Como El Hombre Piensa. James Allen

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1
Como Un
Hombre
Piensa
James Allen 2
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3
Página
Todos los derechos
reservados.

James Allen
James Allen nació en
Leicester, Inglaterra en
1864. Fue un hombre
bondadoso y sencillo. A los
4
Página
38 años de edad se retiró
a vivir al campo con su
esposa. Murió en 1912, a
la edad de 48 años. Dejó
unos 20 trabajos escritos,
con alto contenido
filosófico y práctico.
Este libro que tienes ante
tus ojos, ha inspirado a
millones de personas a
hacer cambios radicales
en sus vidas. Autores
como Norman Vincent
Peale, Earl Nightingale y
otros gigantes del
desarrollo humano, han
bebido de sus páginas.
5
Página
Él nos recuerda que el
poder de nuestro
pensamiento y nuestra
visión, tienen la capacidad
de reflejarse en la realidad.

6
Página
Tabla de
contenido:

1. Pensamiento Y
Carácter
2. Efecto Del
Pensamiento En Las
Circunstancias
3. Efecto Del
Pensamiento En La
Salud Del Cuerpo
4. Pensamientos Y
Propósito
5. El Factor Pensamiento
En El Éxito
6. Nuestra Visión E
Ideales
7. Serenidad
7
Página
PREFACIO
Este pequeño volumen
(resultado de la meditación
y la experiencia) no intenta
ser un tratado exhaustivo
acerca del poder del
pensamiento, de lo que ya
mucho se ha escrito. Es
más bien sugestivo antes
que explicativo, su objetivo
es estimular a hombres y
mujeres al descubrimiento
y la comprensión de la
siguiente verdad:
Cada ser humano es
forjador de sí mismo, en
virtud de los pensamientos
que escoge y estimula;
que la mente es la fábrica
8
Página
maestra que teje las ropas
que viste tanto en lo
profundo del carácter
como en lo externo de las
circunstancias, y que si
hasta ahora hemos tejido
ignorancia y sufrimiento
podemos tejer iluminación
y felicidad.
James Allen
9
Página
1. PENSAMIENTO Y
CARÁCTER
El Aforismo, “Como un
hombre piensa en su
corazón, así es él”
(Proverbios 23:7) no sólo
abarca su ser, sino que
llega a comprender cada
condición y circunstancia
de su vida. Un hombre es
literalmente lo que piensa,
siendo su carácter la suma
de todos sus
pensamientos.
Así como una planta
brota de su semilla, y no
podría ser de otra manera,
así cada acción de un
10

hombre brota de las


Página
semillas invisibles del
pensamiento, y no podrían
existir sin ellas. Lo anterior
es aplicable por igual a
aquellos actos
considerados
“espontáneos” y “no
premeditados” como a
aquellos que son
deliberadamente
ejecutados.
Las acciones son brotes
del pensamiento y la dicha
y el sufrimiento son sus
frutos; de este modo el
hombre cosecha los frutos
dulces y amargos que él
mismo siembra.
11
Página
Los pensamientos en
nuestra mente nos hacen
lo que somos. Nos forjan y
modelan. Si albergas en tu
mente pensamientos
inferiores, el dolor te
seguirá como sigue el
arado al buey…
En cambio, si tus
pensamientos son
elevados, te seguirá la
dicha como tu propia
sombra. Es un hecho.
El desarrollo del hombre
está gobernado por leyes,
no por artificios, la ley de
causa y efecto es tan
absoluta e inevitable en el
12

reino oculto de los


Página
pensamientos como lo es
en el mundo de los objetos
visibles y materiales. Un
carácter admirable no es
asunto de azar o de favor,
sino el resultado natural de
un constante esfuerzo en
albergar los pensamientos
correctos, el efecto de una
muy larga y apreciada
asociación con
pensamientos admirables.
Un carácter poco noble y
bestial, por el mismo
proceso, es el resultado de
pensamientos viles
albergados continuamente.
Él es hecho o deshecho
por sí mismo; en la
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Página
armonía del pensamiento
forja las armas con las que
se destruye; también
elabora las herramientas
con las que construye para
sí mansiones celestiales
de felicidad fortaleza y paz.
Con la elección y
aplicación de los
pensamientos correctos el
hombre asciende a la
perfección divina; con la
aplicación y el abuso de
los pensamientos
incorrectos, desciende
bajo el nivel de las bestias.
Entre estos dos extremos
están todas las categorías
14
Página
del carácter, y el hombre
es su maestro y hacedor.
De todas las
maravillosas verdades del
alma que han sido
recuperadas y
redescubiertas en esta era,
ninguna más grandiosa y
fecunda de divina promesa
y esperanza que esta – el
hombre es el amo y
responsable del
pensamiento, forjador del
carácter, generador y
modelador de condiciones,
entorno y destino.
Como un ser a quien le
ha sido dado poder,
15

inteligencia y amor y
Página
dueño de sus propios
pensamientos, el hombre
posee la llave de cada
situación, y lleva consigo la
capacidad de
transformación y
regeneración por la cual
hace de sí mismo lo que
quiere.
El hombre es siempre el
amo y señor, aún en su
estado de mayor debilidad
y abandono; pero en su
debilidad y degradación es
el amo necio que gobierna
mal sus asuntos. Cuando
empieza a reflexionar
acerca de su condición, y a
buscar diligentemente la
16
Página
Ley que lo llevó a ese
estado, se transforma en el
amo sabio, canalizando
inteligentemente su
energía, y elaborando
pensamientos fructíferos.
Ese es el amo sabio, y el
hombre sólo puede llegar a
serlo, descubriendo dentro
de sí mismo las leyes del
pensamiento;
descubrimiento que es
resultado de aplicación,
auto-análisis, y
experiencia.
Solamente después de
mucho buscar y excavar,
el oro y los diamantes son
obtenidos, y el hombre
17
Página
puede encontrar cada
verdad asociada con su
ser si cava con
determinación en lo
profundo de su alma.
Probará inequívocamente
que es forjador de su
carácter, modelador de su
vida, y constructor de su
destino, si vigila, controla,
y altera sus pensamientos,
siguiendo el rastro de sus
efectos en sí mismo, en
otros, en su vida y
circunstancias, enlazando
causa y efecto con práctica
e investigación pacientes,
y utilizando cada
experiencia, aún la más
18
Página
trivial, cada hecho
cotidiano, como medios
para obtener el
conocimiento de sí mismo
que es Entendimiento,
Sabiduría, Poder. En ese
sentido, como en ningún
otro, está la ley absoluta:
“Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis; llamad,
y se os abrirá, 8porque
todo aquel que pide,
recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le
abrirá….”; (Lucas 7: 7,8).
Sólo con paciencia,
práctica, y perseverancia
incesante puede un
hombre entrar por la
19
Página
puerta del templo del
conocimiento.

20
Página
2. EFECTO DEL
PENSAMIENTO EN LAS
CIRCUNSTANCIAS
La mente de un hombre
se compara a un jardín,
que puede ser
inteligentemente cultivado
o ser abandonado y
llenarse de hierbas; pero
sea cultivado o
descuidado, está
destinado a producir. Si no
se siembran semillas
útiles, entonces semillas
de hierba mala caerán,
crecerán en abundancia y
se reproducirán.
Al igual que un jardinero
21

cultiva su parcela,
Página
manteniéndola libre de
mala hierba, cultivando las
flores y frutos que
requiere, así debe también
el hombre atender el jardín
de su mente limpiándola
de pensamientos dañinos,
inútiles e impuros y
cultivando hasta la
perfección las flores y
frutos de pensamientos
correctos, útiles y puros.
Sólo siguiendo este
proceso el hombre tarde o
temprano descubre que él
es el jardinero maestro de
su espíritu, director de su
vida. También descubre en
sí mismo, las leyes del
22
Página
pensamiento, y entiende,
cada vez con mayor
precisión, cómo la fuerza
del pensamiento y los
elementos de la mente
operan en la formación de
su carácter, sus
circunstancias y su
destino.
El pensamiento y el
carácter son uno solo, y
mientras el carácter sólo
se manifiesta y descubre a
través de las
circunstancias, el entorno
de la vida de una persona
siempre estará en armonía
con su estado interior. Esto
no significa que las
23
Página
circunstancias de una
persona en un momento
dado son un indicador de
todo su carácter, sino que
aquellas circunstancias
están íntimamente
conectadas con algún
elemento vital de
pensamiento en su interior
que, en ese momento, es
indispensable para su
desarrollo.
Cada hombre está donde
está por la ley de su propio
ser. Los pensamientos que
ha construido en su
carácter lo han llevado allí,
y en la disposición de su
vida no hay elemento de
24
Página
azar, sino el resultado de
una ley que no puede
fallar. Esto es cierto tanto
para aquellos que se
sienten descontentos con
su entorno como para
aquellos que están
satisfechos con él.
Como ser de cambio y
progreso, el hombre está
en un punto en el que
debe aprender que ha de
crecer; y mientras aprende
la lección espiritual que
cada circunstancia le
ofrece, ésta termina y da
lugar a otras
circunstancias.
25
Página
El hombre es abofeteado
por las circunstancias
mientras se piense a sí
mismo como un ser creado
por las condiciones
exteriores, pero cuando se
da cuenta que es un poder
creativo, y que puede
manejar las tierras y
semillas de su ser de las
que las circunstancias
nacen, se convierte en el
dueño y señor de sí
mismo.
El hombre que por algún
tiempo ha practicado el
autocontrol y la auto
purificación sabe que las
circunstancias nacen de
26
Página
los pensamientos, porque
ha notado que la alteración
de sus circunstancias ha
estado en exacta relación
con la alteración de su
estado mental. De este
modo, es verdad que
cuando un hombre
tenazmente se dedica a
subsanar los defectos de
su carácter, y realiza un
progreso rápido y marcado
pasa rápidamente por una
sucesión de cambios
repentinos.
El alma atrae aquello
que secretamente alberga;
aquello que ama, y
también aquello que teme;
27
Página
alcanza la cúspide de sus
más preciadas
aspiraciones, cae al nivel
de sus más impuros
deseos; las circunstancias
son los medios por los
cuales el alma recibe lo
que es suyo.
Cada semilla de
pensamiento sembrado
dejado caer en la mente, y
que echa raíces, se
reproduce a sí misma,
floreciendo tarde o
temprano en acciones,
produciendo sus propios
frutos de oportunidad y
circunstancias. Buenos
pensamientos producen
28
Página
buenos frutos, malos
pensamientos malos
frutos.
El entorno de las
circunstancias toma forma
en el mundo interno de los
pensamientos, y todas las
condiciones externas,
agradables y
desagradables, son
factores que finalmente
existen para el bien del
individuo, el hombre
aprende tanto sufriendo
como disfrutando.
Siguiendo los más
íntimos deseos,
aspiraciones,
29

pensamientos, por los


Página
cuales se deja dominar
(persiguiendo visiones
engañosas de impura
imaginación, o caminando
con pie firme el camino de
elevadas aspiraciones), el
hombre finalmente recibe
por completo los frutos de
éstos en el entorno de su
vida.
Las leyes del crecimiento
y adaptación se cumplen
en todo lugar.
Muchas veces un
hombre no llega a un asilo
de ancianos o la cárcel por
la tiranía del destino o las
circunstancias, sino por el
30

camino de pensamientos
Página
serviles y bajos deseos.
No cae un hombre de
pensamientos puros de
repente en el crimen por
estrés o por fuerzas
meramente externas;
pensamientos criminales
han sido secretamente
albergados en el corazón,
y la hora de la oportunidad
revela su poder
acumulado.
Las circunstancias no
hacen al hombre; lo
revelan a sí mismo. No
puede existir condición tal
como descender en el vicio
mientras la persona sufre
por sus inclinaciones
31
Página
viciosas; o ascender en la
virtud y su felicidad pura
sin el cultivo continuado de
aspiraciones virtuosas; el
hombre, por lo tanto, como
amo y señor del
pensamiento, es el
hacedor de sí mismo, el
formador y autor de su
entorno.
Aún en el nacimiento el
alma se revela, y en cada
paso de su peregrinación
atrae aquella combinación
de condiciones que la
revelan, que son el reflejo
de su propia pureza o
impureza, su fortaleza y
debilidad.
32
Página
Los hombres no atraen
aquello que quieren, sino
aquello que son. Sus
antojos, caprichos, y
ambiciones se frustran a
cada paso, pero sus más
íntimos pensamientos y
deseos se alimentan de sí
mismos, sean estos sucios
o limpios. La “divinidad que
nos da forma” también
está dentro de nosotros
mismos; somos nosotros
mismos, templos vivos de
Dios. El hombre está
maniatado sólo por sí
mismo. El pensamiento y
la acción son los
carceleros del destino –
33
Página
ellos nos apresan, si son
bajos; ellos son también
ángeles de libertad – nos
liberan, si son nobles.
No consigue el hombre
aquello que desea y por lo
que ora, sino aquello que
con justicia se gana. Sus
deseos y plegarias sólo
son gratificados y
atendidos cuando
armonizan con sus
pensamientos y acciones.
(A Dios rogando y con el
mazo dando).
A la luz de esta verdad,
¿cuál es entonces el
sentido de “Luchar contra
las circunstancias?”
34
Página
Significa que el hombre
está continuamente
revelándose contra el
efecto exterior, mientras
todo el tiempo está
nutriendo y preservando la
causa en su corazón. Esta
causa puede tomar la
forma de un vicio
consciente o de una
debilidad inconsciente;
pero cualquiera sea,
tercamente retarda los
esfuerzos de su poseedor,
que de ese modo clama
por una cura.
El hombre está ansioso
de mejorar sus
circunstancias, pero no
35
Página
está tan deseoso de
mejorarse a sí mismo; por
eso permanece atado. El
hombre que no se encoge
ante su propia crucifixión
nunca fallará en alcanzar
el objetivo que se traza en
su corazón, esto es tan
cierto en las cosas
terrenales como divinas.
Aún el hombre cuyo
único objetivo es alcanzar
prosperidad debe estar
preparado para realizar
grandes sacrificios
personales antes que
pueda lograr su objetivo;
¿y cuánto más preparado
aquel que quiera lograr
36
Página
una vida próspera y
equilibrada?
Consideremos un
hombre miserable y pobre.
Está extremamente
ansioso deseando que el
confort de su entorno y su
hogar mejoren, aun así
todo el tiempo es
mezquino en su trabajo, y
se considera justificado al
tratar de engañar a su
empleador basado en lo
miserable de su sueldo.
Tal hombre no entiende los
simples rudimentos de los
principios que son la base
de la prosperidad, y no
sólo está incapacitado
37
Página
para alzarse sobre su
miseria, sino que atrae aún
mayores miserias al
albergar y actuar siguiendo
sus pensamientos
indolentes, falsos y
cobardes.
Pensemos ahora en un
hombre rico que es víctima
de una penosa y
persistente enfermedad
resultado de la glotonería.
Está dispuesto a gastar
enormes sumas de dinero
para curarse, pero no está
dispuesto a sacrificar su
glotonería. Quiere
satisfacer su gusto con
comidas poco saludables y
38
Página
gozar a la vez de buena
salud. Tal hombre es
totalmente incapaz de
gozar de buena salud,
porque no ha aprendido
los principios básicos de
una vida saludable.
Ahora veamos un
empleador que adopta
medidas deshonestas para
evitar el pago de sueldos
reglamentarios, y en el
afán de mejorar sus
ingresos, reduce los
sueldos de los empleados.
Tal hombre no está
preparado para la
prosperidad, y cuando sus
finanzas y su prestigio se
39
Página
encuentren en bancarrota,
el culpará a las
circunstancias, sin siquiera
saber que es él mismo el
autor de su condición.
He presentado estos tres
casos solamente para
ilustrar la verdad de que el
hombre es la causa
(aunque casi siempre sin
ser consciente) de sus
circunstancias, y que,
mientras aspira un buen
fin, continuamente frustra
su cometido al estimular
pensamientos y deseos
que no armonizan con ese
fin. Tales casos pueden
modificarse y multiplicarse
40
Página
casi indefinidamente, pero
no es necesario, porque el
lector podrá, si así lo
resuelve, rastrear el efecto
de las leyes del
pensamiento en su propia
mente y en su propia vida,
y hasta que lo logre, los
simples hechos externos
no servirán como base de
su razonamiento.
Las circunstancias, sin
embargo, son tan
complicadas, el
pensamiento está tan
profundamente enraizado,
y las condiciones de
felicidad varían tanto entre
individuos, que la
41
Página
condición del alma del
hombre en su totalidad
(aunque él la conozca) no
es fácil juzgarse de otro
modo que no sea por el
aspecto externo de su
vida.
Un hombre puede ser
honesto en cierta
dirección, y aun así sufrir
de privaciones; un hombre
puede ser deshonesto en
cierta dirección, y aun así
adquirir riquezas; pero la
conclusión usual de que el
primero falla debido a su
particular honestidad, y
que el segundo es
próspero gracias a su
42
Página
particular deshonestidad,
es resultado de un juicio
superficial, que asume que
el deshonesto es corrupto
casi por completo, y el
honesto es casi
enteramente virtuoso. A la
luz de un profundo
conocimiento y mayor
experiencia, tal juicio se
encontrará erróneo.
El deshonesto ha de
tener algunas virtudes
admirables que el otro no
posee; y el honesto podría
tener vicios dañinos que
están ausentes en el otro.
El hombre honesto
cosecha los buenos
43
Página
resultados de sus
pensamientos y actos
honestos; también atrae el
sufrimiento que su vicio
produce; el deshonesto del
mismo modo cosecha sus
propios sufrimientos y
dichas.
La vanidad humana se
complace al creer que uno
sufre por causa de su
virtud; pero hasta que el
hombre haya extirpado
cada pensamiento
malsano, amargo e impuro
de su mente, y limpiado
cada mancha pecaminosa
de su alma, no estará en
posición de saber y decir
44
Página
que sus sufrimientos son
resultado de su buenas, y
no de sus malas
cualidades; y en el camino
de la perfección, habrá
encontrado funcionando en
su mente y en su vida, la
gran ley que es
absolutamente justa, y que
no da bien por mal, ni mal
por bien.
En posesión de tal
conocimiento, entenderá,
mirando atrás en su
pasada ignorancia y
ceguera, que su vida se
desarrolla, y siempre se
desarrolló, con justicia, y
que todas sus experiencias
45
Página
pasadas, buenas y malas
fueron fruto imparcial de su
propio ser en proceso de
transformación.
Buenos pensamientos y
acciones jamás pueden
producir malos resultados;
malos pensamientos y
acciones no pueden jamás
producir buenos
resultados. Esto no es otra
cosa que afirmar que no
puede cosecharse más
que trigo del trigo, u ortiga
de la ortiga. El hombre
entiende esto en el mundo
natural, y trabaja con ese
conocimiento; pero pocos
lo entienden en el mundo
46
Página
moral y mental (aunque
esta operación es tan
simple y directa), y por lo
mismo no cooperan con
esa ley.
El sufrimiento es siempre
el efecto de los
pensamientos equivocados
en alguna dirección. Es
indicador de que el
individuo está fuera de
armonía consigo mismo,
con la ley de su ser. El
único y supremo uso del
sufrimiento es la
purificación, quemar todo
aquello que es inútil e
impuro. El sufrimiento cesa
para quien es puro. No hay
47
Página
sentido en quemar el oro
después que la escoria se
ha retirado, y un ser
perfectamente puro e
iluminado no puede sufrir
tanto.
Las circunstancias por
las que un hombre se
encuentra con el
sufrimiento son el
resultado de su propia falta
de armonía mental, las
circunstancias por las que
el hombre se encuentra
con la buenaventura son
los resultados de su propia
armonía mental.
Buenaventura, no
posesiones materiales, es
48
Página
la medida del pensamiento
correcto; la infelicidad, no
la falta de posesiones
materiales, es la medida
del pensamiento errado.
Un hombre puede ser
desgraciado y ser rico;
puede ser bendito y pobre.
La buenaventura y riqueza
sólo se juntan cuando la
riqueza es empleada
correctamente y con
sabiduría; y el hombre
pobre sólo desciende a la
miseria cuando considera
su destino como una carga
injustamente inflingida.
La indigencia y la
49

indulgencia son dos


Página
extremos de la miseria.
Ambas son igualmente
innaturales y el resultado
de un desorden mental. Un
hombre no está
correctamente adaptado
hasta que es un ser feliz,
saludable y próspero; y la
felicidad, salud y
prosperidad son el
resultado de la armonía
entre su mundo interno y
externo, del hombre con su
entorno.
Un hombre sólo empieza
a ser hombre cuando deja
de lamentarse y maldecir,
y comienza a buscar la
justicia oculta que gobierna
50
Página
su vida. Y al adaptar su
mente a este factor
gobernante, cesa de
acusar a otros como la
causa de su situación, y se
forja a sí mismo con
pensamientos nobles y
fuertes; deja de patalear
contra las circunstancias, y
empieza a utilizarlas como
ayuda para progresar más
rápido, y como un medio
para descubrir el poder y
las posibilidades ocultas
dentro de sí.
Ley, y no confusión, son
el principio dominante del
universo; justicia, no
injusticia, es el espíritu y
51
Página
sustancia de la vida;
rectitud, y no corrupción,
es la fuerza moldeadora y
motivadora que gobierna el
espíritu del universo.
Siendo esto así, el hombre
no tiene opción más que
descubrir que el todo
funciona correctamente, y
al rectificarse, encontrará
que mientras cambia sus
pensamientos respecto a
las situaciones y la gente,
las situaciones y la gente
cambiarán respecto a él.
La prueba de esta
verdad está en cada
persona, y por ello puede
verificarse fácilmente
52
Página
mediante una
introspección y
autoanálisis sistemáticos.
Cambie un hombre
radicalmente sus
pensamientos, y se
asombrará de la rápida
transformación que
operará en las condicione
materiales de su vida.
El hombre imagina que
puede mantener en
secreto sus pensamientos,
pero no puede;
rápidamente estos se
cristalizan en hábitos, y los
hábitos toman forma de
circunstancias.
Pensamientos indulgentes
53
Página
se cristalizan en hábitos de
indulgencia respecto a la
bebida y el sexo, que
toman forma de
destrucción y
padecimiento;
pensamientos impuros de
todo tipo se cristalizan en
hábitos de desorientación
y debilidad, que toman
forma de circunstancias de
perturbación y adversidad;
pensamientos de temor,
duda e indecisión se
cristalizan en hábitos de
debilidad, falta de hombría
e irresolución, que toman
forma de circunstancias de
fracaso, indigencia, y
54
Página
dependencia;
pensamientos de pereza
se cristalizan en hábitos de
desaseo y deshonestidad,
que toman forma de
circunstancias de
inmundicia y mendicidad;
pensamientos de odio y
condena se cristalizan en
hábitos de acusación y
violencia, que toman forma
de circunstancias de injuria
y persecución;
pensamientos narcisistas
de todo tipo se cristalizan
en hábitos egoístas, que
toman forma de
circunstancias de mayor o
menor angustia.
55
Página
Por otro lado,
pensamientos nobles de
cualquier tipo se cristalizan
en hábitos de gracia y
bondad, que toman forma
de circunstancias de
felicidad y cordialidad;
pensamientos puros se
cristalizan en hábitos de
temperancia y dominio de
sí mismo, que toman forma
de circunstancias de paz y
tranquilidad; pensamientos
de valentía, autoconfianza
y decisión se cristalizan en
hábitos valerosos, que
toman forma de
circunstancias de éxito,
plenitud y libertad;
56
Página
pensamientos llenos de
energía se cristalizan en
hábitos de pulcritud y
laboriosidad, que toman
forma de circunstancias
placenteras; pensamientos
nobles y caritativos se
transforman en hábitos de
generosidad, que toman
formas de circunstancias
de protección y
preservación;
pensamientos de amor y
generosidad cristalizan en
hábitos de
desprendimiento, que
toman forma de
circunstancias de
57
Página
prosperidad perdurable y
riqueza verdadera.
La persistencia en una
sucesión dada de
pensamientos, sean estos
buenos o malos, no falla
en producir resultados en
el carácter y las
circunstancias. Un hombre
no puede escoger
directamente sus
circunstancias, pero puede
escoger sus
pensamientos, y de ese
modo, indirectamente,
pero con certeza, dar
forma a sus circunstancias.
El universo está hecho
58

por Dios de manera que la


Página
naturaleza se encarga de
ayudar a todos los
hombres en la satisfacción
de los pensamientos que
lo dominan, y les presenta
las oportunidades que
hagan realidad de la
manera más rápida tanto
sus pensamientos
constructivos como
destructivos.
Cese un hombre de
pensar pecaminosamente,
y el mundo se ablandará
para él, y estará listo para
ayudarlo, deje de lado sus
pensamientos débiles y
enfermizos, y ¡oh!, las
oportunidades nacerán en
59
Página
cada mano para ayudarlo
en sus resoluciones;
motive buenos
pensamientos, y no habrá
fatalidad que lo ate a la
miseria y la vergüenza. El
mundo es tu calidoscopio,
y la variedad y
combinación de colores
que a cada momento te
presenta son las imágenes
exquisitamente ajustadas
de tus pensamientos
siempre en movimiento.
Serás lo que has que ser
Que la derrota encuentre
su falsa felicidad en lo que
cree que es tu realidad
60
Página
pero tu espíritu la
desprecia
Domina el tiempo y
conquista el espacio;
vence aquella vanidosa
embaucadora, “la suerte”
derrota a la circunstancia,
ponla a tu servicio
El deseo humano, que
poder descendiente de un
espíritu inmortal puede
hacer un camino a
cualquier objetivo, aunque
murallas inmensas se
opongan
No te impacientes
cuando intentes que
cuando logres entender
61
Página
que tu espíritu es quien
manda todo ha de
obedecer

62
Página
3. EFECTO DEL
PENSAMIENTO EN LA
SALUD DEL CUERPO
El cuerpo es el siervo de
la mente, obedece a las
operaciones de la mente,
sean estos deliberados o
automáticos. Siguiendo
pensamientos indebidos el
cuerpo rápidamente se
hunde en la enfermedad y
el decaimiento; siguiendo
pensamientos virtuosos se
viste de juventud y belleza.
La salud y la
enfermedad, al igual que
las circunstancias, tienen
su raíz en los
63

pensamientos,
Página
pensamientos enfermizos
se expresan a través de un
cuerpo enfermo. Se ha
sabido que los
pensamientos de temor
matan a un hombre tan
rápido como una bala, y
continuamente matan
miles de gentes, tal vez no
tan rápido, pero sí con
igual efectividad.
La gente que vive con
temor a las enfermedades
es la gente que las
contrae. La ansiedad
rápidamente debilita el
cuerpo, y lo deja expuesto
a la enfermedad; mientras
haya pensamientos
64
Página
impuros, aunque no
tengan un origen físico,
pronto destruirán el
sistema nervioso.
Pensamientos
energéticos, de pureza y
dicha producen en el
cuerpo vigor y gracia. El
cuerpo es un instrumento
muy delicado y plástico,
que responde rápidamente
a los pensamientos que lo
dominan, y los hábitos de
pensamiento producirán
sus efectos sobre él, sean
estos buenos o malos.
El hombre continuará
teniendo sangre impura y
65

envenenada mientras sus


Página
pensamientos sean
impuros. De un corazón
limpio emana una vida y
un cuerpo limpios. De una
mente contaminada
proceden una vida y un
cuerpo corruptos. El
pensamiento es la fuente
de toda acción, de la vida y
su manifestación;
construye una fuente que
sea limpia y todo será
puro.
El cambio de dieta no
ayudará a un hombre que
no cambia sus
pensamientos. Cuando un
hombre purifica sus
66
Página
pensamientos, no deseará
más comida impura.
Si deseas perfeccionar tu
cuerpo, sé celoso con tu
mente. Si quieres renovar
tu cuerpo, embellece tu
mente. Pensamientos de
malicia, envidia,
decepción, desaliento, le
arrebatan al cuerpo su
gracia y salud. Una cara
amarga no es cuestión de
azar, sino de
pensamientos amargos.
Las arrugas que
desfiguran, están hechas
por la necedad, la pasión y
el orgullo. Conozco una
67

mujer de noventa y seis


Página
años que posee la
inocente y luminosa cara
de una niña. Conozco un
hombre que no alcanza la
mediana edad cuya cara
está desfigurada por líneas
sin armonía. Una es el
resultado de una
disposición dulce y vívida,
el otro el resultado de la
pasión y el descontento.
Así como no puedes
tener un hogar saludable y
dulce si no dejas entrar
libremente el aire y la luz
del sol en las habitaciones,
así un cuerpo vívido, feliz,
o un rostro sereno sólo
puede ser resultado de
68
Página
dejar entrar libremente en
la mente pensamientos
felices, buenos deseos y
serenidad.
En la cara de los
ancianos hay arrugas
producidas por la simpatía.
Otras por pensamientos
puros y vigorosos; y otras
talladas por la pasión:
¿quién no puede
distinguirlas? Para
aquellos que han vivido
correctamente, la edad
trae calma, paz, como una
puesta de sol.
Recientemente he
observado a un filósofo en
su lecho de muerte. Era
69
Página
viejo sólo de años, murió
tan dulce y calmadamente
como vivió.
No hay mejor medicina
que los pensamientos
felices para disipar los
males del cuerpo; no hay
mejor reconfortante que la
buena voluntad para
disipar las sombras de la
pena y la amargura. Vivir
continuamente con
pensamientos malévolos,
cínicos, y envidiosos, es
confinarse en una prisión
hecha por uno mismo.
Pero pensar bien de todos,
ser amable con todos, y
pacientemente aprender a
70
Página
encontrar el lado bueno de
las cosas – tales
pensamientos son las
verdaderas puertas del
cielo; y vivir el día a día en
pensamientos de paz
hacia toda criatura atraerá
paz en abundancia a su
poseedor.

71
Página
4. PENSAMIENTOS Y
PROPÓSITO
Hasta cuando el
pensamiento no esté
acompañado de un
propósito, no habrá logro
inteligente alguno. La
mayoría permite que sus
pensamientos naveguen
sin rumbo y a la deriva por
el océano de la vida. Tal
falta de propósito es un
vicio, y no ha de permitirla
aquel que quiere estar a
salvo de la catástrofe y la
destrucción.
Quien no tiene un
propósito central en su
72

vida cae presa fácil de


Página
preocupaciones banales,
miedos, problemas, y
autocompasión, y así se
dirige, tan seguro como si
lo buscara con intención
(aunque por un camino
distinto), al fracaso, la
infelicidad, la pérdida de lo
querido, porque la
debilidad no puede
perdurar en un universo de
poder.
El hombre debe
concebir un propósito
legítimo en su corazón, y
luchar por alcanzarlo.
Debe hacer de este
propósito el centro de sus
pensamientos. Puede
73
Página
tomar forma de un ideal
espiritual, o puede ser un
objeto terrenal, de acuerdo
con su naturaleza y los
tiempos; pero cualquiera
sea, debe firmemente
enfocar la fuerza de sus
pensamientos hacia el
objetivo que tiene ante él.
Debe hacer de este
propósito su tarea
suprema, y debe dedicarse
por completo a
conseguirlo, evitando que
sus pensamientos
divaguen en caprichos,
antojos y fantasías, este es
el camino real del dominio
de sí mismo y la verdadera
74
Página
concentración del
pensamiento. Aún si falla
una y otra vez en alcanzar
su propósito (como tiene
que suceder hasta que
venza su debilidad), la
fuerza de carácter ganado
será la verdadera medida
de su poder y su
conquista, y formará un
nuevo punto de partida
para la victoria y el poder
futuros.
Quienes no están
preparados para un
propósito grandioso,
deberán fijar sus
pensamientos en ejecutar
sin faltas su asignación u
75
Página
ocupación actual, no
importa cuán insignificante
pueda parecer. Sólo de
esta manera pueden los
pensamientos ser
concentrados y enfocados,
y la energía y la resolución
pueden desarrollarse, y
una vez logrado esto, no
habrá nada que no se
pueda lograr.
El alma más débil,
conocedora de su
debilidad, y creyendo esta
verdad – que el poder sólo
puede ser desarrollado con
esfuerzo y práctica, podrá
aplicarla en sí misma, y
añadiendo esfuerzo al
76
Página
esfuerzo, paciencia a la
paciencia, y fuerza a la
fuerza nunca dejará de
crecer, y al final crecerá
con fuerza divina.
Así como el hombre
físicamente débil puede
fortalecerse mediante un
cuidadoso y paciente
ejercicio, así el hombre de
pensamientos débiles
puede convertirlos en
poderosos ejercitándose a
sí mismo en el pensar
correcto.
Eliminar la falta de
propósito y la debilidad, y
empezar a pensar con
77

propósito, es ascender al
Página
rango de aquellos que sólo
reconocen el fracaso como
uno de los caminos al
éxito; quienes hacen que
las circunstancias les
sirvan, y quienes piensan
con fortaleza, se lanzan
con fiereza, y vencen con
maestría.
Habiendo concebido su
propósito, el hombre debe
marcar mentalmente una
línea recta que lo lleve a
su objetivo, sin mirar a la
derecha ni a la izquierda.
La duda y el miedo deben
excluirse rigurosamente;
son elementos que
desintegran, que rompen
78
Página
la línea recta del esfuerzo,
y la desvían, son inútiles,
ineficaces. Los
pensamientos de duda y
temor nunca han logrado
una meta, y nunca podrán.
Siempre conducen al
fracaso. El propósito, la
energía, el poder, y los
pensamientos enérgicos
se detienen cuando la
duda y el temor se
arrastran entre ellos.
La decisión y el propósito
emanan de saber lo que
podemos hacer. La duda y
el miedo son los grandes
enemigos del
conocimiento, y aquel que
79
Página
los aliente, y no los
elimine, encontrará la
frustración a cada paso.
Aquel que haya
conquistado la duda y el
miedo ha conquistado al
fracaso. Cada uno de sus
pensamientos está aliado
al poder, y las dificultades
son valientemente
enfrentadas y derrotadas
con sabiduría. Sus
propósitos son sembrados
oportunamente y florecen y
producen frutos que
caerán por su madurez.
El pensamiento, aliado
fuertemente al propósito,
80

se convierte en una fuerza


Página
creativa; aquel que
comprenda esto está listo
para transformarse en un
ser superior y más fuerte
que un simple paquete de
pensamientos vacilantes y
sensaciones cambiantes.
Quien logre esto se habrá
convertido en al amo
consciente e inteligente del
poder que Dios le dio para
el uso de su mente.
81
Página
5. EL FACTOR
PENSAMIENTO EN EL
ÉXITO
Todo lo que el hombre
logra y todo en lo que falla
es resultado directo de sus
pensamientos. En un
universo gobernado con
justicia, en el que la falta
de equidad significaría la
destrucción total, la
responsabilidad individual
ha de ser absoluta. La
debilidad y fortaleza de un
hombre, su pureza e
impureza, son suyas, y de
nadie más; son labradas
por él mismo, y no por
otro, y pueden ser
82
Página
alteradas sólo por él, con
la ayuda de Dios y nunca
por otro ser humano. Su
condición es también suya
y de nadie más. Su
sufrimiento y su felicidad
emanan de adentro. Como
él piense, así es él; como
siga pensando, así seguirá
siendo.
Un hombre fuerte no
puede ayudar a uno débil a
menos que el débil desee
ser ayudado, más aún, el
débil ha de hacerse fuerte
por sí mismo; debe, con su
propio esfuerzo,
desarrollar la fortaleza que
admira en otro. Nadie más
83
Página
que él puede alterar su
condición.
Ha sido habitual para el
hombre pensar y decir.
“Muchos hombres son
esclavos porque uno es
opresor, odiemos al
opresor.” Actualmente, sin
embargo, hay una
pequeña y creciente
tendencia de invertir dicho
juicio y decir, “Un hombre
es opresor porque muchos
son esclavos;
despreciemos a los
esclavos.”
La verdad es que
opresor y esclavo
84

cooperan en su ignorancia,
Página
y, mientras parece que se
afligen el uno al otro, se
afligen en realidad a ellos
mismos. Un conocimiento
perfecto percibirá la acción
de la ley en la debilidad del
oprimido y en el poder mal
aplicado del opresor; un
amor perfecto, al ver el
sufrimiento que ambos
estados implican, no
condena a ninguno; una
compasión perfecta abraza
a ambos, opresor y
oprimido.
Aquel que ha
conquistado a la debilidad,
y ha alejado de sí
pensamientos egoístas, no
85
Página
pertenece a opresores ni a
oprimidos. Ése es libre.
Un hombre sólo puede
elevarse, conquistar y
alcanzar el éxito, elevando
sus pensamientos. Sólo
puede permanecer débil,
abatido y miserable al
negarse a elevar sus
pensamientos.
Antes de que un hombre
pueda lograr cualquier
meta, aun metas
terrenales, debe elevar sus
pensamientos por encima
del esclavismo animal y la
indulgencia (Buscar solo el
placer). No ha de rendirse,
86

si quiere triunfar, ante su


Página
animalidad ni egoísmo, de
ninguna manera; pero una
parte de él debe, al menos,
ser sacrificada.
Un hombre cuyo
pensamiento principal es
de indulgencia animal no
puede pensar claramente,
ni planear metódicamente;
si no empieza a controlar
con valentía sus
pensamientos, no está en
capacidad de controlar
otros asuntos y adoptar
responsabilidades serias.
No está preparado para
actuar de forma
independiente y por sí
solo. Pero sólo lo limitan
87
Página
los pensamientos que él
escoge.
No puede haber
progreso ni logro sin
sacrificio, y el éxito terrenal
de un hombre se logrará
en la medida que
sacrifique sus
pensamientos animales y
confusos, y concentre su
mente en el desarrollo de
planes, y el fortalecimiento
de su resolución y auto-
confianza. Y mientras más
elevados sean sus
pensamientos, se
convertirá en alguien más
valeroso, grande y
correcto, mayores serán
88
Página
sus logros, benditos y
duraderos serán sus
éxitos.
El universo de Dios no
favorece al codicioso, al
deshonesto, al vicioso,
aunque superficialmente a
veces pareciera hacerlo;
ayuda al honesto, al
magnánimo, al virtuoso.
Todos los grandes
maestros de todas las
épocas han declarado esto
de distintas maneras, y
para probarlo y entenderlo
el hombre no tiene más
que persistir en hacerse
más y más virtuoso
89
Página
elevando sus
pensamientos.
Los logros intelectuales
son el resultado de un
pensamiento consagrado a
la búsqueda del
conocimiento, o de la
belleza y la verdad en la
naturaleza. Tales logros
pueden estar a veces
ligados a la vanidad y la
ambición pero no son el
resultado de estas
características; son el
resultado natural de un
arduo y prolongado
esfuerzo, y de
pensamientos puros y
desinteresados.
90
Página
Los logros espirituales
son la consumación de
aspiraciones divinas. Aquel
que vive constantemente
en la concepción de nobles
y elevados pensamientos,
que vive puro y
desinteresado, se
convertirá, tan seguro
como que el sol alcanza su
cúspide, y la luna llega a
ser llena, en un hombre
sabio y noble de carácter,
y se elevará a una posición
de influencia y buena
fortuna.
El éxito, de cualquier
tipo, es la corona del
esfuerzo, la diadema del
91
Página
pensamiento. Con la
ayuda del dominio de sí
mismo, resolución, pureza,
rectitud, y pensamientos
bien orientados, el hombre
asciende; llevado por la
irracionalidad, indolencia,
impureza, corrupción, y
pensamientos confusos el
hombre desciende.
Un hombre puede
elevarse a grandes
hazañas terrenales, e
incluso a sublimes
altitudes en el mundo
espiritual, y descender otra
vez a la miseria al permitir
que pensamientos
92
Página
arrogantes, egoístas y
corruptos lo posean.
Las victorias obtenidas
mediante el pensamiento
correcto pueden ser
conservadas sólo con
vigilancia. Muchos cesan
sus esfuerzos cuando el
éxito está asegurado, y
rápidamente caen en la
derrota.
Todo logro, sea en los
negocios, intelectual, o
espiritual, es el resultado
de pensamientos
orientados con definición,
están gobernados por la
misma ley y por el mismo
93
Página
método; la única diferencia
es el objetivo.
Aquel que quiera lograr
poco ha de sacrificar poco;
quien quiera lograr mucho
ha de sacrificar mucho;
quien quiera lograr
grandezas debe sacrificar
grandemente.

94
Página
6. NUESTRA VISIÓN E
IDEALES
Los soñadores son los
salvadores del mundo. Así
como el mundo visible se
sostiene por fuerzas
invisibles, así el hombre,
entre todos sus juicios,
pecados y vocaciones
sórdidas, se nutre de las
visiones de belleza de sus
soñadores solitarios. La
humanidad no puede
olvidar a sus soñadores,
no puede dejar sus ideales
desaparecer y morir; la
humanidad vive en estos,
los conoce como las
95
Página
realidades que un día
serán vistas y conocidas.
Los compositores,
escultores, pintores,
poetas, profetas,
visionarios, ellos son los
hacedores del mundo, los
arquitectos del cielo. El
mundo es bello porque
ellos vivieron, sin ellos la
laboriosa humanidad
perecería.
Aquel que lleva en el
corazón una visión
maravillosa, un ideal noble,
algún día lo realizará.
Colón llevó en su corazón
la visión de otro mundo, y
96

lo descubrió; Copérnico
Página
impulsó la visión de
muchos mundos y un
universo más extenso, y lo
descubrió; Buda contempló
una visión de un mundo
espiritual de santidad y paz
perfecta, y entró en él.
Jesucristo trajo perdón y
dividió la historia en dos,
sembrando el amor, hasta
por los enemigos.
Valora tus visiones;
valora tus ideales; valora la
música que agita tu
corazón, la belleza que se
forma en tu mente, la
gracia que viste tus más
puros pensamientos, de
ellos crecerán condiciones
97
Página
encantadoras, un ambiente
celestial; si te mantienes
fiel, de ellas se construirá
tu mundo.
Querer es poder; soñar
es lograr. ¿Deberán los
bajos deseos del hombre
recibir la máxima
gratificación, y sus
aspiraciones más puras
morir sin sustento? Esa no
es la ley: Tal condición
nunca ocurrirá: “Pide y
recibirás”.
Sueña nobles sueños, y
mientras sueñes te
convertirás. Tu visión es la
promesa de lo que un día
98

serás. Tu ideal es la
Página
profecía de lo que un día
llegarás a revelar.
Los logros más grandes
fueron al inicio y por un
tiempo un sueño. El roble
duerme en la bellota; el
ave espera en el huevo; y
en la más elevada visión
del alma un ángel de la
guarda se agita. Los
sueños son las semillas de
la realidad.
Tus circunstancias
pueden no ser de tu
agrado, pero no han de
seguir siendo las mismas
si concibes un ideal y
luchas por alcanzarlo. Tú
99

no puedes movilizarte por


Página
dentro y permanecer
estático por fuera.
Este es un joven
oprimido por la pobreza y
el trabajo; confinado largas
horas en un taller
insalubre; sin escuela, y
sin el arte del refinamiento.
Pero sueña con cosas
mejores; piensa en la
inteligencia y el
refinamiento, en gracia y
belleza. Concibe, y crea
con su mente, una vida
ideal; la visión de una
libertad más amplia y
miras más elevadas toma
posesión de él; la ansiedad
100

lo lleva a la acción, y utiliza


Página
todo su tiempo libre y sus
medios, aunque sean
pequeños, al desarrollo de
sus poderes y talentos
ocultos.
Muy pronto su mente ha
sido tan alterada que el
taller no puede retenerlo
más. Se ha convertido en
algo tan fuera de armonía
con sus pensamientos que
queda fuera de su vida
como una ropa que es
tirada, y, al crecer las
oportunidades que encajan
con las miras de su
creciente poder, se
desvanece para siempre.
101
Página
Años más tarde, vemos
a este joven como todo un
hombre. Lo encontramos
dueño de ciertas fuerzas
mentales que esgrime con
influencia universal y poder
casi inigualado. En sus
manos toma los hilos de
responsabilidades
gigantescas; él habla, y
¡mira!: Las vidas cambian,
hombres y mujeres toman
sus palabras y las siguen
para modificar su carácter,
y, como la luz del sol, se
convierte en el centro y eje
luminoso alrededor del que
innumerables destinos se
giran.
102
Página
Ha realizado la visión de
su juventud. Se ha
convertido en uno con su
ideal.
Y tú también, joven
lector, lograrás la visión
(no el deseo ocioso) de tu
corazón, sea éste bajo o
hermoso, o una mezcla de
ambos, porque tu destino
siempre te lleva hacia
aquello que secretamente
más amas. En tus manos
será entregado el
resultado exacto de tus
pensamientos; recibirás lo
que te ganes; no más, no
menos. Cualquiera sea tu
103

entorno actual, caerás,


Página
permanecerás, o te
elevarás con tus
pensamientos, tu visión, tu
ideal.
Llegarás a ser tan
pequeño como los deseos
que te controlan, tan
grande como tus
aspiraciones dominantes:
en las hermosas palabras
de Kirkham Davis, “Puedes
ser contador, y en breve
has de salir por la puerta
que por tanto tiempo ha
parecido ser la barrera
para tus ideales, y te
encontrarás ante una
audiencia - el lápiz aún
104

sobre tu oreja, la tinta aún


Página
en tus dedos – y allí y
entonces deberás
derramar el torrente de tu
inspiración. Puedes estar
pastando ovejas, y
vagarás en la ciudad –
campesino y con la boca
abierta; entrarás bajo la
intrépida guía del espíritu
en el estudio del maestro,
y después de un tiempo él
te dirá, ‘no tengo nada más
que enseñarte.’ Y ahora te
has convertido en el
maestro, quien hace poco
soñaba grandezas
mientras pastaba ovejas.
Dejarás la sierra y el
cepillo para tomar en tus
105
Página
manos la regeneración del
mundo”.
El descuidado, el
ignorante, y el indolente,
viendo sólo el efecto
aparente de las cosas y no
las cosas en sí, habla de
suerte, fortuna, y azar. Al
ver a un hombre hacerse
rico dirán, “¡cuánta suerte
tiene!” Al observar a otro
hacerse intelectual
exclamarán, “¡Que
favorecido es!” Y al notar
el carácter santo y la gran
influencia de otro
comentarán, “¡Cómo lo
ayuda la suerte a cada
momento!”
106
Página
Ellos no ven los intentos,
fracasos y la lucha que
estos hombres han
enfrentado
voluntariamente para
ganar experiencia; no
conocen del sacrificio que
han hecho, de los
esfuerzos intrépidos que
se han propuesto, de la fe
que han ejercido para
lograr lo aparentemente
imposible, y realizar la
Visión de su corazón. Ellos
no saben de la oscuridad y
la angustia; sólo ven la luz
y la dicha, y la llaman
“suerte”; no ven las largas
y arduas jornadas, sino
107
Página
sólo contemplan el logro
placentero, y lo llaman
“buena fortuna”; no
entienden el proceso, sino
sólo perciben el resultado,
y lo llaman “azar”.
En todos los asuntos
humanos hay esfuerzos, y
hay resultados, y la
fortaleza del esfuerzo es la
medida del resultado. No
la suerte.
“Regalos”, poder,
posesiones materiales,
intelectuales y espirituales
son el fruto del esfuerzo;
son pensamientos
consumados, objetivos
108
Página
alcanzados, visiones
realizadas.
La visión que glorifiques
en tu mente, el ideal que
ganó el trono de tu
corazón – Con esto
construirás tu vida, en eso
te convertirás.

109
Página
7. SERENIDAD
La tranquilidad de la
mente es una de las bellas
joyas de la sabiduría, es el
resultado de un esfuerzo
largo y paciente en el
dominio de sí mismo. Su
presencia es indicadora de
una experiencia madura, y
de un conocimiento más
que ordinario de las leyes
y el funcionamiento del
pensamiento.
Un hombre alcanza la
tranquilidad en la medida
que se entiende a sí
mismo como un ser que
cambia desde el
110

pensamiento. Para tal


Página
conocimiento necesita
entender a los otros como
el resultado del
pensamiento, y mientras
desarrolla el
entendimiento, y ve con
mayor claridad las
relaciones internas de las
cosas por la acción de
causa y efecto, cesa su
agitación, su enfado, su
preocupación y su
congoja, y permanece en
equilibrio, inalterable,
sereno.
El hombre calmado,
habiendo aprendido cómo
gobernarse, sabe cómo
111

adaptarse a otros; y estos,


Página
a su vez, reverencian su
fortaleza espiritual, y
sienten que pueden
aprender de él, y confiar.
Cuanto más tranquilo
sea un hombre, mayor es
su éxito, su influencia, su
poder para el bien. Aún el
mercader ordinario
encontrará que la
prosperidad de sus
negocios crece mientras
desarrolla un mayor
dominio de sí mismo y
ecuanimidad, pues la
gente siempre ha de
preferir hacer tratos con un
hombre cuya conducta sea
112

firmemente estable.
Página
El hombre fuerte y
calmado es siempre
amado y reverenciado. Es
como un árbol que brinda
sombra a una tierra
sedienta, o una roca en la
que resguardarse de una
tormenta. ¿Quién no ama
un corazón tranquilo, una
vida dulcemente templada
y balanceada?
No importa si llueve o
hay sol, o qué cambios
ocurran en el poseedor de
estas bendiciones, pues
serán siempre dulces,
serenos y calmados.
Aquel equilibrio de
113

carácter que nosotros


Página
llamamos serenidad es la
lección final de la cultura;
es el florecimiento de la
vida, el fruto del alma. Es
precioso como la
sabiduría, ha de ser más
deseado que el oro – sí,
más que el fino oro. Cuán
insignificante se ve quien
sólo busca el dinero en
comparación con una vida
serena – una vida que
mora en el océano de la
verdad, por debajo de las
olas, fuera del alcance de
las tempestades, ¡en
eterna calma!
Cuánta gente
114

conocemos que envenena


Página
sus vidas, arruina todo lo
que es dulce y bello con un
temperamento explosivo,
destruyen el equilibrio de
su carácter, ¡y hacen mala
sangre! Es una cuestión si
la gran mayoría de gente
no arruina sus vidas, y
estropea su felicidad por
falta de dominio de sí
mismos. Cuán poca gente
conocemos en la vida con
un carácter balanceado,
que tiene ese exquisito
equilibrio que es
característico de un
carácter refinado.
Sí, la humanidad emerge
115

con pasión descontrolada,


Página
es turbulenta con
amargura ingobernada,
está casi arruinada por la
ansiedad y la duda. Sólo el
hombre sabio, sólo aquel
cuyos pensamientos están
controlados y purificados,
hace como el Maestro, que
los vientos y las tormentas
del alma le obedezcan.
Almas sacudidas por la
tempestad, donde quieran
que estén, sea cual fuere
la condición bajo la que
viven – en el océano de la
vida las islas de dicha
sonríen, y la orilla soleada
de tu ideal espera tu
116

venida.
Página
Mantén tu mano firme
sobre el timón de tus
pensamientos. En la barca
de tu alma se reclina el
Maestro al mando; tu
poder en El sólo está
dormido; despiértalo.
El control de ti mismo es
poder; el pensamiento
correcto es maestría, la
calma es poder, di dentro
en tu corazón, “la paz sea
contigo”.

FIN…
117
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Este libro es patrimonio de
la humanidad.
Por su poderoso e
importante contenido
puede y debe ser
compartido libremente.

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Página

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