Calendario. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos.

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Calendario

La cosmogonía está en íntima relación con los calendarios; esto se advierte, en particular en
los símbolos del sedentarismo, la arquitectura de la ciudad y la solidificación de las
instituciones, que caracterizan a un período cultural donde la cosmovisión, sin desprenderse
de los antiguos símbolos, dioses, mitos y ritos, se torna más elaborada y compleja hasta llegar
–en la mayoría de los casos– a convertirse en lo que se ha dado en llamar una civilización,
generalmente considerada así por la paralela aparición de la escritura.

Va de suyo que la esencia de la cosmovisión de un pueblo se forja, al igual que ese mismo
pueblo, en los albores de su aparición como tal. En los orígenes deben encontrarse en estado
más puro las ideas, actitudes, trabajos y experiencias que distinguen a una sociedad
específica; lo que la diferencia y asimismo la une a otras culturas que elaboraron su
cosmovisión en circunstancias y lugares disímiles, y con un material humano distinto.
Históricamente esos inicios son nulos pues remontan siempre al mito, y la contribución
humana es poca cosa desde el punto de vista moderno ya que unánimemente las sociedades
arcaicas declaran que sus conocimientos, su cultura, les han sido revelados por las deidades.

Sin embargo las etapas secuenciales de su desenvolvimiento son harto importantes y parecen
estar reflejando en su historia el ciclo a que está sometida cualquier creación: nacimiento y
niñez, juventud-madurez y decrepitud-muerte, tal cual lo ejemplifican el sol en el día y el
año, la luna en el mes, y las edades del hombre y el mundo. Estas ideas de muerte están
invariablemente asociadas en los pueblos primitivos a la resurrección y a la reiteración de los
ciclos, concepciones, estas últimas, que dan lugar a los calendarios mesoamericanos y a todos
en general.

En el niño están en potencia todas las energías y virtudes del adulto y a nadie se le ocurriría
pensar que un joven es superior a un viejo y que éste es mejor que un niño, etc.

Todas las edades son la edad y juntas simbolizan la creación y la vida. Los pueblos nómades
no son menos que los sedentarios, y al revés de lo que se piensa, los antiguos llamaban época
de oro a sus orígenes y no a su período "clásico", que es la puerta a la entrada de su
decadencia, aunque también es lo que caracteriza a una alta civilización con escritura y
calendarios complejos y organizados.

Correspondencia del cuerpo humano


con los veinte signos del calendario
azteca.
Códice Vaticano-Ríos

Por otra parte casi desde el principio de


la pretensión científica profana que
lleva muy poco tiempo de existencia
(del siglo XVIII a nuestros días), se ha
adulterado la mentalidad humana en
unas direcciones materiales y
racionales, fenoménicas y literales, de
tal modo que el hombre de hoy concibe
a sus propios valores culturales, nacidos
de grandes civilizaciones, como
distintos a lo que fueron siempre,
tildando de ignorantes a culturas a las que él les debe todo y que en sus orígenes fueron
primitivas, no más por el simple hecho de rechazar aquello que no entra dentro de sus
artificiales clasificaciones.

Cuando por distintos motivos desaparece una Tradición, tienden a perdurar las ciencias más
populares, ligadas con la tierra, en una cosmogonía que sin embargo abarca tierra-cielo. Es
así como subsisten generalmente las tradiciones aplicadas a lo físico y lo psíquico, ligadas
también a lo artesanal, en detrimento de las ciencias del número, la idea, la astronomía-
astrología y otras disciplinas vinculadas a lo celeste. Al quedar interrumpida, aunque sea de
modo parcial, la comunicación con lo más alto, el pueblo se aferra a ciertas creencias que
pueden desembocar en la literalidad y la superstición, únicos fragmentos que a veces quedan
de un enorme aparato cognoscitivo, cosmogónico y metafísico. Sin embargo los calendarios
precolombinos han subsistido en varios grupos mesoamericanos, aunque en la mayor parte
de los casos sin conocerse aparentemente la totalidad de sus posibilidades y significados,
conservándose tan sólo el mecanismo estructural.

Es sabido que los mesoamericanos regían sus vidas por un calendario de doscientos sesenta
días, que llamaremos ritual, y otro de trescientos sesenta más el agregado de cinco días
considerados nefastos, que correspondían al movimiento real del sol en un año.

Los 18 meses y los 20 días del calendario de 360 días,


F. J. Clavijero, Historia Antigua de México, 1780; nueva versión a color en A. de León y Gama,
Descripción Histórica y Cronológica de las dos piedras..., México 1792

2. Fray Diego de Landa nos dice en su Relación de las cosas del Yucatán:

Entre la muchedumbre de dioses que esta gente adoraba, adoraban cuatro llamados Bacab
cada uno de ellos. Estos, decían que eran cuatro hermanos a los cuales puso Dios, cuando crió
el mundo, a las cuatro partes de él sustentando el cielo para que no se cayese. Decían también
de estos bacabes que escaparon cuando el mundo fue destruido por el diluvio. Ponen a cada
uno de estos otros nombres y señálanle con ellos a la parte del mundo que Dios le tenía
puesto teniendo el cielo y aprópianle una de las cuatro letras dominicales a él y a la parte en
que está; y tienen señaladas las miserias o felices sucesos que decían habían de suceder en el
año de cada uno de éstos y de las letras con ellos.

Debemos aclarar aquí que el cronista se refiere con estas "letras dominicales", a los distintos
signos (equiparados con los "rumbos del universo" y por lo tanto a solsticios y equinoccios),
que encabezan siempre un ciclo en su calendario; por otro lado, como se advierte en la última
parte de lo anterior, estos cuatro Bacabes, capaces de sostener el mundo, y gobernar cada uno
de los rumbos del universo, son, al mismo tiempo los que presiden la procesión de los días de
su calendario, el que por su propia dinámica cuaternaria, quinquenal y vigesimal (5 x 4 = 20)
siempre comienza en cuatro signos fijos: kan, muluc, ix, y camac. Es muy interesante esta
identificación del calendario con el propio cosmos, en la medida en que el primero es un
conjunto de simbólicas, que representan de manera directa y mágica las energías que lo han
plasmado, y que no son otras que aquellas que generan constantemente el universo. ( 7.).

Recuérdese aquí que los días nemontemi, para los náhuatl eran los cinco que faltaban para
corregir su calendario de meses de 20 días (18 x 20 = 360) y adaptarlo al año real. Y también
que cada uno de ellos llevaba sobre la espalda el signo o la imagen correspondiente del dios
que gobernaría el año entrante, o sea del que cargaría el próximo período.

3. En las culturas occidentales también los calendarios reflejan cíclicamente los ritmos de los
astros entre sí y con respecto a la tierra y el hombre. Y se da la paradoja de que lo que ha sido
escrito en el cielo por una mano invisible y un tiempo inmemorial aparece ahora escrito por
los hombres que nos relatan las paradas del sol en el día, en el año, (los solsticios donde el sol
parece detenerse), las fases de la luna, y los movimientos de los astros en el firmamento y sus
velocidades con respecto a sus giros, lo que establece un orden perfecto de días fastos y
nefastos con los que el hombre ordena su vida y por lo tanto lo condicionan completamente.
Por eso el calendario Caldeo, del cual deviene el nuestro, se articula de modo tal que nos
muestra los distintos períodos y ritmos que configuran el universo y los días que vivimos en
nuestra Tradición. Es igualmente paradojal como el de los precolombinos, porque comienzan
ambos a cero, es decir, en los tiempos ningunos pues justamente con estos calendarios
empieza el tiempo tal cual lo conocemos.

Tienen de particular su vinculación con el número seis que fue el que organizó toda la
civilización nacida en Sumer y sus distintas ramas. Son sesenta los segundos y sesenta los
minutos (6 x 10 = 60), y el año solar tiene 360 días (6 x 60 = 360). Pero también se relaciona
con el número cosmogónico cuatro y así (6 x 4) = 24, son las horas del día. Como doce son los
meses (6 x 2 = 12) en que se divide el año. Doce horas se corresponden con el día y doce con
la noche. Tanto las horas del día, que admiten una división cuaternaria (4 x 6 = 24): amanecer,
mediodía, atardecer y medianoche, como las estaciones, que son igualmente cuatro de tres
meses cada una: primavera, verano, otoño e invierno. Etc.

Bartolomé Anglico, Livre de la proprieté des choses, s. XIII.


París, Bibliothèque Nationale.

Calendario etimológicamente se relaciona con calendas, el primer día del mes que a su vez
viene de calare, llamar, pues los pontífices reclamaban su aparición en el Capitolio y la
palabra representó para los romanos un libro de cuentas presidido por Jano, el dios etrusco
que abría y cerraba el año.

En el año 45 a. C. Julio César implanta un año solar de 365 días y por esta reforma el séptimo
mes se llama julio. Augusto, el emperador, corrige ciertos errores de intercalación que se
habían producido en el calendario juliano prolongando los días de un mes que también
llevará su nombre (agosto).

Finalmente el Papa Gregorio XIII (1582) promulga otro calendario más perfecto teniendo en
cuenta que el año trópico no tiene 365.25 días sino 365.2422. Aunque esta diferencia es
mínima y llega a sumar tres días en cuatrocientos años. Este es el que nos rige en la
actualidad.

Se llega a todo ello abandonando los calendarios lunares, que fueron los primeros y que
hacían comenzar el año en el equinoccio de primavera como ha sido en muchos pueblos,
entre ellos los judíos.

En cuanto a lo religioso, que llevaba un año lunar igualmente, el Concilio de Nicea en el 325
a. C. decretó que la Pascua se celebrara el domingo que seguía inmediatamente a la primera
luna llena del equinoccio de primavera. Por lo que éstas eran fiestas móviles aunque
trabajaban conjuntamente con la rigidez del calendario solar romano.

4. En una parte del Chilam Balam de Chumayel en donde se habla de los mitos creacionales, que
vulgarmente es llamada "El génesis maya", puede leerse (edición M. Rivera):

… se desplomó el firmamento y hundió la tierra. Entonces los cuatro dioses, los cuatro Bacab,
lo nivelaron todo. En el momento en que acabó la nivelación, se afirmaron en sus lugares
para ordenar a los hombres amarillos.

Los hombres con brazos alzados que suelen hallarse esculpidos en las columnas del período
mexicano de Chichén Itzá representan a los Bacabs; sus rasgos son de ancianos con largas
barbas, ya que habían sobrevivido desde la era anterior al diluvio. Estas figuras de Atlantes
de Chichén Itzá tienen atributos distintivos: uno de ellos está en el centro de una telaraña,
otro lleva una espiral en el pecho, el tercero sale de una concha, y el último tiene el cuerpo
encajado en una caparazón de tortuga. En su dibujo acusan fuerte influencia de México.

El culto de los Bacabs data del período Clásico; en un templo en Copán dos Bacabs sentados
y con un brazo levantado cada uno, sostienen las cabezas de un dragón celeste bicéfalo. En el
templo 22 soportan sus manos, en las esquinas, al cielo. En un altar o banca recientemente
descubierta de la estructura 82 de esta misma ciudad, se ve al "monstruo bicéfalo del cielo"
cargado por los Bacabs, asentados en el "cocodrilo de la tierra" o "monstruo Imix", o para los
mayas Itzamná.

Como ya se ha dicho en general estos "atlantes", eran representados como ancianos, aunque
en Palenque a alguno se lo suele figurar como joven, confundiéndoselo en ese caso con el
"dios del maíz".

5. Calmécac (ntl.) Nos relata Sahagún que en el Calmécac a los aprendices:

… les enseñaban todos los versos de canto, para cantar, que se llamaban divinos cantos, los
cuales versos estaban escritos en sus libros por caracteres; y más les enseñaban la astrología
indiana y las interpretaciones de los sueños y la cuenta de los años… (Libro III, cap. VIII).
Los adivinos que tenían los libros de las adivinanzas y de las venturas de los que nacen, y de
las hechicerías y agüeros, y de las tradiciones de los antiguos que vinieron de mano hasta
ellos. (Libro I, cap. XII).

Códice Borbónico, pág. 5

Y Landa afirma:

… Las ciencias que enseñaban eran la


cuenta de los años, meses y días y
tiempos fatales, sus maneras de
adivinar, remedio para los males, sus
antigüedades, leer y escribir con sus
letras y caracteres en los cuales
escribían con figuras que representaban
las escrituras. (Relación de las Cosas de
Yucatán, cap. VII).

6. Explicación del Calendario Maya


(Cuceb o Rueda Profética de los años Tunes.
Fragmento).

Este es el calendario de nuestros antepasados: cada 20 días hacen un mes, según decían. 18
meses era lo que contaban un año; cada mes lo llamaban "un uinal" que quiere decir mes; de
20 días era la carga de un mes; "mes uinal" decían. Cuando se cumplían los 18 por cada vez
que pasaba su carga era un año; luego se asentaban los cinco días sin nombre, los días
dañosos del año, los más temibles, los de mayor pena por el temor de muertes inesperadas y
peligros de ser devorados por el jaguar. En ellos todo era malo: mordeduras de serpientes
venenosas en el monte y golpes de ramas ponzoñosas a los hombres, según decían. Esta es la
razón de por qué se decía que eran los dañosos del año, los días más malos estos días sin
nombre. Pero tenían un dios que adoraban, que reverenciaban, que acataban durante cuatro
de estos días. Grande era el regocijo que se le ofrecía al recibido el primer día; se le daba gran
importancia y era un día festivo. Pero al cuarto día ya no era cara su presencia, ni se le daba
la importancia del primer día a su imagen, era ya otro al tercer día y no el centro de la casa; al
cuarto día se le colocaba en las afueras de la casa para que allí le amaneciera; al quinto día se
le echaba para que se fuese. El sexto día entonces que era el primero, el día cargador del año,
en el que se asentaba el comienzo del año, del nuevo año y del primer mes llamado otra vez
Poop, Estera.

He aquí las letras mayas escritas para contarse o leerse los meses como en el calendario de los
romanos cuya cuenta lleva la Santa Madre Iglesia para que se sepa la cuenta completa de sus
días y de sus meses y la cuenta de los años del calendario de los cristianos. Tres son las
columnas de mi escritura que se encontrarán aquí abajo con los doce meses del calendario; la
primera parte es en castellano, allí se ven los días que hay en cada mes; la segunda parte son
las figuras de las letras; los jeroglíficos de cada día que se van contando son las que tienen
punto y rayas detrás. Un punto vale un año; si son dos, dos años o días; si son tres puntos así
también se cuenta; si son cuatro puntos se cuentan cuatro como si son tres puntos así
también. Las rayas que están encima también, si es una raya vale cinco años; si son dos rayas
diez; si la raya que está encima tiene un punto se cuentan seis; si son dos los que hay sobre la
raya, son siete; si tres puntos hay encima son ocho; si cuatro puntos hay sobre la línea se
cuentan nueve; si son dos rayas con un punto encima son once si es uno; si son dos puntos,
doce; si son tres puntos, trece. La cuarta sección; son las letras que he pintado y que
representan los nombres de los signos de los días de las veintenas mayas que he copiado.
Entendía muy bien estas cosas el señor Don Juan Xiu de Oxkutzcab. Lo copié yo, Diego Chi,
escribano de la cofradía de aquí de Maní el 16 de julio de 1689, el día que fueron de
Oxkutzcab a Mérida, porque iban a entrar en Lorencillo y los ingleses allí, el capitán Diego
Balan Gobernador, Pedro Puc y Diego Tuin alcaldes y Pascual Noh el regidor principal.

312 años hay sobre un doblez de katun para que se asiente en su comienzo de nuevo tal como
comenzó. Estas pinturas que copié no son todas sino solamente la explicación del transcurso
del 8 Ahau que corre pareja con la carga del cargador del año del Katun 2 Ahau; transcurrido
el octavo año falta aún la carga de trece para que termine el 4 Ahau en que estamos, pero yo
copié los trece. No es todo, sino solamente el calendario de ellos que cotejo con el calendario
romano que llevan los cristianos según el nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo, dentro
del cual caen cuantas festividades se celebran dentro de los días de la cuenta de los cristianos
y de la Santa Madre Iglesia. Hice la separación de la cuenta de los años y de la de los meses.
Lo ajustarán mis Señores, mis padres y maestros. Que me perdonen a mí de sus hijos el peor,
si no está correcto como queda explicado; si hay error lo corregirán porque no es mucha mi
inteligencia, por esto es que les pido que perdonen mis yerros en el nombre de Nuestro Señor
Dios dentro de mi falta de entendimiento.

Hoy al finalizar el mes, 20 Seec en el signo 6 Chicchan del año de cargador 9 Muluc, es 14 de
febrero de 1793; fue cuando terminé de aprender a escribir los meses uinales mayas, del
calendario que los antiguos hombres mayas tenían cuando aún no comenzaba el cristianismo.
Que me perdonen mis yerros mis señores padres y los altos entendidos maestros, los
astrólogos acéntricos (sic) y los concéntricos (sic), los grandes sabios que saben cómo caminan
el Sol, la Luna y las estrellas y todas las cosas creadas por nuestro Padre Dios.

Los signos de los 20 días mayas


Códice Madrid
Los signos de los 18 meses mayas
Códice de Dresden
Variantes de cabezas para los números mayas
y su equivalente en yucateco hablado.

7. Cuenta del año Yucateco. - Caracteres de los Días. - Los cuatro Bacabes y sus Nombres. -
Los Días aciagos (Fray Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán. Fragmento).

No se esconde ni aparta tanto el sol de esta tierra de Yucatán, que vengan las noches, jamás a
ser mayores que los días; y cuando mayores vienen a ser, suelen ser iguales desde San
Andrés a Santa Lucía, que comienzan a crecer los días. Regíanse de noche para conocer la
hora que era por el lucero y las cabrillas y los astilejos. De día, por el medio día, y desde él al
oriente y poniente, tenían puestos a pedazos nombres con los cuales se entendían y se regían
para sus trabajos.

Tenían su año perfecto como el nuestro, de 366 días y 6 horas. Divídenlo en dos maneras de
meses, los unos de a 30 días que se llaman U, que quiere decir luna, la cual contaban desde
que salía hasta que no parecía.

Otra manera de meses tenían de a 20 días, a los cuales llaman Uinal Hunekeh; de éstos tenía el
año entero 18, más los cinco días y seis horas. De estas seis horas se hacía cada cuatro años un
día, y así tenían de cuatro en cuatro años el año de 366 días. Para estos 360 días tienen 20
letras o caracteres con que los nombran, dejando de poner nombre a los otros cinco, porque
los tenían por aciagos y malos. Las letras son las que siguen y lleva cada una su nombre
debajo para que se entienda en nuestra lengua.
Ya he dicho que el modo de contar de los
indios es de cinco en cinco, y de cuatro
cincos hacen veinte; así, en estos sus
caracteres que son 20, sacan los primeros
de los cuatro cincos de los 20 y éstos
sirven, cada uno de ellos, de lo que nos
sirven a nosotros nuestras letras
dominicales para comenzar todos los
primeros días de los meses de a 20 días.

Entre la muchedumbre de dioses que esta


gente adoraba, adoraban cuatro llamados
Bacab cada uno de ellos. Estos, decían eran cuatro hermanos a los cuales puso Dios, cuando
crió el mundo, a las cuatro partes de él sustentando el cielo (para que) no se cayese. Decían
también de estos bacabes que escaparon cuando el mundo fue destruido por el diluvio. Ponen
a cada uno de estos otros nombres y señálanle con ellos a la parte del mundo que dios le tenía
puesto (de) teniendo el cielo y aprópianle una de las cuatro letras dominicales a él y a la parte
(en) que está; y tienen señaladas las miserias o felices sucesos que decían habían de suceder
en el año de cada uno de éstos y de las letras con ellos.

Y el demonio, que en esto como en las demás cosas los engañaba, les señaló los servicios y
ofrendas que para evadirse de las miserias le habían de hacer. Y así, si no les venían, decían
(que) era por los servicios que le hacían; y si venían, los sacerdotes hacían entender y creer al
pueblo (que) era por alguna culpa o falta de los servicios o de quienes los hacían.

La primera, pues, de las letras dominicales es Kan. El año que esta letra servía era el agüero
del Bacab que por otros nombres llaman Hobnil, Kanalbacab, Kanpauahtun, Kanxibchac. A éste le
señalaban a la de mediodía. La segunda letra es Muluc; señalábanla al oriente y su año era
agüero del Bacab que llaman Canzienal, Chacalbacab, Chacpauauhtun, Chacxibchac. La tercera
letra es Ix. Su año era agüero del Bacab que llaman Zaczini, Zacalbacab, Zacpauauhtun,
Zacxibchac y señalábanle a la parte del norte. La cuarta letra es Cauac: su año era agüero del
Bacab que llaman Hozanek, Ekelbacab, Ekpauahtun, Ekxibchac: a ésta señalaban a la parte del
poniente.

En cualquiera fiesta o solemnidad que esta gente hacía a sus dioses comenzaban siempre por
echar de sí al demonio para mejor hacerla. Y el echarle unas veces era con oraciones y
bendiciones que para ello tenían, y otras con servicios y ofrendas y sacrificios que por esta
razón le hacían. Para celebrar la solemnidad del año nuevo, esta gente, con más regocijo y
más dignamente, según su desventurada opinión, tomaba los cinco días aciagos que ellos
tenían por tales antes del día primero de su nuevo año y en ellos hacían muy grandes
servicios a los bacabes citados arriba y al demonio al que llamaban por otros cuatro nombres,
a saber, Kanuuayayab, Chacuuayayab, Zacuuayayab, Ekuuayayab; y acabados estos servicios y
fiestas, y lanzado de sí, como veremos, el demonio, comenzaban su año nuevo.

Fiestas de los Días aciagos. – Sacrificios del principio del Año Nuevo en la letra de Kan

Uso era en todos los pueblos de Yucatán tener hechos dos montones de piedras, uno frente a
otro, a la entrada del pueblo y por las cuatro partes del mismo, a saber, oriente, poniente,
septentrión y mediodía, para la celebración de las dos fiestas de los días aciagos, las cuales
hacían de esta manera cada año.

El año cuya letra dominical era Kan, era del agüero Hobnil, y según ellos decían reinaban
ambos por la parte del medio día. Este año, pues, hacían una imagen o figura hueca de barro
del demonio que llamaban Kanuuayayab, y llevábanla a los montones de piedra seca que
tenían hechos por la parte del mediodía; elegían un príncipe del pueblo, en cuya casa se
celebrara estos días la fiesta, y para celebrarla hacían una estatua de un demonio al que
llamaban Bolonzacab, la que ponía en casa del príncipe, aderezada en lugar público y al que
todos pudiesen llegar.

Hecho esto se juntaban los señores y el sacerdote, y el pueblo de los hombres, y teniendo
limpio y con arcos y frescuras aderezado el camino, hasta el lugar de los montones de piedra
en donde estaba la estatua, iban por ella todos juntos, con mucha devoción. Llegados, la
sahumaba el sacerdote con cuarenta y nueve granos de maíz molido con su incienso, y ello lo
arrojaban al brasero del demonio y le sahumaban. Llamaban al maíz molido solo zacah y a la
(bebida) de los señores chahalté. Sahumaban la imagen, degollaban una gallina y se la
presentaban como ofrenda.

Hecho esto metían la imagen en un palo llamado kanté poniéndole a cuestas un ángel en señal
de agua, y este año había de ser bueno y estos ángeles pintaban y hacían espantables; y así la
llevaban con mucho regocijo y bailes a la casa del principal donde estaba la otra estatua de
Bolonzacab. Sacaban de casa de este principal, al camino para los señores y sacerdotes, una
bebida hecha de cuatrocientos quince granos de maíz tostados que llaman piculakakla, y
bebían todos de ella; llegados a la casa del principal, ponían esta imagen frente a la estatua
del demonio que allí tenían, y así le hacían muchas ofrendas de comidas y bebidas, de carne y
pescado, y repartían estas ofrendas a los extranjeros que allí se hallaban, y daban al sacerdote
una pierna de venado.

Otros derramaban sangre cortándose las orejas y untaban con ella una piedra que allí tenían
de un demonio (llamado) Kanalacantun. Hacían un corazón de pan y otro pan con pepitas de
calabazas y ofrecíanlos a la imagen del demonio Kanuuayayab. Tenían así esta estatua e
imagen estos días aciagos y sahumábanlas con su incienso mezclado a los (granos de) maíz
molido. Tenían creído que si no hacían estas ceremonias habían de tener ciertas
enfermedades que ellos tienen en este año.

Pasados estos días aciagos llevaban la estatua del demonio Bolonzacab al templo, y la imagen
a la parte del oriente para ir allí al otro año por ella, y echábanla por ahí e íbanse a sus casas a
entender en lo que le quedaba a cada uno por hacer en la celebración del año nuevo.

Terminadas las ceremonias y echado el demonio según su engaño, tenían este año por bueno
pues reinaba con la letra Kan el bacab Hobnil, del que decían no había pecado como sus
hermanos y por eso no les venían miserias en él. Pero porque muchas veces las había,
proveyó el demonio que le hiciesen servicios para que así, cuando las hubiese, echasen la
culpa a los servicios o servidores y quedasen siempre engañados y ciegos.

Mandábales, pues, hiciesen un ídolo que llamaban Yzamnakauil y que le pusiesen en su


templo y le quemasen en el patio del templo tres pelotas de una leche o resina llamada kik, y
que le sacrificasen un perro o un hombre lo cual ellos hacían guardando el orden que ya se
dijo, tenían con los que sacrificaban, salvo que el modo de sacrificar en esta fiesta era
diferente, porque hacían en el patio del templo un gran montón de piedras y ponían al
hombre o perro que habían de sacrificar en alguna cosa más alta que él, y echando atado al
paciente de lo alto a las piedras, le arrebataban aquellos oficiales y con gran presteza le
sacaban el corazón y le llevaban al nuevo ídolo, y se lo ofrecían entre dos platos. Ofrecían
otros dones de comidas y en esta fiesta bailaban las viejas del pueblo que para ello tenían
elegidas, vestidas de ciertas vestiduras. Decían que descendía un ángel y recibía este
sacrificio.

8. Unidades y ciclos básicos Mayas. (Morley-Sharer, La Civilización Maya).


La unidad del calendario maya era el día, o kin. El segundo orden de unidades, compuesto de
20 kines, era el uinal, que equivalía aproximadamente a nuestro mes (no se concebía la
semana). En un sistema vigesimal perfecto (la aritmética de los mayas lo era), el tercer orden
sería 400 kines (20 x 20 x 1), pero en este punto, los mayas introdujeron una variación para los
cálculos calendáricos: el tercer orden, el tun, unidad de tiempo de especial importancia en el
cálculo maya, estaba compuesto no de 20 sino de 18 uinales o 360 (en vez de 400) kines. Al
parecer, se obró así para lograr una mejor aproximación a la duración del año solar, aunque
los mayas sabían perfectamente que el año solar era de 365 días y una fracción.

Por encima del tercer orden, la unidad de progresión era uniformemente 20, como se ve en
los valores numéricos de los nueve órdenes de periodos de tiempo:

1 kin o 1 día

20 kines = 1 uinal, o 20 días

18 uinales = 1 tun, o 360 días

20 tunes = 1 katún, o 7 200 días

20 katunes = 1 baktún, o 144 000 días

20 baktunes = 1 pictún, o 2 880 000 días

20 pictunes = 1 calabtún, o 57 600 000 días

20 calabtunes = 1 kinchiltún, o 1 152 000 000 días

20 kinchiltunes = 1 alautún, o 23 040 000 000 días

(Originalmente, los investigadores llamaban


"ciclo" al periodo del quinto orden; "baktun",
que tal vez haya sido el nombre antiguo, es el
nombre que usan en la actualidad los
mayólogos). Los glifos normales y de variantes
de cabeza para estos periodos aparecen en la
figura 2. Los tres cómputos cíclicos más Glifos para los períodos de tiempo mayas:
comunes usados por los antiguos mayas –el a) kin; b) uinal; c) tun; d) katún; e) bactún;
f) pictún; g) calabtún; h) kinchiltún; i) alautún.
almanaque sagrado de 260 días, el año común de
365 y la ronda calendárica de 52 años– son conceptos muy antiguos que compartían todos los
pueblos de Mesoamérica. Pero los antiguos mayas también tenían muchas otras maneras de
agrupar los días para contar los ciclos que eran importantes para su manera de interpretar el
universo. Por ejemplo, había una cuenta de 819 días, relacionada con cada uno de los cuatro
cuadrantes del universo; cada cuadrante estaba gobernado por uno de los cuatro aspectos de
color y de dirección del Dios K (véase capítulo XI); así, el aspecto rojo se apareaba con el este,
el negro con el oeste, el blanco con el norte y el amarillo con el sur. No examinaremos estos
otros ciclos. Pero sí consideraremos cada uno de los tres ciclos calendáricos básicos, y luego
haremos una descripción de un sistema cronológico exclusivo de los mayas: la Cuenta Larga
(o Serie Inicial) y sus derivados: las fechas de números distantes, las fechas de terminación de
periodo y la cuenta corta. La Cuenta Larga operaba independientemente de los ciclos de 260
y 365 días; funcionaba como cronología absoluta, siguiendo el paso del número de días
transcurridos a partir de una fecha cero, de un pasado muy lejano, hasta llegar a determinado
día registrado por estos dos ciclos calendáricos básicos.
Glifos emblemáticos mayas
a) Tikal; b) Yaxchilán; c) Piedras Negras; d) Palenque; e) Naranjo;
f) Toniná; g) Seibal; h) Calakmul; i) Copán; j) Quiriguá.
Morley-Sharer, La Civilización Maya

Glifos con implicaciones históricas y sociopolíticas


a) “nació”; b) ascenso al poder; c) captura; d) captor; e) cautivo;
f) prefijo masculino; g) prefijo femenino; h) esposa; i) "bel" o cuenta de gobernantes; j) muerte
Morley-Sharer, La Civilización Maya
Ejemplo de una fecha de la Cuenta Larga maya.
Monumento 6 de Quiriguá, Guatemala
Morley-Sharer, La Civilización Maya

He aquí un dato más que agrega información sobre las relaciones entre la Rueda Calendárica
que establece el período de 52 años y otros muchos más que configuran parte del calendario
al que nos estamos refiriendo. El autor, de los más desconocidos, Heinrich Berlin –tal vez el
más sabio en estas cuestiones–, nos expresa en su Signos y Significados en las Inscripciones
Mayas lo siguiente:

En las inscripciones los mayas solían designar o fijar un día dado mediante 4 elementos
diferentes: nombre y numeral del día, más nombre y posición del mes. Esto, a primera vista,
da lugar a 94,900 combinaciones diferentes (260 x 365), pero como hay un factor común en los
dos valores, a saber 5, las combinaciones quedan reducidas a 18,980 días (94,900 ÷ 5 = 18,980)
lo que es igual a 52 años. Este período de 52 años es llamado convencionalmente una Rueda
Calendárica y una combinación dada de los 4 elementos indicados anteriormente son una
fecha de Rueda Calendárica.

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