Blanchot Maurice, La Novela L Etranger

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Blanchot, Maurice

La novela "L'etranger" en: Falsos Pasos, Pre-textos, Valencia, 1977

XI. LA NOVELA "L'ETRANGER"

Le Temps qu 'il fait de Armand Robin y L 'Etranger de Albert


Camus, primeras novelas de dos jóvenes escritores, son un testimonio
perfecto de la diversidad y amplitud de valores que puede abarcar el
género novelístico. El libro de Arrnand Robin está- relacionado con la
poesía no sólo por la presencia de un canto poético, sino por una
transformación del lenguaje que intenta, por medio de uniones ritmi-
cas, figuras y una nueva unión de las palabras, una visión inexpresable
del mundo. La novela de Albert Camus está dominada por la prosa,
que no admite imágenes, melodía o invenciones nacidas de las pala-
bras; rechaza toda belleza externa, admitiendo como única metáfora
la historia misma, que ofrece a una idea invisible la oportunidad de
una expresión exacta y corunovedora.
Considerando L 'Etranger desde fuera, parece una obra de la
que se ha apartado toda explicación psicológica, penetrando en el
alma de los personajes sin conocer la naturaleza de sus sentimientos
o de sus pensamientos. Es una obra que borra la noción de sujeto;
todo lo descrito es comprensible inmediatamente de modo objetivo:
giramos en tomo a los acontecimientos, al héroe, como si sólo pudié-
ramos verlos desde fuera, como si para conocerlos realmente fuera
necesario el mirarlos en tanto que espectadores, e incluso imaginar
que no hay otro medio de llegar a ellos que este conocimiento extran-
jero. Ni un análisis ni un comentario sobre los dramas que se van cons-
tituyendo y las pasiones que provocan. Intentemos, pues, considerar el
mundo desde el exterior, penetrar en los hombres sin otra referencia
que sus gestos y su existencia; describamos lo que hacen como si ello
tuviese más valor significativo y poder de sugestión que cualquier evo-
DIGRESIONES SOBRE LA NOVELA LA NOVELA "L'ETRANGER"
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cación sentimental por rica que ésta fuese. Y finalrnente , intentemos con una nueva amante; inicia una amistad con un vecino de escalera.
instalar la tragedia con la necesaria ambigüedad p~fa que lo q~e ocurra Todo est?, visto desde fuera, presenta una sucesión perfectamente
en el interior puerca responder a lo que se manifiesta exteriormente, natural, inheren te a una cadena insignificante de hechos. Y esta
sin que se pueda nunca estar seguro d~ la correspondencia entre anver- serie, p~r la acción de otro acontecimiento fortuito, adquirirá la
so y reverso. Todo relato novelesco tiende, por SI rrusrno , a esta con- apariencia de un encadenamiento fatal e irremediable.
cepción cuyas leyes implican un~ visi.ón part~cular del mundo .. Un domingo, invitado por un vecino a una playa cercana a Argel,
Albert Camus lleva aún mas lejos el sistema que ha elegIdo. No se ve mezcl.ado en una pelea; hay un intercambio de golpes, su amigo
sólo su obra describe a un hombre tal que se le podría conocer, aun- resulta ~endo en un brazo. El incidente parece sin importancia. El
que no se pudiera saber lo que piensa y ,siente m~ que por.sus actos, ernpleadillo vuelve a la playa, se pasea, indiferente y tranquilo, domi-
en consecuencia, tal y como otro podria verlo, sJ?o que incluso es nado por el sol. De repente descubre, tumbado en una roca, al árabe
el héroe mismo el que se describe, se cuenta, mostrandonos sus gestos, ·.que ha provocado la pelea, sostiene en la mano un cuchillo; él también
su conducta, su forma de hacer, y no su manera de, ser. El. rela~o en He.va un arma, el revolver que le ha quitado a su amigo para evitar un
primera persona suele servir para confidencias, monologas íntenores, crimen. El sol, en toda la escena, es abrasador; el aire es de fuego; el
interminables descripciones íntimas; Albert Camus lo err:plea par.a sudor le resbala por las mejillas, le' empaña la vista haciéndole insopor-
apartar cualquier análisis de los estados de ánimo,. cualquier pOSI~I­ table el r:splandor del cuchillo expuesto a la luz. Dispara una vez,
lídad de ensoñación y, tcdavia más, para crear una infranqueable dIS- cua.tro mas ~obre el cuerpo ya inerte. "Con cuatro golpes breves
rancia entre la realidad humana y las formas que revelan los aconte- -?Ice- Ila:ne. a la puerta de la desgracia." Aparece así un acontecí-
cimientos o los hechos. El hombre que cuenta, diciendo Yo, una m.sto- n1le~to se:lO, grave, que, n.acido de nada, cambiará probablemente su
ría esencialmente dramática, la más dramática que pueda concebirse , destino. Sin em~a.rgo, a primera vista, este incidente parece más desa-
el que presenta esta historia sin revelar nada de sus verdaderas t:ans- g:adable que trágico; se ha c~n:e.tido un asesinato, pero todo parece
fonnaciones o, en todo caso, revelando sentim~:ntos que por su ,mlsm,a disculparlo: el desarro~o ~el JUICIO debería ser trivial, insignificante,
sencillez aún le alejan más de nosotros, ha~le!,~ono~lo todavía mas c?m.o el res,to de la historia. Pero, en relación a él, todos los hechos
ajeno que si no dijese nada, tiende a una objetividad insuperable E,s, nImIOS de. dias ~r~~edentes c.obran una extraordinaria significación. La
en relación a sí mismo, como otro que le observara y ha~lase d~ el. aparente insensibilidad del Joven, su indiferencia ante el cadáver de
Sus actos le absorben por completo. Es totalmen te exterIor. a. ~; su su ma~re, su inconsciente c.onducta se convierten, a los ojos del juez
única vida interior son los impulsos más externos de la sensibilidad, (de quien ha rechazado el sistema habitual de resolución) en pruebas
Es mucho más él mismo cuando piensa menos, cuando siente menos, de. una profunda culpabilidad, expresión de una inclinación hacia el
cuando tiene menos intimidad consigo mismo. crimen que exige el máximo castigo. El abogado le defiende torpe-
El arte de Albert Camus reside en haber logrado unir esta forma m~nte. El .fiscaJ da del asunto una versión tan minuciosa, tan verosí-
con un modo esencial del ser humano, y haber obtenido de ambos mil, que ru el acusado puede sustraerse a su influjo. Es condenado a
un relato que ofrece una imagen de la fatalidad. El empleadillo que muerte.
intenta entrar en contacto con nosotros acaba de perder a su madre, ¿Quién es este empleadillo,. de tan trivial comportamiento, brus-
que vivia en un asilo y a la que apenas visitaba; la anciana estab~ cam~nte arrastrado por la fatalidad de sus insignificantes actos a un
acostumbrada a la soledad; vivía con gentes de su edad, ¿por q~e destino tan espantoso? En cierto modo, es la imagen misma de la reali-
razón su hijo hubiese tenido que llevarla a vivir con él? El velato~o dad hum~na despojada d~ c~,alquier convención psicológica, abordada
transcurre en las condiciones de incomodidad y malestar propias por medio de una descripción puramente externa, privada de todas
de ese tipo de actos. El joven desea que termine pronto: no sabe las falsas explicaciones subjetivas. Es la ausencia profunda, el abismo
qué hacer entre tanto extraño, fuma, bebe una taza de :afe, da unas en el que tal. vez no hay nada, o tal vez está todo; abismo que conlleva
cabezadas. No piensa mucho en su madre, aunque a.declr verdad, no todo espectaculo humano. Durante el velatorio y el entierro de su
piensa. Los pequeños detalles del momento son s~fi.clentes para absor- n: ad re no llora, apenas habla, no manifiesta ningún sentimiento. 'Sig-
berle. Tras el entierro, su vida vuelve a ser la rrusrna; vuelve a la ofi- nifica esto que es un mal hijo, un cínico sin vergüenza ni sensibilidad?
cina, va a ver un mm cómico, se baña en la piscina, pasa la noche No, su modo profundo de sensibilidad es el no sentir; siente con
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aquello que está por encima de -cualquier forma expresable de sensi-
bilidad, lo que rechaza las formas impuras, engañosas, adaptadas al parte, privilegiada, lo cual expresa la justificación final que la pone
uso de la sociedad y de la vida práctica. En el momento en que va a de acue.rdo. con sus actos, recompensándola por no haber eludido
disparar sobre el árabe no hay en él ni sombra de una idea, ni un pro- nada, m dejado nada para más tarde, devolviéndole su parentesco
yecto, está en su pleno vacío, no está en modo alguno ligado al pasado con el mundo incognoscible.
de este asunto o a su posible futuro: se halla por entero en la. resta- Esta conclusión, de imperioso sentido , que descubre las verda-
llante luz que le abrasa, que le hace encontrar molesto el resplandor deras perspectivas del libro, sólo tiene un defecto: el de aparecer
de una hoja al sol, que le hace disparar. "¿Por qué ha matado a ese e~l .él. Se ~bserva un cambio de tono bastante molesto en tre la obje-
árabe?", le pregunta el tribunal; y responde "rápidamente, mezclan- t1Y1~ad. casi a?s?lu ta del relato, que constituye- su verdad profunda, y
do un poco las palabras, dándose cuenta de su ridículo", que er por l~s últimas paginas, ~n las que el extranjero expresa lo que piensa y
culpa del sol. Aquí aparece también el porqué la sociedad condena; lo SIente respecto a la ,;da ya la muerte. Cuanto más se cierne el destino
hace, no a causa de su asesínato, que podría disculparse, ni por su sobre el, mas debena aumentar su sobriedad su mutismo su "No
pretendida insensibilidad, fácil de ocultar con interpretaciones favo- pienso, no digo nada". La fatalidad que le ab~ma por que ~o puede
rables, sino por la ausencia fundamental que revela por su presencia exp~ica~e no. seria capaz, a m~dida que le va aplastando, separarlo de
total hasta en sus gestos más sencillos, más elementales, por esta su s~enclO. VIenen. a la memona las admirables escenas de algunos libros
ausencia de pensamiento y de vida subjetiva que hace de él un extra- de Faulkner, por ejemplo, de Santuario, en el que la justicia es también
ño. La sociedad no tolera el que se revele, con tanta ingenuidad, con Í1~st:umento de una espantosa fatalidad. ¡Qué ausencia!, y, tanto en las
una especie de inconsciencia que la consterna, que lo verdadero, el VI~tlI11aS con:o en los actor,es del drama, ¡qué laconismo! Las quejas, los
modo constante de pensar del hombre es un "No pienso", "No gntos de Od,IO, la lo~ura, solo se expresan mediante el hecho de que no
tengo nada en que pensar", "No tengo nada que decir". No soporta el lo hacen~ s?lo un hgero temblor de los cuerpos, un incomprensible
que se ahogue de este modo la fuente de los elevados sentimientos en entorpec~en:o de la consciencia. La desgracia hace enmudecer a esa
los que se autocomplace: la nobleza, el pudor, el amor filial; y mucho voz expl~~atona que pone las cosas en su punto, deduciendo de ella
menos el que se pueda vivir con una total indiferencia hacia el pasado una lección accesible al habla. Si se deseara aclarar el malestar que
y el futuro, sin un plan preconcebido, sin hacer el menor caso al orden entorpece la segunda parte de L 'Etranger, se comprobará que el
que ella encama. Ser juguete del azar es un crimen en la vida en socie- engr~aje, el procedimie?t~, la puesta en escena del proceso, son, en
dad. En ella, el azar deviene destino. ocasiones, totalm~nte fact~cos; la fatalidad parece creada completa-
Albert Camus no se ha contentado con dar a su historia esta me,nte por la SOCIedad, y esta, mezcla de hipocresía y temor, ideales
sombra invisible que la mirada adivina, también desea expresar su y ord~nes, s.ometa a un juicio arbitrario a un cierto tipo de hombre
sen tido de una forma más clara y directa. En la última parte de su cuya ingenuidad desconoce su orden. En realidad, el héroe de Albert
libro, cuando el condenado intenta en vano escapar a lo irremediable, Ca~us no significa únicamente esa oposición, demasiaclo fácil, entre
le hace descubrir la profunda verdad de esta fatalidad, al oponerle con rea.1 ldad humana y realidad social. Su extrañamiento no es el carac-
un sacerdote que, inútilmente, intenta llevarle su consuelo. Efectiva- tenstic~ de un individuo que se siente ajeno a las convenciones y a las
mente, no hay ningún punto en común entre un sistema religioso basa- leyes; sino que represen ta el sentido que adquiere la existencia cuando
do esencialmente en la salvación, la vida en el más allá, el ideal fuera se la observa desde la exterioridad de los modos de pensar y sentir que
del tiempo, y la conducta de este hombre, enteramente expresada en el empleo de las palabras hace explícito. Es esa originalidad esencial
cada instante, ajena a toda finalidad, que rechaza el proyecto incluso que .se afirma enteramente en el presente y, cambiando todo azar en
en la acción misma. El condenado, después de haber creído que se destino, choca con el mundo, las cosas y la sociedad como contra un
hundía, bajo el peso de su trágico castigo, toda la razón de su vida, que no se sabe qué imposible, pero natural e inexorable.
era vivir, se da cuenta de la razón de su condena, no muy distinta de
la de los otros. Cada uno se condena por que la vida que cree escoger,
el destino que se intenta abarcar, no son nada ante los ojos del único
destino que escoge a cada persona. Pero esta persona es, por otra

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