León Xiii - Sobre El Origen Del Poder
León Xiii - Sobre El Origen Del Poder
León Xiii - Sobre El Origen Del Poder
INTRODUCCIÓN
I - Origen Divino
Importa que anotemos aquí que los que han de gobernar las
repúblicas, pueden en algunos casos ser elegidos por la voluntad
y juicio de la multitud, sin que a ello se oponga ni le repugne la
doctrina católica. Con esa elección se designa ciertamente al
gobernante, mas no se confieren los derechos de gobierno, ni se
da la autoridad, sino que se establece quién la ha de ejercer.
En el Nuevo Testamento
El pacto social
Dignifica el poder
Una sola causa tienen los hombres para no obedecer, y es, cuando
se les pide algo que repugne abiertamente al derecho natural o
divino; pues en todas aquellas cosas en que se infringe la ley
natural o la voluntad de Dios, es tan ilícito el mandarlas como el
hacerlas. Si, pues, aconteciere que alguien fuere obligado a elegir
una de dos cosas, a saber, o despreciar los mandatos de Dios o los
de los príncipes, se debe obedecer a Jesucristo que manda dar al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios 21 , y a ejemplo
de los Apóstoles responder animosamente: conviene obedecer a
Dios antes que a los hombres 22 . Sin embargo, no hay por qué
acusar a los que se portan de este modo de que quebrantan la
obediencia; pues si la voluntad de los príncipes pugna con la
voluntad y las leyes de Dios, ellos sobrepasan los límites de su
poder y trastornan la justicia: ni entonces puede valer su autoridad,
la cual es nula, donde no hay justicia 23 .
En el Sacro Imperio
El "derecho nuevo"
Nos mismo hemos denunciado muchas veces los peligros que Nos
amenazan, y hemos indicado cuál es el mejor modo para
conjurarlos; hemos ofrecido el apoyo de la Religión a los príncipes
y otros gobernantes y exhortamos a los pueblos a que aprovechen
en toda su extensión, la abundancia de los bienes supremos que la
Iglesia ofrenda. Los príncipes entiendan lo que ahora estamos
haciendo es volver a ofrecerles ese mismo apoyo, más solido que
otro alguno; al paso que los exhortamos con la mayor vehemencia
en el Señor a que amparen la Religión y, según lo reclama el mismo
interés de la república, permitan gozar a la Iglesia de aquella
libertad de que, sin injusticia y perdición de todos, ella no puede
ser despojada. En manera alguna puede la Iglesia ser sospechosa
a los príncipes ni odiosa a los pueblos. A los soberanos, por cierto,
los exhorta para que ejerzan la justicia y no se aparten en lo más
mínimo de sus deberes, mas al mismo tiempo por muchos
conceptos robustece y fomenta su autoridad. Reconoce y proclama
que todo lo que pertenece al orden civil cae bajo la jurisdicción, la
soberanía de ellos; en aquellos asuntos cuya jurisdicción, por
diversas causas, pertenecen a la potestad civil, y eclesiástica,
desea que exista la concordia entre ambas con lo cual se evitan
contiendas, que serían funestas para ambas 39 .
CONCLUSIÓN
Obligación de los Obispos. Exhortación