Teoria Arqueologica

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bookTeoría arqueológica

Matthew Johnson

Francisco Fernández Moya, S-1.

Orígenes de la Humanidad.

Capítulo 1. El Sentido Común no basta

Podríamos dividir este primer capítulo de la obra de M. Johnson en tres partes; en


la primera de ellas intenta definir “teoría” y la distingue de los procesos técnicos y
metodológicos, la segunda parte consiste en cuatro razones para explicar por qué
la teoría es necesaria en relación con la arqueología y por último, la tercera sería
una breve explicación del resto del libro, en el que intentará que se comprenda la
teoría en relación al pensamiento arqueológico.

En primer lugar Johnson intenta responder a la pregunta de por qué hacemos


arqueología, la que instantáneamente relaciona con otra; por qué la arqueología
es tan importante para nosotros, lo que nos conduce a la cuestión del nosotros,
nuestra identidad y esas cuestiones son completamente teóricas.

Tras esta cuestión, Johnson comienza con sus definiciones de teoría, y aunque
todavía no da una exacta señala que bastantes arqueólogos incluyen dentro del
concepto de teoría las motivaciones de la práctica de la arqueología, así como el
contexto social y cultural de la arqueología y la problemática de la interpretación.
La gran mayoría de los arqueólogos están de acuerdo en que la forma de
interpretar el pasado requiere necesariamente de conceptos teoréticos.

Aunque aquí empiezan a aparecer discrepancias en cuanto a considerar ciertos


conceptos como teoréticos o adaptaciones técnicas o modos de trabajo, por lo
tanto a menudo teoría y concepto se confunden. En sentido estricto, la teoría se
encarga del “porqué” y el método del “cómo”, pero al estar tan relacionados ambos
conceptos, para muchos arqueólogos esta división tan rudimentaria es muy pobre.

A continuación, Johnson expone cuatro razones de por qué la teoría es necesaria


para la práctica arqueológica que son:

- Justificar la actividad que realizan los arqueólogos, la gente necesita tener una
idea clara de la importancia de la investigación arqueológica, de por qué vale la
pena financiarla…

- Cotejar una interpretación del pasado con otra, para decidir cuál es más sólida,
para ello se utilizan criterios teoréticos, así es posible calificar como “buena” o
“mala” una interpretación del pasado.

- Ser muy claros en el trabajo de arqueólogos, deben ser abiertos sobre sus
razones, sus puntos de vista y sus prejuicios y no disimularlos o afirmar su
inexistencia.

- No hay “necesidad de teoría”, porque en realidad la usan continuamente, todos


los arqueólogos son teóricos, éste es el punto clave, cualquier arqueólogo que
diga que su trabajo es ajeno a la teoría no dice la verdad. Lo que diferencia a un
arqueólogo de un simple recolector de trastos viejos, son las reglas que usan para
transformar los hechos en relatos coherentes del pasado y todas estas reglas son
evidentemente de naturaleza teórica.

Por último, habla sobre la dificultad de la teoría ya que requiere en pensamiento


individual, pensar por uno mismo.

Y en cuanto a la última parte del capítulo, Johnson explica el método que utilizará
en el resto de libro para explicar las principales tendencias de la teoría
arqueológica desde los años sesenta hasta la actualidad, se valdrá de dos
estrategias:

- La primera, hablar de los desarrollos ocurridos en otras disciplinas, ya que la


arqueología suele tomar determinadas ideas de otras disciplinas.

- La segunda, examinar históricamente el desarrollo de la teoría, centrándose en


los orígenes de la Nueva Arqueología y seguidamente en las reacciones que
suscitó.
Capítulo 2. La “Nueva Arqueología”

En primer lugar, el segundo capítulo del libro de M. Johnson, trata como su título
indica de la Nueva Arqueología y se podría compartimentar en tres bloques; el
primero de ellos en el que el autor explica brevemente la dificultad de conjugar el
pasado y el presente, el segundo en el que cuenta cuáles eran las prácticas
arqueológicas antes del surgimiento de la Nueva Arqueología y también los
orígenes de la aparición de ésta, y por último la tercera parte en la que se centra
en explicar los aspectos de la Nueva Arqueología y establece una pequeña
conclusión final.

Johnson comienza explicando que el trabajo del arqueólogo es investigar que


pasó en el pasado, pero que los materiales que sirven como fuentes y el propio
pasado que intenta construir pertenecen al presente, y expone que nunca
sabremos que ocurrió en verdad pero el arqueólogo está en lucha continua
intentando escribir el mejor relato posible sobre el pasado.

Hay que tener en cuenta el gran abismo que hay entre el presente y el pasado,
este abismo los arqueólogos intentan esquivarlo de varias maneras, aunque no
siempre es una forma segura y definitiva, explica el autor. La cuestión de cómo
unir presente y pasado planeó con más auge que nunca con la Nueva Arqueología
en los años sesenta y setenta.

Tras esto, Johnson comienza a explicar la situación de la arqueología antes de la


aparición de la Nueva Arqueología, dice que muchos historiadores de la
arqueología mantienen que siglo anterior a los sesenta fue una largo período de
somnolencia para la teoría, con un escasísimo debate teórico. Uno de los pilares
básicos de la Nueva Arqueología es que la mera recolección de datos
(materiales), no conduce a un mejor conocimiento del pasado.

Por otro lado el autor expone uno de los pilares básicos de la arqueología anterior,
el concepto cultura arqueológica, un tipo de cultura normativa, ya que está en
función de dos presunciones; la primera, los objetos son expresiones de normas
culturales; y la segunda, tales normas definen lo que es “cultura”. Es también un
concepto politético, depende de que un gran número determinados de rasgos
diferentes se produzcan juntos. Para una mejor comprensión el autor hace un
breve resumen final explicando que desde el punto de visto tradicional,
trasladamos el presente al pasada a base de reunir objetos en grupos que
denominamos culturas arqueológicas.

Este enfoque tiene dos consecuencias según Johnson:

- La primera, estimula la tendencia a particularizar lo que los arqueólogos


cuentan del pasado, en vez de hacer generalizaciones.

- La segunda, es la tendencia a contemplar las culturas como si no


evolucionaran.

Por último explica que las explicaciones sobre Prehistoria eran de dos tipos:

- Secuencias cronológicas de culturas.

- Mapas que indicaban las migraciones o la difusión de ideas testimonio del


cambio entre culturas.

La síntesis producidas tendían a ser descriptivas, es decir, describían fases y


áreas en las que se producía un cambio culturas, pero por último Johnson señala
que había muy poca explicación explícita de las razones de los cambios o de los
motivos por los que una cultura se difundía.

A continuación el autor empieza ya a explicar los orígenes de la Nueva


Arqueología, término que aplica a una escuela de pensamiento que arrasó dentro
de la arqueología anglo-americana en los sesenta y setenta, señala que no fue un
grupo cerrado y homogéneo, sino que dentro de la Nueva Arqueología se reunió
un amplio grupo de arqueólogos de ideales diversos pero que compartían la
misma insatisfacción por el estado de la arqueología y tenían la seguridad de que
la situación debía cambiar, según Johnson esa insatisfacción se podría reflejar en
la frase: “debemos ser más científicos y más antropológicos”, más científicos
porque la ciencia usa los datos para contrastar una hipótesis y extrae
generalizaciones en sus conclusiones y antropológicos porque muchos nuevos
arqueólogos cuestionaron la relación entre culturas arqueológicas y los pueblos
del pasado.
Ya en la parte final del capítulo el autor analiza ampliamente los aspectos clave de
la Nueva Arqueología, los cuáles se repetían en los textos de los proponentes de
ésta. El autor los clasifica en siete puntos:

- Primero, el énfasis en la evolución cultural, las sociedades podían clasificarse


de más simple a más complejo. Bajo este punto de vista, las sociedades
evolucionaron de un estadio a otro. Los nuevos arqueólogos querían investigar las
dinámicas internas de las sociedades, su “trayectoria cultural”.

- Segundo, el énfasis en la teoría de los sistemas, la cultura era entendida como


un sistema en el que los componentes se relacionan y comparable a los
descubiertos en el mundo físico y animal.

- Tercero, la cultura era adaptiva en relación a un medio externo, este énfasis


teorético sobre la importancia del medio externo, llevó a interesarse por el
materialismo cultural, la ecología cultural y las formas de economía de
subsistencia. Además estas nuevas actitudes avanzan junto a las nuevas técnicas
científicas como la datación por carbono-14 o la dendrocronología.

- Cuarto, se insistió en el enfoque científico, los nuevos arqueólogos utilizaban


la ciencia para catapultar la arqueología, la contrastación científica de las hipótesis
da la medida del progreso de la arqueología.

- Quinto, los nuevos arqueólogos querían ser más explicativos que meramente
descriptivos, se preguntan el por qué no sólo el cuando, además quieren indagar
en los procesos fundamentales y observarlos a largo plazo.

- Sexto, hubo una tendencia a ser más explícitos con respecto a las influencias
recibidas y los propios prejuicios. Gran parte de la Nueva Arqueología estaba
interesada en pronunciarse abiertamente sobre todo aquello que sólo de forma
tácita se presuponía.

- Séptima y última, la comprensión de la idea de variabilidad, es decir, la


intelección del material arqueológico en términos estadísticos.

Por último, Johnson realiza una pequeña conclusión en la que señala que como
toda revolución de cualquier tipo, al poner en práctica las nuevas ideas de la
Nueva Arqueología aparecen la discordia y los desacuerdos, cuestiones que
tratará en los dos próximos capítulos.
Capítulo 3. La Arqueología como ciencia.

En este capítulo M. Johnson analiza los distintos puntos de vista con relación a la
ciencia, que son positivos, y ahí habla sobre el positivismo y el positivismo lógico y
negativos, donde trata las distintas objeciones a la ciencia, destacando a los
filósofos Kuhn y Feyerabend, además de hablar sobre el constructivismo social por
último.

En primer lugar el autor en la introducción comenta que ambas visiones, tanto la


positiva como la negativa tienen un origen cultural y explica que en la sociedad
occidental la idea de Ciencia es sinónimo de aprobación y algo “acientífico” es
algo no aprobable y abusivo y se pregunta qué tipos de ciencia, si los hubiese,
debería tratar la arqueología de tener en cuenta.

La Nueva Arqueología, ya en su estado de madurez según Johnson tuvo que


afrontar este problema, utilizó las técnicas como una de las formas de mejora de
su carácter científico, como técnicas de datación moderna (carbono-14 o
dendrocronología), pero el desarrollo de todas estas técnicas supuso un problema
de especialización del arqueólogo, lo que propició cambios en el modelo de
financiación de la arqueología; la actividad arqueología tuvo cada vez un sentido
más “científico” y los arqueólogos accedían a salas mejor equipadas y a
laboratorios. No obstante, el uso de estas técnicas no implicaba la utilización del
método científico para descifrar el pasado.

Seguidamente el autor comienza a exponer una serie de definiciones para


“ciencia” y la primera de ella es el positivismo; el término positivismo es utilizado
por los teóricos de manera confusa, ya que tiene distintos significados según el
contexto, Johnson explica dos de estos sentidos:

1- Un conjunto de convicciones sobre la manera de conducir la investigación


científica, y entre estas convicciones destaca:

a) La idea de que debemos separar la teoría del método.

b) La separación del contexto del descubrimiento de una idea del contexto de su


evaluación.
c) Sólo es válida la explicación generalizadora.

d) Las afirmaciones que no pueden probarse quedan fuera del dominio de la


ciencia.

e) El pensamiento científico ha de ser independiente de los juicios de valor y de


la acción política.

El positivismo ha sido relacionado con un método específico (el método


hipotético-deductivo-nomológico), que consiste en tomar una hipótesis y
contrastarla y las deducciones de los resultados sirven para elaborar explicaciones
generales.

2- El convencimiento de que las ciencias sociales, incluida la arqueología, han


de procurar seguir el mismo proceso histórico de desarrollo que han seguido las
ciencias de la naturaleza.

Este argumento fue introducido por A. Compte, en relación a la sociología,


sugirió que las ciencias sociales podían tomar una ruta similar, evolucionando
hasta el estadio de las ciencias naturales.

Seguidamente el autor explica el positivismo lógico, algo así según Johnson


como una versión extremista del positivismo. Para los positivistas lógicos,
cualquier afirmación que no se demostrable no sólo queda fuera del dominio de la
ciencia sino que no tiene ningún valor. Este positivismo lógico era cientifista, es
decir, creían que es pensamiento científico era superior a cualquier otro
pensamiento de distinto tipo, además exponían que cualquier explicación debe
expresarse en términos de una “ley” redactada de forma muy ajustada, aplicable
en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia.

El positivismo lógico es utilizado por el autor como advertencia de que indagar


en otras disciplinas puede ser peligroso y tomar prestados conceptos de las
mismas puede en ocasiones ser beneficioso y otras dar origen a mucha confusión.
Tras explicar las distintas corrientes positivistas, Johnson comienza con las
objeciones a la idea de ciencia, las importantes para el autor son las siguientes:

1- La ciencia se basa en la comprobación y en la observación de resultados.


El pasado está enterrado y ya no existe y no hay posibilidad de realizar tests sobre
el pasado como lo hacen con la ciencia.

2- El comportamiento humano, puede estudiarse como intencionado, la


acciones humanas sólo pueden explicarse por referencia a las ideas e intenciones
de los humanos. Las ideas y las intenciones no tienen entidad física, sólo existen
como pensamientos. La interpretación arqueológica es de naturaleza
hermenéutica (sobre ideas, significados y símbolos) y no de naturaleza científica.
Este argumento constituye uno de los pilares de la arqueología postprocesual.

Para Johnson la objeción más seria y definitiva al positivismo es la que dice que
no es una teoría sino un mito; un modelo ideal de la filosofía científica pero que en
la práctica resulta un poco fraudulento, esta postura es defendida por los filósofos
Kuhn y Feyerabend.

La principal influencia de Kuhn en la filosofía de la ciencia reside pues, en


habarse apartado de las presunciones positivistas acerca de la naturaleza del
progreso científico y en haber cuestionado el uso de un único método positivista
en la investigación científica.

Para Feyerabend, la historia de las ideas científicas nos enseña que para
obtener mejores resultados hay que desechar el uso de un único método. Por lo
tanto hay que estimular la mayor diversidad posible de métodos y grupos
trabajando en ciencia, e incluso permitir estrategias “acientíficas” como la
apelación a las emociones.

Por último en este capítulo el autor explica el constructivismo social, que se


centra en lo que hacen realmente los científicos y no en lo que deberían hacer,
este tipo de trabajos (Kuhn y Feyerabend), han dado lugar a esta escuela de
pensamiento, que piensa que el conocimiento científico no es objetivo, sino que es
en parte una construcción social. El constructivismo cuestiona la alegación de la
ciencia de ser una forma distintiva y primordial de conocimiento, por tanto, niega
cualquier diferencia entre lo científico y lo “acientífico”.

Capítulo 4. Contrastar la teoría de alcance medio y la etnoarqueología.

En este cuarto capítulo del libro de Matthew Johnson, el autor en primer lugar
expone la teoría de alcance medio de Binford, seguidamente explica las
condiciones que establece Binford a su teoría, en tercer lugar enumera los
distintos problemas con la teoría de alcance medio y finalmente el autor realiza
una pequeña conclusión.

En primer lugar Johnson estable que al decir cualquier cosa del pasado
basándonos en el presente, utilizamos analogías; el uso de información derivada
de un contexto en el presente para explicar información encontrada en otro
contexto del pasado.

En este contexto, explica la teoría de alcance medio de Lewis Binford, para el


que la reivindicación de una arqueología científica dependía sobre todo del
problema de las analogías. Su argumento es el siguiente; los datos arqueológicos
forman un registro estático en el presente, pero los arqueólogos están interesados
en las dinámicas de las sociedades del pasado, y puesto que la ciencia está
presente, se intentan desarrollar teorías generalizadoras de las dinámicas del
pasado. Los arqueólogos ofrecen posibles vínculos entre lo estático y lo dinámico
cuando realizan una interpretación sobre el pasado, lo hacen a base de hacer
presunciones acerca del alcance medio, un “espacio” que se encuentra entre lo
estático y lo dinámico, las conclusiones (correctas o erróneas), de estas
presunciones son de alcance medio, estas presunciones nos llevan de la
observación del registro arqueológico estático al establecimiento de
generalizaciones y teorías sobre el pasado.

Seguidamente el autor expone las dos condiciones que establece Binford que la
teoría de alcance debe satisfacer:

1- Ser independiente formalmente al desarrollo de la teoría general.

2- Basarse en una presunción uniformizadora, debemos suponer que las


condiciones en el pasado eran parecidas a las del presente.
Esta presunción uniformizadota fue muy importante para el desarrollo de la
geología moderna y la estratigrafía arqueológica en el siglo XIX. Sin embargo,
aunque las características biológicas, geológicas y físicas sean los mismos en el
pasado que en el presente, no sucede lo mismo con el comportamiento humano,
ya que las culturas humanas se comportan de forma muy diferente.

Finalmente, el autor explica los dos problemas básicos relacionados con el


debate sobre las analogías y la teoría de alcance medio:

1- Una analogía, sancionada o no con la rúbrica de la teoría de alcance medio,


no prueba nada.

2- El problema de la continuidad cultural nos lleva a una segunda objeción.


Puede conjeturarse que la gente se ve influenciada en su conducta por ideas
culturales. Estas ideas no sólo afectan a las cuestiones culturales, sino que
también afectan a actividades aparentemente mundanas.

Por último Johnson establece una pequeña conclusión en la que comenta


brevemente la existencia de una cantidad importante de trabajo etnoarqueológico
y experimental que sigue la senda de las relaciones entre lo estático y lo dinámico,
como la tafonomía de los huesos o la arqueología del comportamiento, teorías que
Binford no quiso reconocer y que en realidad según Johnson estaban todas
estrechamente relacionadas.

Capítulo 5. La cultura como sistema.

En este capítulo el autor intenta explicar cómo funcionan las relaciones humanas
en primer lugar, en segundo lugar enumera los dos problemas que existen en
relación a la visión normativa de la arqueología tradicional. A continuación, expone
los aspectos principales de la teoría de sistemas, destacando sus pros y sus
contras y para terminar habla sobre el pensamiento sistémico modificado, que
surge tras las críticas a la teoría de sistemas.

Como decía, Johnson comienza intentando explicar cómo funcionan las


sociedades humanas, cómo se relacionan los seres humanos y todo tipo de
preguntas relacionadas con el hombre, éstas preguntas se las plantean disciplinas
relacionadas con los grupos humanos, sobre todo la sociología y la antropología
cultural, por tanto, concluye el autor que los arqueólogos se ven obligados de
nuevo a contemplar la teoría. Tras recordar la visión normativa sobre la cultura
que tenía la arqueología tradicional, habla de la existencia de dos problemas en
relación a este punto de vista; primero, que tiende a ser mentalista, es decir,
explica por qué una cultura es de una determinada manera, fundamentalmente por
lo que la gente piensa y segundo, se considera a la cultura un conjunto de ideas
construidos a base de meras adiciones. Por ella concluye Johnson, que la Nueva
Arqueología elabora un nuevo concepto de cultura muy diferente, la cultura era un
sistema.

En este punto, comienza a exponer los seis aspectos principales de la teoría de


sistemas desarrollada por la Nueva Arqueología, que son:

1- Los sistemas son como son, porque están adaptados a un entorno externo,
natural o social.

2- Los sistemas son observables, puede ser detectados en el sentido de que


dependen de un aprovisionamiento y de flujos de información.

3- Estos sistemas pueden modelarse a voluntad, siendo susceptibles de


simulación por ordenador, este aspecto es responsable de haber suavizado el
enfoque basado en las generalizaciones.

4- Los subsistemas son interdependientes, la aparición de un cambio en una


parte del sistema afecta al conjunto del sistema dando lugar a una respuesta
positiva (homeostasis) o negativa (transformación).

5- Los subsistemas están relacionados unos con otros y se comprenden por la


función que realizan.

6- Los arqueólogos pueden examinar las relaciones entre los subsistemas en


términos de correlación y no tanto en términos causales.

Seguidamente, el autor se centra en comentar los tres puntos fuertes principales


de dicha teoría, a saber:

1- Evita el problema del mentalismo.


2- Evita las explicaciones monocausales, las explicaciones que tratan de
singularizar una u otra causa responsable de un acontecimiento.

3- La teoría de sistemas es una fuente potencial de optimismo para los


arqueólogos. Si todos los aspectos de una cultura están relacionados, no hace
falta que los arqueólogos se restrinjan a los aspectos específicos que forman el
núcleo de su disciplina arqueológica.

Y también los principales puntos débiles del pensamiento sistémico, siendo


estos:

1- Se sostiene que hay un defecto fatal en el mismo núcleo de la explicación


funcionalista. Cuando explicamos algo por referencia a su función en el sentido de
que contribuye a mantener a un sistema total en acción, no atendiendo a su
origen.

2- Los argumentos sistémicos dependen de las relaciones funcionales, pero


estas relaciones siempre pueden ser dudosas en términos específicos. Pueden
existir estrategias alternativas al alcance de los individuos y las culturas que no se
consideren.

3- El funcionalismo no puede explicar adecuadamente el cambio. Un modelo


sistémico o funcional puede explicar por qué un sistema permanece estable. Sin
embargo no puede explicar que sucede cuando una sociedad se complejiza y por
qué suceden esos procesos.

4- Las implicaciones políticas del pensamiento sistémico pueden conceptuarse


de objetables.

5- La teoría de sistemas pretende conocer a la sociedad desde fuera. Ciertas o


falsas, se trata de categorías generales impuestas por arqueólogos a culturas
concretas. Y ciertamente son específicamente occidentales y burguesas.

Por último, Johnson, como consecuencia de las críticas recibidas por la teoría de
sistemas, presenta dos tipos de pensamiento que modifican la teoría:

1- Un cierto número de arqueólogos rechaza los métodos sistémicos procurando


seguir caminos completamente distintos.

2- Otros arqueólogos han intentado separar versiones modificadas y más


blandas del pensamiento sistémico.
Capítulo 6. Leer los pensamientos.

En este capítulo el autor comienza a valorar la importancia de hacer un esfuerzo


enorme por pensamientos de la gente del pasado, exponiendo la opinión de los
positivistas y seguidamente la suya propia. Después explica la arqueología
cognitiva o procesualismo cognitivo y también el estructuralismo y por último el
marxismo, haciendo hincapié en su ideología y al final establece una pequeña
conclusión.

En primer lugar, Johnson ante la cuestión de si merece la pena realizar un gran


esfuerzo por conocer los pensamiento de la gente del pasado, primero comenta la
opinión de los positivistas, según los cuáles nunca podremos contrastar lo que
pensaba dicha gente. Los positivistas dan dos razones muy claras:

1- Nunca se podrá verificar científicamente lo que reside en la sesera. Los


pensamientos no pueden comprobarse, por lo que quedan fuera del dominio de la
ciencia.

2- Los arqueólogos estudian las acciones humanas, estudian el registro


arqueológico.

Después el autor comenta que para él, es algo completamente necesario, y


establece tres razones para argumentar tal afirmación:

1- La realidad es que todos los arqueólogos hacen presunciones sobre los


pensamientos de la gente del pasado.

2- Los arqueólogos que no trabajan en las recónditas profundidades de la


prehistoria se enfrentan a testimonios que son de naturaleza estrictamente
“histórica”.

3- La forma de estudiar las sociedades humanas implica elementos filosóficos,


es casi imposible describir el comportamiento humano sin referirnos a conceptos
mentales.

Seguidamente Johnson explica la arqueología cognitiva; arqueólogos cercanos a


la tendencia procesual aceptaron que los primeros modelos procesuales no tenían
en cuenta la manera de pensar de la gente, por lo que mostraban ciertas
limitaciones. Empezaron a explorar la manera de captar el conocimiento dentro de
los supuestos generales del procesualismo, ha dado lugar a una escuela de
pensamiento etiquetada como arqueología cognitiva o procesualismo cognitivo; el
argumento principal es tratar de leer en los pensamientos sin ceder en los
elementos principales del enfoque procesual: la creencia en la objetividad
científica y la adhesión a los modelos sistémicos menos estrictos. Como resultado
han surgido dos escuelas; el estructuralismo y el marxismo.

Para los estructuralistas, la cultura es como el lenguaje; los arqueólogos


influidos por el estructuralismo sugirieron que algo parecido ocurre con los objetos
materiales que descubrimos en el registro arqueológico; los objetos serían, pues,
otra de forma de expresión cultural. Si se pretende explicar una cultura es preciso,
desvelar las reglas ocultas generadoras de las formas culturales.

El modelo marxista ha recibido muchas críticas por su teoría:

1- Los escritos de Marx proporcionan la base científica del comunismo,


contrariamente al positivismo, Marx piensa que los intelectuales no han de separar
el pensamiento de la acción política.

2- El proceso que conduce al cambio histórico es un proceso dialéctico según el


marxismo, es decir, que depende del desarrollo de contradicciones y conflictos en
su seno.

3- El concepto de ideología, que sirve, en definitiva, para:

a) Legitimar, es decir, hace aparecer el orden social vigente como algo


inmutable, establecido por la divinidad o carente de alternativas.

b) Hacer aparecer como universales intereses que son sectoriales

c) Enmascarar la realidad, negando la existencia de desigualdades económicas


y sociales.

Por último, Johnson establece una pequeña conclusión en la que comenta que
marxismo y estructuralismo confieren un tono distintivo a las corrientes
intelectuales que van a influenciar a la teoría arqueológica en la década de los
ochenta. El marxismo llama la atención sobre los conflictos y las contradicciones,
da importancia la ideología carácter fundamentalmente político del discurso
académico. El estructuralismo nos descubre un interés los contenidos de la cultura
material, por los significados de toda expresión cultural, todos estos temas
convergieron durante los años ochenta para formar una nueva rama de la teoría,
la arqueología postprocesual.

Capítulo 7. Arqueología postprocesual y arqueología interpretativa.

En este último capítulo, el autor empieza con un pequeña introducción a la


arqueología postprocesual, comentando su origen, la importancia de la figura de
Hodder y por último, explica en ocho puntos las características principales de la
arqueología postprocesual.

En primer lugar Johnson comienza comentando que a finales de los setenta y


principios de los ochenta un gran número de arqueólogos se mostraba
insatisfecho ante la orientación que tomaba la arqueología. Dicho grupo sentía que
la Nueva Arqueología no daba para mucho más, intelectualmente hablando.

Uno de los principales arqueólogos que mostraban esta insatisfacción era Ian
Hodder, que descubrió que para poder entender realmente lo que mostraban los
niveles arqueológicos era necesario indagar en las actitudes de la gente y en sus
creencias, Hodder apuntaló tres claves:

1- Rechazó la confianza mostrada por Binford acerca de las potencialidades de


la teoría de alcance medio como árbitro neutral entre explicaciones alternativas.

2- Se reafirmó en la idea de la importancia de las creencias de la gente y su


poder de simbolización. Asimismo, se reafirmó en la idea de que las culturas no se
podían interpretar únicamente en términos de adaptación al medio, y que “su”
visión acerca del mundo que les rodeaba era importante.

3- Comprendió que la cultura material era activamente manipulada por las


personas; que la gente hacía un uso muy diverso de los objetos en función de
distintas estrategias sociales. Con ello negaba que la cultura material fuera
simplemente un reflejo pasivo de un conjunto de normas.
Seguidamente el autor explica la arqueología postprocesual, llamada así porque
abarca una gran diversidad de puntos de vista y de tradiciones. Muchos de los
arqueólogos relacionados con esta etiqueta prefieren el término “arqueologías
interpretativas” que incluye un énfasis en la idea de diversidad.

El autor intenta caracterizar el pensamiento postprocesual utilizando ocho


afirmaciones:

1- Rechazo al punto de vista positivista sobre la ciencia y la separación entre


teoría y datos. Los datos siempre llevan consigo un carga teórica. Rechazo a la
reivindicación de que la ciencia es la única forma de conocimiento. Se alinean con
otras concepciones no positivistas sobre que es ciencia, particularmente con el
constructivismo social.

2- La interpretación es siempre hermenéutica, es decir, estudia los significados.


Cuando los arqueólogos interpretan objetos lo hacen asignando significado a
estos objetos significados que suponemos son los mismos que daba los pueblos
antiguos que los habían producido y usado.

3- Rechazo a la oposición entre material e ideal. Los postprocesualistas


argumentan que los paisajes son siempre contemplados de forma diferente por
gentes diferentes.

4- Hay que indagar en los pensamientos y valores del pasado. Hodder piensa
que todos los arqueólogos practican la empatía, lo admitan o no.

5- El individuo actúa. Los postprocesualistas no están de acuerdo con la manera


que tiene la arqueología de abordar lo individual. Se quejan de que los individuos
queden reducidos a meros comparsas en un sistema adaptativo o en un complejo
de estructuras profundas. Los postprocesualistas quieren indagar en la
estructuración. Estructuración es un término usado para referirse a las estrategias
activas de los individuos. Se sugiere que hombres y mujeres no son simples
víctimas pasivas del entorno que les rodea. También reclaman:

a) Captar la sociedad desde abajo hacia arriba.

b) Un modelo de sociedad mediatizado por los conflictos no por los consensos.

6- La cultura material es parecida a un texto.

7- Lo importante es el contexto. Para Hodder, el contexto es el elemento central


y definidor de la disciplina arqueológica. Por esa razón, los enfoques
postprocesuales a menudo toman la denominación de “arqueología contextual”.
8- Los significados que producimos se sitúan siempre en el presente político y
conllevan, lógicamente, resonancias políticas. La interpretación del pasado
siempre es política.

Comentario personal del libro.

En mi opinión, el libro aclara bastante bien las distintas teorías o doctrinas que han
ido apareciendo en los últimos años en el campo de la arqueología, desde la
aparición de la Nueva Arqueología, hasta la llegada de la llamada arqueología
postprocesual, corriente en la que yo encuadraría al autor del libro, Matthew
Johnson, y diría que es un arqueólogo postprocesualista porque a mi parecer sólo
habla aquí de los aspectos positivos o de sus características principales, pero
nunca de las críticas que haya recibido dicha teoría u opiniones contrarias, cosa
que sin embargo si que ha hecho en cada una de las teorías anteriores del libro,
yo personalmente no me inclinaría totalmente por ninguna teoría, ni tampoco
criticaría a ninguna de ellas totalmente, puede que por mi escasa formación
arqueológica, sí, pero yo a cada teoría le encuentro sus puntos a favor y sus
puntos en contra, por ejemplo, no entiendo a aquellos positivistas que defienden
que las ciencias sociales deben seguir el mismo método que las ciencias de la
naturaleza, cuando para mí la historia y la arqueología son ciencias humanísticas,
que jamás en mi opinión podrían descubrir o argumentar hechos del pasado o un
descubrimiento de un yacimiento, a través del método científico, si es cierto que
puede ser de ayuda con los avances que se han producido en los últimos años,
como el carbono 14 o la dendrocronología, pero es eso, un apoyo con el que
ayudarnos para elaborar nuestras teorías, que siempre serán en cierto sentido
subjetivas, como cualquier ciencia humanística y no totalmente objetivas, como las
ciencias de la naturaleza que buscan una verdad absoluta y científicamente
demostrable. Tampoco en mi opinión es muy fiable la teoría de Binford del alcance
medio, en la que defiende el establecimiento de generalizaciones y teorías sobre
el pasado, en mi opinión no lo veo correcto porque todo acontecimiento que se da
en un núcleo humano se debe a causas muy diversas, distintas incluso en un
mismo caso, por ello no es muy lógico para mí buscar generalizaciones, ya que no
siempre va a ocurrir algo por la misma causa originadora.

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