Como El Hombre Piensa. James Allen
Como El Hombre Piensa. James Allen
Como El Hombre Piensa. James Allen
1
Como Un
Hombre
Piensa
James Allen 2
Página
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3
Página
Todos los derechos
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James Allen
James Allen nació en
Leicester, Inglaterra en
1864. Fue un hombre
bondadoso y sencillo. A los
4
Página
38 años de edad se retiró
a vivir al campo con su
esposa. Murió en 1912, a
la edad de 48 años. Dejó
unos 20 trabajos escritos,
con alto contenido
filosófico y práctico.
Este libro que tienes ante
tus ojos, ha inspirado a
millones de personas a
hacer cambios radicales
en sus vidas. Autores
como Norman Vincent
Peale, Earl Nightingale y
otros gigantes del
desarrollo humano, han
bebido de sus páginas.
5
Página
Él nos recuerda que el
poder de nuestro
pensamiento y nuestra
visión, tienen la capacidad
de reflejarse en la realidad.
6
Página
Tabla de
contenido:
1. Pensamiento Y
Carácter
2. Efecto Del
Pensamiento En Las
Circunstancias
3. Efecto Del
Pensamiento En La
Salud Del Cuerpo
4. Pensamientos Y
Propósito
5. El Factor Pensamiento
En El Éxito
6. Nuestra Visión E
Ideales
7. Serenidad
7
Página
PREFACIO
Este pequeño volumen
(resultado de la meditación
y la experiencia) no intenta
ser un tratado exhaustivo
acerca del poder del
pensamiento, de lo que ya
mucho se ha escrito. Es
más bien sugestivo antes
que explicativo, su objetivo
es estimular a hombres y
mujeres al descubrimiento
y la comprensión de la
siguiente verdad:
Cada ser humano es
forjador de sí mismo, en
virtud de los pensamientos
que escoge y estimula;
que la mente es la fábrica
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Página
maestra que teje las ropas
que viste tanto en lo
profundo del carácter
como en lo externo de las
circunstancias, y que si
hasta ahora hemos tejido
ignorancia y sufrimiento
podemos tejer iluminación
y felicidad.
James Allen
9
Página
1. PENSAMIENTO Y
CARÁCTER
El Aforismo, “Como un
hombre piensa en su
corazón, así es él”
(Proverbios 23:7) no sólo
abarca su ser, sino que
llega a comprender cada
condición y circunstancia
de su vida. Un hombre es
literalmente lo que piensa,
siendo su carácter la suma
de todos sus
pensamientos.
Así como una planta
brota de su semilla, y no
podría ser de otra manera,
así cada acción de un
10
inteligencia y amor y
Página
dueño de sus propios
pensamientos, el hombre
posee la llave de cada
situación, y lleva consigo la
capacidad de
transformación y
regeneración por la cual
hace de sí mismo lo que
quiere.
El hombre es siempre el
amo y señor, aún en su
estado de mayor debilidad
y abandono; pero en su
debilidad y degradación es
el amo necio que gobierna
mal sus asuntos. Cuando
empieza a reflexionar
acerca de su condición, y a
buscar diligentemente la
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Página
Ley que lo llevó a ese
estado, se transforma en el
amo sabio, canalizando
inteligentemente su
energía, y elaborando
pensamientos fructíferos.
Ese es el amo sabio, y el
hombre sólo puede llegar a
serlo, descubriendo dentro
de sí mismo las leyes del
pensamiento;
descubrimiento que es
resultado de aplicación,
auto-análisis, y
experiencia.
Solamente después de
mucho buscar y excavar,
el oro y los diamantes son
obtenidos, y el hombre
17
Página
puede encontrar cada
verdad asociada con su
ser si cava con
determinación en lo
profundo de su alma.
Probará inequívocamente
que es forjador de su
carácter, modelador de su
vida, y constructor de su
destino, si vigila, controla,
y altera sus pensamientos,
siguiendo el rastro de sus
efectos en sí mismo, en
otros, en su vida y
circunstancias, enlazando
causa y efecto con práctica
e investigación pacientes,
y utilizando cada
experiencia, aún la más
18
Página
trivial, cada hecho
cotidiano, como medios
para obtener el
conocimiento de sí mismo
que es Entendimiento,
Sabiduría, Poder. En ese
sentido, como en ningún
otro, está la ley absoluta:
“Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis; llamad,
y se os abrirá, 8porque
todo aquel que pide,
recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le
abrirá….”; (Lucas 7: 7,8).
Sólo con paciencia,
práctica, y perseverancia
incesante puede un
hombre entrar por la
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Página
puerta del templo del
conocimiento.
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Página
2. EFECTO DEL
PENSAMIENTO EN LAS
CIRCUNSTANCIAS
La mente de un hombre
se compara a un jardín,
que puede ser
inteligentemente cultivado
o ser abandonado y
llenarse de hierbas; pero
sea cultivado o
descuidado, está
destinado a producir. Si no
se siembran semillas
útiles, entonces semillas
de hierba mala caerán,
crecerán en abundancia y
se reproducirán.
Al igual que un jardinero
21
cultiva su parcela,
Página
manteniéndola libre de
mala hierba, cultivando las
flores y frutos que
requiere, así debe también
el hombre atender el jardín
de su mente limpiándola
de pensamientos dañinos,
inútiles e impuros y
cultivando hasta la
perfección las flores y
frutos de pensamientos
correctos, útiles y puros.
Sólo siguiendo este
proceso el hombre tarde o
temprano descubre que él
es el jardinero maestro de
su espíritu, director de su
vida. También descubre en
sí mismo, las leyes del
22
Página
pensamiento, y entiende,
cada vez con mayor
precisión, cómo la fuerza
del pensamiento y los
elementos de la mente
operan en la formación de
su carácter, sus
circunstancias y su
destino.
El pensamiento y el
carácter son uno solo, y
mientras el carácter sólo
se manifiesta y descubre a
través de las
circunstancias, el entorno
de la vida de una persona
siempre estará en armonía
con su estado interior. Esto
no significa que las
23
Página
circunstancias de una
persona en un momento
dado son un indicador de
todo su carácter, sino que
aquellas circunstancias
están íntimamente
conectadas con algún
elemento vital de
pensamiento en su interior
que, en ese momento, es
indispensable para su
desarrollo.
Cada hombre está donde
está por la ley de su propio
ser. Los pensamientos que
ha construido en su
carácter lo han llevado allí,
y en la disposición de su
vida no hay elemento de
24
Página
azar, sino el resultado de
una ley que no puede
fallar. Esto es cierto tanto
para aquellos que se
sienten descontentos con
su entorno como para
aquellos que están
satisfechos con él.
Como ser de cambio y
progreso, el hombre está
en un punto en el que
debe aprender que ha de
crecer; y mientras aprende
la lección espiritual que
cada circunstancia le
ofrece, ésta termina y da
lugar a otras
circunstancias.
25
Página
El hombre es abofeteado
por las circunstancias
mientras se piense a sí
mismo como un ser creado
por las condiciones
exteriores, pero cuando se
da cuenta que es un poder
creativo, y que puede
manejar las tierras y
semillas de su ser de las
que las circunstancias
nacen, se convierte en el
dueño y señor de sí
mismo.
El hombre que por algún
tiempo ha practicado el
autocontrol y la auto
purificación sabe que las
circunstancias nacen de
26
Página
los pensamientos, porque
ha notado que la alteración
de sus circunstancias ha
estado en exacta relación
con la alteración de su
estado mental. De este
modo, es verdad que
cuando un hombre
tenazmente se dedica a
subsanar los defectos de
su carácter, y realiza un
progreso rápido y marcado
pasa rápidamente por una
sucesión de cambios
repentinos.
El alma atrae aquello
que secretamente alberga;
aquello que ama, y
también aquello que teme;
27
Página
alcanza la cúspide de sus
más preciadas
aspiraciones, cae al nivel
de sus más impuros
deseos; las circunstancias
son los medios por los
cuales el alma recibe lo
que es suyo.
Cada semilla de
pensamiento sembrado
dejado caer en la mente, y
que echa raíces, se
reproduce a sí misma,
floreciendo tarde o
temprano en acciones,
produciendo sus propios
frutos de oportunidad y
circunstancias. Buenos
pensamientos producen
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Página
buenos frutos, malos
pensamientos malos
frutos.
El entorno de las
circunstancias toma forma
en el mundo interno de los
pensamientos, y todas las
condiciones externas,
agradables y
desagradables, son
factores que finalmente
existen para el bien del
individuo, el hombre
aprende tanto sufriendo
como disfrutando.
Siguiendo los más
íntimos deseos,
aspiraciones,
29
camino de pensamientos
Página
serviles y bajos deseos.
No cae un hombre de
pensamientos puros de
repente en el crimen por
estrés o por fuerzas
meramente externas;
pensamientos criminales
han sido secretamente
albergados en el corazón,
y la hora de la oportunidad
revela su poder
acumulado.
Las circunstancias no
hacen al hombre; lo
revelan a sí mismo. No
puede existir condición tal
como descender en el vicio
mientras la persona sufre
por sus inclinaciones
31
Página
viciosas; o ascender en la
virtud y su felicidad pura
sin el cultivo continuado de
aspiraciones virtuosas; el
hombre, por lo tanto, como
amo y señor del
pensamiento, es el
hacedor de sí mismo, el
formador y autor de su
entorno.
Aún en el nacimiento el
alma se revela, y en cada
paso de su peregrinación
atrae aquella combinación
de condiciones que la
revelan, que son el reflejo
de su propia pureza o
impureza, su fortaleza y
debilidad.
32
Página
Los hombres no atraen
aquello que quieren, sino
aquello que son. Sus
antojos, caprichos, y
ambiciones se frustran a
cada paso, pero sus más
íntimos pensamientos y
deseos se alimentan de sí
mismos, sean estos sucios
o limpios. La “divinidad que
nos da forma” también
está dentro de nosotros
mismos; somos nosotros
mismos, templos vivos de
Dios. El hombre está
maniatado sólo por sí
mismo. El pensamiento y
la acción son los
carceleros del destino –
33
Página
ellos nos apresan, si son
bajos; ellos son también
ángeles de libertad – nos
liberan, si son nobles.
No consigue el hombre
aquello que desea y por lo
que ora, sino aquello que
con justicia se gana. Sus
deseos y plegarias sólo
son gratificados y
atendidos cuando
armonizan con sus
pensamientos y acciones.
(A Dios rogando y con el
mazo dando).
A la luz de esta verdad,
¿cuál es entonces el
sentido de “Luchar contra
las circunstancias?”
34
Página
Significa que el hombre
está continuamente
revelándose contra el
efecto exterior, mientras
todo el tiempo está
nutriendo y preservando la
causa en su corazón. Esta
causa puede tomar la
forma de un vicio
consciente o de una
debilidad inconsciente;
pero cualquiera sea,
tercamente retarda los
esfuerzos de su poseedor,
que de ese modo clama
por una cura.
El hombre está ansioso
de mejorar sus
circunstancias, pero no
35
Página
está tan deseoso de
mejorarse a sí mismo; por
eso permanece atado. El
hombre que no se encoge
ante su propia crucifixión
nunca fallará en alcanzar
el objetivo que se traza en
su corazón, esto es tan
cierto en las cosas
terrenales como divinas.
Aún el hombre cuyo
único objetivo es alcanzar
prosperidad debe estar
preparado para realizar
grandes sacrificios
personales antes que
pueda lograr su objetivo;
¿y cuánto más preparado
aquel que quiera lograr
36
Página
una vida próspera y
equilibrada?
Consideremos un
hombre miserable y pobre.
Está extremamente
ansioso deseando que el
confort de su entorno y su
hogar mejoren, aun así
todo el tiempo es
mezquino en su trabajo, y
se considera justificado al
tratar de engañar a su
empleador basado en lo
miserable de su sueldo.
Tal hombre no entiende los
simples rudimentos de los
principios que son la base
de la prosperidad, y no
sólo está incapacitado
37
Página
para alzarse sobre su
miseria, sino que atrae aún
mayores miserias al
albergar y actuar siguiendo
sus pensamientos
indolentes, falsos y
cobardes.
Pensemos ahora en un
hombre rico que es víctima
de una penosa y
persistente enfermedad
resultado de la glotonería.
Está dispuesto a gastar
enormes sumas de dinero
para curarse, pero no está
dispuesto a sacrificar su
glotonería. Quiere
satisfacer su gusto con
comidas poco saludables y
38
Página
gozar a la vez de buena
salud. Tal hombre es
totalmente incapaz de
gozar de buena salud,
porque no ha aprendido
los principios básicos de
una vida saludable.
Ahora veamos un
empleador que adopta
medidas deshonestas para
evitar el pago de sueldos
reglamentarios, y en el
afán de mejorar sus
ingresos, reduce los
sueldos de los empleados.
Tal hombre no está
preparado para la
prosperidad, y cuando sus
finanzas y su prestigio se
39
Página
encuentren en bancarrota,
el culpará a las
circunstancias, sin siquiera
saber que es él mismo el
autor de su condición.
He presentado estos tres
casos solamente para
ilustrar la verdad de que el
hombre es la causa
(aunque casi siempre sin
ser consciente) de sus
circunstancias, y que,
mientras aspira un buen
fin, continuamente frustra
su cometido al estimular
pensamientos y deseos
que no armonizan con ese
fin. Tales casos pueden
modificarse y multiplicarse
40
Página
casi indefinidamente, pero
no es necesario, porque el
lector podrá, si así lo
resuelve, rastrear el efecto
de las leyes del
pensamiento en su propia
mente y en su propia vida,
y hasta que lo logre, los
simples hechos externos
no servirán como base de
su razonamiento.
Las circunstancias, sin
embargo, son tan
complicadas, el
pensamiento está tan
profundamente enraizado,
y las condiciones de
felicidad varían tanto entre
individuos, que la
41
Página
condición del alma del
hombre en su totalidad
(aunque él la conozca) no
es fácil juzgarse de otro
modo que no sea por el
aspecto externo de su
vida.
Un hombre puede ser
honesto en cierta
dirección, y aun así sufrir
de privaciones; un hombre
puede ser deshonesto en
cierta dirección, y aun así
adquirir riquezas; pero la
conclusión usual de que el
primero falla debido a su
particular honestidad, y
que el segundo es
próspero gracias a su
42
Página
particular deshonestidad,
es resultado de un juicio
superficial, que asume que
el deshonesto es corrupto
casi por completo, y el
honesto es casi
enteramente virtuoso. A la
luz de un profundo
conocimiento y mayor
experiencia, tal juicio se
encontrará erróneo.
El deshonesto ha de
tener algunas virtudes
admirables que el otro no
posee; y el honesto podría
tener vicios dañinos que
están ausentes en el otro.
El hombre honesto
cosecha los buenos
43
Página
resultados de sus
pensamientos y actos
honestos; también atrae el
sufrimiento que su vicio
produce; el deshonesto del
mismo modo cosecha sus
propios sufrimientos y
dichas.
La vanidad humana se
complace al creer que uno
sufre por causa de su
virtud; pero hasta que el
hombre haya extirpado
cada pensamiento
malsano, amargo e impuro
de su mente, y limpiado
cada mancha pecaminosa
de su alma, no estará en
posición de saber y decir
44
Página
que sus sufrimientos son
resultado de su buenas, y
no de sus malas
cualidades; y en el camino
de la perfección, habrá
encontrado funcionando en
su mente y en su vida, la
gran ley que es
absolutamente justa, y que
no da bien por mal, ni mal
por bien.
En posesión de tal
conocimiento, entenderá,
mirando atrás en su
pasada ignorancia y
ceguera, que su vida se
desarrolla, y siempre se
desarrolló, con justicia, y
que todas sus experiencias
45
Página
pasadas, buenas y malas
fueron fruto imparcial de su
propio ser en proceso de
transformación.
Buenos pensamientos y
acciones jamás pueden
producir malos resultados;
malos pensamientos y
acciones no pueden jamás
producir buenos
resultados. Esto no es otra
cosa que afirmar que no
puede cosecharse más
que trigo del trigo, u ortiga
de la ortiga. El hombre
entiende esto en el mundo
natural, y trabaja con ese
conocimiento; pero pocos
lo entienden en el mundo
46
Página
moral y mental (aunque
esta operación es tan
simple y directa), y por lo
mismo no cooperan con
esa ley.
El sufrimiento es siempre
el efecto de los
pensamientos equivocados
en alguna dirección. Es
indicador de que el
individuo está fuera de
armonía consigo mismo,
con la ley de su ser. El
único y supremo uso del
sufrimiento es la
purificación, quemar todo
aquello que es inútil e
impuro. El sufrimiento cesa
para quien es puro. No hay
47
Página
sentido en quemar el oro
después que la escoria se
ha retirado, y un ser
perfectamente puro e
iluminado no puede sufrir
tanto.
Las circunstancias por
las que un hombre se
encuentra con el
sufrimiento son el
resultado de su propia falta
de armonía mental, las
circunstancias por las que
el hombre se encuentra
con la buenaventura son
los resultados de su propia
armonía mental.
Buenaventura, no
posesiones materiales, es
48
Página
la medida del pensamiento
correcto; la infelicidad, no
la falta de posesiones
materiales, es la medida
del pensamiento errado.
Un hombre puede ser
desgraciado y ser rico;
puede ser bendito y pobre.
La buenaventura y riqueza
sólo se juntan cuando la
riqueza es empleada
correctamente y con
sabiduría; y el hombre
pobre sólo desciende a la
miseria cuando considera
su destino como una carga
injustamente inflingida.
La indigencia y la
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62
Página
3. EFECTO DEL
PENSAMIENTO EN LA
SALUD DEL CUERPO
El cuerpo es el siervo de
la mente, obedece a las
operaciones de la mente,
sean estos deliberados o
automáticos. Siguiendo
pensamientos indebidos el
cuerpo rápidamente se
hunde en la enfermedad y
el decaimiento; siguiendo
pensamientos virtuosos se
viste de juventud y belleza.
La salud y la
enfermedad, al igual que
las circunstancias, tienen
su raíz en los
63
pensamientos,
Página
pensamientos enfermizos
se expresan a través de un
cuerpo enfermo. Se ha
sabido que los
pensamientos de temor
matan a un hombre tan
rápido como una bala, y
continuamente matan
miles de gentes, tal vez no
tan rápido, pero sí con
igual efectividad.
La gente que vive con
temor a las enfermedades
es la gente que las
contrae. La ansiedad
rápidamente debilita el
cuerpo, y lo deja expuesto
a la enfermedad; mientras
haya pensamientos
64
Página
impuros, aunque no
tengan un origen físico,
pronto destruirán el
sistema nervioso.
Pensamientos
energéticos, de pureza y
dicha producen en el
cuerpo vigor y gracia. El
cuerpo es un instrumento
muy delicado y plástico,
que responde rápidamente
a los pensamientos que lo
dominan, y los hábitos de
pensamiento producirán
sus efectos sobre él, sean
estos buenos o malos.
El hombre continuará
teniendo sangre impura y
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71
Página
4. PENSAMIENTOS Y
PROPÓSITO
Hasta cuando el
pensamiento no esté
acompañado de un
propósito, no habrá logro
inteligente alguno. La
mayoría permite que sus
pensamientos naveguen
sin rumbo y a la deriva por
el océano de la vida. Tal
falta de propósito es un
vicio, y no ha de permitirla
aquel que quiere estar a
salvo de la catástrofe y la
destrucción.
Quien no tiene un
propósito central en su
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propósito, es ascender al
Página
rango de aquellos que sólo
reconocen el fracaso como
uno de los caminos al
éxito; quienes hacen que
las circunstancias les
sirvan, y quienes piensan
con fortaleza, se lanzan
con fiereza, y vencen con
maestría.
Habiendo concebido su
propósito, el hombre debe
marcar mentalmente una
línea recta que lo lleve a
su objetivo, sin mirar a la
derecha ni a la izquierda.
La duda y el miedo deben
excluirse rigurosamente;
son elementos que
desintegran, que rompen
78
Página
la línea recta del esfuerzo,
y la desvían, son inútiles,
ineficaces. Los
pensamientos de duda y
temor nunca han logrado
una meta, y nunca podrán.
Siempre conducen al
fracaso. El propósito, la
energía, el poder, y los
pensamientos enérgicos
se detienen cuando la
duda y el temor se
arrastran entre ellos.
La decisión y el propósito
emanan de saber lo que
podemos hacer. La duda y
el miedo son los grandes
enemigos del
conocimiento, y aquel que
79
Página
los aliente, y no los
elimine, encontrará la
frustración a cada paso.
Aquel que haya
conquistado la duda y el
miedo ha conquistado al
fracaso. Cada uno de sus
pensamientos está aliado
al poder, y las dificultades
son valientemente
enfrentadas y derrotadas
con sabiduría. Sus
propósitos son sembrados
oportunamente y florecen y
producen frutos que
caerán por su madurez.
El pensamiento, aliado
fuertemente al propósito,
80
cooperan en su ignorancia,
Página
y, mientras parece que se
afligen el uno al otro, se
afligen en realidad a ellos
mismos. Un conocimiento
perfecto percibirá la acción
de la ley en la debilidad del
oprimido y en el poder mal
aplicado del opresor; un
amor perfecto, al ver el
sufrimiento que ambos
estados implican, no
condena a ninguno; una
compasión perfecta abraza
a ambos, opresor y
oprimido.
Aquel que ha
conquistado a la debilidad,
y ha alejado de sí
pensamientos egoístas, no
85
Página
pertenece a opresores ni a
oprimidos. Ése es libre.
Un hombre sólo puede
elevarse, conquistar y
alcanzar el éxito, elevando
sus pensamientos. Sólo
puede permanecer débil,
abatido y miserable al
negarse a elevar sus
pensamientos.
Antes de que un hombre
pueda lograr cualquier
meta, aun metas
terrenales, debe elevar sus
pensamientos por encima
del esclavismo animal y la
indulgencia (Buscar solo el
placer). No ha de rendirse,
86
94
Página
6. NUESTRA VISIÓN E
IDEALES
Los soñadores son los
salvadores del mundo. Así
como el mundo visible se
sostiene por fuerzas
invisibles, así el hombre,
entre todos sus juicios,
pecados y vocaciones
sórdidas, se nutre de las
visiones de belleza de sus
soñadores solitarios. La
humanidad no puede
olvidar a sus soñadores,
no puede dejar sus ideales
desaparecer y morir; la
humanidad vive en estos,
los conoce como las
95
Página
realidades que un día
serán vistas y conocidas.
Los compositores,
escultores, pintores,
poetas, profetas,
visionarios, ellos son los
hacedores del mundo, los
arquitectos del cielo. El
mundo es bello porque
ellos vivieron, sin ellos la
laboriosa humanidad
perecería.
Aquel que lleva en el
corazón una visión
maravillosa, un ideal noble,
algún día lo realizará.
Colón llevó en su corazón
la visión de otro mundo, y
96
lo descubrió; Copérnico
Página
impulsó la visión de
muchos mundos y un
universo más extenso, y lo
descubrió; Buda contempló
una visión de un mundo
espiritual de santidad y paz
perfecta, y entró en él.
Jesucristo trajo perdón y
dividió la historia en dos,
sembrando el amor, hasta
por los enemigos.
Valora tus visiones;
valora tus ideales; valora la
música que agita tu
corazón, la belleza que se
forma en tu mente, la
gracia que viste tus más
puros pensamientos, de
ellos crecerán condiciones
97
Página
encantadoras, un ambiente
celestial; si te mantienes
fiel, de ellas se construirá
tu mundo.
Querer es poder; soñar
es lograr. ¿Deberán los
bajos deseos del hombre
recibir la máxima
gratificación, y sus
aspiraciones más puras
morir sin sustento? Esa no
es la ley: Tal condición
nunca ocurrirá: “Pide y
recibirás”.
Sueña nobles sueños, y
mientras sueñes te
convertirás. Tu visión es la
promesa de lo que un día
98
serás. Tu ideal es la
Página
profecía de lo que un día
llegarás a revelar.
Los logros más grandes
fueron al inicio y por un
tiempo un sueño. El roble
duerme en la bellota; el
ave espera en el huevo; y
en la más elevada visión
del alma un ángel de la
guarda se agita. Los
sueños son las semillas de
la realidad.
Tus circunstancias
pueden no ser de tu
agrado, pero no han de
seguir siendo las mismas
si concibes un ideal y
luchas por alcanzarlo. Tú
99
109
Página
7. SERENIDAD
La tranquilidad de la
mente es una de las bellas
joyas de la sabiduría, es el
resultado de un esfuerzo
largo y paciente en el
dominio de sí mismo. Su
presencia es indicadora de
una experiencia madura, y
de un conocimiento más
que ordinario de las leyes
y el funcionamiento del
pensamiento.
Un hombre alcanza la
tranquilidad en la medida
que se entiende a sí
mismo como un ser que
cambia desde el
110
firmemente estable.
Página
El hombre fuerte y
calmado es siempre
amado y reverenciado. Es
como un árbol que brinda
sombra a una tierra
sedienta, o una roca en la
que resguardarse de una
tormenta. ¿Quién no ama
un corazón tranquilo, una
vida dulcemente templada
y balanceada?
No importa si llueve o
hay sol, o qué cambios
ocurran en el poseedor de
estas bendiciones, pues
serán siempre dulces,
serenos y calmados.
Aquel equilibrio de
113
venida.
Página
Mantén tu mano firme
sobre el timón de tus
pensamientos. En la barca
de tu alma se reclina el
Maestro al mando; tu
poder en El sólo está
dormido; despiértalo.
El control de ti mismo es
poder; el pensamiento
correcto es maestría, la
calma es poder, di dentro
en tu corazón, “la paz sea
contigo”.
FIN…
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