El Traductor Interprete Del Siglo XXI

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ROSA LUNA

EL TRADUCTOR-INTÉRPRETE DEL SIGLO XXI

Rosa Luna
PERÚterm
UNIFE
URP
Lima, Perú
[email protected]

En los albores del siglo XXI resulta totalmente oportuno interrogarse respecto del perfil
ideal del intérprete-traductor en este nuevo escenario temporal. ¿Cuáles son las dimensiones
prioritarias que debe desarrollar este profesional en este nuevo escenario? Las dimensiones
cognitiva, ética, tecnológica, empresarial y educativa adquieren particular relieve en este nuevo
siglo.

DIMENSIÓN COGNITIVA:

El mundo globalizado exige un cambio de actitud por parte de los profesionales en


general, y en particular, del traductor e intérprete del siglo XXI. La dimensión cognitiva es una
de las áreas del desarrollo humano que exige un cambio del pensamiento monolítico al
pensamiento inter, multi y transdisciplinario. La interdisciplinariedad supone una actitud
existencial, una mentalidad, un modo de abrirse a la realidad, al mundo experimental. Su
principal ventaja es que nos impide sesgar la comprensión del mundo como consecuencia de
considerar la propia subcultura profesional como la forma más válida de comprender lo que
acontece. Se trata de aprender a pensar desde las certezas relativas y provisionales de la ciencia y
de nuestras opciones personales. Todo aspecto de la realidad que estudiamos está implicado y
plagado de contextos más amplios. Es así como la interdisciplinaridad es, sobre todo, un estado
mental que requiere de cada persona una actitud a la vez de humildad, de apertura, de
curiosidad, una voluntad de diálogo y finalmente una actitud para la asimilación y la síntesis
(Ander-Egg) : 1994).
¿Qué cambios exige este nuevo milenio? ¿Qué ventajas competitivas tienen los
traductores-intérpretes frente a los otros profesionales? Una ostensible ventaja competitiva frente
a los demás profesionales es que nuestra mente está preparada para asumir las exigencias de
inter, multi y transdiciplinariedad debido a la naturaleza del objeto de estudio de nuestra
disciplina que nos obliga a realizar reflexiones desde diferentes ópticas teóricas y al carácter

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multidisciplinario del ejercicio traductor que se ve involucrado en experiencias traductoras de


temáticas bastantes disímiles
En el próximo siglo, se abren mayores perspectivas para la especialización, mas no para
la hiperespecialización por cuanto la tendencia de la sociedad del futuro demanda cada vez más
en los profesionales una diversificación funcional, la adaptación a contingencias y la versatilidad
profesional. Este milenio requerirá de profesionales multifacéticos, con una formación
multidimensional. De manera que la interrogante que debemos formularnos es si cabe continuar
insistiendo en la delimitación de perfiles privativos y la restricción profesional a la realización de
funciones o tareas típicas.
A nivel de sociedad, venimos experimentando el cambio de una sociedad fundada en la
producción de bienes materiales a una sociedad que pertenece a la era de la información, en la
que predominarán el tratamiento, el almacenamiento, el intercambio y la producción de nuevos
conocimientos. En este contexto, el traductor-intérprete del siglo XXI desempeña el papel de
mediador de ciencia y tecnología, de reproductor de nuevos conocimientos que lograrán
democratizarse a través de la traducción e interpretación. Asimismo, la toma de conciencia del
predominio de la información, nos exigirá reemplazar la tendencia a acumular conocimientos con
fines de erudición por el manejo efectivo y funcional del conocimiento que tiene su pilar en la
discriminación o depuración informativas. Hoy en día nadie puede negar la importante
contribución de Internet con la democratización del conocimiento; en principio, hoy todos
tenemos acceso a esta fuente pero no todos sabemos explotarla al máximo. La información
depurada, mañana más que nunca, se convertirá en la llave del éxito profesional. El traductor-
intérprete que desee progresar en este siglo tendrá que ser un excelente discriminador o
depurador informativo, desarrollando su capacidad de identificar con eficiencia y eficacia, las
fuentes paralelas y material lexicográfico monolingüe y bilingüe, actuales, confiables, y
reutilizables, en su labor profesional con la finalidad de superar los escollos derivados del saber
no compartido con el autor.
Dado este estado de la cuestión, la globalización nos plantea un modelo de sociedad
distinta, mucho más articulada con el resto del mundo, constituido en una aldea global,
profundamente impactada por las telecomunicaciones y la información altamente tecnificada.
El reto de ambos profesionales descansará, pues, en estar familiarizado con las tecnologías de
producción más avanzadas. Estar a tono con los productos de la tercera revolución industrial: la
informática, la biotecnología, la tecnología espacial, las nuevas energías y los nuevos materiales.
Todos ellos constituirán nuevos espacios laborales y por qué no futuros campos de
especialización para el traductor/intérprete.
Para concluir con esta primera dimensión, podemos afirmar que la lectura, o enfoque
prioritario para el abordaje de la realidad del siglo actual, debe tener una orientación sistémica,
ecológica, dialéctica. La realidad tiene una constitución sistémica es decir que hace referencia a

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un todo unitario y organizado compuesto por dos o más partes que por su misma naturaleza
constituyen una complejidad organizada. Todo sistema puede considerarse a la vez como todo y
como parte de un todo mayor. De esta concepción se deriva que un tratamiento de problemas
que no tenga en cuenta los efectos, interacciones y retroalimentaciones que existen entre los
diferentes subsistemas es un modo de abordaje excluyente. (Degregori y Portocarrero:1999;
Benedetti et al.:1995).
Siguiendo esta concepción, tenemos la esperanza de que en este siglo se ratifique, con
creces, la hipótesis de la Teoría Polisistémica según la cual la relevancia de la traducción radica
en su condición de subsistema de la cultura receptora, cuyo estatus varía de país en país. Para
ello, el traductor/intérprete tendrá que diseñar estrategias encaminadas a hacer que el
subsistema traductor deje de ocupar un estatus secundario para pasar a adquirir uno central en el
desarrollo científico, cultural y tecnológico del país.
En el mundo globalizado, el traductor/intérprete desempeñará un papel de comunicador
universal contribuyendo a la conversión de los profesionales en una suerte de ciudadanos del
mundo cuya participación y mirada atenta para impedir dejarse llevar por la vertiginosa
globalización con la consiguiente pérdida de sus propias raíces. El profesional del próximo siglo
debe asumir un compromiso de participación activa en la vida de su nación y las comunidades
de base.
La era del conocimiento, orden social que supuestamente está en gestación, ha sido no
por causalidad el siglo de la propaganda de la manipulación. La información es un factor de
poder, se ha convertido en la principal dimensión del capital es un bien o una mercancía muy
preciada. Quien no posea criterios para discriminar los grados de plausibilidad de la
información estará condenado permanentemente a confundir lo real con lo imaginario. El
traductor- intérprete del siglo XXI debe concebir la información como una herramienta de
integración nacional y no sólo internacional, útil para comunicar a las distintas partes de la
sociedad y, ojalá, abrir posibilidades de cambios culturales hacia una cultura más dialogal.

DIMENSIÓN TECNOLÓGICA:

El vertiginoso avance de la tecnología de punta, demandará al traductor repensar en los


esquemas comunicativos vigentes durante el pasado siglo en función de la interactividad que
permitirá no sólo emitir y recibir información sino también dialogar, traducir e interpretar en
tiempo real con miras alcanzar la utopía de la comunicación universal basada en la consideración
de la lengua inglesa como agente de homogeneización por excelencia e idioma universal.
Desde una perspectiva idiomática, los traductores e intérpretes hispanos tenemos una
ventaja: nuestra lengua, el español se ha convertido, según las estadísticas actuales, en el LATIN
del siglo XXI. En consecuencia, tanto la demanda como la oferta de traducciones se verán

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incrementadas en forma significativa redundando en la calidad de los productos ofrecidos.


Además, en modalidades mixtas como son el subtitulado y el doblaje, la preferencia por el
denominado español neutro o variedad plana donde se evitan, en la medida de lo posible, los
localismos sólo podrá ser cubierta por traductores humanos hispanos competentes.
A partir de una lectura tecnológica, el traductor del próximo siglo o "cibertraductor" se
encontrará ante un mercado saturado de programas de traducción automática que continuarán
siendo considerados como rivales por parte de muy pocos traductores y como herramientas
auxiliares de trabajo por un número cada vez mayor de profesionales quienes comprenderán que
la única manera de vencer al enemigo es conociéndolo a fondo y demostrando, con la calidad de
sus servicios, las ventajas que brinda la irrepetible traducción humana.
Los programas de traducción automática que se comercializan, muy a nuestro pesar, cada
vez son más sofisticados y su utilidad como herramientas auxiliares para el proceso traductor es
cada vez más aceptada. En el campo virtual la traducción automática gratuita facilita la
información para usuarios desconocedores del inglés, lengua en la que, a pesar de todos los
esfuerzos efectuados por las redes locales, se introduce el grueso de la información existente en
las supercarretera de la información.
La automatización no se ha restringido al campo de la traducción, han aparecido los
primeros intentos de interpretación automática, a través de sintetizadores que pueden
interpretar, en forma simultánea, por Internet en varias lenguas desde distintos puntos del
planeta. Las palabras resuenan en los parlantes y aparecen en la pantalla del ordenador a la vez
que se van traduciendo. Se ha creado una versión portátil de una computadora-intérprete para
viajeros, que sirve como guía turística y da direcciones de diversos lugares. Por el momento,
cuenta con una capacidad para traducir 10,000 palabras, corregir sintaxis y eliminar las
expresiones fáticas. C- Star está experimentando otro sistema denominado Cross-lingual en el que
se transmite la imagen del hablante alterando el movimiento de sus labios y ojos para
sincronizarlos con la traducción.
Los proyectos de traducción interactiva del habla están en su apogeo; uno de los
principales sistemas para la traducción del habla (JANUS) estudia la evolución del mismo y
analiza las perspectivas de futuro en este campo de las tecnologías de la lengua. Desde fines de
la década del ochenta se han ido sucediendo increíbles avances en los procesos de reconocimiento
del habla. Se ha pasado de aparatos dependientes del hablante, procesadores de frases
independientes que reconocían una terminología limitada a programas de dictado
independientes del hablante, de discurso continuo y de amplia terminología con alrededor de un
10% de errores léxico. (Waibel, Alex:2001)
¿Qué hacer ante esta realidad? ¿Cómo diferenciarnos demostrando que el toque humano
es inigualable? Frente a esta hemorragia de ofertas virtuales, hoy más que nunca la calidad se
hace indispensable, se convierte en una estrategia de sobrevivencia profesional. El traductor

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/intérprete de este milenio será un conocedor crítico de las bondades y limitaciones del software
traductor e interpretativo todo con la finalidad de demostrar que los productos derivados de la
automatización distan mucho de los resultantes de la creatividad traductora. Es indiscutible que
la creciente capacidad de las computadoras para “simular” el proceso de traducción e
interpretación humanas dejará de genera incertidumbre en estos profesionales, ellos asumirán
que no existe, ni existirá, analogía entre el funcionamiento intelectual del hombre y de la
máquina, que la simulación no quiere decir que piensen como personas, que las máquinas nunca
serán creativas, que podrán imitar acciones humanas al igual que los chimpancés, pero, a
diferencia de estos, no iniciarán por sí mismas las imitaciones ya que no son capaces de descartar
ni de originar información. Entenderán que las programas automáticos trabajan para ellos y no
por ellos. En este siglo, los traductores e intérpretes se involucrarán en los proyectos de
traducción automática, y en general en todos los referidos a la industria del lenguaje, con el
objeto de contribuir a la consecución de productos cada vez más eficientes y eficaces.
El traductor/intérprete del tercer milenio no puede encontrarse al margen de las ventajas
de la interacción cibernética que ha empezado a dar sus frutos con la inacabable aparición de
listas de distribución en Internet, Traducción, Lantra, Apuntes, Hispania, Tecnotrad, etc., entre
muchas otras, que como reflejo de la solidaridad traductora, traductores e intérpretes de
diferentes latitudes intercambian experiencias, opiniones, recomendaciones, etc. tremendamente
provechosas y estimulantes para el traductor/intérprete en ejercicio. En este siglo, el traductor
deberá ser creador y coordinador de listas de distribución locales e internacionales tendientes a
lograr consensos, eliminar recelos, temores e incertidumbres profesionales con la mejor y más
simple herramienta comunicativa: el diálogo entre colegas.
Edwin Gentzler (2001) advierte que las destrezas y habilidades requeridas por los
traductores han operado una transformación radical en los últimos años, la actividad que, en el
pasado, fue considerada como básicamente lingüística se ha convertido en una práctica compleja
que exige de habilidades lingüísticas y computacionales avanzadas. De allí que los diseños
curriculares de las escuelas de traducción deban incorporar entre sus contenidos una amplia
gama de nuevas tecnologías, entre las que se incluyen los procesadores multilingües de textos, la
edición, los códigos de Internet, el correo electrónico, la edición electrónica, los diccionarios para
traductores, las diversas modalidades de traducción automática, los grupos de discusión en
Internet y las revistas virtuales en el campo de la traducción e interpretación. Estos contenidos
permitirán que los egresados de las carreras de traducción estén capacitadas para satisfacer las
nuevas, y cada vez más exigentes, demandas del mercado.
La tecnología se ha convertido así en factor de poder y en el motor central de los cambios
más importantes que afectan globalmente la vida de la especie. Quien conozca las posibilidades
inherentes a la tecnología de un momento dado podrá saber, por lo menos relativamente, cuáles
son los posibles órdenes futuros. El método de los mundos posibles tiene importancia capital

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sobre todo para el arte de diseñar utopías, en el caso específico de las actividades traductora e
interpretativa la utopía consistirá en lograr la intercomprensión mundial.

DIMENSIÓN ÉTICA:

El neoliberalismo, ideología predominante en el mundo, apela a la prosperidad material,


a las maravillas de la tecnología, la facilidad del confort, la satisfacción de los sentidos, pero no
bosqueja un horizonte de felicidad, ni de perfeccionamiento moral. La abrumadora revolución
científica y tecnológica que vive la sociedad a escala universal demanda en forma perentoria
transformaciones sustanciales en los valores humanos. En la actualidad, en la medida que los
modelos de valores absolutos y relativos se han hecho obsoletos, tan solo queda el diálogo como
instrumento procedimental para construir una vida más justa y como criterios para justificarla y
es en este diálogo en donde reside la clave de la educación moral (Degregori y Portocarrero:
1999). Este siglo se verá obligado a revalorizar a los traductores/intérpretes que son,
incuestionablemente, los más destacados intermediarios dialógicos interlingüísticos y la
expectativa es que también lo sean en el nivel intralingüístico e intersemiótico.
En el mundo occidental, la influencia neoliberal y postmodernista se evidencian en la
pérdida de la ética del trabajo y en el elogio de la ética del éxito. En este contexto, el
traductor/intérprete de este siglo deberá entender que el prestigio profesional, más importante
que el éxito efímero, descansa en la ética. Traductor e intérprete deberán convertirse en
constructores de valores gremiales y nacionales guardando coherencia entre los ideales a los que
aspiramos, nuestra conducta y la actividad cotidiana que desarrollamos. El traductor/intérprete
deberá ser capaz de autocontrolar su propia conducta a fin de producir en sí mismo cambios más
duraderos y generalizables, ajenos a influencias externas. El traductor e intérprete deberá estar
abierto a la aceptación de nuevos valores, a tomar en serio posturas ajenas diferentes a la propia,
a reconocer sus propias limitaciones y sus posibilidades de errar, y a adquirir destrezas para
englobar unitariamente diversas posiciones en lo que tienen de armonizable.

El profesional de este nuevo milenio deberá contribuir al nacimiento de un nuevo


humanismo, con un componente ético esencial y amplio lugar para el conocimiento y respeto de
las culturas, así como de los valores espirituales de las diferentes civilizaciones. Uno de los
mayores retos de los profesionales del nuevo milenio será imaginar nuevas formas de arbitraje,
nuevas fuentes de autoridad moral y mecanismos para su implementación.

DIMENSIÓN EMPRESARIAL:

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El traductor del siglo XXI deberá cambiar sus paradigmas empresariales, tener una actitud
más agresiva respecto del mercado. Dejar de limitarse a ser un mero receptor de encargos para
convertirse en un generador de servicios anticipándose a la demanda, realizando sondeos de
demandas potenciales y asumiendo el papel de promotor de traducciones. Hoy más que nunca
el profesional del futuro debe estar capacitado para generar nuevos espacios laborales o buscar
nichos de mercado. Por lo general, los traductores e intérpretes asumimos un rol pasivo en
cuanto a la oferta de servicios limitándonos a ser ejecutores de encargos de traducción a partir de
las instrucciones dadas por el usuario. ¿Qué ocurriría si cambiáramos de mentalidad y
empezáramos a promocionar trabajos de traducción efectuados a partir de la demanda potencial?
El traductor-intérprete no podrá mantenerse al margen de la cultura de la calidad.
Existen estándares de calidad a nivel internacional, normas tales como la DIN 2345 en Alemania,
la UNI 10526 en Italia, la ATA Holandesa, la BS 475 en Inglaterra. Algunas de ellas, como la DIN
2345 establecen responsabilidad por parte del cliente, quien está obligado a dilucidar dudas y
entregar un texto traducible. Hay otras que son sumamente estrictas para las cuales una
traducción con tres errores es mala. En la mayor parte de ellas, se enfatiza que la calidad debe
medirse a partir de las condiciones de producción de la traducción tales como el tiempo
destinado para la investigación, la cooperación del cliente, el trabajo en equipo, la competencia
traductora, el profesionalismo traducción y la remuneración adecuada (Picken, C. (dir.): 1994).
El concepto de inteligencia también ha experimentado importantes cambios en este siglo
que nos hacen prever que en este siglo el éxito profesional de una persona no descansará en los
paradigmas de la inteligencia tradicional (lingüística, lógica y matemática) sino más bien en el
nuevo paradigma de las inteligencias múltiples, en particular la intrapersonal y la emocional. Se
ha descubierto que son las interferencias emocionales las que no nos permiten realizar nuestras
potencialidades. La inteligencia emocional es entendida como la capacidad de entender y percibir
los sentimientos propios y ajenos, así como la capacidad de controlar y administrar las fuerzas
que ellos generan para beneficio de la estabilidad emocional de la persona. Empecemos, pues, a
desarrollar este tipo de inteligencia potencial a fin de lograr, más que el éxito, el prestigio
profesional mucho más duradero y gratificante que el éxito efímero y desconcertante (Puente:
1999).
En esta era informática, el prototipo del trabajador industrial dejará de ser el hombre para
pasar a ocupar la mujer una posición predominante en la economía y los negocios. La mujer
empezará a ser una actora reconocida en los diferentes campos de la actividad humana
(Ugarteche: 1998). La situación es particularmente ventajosa para las traductoras e intérpretes
quienes tendrán a su cargo la responsabilidad de asumir el papel de empresarias con excelente
entrenamiento en la decodificación de mensajes verbales y no verbales.

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La globalización del mercado transformará las políticas laborales de los


traductores/intérpretes de endocentristas a exocentristas, orientándolas a la exportación de
traducciones e interpretaciones acordes con los estándares de calidad vigentes y por diseñar.

DIMENSIÓN EDUCATIVA:

¿Qué papel debemos asumir los formadores de traductores e intérpretes del siglo XXI?
Nuestras tareas deberán concentrarse en: la sensibilización y capacitación del futuro
traductor/intérprete para que asuma la educación como un fenómeno permanente, inacabable y
constantemente perfectible con la finalidad de garantizar el autoperfeccionamiento.
Igualmente, debemos preocuparnos por el diseño de métodos, técnicas y estrategias de
enseñanza tendientes a desarrollar la autonomía del futuro profesional, eliminando todo lazo de
dependencia para que éste alcance a razonar y decidir con la mayor libertad posible y para que
esté habilitado para crear nuevos escenarios laborales. La misión de los centros formadores de
traductores e intérpretes debe apostar por el desarrollo de los cuatro saberes fundamentales,
propuestos por la UNESCO: Aprender a conocer, a hacer, a vivir juntos y a ser (Informe Delors: 1996).
Además, las instituciones formadoras de traductores e intérpretes deberemos pactar con
otros actores, como empresas de traducción, competidores de primer orden en la producción de
nuevos conocimientos, así como emprender relaciones con el sector privado para diseñar
programas de formación continua, firmar contratos de investigación participativa o conjunta en
áreas tales como la terminología, diagnósticos o sondeos de mercado, expectativas de usuarios,
etc.
Un tema descuidado en el proceso de enseñanza–aprendizaje, debido al énfasis puesto en
el “saber-hacer” y en la excelencia (eficientismo), es la revalorización de la función de servicio a la
sociedad instilando en los alumnos la conciencia de que toda carrera es un servicio y que además
de su finalidad de excelencia académica, posee el intrínseco compromiso de elevar la calidad de
vida de la nación, de sus gentes, de los más desposeídos, de los marginados, de los olvidados.
Esta meta podría alcanzarse si se involucra a los estudiantes en proyectos locales de servicio a la
comunidad, tales como los que realizan los “Traductores e intérpretes sin fronteras” a nivel
internacional.
Los docentes del próximo milenio debemos interesarnos en determinar en qué medida los
egresados de sus programas pueden transferir, en forma efectiva y a su debido tiempo, los
conocimientos obtenidos a través de la formación a su lugar de trabajo, ya que haber adquirido
determinadas capacidades o conocimientos no significa necesariamente ser competente. Entre
otros objetivos del ejercicio docente deberían ocupar un lugar central los siguientes:

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 Conjugar la enseñanza pragmática con la enseñanza basada en la investigación a


fin de garantizar la producción de conocimientos en la especialidad. En el caso
peruano, este objetivo deviene prioritario ya que la producción de literatura
traductológica a nivel local es extremadamente limitada.
 Brindar al estudiante las herramientas necesarias para explotar nuevos escenarios
laborales. Enfocar la educación desde una perspectiva pluridimensional
enfatizando la intercultural. La inclusión de nuevos contenidos curriculares
(traducción e interpretación automáticas y revisión de productos automáticos,
localización, gestión terminológica, marketing virtual de servicios, etc.) en base a
las exigencias actuales y futuras es una tarea urgente e insoslayable de las
entidades formadoras de traductores/intérpretes.
 Entender la educación como forjar la mente y el carácter de un ser humano y
dotarlo de autonomía suficiente para que alcance a razonar y decidir con la mayor
libertad posible, prescindiendo de influencias ajenas, de tópicos y lugares
comunes.
 Lograr que nuestros estudiantes alcancen el nivel más elevado de la competencia
que es el profesionalismo concebido como la actuación profesional que tiene como
ejes centrales el autoperfeccionamiento y la autorregulación.

El traductor/intérprete del tercer milenio será reconocido por:

 Su capacidad de transferir, en situaciones variadas y a menudo imprevistas,


conocimientos, capacidades y comportamientos pertinentes y diferenciados. La
flexibilidad mental se transforma en un requisito indispensable para la
comprensión y el respeto de las alteridades, constante a la que se enfrenta estos
profesionales en su quehacer cotidiano.
 Su capacidad para modelizar las experiencias profesionales que ha vivido, las
situaciones o los problemas que afronta. Esta perspectiva le permitirá discernir
mejor las informaciones que le son útiles, identificar el tipo de intervención que
debe poner en práctica, disponer de un referencial de análisis que guiará sus
observaciones. Esta modelización facilita, asimismo, la memorización de los
actores y de las situaciones. Si bien no puede dejar de reconocerse cada
experiencia traductora e interpretativa como única, es conveniente que los
intermediarios interlingüísticos identifiquen determinadas constantes y variantes
en su ejercicio profesional, alimentadas por experiencias vicarias, con miras a
diseñar estrategias de intervención efectivas y realistas.

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 Su dominio de la gestión del tiempo. Debe saber reaccionar a su debido tiempo,


ni demasiado pronto, ni demasiado tarde, ni demasiado lentamente, ni con
demasiada rapidez. Saber escoger sus ritmos y respetar sus plazos. Percibir
cuándo hay que emplear la paciencia y cuándo es preferible precipitar los
acontecimientos y apremiar a las personas. Su destreza para organizarse y
organizar. El desarrollo de la autonomía en las decisiones que toma, las hipótesis
de explicación o de acción que propone, las alternativas o las correcciones que
emprende. Esta exigencia es fundamental para el traductor/intérprete que debe
acostumbrarse a trabajar bajo presión, en equipo y a distancia, y ser consciente,
además, de que su trabajo es sólo un eslabón de la cadena informativa lo que no
lo exime de asumir las responsabilidades y decisiones que toma a lo largo de
dicho proceso.
 Su capacidad de explicar y convencer; controlar suficientemente su ámbito de
intervenciones para argumentar las soluciones que propone. Los traductores-
intérpretes tienen una delicada misión con la opinión pública en general y con los
clientes y usuarios potenciales, en particular. Las expectativas de calidad varían
significativamente entre el traductor/intérprete y el usuario final, conocedor de
esta realidad los profesionales interlingüísticos deben educar a los usuarios de
traducciones para que colaboren con su trabajo brindando instrucciones claras de
traducción y el apoyo logístico requerido por ellos con la finalidad de lograr
productos de calidad que satisfagan las expectativas de unos y otros.
 Su habilidad para transferir los recursos humanos (humanos, materiales,
financieros, etc.) necesarios para tratar el problema por resolver para realizar
actividades que poner en práctica, para cumplir el proyecto en que está
comprometido.
 Su aptitud captar las señales débiles de una situación. Saber detectar los signos
precursores y los indicios antes de reaccionar a los indicadores. Anticipar y no
limitarse a reaccionar. Para el logro de esta meta, tal como hemos mencionado en
el artículo Hacia la transformación de las imágenes traductoras, deberá generalizarse la
práctica de diseñar, y hacer que se respeten, determinados espacios textuales
dentro de la traducción (prólogos, notas, glosarios, anexos) en los que el
profesional pueda validar su trabajo. Igualmente, el traductor/intérprete de este
siglo deberá exigir, y no negociar o desestimar, sus derechos de autoría de la
traducción cumpliendo con todos los requisitos formales de registro de derechos
en las instancias del caso, con el objeto de anticiparse a plagios por parte de otros
traductores, apropiaciones ilícitas por parte de los clientes u otros traductores, etc.
Toda traducción que circule, en soporte virtual o físico, deberá llevar la firma y

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sello del traductor quien podrá hacer valer sus derechos y cumplir con las
responsabilidades que ello supone. En el campo de la interpretación, para la
transcripción de audio o video los clientes tendrán que solicitar, tal como
estipulan algunos gremios de intérpretes, autorización al intérprete para poder
llevar a cabo cualquier transformación textual a partir de la misma. El
traductor/intérprete de este milenio tendrá que continuar identificando
debilidades en su ejercicio para transformarlas en fortalezas que redunden en la
mejora de su imagen pública.
 Su disposición para inspirar y tener confianza en sí mismo; no ser presuntuoso
pero poseer cierto aplomo y saber controlar la imagen que ofrece de sí mismo.
Tanto el traductor como el intérprete tendrán que trabajar su autoestima personal
y profesional, sin olvidar la toma de conciencia de sus propias limitaciones para
compensarlas o subsanarlas mediante el constante perfeccionamiento. En la etapa
de noviciado los paradigmas brindados por traductores senior y de los formadores
de traductores resultarán capitales para su devenir profesional. Es importante que
el traductor/intérprete no ponga techo a su desempeño; siempre debe considerar
que el trabajo que realizó pudo y debió haber estado mejor hecho. El momento en
que se encuentre totalmente satisfecho con los productos y servicios que ofrece,
habrá alcanzado la cima, pero de la mediocridad.
 Su inteligencia para transformar la interdependencia de hecho en solidaridad
deseada es una de las tareas esenciales de la educación. La solidaridad traductora
e interpretativa, basada en el intercambio de experiencias, materiales, etc. sin
ninguna otra pretensión que la de contribuir a la causa común el reconocimiento
profesional y el placer de experimentar el crecimiento y los logros profesionales
de los colegas.
 Su capacidad para comprender la complejidad creciente de los fenómenos
mundiales y dominar el sentimiento de incertidumbre que suscita. Debe adquirir
un conjunto de conocimientos y luego aprender a relativizar los hechos. Los
profesionales traductores e intérpretes deben, más que ningún otro, romper
esquemas conceptuales reduccionistas para poder alcanzar una visión holística
del conocimiento humano.
 Su actitud y espíritu critico frente a las corrientes de información. Es perentorio
que los intermediarios interlingüísticos autodiagnosticar sus propios estilos de
pensamiento, convergentes o divergentes basados en la interdependencia
existente entre su inteligencia y su personalidad para poder comprender su
manera pensar y actuar, explotando las potencialidades y las limitaciones de este
estilo.

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 Su solidaridad a escala planetaria supone superar las tendencias a encerrarse en la


propia identidad para dar lugar a una comprensión de los demás, basada en el
respeto a la diversidad. Su disposición para mirar más allá de la experiencia
inmediata, aceptar la diferencia, reconocerla descubrir que los demás pueblos
tienen una historia que es rica e instructiva. Los traductores e intérpretes de este
siglo rechazarán las posturas etnocentristas para convertirse en ciudadanos
cosmopolitas, abiertos y tolerantes y empáticos con diferentes culturas, formas de
pensamiento, etc. La producción traductológica de este milenio continuará,
siguiendo los lineamientos de la teoría desconstructivista, esto poniendo de
relieve las diferencias más que las identidades entre los textos, las lenguas y las
culturas.

Finalmente, el reto del educador del próximo milenio radica en lograr un equilibro entre
las nuevas tecnologías y los nuevos sistemas de valores que deben acompañarlas para evitar la
humanización, o quizá “rehumanización”, del profesional. Nuestro reto como docentes quizá
consista en ayudar a los futuros profesionales a recordar lo que esperan.
El desarrollo armónico y equilibrado de los saberes tecnológicos, cognitivos y
empresariales del traductor-intérprete gobernados por los saberes y haceres éticos le garantizarán
un desempeño profesional integral acorde con las exigencias de este nuevo siglo. Buena parte de
la responsabilidad está en manos de los docentes como motivadores por excelencia del nuevo
paradigma educativo enseñar a aprender (autoaprendizaje) que tiende a la autonomía,
autocontrol, autodisciplina, autorregulación y, en particular, la automotivación del estudiante.
BIBLIOGRAFÍA

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