Maldoror - Español - Estudiantes 2020
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ISIDORE DUCASSE,
CONDE DE LAUTRÉAMONT
de Maldoror
Título original de la obra: Les chants de Maldoror Edici6n de Manuel Serrat Crespo
1a edición, 1988
Traducci6n de Manuel Serrat Crespo
7a edición, 2008
SÉPTIMA EDICIÔN
CATEDRA
LETRAS UNIVERSALES
CANTO PRIMERa
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meditabundas que, durante el invierno, vuela poderosa negro y hermoso, como si comprendieras la importancia
mente a través del silencio, con todas las velas tendidas, de este acto y la no menor importancia de tu legitimo
hacia un punto preciso del horizonte de donde, subita apetito, lenta y majestuosamente, sus rojas emanaciones?
mente, brota un viento extrafio y fuerte, precursor de la Te la aseguro, alegraran los dos informes agujeros de tu
tormenta. La grulla mas vieja, que forma por si sola la asqueroso hocico, oh monstruo, siempre que, antes, te
vanguardia, al verIo, mueve su cabeza coma una persona apliques en respirar tres mil veces seguidas la maldita
razonable y, en consecuencia, también su pico que hace conciencia del Eterno. Tus fosas nasales se habran dilata
restallar, y no esta contenta (tampoco yo 10 estaria en su do desmesuradamente de inefable satisfacciôn, de éxtasis
lugar), mientras su viejo pescuezo, desprovisto de plumas inm6vil, y no pediran al espacio, embalsamado coma con
y contemporaneo de tres generaciones de grullas, se agita perfumes e incienso, nada mejar; pues se habran ahitado
en irritadas ondulaciones, presagio de la tempestad que se de felicidad perfecta, coma los angeles que habitan en la
acerca cada vez mas. T ras haber mirado, con sangre Fria, magnificencia y la paz de los agradables cielos.
varias veces a todas partes con ojos que atesoran expe
riencia, prudentemente, en primer lugar (pues a ella co
rresponde el privilegio de mostrar las plumas de su cola a Estableceré en pocas lineas que Maldoror fue bueno
las demas grullas de inferior inteligencia), con su grito vi durante sus primeros afios, en los que viviô feliz; ya esta
gilante de melancôlico centinela, para rechazar al enemi hecho. Advirtiô luego que habia nacido malo: ifatalidad
go comun, vira con flexibilidad el vértice de la figura extraordinaria! Ocultô su caracter 10 mejor que pudo, du
"geométrica (tal vez sea un triangulo, pero no se ve el ter rante muchas afios; pero, por fin, a causa deç:sta concen
cer lado que Forman en el espacio esas curiosas aves de traci6n que no le era natural, cada dia la sangre se le su
paso), bien a babor, bien a estribor, coma un habil capi bia a la cabeza; hasta que, sin poder ya soportar semejante
tan; y, maniobrando con alas que no parecen mayores vida, se arrojô resueltamente a la carrera del mal... igrata
que las de un gorriôn, puesto que no es tonta, toma asi atm6sfera! iQuién la hubiera dicho!, cuando besaba a un
otro camino filosôfico y mas seguro. nifio pequefio, de rostro rosado, hubiese querido reba
Lector, tal vez desees que invoque el odio al comienzo narle las mejillas con una navaja, y 10 habria hecho con
de esta obra. ~Quién te dice que no vas a respirar, bafiado frecuencia si Justicia, con su largo cortejo de castigos, no
en innumerables voluptuosidades, tanto coma 10 desees, se 10 hubiera impedido cada vez. No era mentiroso, con
por t~s ?rgullosas fosas nasales, amplias y delgadas, vol fesaba la verdad y decia que era cruel. Humanos, ~habéis
viéndote panza arriba àl igual que uh'libùron~ en-èl aire" ""oido?,isé at'rêve a repetirlo con esta pluma tcmblorosa!-'
De modo que existe un poder mas fuerte que la volun
tad... iMaldici6n! ~Querni la piedra sustraerse a las leyes
Hubert Juin, en la edician Poesie, de Gallimard (1973), cita también el tercer de la gravedad? Imposible. Imposible que el mal quiera
canto de la lliada, en el que las troyanas se ponen en marcha coma «una banda
da de grullas»... Otros autores han recurrido a distintas obras zoolagicas (desde aliarse con el bien. Es la que antes he afirmado. .
Buffon al dodor Chenu). Ciertamente, una simple referencia al vuelo de las
grullas es poca base para justificar tantas sugerencias. Sin embargo, en la atribu
cian y descubrimiemo de posibles «fuentes» de los Cantos, los estudiosos no se Los hay que escriben para conseguir los aplausos hu
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r
imaginacion inventa 0 que pueden poseer 3. Yo, por mi tad. iEra un error! La sangre que corfia en abundancia de
parte, me sirvo del genio para pintar las delicias de la ambas heridas impedia, ademas, distinguir si aquella era
crueldad. Delicias ni efimeras ni artificiales; por el con en realidad la risa de los demas. Pero, tras unos momen
trario, comenzaron con el hombre y terminaran con él. tos de comparacion, vi que mi risa no se parecia a la de
~No puede el genio aliarse con la crueldad en los secretos los humanos; es decir, que no me reia. He visto a los
designios de la Providencia?, ~o, acaso, el ser cruel impi hombres de fea cabeza y horribles ojos hundidos en las
de tener genio? En mis palabras se hallara la prueba; solo oscuras orbitas, superar la dureza de la roca, la rigidez del
de vosotros depende escucharme, si asi 10 deseais... Per acero fundido, la crueldad del tiburon, la insolencia de la
don, he creido que los cabellos se habian erizado en mi juventud, el insensato furor de los criminales, las traicio
cabeza; pero no es nada, pues he conseguido facilmente, nes del hipâcrita, a los mas extraordinarios comediantes,
con mi mano, colocarlos de nuevo en su posicion inicial. la fortaleza de caraeter de los curas y a los seres mas ocul
El que canta no pretende que sus cavatinas permanezcan tos para el exterior, los mas frios de los mundos y deI cie
desconocidas; por el contrario, se envanece de que los lo; fatigar a los moralistas hasta descubrir su corazon y
pensamientos altivos y malvados de sus héroes estén en hacer que caiga sobre ellos la colera implacable de las al
todos los hombres. turas. Les he visto, todos a una, dirigiendo unas veces al
cielo el mas robusto pufio, como el de un nifio perverso
ya contra su madre, excitados probablemente por algtin
e~piritu infernal, cÇ>n los ojos llenos de un remordimiento
He-visto, durante toda mi vida, a los hombres de es urente y. rencoroso il mlsmo tiempo, en un silencio gla,..
trechos hombros, sin exceptuar uno solo, cometer actos cial, sin osar emitir las vastas e ingratas meditaciones que
estûpidos y numerosos, embrutecer a sus semejantes y su sena albergaba, tan llenas de injusticia y horror esta
l
~
pervertir las aImas por todos los medios. Llamen «gloria»
1 ban, y entristecer asi de compasion al Dios de misericor
.~ a los motivos de sus acciones. Viendo tales espeetaculos
j dia; otras, en todo instante del dia, desde el comienzo de
l quise reir coma los demas; pero eso, extrana imitacion,
la infancia hasta el fin de la vejez, esparciendo increibles
l
era imposible. Tomé una navaja cuya hoja tenia un filo anatemas, sin sentido comun alguno, contra todo cuanto
acerado y me abri las carnes en los lugares donde se unen
respira, contra si mismo y contra la Providencia, prosti
los labios 4 • Por un instante crei alcanzado mi objetivo. tuir a las mujeres y los ninos y deshonrar, as!, las partes
1_- _j\Jiré.__ ev~ \l1]. esp~jq_.e?~. QOc~ 1~cera9aP9r rrü pr9pi~ v9 lun del cu€rpoconsagradas al pudor. Entonces; los mares le
il
vantan sus aguas, engullen los maderos en sus abismos;
l los huracanes, los terremotos derriban las casas; la peste,
3 Marcel Jean y Arpad Mezei (prologo a las Obras Completas de Lautréa las diversas enfermedades diezman las rezadoras familias.
mont, Paris, Éric Losfeld, 1971), creen ver una influencia de Milton en cuyo Pero los hombres no 10 advierten. Les he visto, también,
Paraiso Perdido Satan afirma: «Nuestra tinica delicia sera hacer siempre el mal,
para contrariar la voluntad de aquél a quien nos resistimos.» ruborizandose, palideciendo de vergüenza por su con
4 Hubert Juin, en la edici6n Gallimard ya citada, menciona las similitudes de dueta en esta tierra; raras veces. Tempestades, hermanas
este episodio con L 'Homme qui rit de Victor Hugo, que aparece a comienzos de los huracanes; azulado firmamento cuya fuerza no ad
de 1869; similitudes que, par 10 tanto, solo pueden ser una coincidencia.
mito; hipâcrita mar, imagen de mi corazon; tierra de mis
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terioso seno; habitantes de las esferas; universo entero; tiempo, que debiera ser largo como larga es la eternidad,
Dios que 10 creaste con magnificencia, a ti te invoco: el niiio llora. Nada es mejor que su sangre extraida camo
imuéstrame a un hombre que sea bueno!. .. 5. Pero que tu acabo de explicar y caliente todavia, salvo sus lagrimas,
gracia multiplique mis fuerzas naturales; pues ante el es amargas como la saI. Hombre, ëno has probado nunca el
peetaculo de semejante monstruo puedo morir de asom sabor de tu sangre cuando, por azar, te has cortado un
brai por menos se ha muert0 6• dedo? Qué buena es, ëverdad?; pues no tiene gusto algu
no. Ademas, ëno recuerdas haberte llevado un dia, entre
lugubres reflexiones, la mano, como profunda copa, a tu
Hay que dejarse crecer las uiias durante quince dias . 7 enfermizo rostro mojado por 10 que de tus ojos caia;
iOh!, qué dulce resulta entonces arrancar brutalmente del mano que luego se dirigio fatalmente a tu boca, para be
lecho a un nifio que nada tenga todavia sobre ellabio su ber a largos tragos, en esta copa, temblorosa como los
perior y, con los ojos muy abiertos, simular que se pasa dientes del alumno que mira de soslayo a quien nacio
suavemente la mana por su frente, echando hacia atras para oprimirle, las Iagrimas? Qué buenas son, ëverdad?;
sus hermosos cabellos. Luego, de pronto, cuando menos pues tienen el sabor del vinagre. Dirianse las Iagrimas de
10 espera, hundir las largas ufias en su tierno pech0 , cui 8 la que mas ama; pero las Iagrimas del niiio tienen mejor
dando de que no muera; pues si muriese, no se tendria paladar. ÉI no traiciona, al no conocer todavia el mal: la
mas tarde el espectaculo de sus miserias. A continuacion, gue mas ama acaba traicionando tarde 0 temprano... Lo
se bebe la sangre lamiendo sus heridas; y durante ese adivino por analogia, aunque ignoro 10 gue sea amistad 0
amor (es probable que nunca los acepte; al menos vinien
S Ducasse anoté personalmente un ejemplar de Le problème du mal de Ernest do de la raza humana). Asi, puesto que tu sangre y tus la
Cl Naville (Ginebra, Cherbuliez, 1868) que se convirtié, asi, en une de los escasos grimas no te disgustan, aliméntate, aliméntate confiada
testimonios «Iautreamonianos» que ha lIegado hasta nosotros. En la obra de
~ Naville puede leerse: «Que una criatura libre no e1ija siempr(. el bien es algo que mente con las lagrimas y la sangre del adolescente. Vén
1 puede concebirse; pero que, los miles y millones de criaturas humanas que han dale los ojos mientras desgarres sus palpitantes carnes; y,
aparecido en nuestro globo hayan elegido todas el mal y exigido el sufrimiento,
l
'1 y que no haya existido una sola para elegir siempre el bien no es impasible en el
tras haber escuchado durante largas horas sus sublimes
sentido légico y absoluto de la palabra, aunque es realmente muy extrafio.» Pie gritos, parecidos a los hirientes estertores que lanzan en
rre Capretz (tesis mecanografiada, Paris, 1950) piensa que Ducasse era un lector una batalla los gaznates de los heridos agonizantes, en
deI «divino marqués» y en especial de su Histoire de juliette.
f: tonces, tras haberte apartado como un alud, saldras co
6 Variante en B.Q. y P.A.: «... par menos se ha muerto. éQué he dicho con
tra I<?s hombres? coy yo quien se permite reprocharles algo? Soy mas cruel que
.<; rriendo de la vecina alcoba y fingiras acudir en su ayu4a~
ellos». Todo el parrafo fue suprimido en la edicién completa de 1869. . Le desataras las manos de hinchados nervios y venas, de
7 Variante en B.Q. y P.A.: «...quince dfas. iAh!, qué dulce resulta entonces
acostarse con un nino que nada tenga todavia sobre el labio superior...» volveras la vista a sus extraviados ojos, lamiendo de nue
~ Pierre Capretz (tesis citada) compara el parrafo con la tortura dei nino en vo sus Iagrimas y su sangre. iQué auténtico es entonces
la Histoire de juliette de D. A. F. de Sade. Por su parte, Maurice Blanchot, Sade et
Lautréamont (Paris, Éditions de Minuit, 1949) menciona a este respecto el Béné
y cuando me fatigue de esas farsas impias, masiado tarde! Como se conmueve el corazon al poder
sobre él mi fdgil y fuerte mana pasaré, consolar al inocente a quien se ha hecho dano; «Adoles
y con mis unas, ufias cual las de las harpias,
hasta su corazén camino me abriré.
cente que acabas de sufrir crueles dolores, ëquién ha po
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dido cometer en ti un crimen que no sé camo calificar? sagra la santidad del crimen, sé que tu perdon fue inmen
iInfeliz! iCuânto debes de sufrir! Y si tu madre 10 supiera, so como el universo. iPero yo sigo existiendo!
no estaria mâs cerca de la muerte, tan aborrecida por los
culpables, de 10 que ahora estoy yo. iAy!, 2qué son pues
el bien y el mal? ~Son acaso una misma cosa con la que He hecho un paeto con la prostitucion para sembrar el
damos, rabiosamente, testimonio de nuestra impotencia y desorden en las familias 9. Recuerdo la noche que prece
de nuestra pasion por a1canzar el infinito, aun con los dia a tan peligrosa alianza. Vi ante mi un sepulcro. Escu
medios mâs insensatos? ~O son dos cosas distintas? Si... ché que una luciérnaga, grande coma una casa, me decia:
Mejor que sean una sola cosa... pues, de 10 contrario, «Voy a iluminarte. Lee la inscripci6n. Esta orden supre
~qué seria de mi el dia del juicio? Adolescente, perdona ma no proviene de mi.» U na vasta luz de color sangui
me; ha sido el que estâ ante tu rostro, noble y sagrado, neo, a cuya vista castaiietearon mis mandibulas y mis
quien te ha quebrado los huesos y desgarrado las carnes brazos cayeron inertes, se extendio par los aires hasta el
que penden en distintos lugares de tu cuerpo. 2Es un de horizonte. .iYle apayé contra un mura en ruinas, pues iba
lirio de mi razon enferma, es un instinto secreto que no a caer, y lei: «Aqui yace un adolescente que muri6 tisico:
depende de mi razonamiento, coma el del âguila que des ya sabéis por qué. No roguéis por él.» Muchos hombre
garra su presa, 10 que me ha llevado a cometer tal cri no hubieran tenido, tal vez, tanto valor como yo. Mien
men?; iy, sin embargo, he sufrido tanto coma mi victima! tras, una hermosa mujer desnuda se tendio a mis pies.
Adolescente, perdoname. U na vez abandonada esta vida y 0, a ella, con triste semblante: «Puedes levantarte.» Le
pasajera,' deseoque'permanezcamosabrazados por toda·la tendi la mana con la que el fratriCida degüella a su her
eternidad; que formemos un solo ser, con mi boca pega mana. La lueciérnaga, a mi: «Toma una piedra y mâtala.
da a la tuya. Ni siquiera asi mi castigo serâ completa. Me ~Por qué?, le dije.» Ella, a mi: «Ten cuidado, tu, el mâs
desgarrarâs, entonces, sin detenerte nunca, con tus dien débil, porque yo soy el mâs fuerte. Ésta se llama Prostitu
tes y tus ufias a la vez. Adornaré mi cuerpo con perfuma don.» Con lâgrimas en los ojos y rabia en el corazon, senti
das guirnaldas para este holocausto expiatorio; y ambos nacer en mi una fuerza desconocida. Tomé una gran pie
sufriremos, yo al ser desgarrado, tu por desgarrarme... dra; con muchos esfuerzos, la llevé a duras penas a la al
con mi boca pegada a la tuya. Oh adolescente de rubios tura de mi pecho; me la cargué al hombro con los brazos.
cabellos, de tan dulces ojos, 2harâs ahora 10 que te acon Subi a una montaiia hasta la cima: desde allf, aplasté a la
s.ejo? Ql1Ïer.o,.a JU.pesar~ que 10, hag~s, yasiçomplacerâs luciérnaga.Su cabeza se hundi6 tanto en la tierra como
mi conciencia.» Tras haber hablado asi, habrâs hecho alto es un hombre; la piedra rebota hasta la altura de seis
dano a un ser humano y, al mismo tiempo, serâs amado iglesias. Fue a caer en un lago, cuyas aguas descendieron
por él: es la mayor felicidad que pueda concebirse. Mâs
tarde, podrâs llevarle al hospicio; pues el tullido no podrâ 9 Posibles fuentes evocadas par distintos autores: la Biblia, las obras de
Musset - a las que el propio Lautréamont se refiere en sus Poesies-, el soneto
ganarse la vida. Te llamarân bueno, y las coronas de lau Remords posthume de Baudelaire euyo ambiente, seglin Blanchot (ob. cit.), se co
rel y las medallas de oro ocultarân tus pies desnudos, rresponde con el de esta estrofa. Hubert Juin reeuerda que, en el ya menciona
sembrados en la gran tumba, al anciano rostro. Oh tu, do Problème du mal, Naville escribe: «No pienso que se engai'ien quienes estiman
que el libertinaje, por si solo, arrebata mas fuerzas vivas a la humanidad que la
cuyo nombre no quiero escribir en esta pâgina que con:. guerra, la peste y el hambre unidas.»
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T
un instante, atorbellinandose y abriéndose en su inmenso tumbrado a ello. El viento gime a través de las hojas con
cono invertido. La calma volvi6 a la superficie; la luz sus languidas notas y el btiho entona su grave lamento
sanguinolenta se apag6. <dAy!, jay!, exclam6 la hermosa que eriza los cabellos de quienes 10 escuchan. Entonces,
mujer desnuda; ~qué has hecho?» Yo, a ella: «Te prefiero los perros, enfurecidos, rompen sus cadenas, se escapan
a la luciérnaga, porque me apiado de los desgraciados. de las lejanas granjas; corren por la campina, aqui y alla,
No es culpa tuya si la justicia eterna te ha creado.» Ella a presas de la locura Il. De pronto, se detienen, miran a to
mi: «Algtin dia los hombres me haran justicia; no te digo dos lados con hosca inquietud y los ojos encendidos; y, al
mas. Déjame partir para que pueda ocultar, en el fondo igual que los elefantes, antes de morir, dirigen en el de
de los mares, mi tristeza infinita. S6lo tu y los horrendos sierto una postrera mirada al cielo, elevando desesperada
monstruos que hormiguean en aquellos negros abismos, mente su trompa, dejando caer inertes sus orejas, los pe
no me despreciiis. Eres bueno. Adi6s, tu que me has rros dejan caer inertes sus orejas, levantan la cabeza, hin
amado.» Yo, a ella: «jAdi6s! Una vez mas: iadi6s! iTe chan el terrible cuello y rompen a ladrar, unas veces
amaré siempre!. .. Desde hoy, abandono la virtud.» Por como un nino que grita de hambre, otras como un gato
ello, oh pueblos, cuando oigiis el viento invernal gimien herido en el vientre sobre un tejado, otras como una mu
do sobre el mar y junto a las orillas, 0 por encima de las jer que va a dar a luz, otras como un moribundo apestado
grandes ciudades que, desde hace mucho tiempo, llevan en el hospital, otras como una muchacha gue canta ufta
luto por mi, 0 a través de las frias regiones polares, decid: sublime melodia, contra las estrellas del norte, contra las
«No es el espiritu de Dios que pasa; es s6lo el agudo sus estrellas del este, contra las estrellas del sur, contra las es
piro de la prostituci6n unido a los graves gemidos del trellas del oeste; contra la iuna; contra las montanas que
montevideano.» Ninos, soy yo quien 10 dice. De modo semejan, a 10 lejos, gigantescos roquedales que yacen en
que, llenos de misericordia, arrodillaos; y que los hom la obscuridad; contra el aire fdo gue aspiran a plenos pul
bres, mas numerosos que los piojos, hagan largas plegarias. mones y que vuelve rojo y ardiente el interior de su nariz;
1 .contra el silencio de la noche; contra las lechuzas cuyo
vuelo oblicuo roza su hocico, llevando una rata 0 una
Al claro de la luna 10, cerca del mar, en los aislados lu rana en el pico, alimento vivo, dulce, para sus pequenue
1i gares de la campina, se ve, cuando uno esta sumido en los; contra las liebres, que desaparecen en un abrir y ce
~~ amargas reflexiones, que todas las cosas revisten formas rrar de ojos; contra elladr6n que huye a una de caballo
_,.aIl)arilla~, indecisas, Janta,sticas..La sombra d~ lo~_arboles,
l
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T
CANTO CUARTO
1 Este templo, situado en el Alto Egipto, era conocido por albergar un céle
bre zodiaco.
2 Marguerite Bonnet alude a Michelet, en un parrafo de sus notas para J'In
secte: «... En Egipto y Nubia, que record hace unos meses, estos himenôpteros
(se refiere a la avispa albaniJa) y sus construcciones son tan abundantes que los
techos de ilgunos templos e hipogeos estan por completo cubiertos... »
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1·
i
~
las columnas, como las tupidas ondas de una negra cabe infortunio, nos separamos, con los temblores del odio,
lIera. Û nicos habitantes del frio pértico, custodian la en romando dos caminos opuestos, como si nos hubiéramos
trada de los vestibulos como un derecho hereditario. herido reciprocamente con la punta de una daga. Diriase
Comparo el bordoneo de sus alas metalicas con el ince que el uno comprende el desprecio que inspira al otro;
sante choque de los témpanos, precipitandose unos con impulsados por el movil de una dignidad relativa, nos
tra otros, durante el deshielo de los mares polares. Pero apresuramos a no inducir al error a nuestro adversario;
si considero la conducta de aquel a quien la providencia cada uno va por su lado y no ignoro que la paz proclama
dio el trono de esta tierra, los tres alerones de mi dolo r da sera imposible de mantener. Pues bien, isea!, que mi
dejan oir un mayor murmullo. Cuando un cometa, du, guerra contra el hombre se eternice, ya que cada uno re
rante la noche, aparece de pronto en una region del cielo, conoce en el otro su propia degradacion... , ya que ambos
tras ochenta aiios de ausencia, muestra a los habitantes son enemigos mortales. Obtenga una victoria desastrosa
terrestres y a los grillos su cola brillante y vaporosa. Sin a sucumba, el combate sera hermoso: yo solo contra la
duda no es consciente de tan largo viaje; no ocurre asi humanidad. No utilizaré armas construidas con madera 0
conmigo: acodado en la cabecera de mi cama, mientras hierro; alejaré con el pie las capas de minerales extraidos
los aserrados festones de un horizonte arido y lugubre de la tierra: la sonoridad potente y senwca del arpa sera,
destacan vigorosamente sobre el fondo de mi alma, me en mis dedos, un temible talisman. El hombre, ese subli
absorba en las ensofiaciones de la compasion y me rubo me simio, ha atravesado ya mi pecho, en mas de una em
rizo por el hombre. Doblegado por el cierzo, el marine boscada, con su lanza de pérfido: un soldado no muestra
- ro, tras haber hecho su cuarto de guardia nocturno, se sus heridas por gloriosas que sean. Esta guerra terrible
apresura a regresar a su hamaca: ~por qué no se me ofre arrojara el dolor en ambas partes: dos amigos que inten
ce este consuelo? La idea de que he caido, voluntaria tan, con obstinacion, destruirse, iqué drama!
mente, tan bajo como mis semejantes y que tengo menos
derecho que otro a pronunciar queja alguna sobre nuestra
suerte, que permanece encadenada a la endurecida corte Dos pilares, que no era dificil y menos alin imposible 3
za de un planeta, y sobre la esencia de nuestra alma per tomar por baobabs, se distinguian en el valle, mas gran
versa, me penetra como un clavo forjado. Se han visto des que dos alfileres. En efecto, eran dos enormes torres.
explosiones de grisu que han aniquilado familias enteras; y aunque dos baobabs, a primer golpe de vista, no se pa
pexo conocier.on -pqf:QtieI11po la.agoo.ia, por.queJa muette. recen a.. dos.alfileres, ni siquiera a dos torres, sin embar
es casi subita entre los escombros y los gases deletéreos: go, empleando con habilidad los hilos de la prudencia, es
iyo ... sigo existiendo como el basalto! Tanto a la mitad posible afirmar, sin temor a equivocarse (pues si la afir
como al comienzo de la vida, los angeles se parecen a si macion fuera acompanada de una sola pizca de temor, no
mismos: ihace ya mucho tiempo que no me parezco a mi seria ya una afirmacion; aunque el mismo nombre expre
mismo! El hombre y yo, emparedados en los limites de
nuestra inteligencia, como a menudo 10 esta un lago en 3 Algunas ediciones francesas moclificaron, tal vez por error, el texto origi
nal de los Cantos e irnprirnieron possible donde Lautréamont escribiô impossible.
un cinturon de islas de coral, en vez de unir nuestras Ese error influyô -a mi entender-- en la desacertada traducciôn de Pellegrini
fuerzas respectivas para defendemos contra el azar y el (ed. cit., pag. 171).
[2I6] [2 I7]
~
derosamente ayudado par mi mano, tomaré de nuevo la rota, pasa por encima de la Madeleine y emprende el vue
pluma que mis dedos habian dejado caer. iC6mo pudo el 10 hacia la barrera del Trono, gritando: «Se prepara una
[El Canto Sexto comienza con un pasaje sin numerar y luego
puente del Carrousel mantener la constancia de su neu desgracia.» Pues bien, en este lugar que mi pluma (ese
sigue de este modo.]
tralidad, cuando oyo los desgarradores gritos que parecia verdadero amigo que me sirve de compadre) acaba de ha
lanzar la bolsal 4• cer misterioso, si mirais hacia donde la calle Colbert con
fluye con la calle Vivienne, veréis, en la esquina formada
por el cruce de ambas vias, a un personaje que muestra
1 su silueta y dirige su ligera marcha hacia los bulevares.
Pero acercandose mas, cuidando de no atraer sobre uno
Las tiendas de la calle Vivienne exponen sus riquezas mismo la atenci6n del- viandante, se advierte, con agrada
ante los maravillados ojos. Iluminados por numerosos ble asombro, que es joven. De lejos, en efeeto, hubiérase
mecheros de gas, los cofres de caoba y los relojes de oro dicho que era un hombre maduro. La suma de los dias
lanzan, a través de los escaparates, haces de deslùmbra no cuenta ya cuando se trata de apreciar la capacidad in
dora luz. El reloj de la BoIsa ha dado las ocho: ino es tar teleetual de un rostro serio. Sé leer la edad en las lineas
de! Apenas se ha escuchado la ultima campanada cuando fisiognomicas de la frente: itiene dieciséis anos y cuatro
la calle, euyo nombre ha sido ya citado, comienza a tem meses! Es bello coma la retractilidad de las garras en las
blar y sacude sus fundamentos desde la Plaza Royale has aves de rapina; 0 también coma la incertidumbre de los
ta el bulevar Montmartre.. Los paseantes apresuran el movimientos musculares en las llagas de las partes blan
paso y se retiran pensativos a sus casas. Uria mujer se das de la regi6n cervical posterior; 0 mejor, como esa ra:"
desmaya y cae sobre el asfalto. Nadie la levanta: todos tonera perpetua, constantemente tendida de nuevo par el
tienen prisa por alejarse de ese lugar. Los porticones se animal atrapado, que puede cazar por si sola, indefinida
cierran con impetu y los habitantes se arrebujan en sus mente, roedores y funcionar incluso oculta bajo la paja 5;
mantas. Diriase que la peste asüitica ha revelado su pre y, sobre todo, coma el encuentro fortuito de una maqui
sencia. Asi, rnientras la mayor parte de la ciudad se dis na de coser y un paraguas en una mesa de disecci6n.
pone a nadar en los goces de las fiestas noeturnas, la calle Mervyn, hijo de la rubia Inglaterra, vuelve de una lecci6n
Vivienne se halla de pronto helada par una especie de pe de esgrima en casa de su profesor y, envuelto en su tar
trificaci6n. Ha visto extinguirse su vida como un corazon . . tan escocés, regresa a casa de sus padres. Son las ocho y
qu~deja de amar.. Pero la noticia del·.fen6menQ.se~extien media y . espera .llegara su casa a las nueve:--ces un? gran
de, pronto, entre las demas capas de la poblaci6n y un presunci6n por su parte fingir estar seguro de conocer el
hosco silencio se cieme sobre la augusta capital. ~Ad6nde porvenir. ~No puede, acaso, interponerse en su camino
han ido los mecheros de gas? ~Qué se ha hecho de las alglin obstaculo imprevisto? ~y es tan poco frecuente tal
mercenarias del amor? Nada... iSoledad y tinieblal Una circunstancia coma para que se responsabilice de consi
lechuza, volando en direccion reetilinea con una pata
5 Pierre Capretz, en su tesis ya citada, sefiala que esa ratonera perpetua es
4 Ducasse comienza a utilizar aqui los arclides de la novela papular de la «sin duda» (!), la copia de un anuncio. Y el mismo origen publicitario tiene, a su
época (antes ha aluclido ya a Rocarnbole). Los enigmas que cierran estas estrofas entender, la celebérrima asociaci6n de «una maquina de coser y un paraguas en
icin aclanindose a continuaci6n. una mesa de clisecci6m).
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