La Práctica Como Práxis
La Práctica Como Práxis
La Práctica Como Práxis
Bajo esta perspectiva, la práctica es más un “diseño” de las propuestas que el estudiante
puede hacer, articulando sus conocimientos teóricos, necesidades observadas en el grupo y
en la escuela, así como preguntas o inquietudes de su propio interés, siguiendo a estas
autoras, la práctica es para el estudiante el diseño de su “propia arquitectura”. Este diseño es
puesto en ejecución en los espacios educativos, permitiéndole confrontar sus hipótesis con
situaciones “reales”, que son diversas, cambiantes y que ofrecen múltiples problemáticas que
necesitan respuestas de carácter didáctico y pedagógico; problemáticas relacionadas con los
Procesos de aprendizaje, la diversidad cultural, los espacios, las dinámicas establecidas en el
grupo y sus propias concepciones sobre lo que es o debe ser la educación.
De acuerdo con Rafael Flórez (1994-1995), la pedagogía es la llamada a cuestionarse acerca de las
“alternativas conceptuales y prácticas que permitan diseñar y plantear esquemas de intervención
que faciliten y afiancen el máximo desarrollo del potencial humano del individuo”. Al hablar de
“prácticas” se asume que es la pedagogía en general, o mejor, los modelos pedagógicos, los
llamados a orientar los procesos que se desarrollarán en la educación. Así mismo, los “esquemas
de intervención”, son aportados por las didácticas específicas, las cuales le brindan al estudiante
practicante los elementos teóricos y metodológicos necesarios para enseñar. Esto parecería obvio
y sencillo, sin embargo, no es del todo fácil para un estudiante inexperto trasladar fórmulas,
máximas, principios señalados por autores a las aulas.
- Dimensión estratégica: Hace referencia a la capacidad de reflexión y acción del futuro maestro,
en relación con los contextos, los sujetos de enseñanza, los ambientes en los que desarrolla su
intervención. Puede decirse que es la capacidad de resolver conflictos en el aula, teniendo en
cuenta las características propias de los individuos y de los contextos, desde consideraciones
pedagógicas que permitan la expresión de las diferencias y el respeto entre los niños y niñas. Esta
dimensión se va construyendo lentamente, en los diferentes espacios de intervención y en las
situaciones de tensión a las que constantemente se ve abocado un practicante en el aula. Se
construye su saber, en la medida que reflexiona sobre los sucesos, sobre sus respuestas, sobre las
actuaciones de los participantes en los eventos y el seguimiento de estas situaciones a través del
análisis de su propio diario de campo y puestas en común de los casos en los grupos de asesoría.
- Dimensión ético-política: El actuar del maestro no puede ser acrítico, debe ser plenamente
consciente de que su acción refleja unas concepciones del ser humano y la sociedad esperadas o
deseadas. En tal sentido, el docente en formación debe saber que su actuar tiene implicaciones en
la construcción de un tipo de sociedad y de un tipo de ciudadano.
Así mismo, el maestro asume una responsabilidad social al estimular a sus estudiantes a
incursionar en el mundo de la cultura. Esto, de una u otra manera, le da la posibilidad al estudiante
de comprender su propio mundo y entender críticamente los nuevos conocimientos que está
construyendo en el proceso. En este contexto, es importante dejar claro que la práctica deja de ser
el lugar donde el estudiante “ensaya técnicas para dictar clase”, para convertirse en un espacio
privilegiado que le permite asumirse como un profesional reflexivo de la docencia, con una
posición teórica ante su profesión y una autonomía estatutaria fundada en la confianza, en sus
competencias y en su ética. En consecuencia, el docente ya no es más un repetidor de órdenes
externas, un aplicador de ejercicios elaborados desde afuera, sino un profesional autónomo, con
convicciones dadas por su intelecto y puede por tanto asumir la responsabilidad social de sus
decisiones como lo plantea Perrenoud. Finalmente, de acuerdo con Diker y Terigi, la práctica
debería hacer al estudiante resistente en el sentido de no sucumbir ante las emergencias de la vida
cotidiana de las instituciones educativas, que se quedan en múltiples acciones que no son
seriamente reflexionadas y debera ser permeable en el sentido de potenciar en los estudiantes
esquemas prácticos y conceptuales que les permitan ser reflexivos para sustentar o transformar su
quehacer.
-La reflexión en la formación docente como eje de construcción del saber pedagógico
Como se ha reiterado en el texto, es la reflexión el eje de la construcción del saber pedagógico. El
practicante, al momento de plantear una propuesta, reflexiona en la población que será objeto de
su acción, en lo que saben y lo que no, en sus características como grupo y en sus necesidades
individuales, reflexiona acerca de cómo acercar el saber a ese grupo, sobre qué escenario preparar
para desarrollar la estrategia de enseñanza. Una vez desarrollada la intervención, es necesario
volver a la reflexión para analizar lo vivido, para juzgar sus propias acciones y las del grupo, para
valorar lo ocurrido y establecer vínculos con marcos teóricos que le permitan comprender mejor lo
sucedido y le orienten futuras intervenciones. Todo esto no lo puede hacer el estudiante en
formación por sí mismo, esto lo hace siempre y cuando cuente con el apoyo, asesoría y
acompañamiento de no solo de los asesores de práctica, sino del concurso de los demás maestros
en ejercicio, de especialistas en las didácticas, en psicología, en pedagogía, que le brinden
experiencia y conocimiento en procesos integrados de reflexión acción y sistematización.
REFERENCIAS
PERRENOUD, Philippe (2004). “Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar” Barcelona ,
Graó, p. 23
DIKER, Gabriela y TERIGI, Flavia (1997). “La formación de maestros y profesores: Hoja de ruta”,
Buenos Aires, Paidós, 1997, páginas 243
FLOREZ, Rafael (1994).“Hacia una pedagogía del conocimiento”, Bogotá, Mc. Graw Hill, 1994, p.
176
En este contexto, es importante dejar claro que la práctica deja de ser el lugar donde el estudiante
“ensaya técnicas para dictar clase”, para convertirse en un espacio privilegiado que le permite
asumirse como un profesional reflexivo de la docencia, con una posición teórica ante su profesión
y una autonomía estatutaria fundada en la confianza, en sus competencias y en su ética. En
consecuencia, el docente ya no es más un repetidor de órdenes externas, un aplicador de
ejercicios elaborados desde afuera, sino un profesional autónomo, con convicciones dadas por su
intelecto y puede por tanto asumir la responsabilidad social de sus decisiones como lo plantea
Perrenoud. Finalmente, de acuerdo con Diker y Terigi, la práctica debería hacer al estudiante
resistente en el sentido de no sucumbir ante las emergencias de la vida cotidiana de las
instituciones educativas, que se quedan en múltiples acciones que no son seriamente
reflexionadas y debera ser permeable en el sentido de potenciar en los estudiantes esquemas
prácticos y conceptuales que les permitan ser reflexivos para sustentar o transformar su quehacer.
-La reflexión en la formación docente como eje de construcción del saber pedagógico
Como se ha reiterado en el texto, es la reflexión el eje de la construcción del saber pedagógico. El
practicante, al momento de plantear una propuesta, reflexiona en la población que será objeto de
su acción, en lo que saben y lo que no, en sus características como grupo y en sus necesidades
individuales, reflexiona acerca de cómo acercar el saber a ese grupo, sobre qué escenario preparar
para desarrollar la estrategia de enseñanza. Una vez desarrollada la intervención, es necesario
volver a la reflexión para analizar lo vivido, para juzgar sus propias acciones y las del grupo, para
valorar lo ocurrido y establecer vínculos con marcos teóricos que le permitan comprender mejor lo
sucedido y le orienten futuras intervenciones. Todo esto no lo puede hacer el estudiante en
formación por sí mismo, esto lo hace siempre y cuando cuente con el apoyo, asesoría y
acompañamiento de no solo de los asesores de práctica, sino del concurso de los demás maestros
en ejercicio, de especialistas en las didácticas, en psicología, en pedagogía, que le brinden
experiencia y conocimiento en procesos integrados de reflexión acción y sistematización.
REFERENCIAS