El Origen de La Civilización

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ANTERIOR EL ORIGEN DE LA CIVILIZACIÓN SIGUIENTE

Hace unos 20.000 años, durante la cuarta y última glaciación de la era cuaternaria,
el hombre vagaba por la Tierra en busca de caza y recolectando frutos allí donde
los hallaba. Cuando un grupo humano llegaba a una zona rica en caza o en
vegetación comestible, establecían campamentos temporales hasta agotar los
recursos, pero algunos se encontraron con parajes especialmente fértiles, hasta el
punto de que se regeneraban antes de ser agotados, de modo que poco a poco
fueron surgiendo campamentos estables o poblados dedicados a la caza y la
recolección. Así fue cómo el hombre se hizo sedentario.

Tal vez los ejemplos más antiguos de este tipo


de poblados (aunque no muy numerosos al
principio) son una serie de asentamientos
escalonados en el tiempo en el noreste de
África, en el actual Egipto, los primeros de los
cuales datan de hace 19.000 años. Al parecer,
sus habitantes recogían anualmente cosechas
de cebada y trigo silvestres. Por aquel
entonces todo el norte de África era una selva
rica en fauna y vegetación, pero pronto
terminaría el periodo glaciar y comenzaría
un proceso de desertificación que originaría
el desierto del Sahara. No obstante, la zona
noreste continuó siendo fértil mucho tiempo
gracias al río Nilo. Se trata del río más largo
del mundo, que nace en el lago Victoria, en el
ecuador africano, y transporta sus aguas
hacia el norte hasta el Mediterráneo. De todos
modos, esto sólo se descubrió mucho más
tarde. En la antigüedad, ningún hombre
"civilizado" sabía de dónde surgía el Nilo, pues una serie de cataratas impedían
seguir su curso río arriba a través de la selva.

Otra zona donde hay indicios tempranos de recolección de cereales es la costa más
oriental del Mediterráneo, lo que hoy es Palestina. Se han encontrado restos de
hace 15.000 años que demuestran que en esta región el hombre había aprendido a
moler el grano. Palestina formaba parte de una zona de condiciones especialmente
favorables, conocida como la media luna fértil. Se trata de una región que, como
indica su nombre, tiene forma aproximada de media luna. Su parte este es lo que
podríamos llamar Canaán. La costa de Canaán recibe el nombre de Palestina al
sur y Fenicia al norte, si bien estos nombres están relacionados con pueblos que
habitarían la región posteriormente. La media luna fértil avanza hacia el este por
el llamado corredor sirio y luego desciende hacia el sur siguiendo el curso de dos
ríos que fluyen paralelamente: el Éufrates y el Tigris, que finalmente se unen poco
antes de desembocar en el Golfo Pérsico. En la antigüedad el mar cubría una
extensión mayor de terreno, de modo que el Éufrates y el Tigris tenían
desembocaduras separadas. La tierra comprendida entre los dos ríos (y, por
extensión, sus alrededores) se conoce como Mesopotamia. Mesopotamia limita al
este con los montes Zagros. Se conocen restos de cazadores-recolectores que
poblaron estos montes hace casi 13.000 años.
La vida en poblados estables supuso un cambio cultural importante. Se abre así
una última fase del periodo paleolítico conocida como mesolítico. Los casos que
acabamos de comentar son sus primeras manifestaciones, si bien la cultura
mesolítica sólo empezó a ser representativa desde hace unos 12.000 años, es decir,
desde el X milenio, momento en el que se considera que empieza el último periodo
de la era cuaternaria: el holoceno. De esta época se conservan poblados palestinos
con cabañas circulares semisubterráneas de madera, adobe y piedra.

En el IX milenio terminó la cuarta glaciación. La cultura mesolítica se extendió


desde Palestina hasta Siria siguiendo la media luna fértil. Mientras el noreste de
África permaneció en estado mesolítico durante varios milenios, en el Oriente
Próximo se produjeron cambios relativamente rápidos. Los hombres sedentarios
tuvieron ocasión de estudiar más a fondo el comportamiento de las plantas y los
animales. Lentamente, descubrieron que era posible retener y alimentar a algunos
animales en lugar de matarlos, de modo que se podía disponer de su carne cuando
fuera más necesaria. Hay indicios de que por esta época, en un asentamiento que
más tarde sería la ciudad de Jericó, ya se había domesticado el carnero. Poco a
poco, los hombres de la parte occidental de la media luna fértil se hicieron pastores
y agricultores.

Los que optaron por reunir animales y apacentarlos se encontraron con que tenían
que viajar de un sitio a otro en busca de pastos, lo que les llevó a abandonar los
poblados y convertirse en pueblos nómadas. Por el contrario, los agricultores
debían permanecer junto a sus tierras, las cuales requerían toda clase de trabajos y
cuidados. Formaron poblados más firmes y numerosos, pues, por una parte, la
tierra trabajada proporcionaba alimento para más personas y, por otra,
necesitaban defenderse de las fieras y de otros pueblos nómadas que no tenían
escrúpulos de llegar y llevarse sin esfuerzo el fruto del trabajo ajeno.

Con la aparición de la agricultura y la ganadería entramos en la segunda etapa de


la Edad de Piedra: el neolítico. Las primeras manifestaciones neolíticas
propiamente dichas aparecen en Palestina a partir del año 8600. Por aquel
entonces, la Tierra debía de contar con alrededor de ocho millones de habitantes.
Los nuevos descubrimientos fueron divulgándose lentamente, junto con otras
innovaciones. En el año 8000 se descubrió la cerámica en el Sahara y en Siria
independientemente. Las vasijas de barro fueron prácticos sustitutos de los pesados
recipientes de piedra. No obstante, el labrado de la piedra también se perfeccionó.
De hecho, la denominación paleolítico/neolítico marca el tránsito de la piedra
tallada a la piedra pulimentada, si bien, como ya queda dicho, no es ésta la
diferencia más significativa entre ambas culturas, sino la aparición de la
agricultura y la ganadería.

Hacia el 7500 se empezó a cultivar el trigo en


Jericó, y se domesticaron el cerdo y la cabra.
Por esta época la agricultura y la ganadería
llegaron a la Alta Mesopotamia (esto es, a su
parte norte, la más alejada del mar). Palestina
continuaba a la cabeza de la civilización:
Hacia el año 7000, las viejas cabañas
circulares habían sido sustituidas por casas
de planta rectangular, subdivididas en
habitaciones y con las paredes y el suelo
cubiertos de arcilla. Sus pobladores
enterraban a los difuntos bajo sus casas, pero
antes les separaban el cráneo, lo cubrían de
arcilla y lo adornaban con pinturas. Esto
indica un complejo ceremonial religioso.

En general, las culturas agrícolas


desarrollaron una religión más compleja y
sofisticada que los pueblos nómadas. Los
nómadas llevaban una vida relativamente
cómoda. Se sentían capaces de dominar su entorno. Eran gente ruda y fuerte. A
menudo efectuaban provechosas incursiones en aldeas de agricultores indefensos.
Para sus pocas necesidades, desconocían lo que era la escasez o falta de recursos.
Las únicas cosas que no podían controlar eran las tormentas, las enfermedades y
tal vez los enfrentamientos con otros pueblos nómadas. Por ello sus religiones se
limitaban a algún "dios de las tormentas" o "del trueno" o "del rayo", a quien
implorar clemencia en las tempestades, o quizá a un "dios de la guerra" a quien
encomendarse y pedir protección antes de un enfrentamiento. Por el contrario, los
agricultores estaban rodeados de eventos que escapaban a su control. Su nivel de
vida dependía de que lloviera en el momento oportuno, de que no hubiera
tormentas devastadoras, de que las cosechas fueran buenas, de que los ríos trajesen
agua suficiente pero no excesiva, etc. Conocían las diferentes estaciones del año y
las vinculaban con los cambios de posición del Sol y las estrellas en la bóveda
celeste. Así, el agricultor aprendió a rezar ante la adversidad. La superstición se
extendió rápidamente entre los pueblos agrícolas, y surgieron toda clase de ritos
para mantener propicios a los dioses de la lluvia y de los ríos, y al Sol, etc. En torno
a estas creencias no tardan en surgir sacerdotes especializados en velar por que los
dioses estuvieran satisfechos con el pueblo. Los sacerdotes tienen fama de sabios y
a menudo son objeto de innumerables preguntas de todo tipo, para las que siempre
tienen alguna respuesta basada en historias sobre tal o cual dios. Así, cada pueblo
fue creando su mitología, más o menos rica según la imaginación de sus gentes, y
en consonancia con el grado de sofisticación de cada sociedad.
Durante el VII milenio la densidad de población en la media luna fértil aumentó
notablemente. Se domesticó al buey. En Siria se exploraron muchas innovaciones,
como la fabricación de recipientes de cal, aunque estas técnicas no tuvieron
continuidad. La agricultura se extendió por la península de Anatolia (Turquía).
Hacia el año 6500 encontramos una agrupación de pueblos de cerca de 6.000
habitantes, con casas y santuarios de ladrillo crudo y frescos de divinidades
femeninas y toros. A finales del milenio aprendieron a fundir el cobre para
fabricar adornos, puntas de lanza y objetos diversos, pero el metal era escaso y el
descubrimiento no tuvo muchas repercusiones.

Por esta época empieza a aparecer también la agricultura en algunas zonas del
actual México.

Al comienzo del VI milenio las técnicas agrícolas se habían perfeccionado


notablemente en la zona occidental de la media luna fértil. Se inventó la hoz, la
azada, etc. La cerámica se extendió desde Siria por ambos "cuernos" de la media
luna. El Éufrates y el Tigris suministraban excesiva agua en primavera y poca el
resto del año, por lo que en su entorno se formaron grandes aldeas de obreros que
construyeron presas y canales para almacenar y distribuir el agua. Se ocupó la baja
Mesopotamia, que había quedado despoblada desde la glaciación.

Los agricultores podían cosechar


más de lo que necesitaban
consumir, lo que propició que
algunos hombres optaran por
especializarse en producir otro
tipo de bienes que canjear a los
agricultores por sus sobrantes. Así,
tras la cerámica surgió la cestería y
luego la elaboración de tejidos. Se
formó una importante aldea en
donde después estaría la ciudad de
Ur. Allí surgió una comunidad de
comerciantes que llegaron a
recorrer por mar las costas de Arabia. Su emplazamiento está actualmente lejos del
mar, pero entonces la costa llegaba hasta sus inmediaciones. Hay constancia de que
durante un cierto periodo la aldea fue completamente inundada por el mar. Es
posible que este suceso fuera el origen de una leyenda que pervivió durante
milenios en la zona sobre un "diluvio universal", que supuestamente había
inundado la totalidad de la Tierra. El mapa muestra otras aldeas fundadas en esta
época que con el tiempo se convertirían en ciudades importantes. Al norte de la
media luna fértil, cerca del nacimiento del Tigris, se fundó Nínive, que miles de
años después sería la capital de un poderoso imperio.

Mientras tanto, la vida en Anatolia debió de ser especialmente difícil. El único


avance cultural durante el sexto milenio fue la construcción de fortalezas, signo de
que sus habitantes sufrían frecuentes incursiones de pueblos nómadas vecinos. En
Egipto las condiciones eran más propicias que las de Mesopotamia o Canaán, por lo
que la región permaneció ajena a los avances de estas regiones y continuó en su
tradición mesolítica de caza y recolección durante todo el milenio. Por el contrario,
la cultura neolítica se extendió desde el oriente próximo hacia Europa. Hacia el año
6000 aparecen las primeras comunidades agrícolas en el sureste de Europa y a lo
largo del milenio se extendieron a lo largo de la costa mediterránea. Así mismo
apareció la agricultura alrededor del valle del Indo (en el actual Pakistán).

A lo largo del V milenio la cultura neolítica se expandió y consolidó por Europa,


Asia y África. La prosperidad fue tal, que en este periodo la población mundial pasó
de unos 10 millones de habitantes hasta casi 50 millones. En Europa y África
central surge la cultura megalítica, caracterizada por la construcción de grandes
monumentos de piedra: a veces simples piedras levantadas a modo de columnas, a
veces alineadas según ciertos patrones, otros en forma de enormes losas
horizontales apoyadas sobre otras dos verticales, etc. Naturalmente, estas
construcciones debían de estar asociadas a nuevos rituales y creencias más o
menos sofisticadas, típicos de la cultura neolítica. En Grecia se desarrolló la
navegación por el Egeo, que llegó hasta la isla de Creta. En Asia la agricultura
continuó extendiéndose lentamente por el valle del Indo.

En América el progreso fue ligeramente más lento: en algunas zonas de México y


Perú hubo pueblos de cazadores-recolectores que empezaron a llevar una vida
sedentaria. Domesticaron animales e inventaron la cerámica. Los cultivos eran
muy variados, pero la agricultura les proporcionaba sólo una pequeña parte de sus
recursos. También aprendieron a tejer fibras vegetales.

En China se formaron asentamientos mesolíticos a lo largo del río Amarillo


(Huang He), donde finalmente se aprendió a cultivar el arroz. En el Baikal se
originó un complejo de culturas nómadas que se extendieron y diversificaron por
Siberia y Asia central. Su influencia llegó hasta China. Al oeste de los montes Urales
surgió una cultura de pastores nómadas, entre el mar Caspio y el mar Negro. Sus
integrantes hablaban una lengua común, conocida como Indoeuropeo. La
península arábiga y el norte de África fue poblada por otro grupo humano que
también hablaba una misma lengua, conocida como Afroasiático o
Camitosemítico. No obstante, el desierto del Sinaí supuso una separación
permanente entre Arabia y África, por lo que las variantes dialectales del
Afroasiático de Arabia formaron pronto un grupo de lenguas bien diferenciadas de
las africanas, conocidas como lenguas semíticas. Las tribus de Arabia se hicieron
ganaderas, mientras que las del norte de África continuaron viviendo durante
mucho más tiempo de la caza y la recolección, pues el territorio era mucho más
fértil.

Los mayores avances se produjeron en la Baja Mesopotamia, esto es, la parte más
cercana a la desembocadura del Éufrates y el Tigris. El sistema de canales que
habían ideado en la parte alta de la región llegó hasta el sur, lo que permitió
aprovechar plenamente las posibilidades que ofrecían los ríos, dando origen a una
agricultura de irrigación que convirtió la zona en la más fértil y próspera de la
época. Además de la agricultura, florecieron el comercio y la alfarería. Los
mercaderes inventaron un antecedente de la escritura: el sello. Los recipientes de
barro se marcaban con sellos planos que imprimían un relieve distintivo de su
propietario o de su contenido. A finales del milenio algunas ciudades llegaron a
contar con 10.000 habitantes.

Hasta entonces, las aldeas pequeñas tenían una estructura tribal, formadas por
unas pocas familias que obedecían a algún patriarca, pero las grandes ciudades
requerían una organización que no descansara en vínculos familiares. Así, las
ciudades mesopotámicas se fueron convirtiendo en ciudades-estado. Cada ciudad
dominaba y cultivaba las tierras de su entorno y era gobernada por un rey. La
administración corría a cargo de los sacerdotes. Éstos ejercían de tesoreros y
recaudadores de impuestos y, en la medida en que su autoridad residía en su papel
de intermediarios con los dioses, la religión se fue sofisticando más y más. El
templo era el centro de cada ciudad. Además de la clase sacerdotal, surgió una
aristocracia y una burguesía que originó una demanda de adornos, tejidos y obras
de arte. El modo de vida de la Baja Mesopotamia fue imitado rápidamente por el
resto de la media luna fértil, que mantuvo una cultura similar.

En la península del Sinaí se descubrió la fundición del cobre, y el sistema se


extendió rápidamente tanto hacia Mesopotamia como hacia Egipto. En torno al
4500 el sur de Canaán fue invadido por un pueblo que conocía la fundición del
cobre. Por la misma época aparecen los primeros poblados neolíticos en Egipto,
junto al lago Moeris, algo al oeste del curso del Nilo. Las inmediaciones del Nilo
hubieran requerido un sistema de canales similar al de Mesopotamia para ser
aprovechadas adecuadamente, por lo que las zonas cercanas (pero
prudencialmente alejadas de las súbitas crecidas del río) eran más adecuadas para
una población que acababa de descubrir la agricultura y la ganadería.

La metalurgia del cobre prosperó en Irán, que importaba el mineral de la India y lo


exportaba manufacturado a Mesopotamia, junto con oro, plata y piedras preciosas.
El cobre fue especialmente útil en Mesopotamia. El oro y la plata son blandos, y
sólo servían para confeccionar adornos. El cobre, en cambio, es más duro y servía
para fabricar armas más efectivas que las de piedra, armas con que repeler las
incursiones de los nómadas, que se hacían más frecuentes cuanto más prosperaba
el valle. Por una parte estaban los rudos pastores que habitaban en los montes
Zagros, al este, y por otra los habitantes del desierto arábigo al suroeste. Las
ciudades-estado se fortificaron, como ya habían hecho tiempo atrás las de Anatolia.
Egipto, en cambio, estaba rodeado por el mar, el desierto y las cataratas del Nilo, así
que vivió mucho más tranquilamente que Mesopotamia durante mucho tiempo.

Hacia el año 4000 la Baja Mesopotamia no pudo resistir por más tiempo la presión
de los pastores, que invadieron la región desde los montes Zagros y se asentaron en
ella, sumiéndola en una profunda crisis.

El origen del hombre Índice Los sumerios

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