1976.recomendación de Nairobi

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 8

RECOMENDACIÓN DE NAIROBI

RELATIVA A LA SALVAGUARDA DE LOS CONJUNTOS HISTÓRICOS Y SU FUNCIÓN EN LA VIDA


CONTEMPORÁNEA.

(Aprobada por la Conferencia General


en su decimonovena reunión.
Nairobi, 26 de noviembre de 1976)

La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su 19a.
reunión, celebrada en Nairobi, del 26 de octubre al 30 de noviembre de 1976.

CONSIDERANDO que los conjuntos históricos forman parte del medio cotidiano de los seres humanos en todos los
países, que constituyen la presencia viva del pasado que los ha plasmado y que garantizan al marco de vida, la
variedad necesaria para responder a la diversidad de la sociedad y que, por ello mismo, adquieren una dimensión y un
valor humano suplementarios,

CONSIDERANDO que los conjuntos históricos ofrecen a través de las edades los testimonios más tangibles de la riqueza
y de la diversidad de las creaciones culturales, religiosas y sociales de la humanidad, y que su salvaguardia y su
integración en la vida de la sociedad contemporánea es un factor básico del urbanismo y la ordenación del territorio,

CONSIDERANDO que, frente a los peligros de unifomización y de despersonalización que se manifiestan con frecuencia
en nuestra época, esos testimonios vivos de épocas pasadas adquieren importancia vital para los hombres y para las
naciones, que encuentran en ellos la expresión de su cultura y, al mismo tiempo, uno de los fundamentos de su
identidad,

COMPROBANDO que, en el mundo entero, so pretexto de expansión o de modernismo se procede a destrucciones


ignorantes de lo que destruyen y a reconstrucciones irreflexivas e inadecuadas que ocasionan un grave perjuicio a ese
patrimonio histórico,

CONSIDERANDO que los conjuntos históricos constituyen un patrimonio inmueble cuya destrucción provoca a menudo
perturbaciones sociales, aun cuando no acarree pérdidas económicas,

CONSIDERANDO que esta situación entraña una responsabilidad para cada ciudadano e impone a los poderes públicos
obligaciones que sólo ellos pueden asumir,

CONSIDERANDO que, ante tales peligros de deterioro, e incluso de desaparición total, todos los Estados deben actuar
para salvar esos valores irremplazables adoptando urgentemente una política global y activa de protección y de
reanimación de los conjuntos históricos y de su medio, en el marco de la planificación nacional, regional o local,

COMPROBANDO que en muchos países falta una legislación suficientemente eficaz y flexible sobre el patrimonio
arquitectónico y sus relaciones con el acondicionamiento del territorio,

OBSERVANDO que la conferencia General ha aprobado ya instrumentos internacionales para proteger el patrimonio
cultural y natura, como la Recomendación que define los Principios Internacionales que deberían aplicarse a las
Excavaciones Arqueológicas (1956), la Recomendación relativa a la Protección de la Belleza y el Carácter de los
Lugares; y Paisajes (1962) y la Recomendación sobre la Conservación de los Bienes Culturales en la Ejecución de Obras
Públicas o Privadas pueda poner en Peligro (1968), y la Recomendación sobre la Protección en el Ambito Nacional del
Patrimonio Cultural y Natural (1972),

DESEANDO completar y ampliar el alcance de las normas y los principios formulados en los instrumentos
internacionales,

HABIÉNDOLES SIDO PRESENTADAS propuestas relativas a la salvaguardia de los conjuntos históricos y su función en la
vida contemporánea, cuestión que constituye el punto 27 del orden del día de la reunión,

HABIENDO DECIDIDO, en su 18ª. reunión que este asunto sería objeto una Recomendación a los Estados Miembros,

APRUEBA, el 26 de noviembre de 1976, la , presente Recomendación.


La Conferencia General recomienda a los Estados Miembros que apliquen, las disposiciones siguientes adoptando
medidas, en forma de ley nacional o en otra forma, encaminadas a dar efecto, en los territorios sometidos a su
jurisdicción, a los principios y normas formulados en la presente Recomendación.

La Conferencia General recomienda a los Estados Miembros que pongan la presente Recomendación en conocimiento de
las autoridades nacionales, regionales y locales, así como de las instituciones, servicios u organizaciones y asociaciones
interesados en la salvaguardia de los conjuntos históricos y de su medio,

La Conferencia General recomienda a los Estados Miembros que, le presenten, en las fechas y en la forma que ella
determine, informes relativos a la manera en que hayan aplicado la, presente Recomendación.

I. DEFINICIONES

1. A efectos de la presente Recomendación:

a) Se considera "conjunto histórico o tradicional" todo grupo de construcciones y de espacios, inclusive los lugares
arqueológicos y paleontológicos, que constituyan un asentamiento humano tanto en medio urbano como en medio rural
y cuya cohesión y valor son reconocidos desde el punto de vista arqueológico, arquitectónico, histórico, estético o
sociocultural.

En estos "conjuntos", que son muy variados, pueden distinguirse en especial: los lugares prehistóricos, las ciudades
históricas, los antiguos barrios urbanos, las aldeas y los caseríos, así como los conjuntos monumentales homogéneos,
quedando entendido que estos últimos deberán por lo común ser conservados cuidadosamente sin alteración.

b) Se considera "medio" de los conjuntos históricos el marco natural o construido que influye en la percepción estética o
dinámica de los conjuntos o se vincula a ellos de manera inmediata en el espacio o por, lazos sociales, económicos o
culturales.

c) Se entiende por "salvaguardia" la identificación, la protección, la conservación, restauración, la rehabilitación, el


mantenimiento y la revitalización de los conjuntos históricos o tradicionales y de su medio.

II. PRINCIPIOS GENERALES

2. Debería considerarse que los conjuntos históricos y su medio constituyen un patrimonio universal irremplazable. Su
salvaguardia y su integración en la vida colectiva de nuestra época deberían ser una obligación para los gobiernos y
para los ciudadanos de los Estados en cuyos territorios se encuentran. Deberían ser responsables de ello, en interés de
todos los ciudadanos y de la comunidad internacional, las autoridades nacionales, regionales o locales, según las
condiciones propias de cada Estado en materia de distribución de poderes.

3. Cada conjunto histórico y su medio deberían considerarse globalmente como un todo coherente cuyo equilibrio y
carácter específico dependen de la síntesis de los elementos que lo componen y que comprenden tanto las actividades
humanas como los edificios, la estructura espacial y las zonas circundantes. Así pues, todos los elementos válidos,
incluidas las actividades humanas (por modestas que sean), tienen en relación con el conjunto un significado que
procede respetar.

4. Los conjuntos históricos y su medio deberían ser protegidos activamente contra toda clase de deterioros, en especial
los resultantes de un uso inapropiado, aditamentos parásitos y transformaciones abusivas desprovistas de sensibilidad
que dañan su autenticidad, así como los provocados, por cualquier forma de contaminación. Todas las obras de
restauración que se emprendan deberían basarse en principios científicos. Asimismo, debería prestarse especial
atención a la armonía y a la emoción estética resultantes del encadenamiento o de los contrastes de los diferentes
elementos que componen los conjuntos y que dan a cada uno de ellos su carácter particular.

5. En las condiciones del urbanismo moderno, que produce un aumento considerable en la escala y en la densidad de
las construcciones, al peligro de destrucción directa de los conjuntos históricos se añade el real de que los nuevos
conjuntos destruyan el medio y el carácter de los conjuntos históricos adyacentes. Los arquitectos y los urbanistas
deberían procurar que la vista de los monumentos y los conjuntos históricos, o desde ellos, no se deteriore, de que
dichos conjuntos se integren armoniosamente en la vida contemporánea.

6. En una época en que la creciente universalidad de las técnicas de construcción y de las formas arquitectónicas
presentan el riesgo de crear un medio uniforme en todo el mundo, la salvaguardia de los conjuntos históricos puede
contribuir de una manera sobresaliente a mantener y desarrollar los valores culturales y sociales de cada nación, así
como el enriquecimiento arquitectónico del patrimonio cultural mundial.

III. POLITICA NACIONAL, REGIONAL Y LOCAL

7. En cada Estado Miembro debería formularse, con arreglo a sus condiciones propias en materia de distribución de
poderes, una política nacional,, regional y local con objeto de que las autoridades nacionales, regionales o locales
tornen medidas jurídicas, técnicas, económicas y sociales con miras a salvaguardar los conjuntos históricos y su medio
y adaptarlos a las exigencias de la vida contemporánea. Esta política debería influir en el planeamiento nacional,
regional local y orientar la planificación urbana y la ordenación regional y rural en todos los niveles. Las acciones
resultantes de ese planeamiento deberían integrarse en la formulación de los objetivos y programas, en la distribución
de las funciones y en la ejecución de las operaciones. Debería recabarse la colaboración de los individuos y de las
asociaciones privadas (pruzdas) para la aplicación de la política de salvaguardia.

IV. MEDIDAS DE SALVAGUARDIA

8. La salvaguardia de los conjuntos históricos y de su medio debería ajustarse a los principios antes enunciados y a los
métodos que se exponen a continuación, determinándose las medidas concretas con arreglo a las competencias
legislativas y constitucionales, y a la organización social y económica de cada Estado.

Medidas jurídicas y administrativas

9. La aplicación de una política global de salvaguardia de los conjuntos históricos y de su medio debería fundarse en
principios válidos para cada país en su conjunto. Los Estados Miembros deberían adaptar las disposiciones existentes o,
en su caso, promulgar nuevos; textos legislativos y reglamentos con objeto de asegurar la salvaguardia de los
conjuntos históricos y de su medio, teniendo en cuenta las disposiciones contenidas en este capítulo y en los siguientes.
Convendría revisar las leyes relativas a la ordenación del territorio, al urbanismo y a las viviendas, para coordinar y
armonizar sus disposiciones con las leyes relativas a la salvaguardia del patrimonio arquitectónico. Esas legislaciones
deberían fomentar la adaptación o la adopción de disposiciones en los planos regional o local encaminadas a dicha
salvaguardia.

10. Las disposiciones que establezcan un sistema de salvaguardia de los conjuntos históricos deberían enunciar los
principios generales relativos al establecimiento de los planes necesarios y, en particular:
- las condiciones y las restricciones generales aplicable i las zonas protegidas y sus inmediaciones;
- la indicación de los programas y operaciones que habrán de preverse en materia de conservación e infraestructura de
servicios;
- las funciones de mantenimiento y la designación de los encargados de desempeñarlas;
- los campos en que podrán aplicarse las actividades de urbanismo, reestructuración y ordenación rural;
- la designación del organismo encargado de autorizar toda restauración, reforma, nueva construcción o demolición en
el perímetro protegido;
- las modalidades de financiamiento y de ejecución de los programas de salvaguardia.
11. Los planes de salvaguardia deberían definir:
- las zonas y los elementos protegidos;
- las condiciones y las restricciones específicas que les son aplicables;
-las normas que regulan los trabajos de mantenimiento, de restauración y de mejoramiento;
- las condiciones generales de instalación de las redes de suministros y de los servicios necesarios para la vida urbana o
rural;
- las condiciones que regirán las nuevas construcciones.

12. La legislación de salvaguardia debería ir acompañada, en principio, de disposiciones preventivas contra las
infracciones al reglamento de salvaguardia y contra toda alza especulativa de los valores inmobiliarios en las zonas
protegidas, que pueda comprometer una protección y una restauración concebidas en función del interés colectivo.
Podría tratarse de medidas de urbanismo que influyan en el precio de los solares por construir, tales romo el
establecimiento de planes de ordenamiento de barriada o de extensión más reducida, la concesión del derecho
preferente de compra a un organismo público, la expropiación con beneficio de la salvaguardia o la intervención de
oficio en caso de incapacidad o incumplimiento por parte de los propietarios, e instituir sanciones efectivas como la
suspensión de las obras, la obligación de reconstruir, y/o una multa adecuada.

13. Debería imponerse, tanto a las colectividades públicas como a los particulares, el respeto de los medidas de
salvaguardia. Sin embargo, debería establecerse un mecanismo de recurso contra las decisiones arbitrarias o injustas.
14. Las disposiciones referentes a la construcción de edificios para organismos públicos y privados y a las obras
públicas y privadas, deberían adaptarse a la reglamentación de salvaguardia de los conjuntos históricos y de su medio.

15. En particular, habría que formular o revisar las disposiciones relativas a los locales y manzanas insalubres, así como
a la construcción de viviendas sociales, no sólo de que se ajustaran a la política de salvaguardia, sino también de que
contribuyeran a ella. El régimen de posibles subvenciones debería establecerse y modularse en conscuencia, en
particular para facilitar la construcción de viviendas subvencionadas y las construcciones rehabilitando antiguos
edificios. Las demoliciones sólo deberían autorizarse para los edificios sin valor histórico ni arquitectónico y deberían
controlarse estrictamente las subvenciones a que esas demoliciones pudieran dar lugar. Además, una parte suficiente
de los créditos previstos para la conbstrucción de alojamientos sociales debería destinarse a rehabilitar edificios
antiguos.

16. Deberían darse a conocer al público y registrarse en un organismo oficialmente competente las consecuencias
jurídicas de las medidas de protección de edificios y terrenos.

17. Teniendo debidamente en cuenta las condiciones propias de cada país y la distribución de funciones de las diversas
administraciones nacionales, regionales y locales, la ejecución de las obras de salvaguardia debería inspirarse en los
siguientes principios:

a) una autoridad especial debería encargarse de la coordinación permanente de todas las partes interesadas: servicios
públicos nacionales, regionales y locales o agrupaciones de particulares;

b) los planes y documentos de salvaguardia se deberían preparar después de haberse efectuado todos los estudios
históricos necesarios por equipos pluridisciplinarios compuestos, en particular, de:

- especialistas en conservación y restauración, incluidos los historiadores del arte;


- arquitectos y urbanistas;
- sociólogos y economistas;
- ecólogos y arquitectos paisajistas;
- especialistas en sanidad pública y bienestar social;

y, en general, de todos los especialistas en disciplinas relacionadas con la protección y el realce de los conjuntos
históricos;

c) las autoridades deberían tomar la iniciativa de organizar la consulta y la participación de la población interesada,

d) los planes de salvaguardia deberían ser aprobados por el organismo que designe la ley;

e) los servicios públicos encargados de aplicar los disposiciones de salvaguardia en todos los niveles -nacional, regional
y local- deberían contar con el personal necesario y con medios técnicos, administrativos ) y financieros adecuados.

Medidas técnicas, económicas y sociales

18. Se debería establecer, en el plano nacional, regional o local, una lista de los conjuntos; históricos y de su medio que
hayan de salvaguardarse. En esa lista deberían indicarse unas prioridades, para, facilitar una asignación racional de los
limitados recursos disponibles con fines de salvaguardia. Las medidas de protección, de cualquier tipo, que tengan
carácter urgente deberían tomarse sin esperar que se establezcan planes de salvaguardia.

19. Debería hacerse un análisis de todo el conjunto, incluida su evolución espacial, que integrase los datos
arqueológicos, históricos, arquitectónicos, técnicos y económicos. Debería establecerse un documento analítico
encaminado a determinar los inmuebles o los grupos de inmuebles que deberían protegerse cuidadosamente,
conservarse en ciertas condiciones, o, en circunstancias absolutamente excepcionales y documentadas con
escrupulosidad, destruirse, lo que permitiría a las autoridades suspender todos los trabajos incompatibles con esta
Recomendación. Además debería establecerse, con ese mismo fin, un inventario de los espacios abiertos, públicos y
privados, así como de su vegetación.

20. Además de esta investigación arquitectónica, se necesitan estudios detallados de los datos y las estructuras
sociales, económicas, culturales y técnicas, así como del contexto urbano o regional. Esos estudios deberían incluir, a
ser posible, datos demográficos y un análisis de las actividades económicas, sociales y culturales, los modos de vida y
las relaciones sociales, los problemas del régimen de propiedad del suelo, la infraestructura urbana, el estado de las
vías urbanas, las redes de comunicación y las relaciones recíprocas entre la zona protegida y las zonas circundantes.
Las autoridades competentes deberían atribuir importancia a esos estudios y comprender que sin ellos no cabe
establecer planes válidos de salvaguardia.
21. Antes de formular planes y normas de salvaguardia y después del análisis que se acaba de describir, procedería, en
principio, establecer una programación que tenga en cuenta a la vez el respeto de los datos urbanísticos,
arquitectónicos, económicos y sociales, y la capacidad de la trama urbana y rural para acoger funciones compatibles
con su carácter específico. La programación debería tender a adaptar las densidades de ocupación y a prever el
escalonamiento de las operaciones, así como los alojamientos temporales necesarios durante las obras y los locales
para el realojamiento de los habitantes que no pueden regresar a su anterior vivienda. Esta programación debería
establecerse asociando en su elaboración en la mayor medida posible a las y las colectividades y las poblaciones
interesadas. Como el contexto social, económico y físico de los conjuntos históricos y de su medio cambia
constantemente, los estudios y las investigaciones deberían ponerse al día. Por ello sería indispensable emprender la
preparación de los planes de salvaguardia y su ejecución tomando como base los estudios ya disponibles, en vez de
aplazarlos indefinidamente mientras se perfecciona el proceso de planificación.

22. Una vez establecidos los planes y las normas de salvaguardia, y aprobados por la autoridad pública competente,
sería conveniente que sus autores se encargaran de su ejecución o la dirigiesen.

23. En los conjuntos históricos que posean elementos de varios períodos diferentes, la salvaguardia debe hacerse
teniendo en cuenta las manifestaciones de todos esos períodos.

24. Cuando existan planes de salvaguardia podrán autorizarse, de conformidad con ellos, los programas de
saneamiento urbano o de adecentamiento de suburbios que consistan en demoler inmuebles desprovistos de interés
arquitectónico o histórico, o demasiado vetustos para ser conservados, en suprimir aditamentos y construcciones
superpuestas sin valor e incluso, en demoler edificios recientes que rompan la unidad del conjunto.

25. Los programas de saneamiento urbano o de adecentamiento de suburbios aplicables a zonas que no están incluidas
en planes de salvaguardia deberían respetar los edificios y otros elementos que tengan un valor arquitectónico o
histórico. Si tales elementos pueden sufrir daños con esos programas deberían tratarse necesariamente antes de su
demolición los planes de salvaguardia pertinentes.

26. Es necesaria una vigilancia permanente para evitar que esas operaciones reporten beneficios excesivos o se utilicen
con fines contrarias a los objetivos del plan.

27. En toda operación de saneamiento urbano o de adecentamiento de suburbios que afecte a un conjunto histórico
deberían observarse las normas generales de seguridad relativas i incendios y catástrofes naturales a condición de que
ello sea compatible con los criterios aplicables a la salvaguardia del patrimonio cultural. En caso contrario, deberían
buscarse soluciones particulares en colaboración con todos los servicios interesados, a fin de conseguir la máxima
seguridad sin detrimento del patrimonio cultural.

28. Se debería poner especial cuidado en reglamentar y controlar las construcciones nuevas para conseguir que su
arquitectura encaje armoniosamente en las estructuras espaciales y/o el, ambiente de los conjuntos históricos. Con ese
objeto, un análisis del contexto urbano debería proceder a toda nueva construcción no sólo para definir el carácter
general del conjunto, sino también para analizar sus dominantes: armonía de las alturas, colores, materiales y formas,
constantes de ordenación de las fachadas y los tejados, relaciones de los volúmenes construirlos y de los espacios, así
como sus proporciones medias y la implantación de los edificios. Se debería prestar especial atención a la dimensión de
las parcelas, por cuanto toda modificación de ellas podría tener un efecto de masa perjudicial para la disposición del
conjunto.

29. No se debería dar autorización para aislar un monumento demoliendo lo que le rodea; asimismo, sólo
excepcionalmente y por razones de fuerza mayor se debería decidir su desplazamiento.

30. Deberían protegerse los conjuntos históricos y su medio contra la desfiguración resultante de la instalación de
soportes, cables eléctricos o telefónicos, antenas de televisión y signos publicitarios en gran escala. Cuando ya existan,
se tomarán medidas adecuadas para suprimirlos. Se deberían estudiar y controlar con el mayor cuidado los carteles, la
publicidad, luminosa o no, los letreros comerciales, el mobiliario urbano y el revestimiento del suelo, para integrarlos
armoniosamente en el conjunto. Se desplegarán especiales esfuerzos para impedir todas las formas de vandalismo.

31. Los Estados Miembros y las colectividades interesadas deberían proteger los conjuntos históricos y su medio contra
los daños cada vez más graves causados por ciertos adelantos tecnológicos (como las diversas formas de
contaminación), prohibiendo la implantación de industrias nocivas en sus cercanías y adoptando medidas preventivas
contra los efectos destructores del ruido, los choques y las vibraciones producidos por las máquinas y los vehículos.
Asimismo, se deberían prever medidas contra los deterioros provocados por una explotación turística excesiva.

32. Dado el conflicto que existe en la mayor parte de los conjuntos históricos entre el tránsito automóvil, por una parte,
la densidad de la trama urbana y las cualidades arquitectónicas, por otra, los Estados Miembros deberían incitar y
ayudar a las autoridades locales a buscar medios de resolver este problema. Para lograrlo y para favorecer el tránsito
de peatones, convendría estudiar con sumo cuidado el emplazamiento y el acceso de los parques de estacionamiento
periféricos, e incluso centrales, y establecer redes de transporte que facilitarán al mismo tiempo la circulación de los
peatones y los servicios de los transportes públicos. Numerosas operaciones de rehabilitación –entre otras la instalación
subterránea de redes eléctricas- que serían demasiado costosas si se hicieran por separado, podrían entonces
coordinarse fácil y económicamente con el ordenamiento de la red de vías públicas.

33. La protección y la restauración deberían ir acompañadas de actividades de reanimación. Por lo tanto, sería esencial
mantener las funciones existentes que sean apropiadas, y en particular, el comercio y la artesanía, y crear otras nuevas
que, para ser viables a largo plazo, deberían ser compatibles con el contexto económico, social, urbano, regional o
nacional en que se inserten. El costo de las operaciones de salvaguardia no debería evaluarse solamente en función del
valor cultural de las construcciones sino también con su valor derivado de la utilización que pueda hacerse de ellas. Sólo
cabe plantear correctamente los problemas sociales haciendo referencia a esas dos escalas de valor. Esas funciones
tendrían que adaptarse a las necesidades sociales, culturales y económicas de los habitantes, sin ir en detrimento del
carácter específico del conjunto de que se trate. Una política de animación cultura debería convertir a los conjuntos
históricos en polos de actividades culturales y darles un papel esencial en el desarrollo cultural de las comunidades
circundantes.

34. En las zonas rurales, todos los trabajos que impliquen una degradación del paisaje así como todos los cambios en
las estructuras económicas y sociales deberían controlarse cuidadosamente a fin de preservar la integridad de las
comunidades rurales históricas en su ambiente.

35. La acción de salvaguardia debería asociar la contribución de la autoridad pública a la de los propietarios particulares
o colectivos y de los habitantes y usuarios, aislados o en grupo, cuyas iniciativas se estimularán. Se debería establecer,
pues, una cooperación contante en todos los niveles entre las colectividades y los particulares, sobre todo por los
medios siguientes: información adaptada a los tipos de personas de que se trate; encuestas preparadas con la
participación de las personas interrogadas; creación de grupos consultivos en los organismos de planificación;
representación de los propietarios, los habitantes y los usuarios a título consultivo en los organismos de decisión, de
gestión y de animación de las operaciones relacionadas con los planes de salvaguardia; o creación de organismos de
economía mixta que participen en la ejecución.

36. Se debería estimular la fundación de agrupaciones voluntarias de salvaguardia y de asociaciones de carácter no


lucrativo y la institución de recompensas honoríficas o pecuniarias para que se reconozcan las obras ejemplares en
todos los aspectos de la salvaguardia.

37. Las Inversiones públicas previstas por los planes de salvaguardia de los conjuntos históricos y de su medio debería
garantizarse con la asignación de créditos adecuados en los presupuestos de las autoridades centrales, regionales y
locales. El conjunto de esos créditos debería administrarse en forma centralizada por los organismos de derecho
público, privados o mixtos encargados de coordinar en los niveles nacional, regional o local todas las formas de ayuda
financiera y de orientarlas hacia una aplicación global.

38. La ayuda pública, en todas las formas descritas en los párrafos siguientes debería partir del principio de que las
colectividades intervendrán allí donde sea necesario y conveniente, teniendo en cuenta el “sobrecosto” de la
restauración, es decir, el costo suplementario impuesto al propietario en relación con el nuevo valor venal o locativo del
edificio.

39. En general, esas inversiones públicas deberían servir ante todo para conservar los edificios existentes, en particular
las viviendas de renta reducida y sólo aplicarse a nuevas construcciones en la medida en que éstas no constituyen una
amenaza para la utilización y las funciones de los edificios existentes.

40. Deberían otorgarse donaciones, ventajas fiscales, subsidios o préstamos en condiciones favorables a los
propietarios privados y a los usuarios que efectuaran las obras establecidas en los planes de salvaguardia, con arreglo a
las normas fijadas en esos planes. Tales ventajas fiscales, donaciones y préstamos podrían concederse con carácter
prioritario a agrupaciones de propietarios o de usuarios de viviendas y locales comerciales, por resultar las operaciones
agrupadas económicamente más ventajosas que las acciones individuales. Las ventajas financieras que se concedieran
a los propietarios privados y a los usuarios quedarían subordinadas eventualmente al respeto de ciertas condiciones
impuestas en interés del público, tales como garantizar la integridad de los edificios, la posibilidad de visitar los
inmuebles, tener acceso a los parques, jardines o lugares, hacer fotografías, etc.

41. En los presupuestos de los organismos públicos o privados deberían establecerse consignaciones especiales para la
protección de los conjuntos que la ejecución de grandes obras públicas o la contaminación pueden poner en peligro. Las
autoridades deberían consignar también fondos especiales para reparar los daños causados por desastres naturales.

42. Además, todos los servicios y administraciones que intervengan en la construcción pública deberían organizar sus
presupuestos de tal manera que contribuyeran a rehabilitar conjuntos históricos, financiando obras que correspondan a
la vez a sus propios objetivos y a los del plan de salvaguardia.
43. Para aumentar los medios financieros disponibles, los Estados Miembros deberían fomentar la creación de
establecimientos financieros públicos y privados para la salvaguardia de los conjuntos históricos y de su medio, dotados
de personalidad moral y que pudiesen recibir donaciones de particulares, de fundaciones y de empresas industriales y
comerciales. Los donantes podrían disfrutar de exenciones fiscales.

44. Las Instituciones públicas y los establecimientos de crédito privados podrían facilitar la financiación de obras de
todo tipo encaminadas a proteger los conjuntos históricos y su medio, instituyendo un organismo que se encargue de
otorgar préstamos a los propietarios a intereses módicos y con largos plazos de reembolso.

45. Los Estados Miembros y las autoridades interesadas en todos los niveles podrían facilitar la creación de asociaciones
sin fines lucrativos que se ocuparan de adquirir los inmuebles y, eventualmente, de venderlos previa restauración,
empleando unos fondos de operaciones especialmente destinados a mantener en los conjuntos históricos a unos
propietarios deseosos de protegerlos y de preservar su carácter.

46. Es esencial evitar que las medidas de salvaguardia acarreen una ruptura de la trama social. Con objeto de evitar en
los inmuebles o en los conjuntos que se hayan de restaurar los traslados de habitantes, en detrimento de los menos
favorecidos, se podrían conceder indemnizaciones que compensaran la subida de alquiler, para que los ocupantes
pudiesen conservar sus alojamientos, sus locales comerciales y sus talleres, así como su régimen de vida y sus
ocupaciones tradicionales, en especial la artesanía rural, la agricultura en pequeña escala, la pesca, etc. Esas
indemnizaciones, determinadas en función de los ingresos, ayudarían a los interesados a hacer frente al aumento de los
alquileres por las obras realizadas.

V. INVESTIGACION, ENSEÑANZA E INFORMACION

47. Para mejorar la competencia de los especialistas y de los artesanos necesarios así como para fomentar el interés y
la participación de toda la población en la labor de salvaguardia, los Estados Miembros deberían tomar las siguientes
medidas, en consonancia con su competencia legislativa y constitucional.

48. Los Estados Miembros y todos los grupos interesados deberían fomentar las investigaciones y los estudios
sistemáticos sobre:
- los aspectos urbanísticos de los conjuntos históricos y de su medio;
- las interconexiones entre salvaguardia, urbanismo y planificación del territorio;
- los métodos de conservación aplicables a los conjuntos históricos;
- la alteración de los materiales;
- la aplicación de las técnicas modernas al trabajo de conservación;
- las técnicas artesanales indispensables para la salvaguardia.

49. Deberían instituirse y desarrollarse enseñanzas específicas sobre los temas antedichos, con inclusión de cursillos de
formación práctica. Además, es indispensable fomentar la formación de artesanos y especialistas en la salvaguardia de
conjuntos históricos y de los espacios circundantes. También es necesario fomentar las propias técnicas artesanales que
están amenazadas por los procesos de industrialización. Es conveniente que las instituciones interesadas cooperen en
esta esfera con los organismos especializados en materia tales corno el Centro de Estudios para la Conservación y la
Restauración de los Bienes Culturales de Roma, el Consejo Internacional de Monumentos y Lugares de Interés Artístico
e Histórico (ICOMOS) y el Consejo Internacional de Museos (ICOM).

50. La formación del personal administrativo encargado de las operaciones de salvaguardia, a nivel local, de los
conjuntos históricos, debería financiada y dirigida donde sea adecuado y necesario, por las autoridades competentes,
con arreglo a un programa a largo plazo.

51. A través de la educación escolar, postescolar y universitaria y de los medios de información corno los libros, la
prensa, la televisión, la radio, el cine y las exposiciones ambulantes, debería hacerse todo lo posible para que el público
comprendiera la necesidad de la salvaguardia. Las ventajas no solamente estéticas y culturales sino también sociales y
económicas que pueden ofrecer una política bien llevada de salvaguardia de los conjuntos antiguos y de su medio
deberían ser objeto de una información clara y completa. Esta información debería difundirse ampliamente entre los
organismos especializados, tanto privados corno oficiales, nacionales, regionales y locales, y entre la población a fin de
que se sepa por qué y cómo pueden mejorar su marco de vida.

52. En todos los grados de la educación, y sobre en la enseñanza de la historia, debería incluirse el estudio de los
conjuntos históricos con objeto de inculcar en el espíritu de los jóvenes la comprensión y el respeto de las obras del
parado y de mostrar el papel de ese patrimonio en la vida contemporánea. Esa enseñanza debería recurrir ampliamente
a los medios audiovisuales y a las visitas a los conjuntos históricos.
53. Deberían facilitarse los cursos de perfeccionamiento para personal docente y para guías, así corno la formación de
instructores para ayudar a los grupos de jóvenes y adultos deseosos de iniciarse en el conocimiento de los conjuntos
históricos.

VI. COOPERACION INTERNACIONAL

Los Estados Miembros deberían colaborar, en lo que se refiere a la salvaguardia de los conjuntos históricos y de su
medio, recabando la ayuda cuando parezca conveniente, de organizaciones internacionales intergubernamentales y no
gubernamentales, y en particular del Centro de Documentación UNESCO-ICOM-,ICOMOs. Esta cooperación multilateral
o bilateral debería coordinarse juiciosamente y plasmarse en medidas tales como las siguientes:

a) intercambio de información en todas sus formas y de publicaciones científicas y técnicas;

b) organización de seminarios y de grupos de trabajo sobre temas precisos

e) concesión de becas de estudio y de viaje, envío de personal científico, técnico y administrativo y suministro de
material,,

d) lucha contra todas las formas de contaminación;

e) ejecución de grandes proyectos de conservación, restauración y rehabilitación de conjuntos históricos y difusión de la


experiencia adquirida. En las regiones situadas a uno y otro lado de una frontera y en las que se planteen problemas
comunes de ordenación y salvaguardia de conjuntos históricos y de su medio, los Estados Miembros deberían coordinar
sus políticas y sus acciones con el objeto de lograr una utilización y protección óptimas de ese patrimonio;

f) asistencia mutua entre países vecinos para la salvaguardia de conjuntos de interés común característicos del
desarrollo histórico y cultural de su región;

55. De conformidad con el espíritu y los principios de esta recomendación, ningún Estado Miembro debería tornar
medida alguna para demoler o alterar el carácter de los barrios, ciudades y lugares históricos situados en territorios
ocupados por ese Estado.

También podría gustarte