Clase 1 Final
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Clase 1 Final
Introducción general
“Nuestras mentes rechazan la idea del nacimiento de una cosa que puede nacer de su contraria,
por ejemplo: la verdad del error; la voluntad de lo verdadero, de la voluntad del error; el acto
desinteresado del egoísmo o la contemplación pura del sabio, de la codicia. Tal origen parece
imposible: pensar en ello parecería propio de locos.”
Podríamos decir que Lacan reconduce la cuestión subjetiva del tener al ser, del
conocimiento al saber. Lo que se reconduce desde lo universal no es ya hacia su
contraposición como particular, sino hacia la apertura de una terceridad, retomando la
categoría de lo singular para fundarla desde un estatuto que, hasta este punto, había
permanecido en su inmanencia: la locura.
1
La pregunta “¿qué es la psicosis?” será la interrogación que nos orientará en el
recorrido de estas cinco clases. Podríamos pensar que Lacan ofrece un punto de partida
en el texto “Acerca de la causalidad psíquica” cuando dice que “No se vuelve loco el
que quiere.”1 Podríamos pensar que no se trata entonces del ser loco, sino del ser. En
palabras de Lacan: “Y al ser del hombre no solo no se lo puede comprender sin la
locura, sino que ni aun sería el ser del hombre si no llevara en sí la locura como límite
de su libertad.”2 Con esto, Lacan estaría cuestionando no solo el estatuto de lo caído por
debajo, de lo considerado como lo inmediatamente diferente, sino que además de ello le
está dando un estatuto fundante propio de la subjetividad humana. De esta manera se
trata de concebir que la locura representa la única condición del ser de la especie
humana. Y sin embargo, no se vuelve loco el que quiere. ¿Y quién tendrá la virtud de
volverse loco, entonces?
Sería interesante preguntarnos qué lugar queda para la palabra verdadera, fruto
de una subjetividad radicalmente singular, como nos la entrega el testimonio psicótico.
Esta sería la apuesta que hacemos los psicoanalistas: ahí, en el caso de la psicosis,
somos confrontados con lo que es otro nivel diferente de nuestro ser virtual, y se trataría
1
J. Lacan: Escritos 1: Acerca de la causalidad psíquica; La causalidad esencial de la locura; Siglo XXI;
Buenos Aires; 1988; p. 166
2
Ibídem.
2
de reconducir el ser en el goce al ser de la palabra con su ritmo y sus pausas. De esta
manera se trata de dar lugar a algo diferente en un más allá de Descartes, pero no sin él.
3
J. Lacan: Escritos 2: La subversión del sujeto y la dialéctica del deseo; Siglo XXI; Buenos Aires; 2002;
p. 779
3
la diversidad de las formas aparentes, aquel pequeño número de principios o esquemas
fundamentales que permitan unas leyes generales, y de establecer unas correlaciones
estructurales, dado que “la estructura da cuenta de un conjunto organizado, no
solamente en su singularidad específica, sino también en su comparabilidad con otras
estructuras.
4
Lacan, J.: Petits écrits et conférences; “Breve discurso a los psiquiatras - El 10 de noviembre de 1967”;
Inédito; p. 20
5
Ibídem, p.13
6
J. Lacan: Escritos 2: La subversión del sujeto y la dialéctica del deseo; Op. Cit.; p. 777
4
afuera y lo toma como objeto. En cambio, existe con Freud un trabajo subjetivo
particular, y con Lacan, una verdad subjetiva singular. Es la clínica del caso por caso.
Antes de Freud
Vamos a empezar esta primera clase interrogándonos acerca del lugar para la
sin-razón en una época en la cual la razón había logrado su más amplio dominio. Nos
preguntaremos por la explicación, y sobre todo, acerca de qué hacer con la locura.
7
Nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye en Touraine, cerca de Poitiers, y fue alumno del Collège
Royal de La Flèche, de los jesuitas, entre 1604 y 1612. Su filosofía se cimienta en sus Meditaciones
metafísicas o bien a través de su obra derivada, que es el famoso Discurso del método.
8
Su nombre era François Marie Arouet (París, 21 de noviembre de 1694 – 30 de mayo de 1778).
Filósofo, es uno de los principales representantes de la Ilustración.
9
Foucault, M.: La historia de la locura, “El loco en el jardín de las especies”; Fondo de cultura
económica, Buenos Aires, 2003, Tomo 1; p. 286. (En adelante, La historia de la locura se citará como
HC, especificando sólo el título del capítulo y la página). Cfr. también, Bercherie, P., Los Fundamentos
de la clínica: Historia y Estructura del saber psiquiátrico, Manantial, Buenos Aires, 1986.
10
Ibídem.
5
Empieza entonces a hacerse necesario, para conocer la locura, no quedarnos con
un saber intuitivo, moral o espiritual de lo que es un loco, sino abarcar nosológicamente
de qué se trata. Hasta aquí el loco era “obviamente” un loco y hasta el mismo Voltaire
se sorprende de que pueda conducirse un alma derecho a los manicomios sin saber
cómo algo ha cambiado en su esencia ni cómo es que puede razonar en falso. Si el loco
lo era, obviamente restaba cuestionarse por la locura.
Así, se sientan las bases para una primera oposición: la psiquiatría materialista y
la psiquiatría espiritualista. Para la primera, la locura probaría la materialidad del alma
como equivalente al cuerpo. Para la psiquiatría espiritualista, la misma locura se hace
valer como parte inmaterial del alma. 11 Sin embargo, habrá que esperar hasta fines del
siglo XVIII y centralmente al siglo XIX para poder llegar a una psiquiatría que de hecho
separe cuerpo y alma/espíritu. Sin embargo, “Quien dice ‘locura’ en el siglo XVII y
XVIII no dice en sentido estricto ‘enfermedad del espíritu’, sino alguna cosa que afecta
en conjunto a cuerpo y alma.”12
La locura empezará a definirse entonces como la sin-razón. Esto dará lugar a los
primeros intentos de describirla. Será considerada entonces como una entidad única,
dentro de la cual se aislarán subespecies. Tal es el caso de Philippe Pinel,13 quien la
define según el modelo de las afecciones orgánicas y la caracteriza como afección del
sistema nervioso sin inflamación ni lesión de estructura y sin presentar fiebre. Ubica
entonces la sede de la alienación mental en el cerebro. Sin embargo, este psiquiatra no
dará a lo orgánico el estatuto de causa; construye una clasificación basada en la
observación y análisis sistemáticos de los fenómenos de la enfermedad sin caer en
interpretaciones o explicaciones de los mismos. Establecerá dos grandes grupos dentro
de ella, tomado como criterio el estado de lo que se llaman “funciones intelectuales o
11
Foucault, M.: HC; “La trascendencia del delirio”; p. 331.
12
Ibídem; p. 333.
13
Philippe Pinel (20 de abril de 1745-25 de octubre de 1826), médico francés dedicado al estudio y
tratamiento de las enfermedades mentales. La clínica médica era para él la observación y el análisis
sistemático de los fenómenos perceptibles de la enfermedad. Es a partir de esta rigurosidad en el plano del
método que establece la primera clasificación de enfermedades mentales. Consideraba posible la
recuperación de un amplio grupo de los "alienados".
6
superiores del sistema nervioso”; estas se pueden encontrar abolidas (afecciones
comatosas) o perturbadas (vesanías). En este sentido, atribuirá su causa a factores
morales, de herencia o físicos -golpes al cráneo o su conformación defectuosa, así como
por su relación con otras afecciones, como por ejemplo el herpes, la gota, el parto, las
fiebres.14
Sostiene que las causas morales están ligadas a “pasiones intensas y fuertemente
contrariadas o prolongadas”, y nombra como factores predisponentes a “excesos de todo
tipo, las irregularidades de las costumbres y del modo de vida, y la educación viciosa,
ya sea por molicie o por dureza excesiva”. 15 El tratamiento del alienado será entonces
concebido como un modo de tornar regular aquello que se des-regularizó: el tratamiento
moral de costumbres y modo de vida -de fuerte tinte paternalista- en instituciones que
también están férreamente reguladas.
14
Cfr. Bercherie, P., Los fundamentos de la clínica, Cap.1: “Pinel”, Manantial, Buenos Aires, 1999, pp.
17 y 18.
15
Ibídem, pp 18 y 19
16
Esquirol estudió en Toulouse y Montpellier. En París trabajó en el Hospital de la Salpêtrière. En 1805
se publica su tesis Las pasiones consideradas como causas, síntomas y medios de curar casos de locura.
Esquirol, como Pinel, estaba convencido de que el origen de las enfermedades mentales residía en las
pasiones del alma. Su Dictionnaire des sciences médicales describe, en precisos términos, las condiciones
de vida de los alienados en Francia.
17
Bercherie, Paul, Op. Cit., p. 26
18
Zlotnik, M.: “La Psiquiatría clásica y sus dos clínicas”; en Mazzuca, R. y cols.: Psicoanálisis y
psiquiatría: encuentros y desencuentros; Bergasse 19, Buenos Aires, p.37
19
Étienne-Jean Georget (1795-1828), psiquiatra francés, nacido en Vernon. En París estudió con Philippe
Pinel y Jean-Étienne Dominique Esquirol.
7
están del lado de la razón, del “otro lado”, se trata de que en la locura el sujeto por algún
motivo -por estar del lado de la sinrazón- percibe mal. En otras palabras el error es del
sujeto. Es interesante mencionar que esta cuestión no ha sido zanjada pero sí esquivada
por la psiquiatría contemporánea que no es de orientación psicoanalítica en función del
establecimiento de etiologías psico- y/o de órgano-génesis.20
Por otra parte, y ya a partir de mediados del siglo XVIII, la locura se vincula con
la corrupción de los productos culturales como potenciadores de un mundo imaginario,
20
Foucault, M.: HC; “La trascendencia del delirio”; p. 332.
21
Ibídem p. 377
22
Foucault, M.: HC, “El loco en el jardín de las especies”; p. 286.
23
Foucault, M.: HC; “Los rostros de la locura”; p. 392
24
Cfr. Asimov, I.,1966, Breve historia de la biología, Buenos Aires, p. 226
8
no real, que deriva en el exacerbamiento de pasiones. Es decir que todo lo que tiene que
ver con la civilización aliena al humano de lo que le es propio: la naturaleza. Se enaltece
la vida del labriego como prototipo de salud; comienza a sospecharse que tanto la
actividad intelectual como la imaginativa tienden a confundir al humano o a inflamar
sus pasiones. Se postula el progreso de la locura,25 lo cual sería el germen de su
consideración social. Si bien aún se trata de la polarización naturaleza-cultura, hay algo
de la alienación que retorna desde la cultura. Sin embargo, aquí podemos plantear un
rasgo propio que marca todo el conocimiento de la época sobre la locura: su
característica regresiva. Si en este caso la razón, para justificar la sinrazón, reconoce en
ella una falta de naturalidad, es porque ella misma niega una naturaleza que le es propia
y la conserva dentro de los parámetros de una anti-naturalidad que le es ajena y la
aliena.
Así podríamos entender que la locura gana la noción de una temporalidad que
pone en jaque la idea de progreso, central para la época y para el inicio del
conocimiento científico moderno. También la locura deviene progresiva. Ya no se es
razonable de una vez y para siempre. La poesía, las novelas y la reflexión filosófica
empiezan a denunciar un lado más oscuro del humano.26 La temporalidad de la locura es
interpretada entonces como una detención del progreso.
25
Foucault, M.: HC; “El gran miedo”; pp. 53-54.Cfr. también, Postel, J. (ed.), Nouvelle histoire de la
psychiatrie, París, 1994.
26
Ibídem; p. 37.
27
Ibídem; p. 51.
9
planteaba su obra, sino la trascendencia que tenía entre aquellos a los que se
consideraba potencialmente razonables.
De esta manera, la locura queda incluida en la historia, pero para ser declarada a-
histórica. En este sentido, la historia de la locura será rápidamente transformada en una
crítica social: la miseria es vista como origen de la locura. Y dentro de los parámetros
de la miseria rápidamente recuperará su carácter moral. La locura quedará entonces
caracterizada como un error, un lugar donde la verdad se pierde. “A fines del siglo
XVIII puede verse que el hombre con su locura no pierde la verdad sino su verdad; ya
10
no son las leyes del mundo las que se le escapan, sino que es él mismo el que escapa de
las leyes de su propia esencia”28.
3- Clínica de la mirada
11
hospitales. Los cuadros nosológicos ganan cada vez más categorías, sus análisis y
descripciones son cada vez más minuciosos. “(...) Todo un grupo de alienaciones
“sintomáticas” comienzan a clasificarse del lado de la parálisis general. Además de las
lesiones cerebrales, se comienza lentamente a describir caracteres específicos de las
perturbaciones mentales del alcoholismo crónico (...) y de otras intoxicaciones, así
como las que están ligadas a lo que entonces se llamaban “grandes neurosis” (epilepsia,
histeria).”30 El descubrimiento de Bayle alienta una nueva búsqueda de la etiopatogenia
de las subespecies postuladas: su modelo organicista serán las causas anátomo-
fisiológicas.
12
carácter único. La separación, su internación, ha permitido dar lugar a la diferencia: así,
empiezan a señalarse subespecies, entre las cuales están los insensatos y los alienados.
Pero paradójicamente, será a partir de esta manía por parte de los psiquiatras -y
en este silencio del confinamiento- que la locura saldrá del mutismo para hablar su
propio idioma. Ya no solo hablamos de una mirada depositada ahí, hay algo que se
empieza a oír. Comienzan, también, y como consecuencia de ello, a ampliarse los
primeros principios organizadores: de “vida/muerte” -desde el criterio médico- al
“sentido/sin-sentido”.
13
la enfermedad. Es en este sentido que, a falta de enfermedad, no puede establecerse otra
terapéutica más allá de su separación. La gran dificultad que se deriva de esto es hacer
coincidir la percepción asilar -según la cual el alienado debe permanecer en un asilo-
con la producción teórico analítica de la psiquiatría.
34
Paul Bercherie hace una exhaustiva tarea en la que muestra cómo fueron cambiando los conceptos con
que se manejó la clínica psiquiátrica desde Pinel hasta el círculo de Henri Claude. Su recorrido permite
ver con claridad cómo se llegó a determinado momento de la evolución de la psiquiatría, que es cuando
Sigmund Freud inventa el psicoanálisis. Esto permite tanto revalorizar la psiquiatría previa a Freud, como
identificar las raíces que en ella tiene el psicoanálisis.
35
Wilhelm Griesinger (1817-1868), psiquiatra e internista alemán nacido en Stuttgart. Dejando a un lado
sus artículos -tan vehementes en su juventud- y su extenso volumen sobre las enfermedades infecciosas,
La patología y terapia de las enfermedades psíquicas (Die Pathologie und Therapie der psychischen
Krankheiten) contiene en sí mismo un torrente aún no canalizado y asimilado de especulaciones sobre el
funcionamiento de la mente, tanto en estado de salud como trastornada. En sus concepciones filosóficas,
se vio inspirado de muy cerca por Herbart y Zeller. Editado por primera vez en 1845, cuando su autor
contaba veintiocho años, este enorme manual de patología mental ha alimentado los desarrollos de otros
autores tan dispares como Theodor Meynert, Charles Blondel, Karl Jaspers, Paul Guiraud y, sin duda,
Sigmund Freud
36
Bercherie, P.: Op. Cit.; Cap.4: “Guislain y Griesinger”; p. 43. El destacado es nuestro.
14
Aquí, la psiquiatría de Griesinger ofrece una síntesis entre asociacionismo y
materialismo psico-fisiológico agregándole “una concepción de conciencia y del yo que
toma de Johann Friedrich Herbart”37 Este último38 postulaba una concepción de la
conciencia y del yo según la cual las representaciones y tendencias que ellas
representaban pugnaban por ocupar el campo de la conciencia. Se trataba de complejos
de ideas que se formaban y encadenaban en el transcurso de nuestras vidas
constituyendo el yo. Aquellas representaciones que eran conformes a él, se veían
reforzadas, pudiendo así abrirse paso hacia la conciencia; las que no, eran reprimidas.
De este modo, el yo no sería una unidad, sino que estaría atravesado por numerosos
conflictos.
37
Ibídem, p.45. El resaltado es nuestro.
38
Johann Friedrich Herbart (1776-1841), filósofo alemán, criticó el idealismo de su tiempo, y preconizó
un retorno a la experiencia. Fue uno de los primeros impulsores de la psicología científica.
39
Cfr. Griesinger, W., Patología y terapéutica de las enfermedades mentales, Polemos, Buenos Aires
1997
15
Será a fines del siglo XVIII, y en función de un proceso histórico que culminará
con la Revolución Francesa, cuando la separación de la locura adquirirá una
necesariedad política. Algunos observadores comienzan a señalar que la mayor parte de
quienes están en las prisiones del Estado y las casas de fuerza han llegado a ser
insensatos o bien a causa de la soledad a la que se los confinaba o bien a causa de la
sumatoria de malos tratos a los cuales se los sometía. Nuevamente el contagio, la
reproducción de lo que asecha, pero esta vez en las mismas entrañas del aislamiento. La
locura hará entonces oír su voz fundada en el silencio de su confinamiento solitario. Así
como hoy en los hospitales a los “locos”40 se los escucha – es el lugar donde, al decir de
hoy, las psicosis pueden encontrarse con una escucha-, en aquel momento solo
asilándolos es que se podía, de alguna manera, aquietar las voces moralistas de la
sociedad, para comenzar, en el silencio de éstas, a escuchar las voces que son propias de
la locura.
40
Usando la terminología de aquel momento.
41
Foucault, M.: HC; La nueva separación; p. 105.
42
Ibídem, p. 120.
16
referimos a un costo subjetivo singular y simbólico con sus posibles derivaciones en lo
material. Surge la asistencia como concepto, y debe darse desde su contexto más
cercano: la familia, y en su falta lo más parecido a ella. Surge un movimiento en toda
Europa donde estos locos no peligrosos deben ser sacados del confinamiento absoluto
para vivir en casas y hogares que los albergan. Con todo esto empieza entonces a
dársele un carácter social distinto a la etiología de la locura.
La miseria también adquiere una nueva concepción, ahora -en función de lo que
la hace reconocible como pobreza- delata un sustrato económico que la empieza a
justificar. El pobre, al igual que el loco, será la población, pero en su diferencia el pobre
poseerá entonces su capacidad de trabajo. El pobre deja de ser entonces un enfermo
moral, un vago, un vicioso, para adquirir una potencialidad productiva. La internación
se torna un contra-sentido frente a la demanda de mano de obra tanto para las colonias
como para la producción de manufacturas. La indigencia, la pobreza, la miseria se curan
dándole la libertad de trabajar.
17
se encuentra finalmente liberada no por alguna intervención filantrópica, no por un
reconocimiento científico y finalmente positivo de su verdad, (...) no allí donde la locura
es enfermedad, sino allí donde esta anudada a la vida de los hombres y a su historia, allí
donde ellos experimentan concretamente su miseria y donde llegan a rondarles los
fantasmas de la sinrazón.”43
Si bien es cierto que muchas de las cuestiones que hemos planteado como
intentos de abarcarla siguen vigentes hasta hoy, en el devenir del tiempo será donde la
locura dejará escuchar su voz, y habrá quienes estén dispuestos a entender su idioma
como lenguaje y reconocerle un ser del cual hacerse responsables. La locura en su
calidad de sin-sentido, un-bevue, das Unbewusste, devendrá lo que nos tiene trabajando.
Centralmente aprenderemos, siguiendo las enseñanzas de Jacques Lacan 44, a no
retroceder frente a la psicosis.
Antes de terminar esta primera clase, sería preciso hacer notar que si bien desde
la concepción de Foucault parecería haber una tendencia a juzgar la internación, el
aislamiento y la separación como algo que fomentan la perpetuación de la locura a
través de su confinamiento –como fenómeno contagioso, ya sea por agentes orgánicos,
económicos, culturales o sociales- nosotros, a partir de nuestra práctica clínica en
neuropsiquiátricos –como puede serlo, en la ciudad de Buenos Aires, el Hospital de
Salud Mental José Tiburcio Borda- sostenemos que los puntos que pueden animar
dicha crítica no se deben a la separación de los pacientes, sino a que pueda darse una
ausencia de un propósito terapéutico efectivo, agravado por un espíritu universalista
tautológico, movido por “lo científico” y la medicalización, en lugar del caso por caso
que trata de ubicar la singularidad de cada quien. El psicoanálisis de la orientación
lacaniana, precisamente, se hace cargo de esta última opción.
43
Ibídem, p. 122.
18
Lacan en su retorno a Freud nos enseña que la intervención se mide por sus
efectos. Y menciona enseguida que ahí, donde esta intervención es tal, lo denuncia un
cierto azoramiento. “Primum non nocere” dicen los médicos o como nos indica Lacan
“Primum vivere” 45 recordando que lo que tiene que primar es la prevención del daño.
Con tal fin una de las intervenciones posibles en el tratamiento con pacientes psicóticos,
y en especial pacientes crónicos, es la de la internación en centros de salud
especializados.46
45
Lacan, “La dirección de la cura y los principios de su poder”, en Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires,
p. 575
46
En esta oportunidad, no será abordado el desarrollo de este tema.
19