Derecho Interno Derecho Internacional: Diferencias

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RENE ISAI VELAZQUEZ VARGAS

LIC. JOSE ALFREDO ORTEGA TORRES.

Módulo 15 Internacionalización del Derecho en su ámbito privado

DERECHO

S1. Actividad 1. Derecho Interno y Derecho Internacional Privado

DIFERENCIAS
DERECHO INTERNO DERECHO INTERNACIONAL
El sujeto:
Se trata de aquel al que pueden
imputársele derechos y obligacio
nes a través de la ley. Todas las
personas, ya sean físicas o Los sujetos:
jurídicas, son sujetos de derecho. Pueden tratarse de personas
[ CITATION def28 \l 2058 ]
naturales o jurídicas de distintos
Estados, las cuales poseen
El objeto:
derechos u obligaciones.
Es todo lo que existe fuera del
sujeto de derecho, el cual debe
El objeto:
ser capaz de ser apropiado, (ya
Es el presupuesto indispensable
que existen materias que no son
para la aplicación del Derecho
sujeto de derecho, como por
Internacional Privado, porque en
ejemplo el sol, que no son objeto
la relación jurídica tiene que estar
de derecho por no ser posible su
presente al menos un elemento
apropiación),  ya sean estos
extranjero para que sea posible la
corpóreos (como por ejemplo:
aplicación de leyes distintas.
vehículos, casas, etc.) o
incorpóreos (como por ejemplo:
El lugar:
la propiedad intelectual), y sobre
Consiste en el espacio en el que
lo cual recae la relación jurídica.
[ CITATION Loz17 \l 2058 ] surgen los conflictos de leyes en
cuanto a la aplicación de la norma
El lugar: por el ámbito de validez de la
Consiste en el espacio en el que misma. (Unamdm,2020)
surgen los conflictos de leyes en
cuanto a la aplicación de la norma
por el ámbito de validez de la
misma. (Unamdm,2020)

Fuentes de consulta:
Definición de. (2008-20128). definicion.de. Obtenido de definicion.de:
https://definicion.de/sujeto-de-derecho/

Lozada, E. (22 de febrero de 2014-2017). derechoylectura.wordpress.com. Obtenido de


derechoylectura.wordpress.com:
https://derechoylectura.wordpress.com/2017/02/22/elementos-del-derecho-sujeto-de-
derecho-deber-juridico-objeto-de-derecho/

Una DM.. unadmexico.blackboard.com.

S1. Actividad 2. Los componentes del Derecho Internacional Privado

Escuela Francesa: Es la que México adoptó; se divide en cuatro partes: Derecho de la


nacionalidad: Refiere al conjunto de normas que regulan a una persona física o moral, en
razón del nexo existente, para vincularla con un Estado determinado y establecerle
derechos y obligaciones. Derecho de la condición jurídica de los extranjeros: Es el
conjunto de normas que establecen los derechos y obligaciones a los que quedan sujetos
los extranjeros dentro de un determinado territorio o nación. Conflictos de leyes: Da
cuenta del conjunto de normas que establecen el procedimiento por medio del cual se
trata de solucionar un problema de aplicación de leyes derivado de las relaciones jurídicas
que establecen los individuos a nivel internacional, estableciendo la ley a aplicar, así
como el tribunal que la aplicará. Conflictos de competencia judicial: Determina si los
jueces o los tribunales para conocer y resolver las controversias de carácter internacional
son los adecuados o cumplen con la normatividad establecida para la solución del mismo.
De igual manera se tiene que determinar si la ley a aplicar es la correcta en razón al lugar
donde se pretenda dar solución al conflicto, tomando en cuenta el lugar en que surge la
controversia. Esto con la finalidad de emitir el laudo o sentencia que ponga fin a la
controversia, reconocida en razón a su validez. Cuando un mexicano quiere contraer
matrimonio con una ciudadana española, pero antes quiere divorciarse de su anterior
unión, la primera pregunta es en donde se puede divorciar, ¿en España o en México?
Divorciarse desde el extranjero es posible si es de mutuo acuerdo. Cada vez son más las
personas que por un motivo u otro cambian su residencia a otro país. Tras la separación
de hecho, la pareja se plantea divorciarse, pues bien, divorciarse desde el extranjero es
posible siempre que el divorcio o la separación sean de mutuo acuerdo. Antes de
comenzar, hemos de RECORDAR DOS CUESTIONES: En todo divorcio o separación,
será preciso la presencia de un abogado y un procurador, que bien podrán ser los mismos
para ambos cónyuges o bien, aunque significa más gasto, cada cónyuge podrá contratar
a estos profesionales de manera independiente. De hecho, y como explicaremos a
continuación, para poder divorciarse desde el extranjero, la figura del procurador que
represente al cónyuge que se encuentra en el extranjero es fundamental. De manera
general, en los procedimientos de divorcio o separación de mutuo acuerdo, junto a la
demanda es obligatorio que los cónyuges presenten un convenio regulador en el que se
regule todo lo relativo a las cuestiones relacionadas con los hijos, como pensión de
alimentos, régimen de visitas, uso de la vivienda familiar, pensiones compensatorias,
liquidación de la sociedad de gananciales en el caso de que este fuera el régimen
económico del matrimonio, etc. (artículo 90 Código Civil).Divorciarse desde el extranjero
Bien, pues una vez presentada la demanda junto con el convenio regulador, y admitida
por parte del Juzgado, éste requerirá a los cónyuges para que comparezcan y delante del
Secretario ratifiquen por separado ese Convenio presentado. Esto significa, que ambos
cónyuges deben de manifestar en el Juzgado que están de acuerdo con los pactos
recogidos en el Convenio presentado. Claro, la cuestión surge cuando uno de los
cónyuges se encuentra en el extranjero, o inclusive, como hemos indicado antes, en un
punto de España a una distancia considerable del lugar donde se presenta la demanda.
¿Qué hacer en estos casos?, ¿deben de comparecer ambos cónyuges obligatoriamente
en el Juzgado para ratificar el Convenio?. La respuesta es que NO HACE FALTA. Al igual
que existe la posibilidad de casarse por poderes, también uno puede divorciarse desde el
extranjero siempre que haga un Poder a favor del procurador que le representa en el
procedimiento para que pueda ratificar dicho Convenio en el Juzgado y en su nombre.
Evidentemente, primero se deberá llegar a los acuerdos pertinentes para que el o los
abogados contratados redacten el Convenio conforme a los mismos. Una vez
confeccionado este documento, se enviará al cónyuge que se encuentra en el extranjero
para que en presencia de un Notario del país en que reside, o bien en el Consulado de
España que por demarcación corresponda por su domicilio en dicho país, haga lo
siguiente :

Firmar dicho documento (convenio regulador). Manifieste ante el Notario o Consulado


(mediante un Poder) que está de acuerdo en tramitar de mutuo acuerdo su separación o
divorcio conforme a los términos recogidos en el convenio regulador que acaba de
suscribir. El convenio firmado debe de quedar protocolizado en el Poder realizado, es
decir, se debe de incorporar al Poder.

Igualmente, en el Poder notarial se deberá hacer constar que se apodera al Procurador


que se haya designado para que en su nombre pueda ratificar en presencia judicial el
convenio regulador que se va a presentar junto a la demanda de separación o divorcio.
Para finalizar, se deberá enviar dicho Poder con el convenio protocolizado, debidamente
legalizado y traducido por traductor jurado si el mencionado Poder se hubiera redactado
en idioma diferente al español. Si dicho Poder se ha realizado ante autoridad española
( Consulado de España), no será necesario ni la legalización ni traducción jurada, lo cual
es más económico y rápido. Una vez presentada la demanda de divorcio junto con el
Convenio, el Juzgado tramitará el procedimiento de manera ordinaria, como si el cónyuge
estuviese en España, y cuando lo requiera para que comparezca en el Juzgado para
ratificarlo, será el Procurador quien en su nombre comparecerá y ratificará el convenio.
La segunda cuestión sería que suponiendo que los tribunales españoles tengan
competencia para declarar el divorcio, ¿Qué Derecho aplicará el juez español? ¿El
Derecho español o el Derecho mexicano? divorcio internacional, puede provenir de
distintas circunstancias y conlleva la necesidad de estar asesorado por un especialista
para saber en qué país se debe de plantear el divorcio. Hablamos de divorcio
internacional, por ejemplo, cuando el matrimonio ha tenido lugar en un determinado país,
pero al momento de querer divorciarse se reside en un país distinto. Otro ejemplo de
divorcio internacional es aquel en que ambos o uno de los cónyuges residen en un país
del que no se es nacional, o también cuando se produce con una persona extranjera, o
también cuando el matrimonio es entre extranjeros que residen en un país que no es el de
su origen.

Hay muchos supuestos, pero en resumen: si usted no tiene claro en qué país se tiene que
divorciar, es seguro que usted se encuentra ante un divorcio internacional. Puesto que si
usted nunca ha salido de su país o nunca se ha casado con un extranjero, no va tener esa
duda. Un abogado especialista en Derecho Civil Internacional, analizará a partir de las
circunstancias: En qué país se deben iniciar los trámites y presentar la demanda de
divorcio o separación. Qué ley se va a aplicar al procedimiento judicial, dado que es
posible que aunque se acuda a un Juzgado español, se deba aplicar la ley de otro país y
viceversa y esto puede ser beneficioso o perjudicial, según cuales sean nuestros
intereses y según el régimen de divorcio que la ley de ese país tenga previsto. Estas dos
cuestiones, van a ser de vital importancia, pero en este artículo nos centraremos en el
primero de los puntos dejando para otro momento la cuestión de cuál será la ley aplicable,
y por tanto vamos a ver cuál es la importancia de saber dónde se ha de presentar la
demanda de divorcio o separación. Ante los Juzgados de qué país se presenta la
demanda de divorcio o separación? En el momento de finalizar la relación, es muy
corriente que se deje pasar un tiempo hasta que se decide iniciar los trámites del divorcio,
y en este tiempo, puede ocurrir que uno de los cónyuges se traslade a otro país. También
puede ocurrir que alguno de ellos, o incluso ambos, fijen su residencia en un país distinto,
que puede ser el de su nacionalidad u otro diferente. Imaginemos por ejemplo una
persona española que se ha casado con una persona de nacionalidad alemana, y tras el
fin de la relación, el cónyuge alemán vuelve a Alemania y presenta una demanda de
divorcio en Alemania ¿ qué debe de hacer la persona de nacionalidad española? ¿ Debe
acudir a Alemania para divorciarse, debiendo de contratar allí un abogado? ¿ O acaso
tiene derecho a que su divorcio se tramite ante un Juzgado español? Pues bien, existen
distintas reglas que nos indicarán en qué Juzgado se ha de presentar la demanda de
divorcio o separación según las circunstancias en que se encuentre la pareja: La primera
regla es que la demanda de divorcio o separación se ha de presentar ante los Juzgados
del país en el que el matrimonio tenga fijada su residencia habitual al momento de querer
plantear el divorcio. De este modo, si el matrimonio reside en España al momento de
querer plantear el divorcio, la demanda se presentará ante los Juzgados españoles. Es
indiferente la nacionalidad de los cónyuges, o el lugar en que se realizó el matrimonio. Lo
determinante es dónde residen de modo habitual. La segunda regla nos indica que,
aunque uno de los cónyuges se haya desplazado a vivir a otro país, la demanda se ha de
presentar ante los Juzgados del país en que tuvieran fijada su residencia habitual cuando
convivían, siempre que uno de ellos aún resida allí. Por ejemplo, si convivían en España,
pero ahora uno de ellos reside en otro país, la demanda se deberá de presentar en
España, porque el otro cónyuge aún reside en dicho territorio. La coletilla de «siempre que
uno de ellos aún resida allí» es importante, quiere decir que si la pareja convivía en
España, pero al momento de presentar la demanda ninguno de ellos reside en este país,
la demanda no se podrá presentar en dicho territorio en base a esta regla, y por tanto
habrá que ver los requisitos del resto de reglas que estamos explicando. La tercera regla
nos indica que la demanda se podrá presentar ante los Juzgados del país en que resida
habitualmente el demandado. No tiene ningún misterio, si usted prefiere, por algún motivo,
presentar la demanda de divorcio ante el Juzgado de Tokio, donde ahora reside su
todavía cónyuge, puede hacerlo…aunque por lo general, en principio, siempre será
preferible plantear la demanda en los Juzgados del país en que el sistema judicial resulta
mínimamente conocido, o por lo menos familiar. La cuarta regla nos indica que, si el
divorcio se va a plantear de mutuo acuerdo, la demanda se presentará, a elección de los
cónyuges, en el país donde cualquiera de ellos resida habitualmente. Es decir, si uno
reside en Venezuela y el otro en España, y la demanda va a ser conjunta, entonces
ambos pueden decidir si quieren divorciarse ante los Juzgados de Venezuela o bien ante
los Juzgados españoles. Ojo, porque si en algún momento la relación se complica y
deciden tramitar el divorcio » por las malas», la elección ya estará hecha, por lo tanto
cuando se toma la decisión han de preverse todas las posibles circunstancias. La quinta
regla, indica que el demandante podrá presentar la demanda de divorcio ante los
Juzgados del país en el que resida habitualmente, siempre que lleve residiendo en dicho
país por lo menos un año inmediatamente antes de la presentación de la demanda. La
importancia de esta norma, radica en que no importa ya el lugar en que el matrimonio
hubiera convivido, lo que, puede resultar beneficioso en caso de que haga mucho tiempo
que se ha abandonado el país en que se compartió la convivencia. La sexta regla, permite
al demandante presentar la demanda de divorcio ante los Juzgados de su país de
residencia, aunque sólo haya estado residiendo en dicho país durante los 6 meses
inmediatamente anteriores a la presentación de la demanda, si es nacional de dicho país.
Es decir, si usted es nacional español podrá presentar la demanda ante los Juzgados
españoles sólo con haber residido en España 6 meses, sin importar nuevamente otros
factores como que la convivencia se hubiera desarrollado, por ejemplo, en Francia. Por
último, la séptima regla, permite a los cónyuges la presentación de la demanda ante el
Tribunal del País del que ambos sean nacionales. Al margen de las opciones anteriores,
hay que decir que en Derecho Internacional se ha de tender a iniciar los procedimiento
judiciales en aquel país en que existan mayores conexiones, es por ello que no existe un
único criterio legal, sino que, para facilitar la posibilidad de proceder al divorcio con el
menor perjuicio posible, cabe conjugar las anteriores reglas con la realidad de dónde se
encuentran los cónyuges en cada caso concreto u otras como dónde residen los menores
si los hay, etc. Antes de iniciar los trámites, se ha reflexionar ¿ en qué país será más
sencillo plantear la demanda de divorcio? ¿ Conoces mejor el sistema judicial de un país
extranjero que el español? ¿ En qué país te será más sencillo acceder a un abogado de tu
confianza? ¿ Conoces el idioma del país en que tu pareja quiere plantear el divorcio?
¿ En qué país querrás que se ejecuten las medidas que se adopten en la procedimiento
judicial En tercer lugar, imaginando que se tiene una sentencia que declarara el divorcio
en España y se busca su aplicación en México ¿se pueden aplicar sentencias extranjeras
en México?”Algunos creerían que las personas que son sentenciados en un país
extranjero, podrán venir a México sin que haya repercusiones sobre sus actos o que la
sentencia en su contra no tendrá validez en nuestro país, pero no es así. En este artículo
te contaremos qué pasa con las sentencias dictadas en el extranjero. ¿Pueden
reconocerse o hacerse validas en México sentencias extranjeras? En el caso de la
materia civil, ésta es muy específica al mencionar que tanto las sentencias, los laudos
arbitrales privados de carácter no comercial y demás resoluciones jurisdiccionales
dictados en el extranjero tendrán eficacia y serán reconocidos en la república mexicana
en todo lo que no sea contrario al orden público interno en los términos de la ley, salvo lo
dispuesto por los tratados y convenciones de los que México sea parte. Cuál es la
principal función de los jueces mexicanos respecto a las sentencias o laudos dictados en
el extranjero? Por regla general, el juez mexicano debe limitarse a revisar, resolver si
reconocerá la sentencia extranjera y en su caso ordenar su ejecución, no le corresponde
al juez atender el litigio que concluyó con ella, es decir, la ley prohíbe que los tribunales
mexicanos examinen o decidan sobre la justicia o injusticia del fallo extranjero. Tienen que
cumplir algún requisito las sentencias extranjeras para poderse ejecutar en México?

Sí, las sentencias extranjeras podrán tener fuerza de ejecución en México, si cumplen con
las siguientes condiciones: Que se hayan satisfecho las formalidades previstas en el
Código Federal de Procedimientos Civiles en materia de exhortos provenientes del
extranjero.

Que el juez o tribunal sentenciador haya tenido competencia para conocer y juzgar el
asunto de acuerdo con las reglas reconocidas en el derecho internacional que sean
compatibles con las adoptadas por nuestro Código. El Juez o tribunal sentenciador
extranjero no tiene competencia cuando exista, en los actos jurídicos de que devenga la
resolución que se pretenda ejecutar, una cláusula de sometimiento únicamente a la
jurisdicción de tribunales mexicanos. Que el demandado haya sido notificado o
emplazado en forma personal a efecto de asegurarle la garantía de audiencia y el
ejercicio de sus defensas. Que tengan el carácter de cosa juzgada en el país en que
fueron dictados, o que no exista recurso ordinario en su contra. Que la acción que les dio
origen no sea materia de juicio que esté pendiente entre las mismas partes ante tribunales
mexicanos y en el cual hubiere prevenido el tribunal mexicano o cuando menos que el
exhorto o carta rogatoria para emplazar hubieren sido tramitados y entregados a la
Secretaría de Relaciones Exteriores o a las autoridades del Estado donde deba
practicarse el emplazamiento. La misma regla se aplicará cuando se hubiera dictado
sentencia definitiva. Que la obligación para cuyo cumplimiento se haya procedido no sea
contraria al orden público en México; yo obstante el cumplimiento de las anteriores
condiciones, el tribunal podrá negar la ejecución si se probara que en el país de origen no
se ejecutan sentencias o laudos extranjeros en casos análogos. Qué pasa si la sentencia
extranjera no puede cumplirse en su totalidad en México? Si una sentencia, laudo o
resolución jurisdiccional extranjera no pudiera tener eficacia en su totalidad, el tribunal
podrá admitir su eficacia parcial a petición de parte interesada.

Los crecientes movimientos migratorios de nacionales latinoamericanos han traído


consigo la proliferación de situaciones privadas internacionales con una marcada
presencia en el derecho de familia. Es un hecho cada vez más frecuente que los
matrimonios con elemento extranjero culminen con decisiones adoptadas por autoridades
del Estado de destino a las que se termine aplicando una ley distinta de la
correspondiente a la nacionalidad de uno o de ambos cónyuges.1 Frecuente es también
que tales decisiones acaben siendo invocadas en el país de origen de dichos inmigrantes,
bien porque éstos se hayan visto obligados a retornar a sus países de origen tras la crisis
económica mundial, dada la imposibilidad encontrar en el país de destino los medios
económicos necesarios para su sostenimiento y el de su familia, bien porque resulte
impracticable mantener el estatus de inmigrante en situación regular exigido por las
normas de extranjería del país de acogida, o simplemente por voluntad propia.

El posible reconocimiento de las decisiones de divorcio adoptadas por autoridades


extranjeras en el Estado de origen de estos inmigrantes nos plantea la necesidad de
destacar las dificultades a las que tales decisiones pueden enfrentarse. Y ello, teniendo
en cuenta dos cuestiones de probada trascendencia en este sector de problemas. La
primera viene referida a que, en determinados sistemas, el reconocimiento de este tipo de
decisiones puede verse impedido por el hecho de haberse aplicado al divorcio decretado
en el extranjero una ley distinta de la prevista en las normas internas del Estado
requerido, hecho que ha sido confirmado en el estudio que de esta problemática hemos
llevado a cabo en el ámbito hispano-colombiano, y que ha arrojado, entre otras
cuestiones, que la jurisprudencia colombiana sujeta el reconocimiento de las decisiones
extranjeras de divorcio a que exista una correspondencia absoluta entre el contenido
material de la ley aplicada por la autoridad extranjera y el previsto en sus normas internas.
Y cuando esta coincidencia no se produce, cosa que sucede cada vez que el divorcio
decretado por autoridad extranjera tiene lugar por la acción unilateral de uno de los
cónyuges o por una causal distinta de las previstas en el artículo 154 del Código civil
colombiano, dichas autoridades, fundadas en el “flexible” orden público, proceden al
rechazo de la decisión extranjera de divorcio, sin justificar qué principios y valores
esenciales del ordenamiento colombiano se han visto afectados, y llegando a utilizar
incluso sus normas materiales imperativas en supuestos en los que su utilización tampoco
se encuentra justificada.2 La segunda, es que nos encontramos frente a una exigencia
que resulta muy perniciosa para la validez extraterritorial de las decisiones de divorcio,
debido a las asimetrías que describe el tratamiento de esta figura en el derecho
comparado, dividido en dos grandes sistemas divorcitos sustancialmente distintos: los
causales3 y los no cuasales.4

El comportamiento de la jurisprudencia colombiana en este punto ha sido la principal


motivación que nos ha llevado al estudio de esta problemática en otros dos
ordenamientos de la región: el chileno5 y el peruano.6 Dos ordenamientos que, al igual
que el colombiano, acogen un sistema de divorcio causal en sus dos tipologías: el
divorcio-sanción y el divorcio-remedio. Constatada esta realidad, y sabiendo que estas
diferencias normativas han sido interpretadas por la doctrina y por la jurisprudencia
colombianas como una cuestión de orden público, y que en la práctica ese
comportamiento se traduce en el desconocimiento de decisiones extranjeras de divorcio
cada vez que el divorcio extranjero se funde en una causal de divorcio distinta de la
prevista en su normativa interna, con la presen contribución pretendemos identificar cómo
Chile y Perú afrontan el tratamiento de esta cuestión tanto desde el punto de vista
doctrinal como jurisprudencial, y en qué medida las normas de Dir. Que vinculan a cada
uno de estos Estados en este ámbito material pueden o no incidir en ello.
Para alcanzar este objetivo, partiremos de los presupuestos dogmáticos que fundamentan
la utilización del orden público en su vertiente sustantiva y su distinción con otras
condiciones de reconocimiento segregadas de esta excepción. Seguidamente
verificaremos cómo han sido diseñados estos controles en las fuentes que vinculan a
Chile y a Perú en este ámbito y su interpretación por parte de la doctrina local. Por último,
será abordado el tratamiento de esta problemática en la jurisprudencia de ambos Estados
y su valoración crítica. El presente estudio culminaría con algunas conclusiones y
recomendaciones. El orden público matrimonial como cláusula de excepción, la
conformidad con las normas sustantivas del foro y el control de la ley aplicada al divorcio
decretado en el extranjero. Presupuestos doctrinales de partida

El presente estudio debe partir del presupuesto dogmático, que confirma que las meras
diferencias en el tratamiento sustantivo de la institución del divorcio en el derecho
comparado carecen de valor para el tráfico externo de las decisiones de divorcio, ya que
el Dir. Acepta la presencia de una pluralidad de ordenamientos y respeta la diversidad de
sus formulaciones.7 Por ello, desde la perspectiva del juez requerido, el contenido
material de la norma aplicada al divorcio es atractivo sólo a efectos de verificar si su
reconocimiento puede interesar principios y valores esenciales del foro, principios y
valores sobre los que se construye el concepto de orden público en una determinada
soberanía. Es preciso saber, sin embargo, que el orden público se caracteriza por su
relativismo espacial y temporal. Quiere esto decir que lo que para una determinada
soberanía es orden público, para la otra no lo es (relativismo espacial), y lo que en un
momento determinado ha sido considerado como cuestión de orden público en una
misma soberanía, con el tiempo, este criterio puede variar (relativismo temporal).Además
de estos conocidos caracteres muy bien identificados por la doctrina iusprivatista, es
importante conocer asimismo que el orden público no se desenvuelve con el mismo rigor
en el sector de ley aplicable que en el sector del reconocimiento. Los problemas a los que
se enfrenta el juez requerido son algo diferentes de aquellos a los que se enfrenta el juez
que conoce del fondo del asunto. Esta particularidad implica distinguir cuál es la función
de esta cláusula cuando es él quien resuelve el divorcio con elemento heterogéneo, y la
que despliega cuando el divorcio que pretende surtir efectos en su territorio ha sido ya
resuelto por un juez extranjero según sus propias normas.9En sede de reconocimiento, el
orden público, como recurso excepcional que es, debe intervenir de forma restrictiva; es
decir, en aquellos casos en que se produzca una contrariedad manifiesta con los
principios básicos que ordenan el sistema jurídico del Estado requerido, con exclusión de
sus normas imperativas, normas, estas últimas, a las que la autoridad del foro
posiblemente tendrá que atender cuando el divorcio se plantee ante su jurisdicción, pero
que no deberían impedir el éxito de una decisión adoptada por un juez extranjero si su
reconocimiento no interesa de manera sustancial el orden público del Estado requerido.
Es por esta razón que la apreciación de la cláusula general de orden público precise
distinguir su contenido y alcance internacional de la perspectiva interna, cuya intervención
se reduce a los supuestos meramente domésticos. De mismo modo, conviene señalar
que aun cuando el reconocimiento de una decisión extranjera llegara a violentar principios
y valores esenciales del foro, cabe todavía apreciar su atenuación en atención a las
concretas circunstancias que rodean al caso y a su vinculación con el ordenamiento del
foro.

Comprendido el alcance de este excepcional recurso, ha de tenerse presente, por otro


lado, que, en determinados sistemas de reconocimiento, la cláusula de orden público
puede venir acompañada de formulaciones en las que podría tener cabida el rechazo de
la decisión extranjera si ésta se opone a las leyes vigentes del Estado requerido, o
sencillamente porque en el régimen de reconocimiento aplicable se haya contemplado
alguna condición especial que, segregada del orden público, condicione el reconocimiento
de estas decisiones a que la causa que motivó el divorcio en el extranjero venga admitida
por el derecho del Estado requerido. Como inmediatamente se verá, este tipo de
formulaciones están presentes en algunas de las fuentes que vinculan a Chile y a Perú en
este sector de problemas. No obstante, debe quedar claro que este tipo de
condicionamientos en ningún caso deben ser identificados como una conculcación del
orden público matrimonial, pues en aquellos ordenamientos donde es posible la disolución
del vínculo matrimonial, el orden público sustantivo se reduce a motivos de desigualdad
por razón de sexo, raza o religión, o cuando de algún modo se vea comprometido el
derecho al libre desarrollo de la personalidad. Fuera de estos supuestos, es importante
saber además que algunos sistemas de reconocimiento incluyen entre sus condiciones el
control de la ley aplicada, control que suele ser frecuente en las materias de estado civil,
capacidad, matrimonio y sucesiones.12 Pero en relación con este control también han de
tomarse en consideración algunas cautelas.
La primera de estas cautelas es conocer que en el ámbito material en el que nos
movemos este control ha tenido tradicionalmente una clara finalidad y una conocida
consecuencia. La finalidad, fiscalizar si la autoridad del Estado de origen ha fundado su
decisión en un derecho nacional distinto del designado por las normas de conflicto del
Estado receptor. La consecuencia, el rechazo de la decisión extranjera. Un rechazo que
en su interpretación más recta se producirá cada vez que las normas de conflicto del
Estado de origen de la decisión ofrezcan soluciones distintas de las que se producirían de
haberse aplicado las normas de conflicto del Estado requerido, y, en su interpretación
más flexible, implica que, al menos, se llegue a un resultado equivalente al que se llegaría
de haberse aplicado la ley reclamada por la norma de conflicto del Estado requerido.13
Una vez comprobados estos extremos, nada le habilita al juez requerido a fiscalizar la
aplicación concreta de esta norma por el juez extranjero.

La segunda, que el control de la ley aplicada es una exigencia perfectamente diferenciada


del control de orden público, y como tal sólo tendrá cabida en aquellos sistemas de
reconocimiento en los que esta condición se haya previsto. La práctica de este tipo de
control en regímenes en los que no viene admitido supone, aparte de la imposición de una
exigencia más gravosa al reconocimiento de la decisión extranjera, un control injustificado
del fondo de la decisión.15 Y la prohibición de la revisión del fondo de la decisión
constituye un principio base de todo sistema de reconocimiento, que únicamente se
justifica a efectos de cumplimentar las condiciones de reconocimiento previstas en el
régimen concreto que resulte de aplicación, pero que resulta admisible si a su través se
pretende discutir lo ya debatido y resuelto por el juez extranjero que conoció del divorcio.

Por lo demás, el control de la ley aplicada ha sido una exigencia muy criticada por la
doctrina iusprivatista, que entiende que en un sector autónomo como es el reconocimiento
de decisiones resulta irrazonable admitir la competencia del juez extranjero para
inmediatamente cuestionar su competencia legislativa,16 competencia, esta última, que
afecta únicamente la determinación de la ley aplicable cuando un tribunal conoce del
fondo del asunto.

Aunque en algunas sentencias puntuales esta norma fue aplicada tras su derogación. Así,
por ejemplo, en la sentencia de la Corte Superior de Justicia del 19 de agosto de 2014,
fue denegado el reconocimiento de una decisión española de divorcio fundado en una
competencia exclusiva inexistente en esta materia desde 1984. Una decisión que fue
revocada en apelación mediante sentencia de la CSJ del 23 de marzo de 2016, señalando
que “nuestra legislación prevé supuestos en los cuales se establece una única y
excluyente competencia de los jueces peruanos para conocer determinados asuntos, lo
cual implica a su vez que existen otros asuntos en los que incluso siendo competente un
juez peruano se permite que el asunto pueda ser asimismo ventilado por tribunales de
otro Estado. Nuestro ordenamiento jurídico no ha establecido una competencia
«exclusiva» de los jueces peruanos para conocer de divorcios solicitados respecto de
matrimonios celebrados en el Perú, y en tal sentido, es jurídicamente posible que un
matrimonio realizado en nuestro país, pueda ser disuelto por un juez extranjero, por lo
que, estando a que en el presente caso, la sentencia extranjera ––emitida en España––
cuyo reconocimiento se pide no ha resuelto sobre un asunto de competencia exclusiva
peruana, se ha satisfecha la exigencia del inciso 1 del artículo 2104 del Código Civil, no
pudiendo ampararse tal argumento invocado en la contradicción”. En la misma dirección
véanse las sentencias de la CSJ peruana del 12 de junio y del 15 de octubre de 2012.
Véase García Calderón, M., “Art. 2104 del Código Civil”, en Comentarios al Código Civil,
Gaceta Jurídica, 2007, p. 672.“Los tribunales peruanos son competentes para conocer de
las acciones contra personas domiciliadas en el territorio nacional”.

58Delgado Menéndez, Ma. A., “Art. 2070 del Código Civil”, en Comentarios al Código
Civil, Gaceta Jurídica, 2007, pp. 710 y 711.

Según el artículo 36 del C.c., “El domicilio conyugal es aquél en el cual los cónyuges viven
de consuno o, en su defecto, el último que compartieron”. Véase García Calderón, M.,
“Art. 36 del Código Civil”; en Comentarios al Código Civil, Gaceta Jurídica, 2007, p. 669.

60Cabello Mátamela, C. J., “Reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras en


materia familiar”, ponencia de la autora presentada en el Pleno Jurisdiccional de Familia
1999, realizado en Lima, los días 29, 30 y 31 de enero de 2000, p. 803, disponible en:
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechopucp/article/viewFile/6434/6490; id., “El
reconocimiento de divorcios extranjeros: una visión comparativa entre el régimen
latinoamericano y europeo: apuntes de la jurisprudencia peruana en el reconocimiento de
divorcios no judiciales”, Revista del Instituto de la Familia Facultad de Derecho (Persona y
Error en el que más tarde incurrió la CSJ chilena en la sentencia del 22 de noviembre de
2006, cuando rechazó el reconocimiento de una decisión cubana de divorcio apoyado en
el artículo 245. 1 del CPC, así como en los párrafos primero y segundo del artículo 83 de
la LMC de 2004. En este caso el alto tribunal entendió que se había quebrantado en
orden público chileno dado que al momento de dictarse la sentencia extranjera el divorcio
no era admitido el ordenamiento. Considerando sexto.

Recordemos que bajo la vigencia de la LMC 1884 parte de la jurisprudencia reconoció


decisiones extranjeras de divorcio que afectaban a nacionales chilenos, y ello, pese a lo
dispuesto en el artículo 15 C.c. y de no estar admitido el divorcio por entonces (véanse
notas 29-31).En este sentido, afirma Remiro Brotones: “El orden público operativo es el
del momento en el que el juez del exequátur debe resolver la solicitud de cumplimiento de
la decisión extranjera y no, bajo ningún concepto, el orden público al dictarse ésta”.
Remiro Brotones, A., Ejecución de sentencias extranjeras en España, cit., p. 238;
Goldschmidt, W., Sistema y filosofía del derecho internacional privado…, p. 210.

66“Art. 42. El matrimonio termina: 1o. Por la muerte de uno de los cónyuges; 2o. Por la
muerte presunta, cumplidos que sean los plazos señalados en el artículo siguiente; 3o.
Por sentencia firme de nulidad, y 4o. Por sentencia firme de divorcio”.

Y ello, al margen de las carencias que esta norma refleja. Véase nota 79.

68Un práctica reiterada de la jurisprudencia chilena, según advierte el profesor Espulgues


Mota. Véase Espulgues Mota, C., “Sobre la aplicación en la práctica del modelo chileno
de reconocimiento y ejecución de resoluciones extranjeras y la necesidad de su reforma”,
Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, núm.
XLIII, 2o. semestre, 2014, pp. 302-304, 319 y 320.SSCSJ del 28 de junio y del 22 de
noviembre de 2006; del 15 de julio y del 18 de agosto de 2008, y del 6 de mayo y del 29
de noviembre de 2010.Téngase en cuenta que a la fecha de la sentencia Chile no había
suscrito aún el Acuerdo del Mercosur (2009), por lo que, en principio, resultaba de
aplicación el Código de Bustamante.
“…en nuestra legislación no basta el mero consentimiento de los cónyuges para decretar
el divorcio, sino que, además, es necesario, que se acredite una causal específica. Sin
embargo, la sentencia materia de este exequátur no da cuenta de hechos ni
circunstancias que fundamenten su decisión, y que permitan homologarlas a algunas de
las causales de divorcio existentes en nuestra legislación”. Una exigencia que, por cierto,
no es reclamada por el derecho español, que acoge un sistema divorciaste objetivo. Las
modificaciones introducidas al Código Civil español mediante la Ley 15/2005, del 1o. de
julio, por la que se modifican el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de
separación y divorcio (BOE núm. 163, del 9 de julio de 2005, en adelante, Ley 15/2005),
supuso la acogida por el legislador español de un sistema de divorciaste no causal, de
conformidad con el cual los cónyuges podrán accionar la separación o el divorcio de
forma unilateral, conjuntamente, o por uno de los ellos con el consentimiento del otro
transcurridos los tres primeros meses desde la fecha de la celebración del matrimonio, y
ello, cualquiera que fuera la forma de la celebración del matrimonio y sin necesidad de
acreditar causa alguna (artículos 81 y 86 del Código Civil español).En su voto particular, el
ministro Ricardo Luis Hernán Blanco, si bien considera, por un lado, que la interrupción de
la convivencia conyugal no contravenía las normas sustantivas chilenas desde que la
legislación nacional contempla como causales de disolución del vínculo matrimonial el
divorcio unilateral, de común acuerdo o culposo, por otro lado, incurre en similar error de
apreciación que la Corte, en tanto busca en la causa que motivó el divorcio extranjero ––
la voluntad inequívoca de ambos cónyuges de interrumpir definitivamente su convivencia
y el término transcurrido desde produjo el cese de la convivencia conyugal––, el
cumplimiento de una de las causales previstas en el ordenamiento chileno, con exclusión,
eso sí, de los términos de caducidad. Y concluye que “…la sentencia cuyo exequátur se
pide, no contraviene las leyes de la República, ni tampoco se opone a la jurisdicción
nacional, en la medida que significa la disolución del vínculo matrimonial por una causa
prevista por la normativa vigente, por lo que el exequátur debió ser concedido en los
términos reclamados”.78De ahí que no entendamos muy bien la interpretación que de
esta norma realiza el profesor Espulgues Mota, cuando cuestiona su inadecuada
utilización por la jurisprudencia chilena, al sentenciar que “…el inciso primero del artículo
83 de la Ley 19.947 prescribe que el divorcio estará sujeto a la ley aplicable a la relación
matrimonial al momento de interponerse la acción, en este caso, a la jurisdicción de los
tribunales de Brasil, lo que en la especie se cumple plenamente”. Y es que el inciso
primero del artículo 83 de la LMC es la norma de conflicto chilena en materia de divorcio,
tal y como demuestra su situación en el título en el capítulo VIII “De la ley aplicable y del
reconocimiento de las sentencias extranjeras”. Al tratarse de una norma que afecta al
sector de ley aplicable, en ningún caso debe ser utilizada ni para controlar la competencia
legislativa de la autoridad extranjera, ya que se trata de un control excluido del régimen
estatal chileno, y mucho menos para controlar la competencia judicial internacional del
juez de origen de la decisión, que es a lo que parece referirse Espulgues Mota al referirse
“a la jurisdicción de los tribunales de Brasil”. Una confusión que se ha visto reflejada en
distintas sentencias de la CSJ chilena y que ha sido asimismo criticada por esta doctrina
en su estudio. Véase Espulgues Mota, C., “Sobre la aplicación en la práctica del modelo
chileno de reconocimiento y ejecución de resoluciones extranjeras…”, cit., pp. 338-345.Un
análisis detenido del párrafo primero del artículo 83 de la LMC pone de relieve algunas
carencias que dificultan su comprensión como norma de conflicto que es, ya que esta
norma carece de punto de conexión. Las normas de conflicto, sabido es, no ofrecen una
solución directa a las cuestiones litigiosas que puedan derivar de las distintas situaciones
privadas internaciones, sino que el o los puntos de conexión por ellas acogidos son los
encargados de identificar el ordenamiento aplicable al objeto del proceso, y será en este
ordenamiento donde encontraremos las soluciones directas a las cuestiones litigiosas que
allí se planteen (Fernández Rozas, J. C. y Sánchez Lorenzo, S., Derecho internacional
privado, cit., pp. 138 y 139). Si no fuera por su ubicación ––capítulo VIII, bajo la rúbrica
“De la ley aplicable y del reconocimiento de las sentencias extranjeras”––, podría
pensarse que nos encontramos ante una norma de derecho transitorio más que ante una
norma de conflicto en materia de divorcio. Y es que el mencionado precepto únicamente
contiene una referencia temporal: “El divorcio estará sujeto a ley aplicable a la relación
matrimonial al momento de interponerse la acción”. La ausencia de un punto de conexión
(residencia, domicilio, nacionalidad, lugar de celebración del matrimonio…), parece
traslucir que el legislador local presupone que el juez chileno competente para conocer de
una demanda de divorcio ––competencia que le viene atribuida por tener el cónyuge
demandado su domicilio en Chile, tal y como dispone el artículo 87 de la LMC–– aplicaría,
en todo caso, su propia ley, en concreto, la vigente al momento de la interposición de la
demanda. 1. Fuentes

El artículo 1o. de la LDIP venezolana establece el orden de prelación de fuentes para la


solución de casos vinculados con otros ordenamientos jurídicos. En primer lugar, se hace
referencia a las normas de derecho internacional público sobre la materia, en particular,
las establecidas en los tratados internacionales vigentes en Venezuela; en su defecto, se
aplicarán las normas de derecho internacional privado venezolano; a falta de ellas, se
utilizará la analogía y, finalmente, se regirán por los principios de derecho internacional
privado generalmente aceptados. A través de los tratados se ha pretendido simplificar los
mecanismos para el reconocimiento de una sentencia extranjera. Éstos, en su mayoría,
contienen normas de jurisdicción indirecta y un conjunto de requisitos cuya única función
es proporcionar los criterios mínimos a los que se subordina el reconocimiento de las
decisiones dictadas en uno de los Estados parte. El principal objetivo de estos tratados es
imponer a cada Estado la obligación de reconocer, bajo las condiciones fijadas por el
texto convencional, las decisiones emanadas de otros Estados parte, con la eliminación
del requisito de reciprocidad,30 pues el tratado en sí mismo constituye una obligación que
debe cumplirse entre ellos.

En esta materia la fuente convencional vigente entre México y Venezuela es la


Convención de Montevideo,31 en la cual se enumeran las condiciones necesarias para el
reconocimiento y ejecución de las sentencias y laudos arbitrales extranjeros (artículo
2o.),32 y señala los documentos de comprobación indispensables para solicitar su
cumplimiento (artículo 3o.).33 En principio, esta Convención se aplica a las sentencias y
laudos arbitrales dictados en un Estado parte, en procesos civiles, comerciales y laborales
(artículo 1o.),34 a menos que un Estado parte hiciere expresa reserva de limitarlo a las
sentencias de condena en materia patrimonial, como en su oportunidad lo hiciera
México.35Asimismo, cualquiera de los Estados parte podría declarar, al momento de
ratificar o adherirse a la Convención, que se aplicará también a las resoluciones que
terminan el proceso, a las dictadas por autoridades que ejerzan alguna función
jurisdiccional y a las sentencias penales en cuanto se refiera a la indemnización de
perjuicios derivados del delito. Las normas de esta Convención se aplicarán en lo relativo
a laudos arbitrales, en todo lo no previsto en la Convención Interamericana sobre Arbitraje
suscrita en Panamá el 30 de enero de 1975. En opinión de José Luis Siqueiros, “el ámbito
ratine materia de la Convención es demasiado ambicioso y su contexto demasiado
general”.36También se prevé en la Convención la eficacia parcial de las sentencias y
laudos, permitiendo así, en la mayoría de los casos, una solución favorable para aquellos
supuestos en los cuales no sería admisible el pase de una sentencia extranjera por no
reunir, una parte de ella, los requisitos exigidos en la misma (artículo 4o.).37Por otra
parte, México declaró en relación con el artículo 2o. (d), dedicado a la jurisdicción
indirecta, que dicha condición se considerará cumplida cuando la competencia del juez o
tribunal sentenciador haya sido establecida de modo coincidente con las reglas
reconocidas en la Convención Interamericana sobre Competencia en la Esfera
Internacional para la Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Extranjeros.

En consecuencia, quedan excluidas todas las materias a que se refiere el artículo 6 de


esta Convención, las cuales son: estado civil y capacidad de las personas físicas;
divorcio, nulidad de matrimonio y régimen de los bienes en el matrimonio; pensiones
alimenticias; sucesión testamentaria o intestada; quiebras, concursos, concordatos u otros
procedimientos análogos; liquidación de sociedades; cuestiones laborales; seguridad
social; arbitraje; daños y perjuicios de naturaleza extracontractual, y cuestiones marítimas
y aéreas. En defecto de tratado internacional en vigor, entre el Estado sentenciador y el
Estado receptor, las sentencias extranjeras tendrán efecto en Venezuela siempre que
cumplan con los requisitos exigidos en el artículo 53 de la Ley especial (artículo 55 LDIP).
Pero dicha disposición no distingue los tipos de efectos que pueden ser objeto de
reconocimiento. Sin embargo, la práctica venezolana, seguida a través de las decisiones
del TSJ, tiende a la exigencia del juicio de exequátur (reconocimiento) para todas las
sentencias que requieran ser ejecutadas en Venezuela, aun cuando también se admite
que la sentencia extranjera debidamente legalizada surte plenos efectos probatorios en
virtud del carácter de documento público extranjero. En efecto, la doctrina del TSJ con
respecto al artículo 55 de la LDIP exige, para hacer valer el efecto de cosa juzgada de
una sentencia extranjera en España, que la sentencia sea previamente reconocida, en
virtud de que dicha disposición se circunscribe a la declaratoria previa de exequátur sólo
para la ejecución de las sentencias extranjeras, lo cual incluye lo relativo a su efecto de
cosa juzgada, toda vez que este último carácter es el presupuesto forzoso de aquel
atributo (la ejecución del fallo). En caso contrario, únicamente podrán tener eficacia
probatoria documental, “para evidenciar determinados aspectos que estén directa o
indirectamente vinculados con la situación jurídica que es objeto de la sentencia
extranjera”. La Sala señala, por ejemplo, que la sentencia extranjera, como documento,
puede demostrar cuál es el domicilio de las partes, qué autoridad la dictó, cuáles son las
partes en conflicto, cuál es la materia objeto de la controversia, cuál es su título, cuándo
se inició el juicio, entre otros.39Es importante determinar cuáles son las decisiones
extranjeras susceptibles de reconocimiento, en atención a la materia sobre las cuales
versan, lo que se circunscribe en la mayoría de los tratados a la materia civil y comercial.

José Luis Siqueiros, al hacer referencia a la reserva por parte de México del artículo 1o.
de la Convención de Montevideo, según la cual se limita su aplicación a las “sentencias
de condena patrimonial”, lo considera como una reducción del marco de aplicación a “las
fuentes extranjeras dictadas por órganos jurisdiccionales, excluyendo las sentencias
dictadas en procesos penales” (aun cuando se refieran a la indemnización de perjuicios
derivados del delito), así como “las sentencias sobre el estado civil y la capacidad de las
personas físicas, y las emanadas de procesos contenciosos administrativos o de cualquier
otra autoridad que ejerza alguna función jurisdiccional que no sea estrictamente el poder
judicial”. Con lo cual, sólo fuera del ámbito convencional, sí “sería posible solicitar la
ejecución en México de fallos dictados en el extranjero que se refieren al estado civil y
capacidad de personas físicas, de divorcio, nulidad de matrimonio, régimen marital de los
bienes, funciones alimenticias”. En virtud de esta reserva la Convención no resulta
aplicable a las sentencias de divorcio, las cuales son decisiones sobre el estado civil de
las personas y no entran dentro de la calificación de “sentencia de condena en materia
patrimonial”. En algunos casos el juez venezolano como Estado receptor claramente lo ha
dejado establecido, al afirmar:

En el caso de autos, se solicita que mediante el procedimiento de exequátur se declare la


fuerza ejecutoria en la República Bolivariana de España, de una sentencia proferida por
un Tribunal del Estado Mexicano, el que si bien ratificó la Convención Interamericana
sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y Laudos Arbitrales Extranjeros
“Convención de Montevideo”, tratado vigente para España en esta materia, hizo expresa
reserva de limitar su aplicación a las sentencias de condena en materia patrimonial, a
tenor de lo dispuesto en el artículo 1o. de la Convención.41

En consecuencia, cuando se trate de una sentencia de divorcio mexicana cuyo


reconocimiento se pretende en España, se debe atender a las disposiciones contenidas
en “las normas de Derecho Internacional Privado venezolano”, en concreto las previsiones
de la LDIP y el Código de Procedimiento Civil venezolano (en adelante “CPCV”), así como
a las demás leyes especiales que prevén disposiciones sobre reconocimiento y ejecución
de sentencias extranjeras.42

Los artículos 850 y 856 del CPCV y el artículo 28 (2) de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia (en adelante, “LOTSJ”),43 determinan las reglas de competencia
para conocer de los procedimientos de exequátur, las cuales toman en consideración la
naturaleza contenciosa o no del procedimiento judicial que dio lugar a la sentencia
extranjera. Así, la autoridad jurisdiccional venezolana, ante la cual se presente la solicitud,
deberá determinar previamente y de oficio, sin que ello suponga, en todo caso, un
pronunciamiento separado, si el asunto correspondió a la jurisdicción contenciosa o
voluntaria, lo cual exige un examen sobre la naturaleza de la materia sobre la cual versa
la sentencia extranjera. Algunas directrices pueden extraerse de las decisiones del TSJ
para calificar un asunto como contencioso o no contencioso. Así, se debe atender a la
naturaleza del procedimiento, lo cual no se deduce de su mera ubicación en los Códigos.
Esto es, la idea de juicio, controversia o contención entre las partes debe ser descartada
cuando la función del tribunal, con arreglo a las normas que regulan su actuación en el
procedimiento, no tienen, en principio, por objeto resolver un conflicto de intereses o
pretensiones opuestas, sino más bien obtener su colaboración para que la voluntad de los
particulares pueda producir los efectos jurídicos que la ley le atribuye.44

Cuando se tratare de un procedimiento contencioso la competencia le corresponde a la


SCC del TSJ,45 y en el caso de jurisdicción no contenciosa al tribunal superior del lugar
donde se pretenda hacer valer la sentencias extranjera. En todo caso, para que sea
procedente la solicitud de exequátur debe cumplirse con el procedimiento establecido en
el artículo 850 y siguientes del CPCV y con los requisitos, tanto de forma como de fondo,
exigidos por la LDIP.El juez debe proceder en un orden lógico cuando analiza la sentencia
extranjera, ya que le corresponde verificar ex oficio el conjunto de requisitos de forma
previstos en la normativa aplicable. Como lo afirma Sánchez Colisa con relación a las
sentencias extranjeras de divorcio, el problema de la eficacia extraterritorial plantea dos
cuestiones metodológicamente independientes: una dirigida a establecer cuáles son los
requisitos que debe reunir la sentencia extranjera para que sus efectos puedan penetrar
en el país donde se invocan, y otra dirigida a determinar cuál es el procedimiento
mediante el cual debe comprobarse la concurrencia de los requisitos mencionados.
Mientras que la primera interrogante es un problema de fondo y se refiere a la valoración
material de la sentencia, la segunda es un problema de forma y se refiere al mecanismo
procesal mediante el cual debe realizarse esa valoración.46Los requisitos de fondo que
debe reunir la sentencia extranjera se encuentran previstos en el artículo 53 de la LDIP,47
mientras que los requisitos de forma se establecen en el artículo 852 del CPCV.48 En
cuanto al procedimiento propiamente dicho, el artículo 855 del CPCV establece que la
parte demandada debe, en el acto de contestación, proponer todas las cuestiones y
defensas acumulativamente, debiendo ser decidido el asunto como de mero derecho, con
vista de los documentos auténticos producidos por las partes.

Un caso es de mero derecho cuando la controversia está circunscrita a cuestiones de


doctrina jurídica, a la interpretación de un texto legal o de una cláusula de un contrato o
de otro instrumento judicial o privado, sobre el cual y sobre cuya validez no haya
discusión alguna.49 El artículo 855 también establece en su parte final que “la Corte
podrá de oficio, si lo considerase procedente, disponer la evacuación de otras pruebas, en
cuyo caso fijará el lapso correspondiente, según las circunstancias”.

Artículo recibido el 23 de noviembre de 2011 y aceptado para su publicación el 26 de julio


de 2012. Ponencia presentada en el XXXIII Seminario de la Academia Mexicana de
Derecho Internacional Privado y Comparado, Universidad de Colima, del 13 al 16 de
octubre de 2010.

Doctora en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigadora en el


Instituto de Derecho Privado de la Universidad Central de España.

Virgos Soriano, Miguel y Garcimartín Alférez, Francisco, Derecho procesal civil


internacional. Litigación internacional, Madrid, Civetas, 2000, pp. 400 y 401.Madrid
Martínez, Claudia, “Eficacia extra exequátur de las resoluciones de nulidad, separación y
divorcio en España”, Estudios de derecho procesal civil. Libro homenaje a Humberto
Cuenca, Caracas, TSJ, Colección Libros Homenajes, núm. 6, 2002, pp. 500-503.Ortéu
Cebrián, Fernando y Alías Garos, María Isabel, Exequátur de laudos arbitrales extranjeros
al amparo del Convenio de Nueva York del 10 de junio de 1958, Madrid, Bosch, 2003, p.
16.Cortés Domínguez, Valentín et. al., Derecho procesal civil. Parte especial, 2a. ed.,
Madrid, Coles, 2000, pp. 463 y 464.Goldschmidt, Werner, Sistema filosofía del derecho
internacional privado, 2a. ed., Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-América, 1952, t.
I, p. 182.Por ejemplo, en el sistema autónomo español y en el marco de la UE con el
Reglamento 44/2001 (artículo 33), entre otros. Espulgues Mota, Carlos e Iglesias
Guigues, José Luis, Derecho internacional privado, 2a. ed., Valencia, Tirant lo Blanch,
2008, p. 120.Guerra Hernández, Víctor Hugo, “La aplicación del derecho extranjero, la
eficacia de las sentencias extranjeras y la cooperación judicial internacional”, Proyecto de
la Ley de Derecho Internacional Privado (1996) Comentarios, Caracas, Biblioteca de la
Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Serie Eventos núm. 11, 1998, p. 123.Madrid
Martínez, Claudia, “Eficacia extra…”, o. cit., p. 502.Mansilla y Mejía, María Elena,
“Reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras”, en González Martín, Nuria
(coord.), Lecciones de derecho internacional privado mexicano. Parte General, México,
Porrúa-UNAM, 2007, pp. 331 y 332.Angulo Rodríguez, Miguel de, Lecciones de derecho
procesal civil internacional, Granada, Gráficas del Sur, 1974, p. 80.Fernández Rozas,
José Carlos y Sixto Sánchez, Lorenzo, Curso de derecho internacional privado, 2a. ed.,
Madrid, Civetas, 1998, p. 481; Pallares, Beatriz, Derecho internacional privado
matrimonial, Argentina, Quinzal y Culona S.C.C. Editores, 1988, pp. 126-127; Mansilla y
Mejía, María Elena, o. cit., nota 9, p. 322. Sánchez Colisa consideró que estos requisitos
pueden reducir a dos: el control de la competencia del tribunal sentenciador y el control
del orden público. Véase, Sánchez Colisa, Joaquín, “La eficacia de la sentencia extranjera
de divorcio”, Obra Jurídica de Joaquín Sánchez Colisa, Caracas, UCV, 1976, pp. 352 y
353. Del mismo autor, “Anotaciones sobre la competencia procesal internacional
indirecta”, Estudia Jurídica, núm. 1. Caracas, UCV, 1957, pp. 398 y 399.

Villalones Cebrián, Marco, “Reconocimiento y exequátur de decisiones judiciales en la


CEE”, p. 36,
http://www.cepc.es/rap/Publicaciones/Revistas/5/RIE_013_001_029.pdfSentencia del
Tribunal Supremo de Justicia en Sala Político Administrativa (en adelante “TSJ/SPA”),
núm. 50, 15/01/2003 (Fernando Claudio Tener Decaer en exequátur), todas las decisiones
del TSJ pueden ser consultadas en http://www.tsj.gob.ve. En el mismo sentido: Sentencia
del Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Casación Civil (en adelante “TSJ/SCC”),
núm. 417, 21/06/2005 (María Rosa Castro de Delgado vs. Eduardo Freddy Delgado
Chávez); TSJ/SCC, AA 20-C-2006-núm. 658, 08/08/2006 (Nader Ankara Mehari y otros);
TSJ/SCC, núm. 242, 10/10/2005 (Jean Marie Emmanuel Moches vs. Marina Armendáriz
de Moches); TSJ/SCC, núm. 05-635, 29/03/2007 (Ana Mercedes Bengoa vs. Benito
Cañizares); TSJ/SCC, núm. 553, 07/08/2008 (Claire Lucía Hudson vs. Russel Morris
Dallen); TSJ/SCC, núm. 168, 02/04/2009 (Sonia Malcomían de Di Mace en exequátur);
TSJ/SCC, núm. 186, 16/04/2009 (Cándida Rosa Núñez Portillo y otras vs. Shell Chemicol
Compaña y otras); TSJ/SCC, núm. 236, 04/05/2009 (Oscar Danilo Mendoza y otros vs.
Shell Chemicol Compaña y otros); TSJ/SCC, núm. 303, 02/06/2009 (Félix del Carmen
Jirón y otros vs. Shell Chemicol Compaña y otras); TSJ/SCC, núm. 322, 04/06/2009
(Jerónimo Florián y otros vs. Shell Chemicol Compaña y otros).Fernández Rozas y
Sánchez Lorenzo, o. cit., p. 513. En el mismo sentido Madrid Martínez, Claudia, o. cit.,
nota 2, pp. 499 y 500; Rúchela, Humberto y Ferrer, Horacio, La sentencia extranjera,
Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1983, pp. 27 y 28.Madrid Martínez, Claudia, o. cit., p.
503.TSJ/SCC, núm. 269, 20/05/2005 (Manuel Arturo Espinoza de los Monteros Guerra vs.
Iris Marina Márquez).TSJ/SCC, núm. 141, 24 de marzo de 2008 (Vidalita Jiménez en
exequátur); TSJ/ SCC, núm. 156, 30 de marzo de 2009 (Francisco Rodríguez en
exequátur).

TSJ/SPA, núm. 6305, 23 de noviembre de 2005 (Carta rogatoria de Tribunal de Lisboa


solicitando exequátur).TSJ/SCC, núm. 269, 20 de mayo de 2005, cit. nota 16. Véase, con
anterioridad a la entrada en vigor de la LDIP, la decisión de la Corte Suprema de Justicia
en Sala Político Administrativa (en adelante “CSJ/SPA”) del 14 de julio de 1971, en la cual
se considera que: “Las decisiones que acuerdan medidas cautelares o de ejecución
conllevan otras actuaciones judiciales las cuales por su naturaleza no pueden calificarse
de ‘actos de mera instrucción’ y, por consiguiente, sólo serían ejecutables en España a
solicitud de parte interesada y mediante el cumplimiento de los requisitos y con sujeción al
procedimiento señalado en las leyes de la República.”TSJ/SPA, núm. 269, 20 de mayo de
2005 cit. Así se hizo, en el asunto Asadora Gaviria Tagliaferro vs. Fernando Clavijo
Mostajo, del 2 de noviembre de 2009, conocido por el Juzgado Superior Segundo en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, ante el cual se solicitaba el exequátur de una sentencia de divorcio que disolvió
el matrimonio contraído entre las partes en el año 2000 ante el Juzgado Vigésimo
Séptimo del Registro Civil en el Distrito Federal de los Estados Unidos Mexicanos, cuya
acta de matrimonio fue inscrita ante la Primera Autoridad Civil del Municipio Autónomo de
Chacao del Estado Miranda, España.

TSJ/SCC, núm. 535, 27 de julio de 2005 (carta rogatoria tramitada a través de la


Embajada de Cuba).TSJ/SPA, núm. 1098, 18 de agosto de 2004 (Olimpia Peña Tejera vs.
Klaus Jotes Steinvorth y otros). En el mismo sentido: TSJ/SCC, núm. 25, 30 de enero de
2008 (Carmen Reyes Hernández en exequátur); TSJ/SCC, núm. 39, 31 de enero de 2008
(Velita Navarro en exequátur).Remiro Brotones, Antonio, Ejecución de sentencias
extranjeras en España. La jurisprudencia del Tribunal Supremo, Madrid, Tecno, 1974, p.
33.Angulo Rodríguez, Miguel de, o. cit., p. 81.Silva Silva, Jorge, Arbitraje comercial
internacional mexicano, México, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1991, p.
95.Silva, Jorge Alberto, Reconocimiento y ejecución de sentencias de Estados Unidos de
América en México, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 2011, p. 3,
http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/libro.htm?l=3006Siqueiros, José Luis,
“Reconocimiento y ejecución de sentencias alemanas en México”, p. 449,
http://www.jurídicas.unam.mxSilva, Jorge Alberto, Arbitraje comercial internacional…, cit.,
p. 7.Artículo 571. “Las sentencias, laudos arbitrales privados de carácter no comercial y
resoluciones jurisdiccionales dictados en el extranjero, podrán tener fuerza de ejecución si
cumplen con las siguientes condiciones: I. Que se hayan satisfecho las formalidades
previstas en este Código en materia de exhortos provenientes del extranjero; II. Que no
hayan sido dictados como consecuencia del ejercicio de una acción real; III. Que el juez o
tribunal sentenciador haya tenido competencia para conocer y juzgar el asunto de
acuerdo con las reglas reconocidas en el derecho internacional que sean compatibles con
las adoptadas por este Código. El juez o tribunal sentenciador extranjero no tiene
competencia cuando exista, en los actos jurídicos de que devenga la resolución que se
pretenda ejecutar, una cláusula de sometimiento únicamente a la jurisdicción de tribunales
mexicanos; IV. Que el demandado haya sido notificado o emplazado en forma personal a
efecto de asegurarle la garantía de audiencia y el ejercicio de sus defensas; V. Que
tengan el carácter de cosa juzgada en el país en que fueron dictados, o que no exista
recurso ordinario en su contra; VI. Que la acción que les dio origen no sea materia de
juicio que esté pendiente entre las mismas partes ante tribunales mexicanos y en el cual
hubiere prevenido el tribunal mexicano o cuando menos que el exhorto o carta rogatoria
para emplazar hubieren sido tramitados y entregados a la Secretaría de Relaciones
Exteriores o a las autoridades del Estado donde deba practicarse el emplazamiento. La
misma regla se aplicará cuando se hubiera dictado sentencia definitiva; VII. Que la
obligación para cuyo cumplimiento se haya procedido no sea contraria al orden público en
México; y VIII. Que llenen los requisitos para ser considerados como auténticos. No
obstante el cumplimiento de las anteriores condiciones, el tribunal podrá negar la
ejecución si se probara que en el país de origen no se ejecutan sentencias o laudos
extranjeros en casos análogos”. Artículo 572: “El exhorto del juez o tribunal requirente
deberá acompañarse de la siguiente documentación: I. Copia auténtica de la sentencia,
laudo o resolución jurisdiccional; II. Copia auténtica de las constancias que acrediten que
se cumplió con las condiciones previstas en las fracciones IV y V del artículo anterior; III.
Las traducciones al idioma español que sean necesarias al efecto; y IV. Que el ejecutante
haya señalado domicilio para oír notificaciones en el lugar del tribunal de la
homologación”. Cfr., Siqueiros, José Luis, “Reconocimiento y ejecución de sentencias
alemanas en México”, cit., p. 440.Así se ha confirmado en sentencia de la CSJ/SPA, núm.
769, 21 de noviembre de 1996 (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), consultada en original,
ver extracto en Óscar Pierre Tapia, Repertorio de Jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia (en adelante OPT/JCSJ), núm. 11, 1996, pp. 319-336.El Código Bustamante se
limitó a establecer las condiciones necesarias para la eficacia extraterritorial de las
sentencias (artículo 423), y a sancionar algunas reglas sobre el procedimiento para
solicitar la ejecución (artículos 425-430), pero nada dispuso acerca de los requisitos
formales de la solicitud de exequátur. Dichas disposiciones fueron objeto de reserva
especial por parte de España. Por lo tanto, no resultan aplicables en las relaciones con los
demás Estados Parte. Cfr. Parra-Aranguren, Gonzalo, “El derecho procesal civil
internacional venezolano y su reforma en 1986”, Estudios de Derecho Procesal Civil
Internacional, Caracas, UCV, 1998, p. 296; véase, por ejemplo, TSJ/SPA, núm. 905,
30/03/2005 (Pedro Andrés Posada Leal en exequátur).En concreto, los requisitos que
deben cumplirse para que las sentencias o laudos arbitrales puedan tener eficacia
extraterritorial (artículo 2o.), son los siguientes: a) Que vengan revestidos de las
formalidades externas necesarias para que sean considerados auténticos en el Estado de
donde proceden; b) Que la sentencia, laudo, resolución jurisdiccional y los documentos
anexos que fueren necesarios según la presente Convención, estén debidamente
traducidos al idioma oficial del Estado donde deban surtir efecto; c) Que se presenten
debidamente legalizados de acuerdo con la ley del Estado en donde deban surtir efecto;
d) Que el juez o tribunal sentenciador tenga competencia en la esfera internacional para
conocer y juzgar del asunto de acuerdo con la ley del Estado donde deban surtir efecto; e)
Que el demandado haya sido notificado o emplazado en debida forma legal de modo
sustancialmente equivalente a la aceptada por la ley del Estado donde la sentencia, laudo
y resolución jurisdiccional deban surtir efecto; f) Que se haya asegurado la defensa de las
partes; g) Que tengan el carácter de ejecutoriados o, en su caso, fuerza de cosa juzgada
en el Estado en que fueron dictados; h) Que no contraríen manifiestamente los principios
y las leyes de orden público del Estado en que se pida el reconocimiento o la ejecución.
Sobre este particular México, en uso del recurso de “declaraciones interpretativas”,
manifestó al momento de la ratificación de esta Convención que ellos “interpretan, con
relación al artículo 3o., que para la homologación y ejecución coactiva de sentencias y
laudos extranjeros, es necesaria su transmisión por medio de exhortos o cartas rogatorias
en las que aparezcan las citaciones necesarias para que las Partes comparezcan ante el
exhortado”.

México hizo reserva expresa al artículo 1o., limitando la aplicación de la Convención a las
sentencias de condena patrimonial dictada en uno de los Estados Partes.

http://www.oas.org/juridico/spanish/firmas/b-41.html

Siqueiros, José Luis, “Resumen de los resultados obtenidos en la Conferencia


Interamericana de Derecho Internacional Privado (CIDIP-II)”, celebrada en Montevideo,
Uruguay, del 23 de abril al 8 de mayo de 1979, p. 684,
http://www.Bibliojurídica.org/libros/2/666/32.pdf

Véase comentarios sobre esta Convención en: Mikel, Tatiana B. de, “Convenciones
Interamericanas sobre Derecho Procesal Internacional”, Revista de Derecho Privado,
Caracas, Universidad Central de España, año 2, núm. 3, 1985, pp. 135 y 136. De la
misma autora “Conferencia Especializada Interamericana sobre Derecho Internacional
Privado. CIDIP III”, Revista de Derecho Privado, Caracas, Universidad Central de España,
año 1, núm. 3, julio-septiembre de 1984, pp. 225 y 226.

Mikel, Tatiana B. de, “Eficacia de las sentencias extranjeras en el sistema venezolano”,


Libro homenaje a Juren Samtlebem, Montevideo, Max Plan Instituto-Fundación de Cultura
Universitaria, 2002, p. 561; de la misma autora, Ley venezolana de Derecho Internacional
Privado. Tres años de su vigencia, Caracas, Academia de Ciencias Políticas y Sociales,
2002, p. 505; Madrid Martínez, Claudia, “Eficacia…”, o. cit., p. 505.

TSJ/SPA, numb. 2699, 29/11/2006 (Russell Morris Dalen vs. Claire Lucia Hodgson).

Siqueiros, José Luis, o. cit., p. 434.

Juzgado Superior Tercero en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción


Judicial del Estado Lara, 07 de diciembre de 2009 (Wilfredo Pastor Martínez Sánchez vs.
María Elena Rendón Durán). Este tipo de consideraciones no son comunes, por el
contrario, erróneamente el juzgador en los casos de reconocimiento de sentencias
mexicana de divorcio pasa directamente a considerar como aplicable las disposiciones de
la LDIP, véanse, por ejemplo, Sala de Apelaciones núm. I de la Corte Superior del Circuito
Judicial de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas y Nacional de Adopción Internacional, 12 de marzo de 2007
(Patricia Gómez Serra vs. Alonso León de la Barra Guede; Juzgado Superior Segundo en
lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, 2 de noviembre de 2009 (Asadora Gaviria Tagliaferro vs. Fernando Pablo Clavijo
Mostajo); Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Zulia, 6 de abril de 2010 (Alexandra del Carmen Pírela
González vs. Javier Alberto Villalobos Andrade).

Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos e Insulares (2002), Gaceta Oficial (en adelante
“G. O.”), núm. 37596 del 20 de diciembre de 2002; y el Decreto con Fuerza de Ley de
Comercio Marítimo, 2001, reformado en 2006. G. O. núm. 38351 del 5 de enero de 2006.

Véase, nueva LOTSJ en G. O. Extraordinaria núm. 5991 del 29 de julio de 2010


(corrección por error material G. O. núm. 39483 del 9 de agosto de 2010, nuevamente
corregida en G. O. núm. 39483 del 9 de agosto de 2010 y también corregida en G. O.
núm. 39522 del 1o. octubre de 2010). La Ley atribuye competencia tanto a la SPA como a
la SCC para conocer “los juicios para declarar la fuerza ejecutoria de las sentencias
dictada por autoridades extranjeras, de acuerdo con lo dispuesto en los tratados
internacionales o en la ley”, en los artículos 26, numeral 23 y 28, numeral 2,
respectivamente. Desconocemos las razones por las cuales se repiten dichas
competencias y, al momento de la redacción de estas líneas, el Poder judicial venezolano
no se había pronunciado al respecto.

Véase, entre otras, CSJ/SPA, 21 de octubre de 1970 (Lea Parella D’Osvaldo en


exequátur), véase extracto en Gaceta Forense, segunda etapa, t. LXX, p. 51; también en
Jurisprudencia Ramírez & Garay, t. XXVIII, 1970, pp. 437-441; CSJ/SPA, núm. 339, 9 de
julio de 1987 (Eduardo Otra Juste y Mercedes Orta y Lahoz); véase extracto en
OPT/JCSJ, núm. 7, 1987, pp. 34-36; CSJ/SPA, núm. 447, 9 de junio de 1994 (Gina Paolo
vs. Diana Menan); extracto en OPT/JCSJ, núm. 6, 1994, pp. 211-216; TSJ/SCC, núm.
328, 31 de mayo de 2005 (Claudia López Pretil vs. Martín Someter); TSJ/SCC, núm. 168,
del 2 de abril de 2009 (Sonia Malcomían de Di Mace); TSJ/SCC, núm. 477, 3 de
noviembre de 2010 (Manuel Saha Vásquez vs. María Carolina Campillo Verdial).
Véase, nueva LOTSJ en G.O. Extraordinaria núm. 5991 del 29/07/2010 (corrección por
error material G. O. núm. 39483 del 9 de agosto de 2010, nuevamente corregida en G. O.
núm. 39483 del 09/08/2010 y también corregida en G. O. núm. 39522 del 01/10/2010). La
Ley atribuye competencia tanto a la SPA como a la SCC para conocer “los juicios para
declarar la fuerza ejecutoria de las sentencias dictada por autoridades extranjeras, de
acuerdo con lo dispuesto en los tratados internacionales o en la ley”, en los artículos 26,
numeral 23 y 28, numeral 2, respectivamente. Desconocemos las razones por las cuales
se repiten dichas competencias y al momento de la redacción de estas líneas el Poder
judicial venezolano se encontraba en receso judicial y no había pronunciamiento al
respecto.

Sánchez Colisa, Joaquín, o. cit., pp. 367 y 368; Parra-Aranguren, Gonzalo, “El juicio
previo del exequátur y la eficacia de las sentencias extranjeras en España”, Estudios de
derecho procesal civil internacional, Caracas, Universidad Central de España, 1998, pp.
331 y 332.

Artículo 53. “Las sentencias extranjeras tendrán efecto en España siempre que reúnan los
siguientes requisitos: 1. Que hayan sido dictadas en materia civil o mercantil o, en
general, en materia de relaciones jurídicas privadas; 2. Que tengan fuerza de cosa
juzgada de acuerdo con la ley del Estado en el cual han sido pronunciadas; 3. Que no
versen sobre derechos reales respecto a bienes inmuebles situados en la República o que
no se haya arrebatado a España la jurisdicción exclusiva que le correspondiere para
conocer del negocio; 4. Que los tribunales del Estado sentenciador tengan jurisdicción
para conocer de la causa de acuerdo con los principios generales de jurisdicción
consagrados en el Capítulo IX de esta Ley; 5. Que el demandado haya sido debidamente
citado, con tiempo suficiente para comparecer, y que se le hayan otorgado en general, las
garantías procesales que aseguren una razonable posibilidad de defensa; 6. Que no sean
incompatibles con sentencia anterior que tenga autoridad de cosa juzgada; y que no se
encuentre pendiente, ante los tribunales venezolanos, un juicio sobre el mismo objeto y
entre las mismas partes, iniciado antes que se hubiere dictado la sentencia extranjera”.

Artículo 852: “La solicitud de exequátur se presentará por escrito en el cual se exprese la
persona que lo pida, su domicilio o residencia, la persona contra la cual haya de obrar la
ejecutoria, y su domicilio o residencia. La solicitud deberá acompañarse con la sentencia
de cuya ejecución se trate, con la ejecutoria que se haya librado y la comprobación de los
requisitos indicados en el artículo precedente: todo en forma auténtica y legalizado por la
autoridad competente”.

Auto de la CSJ/SPA, núm. 474, 14 de junio de 1994 (Arlen García Dónate), véase extracto
en OPT/JCSJ, núm. 6, 1994, pp. 216-218; TSJ/SCC, núm. 737, 26/09/2006 (Alexandra
García Alfaro y Nelson Jesús Rincón Morales).

Remiro Brotones, Ejecución de…, cit., p. 192. En el foro venezolano se observa con
complacencia una cierta tendencia hacia el reconocimiento, en el entendido que “en
materia de reconocimiento de sentencias extranjeras la regla general es el pase, y su
negativa sería la excepción, pues negarle vigencia en el territorio a una situación
jurídicamente creada en el extranjero afectaría a las partes intervinientes y a los terceros,
porque su realidad de hecho difiere de la realidad jurídica, pues se estaría negando el
reconocimiento de los derechos adquiridos en otro Estado que ya conoció del asunto”.
Véase, TSJ/SCC, núm. 512, 10 de julio de 2007 (Noelia Jamete Aguilar Lozada vs.
Norberto Rank).

Madrid Martínez, Claudia, “Breves notas sobre el orden público y el reconocimiento de


decisiones extranjeras en el sistema venezolano de Derecho internacional privado”,
Temas de derecho internacional privado, libro homenaje a Juan María Rubiera, Caracas,
Colección Libros Homenajes, TSJ, núm. 12, 2003, p. 365.

Así lo consagra expresamente el Reglamento 44/2001 en su artículo 36.

TSJ/SCC, núm. 269 del 20 de mayo de 2005, cit.

Ídem

TSJ/SPA, núm. 2185 (Manuel Arturo Espinoza de los Monteros Guerra vs. Iris Marina
Márquez García) del 17 de noviembre de 2004.

G. O. núm. 37942, de fecha 20 de mayo de 2004

TSJ/SPA, núm. 269, 20 de mayo de 2005, cit.

TSJ/SCC, núm. 70 (Alexandra García Alfaro y Nelson Jesús Rincón Morales) del 7 de
febrero de 2006
TSJ/SCC, núm. 323 (Alexandra García Alfaro y Nelson Jesús Rincón Morales) del 23 de
mayo de 2006

TSJ/SCC, núm. 737 (Alexandra García Alfaro y Nelson Jesús Rincón Morales) del 26 de
septiembre de 2006.

TSJ/SCC, núm. 474 (Alexandra García Alfaro y Nelson Jesús Rincón Morales) del 26 de
junio de 2007.

En el mismo sentido TSJ/SCC, núm. 474 (Mariza López Vellorín y Carlos Torrearla
Castro) del 25 noviembre de 2011.

Este último literal fue reservado por España al ratificar la Convención, por ende, no es
aplicable. Véase, Ley aprobatoria publicada en G. O. núm. 33033 del 3 de octubre de
1984.

TSJ/SCC, núm. 323 del 23 de mayo de 2006, cit.

TSJ/SCC, núm. 269 del 20 de mayo de 2005, cit.

Con todo, si partimos de los presupuestos que ratifican que: a) no todas las
desigualdades que pudieran derivar de la distinta regulación de la
institución del divorcio en el derecho comparado lesionan principios y
valores básicos del Estado requerido; b) que no todos los regímenes de
reconocimiento articulan exigencias que impliquen la búsqueda de una
conformidad con las normas sustantivas del foro, y c) que el control de la
ley aplicada no es una exigencia presente en todos los regímenes de
reconocimiento. En consecuencia, se impone como cuestión de primer
orden precisar cómo se articulan estas tres cuestiones en las distintas
fuentes que vinculan a Chile y a Perú en relación con las decisiones
extranjeras de divorcio. En el desarrollo de este punto estudiaremos cómo
las distintas fuentes que vinculan a Chile y a Perú en el ámbito del divorcio
abordan normativamente la excepción de orden público, así como de
cualquier otro condicionamiento que autorice la búsqueda de una
identificación entre el derecho aplicado al divorcio y las normas sustantivas
del foro. Pero, antes de entrar a analizar las condiciones de reconocimiento
previstas en cada una de las fuentes, haremos una referencia sucinta a las
normas de competencia judicial internacional (CJI) y de ley aplicable en
ellas recogidas, dada la repercusión que estas normas, sobre todo las de
ley aplicable, van a tener en el tratamiento de estas decisiones en sede de
reconocimiento chilena y peruana. Desde este conocimiento pretendemos
fraguar de su proyección en la doctrina local y en la jurisprudencia de
ambos países.

S1. Actividad integradora. Las diferencias entre Derecho Internacional Privado y Público

https://prezi.com/view/eqLRrRikVud6szgo3A8m/

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