Cap 9
Cap 9
Cap 9
Al morir asesinado le sucedió Luis XIII durante cuy minoría de edad el verdadero poder fue
pasando lentamente al obispo y consejero Armand du Plessis, luego cardenal de Richeliu.
Fervoroso defensor del fortalecimiento del poder real como garantía de la paz político-religiosa, en
política interior fomentó la unidad y sumisión de la nobleza, colocando los cimientos que
aseguraron el absolutismo real en Francia, en el momento mismo en que, al otro lado del canal,
Inglaterra establecía, a costa de revoluciones y sangre, el gobierno parlamentario. A su vez,
convencido de la necesidad de disminuir el dominio de los Habsburgo, tomó parte activa en la
política europea, inclinando la balanza en la "guerra de los treinta años'', mientras preparaba a
Francia para convertirse en la potencia hegemónica de Europa en el siglo XVII.
Las permanentes guerras civiles de raíz religiosa que sacudieron a Francia durante el siglo XVI
provocaron una reacción tolerante en las generaciones siguientes aproximadamente desde
alrededor de 1590 y un grupo de políticos (los politiques) no comprometidos con las facciones en
lucha y después del asesinato de dos reyes-trabajaron con la pluma y la política activa a favor de la
tolerancia y la paz. Uno de sus representantes más importantes fue Jean Bodin defensor de la
teoría de la soberanía para fortalecer el poder al rey y evitar las "luchas entre facciones". Para
Bodin en Seis Libros de la República el monarca "imagen de Dios" "debe poner de acuerdo a sus
súbditos, unos con otros, y a todos con él mismo", puede "dar leyes a sus súbditos sin su
consentimiento" y "no tiene que rendir cuentas a nadie más que a Dios"; es soberano.
Para él y sus colegas el monarca absoluto era un soberano, no un tirano que debía garantizar los
derechos (¿hoy privilegios?) de cada uno de los estamentos no individuos que poblaban su reino.
"No le estaba permitido usurparlos derechos de los súbditos, y los más preciosos derechos de los
súbditos eran sus libertades, concebidas como privilegios de estamentos, de cuerpos, de
provincias, de villas o de personas”.
Esta concepción estamental de raíz medieval fue claramente expresada por otro autor francés
(Guy Coquille), quien en 1588 afirmó: "el Rey es el jefe, y el pueblo de las tres órdenes son los
miembros, y todos juntos forman el cuerpo político y místico, cuya unión y ligadura es tan
inseparable, que cuando una parte sufre un dolor, repercute con intensidad en el resto de la
sociedad".
Es importante destacar que toda la estructura estamental y la monarquía misma descansaba sobre
la familia ("los antepasados"). Así lo aclaraba el citado Bodin al escribir "el rey trata a sus súbditos
y les administra la justicia, como hace un padre con sus hijos" y lo confirmaba Moreau, en su
Discurso sobre la justicia dedicado al Delfín “las primeras sociedades fueron las familias y la
primera autoridad fue la que ejercieron los padres sobre los hijos. Los reyes ejercieron sobre las
naciones la misma autoridad que tuvieron los padres en las primeras familias”.
"Sin la familia, el hombre no podría subsistir. Así se han formado los sentimientos de solidaridad
que unieron entre sí a los miembros de la familia, sentimientos que, bajo el impulso de una
tradición soberana, irán desenvolviéndose y concretándose. La prosperidad de un hombre decidirá
también la de su parentela; el honor de uno de ellos será también el de los demás y, así mismo, la
vergüenza de uno recaerá sobre todos los miembros del linaje". Pero el "paterfamilias'' así mismo
es la garantía del patrimonio familiar y asegura la herencia de los bienes y de las tradiciones, como
también la herencia de los "oficios" que preservan el buen funcionamiento del orden social. Por
ello en esos tiempos "la unión matrimonial que parece ser hoy la fusión de dos individuos era,
principalmente, la unión de dos casas”. De manera parecida, cabía al primogénito garantizar la
continuidad de esa "casa", que conforma, de alguna manera, más que la familia mono-nuclear
-pareja e hijos- la "gran familia patriarcal”. · :"
Esta concepción "nobiliaria" de la familia no era exactamente igual en el ambiente rural que en la
vida cotidiana y la moral cristiana. "En una sociedad que siguió siendo profundamente rural hasta
el siglo pasado, la tierra madre era el origen de todo tipo de especie humana. Todos los años la
naturaleza representaba la misma obra; las estaciones se seguían sin tregua, y el mundo era
arrastrado por este movimiento sin fin. En este universo en constante renovación, no había nada
más grave que la esterilidad de la pareja, porque interrumpía el ciclo y quebraba la solidaridad del
linaje. Cada miembro de la familia dependía de los demás; sin ellos, no era nada. Los adultos en
edad de tener hijos establecían el vínculo entre el pasado y el futuro, entre una humanidad pasada
y una humanidad venidera. Romper el hilo era una responsabilidad insensata. Y puesto que la
mujer era quien llevaba en su seno al niño, quien lo alumbraba y quien seguidamente lo
alimentaba, desempeñaba un papel esencial; era ella la depositaria de la familia y de la especie. De
ahí los ritos de la fecundidad a los que se sometía en los 'santuarios de la naturaleza', cerca de las
piedras de fecundidad, de los manantiales y de los árboles fecundantes, como si la semilla de niño
se hallara en la naturaleza, cerca de ciertos lugares privilegiados.
Richelieu que supo aprovechar los frutos de las semillas dejadas por esos politiques llevó adelante,
una política agresiva y firme contra la antigua nobleza, arrasando sus plazas fuertes y
reemplazando los poderes locales por enviados del Rey los intendentes que pasaron a controlar la
policía, la justicia y las finanzas. Paralelamente difundió "un culto al Rey" concebido como "la
imagen viviente de la Divinidad", de acuerdo con la teoría que perfeccionó el obispo Bossuet.
Éste, a mitades del siglo XVII en su Política sacada de las sagradas escrituras expuso la"
versión católica de la teoría del "derecho divino de los reyes", justificatoria del absolutismo real.
En párrafos significativos del Libro III escribió: "Ved a un pueblo inmenso reunido en una sola
persona: ved este Poder sagrado, paternal y absoluto; ved la razón secreta que gobierna todo el
corazón del Estado, encerrada en una sola cabeza: en los reyes veis así la imagen de Dios y tenéis
la idea de la majestad real” y “Oh reyes, ejerced, pues, rectamente vuestro Poder pues es divino y
saludable para el género humano; pero ejercedlo con humildad. Porque, en el fondo, os deja
débiles, os deja mortales, os deja pecadores, os carga delante de Dios con una cuenta mucho
mayor. Así mismo con motivo de su designación como educador del heredero al trono, el futuro
Luis XIV escribió unas ni menos sugestivas Memorias para la instrucción del Delfín.
Señala un autor que “no es aventurado afirmar que el apoyo a la monarquía por derecho divino
formaba parte de una visión del mundo, coherente y consecuente, según la entendían muchos
hombres también en la Inglaterra de después de la restauración. Lo que sostenía la ideología del
orden era, el deseo interno, muy firme, de encontrar un fundamento universal e inmutable del
derecho de la autoridad establecida y la obligación de la obediencia. También satisfacía la
necesidad de encontrar mí orden político y social que fuera más allá de la mera conveniencia, que
superara el tiempo y la circunstancia y que no dependiera de los procesos históricos particulares y
las características nacionales”.
A la muerte de Luis XIII le sucedió su hijo Luis XIV, menor de edad, bajo la regencia de su madre
Ana de Austria y el "gobierno" del cardenal Mazarino, instruido para reemplazarle por el propio
Richelieu. ··.
Luis XIV llevó a su máxima expresión la práctica absolutista sintetizada en la célebre frase "el
estado soy yo" continuando y profundizando la política implementada por Richelieu de controlar a
la nobleza, mientras se rodeaba de burócratas seleccionados entre los burgueses. Esta política fue
secundada por el dictado de una gran cantidad de ordenanzas verdaderos códigos destinadas a
reglamentar las líneas de acción.
De este modo se fue conformando una nueva forma política la monarquía absoluta, en la cual "el
Estado queda reducid a una máquina todopoderosa capaz de mantener a los hombres en paz". En
ella el poder se sustenta en "el ejército, la bolsa, la burocracia y la corte"", que se fortalecieron en
esos tiempos hasta convertirse en los cimientos de nuestro "estado moderno".
Un monarca absolutista como Luis XIV evidentemente también quena controlar a la Iglesia, al
menos la de su reino. En materia religiosa el rey revocó el mencionado edicto de Nantes,
provocando el éxodo de muchos hugonotes más de 50.000 familias de militares; hombres de
letras, artesanos que fueron recibidos como desterrados '(emigrés) por persecuciones religiosas
en Holanda, Inglaterra, Brandeburgo y luego Norteamérica y aún Sudáfrica, adonde llevaron junto
a sus ideas de libertad y tolerancia religiosa y su habilidad técnica los aspectos más significativos
de la "cultura francesa". Al mismo tiempo lograba la condena de las ideas de Jansenio, cercano al
protestantismo.
La posición del monarca facilitó que la Iglesia en Francia se fuera convirtiendo "cada vez más up.
organismo eclesiástico autónomo y la cultura francesa separóse progresivamente de la cultura
barroca de la Europa católica. Precisamente uno de los pilares del Antiguo Régimen (el Ancien
Régime) fue la vinculación entre el Trono y el Altar, que Luis XIV -y especialmente sus sucesores
fomentaron, creando un modelo que copiaron todas las monarquías de la Europa "absolutista”.
Una de sus medidas más conocidas fue la construcción de un palacio en Verrsalles, y al trasladar
allí su corte, logró que la nobleza dejara sus posesiones provinciales en manos de “mayordomos”
mientras los territorios pasaban a ser administrados por funcionarios reales, lo intendentes.
Entretanto los nobles se convirtieron en cortesanos frívolos, despreocupados de los asuntos
políticos y alejados de sus campesinos, generándose, poco a poco, el "caldo de cultivo" para la
Revolución Francesa.
Mientras los artistas de toda Europa intentaban edificar nuevos Versalles, los artistas franceses
construyeron el Gran Trianon, los Inválidos y el Louvre, por citar los más conocidos.
En 1664 la corte allí residente "estaba compuesta por unas seiscientas personas: la familla real, la
nobleza más alta, los representantes extranjeros y el personal de servicio. En la plenitud, Versalles
creció hasta las diez mil almas, esta cifra incluía a notables que acudían ocasionalmente, a todos
los animadores y criados y a los artistas a quienes el rey había querido recompensar".
"El esplendor de la corte estribaba en parte en el lujoso mobiliario de las habitaciones, en parte en
la suntuosidad de los espectáculos, en parte en la fama de los hombres y la belleza, de las mujeres
atraídas allí por los imanes del dinero, la reputación y el poder". "Para impedir que todos estos
caballeros y damas se aburrieran (...) se contrataba a artistas de todas clases para que organizaran
diversiones: torneos, cazas, tenis, billares, baños, paseos en barca, banquetes, danzas, bailes,
masca- radas, óperas, conciertos y representaciones teatrales.
Versalles generó el clima -cultura, arte, costumbre, modales que se contagiaría a toda Europa,
"pues Versalles y París dictan, si no las ideas, al menos casi todas las modas". En la corte "los
hombres estaban aprendiendo de las mujeres la gracia del comportamiento y del lenguaje:
hablaban clara y correctamente, eludían el estilo sentencioso y la pedantería; abordaban todos los
temas, por profundos que fueran, con alegre levedad de espíritu y expresión. Era mala educación
discutir con vehemencia. Los modales en la mesa estaban mejorando". La corte hace del imperio
de la apariencia su regla social. El respeto de la etiqueta, el vestido, la palabra y también la
presentación del cuerpo obedecen a esta misma exigencia de reconocimiento colectivo. El
perfume, los polvos y la peluca producen un cuerpo adecuado, por fin, a las expectativas de la
mirada social". No debe extrañarnos que, analizando estas costumbres, frente al célebre retrato
de Luis XIV, los historiadores no hayan resistido la tentación de señalar un amaneramiento de la
sociedad.
Pero como era lógico en ese ambiente "la moral de la corte consistía en el adulterio decoroso, el
derroche en el vestido y el juego y apasionadas intrigas en procura de prestigio y puestos, todo
ello llevado a un ritmo de refinamiento exterior, modales elegantes y alegría obligatoria ...".
Después de una lectura de las crónicas no pueden quedar muchas dudas .de que el siglo XVII fue la
sociedad más alegre y corrompida de la historia.
A su vez la construcción de Versalles formó parte de la confección de una nueva "mística política”,
verdadera "ideología" destinada a promover el culto al monarca. Luis XIV fue conocido como el
"rey Sol" (Roi Soleil) y el literato Racine sintetizó esta creencia al escribir: "Todas las palabras del
lenguaje, y hasta las sílabas, nos parecen preciosas porque las consideramos como otros tantos
instrumentos con qué servir la gloria de nuestro augusto protector y la propia prima del rey
afirmaba: "Él es Dios... hay que esperar sumisamente su voluntad y esperarlo todo de su justicia y
de su bondad, sin impaciencia, con el fin de tener por ello más mérito”.
Durante el Barroco como vimos, la nobleza refugiada cada vez más en las cortes trataba de
asegurarse la continuidad de la estructura socio-Política vigente, resguardando los valores y
costumbres o reelaborándolos con escasas transformaciones de fondo. En la corte de Luis XIV, aun
los rasgos de las cortes del Barroco se tomaron más exquisitos y afectados. Entretanto, en las
crecientes ciudades; los burgueses -secularizadores- modificaban pausadamente todos los
aspectos de la "cosmovisión" de la Cristiandad, surgida mayormente en los ambientes
eclesiásticos.
Ya en la Florencia de fines del siglo XV pudimos advertir la aparición de un homo novus que
comenzaba a diferenciarse notablemente de su antecesor "medieval". La tradición más allá de lo
acertado del apelativo le ha apodado "burgués" y su característica más importante fue la
secularización en todas las manifestaciones de su vida cotidiana. Y probablemente haya sido
el dinero como señala un autor el elemento desencadenante del proceso de cambios; "el dinero,
que todo-lo transforma, trae al mundo una gran inquietud y le pone en constante cambio. Todo el
ritmo de la vida acelera su intensidad. Se impone el concepto moderno de tiempo, como un valor,
como una mercancía útil. Se percibe que el tiempo es algo fugaz, algo que escapa, y se trata de
retenerlo. En él se encuentran las raíces del llamado "espíritu capitalista” que, además del afán
de lucro ajeno a la concepción medieval opuesta al negocio (neg-otium), encierra una serie de
cualidades-psíquicas y nuevos valores, infravalorados en los siglos precedentes. Entre éstos,
podemos agregar al individualismo "antropocéntrico" ya citado y a una mentalidad calculadora, el
afán de lucro (ambición de ganancia), la laboriosidad (el trabajo que permite construir este
mundo), la frugalidad (el ahorro), la respetabilidad (honestidad, prestigio) y, por qué no, la
búsqueda del ascenso en la escala social (status). Así surgió un tipo humano burgués distinto al
caballero medieval, y se fue perfeccionando hasta prácticamente lograr imponer en el plazo de
tres siglos una nueva cosmovisión.
Su concepción de vida fortalecida por la doctrina calvinista, condujo en los países "protestantes"
donde la, burguesía se impuso con mayor facilidad- a una preocupación -quizás excesiva por el
aprovechamiento del tiempo en el trabajo convertido en la mayor de virtudes y su consecuente
enriquecimiento; éxito premiado por Dios. "Al precepto de no gastar más de lo que se ganara no
tardó en seguir otro aún más importante: gastar menos de lo que se ganara, es decir, ahorrar. Con
ello hacía su aparición en el mundo la idea de ahorro.
Estos valores se fueron convirtiendo en las virtudes propias de los siglos siguientes: "Hay que
Vivir “correctamente”: esta frase se convierte ahora en norma suprema de conducta para todo
hombre de negocios que pretenda ser eficiente. Se debe evitar no mostrarse en público más que
en compañía de gente decente. No se debe ser borracho, jugador ni mujeriego; la asistencia a la
santa misa y al sermón de los domingos es obligada; es una palabra, también en el
comportamiento de cara al exterior hay que ser un buen 'burgués', y ello por razones comerciales,
pues toda conducta moral eleva el crédito.
Pero a medida que los burgueses comprobaron que el trabajo realmente les producía riquezas y,
mejoraba su posición en la sociedad y ante Dios comenzaron a convencerse –ayudados por los
pensadores de las "nuevas ideas", que ello era realmente mérito de sus esfuerzos y habilidad-
personales; Dios comenzaba a resultar innecesario en la vida cotidiana y tal vez el mundo fuera
solo “un objeto del trabajo humano, de previsión de ordenación, y conformación”. “Pero el
hombre nuevo no se dejará arrebatar el mérito de sus obras. Es ésta una de las bases de la visión
burguesa de la vida. No es Dios quien da el bienestar y la pobreza, sino que ambos dependen del
hombre mismo. EI nuevo hombre económico proclama, cabe decir, su independencia frente a la
divina Providencia. Trabajo, fruto, riqueza, forman un conjunto cerrado en sí. Ya no se necesita
aquí de explicaciones trascendentes, de intervención de un poder divino. En la vida económica no
hay milagros, sino solo trabajo y calculo. La acentuada preocupación por este mundo fue
oscureciendo el interés en el otro (el celestial).
Los valores y las costumbres ''barrocas" y ''burguesas" intentaron plasmarse en una síntesis. Como
resultado, en "el siglo XVII se había forjado un tipo ideal del hombre: el honnéte homme, el
hombre de bien, en quien reconocemos al hombre de mundo, al caballero y al humanista
también al cristiano. Tipo perfectamente equilibrado, en el cual los elementos racionales y los
elementos afectivos armonizaban a la perfección. El honnéte homme estaba animado por el amor
hacia lo grande, el gusto de lo heroico y una fuerte inclinación hacia lo novelesco. Poseía, además,
el sentido de la mesura y delas conveniencias. Había establecido en sí mismo el reino de la razón.
Estaba hecho para la sociedad de la cual era producto. Su tiempo se repartía entre aquella
sociedad, la corte y la ciudad, y el servicio al rey, el servicio de Francia. Era, pues, sociable, no
individualista. Era psicólogo y moralista. Buscaba el mejor conocimiento de sim mismo y el de los
demás. El honnéte homme es el modelo que se dio una minoría selecta entre cuyas filas Francia
reclutaba sus jefes, en momentos en que le era necesario reconstruirse por sí sola y hacer la
guerra sobre todos los frentes. Constituyó también el modelo de la Europa entera, de auella que
se hadado en llamar “la Europa francesa”. Aunque todavía parecía reflejar el modelo del
“cortesano” de Castiglione, muchos clérigos comenzaron a advertir que se alejaba del hombre
cristiano. Un siglo más tarde “la religión ya no desempeña un papel en la vida del burgues: ya no
determina sus decisiones. Lo que hace y lo que omite depende de motivos puramente propios del
más acá. El burgués quiere pasar ante todo por un hombre honrado (honnéte homme). Pero lo
que mienta cuando hable de honradez tiene una característica absolutamente profana. Ya no le
interesa lo más mínimo, dicen los ministros de la iglesia, pasar por un varón piadoso. Le basta
gozar de la consideración de sus vecinos como burgués honorable”.
"Así lo manifiesta en uno de sus sermones el renombrado cura de Gap: ""Cuando se quiere hacer
el elogio de una persona, se suele decir: es un hombre honrado; en cambio, no se die, no se osa
decir: es un buen cristiano; exactamente como si la condición de ser un buen cristiano,
exactamente como si la condición de ser buen cristiano tuviera en sí algo deshonroso".
Pero, así como el burgués que había descubierto el ascenso social intentaba identificarse con el
noble, el resto de la población -el campesino, más tarde aceptado como "pueblo" no era bien visto
por el honnéte homme; un testigo de la época nos muestra la visión -presumiblemente algo
exagerada- que tenía un burgués de los campesinos: "Hay diseminados por el campo ciertos
anima les, machos y hembras. Son oscuros, lívidos, están quemados por el sol y atados al suelo
que labran con obstinación invencible. Pero parecen emitir sonidos articulados y al ponerse en pie
dejan ver un rostro humano: y, en efecto, hombres son". Es muy probable que este enfoque
diferente -y peyorativo- respecto al campesino se relacione con el extraordinario crecimiento de la
diferencia económica de los grupos sociales, con motivo de las consecuencias de las guerras, y
Rebeliones, epidemias, ruptura de las relaciones sociales feudales con el traslado de la nobleza a
las cortes, alzas de precios por crisis económica y aumento de tasas fiscales que azotaron a los
campesinos, mientras los burgueses se enriquecían aceleradamente por la extensión del comercio
y de la banca; como también por la compra de tierra. “el lujo en el vestir y el desarrollo de la
moda, esta nació en Europa en el siglo XVI contribuyeron a aumentar la distancia entre ricos y
pobres”.
Pero en esos tiempos al burgués evidentemente no le preocupaban los campesinos, sólo pretendía
vincularse a la nobleza “si quiere aprender gramática, música y danza, no es para hablar bien
francés, escuchar el clavencín y presentarse en la Corte. Nuestro hombre sabe hacer sus cuentas,
lo tiene sin cuidado la música y no desea acercarse al rey sino porque es la fuente del poder, la
última cosa que todavía no ha conquistado: Todo lo demás posee, puesto que posee el dinero. El
burgués es rico, y los demás no los son. Con el tiempo ha aprendido a lograr que fructifique su
fortuna. Los personajes de ese mundo lo adulan por él, pero sobre todo porque financia su juego.
Y él por su parte, se presta a este juego con pequeños servicios, como aproximarse todavía un
poco más a los verdaderos poderosos, a fin de cambiar con ellos dinero por poder. Por el poder
que es lo que está tomando en sus manos el burgués gentilhombre. La Corte que ni se entera,
seguirá riéndose de sus sandeces, incluso cuando los diputados de los Estados Generales se
encaminen (un siglo más tarde), todavía sin plena conciencia del alcance de su paso, hacia
Versalles. En cuanto a la actitud que adoptó gran parte de la nobleza frente al avance de este
nuevo burgués tenemos una acertada frase de un contemporáneo: ""Sí el negociante no acierta,
los cortesanos dicen que es un burgués, un don nadie, un palurdo; pero si triunfa; le piden la mano
de su hija.
En otro aspecto los burgueses consiguieron que la Iglesia justificara como legítima (¿honesta?), la
ganancia obtenida en los negocios, modificando, en parte, sus teorías sobre la usura, a la vez que
aceptaba las nuevas “virtudes burguesas" como coincidentes con la moral cristiana. Bien señala
Groethuysen: "Cabe imaginarse perfectamente un tipo de burgués que se deje guiar en sus
actividades y aspiraciones por los principios de la iglesia. Todo en su vida está perfectamente
regulado. Se levanta a Una hora determinada y pone término al trabajo diario en el momento
prefijado. Tiene determinadas horas para trabajar y otras en que se dedica al descanso. Evita los
esfuerzos excesivos, habiéndose impuesto de una vez para siempre límites precisos que no
traspasa jamás. Tiene sus principios y hábitos. Un día ha de ser como otro, y toda perturbación del
curso regular de su vida le es odiosa de raíz. Su trabajo es para él una parte integrante del orden
de su vida. No se justifica por un fin especial, sino que es inherente a su vida, que carecería de
toda consistencia· sin un trabajo determinado. La Iglesia no puede hacer sino aprobar totalmente
su conducta. Tal tipo de burgués existió seguramente en Francia entonces y más tarde. Se le
encuentra preferentemente en las oficinas, pero también en la pequeña burguesía industriosa.
Este pequeño burgués cumple sus deberes religiosos y profanos porque es desafecto en general a
toda irregularidad. La ambición le es en general extraña: le basta la conciencia de haber cumplido
con su deber.
En Francia; en otro aspecto, en el siglo XVII se aprecia con mayor claridad la preocupación de los
burgueses por vincularse con la nobleza, y así mejorar status social y económico. En primer lugar,
en la búsqueda cargos públicos u oficios eclesiásticos que permitan adquirir el rango de noble; así
surgió la nobleza de toga (noblesse de robe) que fue asumiendo el poder político y judicial en
Francia, sin abandonar algunos valores que le eran propios.
A su vez, mientras los jesuitas cada vez más combatidos- se preocupaban por la educación de las
elites, la Iglesia no se despreocupó del resto de los estamentos sociales, en leve ascenso. No
podemos dejar de mencionar, a modo de ejemplo, en Francia, la importante labor e
cumplida por los Hermanos de las escuelas cristianas. De no menor importancia fue la
preocupación por los pobres que aumentaban en las florecientes ciudades por la peste y la
desocupación. En este campo debemos citar a Vicente de Paúl y la creación de los hospices,
antecedentes de nuestros modernos hospitales. Como observa un autor ""en las postrimerias del
acien régime, ya se habían fundado en Francia unos 2.185 de estos establecimientos de
beneficencia, aunque alguno únicamente tenía media docena de asilados. El ejemplo cundió
rápidamente por toda la Europa católica".
El siglo XVII a la vez que separaba en los palacios a la nobleza de sus campos y su gente generó, en
las florecientes ciudades, grandes espacios geométricos –de estilo clásico- (avenidas), que
permitían los desfiles y espectáculos públicos para patentizar el poder y pequeños espacios de
esparcimiento y exhibición (parques, caminos arbolados, jardines) para que la nobleza pudiera
pasear en sus carruajes -o a caballo- encontrándose, al menos en los días festivos, después de
misa45, con integrantes de los restantes estamentos de la población. ¡Nacía la ciudad moderna!
"Si intentáramos fijar una fecha irreversible para marcar el triunfo de la mentalidad burguesa, no
fue la actitud de Lutero sino la derrota de la Armada española fa los holandeses en 1639. A partir
de esa fecha el protestantismo avanzó con rapidez -y casi sin obstáculos- en gran parte de Europa
mientras ""las nuevas ideas"" facilitaron su apoyo al proceso de secularización, que más lenta
mente se propagó en los reinos católicos."
"Fue precisamente Holanda (las Provincias Unidas), independizada de la Corona española en 1581
y convertida en una nación de marinos y comerciantes (burgueses), quien inicio el avance de la
burguesía protestante en Europa, a la vez que recibía a todos los perseguidos políticos de las
naciones católicas quienes ayudaron a su fortalecimiento mercantil. Desde tiempos antiguos se la
consideró "una barca en la estela del navío británico" y termino traspasando su poder a la
Inglaterra "isabelina" y, más precisamente, cuando su estatuder Guillermo se convirtió en rey de
Inglaterra (1688). Como bien observa un historiador, "los Síndicos de Rembrandt son el primer
testimonio visual de democracia burguesa -- Significan que un-grupo de individuos puede reunirse
y asumir una responsabilidad conjunta; que puede permitirse el lujo de hacerlo porque disponen
de cierto tiempo libre; y que disponen de cierto tiempo libre porque tienen dinero en el banco. De
allí surgió la nueva elite que gobernó Europa en los siglos siguientes, y a ello ayudaron las ""nuevas
ideas"" que se fueron incubando de manera paralela al proceso que analizamos.
Mientras los humanistas daban forma a un nuevo modelo de “hombre culto", construido sobre los
saberes y valores de la redescubierta y reconstruida Antigüedad, los "hombres prácticos"
trabajaban sobre "nuevas ideas". La aparición de éstas se vio favorecida por la ·crisis. teológica,
filosófica y política del siglo XIV, generando ""una clara preparación, lenta y gradual, de lo que
después se llamará, el pensamiento moderno, en una mezcla en la que no siempre es fácil
discernir lo antiguo de lo nuevo en la que no hay una sistematización madura de las ideas, ni rigor
metodológico. Estas “nuevas ideas” se fueron gestando lentamente y maduraron en una nueva
“cosmovisión” recién en pleno siglo XVII.
Este cambio profundo pues reemplazo, inclusive, la idea aristotélico tolemaica y medieval de un
mundo geocéntrico y celeste finito, por la idea copernicana de un sistema heliocéntrico de un
mundo celeste infinito en el espacio. Todas las creencias sobre las que se asentaba el saber del
hombre entraron en crisis y fueron reelaboradas y modificadas. El mundo estable ingreso en un
proceso de cambio, de movimiento, indetenible…hasta hoy.
Pero este largo proceso tuvo lugar mediante pasos lentos. En primer lugar, un monje polaco,
Nicolás Copérnico, esbozó una teoría conocida como heliocéntrica según la cual “el sol es el centro
del universo” y entonces-los planetas no giran alrededor del eje de la tierra, como se creía hasta
entonces. Sus ideas opuestas al saber de la época- fueron aceptadas y difundidas "por Galileo
Galilei, quien afirmó que ""todo está escrito en el universo con letras_ matemáticas. Éste
""establecía la unidad física del mundo y, en ella, la unidad de la ciencia sobre el mundo; una única
ciencia podría explicar el cielo y la Tierra; esa ciencia, en adelante, no tendría directamente nada
que ver con lo religioso, será una ciencia autónoma, apoyada en la observación y en el cálculo
matemático. Los teólogos perdían su primacía omnipotente. El cosmos empezaba a aparecer como
una gran máquina. Galileo acertó plenamente cuandó'3esé'ii'brió el método preciso y exacto para
comprender y dominar la naturaleza. No tuvo culpa de que espíritus menos avisados extrapolaran
el método y quisieran hacer con él Filosofía (ver documento 9). Esa fue la desgracia.
Pero prontamente fueron las matemáticas el saber que despertó mayor interés -y fascinación en el
siglo XVI, hasta convertirse en una especie de "religión de los mejores espíritus de la época: el
medio de expresar una creencia en la posibilidad de unir experiencia y razón". Al precedente de
Galileo (1564-1642) -y de Bacon (1561-1626)- pronto se agregaron, entre muchos otros, el francés
Renato Descartes (1596-1650) y algo más tarde el inglés Isaac Newton (1642-1727).
Descartes -conocido como el fundador del racionalismo pretendió explicar la existencia de Dios
“por vía matemática more matemático, aplicando principios “racionales” (como el “pienso luego
existo”) al saber filosófico; partiendo de verdades evidentes por sí mismas -axiomas-dedujo otras
proposiciones que llamó teoremas o tesis. Así -a partir de la duda- pretendió establecer verdades
evidentes ("claras y distintas"), convirtiendo la pregunta por el origen de las cosas en una
respuesta sobre "nuestras ideas" de las cosas. Su Discurso del método se convirtió en un
catecismo de las "nuevas ideas" (ver documento 11). A partir de él "la literatura, el arte, el teatro,
la oratoria, la ética, la política, hasta la teología será sometida al espíritu racional y geométrico".
"En este panorama de la modernidad no es excusable pasar por alto el papel que la ciencia y la
filosofía de Descartes jugaron en la configuración de la época. Su contribución científica decisiva
fue la creación de la geometría analítica que correlaciona el álgebra al espacio convirtiendo la
matemática en instrumento para escrutar los secretos de la realidad. Es precisamente el espacio,
la extensión, la dimensión esencial de la naturaleza, vaciada ahora de hálito divino, de esquemas
finalistas y vista como máquina movida por fuerzas físicas y ya no por fuerzas espirituales. 'Dadme
extensión y movimiento y construiré el universo', decía Descartes, acuñando la fórmula
fundamental del mecanicismo moderno, camino que había de transitar la ciencia en los siglos
subsiguientes”.
Estas concepciones teóricas produjeron nuevos saberes empíricos -mecánicos, de los fenómenos
físicos hasta que Isaac Newton logrócon su Philosophie naturalis principia mathematica (1687) una
síntesis coherente del sistema copernicano y de la mecánica galileana, proporcionando una base
matemática a la ciencia moderna, que se consideró infalible hasta el siglo XX.
Por otra parte "después de Descartes y los Cartesianos, y nada sería igual en la cultura europea. La
supuesta razón pura, convertida en razón instrumental, caminará hacia el desarrollo matemático
técnico de la naturaleza y de la sociedad por el hombre moderno. La razón se antepone a la fe.
Queda en el ambiente la convicción de que la razón explicará todos los enigmas y la técnica nos
dará la felicidad". Curiosamente el avance de la ciencia se vio acompañado -y no por casualidad-
por el escepticismo religioso -especialmente en el más allá- y por un crecimiento notable de la
magia y la astrología. A partir del siglo XVI ""la naturaleza pasa a ser una cosa que el hombre debe
dominar para utilizarla en provecho propio. Queda desacralizada".
Los graves interrogantes que produjo en el siglo XVII la "puesta en duda" de la cosmovisión vigente
-que un autor llamó "crisis de la conciencia europea" pueden percibirse en un poema de la época:
"Ciertamente no hay hoy apenas nadie / que sepa qué aprobar o rechazar; / todo se entre mezcla,
nada es inmutable. / Todo está, como en el refrán, patas arriba ... / Donde el infierno es cielo, y el
cielo se ha vuelto infiero".
El desarrollo de las "nuevas idea"" fue paralelo a los descubrimientos prácticos (inventos) que se
multiplicaron aceleradamente en esos tiempos; se requerían instrumentos de observación
apropiados. En este ambiente fueron construidos lentes, relojes de péndulo, microscopios,
telescopios, barómetros. y termómetros, como también se encontró aplicación práctica al
astrolabio, la brújula y a las tablas de declinación solar, que mejoraron las cartas de navegación y
permitieron adentrarse en el "tenebroso océano". Para llevar adelante la observación de los
"cielos" se fundaron observatorios como el de Greewich, en Inglaterra. Literalmente "con el
telescopio, los hombres vieron, nuevos mundos".
Uno de los primeros instrumentos más importantes y eficaces fue la imprenta, probablemente
armada en Maguncia, hacia 1450, cuando el artesano Juan Gutemberg construyó por primera vez
unos tipos movibles de madera que permitían la réplica de letras (romana y bastardilla). Ésta con
su perfeccionamiento favoreció la impresión de libros cada vez más bellos y costosos, pero
también con su difusión masiva, una verdadera "revolución ideológica". Ya en el siglo XVI
encontramos millones de impresos (biblias, autores clásicos, almanaques, panfletos y también
exquisitos libros de caballería). Holanda se convirtió prontamente en el centro de publicación de
las ""nuevas ideas'', entonces prohibidas en el resto de Europa. Es de observar también que ""los
libros de contabilidad bien llevados, los balances de fin de año contribuyeron, por lo menos, tanto
como los tratados de física y los sistemas de los filósofos a destruir el viejo mundo del milagro"
Entretanto a partir del siglo XVII "las generaciones jóvenes cultas fueron educadas por los jesuitas
que poseían más de un centenar de colegios sólo en Francia y unos cincuenta mil alumnos, cuyos
docentes estaban impregnados en las ideas cartesianas y de los 'filósofos modemos".
Esta enseñanza "llevó por todas partes el espíritu de duda y de libre examen. Desencadenó muy
en contra del pensamiento original de su autor, una ola de incredulidad que ignoró las fronteras.
Pudo así hablarse verdaderamente de la apertura de una 'crisis de la conciencia europea".
"Retornando al reinado de Luis XIV, éste no se limitó a contener a la nobleza, fortalecer su poder
politico y emprender importantes conquistas militares sino como sus grandes antecesores de
desarrollo una importante labor cultural; por la cual Voltaire erigió un "siglo de Luis XIV".
El rey sol continuo las líneas emprendidas por Richelieu protegiendo a poetas, literatos, pintores y
músicos que "ensalzaron” en la Corte y luego en los-salones la "grandeza de Francia'', y la suya;
convirtiendo al francés en el idioma culto de Europa, en reemplazo del latin.
En un breve período de alrededor de treinta años (entre 1660 y 1690) conocido como "clásico" se
dieron a conocer las obras más importantes de Ja literatura francesa . Los gramáticos de la
abadía de Port -Royal y los académicos siguieron los pasos del racionalismo de Descartes y el
francés clásico esbozado por Blas Pascal en las Provinciales y en pensamientos (1656); Bossuet
escribió las más bellas Oraciones fúnebres y pronunció sus insuperables sermones, mientras Jean
de La Fontaine daba a conocer sus Fábulas, se editaban las , Máximas de Francois La
Rochefoucauld y el Arte poético y las Sátiras de Boilau, junto a la casi novedosa literatura
femenina expresada en la novela de Mmé de la Fayettte o las no menos célebres Cartas de Mme.
Sévigné. Pero, fundamentalmente, se difundían las obras maestras de Corneille El Cid, Medea,
Andrómeda-, Jean Racine , Andrómaca, Fedra, Atalía- y Moliére ,el Tartufo, El festín de piedra, El
burgués gentilhombre, El médico a palos y El misántropo .El clasicismo también se expresó en
pintura, donde tuvo su representante más importante en Poussin (1594-1665) 69
"Pero no debemos suponer que estas obras eran de lectura multitudinaria, ya que era
relativamente escasa la gente que sabía leer y "la poca gente que sabía hacerlo leía, en suma,
literatura religiosa (y, dentro de ella, libros de piedad o escatología), además almanaques y
calendarios, también se ha resumido alguna vez literatura moralizante y breves relatos de
crímenes y novelas.
"Como bien define Pillorget “el Clasicismo es, ante todo, un impulso vital, una fuerza interior, una
pasión, una irresistible necesidad de crear una voluntad de Poder, Si fuera menos dueño de sí
mismo, el escritor o el artista 'clásico' se convertiría en un barroco (...) Pero su fortaleza de alma es
demasiado grande para que se deleitase en un cierto desorden interior. No empobrece sus
pasiones. No las calma. Las orienta hacia un plan que él se concreta: la realización de una obra...
literaria, filosófica o plástica, debe ser un todo, vivo, en el cual cada detalle debe estar
subordinado al conjunto. Un conjunto cada uno de cuyos elementos deberá concurrir a un plan
único: crear emoción en el lector, en el oyente o en el espectador; demostrar una verdad, suscitar
una reflexión. La obra clásica debe responder a una lógica interna, componerse de una idea
general, de un tema único, del cual derivarán o al que afianzarán las ideas, los temas secundarios.
No hay que recargar el relato, la representación, el discurso, el cuadro o la fachada, con detalles
inútiles. Nada de acumulación ni de exuberancia. La obra debe presentar una progresión regular
de argumento en argumento. El pensamiento debe ser metódico, impecables sus
encadenamientos, como unas ecuaciones " 71
"París se convirtió en el centro artístico cultural de Europa y conservó este papel privilegiado al
menos hasta entrado el siglo XX. Como decía orgulloso La Bruyere, entonces se nacía "frances y
cristiano" y así como "el francés reemplazó al latín como lengua internacional (y lengua de los
tratados), y el clasicismo francés sustituyó al exuberante barroco. Todo quedó dominado por la
geometría, que se convirtió prácticamente en algo característico de la época: el estado visto como
una máquina racionalmente construida, desde la edificación de las ciudades, las fortificaciones y la
arquitectura de los jardines hasta 1os ejercicios, la música y la danza" Gracias a ello la cultura
clásica francesa y las nuevas ideas 'filosóficas' se difundieron a la vez de un extremo al otro de
Europa, a través de la sociedad cosmopolita de las cortes y los salones""74
"Pero cabe resaltar que en el siglo XVII todavía "se vivía a la manera de los antepasados; ' Los
viejos lo hacían así '. La 'costumbre', las 'costumbres', he aquí la ley, una ley duradera indiscutida"
"Se nota siempre la misma preocupación dominante en las costumbres más profundamente
arraigadas en el alma popular: asegurar la integridad, la estabilidad y la perpetuidad de la familia
en sus usos y costumbres y en sus tradiciones. Era el tan comentado "Antiguo Régimen" (el Ancien
Régime). La revolución el cambio se produjo a fines del siglo XVII con el pensamiento y la acción de
la Ilustración."
"No cabe duda que la nobleza francesa disfrutó de esta vida del savoir vivre- como bien lo reflejó
Talleyrand: "Quien no haya vivido en los años próximos al 1789 no sabe lo que es el placer de vivir
"El largo reinado setenta y dos años en el trono de Luis XIV suele descollar en los textos por sus
importantes conquistas militares favorecidas por la fabricación de los cañones
Gribeauvaltendientes a consolidar las “fronteras naturales” de su reino, la “razón de Estado” o el
iteres de Francia.
El siglo XVII acentuó las modificaciones en el mapa europeo del siglo anterior: desapareció
Polonia, surgieron Suecia y Prusia, apareció en escena Rusia y decayó el Imperio Turco.
El domingo 1°de septiembre de 1715 Luis XIV, rey de Francia y de Navarra, murió en Versalles.
En las calles y callejas se oía canturrear: "Por fin el gran Luis ha muerto; ¡qué esfuerzo el de la
Parca! ¡Madre mía! Acaba de cortar su vida, Europa está pasmada” Le sucedió su bisnieto Luis XV,
quien debió luchar sin éxito contra el desprestigio adquirido por la nobleza en los últimos años del
reinado de su predecesor. ¡Estaba madurando la "Revolución"!
"Pero es preciso agregar que mientras la nobleza se entretenía en Versalles con los mencionados
placeres de la vida cortesana, los burgueses en ascenso brillaban en los salones de París, entidades
que les permitían "codearse” con los representantes del Antiguo Régimen (ministros y amantes) y
enterarse de las novedades de la Corte y especialmente del mundo de la Bolsa y los negocios.
Fueron las mujeres como Mme Geoffrin o Mme Du Deffand las que dieron origen a “ los salones",
estos nuevos centros de reunión de las elites francesas 80 donde se gestó y propagó la "ideología"
y el "clima" de la Revolución Francesa."
"A su vez, así como "la mayoría de las dinastías europeas estaban fascinadas por Versalles" y
copiaron los modales de la Corte, y luego de los salones, cuando en 1715 muere el 'Rey Sol', el
espíritu laico se derrama incontenible primero por Francia, luego por Europa, más adelante por
América" 81. Ello se aprecia también en el arte: “Los temas profanos suceden a los 'religiosos en la
pintura y en la escultura; la belleza arquitectónica que un tiempo levantó las magníficas
catedrales, ahora eleva palacios lujosos de los grandes según el modelo universal que impone
Versalles. En suma, que en esta segunda etapa de la Edad Moderna, que se inicia en la paz de
Westfalia, Europa se, encuentra sometida a un proceso creciente de laicización. Culminará en el
siglo XVIII y en lo que llamamos Ilustración" s2.
Apéndice documental
DOCUMENTO 1
''La soberanía es el poder absoluto y perpetuo de una república (...) Es necesario definir la
soberanía, porque, pese a que constituye el tema principal y que requiere ser mejor comprendido
al tratar de la república, ningún jurisconsulto ni filósofo político lo ha definido todavía. Habiendo
dicho que la república es un recto gobierno de varias familias, y de lo que les es común, con poder
soberano, es preciso ahora aclarar lo que significa 'poder soberano'. Digo que este poder es
'perpetuo', puesto que puede ocurrir que se conceda poder absoluto a uno o a varios por tiempo
determinado, los cuales, una vez transcurrido éste, no son más que súbditos. Por tanto, no puede
llamárseles príncipes soberanos cuando ostentan tal poder, ya que sólo son sus custodios o
depositarios, hasta que place al pueblo o al príncipe revocarlos. Es éste quien permanece en
posesión del poder"".
Documento 2
"A deciros la verdad, hijo mío, no solamente faltamos al reconocimiento y a la justicia, sino a la
prudencia y al buen sentido, cuando carecemos de veneración por Aquél, de quien no somos más
que lugartenientes. Nuestra sumisión es la regla y ejemplo de la sumisión que nos es debida. Los
ejércitos, los consejos, toda la industria humana serían débiles medios para mantenemos sobre el
trono, si cada uno creyera tener el mismo derecho a él que nosotros, y no reverenciarían más que
una potencia superior, de la cual la nuestra es una parte. Los públicos respetos que nosotros
rendimos a esta potencia invisible, podrían, en fin, ser considerados justamente como la 'primera y
más importante parte de nuestra política, si no debieran tener un motivo más noble y más
desinteresado...
"La mayor dulzura que podría tener con mi pueblo consiste en un poco de severidad; pues una
disposición contraria le produciría, tanto por sí misma como por sus consecuencias, una infinidad
de males. Porque inmediatamente que un rey desiste de lo que ha mandado, la autoridad se
menoscaba y con ella la tranquilidad...”
"Francia es una monarquía. El rey representa a la nación entera, y cada particular no representa
otra cosa que un solo individuo respecto al rey. Por consecuencia, todo poder, toda autoridad
reside en manos del rey, y sólo debe haber en el reino la autoridad que él establece. Sed el dueño;
escuchad, consultad a vuestros consejeros, pero decidid. Dios, que os ha hecho rey, os dará las
luces necesarias, en tanto que mostréis buenas intenciones".
Documento 3
La esencial obligación que la ley impone al hombre consiste en amar a Dios con todo su corazón
como fuente de todo su ser y de todo su bien, y no amar nada que no se refiera a Él. A esto debe
tender la vida cristiana, y no existe piedad verdadera ni penitencia sincera, en tanto que no se
forme el deseo de hacer reinar en sí mismo tal amor. En este amor consiste la verdadera vida,
según Nuestro Señor ha enseñado en su Evangelio.