2 El Niño y El Adolescente

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EL NIÑO Y EL ADOLESCENTE

DOCENTE:
Psic. Soc. Irene Tozzola

3º año

TEORÍAS SOBRE EL DESARROLLO HUMANO


PSICOLOGÍA EVOLUTIVA

TEORÍA PSICOANALÍTICA (S. Freud 1856-1939):


Trata de elaborar un modelo de funcionamiento psicológico conciente, pero sostiene que
los principales determinantes son inconcientes, y se interesa fundamentalmente por
estudiar la motivación que origina la actividad, que es atribuida a una energía interna del
organismo (pulsiones) que puede canalizarse de distintas maneras. La libido constituye la
energía pulsional. El niño pasa por una serie de estadios relacionados con la forma en que
se establece la satisfacción de sus necesidades.
Las pulsiones se clasifican en pulsiones de autoconservación o del yo (conservación del
individuo), buscan la satisfacción de necesidades físicas sencillas en forma directa, como la
respiración, el hambre, el sueño, etc.). Y pulsiones sexuales (conservación de la especie), de
mayor importancia psicológica. Ello se debe a que pueden ser satisfechas en forma
indirecta, cambiando de objeto, de fin, o ser reprimidas para aparecer más tarde bajo
otras formas que aparentemente no tienen nada que ver con su origen, mediante
mecanismos como la sublimación o la represión.
A lo largo de su evolución el individuo pasa por una serie de etapas que están relacionadas
con el desarrollo de su sexualidad y están vinculadas a zonas corporales.
 Etapa oral, primer año de vida, placer relacionado con la boca, alimentación, chupar,
morder. El objeto de deseo es el pecho de la madre.
 Etapa anal, la zona erógena es el ano, eliminación o retención de las heces. Se relaciona
con el control de esfínteres, el niño puede atender las demandas de los padres o
resistirse a ellas.
 Etapa fálica, entre los tres y seis años, los genitales se convierten en zona erógena. El
niño descubre la diferencia entre varones y mujeres. Se produce el complejo de Edipo o
Electra, que termina cuando el niño se identifica con el progenitor de su mismo sexo.
 Latencia, la represión de los deseos sexuales que se producen hacia el progenitor del
sexo opuesto lleva a un período de latencia, durante la cual la sexualidad aparece
reprimida y oculta.
 Etapa genital, al finalizar la latencia, en la pubertad aparece la necesidad de buscar un
compañero del sexo opuesto con el que compartir el placer genital.

TEORÍA CONDUCTISTA (J. Watson 1878-1958):


Centra su interés en el estudio de la conducta manifiesta, en lo que el organismo hace. Se
preocupa sobre todo por estudiar como a partir de las conductas con que nace, que son
reflejos incondicionados, se van formando nuevas conductas por condicionamiento. Hay
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relaciones funcionales entre estímulos y respuestas. En ello consiste el aprendizaje, que es
el modo de formar nuevas conductas. Los mecanismos de aprendizaje son comunes a todos
los animales y a partir de conductas muy simples se forman conductas cada vez más
complejas por asociación entre ellas, igual en adultos que en niños. Por lo tanto el desarrollo
puede reducirse a un proceso cuantitativo de formación de conductas cada vez más
complejas, por lo que no existen estadios en el desarrollo.

LA PSICOLOGÍA DE LA GESTALT (M. Wertheimer 1880-1943):


Defiende que para conocer, el sujeto se sirve de estructuras que tienen una base física y
que se imponen por sus cualidades. La conducta está organizada en totalidades o
estructuras complejas y para los gestaltistas las unidades simples no son el punto de
partida sino el producto de la descomposición de unidades complejas. Esas totalidades o
Gestalten son comunes en todos los niveles de funcionamiento cognitivo por lo que no
existe propiamente una génesis ni estadios.

LA TEORÍA DE PIAGET (1896-1980):


Trata de explicar específicamente el proceso de desarrollo, referido principalmente a la
formación de conocimientos. El desarrollo es un proceso constructivo. Piaget considera que
desde el principio las conductas son complejas y en esto se aproxima a la teoría de la
gestalt, pero también considera que las formas complejas se van construyendo y por lo
tanto cambian a lo largo del desarrollo. El niño va pasando por una serie de estadios que se
caracterizan por la utilización de distintas estructuras. Para Piaget la psicología tiene que
explicar los mecanismos internos que permiten al sujeto organizar su acción.
Jean Piaget da las claves fundamentales de sus concepciones sobre el desarrollo de la
inteligencia: el desarrollo del psiquismo, al igual que el orgánico está marcado por una
marcha ascendente hacia el equilibrio, representado en su forma última, por la etapa
adulta.
El desarrollo es definido por Piaget como:
el pasaje de un estadio de menor equilibrio a otro más complejo y equilibrado
El equilibrio, en psicología, se caracteriza por la estabilidad (por la compensación) y la
actividad, que permite no sólo compensar, sino anticipar, las perturbaciones que puedan
sufrirse. Sobre la base de estas nociones preliminares, Piaget desarrolló una teoría de la
inteligencia a la que se corresponde, en estrecho paralelismo, el desarrollo de la
afectividad, la socialización, el juego y los valores morales.
Piaget ha dividido para su estudio el desarrollo de la inteligencia en estadios o períodos,
cada uno de los cuales supone un avance en relación con el anterior. Lo esencial de cada
construcción anterior permanece casi siempre en forma de subestructura sobre la cual se
alzarán los logros de las sucesivas fases del aprendizaje. Los actos interiores y exteriores,
tanto en niños como en adultos, Piaget los contempla producidos por la necesidad. Esta
necesidad es el indicador de que se ha producido un desequilibrio en el sistema, y éste no
volverá a restituirse hasta que la necesidad quede satisfecha. Un ejemplo inmediato y
sencillo es cuando tenemos sed; una vez satisfecha ésta, el equilibrio vuelve a establecerse.
Piaget agrega, que una vez que se ha restituido el equilibrio, éste tiende, con cada estadio
superior, a ser cada vez más estable, de tal manera que, con cada construcción nueva,

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puede irse avanzando en el camino de la madurez fisiológica y psicológica. Tratamos, dice
Piaget, de asimilar el mundo exterior a nuestras estructuras constituidas, y a reajustar o
acomodar estas a los objetos externos. El término adaptación es utilizado para indicar el
equilibrio de tales asimilaciones.
El desarrollo intelectual del sujeto desde le nacimiento hasta el final de la adolescencia
está dividido en estadios cada uno de los cuales se caracteriza por una estructura de
conjunto que puede expresarse en forma lógico-matemática. A lo largo de esos estadios el
sujeto va a pasar de poseer un simple repertorio de respuestas reflejas a convertirse en
un individuo adulto dentro de una sociedad. Los seis estadios que distingue Piaget pueden
agruparse en: el período sensorio motor, el período de las operaciones concretas y el
período de las operaciones formales.
La organización mental del adulto se produce en el desarrollo de un equilibrio que, de un
estado más precario, conduce a otro más duradero, más adecuado a la realidad.
LOS SEIS ESTADIOS DE LA INTELIGENCIA:
Los momentos que marcan la aparición de estructuras sucesivamente construidas son:
I. Estadio de los reflejos o montajes hereditarios, al que corresponden las primeras
tendencias intuitivas y las primeras emociones.
Hasta que el niño ha adquirido la capacidad de expresarse verbalmente, el desarrollo que se
produce es extraordinario. Al nacer, el bebé está dotado de una serie de reflejos, innatos
o hereditarios, que le ayudan a satisfacer sus necesidades primarias. Aún dentro de la
aparente rigidez de estas conductas iniciales, la ejercitación de las mismas da lugar a
sensibles progresos. El reflejo de succión (innato) se ejercitará no solo para poder
alimentarse, sino que, progresivamente a las dos semanas, aproximadamente) se empleará
en los dedos, más adelante, en cualquier cosa susceptible de ser “chupada”.
II. Estadio de los primeros hábitos motores o de las primeras percepciones organizadas, así
como de las primeros sentimientos diferenciados
Paralelamente a la aparición de nuevas conductas sensitivas y motoras, se inician nuevas
percepciones que darán lugar a una estructura más compleja. El niño sonríe, y reconoce a
ciertas personas (la madre, el padre), aunque todavía no como realidades externas a él.
Sobre los cuatro meses y medio empieza a tomar lo que ve. Es decir, la adquisición de
nuevos hábitos motores y nuevas percepciones amplían el horizonte infantil.
III. Estadio de la inteligencia sensorio-motriz o práctica (anterior al lenguaje), que se
corresponde a regulaciones afectivas elementales y las primeras fijaciones exteriores
de la afectividad (hasta los dos años).
En la tercera etapa se produce lo que Piaget denomina inteligencia sensorio-motriz.
Aparece mucho antes que el lenguaje, y en vez de palabras se sirve de esquemas de acción,
que tienen una finalidad eminentemente práctica. Cuando un niño tira de una manta para
llegar a un objeto que está depositado en ella, está demostrando poseer ya una conducta
inteligente. Cuando el niño lame, frota o sacude un objeto, lo está incorporando a sus
esquemas de acción. Este nuevo estadio supone, así mismo, un nuevo desarrollo de las
capacidades motrices del bebé (es capaz de controlar y coordinar, cada vez mejor, sus
movimientos).
Hasta este momento el niño no hace distinción entre su propio Yo y el mundo exterior. La
realidad es percibida en tanto le afecte directamente. Pero una vez que desaparece de su

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vista, se desvanece por completo de su conciencia; solo existe en función de su propia
subjetividad. Es lo que Piaget denomina con el nombre de egocentrismo inconciente. Sin
embargo las adquisiciones durante los dos primeros años de vida han sido muy
importantes: construcción de las categorías del objeto y del espacio, de la causalidad y del
tiempo. Todas ellas con categorías prácticas, no implican intervención del pensamiento.
IV. Estadio de la inteligencia intuitiva , de los sentimientos interindividuales espontáneos y de
las relaciones sociales de sumisión al adulto (de 2 a 7 años).
Se inicia con la adquisición del lenguaje que permite unir la acción a la palabra, y, en el
desarrollo posterior utilizarlo para reconstruir acciones pasadas y anticipar las futuras. El
desarrollo mental implica la posibilidad de relación con otros individuos y la interiorización
de la palabra (o aparición del pensamiento en sentido estricto).
Una primera etapa del pensamiento está basada en la mera incorporación o asimilación; es la que se
denomina etapa del pensamiento simbólico, caracterizada por la presencia de juegos de imitación
(muñecas, comiditas) o de carácter simbólico... “el juego simbólico no es un esfuerzo de sumisión del
sujeto a lo real, sino, por el contrario, una asimilación deformadora de lo real al Yo”.
Una etapa más avanzada la constituye el pensamiento intuitivo, en el que el niño no ha accedido
todavía al estado lógico, sino que se guía por la intuición. Así valorará la cantidad por el espacio que
éste ocupe, y no por criterios cuantificables. Entre esta forma de pensamiento intuitivo y la
anterior, hay una serie de importantes acontecimientos de los que cabría resaltar la etapa de los
¿por qué?. Con estos ¿por qués? (“¿por qué tomás el subte?”) el niño no nos interroga sobre la
finalidad. Esta preguntas presentan una significación indiferenciada, a mitad de camino entre la
finalidad y la causa.
V. Estadio de las operaciones intelectuales concretas (aparición de la lógica) y de los
sentimientos morales y sociales de cooperación (de 7 a 12 años).
Coincide con el inicio de la escolarización, y trae consigo cambios importantes de orden mental y
afectivo y social. El niño es capaz de una cierta cooperación con los demás, en la medida en que ya
distingue su propio punto de vista del de los demás. También está capacitado para reflexionar y
esto significa que tiene capacidad para discutir consigo mismo.
El pensamiento egocéntrico anterior cede su lugar al pensamiento lógico. Piaget define como
atomismo la forma de pensamiento infantil que se caracteriza porque el todo explica la composición
de las partes.
Si damos, a un niño de 7 años, dos bolitas de pasta para moldear de las mismas dimensiones y pesos,
y luego convertimos a una de ellas en una bola aplastada, una salchicha o en varios pedazos, el niño
concluirá que la cantidad de materia a variado, al igual que el peso y el volumen. Hacia los 7-8 años
admite la constancia de materia, pero cree en la variación de las otras magnitudes (volumen y peso).
Hacia los 9 años acepta la permanencia de la materia, pero no la del volumen. Por último, hacia los
11-12 años el niño distingue perfectamente entre materia peso y volumen. El pensamiento intuitivo
ha dejado lugar al pensamiento lógico, cuya propiedad esencial es la de ser reversible, que implica
la posibilidad de volver al punto de partida.
VI. Estadio de las operaciones mentales abstractas , de la formación de la personalidad y de
la inserción afectiva e intelectual en el mundo de los adultos.
Este estadio corresponde al momento en que hace eclosión la adolescencia, con los
fundamentales cambios que esta etapa lleva implícitos. El joven se caracteriza por su gran
capacidad de construir teorías abstractas. Y ello es debido a que, hacia los 11-12 años tiene
lugar una transformación fundamental: el paso del pensamiento concreto al pensamiento
abstracto. El pensamiento del niño tiene como motor exclusivo la realidad concreta, el

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adolescente elabora hipótesis de toda índole (filosóficas, estéticas, políticas) de
naturaleza no práctica. El pensamiento concreto, el de la segundo infancia, es la
representación de un acto posible; el pensamiento abstracto o formal es la representación
de acciones posibles pero utópicas. El pensamiento del joven es omnipotente, hasta que,
gradualmente, se produce un ajuste a la realidad.

La organización mental del adulto se produce en el desarrollo de un equilibrio que, de un


estadio más precario, conduce a otro más duradero, más adecuado a la realidad.
Según Piaget:
“el equilibrio se alcanza cuando la reflexión comprende que
la función que le corresponde no es la de contradecir,
sino la de anticiparse e interpretar la experiencia”.

LA TEORÍA DE VIGOTSKI (L. Vigotski 1896-1934):


Presenta similitudes con Piaget, pero el autor ruso se interesa principalmente por los
determinantes sociales del desarrollo, manteniendo que el desarrollo del individuo es
indisociable de la sociedad en la que vive, que le trasmite formas de conducta y de
organización del conocimiento que el sujeto tiene que interiorizar.
Vigotski sostiene que individuo y sociedad, o desarrollo individual y procesos sociales,
están íntimamente ligados y que la estructura del funcionamiento individual se deriva de y
refleja la estructura del funcionamiento social. En el desarrollo cultural del niño toda
función aparece dos veces: primero en un nivel social, entre personas (interpsicológica) y
más tarde en un nivel individual, en el interior del propio niño (intrapsicológica).

LA PSICOLOGÍA COGNITIVA
Surge como una reacción contra el conductismo, trata de estudiar los procesos internos que tienen
lugar en el sujeto. Éste es considerado como un “procesador” o elaborador de información que
construye representaciones internas del mundo y de su propia conducta. El sujeto elabora
información.

LA ADOLESCENCIA

En el período que podemos situar entre los doce y los quince años se producen cambios
profundos en los sujetos, tanto físicos como psicológicos y sociales. Es el período de la
pubertad y la adolescencia.
Desde el punto de vista físico, se observa una gran aceleración del crecimiento, pero
también cambios en la forma del cuerpo; desde el punto de vista psicológico una manera
diferente de abordar los problemas y de entender la realidad y la vida, que va unida a
capacidades intelectuales muy superiores y a un gusto por lo abstracto y por el
pensamiento; desde el punto de vista social el establecimiento de relaciones distintas con
el grupo de pares y con los adultos, la búsqueda de un lugar propio en la sociedad.

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Los cambios que se producen en la pubertad son tan rápidos e inesperados que obligan a
quienes lo experimentan a ajustes considerables que el medio social puede hacer más
fáciles o difíciles.
La pubertad es semejante en todas las culturas, mientras que la adolescencia es un período
de la vida más o menos largo que presenta variaciones en los diferentes medios sociales.
La adolescencia es un fenómeno psicológico que se ve determinado por la pubertad pero
varía de acuerdo al medio sociocultural.
La adolescencia es una edad especialmente dramática y tormentosa en la que se producen
innumerables tensiones, con inestabilidad, entusiasmo y pasión en la que el joven se
encuentra dividido entre tendencias opuestas. Supone un corte profundo con la infancia, es
como un nuevo nacimiento, nace el adulto.

LAS TEORÍAS DE LA ADOLESCENCIA:

1) TEORÍA PSICOANALÍTICA:
Ha sido elaborada por Anna Freud (1936) y otros autores como Erikson y Blos. Parte
del brote pulsional que se produce como resultado de la pubertad y que altera el equilibrio
psíquico logrado en la infancia, lo que puede provocar desajustes. Por una parte se produce
el despertar de la sexualidad que provoca la búsqueda de objetos amorosos fuera del
ámbito familiar, lo que lleva a un replanteamiento de los lazos con los padres, a un cambio
en la relaciones y oposición a las normas.
La adolescencia constituye un segundo proceso de individuación . En el primer proceso el
bebé aprende a andar y adquiere independencia física y confianza en sí mismo. En el
adolescente hay también una búsqueda de independencia que en este caso es más afectiva
y supone romper con los lazos afectivos de la dependencia.
Esa ruptura de vínculos produce regresiones en el comportamiento, por ejemplo la
vinculación con personajes famosos, como artistas o deportistas , que sería semejante a la
vinculación con el progenitor idealizado de la infancia.
Otro factor lo constituiría la fusión, ya sea con otra persona o con ideas abstractas,
como la belleza o ideales religiosos, políticos o filosóficos, que se da en los adolescentes y
que representa una seudoindependencia.
Una tercera manifestación de regresión es la ambivalencia , que se manifiesta en la
inestabilidad emocional en las relaciones, en la contradicciones en deseos o pensamientos,
en fluctuaciones en el estado de humor y comportamiento. La ambivalencia se vincula con el
inconformismo que facilita la ruptura con el medio familiar, la moda, la manera de vestir, la
música, etc, que adquirió como normales en la infancia.
En este período se construye la identidad, y la crisis de identidad asociada con ella.
La adolescencia se atribuye primordialmente a causas internas.

2) TEORÍA SOCIOLÓGICA:
La adolescencia es el resultado de tensiones y presiones que vienen de la sociedad. El
sujeto tiene que incorporar los valores y las creencias de la sociedad, es decir, terminar de
socializarse, al mismo tiempo que adoptar determinados papeles sociales. Esos papeles le

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son asignados al niño, mientras que el adolescente tiene mayores posibilidades de elección.
Al mismo tiempo los adultos tienen mayores exigencias y expectativas respecto a los
adolescentes, que pueden resultarles insostenibles. La adolescencia se atribuye
primordialmente a causas sociales exteriores.

3) TEORÍA PIAGETIANA:
En la adolescencia se producen importantes cambios en el pensamiento que van unidos a
modificaciones en la posición social. El carácter fundamental de la adolescencia es la
inserción en la sociedad de los adultos y por ello las características de la adolescencia
están muy en relación con la sociedad en la que se produce. El individuo se inserta en esa
sociedad, pero tiende a modificarla. Para ello elabora planes de vida, lo que consigue gracias
a que puede razonar no sólo sobre lo real, sino también sobre lo posible.
Las transformaciones afectivas y sociales van unidas indisolublemente a cambios en el
pensamiento.
La adolescencia se produce por una interacción entre factores sociales e individuales.

Alfredo Moffat:
“Se dice que una persona llega a adulta cuando se vuelve independiente y no “de-pende”
(cuelga de ) sus padres. Para lograr esto tiene que incorporar en sí las funciones maternas
y paternas que siempre estuvieron depositadas en sus padres. Aprendió a querer y a ser
querido (función madre) y a organizar la realidad, a crear estructuras (función padre), es
decir a trabajar. Estas dos funciones se cumplen en dos instituciones: la familia y la
profesión. Pero si esta incorporación por el yo de ambas funciones fracasa, la persona
necesita que otros se hagan cargo de quererlo (mirarlo) y organizarlo (limitarlo). Esta es la
persona dependiente que no aprendió a autopercibirse, necesita al terapeuta como “la
mirada que estructura”.

EL ADOLESCENTE Y EL MUNDO SOCIAL


El psicoanalista EriK Erikson (1950, 1968), es el que ha popularizado el concepto de
identidad y sobre todo la noción de “crisis de identidad”.
El desarrollo humano se puede dividir desde el nacimiento a la edad madura en estadios,
cada uno de los cuales supone superar una crisis. Pero es en la adolescencia cuando se
produce la crisis principal y hay que construir la identidad del yo, a la que se opone el
sentimiento de difusión de la identidad.
Los adolescentes tratan de sintetizar sus experiencias anteriores, y se apoyan en el
sentimiento de confianza o inseguridad que han adquirido en las distintas etapas de la
infancia, para alcanzar una identidad personal estable.
Para salir de la crisis, el adolescente debe sentir una continuidad progresiva entre aquello
que ha llegado a ser durante sus largos años de la infancia y lo que promete ser en el
futuro, entre lo que él piensa que es y lo que percibe que los demás ven en él y esperan de
él. La identidad incluye la suma de todas las identificaciones sucesivas de aquellos años
tempranos en los que el niño quería ser (y era con frecuencia obligado a ser) como la gente

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de la que dependía. La identidad enfrenta una crisis que ha de resolverse con
identificaciones con compañeros de la misma edad o figuras líderes fuera de la familia.
La sociedad en la cual trata de integrarse el adolescente tiene la función de guiar y limitar
las elecciones del individuo. Las sociedades primitivas realizan ceremonias de iniciación que
facilitan esa integración, mientras que en nuestras sociedades es una tarea menos dirigida,
y por ello más difícil.
La integración del adolescente a la sociedad daría la impresión de ser siempre muy
problemática, pero también es una etapa de mucha creatividad y llena de posibilidades y
proyectos para los jóvenes. En algunos casos se producen desajustes con consecuencias
duraderas en la vida posterior. Muchos problemas derivan de la distancia que existe entre
lo que el adolescente se siente capaz de hacer y lo que realmente puede hacer. A veces las
tensiones son muy fuertes y el joven necesita recurrir a medios externos para soportarlas,
como la bebida o las drogas.
Los adolescentes son tímidos al mismo tiempo atrevidos, y para relacionarse con los otros,
para superar esa timidez, recurren a la bebida. Es una imitación de los adultos, pero son
mucho menos capaces de controlarse y por su falta de experiencia conocen menos los
límites de hasta donde pueden llegar.
Todas las sociedades históricas han utilizado drogas pero su uso solía estar socialmente
bien regulado, es decir, se sabía en que situaciones y en qué cuantía se podían tomar. El
fenómeno preocupante de nuestro tiempo, es precisamente la pérdida de ese control social.

ABORDAJE

LA COMUNICACIÓN:
El ser humano se expresa a través de un lenguaje verbal articulado, provisto de sintaxis y
gramática, complejo y de múltiple significación. Y de otro lenguaje que corresponde al
bagaje más arcaico de la humanidad, con códigos comunicativos basados en gestos, miradas,
movimientos, tono de voz, que acompañan a la palabra y a veces, la reemplazan. Son el
lenguaje analógico y digital.
El ser humano, al nacer, utiliza el lenguaje arcaico, se expresa mediante movimientos,
llantos, gritos, gestos. Frente a él, la madre, desde su mundo parlante, necesita poner
palabras a las expresiones no verbales de su hijo.
La madre, como portavoz social decodifica las expresiones del niño y les pone palabra,
ejerciendo de este modo una violencia de interpretación “primaria”, indispensable para la
constitución del psiquismo humano. Sin embargo, no se trataría sólo de una decodificación
sino también de una codificación dado que la palabra materna es también anticipatoria.
Las sensaciones que experimenta el bebé exceden en mucho lo que la madre pueda poner en
palabras. Así es que la madre va tomar y poner en código sólo una parte de estas
sensaciones del niño y, al tomarlas, las autoriza y legaliza.
La madre pone palabras para calmar la ansiedad que le producen las múltiples
manifestaciones expresivas de su bebé que no logra entender. La adjudicación de la
palabra le brinda la ilusión de entender y logra el efecto opuesto: no es ella la que entiende

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las expresiones de su hijo sino que es éste quien aprende a expresarse de modo que su
madre pueda entenderlo. En esta tarea se juega la vida ya que de ella depende que sus
necesidades puedan ser satisfechas.
Se trata de un arduo trabajo común madre-hijo de codificación/decodificación mutua.
Si dicha tarea resulta exitosa, se habrá establecido una comunicación fructífera y el niño
podrá contar con un código adecuado, no sólo para establecer vínculos con los demás sino
primero para conformar su propio pensamiento. Es así, que si se produce una falla en la
constitución del código, también estará “ fallado” el sistema de pensar.
Dado que la madre toma sólo parte del caudal expresivo de su hijo para codificarlo,
autorizándolo y legalizándolo, siempre queda un resto descartado, no codificado. Tal vez
sería más acertado decir que lo codificado será apenas como la punta de un iceberg en
relación a lo que permanecerá “sumergido”, es decir, sin código.
Puede decirse que esto sumergido es lo que queda “a-dicto”, no dicho en el psiquismo. Y
efectivamente, la problemática de adicciones remite a la falta de código que se vehiculiza
a través de objetos exteriores que, de un modo u otro, van a ser incorporados a modo de
“alimento”.
Janine Puget dice:
“Hay cierta percepciones o ideas alojadas en el aparato psíquico que sólo podrán
adquirir una significación y ser transformadas en pensamiento cuando lo permita el
contexto. Ocupan un lugar en la memoria. Están a la espera de un cuerpo o de un objeto
dador de significación, un análisis capaz de transformar en decible o hablable los
contenidos de esa zona. ... Existe una memoria ligada al cuerpo inconciente, en la cual se
inscriben todos los acontecimientos de la vida sobre los cuales se construyen los vínculos.
Esta memoria se apuntala sobre el cuerpo.”
Sólo en el vínculo con un otro cualificado es posible tornar decible aquello que no lo es.
Por otra parte, a partir de la adquisición del lenguaje, el niño va a ser desautorizado y
desalentado para utilizar los medios expresivos previos, no lingüísticos. Es así que este
recurso va a ser paulatinamente olvidado a partir de la falta de legalización social. Con un
código verbal imperfecto y uno no-verbal perdido, pareciera no existir solución para las
dificultades de puesta en código que no implique un camino arduo y extenso de
reconstrucción codificante.

TÉCNICAS EXPRESIVAS
Muchas veces olvidamos que tenemos cinco sentidos y no solamente vista y oído (utilizados
en el lenguaje verbal oral y escrito) y que todos esos sentidos tienen posibilidades de
expresar y de percibir lo expresado por otros. Si embargo los sentidos restantes con
dejados de lado con frecuencia, lo que no tiene nada de casual. Obedece a una suerte de
sinonimia, instalada a partir de la inscripción de la palabra en el psiquismo, entre expresión
y lenguaje verbal. Y esta supuesta sinonimia es establecida socialmente como mecanismo de
represión/control.
La vista y el oído son los sentidos que funcionan “a distancia” en tanto que los otros
requieren contacto o al menos proximidad.

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Cuando se acorta la distancia y se entra en el espacio íntimo, donde entran a actuar los
otros sentidos, resulta mucho más difícil sostener los controles sociales. Comienzan a jugar
su papel las emociones, los sentimientos, las pasiones.
Tanto o más de lo que se desalienta el uso de los sentidos que actúan en proximidad, se
bloquean los movimientos, que son los que inscriben y reactivan la memoria corporal. Cuanto
más se inhiben los movimientos, menos acceso tenemos a la memoria corporal y mayor
número de vivencias quedan excluidas de la historia personal.
Jaime Rojas Bermúdez dice:
“...Basta adoptar una actitud postural cualquiera para que su imagen significativa aparezca
en nuestra conciencia.”
Los “iniciadores físicos” no son otra cosa que movimientos que preparan para la acción,
ponen en marcha el pensamiento, reavivan los recuerdos inscriptos en la memoria corporal.
Todas las situaciones que en la vida cotidiana encarcelan nuestros cuerpos, impiden nuestra
ex-presión (salida de presión/prisión).
Las técnicas expresivas serán las patrullas encargadas de rescatar, con escaleras, sogas y
todo otro tipo de recurso, las vivencias que han quedado atrapadas sin posibilidad de código
para expresarse. Son recursos que permiten acceder a los otros ámbitos del lenguaje
expresivo.
Ex-presión equivale a salir del apresamiento, salir de la prisión alcanzar la libertad, liberar.
El arte, en sus múltiples manifestaciones, tendrá a su cargo la tarea de ex-presión.
Las técnicas expresivas aplicadas en el ámbito de la salud tienen como objetivo el
enriquecimiento personal, el desarrollo de la creatividad, el rescate de todo el caudal
vivencial desconocido, que todo ser humano posee, la prevención y las posibilidades de
pensamientos que, de otro modo, quedarían bloqueados.
También se transforman en herramientas indispensables para prevención, curación,
recuperación y rehabilitación.
Entre las técnicas expresivas podemos enumerar el teatro espontáneo, dramatizaciones,
modelado con diversos materiales, plástica, dibujo, títeres, mimos, expresión corporal,
juegos psicodramáticos, canto, talleres literarios, y la cantidad de recursos como la
creatividad del operador lo permita.

BIBLIOGRAFÍA

Juan Delval, “El desarrollo humano”, Siglo Veintiuno Editores

Arnold Gesell, “El adolescente de diez a dieciseis años”, Ed. Paidos

Emilio Mira y Lopez, “Psicología evolutiva del niño y el adolescente”, Ed El Ateneo”

Francoise Dolto, “La causa de los adolescentes”, Ed, Seis Barral

Eduardo Pavlovsky, “Adolescencia y mito”, Ediciones Búsqueda

Marta Fernández, “Títeres en la clínica”, Ed. Eudeba

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