La Cristologia Hoy - Bruno Forte PDF
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La Cristologia Hoy - Bruno Forte PDF
ISSN: 0120-3649
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Pontificia Universidad Javeriana
Colombia
FORTE, BRUNO
La cristología hoy: el desarrollo a partir del Vaticano II y las características emergentes
Theologica Xaveriana, núm. 142, 2002, pp. 339-349
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá, Colombia
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partir del Vaticano II y las
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características emergentes* 339
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MONSEÑOR BRUNO FORTE **
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Han pasado ya veinte años desde que en 1981 fue publicado mi volumen
Jesús de Nazaret, historia de Dios, Dios de la historia. Ensayo de una cristología
como historia, reimpreso varias veces y traducido en varios idiomas. Este
volumen se situaba en la cumbre de un decenio muy fecundo para la re-
flexión cristológica católica, que había visto la aparición de obras magistra-
les como la del actual cardenal Walter Kasper, Jesús el Cristo (publicada en
1974 en alemán y, sucesivamente, en numerosos idiomas y ediciones), o
como la amplia producción del jesuita Jean Galot, profesor en la Gregoriana.
Los años ochenta conocieron, del mismo modo, una reflexión fértil
sobre Cristo, caracterizada especialmente por la profundización trinitaria de
la cristologia, de los cuales son testimonio el volumen del mismo Kasper, El
Dios de Jesucristo (1982), la relevante síntesis de Marcello Bordoni, Jesús de
Nazaret. Presencia, memoria, espera, publicada en 1988 (de la cual es una
* Tanto este documento de monseñor Bruno Forte, como el de monseñor Rino Fisichela,
son producto de las video-conferencias que la Congregación para el Clero bajo la
dirección de el señor cardenal Darío Castrillón Hoyos, han tenido lugar con la finalidad
de la actualización teológica del clero. Para el lector interesado en obtener mayor
información y acceso a las otras video-conferencias hacerlo a través de la página web:
www.clerus.org. Dado que son video-conferencias pedimos excusas si varias citas
textuales no tienen referencia bibliográfica por estar tomadas directamente de la
página web y no de los autores.
** Profesor de teología, Facultad de Teología de Italia Meridional.
MONSEÑOR
THEOLOGICA XAVERIANA BRUNO
142 (2002) FORTE
339-350
continuación ideal el ensayo La cristología en el horizonte del Espíritu,
publicado en 1995), como también mi libro Trinidad como historia. Ensayo
sobre el Dios cristiano (1985). En los mismos años se sitúan diversas
intervenciones de la Comisión Teológica Internacional sobre el tema: si el
documento titulado Algunas cuestiones concernientes a la cristología (1979)
concluye el “decenio cristológico” de la teología católica posconciliar, otros
340 textos salen a la luz en los años ochenta, como ese sobre Teología, cristología,
antropología (1981) o ese otro sobre La conciencia que Jesús tenía de sí
mismo y de su misión (1986).
Mientras, en los años noventa, se publicaron dos documentos signifi-
cativos sobre la relación entre cristología y destino universal de la salvación;
el primero dedicado a Algunas cuestiones sobre la teología de la redención
(1995), y el segundo sobre El cristianismo y las religiones (1996), dirigido a
clarificar la cuestión de la singularidad de Jesucristo, decisiva para un desa-
rrollo correcto del diálogo con las otras religiones. En este sentido se sitúa
igualmente la declaración Dominus Jesus, de la Congregación para la Doctri-
na de la Fe, publicada en el año jubilar con el propósito de proponer una
solemne profesión de fe en Aquél que es en persona la verdad, que libera y
salva, Jesús el Cristo.
El mismo magisterio de Juan Pablo II ha presentado desde el inicio una
marcada caracterización cristológica-trinitaria: el ciclo maestro está
representado por las tres encíclicas Redemptor Hominis (1979), dedicada al
Hijo, Dives in misericordia (1980), consagrada a Dios Padre, y Dominum et
vivificantem (1986), sobre la persona y la obra del Espíritu Santo. La estructura
cristológico-trinitaria vuelve significativamente en el recorrido propuesto para
la preparación al gran jubileo del año 2000 en la Tertio Millennio Adveniente
(1994). Sobre esta nota teológica de fondo se puede decir que se armonizan
todas las enseñanzas del presente pontificado: desde la reflexión sobre la
antropología, presentada en las encíclicas mencionadas, además de la
Laborem exercens de 1981, sobre la dignidad del trabajo humano, y la carta
apostólica sobre la mujer, Mulieris dignitatem, de 1988 -pasando por la
reflexión sobre la moral propuesta en la Veritatis splendor, de 1993, en la
Evangelium vitae, de 1995, y en las encíclicas sobre la cuestión social,
Sollicitudo rei socialis, de 1988, y Centesimus annus, de 1991-, hasta la
realizada sobre la eclesiología, delineada a la luz de la singularidad del
Redentor y de la comunión trinitaria, en la Redemptoris Missio, de 1991, en
Todo lo que el Espíritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, así
como en las culturas y religiones tiene un papel de preparación evangélica, y no
puede menos de referirse a Cristo, Verbo encarnado por obra del Espíritu.
(Redemptoris Missio, 29)
Aunque la Iglesia reconoce con gusto cuanto hay de verdadero y de santo en las
tradiciones religiosas del budismo, del hinduismo y del islam -reflejos de aquella
verdad que ilumina a todos los hombres-, sigue en pie su deber y su determina-
ción de proclamar sin titubeos a Jesucristo, que es “el camino, la verdad y la vida”
(Redemptoris missio, 55).
Una cristología más teológica; una cristología más histórica; una cristología
más capaz de conjugar estas dos dimensiones en la confesión de la singula-
ridad de Jesucristo, que una al mismo tiempo la urgencia de la proclamación
de la Buena Nueva y la necesidad del diálogo con el otro, quien quiera que
sea y de cualquier parte venga. Esta es la triple instancia que parece emer-
ger de los desarrollos de la reflexión cristológica posconciliar: una instancia
que hace eco a la permanente exigencia de la fe en Cristo de confesar en Él
la unión de lo humano y lo divino sin confusión o mezcla, sin división o
separación (cfr., el Concilio de Calcedonia del año 451). Se trata de desarro-
llar una reflexión de fe que una la fidelidad a la tierra y la fidelidad al cielo,
la fidelidad al mundo presente y la fidelidad al mundo que debe venir, como
ha sucedido una vez para siempre en Aquél que es la alianza en persona. A
Él se dirige, pues, la invocación del teólogo -unida a la de toda la Iglesia-
para que el logos de la fe pensativa se una al hymnos de la fe adorante, que
escucha, celebra, proclama y vive el misterio revelado en Él, el Verbo veni-
do entre nosotros, sobre cuya secuela hemos apostado toda nuestra vida.
Roma, 29 de septiembre de 2001