Analisis de Orina en El Laboratorio
Analisis de Orina en El Laboratorio
Analisis de Orina en El Laboratorio
tema
Análisis de la muestra
de orina
Antonio Mesa Priego
1. RECOGIDA DE LA MUESTRA
Como en el resto de muestras obtenidas de los pacientes, la debida recogida de
la muestra de orina es vital para desarrollar un estudio y análisis fiable de la misma. Los
errores cometidos durante este proceso preanalítico producen unos resultados erróneos o la
consiguiente repetición de la recogida de muestra, lo que deriva en una duplicación del gasto
y en el consiguiente perjuicio para el enfermo.
1.2. Urocultivo.
Uno de los principales objetivos a la hora de recoger una orina para un urocultivo es
hacerlo en las más estrictas medidas de asepsia posibles, con el fin de obtener una muestra lo
más idónea posible para realizar la siembra e identificación del germen causante de la patología,
en su caso.
La orina para urocultivo se recogerá en un recipiente estéril, un vaso de plástico de 100
ml con tapón de rosca y en las mejores condiciones asépticas posibles.
La proliferación bacteriana que se produce conforme avanza el tiempo, nos obliga a
realizar la siembra en el menor tiempo posible, en todo caso antes de una hora de la recogida
de la orina. Sólo se permite la conservación entre 2-8 ºC en el caso de que se retrase su siembra
y nunca por un período superior a 24 horas.
La orina preferible es la primera de la mañana y, si no fuera posible, se recomienda la
que haya permanecido al menos 4 horas en la vejiga. Sin embargo, es preferible que la orina
no haya sido recogida forzando la micción.
Para la toma de muestra de orina en los niños pediátricos, los cuales no pueden controlar
sus esfínteres, se recomienda el uso de las bolsas de polietileno que se ajustan a los genitales
convenientemente, evitando al mismo tiempo su contaminación.
Entre los errores más frecuentes que nos podemos encontrar durante este proceso de
recogida de la muestra, destacan:
- No lavar previamente los genitales inmediatamente antes de la recogida de la
muestra, lo que se obtendría una muestra contaminada.
- No desechar la primera parte de la micción. Se obtiene una orina que contendría
una gran cantidad de células de vías bajas, no siendo patológica pero causando
un retraso del trabajo. Los casos de esta posible contaminación de la orina se
incrementan en el caso de las mujeres.
- Recoger un urocultivo en tubo cónico para orina normal, ya que éste carece de
las condiciones de esterilidad necesarias y se consideraría contaminada.
- Contaminación fecal de la muestra.
- No cerrar herméticamente el recipiente, con el posible vertido de la muestra
(fig. 2).
2.2. Transporte.
Las muestras de orina pueden ser recibidas de dos formas en el laboratorio:
- A través del tubo neumático. Se reciben así las muestras urgentes recogidas en
tubo cónico de 10 ml, con el objeto de recortar el tiempo de espera del paciente.
En este caso se deben tener en cuenta los cambios de presión que sufren los
3.1. Volumen.
El volumen excretado en un adulto normal al día oscila entre los 850 ml. y los 2.000
ml, dependiendo de las condiciones fisiológicas de cada persona, y con un promedio de 1.500
ml.
Teniendo en cuenta el volumen de la cantidad de orina emitida, se suelen utilizar los
siguientes términos que describen el tipo de diuresis:
- Diuresis: secreción de orina por el riñón. Es el volumen total de la orina emitida
en 24 horas.
- Poliuria: aumento anormal del volumen de orina en 24 horas, de más de 2 litros.
Se puede clasificar en hiperdensa (orina concentrada), o hipodensa (con cifras
cercanas a las del agua). Al mismo tiempo, las cifras de creatinina y BUN (urea)
séricos se encuentra cada más aumentados.
- Oliguria: disminución anormal de la orina, de menos de 500 ml/24 h. Puede ser
bien por retención renal o prerrenal, o bien por deshidratación.
- Anuria: ausencia de eliminación urinaria, de menos de 100 ml/24 horas.
3.2. Color.
La coloración de la orina varía dependiendo de su concentración en cromógenos o
pigmentos (urocromo principalmente, urobilinógeno y coproporfirina) y del volumen de
muestra. Se observará oscura cuando exista una concentración de cromógenos, y clara en el
caso de cromógenos diluidos.
Normalmente es amarilla o ambarina por la presencia de pigmentos. Sin embargo,
puede tener varias coloraciones patológicas:
- Rojo-púrpura: en las porfirias, que son un trastorno hereditario en la síntesis
del grupo hemo de la hemoglobina.
- Roja, como agua de lavar carne: hematurias y hemoglobinurias.
- Parda: hematurias macroscópicas y bilirrubinemias (exceso de bilirrubina directa).
Para intentar localizar el origen de la sangre podría utilizarse la técnica de los
tres vasos. Esta consiste en recoger tres micciones en vasos diferentes. Si la
hematuria se presenta tan sólo en el primer vaso la lesión se localiza en la uretra.
Si la hematuria se presenta en el tercer vaso su localización es en la vejiga. Por
último, si la hematuria existe en los tres vasos no se puede especificar el foco
de la lesión.
- Pardo-naranja o rojo-naranja: presencia de urobilina, mediante la conversión
del urobilinógeno, presenciando una espuma blanca.
- Pardo-amarillo o pardo-verdosa: por la bilirrubina, presenciando una espuma
amarilla.
- Verde oscuro: ictericia obstructiva.
3.3. Olor.
La orina normal tiene un olor característico que varía según la densidad de la misma
y dependiendo de su concentración. Las condiciones patológicas del paciente también suelen
alterar su olor habitual, como es el caso de las embarazadas, infecciones, obstrucciones, etc.,
las cuales dejan un olor característico.
Los principales olores anormales son:
- Amoniacal: por descomposición de las proteínas y degradación de la urea (por
la acción bacteriana).
- Cetónico: por descomposición y degradación de los ácidos grasos.
- Pútrido: por infección intensa.
- Fecaloide: fístulas vesículo-intestinales.
3.4. Espuma.
Si la orina normal se agita levemente, la espuma que se forma es blanca, abundante y
fugaz, siendo persistente en el caso de contener proteínas y una cantidad excesiva de pigmentos
biliares.
3.5. Aspecto.
La orina normal y reciente es clara y límpida, apareciendo al tiempo una ligera turbidez
constituida por mucus, células epiteliales y leucocitos que sedimentan, o bien tras precipitación
de los cristales que pueda contener.
4.2. Nitritos.
Cuando la tira reactiva indica la presencia de nitritos positivo, conlleva a considerar la
presencia de una bacteriuria, la cual puede deberse a una contaminación o a una infección
urinaria. Un resultado negativo no excluye la posibilidad de una bacteriuria, ya sea por que
el tiempo de incubación de la orina en vejiga ha sido insuficiente, o bien, por la existencia de
microorganismos que no convierten los nitratos en nitritos al carecer de la enzima necesaria
para ello.
Dicha reacción positivia nos indicaría la existencia, en cantidad apreciable, de aquellas
bacterias que reducen los nitratos urinarios a nitritos por la acción enzimática de ciertas
bacterias presentes en la orina, requiriéndose una población bacteriana vesical de un mínimo de
4 horas en vejiga, ya que no todas las bacterias de la vejiga urinaria son capaces de transformar
los nitratos. Hay microorganismos que reducen el nitrato a otros productos (amoniaco, óxido
nítrico, etc) por lo que darán un resultado negativo a los nitritos.
Si la prueba es positiva, se tendrá que pensar en hacer un cultivo siempre que la muestra
haya sido apropiadamente recogida; hay que tener en cuenta que se producen falsos positivos en
muestras mal recogidas y guardadas, debido a sus contaminantes y a la proliferación bacteriana
que sufre la muestra de orina ante un retraso en su procesamiento.
4.3. Proteínas.
La presencia de proteínas en orina o proteinuria indica una enfermedad renal causada
por que el glomérulo no retiene el paso de las proteínas desde el plasma al filtrado glomerular,
siendo la gravedad de esta patología directamente proporcional a su cuantificación; la proteína
tiene un nivel tubular máximo de reabsorción muy bajo, de manera que un aumento de la
filtración o de la producción satura rápidamente el mecanismo de reabsorción.
La proteinuria puede ser causada por cualquiera de las diversas clases de proteínas
presentes. Las proteínas plasmáticas con un peso molecular bajo pasan a través de la membrana
glomerular y suelen ser reabsorbidas por las células tubulares proximales. La albúmina es
aparentemente filtrada, pero sólo en cantidades muy pequeñas. La glucoproteína secretada por
las células tubulares distales y las de la rama ascendente del asa de Henle constituye alrededor
de un tercio o más de la pérdida total normal de proteína.
En las orinas normales existe una pequeñísima cantidad de proteínas que varía entre
2-8 mg/dl de orina, unos 150 mg/24 horas, según el volumen de orina. Puede existir una
proteinuria falsa o por contaminación, como la que se agrega a partir de una leucorrea
vaginal, menstruación, semen y varias secreciones. La inmuglobulina A en secreciones de las
vías urinarias, enzimas y proteínas procedentes de las células epiteliales tubulares, otras células
descamadas y leucocitos con otras proteínas que se encuentran en muy pequeñas cantidades
en la orina normal provocan una falsa proteinuria.
Por tanto, las proteínas derivan del plasma y de las vías urinarias, siendo su constitución
principalmente albúmina sérica (un tercio de su valor), mientras que el resto son proteínas
plasmáticas, como globulinas muy pequeñas.
Existen diferentes situaciones no patológicas que aumentan la excreción de proteínas,
como el ejercicio o la deshidratación; en estas personas sanas se pueden exceder los niveles
normales. Para diferenciar una excreción proteica normal de la anormal se requieren pruebas
selectivas y no deben detectar menos de unos 8-10 mg/dl en un adulto normal con un flujo
de orina corriente; una muestra aislada puede ofrecer un resultado de proteínas falsamente
bajo.
El uso de las tiras reactivas da resultado positivo en las proteínas cuando la orina contiene
más de 30 mg/dl de proteínas. Su alta sensibilidad depende de la presencia de proteínas para
4.6. Densidad.
La densidad muestra la relación existente entre el volumen urinario y los sólidos disueltos
en la misma, variando en proporción directa con la cantidad de sustancias disueltas y en
proporción inversa al volumen urinario. Por ello, aumenta durante una dieta seca, ofreciendo
una orina oscura, y disminuye tras la ingestión de líquidos.
Su cuantificación nos informa de la capacidad de concentración urinaria del riñón y,
por tanto, del trabajo renal. Las principales sustancias que forman parte del peso específico
de la orina normal son el cloruro sódico (25 %), la urea (20 %), los sulfatos y los fosfatos. Los
adultos con una dieta sólida y líquida normal producen una orina con un peso específico de
1,016-1,022 en 24 horas.
Cuando la orina contiene cantidades elevadas de glucosa y proteínas puede provocar
interferencias en la medición de la concentración total de solutos, por lo que es recomendable
la realización de la osmolalidad urinaria, que se efectúa con la ayuda de un osmómetro.
En ocasiones, los componentes del sedimento urinario no se conservan bien en la orina
diluida, por lo que una baja densidad indica que el examen microscópico puede no producir
resultados muy precisos.
4.7. pH.
El pH urinario nos indica la capacidad del riñón para mantener una concentración normal
de hidrogeniones en el plasma y en los líquidos extracelulares, es decir, la concentración de
hidrogeniones libres.
El estudio del pH de la orina permite detectar los intentos del riñón para compensar
la situación en las alteraciones del equilibrio ácido-base, ya que la capacidad de intercambiar
hidrogeniones por cationes y la formación de amoníaco disminuyen si la función tubular se
altera.
El glomérulo excreta todos aquellos ácidos no volátiles que no pueden ser eliminados
por el pulmón tras la actividad metabólica del organismo, dando lugar a una orina normal
ligeramente ácida (pH = 6,5), logrando con ello el equilibrio ácido-base. Las células del túbulo
distal intercambian hidrogeniones por sodio del filtrado glomerular y la orina se acidifica. Se
denomina orina ácida aquella inferior a 6,5 y orina alcalina aquella superior a 6,5.
4.8. Glucosa.
La glucosa no suele aparecer en la orina normal, tan sólo lo hace cuando un incremento
de la concentración de azúcar en sangre induce una carga de glucosa en el filtrado, sobrepasando
la capacidad de reabsorción del filtrado.
El umbral renal es la máxima concentración de glucosa en la sangre (unos 180 mg/dl) a
partir de la cual los túbulos renales son insuficientes para reabsorber glucosa (disfunción tubular
renal), por lo que aparece en orina. También puede aparecer glucosuria cuando los túbulos
proximales no realizan una adecuada función de reabsorción (glucosuria normoglucémica).
La orina puede contener otras sustancias reductoras como la lactosa, galactosa,
pentosas, ácido homogentísico y ácido ascórbico, cuya presencia puede indicar la presencia
de enfermedades poco frecuentes como la fructosuria, galactosuria, o alcaptonuria.
El seguimiento de la glucosuria es útil para el seguimiento de un paciente diabético,
al igual que durante el embarazo, existiendo un aumento del índice de filtración glomerular,
donde no toda la glucosa filtrada puede ser reabsorbida, detectándose glucosuria a niveles de
glucosa en sangre relativamente bajos.
4.11. Urobilinógeno.
La bilirrubina conjugada que se ha formado en el hígado es vertida al intestino a través
de los conductos biliares al duodeno, formando un complejo con colesterol, sales biliares
y fosfolípidos. Ésta no es absorbida en el intestino delgado, mientras que en el colon, las
glucuronidasas de las bacterias intestinales y de una enzima especial hidrolizan el conjugado,
transformando la bilirrubina libre en urobilinógeno, mesobilirrubinógeno y estercobilinógeno.
BIBLIOGRAFÍA
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