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Bolivia digital, 15 miradas acerca de Internet y sociedad en Bolivia / Quiroz, Eliana (cord.

)
© Vicepresidencia del Estado / Centro de Investigaciones Sociales
© Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
La Paz, Bolivia. Diciembre, 2016.
Pp. 149-186
ISBN 978-99974-62-22-0

El acceso y el uso de Internet en Bolivia:


antiguas y nuevas desigualdades

Ortuño, Armando
[email protected]

Palabras clave:
Acceso y uso, Internet, desigualdades, brecha digital
Capítulo 1

El acceso y el uso de Internet en Bolivia:


antiguas y nuevas desigualdades

Armando Ortuño Yáñez

Resumen
La investigación ha explorado las principales tendencias de cambio de las desigual-
dades en el acceso y uso de Internet en Bolivia en el último quinquenio (2010-
2015), a partir de un análisis de encuestas cuantitativas. Se ha analizado la rela-
ción entre estas disparidades y las desigualdades históricas y estructurales del país
en términos de género, nivel socioeconómico, educación, lugar de residencia y
edad.
Se ha evidenciado una reconfiguración en el uso de Internet durante ese
periodo. Los factores sociodemográficos o de equipamiento tecnológico aso-
ciados con las desigualdades de acceso y uso han ido variando en su impor-
tancia: las variables ligadas con la localización del usuario o la disponibilidad
de infraestructuras tecnológicas tradicionales están perdiendo fuerza, mientras
que aumenta la importancia de las diferencias socioeconómicas y generaciona-
les entre los usuarios. Parecen convivir en el país dos tendencias simultáneas:
una primera de convergencia de todos los grupos hacia un nivel de uso más
frecuente pero aún mediocre con relación a los estándares regionales, y una
segunda relacionada con la aparición de grupos minoritarios vanguardistas que
están alejándose rápidamente de ese promedio. Estos últimos están compuestos
mayormente por jóvenes de clase media y alta. La expansión de las tecnologías
móviles y las disparidades por edad y nivel socioeconómico tienen un rol clave
en ambos procesos.
El perfil de utilización de Internet se concentra en actividades de entreteni-
miento y de interacción en las redes sociales. Hay una incipiente aplicación para
prácticas educativas, laborales y empresariales complejas. En la educación formal
tiene limitados impactos, pues estas transformaciones están siendo impulsadas
sobre todo por mejoras en el ámbito de la infraestructura tecnológica, por la ex-
pansión de los mercados de telecomunicaciones y por la iniciativa y motivación
individual de los usuarios.
Palabras clave: acceso y uso, Internet, desigualdades, brecha digital.
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Abstract
Access and Use of the Internet in Bolivia: Old and New Inequalities
This research has explored the major trends of change in inequalities in regard to access and
use of the Internet in Bolivia in the last years (2010-2015), based on an analysis of several
quantitative surveys. We have analysed the relationship between these disparities and the histori-
cal and structural inequalities in the country in terms of gender, socioeconomic status, education,
place of residence and age.
This study builds on evidence that an Internet use reconfiguration has taken place in this
period. Sociodemographic or technological equipment factors associated with inequalities in access
and use have varied in importance: the variables linked to user location or availability of traditional
technological infrastructure are breaking down, while increasing the importance of socioeconomic
and generational differences among users. Two simultaneous approaches seem to coexist in the
country: the first approach would be the convergence of all groups aiming at a level of more frequent
used but still lackluster compared to regional standards; the second approach would be related to the
appearance of avant-garde minority groups that are rapidly receding from the average. The latter
are mostly composed of young people from the middle and upper classes. The expansion of mobile
technologies and disparities of age and socioeconomic status play a key role in both processes.
The Internet user profile focuses on entertainment and interaction in social networks. There
is an emerging application to complex educational and employment/business practices. It would
have a limited impact in formal education, as these changes would be driven primarily by im-
provements in the area of technological infrastructure, through the expansion of telecommunica-
tions markets and by individual initiative and user motivation.
Keywords: Access and use, Internet, inequalities, digital gap.

Introducción
Desde hace 30 años, la constante expansión y desarrollo de las Tecnologías de
Información y Comunicación (TIC) se ha convertido en un elemento fundamen-
tal de las transformaciones que están experimentando las sociedades humanas
contemporáneas. Las TIC se suelen referir a un conjunto bastante amplio de
herramientas, infraestructuras y programas que tratan, administran, transmiten y
comparten información mediante soportes tecnológicos. Las telecomunicaciones,
la informática y sobre todo Internet son las más sobresalientes.
Como cualquier tecnología, las TIC modernas son el producto de los pro-
cesos históricos y sociales que han reestructurado la naturaleza del capitalismo
global y del funcionamiento de las sociedades desde mediados de la década de
los setenta del siglo XX. El surgimiento y desarrollo de estas tecnologías ha sido,
desde sus inicios, un proceso social complejo en el que los individuos y grupos se
han ido apropiando de ellas, adaptándolas y modelándolas de acuerdo con sus
necesidades, expectativas, cultura y valores.
La particularidad de este momento histórico es que Internet se habría cons-
tituido en “el corazón de un nuevo paradigma sociotécnico que constituye en
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realidad la base material de nuestras vidas y de nuestras formas de relación, de


trabajo y de comunicación” (Castells, 2001: 12). No se trataría, entonces, de cual-
quier tipo de tecnología, sino de una que está en el centro de los procesos clave de
organización y sobre todo de comunicación que están permitiendo “el desarrollo
de […] nuevas formas de relación social que no tienen su origen en Internet, que
son fruto de una serie de cambios históricos, pero que no podrían desarrollarse
sin Internet” (idem).
Al ser Internet una plataforma de comunicación que da sustento a algunas de
las formas de organización e interacción cruciales de las sociedades humanas, el
acceso y el uso de este medio se ha convertido en una capacidad básica para cual-
quier ser humano que desea estar conectado con las redes globales de economía
y conocimiento necesarias para su bienestar, pero también para la generación de
innovaciones y adaptaciones que fortalezcan su autonomía y libertad.
No puede existir una sola manera o lógica social de apropiación de Internet
y de sus tecnologías derivadas, ya que estas interactúan naturalmente con los
rasgos estructurales propios de cada sociedad. Pueden ser poderosos factores de
cambio de actitudes y comportamientos sociales, pero no son invulnerables a las
realidades de cada contexto que las obligan a adecuarse de diversas maneras. Su
potencial para incidir en el aumento de las capacidades humanas y sociales de-
penderá, por tanto, de la manera en la que se resuelva en cada país o sociedad la
dialéctica entre las lógicas exógenas y locales que intervienen necesariamente en
su desarrollo y difusión.
Es particularmente determinante la manera en la que estas tecnologías son
asumidas en entornos territoriales y sociales donde prevalecen desigualdades de
diversa índole. ¿Hasta qué punto la difusión de estas tecnologías está afectada o
asociada con desigualdades preexistentes? ¿La apropiación diferenciada de estas
tecnologías por ciertos individuos o grupos profundiza las asimetrías iniciales de
capacidades humanas en relación con otros miembros de la sociedad? ¿Cuál es
realmente el potencial de equidad social que la universalización del uso de estos
medios podría producir? ¿Qué condiciones, sistemas y prácticas sociales se deben
promover para que su difusión contribuya a una mayor equidad social? Son algu-
nas de las preguntas que pueden surgir de esta reflexión.
Como se verá más adelante, tanto en la experiencia internacional como en el
caso boliviano, las relaciones entre la difusión asimétrica de las TIC y las desigual-
dades sociales preexistentes no son lineales; se trata de interacciones complejas,
varias de ellas dependientes de condiciones o restricciones que podrían ser sujeto
de la acción colectiva y de las políticas públicas. Por estas razones, las nociones de
brecha digital, inclusión/exclusión digital o ciudadanía digital deberían ser comprendidas
y analizadas de manera integral y en función del contexto concreto en el que se
desenvuelven.
Estas cuestiones son particularmente relevantes en el caso de Bolivia, un país
que ha tenido tradicionalmente una estructura socioeconómica, cultural y geo-
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gráfica de grandes desigualdades e inequidades. Como muchas otras sociedades


del sur global, la boliviana está inmersa en los acelerados procesos de difusión de
las TIC, con todas las implicaciones descritas, y al mismo tiempo debe lidiar con
sus rezagos históricos y asimilar las transformaciones aceleradas de varios de sus
sistemas sociales primordiales en los últimos años.
La presente investigación se concentrará específicamente en el análisis de las
desigualdades en el acceso y uso de Internet en Bolivia, intentando relacionarlas
con la trama de asimetrías e inequidades sociales, económicas y geográficas que
segmentan a la sociedad boliviana. Se prestará particular atención a los factores
relacionados con la educación para explorar algunas de las restricciones y condi-
ciones que podrían facilitar su uso más equitativo en el país.
La investigación está organizada en torno a cuatro preguntas: ¿Qué particula-
ridades tiene la reciente expansión del acceso y uso de Internet en Bolivia? ¿Cuáles
son las principales desigualdades en su acceso y uso considerando las asimetrías so-
cioeconómicas, culturales y geográficas propias del país? ¿Cuáles son los principales
factores que determinan y explican estas desigualdades? ¿Cuál es la importancia de
la educación en estas dinámicas y hasta qué punto es percibida por los ciudadanos
como un instrumento para ampliar la utilización de Internet en la vida social?
El estudio se concentra en un análisis cuantitativo de las características de los
usuarios de Internet y de la utilización de este medio en sus varias plataformas
de acceso, mediante encuestas y sondeos. Se utilizaron dos tipos de encuestas: las
encuestas de cobertura urbana y rural, con una muestra de ciudadanos mayores
de 18 años, realizadas por el Barómetro de las Américas1 para tener una visión
general del acceso y uso de Internet a escala nacional, y en un segundo momento
una encuesta especializada, realizada por la empresa Captura,2 a usuarios fre-
cuentes de Internet mayores de 15 años en las ciudades de La Paz, El Alto, Co-
chabamba y Santa Cruz. Este segundo instrumento contiene mayor información
sobre el tipo de acceso, el grado y la calidad de utilización de esta tecnología en
diversas plataformas, las expectativas de los usuarios y su aplicación en activida-
des educativas.
En la primera parte del estudio se realiza una breve introducción sobre el
debate conceptual en torno a las desigualdades en el uso de Internet y se describe
el estado de situación en el caso de Bolivia. En la segunda parte se describen los
rasgos de la expansión del acceso y uso de Internet en el país durante los últimos
años, desde una perspectiva comparada con la región, y se analizan sus asime-
trías desde una perspectiva nacional agregada. En la tercera parte se profundiza
el análisis de la composición social, los comportamientos y las prácticas de los
usuarios de Internet (“internautas”) más asiduos, prestando particular atención a

1 El Barómetro de las Américas realizado por el Proyecto de Opinión Pública de América Latina
(LAPOP), www.lapopsurveys.org. Para más detalles, véase el Anexo 1.
2 Para más detalles, véase el Anexo 5.
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sus percepciones sobre la importancia de la educación en cuestiones de Internet.


Finalmente, se proponen algunas conclusiones y recomendaciones.

De la brecha digital a la ciudadanía digital: el debate sobre la


desigualdad en el uso de Internet

La evolución del concepto de desigualdad en el uso de las TIC


La cuestión de la desigualdad en el acceso a las TIC, y en particular a las compu-
tadoras y al servicio de Internet, fue inicialmente tratada bajo el término de brecha
digital (digital divide) desde mediados de la década de los años noventa del siglo XX,
refiriéndose a las significativas diferencias en el acceso a estas tecnologías que
se observaban entre las personas según su género, ingreso, clase social, lugar de
residencia o etnicidad. Al calificarlas como una brecha se estaba asumiendo una
perspectiva normativa que consideraba estas desigualdades como inequidades
susceptibles de ser resueltas por la acción pública. La justificación era que la co-
nexión de las comunidades e individuos a estas infraestructuras era un elemento
clave para sus posibilidades de desarrollo, similar a la electricidad o las carreteras.
Por su origen, inicialmente esta brecha fue entendida casi exclusivamente en
términos de indicadores de conectividad o de cobertura de las infraestructuras de
Internet entre países, comunidades y grupos sociales. Esta perspectiva “tecnocén-
trica” sigue siendo predominante hasta hoy y continúa inspirando a gran parte de
las políticas públicas más comunes sobre esta cuestión: para resolverla se promue-
ve la construcción de infraestructuras de comunicación y de redes, equipamiento
en computadoras para escuelas y centros comunitarios, y en los últimos años se
fomentan ensayos para reducir el costo de los servicios de Internet o aumentar la
velocidad de las conexiones.
Este enfoque lleva implícita una visión optimista y lineal de su impacto en la
sociedad, pues supone su utilización casi homogénea y natural una vez resuelto el
problema del acceso físico a estos instrumentos. Asume un rol pasivo de las perso-
nas y de las comunidades en el despliegue de las TIC, y suele darle prioridad a la
determinación tecnocrática de los paquetes tecnológicos que mejor responderían a
las necesidades de la sociedad. Hipótesis que no se ha verificado en otras coyunturas
históricas con tecnologías similares, pero que es aún más incierta cuando se trata de
instrumentos cuya razón de ser son la comunicación y el manejo de la información.
Existe abundante literatura que, desde inicios del siglo XXI, ha venido insis-
tiendo en los límites de la idea de una brecha digital definida solo en términos de
acceso o conectividad. Sin negar su importancia, se afirma que “la pregunta po-
lítica real” debería ser, más bien, “cuánto la sociedad podría ser capaz de aprove-
char las oportunidades que ofrece la tecnología” (Mossberger, 2003: 4, traducción
propia).3 Esta intuición fue reforzada por estudios empíricos que encontraron que
3 “Access is undeniable important, but the real policy question is how well society will be able to
take advantage of the opportunities offered by technology” (Mossberger, 2003: 4).
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la generalización del acceso a Internet no resolvía automáticamente las diferen-


cias en la intensidad de su utilización y en sus posibilidades de cambiar/mejorar
las prácticas de gestión del conocimiento y de productividad de las personas. In-
cluso se descubrió que, a veces, el acceso no disminuía los rezagos educativos y
laborales de ciertos grupos, sino que podía reforzarlos al agrandar las brechas
que los separan de aquellos que las estarían usando con mayor eficacia (Hargittai,
2009; Mossberger, Tolbert y Gilbert, 2006; Tondeur et al., 2010).
La conclusión era que “se estaba facilitando software y hardware y no se es-
taba prestando suficiente atención a los sistemas humanos y sociales que deberían
cambiar para que la tecnología haga una diferencia”, ya que “las características
de los usuarios de Internet tendrían un papel más importante para promover una
adopción y uso de Internet que las características de las redes” (Nemer, 2015: 2,
traducción propia).4
Por tanto, las desigualdades en términos de habilidades, educación y otras
capacidades sociales aparecían como vitales para analizar el impacto real y efec-
tivo de las TIC en el bienestar de las personas. Se empezó a valorar la importan-
cia que tenían no solo el nivel socioeconómico o el ingreso en la formación de
“capacidades digitales”, sino la relevancia de relacionarlos con conceptos como
“capital cultural, social o simbólico”. Estos elementos sirvieron para describir, por
ejemplo, situaciones en las que miembros de un grupo social desfavorecido no
cuentan con las oportunidades para adquirir los hábitos, conocimientos, prácti-
cas e incluso los incentivos subjetivos para manejar eficazmente estas tecnologías
aunque tengan acceso a ellas (Tondeur et al., 2010).
Estos replanteamientos han llevado a una redefinición de la idea de brecha
digital, diferenciando un primer y un segundo nivel de este concepto: el primero
relativo al acceso a las redes e infraestructuras tecnológicas que proveen Internet
y el segundo a las capacidades y habilidades que facilitan su utilización.
Otros autores han ido aún más lejos proponiendo conceptos tales como inclu-
sión digital o ciudadanía digital para reflexionar sobre las asimetrías e inequidades en
la sociedad informacional (Mossberger, 2010; Parson y Hick, 2008). Estos nuevos
enfoques le dan mayor importancia a los fenómenos sociales y económicos aso-
ciados con estos hechos y entienden que la resolución de estos rezagos sería un
“derecho” asociado con el ejercicio pleno de la ciudadanía.
Mossberger (2010: 173-174) entiende la ciudadanía digital como una parti-
cipación en la sociedad de la información que implica un acceso y uso efectivo
de las TIC, para lo cual se debe contar con un acceso regular, pero también con
habilidades técnicas y competencias educativas para realizar tareas básicas como
encontrar y usar información en la Web, y comunicarse con otros en Internet. La

4 “providing software and hardware and not paying enough attention to the human and social
systems which must change for technology to make a difference […] characteristics of Internet
users play a more important role in shaping Internet adoption and use than the characteristics of
the network” (Nemer, 2015: 2).
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inclusión digital sería, entonces, producto de políticas y acciones colectivas que


apunten a que las personas y comunidades marginadas fortalezcan sus capacida-
des humanas (educación, habilidades cognitivas, etc.) para manejar estos instru-
mentos y sobre todo “participen, cuestionen, produzcan, decidan, cambien y sean
parte integral de estas dinámicas sociales en todas sus instancias. Esta perspectiva
podría ser resumida en una idea: apropiación de la tecnología” (Nemer, 2015: 3,
traducción propia).5
Desde esta óptica, la exploración de las inequidades sociales en el uso de las
TIC podría considerar los siguientes ámbitos:
La posibilidad de acceder a hardware, software, aplicaciones y redes de las
TIC, y su adecuación para usuarios con capacidades diferentes.
Las habilidades y capacidades para operarlas y para utilizarlas de manera
que enriquezcan la comunicación y cooperación entre las personas.
Los beneficios individuales y sociales que se puedan obtener de su uso.
El empoderamiento de los ciudadanos para participar e informarse sobre las
decisiones que les conciernen.
La participación en las estructuras institucionales que gobiernan Internet y la
apropiación de estas tecnologías por los ciudadanos para ponerlas al servicio
de sus necesidades.

Así pues, las políticas de inclusión digital implican una combinación de inicia-
tivas en el ámbito de las infraestructuras, redes y equipamientos que facilitan el ac-
ceso a las TIC, en la mejora de las habilidades, la educación y los activos culturales,
y en la promoción de la participación e involucramiento de los ciudadanos en las
decisiones tecnológicas que les conciernen (Parsons y Hick, 2008; Nemer, 2015).
De esta manera, el sesgo tecnocéntrico y de arriba-abajo de las políticas sobre las
TIC está evolucionando hacia una visión en la que lo estratégico es la articulación
armónica de sus componentes técnicos, educativos y socioculturales con la parti-
cipación de los propios usuarios y de las comunidades que aspiran a beneficiarse
de ellos. Solo así las TIC podrían aportar efectivamente a una mayor autonomía y
desarrollo de las capacidades de los ciudadanos, superando la visión que las entien-
de únicamente como un problema de consumidores o de desarrollo de mercados.

Los cambios en las orientaciones de la política pública sobre las TIC


Estos cambios en las perspectivas conceptuales están también impactando en la
manera en que se enfrentan estos temas en los países en desarrollo.

5 “In order to include someone digitally […] seeks perspectives and policies that create opportunities
so that the marginalized are able to participate, question, produce, decide, change and become
an integral part of social dynamics in all instances. Such perspectives are summarized in one
ideology: appropriation of technology” (Nemer, 2015: 3).
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Durante mucho tiempo se asumió que los beneficios de las TIC llegarían a
todos en la medida en que su acceso se fuera generalizando en un esquema similar
al que se estaba produciendo en los países de mayor desarrollo. Se recomendaban
paquetes estándar de políticas públicas para enfrentar la brecha digital según el
nivel de desarrollo: los países de rentas bajas debían preocuparse de introducir y
financiar infraestructuras públicas y privadas de TIC; los de rentas medias-bajas,
fomentar capacidades en el manejo de TIC y adecuarlas al contexto local; los de
rentas medias-altas debían avanzar hacia el acceso universal y a una diversifica-
ción de los servicios en estas plataformas; y los de rentas altas, promover el acceso
universal a la banda ancha y a una sociedad del conocimiento.
Esta visión escalonada tenía un sesgo ideológico, puesto que recomendaba la
regulación y participación pública en los estados iniciales, pero al final proponía
avanzar hacia una desregulación y privatización del sector.
La continua innovación en el mundo de las TIC está también contribuyendo
a descomponer estos enfoques restringidos. El costo de las infraestructuras y los
equipamientos se está reduciendo a un ritmo inédito, así como la revolución de
los móviles está transformando el panorama de las TIC de manera estructural y
disminuyendo los costos de su expansión. Buena parte de este nuevo contexto,
que está en pleno desarrollo en la actualidad, no ha sido producto de políticas
públicas, sino de la fuerza del mercado, en particular debido al crecimiento de la
industria de telecomunicaciones móviles.
La mayor parte de los países en desarrollo están avanzando rápidamente en
la mejora de la cobertura de sus redes e infraestructuras de TIC, impulsados por
el desarrollo de los dispositivos móviles. La utopía de una computadora en cada
aula o para cada estudiante se ha vuelto una política al alcance de la mayoría de
los países. Sin embargo, estos avances están poniendo cada vez más el foco en las
capacidades de los ciudadanos para aprovechar estas oportunidades en contextos
de mayor complejidad y diversidad tanto cultural como social.
No comprender las relaciones entre las desigualdades e inequidades estruc-
turales y esta nueva realidad tecnológica podría hacer que la proliferación de
smartphones baratos y escuelas con Internet sean solo un espejismo de progreso
y que el fortalecimiento de la autonomía de las personas y comunidades se siga
postergando.

La discusión e investigación empírica sobre el tema en Bolivia


En el caso de Bolivia, la investigación sobre este tema es muy incipiente. Las lagu-
nas se inician desde lo más básico: la determinación del número de usuarios y de
la cobertura de los servicios de Internet, para lo que se cuenta con información
fragmentada y no estandarizada.
Recién desde hace cuatro años, el gobierno central está recolectando regu-
larmente un dato básico sobre el uso de Internet en la Encuesta Nacional de
Hogares anual que levanta el Instituto Nacional de Estadística (INE). En el Censo
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Nacional de Población y Vivienda 2012 se recogió por primera vez información


sobre la conexión de los hogares a Internet; la cual, por otra parte, no permite
estimar el acceso total de los bolivianos a ese medio debido a que no considera
otros medios de conectividad muy populares (móviles, locales públicos, etcétera).
Es posible encontrar mayores detalles sobre las características del acceso y
uso en algunas encuestas de opinión pública realizadas por entidades privadas
(Barómetro de las Américas - LAPOP, Latinobarómetro), las cuales lamentable-
mente divergen en la manera de preguntar esta información. Por otra parte, estos
datos no suelen coincidir con los registros administrativos de las autoridades regu-
latorias del sector, que anotan el número de abonados o suscriptores a algún tipo
de dispositivo que permite acceder a Internet sin distinguir si se trata de personas
o de entidades (es decir, si cada conexión es usada por una o más personas).
Pese a todo ello, en años recientes ha existido mayor disponibilidad de datos
estadísticos, lo cual está permitiendo editar boletines con información sobre el
uso de Internet y de redes sociales, aunque con una gran heterogeneidad en los
métodos e indicadores (PNUD-CID, 2014; UDAPE, 2013). En síntesis, existe una
notoria debilidad en los conceptos, indicadores e instrumentos de medición sobre
el uso y acceso a Internet en Bolivia, por lo que hay la urgencia de trabajar en una
armonización de todos ellos.
Una gran parte de la literatura acerca de las TIC y el acceso a Internet en
Bolivia se refiere a los problemas de infraestructura tecnológica que impiden un
mayor desarrollo del sector en el país, a balances institucionales, a descripcio-
nes de las políticas públicas más adecuadas o a estudios de caso de experiencias
puntuales de uso de estas tecnologías en iniciativas de desarrollo. Los reportes de
Arratia (2009) o de Marín, Barragán y Zeballos (2014) sobre la conectividad a
Internet y a banda ancha son un ejemplo de documentos que se concentran en
un buen análisis de la regulación, el marco normativo y los rasgos de la infraes-
tructura y tecnología básica del sector, pero que tienen escasa información sobre
las características, demandas y expectativas de los usuarios de dichos sistemas.
No hay muchos documentos que analicen las experiencias de los usuarios en
su interacción con Internet y las TIC, y menos aún sobre la dimensión y naturale-
za de las desigualdades en su acceso y uso. En el marco del Informe de Desarrollo
Humano de Bolivia (PNUD, 2004) se llevó a cabo uno de los primeros ensayos
de análisis cuantitativo de los perfiles de los usuarios de Internet, identificando
las desigualdades existentes en este ámbito por edad, nivel socioeconómico, ur-
banización y pertenencia étnica. En síntesis, el reporte indicaba que el uso de
Internet en Bolivia era significativamente más bajo entre los ciudadanos pobres,
rurales o que habitaban zonas periurbanas, indígenas y de mayor edad. Además,
el documento exploraba las diferencias entre usuarios y no usuarios con relación
a variables como la confianza social o la tolerancia política, encontrando mayor
apertura en ambas variables en el primer grupo. El trabajo estuvo basado en una
encuesta especializada que fue complementada con estudios cualitativos sobre
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actores clave del entonces incipiente sector tecnológico boliviano. Se evidenció


una fuerte aspiración y apertura de la mayoría de la población a utilizar estos
instrumentos.
En años posteriores se continuaron realizando reportes de diversa natura-
leza, en los que se reseñaban las frecuencias del uso de Internet y el tipo de ac-
tividades en que se utilizaba, sin profundizar en la diferenciación por variables
socioeconómicas o contextuales (Tórrez y Urquidi, 2005). Yapu e Íñiguez (2009)
realizaron una evaluación de la relación entre los jóvenes y los medios de comu-
nicación en la que se hacen segmentaciones interesantes de esas variables por
ingreso, edad, sexo, escolaridad y lugar de residencia, lo que reveló nuevamente
significativas diferencias principalmente relacionadas con el lugar de residencia,
el sexo y el ingreso económico.
Todos estos ensayos iniciales concluyeron en un perfil del internauta bolivia-
no como joven, masculino, de nivel socioeconómico alto y medio-alto, urbano y
habitante del eje La Paz - Cochabamba - Santa Cruz. Los cafés-Internet apare-
cían como los ámbitos privilegiados para el acceso a la red de la gran mayoría de
ellos, sobre todo, de los que pertenecían a grupos sociales con ingresos bajos. En
la otra punta aparecía un grupo muy reducido de personas con un mejor acceso
en hogares y fuentes de trabajo. Todo esto expresaba un panorama de notorias
desigualdades por lugar de residencia y clase socioeconómica. La principal razón
de esa segmentación era el muy bajo desarrollo de la conectividad, que ni siquiera
llegaba a todo el territorio urbano, el alto costo de las conexiones domiciliarias
y la ausencia de opciones públicas (en escuelas o centros comunales) que presten
adecuadamente el servicio.
El artículo de Choque (2009) sobre la brecha digital entre los jóvenes de
Cochabamba es un segundo hito en la reflexión sobre esta cuestión después del
ensayo del PNUD en 2004. En este documento no solo se exploran con deteni-
miento las brechas por edad, género y nivel socioeconómico en la frecuencia de
uso de Internet entre los jóvenes, sino que también se realiza una evaluación de
la utilización diferenciada de este medio según los lugares de acceso (cibercafés
y hogares) y su relación con otras asimetrías sociales. La investigadora concluye
que existe una evidente relación entre la brecha digital y los rasgos de desigual-
dad social preexistentes, pero precisa que la misma no es absolutamente lineal:
hay matices significativos, algunos de ellos explicados por la creciente expansión
de las experiencias digitales entre los jóvenes y por el uso diferenciado según su
condición social y de género.
La investigación de Arratia, Uberhuaga y García (2009) es otro referente de
esta línea de trabajo. En ese texto se exploran con mucho detalle las prácticas y
los comportamientos de uso de Internet de jóvenes habitantes de la periferia de
Cochabamba, mediante una observación detallada de las interacciones que se
producen en los cafés o centros de Internet de esas zonas y de las características
de sus usuarios. Es particularmente relevante el análisis cualitativo sobre la ma-
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nera en la que estas tecnologías irrumpen en las vidas de estos jóvenes, y cómo
son adaptadas e incorporadas a sus prácticas culturales y expectativas. En este
estudio pionero, Internet ya aparece como un espacio central e insoslayable de las
prácticas sociales y de comunicación de los jóvenes de barrios populares, pese a
las grandes limitaciones de conectividad que debían enfrentar. Hay evidencias de
aprendizajes valiosos en esas dinámicas, pero concentradas en prácticas lúdicas
o de entretenimiento, y muy poco utilizadas para el desarrollo de capacidades
educativas y laborales. Se trataría de procesos sin ningún encuadramiento público
o del sistema educativo, donde son determinantes los intereses y las habilidades
individuales, el apoyo del grupo de amigos o la colaboración –no siempre altruis-
ta– de algunos operadores privados: los dueños de los cibercafés.
En los últimos años han aparecido investigaciones que continúan en la senda
abierta por los dos textos anteriormente reseñados, con diverso grado de comple-
jidad metodológica. Hay, por ejemplo, algunos reportes que se han enfocado en
levantar información por medio de encuestas y sondeos sobre las prácticas y com-
portamientos de los estudiantes con relación a las TIC (Terrazas e Ibarra, 2013;
Farfán, Medina y Cacheiro, 2015). El estudio de Farfán et al. es quizás el más
completo; se trata de una exploración exhaustiva de las dimensiones estratégicas
de la inclusión digital en el ámbito escolar de Tarija, basada en encuestas sobre el
uso de TIC por estudiantes y profesores, y una recopilación de información sobre
el equipamiento y la formación en estas tecnologías en esa ciudad. El reporte
profundiza la cuestión de los usos educativos de estos medios, pero no desarrolla
las diferencias sociales o de género existentes.
Mamani, Gutiérrez y Vaca (2015) exploran cinco ejemplos de movilizaciones
ciudadanas con alta participación de los jóvenes en Santa Cruz, en las que se uti-
lizaron intensamente redes sociales. Es una interesante radiografía de la creciente
importancia de estas herramientas en la vida pública de los jóvenes urbanos y
también es un estado de situación de la aparición de vanguardias de usuarios que
las están empezando a aplicar en una gama cada vez más relevante de actividades
ya no solo de entretenimiento.
Todos estos trabajos recientes evidencian la creciente importancia de los mó-
viles y de las redes sociales en los patrones de uso de estas tecnologías por par-
te de los jóvenes. Estas tecnologías aparecen en el centro de las experiencias de
comunicación y de entretenimiento más relevantes de este segmento social. Se
identifica también la necesidad de intensificar los esfuerzos para acompañar y
reforzar la mejora del equipamiento en TIC en los centros educativos con nuevos
programas de capacitación e instrumentos pedagógicos para que tanto docentes
como alumnos los aprovechen eficazmente. El uso educativo de Internet aparece
todavía muy ligado con la iniciativa individual de los propios jóvenes y de algunos
profesores.
Finalmente, Osorio (2013) realiza una de las pocas –si no única– evaluaciones
con métodos multivariados de las brechas en el uso de las TIC en función de va-
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riables sociales, laborales, geográficas y de percepciones y valores políticos. La in-


vestigadora trabaja con información de la encuesta de cobertura nacional del Ba-
rómetro de las Américas - LAPOP y experimenta con regresiones logísticas y otros
métodos estadísticos. Valida que el nivel educativo, la riqueza medida por quintiles
de ingreso y la posesión de una computadora son variables que tienen un efecto
muy significativo en la probabilidad de usar frecuentemente Internet. Encuentra
además que las variables “ser mujer”, ocupación en “labores de casa” y residencia
en zonas rurales tienen un efecto negativo en dicha probabilidad. Demuestra que
los usuarios frecuentes de este medio tienen mayor probabilidad de ser política y
socialmente tolerantes y estar mejor informados, pero también menor propensión
a participar en las elecciones y mayor desconfianza hacia el sistema político.

Estructuras sociales, rezagos tecnológicos y acceso a Internet en


Bolivia
Rezagos sociales históricos, movilidad social y modernización tecnológica
Las desigualdades en el acceso y el uso de Internet en un país o en un contexto
social particular no pueden ser analizadas independientemente de los rasgos de
su desarrollo, de sus estructuras sociales y de los momentos históricos que los ca-
racterizan. Aunque no siempre hay una relación lineal y única entre todas estas
dimensiones, la naturaleza, el sentido y la intensidad de sus interacciones en un
momento dado son los que mejor explican las maneras diferenciadas en que las
personas utilizan o no estas nuevas tecnologías en su vida cotidiana.
Por tanto, para una evaluación de estas desigualdades en Bolivia se requiere
construir un panorama inicial de algunos de los rasgos estructurales del desarrollo
del país en este segundo decenio del siglo XXI. Un primer elemento para conside-
rar es el rezago histórico del país en términos de infraestructuras básicas, indicado-
res sociales y niveles de complejidad de su economía. Pese a los significativos avan-
ces del último decenio, Bolivia sigue siendo uno de los países latinoamericanos con
mayor pobreza de ingresos, con un desempeño educativo mediocre y con retrasos
en infraestructuras de energía y de comunicaciones. La modernización económica
y social que fue completada por los grandes países de la región a fines de los años
setenta del siglo pasado fue una cuestión pendiente en Bolivia hasta hace muy poco.
La economía y sociedad bolivianas están experimentando en estos años un
momento de rápida modernización debido a un crecimiento económico vigoroso,
políticas de redistribución social y un gasto público que se ha multiplicado casi
por cuatro en el último decenio. El país se está urbanizando y experimentando
los efectos del llamado “bono demográfico”, es decir, de la presencia de población
mayoritariamente joven en su estructura demográfica.
Por todas estas razones, Bolivia es uno de los países de la región que más ha
disminuido la pobreza durante este periodo, lo que ha permitido un crecimiento
rápido de las clases medias (del 13% al 29% de la población entre 2000 y 2012) y
El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 161

de estratos sociales con ingresos que les permiten ya no ser considerados pobres,
pero que siguen siendo vulnerables a los vaivenes de la coyuntura (del 28% al
45% entre 2000 y 2012). La educación primaria casi se ha universalizado y dos de
tres bolivianos completaron la educación media, evolución que está erosionando
lenta pero constantemente las brechas en esta crucial dimensión entre las zonas
urbanas y rurales, y sobre todo entre hombres y mujeres (véase Cuadro 2.1.1.
para mayores detalles).
Por supuesto que hay aún mucho por resolver, considerando la magnitud de
los rezagos de inicio, pero los impactos de estas transformaciones no son menores
y recién se están percibiendo en toda su dimensión con la aparición de nuevos
patrones de consumo, comportamientos diferentes frente a los bienes públicos y
al mercado, y variaciones en las expectativas de bienestar e incluso en las estéticas
y las identidades. La generación boliviana de mediados de este decenio es posi-
blemente la más educada, joven, urbana y con mayores ingresos y expectativas de
la historia del país.
Paralelamente, el impulso de la inversión pública y la expansión simultánea
del mercado están mejorando en poco tiempo la disponibilidad de infraestruc-
turas modernas, principalmente en vías de comunicación, telecomunicaciones y
energía. En un decenio, gran parte del territorio está logrando acceso a electri-
cidad (90% de la población en 2013) y la cobertura de la telefonía celular se ha
expandido hasta llegar a 103 conexiones por 100 habitantes, casi al nivel de los
países más avanzados de la región. Hay que precisar que esto no solo ha sido po-
sible por el aumento de los recursos en el país, sino también por el abaratamiento
que muchas tecnologías han experimentado en ese mismo periodo.
En resumen, Bolivia es un país donde la modernización infraestructural-tec-
nológica y la movilidad social son fenómenos relativamente recientes. Como se
verá más adelante, este no es un dato menor a la hora de evaluar la manera en
la que se están configurando las desigualdades en el acceso y uso de Internet en
interacción con las viejas y nuevas inequidades, producto de la manera en la que
su desarrollo económico y humano se está produciendo.

El acceso y el uso de Internet desde una perspectiva nacional y regional


La primera dificultad de cualquier analista para discutir sobre el nivel tanto de
acceso como de uso de Internet en Bolivia tiene que ver con la imprecisión y con-
fusión en el uso de ambos conceptos, y con la ausencia de una homogeneidad
metodológica en los instrumentos de cálculo de los indicadores que los describen.
Con frecuencia se usan informaciones sobre la conectividad como un equivalente
de su uso, y viceversa, sin considerar que aunque estos datos tienen evidentes rela-
ciones no son lo mismo. Igualmente, cuando se recurre a encuestas para indagar
directamente sobre el uso de Internet por las personas, no se acostumbra hacerlo
con preguntas estandarizadas ni se informa sobre la cobertura geográfica de las
indagaciones.
162 | Bolivia digital

Los indicadores de acceso a Internet se refieren a la cobertura y densidad de


las infraestructuras y/o dispositivos tecnológicos que podrían permitir a las perso-
nas conectarse a la red. En el caso de Bolivia, la información más precisa en este
ámbito proviene de la Autoridad de Regulación y Fiscalización de Telecomunica-
ciones y Transportes (ATT), el ente rector del sector, que cuenta con estadísticas
detalladas de las suscripciones o conexiones a diferentes tipos de servicios (banda
ancha en hogares, empresas y locales públicos, móviles, dispositivos 2.5-4G, etc.)
que pueden permitir el uso de Internet.
Estas son estadísticas relevantes, pero no necesariamente informan sobre el
uso de Internet por parte de los ciudadanos, entre otras cosas porque estas cone-
xiones permiten un acceso de diversas calidades, el cual tiene repercusiones en
las desigualdades en el uso de esta tecnología en el país. Cualitativamente no es
lo mismo poder conectarse a través de un dispositivo móvil con poca capacidad
de bajada/subida de datos, o con un esquema de pago que limita su uso intensi-
vo, que tener una conexión de banda ancha en el hogar o acceder a la red en un
café-Internet o en una computadora en el trabajo o la escuela.
Hasta diciembre de 2015, la ATT calculaba 6.649.980 conexiones a Internet
de diversos tipos; el gran salto se habría dado en el bienio 2013-2015, en el que las
conexiones pasaron rápidamente de alrededor de dos millones a algo más de seis
y medio millones. Este es un resultado ciertamente apreciable de los esfuerzos por
abaratar costos y de la irrupción de las plataformas móviles en el sector. A fines
de 2014, el 96,7% de las conexiones justamente se concentraba en algún tipo de
tecnología móvil (véase Cuadro 2.1.1 para mayores detalles).
Desde la perspectiva de la velocidad de acceso, hay mejoras evidentes, pues
el porcentaje de conexiones mayores a 256 kbps ha aumentado de 41% a 73%
entre 2012 y 2014. Sin embargo, apenas un 1,2% corresponde a suscripciones
con velocidad mayor a 1.024 kbps.
Estos datos son consistentes con otras mediciones que resaltan, sin embar-
go, la lenta expansión de las conexiones de Internet en los hogares: el 2015 solo
un 15,5% de los hogares tenía una conexión (EDH-INE), muy por debajo del
promedio de la región (22%) y casi igual que en África (11%). Esta brecha no se
está resolviendo, pero hay un crecimiento generalizado de las tecnologías móviles
(Figura 2.1.1).
En resumen, la gran novedad es la irrupción de las plataformas móviles
que han reconfigurado estructuralmente el paisaje de posibilidades tecnológicas
para el acceso a Internet en Bolivia. Hay una evidente y fuerte ampliación de
las opciones tecnológicas para los usuarios, quienes están masificando la pre-
sencia de estos dispositivos en la vida cotidiana, sobre todo en las urbes. Estos
logros son, sin embargo, heterogéneos en términos de calidad de conectividad:
las velocidades de acceso más comunes siguen siendo bajas para estándares
regionales y el ritmo del crecimiento de las conexiones de banda ancha y/o en
hogares es lento.
El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 163

Estas cuestiones, como se verá más adelante, tienen implicaciones funda-


mentales en el uso desigual de estas tecnologías y en su potencial para impactar
significativamente en las capacidades humanas y las habilidades productivas de
los ciudadanos. Al mismo tiempo, estas tendencias son un punto de partida inelu-
dible para reflexionar sobre la cuestión y sus prospectivas.

Cuadro 2.1.1 Bolivia: datos sociales básicos y de acceso a TIC

2000-2001 2012 2013 2014 2015 Fuente


Indicadores sociales básicos

Población 8.274.325 10.059.856 10.234.897 10.412.985 INE y elab. propia

% Población urbana 62,4% 67,5% CNPV (INE)

% Población menor a 30 años 66,0% 60,3% CNPV (INE)

% de Pobres 58,3% 26,1% (PNUD, 2014)

% de Vulnerables 27,7% 44,6% (PNUD, 2014)

% de Clase media 13,0% 28,7% (PNUD, 2014)

% Personas con primaria aprobada


88,4% 92,9% CNPV (INE)
(mayor o igual a 16 años)

% Personas con secundaria


aprobada (mayor o igual a 16 45,4% 67,6% CNPV (INE)
años)

Indicadores de equipamiento de hogares

% Hogares con electricidad 64,4% 82,3% 89,5% CNPV-EDH (INE)


% Hogares con computadora 23,6% 32,5% CNPV-EDH (INE)
% Hogares con Internet 9,6% 13,7% CNPV-EDH (INE)

Nro. de hogares con Internet 268.334 366.357

Indicadores de acceso a TIC

Telefonía móvil
Nro. de abonos telefonía celular 582.620 9.493.207 10.425.704 10.729.635 ATT
(*)
Abonos de telefonía celular por cien 7 94 102 103 Elab. propia
habitantes
% de “teléfonos inteligentes” en 0,0% 4,8% 11,4% 17,1% ATT
los abonos de telefonía celular (*)
164 | Bolivia digital

Acceso a Internet
Nro. de conexiones/abonos a 71.495 1.966.732 3.559.239 4.981.685 ATT
Internet (*)
Coneciones de Internet por cien 1 20 35 48 Elab. propia
habitantes
% Conexiones a Internet en 7,8% 4,6% 3,6% ATT
terminales no móviles (ADSL, wifi
y otros) (*)
% Conexiones a Internet en 11,8% 8,2% 5,7% ATT
modem USB (2.5-4G) (*)
% Conexiones a Internet en 80,4% 87,1% 90,3% ATT
terminales móviles (GPRS/EDGE y
2.5-4G) (*)
% Conexiones con Internet mayor a 59,0% 54,1% 39,2% ATT
256 kbps (*)
% Conexiones con Internet entre 38,1% 45,3% 72,0% ATT
256 y 1024 kbps (*)
% Conexiones con Internet mayor a 2,9% 0,6% 1,2% ATT
1024 kbps (*)
% de sitios web visitados desde 0,0% 5,6% 17,9% 39,5% 48,6% gs.statcounter.com
dispositivos
móviles (**)
(*) Dato a diciembre de cada año.
(**) Dato a diciembre de cada año hasta 2014 y de abril de 2015.
Fuente: elaboración propia, 2016.

Figura 2.1.1 Comparación internacional: acceso a TIC 2011-2013

140
121
120 115
103
100
78 78
80
69
60
47
39
40
19 22
20 13 11

0
Suscriptores de móviles Usuarios de Internet Hogares con Internet
(por cien personas) (por cien personas) (por cien personas)
Países desarrollados (**) América Latina y El Caribe (*) Bolivia (***) África (**)

Fuente: elaboración propia a partir de datos de ITU y BID (*) 2011-2013, (**) 2013-2014, (***) 2013-2014.
El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 165

Los indicadores de uso de Internet se refieren específicamente a la frecuencia


o calidad de su utilización por las personas para realizar actividades educativas,
de búsqueda de información, de entretenimiento o de trabajo en cualquier tipo
de plataformas tecnológicas o lugares de acceso. Esta información se suele obte-
ner a partir de encuestas o sondeos en los que se indaga directamente si las perso-
nas han realizado esta actividad en determinado periodo de tiempo o la cantidad
de veces que están conectadas usualmente a ese medio.
Como se dijo, no hay por el momento un conjunto de preguntas estándar
para recoger estas informaciones en Bolivia: cada grupo de investigación define
la manera de preguntar sobre esta cuestión. Para contar con estimaciones de
cobertura nacional y series de datos para un periodo largo, las tres fuentes más
habitualmente consultadas son la Encuesta Continua de Hogares del INE, el Ba-
rómetro de las Américas y el Latinobarómetro. Estos instrumentos tienen proble-
mas de comparabilidad entre sí, pues las preguntas que aplican no son similares,
aunque dan una idea relativamente convergente de la proporción de bolivianos
que usan Internet y de la frecuencia con que lo hacen. El dato más reciente es el
recolectado por el Barómetro a mediados de 2014; esta será la principal fuente
para las evaluaciones que se desarrollarán a continuación.
Se estima que alrededor del 39% de bolivianos mayores de 18 años utiliza-
ba Internet con cierta frecuencia en 2014, un porcentaje inferior al promedio
latinoamericano de 47%, pero muy superior al de África (19%). En general, esta
proporción habría ido aumentando constantemente durante la última década,
convergiendo hacia el promedio de la región con rapidez en los últimos tres años
(véase figuras 2.1.1 y 2.1.2). Como referencia histórica, el Latinobarómetro esti-
maba en apenas un 11% la proporción de usuarios en 2002 (véase Anexo 4).

Figura 2.1.2 Evolución de usuarios de Internet en Bolivia, 2010-2014

6% 8%
100 16%
12% Todos los días
28% 14% 31% 39%
80 10% 16% Alguna vez por semana
9%
18% 7% Alguna vez al mes
16%
60
13% Rara vez

40 Nunca
55% 53% 48%
20

0
2010 2012 2014

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Barómetro de las Américas por el proyecto LAPOP. Disponible en www.lapopsurveys.org.
166 | Bolivia digital

En las series del Barómetro (Figura 2.1.2 y Anexo 4) se observa un significa-


tivo aumento del 28% al 39% de usuarios de Internet entre 2010 y 2014. Si se
considera adicionalmente a los que dicen utilizar este medio “rara vez” (13%),
los internautas alcanzarían al 52% de la población adulta. El crecimiento más
significativo se habría dado entre 2012 y 2014, particularmente en el segmento
de las personas que dicen usar “diariamente” Internet, pues prácticamente se ha
duplicado: del 8% al 16% (representando ya alrededor de un millón de usuarios).
Hay evidencias de una tendencia lenta, pero continua, hacia la difusión ge-
neralizada de la interacción con Internet, que ya concierne a más de la mitad de
la población adulta; aunque algo más del 40% de este sector aún no la ha expe-
rimentado.
Sobre todo en los últimos dos años, se está produciendo un aumento rápido
del número de usuarios habituales (“diarios”), lo cual coincide con el boom de la
accesibilidad por dispositivos móviles reseñado en el punto anterior. Estadísticas
acerca del tipo de plataformas mediante las cuales se estaría entrando a sitios web
desde Bolivia muestran que en el primer semestre de 2015 alrededor del 45% de
todo este tráfico provenía de dispositivos móviles.6
Este sería un rasgo novedoso que diferencia a Bolivia de los otros países
latinoamericanos, donde desde ya hace varios años se había constituido una
sólida base de usuarios con servicios en los hogares (ADSL y otros), lo que hace
que el acceso por computadora siga siendo mayoritario hasta ahora. El perfil
boliviano se parece más al caso de algunos países africanos (como Nigeria y
Kenia), donde las opciones móviles son hegemónicas. Este rasgo tiene serias
implicaciones sobre el desarrollo futuro de la industria de telecomunicaciones
boliviana y en el tipo de consumidor de contenidos y de servicios web que po-
dría ir emergiendo en el país.
Comparativamente, aunque Bolivia se está acercando a los países vecinos en
la proporción de la utilización global, tiene todavía mucho rezago en la intensidad
y la complejidad de su uso: solo 16% de usuarios diarios frente a casi el 40% en
Argentina, Chile o Costa Rica. Hay, pues, aún muchas cosas que se deben resol-
ver para avanzar hacia una cobertura elevada y de calidad. En todo caso, la pre-
sencia de casi un millón de usuarios cotidianos, con tendencia a seguir creciendo,
así como la generalización de dispositivos que permiten alguna experiencia digital
a gente de todos los estratos, abre perspectivas interesantes para el desarrollo de
la industria de contenidos y la prestación de servicios virtuales educativos, de trá-
mites públicos y de cuestiones comerciales.

Las desigualdades en la utilización de Internet


Para explorar las desigualdades en el uso de Internet y su relación con algunos
rasgos sociales, se utilizarán los datos del Barómetro para los años 2010, 2012 y

6 Véase estadísticas de gs.statcounter.com


El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 167

2014. Se considerará “usuarios frecuentes” de Internet a quienes hayan respon-


dido que lo usan “diariamente”, “alguna vez a la semana” o “alguna vez al mes”,
y se excluirá a quienes afirmaron hacerlo “rara vez”, lo cual denota interacción
casual con el instrumento. Las variables sociales con las que se cruzará esta infor-
mación son las de género (hombre y mujer), nivel socioeconómico,7 edad, lugar
de residencia y autoidentificación indígena.

Cuadro 2.1.2 Porcentaje de usuarios frecuentes de Internet en Bolivia


según variables sociales

2010 2014

Ciudad Ciudad Ciudad Ciudad


Ciudad capital Zona rural Ciudad capital Zona rural
intermedia pequeña intermedia pequeña

38,5% 34,4% 21,8% 11,7% 47,4% 41,8% 32,9% 26,2%

NSE NSE Alto


NSE Pobre NSE Medio NSE Alto Medio NSE Pobre
Medio Medio

15,3% 33% 65,8% 26,3% 41,2% 76%

26-39 Más de 40 Más de 40


18-25 años 18-25 años 26-39 años
años años años

49,8% 28,6% 9,8% 74,4% 44,1% 17,7%

No indígena Aymara Quechua No indígena Aymara Quechua

43,3% 23% 20% 48,4% 27,8% 29,1%

Hombre Mujer Hombre Mujer

31,7% 23,6% 45,6% 33,6%

Fuente: Elaboración propia con datos del Barómetro de las Américas para el Proyecto LAPOP. Disponible en www.lapopsurveys.org.

Las mayores brechas son las socioeconómicas y por edad, en las cuales las
diferencias en el nivel de utilización son significativas. Existen también dispa-
ridades según lugar de residencia, autoidentificación indígena y por género,
aunque relativamente menos marcadas que las dos primeras. El Cuadro 2.1.2
muestra que se ha producido una tendencia de aumento de usuarios en casi
todos los segmentos durante el periodo 2010-2014, incluso entre los más desfa-
vorecidos, como es el caso de las zonas rurales, de los pobres o de los mayores
de 40 años.

7 Se ha construido un indicador para el nivel socioeconómico a partir de datos sobre el acceso del
hogar del entrevistado a servicios básicos y la cantidad de bienes que posee.
168 | Bolivia digital

Figura 2.1.3 Relación entre nivel e intensidad de uso de Internet en Bolivia (2014)

80
NSE Alto/M. alto
15-18 años
Nivel de uso (% de usuarios de Internet)

60

No indígena
Hombre
40 26-39años Ciudad capital
NSE Medio Ciudad mediana
Mujer
Aymara Quechua
Rural Ciudad pequeña
20
NSE Pobre más de 40 años

10 20 30 40 50 60 70
Intensidad de uso (% de uso diario)

Fuente: Elaboración propia con datos del Barómetro de las Américas para el Proyecto LAPOP.

Si se considera simultáneamente el nivel de uso de Internet (definido por el


porcentaje de personas de cada grupo que lo utilizan diariamente, algunos días a
la semana y alguna vez al mes) y su intensidad (entendida como el porcentaje de
estos usuarios que entran diariamente a la red) es posible distinguir al menos tres
grandes agregaciones de comportamientos (Figura 2.1.3):
Un primer grupo –conformado por los jóvenes y las personas mayores de
nivel socioeconómico medio alto– en el que los porcentajes de usuarios son
muy elevados y la intensidad de uso muy alta.
Para un segundo agrupamiento –concerniente a las personas que habitan
zonas rurales, de nivel socioeconómico pobre y que se autoidentifican como
indígenas, ya sea quechuas o aymaras– el uso de Internet está poco extendido
y la intensidad de su uso es baja.
Un tercer grupo comprende a las personas mayores de 40 años, uno de los
grupos que menos utiliza Internet (20%), pero que muestra –al mismo tiem-
po– un uso intenso del instrumento. Es decir, en este segmento quizá hay una
polarización entre una gran proporción de miembros que no están interesa-
dos, o no tienen medios para acceder a estos servicios, frente a un grupo más
reducido que los utiliza intensamente.
Finalmente, varias segmentaciones de la población (hombres, mujeres, ni-
veles socioeconómicos medios, ciudades pequeñas, etc.) se aglomeran en
torno al promedio nacional: 39% de uso de Internet y alrededor del 41%
El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 169

de intensidad (en otras palabras, cuatro de cada diez usuarios entra diaria-
mente a la red).

Estos resultados ratifican que los usuarios más frecuentes pertenecen sobre
todo a grupos de población joven y/o con niveles socioeconómicos elevados,
mientras que los más rezagados provienen de los segmentos más pobres y rurales.
Para finalizar, es importante ensayar un balance algo más complejo, evaluan-
do la manera en la cual varias características sociodemográficas podrían explicar
simultáneamente un mayor o menor uso de Internet. En los anteriores párrafos se
han realizado evaluaciones parciales de estas desigualdades, pero aún no se sabe
cuál sería la probabilidad que tiene una persona de utilizar Internet de manera
frecuente según sea indígena, viva en una gran ciudad y sea mujer, por ejemplo,
o si algunas de estas características son más influyentes en la frecuencia de uso.
Para responder estas cuestiones se ha recurrido a un modelo multivariado que
explica la probabilidad que tiene una persona de ser usuaria de Internet en función
de variables socioeconómicas, educativas, demográficas (género y edad), de resi-
dencia geográfica, autopertenencia a un grupo indígena y de equipamiento tecno-
lógico en el hogar (computadora y acceso a Internet). Se ha aplicado una técnica de
regresión logística binaria a datos de 2012 y 2014 del Barómetro de las Américas.
Los resultados finales del modelo se encuentran en el Cuadro 2.1.3: un signo
positivo en B indica que la presencia de esa variable aumenta la probabilidad de
ser usuario de Internet, y si el signo es negativo, que es un factor desfavorable.
Los valores E(B) son medidas estadísticas que cuantifican el riesgo (efecto) que
representa poseer el factor correspondiente o no poseerlo en relación a la posibi-
lidad de ser usuario de Internet, suponiendo que el resto de variables del modelo
permanecen constantes.8
En función de estos criterios, los modelos sugieren lo siguiente acerca de las
múltiples fuentes de desigualdad asociadas con las disparidades en el uso de In-
ternet y sobre sus cambios entre 2012 y 2014:
En 2012, las variables que más incidían positivamente en la probabilidad
de que una persona sea usuaria de Internet tenían que ver primordialmente
con la edad (mientras más joven mayor efecto positivo) y con el grado de
equipamiento tecnológico en el hogar. En un segundo nivel de influencia
positiva se situaban el lugar de residencia (vivir en una ciudad del eje u otra
capital), el ser hombre y los años de educación. Es llamativo que el modelo
haya excluido, por poco significativas, todas las variables relacionadas con el
nivel socioeconómico y la autoidentificación como no indígena.

8 Técnicamente este valor es denominado “odds-ratio”. Cuando es igual a 1 indica que la


variable explicativa asociada no tendría efecto alguno sobre la variable dependiente. Mientras
más superior a 1 sea esa variable, mayor sería el efecto (riesgo) de esa variable sobre la variable
dependiente (en este caso, probabilidad de ser usuario de Internet). En cambio, si el valor es
menor a 1 se trataría más bien de un factor que desfavorece esa posibilidad y mientras más se
acerque a 1 mayor sería su efecto desfavorable.
170 | Bolivia digital

Cuadro 2.1.3 Modelo logístico binominal: uso de Internet en 2012 y 2014

2012 2014

Variables independientes B Error estándar E(B) B Error estándar E(B)

Constante -7,034 (*) 0,324 0,001 -6,509 (*) 0,291 0,001

Género (ser hombre) 0,733 (*) 0,117 2,082 0,602 (*) 0,111 1,825

Lugar de residencia (b)

Ciudad eje metropolitano 0,493 (*) 0,154 1,637 0,311 (**) 0,145 1,365

Ciudad capital fuera del eje 0,860 (*) 0,219 2,363 0,489 (**) 0,205 1,630

Ciudad intermedia 0,329 0,214 1,389 0,264 0,234 1,302

Localidad pequeña -0,195 0,230 0,823 -0,402 (**) 0,216 0,669

Edad (c)

18-25 años 2,295 (*) 0,164 9,926 2,741 (*) 0,155 15,507

26-40 años 1,242 (*) 0,167 3,462 1,090 (*) 0,143 2,975

Nivel socioeconómico (d)

NSE alto-medio 1,063 (*) 0,204 2,895

NSE medio 0,367 (*) 0,133 1,443

Años de educación 0,258 (*) 0,019 1,295 0,256 (*) 0,019 1,291

Tiene computadora 1,114 (*) 0,134 3,046 0,649 (*) 0,136 1,913

Tiene Internet en casa 1,485 (*) 0,187 4,414 1,396 (*) 0,141 4,038

Estadísticas

Chi-cuadrado 1257,52 (*) 1725,954 (*)

R2 Cox y Snell 0,340 0,434

R2 Nagelkerke 0,520 0,607

% de casos predichos 85,3% 85,5%

Nro. de observaciones 3026 3023

Autoidentificación no indígena Autoidentificación no indígena


Variables excluidas
Nivel socioeconómico

Estadísticamente significativas al nivel p < 0,01 (*), p < 0,05 (**) y al p < 0,1 (***).
La categoría de referencia (con la que se comparan los coeficientes de las otras variables) es “zona rural”. En (c) es “mayor de 40
años” y en (d) “NSE pobre”.
Fuente: elaboración propia, 2015.
El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 171

En 2014, buena parte de las variables que fueron significativas dos años antes
siguen siendo relevantes, pero ahora los factores socioeconómicos aparecen
con gran importancia, lo que contrasta con la pérdida de peso de las va-
riables relacionadas con el lugar de residencia. Por otra parte, el tamaño
del efecto de las variables ha experimentado algunos cambios relevantes: ser
joven, con acceso a Internet en casa y pertenecer a un nivel socioeconómico
medio-alto se constituyen en las variables con mayor incidencia positiva so-
bre la probabilidad de ser usuario de la red. En un segundo nivel de efecto se
ubican ser hombre, poseer una computadora, vivir en una gran ciudad y los
años de educación.
Comparativamente, los factores que pueden determinar una mayor probabili-
dad de ser internauta asiduo se tornan complejos entre 2012 y 2014. En 2012
el peso de los factores asociados con el acceso a equipamientos tecnológicos y
con el lugar de residencia –acceso que tiene que ver, obviamente, con aspectos
de infraestructura y costo– era mucho más decisivo. En 2014 varios de ellos
siguen pesando, pero aumenta la importancia de las variables generacionales
(“ser joven”) y socioeconómicas.

Se puede suponer que, a medida que estas tecnologías se fueron expandien-


do con el crecimiento de los equipos móviles entre 2013 y 2014, ya no fue tan
importante contar con una computadora o vivir en una zona con acceso físico a
Internet, lo que disminuye el peso relativo de ambos aspectos como generadores
de disparidad en el uso de la red. Por otro lado, estaría aumentando la distancia
de aprovechamiento de estas tecnologías por parte de los jóvenes con respecto a
los otros segmentos de edad, y entre quienes tienen recursos para acceder a una
conexión más rápida y el resto de la población.
Hay que anotar también que, aunque no sea uno de los factores centrales,
existe una brecha desfavorable a las mujeres que se ha mantenido sin cambios.
Pasa algo similar con la educación. Ambos factores tienen un peso intermedio,
pero sin variaciones entre los años de la encuesta.
Las disparidades en el uso de Internet en relación con las desigualdades
sociales y contextuales existentes en el país son complejas y cambiantes. Evi-
dentemente hay variables como el género, la educación o el acceso fácil a dis-
positivos e infraestructuras que siguen siendo importantes, pero su peso se va
modificando al ritmo de los cambios sociales y tecnológicos. Las diferencias por
edad y riqueza se vuelven más importantes a medida que se generaliza el acceso
por dispositivos móviles. Hay una evolución positiva de aumento de usuarios en
todos los grupos, pero las personas con mayores recursos económicos y capa-
cidades cognitivas para aprovechar el instrumento (“más jóvenes”) parecen ser
las más favorecidas.
172 | Bolivia digital

Las prácticas y los comportamientos diferenciados de los


internautas bolivianos

La revolución de los dispositivos móviles y el perfil del internauta


Para profundizar el análisis se exploró con mayor detalle las prácticas y compor-
tamientos de los internautas bolivianos a partir de una encuesta urbana a 1.100
personas que navegan al menos una vez a la semana en Internet, realizada por la
empresa Captura Consulting.9 En aquel sondeo, el 58% de los entrevistados decía
que usaba la red entre cinco y siete días por semana y el restante 42% lo hacía al
menos una vez a la semana.
Los datos de este sondeo muestran el gran cambio que se está produciendo
debido a la masificación de los dispositivos móviles: hay una creciente diversifi-
cación de las opciones de acceso y una preponderancia de los móviles como pla-
taforma de navegación virtual. El 58% de los entrevistados se conecta por medio
de un celular y/o algún otro dispositivo. Existe incluso un apreciable 22% que
afirma que solo navega desde su teléfono celular (Figura 2.1.4). El modelo de uso
asociado exclusivamente con las computadoras en los hogares de los más pudien-
tes y en cafés-Internet para los pobres parece totalmente sobrepasado.

Figura 2.1.4 Dispositivos desde los que se usa Internet con mayor frecuencia en Bolivia

22% 21% Computadora en hogar

Computadora en lugar público

Computadora en hogar
y teléfono celular
18% 21% Computadora en lugar público
y teléfono celular
Teléfono celular
18%

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta de Captura Consulting, 2014.

El uso de teléfonos celulares como opción para navegar en la Web se ha


extendido transversalmente, sin distinciones por nivel socioeconómico, género ni
edad. El grupo de mayores de 40 años es el único aún reacio a esta tendencia: el
65% sigue prefiriendo solo las computadoras. Sin embargo, hay ciertas dispari-
dades por nivel socioeconómico en la combinación de dispositivos: entre las per-

9 Más detalles de la encuesta pueden encontrarse en el Anexo 5.


El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 173

sonas de mayor ingreso, el 26% se conecta por medio de una computadora en el


hogar y un 35% mediante una combinación de computadora y teléfono celular;
mientras que, en el caso de los internautas de segmentos pobres, el 27% lo hace
en computadoras en lugares públicos y un 24% solo por celulares o mediante una
combinación de ambas plataformas (19%).
Estos rasgos se correlacionan con la intensidad de interacción con la Web,
la cual sería mucho más fuerte entre los que lo hacen por teléfono celular com-
binado con otros dispositivos en relación a quienes siguen prefiriendo solo a las
computadoras (Figura 2.1.5). Los internautas más asiduos serían los que tienen
una computadora en su casa y un teléfono celular, y los menos asiduos quienes
acuden únicamente a cafés-Internet.

Figura 2.1.5 Porcentaje de personas en Bolivia que usan Internet entre 5 y 7 días por semana,
según dispositivos (2014)

100%
90%
80% 76%
70% 65% 64%
60% 58%
50%
50%
36%
40%
30%
20%
10%
0
Computadora Computadora Celular Computadora Computadora MUESTRA
en hogar lugar público en hogar lugar público TOTAL
y celular y celular

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta de Captura Consulting, 2014.

Hay evidencias de que la proliferación de plataformas móviles está am-


pliando rápidamente la conectividad entre los más pobres, sobre todo si son
jóvenes, desplazando a los cafés-Internet, aunque con grandes deficiencias en
su calidad, como se verá más adelante. Al mismo tiempo, en las clases medias y
medias-altas el celular está favoreciendo el aumento del tiempo y la frecuencia
de la conexión.
De manera general, las aplicaciones más usuales están ligadas con la par-
ticipación en redes sociales, la búsqueda de información en la Web, el envío de
correos electrónicos y la práctica del chat. Los usuarios móviles usan de manera
intensiva las redes sociales y los instrumentos para chatear y enviar mensajes, muy
por encima de los que acceden a Internet por computadora. Es también llamativa
174 | Bolivia digital

la poca frecuencia de uso de Internet para trabajar, opinar o incluso leer noticias,
frente a la intensa práctica de entretenimiento o de interacción con amigos y co-
nocidos (Figura 2.1.6).

Figura 2.1.6 Usos de Internet en Bolivia según dispositivos


0 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%

Leer y revisar redes sociales 90%


74%
Buscar información 68%
en Google, Yahoo y otros 63%

66%
Leer y enviar emails 59%

Chatear o mensajear 74%


56%
Escribir y participar 75%
en redes sociales 56%

Ver videos o escuchar música 58%


49%

Descargar música, 60%


juegos y videos 45%

46%
Jugar juegos 35%

Leer noticias 27%


31%
Opinar en foros o 16%
escribir en blogs 15%
12%
Trabajar o hacer negocios
15%

Teléfono celular Computadora

Fuente: Encuesta de Captura Consulting, 2014.

Estos comportamientos muestran algunas variaciones relevantes según la


edad: los internautas más jóvenes tienden a concentrar su atención en las redes
sociales y el entretenimiento (juegos, música, videos, etc.), mientras que las per-
sonas de mayor edad usan la red relativamente más para el email, leer noticias y
realizar funciones ligadas con su trabajo. No hay grandes diferencias entre hom-
bres y mujeres, con la excepción de una mayor predilección masculina por los
juegos y la descarga de música y videos.
Desde un punto de vista socioeconómico, a medida que crecen los ingresos
de los internautas, estos tienden a aumentar su uso del chat y la descarga de
videos y música, que requiere de mayor velocidad en las conexiones. También
aumenta un poco más su utilización de aplicaciones informativas o para hacer
El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 175

negocios. Al contrario, las diferencias sociales se borran casi completamente en


todo lo que se refiere a la participación en redes sociales.

Prácticas educativas y satisfacción de los internautas


En relación con las prácticas educativas digitales, el 76% de los entrevistados
dice que le está dando alguna funcionalidad de ese tipo a la red, 84% entre los
de mayores ingresos frente a 74% entre los que cuentan con menos recursos. Sin
embargo, apenas un 16% lo hace en actividades más complejas que buscar/bajar
documentos/información de la Web o intercambiar correos electrónicos con ta-
reas o trabajos con compañeros o docentes (Figura 2.1.7).

Figura 2.1.7 Usos educativos de Internet en Bolivia (2014)

0 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70%

Uso de enciclopedias 60%


(Wikipedia y otros) 50%

Uso de artículos bajados de la Web 34%


28%

Intercambiar documentos 22%


21%

Programa educativo online 10%


11%

Curso online 3%
5%

No utiliza en tareas educativas 13%


24%

14-19 años Toda la muestra

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta de Captura Consulting, 2014.

La educación formal, desde el punto de vista de los entrevistados, no fue el


principal espacio en el cual obtuvieron orientación o ayuda para el uso de Inter-
net. Solo un 15% dice que fueron sus profesores quienes más les guiaron en esta
cuestión; la mayoría afirma haber aprendido gracias a amigos, familiares y un
28% por sí mismos (Figura 2.1.8). No se detectaron grandes diferencias en este
punto entre las varias segmentaciones que se evaluaron en esta investigación, lo
que indica que estos comportamientos son relativamente transversales a todos los
grupos.
176 | Bolivia digital

Figura 2.1.8 ¿Quién le ha orientado o enseñado más a utilizar Internet?

45%
41%
40%
36%
35%
30% 28%
26%
25% 24% 23%

20%
15% 17%
15%
10%
6%
5%
1%
0
Amistades Nadie, Familia Profesores de Colegas
aprendió solo colegio o de de trabajo
universidad
Toda la muestra 14-19 años

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta de Captura Consulting, 2014.

El balance que hacen los encuestados sobre la utilidad del sistema educativo
para aprovechar esta tecnología es mediocre: solo un tercio considera que ayuda
“mucho”. Los jóvenes en edad escolar (14 a 18 años) o universitaria (19 a 25 años)
no son mucho más optimistas que el promedio, lo cual es un dato relevante conside-
rando que son los que quizá tienen la información o experiencia directa para valo-
rar dicha cuestión (Figura 2.1.9). Las diferencias sociales son muy marcadas en este
punto: un 43% de los internautas de clase media-alta evalúa positivamente las ense-
ñanzas del sistema educativo, lo que contrasta con el 26% de similar opinión entre
los más pobres. Hay insatisfacción entre los ciudadanos más pobres respecto a la
capacidad del sistema educativo para facilitar a sus hijos el uso de este instrumento.
Aunque se trate solo de percepciones y no de análisis más robustos sobre las
disparidades en la manera en que la educación incide en las capacidades digitales
de las personas, este dato es un indicio de la aparición de un sesgo importante
de naturaleza social en la satisfacción de la gente con la educación que reciben
como instrumento para una mayor calidad en el manejo y aprovechamiento de
Internet.
El sistema educativo formal tiene un gran reto para adecuarse a la expansión
del uso de estas tecnologías de comunicación y de gestión de información. Hasta
ahora, estos espacios tienen una influencia todavía pequeña en la orientación de
las experiencias digitales de los jóvenes. Hay mucho por avanzar en este punto,
considerando que la educación es clave para que este proceso sea un elemento
determinante para la generación de nuevas capacidades humanas en el país.
El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 177

Figura 2.1.9 ¿Cuánto cree que el sistema educativo ayuda para que
se aproveche al máximo Internet?

100%
12% 7% 12% 12% 13% 8%
90%
80%
70% 50% 54%
50%
60% 56% 62% 57%
50%
40%
30%
20% 43% 39%
33% 38%
26% 31%
10%
0
Toda la NSE Medio- NSE Medio NSE pobre 14-18 años 19-25 años
muestra alto

Mucho Poco Nada

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta de Captura Consulting, 2014.

Desde el año 2012 se han ejecutado importantes programas de dotación de


computadoras a docentes y alumnos en las escuelas fiscales, y se han mejorado las
infraestructuras tecnológicas para el acceso a Internet en estos establecimientos
públicos. Este es un logro significativo. Varias investigaciones (Terrazas e Ibarra,
2013; Farfán et al., 2015) subrayaron la necesidad de acompañar estos esfuerzos
con una acción más intensiva de capacitación y de generación de instrumentos
novedosos de soporte pedagógico que optimicen el uso de Internet en los sistemas
de enseñanza-aprendizaje formales.
Desde hace dos años, el Ministerio de Educación está impulsando masivos
programas de capacitación para maestros en el uso de las TIC en la práctica
educativa.10 Con ese fin se han creado tanto plataformas de enseñanza virtual
como mecanismos de capacitación autoasistida. Este esfuerzo está acompañado
por actividades de generación de contenidos y recursos digitales y multimedia,
que luego son aplicados en el aula. El portal educativo educabolivia.bo alberga

10 Programa impulsado por la Dirección de Formación de Maestros del Ministerio de Educación,


la Red de Maestros (que cuenta con un portal para el aprendizaje virtual innovador) y la Unidad
Especializada de Formación Continua (Unefco) del Sistema Educativo Plurinacional.
178 | Bolivia digital

varios de estos nuevos instrumentos. Según informaciones de sus promotores, hay


mucha expectativa entre los docentes y experiencias interesantes que se están
produciendo en torno a este esfuerzo en algunos distritos.
La llegada de nuevas infraestructuras y dispositivos de acceso a Internet en
las aulas es evidentemente una base interesante para promover una transforma-
ción de las capacidades del sistema educativo formal público, con el fin de optimi-
zar el uso de esas herramientas y de esta manera incidir en las desigualdades en su
aprovechamiento. Para eso es crucial que las iniciativas anteriormente descritas
continúen siendo desarrolladas y amplificadas, pero que también se las evalúe y
refuerce a partir de las experiencias que se están generando durante su imple-
mentación.
El grado de satisfacción de los internautas con este perfil de acceso y uso de
la red de redes es otro punto para considerar: el 63% declara querer navegar aún
más; existe entonces a priori un elevado nivel de insatisfacción y un potencial de
crecimiento futuro si se dan ciertas condiciones. Las razones para que esto no suce-
da tendrían que ver en primer lugar con la “falta de tiempo”, aunque un apreciable
37% lo atribuye a razones económicas y a problemas de conectividad. El segundo
grupo de preocupaciones es relativamente más alto entre los segmentos de inter-
nautas pobres y jóvenes. Hay pues un espacio relevante para la implementación de
políticas de reducción de costos y de mejora de la velocidad de las conexiones, que
pueden contribuir a aumentar la satisfacción de los usuarios menos favorecidos y,
en consecuencia, a disminuir las desigualdades actualmente existentes.

Figura 2.1.10 Insatisfacción en el uso de Internet y sus razones

70%
67%
63%
60%

50%

40%

30% 29%

20% 18%
12%
10%
5% 4%
0
Quisiera usar Falta Conexión Internet No tiene No es No tiene
más, pero... de tiempo lenta caro conocimientos interesante computadora
propia

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta de Captura Consulting, 2014.


El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 179

Las desigualdades en el uso complejo de Internet


A partir de los datos de la encuesta se han construido dos indicadores de “com-
plejidad” del uso de Internet con la información detallada sobre el tipo de activi-
dades más frecuentes que los internautas están realizando. En primer lugar se ha
estimado un indicador que mide la intensidad de utilización de este instrumento
en aplicaciones “pasivas” (leer/enviar correos electrónicos, leer/revisar redes so-
ciales, ver videos y escuchar música, buscar información en Google u otros busca-
dores, y leer noticias), y posteriormente un segundo índice ligado con actividades
que requieren mayores habilidades y proactividad (participar activamente en re-
des sociales, descargar música y videos, opinar en foros y blogs, hacer negocios o
trabajar en la red, chatear y jugar juegos).11 Mientras más se acercan estos índices
a1, mayor sería la complejidad en el uso de Internet de los individuos y grupos.
El índice de intensidad de uso proactivo es menor que el de uso pasivo. Los
índices más elevados en las dos dimensiones se observan entre quienes navegan al
mismo tiempo en dispositivos móviles y computadoras. Los usuarios que realizan
usos menos complejos son los que acceden a Internet solo por computadoras de
hogar o públicas (Figura 2.1.11). En este último caso se trata previsiblemente de
personas de clase media, de edad madura o avanzada con Internet en el hogar y
de usuarios con ingresos bajos que frecuentan cafés-Internet; por razones diferentes
ambos grupos hacen uso relativamente básico de las posibilidades de esta tecnolo-
gía. Los primeros, presumiblemente, más por desinterés o falta de habilidades para
aprovechar el instrumento, y los segundos sobre todo por falta de recursos y tiempo.

Figura 2.1.11 Indicadores de complejidad de uso de Internet


0,7

0,6 0,573
0,547 0,547 0,540 0,547
0,5 0,450 0,453
0,450 0,450
0,4 0,389
0,306 0,289
0,3

0,2

0,1

0
Teléfono celular Computadora Computadora Computadora Computadora MUESTRA
en hogar en lugar público en hogar en lugar público TOTAL
y tel. celular y tel. celular

Índice de uso pasivo Índice de uso proactivo

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta de Captura Consulting, 2014.

11 El detalle de construcción de estos indicadores puede verse en el Anexo 6.


180 | Bolivia digital

A veces se piensa que el acceso a la red desde móviles implica un uso limitado
o básico de Internet, pero los datos muestran lo contrario: estos usuarios obtienen
los puntajes más elevados en ambos índices. Este es un indicio de que el móvil tie-
ne un potencial interesante para incentivar un mayor aprovechamiento de la red,
dado que su uso frecuente implica desarrollar prácticas de interacción multitarea
y multiplataforma.
Combinando ambos indicadores se ha clasificado a los internautas bolivianos
en tres grupos: a) Los que practican un “uso complejo e intenso” de la red, corres-
pondiente a aquellos que tienen un puntaje por encima del promedio en los dos
indicadores (29% del total); b) los que efectúan un uso “pasivo” por encima del
promedio, pero una baja utilización “proactiva” (36%), y c) los que realizan un
“uso limitado”, con bajos valores en ambos indicadores (36%).12
En la Figura 2.1.13 se observa la combinación de los porcentajes de entre-
vistados categorizados en los dos grupos polares (utilización “compleja e intensa”
versus “uso limitado”), según variables sociodemográficas y de tipo de conecti-
vidad. Sobre la base de esos criterios es posible identificar al menos tres grandes
agrupaciones:
Una primera en la que confluyen sobre todo usuarios mayores de 40 años
o que se conectan en computadoras públicas, que mayormente efectúan un
“uso limitado” de Internet y una muy reducida “utilización compleja e in-
tensa”. Este es posiblemente el segmento con menor potencial de aprovecha-
miento de estas tecnologías.
Una segunda agrupación, en el otro polo, está conformada principalmente
por personas de entre 19 y 25 años, de nivel socioeconómico medio-alto, que
prefieren conectarse simultáneamente en computadoras y celulares. En este
segmento hay un alto porcentaje de gente que practica un uso complejo y
una reducida proporción de personas que efectúan un uso limitado. También
los internautas hombres, con estudios universitarios en curso, y que navegan
por celular o en combinación con computadoras en lugares públicos, tienen
un comportamiento que se acerca a este patrón. Estos dos segmentos son
posiblemente los que más están aprovechando este medio para desarrollar
habilidades y nuevas interacciones sociales.
Finalmente, hay grupos de personas que se ubican en torno a los promedios
de ambos indicadores, conformando una suerte de segmento intermedio en
el que no hay predominancia ni de los usuarios “complejos” ni de los “limi-
tados”. Se trata de internautas mujeres, de nivel socioeconómico pobre y
medio, de entre 14 y 19 años o entre 26 y 39, con estudios básicos, medios y
universitarios aprobados, o con una conexión en computadoras en el hogar.

12 Se ha identificado un cuarto grupo que presenta un elevado uso “proactivo”, y por ende bajo uso
“pasivo”, pero se refiere a apenas el 1% del total. Este segmento se ha adicionado al grupo 1.
El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 181

Figura 2.1.12 Internautas según complejidad de uso de Internet

Uso complejo

Uso intenso pero pasivo

20%
28% Uso limitado
36%

36%

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta Captura Consulting 2014.

Figura 2.1.13 Uso “integral” y “limitado” de Internet (2014)

más de 40 años
50 Comp. pública

NSE Pobre
40 Ed. básica
% Uso “limitado”

Mujer Ed. media


Comp. en hogar 14-18
26-39 Celular
NSE Medio Hombre
Comp. pública y celular
30 Estudios universitarios
Universidad
19-25
Comp. en hogar
y celular NSE Alto-Medio
20

10 15 20 25 30 35 40
% Uso “complejo e intenso”

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta de Captura Consulting, 2014.


182 | Bolivia digital

Finalmente, en la Figura 2.1.14 se exploran las variaciones de estas tres cate-


gorías en el caso de los jóvenes de 15 a 25 años según la educación de sus padres.
Aparece una clara tendencia a una utilización más compleja a medida que la
educación de los padres es mayor. Esto es una muestra de la influencia que tiene el
capital cultural y educativo que heredan los jóvenes de sus padres en el desarrollo
de sus capacidades para utilizar la red de manera más proactiva. Es un ejemplo
de la existencia de factores estructurales que impactan en las disparidades en el
uso de Internet y que deberían ser encarados mediante políticas públicas, sobre
todo educativas.
En resumen, parecería que la generalización de las tecnologías móviles está
produciendo dos fenómenos paralelos. Por un lado, la convergencia –transver-
sal a la mayoría de edades, condiciones sociales y género– hacia un patrón me-
dio de intensidad y complejidad en la utilización de la red. Por otro, la aparición
de una polarización entre un grupo de vanguardia conformado por usuarios
“complejos” de nivel socioeconómico medio-alto, hombres y jóvenes en etapa
de formación técnica o universitaria versus el segmento conformado por per-
sonas mayores de 40 años y/o con conectividad deficiente (acceso en lugares
públicos).

Figura 2.1.14 Categorías de complejidad de uso según educación de padres o jefes de hogar

45%
42%
40% 37% 38%
34%
35% 33% 33%
31%
30% 28%
25%
25%
20%
15%
10%
5%
0
Primaria aprobada Secundaria aprobada Estudios técnicos
o universitarios

Uso complejo Uso intenso pero pasivo Uso limitado

Fuente: elaboración propia sobre la base de encuesta de Captura Consulting, 2014.


El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 183

Conclusiones y recomendaciones
La investigación se propuso explorar los principales rasgos de las desigualdades en
el acceso y uso de Internet en Bolivia; se intentó contextualizarlos en el momento
de desarrollo tecnológico y de transformación social que está experimentando
el país. El punto de partida era un panorama en el que lo usual era referirse a
que los pobres, las personas de edad mayor y quienes vivían en zonas rurales
o alejadas de los grandes centros urbanos eran naturalmente desfavorecidos en
este ámbito, en un contexto de baja densidad de infraestructuras de conectividad
para Internet y con la gran mayoría de la población sin ningún tipo de relación o
experiencia con este medio.
El último quinquenio ha sido clave para modificar sensiblemente este pano-
rama inicial, sobre todo por la expansión de las tecnologías móviles, asociada con
la coyuntura de alto crecimiento económico, fuerte movilidad social y elevada
inversión en infraestructura de comunicación. Hoy, casi un 55% de la población
adulta dice tener algún tipo de experiencia con la red de redes, un 40% la utiliza
con cierta frecuencia y casi un millón (16%) lo hace diariamente. Sin olvidar el
persistente rezago de cuatro de cada diez bolivianos, esta expansión está creando
un piso social diferente para pensar en un mayor desarrollo del sector y en una
acelerada inserción de la población, sobre todo la más joven, en el universo de las
prácticas digitales y de la navegación virtual.
Por supuesto, este proceso está reconfigurando las disparidades en el uso de
la Web por género, edad, nivel socioeconómico, educación y lugar de residencia.
Algunos de estos factores siguen siendo determinantes, pero su incidencia está
variando. Las variables ligadas con la localización o la disponibilidad de infraes-
tructuras/dispositivos tecnológicos están perdiendo peso, mientras que aumenta
la importancia del nivel socioeconómico y de la edad como poderosos elementos
de diferenciación.
Se entiende que se están desarrollando dos grandes tendencias simultáneas.
Por una parte, una lógica de convergencia hacia un nivel de utilización y de com-
plejidad media en la mayoría de categorías sociodemográficas, la cual sigue sien-
do, no obstante, de menor frecuencia y calidad comparada con estándares regio-
nales. Por otra, la aparición de un grupo de vanguardia que está aprovechando
al máximo las posibilidades de estas tecnologías, conformado principalmente por
internautas hombres, de nivel socioeconómico medio-alto y en edad de estudios
medios o universitarios.
Conviven en el país dos lógicas paralelas de convergencia y de polarización en
las que la expansión de las tecnologías móviles, la edad y el nivel socioeconómico son
factores determinantes. Este panorama coexiste con un perfil de utilización fuerte-
mente concentrado en actividades de entretenimiento y de participación en redes
sociales, transversal a todos los segmentos sociales, y con una incipiente aplicación
de estos instrumentos en prácticas educativas y laborales/empresariales complejas.
184 | Bolivia digital

Sin embargo, el crecimiento de las experiencias proactivas en redes sociales


o en actividades lúdicas (como los juegos o la descarga de videos o música) de-
muestra que hay habilidades que se están desarrollando y que potencialmente
podrían servir para otros fines. Esta tendencia se observa también en la creciente
complejidad y el uso múltiple de plataformas que se están generalizando desde la
popularización del teléfono celular inteligente. Por el momento, este potencial se
limita a experiencias puramente lúdicas.
Frente a este panorama tan cambiante, los sistemas educativos formales se
han ido adaptando con mucha lentitud. Los internautas indican que el sistema
educativo no ha sido hasta ahora un factor determinante para mejorar la calidad
de la expansión del uso de Internet en el país. Pese a las restricciones, en los últi-
mos tres años se han estado promoviendo procesos de mejora de acceso y de uso
de estas herramientas entre profesores y estudiantes de colegios fiscales.
Los cambios en los patrones de utilización de Internet se deben principal-
mente a transformaciones tanto en la oferta tecnológica como en los mercados
globales de consumo de telecomunicaciones y a motivaciones de índole personal
de los usuarios (como el interés en conocer nuevas tecnologías, la calidad de sus
relaciones personales o el capital cultural de sus padres).
En esa perspectiva, es necesario fortalecer las articulaciones de las interven-
ciones públicas en infraestructuras tecnológicas, que es donde más proyectos ya
están en curso, con acciones de capacitación de docentes y estudiantes en el uso
de las TIC en la educación, y con iniciativas que fortalezcan las capacidades so-
ciales de adaptación y de apropiación social de estos instrumentos.
Si no se resuelven estos déficits y no se avanza en una política integral de
facilitación del acceso y uso de Internet, podrían imponerse en el futuro las lógi-
cas que alientan una polarización y disminuyen el potencial de la convergencia.
También hay el riesgo de que se consolide un contexto de grandes desigualdades
entre un núcleo de bolivianos en la vanguardia de la sociedad del conocimiento
y muchos otros con conexiones a Internet poco frecuentes y de baja calidad, con-
vertidos en consumidores pasivos y marginales de estas transformaciones, es decir,
en excluidos digitales.
El acceso y el uso de Internet en Bolivia: antiguas y nuevas desigualdades | 185

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