Los Mayas Son Panales de Abejas

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Universidad de La Salle

Ciencia Unisalle
Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades

1-1-2018

La lucha social : del poder dominador a el principio


vital Dusseliano
Maria Alejandra Narváez Mancilla

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Citación recomendada
Narváez Mancilla, M. A. (2018). La lucha social : del poder dominador a el principio vital Dusseliano. Retrieved from
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UNIVERSIDAD DE LA SALLE

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

PROGRAMA DE FILOSOFÍA Y LETRAS

LA LUCHA SOCIAL: DEL PODER DOMINADOR A EL PRINCIPIO VITAL DUSSELIANO

MARIA ALEJANDRA NARVAEZ MANCILLA


CÓDIGO: 30121213

DIRECTOR:
SEBASTIÁN ALEJANDRO GONZÁLEZ MONTERO

BOGOTÁ, ABRIL 2018

1
LA LUCHA SOCIAL: DEL PODER DOMINADOR A EL PRINCIPIO VITAL DUSSELIANO

2
Tabla de Contenido

Introducción ..................................................................................................................... 4

§ 1. Crítica al mito de la Modernidad ................................................................................ 9

Falacia desarrollista ......................................................................................................... 9

Europa como emancipadora…………………………………………………………………………...13

Más allá de la Modernidad ............................................................................................. 16

Exterioridad .................................................................................................................... 16

Analéctica ...................................................................................................................... 18

§ 2. Ética material de la vida. ........................................................................................ 22

§ 3. Principio material de la vida más allá de la ética .................................................... 28

Conclusión ..................................................................................................................... 35

Referencias bibliográficas .............................................................................................. 38

3
I ntroducción

El objetivo de esta investigación es realizar un análisis sobre cómo el principio


ético-vitalista de Enrique Dussel puede convertirse en una clave importante en la
formación de acción colectiva, teniendo en cuenta que aquel movimiento
ciudadano pretende mejorar carencias en varios sectores; el principio vitalista de
Dussel permitirá que la movimiento social tenga un enfoque práctico hacia la
solución de esas carencias.

Es importante tener en cuenta que Dussel parte de una crítica hacia los
postulados modernos que generaron, y generan, opresión en el mundo; la acción
colectiva en su base teórica se piensa desde sociedades, como las europeas, a
diferencia en otras partes del mundo, donde está, en la práctica sucede antes que
en la teoría y se desenvuelve de diferente forma. Teniendo esto en cuenta, los
principios de Dussel ayudarán a sentar una base crítica de las acciones colectivas.
La filosofía de Dussel permite ver desde una nueva perspectiva los ejercicios
sociales que traen consigo la especificidad del entorno social y cultural; además,
permite sentar unas bases para que el verdadero objetivo de los movimientos
sociales, antes mencionados, se cumpla.

Concretamente, intento señalar que el principio ético-vitalista de Dussel es


primordial si se quiere realizar una teoría de la acción colectiva desde la periferia
que, además, se pueda llevar a la práctica y que dicha teoría no se aleje en la
praxis, sino que responda a la teoría y a la especificidad social.

4
Dussel realiza una fuerte crítica a la epistemología y ontología de la modernidad,
lo que implica discriminación política y desigualdad social entre esa Europa
descubridora y el nuevo mundo, de ahí parte su filosofía y la particularidad de la
misma; Dussel comienza su filosofía desde la crítica, evaluando sus
circunstancias sociales. La filosofía latinoamericana en su papel de filosofía crítica,
toma el papel de evaluar la exclusión del otro, comprendiendo que una filosofía de
los excluidos es una filosofía de la liberación.

Se funda así la filosofía latinoamericana como filosofía de la


liberación, que más allá de los marcos marxistas con que fue
formulada la propuesta, significó la plena concientización sobre el
puesto del filosofar en el proceso de constitución mismo de
Latinoamérica. (Tovar, 2006, p. 22).

Es importante resaltar que esta investigación parte de los conceptos éticos de la


filosofía de la liberación de Dussel, para facilitar también una liberación práctica
como en la acción colectiva; aunque toda la filosofía está fundada en una base
crítica, lo que se planteará es algo propositivo, siempre con miras a una filosofía
que abarque al mundo sin homogenizar.

La evolución de Enrique Dussel hacia una ética y política críticas


generales sobre las condiciones de la exclusión en el contexto de la
globalización capitalista constituye una consolidación de la filosofía de
la liberación, ampliada a la reflexión sobre las luchas de todos los
pueblos que en el contexto Sur-Sur luchan contra comunes formas de
dominación. (Tovar, 2006, p. 22).

Este principio inclusivo, como lo es el principio vitalista de Dussel, parte de


comprender la vida como lo primero y lo sagrado, como aquello que debe ser
preservado. Esta vida no genera jerarquizaciones de ninguna clase: para Dussel
cualquier vida es sagrada. Un indígena, un mestizo o un blanco tienen los mismos
derechos de que su vida sea preservada; teniendo en cuenta esto, la vida se
plantea como un principio universal en todos los ámbitos de la vida humana que
puedan atravesar a los seres humanos.

Esta nueva visión de la vida humana como algo sagrado, replantea la visión que
tiene el mismo ser humano en su forma de afrontar prioridades; los gobiernos

5
replantean sus políticas y el sistema económico se evalúa, si una larga vida de
consumismo y la competencia es la mejor opción o una vida pensada en el
sostenimiento paralelo entre la vida humana y medio ambiente. Por ello, el planeta
toma un papel importante: sin él la vida (vegetal, animal, humana) en la tierra
simplemente no sería posible. A lo largo de esta investigación demuestra lo
importante que resulta en el mundo está postulación y sobre todo para los
movimientos sociales que luchan contra la desigualdad en todos los ámbitos.

La propuesta en esta monografía es: si se puede tener una visión diferente del
mundo, donde lo más importante no es la competencia económica o llenarse de
riqueza, sino la vida; la vida se vuelve lo más importante en todos los ámbitos. Es
una invitación a comprender el mundo de forma distinta, luchar contra lo que no
permite el desarrollo de la misma y buscar mejores condiciones. Considerar la vida
no es solamente respirar o comer, sino algo que debe trascender; mirar la vida
desde aquellos que han tenido que afrontar las dificultades y las diferencias,
desde una minoría que vista desde la periferia es una mayoría relegada.

Entender las exigencias desde la visión de los oprimidos amplía la visión


ontológica y ética de la vida; se comprenden las diferencias de exigencias de
aquellos que han sido relegados culturalmente, pues, tienen que vivir bajo la
dominación, las pocas oportunidades que se presentan al vivir bajo determinadas
circunstancias sociales impuestas. La acción colectiva es aquella que lucha contra
la desigualdad en cualquiera de sus formas, cuando este tiene como principio y fin
la vida humana y transformar los medios para la satisfacción de la misma,
partiendo de la base del principio vital. Estas acciones colectivas escapan de los
problemas en las democracias o en las organizaciones, donde los lideres o
representantes no cumplen con su propósito, sino solo representan los intereses
de unos propios. La vida se convierte en el eje principal y satisfacer sus
necesidades el único objetivo de estos movimientos sociales.

Mi tesis central plantea la necesidad del principio vitalista de Dussel en la praxis


de la acción colectiva, con el fin de que estas se vuelvan un mecanismo eficaz
para la lucha contra la desigualdad, sin que su objetivo se desvíe; además permite

6
reevaluar los mecanismos de la democracia, como vía por la cual estos grupos de
acción colectiva se incluyen en la vida social de sus comunidades. Con el principio
vitalista como base, la mirada hacia los elementos que cruzan la vida humana son
vistos de diferentes formas y su escala de acción cambia en pro de la vida
humana.

Esto se desarrollara en tres momentos centrales: en el primer momento comienza


una exposición detallada de la crítica que realiza Dussel a todo el movimiento de
la modernidad, de su proceder político y epistemológico y las falacias que llevó
esto al desarrollo de la vida en el “nuevo mundo”. Las bases teóricas de este
proceder y su praxis en la vida cotidiana de los americanos en ese momento y
actualmente; allí mismo, Dussel postula unas categorías (exterioridad, analéctica y
transmodernidad) que permiten trascender este pensamiento sin abandonarlo
totalmente.

Para Dussel, son importantes las bases teóricas que Europa —como continente
que lleva pensando el mundo hace siglos— ha brindado al mundo, pero hay
ocasiones donde estas teorías fundamentan cosas que pueden alterar el
desarrollo de la vida, es por ello que Dussel propone teorias que sobrepasan este
pensamiento europeo sin abandonarlo totalmente. Este pensamiento a lo largo de
la obra de Dussel, principalmente, está expuesto en su obra 1492: El
encubrimiento del otro. Hacia el origen del “mito de la modernidad”, escrita en
1992. La fundamentación de sus conceptos se visualiza en las obras que
desarrollan la filosofía de la liberación latinoamericana.

El segundo momento consiste en presentar la ética de la liberación que expone


Dussel, concentrándonos primordialmente en su concepto de vida y cómo se
comprende este principio vitalista en la praxis; teniendo en cuenta las bases
teóricas presentadas en el primer capítulo, estas categorías prácticas,
epistemológicas y ontológicas le permiten a Dussel desarrollar toda su obra y sus
postulaciones éticas, políticas y económicas en base a la vida. Entendido el
principio ético-vitalista como base de estos, más allá de ser solo una parte ética.

7
La vida es penetrada por más circunstancias prácticas. Se comprenderá entonces
el alcance de este principio.

De esta forma, la tercera parte comprende la praxis de este principio vital en las
otras esferas y cómo Dussel entiende la democracia como vía de participación de
los movimientos sociales. En la praxis Dussel tomará ejemplos de una democracia
efectiva y una acción colectiva eficaz y podremos entender cómo este filósofo
latinoamericano comprende todas las esferas que atraviesan la vida humana por
medio de su principio ético-vitalista.

Por último, realizaré una reflexión a modo de conclusión de porqué es importante


entender la vida como un principio en todas las esferas del ser humano, evaluando
las circunstancias actuales, en las que luchamos por tener formas para sobrevivir,
para luego llegar a tener medios para vivir, para conocer y aprender; luchamos
contra la pobreza, la exclusión, la falta de alimentos, las falencias en la salud y
educación, en lo vital del desarrollo del ser humano. Es importante que los
ciudadanos de a pie se vinculen y puedan formar una praxis de cambios. Lo
importante de esto es que el principio vitalista trasciende cualquier teoría y puede
llevarse a la praxis, pues la vida es una circunstancia práctica que contiene a cada
individuo y que este conserva a lo largo de un tiempo indefinido.

8
§ 1. Crítica al mito de la Modernidad

Falacia desarrollista

Dussel señala que la falacia desarrollista fue el resultado de lo que se denominó


«Eurocentrismo», fenómeno que tuvo su origen y principal desarrollo en la
Modernidad. El desarrollo del Eurocentrismo se encuentra reflejado en al menos
tres sentidos: en el tópico de la historia, economía y epistemología. En particular
me concentraré en el tema de la historia por razones que más tarde mencionaré.
Dussel sugiere que la historia universal que es, en efecto, un paradigma de la
Modernidad, se debe reevaluar para una visión global del nacimiento de los
pueblos, sin que esta visión esté regida por Europa.

Dussel nos indica que la historia universal fue dividida en tres grandes edades que
se conocen como Antigua, Media y Moderna, las cuales son un esquema de
exposición presentado desde la modernidad. Puesto que, por ejemplo, el periodo
que se conoce como edad media o Edad Feudal es un hecho que pasa
únicamente en Europa. Dussel indica que dicha división no corresponde a la
visión o comprensión del tiempo de la totalidad de las grandes culturas, entre otras
cosas, porque dicha división es solo una correspondencia con los procesos que
tuvieron lugar para llegar a la Modernidad. Además de esto, por “La división
seudocientífica de la historia en la Edad Antigua (como el antecedente), Medioevo
(época preparatoria) y Edad Moderna (Europa) es una organización ideológica y
deformante de la historia”. (Dussel, 2000, pp. 50 - 51).

La división entre historia Antigua, Media y Moderna corresponde a la visión


histórica planteada desde Europa, donde se percibe como centro de la historia
universal (Dussel, 2013, V). Por ello, se piensa que la historia sigue un trayecto del
Este al Oeste; Asia se plantea como el comienzo de la civilización y Europa el fin a
través de la Modernidad.

9
Dussel en su conferencia La otra mirada de la historia universal (2013), postula
que la historia comienza de Oeste a Este: África habría sido el comienzo de la
historia del hombre y de donde surgen las culturas neolíticas; su recorrido inicia
con el surgimiento de Mesopotamia, donde aparecen los primeros asentamientos,
la agricultura y el pastoreo. Surge luego el antiguo Egipto (3150 a. c), del que
Grecia recibe grandes influencias para su filosofía, tal como lo describieron
Aristóteles y Platón; en Egipto se genera el inicio de un desarrollo epistemológico
de la civilización griega, sin olvidar que en el medievo los manuscritos de
Aristóteles y Platón fueron recuperados y traducidos al latín por parte de
Averroes y Avicena.

Contemporáneas a estas se sitúa la Antigua India (2500 a. c), para luego pasar a
la gran cultura china (3000 a. c); además, el autor indica que la India y China
juegan un papel fundamental siendo civilizaciones aún más antiguas que la griega,
pues son ellas las grandes potencias en exportación de mercancía que abastecía
a Europa, antes del descubrimiento de América. De China provenían el papel, el
acero y la seda que utilizaba Europa. (Dussel, 2011, p. 42).

En este contexto, Dussel hace una importante distinción: Siempre se ha pensado


que América está situada en el extremo occidente, separada de Europa por el
océano Atlántico, pero Dussel propone ubicarla al extremo oriente, separada de
Asia por el océano Pacifico. Esto lo hace con la finalidad de señalar el paso de los
habitantes de Asia a América por el estrecho de Bering y soportar su tesis sobre el
movimiento histórico de Oeste a este. (Dussel, 2013,V).

Ahora, para Dussel, la visión histórica euro céntrica no es más que un sofisma
creado por Europa, para poder ejecutar su proyecto moderno, enterando un
desconocimiento en las colonias y autoprolamandse como el liberador; además,
centro del mundo y fin de la historia. (Dussel, 2013, V)

10
Para Dussel existen dos Modernidades: la primera está marcada por el
descubrimiento de América y sus protagonistas son los países que invirtieron en
tal descubrimiento (Italia, Portugal y España). Dussel la llama la Primera
Modernidad y señala que es gracias a ella que Europa puede afirmarse como el
centro de las rutas de comercio. La Segunda Modernidad, cuyo seno está en la
Europa central (Alemania, Inglaterra, Francia), hace referencia al macro- relato de
la historia universal antes mencionada (Dussel, 2011, p. 47).

En la primera Modernidad se instauran las bases del capitalismo, como es la


acumulación de capital (Pachón, 2011, p. 47) por esta razón, Europa busca en la
nuevas colonias, piedras preciosa y oro. Esto le permitirá a España ser potencia
en estos primeros años de conquista, como consecuencia de esto en la Segunda
Modernidad a el desarrollo epistemológico de Europa; además, le permite
convertirse en centro económico, gracias a la dominación que se genera sobre la
producción. Con la conquista como método de expansión se logra también una
imposición de ideales que permiten a Europa convertirse en la principal fuente de
conocimiento y de “verdad”. En una lectura eurocéntrica de la historia, la Primera
Modernidad no es siquiera nombrada y es realmente gracias a ella donde el
eurocentrismo surge como un presupuesto del propio proyecto de la Modernidad.

Con la instauración de la segunda modernidad y la visión histórica eurocéntrica se


marcan una línea en la que Europa se convierte en un punto al que toda
civilización debe aspirar a llegar, ubicándose como el centro del mundo y dando
surgimiento a un nuevo concepto: el otro.

Europa se hizo una visión del otro […]. Con todo, se impone una
visión de América como lo bárbaro, lo salvaje, etc., que permeará
toda la mentalidad europea. Y, por otro lado, como todo lo que
produzca el bárbaro es inferior, Europa desechó imaginarios,
creencias, símbolos, formas de producir conocimientos, lenguas,
tradiciones orales, etc. (Pachón, 2011, p. 47).

Según Dussel, a ese nuevo concepto se le atribuye la división del mundo en dos
partes: la del viejo mundo y el nuevo mundo. Desde la perspectiva europea el otro

11
es el resultado del nuevo mundo. La denominación de nuevo mundo no existe
únicamente de forma geográfica, sino también se establece en las formas de
desarrollo cultural y políticas que, para Europa, son nulas en el continente
descubierto y claramente inferior en todos los sentidos al modelo que se
presentaba en Europa. (Dussel, 1994, pp. 15 - 16).

El otro para la Modernidad y su sistema hegemonizante es lo que se encuentra


fuera de sus lógicas. La totalidad entendida como un sistema cerrado, donde la
otredad debe darse en la mismidad; es decir, el otro indígena o negro es una
diferencia fuera de la totalidad. “La reducción de la alteridad a la mismidad
eurocéntrica tiene como consecuencia el no reconocimiento de la diferencia”.
(Blanco, 2009, p. 124). Aquel que no cumpla las normativas de la modernidad es
aquel que debe tratarse como lo diferente para Europa y en especial para España.
América era el otro, pues se le veía como inferior en su concepción política, social
y antropológica. “En su obra De procuranda indorum salute, indica que los indios
son llamados bárbaros porque rechazan la recta razón y el modo común de vida
[…]. La “tercera clase de bárbaros” son “semejantes a fieras, que apenas tienen
sentimientos humanos” son los caribes, como infinitas manadas”, los mojo,
chiriaguanos, los de Brasil, de Florida, etc. (Dussel, 2007, pp. 219 - 220).

Estas civilizaciones en el momento de la llegada de los conquistadores ya tenían


una organización política, una ontología, una religión (Mann, 2006), como es el
caso de los Mayas y Aztecas en México y de los Incas en el Perú. La historia, tal y
como en la modernidad se concibió, marca un designio frente a una evolución y
frente a una idea de desarrollo a modo de línea ascendente. Esta evolución o
progreso excluyente no se encuentra solamente en el concepto y su ascendencia
hacia la idea, ni tampoco si se tiene una organización política y económica, como
los estados modernos, sino tiene un lugar geográfico: Europa se entendió como el
final de la historia universal y Asia el comienzo, marcando claramente el
mediterráneo como eje de la historia. "La historia universal va del Oriente al
Occidente. Europa es absolutamente el Fin de la Historia Universal. Asia es el

12
comienzo”. (Dussel, 1994, pp. 15 - 16).1. En esta concepción lugares como África
y América no pertenecen a la historia, es por ello, que Europa siente la necesidad
de emancipar e incluir a estos lugares a la historia universal.

Europa como emancipadora

La categoría de otro aparece en la Modernidad, primero como lo diferente y luego


como lo bárbaro y lo salvaje, como una especie de inferioridad o un estado de
inmadurez. Se percibe al otro como algo inferior con la presunción, además de
que la madurez sé logrará por medio de la razón; la inmadurez presentada en la
modernidad no fue escrita específicamente para los otros indígenas ni los
africanos, pero sí fue utilizada para una Europa emancipadora; la ilustración fue un
proceso propio de Europa y se supondría que gracias a ella podríamos alcanzar la
mayoría de edad.2

Debido a que la Ilustración inaugura el proceso moderno y ella solo se desarrolla


en los países centrales de Europa, la Modernidad surge como un proceso
intraeuropeo. Europa se auto comprende como una civilización desarrollada con la
potestad de decidir quién es civilizado y quién no. La consecuencia fue la
descalificación de los pueblos amerindios como rezagados, atribuyéndoles el
calificativo de bárbaros, categoría con la cual Europa central señala
negativamente los pueblos que no se le parecen o que les resistían dentro de la
propia Europa. Esos pueblos tendrán entonces que ser evangelizados, civilizados,
en otros términos, moldeados para que puedan superar su grado de inmadurez a
través de la ilustración. Para Dussel, la Segunda Modernidad toma el papel de

1
Dussel cita las lecciones sobre la filosofía de la historia en Hegel, Die Vernunft in der Geschichte, Zweiter
Entwurft (1830), C, c; en Sämtliche Werke, ed. J. Hoffmeister, F. Meiner, Hamburg, 1955, p.167; edi-ción
española en Revista de Occidente, Buenos Aires, 1946, t. I, p. 134. Véase Martin Bernal, Black Athena. The
Afroasiatic Roots of Classical Civi- lization, Rutgers University Press, New Brunswick, 1987-1991, en especial
Filosofía de la historia universal de Hegel, vol. II.
2
Kant nos propone un estado de inmadurez causada por la pereza y la cobardía, donde la única salida
existente es la ilustración. Atribuye al inmaduro un estado de culpabilidad por su minoría de edad. “La
ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. Él mismo es culpable de ella”

13
emancipadora de los pueblos amerindios y de todos aquellos que sean los otros
de la totalidad universal y abstracta que proyecta la ilustración. (Dussel, 2011, p.
50).

Europa se convierte en centro gracias al descubrimiento de América en 1492,


sobre todo por las riquezas obtenidas mediante dicha empresa, pues, Europa tuvo
su auge económico.

Con el siglo XVI y gracias a sus experiencias y al oro de América,


Europa concentró el capitalismo en su suelo y todo el mundo
periférico vino a quedar bajo su dependencia. Desde que Europa,
gracias a la “ventaja comparativa” facilitada por el “descubrimiento”
de 1492, se impuso como centro, creó relaciones estructurales
desiguales y capitalistas. (Pachón, 2011, pp. 48-49).

Dussel plantea 7 procesos que permiten comprender este asunto:

1. La civilización moderna se auto comprende como más desarrollada,


superior (lo que significará sostener sin conciencia una posición
ideológicamente eurocéntrica). En mi opinión, esta primera posición
sostiene lo que ya se venía planteado en la falacia desarrollista: Europa se
comprende como centro y como la culminación de la historia universal.
2. La superioridad plantea el deber de desarrollar a los más primitivos, rudos,
bárbaros, como exigencia moral. Es en este punto donde Europa se ve
como emancipadora, pues, genera la necesidad de llevar al otro al estado
de madurez alcanzable solo través de la ilustración europea.
3. El camino de dicho proceso educativo de desarrollo debe ser el seguido por
Europa (es, de hecho, un desarrollo unilineal y a la europea, lo que
determina, afirma nuevamente y sin conciencia alguna la “falacia
desarrollista”). Para Dussel Europa plantea unos lineamientos hacia el
progreso o desarrollo. Las ideas de la Modernidad fueron una ciencia
absoluta impuesta para llegar a la línea del progreso ascendente.

14
4. Como el bárbaro se opone al proceso civilizador, la praxis moderna debe
imponerse, incluso, en último caso, con la violencia si fuera necesario, para
destruir los obstáculos de la tal modernización (la guerra justa colonial). La
culpabilidad existe en tanto estamos en la minoría de edad, en este caso, el
otro se resiste al cambio, Europa genera el deber de sacarnos de dicha
inmadurez (punto 2). Europa misma se ve como emancipadora y utilizará
cualquier medio para cumplir dicho deber, en este punto la violencia se
muestra emancipadora.
5. Esta dominación produce víctimas (de muy variadas maneras) y cuya
violencia que es interpretada como un acto inevitable, con el sentido cuasi-
ritual de sacrificio: el héroe civilizador otorga a sus mismas víctimas el
carácter de ser merecedores del sacrificio salvador (el indio colonizado, el
esclavo africano, la mujer, la destrucción ecológica de la tierra, etcétera),
esto es que el dominado recibe su papel como necesario para su salvación
o libertad.
6. Para el moderno, el bárbaro tiene una “culpa” (el oponerse al proceso
civilizador) que permite a la “Modernidad” presentarse no sólo como
inocente, sino como “emancipadora” de la “culpa” de sus propias víctimas.
La conquista se presenta como la institución política encargada de ese
proyecto emancipador en el cual se justifica la violencia empleada, puesto
que el bárbaro no permitió de forma voluntaria este proceso de
independencia.
7. Por último, y por el carácter “civilizatorio” de la “Modernidad”, se interpretan
como inevitables los sufrimientos o sacrificios (los costos) de la
“modernización” de los otros pueblos “atrasados” (inmaduros), de las otras
razas esclavizables, del otro sexo por débil, etcétera. (Dussel, 1993, p. 49).

Estos procesos permitirán comprender como esta visión de mundo implantada


por Europa tuvo sus medios en el nuevo descubrimiento, con esto Dussel
planteara la necesidad de sobrepasar esta etapa dominadora.

15
Más allá de la Modernidad

El mito de la modernidad puede resumirse en dos nociones, una de ellas es la


noción de superioridad. En esta, Europa se presenta como superior en todos los
sentidos: sociales, económico, epistemológico, cultural y ontológica. Esta
superioridad genera una relación de sumisión con aquellos que no se ajustan a la
normativa moderna, la aceptación de esta noción permite cualquier tipo de abuso
sobre el otro que no se ajuste a esas reglas.

Por ello, la otra noción que aparece es la Europa Emancipadora. La idea de esta
emancipación es encaminar a todas aquellas culturas que cayeron en la relación
de sumisión con Europa, pues el objetivo de esta es generar una inclusión a esa
totalidad que representa la modernidad; en la emancipación se incluye cualquier
método que permita la integración a esa totalidad aceptada. Derrumbar el mito de
la modernidad implica que no se pueda hablar de superioridad cultural, se
expande el mundo hacia lo diferente y se acepta sin necesidad de incluirlo a esa
totalidad.

Dialogar con la modernidad, y con lo mejor de ella, permitiendo entender que


todas las culturas tienen distintas lógicas y desarrollos que las hacen tan válidas
como las otras es lo que Dussel denominará Transmodernidad y ella conlleva a
dos conceptos necesarios para su realización: Exterioridad y Analéctica.

Exterioridad

Dussel toma este concepto del filósofo Emanuel Lévinas, así como su fuerte crítica
de la Modernidad y sus consecuencias. Para Lévinas, al igual que para Dussel, el
otro fue eliminado de la Modernidad; el sujeto que pasó a ser la nueva concepción
de hombre en la postmodernidad, —sujeto que tomó partido como crítico de esa
Modernidad hegemonizante y que analizó los rezagos de la modernidad—, seguía
negando al otro americano, al diferente.

16
Dussel toma de Lévinas3 esta idea de trascendencia, pues aunque Levinas no
piensa en el otro latinoamericano, africano o asiático, sí permite pensarlo desde la
crítica particular propuesta por Dussel: «pensar en el otro como un rostro
existente, perteneciente a unas dinámicas y tan sujeto como el sujeto que piensa,
amplía mi reconocimiento del mundo».

La exterioridad para Dussel es una interpelación del otro afuera de la totalidad:


“Aquel ámbito que está más allá de la totalidad”. (Dussel, 1995, p. 121). Es decir,
la totalidad es representada en la modernidad europea como una sociedad
“civilizada”.

La civilización es la totalidad y la barbarie es lo que está más


allá de la civilización, es el no-ser. Entonces llega el español a
América y se pregunta: “¿El indio es hombre?” Fernández de
Oviedo nos aclara que es un hombre, es decir “un animal
racional y de la misma estirpe de la Santa Arca de Noé, pero
que se ha vuelto bestial por sus costumbres”. Decir que se ha
vuelto bestial es decir que es bestia, pues ha perdido su
racionalidad, y si ha perdido su racionalidad ha dejado de ser
hombre para ser solo ente; por lo tanto el indio es un útil, una
cosa a “disposición-de”. (Dussel, 1995, p. 121).

Para Dussel, el indio ha perdido su racionalidad y, por tanto, pasó a ser cosificado,
como objeto de trabajo, animal, etc. Al pasar del ser a la cosa, el europeo se
convierte en propietario de esa “cosa” y le arrebata la libertad que poseía al
encontrarse afuera de la totalidad; la exterioridad del otro se encuentra en su
entorno social, político e histórico. “El otro, la alteridad metafísica, la exterioridad

3
Para Lévinas la trascendencia que entenderemos como exterioridad, es una labor que el sujeto debe tratar
de buscar, esto permitirá abrir los planos ontológicos, éticos y políticos de su propia existencia, pues permite
salirse de la autoconciencia y del yo, para poder abrir mi subjetividad y generar un encuentro con lo
diferente. El mismo y el otro, como lo denomina Lévinas, es una dinámica que incluso está en la totalidad,
pero sin ser subsumida completamente por ella.

17
en el nivel antropológico, es primeramente social, histórico-popular”. (Dussel,
1996, p. 60).

La exterioridad es, entonces, todo lo que representa al otro, en Latinoamérica,


particularmente, todo lo que fue excluido por la Modernidad y fue negado; su
historia antes del “descubrimiento”, además de su organización social y política, su
desarrollo cultural, etc. La exterioridad es una afirmación de lo que se es, no es
mera negación de lo realizado por la Modernidad, es más una ampliación del
campo del conocimiento, comprensión del mundo; además de esto la exterioridad
nos permite tener un sentido interpretativo que permitirá crear un discurso desde
la modernidad.

Analéctica
De acuerdo con Dussel existen varias metodologías a lo largo de la historia del
pensamiento filosófico, el método científico que parte de teorías abstractas y
explica los resultados por métodos empíricos, la dialéctica, la cual es un —a
través— de la totalidad, que empieza por teorías y las eleva a nivel ontológico y a
todo lo que conforma al ser (política, ética, erótica, etc.). Dussel muestra que la
dialéctica surge de la negación de la misma totalidad y encuentra su justificación
dentro de la misma dinámica: «es una dialéctica negativa mientras que la
analéctica es la superación de esta». “La negatividad, tanto pasiva como activa, se
origina en la exterioridad de la trascendentalidad interna, en la afirmación
analéctica de la alteridad de la clase emergente, que surge realmente como
distinta”. (Dussel, 2007, p. 162).

Se hablará de analéctica como la lógica de la Transmodernidad, en está interviene


toda afirmación de la exterioridad, es decir, su categoría será la exterioridad del
otro. La analéctica es, entonces, la negación de la negación hacia una dialéctica
positiva, supera el momento dialéctico negativo (no lo niega, sino lo asume y lo
complementa), pues es una afirmación de lo que se es, propia exterioridad.

Para Dussel es importante no negar la Modernidad en su totalidad, es decir,


renunciar a cualquier aporte que la modernidad haya realizado, pues se caería en
18
las lógicas de la misma, negando todo lo que excluye al otro para reafirmarse a sí
misma. La analéctica es mera afirmación de la exterioridad y encuentro con el otro
para traspasar la Modernidad y alcanzar la Transmodernidad. Analéctico quiere
indicar el hecho real humano por el que todo hombre, todo grupo o pueblo, se
sitúa más allá (anó) del horizonte de la totalidad; la dialéctica ya no es suficiente.
El momento analéctico es el punto de apoyo de nuevos métodos. (Dussel, 1996, p.
52).

La dialéctica, como se mencionó, es un “a través de” (dentro de la totalidad); en


cambio, la analéctica es un “viene de más allá” (punto de partida exterior), surge
específicamente del otro y avanza dialécticamente pero se mantiene como otro,
sin perder su singularidad como otro dentro de la totalidad.

El momento analéctico se divide en varias fases:

1. La totalidad es puesta en cuestión por la exterioridad del otro, es decir, se


des- cosifica al otro y se le da el carácter de ser existente fuera de las
lógicas de la totalidad.
2. Al darle al otro la categoría de existente (ser), se permite pasar entonces
aun momento ético, donde lo escucho y lo reconozco como otro, lo acepto
éticamente y en la praxis.

En la analéctica no es suficiente la teoría. En la ciencia y la dialéctica


lo especulativo es lo constitutivo esencial. En la analéctica, por
cuanto es necesario la aceptación ética de la interpelación del
oprimido y la mediación de la praxis, dicha praxis es su constitutivo
primordial, primero, condición de posibilidad de la comprensión y el
esclarecimiento, que es el fruto de haber efectiva y realmente
accedido a la exterioridad. (Dussel, 1996, p. 187).

Dussel, en ciertas conferencias, ha dado un ejemplo de cómo esto puede


funcionar. (Dussel, 2013,V). Un joven maya recibió desde muy pequeño la
educación del superior de su tribu, pues él se convertiría en el jefe futuro, como

19
era muy pequeño solo recordó una cosa que le dijo el anciano: «los mayas son
como un panal de abejas». Dicho muchacho decidió estudiar biología y
especializarse en apicultura, todo esto con la finalidad de entender su cultura. El
muchacho afirmó su exterioridad como maya, como amerindio a través de una
ciencia como la biología, que es un saber propio de la modernidad.

La analéctica permite la afirmación de otras lógicas, como por ejemplo las de las
civilizaciones amerindias, caracterizadas por una afirmación de la naturaleza y la
necesidad que tiene de estar en un equilibrio, lo cual se perdió con el capitalismo y
su explotación desmesurada.

Transmodernidad

La exterioridad y la analéctica apuntan hacia la Transmodernidad, pues ella


implica una re- significación de la Modernidad y un proyecto filosófico, político,
ético, ontológico y epistemológico propuesto por la filosofía de la liberación de
Dussel y más recientemente por algunos de los miembros del grupo Modernidad/
Colonialidad- Descolonialidad.

Se debe entender la Transmodernidad como aquello que permite una


autovaloración, además de una autoconciencia de los momentos culturales,
históricos, políticos y éticos en que la exterioridad fue negada o excluida por la
atribución europea. En dicha Transmodernidad se insta a la afirmación de lo otro
(afuera de la totalidad), la aplicación de la analéctica, pues son ellas las que
permiten que podamos trascender la Modernidad sin negarla.

Hablar en cambio de "Trans"-modernidad exigirá una nueva


interpretación de todo el fenómeno de la Modernidad, para poder
contar con momentos que nunca estuvieron incorporados a la
Modernidad europea, y que subsumiendo lo mejor de la Modernidad
europea y norteamericana que se globaliza, afirmará "desde-fuera"
de ella componentes esenciales de sus propias culturas excluidas,
para desarrollar una nueva civilización futura, la del siglo XXI.
Aceptar esa masiva exterioridad a la Modernidad europea permitirá

20
comprender que hay momentos culturales situados "fuera " de dicha
Modernidad. (Dussel, 2001, p. 390).

Es por ello que el reconocimiento de la alteridad, o como lo denominaría Lévinas


del otro, nos permite una coexistencia con las formas culturales que son distintas a
mi realidad sean europeas, africanas, latinas o asiáticas.

[E]s co- realización de la solidaridad, que hemos llamado analéctica,


del Centro/periferia, Mujer/ Varón, diversas razas, diversas etnias,
diversas clases, Humanidad/Tierra, Cultura Occidental/ Culturas del
Mundo Periférico ex colonial, etcétera; no por pura negación, sino por
incorporación desde la Alteridad. De manera que no se trate de un
proyecto pre-moderno, como afirmación folclórica del pasado; ni un
proyecto antimoderno de grupos conservadores, de derecha, de
grupos nazis o fascistas o populista; ni un proyecto posmoderno
como negación de la Modernidad como crítica de toda razón, para
creer en un irracionalismo Nihilista. (Dussel, 2005, p.p. 50).

Esta coexistencia solo se logra en un diálogo intercultural que abarque todas las
ramas, no solo culturales, sino filosóficas, políticas y éticas. De la misma forma
Luna dirá “Asumiendo los momentos positivos de la modernidad, evaluados con
criterios contextuales, tendrá una pluridiversidad que asume solidariamente las
asimetrías existentes”. (2007, p.106).

Permitirse entrar en diálogo abre un mutuo horizonte de entendimiento de la


realidad y las lógicas humanas; este diálogo le permitirá construcción de lo que
Dussel denominará Transmodernidad, pues ello permitiría la realización de la
coexistencia con el otro, sin necesidad del sometimiento y violencia, solo se
requeriría un mutuo entendimiento de lo diferente.

El concepto denota precisamente alternativas múltiples de vida, de


formas de ser, pensar, conocer, distintas a la Modernidad europea,
pero eso sí, en diálogo con ella. La Transmodernidad es un “Proyecto
mundial de liberación donde la Alteridad, que era co-esencial de la
modernidad, se realice igualmente. (Pachón, 2011, p. 56).

21
§ 2. Ética material de la vida.

El objetivo de este apartado consiste en explicar la propuesta ética de Dussel y


sus implicaciones en los ámbitos existentes de la vida humana. Esta ética se
encuentra en el marco de las éticas críticas, esto significa que es una respuesta a
los procesos de opresión y, además, representa una afirmación a la vida en
general y en especial a la vida negada de las víctimas. Dussel parte indicando que
el contenido material de su ética será la vida, lo que quiere decir que su ética
corresponderá a un desarrollo de la misma. Esta postulación trae consigo
implicaciones importantes en el tema del desarrollo humano, sea ético, político,
ambiental, etc.

Esta es una ética de la vida. La negación de la vida humana es ahora


nuestro tema. EI punto de arranque fuerte, decisivo de toda la crítica
y como hemos indicado, es la relación que se produce entre la
negación de la corporalidad (Leiblichkeit), expresada en el
sufrimiento de las víctimas, de los dominados (como obrero, indio,
esclavo africano o explotado asiático del mundo colonial; como
corporalidad femenina, raza no-blanca, generaciones futuras que
sufrirán en su corporeidad la destrucción ecológica; como viejos sin
destino en la sociedad de consumo, nimios abandonados de la calle,
inmigrantes refugiados extranjeros, etc.), y la toma de conciencia de
dicha negatividad. (Dussel, 1998, p. 309).

Es importante señalar que Dussel plantea la lógica del otro que se encuentra en
las formas del marginado, de la mujer frente al varón, de la cultura popular frente a
la hegemonía o de la clase dominante a la oprimida; por ello, plantea un
pensamiento alternativo al pensamiento totalizador Occidental. Dussel piensa la
ética como ciencia primera y el punto de partida no sería una generalidad ni un
imperativo categórico, sino un encuentro fáctico con el rostro del otro; esto genera
una superación del individuo y del yo visto en la modernidad y prevaleciente en las
éticas para realizar un giro práctico hacia el otro. “Por tanto, se trata de una ética

22
de la responsabilidad solidaria y no de una ética centrada en el yo y su propia
autonomía.” (Borceguí, 1999, p. 693).

Dussel indica que el ser humano no es mera corporeidad, sino es un ser viviente;
también insiste que la vida tampoco es mera sobrevivencia o condiciones de
posibilidades; la "vida humana" concreta es un "modo de realidad", en esta se
encuentra todo lo que lo rodea, desde sus formas de sobrevivir hasta la praxis que
ejerce en sociedad.

La vida "humana"4 concreta, de cada ser humano, es su "modo de


realidad", Ser real a modo de "viviente" sitúa la subjetividad humana
dentro de férreos límites sobre los que no puede saltarse fácilmente.
La "vida humana" encuadra (pone un "marco": enmarca) a la realidad
natural siempre mediada discursivamente en referencia (Bezug) a la
misma vida; el ser humano viviente constituye lo real como
"posibilidades de vivir". (Dussel, 2001, p. 115).

Cada sujeto humano tiene en su humanidad un modo de realidad, es decir, la


forma en que afronta la vida. Es por esto que el ser humano viviente constituye lo
real como posibilidades de vivir y, como consecuencia de esto, la constitución de
la realidad, siendo esta subjetiva de cada sujeto, determina el problema de la
verdad; pues, como cada realidad depende del ser humano viviente, la verdad
sería subjetiva: “el ser humano viviente constituye lo real como posibilidades de
vivir” (Dussel, 2001, p. 116).

En este contexto, Dussel señala que el ser humano viviente tiene una pertenencia
con la vida y que por ello puede establecer su criterio de verdad práctica:
conservar la vida.

La conservación y crecimiento de la vida es el primer criterio de


verdad (teórica y práctica), condición absoluta de la posibilidad de la
existencia no sólo de los sujetos de la argumentación como tales,

4
Dussel concibe la vida en un estado más amplio, pues no solamente se limita a la vida humana, sino a la
animal o al medio ambiente.

23
sino aún más de los procesos mismos conceptuales y lingüísticos.
(Dussel, 1998, p.130).

La verdad práctica se deriva de la vida humana misma, puesto que solo la verdad
puede estar en un ser viviente cerebral; los seres humanos, no solo somos seres
vivientes, somos capaces de transformar lo real en realidad, debido a que cada
vida contiene realidad; por ello, la vida humana se nos ha dado a cargo. Dussel
piensa que la vida humana es la fuente creadora de toda cultura y, además, crea
realidades. La vida no puede agotarse o finalizar en ninguna cultura; por ello, la
vida es un criterio universal.

En mi opinión, este es un aspecto importante: «de la vida humana emana lo


existente y esta trata de ser posibilidad liberadora». Es decir, a o sibilinas de modo
de vida , es una mediación entre la realidad y la subjetividad. Es por esta razón
que se puede desarrollar concretamente en cualquier cultura; como consecuencia,
todas las éticas materiales deben partir de ella. La vida humana en sí misma no
tiene una referencia universal o de igualdad. Para Dussel, la vida humana no es
una categoría universal, ni un comportamiento totalizador, para él, la vida humana
es concreta y se evidencia en la experiencia de diversas culturas, como las
latinoamericanas, las asiáticas, las europeas, etc. “La "vida humana" no tiene
como referencia un universal abstracto, un concepto de vida o una definición. Es
la "vida humana " concreta, empírica, de cada ser humano”. (Dussel, 2001, p.
118).

Hay que hacer énfasis en la idea de que la producción, reproducción y desarrollo


de la vida humana no se apartan de la razón, ni tampoco crean una confrontación,
debido a que la razón es parte de la vida humana. El contenido de la formulación
anterior no se define de la razón o discursividad, sino que es de ella donde la
razón y las formas de vivir emanan. La producción, reproducción y desarrollo de la
vida humana no son una mera posibilidad, sino un modo de realidad.

“El que actúa éticamente debe (como obligación) producir, reproducir, y desarrollar
autorresponsablemente la vida concreta de cada ser humano, en una comunidad

24
de vida, desde una vida buena cultural e historica". (Dussel, 2000, p.140). Para
Dussel, este principio encierra universalidad debido a que la vida humana está
presente en todo el mundo y es predicable de forma universal. El principio ético
práctico se fundamenta en una razón-practica-material que se establece en el
término “obligación”, pues se genera un deber que sobrepasa el sujeto. Y esta se
presenta como una nueva visión ética.

Una ética que denuncia la negación de la vida de la víctima por parte


del sistema hegemónico e intenta dar orientaciones teóricas para la
comprensión de la praxis de la comunidad de víctimas que, tras un
proceso de concientización liberadora, asumen un proyecto de
liberación. (Blanco, 2009, p. 106).

El deber se convierte en una auto-ligación con la vida, mi vida y la del otro. “Por
tanto, para que el principio material de la defensa de la vida se pueda constituir en
principio universal de la ética, tiene que referirse y orientarse a la defensa de la
vida de todos los seres humanos, incluso y sobre todo de los perdedores y
excluidos por las culturas e instancias dominantes”. (Borceguí, 1999, p. 693).

El principio ético vitalista en Dussel no pretende tener validez, debido a que la


verdad se genera en cada modo de realidad; esto significa que lo verdadero está
dado en la subjetividad; pues, si se acepta una verdad universal se estará
cayendo en el reduccionismo moderno, queriendo negar todo tipo de
singularidades en el mundo. Lo que sí se pretende es generar una opción de una
ética guiada por la vida que se pueda desarrollar desde cualquier lugar de
enunciación, porque la vida humana es vida sin importar su desarrollo cultural.

En cada cultura la vida humana es la fuente última de todos sus


valores (maneras concretas, categorizadas y jerarquizadas de
reproducir la "vida humana" en una particularidad concreta); es el
origen de las virtudes; organiza toda la vida pulsional; se expresa
como felicidad cuando se vive plenamente. Todas las éticas

25
materiales indican "aspectos" de esta última instancia "material"
(contenido) que es la "vida humana". (Dussel, 2001, p. 118).

El criterio de desarrollo de la vida permite no solo un beneficio individual, sino


colectivo y además la posibilidad de adquirir una valoración de la vida misma en
su máxima expresión. Esto permite decir que el actuar ético coincide con el
desarrollo de la vida misma, del yo y del otro; este otro no es un objeto más del
mundo, sino que también es portador de la vida; el otro es necesario para mi
propia comprensión y la comprensión del mundo, pues posee realidad y sentido en
su existencia.

El rostro del hombre se revela como otro cuando se recorta en


nuestro sistema de instrumentos como exterior, como alguien, como
una libertad que interpela, que provoca, que aparece como el que
resiste a la totalización instrumental. No es algo; es alguien. (Dussel,
1996, p. 56).

Es de suma importancia escuchar la voz del otro como portador de vida y de mi


obligación ética. La responsabilidad del principio materia, se refiere al otro
oprimido al explotado y al excluido, se nos muestra como el otro diferente. El otro
nos habla más allá de la apertura de nuestro ser, este pertenece a la diferencia.
Dado que somos vida, debemos llevar nuestras acciones a preservar la vida en
común, para mejorar en términos cualitativos y de sentido la existencia de la vida
en general. Es necesario crear un objetivo humano común, dirá Dussel. Como el
principio ético material es la base del pensamiento ético y su idea es producir,
reproducir y conservar la vida, este principio puede ser considerado como un
principio de acción colectiva.

El mecanismo de inclusión, de la aceptación de la diferencia del otro, se presenta


como una obligación ética que me permitirá tener una lógica de apertura. La
otredad pasaría a ser una fuente de pensamiento epistémico, puesto que en él se
encuentra una constitución de realidad diferente a la mía y, por ende, es portador
de una verdad desconocida que permite entender e incluir nuevas condiciones de

26
enunciación y de acción que permitirán ampliar el marco de conocimientos,
experiencias y posibilidades.

De allí se desprende una idea que no hay que olvidar: «la praxis del principio
vitalista radica en su posibilidad de inclusión y de desarrollo». Al hablar del otro, se
habla del europeo, del negro, del asiático, del indio, de la víctima, del oprimido y
del opresor, etc., y en él sus culturas son igualmente permitidas para el desarrollo
de la vida. Este me permite cambiar mi posición con el otro, me permite realizar un
reconocimiento del pensar diferente para construir acción conjunta. Así mismo,
permite el enriquecimiento de la vida y de la ética, dándole al sujeto individual la
posibilidad de ampliación del ser que solo se da en un diálogo con el otro.

El Principio Vitalista, diría yo, permite al ser humano ser totalmente activo dado
que su inspiración es la praxis. Praxis que es el lugar donde está mi
responsabilidad con el otro y donde se genera una comunicación con la diferencia.
De esta manera, se entiende que el otro amplía mi horizonte de acción en el
mundo, y en contrapartida, este horizonte de acción es portador de la obligación
que permite reflexionar sobre el bienestar del otro.

La cuestión que caracteriza este margen es la capacidad que posee


una concepción de la ética para enmarcar prácticas que puedan
transformar las formas actuales de autogobierno del colectivo en
vista de hacerlas más justas y conformes a un bien común.
(Maesschalck, 2009, p. 2).

El principio vitalista es, pues, pluralista, en él se evidencia un doble


desplazamiento, (desplazamiento puede ser entendido como cambiar los términos
del debate (frase utilizada por Walter Mignolo). Esto hace referencia a salir de su
contexto para abrir otro y generar un marco de significación diferente. Dussel
piensa la ética desde su contexto. Su pensamiento es consciente de que
Latinoamérica está regida por el pensamiento moderno reduccionista; sin
embargo, con él no se intenta negar la Modernidad, sino que intenta elevar una
crítica de ella, sobre todo en el análisis de sus consecuencias. Su primer

27
desplazamiento inicia de la Modernidad hacia la periferia, su segundo
desplazamiento parte de salir de su contexto sin negar los demás sistemas éticos,
ni a la diferencia, pues su propuesta nace de la periferia hacia el mundo.

§ 3. Principio material de la vida más allá de la ética

Con la postulación del principio material de la ética de Dussel y su exaltación por


la vida, esta se convierte en la categoría que prevalece en todas sus propuestas
posteriores en economía, política, pedagogía y en la praxis de la liberación. Para
Dussel,todo ser humano tiene la tendencia de querer vivir. Este se fortalece
porque el hombre necesitaba crear comunidad para que el querer vivir se
fortalezca en la misma es allí donde aparece la tendencia a la Voluntad de vivir,
que se sobrepone a la Voluntad del poder dominador en la modernidad. (Dussel,
2006, p. 23). Esta visión de poder se convierte en una visión positiva del querer
vivir, se entiende desde el término impulsar, “poder, empuñar, usar, cumplir los
medios para sobrevivir es ya poder” (Dussel, 2006, p.4) porque crea una
determinación material para la reproducción de la vida, es decir, crea las
condiciones materiales para que esta vida sea buena, esto permite que exista un
replanteamiento de cómo se concibe las categorías que atraviesan al sujeto

El sujeto es un actor en diferentes campos, por ello, la postulación material


vitalista no es únicamente un principio ético, sino que se extiende a todas las
ramas donde el ser humano interviene. La economía debe procurar desde su
principio y dinámicas la reproducción de la vida de todo ser en general, para que
este sea capaz de poseer las mejores posibilidades para el cumplimiento de sus
alternativas de vida sin importar distinción geográfica o racial. El cuidado del
medio ambiente se presenta también como el escenario donde la vida se da; sin
un planeta en donde la vida pueda comenzar y reproducirse no tendría ningún
sentido ninguna teoría dependiente del hombre. En este sentido, para Dussel, la
crisis ecológica es de vital importancia, puesto que niega totalmente la vida y su

28
capacidad de reproducción. En sus palabras: “La previsión de la permanencia de
la vida de la población de cada nación en la humanidad que habita el planeta
Tierra es la primera y esencial función de la política”. (Dussel, 2006, p. 60).

La política también se presenta como un campo importante, dado que se muestra


como la que crea las condiciones para la posibilidad de la vida en comunidad.
Dussel señala que los seres humanos, en cuantos seres vivientes, somos seres
comunitarios que necesitamos de una asociación para poder vivir. Dicho
agrupamiento genera comunidades con tendencia a conservar su vida, de este
modo, crean medios para desarrollar formas de lograr este objetivo y de satisfacer
necesidades negativas.

Este querer vivir se denomina voluntad de vivir cuando existe la comunidad y, de


acuerdo con Dussel, se contrapone a la visión de voluntad de poder que se generó
en los sistemas modernos; esta voluntad de vivir, en Dussel, será llamada potentia
y es originaria en los seres humanos. La política no es solamente la que permite
generar los medios para la sobrevivencia, sino que esa voluntad de vivir que
portan los seres humanos es el fundamento material de la política; cuando se
habla de política inmediatamente se piensa en poder, y este poder es pensado
como voluntad.

La potentia permitirá un planteamiento del poder de forma positiva y no en forma


negativa, como dominación. Esta es la fuerza que mueve, impulsa y empuja a
evitar la muerte; esa fuerza es ya una forma de poder, la facultad de reproducir la
vida. “Poder empujar, usar, cumplir los medios para la sobrevivencia es ya el
poder”. (Dussel, 2006, p. 24).

Esta potentia es una fuerza material para perseverar la vida, se convierte en una
condición material de la política; por ello, la política se convierte en el campo
donde el sujeto es capaz de interactuar con otros sujetos. Según Dussel, la
sumatoria de las voluntades de vivir de los sujetos generan una mayor voluntad
que permite que estos sujetos pasen a tener poder político. “Denominaremos
entonces potentia al poder que tiene la comunidad, como una facultad o capacidad

29
que les es inherente a un pueblo, en tanto última instancia de la soberanía, de la
autoridad, de la gobernabilidad, de lo político”. (Dussel, 2006, p.27). Es el poder de
la comunidad (en sí) y se muestra como indeterminado, es el poder que tiene el
pueblo y que debe ser actualizado para que pueda ser ejercido empíricamente.

Para lograr esa actualización del poder como potentia se debe pasar al poder
como potestas; esto significa, un poder fuera de sí, un poder organizado, una
institucionalización.

El espacio de las instituciones es clave en el proceso de cumplir con


el objetivo ético-material, porque la construcción del poder político de
la comunidad requiere además, para Dussel, de la capacidad del
conjunto social de dar se las condiciones empíricas para su
constitución y la realización de sus fines legítimos. (Retamozo, 2007,
p. 4).

Esta institucionalización velará por cumplir el principio material de la política, la


preservación y reproducción de la vida de la comunidad política. Potestas se
entiende como una mediación que permitirá empíricamente la voluntad de vivir: “la
política es una actividad que organiza y promueve la producción, reproducción y
aumento de la vida de sus miembros”. (Dussel, 2006, p. 24).

Aunque para Dussel la institucionalización es necesaria, pero no perfecta, en el


momento donde esta deje de cumplir con el principio de la reproducción de la vida,
esta debe ser transformada. Para que dicha institucionalización funcione debe
generar un consenso racional que pueda unificar las voluntades individuales. Es
por esto que se unifican las voluntades y se genera una participación simétrica
que permite generar acuerdos. Dussel llamará a esto voluntades consistentes.

El consenso debe ser un acuerdo de todos los participantes, como


sujetos, libres, autónomos, racionales, con igual capacidad de
intervención retórica, para que la solidez de La unión de las
voluntades tenga consistencia para resistir a los ataques y crear las
instituciones que le den permanencia y gobernabilidad. (Dussel,
2006, p. 25).

30
Esta nueva forma de ver el poder implica que debe establecerse desde el poder
obediencial; en consecuencia, se debe pensar la política como una vocación, esto
tendrá como consecuencia que la persona que participe de ella debe asumir la
misión de la política como un convocado. “El que manda es el representante que
debe cumplir una función de la potestas. Es elegido para ejercer delegadamente el
poder de la comunidad; debe hacerlo en función de las exigencias,
reivindicaciones, necesidades de la comunidad”. (Dussel, 2006, p. 36). Este
convocado debe asumir el papel de la representación de la comunidad, como un
delegado que estará ahí para hacer cumplir las exigencias de la comunidad que
está representando. Dussel llamará a este tipo de poder «mandar obedeciendo»
que es la premisa del movimiento zapatista.5

Cuando las instituciones, al igual que los representantes, se convierten en


opresores es cuando la comunidad política debe entrar en la acción, esto implica,
hacerse presente en el ejercicio del poder, para aquellos que su voluntad de vivir
fue suprimida por la voluntad de poder dominante: latinos, negritudes, indígenas,
mujeres, comunidad LGTBI y, en general, clases oprimidas, deben buscar siempre
un aumento cualitativo de la vida.

Las voluntades que fueron oprimidas deben buscar la reivindicación de su derecho


y su deber de vivir; además, siendo esta una demanda generalizada. “Es a partir
de la negatividad de las necesidades de alguna dimensión de la vida o de la
participación democrática que la lucha por el reconocimiento se transforma
frecuentemente en movilizaciones reivindicativas”. (Dussel, 2006, p. 87).

Aunque Dussel no tiene una estructura organizada de cómo funcionan los


movimientos sociales y la lucha hegemónica, para él esta unificación solo se da
cuando la clase dominante ha perdido el consenso y pasa a ejercer un poder
coercitivo. Para ello, las voluntades que han sido oprimidas tienen el poder de la
creación de lo nuevo, pues tienen la fuerza invencible de querer vivir que les fue

5
Movimiento social que hace su aparición en 1994, comienza con una lucha armada, pero continúo su lucha
de forma pacífica por la vía política. “Ha sido analizado como movimiento indígena, como movimiento
campesino y como movimiento democrático radical” (Haar, p. 1)

31
arrebatado. “Esa voluntad-de vivir contra todas las adversidades, el dolor y la
inminente muerte se transforman en una infinita fuente de creación de lo nuevo”.
(Dussel, 2006, p. 94).

Cuando las instituciones son opresoras y deben ser transformadas, deben ser
reemplazadas por algo que no haya sido opresor históricamente; las comunidades
deben intervenir en el campo político que van a transformar. A esto Dussel le
llamará “praxis de la liberación”. “Todo sujeto al transformarse en actor, más
cuando es un movimiento o pueblo en acción, es el motor, la fuerza, el poder que
hace historia. Cuando es una "actividad crítica práctica" la denominaremos praxis
de liberación”. (Dussel, 2006, p.112).

Aunque en esta praxis surjan muchos movimientos de reivindicación que puedan


incluso no formar una voluntad de vivir mayor y puedan generar confrontación,
estos movimientos reivindicatorios tendrán un objetivo en común que los
transformará en una única praxis liberadora. Dussel supone que estos
movimientos van construyendo un bloque contra la hegemonía opresora que
vendrá desde abajo cada vez con una mayor conciencia de sus exigencias y de su
finalidad; por esto mismo, la praxis de la liberación interrumpe en la historia y la
transforma.

Para Dussel, estas transformaciones deben generarse en diferentes niveles; para


comenzar, debe existir un utópico, lo que significa que, sin la esperanza de lograr
algo mejor no se puede realizar un movimiento liberador, esto quiere decir que,
siempre es necesario pensar que sí se logrará. “Son la condición de posibilidad de
todo el resto. Sin la esperanza de un futuro que hay que hacer posible no hay
praxis crítica liberadora. Es necesario imaginar creativamente que "¡Sí se puede!"
para cambiar las cosas”. (Dussel, 2006, p. 113). En segundo lugar, es necesario
que en la práctica política se busque un paradigma o un modelo de transformación
posible, debido a que cuando la política se corrompe es necesaria la
transformación de los paradigmas.

32
En tercer lugar, debe existir algo más concreto, un proyecto de transformación
factible que en el campo político sea crítico, que se establezca en torno los fines
de la liberación. De acuerdo con Dussel, este tercer paso debe ser dado por la
institucionalización de la praxis liberadora.

En cuarto lugar, el político debe tener claridad estratégica de la acción


transformadora. Según Dussel, los movimientos sociales deben tener líderes que
apliquen el poder obediencial que permitan el consenso recíproco por medio de la
premisa mandar obedeciendo; esto significa, que la organización y la toma de
decisiones deben ser de forma democrática con la participación simétrica de la
parte dominadora y de los excluidos. “Dussel propone el desarrollo del poder
obediencial, es decir, aquel que no se fetichiza como algo ex terno al pueblo que
le da origen, sino que se mantiene ligado al soberano que los instituyó como su
representante”. (Retamozo, 2007, p.112).

Aunque Dussel propone un estilo de democracia representativa en los


movimientos sociales, para él es claro que pueden surgir problemas en el proceso
de representante-representado. También vislumbra problemas en la democracia
directa comprendiendo que estas sociedades son ya a gran escala, y que es difícil
mantener una conciliación de voluntades; para él, la complementación entre
democracia representativa y participativa es la mejor opción.

La función representativa es el gobierno, es decir, la realización de


contenidos (momento material); la participación es propositiva (da a
conocer y exige el cumplimiento de las necesidades o demandas), y,
además, es fiscalizadora (vigila como un panóptico, castiga o
reconoce y premia los méritos) (momento formal de legitimación).
(Dussel, 2010, p. 563).

Por ello, para la democracia representativa con el principio de poder obendencial,


esta debe actualizarse cuando las reivindicaciones cambian o el poder como
representante corrompa y ya no siga la premisa de mandar obedeciendo. En
quinto lugar, es necesario que se lleve a cabo tácticas eficaces que permitan

33
generar las mediaciones, para que las teorías planteadas puedan ser praxis
transformadoras.

En último lugar, se deben generar medios apropiados para que se lleve a cabo lo
anteriormente mencionado. Dussel indica que estar en un movimiento de
reivindicación, sin importar cuál sea, conlleva a generar funciones diferenciadas,
donde cada miembro aprenda su papel fundamental e irremplazable para así crear
una unidad y un consenso. (Dussel, 2006, p. 116).

34
Conclusión

Cuando se piensa en la filosofía latinoamericana, inmediatamente nos remitimos a


un pensamiento crítico que fue formando después de la mitad del siglo XX en
América Latina, gracias al fortalecimiento intelectual de algunos pensadores que
evaluaron la situación que vivía el continente, envuelto en dictaduras y en
desigualdad social, aunque se crea que este pensamiento surgió a partir de allí,
este existía y venia forjándose sin ser reconocido.

El pensamiento latinoamericano tiene una característica que lo diferencia del


pensamiento tradicional y conocido en occidente, este parte desde la periferia y es
allí donde el pensamiento tiene algo que aportar: es una filosofía netamente
práctica, está pensada para que las personas que habitamos en las circunstancias
en las que están escritas podamos comprenderla y aplicarla.

Crear un pensamiento propio implica para el latinoamericano repensarse desde


sus propias categorías, pensadas desde su particularidad. A partir de estas se
puede pensar las categorías que cruzan toda la vida en sociedad: lo económico, lo
político, lo cultural, lo social, lo ético y lo ambiental. Esta es una de las
características interesantes en el pensamiento de Enrique Dussel que es el autor
que fundamenta esta monografía. Evaluar toda la formación política y social de
América Latina desde un foco critico teniendo en cuenta la formación de las
repúblicas, filtrando las categorías que se mantienen en el pensamiento colectivo
latinoamericano, donde se fundamenta pensamientos subdesarrollados que no
permiten salir de la periferia y de la forma de vida precaria de los habitantes más
afectados por este sometimiento.

A partir de la dominación ejercida por occidente, Dussel genera categorías


importantes que le permiten salir al latinoamericano y su filosofía de esa
dominación, sin darle la espalda al aporte cultural que occidente dejó en medio de
la colonización. Estos terminos permiten pensarse en todos los ámbitos de la vida
como latinoamericano.

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Este aporte marca una diferencia en el siguiente paso del pensamiento
dusseliano, su ética piensa filosófica e históricamente la formación y el contexto
del latinoamericano. Teniendo en ella la novedad que tienen los primeros
pensamientos de este filósofo y en su parte crítica, esto permite que al evaluar el
contexto, se evalúe la práctica individual y la implicación social de la misma, esto
genera que el alcance de su propuesta no solamente se encuentre el nivel teórico
o práctico, sino como lo denomina el mismo filósofo alcanza los tres criterios:
material, formal y de validez. El gran principio que genera este cambio ético es el
principio de la vida humana y su aumento cualitativo necesario.

Esta ética está pensada en la actualidad, bajo las circunstancias y los diferentes
campos. Responde a las necesidades, es un principio propositivo que permite y
genera la paz, el cuidado ambiental, mejores políticas que generen igualdad y
mejor calidad de para el ser humano.

La vida genera la universalidad necesaria para no caer en relativismos culturales o


teorías que no se inclinan a la praxis donde es necesaria la ampliación de la vida
sin tener distinción alguna. La vida al ser universal y al pertenecer a cada individuo
hace que esta misma intervenga en los niveles humanos. Dussel permite que este
principio vital esté presente en el desarrollo de la economía, florecimiento cultural,
manejo ambiental, pues todas estas interfieren en la evolución o precariedad de la
vida humana.

El principio ético es uno de los aportes más importantes que hace Dussel a la
filosofía en general. Pensar pro vida genera una originalidad que ya es propia de
la filosofía latinoamericana, salir de las categorías europeas para pensarnos y
postular visiones del mundo que puedan ser hegemonizantes, que pueda
responder a las necesidades más importantes de todo tipo de población que es la
vida, su reproducción y florecimiento.

La vida atraviesa cualquier ámbito del ser, al mismo tiempo, una particularidad y
una universalidad; por ello, Dussel atraviesa esas categorías partiendo de ese
principio. Lo que pretendo demostrar es que el principio vital también atraviesa la

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lucha social. Es importante repensar las luchas sociales, puesto que son pocos los
casos donde estas luchas en Latinoamérica logran sus objetivos iniciales.

Replantear la categoría de gobierno para el pueblo es importante, pues esta se ha


visto permeada por el populismo del siglo XXI, además de las dictaduras de
izquierda y de derecha de los últimos 60 años en Latinoamérica. Se piensa en
este concepto como una política para acceder al poder democrático o dictatorial y
mantenerse allí con promesas que perjudican el sostenimiento del país.

Repensar el gobierno del pueblo como una forma de política hegemónica que
responda a los intereses de la mayoría, donde esta sea una clase dirigente y no
dominante, permitirá que las necesidades más importantes sean cubiertas para la
reproducción de la vida. De esta manera, las luchas sociales toman importancia,
pues son las encargadas de generar alertas cuando el propósito principal de dicho
gobierno no se cumple, cuando ya no responde a las mayorías, sino que responde
a intereses singulares.

Lo importante de este replanteamiento es que las luchas sociales tendrán un fin


determinado desde sus orígenes: «seguir permitiendo la reproducción y el cuidado
de la vida en la generalidad sin importar sin tener distinción de razón o de clases
social, sino que toda vida debe ser cuidado, permite que la lucha social sea más
pura desde sus cimientos».

Que todos piensen y tengan por presupuestado que la lucha social no es para
beneficiarse, ni para beneficiar a una singularidad, permite que esta lucha social
trascienda. En la actualidad, donde Latinoamérica y el mundo se mantienen en
estados de polarización, de violencia extrema y de la dejación de la vida; donde es
más importante ganar guerras o el florecimiento de la economía, en donde este
principio vital y todo lo que deriva de él, es una voz de auxilio y una luz. Pensar la
vida como lo primero y la ética como la filosofía primera, que la vida sea el
pensamiento y la praxis principal, generaría cambios importantes. Es por ello que
esta filosofía tiene mucho que decir al mundo convulsionado en el que vivimos
hoy.

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