Sofía Hernández González y Julio Sotelo Morales

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Sofía Hernández González y Julio Sotelo Morales.

Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía.


1) Regulación del comercio de la marihuana para garantizar calidad, canales de
distribución, establecimientos adecuados para su comercialización, lugares de
consumo, precio de la sustancia, etc.
2) Inconsistencia en hallazgos encontrados sobre relación entre el riesgo percibido
por el público entre accesibilidad y consumo.
3) Posee menor nivel de toxicidad al compararla con otras drogas como lsd, y
socialmente es mejor aceptada.
4) Uso medicinal y terapéutico: existen alrededor de 60 fitocannabinoides, por
ejemplo: cannabinol (cbn) y cannabidiol (cbd) entre algunos de sus efectos se
encuentran: antiinflamatorio, analgésico, antipsicótico, antiisquémico, ansiolítico y
antiepiléptico.
5) Su regulación induciría disminución de tasas de narcotráfico.
6) Disminución de recursos financieros y logísticos policiales destinados a la lucha
contra el narcotráfico.
7) Disminución de las tasas de muertes violentas reportadas a causa del
narcotráfico.
8) Permitiría investigar con mayor certidumbre el fenómeno adictivo y la dimensión
real del problema social que a la fecha sólo se infiere por datos epidemiológicos
razonablemente confiables. En la Ley General de Salud, artículo 473 al 482
Capítulo VII se establecen dosis máximas legales de consumo personal e
inmediato. Sin embargo, la norma no describe cómo se puede adquirir la sustancia
sin violentar la ley. Esto es una paradoja impráctica.
9) Si bien es cierto que, a dosis mayores de cannabis, mayores alteraciones
psicomotoras que interfieren con manejo vehicular seguro; la asociación entre
dosis-respuesta es poco clara. Sin embargo, el riesgo es similar al calculado para
el consumo de alcohol. Actualmente se han ubicado los límites de concentración
de cannabis en sangre (3.4 ng/ml) y en plasma (7 a 10 ng/ml) que corresponden al
mismo nivel de alteración que .05% de concentración de alcohol; límite legalmente
establecido a nivel mundial.
10) Jurisprudencia: Principio del Mal Menor. Aunque la marihuana es una
sustancia potencialmente tóxica y adictiva su legalización obedecería al principio
del “mal menor” que implicaría una sustancial disminución del mal mayor
(violencia, crimen, ignorancia de muchos aspectos del proceso sociocultural de la
adicción, estado paternalista) y estaría acorde con libertades individuales de
elección.
Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

De acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024, el gobierno del


presidente Andrés Manuel López Obrador plantea reformular el combate a las
drogas y reducir los niveles de consumo a través de levantar la prohibición a las
sustancias que hoy son ilícitas.  

El documento enviado por el Ejecutivo federal a la Cámara de Diputados propone


que los recursos destinados a combatir el trasiego de drogas ilícitas sean
aplicados en programas masivos, "pero personalizados" a reinserción y
desintoxicación. 

"La única posibilidad real de reducir los niveles de consumo de drogas


residen en levantar la prohibición de las que actualmente son ilícitas y
reorientar los recursos actualmente destinados a combatir su trasiego y aplicarlos
en programas de reinserción y desintoxicación"«Plan Nacional de Desarrollo»

El texto de 298 páginas advierte que en materia de estupefacientes "la estrategia


prohibicionista es ya insostenible, no solo por la violencia que ha generado sino
por sus malos resultados en materia de salud pública". 

El Plan Nacional de Desarrollo no detalla qué tipo de drogas buscarían prohibir,


solo se señala "las que actualmente son ilícitas". 

"El modelo prohibicionista criminaliza de manera inevitable a los consumidores y


reduce sus probabilidades de reinserción social y rehabilitación", de acuerdo con
el documento oficial.  

El gobierno de AMLO sostiene que la "guerra contra las drogas" ha escalado el


problema de salud pública que representan las sustancias actualmente prohibidas
hasta convertirlo en una crisis de seguridad pública. 

"La alternativa es que el Estado renuncie a la pretensión de combatir las


adicciones mediante la prohibición de las sustancias que las generen y se dedique
a mantener bajo control las de quienes ya las padecen mediante un seguimiento
clínico y el suministro de dosis con prescripción". Ello para en un segundo paso
ofrecerles tratamientos de desintoxicación personalizados y bajo supervisión
médica.

Sin embargo, aclaran que la propuesta de legalización incluye y "ello debe


procurarse de manera negociada, tanto en la relación bilateral con Estados Unidos
como en el ámbito multilateral, en el seno de la ONU".
Juan Carlos Hidalgo
es Analista de Políticas Públicas para América Latina del Cato Institute.
1. La legalización pondría fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del
narcotráfico, al traer a la superficie el mercado negro existente. Y con la
desaparición de la clandestinidad del narcotráfico disminuye dramáticamente la
problemática social ligada a dicha actividad. La actual prohibición de las drogas no
detiene al mercado, simplemente lo ha sumergido bajo el manto de la ilegalidad, y
cuando un negocio es un crimen, los criminales tomarán parte de éste. Según las
Naciones Unidas, el tráfico de drogas genera $400.000 millones anuales, lo cual
representa un 8% del comercio mundial, comparable con la industria de textiles.
Dicho botín representa una tentación irresistible para los criminales del mundo.
2. La legalización reduciría dramáticamente el precio de las drogas, al acabar con
los altísimos costos de producción e intermediación que implica la prohibición.
Esto significa que mucha gente que posee adicción a estas sustancias no tendrá
que robar o prostituirse con el fin de costear el actual precio inflado de dichas
substancias.

3. Legalizar las drogas haría que la fabricación de dichas sustancias se encuentre


dentro del alcance de las regulaciones propias de un mercado legal. Bajo la
prohibición, no existen controles de calidad ni venta de dosis estandarizadas. Esto
ha conducido a niveles de mortalidad altos a causa de sobredosis o
envenenamiento por el consumo de drogas. De hecho, según un estudio del Cato
Institute realizado por James Ostrowski, el 80% de las muertes relacionadas con
drogas se deben a la falta de acceso a dosis estandarizadas.

4. El narcotráfico ha extendido sus tentáculos en la vida política de los países.


Importantes figuras políticas a lo largo de Latinoamérica han sido ligadas con
personalidades y dineros relacionados con el tráfico de drogas. Tal vez aquí yace
la razón por la cual la guerra contra las drogas se intensifica año con año. Los
grandes narcotraficantes son los que más se benefician con la actual prohibición, y
los operativos anti-drogas que se practican en Latinoamérica sirven para
eliminarles la competencia que enfrentan por parte de los pequeños y medianos
distribuidores. La legalización acabaría con esta nefasta alianza del narcotráfico y
el poder político.

5. Legalizar las drogas acabaría con un foco importante de corrupción, la cual


aumenta en todos los niveles del gobierno debido a que una substancial cantidad
de policías, oficiales de aduana, jueces y toda clase de autoridades han sido
comprados, sobornados o extorsionados por narcotraficantes, creando un gran
ambiente de desconfianza por parte de la población hacia el sector público en
general.

6. Los gobiernos dejarían de malgastar miles de millones de dólares en el combate


de las drogas, recursos que serían destinados a combatir a los verdaderos
criminales: los que le violan los derechos a los demás (asesinos, estafadores,
violadores, ladrones, grupos terroristas). Además, con la legalización se
descongestionaría las cárceles, las cuales hoy en día se ven inundadas por gente
cuyo único crimen fue el consumo de substancias que están prohibidas por la ley.
Todos estos esfuerzos por combatir el tráfico de drogas han sido inútiles. Por
ejemplo, las mismas autoridades reconocen que a pesar de todo el dinero
gastado, los esfuerzos actuales solo interceptan el 13% de los embarques de
heroína y un máximo del 28% de los de cocaína. De acuerdo con las Naciones
Unidas, las ganancias de las drogas ilegales están tan infladas que tres cuartos de
todos los embarques deberían ser interceptados con el fin de reducir de manera
significativa lo lucrativo del negocio.

7. Con la legalización se acaba el pretexto del Estado de socavar nuestras


libertades con el fin de llevar a cabo esta guerra contra las drogas. Intervenciones
telefónicas, allanamientos, registro de expedientes, censura y control de armas
son actos que atentan contra nuestra libertad y autonomía como individuos. Si hoy
en día las drogas son accesibles incluso en las áreas de máxima seguridad de las
prisiones, ni siquiera convirtiendo a nuestros países en cárceles vamos a lograr
mantener a las drogas fuera del alcance de aquellos que quieran consumirlas.
Legalizando estas substancias evitaremos que los gobiernos conviertan a nuestros
países en prisiones de facto.

8. Legalizar las drogas desactivará la bomba de tiempo en la que se ha convertido


Latinoamérica, especialmente países como Ecuador, Bolivia y Colombia. En este
último, las guerrillas financiadas por el narcotráfico manejan miles de millones de
dólares en equipos militares de primera línea, y amenazan con extender su lucha
a países como Panamá, Brasil y Venezuela. Hace un par de años se descubrió la
fabricación de un submarino en Colombia para el transporte de armamentos y
drogas, lo que demuestra el poderío de estos grupos guerrilleros. Todo esto ha
llevado a una intervención creciente por parte de Estados Unidos, quienes desde
hace un par de años han venido fortaleciendo su presencia militar en la región de
una manera nunca vista desde el fin de la Guerra Fría.

9. En una sociedad en donde las drogas son legales, el número de víctimas


inocentes producto del consumo y la venta de estupefacientes se vería reducido
substancialmente. La actual política afecta directamente tanto a los consumidores
de narcóticos como a terceros. Es así como gran cantidad de personas que nunca
han consumido estas sustancias o que no están relacionadas con la actividad se
ven perjudicadas o incluso pierden la vida debido a las "externalidades" de la
guerra contra las drogas: violencia urbana, abusos policiales, confiscación de
propiedades, allanamientos equivocados, entre muchos otros.
10. La legalización conducirá a que la sociedad aprenda a convivir con las drogas,
tal y como lo ha hecho con otras sustancias como el alcohol y el tabaco. El
proceso de aprendizaje social es sumamente valioso para poder disminuir e
internalizar los efectos negativos que se derivan del consumo y abuso de ciertas
sustancias. Sin embargo, políticas como las de la prohibición, al convertir a los
consumidores en criminales, desincentivan la aparición de comportamientos y
actitudes sociales necesarios para poder lidiar con los problemas de la adicción y
el consumo tempranero de dichas sustancias.

ADOLFO D. LOZANO

Adolfo D. Lozano (Madrid, 1982) es licenciado en Ciencias Políticas y Máster en


Comunicación por la Universidad Carlos III de Madrid.

1.- La guerra contra las drogas es financieramente insostenible.


Este marcador cuantifica el gasto en la guerra contra las drogas en EEUU lo que
va de año; en concreto más de 40.000 millones de dólares anuales. No hay que
olvidar que todos estos onerosos gastos los soporta el contribuyente mediante
impuestos.
2.- Dejaría los tribunales poder encargarse de los verdaderos delitos.
Me refiero a verdaderas injerencias contra la libertad y propiedad de terceros
como robos, fraudes, o agresiones físicas ya que el acto de consumir drogas no
atenta contra libertad o propiedad ajena. Nos solemos quejar de lo colapsada que
está la justicia. No contribuyamos a ello juzgando crímenes donde no los hay.
3.- Se protegerían otras libertades civiles
En la llamada guerra contra las drogas, múltiples libertades civiles saltan por los
aires en el camino. Registros, invasión de la privacidad, censuras y otras
prohibiciones asociadas parecen casi inevitables en una contienda inacabable.
Legalizar las drogas parece parte ineludible de la restauración de muchas
libertades civiles agredidas.
4.- Las drogas serían más seguras
Se ha llegado a considerar que la abrumadora mayoría de muertes por el
consumo de drogas se debe a la falta de dosis estandarizadas, algo que
naturalmente haría un mercado abierto.
5.- Se contendría la extensión de enfermedades como el VIH
Como D. R. Blackmon afirma en su obra “Moral Deaths”, la prohibición de las
drogas ha contribuido a la extensión del VIH entre los usuarios de drogas de
administración intravenosa. Otras enfermedades como la hepatitis también
aumentan como consecuencia de estas drogas fuera de cualquier control del
mercado legal. Al estar prohibidas las drogas, se ha limitado la venta de agujas
esterilizadas. Legalizando las drogas, serían éstas más seguras y se permitirían
libremente la compraventa de utensilios higiénicos. La legalización de drogas en
2000 en Portugal ha llevado a reducirse el contagio por VIH entre usuarios de
drogas en este país a prácticamente el mínimo europeo.
6.- Se erosionaría el crimen organizado
Cuando un bien se declara ilegal, ¿quién se encarga típicamente de distribuirlo y
ofrecerlo? Como debería ser obvio, pues aquellos expertos en saltarse la ley. Los
precios además de los bienes o productos prohibidos suben vertiginosamente, en
parte por los elevados costes de operar al margen de la ley. Así pues, con la
prohibición atraemos a los expertos en saltarse la ley con el atractivo extra de
pingües beneficios. Legalizando las drogas, cualquier persona respetuosa de la
ley y el orden podría concurrir al mercado abierto de estos bienes y productos.
Como decía Friedman, la ilegalización estimula la cartelización del mercado de
drogas puesto que no está sometido a una libre competencia.
7.- Se reduciría la corrupción policial
La ilegalización de las drogas genera precios desorbitados, que se traducen en
muy elevados beneficios. Beneficios que la ley, a través de la prohibición,
considera ilegales. La corrupción policial se ve seriamente agravada en el actual
escenario prohibicionista, y con ello la propia policía encuentra un obstáculo a
combatir más eficazmente unos bienes que de por sí son imposibles de eliminar.
8.- Muchos países serían más seguros
Hay regiones y países como Colombia, Nicaragua u otras donde la prohibición de
las drogas ha hecho estragos hasta el punto de cobrarse muchas vidas por parte
de organizaciones terroristas. La legalización de las drogas dejaría de alimentar
esas mafias y grupos armados terroristas.
9.- Se reduciría su consumo
Aunque al principio podría parecer extraño, el efecto de atractivo que crea la
prohibición concuerda con la realidad. Por ejemplo, de acuerdo a un estudio sobre
adicción a las drogas en Europa de 2009, los holandeses están entre los que
menos tasas tienen de consumo de cannabis a pesar de estar legalizado en su
país.
10.- No se puede prohibir la naturaleza
Prohibir sustancias que existen en la naturaleza es ridículo en tanto que no van a
dejar de existir. El único modo de saber convivir con estas sustancias es
legalizarlas, del mismo modo que el alcohol podría verse como perjudicial para la
salud, pero su prohibición sólo lleva (y ha llevado) a todas las consecuencias
mencionadas. Igual que sabemos convivir con el alcohol, debemos saber convivir
con cualquier otra sustancia.
Nadie niega lo perjudicial que pueden ser las drogas. La cuestión es reconocer
que todo lo probablemente malo en ellas pasa a ser ciertamente peor con su
prohibición.

PENA DE MUERTE.
RODOLFO ASAR.

Diez argumentos contra la pena de muerte

El candidato presidencial Iván Espinel ha vuelto a poner en el tapete un tema


que resurge cada cierto tiempo. Ha propuesto instaurar la pena de muerte para
personas que hayan cometido violaciones y asesinatos.

Tal vez con esta propuesta sólo busque llamar la atención de los medios, pero lo
cierto es que representa una corriente de pensamiento que va en franco retroceso,
aunque todavía tiene partidarios en el mundo entero.

Por el contrario, estoy entre quienes se oponen, y me he permitido recopilar una


decena de los argumentos más contundentes en contra de la pena de muerte, que
pueden ayudar al debate de la sociedad.

De manera muy resumida, son estos:

1. Viola el derecho a la vida proclamado en la Declaración Universal de Derechos


Humanos.

2. Ecuador es signatario, desde 1998,  de la Convención Americana para la


Abolición de la Pena de Muerte http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-
53.html

3. En muchos países donde se aplica no disminuyen los delitos. Y en países


donde se abolió, hay menos
homicidios. https://www.amnesty.org/en/documents/act51/002/2013/es/
4. Un estudio de 36 años de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU.
concluyó que no hay evidencias de que este castigo sirva para intimidar y así
reducir los
crímenes. http://www.elmundo.es/america/2012/04/18/estados_unidos/133478
0517.html

5. De a poco, se la va erradicando en el mundo. Por ley o de facto, ya la han


abolido 160 países. En América del Sur y Europa virtualmente no existe, aunque
unos pocos países la contemplan para casos de
guerra. http://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/este-es-el-estado-de-la-
pena-de...

6. Es utilizada, esencialmente, en países con regímenes dictatoriales donde se


quiere castigar a los disidentes políticos y a minorías perseguidas. Casos China,
Irán, Arabia Saudita, etc.

7. La discriminación en la aplicación de la justicia y la falta de recursos para


defenderse, provoca que los pobres y miembros de minorías raciales tengan más
probabilidades de ser condenados a muerte.

8. Es un retroceso de la evolución humana. "Se trata de un sentimiento,


particularmente violento, no de un principio. El ‘ojo por ojo’ pertenece al orden de
la naturaleza y del instinto. Si el crimen pertenece a la naturaleza humana, la ley
no pretende imitar tal naturaleza. Está hecha para corregirla." (Albert Camus)

9. Al convertirse el Estado en dueño de la vida y la muerte, puede ser visto como
un ejemplo a imitar y generar lo contrario de lo que se busca: una espiral de
violencia social.

10. Y no menos importante: puede ejecutarse a un inocente. Por ende, el Estado


(y la sociedad) cometerían la misma atrocidad que pretenden castigar. Y la muerte
es irreversible.
Lic. Gabriel Mario Santos Villarreal Investigador Parlamentario Subdirector
de Política Exterior

En términos generales, los contrarios a la pena de muerte argumentan que la pena


máxima refleja la supervivencia en el mundo de la Ley del Talión. Que no existe
justificación ética, moral, jurídica, y política que pueda sustentarla, esencialmente
que es incompatible con los Derechos humanos.
Castellanos Tena manifiesta que en la práctica la pena de muerte “no sirve de
ejemplo para quienes han delinquido, pues en los lugares donde existe sigue
delinquiéndose, además es bien sabido que muchos condenados a muerte han
presenciado anteriores ejecuciones".
Francisco González de la Vega, se pronuncia también en contra de la pena de
muerte y dice que "México presenta, por desgracia, una tradición sanguinaria; se
mata por motivo político, social, religioso, pasional, y aun por puro placer de matar;
la "ley fuga", la ejecución ilegal de presuntos delincuentes, es otra manifestación
de la bárbara costumbre; las convulsiones políticas mexicanas se han distinguido
por el exceso en el derramamiento de sangre".
a. Correlación retributiva entre delito y pena mortal refutación
Esta argumentación reposa en que no es posible volver al “ojo por ojo, y
diente por diente”, ni aun el simple deseo de venganza, pues se niega la
esencia misma del derecho. Así como una ilicitud penal produce la afectación
de bienes jurídicos, la pena también; pero no puede co-elegirse, poniéndolos
en balanza, que el autor del hecho debe pagar con su vida. El Derecho es
armonía y fruto de la razón y se trata de no utilizar la violencia en las relaciones
humanas, para el disfrute de la vida. El Comité de Derechos Humanos de la
ONU (Organización de las Naciones Unidas) afirmó en 1982 que el derecho a
la vida es supremo y no se permite supresión alguna ni siquiera en momentos
excepcionales que pudiesen poner en peligro una nación.
b. Imposibilita la rehabilitación
Cuando se mata como castigo penal no queda alternativa posible. Solo muerte
a secas. Se desecha para siempre la posibilidad de un arrepentimiento o de
una evolución psíquica y/o moral, una conversión, un ajuste interno, que opere
en la conciencia moral de un condenado. Cuando se mata, como única salida,
se niegan muchas cosas al sentenciado y a la propia sociedad. Es que lo
irreparable e irreversible de la pena capital impide la posibilidad de rehabilitar al
condenado, premisa insita en la penalidad, con lo que - cabe advertirno se
cumple con la finalidad que la pena establece.
c. Error judicial
Cuando se trata del error judicial y de la subsiguiente muerte de inocentes. El
error judicial no implica únicamente, según cierto hábito expositivo, que el
sentenciado o el ejecutado no haya sido el autor material del delito del que se
le está culpando. También ocurre cuando no se ha estudiado de modo
fehaciente el hecho de que la legitima defensa, estado de necesidad o de la
emoción violenta que pudo haber embargado al condenado, o cuando se trata
de un enfermo mental que desconoce la criminalidad de sus actos y causa
muerte a su víctima. De acuerdo con un estudio realizado por la Escuela de
Leyes de la Universidad de Columbia se condenó a muerte, entre los años de
1973 y 1995 en el Estado de Florida a 860 personas. El 73 % de estas penas
fueron anuladas por diversos errores procesales, en especial por deficiencia de
los elementos probatorios. Cabe destacar que los tribunales de apelación de
este Estado revierten el 49% de esas sentencias y la Corte Suprema el 17%.
Los juicios duran entre 6 y 7 años.
En contra
1.Niega derechos humanos. Condenar a muerte a una persona supone negarle el
derecho a la vida, proclamado en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
2.La correlación entre delito y pena mortal. No es posible volver al “ojo por ojo…”,
pues niega la esencia misma del derecho. El delito es un mal y la pena de muerte
otro mal, no se puede desaparecer un mal con otro.
3.No disuade contra el crimen. Los países que mantienen la pena de muerte
suelen afirmar que es una forma de disuasión contra la delincuencia. Esta postura
ha sido desacreditada en repetidas ocasiones. No hay pruebas que demuestren
que es más eficaz que la cárcel a la hora de reducir el crimen.
4.Suele emplearse en sistemas de justicia sesgados. Algunos de los países que
más personas ejecutan tienen sistemas judiciales profundamente injustos. Los tres
países que más usan la pena capital (China, Irán y Arabia Saudí) lo hacen en
circunstancias turbias y poco claras. Muchas condenas de muerte se basan en
"confesiones" obtenidas mediante tortura.
5.Se aplica de forma discriminatoria. Si eres pobre o perteneces a una minoría
racial, étnica o religiosa, tienes más probabilidades que el resto de personas de
ser condenado a muerte, debido a la discriminación que existe en el sistema de
justicia. Además, los colectivos pobres o marginados tienen más dificultades para
acceder a los recursos legales que necesitan para defenderse
6.Se usa como herramienta política. Las autoridades de algunos países usan la
pena de muerte para castigar a los opositores políticos.
7.Es irreversible y se cometen errores. Ejecutar a una persona es definitivo e
irrevocable y no se puede descartar nunca el riesgo de ejecutar a inocentes. En
Estados Unidos, desde 1976, 150 condenados a muerte han sido absueltos. En
algunos casos, la absolución llegó cuando ya habían sido ejecutados.
8.Impide la posibilidad de rehabilitación. La muerte deshecha para siempre la
posibilidad de un arrepentimiento o de una evolución psíquica o moral.
9.El verdugo, una víctima consecuente. El verdugo es una víctima del sistema
penal que suele internalizar esa condición en un ejercicio subjetivo para exonerar
sus culpas. Su situación es de aislamiento social… Es un asesino a sueldo del
Estado.

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