003 Persona Humana

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003.

DIGNIDAD Y MISTERIO DE LA PERSONA

1. La noción de persona a través de la historia

La filosofía a lo largo de la historia ha tenido en cuenta la comprensión del


ser humano; ofreciendo diversas concepciones, que reflejan el ambiente
cultural de cada época. En ellas el hombre ocupa un lugar privilegiado en la
reflexión1.

“Los griegos intuyeron confusamente la singularidad del hombre y le


atribuyeron un opuesto axial en el concierto cósmico… pues basaron al
hombre en la naturaleza. Al mismo tiempo lo presentan como copia de la
razón universal”2.

Aunque Sócrates, Platón y Aristóteles comprendieron la superioridad del


hombre sobre el cosmos, atribuyéndole cualidades como amor, libertad,
responsabilidad… no lograron sistematizar una doctrina de persona 3. Estos
filósofos se inclinaron más por lo universal sacrificando lo singular, por tanto
ni el “logos” de Heráclito, ni el “ser” de Parménides, ni el “bien” de Platón…
pueden considerarse persona. En la universalidad que nos presentan estos
filósofos el hombre no tiene razón de sí mismo y por sí mismo4.

Desde la etimología del término (persona), “procede del latín Personare y,


del griego Prosopón”5. Estas palabras están influenciadas por dos tradiciones
culturales diversas: Esta primera tradición se remonta al teatro griego y
romano. “Prosopón, significa “lo que se pone delante de los ojos” y hacía
referencia a la máscara que se usaba en el teatro por los actores; esto los
identificaba como interpretes de determinado rol.

Personare significa “sonar a través de, resonar”; pero se aplicaba también a


las máscaras de los actores ya que su voz resonaba a través de ella 6. Este
1
Cf. AMENGUAL, G., Antropología filosófica, 5.
2
LUCAS, J., Las dimensiones del hombre,166 - 167.
3
“Aristóteles define la unidad sustancial del hombre y lo concibe como centro que unifica
todos los grados del ser, no consigue, sin embargo, superar la visión dicotómica de Platón y
lo reduce a un elemento cognoscitivo” (Ibídem, 167).
4
Cf. Ibídem, 167.
5
BURGOS, J., Antropología: una guía para la existencia, 26.
6
Cf. Ibídem, 27.

1
último significado se hizo común y, persona llego a ser vista como la máscara
que utilizaba el actor para el teatro; pero con el paso del tiempo, se llegó a
denominar al actor en cuanto tal, como persona.

La segunda tradición, se encuentra en el derecho romano y procede de otra


concepción de persona, entendida como per se sonans; es decir, “como quien
habla por sí mismo y tiene voz propia”7. Pero solo se les nombraba así, a los
hombres que tenían cierto status social ya que procedían de la nobleza, por lo
que los esclavos, las mujeres o los que no eran nobles no eran considerados
como personas8.

La famosa frase del oráculo de Delfos “Conócete a ti mismo”, puede llegar


a ser considerada como la primera gran revolución de la persona. Sin
embargo, no logra ir más allá, podríamos decir que en occidente la “persona”
no pasa de un estado embrionario, pues lo principal es la polis, la familia no la
persona que está en ellas.

En Platón encontramos una reducción del alma individual a una simple


participación de la naturaleza y de la misma polis; y junto son Sócrates hablan
de la inmortalidad del alma como hipótesis. En Aristóteles, aun cuando ya
aparece lo individual como lo real, es debido a su “dios”, la causa encausada,
carece de amor y un amor electivo por lo que no se va más allá en cuanto al
ser humano como persona9.

La filosofía cristiana, tenía como base el rechazo de cualquier


discriminación de orden social y humano, lo que suponía una revolución a un
cambio de paradigma para el mundo antiguo10; por esto, asumiendo la
definición griega, le quitan el significado de máscara y le llaman “hipóstasis”;
es decir “la sustancia que permanece por debajo de todo cambio, lo que
aparece particularmente en la conciencia y sus estados" 11. Con esta definición
el individuo humano adquiere un significado especial en el marco de la
creación donde se resalta su dignidad y singularidad por ser creado a imagen y
semejanza de Dios. “La autoidentificación, el autodominio y la

7
Cf. Ibídem, 27.
8
Cf. Ibídem, 27.
9
Cf. MOUNIER, E., El personalismo, 25 – 33.
10
Cf. Ibídem, 28.
11
VELEZ, J., El hombre un enigma, 279.

2
intransferibilidad son las notas características de la personalidad humana…
Con el término persona se designa una forma especial de ser y de existir. Un
ser que por razón de su estructura se relaciona con lo que no es él (mundo,
hombre y Dios) manteniendo su mismidad e intransferibilidad”12. Además,
tiene pleno dominio de sí y de sus actos.

El concepto de persona nace en un contexto filosófico - teológico, ya que se


dio en el concilio de Nicea (325), en el cual se debatieron algunos temas como
la trinidad, mostrando que Jesucristo tenía dos naturalezas: una divina y otra
humana, pero una sola persona13.

Este concepto de persona, se ve reflejado en Boecio, para quien significa:


“rationalis naturæ individua substancia”14 (sustancia individual de naturaleza
racional). Esta definición es recogida por Santo Tomas, quien la define como
“subsistens in rationali natura, subsistente individual de naturaleza racional” 15.
En definitiva, el ser humano es persona porque posee una naturaleza racional,
y, además, subsiste individualmente16.

Por otra parte, el cristianismo critica en seis aspectos las ambigüedades o


“escándalos”17, que tienen los griegos: 1- Afirmar la multiplicidad como
absoluto, la creación “ex nihilo” y el destino eterno de cada persona. Una
existencia por amor y la multiplicación indefinida de ese amor. 2- Unidad del
hombre, unidad que supera la multiplicidad, pues se arraiga en lo absoluto. 3-
Un Dios personal, que “dio su persona” 18 proponiendo una relación íntima,
dándole libertad y generosidad. 4- la existencia misma del hombre como
recinto inviolable, con Dios como el único acceso. 5- la libertad del hombre
para vivir su existencia (adiós al destino). 6- La encarnación afirma la unidad
cielo – tierra, impidiendo la separación del hombre con el mundo u los otros
hombres.

Todo esto, genera un gran conflicto entre la antigüedad y el medio evo. Con
San Agustín tenemos que la persona es creación, una creación que posee
12
LUCAS, J., Las dimensiones del hombre, 169-170.
13
Cf. BURGOS, J., Antropología, 29.
14
Cf. GEVAERT, J., El problema del hombre, 59.
15
LUCAS, R., El hombre espíritu encarnado, 265.
16
Cf. BURGOS, J., Antropología, 30 - 32.
17
Cf. MOUNIER, E., El personalismo, 26.
18
Ibídem, 27.

3
voluntad, libertad y amor. Además es una unión de cuerpo y alma, donde el
alma actúa sobre el cuerpo, no como la veían los antiguos como “prisión –
prisionero”.

Santo Tomas, para el tanto cuerpo como alma son principios internos
constitutivos del hombre. Esta cosmovisión ubica al ser humano como el
centro del cosmos, además de verlo como un microcosmos.19

“A partir del Renacimiento, con los cambios que se dan en la concepción


del mundo, queda establecida una forma de sociedad en la que prevalece el
egocentrismo… donde el hombre se retrae en sí mismo en busca del regocijo
que no encuentra en la cosas… Por tanto, Descartes identifica a la persona con
la autoconciencia o sujeto que piensa su pensar” 20. De ahí se ve reflejada su
gran expresión: “Pienso, luego existo”. Gracias a esto, Descartes logra la
ruptura del curso interminable de la idea y se afirma la existencia con
autoridad21.

En la modernidad, surge la primacía del sujeto pensante sobre aquello sobre


lo que piensa, esto se lo debemos a Descartes. Esto hace que el hombre se
convierta en el centro del orden objetivo, lo que genera una radical separación
entre cuerpo (res extensa) y alma (res cogita).

Esta radical separación da paso al racionalismo, con su extremo “el


idealismo”, y al empirismo, con su extremo “el materialismo”. Con Kant
vemos el intento de una reconciliación entre ambos, cosa que logra no
totalmente, pero abre paso al “yo absoluto” en Fichte, gracias al sujeto
trascendental, y a un Espíritu infinito, en Hegel, gracias al “yo finito”22.

En la filosofía contemporánea, existe una dicotomía entre la noción


escolástica, que consideraba la persona como sustancia, y la moderna, que
describe la persona como un sujeto. También, influyó la situación social, de la
época en la cual se presentaron bastantes luchas entre ideologías. Es el caso de
movimientos como: el colectivismo, que daba más importancia al organismo

19
Cf. VELEZ, J., El hombre un enigma, 22.
20
LUCAS, J., Las dimensiones del hombre, 172.
21
Cf. MOUNIER, E., El personalismo, 29.
22
Cf. CORETH, E., ¿Qué es el hombre?, 60.

4
dejando a un lado al sujeto, y el individualismo que exaltó al individuo en
contraposición a la sociedad23.

Indudablemente se debe hacer alusión a Hegel, pues el sigue siendo el


“arquitecto imponente y monstruoso del imperialismo de la idea impersonal” 24
a quien reaccionan diferentes escuelas generando así la contemporaneidad, por
decirlo de alguna manera. Mediante Hegel, se percibe una disolución de todo
ente, de todo ser en el Espíritu absoluto. Aquí no podemos pasar por alto el
influjo de Malebranche, Main de Brian (padre del personalismo francés) y
Kierkegaard.25 Sin embargo, no se puede negar el gran influjo de Kant y su
giro copernicano, gracias al cual surgen doctrinas empírico prácticas sobre el
hombre con base a una experiencia vital: 1- Materialismo, 2- Evolucionismo,
3- Existencialismo, 4 – Personalismo. Recordemos la concepción de hombre
en estas corrientes filosóficas.

1 – Materialismo: Aquí, el hombre es solo materia mejor organizada, atada


a las leyes de los seres naturales. Esto inicia con el empirismo inglés, y una
mirada mecanicista, desarrollándose aún más con el positivismo de Comte y
su visión del progreso humano (1 – Infantil – religioso, 2 – Adolescente –
filosófico, 3 – Madura – positiva).

2 – Evolucionismo: Adaptación de las especies al ambiente o por selección


natural. Heckel toma esta teoría, y con ella explica todo, hasta lo psíquico y
religioso. Contra esto Nietzsche habla más de una “voluntad de poder”. Marx
y Engels, mediante el materialismo dialectico, ven la evolución humana, y
también diversos campos, mediante 3 leyes: 1 – Dialéctica de contrarios, 2 –
Cambio cuantitativo que trae el salto cualitativo (aumento de moléculas trae la
vida, aumento de cerebro trae la inteligencia) 3 – Progreso indefinido.
Termina la corriente evolucionista con la tesis antimaterialista de Bergson
al ver la realidad como “pura duración o fluir” 26, que al ser captada por la
realidad la conciencia se manifiesta como un impulso vital. Llevándolo desde
al encerrado animal segura, al hombre inseguramente abierto, quien a su vez
llega al “homo faber” el ser de la técnica y culmina en el “homo sapiens”
quien se manifiesta moral y religiosamente, progresando mediante el amor.

23
Cf. BURGOS, J., Antropología, 34 - 35.
24
MOUNIER, E., El personalismo, 29.
25
Cf. Ibídem, 29.
26
VELEZ, J., El hombre un enigma, 23.

5
3 – Existencialismo: Se anticipó Pascal, quien se opone al pensamiento de
Descartes, mostrando que “el corazón” (intuición instintiva, sentimiento y
delicadeza del espíritu) capta lo profundo del hombre, como contradicción,
enigma o paradoja. Planteamiento que toma Kierkegaard, quien muestra que el
sentido de la vida está en el ser concreto, consciente de sí mismo por la
angustia, tema que acompaña todo su pensamiento. En esta misma línea y con
influjo de Nietzsche, aparecen también: Unamuno, Jasper, Heidegger (quien
mediante la ontología, encuentra en su análisis existencial, que solo el hombre
entiende al ser y su sentido), Sartre y Marcel.

4 – Personalismo: La persona es un “ser en el mundo”, idea que le ayuda a


comprenderse, como ser concreto e histórico. La comprensión hombre –
mundo, ya no es una relación sujeto – objeto, sino en una unidad dialéctica,
donde el hombre humaniza el mundo y el mundo humaniza al hombre. “La
persona es singular e irrepetible, libre y responsable; se relaciona con otros, lo
que se llama intersubjetividad del yo con el tú” 27, convirtiéndose en un
nosotros; también nos volvemos historia, pues desde ella el hombre se
entiende a sí mismo.28

Las dos guerras mundiales, que atentaron contra muchas personas


inocentes, llevaron al replanteamiento y recuperación de la noción y la
realidad de persona. Esto se realizó a través de tres vías. La fundamental es el
personalismo, que surgió de la mano de Mounier partiendo de la necesidad de
reenlazar el concepto de persona como remedio filosófico frente a las luchas
ideológicas y la necesidad de una nueva antropología, donde se asumieran los
aportes de la modernidad como: la libertad, ser sujeto, la dinamicidad29.

Así se llega a la siguiente definición de persona: “la persona es un ser digno


en sí mismo, pero necesita entregarse a los demás para lograr su perfección, es
dinámico y activo, capaz de transformar el mundo y de alcanzar la verdad, es
espiritual y corporal, poseedor de una libertad que le permite
autodeterminarse y autoperfeccionarse, ante esto, el hombre puede decidir en
parte no solo su futuro, sino su modo de ser…”30. Las otras dos vías se refieren

27
Ibídem, 27.
28
Cf. Ibídem, 23 - 27
29
Cf. BURGOS, J., Antropología, 35 – 36.
30
Ibídem, 36 – 37.

6
a la neoescolástica, las filosofías renacentistas más clásicas y la
fenomenología que buscan llegar a las cosas mismas y conocer al ser humano
como tal31.

2. ¿Qué significa ser persona?

Partamos del siguiente texto de Mounier: “puesto que la persona no es un


objeto que se pueda distanciar y mirar, sino un centro de reorientación del
universo objetivo, nos falta hacer girar el análisis en torno al universo
edificado por ella…”32.

La persona es el hombre total en cuanto supera su fragmentariedad objetiva


y no queda sometido a nada ni a nadie. Su autoposesión y dominio excluyen
cualquier pretensión de pertenencia ajena. Es propiedad suya, lo afirma Zubiri:
es “suidad”, que se traduce en “mismidad”, “autopertenencia” e “insistencia”.
Es el individuo racional de Boecio, el supuesto “subsistente” de la escolástica,
el sujeto “ético” de Kant, el núcleo de espiritualidad de Scheler, lo mismo que
el centro de relaciones de Buber y Mounier33. Sin embargo no es posible
definir la persona en cuanto tal; los conceptos que se dan son simples
aproximaciones sucesivas34.

Podemos encontrar cinco notas características que pueden definir la


persona: 1. La intimidad, interioridad, un grado de inmanencia, un lugar donde
brotan las realidades inéditas. Un lugar donde se desarrolla la capacidad
creativa. 2. Manifestación de la intimidad, la persona es un ente que se
manifiesta, que muestra aquello de su intimidad. 3. Libertad, pues aun cuando
el hombre se manifiesta es el mismo quien decide hacerlo o no hacerlo, pues
él es dueño de sus actos y principio de ellos. 4. Dar, solo las personas son
capaces de dar, pero para ello necesitan otro, de alguien que acepte aquello
que dan. El dar se liga fuertemente al aceptar, no hay el uno sin el otro. 5.
Dialogo con otra intimidad: Yo doy, tú recibes, yo hablo, tus escuchas. Una
persona sola no puede manifestarse. El hombre no puede pasar sin
manifestarse35.

31
Cf. Ibídem, 37.
32
MOUNIER, E., El personalismo, 33.
33
Cf. LUCAS, J., Las dimensiones del hombre, 175.
34
Cf. BURGOS, J., Antropología, 39.
35
YEPES, R., Fundamentos de antropología, 76.

7
Según se acepte la cuestión de si el hombre es un ser individual hacia el
mundo, o un ser en comunión, el camino antropológico se tronara diferente,
dando variables e interesantes definiciones del hombre36.

2.1 Concepto Ontológico

El mérito de haber preparado la primera definición adecuada de persona en


perspectiva ontológica se debe a Boecio. Él la define así: “persona est
rationalis naturæ individua substantia”37. Pretende señalar al hombre
concreto, sugiriendo que su singularidad le merece el nombre de persona;
además se caracteriza por su racionalidad 38. Se pueden ver algunas
características que enriquecen este concepto ontológico:

El carácter único del sujeto. Esto indica que la persona no es algo, sino
alguien, tampoco se puede ver y reducir al ser humano como individuo de una
especie. Al afirmar que todo ser humano es persona queremos subrayar, por
encima de todas las diferencias individuales o categoríales, que cada uno es un
ser singular, inconfundible e insustituible, un sujeto único, por lo que hay que
encontrarse con él para descubrirlo39.

La unicidad se revela en la comunión interpersonal. Es el ser que interpela


y al que debo responder40. Es por excelencia el ser de la palabra y del amor,
los cuales permiten que haya una intersubjetividad y comunicación con los
demás. La palabra se puede ver como interpelación e invocación, y el amor
como respuesta y correspondencia41.

Las dos características anteriores se viven como interioridad. Por mucho


que la persona se comunique y se abra sigue siendo otro, igual que yo soy
“otro” para él. Por eso “la alteridad consiste en ser un individuo que vive una
vida por sí mismo; y es en este sentido en que el término persona o yo, indica

36
Cf. GEVAERT, J., El problema del hombre, 31.
37
Cf. MONDIN, B., Antropología Filosófica, 267.
38
Cf. GEVAERT, J., El problema del hombre, 59-60.
39
Cf. Ibídem, 60.
40
Cf. Ibídem, 60.
41
Cf. LUCAS, J., El hombre ¿Quién es?, 72.

8
el centro de la individualidad propia de donde parten todas las iniciativas y al
que remiten todas las experiencias”42.

La persona tiene también un carácter sagrado o metafísico. Se debe ver la


vida como un don y reconocerse criatura; en este sentido la realidad de la
persona es trascendente, por excelencia, de ahí su carácter único y sagrado.
Esto se manifiesta en cuanto que no puedo disponer de ella, ni utilizarla como
medio para conseguir otros objetivos43.

Una simplificación en la definición de Boecio fue introducida por Santo


Tomás, en cuanto definió la persona “subsistens rationale” (un subsistente
racional). En el término subsistente Santo Tomás incluye aquello que Boecio
había expresado con los términos de “individuo, naturaleza y sustancia” 44.
Aunque esta definición presenta dos límites: el primero de ellos es la
caracterización del hombre como sustancia y la otra es la falta de una mención
expresa a características esenciales de la persona como la libertad… Aunque
cabe recalcar que su definición es incompleta porque la tradición en que se
forjó, no había desarrollado algunos elementos que luego fueron incorporados
en la modernidad45.

Según Santo Tomás entre persona y naturaleza hay distinción como entre el
todo y la parte; la persona es el hombre singular y concreto, en toda su
unicidad e irrepetibilidad, mientras la naturaleza humana es solamente parte
de ella, también es parte fundamental y sustancial. La persona como totalidad
del ser singular abarca: la materia, la forma sustancial, las formas accidentales
y el acto de ser. El acto de ser es la perfección máxima y es esto lo que le
otorga la actualidad a la sustancia y a todas sus determinaciones. El acto de ser
otorga a la persona la propiedad de la incomunicabilidad, gracias a tal acto se
hace completa en sí misma, ontológicamente cerrada.

La persona, goza de triple incomunicabilidad: el individuo personal no


puede comunicarse con otras cosas como parte, ya que existe como un todo
completo; no puede comunicarse como el universal, se comunica como el
singular, por cuanto es subsistente; no puede comunicarse como una cosa

42
GEVAERT, J., El problema del hombre, 61.
43
Cf. Ibídem, 62.
44
Cf. Ibídem, 268.
45
Cf. BURGOS, J., Antropología, 40.

9
asumible, porque esto que es asumible pasa a la personalidad del que asume y
ya no tiene una personalidad propia46.

En el siglo XX, se destacan especialmente: Maritain y Guardini. Para el


autor francés la persona se contrapone al concepto de individuo; ella está
ligada al alma e indica apertura. El individuo está ligado al cuerpo e indica
clausura, encerramiento. Esta contraposición no está en la línea de Santo
Tomás, porque para éste la persona tiene como complemento “actus essendi”
(acto de ser) y no el alma, por eso cuando se le considera en clave ontológica
la persona tiene como fundamento el acto de ser y no el alma, pero si el
discurso se desplaza al plano dialógico, se debe admitir que la razón primera
de la apertura y de la comunicación es el alma; sin embargo, no se puede
olvidar que el alma transmite la apertura y la comunicación al cuerpo 47.
Guardini, expresa el significado de persona desde la unicidad y la interioridad
de la vida, el saber, el querer... Todo ello no es todavía persona, porque ella
significa que el hombre está en todo eso, significa el hecho de poder y deber
subsistir en sí mismo48.

2.2 Concepto psicológico

Con la problemática planteada en el racionalismo, donde los problemas


metafísicos pasaron a un segundo plano y se da prioridad a la posibilidad del
conocimiento; Descartes no define la persona en relación con la autonomía
del ser, sino en relación con la autoconciencia; el hombre tiene una garantía de
ser él mismo, de existir efectivamente, de no ser un puro sueño, de ser una
auténtica realidad, porque se piensa a sí mismo; la unicidad de la persona
viene dada por el testimonio del “pienso luego existo”. Teniendo en cuenta
estos argumentos se le pueden considerar a Descartes tres cosas: En primer
lugar, el conocimiento es intelectivo, la razón es un requisito esencial de la
persona. Segundo, la autoconciencia es un distintivo del hombre. Tercero, se
puede ofrecer una definición de la persona en clave psicológica.

Al transformar la persona de hecho ontológico en hecho psicológico,


Descartes ha abierto de par en par las puertas a toda una serie de graves
reducciones y exageraciones del concepto persona. Las reducciones mayores
46
Cf. MONDIN, B., Antropología Filosófica, 268-269.
47
Cf. Ibídem, 269-270.
48
Cf. Ibídem, 271.

10
son las de Hume, Freud y Watson y las exageraciones son las de Fichte, Hegel
y Nietzsche49.

2.3 Concepto dialógico

La disolución del concepto persona en el plano filosófico ha traído como


consecuencias en la sociedad hechos que desvalorizan la integridad de las
personas como son: las guerras, las discriminaciones, las múltiples
manipulaciones... Ante esta situación muchos filósofos han visto la necesidad
de volver a la reflexión del término para así rescatar el valor y la dignidad del
hombre, colocándose en un plano dialógico antes que ontológico o
psicológico. Entre los representantes de este concepto están Mounier, Ricoeur,
Scheler, Buber, Guardini... De estos autores los más representativos son:
Buber y Mounier50.

A Buber corresponde el mérito de haber otorgado mayor rigor al concepto


dialógico de persona, lo ha hecho contraponiendo la relación que el hombre
tiene con las cosas (yo-ello), a la relación que establece con los otros (yo-tú).
Mientras la primera asume el carácter de posesión, la segunda lo hace de
diálogo. En la relación yo-ello los aspectos más importantes son: la
experimentación, objetividad, la utilización, el arbitrio o capricho; en cambio
en la relación yo-tú es el encuentro, la presencia, el amor, la libertad y el ser.
En la estructura yo-ello el hombre vive a espaldas de las cosas, las altera, las
usa, las posee, las manda y las manipula. Es verdaderamente persona el que se
interesa por el otro, de tal manera que yo comprenda y respete completamente
su yo: “mi yo se origina en la relación con el tú: cuando yo llego a ser yo
entonces digo tú”51.

Mounier plantea la verdadera supremacía de la persona y su conocimiento


cuando afirma: “la persona no es el objeto más maravilloso del mundo, un
objeto que conoceríamos desde fuera como los demás. Ella es la única
realidad que conocemos y que al mismo tiempo hacemos desde el interior…
ella es una actividad vivida de autocreación, de comunicación y de adhesión,
que se aprehende y se conoce en su acto”52.
49
Cf. Ibídem, 271-273.
50
Cf. Ibídem, 273-274.
51
Cf. Ibídem, 276.
52
MOUNIER, E., El personalismo, 24.

11
2.4 Notas fenomenológicas

A continuación presentamos algunas características del ser humano a partir


del análisis fenomenológico del personalismo: La persona es un ser con una
densidad existencial tan fuerte que permanece en sí misma a través de los
cambios; es siempre la misma aunque cambie el mundo a su alrededor, así ella
misma cambie interior y exteriormente, incluso orgánicamente. Es un ser
conciente que resiste el paso de los años y de los días, y aunque a la filosofía
le resulte más difícil afirmarlo, posee una dimensión eterna. A esta realidad se
le denomina subsistencia del ser personal53.

Lo que permanece en los cambios de la persona no es una “cosa”, sino un


“quien”, un “alguien”, una realidad muy profunda con una gran riqueza
interior que se manifiesta y se ejercita a través de cualidades específicas: la
sensibilidad, los afectos y sentimientos, la conciencia de sí. Todas esas
características conforman la subjetividad, lo propio y específico de cada
persona, su mundo interior, íntimo, distinto de cualquier otro hombre o
mujer… La persona se concibe como un ser autónomo, consciente de sí es
independiente… Capaz de decidir sobre sí y ponerse frente al mundo. La
persona, según lo expresa Karol Wojtyla, es quien “se posee a sí mismo”54 .

La persona posee una dimensión material y corporal, es subjetividad e


intimidad, no es un ser puramente espiritual, sino localizado en el mundo en
espacio y tiempo. El primer aspecto de la corporalidad humana es el aspecto
físico donde se puede ver como el hombre está sujeto a las leyes físicas como:
gravedad, peso, extensión, límites, altura entre otros55. La persona se mueve en
un espacio físico, geográfico y humano que le resulta necesario para vivir y le
condiciona: la casa, la ciudad… No es un ser estático sino en constante
evolución y tiene un tiempo de vida, por un lado, busca detenerlo guardando
memoria del pasado y eternizando el presente que le resulta placentero o feliz,
simultáneamente, busca anticipar el futuro para poder decidir su destino y
ejecutar el dominio de sí que lo caracteriza. Pero se trata siempre de una lucha
perdida de antemano; porque la muerte siempre llega y el tiempo siempre

53
Cf. BURGOS, J., Antropología, 44.
54
Cf. Ibídem, 44-45.
55
AMENGUAL, G., Antropología filosófica, 59.

12
vence, aunque el anhelo de inmortalidad presente en el hombre, exige una
respuesta56.

Aunque la persona tiene una vida propia, personal e intransferible, es un ser


abierto, que necesita trascenderse, salir de sí para desarrollarse con plenitud.
Por tanto lo hace a través de sus capacidades, de sus facultades más elevadas y
espirituales: la afectividad, la inteligencia, la voluntad y la libertad. El hombre
se relaciona con la realidad en tres niveles fundamentales: la relación con las
cosas, las relaciones interpersonales y la relación con Dios como ser
trascendente. La apertura es la perfección de un ser definido con una
naturaleza precisa57.

Hablar de persona supone colocarse en un cierto nivel de abstracción,


porque existen dos tipos diversos de persona humana: el hombre y la mujer,
que aportan una diversidad cuajada de misterio y complementariedad. No son
dos seres distintos, son esencialmente iguales en los niveles más radicales,
pero son distintos en sus manifestaciones concretas58.

2.5 Concepto global

Luego de haber analizado todas estas definiciones de persona se puede


concluir, teniendo en cuenta lo dicho por Boecio y por Santo Tomás, que en su
definición ontológica abarca tanto lo genérico como lo específico; pero;
asumiendo las posiciones modernas en donde se necesita una definición más
descriptiva, se darían entonces todas aquellas propiedades del ser del hombre
como singular, en su individualidad e irrepetibilidad. Por tal motivo, a manera
de síntesis se le reconocen a la persona cuatro elementos fundamentales:
subsistencia, autoconciencia, comunicación y autotrascendencia. Todo ser
humano que vive sobre la tierra, está dotado de estas cualidades supremas.
Gracias a la subsistencia es distinto de todos los demás, mediante la
autoconciencia se reconoce como único e irrepetible, pero al mismo tiempo
libre, sociable, perfeccionable; mediante la comunicación entra en relación
con los otros; y con la autotrascendencia está llamado a superar todos los

56
Cf. BURGOS, J., Antropología, 45 - 46.
57
Cf. Ibídem, 46.
58
Cf. Ibídem, 47.

13
límites o confines con los que el espacio y el tiempo tratan de cerrar el paso a
su desarrollo e intenta penetrar en el reino de lo absoluto y de lo eterno59.

3. La dignidad de la persona

Es imposible hablar de la persona sin mencionar a Mounier, al menos desde


el personalismo, y es imposible hablar de la misma persona sin mencionar lo
que implica la dignidad humana, veamos un poco desde donde radica esto:
“La dignidad humana es patente, para los griegos, pues se ve reflejada en la
hospitalidad y en el culto a sus difuntos”60.

Las notas fenomenológicas de la persona hacen entender que los hombres y


las mujeres son especiales por su perfección, ya que los pone por encima de
los otros seres de la naturaleza, el Aquinate afirmó: “persona significat id
quod est perfectissimun in tota natura”. Esta perfección se conoce en nuestra
época como dignidad. La persona es el ser digno por excelencia, por encima
de la perfección del universo y de los organismos, por su corporalidad y
espiritualidad61. Este concepto se puede comprender de mejor manera basados
en los siguientes principios:

“La dignidad de la persona es una perfección intrínseca y constitutiva, es


decir, depende de la existencia y características esenciales de su ser, no de la
posesión o capacidad de ejercitar determinadas cualidades. Toda persona es
digna por el simple hecho de existir…”62.

“La dignidad de la persona hace que sea un valor en sí misma y no pueda


ser instrumentalizada. La perfección intrínseca de la persona hace que tenga
valor por sí misma, por el simple hecho de ser o existir… Nadie puede
instrumentalizarla, es decir, servirse de ella únicamente como medio para sus
intereses porque esto significaría que se le está identificando como una cosa y
se esta prescindiendo de su carácter personal”63.

59
Cf. MONDIN, B., Antropología Filosófica, 278.
60
MOUNIER, El personalismo, 26.
61
Cf. BURGOS, J., Antropología, 47- 48.
62
Ibídem, 48.
63
Ibídem, 48 - 49.

14
El valor de la persona es absoluto. Hay que especificar que la persona es un
valor absoluto, superior a cualquier otro que se encuentre en el entorno, pero
más radicalmente significa que es un valor no cambiable, manipulable o
sustituible por nada64.

La dignidad de la persona es fundamento de los derechos humanos. Por el


mero hecho de ser persona tiene dos dimensiones: en primer lugar desde un
punto de vista subjetivo, que se entiende como los ámbitos de libertad social y
el estado no puede inmiscuir en ellos.

El otro desde un punto de vista objetivo, muestra que es deber del estado
velar para que la persona pueda ejercer sus derechos sin entorpecimiento
alguno (educación, salud, vivienda…)65.

La dignidad de la persona hace que cada hombre y mujer sean irrepetibles


e insustituibles. Cada persona tiene un valor irrepetible y ante todo
independiente de sus condiciones o limitaciones físicas, intelectuales… Esto
lleva a afirmar a Pareyson “el hombre es único en su especie”66.

La afirmación de la dignidad de la persona está ligada históricamente al


cristianismo. Lo podemos ver reflejado en la posición del papa Juan Pablo II
quien resalta el papel y trabajo que desempeña la iglesia para el
reconocimiento de la dignidad y de la libertad del hombre 67. Podemos también
reconocer cómo la dignidad es independiente del color, raza, sexo… Este
valor absoluto de la persona se ha impuesto gracias al apoyo total de la Iglesia
aunque luego se estableció como un valor civil68.

La persona está constituida para superarse, para elevarse, pues es un pro –


yecto (Jasper). Cuando la persona cae, cuando su proyección se desploma
cual castillo de naipes al viento, lo que queda no son fragmentos humanos, ni
tan siquiera animales, pues solo el hombre “ha inventado las crueldades y las
bajezas en que se complace aun”69.

64
Cf. Ibídem, 49 - 50.
65
Cf. Ibídem, 50.
66
Cf. Ibídem, 50 - 51.
67
Cf. J. P. II, Fides et Ratio, 50.
68
Cf. BURGOS, J., Antropología, 51.
69
MUNIER, E., El personalismo, 94 – 95.

15
El amor, y no es el platónico – fantasioso –novelero, es el que me ayuda a
reconocerme como persona, ese amor que recibo y me da dignidad, que me
hace un “alguien” y no un “algo”, es el que me ayuda a afirmarme como
persona.

Incluso, se ha demostrado, que la ausencia de él en la vida de la persona lo


afecta no solo a nivel psicológico sino también fisiológico, social y biológico.
La fuerte presencia del vacío del amor, lleva a la persona, incluso, a considerar
el poner término a su vida.

El reconocimiento por parte del otro, se podría decir, ayuda, aporta a la


realización personal, como también mi reconocimiento por el otro. Incluso, se
podría decir, que no es la reflexión racional (cogito), sino la interpelación que
recibe la persona por otro hombre, mediante el dialogo el actuar. Es mediante
la relación interpersonal que me hago persona, no haber sido tratado como
hombre por otros estaría “humanamente” muerto70. El dialogo, el compartir
con otros, el ser escuchados, como el tener normas para la convivencia, junto
con la religión ayudan a fortalecer la “persona”71.

4. La naturaleza humana

Frente a la naturaleza humana, lo interesante es el hecho que la pregunta ya


no es “¿Quién es el hombre?”, pues esta se dirige a un ser personal, sino que
es “¿Qué es el hombre?”, nos preguntamos por su esencia, su actividad, su
naturaleza.
Para esto podemos comenzar haciendo alusión al espíritu, el cual se define
por 3 notas: 1, Apertura (intimidad), 2, actividad (manifestación de intimidad)
y 3, posesión. Pero, cuidad, este último nos plantee una definición de hombre
como “ser capaz de tener”, se despliega en 3 diferentes campos: 1 – tener con
el cuerpo, que hace referencia a la posesión de herramientas; 2 – un tener
cognoscitivo, el poder aprehender el conocimiento; 3 – Tener en forma de
habito (=Tendencia no natural, sino adquirida. “Una cualidad, por si misma
estable y difícil de remover, que tiene por fin asistir a la operación de una
facultad y facilitar tal operación” (S. Th. I – II, q. 49, a 2, ad. 3) Este modo de
tener es mediante el cual el hombre se perfecciona a sí mismo72.
70
Cf. GEVAERT, J., El problema del hombre, 53 – 57.
71
Cf. YEPES, R., Fundamentos de antropología, 81 – 82; 310 – 314; 489 – 493.
72
Cf. Ibídem, 89 – 90.

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La persona posee un carácter único e irrepetible, no forma parte de la
especie humana del mismo modo en que los animales forman parte de su
especie. Teniendo en cuenta este aspecto afirmamos que todos los hombres
son hombres… La noción que refleja de manera más adecuada esta semejanza
entre los seres humanos, es la de naturaleza73.

La noción de naturaleza procede de la tradición aristotélico-tomista; ella


indica que todos los seres tienen un modo determinado de ser al que se le
denomina esencia. Ella tiene un modo de ser que la impulsa a un obrar para
alcanzar un fin adecuado a las características de la esencia. La esencia en
cuanto principio de operaciones es lo que se llama naturaleza74.

Los seres vivos obran espontáneamente de acuerdo a su naturaleza y así


logran su plenitud… En el hombre sucede lo mismo. Las personas tienen una
esencia y naturaleza y, por eso, deben actuar de un modo determinado para
alcanzar lo que exige su perfección. Pero, en el hombre, existe una diferencia
fundamental: la libertad… “El hombre es libre lo que significa, entre otras
cosas, que puede inventar nuevas formas de comportamiento, ir en contra de
lo que piensa que debería hacer o realizar, gracias a esta gran cualidad”75.

“La noción de naturaleza humana responde, a un hecho experimental: la


existencia de elementos comunes que nos permiten afirmar y comprobar que
somos hombres. Y, con esta razón, tiene importantes aplicaciones éticas y
culturales”76: la naturaleza humana permite fundamentar que la igualdad
esencial es la misma, ya que todos tenemos la misma naturaleza, esto indica
que somos esencialmente iguales. Ella permite establecer una ética universal,
válida para todos los hombres ya que los principios éticos también son
comunes. También permite fundar la existencia de imperativos morales
absolutos, es decir, acciones que nunca se puedan cometer ya que atentan
gravemente a la naturaleza humana. Por último, permite una fundamentación
trascendente de la persona puesto que esta no crea su propia naturaleza, sino
que la recibe. Este carácter dado remite necesariamente a un donante, es decir,
a Dios como fundamento último trascendente de la naturaleza humana y, por

73
Cf. BURGOS, J., Antropología, 52.
74
Cf. Ibídem, 52 - 53.
75
Ibídem, 53.
76
Ibídem, 54.

17
tanto, de la persona77. De ahí la importancia que tiene para el hombre
reconocerse criatura.

También se han hecho algunas críticas a la noción de la naturaleza


humana: Un primer tipo de crítica procede de los que consideran que el
hombre no tiene naturaleza, sino que es libertad (Sartre), es un ser que está en
un continuo hacerse. Un segundo tipo de críticas son las que, afirmando la
esencialidad y permanencia del hecho humano, se cuestionan, sin embargo, la
validez de la noción de naturaleza. Una parte de este grupo se fundamenta en
la ambigüedad terminológica del concepto de naturaleza. En el lenguaje
actual, por ejemplo, por natural o por naturaleza se entiende lo que procede
del mundo físico y biológico y no es libre sino necesario, esto sería erróneo
emplearlo para el hombre. De esta surge un grupo de objeciones que procede
de una concepción filosóficamente deficiente del concepto de naturaleza,
partiendo de una definición de naturaleza que carece de elementos esenciales
de la persona y consecuentemente se concluye en una noción inadecuada para
entender al hombre. Por ultimo un tercer grupo de críticas que es la que
rechaza la visión racionalista del concepto de naturaleza. Se basa en dos
concepciones: la primera responde a un núcleo genérico común de cualidades
y características comunes al ser humano; el segundo a un núcleo impersonal,
abstracto y perfectamente definido que existirá dentro del hombre y que no se
alteraría para nada ni con el tiempo78.

La naturaleza del hombre es en cierta medida indeterminada ya que, a


diferencia de los animales que siempre se comportan de modo idéntico, “el
hombre modifica parcialmente el modo de ser y decide sobre su propio
destino. El telos humano es en parte indefinido porque el hombre establece en
cierta medida sus propios fines y la noción de naturaleza debe ser capaz de
asumirlo”79.

Las nociones de persona y naturaleza, son necesarias para reflejar de modo


íntegro al hombre. La noción de persona hace referencia a un individuo
concreto, irrepetible y existente que se diferencia de los demás hombres y
mujeres; mientras que la noción de naturaleza, por el contrario, hace
referencia al hecho de que ese hombre, a pesar de todo, es esencialmente igual
77
Cf. Ibídem, 54.
78
Cf. Ibídem, 54.
79
Ibídem, 54-57.

18
a los otros seres humanos, pero cada uno tiene un nombre propio que nos
diferencia del resto de la humanidad80.

5. El valor absoluto de la persona

Toda la filosofía humanista considera como valor absoluto a la persona


humana; pero contrario a lo que piensan Nietzsche, Marx y otros autores que
absolutizan a la persona; es evidente que no es el Absoluto ni el Ser Supremo,
es absoluto en cuanto valor pero no como ser. Esta connotación no le da al
hombre un sentido de absolutez pleno ya que no se equipara con el absoluto,
esto hay que entenderlo a la manera que el hombre reconozca que su propio
ser deriva de un ser superior y descubrir que aunque no es un ser absoluto
tiene un valor absoluto porque procede de aquél que es absoluto y que le ha
participado su valor al hombre, a un ser contingente. Por lo tanto, el valor del
hombre es una absolutez participada y no originaria, detrás del absoluto
humano está el absoluto Dios que otorga absolutez ante todo, axiológica al
hombre, que sin embargo prepara y otorga una absolutez en la vida futura81.

La persona está abierta al absoluto. Ella tiende al absoluto porque está


dotada de inteligencia y voluntad; además porque una propiedad esencial de la
persona es ser espiritual y por lo tanto está abierta al infinito, ya que tiende a ir
más allá de lo que ha alcanzado. Al hablar de que el hombre es inteligente y
libre se afirma el carácter absoluto de la persona ya que la misma inteligencia
y voluntad están abiertas al absoluto. Por medio de la inteligencia se capta al
ser en cuanto ser, captando a la vez lo finito en el horizonte de lo infinito
teniendo en sí misma un deseo insaciable de conocer y su deseo de conocer,
sólo lo saciaría en la verdad absoluta. La voluntad está abierta al infinito ya
que no se contenta con el bien alcanzado, sino que tiende a un bien nuevo y
mayor; y su objeto es lo que le presenta la inteligencia, esta a su vez está
abierta al Absoluto reconociendo que Dios es Verdad infinita y Absoluta, Bien
ilimitado y Absoluto; así solamente Dios puede saciar la sed de verdad y
bondad que es propia del ser espiritual: la persona82.

La persona al no necesitar de otros seres intermedios es fin en sí misma, y


además porque encuentra la razón de ser en sí misma, en su participación al
80
Cf. Ibídem, 57-58.
81
Cf. MONDIN, B., Antropología Filosófica, 278-280.
82
Cf. LUCAS, R., El hombre espíritu encarnado, 271-272.

19
Absoluto. La razón de su existencia es ser fin en sí misma ya que de una u otra
manera realiza el fin absoluto que es Dios. La dignidad de la persona tiene su
fundamento en esta apertura al ser en virtud de la cual es espíritu. Ella solo es
fin en sí misma en cuanto está ordenada a Dios; es relativa ya que depende de
Dios; es absoluta porque es querida por Dios de manera absoluta; es autónoma
(auténtica dignidad) ya que por sí misma está orientada al Absoluto83.

Las implicaciones del valor absoluto de la persona. Si la persona es fin


nadie puede usarla como medio; por eso Dios en el momento de la creación le
confiere el poder de autodeterminarse. Por tanto le compete a cada persona
alcanzar su propia realización, aunque ya es realizada ontológicamente; en su
constitución psíquica y moral debe hacer uso de su autoconciencia y
autodeterminación para poder realizarse. Por tanto la persona tiene todo el
derecho de que se le respeten todos los elementos constitutivos que le
garantizan su realización. Existen unos derechos naturales como: libre
pensamiento, corporeidad, propiedad privada, matrimonio... ellos contribuyen
a su pleno desarrollo. Además están las leyes del estado que deben estar al
servicio de los hombres, regulando su actividad y siendo medios para alcanzar
sus fines84.

83
Cf. Ibídem, 272-273.
84
Cf. Ibídem, 273.

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BIBLIOGRAFIA

AMENGUAL, Gabriel, Antropología filosófica, Sapientia Rerum N° 4,


Biblioteca de autores cristianos, Madrid 2007.

BURGOS, Juan, Antropología: una guía para la existencia, Editorial


Palabra, Madrid 2003.

GEVAERT, Joseph, El problema del hombre, Ediciones Sígueme,


Salamanca 200313.

JUAN PABLO II, Fides et ratio, Ediciones Paulinas, Bogotá 2003.

LUCAS, Juan de Sahagun, El hombre ¿Quién es?, Editorial Sociedad de


educación Atenas, Madrid 1988.

LUCAS, Juan de Sahagun, Las dimensiones del hombre, Ediciones


Sígueme, Salamanca 1996.

LUCAS, Ramón, El hombre espíritu encarnado, Ediciones Sígueme,


Salamanca 20033.

MONDIN, Battista, Antropología Filosófica, Editorial Pontificia Università


Urbaniana, Roma 19892.

MOUNIER, E., El personalismo, Editorial El Búho, Bogotá 20066.

YEPES, Ricardo, Fundamentos de antropología. Un ideal de la excelencia


humana, Ediciones EUNSA, Pamplona 1997.

VELEZ, Jaime, El hombre un enigma, Ediciones CELAM, Bogotá 1995.

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