trans entrevistadas se encuentran personas que no se dedican al trabajo sexual (dos)
y personas pertenecientes a organizaciones que luchan a favor de los derechos de
esta población. Las entrevistadas se encuentran entre los 25 y 60 años de edad y
muchas de ellas cuentan con varias experiencias migratorias previas, sobre todo, a
nivel local. Para salvaguardar su identidad, los nombres de las personas entrevista-
das han sido cambiados.

Migración y sexualidad: una aproximación teórica

La riqueza del análisis de la migración internacional se encuentra en la complejidad


de sus actores, los contextos sociales y culturales que se entrecruzan, las formas en que
se produce, las distintas motivaciones que tienen las personas migrantes a la hora de
dejar sus países de origen, elegir su país de destino o transitar por distintos Estados
(Arango 2003, 27). Justamente en medio de este entramado social se encuentran los 187
estudios sobre migración y sexualidad.
Articular la sexualidad con la migración permite reflexionar sobre el transitar de
los cuerpos, las subjetividades, la construcción de redes sociales, los desbordes de la
heterosexualidad obligatoria,2 las jerarquías sexuales que se construyen y las formas
de exclusión que se crean; así como también analizar cómo un concepto aparente-
mente de la vida privada se evidencia histórico y político. Por lo tanto, la sexualidad
es inseparable de la decisión de migrar, de elegir a dónde migrar, por qué hacerlo, por
dónde transitar y si se considera el retorno al país de origen o no.
La sexualidad como régimen político divide a los seres humanos en dos: en
hombres y mujeres. A partir de este binario opuesto se construye un sistema sexo/
género3 que edifica un conjunto de normas sociales que admiten o sancionan de-
terminadas conductas, deseos, placeres e identidades de los sujetos. El sujeto de
derechos dentro de este régimen sexual que estructura la sociedad es aquel cuyo
sexo biológico se corresponde con el género4 con el que se presenta socialmente
2 Es la construcción de un régimen político sexual que solo acepta a hombres y mujeres como únicos sujetos de la
sociedad. Este concepto fue acuñado por Adrianne Rich 1999 [1980].
3 Este concepto es construido por Gayle Rubin para dar cuenta de cómo un conjunto de normas sociales se construyen
con base en la sexualidad biológica (Rubin 1986). Es decir, las normas sociales, políticas, culturales, jurídicas se basan
en un tipo de sexualidad que jerarquiza lo masculino sobre lo femenino y que solo permite las relaciones afectivas
entre parejas de sexos opuestos.
4 Es una construcción social e histórica que organiza las sociedades con base en roles sociales asignados a las identidades
masculina y femenina y a las relaciones de poder que se producen entre ellas. Para Judith Butler, el género se ha cons-
truido como una consecuencia del sexo biológico, por lo tanto, se vuelve fijo e inmutable. Esta ley de inmutabilidad

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temas

Lidia Raquel García Díaz

y con un deseo heteronormado. Sin embargo, este sistema sexo/género basado en


la heterosexualidad obligatoria necesita de formas homosexuales para definir sus
límites y constituirse en la única manera “correcta” de vivir la sexualidad (Andrade
2001, 133). Para construir estos límites, “patologiza” a ciertos sujetos, realidad que
ha afectado a las personas trans femeninas.
Las personas trans femeninas son sujetos cuyo cuerpo biológico corresponde
con el de un hombre (posee órganos sexuales masculinos) pero cuya identidad de
género es femenina.5 Por lo tanto, rompen con la correspondencia directa entre
sexo y género, motivo por el cual son excluidas y marginadas de la sociedad. Y
es justamente este tipo de exclusión social en los ámbitos familiares, educativos,
laborales, a la hora de conseguir vivienda, de ser atendidas por el sistema de salud,
de no contar con facilidades para préstamos, entre otras circunstancias, lo que
les ha obligado a migrar o al exilio sexual o sexilio (La Fountain-Stokes 2004). El
propósito de esta migración es ir lejos de su familia y comunidad a un lugar donde
la migrante no tenga historia –o pueda construir una nueva– o a un lugar que le
ofrezca mejores condiciones de vida, lo cual significa una mayor aceptación de su
identidad sexual (La Fountain-Stokes 2004).
A través de esta búsqueda, empieza la migración de muchas personas trans feme-
188 ninas a otros países. A lo largo de este proceso migratorio, la sexualidad se convierte
en el elemento fundamental de su tránsito por diversos territorios porque es con base
en su identidad sexo-genérica que logran articular redes, acceder a determinados em-
pleos, transformar sus cuerpos; todo ello jugando con los espacios donde la hetero-
normatividad se vuelve más flexible. En este viaje, la nacionalidad de la migrante pasa
a un segundo plano y en su lugar su identidad de género se convierte en el elemento
fundamental que facilita o restringe su marcha.
La migración, entonces, se inserta como proceso dentro de unas determinadas re-
laciones de poder y estructuras sociales pero también es el hecho social que puede ha-
cer posible ciertos tránsitos del sistema sexo/género. Por un lado, puede dar cabida al
surgimiento de prácticas sexuales que se reestructuran de acuerdo con los mandatos
del sistema dominante de género y, por otro, puede ser una “ventana” para rebelarse
frente a estas normas impuestas.

entre sexo y género se convierte en una norma dentro de la cultura, con lo cual la biología no es la que predestina el
género de los individuos, sino la cultura (Butler 2007 [1990], 57).
5 Según las consideraciones de Ana Paulina Gutiérrez (2013), el término trans permite entender que estas personas
poseen una identidad dinámica y flexible que, a lo largo de su vida, puede transitar “entre lo masculino, lo femenino,
masculino y femenino, o “establecerse” de manera definitiva en alguno de ellos, ya sea de manera práctica o como una
aspiración” (Gutiérrez 2013, 2). Sin embargo, en este estudio se pudo observar que la identidad que prevalece dentro
de su canon corporal masculino es la femenina.

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Transitar por América Latina: redes, trabajo y sexualidad

Migración, sexualidad e industria de los servicios

En el ámbito de la economía, la migración internacional ha sido analizada desde la


industrialización del país de origen y la industrialización del país de destino cuando
“en realidad la mayoría de los migrantes se ocupa en el mercado de los servicios”
(Gómez 2010, 83). Este mercado, aunque en algunos casos necesita de profesionales
especializados, en otros casos ofrece oportunidades a personas que se encuentran
en condiciones precarias, responde a los roles de género socialmente establecidos y
brinda oportunidades a quienes no han podido completar sus estudios (Sassen 2003).
La industria de los servicios es intangible, no puede almacenarse y no necesita
de grandes porcentajes de capital económico y humano, tierra y tecnología. Por lo
tanto, es un mercado que fluctúa entre la economía legal o ilegal, dinamiza al sector
económico, principalmente de las zonas urbanas, y promete oportunidades laborales
a miles de migrantes, especialmente mujeres y cuerpos femeninos6 (Sassen 2003).
Dentro de este modelo de “feminización de las migraciones”que propone la misma
autora, se encuentra la industria del ocio y del cuidado. En estas industrias se insertan
miles de mujeres y cuerpos femeninos ya sea en el trabajo doméstico, como mucamas
en hoteles, camareras en restaurantes, niñeras, enfermeras, cocineras, dependientes de
tiendas y en otras actividades. Estos trabajos están intrínsecamente ligados con los roles 189
de género, donde son en su mayoría las mujeres migrantes y los cuerpos femeninos
quienes se encargan de cuidar a los otros y de esta manera permitir la reproducción de
la vida. No obstante, “los cuidados no están ni social ni económicamente valorados, por
eso realizarlos recae en quienes tienen menor capacidad de elección o decisión, de ahí la
segmentación por sexo, etnia o estatus migratorio” (Pérez Orozco 2009).
Dentro del trabajo de los cuidados se encuentra el trabajo sexual, el cual está in-
merso en la industria de los servicios, donde el objetivo de quien lo ofrece es otorgar
placer al otro (Agustín 2000). Este trabajo, al igual que otras actividades ligadas con
los servicios, se caracteriza porque es inteligible, no puede probarse ni sentirse antes de
la transacción, no es estandarizable, la prestación del servicio se produce en presencia
directa con el cliente, no es algo que se pueda almacenar y es una prestación, en tanto
que el cliente no puede tener la propiedad sobre este servicio7 (Romero s/f, 19).
Aunque el trabajo sexual no necesita que quien lo oferte tenga un título profesio-
nal, sí necesita de cierta profesionalización. Es decir, debe conocer sobre la sexualidad
en “lo público” y “lo privado”,8 sobre el cuerpo, los placeres, en algunos casos rom-

6 Se utiliza esta categoría de cuerpos femeninos, donde también se encuentran las personas trans femeninas, para evitar
dejar de lado algunas identidades femeninas que migran, por ejemplo, algunas personas intersex, pirobos (identidades
femeninas que se hacen llamar así en la frontera norte entre Ecuador y Colombia), trangéneros, entre otros.
7 En caso de analizar el trabajo sexual vinculado con la trata de personas, esta característica no sería aceptable. Sin
embargo, es importante diferenciar entre la trata de personas y los servicios sexuales ofertados de forma voluntaria.
8 La separación entre “lo público” y “lo privado” es lo que precisamente ha permitido la jerarquía de lo masculino y lo
femenino. Sin embargo, esta división en el ámbito de la sexualidad se sigue manteniendo bajo las normas morales, las

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per con los roles e identidades establecidas por el sistema heteronormativo donde
lo femenino se corresponde con la pasividad y lo masculino con el sujeto que desea.
Como menciona Agustín (2000), el trabajo sexual necesita de un gran conocimiento
corporal para dar placer al otro, librarse de pudores que envuelven al cuerpo, saber
relacionarse con el cliente, en momentos tener una escucha activa, saber negociar,
presentarse, vestirse de manera adecuada, saber maquillarse, utilizar un lenguaje cor-
poral indicado, saber transar con la Policía y tener con qué defenderse de los clientes
violentos, entre otros saberes que se necesita cultivar en esta labor.
Si bien esta actividad se puede realizar en distintos espacios, es el trabajo sexual ca-
llejero el que ha permitido sacar a luz la sexualidad que se encontraba ligada con el ám-
bito privado y la intimidad de los individuos, más aún si son las mujeres y los cuerpos
femeninos quienes lo ejercen. Esta actividad no solo separa al sexo de la reproducción
y del matrimonio –institución donde la sexualidad y el acto sexual pueden ser ejercidos
legítimamente–, sino que también lo aleja de la heterosexualidad obligatoria. Al mismo
tiempo, el trabajo sexual ha sido una de las herramientas que ha permitido que las mu-
jeres y, más aún, los cuerpos femeninos, logren cierta autonomía económica.
Por ejemplo, según el trabajo de Kim Clark (2001), quien analiza la prostitución
en Quito de 1920 a 1950, señala que en 1924 el mayor porcentaje de trabajado-
190 ras sexuales (23,7%) se dedicaba a esta labor porque no conseguía empleo. De esta
manera, el trabajo sexual era una estrategia que, combinada con otras, permitía la
sobrevivencia de varias mujeres pobres, así como la de sus familias (Clark 2001, 49
y 50): “Por lo tanto no es de extrañar que las primeras estigmatizaciones de la mujer
prostituta se debieran al pánico que provocaba el hecho de que las mujeres hubieran
encontrado una estrategia laboral en un mundo en el que el trabajo remunerado les
era totalmente negado” (Castellanos 2008, 2).
El hecho de que el trabajo sexual permita jugar con las normas ligadas con la hete-
rosexualidad de las personas adultas, así como la dificultad que tienen muchas trans
femeninas para terminar sus estudios o elegir libremente un empleo, ha convertido
al trabajo sexual en una alternativa para su economía. Pero esta labor es difícil de
efectuar cerca de sus familias consanguíneas, por lo tanto, la migración se convierte
en una opción al momento de insertarse en este empleo.

Redes, sexualidad y trabajo

Tomando en cuenta la interacción de los individuos al momento de migrar –sin olvi-


dar los procesos políticos, históricos y económicos que se articulan desde el momento
en que se inicia el proceso migratorio–, se considerará a las redes migratorias como el
cuales se dividen en lo que se puede “mostrar” en público y lo que se reserva para la “intimidad”. Esto es lo que Rubin
(1989) denomina el “pánico moral”.

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Transitar por América Latina: redes, trabajo y sexualidad

conjunto de lazos y conexiones sociales que se forma a través de vínculos de parentes-


co, de amistad, sentimentales, laborales, de pertenencia a una comunidad específica,
etc. (Massey et al. 2008). Es decir, como conexiones sociales que se llevan a cabo a
través de relaciones inmediatas, distantes, temporales o permanentes (Pérez 2010).
Las redes migratorias conectan a diversas generaciones de personas, así como también
a migrantes, no migrantes, culturas, identidades, economías, territorios, espacios y
tiempos (Rivera 2007; Pedone 2010; Pérez 2010; Massey et al. 2008).
Estas dinámicas de articulación se fortalecen o debilitan con el tiempo y los cam-
bios en las relaciones interpersonales o las “aperturas” o “restricciones” de las políticas
migratorias en los países de origen, tránsito y destino. Por un lado, si bien facilitan
el proceso migratorio reduciendo los costos sociales y los riesgos del viaje así como
proveen información para encontrar empleo o vivienda en el país de destino, por otro
lado, al estructurarse mediante relaciones interpersonales, también se construyen con
base en jerarquías sociales o relaciones asimétricas donde unos grupos tienen más
poder o privilegios que otros dentro de la red (Pedone 2010; Massey et al. 2008).
Las redes migratorias, aunque articulan varias relaciones sociales, se pueden volver
endogámicas (Ramos 2013) y eso evita que varias personas que se encuentran en la
red se contacten con nuevos colectivos y renuncien a las relaciones asimétricas que
las pueden atrapar. No obstante son dinámicas, poco a poco entrelazan a nuevos 191
integrantes y forman un entramado que se expande a través de las fronteras. De esta
manera, organizan toda una estructura que hace frente a las barreras migratorias y
traza nuevos caminos que facilitan la movilidad de las migrantes.
Para fortalecer los lazos, las redes migratorias se basan en la confianza o en la re-
ciprocidad, es decir, en “el intercambio de favores y de regalos que es consecuencia
y parte integral de una relación social” (Lomnitz 1975, 25). Esta confianza nace
con mayor fuerza en las relaciones de parentesco o en relaciones entre personas de
la misma comunidad; mediante ella se expande la red y el flujo migratorio se vuelve
menos selectivo en términos socioeconómicos y más representativo respecto a otros
elementos como la nacionalidad (Massey et al. 2008) o, en este caso, la identidad
sexual de las personas.
Las redes migratorias tienen un desarrollo histórico, dependen de las concepcio-
nes étnicas, de género, de edad, de nacionalidad con que se forman (Pérez 2010). En
este marco histórico se encuentra la sexualidad, que es política. Por lo tanto, se en-
trecruza con la migración y puede ser un elemento sustancial a la hora de conformar
las redes migratorias, pues muchas migrantes no solo deben vencer restricciones por
su condición migratoria sino por la forma en que viven su sexualidad. La sexualidad
facilita su integración, les permite superar los obstáculos a la hora de movilizarse y
hacer frente a los controles fronterizos (Ruiz 2015). La forma en que las migrantes
viven su sexualidad traza trayectorias y gracias a las redes que construyen pueden
“jugar” con las normas sexuales impuestas por la sociedad.

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La migración, por lo tanto, muchas veces permite cierta “libertad” para vivir una
sexualidad disidente. De esta manera, construye flujos migratorios en torno a la
orientación sexual o la identidad de género de las migrantes, pero también trata de
reproducir ciertas prácticas sexuales, deseos y categorías impuestas (Luibhéid 2002).
Gracias a la forma de vivir la sexualidad se construyen familias, se encuentra trabajo,
se vive una identidad sexual plasmada en el cuerpo de los individuos e incluso se
puede llegar a restablecer lazos con las familias de origen (Cantú 1999; Manalansan
2006).
La sexualidad de las personas ha dificultado su libre movilidad y ha fortalecido
formas de estigmatización social; al mismo tiempo, ha sido una alternativa para evitar
la discriminación en su país de origen (Luibhéid 2014). Las redes migratorias que se
forman con personas que no acatan las normas sexuales se construyen una vez que se
insertan en el mercado de los servicios, el cual permite el acceso a personas en condi-
ciones de precariedad (Sassen 2003). Este tipo de empleos que, además, se ligan con
la sexualidad y los roles de género, articulan a migrantes de zonas rurales, urbanas,
locales, regionales y globales.

192 Nexos entre lo local y regional

Tal como afirman Borja y Castells, “lo global se localiza” (Borja y Castells 1997,
111). En una era donde aparentemente la globalización trata de diluir las fronteras
económicas, sociales y culturales del Estado nación, lo local penetra en el mundo
globalizado sin dejar de lado sus particularidades concretas. No obstante, “lo local
no puede existir sin lo global” (Carrión 2010, 146); día a día se integra a los merca-
dos mundiales, se conecta a través de bloques regionales, se relaciona con distintos
sectores a nivel mundial y este tipo de contactos también influencia las relaciones
sociales a nivel local. “Lo local resulta ser un microambiente de alcance global”
(Sassen 2003, 27).
Los nexos entre lo local y lo global se producen a través de tres actores clave: el
Estado, las empresas transnacionales y la ciudad (Carrión 2010, 146). Los Estados
conforman bloques regionales, firman tratados internacionales, subsidian o cobran
impuestos a los productos de exportación e importación, etc. Las empresas transna-
cionales construyen su lugar de producción en países donde los costos de mano de
obra y de impuestos son menores y comercializan sus productos en segundos países
con etiquetas de un tercer país (Carrión 2010). La ciudad es el punto de encuentro
de lo local y lo global.
Las ciudades son el lugar de confluencia de la información y la tecnología que
facilita los intercambios económicos y culturales; su densidad poblacional permite el
encuentro entre desconocidos (Bauman 2005), aproxima lo plural y lo diverso (Ca-

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Transitar por América Latina: redes, trabajo y sexualidad

rrión 2010) y, al mismo tiempo, crea diferenciaciones espaciales y configura nuevas


formas de comprender el espacio y el tiempo.9
La migración, por su parte, es otro elemento que permite la conexión entre lo
local y lo global, pues es un hecho social que facilita el intercambio fluido entre
personas de distintos lugares del mundo (Carrión 2010). Las personas migrantes son
sujetos capaces de crear y llevar adelante estrategias para moverse en contextos micro
y macroestructurales (Pedone 2010, 106), permite la articulación entre personas di-
versas y también posibilita la conexión de poblaciones discriminadas y segregadas en
distintas ciudades (Tarrius 2000).
Dentro de estos nexos entre lo local y lo global, en un punto “intermedio” se
encuentra lo regional. Lo regional permite el acoplamiento de distintos territorios a
nivel mundial (Carrión 2010), funciona como “nodo” que facilita el intercambio de
flujos migratorios en territorios específicos a nivel planetario. Estos nodos, si bien son
bloques regionales como el Cono Sur, la Unión Europea, la región andina, etc., cuen-
tan con una ciudad representativa que facilita la movilidad, el alojamiento e incluso
la búsqueda de empleo temporal o permanente.
Por otra parte, si bien estos nexos regionales se producen a través del intercambio
económico y cultural, también pueden conectarse a través de la sexualidad, donde
ciertas ciudades se convierten en territorios aparentemente “más amigables” para las 193
“sexualidades disidentes” (Rubin 1986). De esta manera se crean “nodos” en ciudades
que sirven como “refugio” para gays, lesbianas y trans que son percibidas como “más
respetuosas” de las diversidades, convirtiendo determinadas regiones en espacios di-
versos donde la ciudadanía, el género y la sexualidad tienen que responder a ciertas
normas sociales que regulan la sexualidad de forma aparentemente menos rígida que
en sus lugares de origen (Sabsay 2011).

Transitar por América Latina desde la no correspondencia


del sexo y el género

Nosotras nos vamos, caminamos y vuelta luego venimos.


Rosa (2015), entrevista

Transitar por América Latina para la población trans femenina migrante implica toda
una negociación con la sexualidad hegemónica, toda una búsqueda de intersticios
que les permita vivir “libremente” la identidad de género elegida y el trabajo que es

9 Por ejemplo, existen espacios en Quito que pueden ser heteronormativos en horas de la mañana y la tarde como las
zonas de La Y, La Mariscal o El Pintado, pero que se convierten en espacios abiertos a la diversidad sexo-genérica por
la noche (lo contrario ocurre en el Centro Histórico, en el sector de la Plaza del Teatro, donde la heteronormatividad
se observa en la noche). Como se evidencia, se crean diferenciaciones espaciales de acuerdo con una temporalidad
determinada y a quien transita por las calles.

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su fuente de sustento diario. Este tránsito migratorio de muchas migrantes trans, no


obstante, se inicia en sus lugares de nacimiento hasta llegar a las denominadas “gran-
des ciudades” de Ecuador, para una vez allí empezar su recorrido a nivel nacional y
luego regional.
En esta ruta de circulación migratoria, lo que implica que no existe una sedentari-
zación (Tarrius 2010) o una migración tipo “vector” –que tenga un punto de partida
y uno de llegada–, las redes sociales que se conforman a su alrededor son un elemento
fundamental para circular por distintos puntos geográficos y cumplir ciertos objeti-
vos laborales.

Migración local y regional: la sexualidad más allá de las fronteras nacionales

La migración de la población trans femenina que habita sobre todo la región costa de
Ecuador, se produce desde muy tempranas edades. La falta de aceptación por parte
de su familia o el miedo a la reacción familiar cuando se enteren de su identidad de
género es uno de los elementos que impulsa el primer viaje migratorio.

194 ¡Quizás es el 70% de las trans! que desde los 13, 14 años salen por discriminación de
los padres ¡más de los padres que de las madres! Porque un padre es como mucho más
machista, no quiere que la familia o la sociedad lo juzgue por tener una hija trans o
por tener un “¡maricón!” como se dice (Jenny, Presidenta de Fedetrans, mayo de 2015,
entrevista).

La familia es la primera institución encargada de controlar la sexualidad de las perso-


nas, es el sitio de producción, regulación e incluso opresión de la sexualidad (Wilkin-
son 2013, 41), por lo tanto, muchas migrantes trans femeninas son rechazadas por su
núcleo familiar y otras huyen por temor a las amenazas de recibir algún tratamiento
de “deshomosexualización”. Como menciona Rubin, la ideología popular no acepta
a las sexualidades disidentes y obliga a que las familias reproduzcan cualquier incon-
formismo erótico y sexual (Rubin 1989, 34).
Salir de la casa a tempranas edades ocasiona que muy pocas personas trans feme-
ninas terminen su educación básica y eso significa que sus oportunidades laborales
se vean disminuidas. Eso exactamente responde Paulina, una migrante interna trans
femenina oriunda de la provincia de Loja ante la pregunta de hasta qué año estudió:
“Hasta la escuela nomás, sexto grado” (Paulina, abril de 2015, entrevista).
El primer lugar que muchas migrantes trans femeninas eligen como lugar de des-
tino es la cabecera cantonal más cercana, por ejemplo, Portoviejo, Chone o Manta en
la provincia de Manabí, Milagro en Guayas, Ambato en la provincia de Tungurahua
y la ciudad de Loja en la provincia de Loja. Varias de ellas salen de parroquias entre

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Transitar por América Latina: redes, trabajo y sexualidad

urbanas y rurales, pues “la sexualidad disidente es más rara y está mucho más estre-
chamente vigilada en los pueblos pequeños y en las áreas rurales” (Rubin 1989, 37).
Una vez que llegan a la cabecera cantonal tratan de movilizarse a la ciudad “más
grande” como es el caso de Quito o Guayaquil. Estas ciudades conocidas tradicio-
nalmente como el centro político y el centro económico del país respectivamente,
albergan un gran número de población trans femenina (INEC 2013).10 No obstante
Quito, al ser la capital y ser percibida por la población trans como una ciudad “más
abierta” a las diversidades sexuales y “más segura”, es uno de los nodos principales
de flujo migratorio que junta lo periurbano11 y lo urbano en el proceso migratorio
interno.

De los cantones pequeños vienen acá a Quito, primero pasan por Guayaquil y cuando
ven la realidad de Guayaquil vienen acá a la ciudad de Quito (Dayane, Presidenta de
Silueta X, marzo de 2014, entrevista).

Cuando la población trans femenina se ha instalado en Quito y logra establecer con-


tactos, empieza su viaje migratorio internacional. Contrario a lo que sucede con los
ecuatorianos y ecuatorianas que emigran de Ecuador buscando mejores oportuni-
dades de vida hacia países como Estados Unidos, España e Italia (Gratton 2005; 195
Queirolo 2005), los principales países de destino de la población trans femenina se
encuentran en América Latina, en Argentina y Chile en el Cono Sur.
Esta ruta migratoria tiene una gran acogida a partir de 2000, año en que España
emite la Ley Orgánica 4/2000, la cual obliga a solicitar visa a extranjeros y extranjeras
que quieren ingresar a su territorio. De esta manera, si bien hasta antes de 2000 la
población trans femenina ecuatoriana coincidía con los flujos migratorios de los emi-
grantes ecuatorianos y deseaba llegar a España y desde ahí trasladarse a otros países
aparentemente “más abiertos” hacia las diversidades sexuales como Italia, Francia y
Holanda. Es a partir de 2000 que ese circuito migratorio se rompe y surgen Argenti-
na y Chile como países “más atractivos” para las migrantes trans, o más bien Buenos
Aires y Santiago de Chile como ciudades “más abiertas” a las diversidades.
Sin embargo, aunque se supone que estos países permiten a las migrantes trans
femeninas mejorar su calidad de vida, lo que incluye la aceptación de su identidad
de género, esta población debe continuamente luchar en las calles de las ciudades
por las que circula para encontrar espacios determinados en los que pueda transitar
debido a su condición sexo-genérica. En estas ciudades, igual que en otras, no todos
los espacios están abiertos a las sexualidades disidentes y ellas deben saber circular,

10 Según datos de la encuesta Estudio de caso sobre condiciones de vida, inclusión social y cumplimiento de derechos humanos
de la población LGBTI en el Ecuador (INEC 2013) en la cual se entrevistó a 2 805 personas pertenecientes a las diver-
sidades sexuales, Quito es la ciudad que más migrantes TLGBTI alberga (433), seguida de Guayaquil (150).
11 Lo periurbano se refiere a los lugares que se encuentran entre lo urbano y lo rural (Dirven et al. 2011).

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saber abrirse camino y saber articular redes sociales para facilitar su lucha diaria en el
país en el que se encuentren.
De esta manera, la conexión entre lo local y lo regional se produce en un circuito
migratorio que se inicia en las parroquias rurales de las migrantes trans femeninas
quienes, una vez que dejan sus lugares de origen, se dirigen hacia las cabeceras can-
tonales, a las ciudades como Manta, Portoviejo, Guayaquil, Cuenca, Loja, Ambato,
Riobamba, Santo Domingo de los Tsáchilas, Nueva Loja, hasta llegar a Quito. Una
vez en Quito, recorren la región andina, es decir que se desplazan por Colombia,
Perú y Bolivia hasta llegar Argentina y Chile en el Cono Sur. Eso lo menciona Rosa,
una migrante trans femenina que labora en la zona de la Plaza del Teatro: “De aquí
de Quito viajé a Bolivia, a Perú, Colombia (…). De ahí también me fui a Argentina,
Chile y Uruguay” (Rosa, abril de 2015, entrevista).
Luego nuevamente realizan esta ruta de vuelta a Quito. A lo largo de este viaje
migratorio, su cuerpo cumple su propio transitar y el dinero que ganan en el trabajo
en el que se inserten, principalmente en el trabajo sexual, es utilizado para pagar sus
transformaciones corporales, pagar la vivienda, la ropa y enviar algo de remesas a sus
familias consanguíneas y de esta manera tratar de ser aceptadas por ellas.

196
El papel de la sexualidad en la articulación de las redes migratorias

Los y las migrantes comienzan su viaje migratorio gracias al apoyo que reciben de
las redes estructuradas por migrantes que los precedieron antes (Ramírez y Ramírez
2005; Pedone 2010). Esta realidad no se produce en el caso de la población trans fe-
menina migrante. El rechazo de su familia nuclear ocasiona que cuando ellas inicien
su proceso migratorio no haya quién las ayude. Otras, por miedo al rechazo, migran
con algún familiar cercano como una tía o una prima de su ciudad de origen y, una
vez que llegan a la primera ciudad de destino y se involucran en el mundo laboral,
empiezan a crear su propia red. Eso lo dice una migrante trans femenina que trabaja
en una peluquería: “Yo vine con una tía a los 13 años (a Quito), (…) ella tenía un
local de ropa en el Ipiales, luego ya me dediqué a trabajar pues por mi parte e hice
algunas amigas” (Jéssica, abril de 2015, entrevista).
El trabajo en el que se inserta la población trans femenina es uno de los espacios
que facilita la formación de redes, pues es el que determina la relación de los indivi-
duos entre sí y es un vínculo que organiza la sociedad (Marx y Engels 1972). En el
caso de la población trans femenina, el hecho de que no hayan podido culminar sus
estudios así como el hecho de pertenecer al género femenino las ha obligado a inser-
tarse, en mayor medida, en el trabajo de los servicios y los cuidados. Muchas logran
conseguir empleo en las peluquerías, como dependientas de almacenes, cocineras,
meseras, vendedoras informales y trabajadoras sexuales. Cuidar a otros; brindarles

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Transitar por América Latina: redes, trabajo y sexualidad

placer y “servir” es parte esencial de sus labores, por ende, de aquello surgen los espa-
cios que les permite tejer redes.
Los espacios de trabajo donde se inserta la población trans femenina migrante se
articulan con los espacios del sector de los servicios de las ciudades, los cuales se en-
cuentran sexualizados. Por lo tanto, una vez que llegan a la primera ciudad de desti-
no, su principal objetivo es averiguar alrededor de qué zonas labora la población trans
femenina para buscar trabajo. Una vez insertas en una determinada labor, sobre todo,
en la peluquería o en el trabajo sexual, las amistades surgen. Eso es lo que responde
Paulina, una migrante interna trans femenina que proviene de Manta cuando se le
consultó si fue fácil conseguir amigas en Quito: “Por medio de la peluquería, ¡sí!, pero
antes de entrar en la peluquería, no” (Paula, marzo de 2015, entrevista).

Cuerpo, sexualidad y migración

Con el establecimiento de lazos sociales cada vez más sólidos y un trabajo que les
permita tener sustento diario, se inicia la transformación corporal de la población
trans femenina. Esta transformación comienza desde la forma en que maquillan su
rostro, se pintan el cabello, lo dejan largo o corto, empiezan a inyectarse silicona o 197
a hormonarse y ponerse poco a poco ropa de mujer. Ante la pregunta de cuál fue
la primera vestimenta femenina que usó, Maité, una trabajadora sexual que labora
principalmente en la Plaza del Teatro, mencionó: “¡Un interior! (risas), es lo primero
que me puse ¡un interior de mujer! No ve que la familia por dentro no manda (risas)”
(Maité, abril de 2015, entrevista). Este ejemplo evidencia cómo el vestido hace legi-
bles los cuerpos desde lo femenino y lo masculino (Zambrini 2010).
Sin embargo, es precisamente en la transformación corporal donde el viaje mi-
gratorio y las redes migratorias cobran importancia. Cada uno de los traslados de
las migrantes trans se planifica de acuerdo con las redes que les brindan apoyo, la
facilidad de realizarse algún cambio corporal y el trabajo en el que se insertan. Maité
menciona que ella se transformó poco a poco una vez que salió de la casa de su familia
consanguínea porque conoció amistades y lugares donde se efectuaban cambios cor-
porales más baratos. “Si yo estoy solo en un lugar, nadie me va a decir “mira que tal
fulanita me recomendó tanto” o “¡acá hay un médico, hay una enfermera!”, entonces
¡hay unas articulaciones! (Efraín, Coordinador de Fundación Equidad, abril de 2015,
entrevista).
De acuerdo con el estudio de campo realizado, las personas trans femeninas que
se dedican al trabajo sexual son quienes más viajan dentro del país; eso les permite
ganar experiencia a la hora de circular por otros territorios antes de empezar con el
viaje migratorio internacional e incluso antes de tener la oportunidad de realizarse
transformaciones corporales en otros países. Por ejemplo, Paulina, quien combina sus

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labores entre la peluquería y el trabajo sexual, al momento de la entrevista quería rea-


lizarse una operación que incluyera la reasignación corporal y mencionaba: “Yo creo
que me voy a hacer una en Colombia (refiriéndose a la cirugía), que es más barato y es
mejor, de lo que me han contado. Tengo una amiga que se hizo allá y tengo también
donde llegar allá en Cali” (Paula, marzo de 2015, entrevista).
Como se evidencia, se tejen redes que permiten a las migrantes viajar a otros países
y trabajar. Eso lo menciona Rita, una migrante trans femenina que se dedica al tra-
bajo sexual en el sector de la Plaza del Teatro: “Yo tenía dirección de hoteles y donde
trabajar, direcciones de amigas y con eso uno se dirige (…). El único país donde no
he estado es México, nunca he entrado, no conozco México. A Colombia, Chile,
Uruguay, Perú sí conozco, pero no conozco México” (Rita, abril de 2015, entrevista).
Las redes migratorias, por lo tanto, no solo permiten a las migrantes internas
trans femeninas viajar a otros países, conseguir trabajo y vivienda, sino transformar
su cuerpo y con eso jugar con las normas sexuales impuestas para los cuerpos hete-
ronormados. Es decir, por un lado, las redes les permiten transformar su cuerpo y
utilizar la calle como pasarela, así como burlar las normas morales y sexuales a la hora
de transitar de un país a otro.
De esta manera, logran circular por varios territorios e “ir y volver”; se insertan en
198 un mercado que las feminiza y las sexualiza fuertemente como es el caso del trabajo
sexual donde su apariencia no debe dejar de ser seductora y provocativa. No obstante,
cuestionan el orden heteronormativo al poder ofrecer a sus clientes diversos servicios
sexuales que no pueden ofertar las trabajadoras sexuales hetero. La sexualidad les brinda
la oportunidad de conseguir trabajo, de viajar y, gracias a la migración, enviar remesas a
sus familias consanguíneas, lo cual ha facilitado el contacto y la aproximación con ellas.

La articulación entre la migración y la sexualidad

Tanto la migración como la sexualidad son espacios dinámicos, de constante cambio


donde se mezclan concepciones de vida individual con normativas sociales y colecti-
vas; por esta razón, ambas nociones se conectan, articulan y transforman. A través de
un conjunto de leyes a nivel local y a través de un conjunto de políticas migratorias,
se ha construido un tipo de sujeto migrante que se corresponde con los preceptos
heteronormativos de una sexualidad hegemónica. A pesar de esta realidad, las mi-
grantes trans femeninas han encontrado espacios para circular, tanto a escala local
como regional.
Las posibilidades de empleo en determinadas ciudades de América Latina, sobre
todo en el Cono Sur, el deseo de transformar su cuerpo de acuerdo con los cánones
impuestos a lo femenino, construir relaciones sociales que las acepten tal y como ellas
son y vivir una sexualidad más libre, es decir, con mayor autonomía sobre sus cuerpos

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Transitar por América Latina: redes, trabajo y sexualidad

y sus deseos son aspectos primordiales que impulsan el viaje migratorio y articulan
ciudades locales con ciudades globales, estableciendo “nodos” que conectan lo local,
nacional y regional.
La sexualidad es uno de los factores que ocasiona que las personas trans femeni-
nas salgan de sus lugares de origen y, al mismo tiempo, es un factor que estructurará
sus trayectorias migratorias y sus redes sociales. Estas trayectorias se constituyen con
base en dos componentes fundamentales: las ofertas laborales que pueden encontrar
y los cambios corporales que pueden realizarse. De esta manera, la migración de esta
población se produce entre etapas de visibilización, clandestinidad y semiclandestini-
dad, donde juegan con la apariencia de lo femenino y lo masculino para “saber circu-
lar”; entender en qué tiempos y en qué espacios es posible movilizarse es elemental.
Por lo tanto, aunque el proyecto migratorio de la población trans tiene un compo-
nente económico, el primer desplazamiento lo viven por el rechazo de su familia, es
decir, en algunos casos se inicia como una migración forzada, un sexilio. Más tarde,
vivir una sexualidad con mayor autonomía, poder realizarse cambios corporales y
alcanzar un sustento diario ocasiona que varias personas trans femeninas se inserten
al trabajo sexual –este trabajo de alguna forma brinda cierta autonomía y aceptación
pues no solo les permite ganar un sustento diario, sino también sentirse deseadas– y,
una vez en él, comienzan su viaje migratorio. 199
La exotización de sus cuerpos, la idea de rotación como estrategia de negocio en
el comercio sexual, la hipersexualización de lo trans femenino y la idea de “probar”
cuerpos distintos beneficia esta circulación más allá de las fronteras nacionales. Por
esta razón, este viaje, más que tener un punto de origen y un punto de destino, es un
proceso circulatorio que les permite construir espacios que facilitan su movilidad y
que conectan distintas ciudades a nivel local, nacional y regional.

Bibliografía

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Entrevistas

Entrevista a Rosa, Plaza del Teatro, 10 de julio de 2014.


Entrevista a Dayane Rodríguez, Presidenta de Silueta X, La Mariscal, 30 de marzo
de 2014.
204 Entrevista a Rosa, Plaza del Teatro, 1 abril de 2015.
Entrevista a Efraín Soria, Coordinador de Fundación Equidad, La Mariscal, 8 de
abril de 2015.
Entrevista a Paulina, La Y, 13 de abril de 2015.
Entrevista a Maité, Plaza del Teatro, 15 de abril de 2015.
Entrevista a Jéssica, El Pintado, 30 de abril de 2015.
Entrevista a Jenny Merino, Presidenta de Fedetrans, Santo Domingo de los Tsáchilas,
2 de mayo de 2015.

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ISSN: 1390-1249
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2587

Conocimiento ecológico local y conservación


biológica: la ciencia postnormal como campo de
interculturalidad
Local Ecological Knowledge and Biological Conservation:
Post-normal Science as an Intercultural Field
Conhecimento ecológico local e conservação biológica:
a ciência pós-normal como campo de interculturalidade
temas

Jorje Ignacio Zalles


Fecha de recepción: 16 de febrero de 2017
Fecha de aceptación: 7 de junio de 2017

Resumen
Los esfuerzos dirigidos hacia la conservación de biodiversidad se encuentran sustentados desde las
ciencias naturales en la denominada biología de conservación. Dadas sus particularidades epistemo-
lógicas, ésta enfrenta obstáculos al momento de incorporar sabiduría proveniente del conocimiento
ecológico local, aquello que una población humana sabe sobre la naturaleza que le rodea por su 205
experiencia directa con la misma, no como producto de un marco indagatorio positivista. La ciencia
postnormal emerge en décadas recientes como una alternativa para el manejo público que propo-
ne complementar la búsqueda de conocimiento a través del empirismo mediante la inclusión de
entendimientos basados en la cotidianeidad y la interpretación subjetiva de fenómenos naturales,
transcendiendo la compartimentación asociada con la tradición científica de la modernidad. Este
artículo discute la integración del conocimiento ecológico local y la biología de conservación desde
la perspectiva de la ciencia postnormal, ilustrando diferentes formas de comunicación intercultural
que harían posible el diálogo de saberes requerido.

Descriptores: conocimiento ecológico local; biología de conservación; ciencia postnormal; intercul-


turalidad; diálogo de saberes.

Abstract
From a natural sciences perspective, efforts directed at the conservation of biodiversity are based
upon what is known as conservation biology. Given its epistemological assumptions, conservation
biology faces obstacles in the incorporation of wisdom originating in local ecological knowledge,
that which a local population has gained about the local environment which it is surrounded by and
due to its direct contact with this local environment, instead of the result of a product of a positivist
scientific inquiry. Post-normal science has emerged in recent decades as an alternative for public
management that aims to complement the search for knowledge by means of empirical approaches
through the inclusion of understandings based on the everyday experiences and the subjective inter-
pretation of natural phenomena, transcending the compartmentalization associated with scientific

Jorje Ignacio Zalles. Magíster en Estudios Socioambientales, FLACSO Ecuador. Profesor adjunto, Universidad San Francisco de Quito,
Ecuador.
* [email protected]

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 59 Quito, septiembre 2017, pp. 205-224
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
temas

Jorje Ignacio Zalles

traditions born out of modernity. This article discusses the integration of local ecological knowledge
and conservation biology from the perspective of post normal science, illustrating different forms of
intercultural communication that would make the requisite dialogue of knowledges possible.

Keywords: local ecological knowledge; conservation biology; post-normal science; inter-culturalism,


dialogue of knowledges.

Resumo
Os esforços direcionados para a conservação da biodiversidade encontram-se sustentados desde as ciên-
cias naturais na chamada biologia da conservação. Dadas as suas particularidades epistemológicas,
a mesma enfrenta obstáculos ao momento de incorporar a sabedoria proveniente do conhecimento
ecológico local, aquilo que uma população humana sabe sobre a natureza ao seu redor pela sua expe-
riência direta com ela, não como produto de um quadro de indagação positivista. A ciência pós-normal
emerge em décadas recentes como uma alternativa para a gestão pública que propõe complementar a
busca por conhecimento através do empirismo, mediante a inclusão de entendimentos baseados na
interpretação subjetiva dos fenómenos naturais, transcendendo a compartimentação associada com a
tradição científica da modernidade. Este artigo discute a integração do conhecimento ecológico local
e a biologia da conservação desde a perspectiva da ciência pós-normal, ilustrando diferentes formas de
comunicação intercultural que permitam o necessário diálogo de saberes.

Descritores: conhecimento ecológico local; biologia da conservação; ciência pós-normal; interculturali-


dade; diálogo de saberes.
206

L
a constatación de que actualmente está en marcha el sexto proceso de extin-
ción masiva en la historia geológica del planeta Tierra (Ceballos et al. 2015)
atestigua una urgente necesidad de fortalecer los fundamentos operativos
de la conservación biológica, entendida como el conjunto de acciones dirigido
específicamente a precautelar la viabilidad ecológica de los procesos evolutivos que
dan origen y mantienen la biodiversidad planetaria (Bowen 1999; Moritz 2002).
Conceptualizada originalmente desde las ciencias naturales, la conservación bio-
lógica tiene como uno de sus principales acercamientos intelectuales a la denomi-
nada biología de conservación, acercamiento cuyos fundamentos ontológicos no
contemplan la validez de criterios subjetivos sobre el objeto de estudio al momento
de construir conocimiento respecto al mismo, en concordancia con la tradición
moderna occidental que opone lo social a lo natural. La biología de conservación
ha sido consecuentemente por varios años un espacio epistemológico, de discusión
intelectual e investigación, separado del estudio de los fenómenos sociales. Hoy
en día, sin embargo, sus premisas metodológicas básicas, investigación biológica
y monitoreo ecológico como fundamento para la recomendación de acciones de
intervención, junto con su estrategia de uso de suelo dominante, la designación
de áreas protegidas, son cuestionadas precisamente por su compartimentación de
la realidad en esferas naturales que le son de competencia, por un lado, y esferas
sociales que caen fuera de la misma, por otro.

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


Conocimiento ecológico local y conservación biológica: la ciencia postnormal como campo de interculturalidad

Últimamente el reconocimiento de la preponderante injerencia humana sobre la


dinámica ecológica del planeta ha llevado a una reformulación del enfoque clásico
a la conservación biológica. Utilizando la categoría denominada ciencia de conser-
vación, Kareiva y Marvier (2012) reconocen una nueva y más amplia concepción de
lo que implica conservar la biodiversidad. Bajo esta más reciente perspectiva, si el
emprendimiento conservacionista ha de tener éxito es necesario contar con un abor-
daje estratégico que articule métodos de estudio y marcos conceptuales en relación
tanto con el mantenimiento de procesos evolutivos de organismos silvestres, campo
de estudio de la biología de conservación, como con las dinámicas humanas que
determinan las modalidades de aprovechamiento del territorio y el manejo de recur-
sos naturales. Frente a una postura que visualiza a la conservación biológica como
práctica reactiva y defensiva, cuyo propósito es minimizar las pérdidas de diversidad
biológica ante una crisis y que parte de una concepción mecanicista de la naturaleza,
la ciencia de conservación plantea los esfuerzos por asegurar la viabilidad a futuro de
sistemas vivientes como una tarea interdisciplinaria, abordando la problemática des-
de una perspectiva que surge del análisis de la complejidad inherente al acoplamiento
humano-naturaleza (Liu et al. 2007a, 2007b) y que tiene como objetivo fundamental
ya no solo precautelar la existencia de diversidad biológica sino además propiciar el
bienestar humano (Kareiva y Marvier 2012). 207
Constatando la inevitable injerencia que tienen la incertidumbre, las valoracio-
nes y la complejidad en el estudio de los fenómenos naturales, y por ende la toma
de decisiones públicas sobre su manejo, la ciencia postnormal ofrece una alternati-
va para el fortalecimiento de los esfuerzos de conservación biológica. Como punto
de partida, la ciencia postnormal propone la necesidad de suplementar el conoci-
miento científico positivista con otros marcos ontológicos y epistemológicos, abo-
gando por complementar el conocimiento científico de corte empírico mediante
capas de saber adicionales que provienen de conocimiento más subjetivo y menos
riguroso, pero no por ende de menos valía. La integración de conocimientos pro-
venientes de distintas modalidades de reconocer y conocer la naturaleza requiere
una aceptación manifiesta de los diferentes trasfondos culturales que permean el
marco interpretativo correspondiente (Costa, López y Taberner 2000). Entre los
factores que inciden sobre el pluralismo epistemológico resultante se encuentran:
la manera de crear y articular discursos; las reglas de valoración aplicables; la pra-
xis idiomática y social; las reglas de interacción entre actores; y, la validación de
sujetos ontológicos (Helberg Chávez 2008). Por consiguiente, la ciencia postnor-
mal se erige como un espacio propicio para el desarrollo de la interculturalidad,
entendida en su tradición comunicativa como aquel proceso que aspira establecer
“una relación de diálogo y respeto que va deviniendo modificaciones significativas
en los escenarios simbólicos de las culturas que han entrado en interacción” (Rizo
García 2014, 13).

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


temas

Jorje Ignacio Zalles

En su aplicación a esfuerzos de conservación biológica más robustos, la cien-


cia postnormal exige que el saber proveniente de la biología de conservación sea
integrado con aquel que proviene del contacto cotidiano con la biodiversidad, in-
formación genéricamente denominada conocimiento ecológico local. Se trata de
una valoración explícita del conocimiento ecológico local y su transformación en
insumo de sabiduría igualitaria en el debate público sobre la gobernanza ambien-
tal y la gestión de los recursos vivos del planeta. La interculturalidad en este caso
tiene el fin de generar enfoques conservacionistas que transcienden las limitaciones
del quehacer científico moderno, incorporando conscientemente otras formas de
saber, otros modos de comprender la naturaleza que informan acerca de la diver-
sidad genética, la diversidad de especies y la diversidad de ecosistemas desde una
perspectiva no especializada y que prescinde de la rigurosidad empírica asociada
con la ciencia moderna.
Este artículo elabora una reflexión crítica sobre la incorporación del conocimiento
ecológico local en la conservación biológica enfocada como ciencia postnormal. En
primer lugar, se define los conceptos de conocimiento ecológico local y biología de
conservación, presentando su relación en términos de diferentes códigos comuni-
cativos cuya compenetración se puede abordar desde una perspectiva intercultural.
208 Luego se presenta el paradigma de ciencia postnormal, contraponiendo sus particula-
ridades con aquellas del enfoque científico surgido de la modernidad, especialmente
en cuanto a la recomendación de políticas frente a la complejidad de sistemas natu-
rales y la multiplicidad de valores asociados. Seguidamente se aborda una tipología
de perspectivas interculturales aplicada a la integración del conocimiento ecológico
local y la biología de conservación. Para concluir, se discute la ciencia postnormal y
el diálogo intercultural que implica como requisitos para la consolidación y el forta-
lecimiento de la conservación biológica.

Conocimiento ecológico local y biología de conservación

Conocimiento ecológico local es un término utilizado en referencia al cúmulo de


información que tiene una comunidad local sobre los fenómenos naturales y los
seres vivientes que caracterizan a un determinado territorio. Se trata del conoci-
miento adquirido a través de generaciones de interacción directa con el ambiente
natural. Incluye no solamente conocimientos prácticos, sino también creencias y
significaciones construidas a lo largo del tiempo mediante la interrelación e inte-
racción entre una comunidad humana y el ecosistema del cual es parte. Involu-
cra un conjunto de saberes que surge de la continuidad histórica entre un grupo
humano y su lugar en el planeta, un atributo social a menudo transmitido por
mecanismos que no son de índole escrita, incluyendo tradiciones orales, mitos y

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


Conocimiento ecológico local y conservación biológica: la ciencia postnormal como campo de interculturalidad

leyendas, rituales, manifestaciones de artes plásticas y corporales, entre otros (Davis


y Ruddle 2010).
El conocimiento ecológico local es una categoría de pensamiento que, si bien fue
recientemente descrita como tal, es de hecho la descripción de un fenómeno social
de antigua trayectoria, inseparable de la historia de los humanos como entidades vi-
vientes sujetas a limitaciones biológicas y que dependen en términos de supervivencia
de su interacción con el resto de la naturaleza. Ejemplos de conocimiento ecológico
local incluyen, entre otros: distribución y asociación de especies; patrones temporales
de reproducción y movimiento; abundancias relativas; comportamientos antagónicos
o simbióticos; relaciones inter e intraespecíficas; tasas de regeneración de recursos
renovables; regímenes de perturbación ecosistémica; secuencias de sucesión vegetal;
e, identificación de especies de particular importancia ecológica (Keystone Species)
(Gadgil et al. 2003; Anadón et al. 2009; Ruddle y Davis 2011; Kota y Shackleton
2015). A esta lista se puede agregar: mitos fundacionales; relaciones totémicas o ani-
místicas; tabúes; prácticas tradicionales; conocimientos etnobotánicos; y, significados
espirituales, entre otros.
Al contrario, la biología de conservación como campo de investigación científica
es de reciente nacimiento, una idea que eclosiona en el contexto histórico de un cre-
ciente reconocimiento de la escala planetaria que tienen los impactos antropogénicos 209
sobre el resto de la naturaleza. Específicamente la biología de conservación surge bajo
ese nombre en 1985, como rama de las ciencias de la vida dedicada a un aspecto par-
ticular de la interacción humano-naturaleza: la creciente erosión de lo silvestre ante
el embate de la actividad productiva del ser humano (Soulé 1985):

La biología de conservación, una nueva etapa en la aplicación de la ciencia hacia los


problemas de conservación, se ocupa de la biología de las especies, comunidades o
ecosistemas que están perturbados, sea directa o indirectamente, por las actividades
humanas u otros agentes. Su objetivo es proporcionar los principios y las herramientas
para preservar la diversidad biológica (Soulé 1985, 727).

La biología de conservación construye su acercamiento científico a la preservación


de la biodiversidad desde el punto de partida de cuatro postulados funcionales, cada
uno con sus respectivos corolarios, los cuales representan “generalizaciones de base
empírica” (Soulé 1985, 729). Estos postulados y sus corolarios sirven de base para
construir los supuestos sobre la estructura y el funcionamiento de los sistemas vi-
vientes que se quiere conservar, y por extensión, para entender el rol que tienen los
humanos en su continuidad o perturbación (Soulé 1985, 729) (cuadro 1).

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


temas

Jorje Ignacio Zalles

Cuadro 1. Postulados funcionales de la biología de conservación y sus corolarios

Postulados Corolarios
Muchas de las especies que constituyen comunidades naturales son producto
de procesos co-evolutivos. Corolarios: las especies son interdependientes;
Evolutivo muchas especies son altamente especializadas; la extinción de ciertas especies
puede tener consecuencias a largo plazo; la introducción de generalistas
puede reducir la diversidad.
Muchos, si no todos, los procesos ecológicos tienen umbrales pasados
Sobre la Escala de Procesos los cuales dichos se vuelven discontinuos, caóticos o se suspenden.
Ecológicos Corolarios: la continuidad temporal de hábitats y estados sucesionales
depende de su tamaño; explosiones demográficas reducen la diversidad.
Los procesos genéticos y demográficos tienen umbrales pasados los
cuales predominan dentro de una población con fuerzas no adaptativas
y aleatorias sobre aquellas adaptativas y determinísticas. Corolarios: en
una población suficientemente pequeña, se aumenta notablemente la
Sobre la Escala de Fenómenos probabilidad de extinción debido a fenómenos aleatorios; en poblaciones
Demográficos pequeñas se evidenciará una erosión de capacidad evolutiva por motivo
de endogamia (reproducción entre un pequeño número de organismos);
en una población pequeña se evidenciará erosión de diversidad genética;
la pérdida de capacidad adaptativa en poblaciones pequeñas se debe a
pérdidas de diversidad genética.
210 Las reservas naturales presentan una falta de equilibrio en cuanto a la
supervivencia de organismos grandes y raros. Corolarios: las extinciones
son inevitables en islas de hábitat del tamaño de las reservas naturales;
Sobre Áreas Silvestres
los procesos evolutivos de especies grandes y raras no podrán operar en
espacios fragmentados debido a su aislamiento y falta de contacto con
otros de la misma especie.
Fuente: Soulé (1985, 729-730). Elaboración propia.

Una breve revisión de los postulados funcionales de la biología de conservación re-


vela en primera instancia la estrecha relación que guarda el conocimiento ecológico
local con las necesidades informativas de la biología de la conservación. Si bien
algunos de los conocimientos necesarios para esta última son de carácter técnico,
especialmente aquellos que tienen que ver con el desenvolvimiento genético de las
especies, la mayoría de los datos que se requieren son de relativamente fácil acceso
para las poblaciones rurales (e.g., tipos de especies, dónde ocurren, cómo inte-
ractúan, etc.). A nivel más profundo, las nociones que implican estos postulados
son en muchos casos intuitivas para las poblaciones humanas que conviven cerca-
namente con la naturaleza, o por lo menos son de perenne constatación práctica
durante la cotidianeidad del vivir en contacto próximo con lo silvestre (e.g., episo-
dios de extinción y posibles causas, relación entre extinción y tamaño de hábitat
o poblacional). En definitiva, el edificio conceptual de la biología de conservación
depende de los mismos tipos de información que se producen y reproducen en
entornos humanos tradicionales.

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


Conocimiento ecológico local y conservación biológica: la ciencia postnormal como campo de interculturalidad

Si el conocimiento ecológico local posee insumos informativos directamente apli-


cables al estudio científico de la biodiversidad y su conservación, ¿por qué estos no
deberían ser más sistemáticamente utilizados para complementar el entendimiento
que se quiere lograr? La biología de conservación busca sustentar sus recomendacio-
nes con base en tipos de información que no necesariamente se tienen que generar
mediante la aplicación de métodos empíricos asociados con la ciencia moderna. Por
ejemplo, se ha demostrado que las estimaciones de abundancia de una tortuga terres-
tre por parte de pastores en el suroriente de España constituyen una aproximación
al estado demográfico de esa especie igual de acertada que datos provenientes de la
aplicación de muestreos formales en campo (Anadón et al. 2009). Registros sobre
distribución de especies provenientes de observadores de aves aficionados, compila-
dos en la base de datos Global eBird, han permitido una determinación del riesgo de
extinción más rigurosa que aquella que maneja la Unión Internacional para la Con-
servación de la Naturaleza (UICN) para aves endémicas a los Ghats occidentales en la
India (Ramesh et al. 2017). Parecería que las barreras a la inclusión del conocimiento
ecológico local en los procesos de investigación científica basados en un paradigma
de biología de conservación son principalmente de carácter institucional. Es decir,
no surgen a partir de la percepción de relevancia que se le asigna a esa información,
sino en torno a los mecanismos de manejo de información acostumbrados: cómo se 211
la genera, cómo se registra y comunica, de qué manera se valida y cómo se moviliza
en las palestras del debate público.
En este caso, los diferentes sistemas de conocimiento, el ecológico local de las po-
blaciones rurales por un lado, y el de la biología de conservación de los científicos por
otro, representan dos culturas distintas, culturas que se diferencian no únicamente
por sus diferentes fundamentos ontológicos y epistemológicos, sino también por su
modo de expresar y transmitir conocimiento. Una primera barrera a la integración
del conocimiento ecológico local surge entonces de los distintos idiomas que utiliza
cada uno de estos sistemas de conocimiento. La terminología de la ciencia moderna
es, por su propia naturaleza, definitoria de un campo de estudio separado de otros y,
por ende, un artificio que crea obstáculos al entendimiento entre disciplinas, sin decir
al entendimiento entre científicos formales y aquellos que no lo son. Una lectura más
detenida de los postulados funcionales de la biología de conservación delata varios
posibles escollos de precisión terminológica que dificultan su comprensión por parte
de aquellos que no manejan el idioma de las ciencias biológicas (e.g., poblaciones, ex-
tinción, adaptación, fenómenos aleatorios, etc.), aun considerando un uso restringi-
do de términos excesivamente técnicos (e.g, co-evolución, endogamia, etc.). No solo
en los idiomas entendidos en sentido semántico se crea una barrera artificial entre el
conocimiento ecológico local y la biología de conservación. Como recuerda Walsh
(2009), las estructuras idiomáticas que se utilizan en la comunicación entre culturas,
y más precisamente la manera en la cual se utilizan dichas estructuras, pueden definir

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


temas

Jorje Ignacio Zalles

espacios de interacción intencionalmente separados el uno del otro, espacios con-


cebidos de manera que en este caso se mantenga una segregación de conocimientos
con base en la separación de grupos humanos entre aquellos que “sí” saben y aquellos
que “no.” La ciencia moderna cae demasiado a menudo en esta trampa, relegando
información pertinente o conocimientos útiles a un segundo plano en vista de que no
entran en la arena de validación científica formal: el sector académico con sus varios
tipos de publicaciones y reuniones internacionales de especialistas.
De hecho, a pesar de un creciente reconocimiento de su potencial utilidad para la
conservación de la biodiversidad, el conocimiento ecológico local sigue rezagado con
respecto a la biología de conservación por motivos que tienen que ver precisamente
con su falta de validación científica (Huntington 2000). En otras palabras, para ser
aceptado como insumo al proceso científico moderno, el conocimiento popular está
siendo sometido a una vara de medición que nace justamente del marco epistemo-
lógico que intenta sobrellevar. El conocimiento ecológico local ha sido caracteriza-
do como un sistema integrado de conocimientos, prácticas y creencias. La ciencia
moderna, por sus propias características fundacionales, está inclinada a rechazar los
componentes de este sistema que no constituyen información empíricamente deri-
vada sobre una realidad que se percibe como objetiva; como indican Gadgil et al.
212 (2003, 206), algunos estudiosos del tema sostienen que “la ciencia occidental tiende
a intentar reducir el conocimiento tradicional [considerándolo] ya sea mito o dato”.
Al hacerlo, la biología de conservación de forma rutinaria descontextualiza, y por
ende desvaloriza, al conocimiento ecológico local como insumo informativo válido
en iguales términos.

Ciencia postnormal: el aporte científico al debate público


sobre conservación

Si bien la ciencia moderna ha logrado significativos avances en su poder explicativo del


Universo, sus componentes y cómo estos interactúan entre sí, es en la relación que tiene
la ciencia con la sociedad, en los modos de aplicación social del conocimiento científi-
co, donde su hegemonía discursiva se encuentra con límites en la actualidad. Lejos de
su tradicional rol como empresa intelectual dedicada a la descripción de fenómenos
naturales y la explicación causal de los mismos, la ciencia es hoy en día considerada
como fuente necesaria de insumos para la toma de decisiones públicas que afectan el
desenvolvimiento político, social, económico y ambiental de naciones enteras, y con
ellas el planeta en su totalidad. Es en esta posición que la ciencia enfrenta su más nuevo
desafío: “Abordar los problemas introducidos a través de cuestiones de política pública
en las cuales, típicamente, los hechos son inciertos, los valores están en disputa, las
apuestas son altas y las decisiones urgentes” (Funtowicz y Ravetz 1991, 138).

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Conocimiento ecológico local y conservación biológica: la ciencia postnormal como campo de interculturalidad

La ciencia postnormal emerge en este entorno como alternativa de ordenamiento


del conocimiento científico en los procesos de toma de decisiones públicas, incorpo-
rando explícitamente las dificultades que presentan la incertidumbre, la complejidad
de sistemas y la multiplicidad de valores en la determinación de aquello que se con-
sidera verdadero o aquello que es aconsejable adoptar como política pública (Fun-
towicz y Ravetz 1991). Bajo este enfoque, la ciencia ya no se considera un árbitro
intelectual en última instancia de lo que constituye una manera apropiada y veraz de
conceptualizar la realidad y por ende de cómo enfrentarse a ella en los términos más
favorables posibles.

La creencia de los fundadores de la ciencia moderna fue que la ignorancia sería con-
quistada por el poder de la razón. La incertidumbre era resultado de las pasiones
humanas. La tarea de la ciencia era la creación de un Método que asegurara la separa-
ción entre la razón y la pasión. Su objetivo era el descubrir los puros hechos “duros”,
incontaminados por sistemas de valores “blandos” (Funtowicz y Ravetz 1996, 7).

Para las sociedades tardío-industriales del siglo XXI, la ciencia no es meramente un


instrumento que vislumbra realidades a partir de un marco investigativo netamente
empírico, es un área de contienda sobre los lenguajes de valoración que determinan
213
aquello que se considera deseable desde el punto de vista social. Es precisamente en
el papel que tiene la ciencia moderna en cuanto a la determinación de objetivos so-
ciales donde su actual relevancia está en disputa. En definitiva, la ciencia postnormal
desafía la noción de una ciencia totalmente objetiva y unidisciplinaria, colocándola
firmemente en el campo de la subjetividad con base en la multiplicidad de valores e
intereses que caracterizan el quehacer público. “Las situaciones de ciencia postnormal
surgen cuando las sociedades humanas están confrontadas con cuestiones de orienta-
ción científica que tienen alta carga política y-o son epistemológicamente complejas”
(Farrell 2008, 71).
La ciencia postnormal tiene su principal campo de aplicación como estrategia
para el abordaje de problemas que conjugan varios factores nacidos de la compleji-
dad, incluyendo un alto grado de incertidumbre y un potencial de impacto significa-
tivo como resultado del curso de acción que se tome (Funtowicz y Ravetz 1991). En
otras palabras, la ciencia postnormal entra en juego cuando las decisiones se deben
tomar desde una falta de información suficiente o adecuada y cuando las repercusio-
nes de las mismas son de gran magnitud, lo cual acarrea un elevado nivel de riesgo. La
ciencia moderna tradicional, al enfocar la realidad desde un punto de vista empírico,
sin consideración de los valores humanos asociados con la misma y partiendo desde
una perspectiva disciplinaria que desestima lo complejo y niega la pluralidad de co-
nocimientos relevantes, no es idónea para la construcción de insumos en estos casos
(Giampietro 2005). Su ámbito de acción en cuanto a la toma de decisiones públicas

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


temas

Jorje Ignacio Zalles

es por ende restringido, quedando relegado principalmente a temas técnicos específi-


cos que sí pueden ser comprendidos desde dichas limitaciones epistemológicas.
Ante la enorme complejidad de los sistemas socioambientales, la ciencia post-
normal plantea la necesidad de que el conocimiento que sirve de insumo a la toma
de decisiones públicas sea validado mediante comunidades de pares extendidas, es
decir, mediante la discusión y reformulación del mismo por parte de todos los grupos
epistémicos con interés en el tema (Funtowicz y Ravetz 1991). Una manera de trans-
cender la compartimentación del conocimiento científico se presenta a través del
trabajo interdisciplinario, que implica la integración en un esfuerzo de investigación
común de marcos teóricos y metodologías de estudio provenientes de distintas disci-
plinas (Aboelela et al. 2007). Al compaginar las técnicas y conceptos de la biología de
conservación con aquellas utilizadas para la indagación de lo social, por ejemplo, la
ciencia de conservación se presenta como un enfoque interdisciplinario ante la crisis
de extinción biológica (Kareiva y Marvier 2012).
Aceptar la complejidad implica admitir la imposibilidad de contar con toda la
información necesaria para una toma de decisiones basada en hechos completamen-
te conocidos. En consecuencia, las respuestas provenientes de la ciencia moderna
tradicional son insuficientes para el propósito de garantizar decisiones óptimas en el
214 ámbito público, por interdisciplinario que sea el grupo epistémico aportante. Una
de las premisas básicas de la ciencia postnormal es por ende la inclusión de un grupo
humano mayor al de las comunidades que generan conocimiento científico en el de-
bate de como éste debe ser considerado al momento de tomar decisiones (Funtowicz
y Ravetz 1991). Para lograr una visión que transciende las limitaciones disciplinarias
de la ciencia moderna, es necesario incorporar conceptualizaciones e interpretacio-
nes que provienen de grupos externos a la misma durante el proceso de generación
de conocimiento, una respuesta epistemológica denominada transdisciplina (Olivé
2011). Descrita como “un enfoque de investigación crítico y auto-reflexivo que rela-
ciona problemas científicos y sociales, [produciendo] nuevo conocimiento mediante
la integración de ideas científicas y extra-científicas” (Jahn et al. 2012, 8), la trans-
disciplinariedad es un paradigma todavía en construcción que pretende intervenir
en cómo se formula el discurso social alrededor de una situación dada, incluyendo la
enunciación de problemas y la identificación de sus posibles soluciones.
En estos contextos, el propósito de la ciencia ya no es aproximar la realidad desde
un discurso de lo real versus lo irreal, partiendo desde una descripción de hechos
empíricamente constatables (lo cual es imposible dada la incertidumbre), más bien la
medida del aporte científico se vuelve la calidad de la información que proporciona
en términos de su utilidad al debate público (Funtowicz y Ravetz 1991). La calidad
del aporte varía en función del grado al cual el conocimiento que sirve de insumo
transciende las limitaciones disciplinarias y empíricas de la ciencia tradicional, incor-
porando grupos más extensos de conocedores en el proceso de generación e interpre-

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


Conocimiento ecológico local y conservación biológica: la ciencia postnormal como campo de interculturalidad

tación de la información disponible, las alternativas de acción que se presentan y los


posibles impactos de cada una de ellas. Bajo una perspectiva de ciencia postnormal, la
calidad del conocimiento científico ya no surge de una supuesta verdad revelada por
métodos científicos modernos, sino por un proceso basado en la inclusión epistemo-
lógica y valorativa de los diferentes grupos humanos interesados. En otras palabras,
mientras que para la ciencia tradicional la calidad de la información es producto de
una certidumbre objetiva, para la ciencia postnormal es la subjetividad inherente al
marco de análisis inclusivo de donde surge esa característica. La calidad del conoci-
miento como insumo al debate público yace en el corazón del planteamiento de la
ciencia postnormal:

La discusión de calidad, en oposición a “la verdad”, ha sido central en la ciencia post-


normal … [se ha sugerido] que la calidad es un “nuevo principio organizativo” que
ofrece la ciencia postnormal para la forma en la cual el conocimiento científico es
aplicado a los problemas sociales. La ciencia normal enfatiza la confianza en la invio-
labilidad de su representación objetiva de los hechos naturales, mientras que la ciencia
postnormal enfatiza la calidad (e.g., en relación a lo completo de la información, eva-
luada como tal por un rango de posiciones epistemológicas y ontológicas) (Turnpenny
et al. 2011, 292).
215
La ciencia postnormal se vislumbra como un enfoque idóneo para enfrentar los de-
safíos de la conservación biológica en un planeta de carácter cada vez más antropo-
génico (Francis y Goodman 2012). Al respecto, encuentra su aplicación tanto en la
formulación y aplicación de políticas públicas concernientes a la biodiversidad como
en el establecimiento y ejecución de programas dirigidos a ecosistemas o taxa en par-
ticular. En primer lugar, las decisiones públicas sobre política ambiental en general
están cargadas de valoración, lo cual imposibilita la aplicación de un enfoque cientí-
fico netamente empírico en el debate social asociado con la conservación biológica.
El establecimiento de indicadores de calidad ecosistémica ilustra esta problemática.
Los indicadores ecológicos son cuantificaciones de estado presente que se comparan
con un parámetro deseado para determinar el grado de cumplimiento de una política
pública, misma que en esencia representa un objetivo social con respecto a la calidad
del medio ambiente natural. Los indicadores que sean elegidos no solo representan
una simplificación necesaria de la complejidad natural con base en el entendimiento
científico de causa/efecto en los sistemas naturales, también incorporan un alto grado
de subjetividad ya que el concepto de calidad ambiental no es una característica ob-
jetiva, es más bien reflejo de los valores que predominan en un contexto social dado
(Turnhout et al. 2007).
Algo similar aplica en el ámbito internacional. Por ejemplo, ¿cuál es la tasa de
extinción biológica que la Tierra puede soportar antes de sufrir cambios irreversibles

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temas

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en el estado de funcionamiento actual de los sistemas planetarios? La negociación


política de consensos con respecto a la definición de objetivos ambientales mundiales
encuentra obstáculos a raíz de significativas diferencias regionales en patrones sociales
de aversión al riesgo y tolerancia a la incertidumbre, nacidas de la desigualdad socioe-
conómica. Tomando en cuenta que la tasa de extinción actual se estima en más de
100 especies por millón por año, ¿cómo afecta la distribución de costos asociados con
un esfuerzo mancomunado por reducir dicha tasa, y por ende la estructura factible
de un sistema de gobernanza multilateral asociado, si el umbral de riesgo tolerable es
establecido en 10 especies por millón por año, como recomienda un grupo de cien-
tíficos acreditado, versus 50 especies? Y de hecho, ¿cómo se establece en este caso un
umbral de riesgo tolerable? (Biermann 2012).
En segundo lugar, y a nivel operativo, la práctica conservacionista está sujeta a inter-
pretaciones que transcienden la preocupación tradicional de la conservación biológica,
centrada en la biodiversidad de ambientes silvestres implícitamente considerados en
equilibrio y de larga permanencia temporal. En efecto, hay quienes incluso sostienen
que el concepto de biodiversidad no representa un objeto científico en sí mismo, que
es más bien un recurso discursivo proveniente de la ciencia occidentalizada, articulado
para justificar actos de desposesión que afectan de manera negativa la consolidación de
216 movimientos sociales basados en territorio, justamente aquellos agentes sociales con
mayor capacidad de gestionar los recursos vivos de su localidad de manera sustentable
(Escobar 1998). Por otro lado, es instructivo considerar que las presiones de selección
natural que resultan en procesos evolutivos pueden operar en escalas de tiempo con-
temporáneas, respondiendo a factores ambientales que son producto de la modifica-
ción antropogénica de ambientes naturales, tales como la sobreexplotación, la degra-
dación y fragmentación de hábitats y la introducción de especies exóticas (Stockwell et
al. 2003). Es decir, los mismos procesos antropogénicos que generan extinción operan
para generar nueva diversidad. ¿De qué manera puede la conservación biológica enfo-
car los emergentes sistemas evolutivos que surgen del espacio ocupado por un sistema
socioecológico, donde la agencia humana es igual de importante en la configuración de
la naturaleza que los determinantes ecológicos? Tendiendo puentes entre lo subjetivo y
lo objetivo, lo local y lo global, lo cierto y lo incierto, la ciencia postnormal ofrece un
mecanismo adecuado para el abordaje de la complejidad inherente al campo de acción
de la conservación biológica (Ungar y Strand 2005).

Interculturalidad: diálogo de saberes para la conservación biológica

El requerimiento de la ciencia postnormal de contar con un marco participativo más


amplio pone a la conservación biológica en la necesidad de incorporar conocimiento
que no surge del paradigma científico moderno dentro de su esfera de interés. Esto

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Conocimiento ecológico local y conservación biológica: la ciencia postnormal como campo de interculturalidad

implica, entre otras cosas, un diálogo de saberes entre el conocimiento ecológico local
y la biología de conservación. Se abre por lo tanto un espacio de relacionamiento en-
tre concepciones ontológicas y epistemológicas distintas que bien puede ser abordado
desde la interculturalidad, aproximada como una articulación de conciencias, cono-
cimientos, destrezas y actitudes que permiten la interacción comunicativa exitosa
entre distintos ámbitos culturales (Trujillo Sáez 2005).
Como empresa de comunicación que permite construir entendimiento transdisci-
plinario aplicado a la conservación biológica, la interculturalidad se expresa de distintas
maneras dependiendo del contexto en el cual se genera y aplica el conocimiento resul-
tante. Para dilucidar estas diferencias es útil partir de la tipología de interculturalidad
ofrecida por Walsh (2010), quien distingue tres perspectivas de interculturalidad: rela-
cional, funcional y crítica. La interculturalidad relacional se refiere al simple contacto
entre distintos ámbitos culturales, en este caso la comunidad científica y las poblaciones
locales. La interculturalidad funcional construye sobre ese contacto para propiciar la
incorporación del grupo minoritario dentro de la lógica del grupo hegemónico. La
interculturalidad crítica, finalmente, aboga por un reconocimiento no solo de las dife-
rencias culturales, sino de las relaciones de poder sobre las cuales se construyen dichas
diferencias, esto con el objetivo de romper las estructuras existentes a fin de lograr un
diálogo entre culturas verdaderamente igualitario (Walsh 2010, 76-78). 217
Desde una perspectiva de interculturalidad relacional, la biología de conservación
se nutre de información proporcionada por pobladores locales. Es decir, el cono-
cimiento ecológico local sirve de insumo informativo al proceso investigativo mo-
derno, sin que exista mayor relacionamiento entre el esfuerzo de investigación y la
cotidianeidad de las comunidades en términos de sus intereses específicos con res-
pecto al recurso en cuestión. En este caso, la información local sirve de complemen-
to a la información empíricamente derivada y el conocimiento resultante se utiliza
desde una base descriptiva para la generación de marcos normativos, como son las
recomendaciones de manejo de vida silvestre. Por ejemplo, una falta de suficiente
información sobre la demografía y la historia natural de aves marinas migratorias en
al Ártico canadiense impedía la recomendación de regímenes de manejo apropiadas
para las mismas, ante lo cual Gilchrist et al. (2005) recurrieron al conocimiento
ecológico local de las poblaciones Inuit de la región para llenar el vacío informativo.
En términos de interculturalidad funcional, la biología de conservación se bene-
ficia de incorporar a poblaciones locales como un actor integral en los esfuerzos de
investigación, dependiendo de ellas ya no únicamente para la provisión de informa-
ción existente, sino para la generación de información nueva, sea bajo los parámetros
establecidos por el marco empírico moderno o incorporando métodos tradicionales
de relacionamiento con la naturaleza. Bajo estas circunstancias, los poseedores de co-
nocimiento ecológico local ya no son simples portadores de información, pobladores
que comparten sin recibir, sino partícipes en el proceso de su generación y manejo, es

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


temas

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decir, se convierten en gestores de la información, lo cual les da un grado mayor de


poder sobre la aplicación y uso de la misma. Por ejemplo, Moller et al. (2004) adapta-
ron la información tradicionalmente generada y mantenida sobre especies cosechadas
por pueblos nativos en Canadá y Nueva Zelanda, peces y aves, respectivamente, para
establecer en torno a la misma un esquema de monitoreo demográfico formal. Los
parámetros de medición tradicional utilizados en este tipo de caso, que es informa-
ción de cotidiano acceso y habitual recopilación para los pobladores en cuestión, si
bien no en los términos utilizados por la ciencia moderna, ni necesariamente bajo
las premisas empíricas que dicta, incluyen: cosecha por unidad de esfuerzo, índice
de condición corporal, éxito reproductivo, sensación de densidad poblacional, cazas
comunitarias, registro de patrones inusuales y observación de mezclas de especies
(Moller et al. 2004, 8).
La interculturalidad funcional en este caso también se extiende al diseño mismo de
la investigación y sus objetos de interés. Bajo esta perspectiva, son los pobladores loca-
les los que dan forma al marco indagatorio a ser aplicado; la agenda de investigación
pasa a incluir no solo los objetivos determinados por agentes externos que requieren
información biológica, sino además las consideraciones prácticas, anhelos y habilidades
cognoscitivas de una población local. En un estudio sobre restauración ecológica de
218 bosques andinos en Colombia, por ejemplo, la identificación de especies nativas de
mayor utilidad para el propósito fue guiada por los conocimientos de una comunidad
local, cuyos miembros identificaron los remanentes de bosque en su localidad, eligieron
entre los mismos un ecosistema de referencia y catalogaron los usos potenciales y per-
cepciones culturales asociadas con las plantas allí presentes (Calle et al. 2008).
Es tal vez en la tercera perspectiva de la interculturalidad, la crítica, donde el
cruce entre ciencia postnormal y conservación biológica tiene mayores posibilidades
de injerencia transformativa en cuanto a la práctica actual. En lo que a la biología de
conservación respecta, las dos primeras perspectivas, la interculturalidad relacional
y la interculturalidad funcional, tienen que ver principalmente con el manejo de
información, que si bien proviene de diferentes marcos culturales de aproximación a
la realidad, se refiere a fenómenos concretos que son independientes de dicha apro-
ximación. Se podría decir que el tipo de información biológica y ecológica que se
genera y maneja para la conservación biológica bajo estas perspectivas es epistemoló-
gicamente subjetiva pero ontológicamente objetiva, por tomar prestada y adaptar la
línea de análisis intersubjetiva esbozada por Grimson (2011).
Al contemplar la interculturalidad crítica, el practicante de la conservación bio-
lógica se enfrenta no solo a subjetividad epistemológica, sino también a subjetividad
ontológica. Es decir, la capa informativa a la cual se llega en este nivel transciende las
experiencias directas con realidades físicas constatables desde tanto la ciencia moder-
na como el conocimiento ecológico local para incluir las construcciones sociales que
en torno a ese fenómeno dan particularidad cultural al grupo humano en cuestión.

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


Conocimiento ecológico local y conservación biológica: la ciencia postnormal como campo de interculturalidad

El aspecto del conocimiento ecológico local que entra en juego bajo esta perspectiva
involucra no solo lenguajes de valoración sobre lo natural sino incluso aquello que
constituye sujeto ontológico en sí mismo. Para muchos pueblos andinos, por ejem-
plo, la montaña deja de ser simplemente una formación geomorfológica que alberga
una determinada comunidad biótica para devenir en apu, o espíritu protector, una
encarnación física del estrato espiritual que para esas comunidades subyace y da sen-
tido a la realidad material, constituyéndose por ende un espacio meritorio de conser-
vación por motivos que transcienden sus particularidades ecológicas.
La aplicación de interculturalidad crítica en este caso se refiere a la consideración
en términos iguales, durante el proceso de toma de decisiones públicas sobre gestión
de biodiversidad, de los marcos ontológicos provenientes del conocimiento ecológico
local por un lado, con aquellos provenientes de la ciencia moderna, específicamente
la biología de conservación, por otro. Es decir, la interculturalidad crítica llama a
que las acciones de conservación biológica internalicen las preocupaciones, intereses
y cosmovisiones de los pobladores locales involucrados, no solamente sus conoci-
mientos sobre la materialidad ecológica del entorno que habitan. El río Whanganui
en Nueva Zelanda es un flamante ejemplo de esta aproximación. En marzo de 2017,
el Parlamento neozelandés reconoció a este cuerpo de agua como una entidad viva,
otorgándole de esa manera personería jurídica propia, es decir, dotándole de los mis- 219
mos derechos que un ser humano. Rompiendo estructuras discursivas de dominación
colonial, la declaratoria surge del reconocimiento oficial del río como un ancestro de
los pobladores maorí locales, tal y como estos han reclamado por más de 140 años
(The Guardian 2017).

Conclusiones

La falta de atención a consideraciones sociales que acarrea el enfoque tradicional de


conservación biológica ha resultado en críticas a su modelo de intervención, basa-
do en recomendaciones provenientes del estudio de la naturaleza bajo un enfoque
científico positivista. Por un lado, se critica la exclusión de marcos ontológicos y
epistemológicos ajenos a la ciencia moderna en los procesos investigativos que buscan
brindar la información que requiere el proceso de toma de decisiones concernientes
a la conservación de la biodiversidad. Por otro, se critica la falta de integración en los
procesos decisionales de poblaciones afectadas por la intervención conservacionista.
Ambas limitaciones se pueden relacionar al paradigma científico moderno bajo el
cual opera la biología de conservación, actual baluarte intelectual de la conservación
biológica entendida desde las ciencias naturales.
La práctica de la conservación biológica como proceso decisional sufre actual-
mente de una falta de paridad entre el marco interpretativo nacido de la modernidad

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


temas

Jorje Ignacio Zalles

y otras formas de entender la naturaleza, particularmente aquella sabiduría nacida


del contacto directo con un territorio por sus pobladores, o conocimiento ecológico
local, siendo el marco empírico de la ciencia moderna el que goza de posición do-
minante. Este desbalance trae consigo resultados no solo ineficientes en términos de
conservación biológica, sino a veces incluso perjudiciales a la misma. Para ilustrar, se
ha recalcado la insensibilidad con las necesidades locales por parte de agentes exter-
nos que promueven la conservación biológica, al insistir en la aceptación de marcos
regulatorios nacionales ajenos a las modalidades tradicionales de gobernanza sobre
recursos naturales, por ejemplo (Bryant 2002). En ocasiones, la falta de coherencia
entre la designación de áreas protegidas y las poblaciones humanas dependientes de
los recursos naturales que esos territorios ponen a disposición no solo genera dilución
del esfuerzo conservacionista (Zimmerer 2000), sino que también puede profundizar
situaciones estructurales de injusticia social, junto con el deterioro ambiental asocia-
do (Robbins 2012).
La ciencia postnormal ofrece una perspectiva alternativa a la que actualmente rige
el fundamento científico de la conservación biológica. En esencia, se plantea trans-
cender las limitaciones actuales de esta última mediante una mayor inclusión social
en los procesos de generación y uso de información asociados con la toma de decisio-
220 nes que responden a sistemas complejos, como la interacción humano-naturaleza. En
lo que a la biología de conservación respecta, esta inclusión se refiere al conocimiento
ecológico local, lo cual contempla no solamente datos o descripciones que puedan
aportar al proceso investigativo moderno, sino también los marcos interpretativos
que dan forma al relacionamiento de poblaciones locales con lo natural.
Al poner énfasis en la calidad de la base informativa que subyace la toma de
decisiones a través de una consideración explícita de los aspectos participativos y
valorativos de la misma, la ciencia postnormal requiere una validación manifiesta del
pluralismo epistemológico que informa sobre los sistemas complejos. El intercambio
de conocimientos requerido pasa por la identificación, aceptación e internalización
de los diferentes trasfondos culturales que condicionan la manera en la cual diferentes
grupos de seres humanos estructuran su entendimiento de la naturaleza. En conse-
cuencia, aplicada a la conservación biológica, la ciencia postnormal se presenta como
un campo de interacción que sustenta formas de diálogo tendientes a la comprensión
entre distintas tradiciones epistemológicas y ontológicas, en otras palabras, como un
campo de comunicación intercultural.
La ciencia postnormal permite la revalorización del conocimiento ecológico local
desde tres perspectivas de interculturalidad –relacional, funcional y crítica–, colo-
cándolo como elemento imprescindible de la eventual calidad del aporte científico
hacia la orientación de los esfuerzos de conservación biológica. En este sentido, la
ciencia postnormal se torna columna vertebral de un nuevo planteamiento acerca de
la forma idónea de enfocar la conservación biológica, reconociendo explícitamente la

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 205-224


Conocimiento ecológico local y conservación biológica: la ciencia postnormal como campo de interculturalidad

necesidad de tomar en cuenta las distintas sabidurías articuladas por el ser humano
en torno a las dinámicas ecológicas que condicionan la evolución biológica en nues-
tro planeta. Desde la perspectiva de una ciencia postnormal, el paradigma científico
moderno que caracteriza a la biología de conservación, dominante, reduccionista,
empírico y unidisciplinario, debe incorporar e incluir al conocimiento ecológico lo-
cal con el objetivo de asegurar la viabilidad a futuro de la biodiversidad planetaria. La
interculturalidad, como vehículo de comunicación aplicable al pluralismo epistemo-
lógico, se vuelve por ende opción privilegiada de esta muy urgente reformulación de
cómo se abordan hoy en día los esfuerzos de conservación biológica.

Bibliografía

Aboelela, Sally W., Elaine Larson, Suzanne Bakken, Olveen Carasquillo, Allan For-
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225
Reseña. Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en Judith Butler y Paul B. Preciado

Situado teórica y políticamente dentro de


la teoría queer o cuir, De Mauro nos lleva a
adentrarnos en cada una de estas “cajas de
herramientas” cuyo horizonte común es recu-
perar la materialidad del cuerpo sexuado. No
obstante, de ningún modo los puntos en co-
mún que tienen ambas teorías son planteados
de manera armónica, más aún, el autor trata
de intervenir en el debate iniciado por Precia-
do, quien critica la teoría de la performativi-
dad del género de Butler, manifestando que
no toma en cuenta la dimensión material que
constituye al cuerpo sexuado. Específicamen-
te, Preciado sostiene que Butler deja de lado
el papel que juega la biotecnología en la for-
mación de los cuerpos y que se concentra úni-
camente en los modos de representación o de
actuación del género, o dicho de otra manera,
ISSN: 1390-1249
en los discursos y el lenguaje como elemen-
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2364
tos constituyentes del género. No obstante,
227
la intervención de De Mauro busca alegar en
Martín A. De Mauro Rucovsky favor de la teoría performativa de Butler, con
Cuerpos en escena. Materialidad y el fin de dar cuenta de que la distinción entre
cuerpo sexuado en Judith Butler y discurso y materialidad planteada por Precia-
Paul B. Preciado do carece de sentido. A partir de la puesta en
Madrid: Egales Editorial, 2016, 209 cuestión de las críticas realizadas por Preciado
págs. a Butler, el autor nos introduce en un deba-
te profundo que hace repensar las categorías
La creciente tendencia hacia la desmateriali- básicas de sexo y género, y al mismo tiempo,
zación de la realidad, de las relaciones y de los nos brinda una aproximación detallada de sus
mismos sujetos en el mundo que habitamos es obras. Asimismo De Mauro pone de manifies-
motivo suficiente para que Martín De Mau- to los modos en que las dos teorías hacen uso
ro plantee la pregunta sobre si “¿el cuerpo, o de los sujetos trans e intersex como objetos de
cualquier modalidad material del cuerpo es análisis que devienen en objetos colonizables.
puro efecto del lenguaje?” (p. 26). Su inquie- Para poner en marcha el entrecruzamiento
tud tiene como principal motivo la “sospecha de teorías, el autor toma como recurso meto-
generalizada de una pérdida o menosprecio dológico el montaje dramatúrgico inspirado
del cuerpo como realidad, naturaleza y mate- en Bertolt Brecht,1 con lo cual logra “poner
ria sexuada” (p. 29), por lo que, para dirimir
1 Dramaturgo y poeta alemán (1898-1956), cuya obra se dis-
esta suspicacia, el autor recurre al entrecruza- tingue fundamentalmente por ser política. Retomó de Walter
miento de la teoría perfomativa del género de Benjamin la idea del montaje, como un modo de escritura y de
representación que privilegia el uso de las ruinas y los desechos
Judith Butler y a la teoría de las incorporacio- para construir una historia a contrapelo, en donde son visibles
nes prostéticas de Paul B. Preciado. las disrupciones silenciadas por la historia oficial. Brecht extra-
poló esta propuesta a su propia creación teatral.

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Reseña. Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en Judith Butler y Paul B. Preciado

en escena” de manera autónoma las cajas de terativa. Dicho lo anterior, el autor trata de
herramientas teórico-conceptuales de Butler mostrarnos la concepción del cuerpo en Butler
y Preciado, así como su valoración propia al como un espacio en el que el género se devela
respecto. El resultado de ello se traduce en una como un constructo histórico que privilegia
lectura no lineal e intertextual que puede ha- la fijación de la matriz de inteligibilidad hete-
cerse sin un orden definitivo. Este modo de rosexual. Según Butler, para que esta fijación
proceder, que recurre a un lenguaje figurado, tenga lugar, los sujetos –independientemente
es especialmente fructífero en los capítulos en de su identidad sexual– constantemente dra-
los cuales aborda el corpus teórico butleriano, matizan el género de acuerdo con guiones
ya que el énfasis puesto por la autora estadou- pautados socialmente. Sin embargo, estos
nidense en la representación, la repetición y guiones son susceptibles de reinterpretación,
la actuación –como acciones constructoras y lo que da lugar a “la proliferación y variación
productoras del género– no solo es compa- de estilos corporales” (p. 48) que transgreden
tible con este procedimiento metodológico, la heteronormatividad. De este modo, las
sino también logra dar cuenta cabal de su teo- identidades trans se configuran como puestas
ría. Dicho lo anterior, el contenido del libro se en escena contaminantes, pues no correspon-
presenta en cuatro actos: i) “Teatro y drama den “naturalmente” con los géneros definidos
en Judith Butler”; ii) “Escritos con el cuerpo como verdaderos. En ese sentido, De Mauro
o de qué están hechos los cuerpos”; iii) “Mu- es enfático en señalar que el objetivo de Butler
tilaciones, prótesis y cíborgs en Paul B. Precia- es denostar aquellas concepciones que “natu-
228
do”; y iv) finalmente el acto de cierre titulado ralizan el cuerpo cuando cosifican y petrifican
“¿Los límites de la carne coinciden con los lí- el género” (p. 53) y en su lugar propone el
mites del cuerpo?” A lo largo de estos actos o carácter perfomativo del género, que impli-
capítulos, De Mauro construye un teatro de ca la actuación repetitiva de rasgos, gestos y
operaciones en el cual la teoría se encuentra actitudes que dotan al cuerpo de una identi-
imbricada en los modos de representar o de dad sexuada. En suma, lo más importante de
actuar el género para Butler, o en el devenir este acto es la forma en que De Mauro nos
del cuerpo generizado para Preciado, para que muestra –a través de la teoría perfomativa de
luego en el acto final ambos constructos teó- Butler– que el género es una constante actua-
ricos intervengan en una sola pieza en la cual ción que carece de un modelo original, por lo
el autor confronta las diferencias que Preciado que ninguna identidad de género –sea hete-
señala, denotando las potencialidades, los lí- rosexual, homosexual o trans– es más válida
mites y las articulaciones que se pueden esta- que otra. Precisamente en los modos de rein-
blecer entre ambas teorías. vención que cada sujeto pone en escena y en
En el primer acto, De Mauro analiza de- el escenario colectivo de la actuación sexual es
talladamente la teoría performativa del género donde radica la agencia política que permite
de Butler. Aquí, el recurso del teatro y la pues- transformar y/o poner en cuestión la matriz
ta en escena da contundencia al desarrollo de de inteligibilidad heterosexual como lo natu-
los argumentos, pues a partir del presupuesto ral y verdadero.
de que la anatomía sexual no necesariamente En el segundo acto, el autor aborda la
conlleva una identificación con el género, se distinción entre materialidad y discurso que
desglosa la tesis butleriana que sostiene que el conlleva la teoría butleriana, con lo cual, a ma-
cuerpo sexuado es una puesta en escena rei- nera de una respuesta, se adelanta a la crítica

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Reseña. Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en Judith Butler y Paul B. Preciado

de Preciado. A partir de la pregunta sobre si tan de cualidades al cuerpo. El énfasis de Pre-


“¿los procesos culturales generan fundamentos ciado está en el cuerpo como un espacio que
naturales?”, De Mauro alega que para Butler se encuentra en constante transformación, o
la materialidad de los cuerpos solo puede ser si se quiere, en constante devenir. La hibrida-
inteligible a través de procesos de significa- ción juega aquí un papel fundamental, puesto
ción, pues es ahí en donde adquiere sentido que se trata de concebir al género como el re-
social. En este punto, entra en juego la distin- sultado nunca acabado de la integración “de
ción entre el sexo como un elemento “natural” elementos humanos/no humanos” (p. 125)
y el género como un elemento sociocultural. en la constitución de un cuerpo sexuado. En
En respuesta a ello, Butler arguye que “el sexo este punto, De Mauro nos muestra el recur-
es un ideal regulatorio que permitió agrupar so de Preciado del cíborg, como cuerpo que
en una unidad ficticia y artificial elementos conjuga “lo orgánico con lo artificial” y que
anatómicos, funciones biológicas, conductas, corresponde con –lo que Preciado llama– el
sensaciones, placeres” (p. 91), y luego, con la régimen contemporáneo farmacopornográfico,
emergencia del género, el sexo que desde un que se caracteriza por la “plasticidad del gé-
inicio es un constructo social sería conducido nero” (p. 137) como algo no acabado, cuyas
a “un espacio prelingüístico y previo a la cons- modificaciones se dan primordialmente en
trucción” (p. 91) para así estabilizarse como un nivel molecular-hormonal. En ese devenir
natural. Lo que trata de mostrar De Mauro es producido por la conjunción entre tecnología
que las maneras en que los elementos que se y naturaleza es que Preciado propone con-
229
presentan como el último reducto natural son siderar a la primera como un elemento que
asimismo construcciones sociales producidas produce a la naturaleza o al cuerpo sexuado.
mediante discursos. Así pues, lo que el autor Aquí se vislumbra la crítica que Preciado lan-
evidencia es la circularidad mutua que se esta- za a Butler, pues acusa a la teoría perfomativa
blece entre la materialidad y el discurso, ya que del género de no dar cuenta de estos procesos
el cuerpo sexuado se inscribe como tal a partir de incorporación de tecnología en el cuerpo y
de las significaciones sociales. En este punto restringirse a un área meramente lingüística.
del acto, De Mauro aclara que el discurso es En el acto de cierre, De Mauro realiza
tal en la medida en que deja escapar una parte un balance final de las cajas de herramientas
de la materialidad a la que no puede nombrar, desplegadas en el escenario. En un primer
lo que se convierte en su exterior constituti- momento, De Mauro argumenta en favor de
vo, o en palabras De Mauro y Butler, en lo Butler la invalidez de la crítica de Preciado,
abyecto. En ese sentido, según lo propuesto pues considera que su análisis segrega total-
por la teoría butleriana, para que la matriz de mente la dimensión discursiva de la dimen-
inteligibilidad heterosexual se pueda constituir sión material, cuando en realidad el discur-
como ideal, necesariamente debe patologizar so no implica una exclusión de lo material,
las identidades genéricas que se le escapan. más bien, le dota de significado. Asimismo
En el tercer acto, De Mauro entra de lleno De Mauro esgrime que tanto Butler como
en la síntesis de la teoría de las incorporacio- Preciado ejercen una actitud colonizadora al
nes prostéticas de Preciado. En contraposición tratar como objetos de análisis a la drag queen
con Butler, Preciado considera que la mate- Venus Xtravaganza2 en el caso de Butler y a
rialidad del cuerpo sexuado se expresa en los
2 Venus Xtravaganza fue una mujer estadounidense transgénero,
modos en que la tecnología o las prótesis do- que protagonizó el documental París en Llamas. Fue estrangu-

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Reseña. Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en Judith Butler y Paul B. Preciado

la intersex Agnès3 en el caso de Preciado. Por al decidir tomar estrógenos de manera autó-
su parte, Butler trata de mostrar mediante el noma. Finalmente el autor señala los modos
ejemplo de Venus Xtravaganza que el géne- en que ambas cajas de herramientas se plan-
ro es ante todo una práctica de dramatiza- tean el problema de la agencia política: para
ción, ignorando las condiciones de clase y de Butler, ésta se traduce en la articulación po-
raza que influyen en el fatal final de Venus. lítica, mientras que para Preciado constituye
Mientras que Preciado, utiliza el ejemplo de la amplitud de las multitudes queer. El autor
Agnès como modelo de cuerpo sexuado que concluye que ambas construcciones teóricas
corresponde al régimen farmacopornográfico, no son excluyentes entre sí, sino que incluso
pueden complementarse, pues el papel que
lada por un cliente en 1988, dos años antes que dicho docu-
mental fuera estrenado. Su cuerpo fue encontrado cuatro días tiene la tecnología en la producción del cuer-
después de haber sido asesinada en un hotel de Nueva York. po también corresponde a un efecto perfor-
3 Agnès fue una mujer trangénero catalogada como intersexual
por las instituciones médicas y psiquiátricas estadounidenses
mativo de la sexualidad contemporánea.
de la década de 1950, quienes aprobaron una operación de
reasignación de sexo cuando este procedimiento todavía era
prohibido en 1959. Sin embargo, seis años después de haber
Antonieta Ramírez
recibido la cirugía, Agnès confesó haber tomado intencional- Facultad Latinoamericana de Ciencias
mente los estrógenos de su madre cuando tenía doce años de
edad, pues al haber nacido con pene y testículos ella quería Sociales, Ecuador
evitar la aparición de las características secundarias masculinas
durante su pubertad.

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Reseña. El conejillo de Indias profesional. La industria farmacéutica y el riesgoso mundo de los sujetos de investigación

cieron las debidas pruebas antes de lanzarlos


al mercado.
Lo que a veces ignoramos es que estos
fármacos fueron probados en seres humanos
con sus propias historias, luchas y expectati-
vas desarrolladas en un contexto económico
y social particular. El libro de Roberto Abadie
versa sobre un grupo de personas, los “cone-
jillos de Indias profesionales” (CIP), quienes
brindan su cuerpo y su salud a las industrias
farmacéuticas para experimentar el efecto de
los medicamentos. Los laboratorios realizan
una serie de pruebas dividida en fases1 donde
se requiere la participación de “voluntarios”
para determinar los efectos del producto y si
éste podrá seguir los siguientes controles antes
de llegar al mercado.
ISSN: 1390-1249 La tesis central de Abadie es que existe
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2485 una población pobre, con acceso limitado al
trabajo o desempleada, que alquila su cuerpo
231
Roberto Abadie sano para la experimentación de la industria
El conejillo de Indias profesional. La farmacéutica. La denominación de “volunta-
industria farmacéutica y el riesgoso rios”2 niega la mercantilización del cuerpo de
mundo de los sujetos de investigación estos individuos, quienes, en la mayoría de los
Quito: CONSEP / Observatorio Nacional casos, se ofrecen por la remuneración econó-
de Drogas / UASB Ecuador, 2014, 184 mica y no por altruismo o porque crean en
págs. los avances de la ciencia médica. Este incen-
tivo económico es tan determinante que los
Los medicamentos son parte de nuestra co- participantes dejan de lado la escala de riesgo
tidianidad. A diario, millones de estos pro-
ductos se comercializan en todo el mundo, 1
Magos Guerrero y Lorenzana-Jiménez (2009) indican que hay
cuatro fases antes de lanzar un nuevo medicamento. La primera
constituyéndose en una industria que mueve fase se caracteriza por la experimentación del fármaco en sujetos
sanos; en la segunda se administra el medicamento a pacientes
cuantiosos montos de dinero. Los usuarios, con la enfermedad que se pretende tratar; la tercera fase implica
cuando adquirimos la condición de pacien- ensayos con grupos más grandes y una mayor cantidad de bio-
médicos; y la cuarta fase consiste en vigilar los efectos adversos
tes, consumimos estos remedios bajo ins- a largo plazo del producto que ya se encuentra en el mercado.
trucciones del médico, confiando en que su Ver: Gil Alfonso Magos Guerrero y Marte Lorenzana-Jiménez.
2009. “Las fases en el desarrollo de los nuevos medicamentos”.
capacidad profesional le permite determinar Revista de la Facultad de Medicina UNAM 52 (6): 260-264. Ac-
si el fármaco tendrá un efecto positivo sobre ceso el 1 de octubre de 2016.
http://www.medigraphic.com/pdfs/facmed/un-2009/un096e.pdf
nuestro cuerpo. En general, consideramos 2 Ver por ejemplo: Carlos Bustamante Rojas. S/f. “Fases del desa-
que los medicamentos restituirán nuestra rrollo de un nuevo medicamento”. Clinical Evidence. Acceso el
1 de octubre de 2016.
salud y que no tendrán consecuencias nega- http://clinicalevidence.pbworks.com/w/file/fetch/63221078/
tivas, no solo porque lo indique el galeno, FASES%20DE%20DESARROLLO.pdf
Ver también Magos Guerrero y Marte Lorenzanna-Jiménez
sino también porque confiamos en que se hi- (2009).

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Reseña. El conejillo de Indias profesional. La industria farmacéutica y el riesgoso mundo de los sujetos de investigación

construida por ellos mismos o incluso suscri- conciencia de grupo entre los CIP e incluso
ben los mecanismos de protección sin tener que se desencadenen procesos de resistencia.
claridad sobre su contenido. Sin embargo, las características del trabajo
De esta manera, los CIP surgen en un hacen que los miembros sean fluctuantes,
modelo globalizado y flexible de acumulación impidiendo que se consoliden los procesos
de capital, donde el cuerpo se inserta como organizativos y que la resistencia se traduzca
otra mercancía disponible en el mercado. Aun en acciones individuales como el cinismo o
cuando surgen procesos puntuales de resisten- el sabotaje, sin ningún efecto sobre el sistema
cia y crítica entre sus filas, esta población en- en su totalidad.
carna el ethos requerido por una economía de El tercer capítulo muestra cómo los CIP
mercado neoliberal: cuerpos flexibles, dóciles lidian con el riesgo de la labor que desem-
y de fácil movilidad geográfica de acuerdo con peñan. Los conocimientos locales configu-
el requerimiento del capital. ran una construcción social del riesgo con la
El primer capítulo del libro muestra los que los participantes miden las consecuen-
pormenores del reclutamiento de los “volun- cias de enrolarse en una prueba. Los saberes
tarios”. Los laboratorios enrolan individuos compartidos entre los CIP contemplan los
para las pruebas, anunciando que se dará un niveles de riesgo de las pruebas, qué tipo de
incentivo económico por su participación. medicamentos son más peligrosos y cómo
Los requisitos son tener menos de 45 años desintoxicar el cuerpo. A pesar de esta cons-
de edad, disponer de tiempo para concluir trucción social del riesgo, los CIP se ven obli-
232
las pruebas y sobre todo poseer un buen es- gados, debido a las presiones económicas que
tado de salud. Los montos de las remunera- sufren, a elegir la compensación monetaria y
ciones animan a las personas desempleadas a soslayar los efectos a largo plazo sobre su
o subempleadas a enrolarse en cuantas prue- salud.
bas se anuncien, a pesar de no ser un trabajo Los capítulos cuarto y quinto presentan
fijo ni tener las prestaciones sociales corres- el caso de las Organizaciones de Pruebas con
pondientes. Dinero fácil en poco tiempo es Base en la Comunidad (OPBC) y la investi-
la idea subyacente que logra incluso enrolar gación que realizan con pacientes infectados
como CIP a miembros de grupos antisistema por el VIH. A pesar de que la participación
capitalista, como es el caso de los anarquistas es voluntaria y hay una genuina intención de
de Filadelfia. colaborar con la comunidad, la decisión de
El segundo capítulo explora el funcio- cooperar responde a la necesidad de acceder
namiento de las pruebas y procesos de afir- a tratamientos que la población más pobre no
mación y resistencia de los CIP. La labor del puede permitirse. Los casos que se presentan
participante no es la producción de algún son un ejemplo de aquello: personas de baja
bien, sino soportar las distintas acciones condición económica, sin empleo o con tra-
durante las pruebas (extracción de sangre, bajo informal, con problemas de drogas y en
biopsia, dietas, entre otras). Abadie denomi- condiciones sociales que dificultan convivir
na esto una “economía de tortura moderada” con el virus.
donde el oficio no se da mediante la fuerza El capítulo sexto narra la historia de los
de trabajo, sino por la capacidad del cuer- orígenes de las experimentaciones con fárma-
po para soportar los exámenes médicos. Es- cos. Prisioneros y pacientes psiquiátricos eran
tas condiciones permiten que surja una leve obligados a probar medicamentos hasta que

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Reseña. El conejillo de Indias profesional. La industria farmacéutica y el riesgoso mundo de los sujetos de investigación

surgió una legislación que obligó a las farma- tivo del experimento: comercializar un nuevo
céuticas a enrolar personas que consientan su medicamento.
participación. También se abordan los proce- El segundo aporte es presentar un caso
sos de desindustrialización y crecimiento de inusual de la creciente medicalización de la
la pobreza en Filadelfia, situación que influyó sociedad. Foucault observó que la medicina
para que un sector de la población en condi- excedió el campo de demanda del paciente
ciones económicas precarias decidiera conver- para imponerle enfermedades y para conver-
tirse en CIP. Abadie observa una característica tir campos de su cotidianidad en objetos de la
tras estos cambios: grupos de población priva- intervención médica.5 Esto lleva a la pregunta
dos de derechos y en lo más bajo de la escala de si los fármacos que se experimentan en los
social son seleccionados como “voluntarios”. CIP son necesarios para la sociedad o si solo
El séptimo capítulo profundiza los aspec- responden a los intereses económicos de las
tos éticos de estas pruebas. Aquí el autor resal- empresas farmacéuticas.6
ta la contradicción esencial en la relación entre El tercer aporte es animarnos a reflexionar
la industria farmacéutica y los CIP: considerar sobre la mercantilización de la salud. Como el
esta labor como voluntaria cuando en realidad propio autor indica, su caso de estudio mues-
hay intereses económicos en ambas partes. A tra el doble sojuzgamiento del individuo: ha-
esto se añade que los procedimientos de infor- cia la ciencia médica y al capital. Foucault in-
mación no son los adecuados: los formularios dicó que la economía política de la medicina
de consentimiento tienen un lenguaje inacce- contemporánea cambió de ser un instrumento
233
sible para los participantes. De esta forma, los para asegurar el mantenimiento y reproduc-
CIP se enrolan a las pruebas sin conocer todos ción de la fuerza laboral hacia uno de creación
los riesgos a corto y largo plazo. de riqueza. El autor decía que “(…) la salud
El estudio de los CIP tiene al menos tres constituye un deseo para unos y un lucro para
aportes para el debate sobre la salud. El pri- otros”,7 lo cual se hace realidad en tanto las in-
mero es nutrir la discusión del cuerpo como dustrias farmacéuticas muestran predilección
fenómeno social. La ciencia contemporánea por invertir en medicamentos de venta segura8
considera al ser humano un conjunto de fun- o en campañas de mercadeo,9 antes que en la
ciones individuales que interactúan forman- Investigación y Desarrollo (I+D) de fármacos
do un “mecanismo corporal” donde el sujeto
consciente es residual.3 Negar al individuo 5 Michel Foucault. 1978. Medicina e historia: el pensamiento de
Michel Foucault. Washington: Organización Panamericana de
conduce también a rechazar el cuerpo como la Salud (OPS), 25.
una construcción social diversa.4 El caso de 6 Ver por ejemplo: Peter Conrad. 2007. The Medicalization of So-
ciety: On the Transformation of Human Conditions into Treatable
los CIP es un ejemplo de aquello, pues sus Disorders. Baltimore: Johns Hopkins University Press.
cuerpos son abstractos durante las pruebas, 7 Michel Foucault. 2006. La vida de los hombres infames. La Plata:
mientras que sus contextos sociales solo son Altamira, 52
8
Xabier Barrutia y Patxi Zábalo. 2004. “Sector farmacéutico,
relevantes en tanto aporten datos para el obje- patentes y acceso a medicamentos en el sur”. CIDOB d’Afers In-
ternacionals 64: 175-191. Acceso el 30 de septiembre de 2016,
3 David Le Breton. 1994. “Lo imaginario del cuerpo en las tec- 180.
nociencias”. Revista Española de Investigaciones Sociológicas 68: http://www.raco.cat/index.php/RevistaCIDOB/article/view-
197-210. File/28347/28182
4 Le Breton (2002) señala que el cuerpo debe ser entendido 9
José Luis León. 2006. “Globalización, salud y seguridad: coor-
como una construcción simbólica porque así se explicaría que denadas de un “nuevo tema” de la agenda internacional”. CI-
su representación varíe en las diferentes realidades sociales. Ver: DOB d’Afers Internationals 72. Acceso el 30 de septiembre de
David Le Breton. 2002. Antropología del cuerpo y modernidad. 2016, 50.
Buenos Aires: Nueva Visión, 13. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1448927

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 231-234


reseñas

Reseña. El conejillo de Indias profesional. La industria farmacéutica y el riesgoso mundo de los sujetos de investigación

económicos que beneficien a poblaciones po- (medicamento) le es extraño, sino también el


bres.10 acto de producción (las pruebas).
El rol de los CIP ilustra que un nuevo me- Abadie reconoce la dificultad para trans-
dicamento se piensa en términos económicos formar la situación de los CIP. Considera que
desde su concepción, pues incluso los cuerpos eliminar estas pruebas dificultarían el avance de
de los “voluntarios” se consideran parte de los la ciencia médica, pero también tendría efec-
costos de inversión. El CIP produce un bien tos negativos sobre la población que subiste
en tanto pueda soportar las agresiones de esta con esta actividad. Por ello, aboga por políticas
“economía de tortura moderada” que lo des- públicas que fortalezcan el proceso de consenti-
humaniza al convertirlo en objeto de expe- miento y por una mayor protección del Estado
rimentación. De esta manera, en los CIP se hacia los CIP. En todo caso, su estudio invita
presenta en extremo el trabajo enajenado que a continuar la discusión de las consecuencias
mencionaba Marx,11 pues no solo el producto éticas y económicas de esta actividad y de los
10 Xabier Barrutia y Patxi Zábalo. 2004. “Sector farmacéutico,
propios principios de la biomedicina.
patentes y acceso a medicamentos en el sur”. CIDOB d’Afers
Internacionals 64: 175-191.
Mario Portugal-Ramírez
11 Carlos Marx. 1982. “Manuscritos filosóficos de 1844”. En
Marx, escritos de juventud, editado por Carlos Marx y Federi- Universidad de Massachusetts. Boston,
co Engels, 555-670. México: Fondo de Cultura Económica Estados Unidos
(FCE).

234

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 231-234


Reseña. El sistema es antinosotros. Culturas, movimientos y resistencias juveniles

aliado en la aventura de configurar otro mun-


do posible.
El volumen se compone de cuatro mo-
mentos: “Escena I. Las voces de la calle” –de
José Manuel Valenzuela Arce– otorga un pa-
norama teórico planteado desde diversas óp-
ticas propuestas en la academia internacional,
que tratan de indagar los modos, prácticas, vi-
siones y propósitos de los nuevos movimien-
tos sociales juveniles. “Escena II. Primavera
Árabe, okupas e indignados” representa un
apartado medular al bosquejar las expresio-
nes más disruptivas de los últimos tiempos.
Desde Egipto, España y Nueva York, los
autores José Sánchez, Pablo Benson, Carles
Feixa, Maurício Perondi, Guillermo Castro,
Javier Torret, así como la autora Rossana Re-
guillo, trazan las coordenadas de estos cismas
ISSN: 1390-1249
sociales del tercer milenio.
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2424
Uno de los puntos centrales de la discu-
235
sión se refiere al problema que representa –en
José Manuel Valenzuela Arce, especial para diversas trincheras analíticas– la
coordinador renuencia de fenómenos como Occupy Wall
El sistema es antinosotros. Culturas, Street (OWS)1 a “cifrarse por categorías clá-
movimientos y resistencias juveniles sicas de contención política como lo es el
México: Gedisa, 2015, 505 págs. término movimiento social” (Benson, en Va-
lenzuela Arce, 105). La apropiación de este
La fotografía de la portada de este libro mues- término ayuda a conferir un aura de legitimi-
tra a un joven de ojos taciturnos, matizados dad ante la sociedad y el espectro mediático,
por la indignación, pero con una mirada que al permitir “situarlo dentro de una trayec-
paradójicamente también proporciona una toria de luchas reivindicativas” (Benson, en
bocanada de esperanza. Detrás de este joven Valenzuela Arce, 105). Sin embargo, es me-
transcurre una movilización, una resistencia diante la observación de los fines buscados
que grita: “El sistema es antinosotros”. Con por OWS (concebir un nuevo proyecto civi-
una introducción y un marco teórico por par- lizatorio) que resulta posible comprender los
te del coordinador de la obra, José Manuel nuevos movimientos como redes tecno-po-
Valenzuela Arce, más de 14 ensayos a cargo líticas con períodos itinerantes de actividad
de 16 pensadoras y pensadores, así como un y latencia, las cuales, debido a su forma, se
anexo titulado “Numeralia sobre la condición resisten a ser narradas de manera lineal, pues
juvenil contemporánea” a cargo de Juan Ma- su fuerza no radica en dar expresión colectiva
nuel Ávalos, el libro logra crear un panóptico
analítico sobre la acción colectiva de los últi- 1 Protesta que, desde el 17 de septiembre de 2011, ha ocupado
el Zucotti Park de Lower Manhattan en Nueva York, Estados
mos años, que ha tenido a Internet como un Unidos.

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reseñas

Reseña. El sistema es antinosotros. Culturas, movimientos y resistencias juveniles

a demandas puntuales (Benson, en Valenzue- sociales. Los y las jóvenes del siglo XXI reba-
la Arce, 106). san las marchas y las consignas para promover
La principal contribución de los partici- un nuevo entendimiento de la resistencia des-
pantes de OWS o del 15M en España2 recae de una óptica cultural.
en labrar nuevos escenarios desde la cotidia- La “Escena IV. Integrados y disidentes:
nidad. Aquí entra la categoría de sociedades voces del Cono Sur”, a partir de los trabajos
en movimiento, por ser luchas en busca de de Melina Vázquez y Pablo Vommaro, ana-
un mundo otro, en donde “la duración no es liza América Latina bajo el marco de la ma-
un continuo, no es el período de tiempo que rea rosa. El llamado ciclo progresista que se
transcurre entre el principio y el fin de una vivió en la región desde el inicio del siglo XXI
cosa, sino el paso entre un estado y otro esta- y que parece encaminarse a su final. En esta
do” (Reguillo, en Valenzuela Arce, 133). Los parte de la obra, se aprecia la manera en que
autores de esta escena recalcan algo primor- la izquierda institucional logró cautivar a jó-
dial que para diversos pensadores ha sido una venes latinos al incorporarlos en sus bases de
motivación para denostar las resistencias: el apoyo. Melina Vázquez coloca el ejemplo de
vertiginoso crecimiento del teatro lúdico, las Argentina y el gran respaldo recabado por la
expresiones estéticas y el lugar preponderan- expresidenta Cristina Fernández mediante su
te de los sentimientos. Hoy no se abraza un discurso e implementación de diversas políti-
modelo organizativo, sino una causa. Atrae el cas públicas.
encuentro con el otro, el trabajo en común, Por su parte, Vommaro enfatiza en otras
236
el diálogo en cercanía para, desde ahí, pugnar redes juveniles de Argentina, Brasil y Chile,
por un entorno igualitario y verdaderamente cuyo actuar suele ser más independiente que
democrático. las estudiadas por Vázquez, pero que sí poseen
La “Escena III. Apartheid educativo, so- vínculos con el Estado “basados en una inter-
ñadores y biorresistencias” focaliza la proble- locución directa y sin mediaciones. El diálogo
mática desde nuestra América. Un verdadero entre los voceros y el Estado se plantea sin la
caleidoscopio se muestra ante nosotros: de intermediación de partidos políticos o sindi-
la mano de Rodrigo Rivera, Gabriel Medi- catos” (Vommaro, en Valenzuela Arce, 460).
na, Alexandra Agudelo, Irene Imuris, Carlos Los movimientos en cuestión van tras la am-
Amador, Eugenia de la O y Alfredo Nateras, pliación de los derechos humanos así como
transitamos de la convulsión estudiantil en la consolidación de las diversidades sociales:
Chile al movimiento por la educación en Co- temas aún pendientes en las agendas de diver-
lombia, el movimiento Dreamer en Estados sos gobiernos latinoamericanos. El libro cierra
Unidos y el #Yosoy132 en México. con la “Numeralia” de Juan Manuel Ávalos,
Las líneas de este apartado recuperan lo quien expone e ilustra los condicionantes
dicho previamente, ya que se vuelcan sobre las existentes para los y las jóvenes del presente, al
afectividades de las resistencias, las motivacio- recuperar estadísticas y datos publicados por
nes compartidas, las estrategias innovadoras diversas organizaciones regionales e interna-
para denunciar el agotamiento del modelo cionales.
neoliberal desde el espacio público y las redes El sistema es antinosotros desglosa los más
recientes pensamientos teóricos respecto a
2 Movimiento ciudadano que surgió a raíz de la manifestación
convocada por diferentes colectivos, el 15 de mayo de 2011, los movimientos sociales y las resistencias,
que provocó una serie de protestas pacíficas en España a favor
de una democracia más participativa.
tejiendo una red de entendimiento y debate

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 235-237


Reseña. El sistema es antinosotros. Culturas, movimientos y resistencias juveniles

sobre las nuevas rutas de las diversas expresio- expresiones juveniles un cariz menos so-
nes juveniles que caminan, usualmente, hacia ciopolítico y más sociocultural. Las resisten-
rumbos promisorios. Justo aquí radica uno de cias del ahora trastocan diversos ámbitos de
los grandes aportes del libro, al presentar un la vida privada gracias al papel de Internet,
esbozo de las y los jóvenes del ahora y exponer por ende, las oposiciones al sistema se entre-
sus demandas, las cuales son amplias; emanan lazan día con día en diversos sitios del orbe,
de contextos específicos locales, regionales o rompiendo lentamente algunas barreras per-
nacionales; e incorporan, cada vez más, refe- sistentes entre jóvenes, incluso al incorporar
rentes del mundo en su conjunto. Sin olvidar demandas consideradas décadas atrás como
que en los y las jóvenes del planeta globalizado periféricas. Por lo anterior, el ejemplar repre-
existen marcadas diferencias en opciones y ex- senta un valioso aporte a las ciencias socia-
pectativas de vida a partir de regiones, países, les dentro de un debate aún en desarrollo,
clase, género, adscripción étnica, preferencia al plantear diversas sendas, desde y para los
sexual y otros aspectos que inciden en las bases nuevos movimientos que caminan con la
objetivas para definir u obstaculizar modelos indignación y la imaginación política como
alternativos y viables de vida (Arce, en Valen- compañeras, rumbo a un nuevo modelo de
zuela Arce, 29-67). vida.
No obstante, es importante rescatar, a
manera de síntesis, que al mirar los ensayos Isaac Vargas
en su conjunto es posible vislumbrar en las El Colegio de Jalisco, México
237

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reseñas

Reseña. El audiovisual ampliado

añeja en el presente contexto de convergencia


entre el audiovisual, la informática y las tele-
comunicaciones.
La obra está compuesta por siete capítulos
precedidos por un prólogo de Guillermo Mas-
trini y una introducción de Marino. Como
piezas de un rompecabezas, cada uno de los
apartados contribuye a trazar una pintura
completa de las dinámicas del sector audiovi-
sual en Argentina. Producción, distribución,
consumos y regulación de los medios comer-
ciales y públicos. Tal es el título del proyecto
de investigación que integran los autores y au-
toras y, además, una definición precisa de su
objeto de estudio.
El capítulo inicial funciona como un pa-
raguas que recorre y contextualiza los ejes que
ISSN: 1390-1249 vertebraron las políticas de comunicación ar-
DOI: http://dx.doi.org/10.17141/iconos.59.2017.2580 gentinas entre 2009 y 2015. Durante el pri-
mer año, se debatió y sancionó la Ley 26 522
238
Santiago Marino, coordinador de Servicios de Comunicación Audiovisual
El audiovisual ampliado (LSCA); el segundo fue el último de la Pre-
Buenos Aires: Ediciones Universidad del sidencia de Cristina Fernández y aquel en el
Salvador, 2016, 176 págs. cual la alianza política encabezada por Mau-
ricio Macri ganó las elecciones y asumió el
El ritmo dinámico con el que se han produ- Gobierno.
cido las transformaciones tecnológicas, eco- En primer lugar, Marino describe el derro-
nómicas, regulatorias y de los usos sociales tero de la LSCA: su sanción, aplicación y ju-
de los medios de comunicación durante los dicialización, así como los asuntos pendientes
últimos años desafía a especialistas a agudizar que pueden listarse a seis años de haber sido
sus capacidades de indagación y reflexión. Un aprobada. Luego, analiza los principales ras-
equipo de jóvenes investigadores de la Uni- gos del Plan Nacional de Telecomunicaciones
versidad del Salvador de Buenos Aires, coor- Argentina Conectada, creado en 2010 bajo la
dinados por Santiago Marino, asumió el reto órbita del Ministerio de Planificación Federal,
y produjo un interesante aporte al estudio Inversión Pública y Servicios; y finalmente se
de distintas aristas que componen el “sector detiene en la Ley 27  078 Argentina Digital.
audiovisual ampliado” (p. 16) en Argentina, Ésta fue aprobada en 2014, en parte, como
entre 2009 y 2015. El original concepto que un intento de compensar algunos puntos flo-
otorga el nombre al primer libro de este co- jos de la LSCA en lo atinente al diseño de po-
lectivo abarca el cine, la televisión abierta y líticas convergentes; no obstante, las distintas
de pago –tanto analógica como digital– y los medidas de política pública carecieron –según
servicios en línea. Así, extiende el alcance de afirma el autor– de una estrategia articulada
la ya desactualizada noción de radiodifusión, en su planificación y gestión. Como resulta-

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 238-241


Reseña. El audiovisual ampliado

do de esa y otras dificultades, se vaticina un desarrollan, en el capítulo tres, el proceso de


escenario en el cual los actores más concentra- implementación de la Televisión Digital Te-
dos tendrán la posibilidad de brindar servicios rrestre (TDT) entre 2011 y 2013. Éste fue
convergentes y el acceso a ellos estará mediado impulsado por el Estado, el cual comenzó
por la capacidad de pago. El pronóstico no con iniciativas destinadas a promover la mi-
parece exagerado, especialmente a la luz de las gración entre los sectores desfavorecidos de la
medidas promovidas desde el sector público a sociedad, como fue la entrega gratuita de de-
partir de diciembre de 2015. codificadores. El trabajo se desplegó en dos di-
En el segundo capítulo, Matías Di Santi recciones: primero, contextualizó brevemente
y Ariel Riera se sirven de múltiples fuentes las características históricas, técnicas y norma-
para analizar los planes de adecuación que tivas de esta medida de política pública; en
los licenciatarios de servicios audiovisuales segundo lugar, analizó los usos y consumos de
comerciales presentaron ante la autoridad de la TDT. Para este último aspecto, tomó como
aplicación de la LSCA con el fin de ajustarse a casos testigo Quilmes y San Fernando, dos
los límites de la concentración dispuestos por municipios del segundo cordón del conurba-
la norma. El apartado se organiza en función no bonaerense en los cuales se llevó a cabo una
de tres ejes: en primer término, se desarrolla serie de encuestas y entrevistas etnográficas.
la propuesta presentada por el Grupo Clarín, Entre los hallazgos de la investigación, se
en noviembre de 2013, tras el arduo período destacó el impacto positivo de la medida en
de judicialización iniciado por el holding me- el público, una vez sorteada la barrera del des-
239
diático más importante del país. En segundo conocimiento. La penetración de la televisión
lugar, analiza los planes de adecuación volun- por cable, que ronda el 80% de los hogares,
taria presentados antes del 7 de diciembre de fue una condición inicial adversa para la difu-
2012 por el Grupo Uno, el Grupo Indalo y sión de la TDT. Entre quienes la consumen, la
Telefónica de Argentina, tres casos con rasgos valoración es muy positiva y subrayan la cali-
particulares que ameritan el exhaustivo desa- dad de los contenidos –en especial, el fútbol y
rrollo que hacen los autores. Posteriormente la programación infantil– y la alta definición
aborda una serie de regularidades que surgen de la imagen. Los rasgos negativos se asocian,
del análisis del resto de los más de 40 planes por lo general, con las dificultades técnicas en
también presentados antes del vencimiento la instalación en los hogares. Llamativamen-
del plazo establecido por la Corte Suprema te, la gratuidad emerge como un elemento de
de Justicia de la Nación (CSJN). Además de desconfianza debido a la idea arraigada de que
examinar las propuestas de las empresas, el “lo bueno hay que pagarlo” (p. 87) y a que el
texto profundiza en el desempeño de la Auto- servicio es promovido por el Estado. En defi-
ridad Federal de Servicios de Comunicación nitiva, según reconocen los autores, la imple-
Audiovisual (AFSCA) ante cada una de las mentación de esta política ha sido, durante el
presentaciones. Ofrece, así, un panorama am- período estudiado, más eficiente en términos
plio de uno de los puntos más conflictivos de de infraestructura que en la promoción del
la LSCA. Finalmente enumera los puntos del sistema.
deber y del haber que ha acumulado la imple- El cuarto capítulo analiza las transforma-
mentación de la norma en este campo. ciones en la industria de la televisión a partir
Guillermo Mastrini, Martín Becerra, San- de la aparición de servicios de distribución
tiago Marino, Julián Gadano y Tomás Bieda de contenidos mediante Internet, agentes co-

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 238-241


reseñas

Reseña. El audiovisual ampliado

merciales y modelos de negocio alternativos. dado en su doble rol de emisor de señales y


Alejandra Páez Triviño caracteriza el sector de principal agente para la elaboración de políti-
la denominada Televisión Over The Top (TV- cas públicas de comunicación.
OTT) en Argentina y sus niveles de correla- Luego de indagar en los antecedentes de
ción con los marcos regulatorios vigentes para Canal 7 (Televisión Pública Argentina), la au-
el espacio audiovisual ampliado. El término tora analiza los aspectos centrales de la crea-
TV-OTT alude a las plataformas que distri- ción de Radio y Televisión Argentina Socie-
buyen contenidos audiovisuales vía Internet dad del Estado (RTA SE) mediante la LSCA;
para el consumo en línea. El caso paradig- la adopción de la norma ISDBT para la TDT;
mático de este tipo de prestación es Netflix, la puesta en marcha de la plataforma de Tele-
servicio pago de video bajo demanda (VOD, visión Digital Abierta (TDA); el lanzamiento
por su sigla en inglés) que cuenta, según datos de nuevas señales de televisión de gestión es-
de diciembre de 2016,1 con 93,8 millones de tatal; y, los planes de fomento para la produc-
usuarios en todo el mundo. ción de contenidos digitales descentralizados
La autora describe con solvencia y fluidez y federalizados. Labate ubica a Canal 7 a la
los rasgos e intereses de los distintos jugadores vanguardia de los cambios tecnológicos, la in-
que integran el sector. Allí resulta fundamen- corporación de nuevos contenidos, la innova-
tal distinguir los agentes nativos de Internet ción estética y la renovación de infraestructura
de los tradicionales, a los cuales los primeros que se llevaron a cabo a partir de 2010. No
aventajan por su comprensión de la dinámica obstante, subraya entre las cuentas pendientes
240
del entorno digital y sus estrategias comercia- la necesidad de avanzar en una institucionali-
les de continuo diálogo con los usuarios. zación de los medios de propiedad estatal que
Páez Triviño destaca la importancia del garantice la transparencia y el cumplimiento
Estado en el establecimiento de pautas regu- de la Ley. Esa labor inconclusa es señalada
latorias que promuevan la democratización como un importante desafío para la gestión
de la oferta y la competencia. En efecto, la de Macri iniciada en 2015.
actividad de la TV-OTT se encuentra en una El penúltimo capítulo, de Alejandro Li-
situación de alegalidad en Argentina: no está nares, se plantea una necesaria actualización
regulada ni prohibida. La creciente aceptación de las emblemáticas nociones de acceso y
social de este fenómeno en el contexto de una participación ciudadana, formuladas origi-
alta penetración de la TV de pago y el vertigi- nalmente en el marco de la Organización de
noso desarrollo de nuevos operadores exigen las Naciones Unidas (ONU) durante la déca-
un mayor compromiso por parte de los deci- da de 1970. En efecto, se trata de una tarea
sores políticos. imprescindible si se pretende abordar el esce-
En el quinto capítulo, Cecilia Labate ana- nario comunicacional dinámico abierto por
liza el funcionamiento de la televisión estatal el proceso de convergencia. El autor sugiere
y sus perspectivas de futuro a la luz de los una serie de dimensiones que deberían tenerse
cambios políticos, económicos, tecnológicos en cuenta para elaborar índices renovados de
y normativos que se produjeron durante los ambos conceptos sin descuidar la importancia
últimos años. En ese marco, el Estado es abor- del contexto sociohistórico para el desarrollo
de una perspectiva crítica y situada. La neu-
1
Ver: s/a. 2017. “Netflix batió su récord de suscriptores”. Revista tralidad de la red y la reducción de la brecha
Fibra, 19 de enero. Acceso en enero de 2017.
http://revistafibra.info/9743-2/.
digital resultan condiciones básicas para la

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Reseña. El audiovisual ampliado

democratización del acceso al conocimiento con la que se han producido los cambios en
y la información, mientras que la participa- estos últimos años constituye la principal li-
ción debe ampliar las áreas de producción, mitación y la mayor potencialidad del libro:
adopción de decisiones y planificación por por un lado, quita actualidad a una realidad
parte de la ciudadanía. Para concluir, Linares imposible de capturar en un campo que se
elabora 10 puntos básicos que condensan los encuentra en permanente movimiento. Por
elementos a considerar en la reelaboración de otro lado, interpela a los autores y autoras a
los indicadores. continuar avanzando en una sólida investi-
Finalmente, el breve capítulo 7 ofrece gación que ya ha sembrado sus principales
una lograda síntesis de las preocupaciones claves de trabajo y que, indudablemente,
que orientan el libro, sus principales hallaz- deberá plasmar sus futuros hallazgos en una
gos y sus conclusiones. Estas últimas a la vez nueva obra colectiva.
generan nuevos interrogantes pues, en pala-
bras de los autores y autoras, “las novedades Nadia Sabrina Koziner
sobre el mercado de medios argentino se su- Consejo Nacional de Investigaciones
ceden de modo constante en este país inten- Científicas y Técnicas, Argentina
so” (p. 35). Ciertamente la vertiginosidad

241

ÍCONOS 59 • 2017 • pp. 238-241


Íconos agradece a los siguientes académicos/as e investigadores/as
por colaborar con la evaluación de los artículos que han sido
recibidos por la revista:

1. Adriana Espinoza. Universidad del Pacífi- 20. Érika Bedón, Facultad Latinoamericana de
co-Buenaventura, Colombia. Ciencias Sociales, Ecuador.
2. Adriana Hernández Yasnó, FUP Popayán-Cau- 21. Gabriela Zamorano, Centro de Estudios Antro-
ca-América del Sur, Colombia. pológicos, El Colegio de Michoacán, México.
3. Aura Luz Ruiz Arango, Universidad Nacional 22. Giuliana Borea, Pontificia Universidad Católica
de Colombia - Sede Medellín. del Perú.
4. Alberto López Cuenca, Benemérita Universi- 23. Hugo Burgos, Universidad San Francisco de
dad Autónoma de Puebla, México. Quito, Ecuador.
5. Alejandra Leal, Universidad Nacional Autóno- 24. Juan I. Robles, Instituto Madrileño de Antro-
ma de México. pología, España.
6. Alejandro Monsiváis Carrillo, El Colegio de la 25. Liliana Galindo Ramírez, Universidad Nacional
Frontera Norte, México. de Colombia.
7. Alex Schlenker, Universidad Andina Simón 26. Laura González Flores, Universidad Nacional
Bolívar, Ecuador. Autónoma de México.
8. Alfredo Santillán, Facultad Latinoamericana de 27. Manuel Dammert, Pontificia Universidad
Ciencias Sociales, Ecuador. Católica del Perú.
9. Ana Lucía Cervio, Universidad de Buenos 28. María Evelinda Santiago-Jiménez, Instituto
Aires, Argentina. Tecnológico de Puebla, México.
10. Ana Lucía Ferraz, Facultad Latinoamericana de 29. María Mercedes Eguiguren, Universidad
Ciencias Sociales, Ecuador. Central del Ecuador.
11. Carla Pinochet Cobos, Universidad Alberto 30. María del Socorro Arzaluz, El Colegio de la
Hurtado, Chile. Frontera Norte, México.
12. Dana Michelle Hill, Webster University, Esta- 31. Mariana Rivera, Universidad Autónoma Me-
dos Unidos. tropolitana de México.
13. Daniel Kersffeld, Academia Nacional de Histo- 32. Miguel Alonso Cambrón, Sociedade Antropo-
ria del Ecuador. lóxica Galega, España.
14. Dario Ranocchiari, Universidad de Aveiro, 33. Patricia Bermúdez, Facultad Latinoamericana
Portugal. de Ciencias Sociales, Ecuador.
15. David Cortez, Facultad Latinoamericana de 34. Pedro Alarcón, Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales, Ecuador. Ciencias Sociales, Ecuador.
16. Edgar Gómez Cruz, Instituto Real de Tecnolo- 35. Roger Sansi, Goldsmiths College, Inglaterra y
gía de Melbourne, Australia. Universidad de Barcelona, España.
17. Eduardo Kingman, Facultad Latinoamericana 36. Rosa Aparicio Gómez, Instituto Universitario
de Ciencias Sociales, Ecuador. José Ortega y Gasset, España.
18. Elisenda Ardèvol, Universidad de Cataluña, 37. Santiago Castellanos, Universidad San Francis-
España. co de Quito, Ecuador.
19. Emma Cervone, Johns Hopkins University, 38. Santiago Martínez, Universidad de los Andes,
Estados Unidos. Colombia.
Política editorial
Íconos. Revista de Ciencias Sociales recibe artículos durante todo el año siempre que estos se ajusten a la polí-
tica editorial y a las normas de presentación de originales. Por el carácter especializado de la revista, se espera
que los artículos presentados sean preferentemente resultados o avances de investigación en cualquier área
de las ciencias sociales. También se aceptan ensayos sobre temas históricos o contemporáneos que se apoyen
sólidamente en bibliografía especializada, análisis de coyuntura nacional o internacional que partan de apro-
ximaciones académicas y/o entrevistas de interés para el campo de las ciencias sociales.

Secciones
Debate. Es la sección dedicada a la presentación de lecturas críticas o balances sobre los dossier publicados
en ediciones anteriores.

Dossier. Esta sección compila un conjunto de artículos arbitrados que giran en torno a un tema central, el
que es tratado con profundidad y desde distintos enfoques. Las convocatorias a presentación de artículos para
esta sección tienen fechas de cierre, por lo que se sugiere consultar las distintas convocatorias.

Diálogo. En esta sección se publican entrevistas temáticas y biográficas realizadas a académicas y académicos 243
de las ciencias sociales. Igualmente en esta sección podrán incluirse diálogos entre dos o más académicas o
académicos sobre un tema específico.

Temas. Esta sección incluye artículos arbitrados dedicados a diversos temas de investigación. Recoge análisis
con temática libre, artículos sobre temas de confrontación teórica, así como textos de análisis de coyuntura
nacional e internacional enfocados desde las distintas disciplinas de las ciencias sociales. Los artículos para
esta sección se reciben a lo largo de todo el año.

Reseñas. Es la sección de crítica bibliográfica. Se incluyen tanto comentarios críticos a obras de ciencias so-
ciales como ensayos comparativos entre libros. Se espera que los textos enviados a esta sección no resuman
únicamente el contenido de un libro sino que lo discutan.

Selección de artículos

Los artículos enviados a la revista serán sometidos a un proceso de revisión que se realizará en varias etapas:

1) Los artículos que cumplan con los requerimientos formales especificados en las normas editoriales de la
revista serán dados por recibidos.
2) Los artículos recibidos serán sometidos a una evaluación inicial que valorará la pertinencia temática,
originalidad y calidad del texto. Esta evaluación previa estará a cargo del coordinador o coordinadora del
dossier en el caso de los artículos enviados a dicha sección, o de un miembro del consejo editorial en el
caso de las secciones restantes.
3) Si el artículo ha sido valorado positivamente, entrará en un proceso de arbitraje bajo el sistema de revi-
sión por pares. Este proceso consiste en someter cada artículo al criterio de por lo menos dos revisoras o
revisores académicos y anónimos.
Para cada artículo se seleccionará lectoras y lectores con título doctoral cuyas publicaciones demuestren
un amplio conocimiento de los temas abordados por el texto enviado a revisión. En ocasiones, se se-
leccionará también a investigadores e investigadoras que, sin título doctoral, posean una trayectoria de
investigación reconocida sobre el tema.
Los lectores y lectoras tendrán en cuenta, para su recomendación, la calidad del trabajo en relación
con su originalidad, aporte al tema investigado, solvencia teórica, aparato crítico o argumentativo, me-
todología y manejo de la información, resultados o conclusiones, bibliografía y claridad de expresión.
Con base en lo señalado, los revisores y revisoras determinarán si el artículo es: a) publicable sin
modificaciones; b) un fuerte candidato para publicación si se realizan ciertas revisiones al manuscrito; c)
publicable solo si se realizan revisiones de fondo; d) no publicable.
4) En caso de discrepancias con los resultados, el artículo será enviado a un tercer revisor o revisora cuyo
criterio definirá la publicación del artículo.
5) Los resultados del proceso de arbitraje serán inapelables en todos los casos.
6) El proceso de selección de artículos llevará entre cuatro y seis meses.

Directrices para autores y autoras

Las personas interesadas en publicar artículos en Íconos. Revista de Ciencias Sociales deben leer y cumplir los
requisitos para el envío de artículos enunciados en las Políticas editoriales en esta plataforma; deben estar
de acuerdo con los procedimientos para la selección de artículos adoptados por la revista y sus textos deben
ajustarse a los siguientes lineamientos.
244 El consejo editorial de Íconos. Revista de Ciencias Sociales se reserva el derecho último a decidir sobre la
publicación de los artículos, así como el número y la sección en la que aparecerán. La revista se reserva el
derecho de hacer correcciones de estilo.

Envío de artículos
El envío de artículos debe realizarse dentro de las fechas establecidas por la revista en el caso de convocatorias
abiertas para la sección Dossier. Las contribuciones para las secciones restantes pueden ser enviadas durante
todo el año.
Los envíos deben realizarse en línea, a través de la plataforma de la revista Íconos, para lo que se requiere
seguir los pasos indicados y cargar los metadatos o la información solicitada.

Lineamientos para la recepción de artículos

Recepción: los artículos que se ajusten a estas normas serán declarados “recibidos” y serán notificados de su
recepción al autor o autora. Los que no, serán devueltos.
Idiomas: Íconos se publica en idioma español, no obstante se reciben artículos en español, inglés y portugués.
En caso de que un artículo en idioma inglés o portugués sea aceptado para publicación, la traducción al
español corre por parte del autor/a.
Formato del documento: deben estar escritos en formato Word, en letra Times New Roman tamaño 12, con
interlineado de 1,5, paginado, en tamaño de papel A4 y con márgenes de 2,5 cm. Las notas a pie de página
deben estar en Times New Roman 10 y a espacio sencillo.
Extensión de los artículos: varía de acuerdo con las secciones de la revista y se mide con el contador de palabras
de Word. La extensión debe considerar tanto el cuerpo del artículo como sus notas a pie de página y biblio-
grafía, de modo que el número total de palabras sea el siguiente:

Secciones Extensión máxima


Dossier 8 mil palabras
Temas 8 mil palabras
Debate 5 mil palabras
Diálogo 5 mil palabras
Reseñas 2 mil palabras

Resumen y descriptores: los artículos destinados a la sección Dossier y Temas deben estar precedidos de un re-
sumen de hasta 150 palabras y deben proporcionar entre cinco y ocho descriptores que reflejen el contenido
del artículo. Para los descriptores, se recomienda revisar los términos establecidos en los listados bibliográfi-
cos (Thesaurus) y buscar correspondencia entre títulos, resúmenes y descriptores.

Reglas de edición para reseñas


Los artículos presentados para la sección Reseñas deben incluir la información bibliográfica completa del li-
bro al que se haga mención: autor, título, ciudad, editorial, año de publicación, número de páginas del libro.
Las referencias bibliográficas en esta sección se colocan en notas a pie de página. 245
Se debe adjuntar la imagen de la portada del libro en formato .jpg o .tiff, en tamaño mínimo de 15 centíme-
tros de alto, a 150 dpi de resolución.

Reglas generales de edición


Siglas: la primera vez que aparezcan siglas debe escribirse su significado completo, luego las siglas. Por ejem-
plo: Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Citas: las citas textuales que sobrepasen los cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga: a espa-
cio sencillo, tamaño de letra 10 y margen reducido a ambos lados.

Imágenes, cuadros, gráficos, tablas


a) Cada uno debe contar con un título y un número de secuencia.

b) Las imágenes deben incorporarse en el texto en el lugar que correspondan. Además, deben enviarse de
forma separada en un tamaño de 15 cm de ancho, a 300 dpi de resolución.

c) Los gráficos, cuadros o tablas deben incluirse en el texto y además enviarse en formato Excel.

d) Cada imagen, tabla, cuadro o gráfico debe contener fuentes de referencia completa y es responsabilidad
del autor o autora gestionar los permisos correspondientes para la publicación de las imágenes que lo
requieran y hacer llegar dichos permisos a la revista.
Referencias bibliográficas
a) Las referencias bibliográficas que aparezcan en el texto deben ir entre paréntesis indicando el apellido
del autor o autora únicamente con mayúscula inicial, año de publicación y número de página. Ejemplo:
(Habermas 1990, 15). En ningún caso utilizar op. cit., ibid., ibídem.
b) En el caso de varias obras del mismo autor o autora publicadas el mismo año, identificarlas como a, b,
c, etc. Ejemplo: (Romero 1999a), (Romero 1999b).
Romero, Marco. 1999a. “Se profundiza la recesión y la incertidumbre en Ecuador”. Ecuador Debate
47: 45-63.
________. 1999b. “Crisis profunda e inoperancia gubernamental”. Ecuador Debate 46: 56-78.

c) La bibliografía de un autor o autora se enlistará en orden descendente según el año de publicación, es


decir, del texto más reciente al más antiguo. Ejemplo:

Pzeworski, Adam. 2003. States and Markets: A Primer in Political Economy. Nueva York: Cambridge Uni-
versity Press.
________. 2000. Democracy and Development: Political Regimes and Material Well-Being in the World, 1950-
1990. Nueva York: Cambridge University Press.
________. 1993. Economic Reforms in New Democracies: A Social-Democratic Approach. Nueva York: Cam-
bridge University Press.

d) La bibliografía consta al final de cada artículo y debe contener todas las referencias utilizadas en el texto,
las cuales se enlistan siguiendo un orden alfabético por apellido de los autores. El nombre de la autora
246 o autor y no solo el apellido debe ser escrito de manera completa, no simplemente con la inicial del
nombre. La bibliografía debe realizarse de acuerdo con el Manual de estilo de Chicago (Chicago Manual
of Style, CMS). Para ejemplos de las formas de documentación más comunes, se sugiere visitar nuestra
página web www.revistaiconos.ec.
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Diálogo
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Un diálogo con Mara Viveros Jenny Pontón Cevallos

Temas
Estrategia de Salud de la Familia en Brasil: un análisis de su
aplicabilidad Luiz Antonucci, Maria das Dores de Loreto, Amelia
Bifano, Edna Miranda y Diego Procópio
TIC y pobreza en América Latina John Gabriel Rodríguez y Angélica
Sánchez-Riofrío
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entre afrodescendientes. El caso de El Afroargentino Paola Carolina Monke-
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Reseñas
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Bajo la sombra del guamúchil. Historias de vida de mujeres indígenas
y campesinas en prisión, de Rosalva Aída Hernández Castillo, coordinadora –
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Estado y colonialidad. Mujeres y familias quichuas de la Sierra
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