Ficha STP16906-2017

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 24

TUTELA

REPORTE DE CONSULTA

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL - SALA DE DECISIÓN DE TUTELAS


ID : 558701
M. PONENTE : PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR
NÚMERO DE PROCESO : T 94564
NÚMERO DE PROVIDENCIA : STP16906-2017
CLASE DE ACTUACIÓN : ACCIÓN DE TUTELA - PRIMERA
INSTANCIA
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 18/10/2017
DECISIÓN : NIEGA TUTELA
ACCIONADO : SALA PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR
Y JUZGADO 1º PENAL DEL CIRCUITO
ESPECIALIZADO, AMBOS DE
ANTIOQUIA
ACCIONANTE : SANTIAGO URIBE VÉLEZ
ACTA n.º : T 94564
FUENTE FORMAL : Ley 1760 de 2015 art. 1 / Convención
Americana sobre Derechos Humanos
art. 7-5 / Ley 600 de 2000 art. 163,
355, 356 / Ley 906 de 2004 art. 306,
307, 308 / Constitución Política de
Colombia art. 28, 29, 250-1 / Ley 1786
de 2016 art. 1, 3, 5 / Pacto
Internacional de Derechos Civiles y
Políticos

ASUNTO:
PROBLEMA JURÍDICO: ¿La decisión del Juez 1.º penal del circuito
especializado de Antioquia de negar la sustitución de la medida de
aseguramiento de detención preventiva decretada en contra de Santiago
Uribe Vélez, y decretar oficiosamente la prórroga de la medida, vulnera su
derecho al debido proceso?

TEMA: ACCIÓN DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIA JUDICIAL -


Requisitos generales y específicos de procedibilidad: reiteración

Tesis:
«La procedencia excepcional de la tutela contra providencias judiciales,
acorde con la jurisprudencia constitucional , exige ciertos requisitos, unos
genéricos y otros específicos, cuyo cumplimiento está obligado el
demandante a acreditar.

Son requisitos generales de procedencia: (i) que la cuestión que se discuta


resulte de evidente relevancia constitucional; (ii) que se hayan agotado
todos los medios ordinarios y extraordinarios de defensa judicial al alcance
de la persona afectada; (iii) que se cumpla el requisito de la inmediatez; (iv)
que, ante una irregularidad procesal, el defecto tenga un efecto decisivo o
determinante en la sentencia; (v) que la parte actora identifique de manera
razonable tanto los hechos que generaron la vulneración como los
derechos vulnerados y (vi) que no se trate de sentencias de tutela.

De otra parte, los requisitos de carácter específico han sido reiterados en


pacífica jurisprudencia a partir de la sentencia C-590/05. Estos son: (i)
defecto orgánico; (ii) defecto procedimental absoluto; (iii) defecto fáctico; (iv)
defecto material o sustantivo; (v) error inducido; (vi) decisión sin
motivación; (vii) desconocimiento del precedente y (viii) violación directa de
la Constitución.

La procedencia del amparo constitucional contra una providencia judicial


-tanto autos como sentencias (T-343/12)- se habilita, únicamente, cuando
superado el filtro de verificación de los requisitos generales, se configure al
menos uno de los defectos específicos antes mencionados».

ACCIÓN DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIA JUDICIAL - Observancia


de los requisitos de procedencia

Tesis:
«Advierte la Sala que la demanda formulada por el apoderado de
SANTIAGO URIBE VÉLEZ atendió las condiciones generales de
procedencia de la tutela contra providencias judiciales. En efecto:
i) El caso tiene indiscutible relevancia constitucional, pues se discute la
vulneración del derecho constitucional fundamental al debido proceso (art.
29), con repercusión en la libertad personal (art. 28). La queja
constitucional estriba en el desconocimiento de las formas propias del
juicio, en punto de la garantía fundamental y también derecho humano a
ser dejado en libertad si se es procesado en detención y se traspasan los
límites del plazo razonable (art. 7-5 de la C.A.D.H.).

ii) No existe otro medio de defensa judicial distinto a la tutela para


controvertir los autos en los que se negó la sustitución de la medida de
aseguramiento privativa de la libertad que pesa sobre SANTIAGO URIBE
VÉLEZ, por otra no privativa de ese derecho. A ese respecto, cabe precisar
que, por servir las medidas de aseguramiento a finalidades
constitucionales y legales propias (arts. 250-1 de la Constitución y 355 de
la Ley 600 de 2000), distintas a la definición sobre la responsabilidad
penal del acusado, que es el objeto principal del proceso penal que se
define en la sentencia, las posibilidades ordinarias de defensa judicial en
aspectos concernientes al debido proceso aplicable para la privación
preventiva de la libertad personal se agotan con el ejercicio de los recursos
de reposición y apelación (arts. 189 inc. 1º y 191 de la Ley 600 de 2000)
contra los autos interlocutorios que sobre tal asunto deciden.

En el asunto bajo examen, al haberse agotado el recurso de apelación


contra el auto que negó la sustitución de la detención, el actor cumplió con
la carga de agotar la vía judicial ordinaria.

iii) La última de las providencias cuestionadas se dictó el 13 de septiembre


de 2017 y el demandante acudió a la vía constitucional, con toda
prontitud, el 27 del mismo mes.

iv) El libelista identificó con suficiencia los hechos y derechos vulnerados.

v) Finalmente, no se discute por este cauce una sentencia de tutela».

DERECHO A SER JUZGADO DENTRO DE UN PLAZO RAZONABLE -


Garantía fundamental del detenido a ser puesto en libertad cuando no es
investigado y juzgado dentro de un plazo razonable (c. j.)

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva: finalidad (c.
j.)

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva: término
máximo (c. j.)
PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de
aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva - Fijación
del plazo máximo de vigencia: marco normativo (c. j.)

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva - Término
máximo: situaciones en que se aplica (c. j.)

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva - Término
máximo: cómputo del plazo (c. j.)

BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD - Convención Americana sobre


Derechos Humanos: derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable o
a ser puesto en libertad (c. j.)

DERECHO A SER JUZGADO DENTRO DE UN PLAZO RAZONABLE -


Principio de afirmación de la libertad (c. j.)

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad: diferenciación de la sustitución de
la detención preventiva por vencimiento del plazo máximo de vigencia, con
la libertad por vencimiento de términos según la fase procesal (c. j.)

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad: aplicabilidad «in abstracto» del
término máximo de vigencia de la detención a las investigaciones y
juzgamientos tramitados con la Ley 600 de 2000 (c. j.)

PROCEDIMIENTO PENAL - Medidas de aseguramiento privativas de la


libertad - Detención preventiva: supuestos fácticos jurídicos que dan lugar
a su imposición (c. j.)

Tesis:
«"El art. 7-5 de la C.A.D.H., integrante de la Constitución por la vía de su
art. 93 inc. 1º, establece que toda persona detenida tendrá derecho a ser
juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin
perjuicio de que continúe el proceso. En este evento, prosigue la norma, la
libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su
comparecencia en el juicio.

[…]

La Corte ha indicado que la detención preventiva de una persona acusada


de un delito restringe su derecho a la libertad personal, con el propósito de
garantizar otros fines constitucionales. Sin embargo, también ha precisado
que los artículos 29 de la Constitución y 9º del Pacto Internacional de
Derechos Políticos y Civiles impiden que se persista en la prolongación de
la detención luego de un cierto lapso que, además, de ninguna manera
puede coincidir con el término de la pena, pues se desvirtuaría la finalidad
eminentemente cautelar de la detención preventiva y terminaría convertida
en un anticipado cumplimiento de la sanción, con evidente menoscabo del
principio de presunción de inocencia.

Ha sostenido también, en el anterior sentido, que la fijación legal de un


término máximo de duración de la detención provisional, aplicable a las
etapas de investigación y juzgamiento, consulta en una sociedad
democrática el delicado equilibrio que debe mantenerse entre el interés
legítimo del Estado de perseguir eficazmente el delito y sancionar a los
responsables y, de otro lado, la necesidad de asegurar la libertad de las
personas y la posibilidad de garantizar un proceso justo e imparcial. La
detención temporal es una medida cautelar pero, innegablemente,
“trasciende sus efectos procesales y repercute negativamente en la esfera
de la libertad personal del inculpado”, lo cual revela la importancia de
señalar términos máximos de su duración.

Sin embargo, en tanto manifestación del debido proceso, el plazo razonable


necesita de una concreción legislativa que, traducida a las formas propias
del juicio, establezca los términos específicos que ha de respetar el Estado
para perseguir penalmente a una persona con restricción de la libertad
personal. Ejemplo de ello es el establecimiento de causales de libertad por
vencimiento de términos (cfr. art. 317 nums. 4 al 6 de la Ley 906 de 2004
y art. 365 nums. 4 y 5 de la Ley 600 de 2000) o la fijación legal de un
término máximo de vigencia de la detención preventiva. "

2.2 Fijación legal de un plazo máximo de vigencia de la detención


preventiva

"Mediante el art. 1º de la Ley 1760 del 6 de julio de 2015, el legislador


estableció un término máximo de vigencia de la medida de aseguramiento
de detención preventiva. Dicha norma, que nunca entró en vigencia porque
fue subrogada por el art. 1º de la Ley 1786 del 1º de julio de 2016,
disponía que, salvo lo previsto en los parágrafos 2º y 3º del art. 317 de la
Ley 906 de 2004, el término de las medidas de aseguramiento privativas
de la libertad no podrá exceder de un año, prorrogable por un año más en
determinados casos.

Con la entrada en vigor de los términos previstos en el art. 1º de la Ley


1786 de 2016, a partir del 1º de julio de 2017 (según el art. 5º ídem), es
dable afirmar que en Colombia, salvo lo previsto en los parágrafos 2º y 3º
del art. 317 de la Ley 906 de 2004, “el término de las medidas de
aseguramiento privativas de la libertad no podrá exceder de un año.
Cuando el proceso se surta ante la justicia penal especializada, o sean tres
o más los acusados contra quienes estuviere vigente la detención
preventiva, o se trate de investigación o juicio de actos de corrupción de los
que trata la Ley 1474 de 2011 o de cualquiera de las conductas previstas
en el Título IV del Libro Segundo del C.P., dicho término podrá
prorrogarse, a solicitud del fiscal o del apoderado de la víctima, hasta por
el mismo término inicial. Vencido el término, el juez de control de
garantías, a petición de la Fiscalía, de la defensa o del apoderado de la
víctima podrá sustituir la medida de aseguramiento privativa de la libertad
de que se trate, por otra u otras medidas de aseguramiento no privativas
de la libertad de que trata el presente artículo”.

Como lo destacó la Corte Constitucional en la sentencia C-221 de 2017, el


propósito de la norma fue el de reforzar el uso excepcional de la medida de
aseguramiento en el proceso penal, mediante introducción de límites
materiales a la imposición de la prisión preventiva y la fijación de términos
máximos de duración, tanto en cada una de las fases del proceso (art. 317
nums. 4 al 6 de la Ley 906 de 2004), como en general para todo el
trámite."

2.3 Situaciones en las que se aplica el término máximo de vigencia de la


detención preventiva

2.3.1 Referente inicial de contabilización del plazo

"Cabe precisar que ese límite máximo de duración de la detención


preventiva, incorporado al ordenamiento jurídico mediante el art. 1º de la
Ley 1786 de 2016, cobija detenciones que han sido impuestas con
anterioridad a la fecha de entrada en vigencia de la norma.

En primer lugar, debido a que se trata de la creación o establecimiento de


un plazo máximo para investigar y juzgar con restricción de la libertad
personal, cuyo referente inicial de conteo siempre será la fecha de
detención. Por consiguiente, en ese aspecto no es dable aplicar el art. 40
inc. 2° de la Ley 153 de 1887, modificado por el C.G.P. , máxime que esta
última disposición, en materia penal, ha de integrarse con el art. 6° inc. 2°
de la Ley 906 de 2004, conforme a la cual la ley procesal de efectos
sustanciales permisiva o favorable, aun cuando sea posterior a la
actuación, se preferirá de preferencia a la restrictiva o desfavorable.

En segundo término, por cuanto, en estrecha conexión con el principio de


favorabilidad, el art. 295 de la Ley 906 de 2004 consagra el principio de
afirmación de la libertad, según el cual las disposiciones que autorizan
preventivamente la privación o restricción de la libertad sólo podrán ser
interpretadas restrictivamente y su aplicación debe ser necesaria,
adecuada, proporcional y razonable frente a los contenidos
constitucionales. Precisamente, sobre éste último particular, cabe anotar
que la limitación de la duración de la detención es materialización del
derecho humano de toda persona detenida a ser “juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el
proceso” (art. 7-5 C.A.D.H., integrado a la Constitución por vía del bloque
de constitucionalidad (93 inc. 1º).

En tercer orden, dado que una interpretación subjetiva, aplicando el


método histórico, confirma que el conteo del término límite se aplica desde
la fecha de la detención, no a partir de la entrada en vigencia de la norma,
como quiera que la Ley 1786 de 2016 fue una medida legislativa de última
hora, justificada para impedir una excarcelación masiva por aplicación del
art. 1° de la Ley 1760 de 2015 (cfr. pie de página Nº 13 supra), que por
primera vez incluyó el límite de un año (prorrogable a dos) a la duración de
la detención preventiva. Si el término se empezara a contar a partir de la
fecha de promulgación de la ley, no habría tenido el legislador que
prorrogar la entrada en vigencia de la norma. "

2.3.2 Distinción entre la sustitución de la detención preventiva por


sobrepasar el término máximo de vigencia de ésta con las causales de
libertad por vencimiento de términos, según la fase procesal

"[…] el vencimiento del plazo razonable -genérico- para investigar y juzgar


al procesado privado de la libertad, previsto en el art. 1º de la Ley 1786 de
2016, trae una consecuencia jurídica diversa al restablecimiento inmediato
de la libertad por vencimiento de los términos -específicos- previstos en el
art. 317 de la Ley 906 de 2004, aplicables según el cumplimiento de
etapas procesales (imputación, presentación del escrito de acusación,
instalación del juicio y emisión del sentido del fallo).

A diferencia de estas últimas causales de libertad por vencimiento de


términos, el parágrafo del art. 307 ídem, adicionado por el art. 1º de la Ley
1786 de 2016, establece, por una parte, que al margen de la etapa en que
se encuentre el proceso, en ningún caso una medida de aseguramiento
privativa de la libertad puede durar más de un año -prorrogable por otro
más en determinadas circunstancias-; por otra, que si se supera ese plazo
la detención preventiva pierde vigencia y ha de ser sustituida por una
medida de aseguramiento no privativa de la libertad (art. 307 lit. b de la
Ley 906 de 2004)."

2.3.3 Aplicabilidad in abstracto del término máximo de vigencia de la


detención a investigaciones y juzgamientos tramitados por la Ley 600 de
2000

"Es criterio consolidado de la Sala que, como concreción del principio de


favorabilidad, es dable aplicar retroactivamente normas procesales de
efectos sustanciales contenidas en la Ley 906 de 2004 a procesos
adelantados por la Ley 600 de 2000 . Ello, condicionado a que, además de
la sucesión de leyes en el tiempo y el tránsito o coexistencia de las
mismas, se cumplan los siguientes criterios: i) que las figuras jurídicas
enfrentadas tengan regulación en las dos legislaciones; ii) que respecto de
aquellas se prediquen similares presupuestos fáctico-procesales y iii) que
con la aplicación beneficiosa de alguna de ellas no se resquebraje el
sistema procesal dentro del cual se le da cabida al instituto favorable.

Pues bien, no hay duda de que la norma procesal cuya aplicación


retroactiva se reclama, en primer lugar, produce efectos sustanciales
determinados a partir de su naturaleza. Ésta corresponde a la concreción
de una garantía fundamental que desarrolla tanto los contornos
específicos del debido proceso -en su componente del derecho a ser
juzgado sin dilaciones injustificadas- como los contenidos del principio
constitucional de proporcionalidad (prohibición de exceso), en relación con
la limitación de las injerencias en la libertad personal a través de medidas
cautelares en el proceso penal. Y la disposición normativa concernida,
desde luego, es favorable al procesado, en la medida en que la fijación de
un término máximo de vigencia de la detención preventiva no existe en la
Ley 600 de 2000.

En segundo orden, salta a la vista que la detención preventiva, en tanto


medida cautelar accesoria al proceso penal, encuentra regulación en las
dos codificaciones procesales que aquí se contrastan (arts. 355 y ss. de la
Ley 600 de 2000 y arts. 306 y ss. de la Ley 906 de 2004). En las dos
legislaciones están determinados, entre otros aspectos, las finalidades
asignadas a las medidas de aseguramiento, los requisitos sustanciales y
formales para su imposición, los motivos de suspensión o sustitución y las
causales de revocatoria. La detención preventiva no es, entonces, propia de
ningún esquema procesal ni, mucho menos, propia de alguno de los
mencionados códigos de procedimiento penal.

En tercer término, los supuestos fáctico-jurídicos que dan lugar a la


imposición de las medidas de aseguramiento son similares. Contrastados
los arts. 355 y 366 de la Ley 600 de 2000 con los arts. 296 y 308 de la Ley
906 de 2004, puede afirmarse que la aplicación de la detención preventiva
está condicionada a la verificación -concurrente, no alternativa- de los
mismos presupuestos materiales, a saber:

Por una parte, el denominado estado de sospecha fundada, constituido por


la acreditación de la materialidad del delito y por la probable atribución de
responsabilidad al imputado; por otra, el concerniente a la urgencia de
conjurar los riesgos que la libertad del imputado representan para la
comunidad o las víctimas y para la indemnidad del proceso penal (riesgos
de fuga o de obstrucción probatoria) .
Finalmente, para la Sala es claro que con la aplicación beneficiosa del
parágrafo 1º del art. 307 de la Ley 906 de 2004, modificado por el art. 1º
de la Ley 1786 de 2016, a procesos penales tramitados por la Ley 600 de
2000 no se afecta la estructura del esquema procesal diseñado en este
último Código de Procedimiento Penal.

En efecto, al tratarse de una medida cautelar, accesoria al proceso, la


aplicación de la detención preventiva de ninguna manera tiene que ver con
los rasgos estructurales que caracterizan el curso de la investigación y el
juzgamiento en uno u otro esquema procesal. En el mejor lenguaje
procesalista, la medida de aseguramiento tiene una naturaleza incidental
que difiere del objeto mismo del proceso penal -la determinación de la
responsabilidad penal de un individuo-. Es un apéndice, y por ello, su
aplicación no está en capacidad de trastocar las bases fundamentales,
características y diferenciadoras de un determinado modelo de
enjuiciamiento penal.

Desde una perspectiva constitucional (art. 250-1), las medidas de


aseguramiento sirven al logro de los cometidos asignados al derecho penal,
en tanto instrumento de protección -de última ratio- de bienes jurídicos, y
persiguen, en concreto, el aseguramiento de la comparecencia al proceso,
la conservación de la prueba y la protección de la comunidad. Estas
finalidades han de conseguirse al margen de las formas propias y la
tendencia asignada a la investigación o al juzgamiento. De ahí que la
teleología asignada a la detención preventiva sea la misma en las Leyes
600 de 2000 (art. 355) y 906 de 2004 (art. 296). Lo que varía, entonces, es
la regulación específica de las medidas cautelares personales en una u
otra codificación procesal penal.

Y dentro de esa regulación, como se expuso en precedencia, el


establecimiento de un límite máximo de vigencia de la detención es
manifestación de la garantía fundamental y derecho humano a ser juzgado
dentro de un plazo razonable o ser puesto en libertad. Por consiguiente,
debiendo hacer parte del debido proceso cautelar, la norma que fija ese
plazo y asigna una consecuencia jurídica a su incumplimiento no es una
institución propia o privativa del esquema de investigación y juzgamiento
acusatorio-adversarial desarrollado por la Ley 906 de 2004, por lo que su
aplicación retroactiva a situaciones gobernadas por la Ley 600 de 2000 de
ninguna manera resquebraja el “sistema mixto” previsto en esta última
codificación.

De suerte que, por las anteriores razones, el parágrafo 1º del art. 307 de la
Ley 906 de 2004, modificado por el art. 1º de la Ley 1786 de 2016, es del
todo aplicable a procesos regidos por la Ley 600 de 2000. Por tratarse de
un derecho fundamental de toda persona investigada o juzgada
penalmente con privación de su libertad personal, los plazos establecidos
en la norma rigen para ambos procedimientos.

Ahora, si bien la referida norma menciona al juez de control de garantías


como competente para sustituir la medida de aseguramiento por
vencimiento del término máximo de vigencia de la detención preventiva,
ello no es razón suficiente para predicar la imposibilidad de aplicación
retroactiva a procesos tramitados por la Ley 600 de 2000. La competencia
recaerá, según la fase procesal, en el fiscal o en el juez de la causa.

De otro lado, la inexistencia de medidas de aseguramiento no privativas de


la libertad en la Ley 600 de 2000 (art. 356 inc. 1º) tampoco es óbice para
impedir la limitación de la vigencia de la detención preventiva -establecida
en la Ley 906 de 2004- en dicha codificación. Al respecto, también la Corte
tiene definido que, en virtud del principio de favorabilidad, es dable aplicar
las medidas de aseguramiento previstas en el art. 307 lit. b) de la Ley 906
de 2004 a procesados investigados o juzgados bajo los ritos procesales de
la Ley 600 de 2000 (cfr. entre otras CSJ AP 10 oct. 2012, rad. 29.726)."

Bien se ve, entonces, que contrario a lo expuesto por el Procurador


Judicial II, las disposiciones de la Ley 1786 de 2016, en cuanto a la
determinación legal del plazo máximo para investigar y juzgar con
privación de libertad, así como en relación con la figura de la sustitución
de la detención, por superación de dicho término, deben ser aplicables a
procesos penales gobernados por la Ley 600 de 2000. Tales razones no
pueden, sin más, ser desconocidas en el presente caso ni mucho menos
constituir un supuesto de impedimento en la acción constitucional, pues
la decisión CSJ AP4711 del 24 de julio de 2017 constituye un referente de
obligatoria consideración por los jueces, dictado por la Corte en ejercicio
de su función de unificación jurisprudencial, para determinar los
contornos específicos de aplicación -general y abstracta- de las normas en
cuestión, que el juez de tutela ha de considerar para establecer si en el
caso bajo análisis efectivamente existió vulneración del debido proceso».

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva: prórroga
del término máximo

PROCEDIMIENTO PENAL - Medidas de aseguramiento privativas de la


libertad - Detención preventiva: la prórroga del plazo no es una figura
propia ni connatural de ningún sistema procesal penal

PROCEDIMIENTO PENAL - Medidas de aseguramiento privativas de la


libertad - Detención preventiva - Prórroga del término máximo:
justificación
PROCEDIMIENTO PENAL - Medidas de aseguramiento privativas de la
libertad - Detención preventiva - Prórroga del término máximo: aplicación
diferenciada de acuerdo con la estructura procedimental

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal mixto con tendencia acusatoria


- Medidas de aseguramiento - Detención preventiva: competencia del juez
de la causa para controlarlas - formas de control (c. j.)

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal mixto con tendencia acusatoria


- Medidas de aseguramiento - Detención preventiva: competencia del fiscal
del caso y del juez de la causa para verificar oficiosamente las
circunstancias que dan lugar a la libertad por vencimiento de términos
según la etapa procesal en que se encuentre el proceso

PROCEDIMIENTO PENAL - Medidas de aseguramiento privativas de la


libertad - Detención preventiva: la prórroga del término máximo no opera
de pleno derecho sino mediante declaración judicial, previa verificación de
los presupuestos legales por el funcionario correspondiente

Tesis:
«Ciertamente, las leyes 1760 de 2015 y 1786 de 2016, en línea de
principio, fueron expedidas con el propósito de modificar el esquema
procesal penal desarrollado por la Ley 906 de 2004. Sin embargo, como se
expuso con antelación (cfr. num. 2.2.3 supra), por tratarse de la
concreción legal de una garantía fundamental, la determinación del plazo
razonable para investigar y juzgar con privación cautelar de la libertad no
es privativa de ningún esquema de juzgamiento en particular, sino que
resulta aplicable al margen de las diversas formas de adelantar la
investigación y el juzgamiento. Por esa misma razón, las sanciones
establecidas por el legislador para el desconocimiento de los términos han
de operar tanto en uno como en otro régimen procedimental.

El plazo máximo de duración de la medida de aseguramiento privativa de


la libertad, según el art. 1º de la Ley 1786 de 2016, no podrá exceder de
un año, prorrogable hasta por el mismo término inicial, en determinadas
circunstancias, a solicitud del fiscal o del apoderado de la víctima. La
prórroga de dicho término máximo -inicialmente previsto en el art. 1º de la
Ley 1760 de 2015-, dispone el art. 3º ídem, podrá solicitarse ante el juez
de control de garantías dentro de los 2 meses anteriores a su vencimiento,
incluso desde antes de que dicho artículo entre en vigencia.

Indiscutiblemente, la figura del juez de control de garantías es privativa de


los procesos penales gobernados por la Ley 906 de 2004. Ello, sin
embargo, no implica que la aludida prórroga no resulte aplicable en casos
tramitados con la Ley 600 de 2000, pues el plazo razonable es común a los
dos esquemas procesales y no es una figura propia ni connatural a
ninguno de ellos.

La teleología de la extensión o prórroga del término concierne más a


razones sustanciales pertenecientes al concepto mismo de plazo razonable,
enraizado en la protección internacional de los derechos humanos, que a
motivos de estructura procesal. La justificación de un plazo más extenso
para determinados procesos -cuando se surtan ante la justicia penal
especializada, sean tres o más los acusados detenidos preventivamente o
se trate del juzgamiento de actos de corrupción de los que trata la Ley
1474 de 2011 o cualquiera de las conductas previstas en el Título IV del
Libro Segundo del Código Penal- estriba en motivos de política criminal.
Bien por la complejidad en la tramitación del asunto o por el mayor
impacto social de determinados delitos, según la libertad de configuración
del legislador, es legítima una mayor duración del término para fallar el
caso, sin que aplique la liberación del detenido antes de ser juzgado. Esto,
reitérase, sin importar si el proceso se tramita con las reglas previstas en
la Ley 600 de 2000 o en la Ley 906 de 2004.

Sin embargo, a la hora de aplicar en concreto la prórroga del término sí


han de considerarse circunstancias de estructura procedimental que
conllevan a una aplicación diferenciada de la extensión del plazo. La
inexistencia del juez de control de garantías en el proceso penal regido por
la Ley 600 de 2000 no es razón sólida para sostener que el término
máximo de la detención no se puede prorrogar en casos adelantados bajo
tal codificación. No. La lectura constitucional de la norma obliga a
compatibilizar la figura con los principios rectores y las instituciones
propias del proceso penal diseñado en la Ley 600 de 2000.

Desde la perspectiva estructural, la división fundamental entre


investigación y juzgamiento en el proceso mixto denota una comprensión
inquisitiva en la primera fase, en donde el fiscal, por disposición
constitucional y legal (arts. 250-1 original de la Constitución y 114-2 de la
Ley 600 de 2000) decide autónomamente sobre la privación provisional de
la libertad del sindicado. Ahora, si bien el proceso adquiere un matiz
acusatorio en el juicio, cuando con la ejecutoria de la resolución de
acusación el fiscal se vuelve sujeto procesal y defiende la pretensión penal
ante el juez de la causa, también es verdad que, como se extracta del art.
400 de la Ley 600 de 2000, el proceso no se torna adversarial en estricto
sentido, sino que el impulso de la actuación radica en el juez, bajo el
principio de oficiosidad.

Ahora bien, en el juez de la causa, llamado principalmente a decidir


mediante la sentencia el fondo de la controversia, también están radicadas
competencias de control del respeto al debido proceso cautelar, que rige la
privación preventiva de la libertad. Materialmente, es un juez
constitucional, cuya supervisión sobre el respeto de las formas propias del
juicio tocantes con la libertad personal, restringida preventivamente,
puede manifestarse a través de dos figuras: por una parte, el control
-rogado- de legalidad de la medida de aseguramiento, que atañe a la
subsistencia de los fundamentos materiales y de las finalidades para
detener (art. 392 de la Ley 600 de 2000); por otra, la verificación oficiosa
de las circunstancias que dan lugar a la libertad provisional por
vencimiento de términos (art. 365 ídem).

Esta última constelación, valga resaltar, es una faceta de concreción del


derecho fundamental a ser juzgado dentro de un plazo razonable, que
opera a través de la configuración de términos específicos aplicables según
la fase procesal. Pero como se expuso con antelación, en ejercicio de su
margen de apreciación, el legislador adicionó términos genéricos máximos
de duración de la detención, al margen de etapas procesales (cfr. num.
2.3.2 supra). Entonces, si en el régimen de la Ley 600 de 2000 la
verificación de los términos específicos que podrían dar lugar a libertad
por vencimiento de términos ha de operar oficiosamente, de igual manera,
el funcionario judicial -tanto fiscal como juez- debe supervisar ex oficio el
cumplimiento del plazo máximo razonable -genérico- previsto por el
legislador, para procesar penalmente con privación provisional de la
libertad.

Naturalmente, si el proceso se encuentra en la fase de investigación, el


competente para pronunciarse al respecto será el fiscal (arts. 114-2 y 363
de la Ley 600 de 2000). Si con la ejecutoria de la acusación adquiere
competencia el juez de la causa (art. 400 ídem), éste será el encargado de
vigilar la observancia de los plurimencionados plazos legales. Por
consiguiente, contrario a lo alegado por el actor, ambos funcionarios, más
que estar facultados para decretar la prórroga, están obligados a hacerlo si
la actuación se encuentra bajo su ámbito de competencia y pretenden
proseguir la investigación o el juzgamiento, respectivamente, con privación
provisional de la libertad».

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva - Prórroga
del término máximo: criterios para la extensión del plazo

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva: la prórroga
del término no puede ser decretada a motu propio por el juez de control de
garantías

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva: la
aplicación de las medidas de aseguramiento es potestativa de la Fiscalía
General de la Nación

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva: facultad
supletoria exclusiva de la víctima para solicitar la aplicación de las
medidas de aseguramiento cuando el fiscal se abstiene de hacerlo

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva: falta de
competencia del juez de control de garantías para prorrogar oficiosamente
la vigencia de la medida de aseguramiento

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva: deber del
fiscal del caso de asistir a la audiencia preliminar para pronunciarse sobre
la solicitud de sustitución de la detención, y obligación de citar al
representante de las víctimas a esta audiencia

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva: la prórroga
del término máximo y su condicionamiento a la solicitud de parte, están
justificados en la naturaleza adversarial del proceso penal

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva - Prórroga
del término máximo: la falta de declaración judicial dentro del término
previsto en el artículo 3.º de la Ley 1786 de 2016, no tiene efecto
preclusivo

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva - Prórroga
del término máximo: procedencia de la extensión oficiosa del plazo, en la
etapa de juzgamiento

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal acusatorio - Medidas de


aseguramiento privativas de la libertad - Detención preventiva:
presupuestos para el levantamiento o revocatoria de la medida (diferente a
la sustitución de la detención)

Tesis:
«La fijación del término legal máximo de vigencia de la medida de
aseguramiento -un año-, junto al establecimiento de una sanción para el
Estado por la superación de aquél -sustitución de la detención por una
medida no privativa de la libertad-, son concreciones del derecho a ser
juzgado dentro de un plazo razonable, cláusula que, a su vez, integra el
debido proceso. La extensión excepcional de ese término -por otro año en
determinados casos- fue condicionada por el legislador a la existencia de
un pronunciamiento judicial. Ello quiere decir que, en línea de principio, la
prórroga no opera de pleno derecho, sino que el funcionario respectivo
-juez de control de garantías, fiscal o juez de conocimiento, dependiendo la
codificación procesal penal aplicable y la fase del proceso- ha de establecer
si se dan los presupuestos legales para habilitar el término adicional.

En efecto, de acuerdo con el art. 1º inc. 1º de la Ley 1786 de 2016, “el


término de las medidas de aseguramiento privativas de la libertad no
podrá exceder de un año. Cuando el proceso se surta ante la justicia penal
especializada, o sean tres o más los acusados contra quienes estuviere
vigente la detención preventiva, o se trate de investigación o juicio de actos
de corrupción de los que trata la Ley 1474 de 2011 o de cualquiera de las
conductas previstas en el Título IV del Libro Segundo del C.P., dicho
término podrá prorrogarse, a solicitud del fiscal o del apoderado de la
víctima, hasta por el mismo término inicial. Vencido el término, el juez de
control de garantías, a petición de la Fiscalía, de la defensa o del
apoderado de la víctima podrá sustituir la medida de aseguramiento
privativa de la libertad de que se trate, por otra u otras medidas de
aseguramiento no privativas de la libertad de que trata el presente
artículo”.

En los casos susceptibles de prórroga, señala el inc. 2º ídem, “los jueces de


control de garantías, para resolver sobre la solicitud de levantamiento o
prórroga de las medidas de aseguramiento privativas de la libertad,
deberán considerar, además de los requisitos contemplados en el artículo
308 del Código de Procedimiento Penal, el tiempo que haya transcurrido
por causa de maniobras dilatorias atribuibles a la actividad procesal del
interesado o su defensor, caso en el cual dicho tiempo no se contabilizará
dentro del término máximo de la medida de aseguramiento privativa de la
libertad contemplado en este artículo”.

A su turno, el art. 3º ídem preceptúa que “la prórroga del término máximo
de las medidas de aseguramiento privativas de la libertad a la que hace
referencia el artículo 1º de la Ley 1760 de 2015 podrá solicitarse ante el
juez de control de garantías dentro de los dos meses anteriores a su
vencimiento, incluso desde antes de que dicho artículo entre en vigencia”.

En ejercicio de su libertad de configuración, en el art. 1º de la Ley 1786 de


2016, el legislador estableció referentes temporales objetivos de estricto
acatamiento, sin lugar a prolongaciones basadas en criterios cualitativos
como la complejidad del asunto, la dificultad probatoria o la conducta
desplegada por las autoridades judiciales -que han servido de referentes
para valorar la razonabilidad del plazo ante la inexistencia de términos
específicos fijados por la ley -, para determinar cuándo un procesado ha de
recobrar su libertad por el incumplimiento del deber estatal de juzgarlo
dentro de ese plazo máximo de un año.

De igual manera, como se extracta de las normas arriba reseñadas, la


prolongación del término por otro año más, absolutamente insuperable,
depende únicamente de que el funcionario judicial lo valide tras constatar
alguna de las circunstancias que dan lugar a la duplicación del plazo, que
son estrictamente objetivas y que, prácticamente, operan por ministerio de
la ley. Mas tal validación, en asuntos gobernados por la Ley 906 de 2004,
no puede ser decretada motu proprio por el juez de control de garantías,
sino que procede a petición de parte.

Constitucional y legalmente (arts. 250-1 de la Constitución y 306 inc. 1º


de la Ley 906 de 2004), la aplicación de las medidas de aseguramiento son
potestad de la Fiscalía, en cabeza de quien radica el ejercicio de la
pretensión penal. Así el juez encontrara elementos suficientes para
detener, en tal esquema procesal no está facultado para asegurar al
imputado por iniciativa propia. Tanto así, que sólo la víctima puede,
supletoriamente, demandar la aplicación de las medidas de aseguramiento
cuando el fiscal se abstenga de hacerlo (art. 306 inc. 4º ídem).

De ello deriva, entonces, que el interés para mantener la vigencia de la


detención durante el proceso radica en la Fiscalía y en el representante de
la víctima. Si dentro de un esquema procesal adversarial el juez carece de
competencia para detener oficiosamente, por la misma razón, carece de
facultades para extender por sí mismo la vigencia de la medida.

Esto quiere decir que el fiscal tiene el deber de asistir a la audiencia


preliminar para que se pronuncie sobre la solicitud de sustitución de la
detención, diligencia a la que, igualmente, ha de ser citado el
representante de las víctimas, cuyos datos deberán ser suministrados por
la parte solicitante. Ahora, si pese a la debida citación, el fiscal o la víctima
se abstienen de solicitar la prórroga del plazo o no demandaron con
antelación la extensión del mismo, el juez de control de garantías habrá de
aplicar el término máximo de un año para decidir sobre la sustitución. En
tal supuesto, únicamente tendría que verificar el aspecto objetivo referente
a la contabilización del plazo, constatando que no se hayan presentado
dilaciones atribuibles al procesado o a la defensa, que incidan en dicho
conteo.

Si, por el contrario, la Fiscalía o la víctima, previamente a la consolidación


del término máximo de vigencia, solicitan la prórroga de éste o, al oponerse
a la sustitución en casos donde opere la extensión del plazo, demandan su
prolongación en audiencia, esta última solicitud ha de decidirse teniendo
en consideración el término extendido.
Bien se ve, entonces, que la figura de la prórroga y su condicionamiento a
solicitud de parte encuentran justificación en la naturaleza adversarial del
proceso penal diseñado en la Ley 906 de 2004, sin que pueda entenderse,
como más adelante se expondrá (cfr. num. 2.5.2 infra), que la falta de su
declaratoria, dentro del término previsto en el art. 3º de la Ley 1786 de
2016, tiene un efecto preclusivo que impide aplicar el término ampliado de
dos años de vigencia de la detención preventiva.

Ahora bien, tal dinámica no es exigible en procesos gobernados por la Ley


600 de 2000, como quiera que, rigiendo el principio de oficiosidad, en la
fase de investigación el fiscal es competente para decidir con autonomía
sobre la privación cautelar de la libertad personal, mientras que, en etapa
de juicio, al adquirir aquél la condición de sujeto procesal, es el juez el
encargado de velar porque se cumpla con las finalidades constitucionales y
legales asignadas a las medidas de aseguramiento.

En esa dirección, la prórroga del término máximo de vigencia de la


detención preventiva adquiere un cariz diverso: dada la posibilidad de su
extensión oficiosa, prácticamente opera de pleno derecho y habrá de ser
considerado por el funcionario respectivo -fiscal o juez de la causa- al
momento de decidir sobre la sustitución de la medida.

Por último, ha de destacarse que, en ambos esquemas procesales, la figura


del levantamiento o revocatoria de la detención, mencionada en el art. 1º
inc. 2º de la Ley 1786 de 2016 -distinta a la sustitución- se subordina al
examen sobre la permanencia de los fundamentos materiales que
permitieron la imposición de la detención, así como a la necesidad de
seguir cumpliendo alguna de las finalidades por las cuales se decretó (art.
308 de la Ley 906 de 2004 o arts. 355 y 356 de la Ley 600 de 2000,
respectivamente)».

DERECHO AL DEBIDO PROCESO - Proceso penal - Ausencia de


vulneración: inexistencia de defecto procedimental absoluto, con la
decisión del juez de conocimiento de prorrogar oficiosamente el término
máximo de la medida de aseguramiento de detención preventiva

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal mixto con tendencia acusatoria


- Medidas de aseguramiento privativas de la libertad - Detención
preventiva - Prórroga del término máximo: el condicionamiento de la
prorroga de los términos a la solicitud de los sujetos procesales, es
aplicable a aquellos plazos que corren para las partes o para los sujetos
intervinientes

Tesis:
«SANTIAGO URIBE VÉLEZ está privado de la libertad, por cuenta del
proceso que cursa en su contra ante el Juzgado Primero Penal del Circuito
Especializado de Antioquia, desde el 29 de febrero de 2016 .

La medida de aseguramiento que le fue impuesta, en línea de principio,


tenía vigencia hasta el 29 de febrero de 2017, según el art. 1º de la Ley
1786 de 2016. Para ese momento, el asunto se encontraba en fase de
instrucción . Sin embargo, a través del auto del 11 de agosto de 2017, se
negó la sustitución de la detención. El juez resolvió «prorrogar la medida
de aseguramiento de conformidad con el artículo 1º de la ley 1786 de 2016
y el pronunciamiento de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia
radicado 49.734 del 24 de julio de 2017, por el término de un año», bajo
las siguientes consideraciones:

"Concluye este despacho al respecto que sólo ahora, con el


pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia, nace la obligación de
verificar la procedencia o solicitar la prórroga de la medida de
aseguramiento privativa de la libertad en los procesos surtidos bajo los
parámetros de la ley 600 de 2000.

Y como bien lo decantó la Honorable Sala, dado que en procesos como el


presente, adelantados bajo la ley 600 de 2000, no se encuentra dispuesta
la figura del Juez con funciones de Control de Garantías, el competente
para analizar la prórroga de la medida de aseguramiento es el Fiscal
instructor en la etapa investigativa o el Juez de conocimiento en la etapa
de juzgamiento, tal y como lo expone la pluricitada sentencia (sic) 49.734:

(…)

Y dado que nos encontramos en el asunto que nos convoca, en la etapa de


juzgamiento le corresponde al Juez Fallador verificar lo concerniente a la
prórroga de la medida de aseguramiento, y teniendo en cuenta que uno de
los parámetros del sistema mixto es la oficiosidad, procederá este
despacho a pronunciarse acerca de la referida prórroga de conformidad
con el artículo 1º de la ley 1786 de 2016…

(…)

En este orden de ideas, se deben inicialmente verificar los presupuestos


contenidos en el artículo 308 de la ley 906 de 2004 para establecer si se
dan los requisitos para la sustitución de la medida de aseguramiento, que
cabe acotar no es una figura propia del sistema de enjuiciamiento criminal
representado en la ley 600 de 2000:

(…)
Así mismo, no se encuentra que la privación de la libertad se haya
extendido de una manera injustificada, que el plazo no sea razonable, hay
que precisar que si bien se expresó en decisión citada en precedencia por
la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, que debe
contabilizarse de la misma manera los términos de privación de la libertad,
no menos cierto es que los lineamientos del desarrollo del modelo procesal
mixto es diametralmente distante, el procedimiento penal reglado en la Ley
600 impone una carga adicional, y es el aspecto referente a la publicidad
de las decisiones que tiene una forma de notificación que es inevadible, y
con un desarrollo temporal mucho más amplio que el sistema penal
acusatorio, igualmente se han surtido los recursos ordinarios ante el
superior jerárquico del director de la etapa instructiva, lo que deja la
privación de la libertad a la fecha en un plazo más que razonable bajo los
parámetros de la Ley 600 de 2000."

A su turno, al resolver el recurso de apelación interpuesto por el defensor


de URIBE VÉLEZ contra el anterior proveído, el Tribunal Superior de
Antioquia indicó:

"La Sala no encuentra incorrección alguna en la evaluación por parte del


Juez de los requisitos previstos por el artículo 308 del C.P.P. dado que el
propio legislador lo impuso en el artículo 1 de la ley 1786 como uno de los
criterios a evaluar para definir la prórroga de la medida de aseguramiento.
En este sentido se impone aclarar que a partir del fragmento
jurisprudencial de la sentencia 49.734 de 2017 a la que acude la defensa
-sobre la comparación entre la revocatoria y la prórroga- no se concluye
que la Corte Suprema haya negado la remisión legal a los fines de la
medida de aseguramiento.

El hecho de que el Juez hubiere mencionado la gravedad de los delitos por


los que se procede no se aprecia arbitraria. Tampoco se puede afirmar que
esa mención haya reemplazado los argumentos que permitieron la
imposición de la medida, puesto que la decisión de primera instancia no
hizo ninguna afirmación en tal sentido.

Ahora bien, para responder el interrogante sobre si en este evento se ha


superado el plazo razonable, que es en esencia el tema que se debe
dilucidar para determinar el vencimiento del término y su prorroga, -de
nuevo- no se puede obviar que en este evento no se evalúa un trámite que
se haya adelantado por la Ley 906 de 2004.

En verdad, lo que quiso la Corte Suprema de Justicia, al habilitar la


aplicación favorable de la disposición no fue igualar de manera
descontextualizada, cada una de las fases procesales que permitieron al
legislador estimar el término de un año para que se agotara todo el trámite
procesal desde la imposición de medida de aseguramiento hasta la
sentencia de primera instancia en el trámite de Ley 906 de 2004, frente a
las fases procesales previstas en el sistema mixto. En realidad, lo que hizo
y concretizó (sic) la sentencia fue acudir a un referente legal de vigencia
máxima de una medida de aseguramiento por favorabilidad, ante la
inexistencia de uno en la ley 600 de 2000:

`"Ésta corresponde a la concreción de una garantía fundamental que


desarrolla tanto los contornos específicos del debido proceso -en su
componente del derecho a ser juzgado sin dilaciones injustificadas- como
los contenidos del principio constitucional de proporcionalidad
(prohibición de exceso), en relación con la limitación de las injerencias en
la libertad personal a través de medidas cautelares en el proceso penal. Y
la disposición normativa concernida, desde luego, es favorable al
procesado, en la medida en que la fijación de un término máximo de
vigencia de la detención preventiva no existe en la ley 600 de 2000".´

(…)

Además, el trámite del Juzgado de origen tampoco ha mostrado dilación


injustificada que permita cimentar la revocatoria de la decisión apelada.

En definitiva, ya sea frente al tamiz previsto por los términos previstos en


la ley 600 de 2000 o en la evaluación del término y su prórroga consagrado
en la ley 1786 de 2016, se puede concluir que no se ha vulnerado la
garantía constitucional y convencional de razonabilidad del lapso de
privación de la libertad corno resultado de la medida de aseguramiento."

Pues bien, contrastadas las razones expuestas en los autos censurados


con las premisas anteriormente expuestas, referentes al debido proceso
cautelar y al plazo razonable, para la Sala, no se configuró ninguna vía de
hecho en la aplicación de normas procesales, que dé lugar a la
configuración de un defecto procedimental absoluto.

La infracción denunciada por el autor estriba en dos razones


fundamentales de ilegalidad, a saber: i) que al juez le estaba vedado
prorrogar oficiosamente el término máximo de vigencia de la medida de
aseguramiento y ii) que en todo caso la extensión del término era
improcedente, en razón de haberse decretado extemporáneamente. Mas
tales asertos no acreditan que los juzgadores demandados se apartaron
manifiestamente de las reglas propias del juicio cautelar, en referencia a
un caso tramitado por la Ley 600 de 2000.

2.5.1 En primer lugar, como se expuso con antelación, en el esquema


procesal mixto diseñado por la referida codificación procesal penal, el
control sobre el cumplimiento de los plazos en cuestión ha de ejercerlo
oficiosamente tanto el fiscal como el juez de la causa, según la etapa
procesal. No hay, entonces, ningún yerro en la prórroga decretada por el
juez, sin petición de la Fiscalía, pues la actuación ya se encontraba en fase
de juicio, por haber cobrado ejecutoria la resolución de acusación.

No es correcto entender, como lo plantea el accionante, que la


plurimencionada extensión del plazo puede prorrogarse únicamente a
solicitud del fiscal o del apoderado de la víctima invocando los arts. 1º y 3º
de la Ley 1786 de 2016, como quiera que tales normas tienen sentido en
relación con el juez de control de garantías, que no existe en la Ley 600 de
2000. Tampoco es acertado sostener que, en virtud del art. 163 de la Ley
600 de 2000, la prórroga de la vigencia de la medida de aseguramiento
está condicionada a petición de parte.

Cierto es que el art. 163 ídem establece que los términos legales o
judiciales no pueden ser prorrogados sino a petición de los sujetos
procesales, realizada antes de su vencimiento, por causa grave y
justificada. Empero, la teleología de tal disposición indica que ese
condicionamiento aplica a términos que corren para las partes o sujetos
intervinientes -como, por ejemplo, los plazos para interponer o sustentar
recursos, los traslados o la presentación de alegatos-, no a los que
conminan al Estado, encarnado -en la Ley 600- en el funcionario judicial,
llámese juez o fiscal, so pena de aplicarse una sanción procesal, como la
libertad por vencimiento de términos o la sustitución de la detención».

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal mixto con tendencia acusatoria


- Medidas de aseguramiento privativas de la libertad - Detención
preventiva - Prórroga del término máximo: la inobservancia del plazo para
decretar la prórroga del término, no tiene carácter preclusivo que impida al
juez analizar la justificación de la prolongación del plazo, al momento de
decidir la solicitud de sustitución

PROCEDIMIENTO PENAL - Sistema penal mixto con tendencia acusatoria


- Medidas de aseguramiento privativas de la libertad - Detención
preventiva - Prórroga del término máximo: el plazo de 2 meses previsto en
el artículo 3.º de la Ley 1786 de 2016 para solicitar la prórroga de la
vigencia de la medida, es de carácter precautorio y no preclusivo

DERECHO AL DEBIDO PROCESO - Proceso penal - Ausencia de


vulneración: inexistencia de extemporaneidad en la decisión del juez de
conocimiento de prorrogar el término máximo de la medida de
aseguramiento de detención preventiva en contra de Santiago Uribe Vélez

ÓRDENES IMPARTIDAS EN LA SENTENCIA - La Sala hace un llamado a


la Fiscalía General de la Nación, para que en cumplimiento de su deber de
vigilancia y control sobre los términos de plazo razonable, los fiscales
soliciten la extensión del plazo, antes de su vencimiento, sin perjuicio de
que como última oportunidad, lo hagan en la audiencia preliminar

Tesis:
«2.5.2 En segundo orden, tampoco considera la Sala que la prórroga de la
vigencia de la medida de aseguramiento en el presente caso haya sido
extemporánea, lo cual descarta una vía de hecho en la aplicación del
debido proceso.

Para el demandante, el juez no podía extender el mencionado plazo, por


cuanto, en su criterio, había fenecido la oportunidad para decretar la
prórroga. Mas tal apreciación se ofrece infortunada, en la medida en que
las normas de la Ley 1786 de 2016 que consagran dicha figura no le
confieren un carácter preclusivo a la inobservancia del término para
decretar la extensión del plazo, sino que se trata de un precepto
facultativo, que no impide al juez analizar, al momento de decidir sobre la
sustitución de la medida, si se dan los casos excepcionales previstos por la
ley para justificar la prolongación del plazo razonable.

De un lado, el art. 1º inc. 1º de la mencionada ley, reitérase, dispone que


el término -en procesos de Ley 906- podrá prorrogarse, mientras que el
art. 3º ídem preceptúa que “la prórroga del término máximo de las
medidas de aseguramiento privativas de la libertad a la que hace
referencia el artículo 1º de la Ley 1760 de 2015 podrá solicitarse ante el
juez de control de garantías dentro de los dos meses anteriores a su
vencimiento, incluso desde antes de que dicho artículo entre en vigencia”.

Del tenor literal de las dos normas en comento salta a la vista que sólo en
asuntos tramitados por la Ley 906 de 2004 se requiere de la solicitud de
prórroga para la extensión del plazo, sin que tal condicionamiento opere en
procesos seguidos por la Ley 600 de 2000.

Ahora, si bien el art. 3º de la Ley 1786 de 2016 dispuso un término de 2


meses anteriores al vencimiento del término máximo de un año de vigencia
de la detención para que se solicite la prórroga ante el juez de control de
garantías, ese plazo para la petición de prolongación no ostenta una
naturaleza preclusiva. Es decir, su desconocimiento no comporta la
imposibilidad de que, con posterioridad, el fiscal pueda -en procesos
regidos por la Ley 906 de 2004- solicitarle al juez, en audiencia preliminar
con tal objeto o en el marco de audiencia para aplicar la sustitución.

No puede pasarse por alto que la Ley 1786 de 2016 encuentra razón de ser
en la evitación de una liberación multitudinaria de personas detenidas,
producto de la entrada en vigor de las disposiciones adoptadas,
inicialmente, a través de la Ley 1760 de 2015. Desde esa perspectiva, en el
art. 3º de la Ley 1786 de 2016, que establece un término para solicitar la
prórroga, se identifica un propósito precautorio, más que preclusivo. La
nueva ley, según la exposición de motivos, fue justificada en que los
procesos penales no habían avanzado con la agilidad esperada y el sistema
jurídico no había logrado las modificaciones requeridas, que brindarían a
los jueces y fiscales las herramientas para adelantar las actuaciones
dentro de los tiempos originalmente previstos por la Ley 1760. Como
consecuencia, se afirmó que era necesaria la extensión del plazo de
entrada en vigencia de términos de detención preventiva para los procesos
más complejos, a fin de evitar un escenario de excarcelación masiva e
indiscriminada, que podría representar un peligro inminente para la
seguridad de los ciudadanos y la administración de justicia. Ello,
precisamente, justifica que el art. 3º de la Ley 1786 hubiera entrado a regir
con antelación a las normas referentes a la sustitución de la detención por
vencimiento del plazo máximo de vigencia.

En todo caso, rigiendo para el fiscal un deber de vigilancia y control sobre


los términos del plazo razonable, el propósito precautorio asignado a la
solicitud de prórroga con dos meses de antelación al vencimiento implica
que tal norma no pierde vigencia con la entrada en vigor -en su totalidad-
de la Ley 1786 de 2016. Por consiguiente, los fiscales han de atender al
máximo tal amonestación legal, pidiendo la extensión del plazo antes de
que éste se venza, sin perjuicio de que, como última oportunidad, lo
demanden en curso de la audiencia preliminar sobre la solicitud de
sustitución de la detención.

Ahora, como el proceso penal seguido en contra de SANTIAGO URIBE


VÉLEZ se rige por la Ley 600 de 2000, donde, como se dijo, la prórroga del
término opera de pleno derecho cuando se cumpla alguna de las
condiciones legales para extenderlo a dos años -en el presente caso, por
ser el juzgamiento competencia de los jueces penales especializados del
circuito- de entrada se descarta la supuesta extemporaneidad denunciada
por el actor.

De suerte que, en el auto del 11 de agosto de 2017, más que haber


decretado la prórroga de la vigencia de la medida de aseguramiento, lo que
hizo el juez fue aplicar el término extendido de dos años, para lo cual
contaba con plena facultad legal, por la naturaleza del proceso. Y la
cuestionada determinación, en todo caso, cuenta con una motivación
pertinente en punto de la justificación para aplicar el término legal
extendido de dos años, lo que implica la improcedencia de la sustitución
de la detención».

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: CSJ AP471-2017 Rad: CSJ AP,


4 may.2005, rad.23567 Rad: CSJ SP, 24 jul.2017, rad.49734 Rad: CSJ SP,
4 jun. 2003, RAD. 20803 Rad: CC C-221/17

También podría gustarte