CLÍNICA DE LA TRANSFERENCIA - Quesada
CLÍNICA DE LA TRANSFERENCIA - Quesada
CLÍNICA DE LA TRANSFERENCIA - Quesada
CLÍNICA DE LA TRANSFERENCIA
Silvia Quesada
Intentaré en este escrito señalar tanto los problemas clínicos que en relación a la
transferencia se presentan en un análisis como su particular articulación con una necesaria
dimensión ética. En este sentido Lacan en el Seminario VII reconoce que no es posible
pensar una clínica analítica, en tanto esta se constituye a partir de la noción de sujeto, que
no sea una clínica desde el punto de vista ético.
Vale en este sentido recordar que en el Seminario XVII, Lacan plantea la adecuación
de la ética al discurso, ya que este se presenta como la forma por antonomasia del lazo
social. La ética deviene así ética implícita en cada uno de ellos, razón por la que Lacan
propone en el Seminario VII una ética del psicoanálisis, no del psicoanalista, una ética en
suma de ese discurso
a $
S2 S1
Sólo es posible definir y juzgar en ese marco la ética del acto, en el que la posición
del analista cobra la particular dimensión que Lacan señala como paradigmática en
referencia a la Antígona de Sófocles, donde el héroe trágico se sitúa de algún modo fuera de
los límites “arrancado de la escena en algún punto”.
1
Vale recordar que ya en el Proyecto y en el cap. VII de La interpretación de lo
sueños el deseo se sitúa como resto de una operación denominada “vivencia de
satisfacción”, sometiendo al aparato a un andar desdichado, que Freud establece como
“identidad de percepción” y que no es más que fallido intento de recuperación, que soporta
la paradoja de poner en funcionamiento el inconciente en tanto es desde allí que éste sólo
puede desear, alucinar. Dirá Freud “sólo un deseo y ninguna otra cosa es capaz de poner en
funcionamiento el aparato”.
Debemos abstenernos, nos alerta Lacan, de desear el bien del sujeto; esta dura
prevención implícita al ideal médico dio lugar a distintas controversias en relación a la
posición del analista, ¿cómo debe jugarse la famosa neutralidad? El planteo de Lacan es
claro: "la cura será por añadidura", tal propuesta, se prestó a toda suerte de tergiversaciones
y equívocos. La problemática esencial que Lacan plantea estriba en no poner la cura como
objetivo o meta, esto quiere decir cuando dice, por añadidura. No es deseable que el
analista diseñe como objetivo de su posición obtener una cura. Tal juego no va a poder
resolverlo, sin quedar atrapado en la problemática de los ideales del yo; Lacan dice,
dejemos esto que nos fascina tanto, como en espera, y diseñemos como objetivo y meta,
2
abrir un campo vinculado con la verdad, sabemos lo problemático del estatuto de esta
verdad, verdad liberadora como lo planteará en el Seminario VII.
Cambiar la posición del sujeto, pero no en relación a ningún bien, sino en relación a
la verdad. El planteo que vértebra esta cuestión, consiste en que no necesariamente verdad
y bien coinciden, (ilusión del saber griego), podemos proponer al sujeto avanzar en el
derrotero señalado por su decir dentro del dispositivo analítico y el efecto subjetivo de tal
travesía no ser necesariamente el acceso al ansiado bienestar.
Verdad que desde la lógica del funcionamiento del inconciente debemos pensarla en
su anudamiento con lo real; y justamente lo que rompe esa dicotomía verdadero-falso de la
lógica simbólica, es ese estatuto de certeza que la verdad misma conlleva y que se
corresponde con otra lógica, que es la de lo real.
La técnica del análisis del deseo fracasa, lleva a un punto de detención, tope freudiano de la
castración, punto en la cadena que se revela como la falta de un significante alrededor del que Lacan teoriza la
noción de objeto a.
Freud reconoce la dificultad de conquistar ese significante faltante por el lado del deseo, fracasa,
surge allí la reacción terapéutica negativa, y la enigmática compulsión de repetición como inabordable. El
sueño en general y la pesadilla en particular le dan algunas pistas, estos implican un enigma, como noción
específica de la estructura de lo simbólico.
En la cadena significante tenemos esa célula, constituida por un significante y su falta, ahí se instala
el enigma; y las dos salidas posibles quedan paradigmáticamente ejemplificadas en el mito de Edipo.
3
mito podemos extraer una enseñanza en relación al psicoanálisis, que nos muestra un nudo
entre lo simbólico y lo real.
Reconsiderando el relato del mito se hace necesario diferenciar pregunta de enigma, el enunciado
expresa una pregunta, pero el enigma se juega a nivel de la enunciación. El enigma causa por estructura un
efecto de imperativo, se debe responder a riesgo de la propia vida (como en Edipo). El enigma se transforma
en pregunta que "ordena" la respuesta, es por lo tanto desde la lógica de lo real que el enigma adquiere su
carácter imperativo.
Si el objeto cae del lado del analizante es porque el analista hizo de amo,
demarcando un derrotero, provisto con la brújula del Ideal del yo. Freud denotó tal
circunstancia en su aspecto imaginario y sostuvo que era necesario esperar el surgimiento
del amor de transferencia. Lacan dio un paso más, se pregunta por la condición de
producción de ese amor, y nos deja una respuesta: instalación del a en el campo del Otro.
Desde este esquema, todas las fantasías, el amor y el odio advienen a obturar ese lugar.
4
Por lo expresado, resulta crucial tal discriminación entre deseo y goce. Lacan se
basa en este segundo Freud, cuando explicita que hay algo que escapa a su teoría del deseo,
algo que reaparece como dato irreductible en la clínica que define y estructura el
dispositivo analítico.
BIBLIOGRAFIA
5
6