Doctrina - General - Sobre - La - Donacion en Costa Rica
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1. RESUMEN
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2. DOCTRINA
[BRENES CÓRDOBA]1
“Entre los actos de liberalidad que suelen realizarse, figura muy particularmente la donación,
nombre con que se designa un contrato por el que una persona traspasa a otra, gratuitamente, la
propiedad de una cosa.
A veces, la donación propiamente tal, que es de la que aquí se trata, es distinguida con el
aditamento de "entre vivos" (inter vivos), porque tiene efecto estando vivos los contratantes, a
diferencia de la donación "por causa de muerte" (mortis causa), no realizable sino a la muerte del
donante, siendo revocable por éste ad nutum, esto es, a voluntad, sin que tenga que exponer
ninguna razón manera de disponer que en su forma concreta antigua, está proscrita del derecho
moderno y a la cual se refiere nuestro Código al decir (art. 1393): "La donación que se haga para
después de la muerte se considera como disposición de última voluntad y se rige en todo por lo
que se dispone para testamentos".
Tres son los caracteres jurídicos que presenta la donación: es un contrato unilateral, a título
gratuito y solemne.
Se dice que es un contrato y no un acto, porque si bien el donatario a nada se obliga, requiere el
consentimiento de ambos contrayentes; y porque existe, de parte del donante, una prestación, cual
es, el traspaso de propiedad, lo que determina el calificativo de "unilateral" que se da a esa forma
de pacto.
Con todo, varios códigos conceptúan aún como acto la donación, por cuanto no aparece, cual
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ocurre en los demás contratos, bien delineada la obligación que contraen ambas, o una de las
partes, por lo menos. Este fue el motivo por el cual al discutirse el Código Napoleón, se modificó el
proyecto sometido al Consejo de Estado, donde se calificaba la donación como contrato,
cambiando ese término, a indicación del Primer Cónsul, por el de acto, que conserva todavía aquel
texto legal.
Como el legado y la herencia, con los cuales se identifica en el fondo, la donación es un modo de
transmitir la propiedad gratuitamente, cual lo revela la etimología misma de la palabra: doni datio,
dación gratuita. El donar es un hecho que responde a un impulso espontáneo y generoso que
mueve al donador a obsequiar los deseos de otra persona, o a otorgarle cierto beneficio sin intento
de obtener ninguna ventaja para sí: la benevolencia y el desinterés le guían. Por eso, las Partidas
caracterizan esta forma de contrato unilateral diciendo que es "bienfecho que nasce de nobleza de
bondad de corazón".
Para transmitir válidamente por donación, se requiere que la persona esté capacitada mental y
legalmente para contratar; que sea suya la cosa que dona; y que exprese en forma legal su
intención de donar. En cuanto a la causa jurídica del traspaso, basta como tal, la libre
determinación del donante de ejercer un acto de beneficencia.
De ahí que sea innecesario invocar motivo alguno como causa determinante de la liberalidad; y
que si se invocare uno que fuere falso; ello no es parte a producir la ineficacia de la donación.
Merece citarse a este propósito por la solidez de su doctrina, una sentencia del Tribunal Supremo
de España, de fecha 4 de mayo de 1901.
Una señora hizo donación de ciertos bienes invocando como fundamento, servicios, cuidados y
atenciones de los donatarios para con ella. Más tarde pidió la nulidad de lo hecho, en virtud de ser
falsas las causas que había manifestado al donar. La Audiencia decretó la nulidad, mas el Tribunal
Supremo casó la sentencia recurrida, por cuanto aun quitadas, por no ser ciertas, las causas que
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se alegaron al otorgar el beneficio, siempre quedaba como causa verdadera, la liberalidad, o, lo
que es lo mismo, la intención de donar, que es el fundamento real de la donación.
A veces, la liberalidad, aunque de manera vaga, toma cierto aspecto de pago: así sucede con la
llamada donación "remuneratoria" de servicios hechos en obsequio del donante y que no importan
deuda; y también cuando se recompensa con largueza determinado servicio o alguna carga
impuesta; casos estos últimos en que la donación se contrae al valor que exceda del
correspondiente al servicio o carga que se intenta remunerar.
La merced que se otorga por medio de la donación es, en principio, irrevocable; y el traslado de la
propiedad tiene lugar de manera definitiva desde el momento del convenio, como en la
compraventa o en cualquier otro modo contractual de adquirir. Por eso, es contrario al espíritu de la
institución, que el donante se reserve el derecho de recobrar el dominio de lo donado, a la muerte
del donatario; forma limitada de donar que en derecho se conoce con el nombre de reversión,
prohibida de modo expreso por nuestra ley, al igual que la cláusula sustitutoria por la que se
disponga que el agraciado, a su fallecimiento, transmita el objeto a determinada persona; pues que
todos esos modos irregulares de instituir, entraban la movilización de la propiedad, con perjuicio del
interés común.
El Código español (art. 641), permite la reversión a favor del donante para cualquier caso y
circunstancias, y ella se acostumbra con frecuencia en algunas localidades de la Península, siendo
lo más usual que se estipule para el caso de morir el donatario antes que el donante, o de morir sin
hijos.
No es esencial que la institución se haga pura y simple; puede hacerse bajo condición suspensiva
o resolutoria, como las demás transmisiones del dominio por otros títulos. Mas estaría viciada de
nulidad, la donación bajo condición cuyo cumplimiento dependiese sólo de la voluntad del donante,
porque la dádiva resultaría insegura, equivaliendo en cierto modo, a donar y no donar, situación
absolutamente inadmisible en derecho.
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La solemnidad requerida en contratos de esta clase, se refiere al modo de operarse la traslación
del dominio. Por lo mismo que el donante se despoja irrevocablemente de un objeto o de un
derecho que le pertenece, sin recibir nada en cambio, cosa que no es lo normal en materia de
contratos, estima conveniente el legislador que conste de manera indudable la voluntad del
donante, de realizar la operación.
Sobre esto se funda el requisito de la escritura pública exigido por la ley en punto a donaciones,
pues el hecho de su otorgamiento revela que no se trata de un acto irreflexivo, sino que es la
expresión de una voluntad firme y de un propósito deliberado.
493. El Código Civil se expresa al respecto en estos términos: "Artículo 1397.-La donación
verbal sólo se admite cuando ha habido tradición y cuando se trate de bienes muebles cuyo valor
pase de doscientos cincuenta colones. La de muebles cuyo valor exceda de esa suma y la de
inmuebles, debe hacerse en escritura pública, faltando ese requisito, la donación es absolutamente
nula".
Con referencia muebles, hay que notar, que el temperamento de la citada disposición es más
riguroso de lo conveniente, pues cuando al donación, sea cual fuere su importe, va acompañada
de la entrega de la cosa, no se justifica la exigencia de escritura pública; formalidad que por otra
parte, está fuera de las costumbres. En efecto, es muy común hacer regalos manuales de
importancia, principalmente como presentes de boda, sin que a nadie se le ocurra extender
escritura pública. Por eso, en la mayor parte de las legislaciones se admite hoy el donativo manual,
por cualquier suma, sin el requisito escriturario.
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La aceptación de parte del donatario es indispensable, pues aun tratándose de donación pura y
simple, bien pudiera no convenirle por razones particulares.
La formalidad de la escritura pública también se exige para la aceptación: éste puede hacerse
constar en el mismo instrumento en que se consigna el donativo, o en otro separado; pero en este
caso ha de notificarse al donante dentro de un año contado desde la fecha de la escritura en que
se verifique la donación. Por lo demás, para que la aceptación surta efecto, es indispensable que
se haga en vida del donante.
Mas debe entenderse que en los casos en que fuere permitida la donación verbal, es admisible la
aceptación en la misma forma, porque ambos actos son en esto correlativos.
Según la ley, es absolutamente nula la donación que recaiga sobre bienes por adquirir, lo mismo
que la indeterminada del todo o parte alícuota de los bienes presentes, pues las cosas donadas
deben describirse individualmente.
Como se ve, si bien no se pone límite respecto a la cuantía o a la porción de bienes donables, se
ordena particularizarlos a fin de que no haya dificultad más tarde para saber con exactitud acerca
de en qué objetos recayó el beneficio.
Sobre este punto, otras legislaciones son menos liberales que la nuestra; así, la española no
permite que el donante se despoje de todos sus bienes o de parte de ellos, sin que antes se
reserve en plena propiedad o en usufructo, lo necesario para vivir en un estado correspondiente a
sus circunstancias.
En favor de esa restricción se ha dicho que el motivo racional que la legitima, es el derecho a la
vida, que exige medios materiales necesarios para satisfacer directamente nuestras necesidades
físicas, e indirectamente las intelectuales y morales, y que niega al hombre el que pueda atribuirse
la facultad de privarse de los medios de subsistencia por un acto que, más que de liberalidad,
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merece ser calificado de prodigalidad o de locura.
El ser humano, aun antes de tener vida extrauterina, es apto para recibir por donación, con tal que
al hacerse ésta, tenga ya existencia jurídica, esto es, que esté dentro de los trescientos días
precedentes al nacimiento, y que reúna las condiciones físicas y vitales que la ley exige para que el
nacido sea capaz de derechos civiles; siguiendo en esto el principio de piedad legal de que el feto
se reputa nacido para todo lo que le aprovecha.
La aceptación en ese caso es factible sub conditione, por el llamado a ejercer la patria potestad del
niño; y una vez que éste nazca en las condiciones dichas, la aceptación se retrotrae en sus efectos
al instante en que se efectuó la donación.
Las incapacidades relativas que para recibir por testamento establece el artículo 592 del Código
Civil respecto al tutor, maestros o pedagogos, facultativos, confesores, cómplice de adulterio,
cartulario y amanuense que escriba el documento, existen también en cuanto a la donación^
conforme a lo dispuesto en el artículo 1401 ibídem.
Pero en esto hay un error: las incapacidades a que aluden los incisos 1 y 2 del indicado artículo
592, son fundadas, pero sólo con relación a los menores de edad no emancipados que otorguen
testamento, por cuanto hallándose en un período de inexperiencia y debilidad moral, están
expuestos a que indebidas influencias tuerzan su voluntad al ordenar sus disposiciones
testamentarias; pero semejante razón no existe en las donaciones, puesto que para hacerlas se
requiere siempre que el donante sea mayor de edad, o emancipado, por tratarse de un contrato.
Rigen asimismo relativamente a la donación, las limitaciones que para recibir por testamento
impone la ley a las iglesias e institutos de carácter religioso.
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El heredero testamentario goza del plazo de un año contado desde la aceptación de la herencia,
para reclamar la nulidad de la donación. Si dejare transcurrir ese término sin establecer el reclamo,
puede intentarlo cualquier de los herederos legítimos, entre quienes se adjudicará lo que devuelva
el donatario, con excepción del instituido en el testamento, aunque también será heredero legítimo
(Art. 1401 precitado).
El acreedor cuyo crédito exista al tiempo de una donación, tiene derecho para perseguir los bienes
donados en cuanto los que se haya reservado el deudor o adquirido después, no fueren suficientes
para el pago total de la obligación.
Pero ese derecho persecutorio no existe contra terceros que, si se trata de bienes inmuebles, los
hayan adquirido al amparo del Registro Público; y si de muebles, cuando tenga aplicación la
máxima de que respecto a éstos la posesión vale por título.
Mas en caso de evicción que llegue a determinar para el donatario la pérdida de la cosa a que
tenía derecho, a él corresponden todas aquellas indemnizaciones procedentes de terceros, y todos
aquellos provechos que habrían tocado al donante por razón del objeto donado. Así le
pertenecerían los frutos que la cosa hubiese rendido todo el tiempo que estuvo en su poder, en
virtud de su posesión de buena fe.
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No obstante que, en principio, no es permitido retractar la donación una vez aceptada, hay dos
casos en que ella puede dejarse sin efecto, a saber: cuando el donatario comete alguna ofensa
grave contra la persona u honra del donante, sus padres, consorte o hijos; y cuando acusa o
denuncia ante la autoridad, a alguna de esas personas.
Esto guarda analogía con lo estatuido respecto a la indignidad para recibir por herencia, en los
incisos 1 y 2 del artículo 523 del Código civil, si bien relativamente a la donación la ley ha sido más
lacónica, no expresando, como lo hace en el citado segundo inciso, que la privación del beneficio
se produce cuando la acusación o denuncia fuere "por delito que merezca pena corporal", ni
estableciendo análogamente a lo dicho en cuanto a la ingratitud, la salvedad de que la revocación
es improcedente cuando el delito denunciado o acusado, se hubiere cometido contra el mismo
donatario, su consorte, padres o hijos.
Esa salvedad conviene, sin embargo, admitirla por vía de doctrina, con referencia a la donación,
por existir a este respecto el mismo motivo que tuvo el legislador para establecerla en las
adquisiciones sucesorias, o sea, que a nadie es racional ni justo considerar indigno o ingrato
cuando defiende su propio derecho, o el de su padres, hijos o consorte.
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Nada provee el legislador para cuando, tratándose de bienes fungibles, el donatario los hubiere
consumido ya a la fecha en que se promovió la demanda. Mas con arreglo a los principios
generales, no habría derecho para exigirle reintegro alguno, en consideración a que el texto legal
(art. 1406 Código Civil), debe ser aplicado restrictivamente, esto es, limitado al caso en que los
hubiere enajenado, que es la palabra usada por el legislador, atendiendo a que se trata de la
imposición de un castigo.
En el evento de que el donatario a su vez hubiese donado la cosa que recibió, sí podría obligársele
al pago, porque la ley habla de enajenación y donar es enajenar, puesto que este término significa:
"pasar a otro el dominio de una cosa".
Nótese que en la citada disposición se usa impropiamente el vocablo "rescindida" con referencia a
la donación que se revoca, en lugar de decirse "resuelta", que es el término que debió emplearse,
por cuanto no se trata de un vicio que produzca nulidad relativa, sino del advenimiento de una
causal que implica condición resolutoria implícita, en cuya virtud se resuelve la donación verificada.
Aunque fuere declarada con lugar la revocación, el donatario contra quien la declaratoria se hiciere,
no está obligado a devolver los frutos que hubiese percibido antes de la notificación de la
demanda, puesto que hasta ahí goza de las ventajas inherentes a la posesión de buena fe.
Por otra parte, las enajenaciones hechas por el donatario, lo mismo que las hipotecas y demás
gravámenes que hubiere impuesto a la cosa donada, conservan su validez a pesar de la
revocación, a menos que tratándose de in-mue-bles, el traspaso o las cargas reales ocurrieren
después de estar anotada en el Registro Público la demanda de revocación, porque desde ese
momento los terceros están legalmente advertidos de la amenaza de extinción que pesa sobre el
derecho del trasmitente.
A la facultad de demandar la revocación del donativo, la ley asigna un corto plazo -un año- a contar
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el día en que tenga lugar el hecho que motive la demanda, o desde que éste llegue a conocimiento
del donante. Tal facultad para reclamar la cesación del beneficio, es personal de quien lo hizo; por
lo tanto, no pasa a sus herederos, exceptuando el caso en que el causante hubiere promovido la
demanda, porque ya entonces es bien manifiesta su voluntad de reaccionar por ese medio contra
la ofensa.
De otro lado, atendiendo al fin punitivo que con la revocación se persigue, no es deducible la
acción contra los sucesores del donatario, a no ser que en vida de éste se hubiere establecido la
demanda, por ser regla que las acciones civiles relativas a los bienes, incoadas por el autor de la
sucesión o contra él, no se extinguen por su muerte sino que continuarán activa o pasivamente con
sus sucesores.
Mas consideradas las cosas con detenimiento, puede establecerse que el donante conserva tal
atribución, porque si bien no tiene en el asunto interés material alguno, en él está vinculado el
interés moral que le indujo, en bien del agraciado, a condicionar el donativo. Por consiguiente, si
más tarde estimare que es innecesaria o inconveniente la precaución que había tomado, es
perfectamente razonable que pueda prescindir de ella.”
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Caracteres de la donación
[LORENZETTI]2
1. “Consensual: se perfecciona con el mero consentimiento de las partes (arts. 1140/2, Cód.
Civ.).
2. Gratuito: ese carácter no queda desvirtuado por la imposición de un cargo, toda vez que
ello sólo influye en la medida de la onerosidad.
3. Unilateral: ya que sólo surgen obligaciones para el donante. No influyen sobre este
carácter algunas obligaciones que la ley impone al donatario, como la de dar alimentos o la de
lealtad, toda vez que no hay correspectividad.
6. Inaplicabilidad del vicio de lesión-, el vicio de lesión permite impugnar el acto jurídico por la
existencia de un elemento subjetivo que consiste en el aprovechamiento de una situación de
necesidad, ligereza o inexperiencia, y un elemento objetivo, que refiere a una notable
desproporción en las prestaciones, todo lo cual se configura en el acto genético. No es aplicable,
toda vez que mediante ella se defiende el equilibrio inicial entre prestaciones recíprocas, y las
liberalidades como la donación causan obligaciones para una sola de las partes (Mosset Iturraspe).
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Naturaleza jurídica de la donación
[SALAZAR CHAVEZ]3
“Singularmente, debido a los grandes aportes de la doctrina romanística, ha sido muy controvertida
la naturaleza jurídica de la donación. Hasta que los formidables juristas germanos Savigny y
Puchta formularon su famosa teoría integral, dominó en las Escuelas una tradición venida del
propio Derecho romano, que consideraba la donación como uno de los modos de adquirir la
propiedad. Este criterio, que perfiló Justiniano en sus Instituciones, no tuvo, sin embargo, aun en la
misma Roma, el pleno _asentimiento de los jurisconsultos; y posteriormente se hizo observar que,
aparte de que no siempre la donación transmite la propiedad, pues, como hemos visto, caben
perfectamente las donaciones obligacionales y las liberatorias, no se puede decir, en puros
principios, que el negó ció donacional verifique siempre el transferimiento del dominio, pues si ello
es cierto cuando se trata de la donación manual, no lo es, en cambio, en el resto de sus
aplicaciones, en donde no es más que una justa causa que precisa de la tradición, exactamente
igual que la compraventa.
En los tiempos últimos aquella teoría está ya casi abandonada, y la doctrina civilística moderna
lleva la donación a su verdadero puesto de figura contractual.
La donación es un contrato que, como tal, requiere el asentimiento del donatario; sin tal concurso
de voluntades no podrá haber donación, pues como dice Castán, aun en el caso de que se
constituya por acto unilateral (realizándose, por ejemplo, el pago por un tercero sin el
consentimiento del favorecido) , no surgirá realmente hasta que el beneficiado acepte, pues éste
puede rehusar la donación, quedando deudor del donante.
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la donación excluida de la categoría de los contratos, no influye en su estructura, pues contrato es,
y por ello las razones siguientes: primera, porque exige y requiere la aceptación del donatario (arts.
618 y 629 Código Civil Español, Jurisprudencia española) y la segunda, porque, con arreglo a la
dicción general del artículo 621 (Código Civil Español) las donaciones se han de regir por las
disposiciones generales de los contratos y obligaciones en todo lo que no se haya determinado en
el título dedicado a la donación. Por otra parte, la jurisprudencia de nuestro Tribunal Superior
insiste en dotar a este instituto de su evidente carácter contractual.”
a. Como contrato
“Se llaman contratos cuando tienen por contenido una relación jurídica patrimonial. Se define el
contrato como el acuerdo de dos o más partes para construir, regular o extinguir entre ellas una
relación jurídica patrimonial. En nuestro sistema de Derecho, PUIG PEÑA se orienta en el mismo
sentido y define el contrato como aquel acuerdo de voluntades anterior mente divergentes, por
virtud del cual las partes dan vida, o modifican o extinguen, una relación jurídica de carácter
patrimonial. La adopción de estos principios presenta la indiscutible ventaja de que al agrupar
todos los contratos bajo la línea de la relación patrimonial, se puede dar a la institución una mayor
homogeneidad, que no existiría, de la ampliación extraordinaria de su concepto.
Pero no fue solamente la indicada ,la corrección que la doctrina se vio precisada a practicar en el
amplio concepto de las relaciones jurídicas contractuales.
Al lado del contrato se desenvolvían instituciones que presentaban diferencias con las clásicas
líneas que delimitaban la figura de aquéllos. Se pensó que normalmente el con — trato nacía del
acuerdo de dos o más voluntades que representaban intereses contrapuestos o al menos distintos,
y que por ello si en la relación estos intereses, lejos ce ser diferentes, eran paralelos y tendía a
conseguir un mismo fin, faltaba aquel antagonismo clásico en que se apoyaba la idea contractual.
El contrato, considerado como punto de unión y convergencia de intereses que buscaban a su
través su mutua satisfacción, no podía contener aquellos supuestos en los que los deseos de las
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partes tendían al mismo fin.
Sin embargo, la posición no tuvo demasiado éxito. Es precisamente OSTI, quien nos dice que, aun
en estos supuestos, las partes tienen intereses en el conflicto, ni mas ni menos que en el contrato
de cambio, ya sea por lo que se refiere a la determinación de sus respectivas aportaciones, ya en
cuanto guarde relación con la asignación a cada una de mayor o menor injerencia en la actividad
de la empresa, ya, en fin, por lo que respecta al criterio para el reparto de pérdidas y beneficios.
En el campo do la contratación existe, indudablemente, una acusada diferencia entre los llamados
contratos de cambio y aquellos otros que se encuadran bajo la rúbrica de contratos de figura
asociativa. En éstos cabe perfectamente incluir la constitución de una sociedad sin tener que
violentar el amplio concepto de contrato.
GASERTA afirma que el carácter peculiar del contrato se encuentra en el necesario complemento
entre las pretensiones, nota ésta que no se da en el acuerdo, en el que, en cambio, se aprecia el
paralelismo entre ellas. A lo que CARNELUTTI añade que, si bien en el acuerdo hay diversos
movimientos con idéntica causa, en el contrato existen diversos movimientos con causas distintas.
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estructura.
Por la función reconoce que el contrato se refiere siempre a relaciones jurídicas y recae sobre
derechos subjetivos, mientras que el acuerdo tiene función normativa.
En cuanto al contenido, el objeto del contrato es algo concreto, mientras que el del acuerdo es
abstracto.
Respecto a la eficacia, el contrato tiene fuerza de ley entre las partes, mientras que el acuerdo
puede incluso obligar a los que no le han estipulado.
Añade a lo dicho, que en el contrato las partes concurren a título igual y sobre idéntico plano
funcional, con los consiguientes efectos de idéntica naturaleza jurídica, cosa que no sucede en las
otras figuras jurídicas. En el mismo sentido, NICOLO.”
“Análogos argumentos puso en juego la doctrina para diferenciar el contrato de los negocios
jurídicos plurilaterales,tanto más necesarios cuanto que en el moderno desenvolvimiento de la
institución aparecen numerosas figuras contractuales de tal carácter.
Si por una parte la revisión del concepto del contrato intentaba reducir éste a limites más estrechos
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que los ampliamente alcanzados en algunos momentos de su evolución, por otra parte la idea del
contrato saltaba del campo del Derecho civil y se incorporaba a otras ramas distintas, apareciendo
en el Derecho administrativo, en el internacional, en el procesal, como uno de tantos fenómenos a
los que daba lugar la corriente conocida con el nombre de concepción civilista del Derecho, si bien
hay que reconocer que, en justa compensación, también penetraron en el campo del Derecho civil,
principios proceden tes de otras ramas, y muy especialmente del Derecho administrativo, que trató
de concebir la idea del contrato, bajo la forra y caracteres de la teoría de la institución, de tanto
éxito en el campo del Derecho público.
Reconoce en los momentos presentes tres concepciones contractuales, que denomina amplia,
estricta e intermedia.
La concepción amplia se caracteriza por identificar la noción del contrato con la de convención' o
acto jurídico bilateral; la concepción estricta establece una separación precisa entre convención y
contrato, considerando a aquélla el género y a éste la especie; la convención es todo acuerdo
sobre, un objeto de interés, y el contrato es el acuerdo dirigido a constituir una obligación
patrimonial. Finalmente, la concepción intermedia es la de aquellos autores que, si bien reconocen
que la noción del contrato tiene siempre el contenido patrimonial, incluyen dentro de ella no solo los
acuerdos dirigidos a constituir una relación obligatoria, sino también los encaminados a extinguirla
o modificarla.
CASTAN reconoce en los momentos presentes tres concepciones contractuales, que denomina
amplia, estricta e intermedia.
La concepción amplia se caracteriza por identificar la noción del contrato con la de convención o
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acto jurídico bilateral; la concepción estricta establece una separación precisa entre convención y
contrato, considerando a aquélla el género y a éste la especie; la convención es todo acuerdo
sobra un objeto de interés jurídico, y el contrato es el acuerdo dirigido a constituir una obligación
patrimonial.”
Objeto de la donación
[LORENZETTI]4
“El objeto de la donación es b atribución dominial gratuita de una cosa a quien se quiere beneficiar,
puesto que es una especie dentro del género de las liberalidades. En cuanto a la cosa hay un claro
paralelismo con la compraventa: las mismas cosas pueden ser objeto de una operación onerosa o
de una gratuita. Por ello el Código Civil dispone que las cosas que pueden ser vendidas pueden
ser donadas (art. 1799). No obstante ello, existen diferencias, en virtud de la finalidad protectoría
que el legislador asigna a algunas normas, para prevenir los actos excesivos.”
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La donación de todos los bienes presentes sólo es lícita cuando se reserva el usufructo (art. 1800)
o una porción suficiente para sut venir a las necesidades, reiterándose la política protectoría a la
que hemos hecho alusión en el primer punto. El texto legal (art. 1800. Cód. Civ.) refiere a "las
donaciones". Hay discrepancias sobre el caso en que el mismo resultado se obtenga a través de
varias donaciones. Para López de Zavalía, el supuesto de hecho a que refiere esta norma es la
donación en un sólo acto, porque si son varias donaciones que condujeran al mismo efecto, no
habría nulidad. Para Borda, en cambio,es indiferente que se haga en un sólo acto o en varios
simultáneos; si son sucesivos, será nula la última de las donaciones que coloque al donante en
situación de carecer de la totalidad de los bienes presentes. Nos parece correcta esta última
posición y más atinada en el cumplimiento de las finalidades de la norma: si existen varias
donaciones simultáneas que conducen al mismo resultado de transferir la totalidad de los bienes
presentes, es claro que hay un negocio simulado o indirecto. La acción es de anulabilidad relativa y
corresponde al donante. Los acreedores pueden ejercerla por vía subrogatoria o revocatoria.”
“La norma prohíbe la donación de bienes futuros, la cual está afectada de nulidad (art. 1800, Cód.
Civ.). La doctrina coincide en que las razones dadas por Vélez en la nota respectiva al artículo no
son atendibles, puesto que son propias del Derecho francés en el que el contrato tiene efectos
reales y por ello no puede donarse lo que no se tiene; en cambio, en el Derecho argentino no
existen razones de técnica legislativa, porque el contrato no es real ni tiene efecto real y puede
prometerse la venta de cosas futuras sin ninguna dificultad. En realidad, la prohibición de donar
cosas futuras no tiene ese fundamento, sino una finalidad protectoría tendiente a evitar la
prodigalidad. Son bienes futuros los que al tiempo del contrato no existen en el patrimonio del
donante, aunque existan materialmente. Existen en el patrimonio aquellos derechos que pueden
tener una concreción ulterior, como por ejemplo: la próxima cosecha, el producido de un año
financiero de una sociedad que no ha cerrado el ejercicio (Borda).”
“La donación que comprende bienes presentes y futuros también está contemplada en la norma
(art. 1800, Cód. Civ.). Debe entenderse en el sentido de que hay una nulidad parcial que afecta
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sólo a los bienes futuros que integran la liberalidad.”
[]
[]
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3. NORMATIVA
Código Civil
ARTÍCULO 1393.- La donación que se haga para después de la muerte, se considera como
disposición de última voluntad y se rige en todo por lo que se dispone para testamentos.
ARTÍCULO 1395.- Es nula la donación bajo condiciones cuyo cumplimiento dependa sólo de la
voluntad del donador.
ARTÍCULO 1397.- La donación verbal sólo se admite cuando ha habido tradición y cuando se trate
de bienes muebles cuyo valor no pase de doscientos cincuenta pesos.
La de muebles cuyo valor exceda de esa suma y la de inmuebles debe hacerse en escritura
pública; faltando ese requisito, la donación es absolutamente nula.
1º.- La donación indeterminada del todo o de parte alícuota de los bienes presentes: los bienes
donados, sea el todo o una parte de los que pertenecen al donador, deben describirse
individualmente; y
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2º.- La donación de bienes por adquirir.
ARTÍCULO 1400.- Para recibir por donación es preciso estar, por lo menos, concebido al tiempo de
redactarse la escritura de donación; pero quedará pendiente el derecho del donatario de que se
cumpla lo dispuesto en el artículo 13.
ARTÍCULO 1401.- Es aplicable a las donaciones lo dispuesto en los artículos 592, 593 y 594.
ARTÍCULO 1402.- Los bienes donados responden de las obligaciones del donador, existentes al
tiempo de la donación, en cuanto no basten a cumplirlas los bienes que se reserve o adquiera
después el donador.
ARTÍCULO 1405.- Una vez aceptada no puede revocarse sino por causa de ingratitud en los casos
siguientes:
1º.- Si el donatario comete alguna ofensa grave contra la persona u honra del donador, sus padres,
consorte o hijos.
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donatario los hubiere enajenado, el valor de ellos al tiempo de la donación. Los frutos percibidos
hasta el día en que se propuso la demanda de revocación, pertenecen al donatario.
Prescribe en un año contado desde el hecho que la motivó o desde que él tuvo noticia el donador.
No pasa a los herederos del donador salvo que dicha acción se hubiere establecido por éste.
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1 BRENES CÓRDOBA Alberto. Tratado de los contratos. Tercera Edición. Editorial Juricentro. San José. Costa Rica. Pp 353-365.
2 LORENZETTI Ricardo Luis. Contratos. Parte Especial. Tomo II. Rubinzal – Culzoni Editores. Buenos Aires. Argentina. 2003. Pp
462-463.
3 SALAZAR CHAVEZ Rodrigo. La donación. Tesis para optar por el grado de licenciatura en Derecho. Universidad de Costa Rica.
San José. Costa Rica. 1984. Pp 20-27.
4 LORENZETTI Ricardo Luis. Contratos. Parte Especial. Tomo II. Rubinzal – Culzoni Editores. Buenos Aires. Argentina. 2003. Pp
468-469.