Plegaria Eucarística Ii

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Lectura del santo Evangelio según san

Mateo
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Ustedes son la sal de la tierra.
Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le
devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y
se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad construida en lo alto de
un monte; y cuando se enciende una vela,
no se esconde debajo de una olla, sino que
se pone sobre un candelero, para que
alumbre a todos los de la casa. Que de igual
manera brille la luz de ustedes ante los
hombres, para que viendo las buenas obras
que ustedes hacen, den gloria a su Padre,
que está en los cielos".
Palabra del Señor.
Oración Colecta Oremos:
Dios trino y uno, en quien encuentra origen y fundamento toda relación
familiar, escucha nuestras súplicas y concede a todas las familias
imitar las mismas virtudes y el amor de la santa familia de tu Hijo, a fin
de que, reunidos todos en tu casa, gocemos de la felicidad de tu
Reino.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración sobre las Ofrendas


Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte
por nuestras familias, para que las conserves en tu gracia y en tu paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración después de la Comunión Oremos:


Haz, Señor, que tus hijos, alimentados con este sacramento, podamos
imitar siempre los ejemplos de la Sagrada Familia, a fin de que,
después de afrontando con fe y serenidad las dificultades,
experimentemos el gozo de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACION DE CUMPLEAÑOS:
Señor, te damos gracias porque nos has permitido acompañar a
Andres, al cumplir un año más de vida, y nos has otorgado la
oportunidad de poder celebrarlo junto a toda la familia y seres
queridos.

Aunque este último año ha sido difícil, sabemos que las pruebas son
para superarlas con amor y alegría. Solo pedimos fortaleza para seguir
siempre adelante. Que podamos seguir empeñados en seguir
creciendo en familia, unidos en la fe y la alegría por el don de la vida.

Señor, gracias por tu Hijo Andres, por su familia, has que pueda seguir
compartiendo con todos el verdadero significado del amor y el valor de
la vida, y que pueda seguir cumpliendo su misión aquí en el mundo.

Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

 
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
 
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
 
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
 
CP
En verdad es justo y necesario,
en nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
 
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María, la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
 
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
 
Por eso, con los ángeles y los santos,
proclamamos tu gloria, diciendo:
 
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
 

100. El sacerdote, con las manos extendidas, dice:


CP
Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;
 
101. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas,
dice:
CC
por eso te pedimos que santifiques estos dones
con la efusión de tu Espíritu,
 
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz
conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan para nosotros
en el Cuerpo y + la Sangre
de Jesucristo, nuestro Señor.
 
Junta las manos.
 

Él mismo, cuando iba a ser entregado a su pasión,


voluntariamente aceptada,
tomó pan, dándote gracias, lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
 
Se inclina un poco.
 
TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
 
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y
lo adora, haciendo genuflexión.
 
103. Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
 
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:
 
Se inclina un poco.
 
TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
 
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
 

Éste es el Sacramento de nuestra fe.


 
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
 

105. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:


CC
Así, pues, Padre,
al celebrar ahora
el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación,
y te damos gracias
porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
 
Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
 
C1
Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra;

C2, Acuérdate también de nuestros hermanos


que se durmieron en la esperanza de la resurrección,
y de todos los que han muerto en tu misericordia;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros,
y así, con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad
a través de los tiempos,
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,
compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
 
Junta las manos.
 
106. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, elevándolos,
dice:
CP o CC
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
 
El pueblo aclama:
Amén.
 
 

RITO DE LA COMUNIÓN

O bien:
El amor de Dios a sido derramado en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
movidos por ese Espíritu digamos con fe y esperanza:

Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:


Padre nuestro, que estás en el Cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

125. Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:


Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos.

El pueblo concluye la oración aclamando:


Tuyo es el Reino,
tuyo el poder y la gloria
por siempre, Señor.

126. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:


Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
«La paz les dejo, mi paz les doy»,
no tengas en cuenta nuestros pecados
sino la fe de tu Iglesia,
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.

Junta las manos.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

El pueblo responde: Amén.
127. El sacerdote, vuelto hacia al pueblo, extendiendo y juntando las
manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.

El pueblo responde: Y con tu espíritu.

Como hijos de Dios, intercambiemos ahora


un signo de comunión fraterna.

Y todos, según las costumbres del lugar, se intercambian un signo de


paz, de comunión y de caridad. El sacerdote da la paz al diácono o al
ministro.

129. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena y pone


una partícula dentro del cáliz, diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,
unidos en este cáliz,
sean para nosotros
alimento de vida eterna.

130. Mientras tanto se canta o se dice:


Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.

Esta aclamación puede repetirse varias veces, si la fracción del pan se


prolonga. La última vez se dice: danos la paz.

131. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:


Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo,
que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la Vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permita que me separe de ti.

O bien:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre
no sea para mí un motivo de juicio y condenación,
sino que, por tu piedad
me sirva para defensa de alma y cuerpo,
y como remedio de salvación.

132.El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y,


sosteniéndolo un poco elevada sobre la patena o sobre el cáliz, de cara
al pueblo, dice con voz clara:
Este es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade:


Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.

133. El sacerdote, vuelto hacia el altar, dice en secreto:


El Cuerpo de Cristo me proteja para la Vida eterna.

Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.

Después toma cáliz, y dice en secreto:


La Sangre de Cristo me guarde para la Vida eterna.

Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.

134. Después toma la patena o la píxide y se acerca a los que van a


comulgar. Muestra el pan consagrado a cada uno, sosteniéndolo un poco
elevado y le dice:
El Cuerpo de Cristo.

El que va a comulgar responde: Amén.

Mientras hace la purificación, el sacerdote dice en secreto:


Haz, Señor, que recibamos con un corazón limpio
el alimento que acabamos de tomar,
y que el don que nos haces en esta vida
nos sirva para la vida eterna.

138. Después el sacerdote puede volver a la sede. Si se considera


oportuno, se puede dejar un breve espacio de silencio sagrado o entonar
un salmo o algún cántico de alabanza.

139. Luego, de pie en el altar o en la sede, el sacerdote, vuelto hacia el


pueblo, con las manos juntas, dice:
Oremos.

Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos,


a no ser que este silencio ya se haya hecho antes. Después el sacerdote,
con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.

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La oración después de la comunión termina con la conclusión breve.

Si la oración se dirige al Padre:


Por Jesucristo, nuestro Señor.

Si la oración se dirige al Padre,


pero al final de la misma se menciona al Hijo:
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos

Si la oración se dirige al Hijo:


Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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El pueblo, al terminar, aclama: Amén.

RITO DE LA CONCLUSIÓN

140. Siguen, si es necesario, breves avisos para el pueblo.

141. Después tiene lugar la despedida. El sacerdote, vuelto hacia el


pueblo, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde:
Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:


La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, + y el Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

El pueblo responde: Amén.

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