Tarea Sobre El Origen de La Sociedad Internacional

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ORIGENES DE LA SOCIEDAD INTERNACIONAL

El Impacto de la Reforma Protestante

Con la llegada del siglo XVII finaliza la aspiración medieval a la Universalidad,


concepto de orden mundial que representaba la fusión de las tradiciones del Imperio romano y la
Iglesia Católica, significaba la ruptura de la imagen del mundo como un cosmo teológico cerrado,
susceptible de ser abarcado en su conjunto. 1

Durante el medievo los Estados feudales de Alemania y de la Italia septentrional se habían


agruparon bajo el trono del sacro emperador romano germánico. Sin embargo, durante la mayor
parte del período medieval, el Emperador nunca alcanzó ese grado de poder centralizado. Una de
las razones fue la falta de sistemas adecuados de trasporte y comunicación, que dificultaba
mantener unidos tan extensos territorios.2 Pero la razón más importante fue que el sacro imperio
romano germánico había separado el dominio de la iglesia del dominio del gobierno3.

En la Europa occidental, el conflicto latente, y de cuando en cuando real, entre papa y


emperador permitió a los diversos gobernantes feudales aumentar su autonomía exigiendo un
precio a las facciones en pugna. A su vez, esto produjo una Europa fraccionada, es decir, un
abigarrado conjunto de ducados, condados, ciudades y obispados. Aunque en teoría todos los
señores feudales debían lealtad al emperador. Varias dinastías reclamaron la corona imperial, y la
autoridad central casi desapareció. Los emperadores mantenían la antigua visión del gobierno
universal sin la menor posibilidad de que esta se cristalizara. En los márgenes de Europa, Francia,

1
Se creía que el mundo era como un espejo de los cielos: así como un Dios gobernaba el Cielo, un emperador gobernaría el
mundo secular, y un papa, la iglesia universal.

2
Al llegar el siglo XVII, este imperio tenía poder suficiente para dominar Europa, con menos influencia en Francia cuya frontera
se hallaba muy al oeste del río Rin y en Gran Bretaña, debido a su condición de isla, con lo cual eran Estados periféricos en
relación con éste. Si el emperador hubiese logrado establecer un dominio en todos los territorios que técnicamente estaban bajo su
jurisdicción, sus relaciones con los Estados de la Europa occidental podrían haber sido similares a las que establecieron los vecinos
de China con el Reino Medio; Francia habría sido comparada con Vietnam o Corea, y Gran Bretaña a Japón.
3En contraste con un faraón o un cesar no se creía que el emperador poseyera atributos divinos. Fuera de la Europa occidental, aún
en las regiones gobernadas por la Iglesia de Oriente, religión y gobiernos estaban unidos en el sentido de que los nombramientos
para cada uno de los puestos claves dependían del gobierno central; las autoridades religiosas no tenían medios ni autoridad para
sostener la posición autónoma exigida por el cristianismo occidental como derecho propio.
Gran Bretaña y España no aceptaban la autoridad del Sacro imperio Romano Germánico, aunque
siguieran formando parte de la iglesia universal. Sólo c cuando la dinastía de los Habsburgo
reclamó, casi para siempre, la corona imperial en el Siglo XV, y por medio de sagaces matrimonios
adquirió la corona española con sus riquezas, pudo el emperador aspirar a convertir sus
pretensiones universales en sistemas políticos.

En la primera parte del siglo XVI, el Emperador Carlos V hizo resurgir la autoridad
imperial hasta el punto que alzó la perspectiva de un imperio de la Europa central, un agrupamiento
potencialmente predominante, compuesto por lo que hoy son Alemania, Austria, la Italia
Septentrional, la República Checa, Eslovaquia, Hungría, la Francia Oriental, Bélgica y Holanda.
Pero ara entonces el debilitamiento del papado, a causa de la Reforma, disipó toda perspectiva de
establecer un imperio europeo hegemónico4.

La Reforma Protestante dio a los príncipes rebeldes una nueva libertad de acción tanto en
la esfera religiosa como en la política. Su ruptura con Roma supuso una ruptura con la
universalidad religiosa; su lucha con el emperador Habsburgo demostró que para los príncipes la
lealtad al imperio ya no era un deber religioso.

La transformación de la sociedad medieval en una pluralidad de Estados soberanos que


reclamaban omnipotencia en el interior de su territorio e independencia en sus relaciones exteriores
frente a las autoridades religiosas (el papado) o políticas (el imperio), que habría pretendido regir
la cristiandad, se generalizó en Europa desde el Siglo XVI y cristalizó jurídicamente en la llamada
Paz de Westfalia de 1648, ya en pleno Siglo XVII. Esta paz representó ante todo la definitiva
desintegración de la República Cristiana, el fin de la idea imperial de Carlos V, pero al mismo
tiempo consagró los principios de las libertades religiosas y del equilibrio político en las relaciones
internacionales. El Estado soberano se convirtió así en el centro de la gravedad del nuevo orden
instaurado tras la Paz de Westfalia.

4En sus buenos tiempos, el papado había sido como una espina clavada en el costado del emperador, y un rival formidable. Ya en
decadencia, en el siglo XVI, el papado también resultó ser un enemigo para la idea de formar un imperio. Los emperadores querían
verse a sí mismo, y deseaban que otros los vieran, como los enviados de Dios. Pero en el siglo XVI el emperador llegó a ser visto
en las tierras protestantes no como un enviado sino como un señor de la guerra vienés, atado a una papa decadente.
¿Qué es el Estado-nación?

El Estado-nación es la combinación de dos entidades.

La nación es un pueblo o un conjunto de personas que comparten una identidad colectiva


llamada nacionalidad y el propósito de seguir formando parte de ella.

El Estado se configura cuando ese pueblo ejerce su soberanía en un territorio y bajo un


gobierno propio.

El Estado, es un país independiente, y la nación es producto de la autopercepción de una


colectividad: es necesario que cada persona perciba en sí misma un común denominador que la
une a otras, sea una lengua, una etnia, una cultura en general, un pasado común, una serie de
valores, un proyecto de futuro o una combi- nación de esos factores. Una vez que un conjunto de
hombres y mujeres se imaginan como poseedores de la misma identidad nacional, entonces hay
una nación. Se trata, en cierto sentido, de una comunidad imaginaria, de una suma de
subjetividades que, establecidas en un Estado, da como resultado una objetividad. (Vale aclarar,
sin embargo, que Estado y nación no siempre coinciden: hay Estados que contienen varias naciones
y naciones que se esparcen por varios Estados.)

El Primer orden internacional surgido de los tratados de Westfalia

La mayoría de los analistas coinciden en señalar el nacimiento de las relaciones


internacionales o de la constitución de una sociedad internacional con la Paz de Westfalia en
1648, en tanto espacio de negociación política entre potencias y otras unidades con cierto grado
de autonomía de Europa,

Sin desconocer ni dejar de investigar las interrelaciones entre centros de poder


independientes –tribus, clanes, hordas, ciudades-Estado, principados, etc.– en variadas prácticas
de coordinación o subordinación, los historiadores y teóricos del campo de estudio en Relaciones
Internacionales comparten la idea que un espacio físico y sociojurídico que pueda denominarse
como internacional, solo tiene sustento si se define un espacio físico y sociojurídico interno o
doméstico.
La Paz de Westfalia puso fin a la Guerra de los Treinta Años, conflagración en torno a la
libertad religiosa. El Sacro Imperio quedó dividido en trescientas unidades entre principados,
obispados y ciudades libres, heterogéneas del punto de vista confesional –con gobernantes
católicos, protestantes o laicos– y material, considerando sus capacidades económicas.

Las consecuencias de esta paz pueden atenderse en dos planos:

En el religioso, se inicia la era de la secularización del Estado bajo el macro principio de la libertad
religiosa.
En el plano político, desaparece la hegemonía de los Habsburgos con el debilitamiento de Sacro
Imperio Romano Germánico.

Los Principios Internacionales surgidos de los tratados de Westfalia

Los tratados de Westfalia dieron origen a tres principios sustanciales y fundamentales en las
relaciones internacionales.
Dos desde la intersección del Derecho Internacional y la política internacional: el principio de la
soberanía y el principio de la igualdad.

El tercero, de corte politológico, conocido como principio de equilibrio o, en una denominación


contemporánea, simplemente como equilibrio de poder.

1. El principio de la soberanía

. La soberanía era entendida como poder supremo en lo interior, donde solo se responde al
derecho divino, e independencia en el espacio externo, donde se responde en forma precaria ante
las reglas del Derecho Internacional en tanto sistema peculiar en el cual el obligado siempre
contribuye con otros iguales a la creación de las normas. Pero es en Westfalia donde la soberanía
recibe un reconocimiento internacional y donde se limita el modo a ser ejercida en los siglos
posteriores. La pluralidad de Estados negociadores y su intención de representar a la
voluntad soberana deriva en un concepto modificado de soberanía. Este concepto mantiene
su valor absoluto y total al interior de las fronteras, pero en lo exterior se ve limitado por
otras soberanías, y luego por las normas de Derecho Internacional.

En adelante, la soberanía queda confirmada desde dos dimensiones.

A) Una externa, como sinónimo de independencia e igualdad jurídica, a partir de una


originariedad que distingue a cada Estado de los demás ordenamientos derivados
domésticos, proyectándose hacia el sistema internacional como único interlocutor válido.

B) Una dimensión interna, como sinónimo de supremacía sobre esos ordenamientos


derivados domésticos, de poder exclusivo y excluyente, desde la que opera una
atribución de funciones y poderes con el objetivo de cumplir con los fines nacionales.

2. El principio de igualdad

¿Qué se quiere decir cuando se afirma o se niega que en Westfalia se consagró la igualdad de los
Estados?
Los Estados que intervinieron en dichos tratados, obraron todos en pie de igualdad y disfrutando
de iguales derechos, aprovechan la oportunidad para diferenciar tres dimensiones de la igualdad
entre Estados: la real, la jurídica o ante el derecho y la funcional.

Evidentemente, ni en Westfalia ni en ningún congreso del mundo se ha consagrado la igualdad


real o absoluta de Estados, por la sencilla razón que las capacidades estatales hacen que los países
partan de realidades completamente distintas;

3. El equilibrio de poder

Los tratados de Westfalia, reconocieron que la consagración de la igualdad jurídica no disimularía


diferencias,
El equilibrio de poder se trata de un equilibrio entre naciones vecinas que están interrelacionadas
por sus intereses, con tanta intensidad que los progresos particulares, aún menores, pueden alterar
el sistema general que forma el equilibrio, y que es el único que puede lograr seguridad colectiva.
El cuidado por mantener cierto equilibrio entre naciones vecinas, asegura el reposo común. Y, por
lo tanto, las alianzas defensivas son tan justas como necesarias, en tanto mecanismo de precaución
contra una nación que ostentase un poder con capacidad de invadirlo todo.

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