(i) El discipulado genuino comienza con creer en Jesús y depositar completa confianza en él como salvador. (ii) Implica mantenerse constantemente en la palabra de Jesús escuchándola, aprendiendo de ella, entendiéndola y obedeciéndola. (iii) Esto conduce al conocimiento de la verdad que enseña Jesús. (iv) Finalmente, el discipulado genuino lleva a la libertad del miedo, el ego, otras personas y el pecado.
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(i) El discipulado genuino comienza con creer en Jesús y depositar completa confianza en él como salvador. (ii) Implica mantenerse constantemente en la palabra de Jesús escuchándola, aprendiendo de ella, entendiéndola y obedeciéndola. (iii) Esto conduce al conocimiento de la verdad que enseña Jesús. (iv) Finalmente, el discipulado genuino lleva a la libertad del miedo, el ego, otras personas y el pecado.
(i) El discipulado genuino comienza con creer en Jesús y depositar completa confianza en él como salvador. (ii) Implica mantenerse constantemente en la palabra de Jesús escuchándola, aprendiendo de ella, entendiéndola y obedeciéndola. (iii) Esto conduce al conocimiento de la verdad que enseña Jesús. (iv) Finalmente, el discipulado genuino lleva a la libertad del miedo, el ego, otras personas y el pecado.
(i) El discipulado genuino comienza con creer en Jesús y depositar completa confianza en él como salvador. (ii) Implica mantenerse constantemente en la palabra de Jesús escuchándola, aprendiendo de ella, entendiéndola y obedeciéndola. (iii) Esto conduce al conocimiento de la verdad que enseña Jesús. (iv) Finalmente, el discipulado genuino lleva a la libertad del miedo, el ego, otras personas y el pecado.
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Hola a todos! Feliz y bendecido día!
Envío un saludo y abrazo fraterno a
todos mis hermanos y amigos, que me escuchan en este día. Soy Redy Portillo, Anciano de la Iglesia Filadelfia, de Maracaibo, Venezuela; y, en este día traigo un devocional titulado “EL DISCIPULADO GENUINO”
Basado en Juan 8:30-32, que dice:
(30) Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. (31) Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; (32) y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Para ponernos en CONTEXTO, hoy estaremos analizando este
pasaje que se encuentra en el maravilloso evangelio de Juan. Allí, comenzando el capítulo 8, vemos a Jesús dando cifras definitivas a una difícil situación que le toca enfrentar mientras enseñaba en el templo, en Jerusalén: El Maestro se encontraba enseñando cuando escribas y fariseos quisieron poner a prueba su integridad así como su capacidad de juzgar y dilucidar situaciones de inmoralidad. En este caso, le trajeron una mujer encontrada en flagrancia, cometiendo adulterio. Luego de manejar el caso con sabiduría y misericordia, absolvió a la mujer, y afirmó ante los presentes que Él era la Luz de del mundo, por tanto, quien le siga saldrá de sus tinieblas y andaría en luz. Acto seguido, los fariseos le cuestionaron la veracidad de su testimonio a lo cual Jesús afirma que es el mismo Padre Celestial quien lo reafirmaba y corrobora en su accionar; por ello, Jesús predice su muerte en perfecta sujeción a los planes del Padre; en ese momento, dice la Biblia que muchos creyeron en Él. Allí pronuncia las palabras descritas en los versículos 31 y 32 que son la base de nuestro devocional de hoy.
Pocos pasajes del Nuevo Testamento contienen una descripción tan completa del Discipulado.
(i) El discipulado genuino empieza por creer. (Vs. 30) Hablando él
estas cosas, muchos creyeron en él. El Discipulado comienza en el momento en que una persona acepta como verdadero lo que Jesús dice; todo lo que nos dice acerca del amor de Dios, todo lo que nos dice acerca del horror del pecado, todo lo que nos dice acerca del verdadero sentido de la vida, lo que nos dice sobre el plan de salvación establecido por Dios por medio el sacrificio de su hijo Jesús en la cruz como único medio de salvación. - Este “creer” no es un consentimiento mental o un acuerdo conceptual, como cuando creemos en la existencia de DaVinci, Pascal, Copérnico o Einstain, a quienes no vimos, pero por la huella que dejaron en la humanidad sabemos que existieron; no esperamos nada de ellos, sólo estamos conscientes de que existieron. Tampoco implica un creer de “suponer”; ejemplo: Está nublado y creo, supongo, que va a llover. - Allí la palabra “creer” es episteusan (επιστευσαν) que significa: “creer”, “ser persuadido” de algo, “fiarse de”, “confiar”. Significa, en este sentido de la palabra, “apoyarse en”, “poner toda mi confianza en”; es decir, no una mera creencia o suposición. - Esta palabra se halla con gran frecuencia en los escritos del apóstol Juan, especialmente en su Evangelio. De los escritores de los Evangelios, Mateo usa el verbo episteusan en diez (10) ocasiones, Marcos diez (10), Lucas nueve (9), Juan noventa y nueve (99). - Ese tipo de “creer” es lo que en Teología se llama Fe Salvadora, la cual consiste en depositar mi confianza en que solamente por el sacrificio de Cristo en la cruz recibimos salvación, y no por nuestras propias obras - por muy buenas que sean- ni por llevar una vida recta y justa, pues la salvación es incomprable; el precio lo pagó Cristo, y sólo se recibe por Fe en Él. Por eso no todos los hombres son hijos de Dios, TODOS son criaturas de Dios, pero no todos son hijos. Juan 1:12 lo dice claramente: “más a todos los que le recibieron, a los que creen (con este tipo de Fe y Confianza) en su nombre, les dio el derecho de ser constituidos hijos de Dios”.
(ii) El discipulado genuino quiere decir mantenerse constantemente en la
palabra de Jesús, Vs.31: Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos
Mantenerse en la palabra de Jesús implica cuatro cosas:
(a) Implica ESCUCHAR constantemente la palabra de Jesús. Se dice
que el predicador escocés John Brown de Haddington, cuando estaba predicando se detenía de cuando en cuando como para escuchar una voz. El cristiano es una persona que está escuchando la voz de Jesús toda la vida, y que no tomará ninguna decisión hasta haber oído lo que tiene que decir o hacer.
(b) (Mantenerse en la palabra de Jesús) implica APRENDER
constantemente de Jesús. El discípulo es literalmente un aprendiz, que es lo que quiere decir la palabra en el original. El cristiano tiene que estar aprendiendo de Jesús más y más toda la vida. La mente cerrada acaba con el discipulado.
(c) (Mantenerse en la palabra de Jesús) implica PENETRAR
constantemente en la verdad que se encuentra en las palabras de Jesús. Nadie puede decir que entiende todo el significado de las palabras de Jesús con haberlas oído o leído sólo una vez. La diferencia entre un gran libro y otro efímero consiste en que éste nos basta con leerlo una vez, mientras que aquél lo leemos muchas veces y no lo agotamos nunca. Para permanecer fieles a la palabra de Jesús tenemos que estudiarla constantemente y pensar en lo que Él dijo hasta apropiarnos del todo su significado.
(d) (Mantenerse en la palabra de Jesús) implica OBEDECER
constantemente la palabra de Jesús. No la estudiamos simplemente por interés académico o para degustarla intelectualmente, sino para descubrir lo que Dios espera de nosotros. El discípulo es el aprendiz que aprende para poner por obra. La verdad que nos ha traído Jesús está diseñada para la acción.
(iii) El discipulado genuino conduce al conocimiento de la verdad. Vs.33a:
”y conoceréis la verdad” - Aprender de Jesús es aprender la Verdad. ¿Qué es esa verdad? Hasta el mismo Pilatos se hizo esa pregunta. Hay muchas posibles respuestas, pero la que más abarca podría ser que la verdad que nos trae Jesús nos muestra los Verdaderos Valores de la vida. La pregunta fundamental a la que todos tenemos que dar respuesta consciente o inconscientemente es: « ¿A qué voy a dedicar mi vida? ¿A atesorar posesiones materiales? ¿Al placer? ¿Al servicio de Dios?» En la verdad de Jesús vemos las cosas que son importantes y las que no lo son.
(iv) El discipulado genuino conduce a la libertad. Vs.33b: “y la verdad os
hará libres” “En el Servicio a Jesús, está la verdadera libertad.» El discipulado nos trae cuatro libertades: (a) Nos trae la libertad del miedo. El que es discípulo de Cristo ya no va solo por la vida, sino siempre en compañía de Jesús, y eso destierra el temor. (b) Nos trae la libertad del ego. Muchas personas se dan cuenta de que su mayor problema son ellas mismas, y eso las lleva muchas veces a clamar desesperadas: «¡No puedo cambiar! Lo he intentado, pero es imposible.» Pero el poder y la presencia de Jesús pueden re-crear a una persona hasta el punto de hacerla completamente nueva. (c) Nos trae la libertad de otras personas. Muchos viven dominados por el miedo a lo que puedan pensar o decir los demás; otros viven dominados por la enemistad con otras personas. Una vez alguien dijo que “la voz de nuestros prójimos llega con más fuerza a nuestros oídos que la voz de Dios”. El discípulo ha dejado de preocuparse por lo que pueda decir la gente; porque lo único que le importa de veras es lo que diga Dios. Y no solamente nos liberta del qué dirán las otras personas, sino del rencor u odio hacia otras personas. Jesús rompe las cadenas de la enemistad y la falta de perdón; antes bien, facilita la reconciliación con nuestro prójimo. (d) Nos trae la libertad del pecado. Muchas personas han llegado al punto de pecar, no porque quieren, sino porque no lo pueden evitar. Sus pecados los dominan de tal forma que, por mucho que lo intenten, no se pueden desligar de ellos. El discipulado rompe las cadenas que nos atan al pecado y nos permite ser las personas que sabemos que debemos ser.
Gloria sea al nombre de Dios!
Querido amigo que me estás escuchando, este es un mensaje para quienes comparten conmigo su fe en Cristo y tienen a Jesús reinando en su corazón. La Biblia nos enseña que Dios NOS ama y tiene un plan maravilloso para TODA la humanidad; sin embargo, TODOS somos pecadores y, ese pecado nos separa de Dios. Ante esta situación, Dios proveyó a su Hijo Jesucristo quien estuvo en esta tierra y caminó entre nosotros, siendo sacrificado en una cruz por nuestros pecados y los de todo el mundo, para garantizar nuestro perdón y otorgarnos salvación. Pero esa Salvación sólo se hace efectiva cuando invitas a Jesús a entrar en tu corazón. No te estoy hablando de una religión sino de establecer una RELACIÓN PERSONAL con el Dios vivo. Por ello, si quieres recibir a Jesucristo como Salvador y como Señor de tu vida, repite conmigo esta oración: Padre celestial, gracias por tu amor, gracias porque enviaste a tu hijo Jesús a morir por mi en una cruz; HOY me arrepiento de todos mis pecados y quiero que me perdones; deseo recibir a tu hijo Jesucristo en mi corazón como Señor y Salvador. Yo creo que él murió pero resucitó de entre los muertos y viene otra vez. Hoy te recibo por padre, recíbeme tú por hijo. En el nombre de Jesucristo, tu hijo amado… Amén!
También quisiera orar por ti amado hermano; SI A LO MEJORA ESTÁS
DEBILITADO EN LA FE, TEMEROSO POR LAS INCERTIDUMBRES Y DESAFÍOS QUE COMO HUMANIDAD ESTAMOS ENFRENTADO ACTUALMENTE, CON EL CASO DE LA PANDEMIA, TE INVITO A QUE NOS PONGAMOS EN MANOS DE DIOS PUES ÉL ESTÁ DISPUESTO A DARNOS DE SU SABIDURÍA Y GRACIA ABUNDANTEMENTE, para que nos cubra con su manto y nos preserve en salud: Padre Celestial, gracias por esta palabra hermosa que hemos recibido en esta oportunidad. Gracias porque… - Nos amas y estas dispuesto, a sustentarnos y protegernos - Ayúdanos a conducirnos - sabiamente y en respeto reverencial mientras estamos en esta tierra - Guárdanos de caer o de debilitarnos en la fe, y si caemos, levantanos - Danos sabiduría para tomar decisiones correctas - Guárdanos de todo mal y del malo. En el nombre de Jesús, Amén!
APRECIADO AMIGO O HERMANO… Si tienes alguna inquietud, o un
motivo de oración, escríbeme a mi correo [email protected] y con gusto te responderé o estaré orando por ti… Dios te bendiga!