El Origen de La Civilización
El Origen de La Civilización
El Origen de La Civilización
Hace unos 20.000 años, durante la cuarta y última glaciación de la era cuaternaria,
el hombre vagaba por la Tierra en busca de caza y recolectando frutos allí donde
los hallaba. Cuando un grupo humano llegaba a una zona rica en caza o en
vegetación comestible, establecían campamentos temporales hasta agotar los
recursos, pero algunos se encontraron con parajes especialmente fértiles, hasta el
punto de que se regeneraban antes de ser agotados, de modo que poco a poco
fueron surgiendo campamentos estables o poblados dedicados a la caza y la
recolección. Así fue cómo el hombre se hizo sedentario.
Otra zona donde hay indicios tempranos de recolección de cereales es la costa más
oriental del Mediterráneo, lo que hoy es Palestina. Se han encontrado restos de
hace 15.000 años que demuestran que en esta región el hombre había aprendido a
moler el grano. Palestina formaba parte de una zona de condiciones especialmente
favorables, conocida como la media luna fértil. Se trata de una región que, como
indica su nombre, tiene forma aproximada de media luna. Su parte este es lo que
podríamos llamar Canaán. La costa de Canaán recibe el nombre de Palestina al
sur y Fenicia al norte, si bien estos nombres están relacionados con pueblos que
habitarían la región posteriormente. La media luna fértil avanza hacia el este por
el llamado corredor sirio y luego desciende hacia el sur siguiendo el curso de dos
ríos que fluyen paralelamente: el Éufrates y el Tigris, que finalmente se unen poco
antes de desembocar en el Golfo Pérsico. En la antigüedad el mar cubría una
extensión mayor de terreno, de modo que el Éufrates y el Tigris tenían
desembocaduras separadas. La tierra comprendida entre los dos ríos (y, por
extensión, sus alrededores) se conoce como Mesopotamia. Mesopotamia limita al
este con los montes Zagros. Se conocen restos de cazadores-recolectores que
poblaron estos montes hace casi 13.000 años.
La vida en poblados estables supuso un cambio cultural importante. Se abre así
una última fase del periodo paleolítico conocida como mesolítico. Los casos que
acabamos de comentar son sus primeras manifestaciones, si bien la cultura
mesolítica sólo empezó a ser representativa desde hace unos 12.000 años, es decir,
desde el X milenio, momento en el que se considera que empieza el último periodo
de la era cuaternaria: el holoceno. De esta época se conservan poblados palestinos
con cabañas circulares semisubterráneas de madera, adobe y piedra.
Los que optaron por reunir animales y apacentarlos se encontraron con que tenían
que viajar de un sitio a otro en busca de pastos, lo que les llevó a abandonar los
poblados y convertirse en pueblos nómadas. Por el contrario, los agricultores
debían permanecer junto a sus tierras, las cuales requerían toda clase de trabajos y
cuidados. Formaron poblados más firmes y numerosos, pues, por una parte, la
tierra trabajada proporcionaba alimento para más personas y, por otra,
necesitaban defenderse de las fieras y de otros pueblos nómadas que no tenían
escrúpulos de llegar y llevarse sin esfuerzo el fruto del trabajo ajeno.
Por esta época empieza a aparecer también la agricultura en algunas zonas del
actual México.
Los mayores avances se produjeron en la Baja Mesopotamia, esto es, la parte más
cercana a la desembocadura del Éufrates y el Tigris. El sistema de canales que
habían ideado en la parte alta de la región llegó hasta el sur, lo que permitió
aprovechar plenamente las posibilidades que ofrecían los ríos, dando origen a una
agricultura de irrigación que convirtió la zona en la más fértil y próspera de la
época. Además de la agricultura, florecieron el comercio y la alfarería. Los
mercaderes inventaron un antecedente de la escritura: el sello. Los recipientes de
barro se marcaban con sellos planos que imprimían un relieve distintivo de su
propietario o de su contenido. A finales del milenio algunas ciudades llegaron a
contar con 10.000 habitantes.
Hasta entonces, las aldeas pequeñas tenían una estructura tribal, formadas por
unas pocas familias que obedecían a algún patriarca, pero las grandes ciudades
requerían una organización que no descansara en vínculos familiares. Así, las
ciudades mesopotámicas se fueron convirtiendo en ciudades-estado. Cada ciudad
dominaba y cultivaba las tierras de su entorno y era gobernada por un rey. La
administración corría a cargo de los sacerdotes. Éstos ejercían de tesoreros y
recaudadores de impuestos y, en la medida en que su autoridad residía en su papel
de intermediarios con los dioses, la religión se fue sofisticando más y más. El
templo era el centro de cada ciudad. Además de la clase sacerdotal, surgió una
aristocracia y una burguesía que originó una demanda de adornos, tejidos y obras
de arte. El modo de vida de la Baja Mesopotamia fue imitado rápidamente por el
resto de la media luna fértil, que mantuvo una cultura similar.
Hacia el año 4000 la Baja Mesopotamia no pudo resistir por más tiempo la presión
de los pastores, que invadieron la región desde los montes Zagros y se asentaron en
ella, sumiéndola en una profunda crisis.