Rug01-002162589 2014 0001 Ac
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Un estudio diacrónico:
el adverbio con y sin
diminutivo en el español
de la Ciudad de México
Phéline Casier
Directora: Profa. Dra. Miriam Bouzouita
Año académico: 2013-2014
1
Índice de materias
Agradecimiento .......................................................................................................................... 4
0. Introducción ......................................................................................................................... 6
1. El adverbio ........................................................................................................................... 9
2
3.1 La compatibilidad entre adverbios y sufijos diminutivos ............................................... 41
Bibliografía............................................................................................................................... 91
3
Agradecimiento
Durante un año, escribir la tesina ha sido una gran parte de mi vida. En mi opinión, es la
culminación de cuatro años de estudio en la universidad de Gante. Además una tesina no se
escribe a solas. Dado que muchas personas me han ayudado durante estos cuatro años me
parece necesario agradecerles.
Primero quiero dar las gracias a mis padres y a mi familia en general, porque su respaldo ha
sido muy importante. Sin ellos nunca habría podido lograr mis sueños. Asimismo me gustaría
mencionar el apoyo de mis amigos y especialmente el sostén de mis compañeros de clase
Eveline Coolens, Yana Lasuy y Tiffany Vanhondeghem.
Phéline Casier
4
Lista de abreviaturas
χ² chi-cuadrado de Pearson
CHCM Corpus del Habla de la Ciudad de México
CHPCM Corpus del Habla Popular de la Ciudad de México
CSCM Corpus Sociolingüístico de la Ciudad de México
DEM Diccionario del Español de México
DRAE Diccionario de la Real Academia Española
E Entrevistador
Fem. Femenino
GL Grados de libertad
I Informante
Masc. Masculino
OD Objeto Directo
PRESEEA Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y de América
RAE Real Academia Española
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0. Introducción
Hoy en día es bien sabido que no existe un español estándar universal que todos los
hispanohablantes tienen en común, aunque antes había una polémica muy fuerte en torno al
tema. Es decir, varios académicos, como Rona (1966 apud Reinhold 1994: 11), opinan que las
variantes de las Américas no son otro tipo de español, sino más bien similar al español
peninsular, y que no se puede demostrar científicamente la existencia de una variedad del
español de América. Sin embargo, académicos como Reinhold (1994: 11) y Frago García &
Figueroa (2003) aceptan las diferencias léxicas, sintácticas, etc. existentes entre el español
peninsular normativo y el español hispanoamericano.
Asimismo, la lengua española está marcada por tener varias variantes, que pueden
diferenciarse de distintas maneras. Es decir, se pueden distinguir cuatro tipos de variación: la
variación geográfica o diatópica, la variación diastrática, la variación diafásica y, por último,
la variación diacrónica. Este estudio tratará de analizar una variante diatópica específica: el
español hablado en la Ciudad de México. Es de saber común que México pertenece a la vasta
comunidad de naciones cuyo idioma principal es el español. Con la excepción de un pequeño
grupo de hablantes indígenas monolingües, los mexicanos manejan la lengua española para
expresarse. Una de las razones por la cual se estudia el español mexicano es la creatividad y la
productividad que exhiben los hablantes mexicanos en la formación de palabras.
Al mismo tiempo, esta tesina analizará la variación diacrónica existente entre los años
setenta y el presente en cuanto al español americano de la capital de México, con el fin de
averiguar si existen varias diferencias diacrónicas significativas. Para alcanzar estos objetivos
se analizarán tres fuentes: el Corpus Sociolingüístico de la Ciudad de México (CSCM), el
Corpus del Habla Popular de la Ciudad de México (CHPCM) y el Corpus del Habla de la
Ciudad de México (CHCM). Son todas herramientas lingüísticas que documentan el habla
oral de la Ciudad de México. Mientras que los últimos dos corpus registran el lenguaje del
pasado, en concreto el lenguaje de los años setenta, el primer corpus documenta el habla del
período 1999-2007, que se considera más bien el presente. Cabe añadir también que se
estudiará sobre todo el habla de los jóvenes, es decir de la población entre los 18 y los 34 años,
puesto que probablemente estos hablantes mexicanos demostrarán una mayor frecuencia de
adverbios con sufijos diminutivos. Éste se supone dado que el lenguaje de los jóvenes
generalmente se caracteriza por incluir más formas nuevas, y por consiguiente, más variación.
Jani (2009: 90) también apoya esta idea, concluyendo que, en el caso del sufijo diminutivo, se
6
utiliza extensivamente con temas que apelan o que incluyen a espectadores y oyentes más
jóvenes. Cabe añadir que Jani (2009: 90) también menciona que la frecuencia de sufijos
diminutivos resulta aún mayor cuando la materia refiere a las informantes femeninas, mujeres
o chicas, o a niños.
Se pueden estudiar diferentes facetas de esta variante del español, como el plan
sintáctico, morfológico, fonológico o el léxico. Por ejemplo, es posible analizar el vocabulario
específico del español mexicano, para luego describir estas particularidades léxicas en
diccionarios o glosarios. Además, se pueden estudiar las construcciones sintácticas
típicamente mexicanas, o se puede investigar si el habla de los mexicanos se caracteriza por
una pronunciación diferente de ciertos elementos fonológicos, etc. En otras palabras, una
delimitación más precisa del tema ciertamente resulta necesaria. Muy interesante resulta el
hecho de que algunos académicos, como por ejemplo también Dávila Garibi (1959), opinan
que la lengua de los hispanohablantes que viven en las Américas se caracteriza por un "abuso"
del uso del sufijo diminutivo. Por eso resulta bien importante saber más sobre el uso del sufijo
diminutivo en el español de la Ciudad de México. Es cierto que se puede notar una gran
diferencia en la frecuencia de los sufijos diminutivos cuando se compara el español peninsular
y el español mexicano, como explica también Dávila Garibi (1959). El diminutivo se puede
añadir a elementos de varias clases de palabras, como por ejemplo el sustantivo, el adjetivo y
el adverbio. Puesto que el sufijo diminutivo se añade en la mayoría de las veces al sustantivo,
al adjetivo y no al adverbio, el adverbio con sufijo diminutivo ha sido poco estudiado hasta
ahora. Esta carencia de estudios sobre el uso del adverbio con sufijo diminutivo y el “abuso”
del sufijo diminutivo en el español mexicano constituyen las motivaciones principales para
analizar éstos en la presente tesina.
Para sintetizar, se intenta responder a preguntas como las siguientes: ¿existen
diferencias diacrónicas en el uso del adverbio con sufijo diminutivo en el habla de los jóvenes
en la Ciudad de México?, ¿es posible observar distinciones en el uso del adverbio con y sin
sufijo diminutivo?, ¿cuáles son los criterios lingüísticos y extra-lingüísticos que pueden influir
en el uso del sufijo diminutivo adverbial y en qué medida tienen influencia?, ¿cuál es la forma
más usada del sufijo diminutivo?, y ¿cuáles son las metas semántico-pragmáticas para las
cuáles se añade el sufijo diminutivo a los adverbios? Se intentará contestar a las preguntas de
investigación siguiendo la siguiente estructura: la presente tesis se divide en dos secciones
principales. Por un lado, se encuentra una parte teórica, en la que se elabora el tema del
estudio en su contexto científico. En otras palabras, se establece un estado de la cuestión, que
7
contiene los conceptos pertinentes al tema principal: la posibilidad de la unión del adverbio y
el sufijo diminutivo. En esta primera sección principal del estudio, se introducen las
definiciones y los conceptos generales relacionados con el tema principal: el sufijo diminutivo
adverbial. Es decir, se aclaran los términos adverbio y sufijo diminutivo. Asimismo, se habla
de las características generales del concepto de adverbio (§1.1), las dudas en torno a su
clasificación (§1.2) y la posible concordancia de esta noción generalmente invariable (§1.3).
En torno al concepto del sufijo diminutivo, se establecen sus definiciones (§2.1) y la posición
de este concepto en la gramática española como una noción relacionada con la derivación
apreciativa (§2.2). Después, se discuten sus características morfológicas (§2.3) y los valores
semántico-pragmáticos del sufijo diminutivo en general (§2.4) para luego pasar a la discusión
específicamente del sufijo diminutivo mexicano (§2.5). Antes del análisis empírico, quedan
dos fines: argumentar la compatibilidad entre el adverbio y el sufijo diminutivo (§3.1) y tratar
la lexicalización del sufijo diminutivo adverbial (§3.2).
Con el fin de contestar a las preguntas de investigación en la parte empírica, que
encuadra un estudio de corpus, se analizan los datos encontrados y los contextos de uso
concretos mediante ejemplos comentados. En esta sección, se elabora primeramente la
metodología central del estudio presente, incluyendo la selección (§4.1.1) y la compatibilidad
de los corpus (§4.1.2) y la selección de datos (§4.1.3). Después, se determinan los objetivos
de análisis (§4.2.1), antes de estudiar la posible influencia de las variables extra-lingüísticas
(§4.2.2), o sea el sexo y el nivel de instrucción de los participantes. Además, en la parte
empírica se investiga también la influencia de varios criterios lingüísticos en el uso del sufijo
diminutivo adverbial (§4.2.3), como el morfema final del sufijo diminutivo, el tipo de
adverbio, la variable semántico-pragmática, etc.
Siguiendo estos procedimientos se espera poder describir y analizar las diferencias
diacrónicas entre la situación actual y las circunstancias de los años setenta en cuanto al uso
del adverbio con o sin sufijo diminutivo en el habla de los jóvenes en la Ciudad de México.
8
1. El adverbio
Dado que uno de los elementos importantes que se discute en el estudio presente se
identifica como el adverbio, resulta aconsejable definir esta categoría gramatical de manera
precisa. No solo tienen importancia la definición del concepto y sus características
morfológicas, sino también las diferentes clases de adverbios y los criterios tomados en
cuenta para establecerlas. Además, se incluye un apartado que trata de la posible concordancia
del adverbio, una categoría gramatical generalmente invariable.
Para definir el concepto de adverbio se han consultado los trabajos de la RAE (2010),
que introduce la definición siguiente:
“Una clase de palabras invariable que se caracteriza por dos factores: uno
morfológico, la ausencia de flexión, y otro sintáctico, la capacidad de establecer
una relación de modificación con grupos sintácticos correspondientes a diferentes
categorías” (RAE 2010: 574)
En acuerdo con Kovacci (1999: 708), se establece que una propiedad morfológica significante
de los adverbios es la ausencia de flexión. Por eso, se definen como palabras invariables, igual
que las preposiciones y las conjunciones. Al lado del factor morfológico que supone la
ausencia de flexión, existe la característica de relación de incidencia o de modificación. Ésta
desempeña una de las funciones más notables del adverbio: el adverbio modifica varios
grupos sintácticos, como el verbo, el adjetivo, otros adverbios y también grupos nominales,
pronominales o preposicionales. A continuación, el adverbio puede aparecer tanto en grupos
adverbiales como en locuciones adverbiales. En el primer caso se acompaña de modificadores
y complementos, mientras que en el segundo caso aparece con grupos preposicionales
lexicalizados que funcionan de modo similar a los adverbios.
Otra definición, más breve, también propuesta por la RAE (2009: 2285), es la
siguiente: "el adverbio es una clase de palabras invariables cuyos miembros presentan cierta
heterogeneidad." Es evidente que esta heterogeneidad provoca ciertas complicaciones en
cuanto a la delimitación de los elementos que pertenecen a la categoría gramatical del
9
adverbio (Hue Fanost 1987: 9). Como elabora la RAE (2009), el adverbio se caracteriza
también por ser transversal, o dicho de otro modo, gran parte de su naturaleza se deriva de su
pertenencia a clases sintácticas que excluyen elementos adverbiales. Además, Domínguez de
Rodriguez (1968: 293) explica que el concepto de adverbio se caracteriza por tener “un
carácter negativo”. En otras palabras, la categoría gramatical del adverbio incluye todos los
elementos que no pertenecen a otra categoría gramatical. Además, al igual que la RAE (2009),
Kovacci (1999: 722) opina que la clasificación de adverbios no resulta fácil de delimitar, dado
que el adverbio se considera como la clase de palabras más confusa y heterogénea. Se puede
analizar el adverbio según varios criterios, como lo morfológico, lo sintáctico o lo semántico.
Esta confusión clasificatoria también ha sido establecido por la diversidad de
comportamientos sintácticos que proponen.
En resumen, mientras que muchas subclases del adverbio se diferencian, el factor
morfológico de invariabilidad y la relación de incidencia o de modificación en general se
cumplen. Sin embargo, algún tipo de derivación puede ocurrir con varias clases de adverbios.
Es decir, en algunos casos, sufijos diminutivos o superlativos pueden añadirse al adverbio.
Según Kany (1945: 267), se emplea la derivación diminutiva de los adverbios en la mayoría
de los dialectos españoles, pero no con la misma frecuencia en cada dialecto. En otras
palabras, algunos dialectos manifiestan una distribución más extensa de adverbios
diminutivos que otros.
Según la RAE (2009: 2288), existen cuatro criterios fundamentales para clasificar los
adverbios: (a) la estructura morfológica, (b) el significado, (c) la naturaleza gramatical y (d) la
incidencia sintáctica.
En cuanto a la estructura morfológica del adverbio, se pueden distinguir dos grupos
principales: los adverbios simples o no derivados, y los constituidos por derivación,
composición u otro proceso. La manera más productiva en español para crear adverbios
resulta añadir -mente al adjetivo que tiene que convertirse en un adverbio. Estos adverbios en
-mente no aceptan sufijos apreciativos, así como tampoco aceptan sufijos diminutivos. Sin
embargo, en algunos casos un diminutivo puede formar estos adverbios, como por ejemplo:
10
(1) ordenaditamente
(2) lentitamente
(3) tranquilitamente
En cambio, otros adverbios aceptan sufijos diminutivos con mayor sencillez. En el habla
juvenil y el registro conversacional también resultan frecuente los prefijos intensivos.
Cuando se considera el parámetro del significado del adverbio, la RAE (2009: 2288)
organiza los adverbios tradicionalmente según las categorías siguientes: adverbios de lugar
(aquí, arriba), de tiempo (ayer, ahora), de modo o de manera (hablar bien, correr
rápidamente) de cantidad (bastante caro, estudiar más), de afirmación (sí, claro, seguro), de
negación (no, nada, apenas) o de duda (quizá, acaso).
El tercer criterio, la naturaleza gramatical, permite clasificar los adverbios de otra
manera; en este caso, se distingue entre adverbios léxicos y adverbios gramaticales. Mientras
que los léxicos se caracterizan por ser una clase abierta, los adverbios de naturaleza
gramatical resultan limitados y por eso son una clase cerrada. Los subgrupos de los
gramaticales son los siguientes: los demostrativos (aquí, ahora, entonces), los identificativos
o referenciales (antes, delante, encima), los cuantitativos (muy, demasiado), los relativos
(cuando, como, donde), los interrogativos (cuándo, cómo), los exclamativos (corresponden en
gran parte a los interrogativos) y los focales (no, también, incluso). En cuanto a los adverbios
léxicos, la mayoría consiste en adverbios en -mente.
El último criterio es el de su incidencia sintáctica, de acuerdo a la cual los adverbios se
clasifican según las relaciones de modificación que establecen. De esta manera, los adverbios
se clasifican en tres categorías: argumentales, atributivos y adjuntos. Otros dos grupos que
pueden ser identificados utilizando el criterio de la incidencia sintáctica son los adverbios
oracionales y los conectores discursivos. Mientras que los dos primeros criterios ya fueron
ampliamente discutidos por los académicos tradicionales, los dos últimos reciben más
atención en los análisis contemporáneos.
En lo que sigue, se tratan los tipos de adverbio de manera más detallada, basándose en
la RAE (2009: 2295-2394). Existen adverbios adjetivales, y se llaman así porque tienen la
misma forma que los adjetivos correspondientes, con la diferencia de que carecen de flexión
de género y número. Actualmente los adverbios adjetivales aparecen con más vitalidad en el
español de América que en el español peninsular. Algunos adverbios adjetivales admiten
diminutivos, como por ejemplo:
11
(4) volver rapidito
(5) volar bajito
Además, la RAE (2009: 2301) explica que existe el grupo de adverbios cuantitativos,
al que pertenecen tradicionalmente los adverbios de cantidad y también la noción de adverbio
de grado. Se puede deducir que es un grupo bastante heterogéneo. El grupo de adverbios de
lugar se clasifica en dos categorías fundamentales: los demostrativos, a veces llamados
adverbios de ubicación, y los de relación locativa o los adverbios direccionales, que suelen
aparecer en pares. Además, existen dos subgrupos de los adverbios de tiempo cuando se
clasifica desde el punto de vista semántico: los adverbios referenciales y de duración, por un
lado, y por otro lado, los adverbios de frecuencia. Según la RAE (2009: 2328-2394), quedan
los adverbios aspectuales, los de modo o manera, y los adverbios oracionales. Los primeros
son los que se refieren a alguna fase del evento al que modifican, o especifican cierto aspecto
de su estructura interna. Los segundos, adverbios de modo o manera, aparecen en varias
formas: el adverbio así, los adverbios bien, mal, mejor, varios adverbios en -mente, y muchos
adverbios adjetivales. Los últimos son los oracionales, que afectan la oración entera en varias
formas. Se puede clasificarlos de varias maneras diferentes, pero una clasificación
simplificada es la siguiente: adverbios de la enunciación o del acto verbal, adverbios
temáticos o de tópico y adverbios del enunciado.
14
2. El sufijo diminutivo
2.1 Definición
Este segundo significado se aplica sobre todo a sufijos, que son afijos pospuestos a la
palabra que modifican. De esta explicación se puede deducir que un sufijo diminutivo tiene la
capacidad de asumir tres valores semánticos: (a) la disminución de tamaño, (b) la intención
emotiva o apelativa y (c) la significación intensiva (véase §2.4). El tercer significado de la
palabra diminutivo se usa para referir a palabras formadas con sufijos diminutivos. En otras
palabras, se refiere al conjunto de la palabra de base a la que se añade el sufijo diminutivo y al
sufijo diminutivo mismo.
15
2.2 El sufijo diminutivo en la gramática española: la derivación apreciativa
Como explica Lázaro Mora (1999: 4647), generalmente aparecen las connotaciones
afectivas en los idiolectos, que es la forma de hablar característica de cada persona. Cuando se
considera el término idiolecto en el contexto del análisis semiótico estructuralista,
corresponde al concepto de habla de Ferdinand de Saussure. Sin embargo, Lázaro Mora
(1999: 4647) añade que: “se encuentran socializadas también en gran número, y la lengua
ofrece medios institucionalizados para lograrlas." Al lado de la entonación, las exclamaciones,
las interjecciones y los procedimientos sintácticos como la lítotes, la enálage, las repeticiones
y la reiteración, la lengua incluye procedimientos morfológicos cuyas características se
elaboran en el estudio de Lázaro Mora (1999).
Lázaro Mora (1999: 4648), como también la RAE (2009), tradicionalmente dividen
su inventario de sufijos apreciativos en tres clases principales: los diminutivos (-ito, -ico, -illo,
etc), los aumentativos (-ón, -azo, -al, etc) y los peyorativos (-aco, -acho, -ajo, etc). Los
apreciativos se añaden a numerosos sustantivos y adjetivos, y ocasionalmente también a otras
palabras para expresar atenuación, cercanía, ponderación, cortesía, ironía, menosprecio e otras
nociones. Se caracteriza no solo por una valoración afectiva, sino también por cualidades
objetivas. No obstante, muchas veces la valoración subjetiva predomina. En algunos casos
sustantivos y adjetivos admiten varios sufijos apreciativos, lo que refiere a una diferencia en
connotación y significado. Cuando expresan una cualidad objetiva, los diminutivos y los
aumentativos designan respectivamente magnitud inferior o superior. En la mayoría de los
casos, los sufijos apreciativos coinciden en sus valores de la clase a la que pertenecen, pero a
veces los límites de tales clases no se distinguen con claridad y en ese momento suelen
asociarse con los valores de otro grupo. Por ejemplo, el diminutivo puede asociarse no solo
con el tamaño del objeto designado, sino también con una valoración positiva o negativa.
Además de sufijos apreciativos nominales, existen sufijos apreciativos verbales, que
pertenecen a la misma clasificación tripartita de diminutivos, aumentativos y peyorativos,
aunque de nuevo esta división no resulta totalmente nítida. Por eso Rifón (1994) argumenta
que la repartición no se puede mantener en el caso de los sufijos apreciativos verbales y, por
consiguiente, propone otra clasificación, también tripartita: el significado iterativo-habitual, el
intensivo-atenuado y el peyorativo.
Como explica la RAE (2009: 631), los sufijos apreciativos son admitidos por
16
sustantivos, adjetivos calificativos, adverbios y adjetivos que se usan como adverbios. A modo
de ilustración, se incluyen algunos ejemplos de adverbios con sufijos diminutivos y también
de un adjetivo que se usa como adverbio, el ejemplo (10):
(6) ahorita
(7) abajito
(8) arribita
(9) cerquita
(10) clarito
El español de América extiende los diminutivos a los adverbios con mayor frecuencia que el
español peninsular, como en los ejemplos siguientes:
(11) alrededorcito
(12) apenitas
(13) despuesito
(14) detrasito
(15) nomasito
Además, existen palabras que rechazan los sufijos apreciativos por razones categoriales,
fonéticas o semánticas, como por ejemplo los adjetivos de relación.
Masc. -ito -ico -uco -ín -ino -iño -ejo -illo -ete
Fem. -ita -ica -uca -ina -ina -iña -eja -illa -eta
17
Debido a sus propiedades formales bastante particulares, la morfología apreciativa y
por eso también la morfología del diminutivo ocupan una posición polémica dentro de la
gramática española, como explica la RAE (2009). Los sufijos diminutivos se pueden
lexicalizar, pero la mayoría no se encuentra en los diccionarios y por eso se considera como
un proceso derivativo, que posee varias propiedades iguales a las de la flexión. Por ejemplo,
exactamente como las voces flexionadas, mantienen la categoría gramatical de la base. Por el
contrario, las nociones contribuidas por los elementos apreciativos designan un carácter léxico
más que gramatical.
Como explica la RAE (2009: 629), el proceso en que varios sufijos apreciativos
pueden añadirse a una misma base suele ser conocido como recursividad. Así se reconoce la
aparición de la doble derivación apreciativa, como por ejemplo:
La RAE (2009: 630) menciona que el sufijo diminutivo más utilizado en la actualidad en todo
el mundo hispánico es -ito/-ita 1 , mientras que en la lengua medieval y en la clásica era
predominante -illo/-illa.2 En algunos países andinos y en parte de las áreas centroamericana y
caribeña, la variante -itico/-itica ha sido desarrollada, en la que -ico parece añadirse a -ito:
(17) ahoritica
(18) cerquitica
(19) ahoringa
(20) cerquinga3
1
Esta idea es apoyada también por Zuluago Ospina (1970: 41). Considera que el sufijo diminutivo no
solo es el más frecuentemente usado, sino que también es la única forma de disminución que se puede
aplicar a todas las clases de palabras que admiten disminución.
2
También el análisis de Figueroa (1989), que estudia varios morfemas diminutivos en documentos
hispanoamericanos de los siglos XVI y XVII, indica que el sufijo –illo es el más documentado visto
que también es el más lexicalizado en el corpus investigado.
3
Sobre todo en el parte oriental de Bolivia.
18
Existe la posibilidad de que sufijos diminutivos se manifiesten mediante diferentes variantes.
Un ejemplo de esta variación es el diminutivo -ito/-ita (RAE 2009: 639):
Sin embargo, la cuarta variante solo se añade en algunos análisis, visto que solo modifica la
palabra pie. Por consecuencia, se puede considerarlo más como una forma irregular y no
como otra variante del sufijo diminutivo -ito/-ita.
Otra característica de la morfología diminutiva es la no alternancia de diptongación.
Opuesto a otro tipo de derivados, los sufijos diminutivos no causan una alternancia de
diptongación. Sin embargo, mantienen los diptongos, como en los ejemplos siguientes:
Cabe añadir que sí existen algunos casos de alternancia de diptongación, pero no son
muchos. Además, puede ocurrir que en algunas zonas se usa la forma diptongada y en otras se
prefiere la forma sin alternancia de diptongación.
Igual a Antonio de Nebrija (1492), Bello (1903: 55) está convencido de que el valor
predominante del sufijo diminutivo es el de disminución y de pequeñez, y que el diminutivo
debe clasificarse como un derivado. Sin embargo, Bello (1903: 55) añade las funciones
semánticas de cariño y compasión al valor básico de pequeñez, como en los ejemplos
siguientes en (28):
20
(28) hijito, abuelito, viejecito
(29) librejo, vejete, autorzuelo
Además, Bello (1903: 55) introduce las funciones semánticas de desprecio y burla, de las se
encuentran algunos ejemplos en (29). A continuación, declara que la idea de disminución no
siempre está presente en lo enunciado y que en ese momento el sufijo diminutivo suele indicar
los valores que han sido propuestos por él. Cabe añadir que, aunque los valores de cariño y de
compasión pueden aparecer en el estilo elevado, Bello (1903: 55) explica que en la mayoría
de los casos, el diminutivo se usa en contextos familiares.
Otro académico que se debe mencionar es Lenz (1925). Según él, los diminutivos
pertenecen a la categoría de los apreciativos, y explica que se caracterizan por ser un tipo de
gradación absoluta. Lenz (1925) considera los diminutivos y aumentativos como asunto de la
lexicografía más que de la morfología. Como dice Lenz (1925), las formas diminutivas deben
ser reunidas en los diccionarios, mencionando todos sus significados precisos y especiales,
porque la gramática se restringiría a enumerar los varios tipos de formación y no los
diferentes significados de cada diminutivo individual.
Amado Alonso (1951: 195) considera que resulta una idea anticuada la hipótesis de
que los diminutivos primero indicaron pequeñez y luego se ha derivado de estos significados
la significación afectiva. Además, este razonamiento está rechazado cada vez más. Según
Amado Alonso (1951: 195), el diminutivo ha sido un signo afectivo desde su inicio y la
verdadera cuestión es si el valor originario del sufijo diminutivo significaba la pertenencia y
la semejanza o más bien no modificaban las palabras de base de manera conceptual. Amado
Alonso (1951: 197) propone que lo más satisfactorio es la idea de que en la mayoría de los
casos:
21
"El diminutivo destaca su objeto en el primer plano de la consciencia y este se
consigue, no con la mera referencia lógica al objeto o a su valor, sino con la
representación afectivo-imaginativa del objeto." (Amado Alonso 1951: 197)
Tabla 2: Los valores del diminutivo según Amado Alonso (1951: 227)
22
Como se ve en la Tabla 2, Amado Alonso (1951: 227) basa su clasificación en la
dirección al que el sufijo diminutivo se dirige. El autor destaca tres direcciones diferentes.
Primero, (A) el uso del diminutivo puede reproducir la relación entre el hablante y el objeto
designado al que se refiere el sufijo diminutivo. En el segundo caso, (B) la expresión del
diminutivo se dirige hacia el interlocutor, con fin de provocar cierto cambio o efecto en el
sentimiento o la actitud de este mismo interlocutor. Por último, (C) el sufijo diminutivo
también puede representar una combinación de las dos posibilidades anteriores.
Sin embargo, en general el hablante maneja diferentes recursos lingüísticos para indicar la
pequeñez del objeto nombrado, y no elige un sufijo diminutivo como señalador de la
disminución. Segundo, el sufijo diminutivo puede indicar la clase completa de objetos
pequeños. Por último, Amado Alonso (1951) menciona el significado del sufijo diminutivo
opuesto al del aumento, pero según él, la lengua española apenas soporta este significado.
Se concluye que los diminutivos nocionales no tienen mucha importancia para Amado
Alonso (1951).
(ii) Los diminutivos emocionales generalmente indican un afecto y aparecen en un abanico
de contextos diferentes. Por consecuencia, la emoción expresada por el diminutivo
depende del contexto en que se enuncia. En los ejemplos que siguen, Amado Alonso
(1951: 202) demuestra la influencia del contexto:
(35) Ya tendremos que aguardar unos añitos. (Amado Alonso 1951: 205)
Como explica Amado Alonso (1951: 205), el uso del sufijo diminutivo no solo se refiere
a la palabra añitos, sino también al pensamiento entero de aguardar unos años.
(iv) Por último, existen los sufijos diminutivos estético-valorativos, que muchas veces
equivalen a los diminutivos líricos. Se relacionan con los diminutivos afectivos porque
indican una tensión entre el sujeto y el objeto nombrado. Amado Alonso (1951: 220)
considera que la mayoría de los sufijos diminutivos con un supuesto valor aumentativo se
pueden clasificar como miembros perteneciendo a la categoría de los diminutivos
estético-valorativos. Por ejemplo:
(36) A mediodía, cuando el sol quema más, el pueblo entero empieza a humear y
oler a pino y a pan calentito. A todo el pueblo se le abre la boca.
(Ramón Jímenez 1914 apud Alonso 1951: 220)
Según Amado Alonso 1951: 220), calentito en el ejemplo (36) no indica pan muy
caliente, sino que refiere a pan apetitosamente caliente. Por consiguiente, se destaca que
existe una tensión entre el sujeto y el objeto.
(B) La segunda categoría es la de la dirección hacia el interlocutor y consiste en tres
subcategorías:
(i) La primera categoría contiene los sufijos diminutivos afectivo-activos, que generalmente
aparecen en la lengua vernácula. Estos diminutivos se caracterizan por la influencia activa
que ejercen en la conducta del interlocutor. Por ejemplo:
24
(37) Hermanita, ¿no hay una limosnita pa este pobresito bardaito que está
esmayaito? (Quintero 1900 apud Alonso 1951: 207)
En este ejemplo, que claramente indica una relación entre el sujeto y el interlocutor, un
pobre pide limosnas a una mujer. Usando diminutivos, el mendigo quiere evocar una
reacción de compasión, con el fin de cambiar la conducta de la mujer y obtener una
limosna.
(ii) Los sufijos diminutivos de cortesía también pertenecen a los diminutivos que establecen
una relación entre el hablante y el interlocutor. Utilizando esta forma de cortesía, el
hablante causa de nuevo un cambio en el comportamiento del interlocutor:
En este ejemplo, se nota que el hablante añade un sufijo diminutivo con el fin de
expresar más cortesía.
(iii) Por último, existen también los diminutivos efusivos, que refieren a, entre otros, términos
de cariño y melosidad, como demuestra el ejemplo siguiente:
(39) No me tires con piedritas que me vas a lastimar, tírame con tus ojitos y me van
a enamorar. (Carrizo 1926 apud Alonso 1951: 211)
En resumen, Amado Alonso (1951: 205) destaca tres valores principales del
25
diminutivo cuando indica la relación entre el hablante y lo nombrado: el conceptual, el
afectivo y el de frase, en que el diminutivo puede alcanzar la oración entera. En cambio, los
sufijos diminutivos de frase también pueden indicar otra dirección: la inherente hacia el
interlocutor, de manera intencional, lo que es frecuente en la poesía y en la prosa. Cuando
indican esta corriente intencional hacia el interlocutor, es posible destacar dos tipos: los
intencionalmente activos y los meramente efusivos. El segundo tipo incluye los significados
de cortesía, de melosidad y de términos de cariño. Además, hace falta incluir otro tipo. En
ámbitos familiares es recurrente el uso de sufijos diminutivos en los reproches. Amado Alonso
(1951) está de acuerdo con que la abundancia del diminutivo es un fenómeno regional y
también opina que el uso es más frecuente en el habla rural que en el habla de las ciudades.
Hummel (1997) opina que se puede deducir un carácter general de los diminutivos.
Primero, todas las palabras que se unen con un diminutivo se acentúan gracias a este sufijo
diminutivo. En segundo lugar, mediante el uso del diminutivo, el oyente se da cuenta de que
en lo enunciado se encuentra una apreciación que, dependiendo de la situación y el contexto,
puede ser cuantitativa o cualitativa. Es decir, puede indicar disminución o un sentimiento
peyorativo, meliorativo, etc. Según Hummel (1997) es necesario una relación de confianza
entre los interlocutores antes de que el uso del diminutivo se establezca, dado que la
apreciación indicada por el sufijo diminutivo es de naturaleza personal y subjetiva y también
muchas veces parcial e injusta. Para ejemplificar, se introduce el ejemplo siguiente:
En este ejemplo, tanto el objeto como el oyente se incluye en el ámbito íntimo del hablante
mediante el uso de los sufijos diminutivos.
Por consiguiente, empezar a usar el diminutivo en una conversación indica que el hablante
quiere pasar de un ámbito profesional a una reunión más íntima, más familiar y menos oficial,
como en el ejemplo (42):
26
Esto también está justificado por el hecho de que las palabras perteneciendo al habla familiar
se disminuyen con mayor frecuencia que las palabras del registro formal.
Asimismo se puede asegurar que los diminutivos usados de manera muy productiva
pertenecen al ámbito familiar y sobre todo indican factores subjetivos en el habla, lo que vale
también para los diminutivos con función disminuidora, dado que muchas veces también
señalan una apreciación subjetiva:
En estos dos casos se trata de una apreciación subjetiva del hablante, es decir, le parecen
pequeños.
En cuanto a la disminución objetiva, se indica con los adjetivos postnominales. En
otras palabras, el valor objetivo se establece con el adjetivo pequeño y no con un sufijo
diminutivo. Por ejemplo:
Como ya se mencionó, la disminución de las palabras año y litro indica una apreciación
subjetiva y por eso resultan agramaticales los ejemplos (46) y (47), dado que el adjetivo
pequeño refiere a una disminución objetiva. En cambio la ocurrencia (45) sí sirve como un
ejemplo de la disminución objetiva.
Los sufijos diminutivos también pueden asumir valores de ironía o de sátira, porque la
superación de lo normal en el sistema resulta especialmente popular. Se manifiesta también
con la reduplicación de sufijos diminutivos, como en el ejemplo (48):
28
Tabla 3: Clasificación semántico-pragmática de Reynoso Noverón (2005: 81)
I. Valoración cuantificadora
Valoración de la dimensión de la entidad disminuida
a) cuantificadora (uso referencial)
b) decentralizadora
c) centralizadora
II. Valoración cualificadora
Valoración de las cualidades de la entidad disminuida
a) Negativa
b) Positiva
III. Valoración relacional
Valoración de las relaciones del hablante con las entidades del
discurso
a) Irónica
b) Amortiguadora
c) Respetuosa
En este ejemplo, diítas no refiere a días pequeños, sino que indica que son días tan cortos
que parecen ser menos que días.
(c) La valoración centralizadora se opone a la valoración decentralizadora. En vez de debilitar
los valores semánticos de la entidad al que modifica el sufijo diminutivo, los intensifica.
Por consecuencia, la entidad parece ser el mejor ejemplo de su clase semántica, debido al
hecho de que el hablante enfatiza sus características semánticas:
(51) I: es bien cerquita de, de Río Blanco y de Orizaba y todo (CSCM, entrevista 7)
(52) Tal vez don Jesús – si le ofrecía algunos pesos – lo ayudara. Aunque corría el
peligro de que el viejo loco lo traicionara y al día siguiente dijera a los
albañiles que el ingenierito estúpido llegó en la noche a contar loseta por
loseta, bulto por bulto, mosaico por mosaico.
(Leñero 1964: 86 apud Reynoso Noverón 2005: 82)
(53) “No te preocupes, mamacita. Alguien pasará frente a nuestra puerta; ruégale
30
que nos abra el cercado.”
(Horcasitas & O. de Ford 1979: 107 apud Reynoso Noverón 2005: 83)
(54) El caso es que Susana se ha vuelto muy formalita de un tiempo a esta parte,
era la más guarra del curso, de pequeña, pero hace un par de años se echó un
novio formal, un tío supertarra, de veintinueve tacos
(Grandes: 148 apud Reynoso Noverón 2005: 83)
(b) Otra valoración, la amortiguadora, se opone a la valoración irónica, dado que en este caso
el hablante quiere “evitar o disminuir el choque con una realidad desagradable” (Reynoso
Noverón 2005: 83):
(c) La última valoración, la respetuosa, es usada por el hablante para establecer simpatía y
respeto en el comportamiento del interlocutor. Muchas veces ocurre en situaciones en las
cuales un participante pertenece a un nivel jerárquico más alto que el otro, como en el
ejemplo siguiente:
(56) Ahí, cuando queremos dinero, vamos, y le hablamos al patroncito, nos oye lo
31
que pedimos; nos da animales, nos da dinero, lo que queremos nos da
(Zona náhuatl, Puebla: 42 apud Reynoso Noverón 2005: 84)
2.4.6 Resumen
32
2.5 El sufijo diminutivo en México
Sin embargo, mientras que tanto la definición mexicana como la normativa mencionan la
disminución y el elemento afectivo, el DEM no incluye la significación intensiva que sí se
encuentra en la definición normativa de la RAE. Aunque las definiciones no difieren mucho,
las diferencias en cuanto al uso del sufijo diminutivo del español de México y del español
peninsular sí parecen muy significativas.
Como explica Haensch (2002: 37), la diferencia entre el español peninsular y el
español de Hispanoamérica, por un lado, y entre las variantes hispanoaméricas, por otro lado,
es más notable en el léxico. Una primera distinción es el vocabulario de civilización, cuyo
conocimiento o no del hablante depende de su fondo cultural y su conocimiento de la cultura
general. Estos se llaman exotismos por parte de un hablante del español peninsular. Además,
existen diferencias en la pronunciación de ciertas palabras o también en el género o el número.
Asimismo, la formación de las palabras se varía también según la variante usada. Haensch
(2002: 56) declara que en el continente americano existe una libertad mucho mayor para
formar palabras nuevas, dado que son menos restringidos por fuerzas reguladores como el
corte real, la Academia de la Lengua, la prensa, etc. Utilizando por ejemplo la derivación, la
creatividad del español de América es enorme, lo que es una de las razones por la cual la tesis
presente estudia el español de la Ciudad de México.
Según Haensch (2002: 57), en Hispanoamérica el elemento afectivo en la lengua
hablada es más importante que en España, y también es usado frecuentemente por las
personas cultas. Debido a este factor afectivo, el diminutivo se caracteriza por una frecuencia
33
mayor en el español de América. Haensch (2002: 57) opina que, mientras que en España los
hombres usan menos los diminutivos que las mujeres, porque pareciera disminuir su virilidad,
en Hispanoamérica los hombres de todas las clases sociales usan diminutivos con la misma
frecuencia que los demás. Aún más, la ausencia del diminutivo puede expresar indiferencia y
enfriamiento entre las relaciones humanas por parte del hablante.
En los apartados que siguen, se intenta explicar este “abuso” del sufijo diminutivo en
el español mexicano, y también se analizan los valores semántico-pragmáticos de este
diminutivo.
Como ya se ha mencionado, Dávila Garibi (1959: 92) afirma que el uso del sufijo
diminutivo resulta más recurrente en el habla del español de México en comparación con el
español peninsular. Este académico explica que:
“El abuso del diminutivo llega hasta los adverbios, que por su naturaleza son
invariables y se hace extensivo a algunos giros, modos o locuciones
adverbiales tan abundantes en el lenguaje popular de México.”
(Dávila Garibi 1959: 92)
34
observa este fenómeno también en cada una de las regiones donde hablan el español. Reynoso
Noverón (2001: 213) indica que las variantes americanas admiten los sufijos diminutivos en
más categorías gramaticales, y por eso sostiene que solo estas variantes se caracterizan por el
uso de los sufijos diminutivos, lo que los ejemplos anteriores también demuestran.
Surgen las preguntas siguientes: ¿Cómo se pueden explicar las diferencias entre el
español peninsular y el español de México en general? y más específicamente, ¿qué causó la
gran diferencia entre zonas geográficas diferentes en cuanto al uso de sufijos diminutivos?
En el caso del español de América en general, Frago García & Figueroa (2003: 29)
opinan que la principal causa lingüística de la formación del español de América resulta la
mezcla dialectal debido a una emigración desde España a las Américas de personas de
diferentes regiones en España. Esta heterogeneidad regional, y sobre todo la influencia del
dialectismo andaluz y canario, resulta una causa lingüística importante de la variedad
existente en Hispanoamérica. Al lado de esta justificación evidente, como declara Frago
García & Figueroa (2003: 30), se puede explicar la variación hispanoamericana interna
mediante el interés económico o no de los españoles por una zona geográfica específica y la
medida en que se desarrolló la comunicación durante la época colonial. Las regiones mal
comunicadas se caracterizan por un español más arcaico, dado que hubo menos renovación
demográfica en comparación con los lugares con un mejor clima y mejores recursos. En otras
palabras, los trayectos de comunicación y los lugares que servían como los centros de cultura
y de poder durante la colonización de las Américas por gran parte determinaban el desarrollo
de la variación hispanoamericana interna.
Por lo que concierne a la gran frecuencia del uso del sufijo diminutivo en el español de
México, Dávila Garibi (1959: 92) explica que la causa principal es la influencia del náhuatl,
dado que el uso del diminutivo en las lenguas indígenas también es muy común. Según don
Mariano Jacobo Rojas (apud Dávila Garibi 1959: 93), el uso del diminutivo, sobre todo en el
habla de los indígenas ancianos, “es sal y pimienta de sus conversaciones y que aun en frases
y oraciones muy cortas lo usan”. Los conquistadores españoles tuvieron que aprender y hablar
esta lengua indígena para poder conversar con la población indígena. Dávila Garibi (1959: 92)
opina que, ésto, junto con el hecho de que el idioma náhuatl o azteca se caracteriza por una
riqueza en diminutivos, produce la mayor frecuencia en el español de México. En otras
palabras, Dávila Garibi (1959: 93) explica que “la influencia recíproca entre el idioma del
conquistador y el del vencido era inevitable en ese tiempo”.
35
Al lado de esta reciprocidad de influencia entre el náhuatl y el español de México,
también se pueden considerar factores sociolingüísticos como posible causa del uso tan
recurrente del sufijo diminutivo. En otras palabras, Curcó (apud Jani 2009: 81) afirma que la
organización de la sociedad indígena, que se caracteriza por una naturaleza altamente
jerárquica con diferentes clases sociales, influye en el estado lingüístico contemporáneo de
México. Como se aclarará con más detalle en el apartado §3.2, en el habla de México el
elemento afectivo resulta muy importante, y los hablantes mexicanos no prefieren expresar
ideas, conceptos y opiniones de manera explícita. Jani (2009: 95) afirma que la cortesía
importa mucho y, por consiguiente, la estrategia de minimizar o suavizar el contenido
semántico de las palabras mediante el recurso del sufijo diminutivo se identifica como una
función frecuentemente utilizada. Se repite el ejemplo (61) mencionado antes, porque
demuestra la función respetuosa, de cortesía en la zona náhuatl:
(61) Ahí, cuando queremos dinero, vamos, y le hablamos al patroncito, nos oye lo
que pedimos; nos da animales, nos da dinero, lo que queremos nos da
(zona náhuatl, Puebla: 42 apud Reynoso Noverón 2005: 84)
Según Gaarder (1966: 585), los sufijos apreciativos sirven para ponderar, apreciar y
calificar. Asimismo, añaden un elemento personal a la comunicación, dado que permite al
hablante descargar su subjetivismo. Por lo tanto, se puede declarar que, dependiendo de la
situación geográfica, existe una variación no solo en cuanto a las formas de los sufijos
apreciativos, sino también en lo que concierne a los varios valores semántico-pragmáticos. En
36
otras palabras, el español mexicano se distingue de las otras variantes de la lengua española
por tener un uso de los sufijos apreciativos peculiar y típico para esta región. Gaarder (1966:
585-586) implementa la categorización siguiente (véase Tabla 4) de los sufijos diminutivos y
aumentativos en el español de México:
Tabla 4: Los valores semántico-pragmáticos del sufijo apreciativo mexicano según Gaarder (1966: 585)
37
Dado que la categoría B sobre todo pertenece al dominio emocional y subjetivo del
hablante, incluye un gran número de matices distintos, como el aprecio o el desprecio en los
ejemplos siguientes:
Como explica Gaarder (1966: 586), a veces parece que los hablantes mexicanos
favorecen la ambivalencia de los sufijos en cuanto a su valor semántico. En otras palabras,
muchas veces este valor semántico-pragmático agregado por el sufijo apreciativo resulta no
tener un solo significado, sino que al mismo tiempo puede realizar varias funciones diferentes.
Asimismo, en algunos casos este valor semántico incluye un matiz conceptual del superlativo,
una idea que Amado Alonso (1951: 189-199) no acepta. Por tanto, el estudio de Gaarder
(1966: 586) afirma esta idea de ambivalencia y a veces también ambigüedad: “los 557 casos
de sufijación dieron en todo 837 matices de significación, o sea un promedio de 1.50 por
caso”. Jani (2009: 85) afirma esta idea, exponiendo que existen dos grupos de sufijos
diminutivos distintos. Por un lado, está el tipo de diminutivo que posee una sola función y, por
otro lado, existen los sufijos diminutivos que pueden asumir dentro del mismo contexto varios
valores semántico-pragmáticos.
En su propio análisis, Gaarder (1966: 587) identifica las categorías afectivas más
recurrentes como las siguientes: el aprecio, el desprecio, el apocamiento estratégico, la
suavización eufemística, la intensificación por énfasis o desgaste, la extravagancia juguetona
38
y la ternura para con la realidad circundante. Por el contrario, las categorías de cortesía-
respeto y humildad y los lenguajes infantil y estudiantil no asumen un papel muy significante.
De los resultados de su estudio, Gaarder (1966: 589) deduce que el mecanismo de la ternura
resulta la característica principal y sobresaliente en el habla mexicana y que funciona como un
tipo de máscara contra la realidad y su dureza y austeridad. Cabe añadir otro descubrimiento
psicológico por parte de Gaarder (1966: 590): en la mayoría de los casos, el cariño se expresa
mediante un sufijo diminutivo, mientras que lo malo, como la censura, se expresa mediante el
uso de un aumentativo.
Además, otro académico ha establecido una clasificación de los sufijos diminutivos
mexicanos: Jani (2009). Una similitud entre ambas clasificaciones resulta la inclusión de tanto
los sufijos diminutivos como los aumentativos. Como precisa Jani (2009: 77), su estudio
investiga el uso y las funciones del diminutivo en las revistas predominantemente para chicas
jóvenes mexicanas. Los resultados de este análisis indican que se puede organizar los sufijos
diminutivos mediante las funciones semántico-pragmáticas de la Tabla 5:
Tabla 5: las funciones semántico-pragmáticas del sufijo diminutivo mexicano según Jani (2009: 80)
1. Ironía / Sarcasmo
2. Tamaño Pequeño
3. Minimizar / Suavizar
4. Peyorativo
5. Cariño / Tema de niños
6. Intensificador
7. Otras
Según Jani (2009: 95), resulta muy recurrente el uso del sufijo diminutivo con el valor
de minimizador o suavizante. En la obra de Curcó (1996) surge una posible explicación: el
uso del sufijo diminutivo puede asumir una función de ser indirecta. Los hablantes mexicanos
no quieren faltar de cortesía, y por eso usan instrumentos gramaticales como el sufijo
diminutivo para parecer menos explícitos. Contrariamente a la función de minimizar o
suavizar, resultan menos frecuentes los valores “peyorativo” y de “ironía / sarcasmo”. Jani
(2009: 95) indica que las revistas para jóvenes investigadas en su estudio no contienen temas
39
que excusan el uso de un lenguaje peyorativo o irónico. Por eso, probablemente casi no
figuran palabras a las que se añade un sufijo diminutivo con este significado. Después de
considerar sus datos encontrados mediante el estudio, Jani (2009) demuestra que todos los
adverbios con sufijo diminutivo en su corpus asumen un valor intensificador. En cuanto a las
palabras con sufijo diminutivo que pueden tener un significado doble o múltiple, las funciones
que se unen en la mayoría de los casos resultan “tamaño pequeño” y “cariño”. Asimismo,
parece que existe una relación entre ambas funciones, como en el ejemplo siguiente:
Jani (2009: 96) explica que esta relación puede existir porque las dos funciones tienen en
común la idea de niños, de amor. Por eso, el doble valor surge muchas veces en contextos que
se relacionan con jóvenes o a niños.
En conclusión, tanto Gaarder (1966) como Jani (2009) establecen una clasificación
semántico-pragmática coherente del sufijo apreciativo mexicano. Sin embargo, las funciones
propuestas por Jani (2009) se clasifican de manera menos complicada y visto que resulta la
clasificación más reciente, se la puede considerar como la presentación de los valores
semántico-pragmáticos del sufijo diminutivo mexicano más preferible.
Al lado de las funciones que puede asumir el sufijo diminutivo mexicano, resulta
también interesante discutir las posibilidades y restricciones en cuanto a la combinación del
adverbio y el sufijo diminutivo.
40
3 La combinación del adverbio con diminutivo
Es bien sabido que el español americano se caracteriza por una gran productividad y
creatividad en cuanto a la formación de palabras y más específicamente con respecto a los
sufijos diminutivos. En comparación con el castellano normativo, en el hispanoamericano
existen más posibilidades en lo que concierne al número de bases a las que se puede añadir el
sufijo diminutivo. El sufijo diminutivo puede añadirse a adverbios, indefinidos, numerales,
posesivos, gerundios, participios, locuciones adverbiales, etc. Asimismo, en la América Latina
se notan creaciones infrecuentes, extrañas y también formaciones imposibles en el español
peninsular. Ambadiang (1999: 165) afilia estas peculiaridades de la formación del diminutivo
con “la enorme riqueza de marcas formales, fórmulas y matices afectivos y/o reverenciales
que caracteriza las lenguas amerindias en general”.
Además, se observa que en el español de Las Américas, los diminutivos adverbiales
ocurren con mayor frecuencia que en el español peninsular. En el español peninsular, en la
mayoría de los casos, el sufijo diminutivo se añade a los sustantivos o los adjetivos, y las
razones que explican la incompatibilidad pueden ser fonológicas, semánticas o fonéticas. Las
gramáticas normativas no incluyen mucha información en cuanto al tema, pero la RAE (2009:
632) menciona que existen muchos adverbios que pueden ocurrir con sufijos diminutivos,
como por ejemplo: ahorita, abajito, arribita, cerquita, deprisita, despacito, lejotes, lueguito,
prontito, tantito. Asimismo, en el caso de los adjetivos que a veces se pueden usar como
adverbios, la disminución frecuentemente es posible también.
Aunque el uso del sufijo diminutivo adverbial no resulta muy recurrente en el español
peninsular, existe. Una explicación puede ser la influencia del español americano mediante los
medios de comunicación como la televisión, las revistas, los periódicos, etc. Sobre todo, se
transfieren las formas más recurrentes en el español de las Américas, como por ejemplo
ahorita y solito.
4
Para saber más de la compatibilidad entre sufijos diminutivos y lexemas en general, resulta muy útil la tesina
de Callebout (2011)
41
Cabe añadir que sería interesante investigar en futuros estudios si existen restricciones
morfológicas, fonológicas o fonéticas en el español mexicano con respecto a la formación del
adverbio con sufijo diminutivo.
3.2.1 Definiciones
La categoría (a), que une todos los procedimientos de formación de palabras, incluye
los procesos de la composición, la derivación y la conversión. Mediante estos procedimientos
se crean nuevas palabras que poseen la capacidad de convertirse en formas institucionalizadas.
A continuación, se presentan tres casos concretos que permiten ilustrar este primer proceso de
lexicalización:
42
(66) blackboard < black + board (Brinton & Traugot 2005:34)
(67) swimmer < (to) swim (Brinton & Traugot 2005: 35)
(68) (to) milk (V) < milk (N) (Brinton & Traugot 2005: 39)
Para ilustrar, el ejemplo (69) contiene el elemento derivacional -ade, que denota una bebida, y
este sufijo derivativo se transformó en un lexema. En el ejemplo (70), las palabras
independientes corre, ve y dile, se convirtieron en una sola palabra, correveidile, o dicho de
otro modo, “chismorrero”.
El tercer tipo de lexicalización se refiere a las ocurrencias en las cuales se nota un
incremento de composicionalidad y autonomía. Como demuestran Brinton & Traugot (2005:
57) un clítico puede transformarse en una palabra autónoma, o al revés, un afijo inflexional
puede convertirse en un clítico. Mientras se refiere al primer proceso como la declitización, se
denomina el segundo como la clitización. Como ilustra el ejemplo siguiente del genitivo
inglés, surge la palabra independiente his en the King his dog desde la ‘s inflexional en the
43
king’s dog que pasa a ser el clítico ‘s en the King of England’s dog.
(71) the King his dog < the King of England’s dog < the king’s dog
(Brinton 2002: 75)
44
en una palabra transparente que ha dejado de serlo. A veces estos vocablos admiten sufijos
diminutivos, lo que es otro indicio de que ya no son palabras transparentes. Sin embargo, es
muy importante destacar que los conceptos de transparencia y opacidad son afectados por la
gradualidad, puesto que se fundan en la mente lingüística del hablante.
Según Reinhold (1994: 10), el español de América existe como otra variedad, al lado
del español peninsular. Por eso, opina que es posible crear diccionarios especiales que tratan
de la variedad específica. Además, argumenta que no es necesario la definición de
americanismo, pero sí los destinatarios y la intención del diccionario. Asimismo, es
importante tanto la selección de los datos que se presentan de las palabras discutidas, como
los elementos léxicos elegidos.
García Pérez (1997: 53) toma en cuenta dos perspectivas diferentes para considerar los
diminutivos: el diminutivo en la macroestructura y el diminutivo en la microestructura. Según
él, el 1,87% del lexicón, un porcentaje notable, está ocupado por los sufijos diminutivos. La
Academia considera tres argumentos antes de incluir los diminutivos en el diccionario: (1)
tener una marca de sufijo diminutivo, salvo los diminutivos estándares como -ico, -illo y -ito,
(2) el diminutivo es de formación irregular y (3) se insertan también los diminutivos que se
caracterizan por un significado añadido al diminutivo. En cuanto al diminutivo en la
microestructura, existen tres abreviaturas para referir a los diminutivos en los diccionarios: d.,
ds., y dim.. La ausencia de la abreviatura indica la no contemplación de la palabra a la que se
refiere como diminutivo. Los valores semánticos que expresan los diminutivos indican en
algunos casos reducción de tamaño y en otros casos connotaciones afectivas. Según Amado
Alonso (1951), la función emocional del diminutivo es mucho más abundante y frecuente que
la acepción disminuidora. Además, existe el problema del valor despectivo. Primero, el valor
despreciativo se consideraba como inherente al diminutivo dado que comparte características
con la función emotiva. Sin embargo, la Academia separa estrictamente los diminutivos y los
despreciativos. Según García Pérez (1997), es posible distinguir dos tipos de diminutivos
principales de manera lexicográfica, cada tipo con varias subclasificaciones. Se puede
diferenciar entre los diminutivos etimológicos y los diminutivos actuales. Lo que también es
importante en cuanto a la aparición de los diminutivos en diccionarios, es la necesidad de
información diatópica. Muchas veces hablantes de una región específica, por ejemplo
Andalucía, frecuentemente utilizan diminutivos que casi nunca se usan en otras regiones, así
que es importante mencionar la zona geográfica particular en los diccionarios.
45
3.2.3 Adverbios con diminutivo en los diccionarios
“De hecho, a excepción de los adverbios diminutivos, que el DRAE suele incluir,
cuando las voces transparentes aparecen en el diccionario, casi siempre se asocian
con algún matiz especial que debe ser descrito de modo explícito.” (RAE 2009)
En otras palabras, la RAE (2009) explica que, cuando el DRAE describe palabras todavía no
lexicalizadas, resulta necesario añadir de manera clara el valor semántico particular de estas.
Sin embargo, en el caso de los adverbios con sufijo diminutivo, la RAE (2009) afirma que es
la costumbre de incluirlos en el DRAE. Como se acaba de declarar, aparte de esta referencia a
los adverbios diminutivos, resulta difícil encontrar más datos de los adverbios con sufijo
diminutivo y su aparición en el diccionario. Por consiguiente, en nuestro análisis empírico se
estudiarán (véase §4.2.3.7) las frecuencias de las formas muy recurrentes en el habla de los
jóvenes de la Ciudad de México ahora y ahorita, en nuestros corpus del pasado y del presente,
con el fin de obtener más información de la posible lexicalización de este adverbio diminutivo.
46
4 Análisis de corpus
4.1 Metodología
Antes de iniciar el análisis de los datos empíricos encontrados, conviene introducir los
corpus investigados. Debido al hecho de que la presente tesis analiza el uso y no uso del
diminutivo adverbial en la Ciudad de México desde una perspectiva diacrónica, han sido
investigados tres corpus diferentes: El Habla Popular de la Ciudad de México (CHPCM), El
Habla de la Ciudad de México (CHCM), y el Corpus Sociolingüístico de la Ciudad de
México (CSCM). El CHCM forma parte del Estudio coordinado de la norma lingüística culta
de las principales ciudades de Iberoamérica, al que luego se agregó como complemento un
volumen con entrevistas del habla popular urbana, el CHPCM. El corpus que contiene
muestras del español mexicano contemporáneo, el CSCM, ha sido elaborado por el proyecto
PRESEEA (Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y de América).
Este proyecto se fundó con la intención de crear un corpus del español hablado representativo
de la sociedad hispánica, tomando en cuenta las variedades geográficas y sociales. Mientras
que el CHCM y el CHPCM se publicaron respectivamente en 1976 y en 1971, y documentan
materiales grabados al inicio de los años setenta, las primeras entrevistas del CSCM se
manifestaron en 1997. Sin embargo, investigamos no el CSCM entero, sino solo el nivel bajo
y alto, cuyas entrevistas se hicieron entre 1999 y 2007. En otras palabras, se trata de una
dicotomía de más o menos treinta años.
La razón por la cual se investiga el español hablado en la Ciudad de México es la
siguiente: varios académicos, como también Davila Garibi (1959) y Lope Blanch (1972: 157),
consideran la gran frecuencia del uso del sufijo diminutivo – a la que se refieren a veces
como un abuso- como una característica de la lengua mexicana, un hecho que merece la pena
analizar en más detalle. Puesto que los corpus consisten en entrevistas grabadas que luego se
transcribieron, queda claro que se estudian las ocurrencias del adverbio con sufijo diminutivo
en la lengua española hablada. Esta preferencia se explica por el hecho de que la aparición del
47
diminutivo no se considera como un elemento solamente morfológico, sino también una
construcción pragmática que marca intenciones del hablante e indicaciones culturales. 5 La
mayoría de las entrevistas que pertenecen a estos corpus orales fueron grabadas en ámbitos
familiarizados con el hablante, como el domicilio, el trabajo o la escuela. Además, los temas
tratados en las conversaciones conciernen a aspectos de la vida diaria del hablante, como la
vida familiar (la infancia, juegos infantiles, los hijos), el trabajo y la dificultad de encontrar
trabajo, la vida individual (tiempo libre, la vida en la Ciudad de México), las festividades y las
costumbres, etc.
5
Esta idea es apoyada también por Reynoso Noverón (2005: 80), Gaarder (1966: 585) y Jani
(2009: 78).
48
La tercera variable es el estatus socio-económico de los informantes, que se relaciona
intensamente con el nivel de instrucción. El CSCM interpreta esta última variable principal, el
grado de instrucción, según la manera siguiente: se distinguen tres categorías de nivel de
enseñanza diferentes, que se identifican como el nivel bajo, el nivel medio y el nivel alto. En
cuanto a los informantes pertenecientes al segmento bajo, se considera a los hablantes que
recibieron, como máximo, la educación primaria, lo que significa que pasaron seis años de
escolarización. Por eso, estos informantes han tenido acceso a la enseñanza hasta los 11-12
años más o menos. En este nivel también se encuentran los informantes que no han cumplido
la enseñanza primaria y los informantes analfabetas. En el grupo intermedio se considera a
informantes que recibieron como máximo la enseñanza media, lo que indica que cumplieron
la enseñanza secundaria, el bachillerato. En otras palabras, estos hablantes han estudiado
durante más o menos 12 años, hasta la edad de 17-18 años. La última categoría, el nivel alto,
hace referencia a los hablantes con enseñanza superior, sea universitaria, sea técnica superior.
Estos individuos han estudiado durante más o menos 16 años, hasta los 21-22 años de edad.
En cuanto al CHCM y al CHPCM, el primer corpus representa el habla culta de la
Ciudad de México, lo que significa que representa a los hablantes mexicanos que han
obtenido estudios universitarios, como por ejemplo Comercio, Medicina o Derecho. Además,
generalmente son informantes que han viajado bastante y que muchas veces hablan más de
una lengua. Al contrario, el CHPCM incluye a los informantes que no han obtenido una
enseñanza secundaria y solo han cumplido la enseñanza primaria. Sin embargo, en el CHPCM
también aparecen hablantes mexicanos que carecen de estudios o que solo han cumplido
algunos años de la enseñanza primaria. Se puede concluir que tanto el nivel alto como el nivel
bajo del CSCM se correlacionan respectivamente con el CHCM, y el CHPCM.
Hace falta añadir que tanto el CSCM como el CHCM y el CHPCM mencionan otros
criterios socio-económicos, al lado de las tres variables principales que se acaba de mencionar,
como por ejemplo la profesión, el nivel de ingresos o las condiciones de alojamiento. Sin
embargo, estos criterios sirven como datos complementarios y no son de gran importancia
para nuestro estudio.
Cabe añadir también que existe una diferencia entre los corpus en cuanto a la manera
de entrevistar a los informantes. Mientras que el CSCM solo contiene diálogos entre un
informante y el investigador, el CHCM y el CHPCM establecen tres tipos de encuesta, que
son las siguientes: diálogo entre un informante y el investigador, diálogos entre dos
informantes y grabaciones secretas de conversaciones entre un informante y el investigador o
49
entre dos informantes. Sin embargo, esta diferencia no tiene consecuencias para el análisis
empírico presente.
50
En total, se encuentran 92.653 palabras en los corpus del pasado, el CHCM y el
CHPCM, y 320.501 palabras en el CSCM, el corpus del presente. Del CSCM, se analizan en
total 24 informantes, de los cuales la mitad pertenece al nivel alto y el otro 50% al nivel bajo.
Además, en cada nivel, el sexo de los informantes investigados resulta ser equilibrado: seis de
los doce informantes entrevistados en el nivel bajo son hombres, mientras que los otros seis
hablantes son mujeres, y vale la misma repartición para el nivel alto. En el CHPCM, los
participantes de ocho muestras corresponden a la edad de los 18–34 años, mientras que el
CHCM contiene siete entrevistas con informantes que tienen la edad adecuada para nuestro
estudio. Dado que el CHCM resulta ser un corpus más largo que el CHPCM y el CHCM,
hemos obtenido más datos de este. Sin embargo, estadísticamente, los corpus del pasado
también resultan representativos.
Antes de iniciar el análisis empírico de los datos estadísticos encontrados, cabe añadir
algunas aclaraciones concisas:
a) Primero, el intento de este estudio era investigar todas las formas de los sufijos
diminutivos que pueden aparecer con adverbios, pero después del análisis se observa que
en los corpus investigados el único sufijo diminutivo adverbial resulta la forma -ito. Por
consecuencia se generaliza que en la mayoría de los casos, el sufijo diminutivo -ito se
añade al adverbio en el español juvenil de la Ciudad de México.
b) En segundo lugar, no se analizan todos los adverbios sin sufijo diminutivo en las
entrevistas. Solo se investigan los adverbios cuyos lexemas corresponden a los lexemas de
los adverbios con diminutivos encontrados. Por ejemplo, en los corpus se encuentra la
palabra ahorita, y por consecuencia, se investigan también las ocurrencias del mismo
adverbio sin sufijo diminutivo, la palabra ahora.
c) Asimismo hace falta indicar que se incluyen en el análisis no solo los adverbios simples
sino también las locuciones adverbiales, como al rato y al lado. Bajo el apartado §4.2.3.6,
se investiga la frecuencia de estos adverbios complejos con y sin sufijo diminutivo en los
corpus.
d) Además, dado que en la mayoría de los casos los corpus utilizados se tratan de diálogos
51
entre el entrevistador y un informante, es importante mencionar que nuestro análisis se
basa solamente en las ocurrencias de los adverbios con o sin diminutivo manifestados por
los informantes. Los sufijos diminutivos adverbiales producidos por el entrevistador no se
toman en cuenta.
e) En quinto lugar, hace falta mencionar también que a veces el informante repite una
ocurrencia varias veces, como en el ejemplo siguiente:
(72) I: “ahorita, ahorita ya no, pero antes sí. Tocaba en (...) toqué en varios
grupos” (CSCM)
Como en el caso de la repetición, priming ocurre pocas veces en los corpus investigados, pero
hace falta mencionarlo.
Después de aclarar estas ambigüedades previas, sigue la especificación en torno a los
objetivos principales de nuestro estudio empírico.
52
4.2.1 Objetivos del análisis
4.2.2.1 El sexo
Es bien sabido que existe una diferencia entre el habla de las mujeres y la lengua
usada por los hombres. Por consiguiente, se supone que el habla de ambos sexos también
difiere en cuanto a la frecuencia del uso del adverbio con y también sin el diminutivo en el
español de la Ciudad de México. El académico Jani (2009: 90) también apoya esta hipótesis,
dado que su estudio en torno al uso y las funciones de los diminutivos en revistas para jóvenes
mexicanas señala una relación específica entre la edad y el género por un lado, y el uso de los
sufijos diminutivos por otro lado. Los resultados de su investigación indican un uso extensivo
del sufijo diminutivo cuando el contenido apela a las mujeres o a las chicas, y también en el
caso de temas que se refieren a un público más joven. Para ejemplificar, siguen dos
ocurrencias sacadas de un artículo en la revista Tú, que se trata de cómo mantener la belleza
durante el verano:
53
(74) Si empiezas hoy, en dos semanas tendrás menos flacidez y pancita
(Jani 2009: 91)
(75) Bájale tantito. Alejarte de las golosinas de la cooperativa ayuda...
(Jani 2009: 91)
Como explica Jani (2009: 91), el sufijo diminutivo ocurre extensivamente en estos contextos,
y muchas veces incorpora la función de minimizar y suavizar. Por el contrario, en las
entrevistas con seis ‘solteros casaderos’ en la revista Be Model, también estudiadas por Jani
(2009: 91), el sufijo diminutivo solo aparece dos veces, y estas ocurrencias se relacionan con
la infancia de estos hombres.
Por consiguiente proponemos como hipótesis que las mujeres utilizan el sufijo
diminutivo adverbial con mayor frecuencia que los hombres, dado que se considera su
lenguaje como más afectivo y emotivo. Incluso los hombres tienden a comportarse de manera
brava, valiente o machista, lo que puede suponer una menor frecuencia del sufijo diminutivo
en su habla. En la tabla siguiente, la Tabla 7, se observan los datos empíricos obtenidos
después del análisis de los corpus:
Diminutivo adverbial
Período Sexo
Sí No Total
El pasado Hombre 49,40% 50,60% 100%
(CHPCM y CHCM) (39) (40) (79)
Mujer 52,90% 47,10% 100%
(36) (32) (68)
El presente Hombre 50,60% 49,40% 100%
(CSCM) (202) (197) (399)
Mujer 57,80% 42,20% 100%
(185) (135) (320)
Total 100% 100% 100%
(462) (404) (866)
(χ² = 0.187, GL = 1, p-value = 0.67)
54
En cuanto a los corpus CHPCM y CHCM, que consisten en entrevistas de los años
setenta, no percibimos diferencias grandes entre el uso del adverbio con y sin sufijo
diminutivo. De hecho, la frecuencia de la aparición del diminutivo adverbial iguala la
frecuencia del adverbio sin sufijo diminutivo, tanto en el caso de los hombres como en el caso
de las mujeres. Se nota que los hombres usan el diminutivo adverbial en el 49,40% de las
ocurrencias, mientras que las mujeres lo utilizan en el 52,90% de los ejemplos hallados en los
corpus del pasado. Entonces, por lo que concierne al uso del sufijo diminutivo adverbial en el
pasado, resulta que existe una diferencia pequeña de solo un 3,50% entre el habla de los
hombres y el lenguaje de las mujeres. Para ejemplificar, se añade algunas ocurrencias halladas
en los corpus del pasado, tanto adverbios con como sin sufijo diminutivo:
(76) I: ¿Eh? Bueno, e ... orita (ahorita) estamos en la ... en una Liga, en la Fidex, y
cada sábado jugamos (CHPCM, entrevista 1, hombre)
(77) E: Y... –digamos- en el ... en el campo, ¿qué es lo que más trabajo te cuesta?
Sigues ju... sigues jugando en la media, ¿verdad?
I: No, ahora ya juego estremo derecho. (CHPCM, entrevista 1, hombre)
(78) I: Mi suegro, por ejemplo, ahorita corre tres kilómetros y medio.
(CHCM, entrevista 13, mujer)
(79) I: Mira: son muy diferente uno de otro. Por ejemplo Carlos ahora... le tenía
pavor al agua. (CHCM, entrevista 13, mujer)
55
(80) I: pues de hecho qué le costaba ¿no?Viene tempranito a los nueve de la
mañana (CSCM, entrevista 73, hombre)
(81) I: se abrió así, seis centímetros, lo tuvieron que coser, tan sólo la cirugía y
costó quinientos pesos (CSCM, entrevista 73, hombre)
(82) I: El problema es que ahorita pues están ahí, todo el mundo, bueno, mi mamá
y mi hermana (CSCM, entrevista 7, mujer)
(83) I: entonces me dice el señor “bueno ahora te vamos a meter a costado” le digo
“bueno” (CSCM, entrevista 82, mujer)
Asimismo, después del análisis de los datos empíricos se puede constatar que no hay
prueba suficiente para establecer una relación estadística entre el uso del sufijo diminutivo
adverbial y el sexo del informante (χ² = 0.187, GL = 1, p-value = 0.67). A continuación, la
posible relación entre el sexo y el uso del diminutivo propuesta por Jani (2009: 90), y también
nuestra hipótesis, no coinciden con los resultados del análisis empírico. Dicho de otro modo,
se puede concluir que la variable extra-lingüística del sexo no influye en el uso del sufijo
diminutivo adverbial en la Ciudad de México, y que las diferencias mínimas encontradas no
resultan significativas.
El académico Haensch (2002: 57) ofrece una posible explicación para los resultados
del presente análisis. Según él, las mujeres utilizan más frecuentemente el sufijo diminutivo
en la mitad norte y en el centro de España, dado que el uso del diminutivo por los hombres
puede indicar duda en torno a su virilidad. En cambio, Haensch (2002: 57) aclara que, en
América, existe otro acercamiento al uso del sufijo diminutivo, dado que, según él, no existe
una relación entre el sexo y el uso del sufijo diminutivo en esas regiones. Dicho de otro modo,
los hombres usan el sufijo diminutivo con la misma frecuencia que los demás, debido a la
mayor importancia del factor afectivo en el habla de los mexicanos. En efecto, la eliminación
del diminutivo en el uso de la lengua puede indicar indiferencia por parte del hablante.
En conclusión, nuestra investigación de la posible relación entre el sexo y el uso del
sufijo diminutivo en el español de la Ciudad de México indica que no existe un lazo entre
estos dos conceptos. Por consiguiente, este estudio rechaza las conclusiones sugeridas por
Jani (2009), y al mismo tiempo reafirma la noción propuesta por Haensch (2002).
56
4.2.2.2 El estatus socio-económico
Diminutivo adverbial
Período Nivel de instrucción
Sí No Total
El pasado Bajo 49,40% 50,60% 100%
(CHPCM y CHCM) (43) (44) (60)
Alto 53,30% 46,70% 100%
(32) (28) (87)
El presente Bajo 55,00% 45,00% 100%
(CSCM) (202) (165) (367)
Alto 52,60% 47,40% 100%
(185) (167) (352)
Total 100% 100% 100%
(462) (404) (866)
(χ² = 0.217, GL = 1, p-value = 0.64)
(84) I: Ya nos habían hablado mucho y en general, pues es un punto que a todas
nos interesa, sobre todo ahorita
(CHCM, entrevista 28, nivel de instrucción alto)
(85) I: Y ahora está con los valores cambiados, y con muchas reservas hacía mí.
(CHCM, entrevista 27, nivel de instrucción alto)
(86) I: Y me bañaba yo, y me peinaba, y me los quitaba, y al ratito, otra vez me
volvía a acostar en la noche con ellas... ¡Otra vez me los volvían a pasar!
(CHPCM, entrevista 4, nivel de instrucción bajo)
(87) I: Bueno, pues a veces se vende mucho, a veces se vende poco. Es un sueldo
que él hace de ... digamos: a veces se gana cincuenta pesos, a veces se gana
doscientos. (CHCPCM, entrevista 2, nivel de instrucción bajo)
Después del análisis de corpus, se puede concluir que los resultados no soportan
nuestra hipótesis propuesta. La idea de que los informantes mexicanos con el nivel de
instrucción bajo usan el diminutivo adverbial con una mayor frecuencia que los hablantes del
nivel de enseñanza alto no resulta válida. En otras palabras, de lo que precede se desprende
que no existe una relación significativa entre el uso del adverbio con sufijo diminutivo y la
variable del estatus socio-económico, ni en el pasado, ni en el presente. Los académicos
Curcó (apud Jani 2009: 95) y Gaarder (1966: 589) ofrecen una posible explicación para esta
carencia de desigualdad. Según Curcó, el sufijo diminutivo en el español de México asume la
función de ser indirecta. En otras palabras, resulta muy importante la cortesía y la mitigación
para los hablantes mexicanos, y parece que el uso del sufijo diminutivo sirve como
herramienta gramatical para obtenerlas. Como explica Curcó (apud Jani 2009: 95), se debe la
cortesía y la manera implícita y inofensiva de comunicar a la jerarquía social mexicana. Dado
que es una cultura donde las clases sociales y las razas importan mucho, se considera la
cortesía como una necesidad. Por consiguiente, no se hallan distinciones grandes en el habla
de personas con diferentes estatus socio-económicos en cuanto al uso del sufijo diminutivo.
Asimismo, Gaarder (1966: 589) aclara que “la característica predominante del sufijo en el
habla del mexicano es el mecanismo de la ternura como envoltura psico-lingüística contra la
realidad y sus asperezas.” Por consiguiente, debido a la estructura social específica, cada uno
de los mexicanos prefieren ser más indirectos y menos ofensivos, lo que resulta en un igual
uso del diminutivo adverbial por personas con diferentes estatus socio-económicos.
59
Como ya se mencionó, el enfoque del estudio presente es la categoría de los jóvenes
mexicanos entre los 18 y los 34 años, dentro de la cual se analiza la influencia de las variables
extra-lingüísticas de sexo y de nivel de instrucción. Sin embargo, en estudios futuros podría
ser interesante analizar las diferencias entre las edades, jóvenes, adultos y mayores, para
investigar si existen distinciones significativas entre las frecuencias del uso del sufijo
diminutivo adverbial. Después de investigar las dos variables extra-lingüísticas tomadas en
cuenta, se pasa a las influencias de las variables lingüísticas (§4.2.3).
Diminutivo adverbial
Período
Sí No Total
El pasado 51,00% 49,00% 100%
(CHPCM y CHCM) (75) (72) (147)
El presente 53,80% 46,20% 100%
(CSCM) (387) (332) (719)
Total 100% 100% 100%
(462) (404) (866)
(χ² = 0.386, GL = 1, p-value = 0.53)
60
En esta tabla se observa que el adverbio con sufijo diminutivo aparece en el 51%, o
sea en 75 ocurrencias de los corpus del pasado. Cuando se comparan estos datos y la
frecuencia de los adverbios sin diminutivos, que llega a 72 ejemplos (el 49%), se nota una
diferencia pequeña de solo tres ejemplos, o sea un 2%. Por consiguiente, en el pasado, los
adverbios con diminutivo ocurren un poco más frecuentemente que los sin diminutivo. En
cambio, en el corpus del presente, el CSCM, se hallan 387 ejemplos (el 53,80%) de adverbios
con sufijo diminutivo, opuesto a las 332 ocurrencias (el 46,20%) de adverbios sin diminutivo.
Por lo tanto, en el presente las formas adverbiales con sufijo diminutivo resultan más
frecuentes que los adverbios sin sufijo diminutivo: aparecen 55 ocurrencias más, o sea una
diferencia del 7,60%. Sin embargo, pruebas estadísticas aclaran que las diferencias halladas
resultan insignificativas (χ² = 0.386, GL = 1, p-value = 0.53). Por consiguiente, tanto en el
pasado como en el presente, el uso de adverbios con y sin sufijos diminutivos se igualan.
Como se mencionó en el apartado §3, Haensch (2002: 57) opina que ocurren más sufijos
diminutivos en el habla hispanoamericano que en el español peninsular, porque el elemento
afectivo importa más que en España, y no resulta tan importante seguir las normas de la
Academia Española en Hispanoamérica. Por eso no resulta sorprendente que la frecuencia de
adverbios con diminutivo no difiere mucho de la frecuencia de los adverbios sin diminutivo
en la Ciudad de México.
Como se nota inmediatamente, el morfema final del sufijo diminutivo –ito más
recurrente es -a, dado que aparece en el 93,33% de los casos en los corpus CHPCM y CHCM
del pasado, y en el 89,92% de las ocurrencias del CSCM, el corpus del presente. Debido a la
gran cantidad del adverbio con diminutivo ahorita en la lengua española de la Ciudad de
México, se puede explicar esta frecuencia aplastante. El segundo morfema final más frecuente
del sufijo diminutivo -ito es -o, con el 6,67% en el pasado y 9,30% en el presente. Muy
escasamente resultan las ocurrencias de los morfemas finales -os y -as: en los corpus del
pasado, no hay ejemplos del morfema final -as y -os. En el caso del CSCM, el corpus del
presente, el morfema final -os aparece en el 0,52% de los casos y -as en el 0,26%, un total de
tres ejemplos:
(92) I: Sí, no es que no puedo hacer nada, porque mi mi mi papá está aquí al lado
(risa) vigiliando
E: (risa)
I: (risa) sí, no, bien traumante
E: Sí, no
I: No no, retiro lo dicho de lejitos
E: (risa) oye, y bueno ya sabes que todo mundo, digo, lo pasaste, yo lo pasé, y
yo creo que la mayoría lo pasamos (CSCM, entrevista 5)
(93) I: no sé, sigo leyendo entrevistas de skate y pues no sé, tengo amigos que
siguen patinando y pues me prestan videos o luego de internet bajo videos y
62
pues de cierta forma estoy ahí, aunque como un vil espectador, pero estoy
(risa) viendo al skate, pero pues chido, me sigue gustando, aunque de lejitos
¿no? (CSCM, entrevista 5)
(94) I: no es de que “ahí voy” y me tardo diez minutos en bajar, no no no, o sea
bajo enseguida, un minuto en lo que me tardo en trabajar o sea ya, y este, y
saco el carro y todo, y lo meto, y le digo a N “en vez de meterlo, por qué no
nos vamos a correr al parque” está muy, muy cerquitas de allí.
(CSCM, entrevista 6)
En los ejemplos (92) y (93), el lexema lejos sirve como base de la forma adverbial. Como
explica Martín Camacho (2001: 336), los adverbios que admiten la derivación apreciativa
“adoptan las formas correspondientes a esas terminaciones aunque no sean auténticas marcas
genéricas”. Por consiguiente, dado que la base adverbial lejos termina en -os, la forma
adverbial derivada lejitos solamente copia este morfema final, sin que figure como marca de
género o de número. En cambio, la ocurrencia (94) incluye la forma adverbial cerquitas. Dado
que la base adverbial cerca termina en –a, se espera que el adverbio derivado también posea
el morfema final -a. No obstante, el adverbio con sufijo diminutivo cerquitas termina en -as.
Por eso, se puede considerar el ejemplo (94) como una excepción a la regla, o también como
un error por parte del hablante.
Como se puede observar, los datos obtenidos de los adverbios con diminutivos no
difieren mucho diacrónicamente en cuanto al morfema final, lo que explica que el uso de los
morfemas finales casi no cambió en los últimos treinta años. Después de discutir los
diferentes morfemas del sufijo diminutivo -ito, se pasa al análisis de los morfemas finales de
los adverbios sin diminutivo:
63
De nuevo, se nota la presencia aplastante del morfema final -a, y de nuevo se puede
explicar este fenómeno mediante la mayor frecuencia del uso de la palabra ahorita en el
español mexicano. Sin embargo se observa una disminución entre el pasado y el presente:
mientras que en los CHPCM y CHCM el morfema final -a aparece en el 91,67% de los casos,
en el corpus del presente figura en el 76,81% de los ejemplos, que significa una disminución
del 14,86%. En cambio, el morfema final -o no aparece tan frecuentemente: en el pasado se
encuentra en el 8,33% de los ejemplos y en el presente en el 17,17% de las ocurrencias. Se
puede declarar que el uso del morfema final -a ha disminuido a favor del morfema final -o,
dado que, cuando se compara su presencia en el pasado y en el presente, muestra una
elevación del 8,84%. En el caso de -os, se apunta un aumento del 5,42%: en los CHPCM y
CHCM no aparece este morfema final, mientras que en el CSCM hay 18 ejemplos. Cada una
de las ocurrencias de la terminación -os aparecen con el lexema lejos. Siguen dos ejemplos:
(95) I: Y yo me vaya por allá lejos y aprenda y haga otro tipo de decoraciones
(CSCM, entrevista 75)
(96) I: pero pues se fue a vivir muy lejos desde hace más de diez años
(CSCM, entrevista 8)
En cuanto a los adverbios sin diminutivo que terminan en el morfema -as, tampoco
aparecen en los corpus del pasado, pero sí hay dos ejemplos (el 0,60%) en el corpus del
presente. Abajo se incluyen estas dos ocurrencias del morfema final -as:
64
Dado que la base adverbial normalmente se identifica como cerca, la forma adverbial cercas
hallada en los ejemplos (97) y (98) difiere de la norma. Sin embargo, en ambas ocurrencias la
transcripción considera estas formas como un error del informante, lo que se indica por (sic)
en los ejemplos.
Resumiendo, tanto en el caso de los adverbios con diminutivo como los sin diminutivo,
la aparición del morfema final -a resulta más recurrente, debido a la gran frecuencia de las
palabras ahora y ahorita. En cambio, las formas adverbiales que terminan en -os o -as no se
observan frecuentemente en los corpus investigados. Además, en todos los casos encontrados
del morfema final -as, se considera su uso como un error de lengua por parte del hablante.
Como posible explicación puede servir una característica inherente del adverbio: la ausencia
de flexión, o sea la tendencia de invariabilidad de esta clase de palabras. Dado que la mayoría
de los adverbios terminan en -a o –o, son escasos los morfemas finales -os y -as.
4.2.3.3 El lexema
El tipo del lexema adverbial al que se añade el sufijo diminutivo también se identifica
como una variable lingüística posible. En este apartado se intenta contestar a la pregunta
siguiente: ¿cuáles resultan los lexemas adverbiales más recurrentes a los que se puede añadir
un sufijo diminutivo? Los lexemas encontrados durante nuestra investigación corresponden a
los siguientes: adelante, ahora, arriba, atrás, cerca, enfrente, lado, lejos, poco, rato, solo,
temprano. Se investigó la presencia de cada uno de estos lexemas en los corpus, pero cuando
no resultó presente, no se incluyó en las tablas. Cabe añadir que lado y rato se utilizan como
lexemas de las locuciones adverbiales al lado y al rato (o con sufijo diminutivo al ladito y al
ratito). Dado que existen diferencias entre el presente y el pasado en cuanto al número de
lexemas, los datos se organizan en cuatro tablas, separando así tanto el pasado del presente
como los adverbios con diminutivo de los sin sufijo diminutivo.
Mientras que en las Tablas 12 y 13 se encuentran los lexemas adverbiales hallados en
los corpus del pasado, el CHCM y el CHPCM, en las Tablas 14 y 15 se reúnen las frecuencias
de los lexemas en el CSCM, el corpus del presente. Dado que se trata de muchos datos, se
añaden también cuatro gráficas que incluyen las frecuencias totales de los lexemas
adverbiales, tanto con sufijo diminutivo como sin sufijo diminutivo, para obtener una
representación más clara.
65
Tabla 12: Los adverbios con diminutivo por lexema
en el CHCM y el CHPCM (el pasado)
Como se observa en la Tabla 12, los lexemas adverbiales con sufijo diminutivo en los
corpus del pasado, el CHCM y el CHPCM, corresponden a ahorita, al ratito y tantito. Sirven
como ilustración los ejemplos siguientes:
(99) I: Para otros colores que se usa ahorita en esta época se usa el charol. Mucho,
bastante, entonces... o colores muy extravagantes, ¿entiende?
(CHPCM, entrevista 2)
(100) I: Y me bañaba yo, y me peinaba, y me los quitaba, y al ratito, otra vez me
volvía a acostar en la noche con ellas... ¡Otra vez me los volvían a pasar!
(CHPCM, entrevista 4)
(101) I: Tuvo así su niño, pero el médico se descuidó, o no sé qué, tantito, y … este…
de pronto se dio cuenta que tenía que abrirle
(CHCM, entrevista 28)
Los demás lexemas con sufijo diminutivo estudiados, como por ejemplo cerquita o
lejitos, resultan no presentes en los corpus del pasado. En estos dos corpus, solo las
informantes femeninas que pertenecen al nivel bajo utilizan todos los lexemas adverbiales con
diminutivo. Además, en el lenguaje de los hablantes mexicanos que corresponden al nivel alto,
solo aparecen los lexemas ahora y tanto con sufijo diminutivo. Por eso, de esta tabla se deriva
que en el nivel bajo de los corpus del pasado, se manifiesta el sufijo diminutivo con más
lexemas diferentes que en el nivel alto, y sobre todo se nota en el habla de las mujeres de
estatus socio-económico bajo. Mientras que un total de 43 ejemplos (el 57,33%) de adverbios
con sufijo diminutivo se articulan por hablantes del nivel bajo, solo 32 ejemplos (el 42,67%)
se encuentran en la categoría de los informantes del nivel alto.
66
Asimismo, el único lexema con diminutivo que se utiliza en ambos niveles de
instrucción y por cada sexo resulta ahorita. Cuando se calcula el chi-cuadrado de los datos
empíricos de la forma ahorita, se obtiene un p-value que iguala 0,022, lo que resulta menos de
0,05. Por consiguiente, las diferencias entre los niveles de instrucción del uso de este adverbio
temporal con diminutivo resultan significativas estadísticamente. Se nota que en el lenguaje
de las mujeres del nivel bajo se encuentra la forma ahorita en el 30,67% de los casos,
mientras que las hablantes femeninas del grado alto solo lo utilizan en el 12%, una distinción
de 18,67%, o sea de 14 ejemplos en números absolutos. Al contrario, en el caso de los
hombres, se observa un aumento en el uso de ahorita cuando se pasa del nivel bajo al nivel
alto. En otras palabras, los informantes masculinos que pertenecen al nivel alto utilizan la
forma ahorita en el 28% de los ejemplos, mientras que los hombres del grado bajo solo lo
usan en el 22,67%, una diferencia del 5,33%. Desafortunadamente no se puede calcular el p-
value de los otros lexemas con sufijo diminutivo, dado que no se aplica cuando uno de los
datos comparados asume un valor menor que uno.
Cuando se examinan los totales, se percibe que el lexema con diminutivo más
recurrente en los corpus del pasado resulta ahorita, con el 93,34%, seguido por tantito
(5,32%) y al ratito (1,33%). Después de contemplar los lexemas con diminutivo en los corpus
del pasado, pasamos a los sin diminutivo en estos corpus:
Tabla 13: Los adverbios sin diminutivo por lexema en el CHCM y el CHPCM
En la Tabla 13 se reúnen los datos empíricos que tratan de los lexemas sin sufijo
diminutivo en los corpus del pasado CHCM y CHPCM. Se nota que los tres adverbios sin
sufijo diminutivo en estos corpus son ahora, poco y solo. Para ejemplificar, se incluye una
ocurrencia de cada uno de estos lexemas:
67
(102) I: Entonces, ahora uno de mis hermanos, el que sigue de mí, se acaba de casar
(CHCM, entrevista 27)
(103) Bueno, pues a veces se vende mucho, a veces se vende poco. Es un sueldo que
él hace de ... digamos: a veces se gana cincuenta pesos, a veces se gana
doscientos (CHPCM, entrevista 2)
(104) Pos ésas ya están esploradas dos kilómetros. Pero para seguir ya... es los otros
dos, ya es peligroso. Porque sólo ahí gentes que andan estudiando todo eso
han entrado a los otros dos pe... kilómetros. (CHPCM, entrevista 18)
68
Mediante estos gráficos, resulta posible comparar los lexemas sin sufijo diminutivo y
los con sufijo diminutivo en los corpus del pasado. Se observa que en ambos casos, hay una
omnipresencia del lexema ahorita: el 93,34% en el caso de los adverbios con diminutivo y el
91,67% en el caso de las formas neutras. En otras palabras, el uso del lexema ahora con sufijo
diminutivo aproxima la frecuencia de la forma neutra, una constatación que puede indicar una
posible lexicalización de la palabra ahorita. Este lexema también parece ser el único que
ocurre tanto con como sin sufijo diminutivo en los corpus del pasado. Asimismo, se apunta
una diferencia en el uso de poco y solo, que están presentes solo en el caso de los lexemas sin
sufijo diminutivo. Además, se observa que ninguna de las ocurrencias de adverbios sin sufijo
diminutivo se identifican con los lexemas rato y tanto.
Después de discutir los tipos de lexema en los corpus del pasado CHCM y CHPCM,
se incluyen también los lexemas encontrados en el corpus del presente, el CSCM. Primero, se
incluye la representación de las frecuencias de los lexemas adverbiales con sufijo diminutivo
en el español contemporáneo de la Ciudad de México:
69
Tabla 14: Los adverbios con diminutivo por lexema en el CSCM
Como se puede ver en la Tabla 14, otra vez más la forma ahorita se presenta como el
lexema más omnipresente en el corpus CSCM del presente: aparece en el 90,17% de las
ocurrencias. Siguen los lexemas con sufijo diminutivo poquito (el 5,16%) y al ratito (el
1,03%). Mientras que cada uno de los lexemas adelante, cerca, enfrente, lejos y temprano
aparecen en el 0,52% con sufijo diminutivo, las formas con sufijo diminutivo arribita,
atrasito y al ladito están presentes cada vez en el 0,24% de los ejemplos. Se incluyen algunos
ejemplos:
(105) I: dice que estaba así como una marquesina/ y otra marquesina así arribita
como litera y ahí se acostaban (CSCM, entrevista 74)
(106) I: ahí estuve vendiendo
E: ¿ahí?
I: sí acá atrasito de la <...>
E: ah por casi por la calle de la iglesia ¿no? (CSCM, entrevista 79)
(107) I: pues de hecho qué le costaba ¿no? viene tempranito a las nueve de la
mañana (CSCM, entrevista 73)
(108) I: ahí enfrentito estaba la playa, no me acuerdo qué playa es
(CSCM, entrevista 7)
70
Dado que uno de los valores debe ser mayor de uno para calcular el chi-cuadrado, solo
se lo puede obtener del lexema con sufijo diminutivo ahorita. Después de evaluar el chi-
cuadrado de cada uno de los lexemas, se obtienen los datos empíricos siguientes: el p-value de
ahorita corresponde a 0,272. A continuación, se establece que las diferencias entre el estatus
socio-económico y el sexo no resultan significativas en cuanto a la forma ahorita en el corpus
del presente.
Antes de comparar los resultados de los lexemas con sufijo diminutivo con los sin
diminutivo en el corpus del presente, se contrastan las distinciones entre las frecuencias de los
lexemas sin sufijo diminutivo en la tabla siguiente:
En cuanto a los lexemas sin diminutivo que aparecen en el corpus del presente, se
apuntan los siguientes: ahora, cerca, lejos, poco y solo:
(109) I: pero a ellos ahora sí que pues con ellos no terminé mal/ terminé muy bien
(CSCM, entrevista 3)
(110) I: sí, es lo que te digo, que mm, yo nunca me imaginé que estaba tan cerca
(CSCM, entrevista 7)
(111) I: y no estaba lejos, entonces me dice, vi un anuncio ¿no? De una
fábrica? ¿no? Que se solicita personal (CSCM, entrevista 82)
(112) I: y este parece que le pagaban poco porque como vivíamos ahí pues no le
pagaban lo suficiente (CSCM, entrevista 73)
(113) I: sólo Dios sabrá por qué hace eso, o por qué pasa eso
(CSCM, entrevista 10)
71
Como en el caso del pasado, en el presente el lexema ahora también se presenta como
el lexema más recurrente, con el 68,97%. Los lexemas adverbiales cerca (el 8,43%), solo (el
8,13%) y poco (el 8,74%) también ocurren frecuentemente. Menos recurrente resulta lejos,
con el 5,71%. Dado que de cada lexema existe por lo menos un ejemplo, se puede calcular el
chi-cuadrado para obtener el p-value de todos los lexemas: ahora (0,053), cerca (0,629), lejos
(0,310), poco (0,017) y solo (0,001). Dado que los resultados de los lexemas ahora, cerca y
lejos sobrevaloran 0,005, las diferencias entre el nivel bajo y alto y entre los sexos resultan
insignificativos y nimios en estos casos. Sin embargo, se observan distinciones relevantes
estadísticamente en los casos de los adverbios sin sufijo diminutivo poco y solo. En otras
palabras, en cuanto a los lexemas poco y solo, los parámetros del sexo y del estatus socio-
económico influyen en el uso. Se constata que ambos lexemas aparecen más recurrentemente
en el habla de los informantes que pertenecen al nivel de instrucción alto. Sin embargo,
mientras que el lexema poco es usado más frecuentemente por las mujeres (el 3,92%), la
forma solo se usa más en el caso de los informantes masculinos (el 4,52%).
Los dos gráficos siguientes resumen los datos empíricos encontrados en el CSCM:
La presencia del
72
lexema ahora en el corpus del presente resulta menos recurrente en el caso de los lexemas sin
diminutivo (el 68,97%) cuando se compara con el caso del adverbio temporal con sufijo
diminutivo (el 90,17%). Además, las frecuencias de tanto solo como poco resultan más altas
en el caso del lexema sin diminutivo. Mientras que solo aparece en el 8,13% y poco en el
8,47% de los ejemplos de lexemas sin diminutivo, se encuentran respectivamente en el 0% y
en el 5,16% en los casos de lexemas con sufijo diminutivo. Asimismo, las frecuencias de lejos
y cerca (en ambos casos el 0,52% en cuanto a los lexemas con sufijo diminutivo) son más
frecuentes en el caso de los lexemas sin diminutivo: el 5,71% y el 8,43%. Se puede concluir
que, salvo en el caso del lexema ahorita, la mayoría de los lexemas resultan más frecuentes
sin diminutivo en el CSCM.
Después de estudiar el lexema de los adverbios, pasamos a la investigación del tipo de
adverbio al que se puede añadir un sufijo diminutivo.
Una de las variables lingüísticas que puede influir en el uso del sufijo diminutivo con
adverbios es el tipo del adverbio al que se añade este mismo sufijo. Como se explicó en el
apartado §1.2, se puede clasificar los adverbios de varias maneras, dependiendo de los
parámetros tomados en cuenta. Recapitulamos brevemente: se puede categorizar los adverbios
según los criterios siguientes: la estructura morfológica, el significado, la naturaleza
gramatical y la incidencia sintáctica. En el análisis empírico presente, se categoriza los
adverbios según su tipo de significado. Se diferencia entre los adverbios de tiempo, de lugar,
de cantidad, de modo, etc. Las dos tablas siguientes incluyen los resultados del análisis:
Tabla 17: El pasado: los diferentes tipos de adverbio que ocurren con el sufijo diminutivo
73
Los resultados en esta tabla demuestran que en el período del pasado, el sufijo
diminutivo se añade a los adverbios temporales en la mayoría de las veces (el 94,67%). Este
resultado se debe a la frecuencia alta del adverbio con sufijo diminutivo ahorita, que resulta,
junto con el adverbio al ratito, las únicas formas del adverbio de tiempo con diminutivo
encontrado en los corpus CHPCM y CHCM. Otro tipo de adverbio que admite sufijos
diminutivos en los corpus del pasado es el adverbio de cantidad. En el 5,33% de las
ocurrencias, el sufijo diminutivo se añade a un adverbio de cantidad que se presenta en la
forma tantito.
Los datos de los diferentes tipos de adverbio que ocurren con el sufijo diminutivo en el
presente se encuentran en la tabla siguiente:
Tabla 18: El presente: los diferentes tipos de adverbio que ocurren con el sufijo diminutivo
74
períodos también difieren: mientras que en el pasado aparecen dos tipos de adverbios distintos,
los temporales y los adverbios de cantidad, en el presente se distingue entre tres tipos: los
temporales, los espaciales y los adverbios de cantidad. Además, en el CSCM, el corpus del
presente, se encuentra mayor variedad en las formas: aparecen 13 formas diferentes de
adverbios con sufijo diminutivo, mientras que en el pasado solo ocurren tres.
4.2.3.5 La concordancia
(114) I: Y hasta el final más o menos fue cuando nos empezaron a dejar salir solos
(CHCM, entrevista 13)
75
(115) I: ... porque hay mujeres que desafortunadamente, tanto moral, emocional y
económicamente son dependientes de su pareja, porque culturalmente así las
educan, ¿no? Que es difícil o que no son buenas para la escuela, y ya no
siguen, entonces como que se marginan solitas y sus expectativas se limitan...
(CSCM, entrevista 9)
En resumen, en los tres corpus investigados todos los adverbios se caracterizan por la
ausencia de flexión. Sin embargo, en las fuentes utilizadas aparecen predicados secundarios
que son similares a adverbios pero se identifican como adjetivos flexionados (Hummel 2008:
133). Por consiguiente, no se incluyen en los corpus dado que no pertenecen al grupo de los
adverbios, pero sí resultan variables y algunos autores los identifican como adverbios, y por
eso parece importante mencionarlos.
No solo los adverbios simples aceptan el sufijo diminutivo, sino también existen
locuciones adverbiales a las que se puede añadir un sufijo diminutivo, y éstos se incluyen
también en el presente estudio. Parece útil investigar en los corpus la cantidad exacta de estas
locuciones adverbiales, a las que se refieren también como adverbios complejos, para
averiguar si la unión de un adverbio complejo con un sufijo diminutivo resulta un hecho
excepcional o más bien pan de cada día. Las locuciones adverbiales con sufijo diminutivo más
recurrentes en los corpus resultan las siguientes: al ratito, al ladito, poco a poquito y poquito
a poquito. En la Tabla 20 se encuentran los datos empíricos encontrados:
76
Tabla 20: La frecuencia de los adverbios simples y los adverbios complejos con y sin sufijo diminutivo
Como se observa en la Tabla 20, en los corpus del pasado solo ocurren tres ejemplos
de adverbios complejos, contrariamente a 144 adverbios simples. Incluso, solo una de estas
locuciones adverbiales contiene un sufijo diminutivo:
(117) I: Agarramos esta arte – como dicen- de la guitarra, pues le vamos siguiendo
poco a poco, ¿no? (CSCM, entrevista 17)
(118) E: ¿Y por qué? Digo... ¡Habiendo tanto músico!
I: Bueno, es que ... Mira: todo se va acomodando en es ... en este tiempo; todo
va saliendo así, poco a poco, ¿no? Digamos, yo no llevaba prisa.
(CSCM, entrevista 17)
En cambio, el corpus del presente, el CSCM, incluye 27 adverbios complejos, de los cuales 14
aparecen con sufijo diminutivo. Siguen dos ejemplos:
77
(119) I: Pues yo al ratito no quiero que mi hija ya esté grande que se vaya a casar
(CSCM, entrevista 76)
(120) I: A lo mejor consigo alguien, que me lo cuide, el tiempo que sea necesario.
Ahora yo lo educaré de una manera que fuera autosuficiente e independiente,
que no fuera tan demandante de mi presencia, y que poco a poquito, conforme
a su edad, él aprendiera (CSCM, entrevista 9)
Se constata que no existen diferencias grandes entre los adverbios simples y las locuciones
adverbiales en cuanto al uso del sufijo diminutivo. En ambos casos, tanto en los corpus del
pasado como el corpus del presente, se observa un uso casi igual de las formas con y sin sufijo
diminutivo. Sin embargo, en el caso de los adverbios complejos en el caso del pasado, se
apunta un uso mayor de las locuciones adverbiales sin sufijo diminutivo (el 66,70%). Cabe
añadir que la única forma de una locución adverbial sin diminutivo en los corpus resulta poco
a poco. Ocurre trece veces en el corpus del presente, lo que corresponde a una frecuencia del
48,15%. Cuando se comparan la cantidad de los adverbios simples y la frecuencia de los
adverbios complejos, se concluye que tanto en el pasado como en el presente los adverbios
simples resultan mucho más frecuentes que las locuciones adverbiales.
En la tabla siguiente se organizan todas las diferentes locuciones adverbiales según su
frecuencia tanto en los corpus del pasado como en el corpus del presente:
78
Como se puede observar en la Tabla 21, la aparición de locuciones adverbiales con
sufijo diminutivo resulta escasa en los corpus CHCM y CHPCM: solo ocurre una forma, al
ratito. En cambio, el corpus del presente, el CSCM, incluye 14 ocurrencias de locuciones
adverbiales con sufijo diminutivo. Se nota que la locución adverbial con sufijo diminutivo
más recurrente en el CSCM resulta poco a poquito, con seis ejemplos o el 42,86% en total.
Siguen al ratito con una frecuencia del 35,71% , al ladito (el 14,29%) y poquito a poquito (el
7,14%).
En resumen, cuando se comparan el presente y el pasado, se afirma que ocurren más
locuciones adverbiales con sufijo en el CSCM, dado que este corpus es más grande que los
corpus del pasado. Asimismo, aparecen más formas diferentes de adverbios complejos con
sufijo diminutivo en el corpus del presente. Sin embargo, todavía no resulta muy recurrente el
uso de locuciones adverbiales con sufijo diminutivo en el habla de los jóvenes en la Ciudad de
México, dado que solo aparecen en 14 ocurrencias en el CSCM. Además, se concluye que el
uso de locuciones adverbiales en vez de adverbios simples no influye en la presencia del
sufijo diminutivo, dado que en ambos casos se iguala la frecuencia. Es decir, tanto en el caso
de los adverbios simples como de las locuciones adverbiales, la frecuencia de los sufijos
diminutivos resulta casi la mitad del total de las ocurrencias.
79
ahora y ahorita en los corpus del
pasado
51,47%
(70/136) 48,53%
(66/136)
ahora
ahorita
Como se puede observar en este gráfico, que une las frecuencias en los corpus del
pasado de las formas ahora y ahorita, el número total de ocurrencias del lexema ahora resulta
136. De estos 136 ejemplos, hay 66 casos en los que se utiliza el lexema ahora sin sufijo
diminutivo, lo que corresponde al 48,53%. En cambio, la forma ahorita aparece 70 veces en
los corpus del pasado, lo que equivale al 51,47%. Asimismo, se nota la alta frecuencia alta
irrefutable de la forma del adverbio temporal con sufijo diminutivo: ahorita.
Con el fin de investigar si ocurrió un cambio diacrónico en cuanto al uso del adverbio
temporal ahora con sufijo diminutivo, se comparan estos datos del pasado con los del corpus
del presente, el CSCM. El gráfico siguiente representa los resultados de nuestro análisis:
80
Como se nota en el gráfico que contiene los datos del corpus del presente, 349 de las
578 ocurrencias del lexema ahora aparecen con sufijo diminutivo. Esto corresponde al
60,38%. Al contrario, solo en el 39,62% de los casos, o sea 229 ocurrencias, aparece la forma
neutra del adverbio temporal. En otras palabras, el uso de ahorita resulta más frecuente en
comparación con la forma ahora. Cuando se comparan los datos del pasado con los del
presente, se apunta un incremento en el uso de la forma ahorita, correspondiente a un
descenso en el uso de la forma ahora. Es decir, los jóvenes mexicanos tienden a preferir la
forma con diminutivo del adverbio temporal ahora.
Por consiguiente, uno puede preguntarse si el adverbio temporal con sufijo diminutivo
ahorita se ha lexicalizado en el habla de la Ciudad de México, y si en el futuro la forma
ahorita reemplazará la forma ahora en el lenguaje mexicano. Como explica Jani (2009: 86),
existen palabras con sufijo diminutivo medio lexicalizadas, es decir “palabras que tienen un
sufijo que señala el diminutivo, pero que han evolucionado a un significado propio sin una
función del diminutivo” (Jani 2009: 86). Por eso, en el apartado §4.2.3.9 se analizan los
diferentes valores semántico-pragmáticos que puede asumir este adverbio temporal con sufijo
diminutivo, con el fin de averiguar si esta forma se encuentra en un proceso de lexicalización
o si ya se ha acabado este proceso.
“ahora. (De agora). 1. adv. t. A esta hora, en este momento, en el tiempo actual o
presente. 2. adv. t. Poco tiempo ha. Ahora me lo han dicho. 3. adv. t. Dentro de poco
tiempo. Ahora te lo diré. 4. adv. t. Am. hoy. 5. conj. distrib. Ahora hable de ciencias,
ahora de artes, siempre es atinado su juicio. 6. conj. advers. Pero, sin embargo.”
“ahorita. (Del dim. de ahora). 1. adv. t. coloq. Ahora mismo, muy recientemente. 2.
adv. t. Ant. y Col. Después, dentro de un momento, en seguida.”
“ahorita. Adv (Coloq). Ahora; en este momento, dentro de poco tiempo: “Ahorita
vengo, “Ahorita los alcanzo, “Ahoritita regreso”, “Ahorita no está, regresa al
ratito”.”
Como se puede observar, las definiciones del DEM no difieren mucho de las
explicaciones del DRAE. En efecto, cuando se trata del adverbio con sufijo diminutivo
ahorita, la definición parece igual en ambos diccionarios. Sin embargo, en el caso de la forma
neutra ahora, se apuntan algunas distinciones. Mientras que ambos diccionarios mencionan
los significados de ahora como ‘en este momento’, ‘dentro de poco tiempo’ y también como
conjunción adversativa, el DRAE no incluye los significados ‘esta vez’ y ‘manera de
introducir una idea’. Además, el DRAE indica como otro significado de la palabra ahora
‘hoy’, una explicación que no se encuentra en el DEM. Se concluye que los diccionarios son
uniformes en cuanto a la definición del adverbio ahorita, mientras que no coinciden
totalmente cuando se trata del adverbio ahora.
Después de analizar los corpus, tanto del presente como del pasado, se constata que
todas las ocurrencias de ahorita representan el valor intensificador, lo que equivale a los datos
encontrados por Jani (2009) en cuanto a su corpus consistente en revistas para jóvenes
mexicanas. Este valor intensificador de Jani (2009) corresponde al valor cuantificador
centralizador propuesto por Reynoso Noverón (2005) (véase §2.4.6). Como ya se ha
mencionado anteriormente, se trata de una intensificación del valor de la palabra básica ahora,
mediante la aglutinación del sufijo diminutivo. En ese momento, la forma cesa de tener el
significado típico de ahora, y pasa al valor intensificador de “más ahora que ahora”. La
frecuencia aplastante de este valor, el 100%, se puede explicar mediante el hecho de que los
83
adverbios son modificadores de sustantivos, de verbos o de otros adverbios. Asimismo,
mediante el uso del sufijo diminutivo añadido al adverbio, los hablantes de la Ciudad de
México establecen una modificación de una modificación, como explica Jani (2009). Siguen
algunos ejemplos de la forma ahorita con valor intensificador:
(121) E: sí, esos son los horarios que están más llenos en Interlingua, en
el Anglo, en todos esos, a las siete de la mañana y a las nueve de la noche
<es> cuando hay muchísima gente pero pues sí es obvio
I: sí, y te digo este no, no tuve la opor-, la posibilidad de estudiar y ahorita
ando sufriendo por, por aprenderlo
E: sí, es difícil, ¿no? (CSCM, entrevista 3)
Cuando se trata de los valores semántico-pragmáticos, hay que tener en cuenta que
una forma puede denotar varios significados semánticos diferentes en un mismo ejemplo. Ya
se ha establecido anteriormente que la cortesía resulta un aspecto pragmático importante en la
sociedad mexicana. Por consiguiente, algunas ocurrencias de ahorita se caracterizan por la
denotación de este valor semántico-pragmático suavizante o minimizante:
(123) E: Bueno, y también decías que muchas cosas aquí en México para
favorecerlas, ¿no?
I: Bueno, para favorecerla, porque en el aspecto alimenticio está muy atrasada,
ahorita (CHCM, entrevista 2)
(124) I: Pues ahorita vas ir a buscar alguna casa para que nos vamos ir a
vivir, porque yo no me voy a quedar en la calle con mis niños.
(CHPCM, muestra 5)
84
(125) I: (...) pero pues hasta ahorita gracias a Dios lleva diez años mi mamá
que ha estado muy tr-, bueno después no más quince años porque pues desde
que nació T este pues ha estado tranquilo, sí ha tenido sus problemas de su
brazo. Ahorita el problema que fuerte que tiene, que se está descalcificando un
brazo, tiene un problema de/ de que tiene unas astillas ya en el brazo, entonces
hay que cuidarla, pero tú le puedes decir a mi mamá “¿sabes qué mamá?/
mira/ no es necesario que hagas la casa totalmente sino que” ¡ah no! pero es
una persona que si todos los días tiene que hacer la casa eh ¡mejor! o sea
barre, trapea, plancha y limpia todas las recámaras y sala, comedor, ¡todo! y
no está mal entonces ahorita ya debe de entender/ que ya no está en la edad de
que tienes <quehacer> (CSCM, entrevista 6)
86
5. Conclusiones
87
también el mencionado “abuso” del sufijo diminutivo mexicano. Se concluye que tanto la
influencia del náhuatl como la estructura de la sociedad mexicana, en relación con la cortesía
frecuentemente presente en su habla, influyen en el uso aplastante del sufijo diminutivo en
México. En cuanto a los valores semántico-pragmáticos de este diminutivo en México, tanto
Gaarder (1966) como Jani (2009) ofrecen clasificaciones diferentes, pero coherentes.
Igualmente, se discute la posible unión del adverbio y el sufijo diminutivo, y resulta que se
necesita más información mediante estudios futuros tanto en cuanto a la compatibilidad del
adverbio y el sufijo diminutivo, como por lo que concierne a su lexicalización.
Después de esta parte teórica, surgieron varias preguntas y dudas en torno a las
funciones que representa el adverbio diminutivo en el español mexicano. Mediante la
investigación empírica de los tres corpus que incluyen entrevistas orales de hablantes de la
Ciudad de México, se intenta aclarar las dudas y contestar las preguntas: el Corpus
Sociolingüístico de la Ciudad de México (CSCM), el Corpus del Habla Popular de la Ciudad
de México (CHPCM) y el Corpus del Habla de la Ciudad de México (CHCM). Esta segunda
gran parte de la investigación intenta analizar las distintas variables extra-lingüísticas y
lingüísticas que pueden afectar el uso del adverbio diminutivo en el habla de los jóvenes en la
Ciudad de México.
Una primera variable extra-lingüística se define como el sexo de los hablantes jóvenes
que viven en la Ciudad de México. Según nuestra hipótesis, las mujeres utilizan el adverbio
con sufijo diminutivo con mayor frecuencia, porque su lenguaje generalmente se caracteriza
por el valor afectivo y emotivo, más que el de los hombres. En cambio, el análisis de los datos
empíricos no apoya esta hipótesis, dado que indica que no existe una relación entre la variable
extra-lingüística del sexo y el uso del sufijo diminutivo en la Ciudad de México. Se puede
explicar estos resultados mediante una teoría de Haensch (2002:57). Según él, los mexicanos
masculinos usan el sufijo diminutivo con la misma frecuencia que los demás, debido a la
mayor importancia del factor afectivo en el habla de los mexicanos.
La otra variable extra-lingüística se identifica como el estatus socio-económico de los
jóvenes de la Ciudad de México. En este caso, se presupone que los informantes
pertenecientes al nivel bajo usan el adverbio con sufijo diminutivo en forma más recurrente,
dado que los hablantes con grado de instrucción alto probablemente prefieren la norma
académica estándar. Sin embargo, después de estudiar los datos empíricos, se concluye que en
el español de la Ciudad de México el estatus socio-económico no influye en el uso del sufijo
diminutivo adverbial. Según los autores Curcó (apud Jani 2009:95) y Gaarder (1966: 589),
88
este dato se debe a la estructura social específica en México. Cada hablante mexicano prefiere
ser más indirecto y menos ofensivo, lo que resulta en un igual uso del diminutivo adverbial
por personas con diferentes estatus socio-económicos. En resumen, se puede concluir que los
resultados de nuestra investigación refutan ambas hipótesis en el caso de las variables extra-
lingüísticas. Se concluye en la Ciudad de México que no existe una relación entre el uso del
sufijo diminutivo adverbial y las variables extra-lingüísticas del sexo y del estatus socio-
económico.
Por lo que concierne a las variables lingüísticas, consideramos en primer lugar la
frecuencia del sufijo diminutivo adverbial. Cuando se compara la cantidad de adverbios con
sufijos diminutivos y también sin diminutivos, se constata que no existen diferencias
significativas. Es decir, tanto en el pasado como en el presente, más o menos la mitad de todos
los adverbios aparece con sufijo diminutivo mientras que los demás carecen del sufijo
diminutivo. Otro propósito del presente estudio era investigar los diferentes sufijos
diminutivos que se añaden a adverbios, pero parece que en los tres corpus investigados, solo
un sufijo diminutivo en particular se une con los adverbios: -ito.
En el caso del morfema final, tanto en los adverbios con sufijo diminutivo como con los
sin diminutivo, el más frecuente resulta -a, y sigue el morfema final -o. Además, no existe una
gran diferencia entre las frecuencias de los corpus del pasado y del corpus del presente. En
cuanto al lexema y el tipo de adverbio, se concluye que el lexema más recurrente resulta el
adverbio ahora, con una mayoría aplastante. Por consiguiente, el tipo de adverbio que ocurre
en la mayoría de los ejemplos encontrados resulta el adverbio temporal.
En torno a la concordancia del adverbio, todos los adverbios en los corpus se
caracterizan por la ausencia de flexión. En cambio aparecen algunos predicados secundarios
que sí varían en género y en número, pero como explica Hummel (2008: 133), éstos
pertenecen a la clase de los adjetivos, y por consiguiente, no se incluyen en nuestros datos
empíricos. Por lo que concierne a las locuciones adverbiales, se concluye que su presencia
resulta escasa en los corpus investigados. Además, estos adverbios complejos no afectan el
uso del sufijo diminutivo adverbial. En cuanto a la lexicalización de la forma adverbial con
sufijo diminutivo ahorita, se concluye que ya en el pasado ahorita resulta ser más recurrente
que ahora, y en el español mexicano contemporáneo su frecuencia ha aumentado.
La última variable analizada en la investigación resulta la variable semántico-
pragmática. Dicho de otro modo, se contrastan los valores de tanto ahora como ahorita, para
averiguar las distinciones existentes. Se concluye que, mientras que el adverbio con sufijo
89
diminutivo ahorita se caracteriza por los valores semántico-pragmáticos de intensificación y
de suavizar o minimizar, estos valores no pertenecen al mismo adverbio temporal sin sufijo
diminutivo. En otras palabras, en la Ciudad de México se usa la forma ahorita por un lado
para intensificar la palabra de base y, por otro lado, para expresar la cortesía inherente a la
cultura mexicana, mientras que el lexema ahora principalmente se usa para referir al
momento exacto en el presente, sin connotaciones suplementarias.
En resumen, el análisis de una gran cantidad de datos empíricos resulta muy
provechoso con el fin de obtener una aclaración del tema. Además, la discusión de diferentes
variables ofrece una perspectiva más clara en cuanto a la situación del diminutivo adverbial
en la Ciudad de México. Se propone como futuros estudios la investigación del habla de los
habitantes adultos y mayores de la Ciudad de México, tanto como el lenguaje usado por los
campesinos mexicanos, para averiguar la frecuencia del adverbio con sufijo diminutivo en
áreas rurales. Asimismo, todavía existen otras variables lingüísticas no estudiadas en la
presente tesina que pueden influenciar el uso del diminutivo adverbial: por ejemplo, se
propone el análisis de la cercanía de otros adverbios y también la proximidad al adverbio de
diferentes preposiciones.
90
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