3 - Linea Argumental

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El lugar más pequeño

LINEA ARGUMENTAL. PROYECTO.

La historia sucede en El Salvador, Centro América. En este país, el más pequeño de América
Latina, murieron más de 80.000 personas durante la guerra civil en la década de los 80.

Este documental será contado como un retrato actual, íntimo y cotidiano de cuatro personajes que
sobrevivieron a esa guerra y reconstruyen su vida en el lugar al que pertenecen, Cinquera, un
pequeño Pueblo encallado en las montañas y rodeado de selva.

LA PULGA.
¨ Los muertos no lloraban de tristeza, lloraban de alegría…¨

“La Pulga”: Es una mujer de 55 años, tiene un pedacito de tierra en un rincón de Cinquera, su
pueblo. Este lugar desapareció durante la guerra, fue bombardeado en repetidas ocasiones, dejó
de existir inclusive en los mapas oficiales salvadoreños. Hace algunos años la gente regresó para
reconstruirlo. Cinquera está a tres horas de la capital.

La Pulga tiene un fuerte carácter y mucha personalidad, es un poco cínica. Su voz es ronca y
grave, fuma compulsivamente y le gusta beber. Es una mujer que vive sola, su casa está
compuesta por un solo cuarto y mucho jardín. Tiene dos gallinas que le hacen compañía. Podría
ser el personaje de una novela negra.

Hoy la Pulga se ha despertado más temprano que de costumbre, tiene que ir a la tienda de Don
Pablo. Junto a su cama duermen las dos gallinas acurrucadas en un canasto. Lo primero que
hace es sacarlas del cuarto para darles de comer. Se moja la cara para despertar y se acomoda
el pelo sin mucho éxito. Agarra dos “coras” (cuarto de dólar) y se encamina al centro del pueblo.
A la Pulga no le gusta nada esto del dólar, dice que los precios han subido mucho y que no
termina de acostumbrarse después de haber usado toda la vida los colones, la moneda
salvadoreña dolarizada hace más de cinco años.

En la tiendita del pueblo, le pide a Don Pablo 1 Kg. de huevos, exige que le ponga los más frescos
que tenga. De vuelta en su casa, acomoda los huevos en dos cajas y los envuelve muy bien con
ropa vieja. Sale al jardín por las gallinas, las agarra y habla con ellas, les dice que tendrán que
cuidar los huevos como si fueran propios. Coloca a las gallinas sobre los huevos y las detiene un
largo rato hasta que dejan de moverse.

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La Pulga cuenta que en el 91, cuando terminaba la guerra, regresaron a Cinquera cuatro familias,
caminaron durante días para llegar. Todavía había retenes militares que no les dejaban paso libre.
Cuando llegaron, no había quedado nada en pie, solo el campanario de la iglesia. “La gente iba
abriendo brecha para poder caminar, la selva lo había llenado todito, el pueblo era un monte”.

La plaza del pueblo estaba llena de huesos desperdigados. La gente se organizó y comenzaron a
juntar los huesos de los muertos, decidieron llevar al panteón algunos de ellos, con el resto
hicieron una montaña y le prendieron fuego. Este era el comienzo de su nueva Cinquera.

La Pulga sube al monte a buscar fruta y alguna verdura para comer, se acompaña de algunos
niños del pueblo porque no le gusta ir sola, recolecta mangos y guayabas, cuando le sofoca el
calor, se sienta a la sombra de algún árbol a platicar con los niños. Cuenta historias de
fantasmas, les dice que el pueblo está lleno de espíritus, que debajo de sus casas y calles
quedaron muchos muertos enterrados y si te quedas en silencio puedes escuchar el lamento de
las almas. Fuma compulsivamente y mientras platica tose y escupe uno que otro gargajo.

Te advierte que no vayas solo a la montaña porque ahí habitan los muchachos de la guerra,
están escondidos en sus madrigueras y te pueden espantar. Lo cierto es que si vas a caminar a
la montaña, lo que sorprende es encontrar entre la tierra alguna bota o mochila militar desgastada
por el tiempo. Mientras cuenta sus historias suelta una que otra carcajada. Así se ríe la gente en
El Salvador, a carcajadas.

A mi me cuenta otra historia acerca de las almas que deambulan por el pueblo. Ella piensa que
son espíritus buenos, que los gritos que se escuchan en las noches son de alegría y no de dolor,
que los muertos se pusieron contentos cuando la gente regresó al pueblo, “son nuestros
hermanos que ahora están acompañados, ya no sufren de soledad”.

“No me gusta estar sola porque siento que me vuelvo loca”... “A veces me pierdo, se me borra
todo, la mente se pone en blanco, no se a donde voy ni quien soy. Cuando tengo que salir a
hacer un mandado y viajar en autobús, pido prestada a una vicha (niña) para que me acompañe
por si me vuelvo a perder”.

La Pulga camina todos los días por las calles de Cinquera. El pueblo es pequeño, está compuesto
por unas cinco manzanas, una pequeña plaza y la iglesia. Todos se conocen. “Buena tarde” y se
mete en una casa, le gusta visitar a la gente y platicar de cosas: recomienda la albahaca para
guisar el arroz, “porque sabe a pollo”. Me cuenta de la nueva planta que sembró en su jardín,
será su alimento cuando llegue la sequía. Habla del tiempo y de las ranas. Llueve. En Cinquera
hay muchas ranas, muchas. Están en las banquetas y en las calles, si no te fijas es fácil pisar
alguna. La Pulga dice que cuando la gente se fue de aquí huyendo de la guerra, llegaron las
ranas a vivir al pueblo y aquí se quedaron, por eso cuando llueve las calles se llenan de ranas.

Cuando cae la tarde la Pulga regresa a su casa. Mientras camina por las calles lleva la mirada
baja, evita ver el retrato de Aída, su hija, que está pintada en la fachada de algunas casas y en la
plaza del pueblo al lado de otros que murieron. En el retrato se ve a una adolescente de pocos
años y su nombre. “Aída me sigue con sus ojitos cada vez que cruzo la plaza, antes también la
tenía dibujada en mi cuarto, pero ya la borré”… “Hablo con ella solo cuando estoy sola”.

A la pulga le falta el aire cuando habla de Aída, se agarra el pecho y me confiesa con dolor que
Aída era una niña cuando la guerra comenzó, estaba organizada “como todos los cipotes
(muchachos) del pueblo”. La primera vez que entró el ejército a Cinquera se la llevaron, estuvo
desaparecida una semana. Un día en la mañana apareció muerta, estaba colgada de un árbol en
la entrada del pueblo. Los soldados la violaron y la quemaron. Aída tenía 14 años.

Días después de haber puesto a empollar a las gallinas, algunos pollitos comienzan a nacer. Por
ahora tiene seis pollos pequeños, los alimenta, los observa por largos ratos y les platica cosas.
Cuando no le obedecen los regaña como si fueran niños malcriados. Los conoce bien y se divierte
con ellos, sabe cual es bueno y cual es malo.

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En Cinquera no hay trabajo, La Pulga cría a sus pollos para luego venderlos y poder sacar
algunos centavos. Cuando llega la noche le grita a las gallinas y a los pollos para que entren en
su cuarto, les prepara el canasto con trapos viejos y lo pone cerca de su cama. Los pollos se
acuestan y ella también.

A la Pulga no le gusta la noche, “es la hora en la que regresan los fantasmas” y el insomnio. Al
lado de su almohada le acompaña una pequeña radio que suena durante toda la noche.

DON PABLO.

“Usted debe saber que yo soy un hombre cobarde…”

Don Pablo es un campesino de 57 años que sabe leer y escribir. Todas las mañanas sale de su
casa para ir a trabajar a su huerto que está en el monte. Sube por una larga cuesta tupida de
vegetación, empuja una carretilla en la que lleva herramientas y árboles para sembrar: un papayo,
un naranjo y un níspero.

Antes de comenzar a trabajar, Don Pablo se sienta a desayunar bajo un frondoso árbol de mango.
Saca de su morral un aguacate, dos tortillas y unos frijoles que le preparó Vergini, su mujer.
Apenas ha salido el sol y Don Pablo ya está sin camisa, el vapor empieza a levantarse de la tierra
húmeda, hace calor.

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Mientras desayuna conversa con un muchacho que viene a ayudarle a limpiar la tierra. Hablan
sobre las semillas de maíz que están vendiendo en el pueblo, es maíz transgénico. A Don Pablo le
preocupa que este nuevo maíz, más barato, no produzca semillas fértiles, teme que pierdan su
semilla, la que siempre han sembrado.

A las 3 de la tarde Don Pablo regresa a su casa a comer con Vergini, hace cuarenta años que
están juntos, tuvieron ocho hijos, seis hombres y dos mujeres. Viven los dos solos en una casa
pequeña y humilde, tienen una tiendita en la que venden las frutas y verduras que cosechan del
huerto.

En la tarde, cuando baja el calor, Don Pablo


se sienta afuera de su casa con una
máquina de escribir. Para él es importante
dejar constancia escrita de la guerra que
pasó, de la gente del pueblo que se fue y de
los que siguen vivos. Don Pablo es el
campesino que guarda la memoria de
Cinquera.

Adentro de su casa, las paredes están


llenas de frases escritas por él, palabras
para sus hijos que ya no están, citas de
libros, recuerdos de la guerra, ideas en las
que él cree todavía...

“Hacíamos crecer lo que solo no crece, regocijábamos, adivinábamos, sabíamos leer muchas
páginas del libro de la vida, amábamos... Roque Dalton.”

Cada domingo llega un cura al pueblo a dar la misa de las doce. A Don Pablo no le gustan nada
estos nuevos curas. Piensa que son una mala influencia para la gente. Los sábados por la
mañana él se encarga de dar una catequesis a los niños, más cercana a la teología de la
liberación. Dice que es muy importante guardar un espacio en la iglesia para educar de otra forma
y no como lo hacen estos “nuevos sacerdotes”.

Una tarde encontré a Don Pablo sentado en la puerta de su casa leyendo un libro sobre la
inquisición española. Me mira socarrón, me saluda y me pregunta si hoy vamos a tener tiempo de
hablar. Le digo que si y me lleva al interior de su casa, me da la sensación que no quiere que la
gente del pueblo escuche lo que me tiene que decir. Cuando me siento, antes de preguntarle
nada, Don Pablo me dice a bocajarro: “usted debe saber que yo soy un hombre cobarde”. Lo dice
seguro y mirándome a los ojos, pero siento en sus palabras un poco de vergüenza y sobre todo
resignación. Cuenta que en el tiempo de la guerra, en el campo de batalla él se dedicaba a la
asistencia dental de “los compañeros”. Fue de los primeros campesinos que se organizó en
Cinquera y se le capacitó como “odontólogo”. Su trabajo también consistía en la movilización de
campesinos en toda la costa. “Información y concientización política” como le llama él.

Durante los quince años que Pablo estuvo organizado en la guerrilla, se negó a disparar un arma
de fuego. “Nunca tuve el valor de empuñar un fusil… no tengo la capacidad de dar muerte a otra
persona”.

Me advierte que la gente del pueblo lo considera un cobarde y cuando hay oportunidad en alguna
asamblea de la comunidad se lo recriminan. Don Pablo dice que acepta su condición de cobarde,
que lo tiene asumido, “esta es la carga que me toca llevar encima.”

Cada noche, Don Pablo entra en la pequeña iglesia del pueblo. En una de las paredes está
colgada, como un trofeo, la cola de un helicóptero militar. Apenas hay una que otra banca donde
sentarse, casi no hay imágenes de santos, las paredes están llenas de retratos de adolescentes
guerrilleros que murieron en la guerra. Orgulloso y triste me enseña los retratos de sus seis hijos
varones. Cuando comenzó la guerra los curas del pueblo fueron los primeros que se

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“organizaron”, toda la gente del pueblo se hizo guerrilla con ellos, sus hijos también, cinco de ellos
murieron en combate y uno quedó vivo. Cuando terminó la guerra y regresaron al pueblo, el hijo
que sobrevivió se pegó un tiro en la cabeza.

El suelo de la iglesia está repleto de veladoras que Don Pablo enciende todas las noches.

Hoy en la plaza de Cinquera se llama a misa de domingo golpeando una bomba desactivada que
hace de campana.

ARMANDO.
“Lo perdí todo… por una mujer”...

Armando es un campesino de 56 años, es un hombre


humilde de piel curtida por el sol y el trabajo de la
tierra. Tranquilo y dulce en su hablar.

Trabaja cuidando a los animales de la señora Alba, la


mujer que hace el queso, y la cuajada de Cinquera
que además tiene un comedor.

Su jornada comienza antes del amanecer. A las


cinco de la mañana llega al establo y saluda a las
dos vacas que cuida, le acaricia la barriga a una de
ellas y con palmadas en el lomo la acomoda.
Armando se sienta en un banquito de madera, sus
ojos quedan a la altura de las ubres hinchadas de la
vaca. Suavemente comienza a estirarle las tetas que
dejan salir chorros de leche.

Cuando termina de ordeñar, reparte la leche en


varios cumbos de metal para que un muchacho la
lleve a vender al pueblo.

Son las siete de la mañana y Armando va a


desayunar al comedor de la señora Alba. De lunes a
sábado, él y otros trabajadores se sientan alrededor
de una mesa en el patio de la casa, son un grupo de
cuatro hombres y una mujer. Alba les pone un jarro
con café a cada uno y un montón de tortillas en el
centro de la mesa, una olla con frijoles y sal. Cada quien agarra su tortilla, uno de los trabajadores
abraza a la única mujer que está sentada a la mesa, le dice: “¿como durmió mi reinita, va
desayunar mi amor?” El trabajador moja su tortilla en los frijoles y le da de comer en la boca a la
muchacha, que silenciosa mira a los hombres de la mesa, el resto de los trabajadores comienzan
a reír, uno de ellos aplaude escandaloso y suelta carcajadas. Excepto Armando que solo sonríe y
niega con la cabeza, me doy cuenta que el resto de los trabajadores tienen un ligero retraso
mental. Todos ellos trabajan para Alba.

Armando sube al monte con 2 vacas y 2 becerritos, mientras los deja pastando se sienta debajo
de un árbol y se pone a mirar al cielo buscando nubes negras. Me habla de los sueños, dice que
hubo un tiempo en el que tenía alucinaciones y sentía que lo perseguían, se acostaba con el
machete en la mano porque tenía miedo, estando dormido se peleaba con la cama de varas en la
que aún duerme. Todavía sueña que lo persigue el ejército, él corre con todas sus fuerzas con el
machete en la mano para defenderse. “Un gato negro se me queda mirando, cerquita de mi
cara… Yo no puedo despertar, me quedo quieto, como si un muerto se me pusiera encima y no
me dejara mover”…

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Armando dice que su mujer y su hijo se asustaban mucho, que le tenían miedo. Todos pensaron
que se había vuelto loco, “yo también creo que se me andaba botando la canica”. Hubo un
tiempo en el que dejó de dormir durante días. Dice que ahora ya no tiene pesadillas, aunque el
insomnio sigue apareciendo. No le gusta nada que anochezca, le da miedo soñar. Antes de
meterse en la cama cena tortilla recalentada acompañada de aguardiente.

Armando siempre está al pendiente del cielo y de las nubes, cuando anda con sus vacas en el
monte, vigila las tormentas. “Las vacas no se pueden mojar porque se enferman, hay que
guardarlas antes de que caiga el agua”. Durante la guerra vigilaba al enemigo desde lo alto de un
cerro, “ahora me han cambiado de misión”, cuenta entre risa y risa mirando las nubes.

En Cinquera a la época de lluvias se le conoce como invierno y comienza en mayo, dura casi 6
meses y las tormentas caen todos los días con mucha fuerza.

Armando estuvo organizado desde los inicios del movimiento guerrillero. Dominaba las zonas de
montaña que rodean Cinquera por lo que tuvo una labor importante como explorador y vigilante.
Peleó en el frente de batalla y sobrevivió a múltiples enfrentamientos y bombardeos que se dieron
en la zona. Tuvo una mujer y dos hijos, el mayor murió en combate, el menor sobrevivió. Su
matrimonio duró más de 20 años, un día ella lo dejó, fue en la época de las alucinaciones que no
quiso saber más de él. Ahora vive solo, su casa es un cuarto de adobe muy humilde, tiene una
cama de varas y una mesita con sus cosas personales. No le gusta estar en la casa, dice que solo
llega a pasar la noche.

Es de tarde en Cinquera. Después del trabajo, muy limpio y acicalado, Armando se sienta en la
plaza del pueblo a esperar el paso de la misma mujer que todos los días a esas horas va a buscar
pan. El la observa fijamente esperando la mirada de ella, pero ella como cada tarde, ni lo voltea a
ver. Ignora su presencia. Ella tiene más o menos los mismos años que Armando, es una mujer de
grandes caderas, con el pelo blanco y largo hasta la cintura, se llama Toña. Era su mujer.

Algunas tardes Armando se junta con otros campesinos del pueblo a beber. En Cinquera están
prohibidas las cantinas y la venta de “guaro”, sin embargo hay un par de lugares clandestinos en
los que se puede encontrar el aguardiente.

Hoy Armando ha ido a comer a casa de la señora Alba porque es sábado. Los trabajadores están
sentados a la mesa, esta vez Alba les ha preparado un caldo de gallina india con verduras y un
montón de tortillas. Mientras los hombres cenan, el enamorado le da de comer en la boca a su
mujer, diciéndole “coma mi amor, esta tortillita es para usted, coma pollito para que se ponga
cholotona (gordita)…” los trabajadores se retuercen en sus sillas y se atacan de la risa, Armando
sonríe más bien silencioso.

Cuenta que cuando acabó la guerra le dieron un pedazo de tierra, la trabajó una temporada pero
comenzó a beber. En ese tiempo comenzaron las alucinaciones. Armando terminó vendiendo su
parcela. Un día estaba triste y se fue a emborrachar a otro pueblo, llevaba el dinero que le habían
dado por el terreno. En la borrachera, “hice volar el dinero por los aires… lo perdí todo por una
mujer… Toña me dejó”. Armando guarda la esperanza de que algún día Toña regrese con él,
que le devuelva la mirada.

La comida de los sábados es el lugar ideal para recordar historias y Armando sigue platicando, me
cuenta que al principio de la guerra él andaba en la montaña buscando un escondite para guardar
a la gente de Cinquera. El ejército iba a llegar de nuevo al pueblo, estaban eliminando a las
“masas”, gente de los pueblos que no se había ido a la montaña con la guerrilla, hombres viejos,
mujeres y niños que eran la base y el sostén de la guerrilla, ellos conseguían el alimento.

En la punta de uno de los cerros que rodean Cinquera encontró un agujero que era la entrada a
una cueva, había diez metros de altura desde el agujero hasta el suelo de la cueva. Armando
había encontrado el escondite perfecto para ocultar a la gente del pueblo. Los bajaron uno a uno
amarrados con cuerdas.

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Mujeres, viejos y niños vivieron en la cueva durante


dos años.

“En esta cueva las mujeres criaron a sus hijos y


parieron a más niños… lo más difícil era cocinar,
como estaba en la punta de la montaña el humo era
fácil de ver, teníamos que esperar a que hiciera
niebla para que no nos vieran…”

Armando también escondió en la cueva a su mujer y


a sus dos hijos.

Un día el ejército encontró la cueva…

SANTIAGO.
“el odio y la venganza cuesta sacarlos de adentro…
cuesta verga aprender a perdonar”.

Santiago acaba de cumplir


30 años, tiene un hijo de 9 y
a Lucía, su compañera. Es
hijo de Armando y Toña.

No tiene un oficio fijo,


algunas veces trabaja de
albañil, corta leña para
vender o hace arreglos en
algunas casas. Santiago
vive al día y come lo que
siembra, igual que el resto de
la gente de Cinquera, pero él
no tiene el conocimiento del
campesino porque no creció
trabajando la tierra.

Tiene una parcela en la


montaña. Cuando llega el tiempo de hacer milpa, busca a su padre, siembran juntos maíz y frijol.
Armando le ha enseñado ahora de mayor como se trabaja la tierra.

“Siempre le busco, a ver donde encuentro un dólar”, “nosotros tenemos que andar buscando
formas de sobrevivir”. La diferencia de antes era que había menos comida y la policía maltrataba
a la gente, ahora ningún policía te puede agarrar a golpes, en Cinquera nadie te quita lo que
siembras y en el monte hay hojas, raíces y flores que podemos comer. Pero a mi me gustaría
tener un trabajo, tener dinero para cuando se enferme mi hijo”.

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Santiago duerme más de día que de noche, en el Salvador los días son muy cortos, el sol se
mete a las siete de la tarde. Por la noche las calles del pueblo se llenan de luciérnagas. Hay
mucha humedad.

A Santiago le gusta la noche para reunirse con sus amigos, juegan a cartas en la plaza del pueblo
que a esa hora se queda solitaria. Otras noches se juntan en el patio de su casa, prenden una
fogata y se sientan a beber cerveza. Hablan de cosas del pasado que rondan la mente. Santiago
tiene “recuerdos jodidos que todavía duelen”… “correr encima de compañeros vivos, casi muertos
y no darle la mano a nadie por salvar tu propio pellejo”. En estas reuniones se confiesan cosas
peligrosas y difíciles para él.

Hace unos días supo como mataron a su hermano mayor, se lo contó un ex-soldado, con quien
ahora puede platicar tranquilamente. Santiago dice que en este tiempo uno se encuentra a gente
en la calle con la que alguna vez se enfrentó en combate, y a más de uno le ha dado la mano.
“Ya pasó el tiempo y estamos aprendiendo a vivir en paz”… “olvidar no se puede, el odio y la
venganza cuesta sacarlos de adentro… cuesta verga aprender a perdonar”. Dice que la guerra
es así, unos eran de un bando y tú eras de otro. Ahora todos son campesinos, como siempre.
Santiago tiene 30 años y a veces habla como si fuera un viejo de setenta.

Tiene una compañera, Lucía, ella guarda debajo de un colchón fotos de Santiago en sus tiempos
de niño guerrillero. Él le pide que las traiga para que las veamos, Lucía trae un álbum viejito de
plástico en el que hay fotos familiares y detrás de ellas están escondidas algunas fotos de la
guerrilla. Santiago las saca con cuidado, son muy pocas imágenes. Él le reclama que donde ha
metido el resto de sus fotos, que poco a poco han ido desapareciendo y ella es la responsable del
álbum. Lucía es tímida y no responde a sus reclamos.

Ella esta enamorada de este hombre que participó en una guerra de la que ella no sabe casi nada,
por eso esconde las fotos, no quiere que el se las siga prestando a sus amigos y al final quedarse
sin ninguna. Él sabe que Lucía esconde las fotos, me lo dice orgulloso.

Lo que Lucía sabe de la guerra es por él, era muy pequeña cuando todo comenzó. Cuando
acababa la guerra Lucía era una niña de diez años y trabajaba en casa de una señora. Se
acuerda que tenían mucha comida y estuvieron encerradas durante meses, Lucía dice que no se
atrevía a preguntarle a su patrona porque no se podía salir, solo le habían dicho que era peligroso.

Hay días en que Santiago se pone triste y no sale de su casa, se sienta afuera en el corredor a ver
como llueve sobre el platanar, en silencio durante horas. Lucía es muy respetuosa con él.

Es una mujer entrañable, tímida, y


a la vez fuerte. Busca cosas para
trabajar, me cuenta que le llevó
una receta de donuts a la señora
Alba, le propuso que las hiciera y
ella las vendería de casa en casa.
Por ahora ese es su trabajo, todas
las tardes a la hora que Alba le da
de cenar a los trabajadores, Lucía
llega a recoger una bandeja llena
de donuts azucarados, luego
recorre el pueblo de punta a punta
con la bandeja sobre la cabeza.

Para Santiago es importante que


su hijo vaya a la escuela, algunas
tardes se sientan juntos a hacer la tarea. Habla con él y le cuenta que antes los campesinos no
estudiaban, no tenían esa oportunidad, los campesinos como su abuelo estaban obligados a
trabajar para los patrones. Él tampoco fue a la escuela, pero en la montaña le enseñaron a leer y
a escribir. Le importa mucho que su hijo se forme, eso le da esperanza.

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Santiago tenía 6 años cuando su papá lo amarró por la cintura con una cuerda y lo bajaron poco a
poco por el agujero de una cueva. Abajo, estaba su mamá esperándolo, había muchos niños
como él, no le gustaba vivir en este lugar, “era muy oscuro, hacía mucho calor y había un
cachimbo de murciélagos”… “Los niños se juntaban a jugar matatenas con piedritas”...
“Pasábamos largos ratos en los que no se podía hablar, todos callados, mirándonos…” Santiago
se acuerda del miedo. Me platica que había mucha humedad y la ropa se te pegaba al cuerpo,
después se acostumbró a andar chulón (desnudo), “daba vergüenza que las niñas te miraran,
todos los niños andábamos en cueros”. El fondo de la cueva era muy profundo, nadie se atrevía a
ir más allá, los mayores les decían que el que se metía ya no salía.

“Un día, pasamos mucho tiempo callados, a los más chiquitos les metían un trapo en la boca… a
los más grandes nos daban un pedacito de dulce de panela para quitar el miedo y que no
lloráramos…” “Mi papá me dijo que corriera a esconderme al fondo de la cueva”. El ejército
había encontrado la cueva.

Desde ahí abajo, Santiago vio como los soldados subían a la gente, se llevaron a su padre y a su
madre. Los muchachos que estaban más adentro no lo dejaron gritar. Sacaron a casi toda la
gente pero él se quedó adentro. Tenía 9 años. Creció en la montaña en campamentos de la
guerrilla. Su única familia durante ese tiempo fue su hermano mayor, un día lo trajeron muerto al
campamento, había muerto combatiendo. A los catorce años Santiago estaba formado como
guerrillero y tomó las armas. Se había propuesto vengar la muerte de su hermano.

Años más tarde sus padres lo encontraron y regresaron juntos a Cinquera.

En el 92 cuando se firman los acuerdos de paz, Santiago entrega su arma. Su profesión era la
montaña, ser guerrillero y disparar al enemigo. Su arma era parte de su identidad y su herramienta
de trabajo. “Fue como si me quitaran una pierna o los brazos”.

En este tiempo Santiago sigue buscando su lugar dentro del pueblo, su lugar como padre y
compañero de su mujer.

LA RECONSTRUCCIÓN: Otra línea a desarrollar paralelamente a la vida actual de los personajes


es la reconstrucción física de Cinquera. Quiero ver cómo al mismo tiempo que con su trabajo y
esfuerzo levantaron muros y limpiaron el pueblo, ellos también fueron rehaciendo sus vidas y sus
relaciones. Se enamoraron, se separaron, se desesperaron…Cómo poco a poco mientras el
espacio físico cambiaba, los personajes también avanzaban en su proceso de curación personal.

Por ejemplo, nos hablarán del gran campamento donde se instalaron las primeras semanas a un
lado de la iglesia derruida. De las grandes ollas de pozol que preparaban las mujeres para la
comida comunal. De cómo Don Pablo se organizó con un grupo de hombres para traer
arrastrando desde la selva la cola del helicóptero del ejército abatido, y lo colocaron, como un
trofeo, a la vista de todos. Como si con este gesto, antes que nada, fuera fundamental proclamar
una victoria, por mínima que fuera, y de esta forma llenarse de fuerza y también de odio para
afrontar la reconstrucción.

La Pulga nos contará la emoción que sintió cuando le asignaron su pedacito de tierra, un terreno
impenetrable de selva. Y cómo sola con su machete abrió una pequeña brecha hasta el centro del
terreno, junto a un árbol de aguacate dónde decidió levantar su nuevo cuarto.

A través de estas y otras pequeñas anécdotas, sabremos los pequeños pasos que nuestros
personajes dieron en la labor de levantar de nuevo su espacio arrasado. Sobre estas historias
veremos imágenes de ellos en la actualidad, sus acciones cotidianas en los lugares hoy ya,
reconstruídos.

Este es el retrato de dos generaciones, donde se ven las cicatrices que el pasado de El Salvador
heredó a cada uno de los personajes, y donde se muestra hasta qué punto han sido capaces de
asumir ese legado para seguir creciendo.

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EL TRATAMIENTO DE LA HISTORIA.
Siempre desde el presente.

La historia se construirá con fragmentos de la vida cotidiana de cuatro personajes, vislumbrando en


su vida diaria las huellas que dejó la guerra.

Este documental será contado siempre desde el presente de los personajes, incluyendo el viaje al
pasado que surgirá en un momento determinado de la historia.

Las huellas del pasado, vistas hoy, quedarán al descubierto en pequeñas acciones cotidianas, que
están al margen de la “normalidad”, así como los restos de metralla en las paredes del pueblo, los
restos de campamentos guerrilleros que hay en la montaña, en los que hoy juegan los niños.
También los elementos físicos y testimoniales (letreros, dibujos, fotos, la bomba que hace de
campana, etc.), que están presentes en la plaza del pueblo, en la iglesia, en las fachadas de las
casas, en lo interiores de las casas, etc. Este material es fundamental para contextualizar el
mundo en el que viven hoy los personajes, y saber que todos ellos, incluido Cinquera vienen de una
guerra que no se borra fácilmente.

No pretendo hacer hincapié en los elementos mencionados, creo que no es necesario ya que están
en todas partes. La atención que se les dé será a través de los personajes y su interacción con
estos elementos.

Una vez adentrados en la vida y las emociones de los cuatro personajes, las historias crecerán
dramáticamente. De esta manera pretendo hacer evidente que existe un conflicto interno en cada
personaje, que sabremos con detalles hacia el final del documental.

POSIBLE ESTRUCTURA DEL DOCUMENTAL.

La presentación de los personajes será de noche. En paralelo, espacios diferentes: Don Pablo y la
Pulga, cada uno en su cama, con los ojos abiertos en la oscuridad, no consiguen dormir. Armando,
también insomne vigila desde su cama las sombras que se forman en el techo. Santiago, en el
patio de su casa, observa silencioso como arde una fogata.

De forma paralela a la presentación de los personajes entraremos en el pueblo, en el momento en


que comienza a amanecer, recorremos la calle principal hasta llegar a la plaza y el campanario de
la iglesia. Como una larga subjetiva. En OFF la pulga cuenta como fue el regreso a Cinquera, la
historia de las cuatro familias que regresaron por primera vez después de la guerra, abriéndose
paso entre la selva hasta llegar a la plaza donde yacían los huesos desperdigados a los que les
prendieron fuego.

Comienza un nuevo día en Cinquera y veremos el amanecer de cada personaje, Armando llega a
ordeñar las vacas, la Pulga despierta a las gallinas, Don Pablo camina por la selva rumbo a su
huerto.

La vida cotidiana de los personajes será contada en historias paralelas, a través del seguimiento de
cada uno, registrando las situaciones más atractivas que surjan a lo largo de los días, para construir
la idea de “un día en la vida”, que termina y vuelve a comenzar.

De esta manera mientras Armando desayuna en el comedor de la señora Alba con sus compañeros
de trabajo, la Pulga da de comer a sus gallinas y se prepara para salir a la calle, Santiago lleva a su
hijo a la escuela y don Pablo desayuna su tortilla.

El día avanza, Armando cuida a sus vacas en lo alto de un monte. La Pulga convence a sus
gallinas de empollar huevos ajenos. Pablo trabaja en su huerto con un ayudante. Santiago camina
por el pueblo con un machete en la mano preguntando de casa en casa si alguien necesita que le
corten leña.

P r o y e c t o d o c u m e n t a l d e T a t i a n a H u e z o 13
El lugar más pequeño

Las primeras secuencias de los personajes servirán para ubicar sus espacios y actividades
cotidianas.

Es de tarde. Don Pablo está sentado afuera de su casa tecleando palabras en una máquina de
escribir. La Pulga anda en el monte recogiendo guayabas rodeada de niños. Armando vigila muy
en serio los nubarrones que amenazan con tormenta.

Me gustaría cerrar el dibujo de este primer día con el inicio de una tormenta como evento a
desarrollar.

Santiago desde el corredor de su casa mira como caen las primeras gotas sobre el platanar que
hay en su jardín. La Pulga corretea a sus gallinas haciéndolas entrar en la casa. Armando
desesperado arrea a las vacas para que entren en un albergue que hay en el monte. Don Pablo
hace labores de limpieza en la iglesia. En el comedor de Alba hay gente moviendo la mesa de lugar
pues las goteras del techo acechan la merienda recién servida.

La tormenta arrecia y cerramos la secuencia en las calles de Cinquera azotadas por el agua y el
vapor que emana de la tierra caliente al contacto con la lluvia… Las ranas comienzan a aparecer.
Cae la noche y en Off, de nuevo la Pulga nos cuenta con su voz aguardientosa la historia de las
ranas que llegaron a vivir al pueblo en el tiempo en que la gente se fue huyendo de la guerra.

Es un nuevo día en Cinquera y comienza el movimiento cotidiano de nuestros personajes…

La diferencia entre este día y el anterior es que centraremos la mirada en los detalles y las acciones
al margen de la “normalidad” que hacen únicos a los personajes del documental. Ejemplo de una
situación:

La Pulga tuvo una amiga, Concha. Desde hace algunos años ha


ido perdiendo la memoria, tiene demencia senil. Cuando su hijo
sale a trabajar al campo la deja encerrada en una casa a medio
construir. Son cuatro paredes de tabicón sin techo, una silla y la
puerta de herrería que deja ver hacia el interior. A veces La Pulga
se acerca a visitarla. Aunque Concha no la reconoce se sientan
cerca, cada una a un lado de la puerta de metal y La Pulga le
platica, quedito. Concha se peina despacio el pelo amarillento.
Así pasan las horas.

Escucharemos pequeñas historias que nos cuenten los


personajes (en OFF), mientras los vemos en su actividad
cotidiana, en los lugares que ya conocemos: el huerto, las calles
del pueblo, el monte donde pastan las vacas, el comedor, la
iglesia, etc.

Estas son algunas de las historias que nos contarán:

• Don Pablo: La historia sobre su condición de cobarde…


“Nunca fui capaz de empuñar un fusil”…
• Armando: La historia de las alucinaciones… “Mi mujer me abandonó”… “Lo perdí todo por
una mujer”… su misión en el pasado, su misión actual.
• Santiago: Cómo fue cuando entregó su fusil, cómo conoció a su mujer, Lucía.
• Pulga: “Las almas que deambulan por el pueblo… son espíritus buenos, los gritos que se
escuchan en las noches son de alegría no de dolor, los muertos se pusieron contentos
cuando regresamos al pueblo…”

Este día se cierra con los personajes regresando a sus casas, de noche. Desarrollaré una
secuencia sobre la noche de los cuatro personajes en la que nos hablen (OFF) de su insomnio, del
silencio, del miedo. Los cuatro personajes tienen problemas aún para sobrellevar sus noches.

P r o y e c t o d o c u m e n t a l d e T a t i a n a H u e z o 14
El lugar más pequeño

Comienza un día más en Cinquera.

Don Pablo golpea con fuerza la bomba que hace de campana


para llamar a los niños a catequesis. La Pulga se emborracha
en una cantina clandestina, Armando espía a su ex mujer por
las calles del pueblo, Santiago está deprimido mirando el
platanar de su jardín, su mujer Lucía detrás de él en silencio.

Las historias empezarán a cruzarse.

Don Pablo sigue escribiendo en las paredes de su casa letras


que ya no caben. La Pulga camina cabizbaja, por una de las
calles del pueblo, escondiéndose de la mirada de Aída, pintada
en la fachada de una casa.

Siempre buscaré la conexión entre las acciones de los


personajes. El ruido y el silencio, la luz y la oscuridad, los
padres y los hijos, el amor, la soledad.

Como cada sábado la Sra. Alba ha preparado una comida


especial para sus trabajadores. Esta vez Armando sentado a la
mesa y rodeado por sus compañeros, contará la historia de la
cueva. Mientras el relato se desarrolla, vemos a Santiago caminando en la montaña, lo seguimos
de cerca, está buscando la cueva, de vez en cuando le dice a la cámara… “Por aquí se llega…”

Durante la caminata de Santiago rumbo a la


cueva, escuchamos en OFF su propia
historia, sobre cómo fue la infancia ahí
dentro.

La historia de la cueva se construirá con


ambos relatos, serán dos puntos de vista, dos
experiencias diferentes: Armando, un joven
guerrillero y su niño de siete años. Un padre
que bajó a su hijo y a su mujer amarrados
con una cuerda y un hijo que se quedó
escondido mientras el ejército se llevaba a
sus padres.

Quiero hacer coincidir el final del relato, que cuenta el momento en que el ejército encontró la
cueva, con la llegada de Santiago al lugar.

Don Pablo entrará en la iglesia a poner veladoras nuevas y esta vez observamos a través de sus
ojos los retratos que hay en las paredes, sabremos que entre ellos, están sus seis hijos. La Pulga
acuesta a sus gallinas y nos habla de Aída, cuenta que antes la tenía dibujada en su cuarto pero
que ya la borró. “hablo con ella solo cuando estoy sola”…

Bajaremos a la cueva con Santiago para ver que huellas han quedado. Silencio.

Éste es el centro de la película. El “lugar común” de encuentro de las historias: la pérdida, el


silencio.

En este momento, el documental dará un giro regresando al pasado. Ubicando un momento, una
imagen, un recuerdo, un detalle. El punto de quiebre de cada personaje durante la guerra.

Este será el único momento de toda la película en el que me imagino a los personajes sentados a
cuadro hablando frente a la cámara. Ubicados en sus propios espacios, la iglesia, el cuarto de

P r o y e c t o d o c u m e n t a l d e T a t i a n a H u e z o 15
El lugar más pequeño

varas, el platanar. Será un momento de confesión, íntimo, en el que ellos enfrenten sus recuerdos,
lo que cada uno perdió en esta guerra, las imágenes imposibles de olvidar que cada uno guarda.

Las historias que nos cuenten los personajes serán la única referencia para crear nuestras propias
imágenes sobre la guerra.

Finalmente, regresaré a la vida cotidiana de cada uno de ellos para construir la última secuencia del
documental, en la que pretendo revalorar el presente y mostrar la posibilidad real de reconstruir una
vida, a pesar de llevar a cuestas un pasado reciente tan brutal.

Epílogo.

Un minuto de silencio. En las últimas imágenes del documental veremos individualmente a cada
personaje en un plano fijo. Es un plano medio, están sentados y miran a cámara. Les pediré que
guarden un minuto de silencio por los muertos de Cinquera. El plano termina cuando esbozan una
sonrisa que rompe la solemnidad del momento.

Los conocemos, sabemos quienes son, que han perdido. La cámara los verá un poco desde abajo,
orgullosos de estar ahí, dignos en su dolor, sabiendo que reír a carcajadas ayuda a curar el alma.

OBJETIVO

Este documental quiere contar, desde el presente, algunas historias del pasado reciente de El
Salvador.

Esta historia quiere alejarse de lo ya contado y sabido sobre la guerra, y adentrarse en la vida
cotidiana de los personajes, en sus confrontaciones y dilemas personales.

El lugar más pequeño será narrado a través de los detalles, de lo no contado, del dulce de panela,
de los mangos, de las nubes, del fuego de antes y de ahora, de las luciérnagas y las ranas.

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El lugar más pequeño

MOTIVACIÓN Y ANTECEDENTES.

Nací en El Salvador, mi padre es salvadoreño y toda mi familia paterna vivió la guerra (1979-
1992). Yo no la viví. Un año antes de que comenzara, me fui con mi madre a México, tenía tres
años. Mi madre es mexicana y yo crecí en México.

Cinquera es el pueblo donde nació mi abuela. Hace algunos años, en una de mis visitas a El
Salvador, mi abuela me llevó a conocer a Don Pablo y a la Pulga, me dijo que eran buenos
amigos de la familia. Sin preguntar demasiado, me contaron algunas de sus historias negras
durante la guerra y cómo viven ahora.

Este primer encuentro con ellos y otras personas del pueblo me inquietó. La gente me contaba un
sin fin de historias terribles, de sus muertos, de la montaña, “nuestra montaña”, me decían, “éste
no es un simple bosque, es la tumba de todos nuestros hermanos, es el lugar donde cayeron
nuestros hijos, nuestros padres y madres…”

Siempre he sentido que me cuentan sus historias con la intención de informarme sobre lo que
pasó en este lugar, mientras yo no estuve …como si yo no hubiera estado por accidente.

La gente de Cinquera habla de una manera tan cercana que me asombra. Su trato hacia mí es
como si fuera parte de su comunidad.

Más de una vez, caminando por las calles de Cinquera, alguna que otra señora me confundía con
una amiga o una tía que hace años no veían. Me abrazaban mientras yo trataba de explicarles y
perjurarles que yo no era la que creían que era. Me miraban de nuevo con incredulidad y
terminaban aceptando la realidad. “A pues niña sos igualita”, me decían. Y no era, pero podría
haber sido porque aún me queda familia ahí.

Este viaje me llenó de inquietud y de necesidad de entender y compartir, un sin fin de historias
que la gente me contaba como si me conocieran de toda la vida.

Decidí empezar a trabajar algunas de estas historias en papel, recuperarlas. Desde el primer
momento tuve la intuición de que había mucha fuerza en el contenido de estos testimonios y sobre
todo en las personas que conocí durante mi estancia en Cinquera. Así surgía la idea de hacer
una película con ellos.

Preparé el viaje de vuelta a Cinquera. Me instalé durante un mes en el pueblo. Fue en este viaje
en el que las historias tomaron forma, conocí a muchos posibles personajes, entrevisté a algunos
jóvenes, subimos a la montaña y nos internamos en la selva con un grupo de guardabosques que
fueron “niños ex guerrilleros”, ahora de mi edad. Conocí a mujeres y sus pequeños proyectos de
sobrevivencia. El mundo a explorar se volvía enorme. Hacia el final de este viaje, un día,
desayunando en el comedor de la señora Alba conocí a Armando. Ahí me contó la historia de la
cueva, de su mujer y de sus hijos. A través de él conocí a Santiago, su hijo.

Me di cuenta que las historias que me contaban, como la cueva y la refundación de Cinquera eran
elementos ideales, llenos de fuerza y simbología, para alrededor de ellos construir un documental,
que me ayudara a entender lo que pasó a la gente de éste pueblo y que hablara de una guerra
que afectó tanto a gente que quiero profundamente.

Regresé con mi cuaderno lleno de notas y de imágenes y me concentré en reducir el espectro de


temas y de personajes.

Finalmente he decidido construir esta película a partir de cuatro personajes muy atractivos, por
sus historias y su vida hoy en el pueblo.

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El lugar más pequeño

Es importante para mi tratar esta película como si fuera un pueblo del mundo, personas sensibles
que guardan una pena y viven y ríen y lloran y aman.

“El tema está siempre en la mirada, no hay temas importantes. Hay miradas que ven cosas y hay
miradas banales…” José Luis Guerín.

JUSTIFICACIÓN.

La reciente victoria del FMLN en las elecciones de El Salvador, creo que entre otras cosas, abre la
posibilidad real del inicio de un proceso de revisión y esclarecimiento de responsabilidades de las
muchas matanzas que se cometieron durante la guerra civil en este país. Para esto es necesario
que se reconozcan los hechos, que se comience a hablar abiertamente de ellos. Estoy convencida
que el comienzo de la “cicatrización”, de la reconciliación real entre los dos bandos parte de aquí.
Este documental quiere ser un aporte sensible y testimonial en esa dirección. Contando las
historias de nuestros cuatro personajes, hablamos de las historias de muchos miles más de
salvadoreños. Además, los temas que toca el documental, como el amor, la muerte, la salvación,
la locura y el odio, entre otros, son sentimientos universales que pueden fácilmente “tocar” a
cualquier espectador del mundo. Ésta es la poderosa fuerza que intuí en las historias que me
contaron la primera vez que llegué al pueblo de mi abuela, y en la que ahora creo sin ninguna
duda, y sobre todo, me impulsa a hacer este documental.

Esta película habla de dos generaciones, los padres y los hijos que vivieron una guerra. El
documental está dirigido al público joven y adulto, creo que podrán identificarse con diferentes
formas de ver el mundo, de reconstruir una vida.

Nunca he visto una película cercana sobre El Salvador, que hable de las huellas que el pasado
violento ha heredado a la gente. Tengo el privilegio de conocer estas historias y a estos
personajes llenos de emociones y contradicciones que dejan al descubierto la condición humana.
Esta es la fuerza de la película, llorar y reírte a carcajadas con ellos.

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El lugar más pequeño

VALORES ESTÉTICOS DEL PROYECTO Y MÉTODO DE TRABAJO.

LA IMAGEN

El estilo visual del documental será “observacional”. La cámara seguirá a los personajes,
buscando un contacto directo, casi físico. Sobre todo en el seguimiento de los protagonistas con
cámara al hombro. El estilo visual del documental se acerca al del cine directo norteamericano,
Frederick Wiseman (Law and Order), Los Hermanos Maysles (Salesman), D.A Pennebaker (Don´t
look back). La imagen pretende capturar detalles de la personalidad de los protagonistas que nos
conecten con ellos, como espectadores, gestos, miradas, carcajadas.

Sin embargo el método de trabajo para relacionarnos con la realidad, se acerca más al Cinema
Verité francés de Jean Rouch. La cámara como agente catalizador que provoca, además de
observar penetra en la realidad y participa activamente de ella. Los salvadoreños son muy
platicadores, muy metiches, se ríen de todo y te lo cuestionan todo. Son expresivos y
extrovertidos. Sé que a lo largo del documental habrá comentarios de los personajes y situaciones
que hagan alusión al equipo técnico, a la cámara y a nuestra propia condición como
documentalistas y como personas.

Como dice Raymond Depardon… “Conforme el tiempo ha pasado me he dado cuenta de que
Rouch tenía razón. La ficción comienza en el mismo momento en que alguien dice a otro: Voy a
filmarte. El propio acto de hacer una película puede crear una situación que revele grandes
momentos de verdad”.

El método de trabajo para obtener la información oral que cuenta esta historia se obtendrá a
través de:

1. Entrevista a cuadro por separado, donde únicamente nos cuentan la historia negra y de
pérdida que cada uno vivió durante la guerra.
2. Entrevistas registradas solo en sonido, que posteriormente serán utilizadas en OFF sobre
imagen de los personajes en su vida cotidiana. Estas historias hablan de cosas pequeñas pero
importantes. Cómo es su vida hoy, pensamientos, historias personales, la reconstrucción de su
pueblo, etc.
3. Conversaciones entre personajes que se den durante el seguimiento de los protagonistas.

Habrá una serie de momentos en los


que la observación prevalezca sobre
la intervención. Las situaciones en el
comedor como los desayunos, la
historia de la cueva, las
conversaciones de la Pulga y sus
vecinos, las reuniones de Santiago
con algún amigo, etc.

En estos momentos quiero que la


cámara encuentre su lugar y la
distancia adecuada, un punto neutro
para capturar las situaciónes que
surjan. Me imagino imágenes como
las que ha conseguido Depardon en
algunas de sus películas como “URGENCIAS”. Es importante estar expuestos a lo azaroso.
“Filmar, implica crear oportunidades para que lo real pueda entrar en el cuadro. Invocar a lo
invisible.” Depardon.

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El lugar más pequeño

Se buscará la luz más atractiva del día para


desarrollar las secuencias de seguimientos de
personajes, madrugadas y mañanas, la
tarde, los momentos de lluvia que levantan el
calor del asfalto y la tierra, en un clima
tropical y húmedo, en el que los colores son
saturados y hay altos contrastes.

Rodaremos a lo largo de dos meses, durante


la época de lluvia que en el Salvador
comienza en el mes de mayo y dura
aproximadamente seis meses.

Llegado el momento de la entrevista a cuadro, los personajes serán entrevistados en su espacio


cotidiano más íntimo. Todas las entrevistas se harán de noche, estamos en el interior de la cueva,
hablando metafóricamente.

Durante las entrevistas usaremos tripié e iluminación. La distancia entre los personajes y la
cámara seguirá siendo un factor importante a tomar en cuenta. La entrevista se registrará en un
solo plano fijo de tamaño medio (casi americano). En este momento de testimonio crudo, quiero
que los personajes miren directamente a cuadro, que la mirada esté dirigida hacia el espectador,
sin un “interlocutor” de por medio. No quiero grabar detalles a forma de recursos. Las entrevistas
irán intercortadas con el recorrido del interior de la cueva y entre ellas mismas.

La entrevista de Don Pablo se hará en el interior de la Iglesia, él sentado en una banca y detrás
las decenas de veladoras encendidas, la Pulga en el corredor de su casa, sentada, fumando y
tomando aguardiente, Santiago al lado de su fogata, y Armando en su cuarto, sentado sobre su
cama de varas.

La imagen del recorrido interior de la cueva estará planteado en un principio a través de la mirada
de Santiago. Este es el espacio más subjetivo, onírico y metafórico que hay en el documental, y
después del planteamiento de la subjetiva de Santiago, la cámara tendrá toda la libertad para
moverse y registrar el espacio. Para ello usaremos steady-cam. La cámara se detendrá a observar
los vestigios que hayan quedado en el lugar. Se aprovechará la iluminación natural que entra por
el techo de la cueva y para grabar las partes más profundas, reforzaremos la iluminación con
algunas luces portátiles. Se trabajará el alto contraste con una sola dirección de luz.

Cinquera con sus cuatro manzanas, la plaza y


el campanario, es un personaje más de este
documental, lo conoceremos a través de
nuestros protagonistas. Observaremos detalles
de dibujos que hay por todas partes, las huellas
de la metralla que hay en el campanario y
algunos muros que no se han reconstruido, el
cementerio, los lotes baldíos en los que a veces
encierran a lo locos del pueblo, etc. El interior
de la casa de Don Pablo, la iglesia con sus
decenas de retratos, la bomba que hace de
campana, la cola de helicóptero, etc.

El color de Cinquera es cálido y saturado, atmósferas cargadas de vapor, cielos azules,


contrastes pronunciados de luz y color.

La manifestación del clima nos dará muchos recursos visuales atractivos que son parte de la
personalidad y riqueza de las historias. La niebla del amanecer, las copiosas tormentas tropicales
de la tarde, las calles nocturnas inundadas de luciérnagas, el vapor que se levanta por la
humedad y la temperatura, el verde de la selva exuberante, los insectos, las ranas. Las
atmósferas nocturnas se trabajarán en alto contraste.

P r o y e c t o d o c u m e n t a l d e T a t i a n a H u e z o 20
El lugar más pequeño

EL SONIDO.

Las atmósferas sonoras que hay en la zona son


muy ricas y pondremos un cuidado especial en
registrarlas. Los sonidos cambian
notablemente a lo largo del día, van desde una
serenata de gallos al amanecer, hasta un sin fin
de chicharras y ranas que suenan de noche.
Registraremos ambientes en diferentes
momentos del día en la selva y en el pueblo.

El sonido seco de los golpes que caen sobre la


bomba que hace de campana, es parte del
paisaje sonoro del pueblo. Ésta suena cada vez
que hay un aviso importante para comunicar al
pueblo y para llamar a misa o catequesis.

La información de las historias que serán contadas en OFF a lo largo del documental por los
personajes, se obtendrán a través de entrevistas registradas solo en audio.

El sonido directo de los seguimientos de los personajes es un reto técnico para el sonidista de
esta película por la agilidad y libertad que tendrá la cámara para moverse. Habrá que tener
especial cuidado en el registro de conversaciones espontáneas que surgirán a lo largo de los
seguimientos entre personajes, la interacción con otras personas o directamente con sus
intervenciones espontáneas a cámara.

Por la riqueza sonora que hay en los


ambientes me gustaría que el
músico que diseñe la banda sonora
de esta película pueda trabajar
algunas de las piezas a partir de los
ambientes y detalles sonoros
obtenidos del directo.

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El lugar más pequeño

RECURSOS NARRATIVOS Y DISPOSITIVOS DE “PUESTA EN ESCENA”

• Seguimiento de los eventos cotidianos de los cuatro protagonistas a lo largo de varios días.
• Seguimiento de la cotidianeidad del comedor de la Señora Alba.
• Seguimiento de Santiago rumbo a la cueva.
• Registro del interior de la cueva.
• La noche de los personajes. El insomnio.
• Registro de las calles del pueblo. Plaza e iglesia. Las huellas.
• Registro de vestigios de la guerrilla en la selva, trincheras, campamentos, cocinas
colectivas, refugios, etc.
• Conversaciones en el comedor, Armando y la historia de la cueva.
• Conversaciones entre personajes.
• Entrevistas en sonido de cada personaje. Varios temas. (La reconstrucción de Cinquera).
• Entrevista a cuadro de los cuatro personajes. La pérdida.

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El lugar más pequeño

NOTA SOBRE EL COMEDOR:


El comedor de la señora Alba será un espacio recurrente para marcar las horas del día, para estar
al tanto de las noticias de Cinquera, si alguien se murió, si alguien se casó, si hay tristeza o alegría
en el pueblo, el temporal, etc. Este será un espacio que marque el pulso de este pequeño pueblo,
a través de los rumores y comentarios de la gente que pase por el comedor. Por ejemplo, la
cobardía de Don Pablo. Será también un espacio en el que los personajes se crucen. Lucía
recoge las donas mientras Armando cena, la Pulga se acerca de vez en cuando a que le regalen
una tortilla, Don Pablo llega a comprar leche y cuajada, etc. Los personajes podrían juntarse en
este espacio un sábado en la noche, momento en que a Armando le da por contar historias.

La señora Alba es la dueña del comedor y está al tanto de la vida de la gente del pueblo. Es una
mujer desenfadada y escandalosa. Morena de grandes senos y robusta. Ríe a carcajadas por
cualquier cosa. Se dedica el día entero a hacer quesos y otros productos lácteos. Es una mujer
cómica. Alba y su comedor serán un personaje secundario que servirá de unión entre las
historias cuando sea necesario.

NOTA: Es importante aclarar que no haré uso de materiales de archivo. Me interesa registrar el
presente de este pueblo y de los personajes y las huellas que existen hoy del pasado.

LA INVESTIGACIÓN DE CAMPO.

La investigación de campo realizada en este proyecto ha sido a través de dos viajes principales a
Cinquera. El primer viaje fue en 2006. Estuve en Cinquera un par de semanas. Conocí a Don
Pablo y a la Pulga a través de mi abuela que me los presentó porque son sus amigos y tuvieron
relación con la familia durante la guerra.

El tiempo que estuve conviviendo con La Pulga y Don Pablo, en este primer encuentro, sirvió para
establecer una primera relación y cierta complicidad con ellos. Este tiempo compartido fue
suficiente para provocarme una gran curiosidad y entusiasmo por meterme de lleno en su vidas y
comenzar a investigarlos como posibles personajes de una película.

Es en este viaje, en el que empiezo a conocer algunas calles del pueblo, la iglesia, el campanario
y el comedor de Alba.

Posteriormente preparo un segundo viaje que hago con el fotógrafo del documental, Ernesto
Pardo, regresé a Cinquera hace un año explícitamente a investigar y a realizar una especie de
pre-producción para ver las posibilidades de realizar un documental.

Nos establecimos en Cinquera un mes. Visité a Don Pablo y a la Pulga para comunicarles mi
intención de hacer una película sobre sus vidas y sobre Cinquera, a lo cual respondieron con gran
entusiasmo.

Comencé el trabajo de investigación que consistió en pasar tiempo con ellos y acompañarlos en
su actividad diaria, además de retomar sus historias personales en el pasado, la guerra la
posguerra y el presente.

Estuvimos en casa de don Pablo con su mujer en diferentes momentos del día y en su pequeña
tienda. Subimos con él a su huerto y le acompañamos durante varias jornadas de trabajo.
También seguimos su actividad cotidiana dentro de la iglesia.

Con la Pulga tuve largas conversaciones sobre su vida actual y pasada, es una mujer entrañable,
extrovertida y una gran contadora de historias. Estuvimos varios días en su casa, en su pequeño
huerto, la acompañé a recoger fruta a la montaña y me pude dar cuenta de su obsesión con las
historias de fantasmas, siempre que puede espanta a los niños que la siguen por eso, es un juego

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El lugar más pequeño

para ellos. Un elemento que me llamó la atención es el síntoma de insomnio en casi todos lo
personajes que conocí. La Pulga tiene una fobia a la soledad, al silencio, no podría vivir sin su
radio que suena durante el día y la noche sin cesar.

En este viaje me interesaba conocer a gente joven, de mi edad que pudiera decirme sus
experiencias en la guerra y saber cómo viven hoy. Mi sorpresa fue darme cuenta que en el pueblo
había jóvenes como yo, que estuvieron en el frente de batalla siendo apenas unos niños. Muchos
de ellos hoy son los guardabosques de las montañas que rodean Cinquera. Jóvenes adultos que
vigilan la montaña noche y día para evitar a cazadores furtivos y la tala de árboles.

Hice algunas entrevistas a mujeres y hombres de alrededor de 20 años, para saber cuál es la
perspectiva de vida que tienen hoy. El espectro de contenidos se ampliaba cada vez más y yo
simplemente recopilaba notas en mi cuaderno y una pequeña grabadora que llevé.

Durante este viaje estuvimos mucho tiempo en el comedor de Alba, es el único lugar público
donde puedes ir a comer, en realidad es su casa, pero en el patio ha puesto una gran mesa
redonda, donde la gente llega a desayunar, comer y cenar. Fue durante un desayuno muy
tempranero que conocí a Armando, como la mayoría de la gente, simplemente se puso a
contarme su vida. Ahí me habló de la historia de la cueva y de su niño de nueve años que se
quedó ahí adentro cuando el ejército se llevó a toda la gente. Ese niño es Santiago, al que fui a
buscar inmediatamente. Corroboré la historia con Santiago que me daba más información y me
contaba como lo vivió él con esa edad. Supe claramente que esta era una gran historia y que
ellos podrían ser otros personajes para el documental. Trabajé con ellos compartiendo el tiempo,
estableciendo una relación y complicidad con ellos, yendo a sus casas y lugares de trabajo,
escuchando sus historias, las pesadillas que aún tienen y observando muy de cerca cómo es su
vida hoy en el pueblo.

Subimos a la montaña con otros jovenes, me llevaron a lugares donde había vestigios de
campamentos guerrilleros. Exploré a fondo las calles del pueblo, la iglesia, el campanario, la
plaza, las casas de algunos vecinos, etc.

Estuvimos en tiempo de lluvia y supe que dura seis meses y que comienza a finales de mayo, le
llaman “invierno”. Llueve a cántaros todas las tardes. Las atmósferas que se crean por la
combinación del calor y la humedad son muy atractivas a nivel visual, hay bruma y un verde que lo
inunda todo. Hay muchísimas ranas y luciérnagas que salen por la tarde. Cuando le pregunté a
la pulga porqué hay tantas ranas, me contó su historia sobre ellas.

Aproveché el viaje para ubicar una casa donde quedarnos en caso de regresar a hacer la película
y hablé con los guardabosques, expertos conocedores de la zona para solicitar su apoyo en el
caso de que hiciéramos el documental. Toda la gente siempre mostró la mejor disposición para
ayudarnos.

Durante toda mi estancia en Cinquera también desayunaba y comía todos los días en el comedor
de la señora Alba, es el único comedor que hay en el pueblo. Pude observar de cerca la
cotidianeidad de los eventos del comedor.

Los días en Cinquera duran poco, a las siete de la tarde ya es de noche. Por esta razón es
necesaria una estancia de por lo menos dos meses en el lugar y garantizar que se cubrirán todos
los eventos propuestos en la historia y en el plan de trabajo.

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