El Duelo en La Infancia PDF
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en la infancia
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Redacción y dirección pedagógica
Cristina García
Pedagoga, educadora y terapeuta. Especialista
en infancia, orientación familiar y educación
emocional. Dedicada a orientar a padres desde
el momento del embarazo para que guíen
desde el amor y no desde el miedo.
Dedicatoria
Dedico esta guía a mi tío Román Sánchez que fallece en el momento
de su publicación y a mi querida y extensa familia Sánchez por su
naturalidad, amor incondicional y acompañamiento, que tan bien
sienta en momentos de duelo. De vosotros he aprendido el valor de
la familia. Román sé que tu alma ha ido a la luz y descansa en paz
como bien te mereces. Os quiero.
Agradecimientos a
Julia, Edu, Nil y Elia por compartir con nosotros su duelo.
Corrección
Grace Sigüenza
ISSN: 2339-854X
-5-
Podemos entender la pena por la muerte de un ser querido;
en cambio, no acoger la pena por la muerte de la mascota o por
una mudanza, pero cada una de estas situaciones generan un
profundo sentimiento de tristeza y dolor que necesita ser
expresado y elaborado.
-8-
Por eso la mayoría de nosotros delante de alguna pérdida
hemos recibido mensajes del tipo:
“No llores”
En cambio, llorar es la mejor manera de liberar una pena.
-9-
Volviendo a mi presente, en mí hacer pedagógico-terapéutico
con familias y niños he conocido historias muy parecidas a la mía.
Adultos que han vivido de espaldas a la muerte y que, al
convertirse en padres, han querido hacer lo mismo con sus hijos:
apartarlos del dolor y del sufrimiento que provoca toda pérdida;
no hablar el tema y, así, no acompañar ni permitir la pena
emocional, impidiendo un duelo sano.
Tanto para los adultos como para los niños, expresar las
emociones de tristeza y dolor, y recibir consuelo y amor, genera
el alivio que se necesita para curar heridas.
3. Hablar tiernamente
de la muerte
También descubrí algo muy bonito, y es que se puede hablar
tiernamente de la muerte y de las pérdidas, y que se puede
escuchar con el corazón (escuchar sin hablar) a los niños, jóvenes
o adultos que están afrontando una perdida.
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Cómo comunicarles
a los niños la muerte
Ante una pérdida o muerte lo mejor es que los niños y niñas de
cualquier edad puedan contar con mucho afecto y dulzura. Busca
un lugar tranquilo para darle la noticia, póntelo en tu regazo o
rodéalo con tus brazos y háblale sobre la muerte. Emplea palabras
sencillas y sobre todo sinceras. No evites decir la palabra muerte
o “ha muerto”, ni tampoco evites expresar tus propias emociones
mientras hablas con él o ella; todo ello será para tu hijo bueno y
además un buen aprendizaje. Puedes decirle lo siguiente:
“El perrito era muy, muy, muy viejecito, su cuerpo tenía muchos
años y estaba muy frágil y eso le ha causado la muerte”.
Los múltiples “muy” ayudan a los niños pequeños, sobre todo
a los menores de 6 años, como veremos más adelante, a distinguir
la muerte del ser querido de los momentos en que estaba muy
enfermo o muy mal herido.
Lo que nunca
debes decir
Sé que hay padres que quieren evitar usar con sus hijos el
término muerte porque les resulta demasiado difícil y prefieren
usar expresiones del tipo “se lo han llevado”, “ha desaparecido” o
“ha emprendido un largo viaje”.
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¿Por qué ha muerto?
Tras comunicarles la noticia de la muerte es muy habitual que
los niños de cualquier edad pregunten por qué ha muerto el
abuelo o abuela, por qué papá ha tenido el accidente, por qué su
mascota ha muerto ahora, etc.
No es culpa tuya
Es muy importante que el niño no eche la culpa a nadie de la
perdida. Ni al ser amado que ha muerto, ni a Dios, ni sin duda a él
o ella mismo.
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Cómo perciben los
niños la muerte
La muerte ejerce un importante impacto en los niños de
cualquier edad, desde la infancia hasta la adolescencia. Se sabe
que los niños perciben la muerte y reaccionan a ella de maneras
muy distintas, según su nivel de desarrollo, su capacidad de
pensamiento, su personalidad, su sensibilidad y su habilidad para
enfrentarse a situaciones.
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De 2 a 5 años
En estas edades es muy importante cuidar el lenguaje a la hora
de hablarles de la muerte, pues un niño o niña menor de 6 años
lo interpreta todo de forma muy literal. Por ello, si usamos un
lenguaje indirecto o usamos explicaciones vagas, es posible que
aumenten la ansiedad y el miedo que sienten.
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Ante un “¿Por qué ha muerto?”, podemos responder: “Las
personas o animales suelen morir cuando son muy, muy, muy,
muy mayores”. Usar múltiples muy es importante para evitarles
confusión y ansiedad, pues para los niños de estas edades un
adolescente es mayor y los padres o maestros son muy mayores.
Por ello, al decir “muy, muy, muy, muy” implica que solemos
gozar de larga vida y que llegar a la vejez es ser mucho, mucho
más mayor que sus padres. Con ello evitamos que teman que sus
padres mueran también de mayores pues ellos no son “muy, muy,
muy, muy” mayores.
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Evita expresiones del tipo “ha desaparecido”, “se ha ido”, “ha
dejado de vivir”, “está dormido”, “se lo ha llevado Dios”, como
intento de suavizar la expresión ha muerto, pues no son útiles y
crean gran confusión en el niño.
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Cierto es que no tenemos control sobre nuestras vidas y que
nunca sabemos cuándo nos va a sobrevenir la muerte, por lo
que nunca debemos prometer a nuestros hijos yo no me voy a
morir, porque si faltamos a esta promesa el dolor que les
generaremos será aún mayor; al dolor por la pérdida se le
sumará la rabia por la decepción o por la mentira por no haber
cumplido la promesa.
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• La muerte significa experimentar nuevos
sentimientos. Los niños y niñas de estas edades pueden
experimentar depresión, tristeza, culpabilidad, nostalgia,
miedo y confusión. Seguramente, estos sentimientos sean
nuevos y desconocidos pero sin duda serán molestos y
necesitan ayuda para afrontarlos.
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Los varones sobre todo pueden negarse a llorar o mostrar que
están afectados porque creen que esto les hace parecer vulnerables.
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¿Cómo pueden
despedirse los niños?
Los niños de cualquier edad añoran al ser querido que muere, y
algunos expresan su dolor y pena con más facilidad que otros, según
las edades y el entorno familiar, como hemos visto hasta ahora.
Nil de 5 años dibujó a su abuelo y las cosas que le gustaban: su gatito, los dulces, el sofá
donde siempre solía estar y su afición al fútbol. Lo dibujó acompañado de sus padres
mientras hablaban, tiernamente, de que ya no lo verían más.
• Ritual especial. El menor puede depositar el dibujo junto
el ataúd del fallecido, pero en ocasiones se realizan estos
dibujos algunos días después del entierro, con lo que conviene
realizar un ritual de despedida especial e íntimo para decir
adiós a esa relación que se terminó. Podemos enterrar ese
dibujo en un lugar especial que debe escoger el menor; quizá
junto a un árbol del parque por donde paseaban juntos, en la
montaña o en una maceta de flores.
Dibujo de Elia 2 años. Con sus colores y garabatos hace este dibujo sobre su abuelito
mientras habla con sus padres de las cosas que les divertían y de que ya no lo verán más,
porque ha muerto y su cuerpo ha dejado de funcionar para siempre.
En la funeraria de Valencia (España), los más pequeños de la
familia dibujando la despedida al tío fallecido. El apoyo emocional
y explicaciones de sus padres y demás familiares cercanos,
permitieron que estos niños vivieran con naturalidad la muerte y
las expresiones emocionales de despedida y tristeza.
Ivan, de 10 años, se despide de su tío abuelo Román dibujando el pueblo de Casas Altas
donde nació y tanto le gustaba estar.
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Ruth, de 8 años, se despide de su tío abuelo Román diciéndole adiós, que descanses
en paz y gracias.
Eric, de 6 años, se despide de su tio Román con este dibujo: globos que se van hacia el
cielo, el sol soriente de gracias y el coche que simboliza el viaje que Eric y su familia
tuvieron que hacer a otra ciudad para el entierro.
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Eric, de 6 años, se despide de su tío.
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Escribir una carta
Escribir una carta dirigida al ser que ha fallecido es muy
recomendable para los preadolescentes, aunque también la
pueden hacer niños más pequeños que ya sepan mínimamente
escribir. La escritura les ayudará a expresar sus sentimientos de
tristeza y añoranza, les permitirá sentirse cerca del fallecido y
recordar las experiencias y los tiempos felices compartidos juntos,
y por último les facilitará despedirse.
Recuerdos
Tener un momento para mirar juntos fotos o recuerdos de la
relación que se ha terminado, hablando del fallecido o de lo que
necesite el menor.
Fotos
Crear un álbum de fotos o una caja para guardar fotos, dibujos
y otros recuerdos de esa relación les ayudará a asumir e integrar
la pérdida. Estos rituales son especialmente indicados en los casos
de muerte inesperada, pues el dolor de no haberse despedido de
la persona genera un dolor todavía más profundo.
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¿Deben acudir los
niños al velatorio,
funeral y entierro?
Cada religión tiene costumbres muy diferentes en lo que se
refiere al funeral de un ser querido, pero todas ellas colaboran en
la elaboración de la pérdida. Los rituales funerarios son muy
importantes porque permiten despedirse del fallecido, ayudan a
aceptar la realidad de su muerte y ofrecen un espacio público
donde expresar la tristeza y el dolor sintiendo, a la vez, el apoyo
de la comunidad y el calor de la vida –de los familiares y amigos
que siguen vivos–.
Solo en los casos en los que la muerte del ser querido haya
sido especialmente dolorosa, considero adecuado no llevar a los
menores al funeral o entierro, ya que puede que se den
demostraciones exageradas de llanto o dolor que pudieran ser
impactantes o traumáticas para ellos.
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Explícale con anterioridad cómo es un funeral
Dile con palabras sencillas que irá a un funeral para despedirse
de su (....) y también recordarlo. Explícale que también acudirán
otras personas que conocían y que también querían a su (....), para
despedirse de él o ella.
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Depositad los dibujos o la carta de despedida
El funeral es un buen momento para que el niño o niña
deposite en el ataúd, o alrededor de él, aquello que haya
decidido hacer para despedirse. El dibujo es ideal para los niños
menores de 6 años, y para los más mayores puede serlo una carta
recordando los buenos momentos o una poesía.
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Tras la noticia lloré y lloré. En casa les expliqué de forma sencilla a
mis hijos lo que me ocurría: “Estoy triste porque mi abuelo se ha
muerto. Su cuerpo ha dejado de funcionar. Está muerto, no lo veré nunca
más y eso me pone muy triste, por eso lloro”. Mi hijo de dos años me
miró con carita de pena y me abrazó. Yo sabía que no comprendía el
significado de mis palabras pero sí su contenido emocional.
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La sociedad reprime la naturalidad de la muerte
Recibí comentarios negativos y también algunas críticas, tales
como “deja de llorar que se te va a alterar la leche que le das al
bebé”, “no llores más que vas a perjudicar a tu bebé”, “vete a casa
a cuidar de tus hijos que estarían mejor allí”, “estos niños no
deberían estar aquí”, etc.
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Para el niño de 10 años en adelante, es importante lo que sus
compañeros piensen de él y esto le puede generar mucha
angustia. Se puede sentir observado por todos, ser el diferente,
ser visto débil o el “bicho raro” con algo malo a sus espaldas.
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Salidas del aula
Es muy conveniente que su maestro o maestra mantenga un
contacto cercano y habitual con él, que le haga saber que conoce su
situación y que puede contar con él y su apoyo. Algunos docentes
prefieren mantener la distancia y no hablar sobre el tema porque
temen causar más dolor, aunque yo creo que más bien se debe a que
no saben qué decir. Sería tan sencillo como decir lo siguiente:
Fechas especiales
El cumpleaños o el aniversario de la muerte de la persona
fallecida son fechas en las que el niño o niña se podrá sentir
especialmente triste. Los profesores han de conocer con
anterioridad estas fechas para ofrecerle apoyo y flexibilidad en
sus responsabilidades escolares.
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Informar a los otros alumnos
Es bueno informar a los compañeros de clase sobre la
situación que está viviendo el menor por la muerte del ser
querido. Esta información debe ser clara y sencilla, y hay que
asegurarse de que la han comprendido bien, sobre todo en el
caso de los más pequeños. Tras la noticia, suele haber un rato de
silencio, pero esto no significa que no tengan nada que decir al
respecto, sino que les resulta difícil expresarlo. Por lo que el
docente se puede apoyar en algunas de estas propuestas:
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Realizad juntos un ritual de despedida
Ya sea la muerte de un pequeño grillo o pececito, como el
perro o gato de familia, yo siempre recomiendo hacer juntos un
ritual de despedida.
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De esta forma, están dificultando que sus hijos hagan un
nuevo vínculo en el nuevo colegio o nuevo hogar, pues están
impidiendo que se despidan y expresen las emociones propias
que acompañan a esta pérdida: tristeza, rabia por el cambio o
por una decisión que no comparten y miedo a lo desconocido.
John W.James. Cuando los niños sufren. Editorial Los libros del
comienzo, 2002.
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