COCTEAU - OPIO - Presentación
COCTEAU - OPIO - Presentación
COCTEAU - OPIO - Presentación
Fono: 782 8200. Fax: 782 8210. E-mail: edito ria [email protected]. Primera edicin: abril de 2002. ISBN: 956-262-128-6. Diseo de portada e interiores: Equipo Editorial , con la colaboracin de Patricio Andrade . Motivo de la portada: Jean Cocteau, aos treinta, foto de Cecil Beaton. Informatizacin: Andros Impresores. Impre sin: Imprenta Salesianos S.A., Sigo . de Chile.
Cocteau. Como todo nio, era aficionado a las coincidencias y a los riesgos de lo maravilloso . Si a lo largo de estas pginas el aliento se corta y es preciso recomenzar la lectura, se cumplir una de las fatalidades que el poeta le atribua a la escritura: her ir pese a todo . La ordenacin se efecta cuando todo salta por los aires y vuelve a caer p le-m le en el baaar de nuestro corazn, donde no se sabe bien si, cuando hablamos de sus libros, El Potomak es anterior a La sangre de un poeta, o si, como sucede a menudo, la obra se llama Los nios terribles o Los padres terribles, o si ambas existen en la bibliografa del poeta. Puros ecos, frases luminosas, un perfil, un tono: eso es lo que queda para siempre de la obra entera. No es preciso entonces W1a sistemtica: ni cronolgica, ni genrica, ni antolgica. Lo importante es comenzar, entrar ahora por esa estrecha y secreta puerta de Opio, donde todo son guios, sobreentendidos, alusiones, esa incmoda puerta que hay que forzar para que su automatismo y su sueo nos revele la zona nunca bien delimitada de la palabra. No es
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una justificacin de mala fe. Hasta los editores, y yo no soy una excepcin, pueden llegar a respetar ya amar la poesa. Jean Cocteau fue el poeta de la chiripa, del milagro, el poeta sin planes, sin destino, el poeta angelical y maldito, el poeta nio. Por qu entonces no entrar en este diario potico con la pasin de los nios? Por qu no vamos a desafiar el azar de la poesa y convertirnos en esta traumtica destilacin del genio que es recapitulacin -cura- del dolor? Lo primero que debe sorprendernos en Opio es el hecho de haber sido escrito a destiempo. En realidad, Opio debi datar de 1925, y no de 1928, de la clnica de Thermes y no de la de Saint-Cloud. La raz del "mal", la iniciacin en las soleadas marismas del opio, es de 1924, ao de la primera? gran depresin de Cocteau. Veo, sin prisas, al poeta de treinta y cinco aos hundido por la muerte del novelista nio Radiguet, ese inverosmil rescatador del clasicismo en literatura, dueo de la suficiente inconsciencia como para rerse de los "modernos", de los dad, los automticos, los surreales: despus de rerse de ellos, volvi a la reciente penumbra de la nada: tena veinte aos. No podemos entender al Cocteau crucial de Opio sin referirnos al hecho tambin crucial-tanto en la vida del poeta cuanto en la literatura moderna francesa-: su encuentro con Rayrnond Radiguet, su fugaz yapasionada relacin, la muerte fulminante del efebo del Mame, el13 de diciembre de 1923. Dejaba una novela, clsica inclusive antes de su publicacin,
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llena de faltas de ortografa y de manchas de tinta, a medias dictada a Auric-: El baile del conde de Orgel. Este inquietante adolescente -cuyo antecedente, tanto por el genio como por la belleza, es Arthur Rimbaud- fue, estoy seguro, el modelo del protagonista de la ms conocida y genial de sus novelas, Los nios terribles: el alumno Dargelos. Raymond Radiguet vivaen Saint-Maur des Fosss , uno de esos deliciosos pueblos de la regin de Pars, a orilla del Mame detrs del bosque de Vincennes. El Mame, en aquella zona, se halla a punto de asaltar el Sena, corre sinuoso entre altas riberas sembradas de pequeos pueblos. A veces, Cocteau acompaaba a Radguet hasta su casa; atravesabanjuntos, hablando, el monumental bosque, bajo la luzentreverada por los castaos, las encinas, los olmos, apresuradamente planeaban lo mucho que deban hacer en poco tiempo. Ambos mutuamente encandilados, Cocteau, por el descaro, la belleza y el genio de Radiguet, que a los diecisiete aos se haba presentado en su casa con un bastn; Radiguet, por el poeta dandy, la voz a la moda, el mimado de los salones y la prensa de Pars . As, a toda carrera, debieron hablar de cmo haran para salvarse de ser "modernos". En esto, es seguro que la mano que a los diecisiete aos haba escrito El diablo en el cuerpo cambi, defmi y asegur la esttica de Cocteau, ms que al contrario. La desfachatez con la que Radiguet desenterraba la escritura de Pascal, la de Lafayette y Stendhal, en
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ldico. En Opio se ver al poeta vuelto a la vida, mirando ya a su alrededor, pensando en su obra, comentando a sus contemporneos. Nada de esto habra sido posible en 1925, cuando el golpe era tan duro como un "puetazo de marmo l", como la pelota de nieve que Dargelos-Radiguet le lanza al pecho a Cocteau-Paul, dejndolo inconsciente. Es este rasgo elptico -apariencial- el que hace de Opio lo que dice ser: el diario de una desintoxicacin. Las menciones a Radiguet son tan reservadas cuanto muchsimo menos frecuentes que las a Proust, Roussel o Picasso. Adnde entonces se fue ese atroz material de una muerte? Hasta aqu me he limitado a decir lo que no est en Opio, pero que debi estar, lo que fue la causa de ese descenso a los infiernos de la mano de la adormidera, y que la adormidera encubre, llenndolo todo . Si Opio es nicamente el diario divagante de una desintoxicacin, la depresin de 1924, "el puetazo de mrmol", el descenso a los infiernos, debe estar en alguna parte, ailleurs. Porque Cocteau baja a los infiernos no por el opio -como la estulticia de la clase media, de la medicina o de la administracin pudieran creer-, sino con el opio. El opio es ese virgiliano sostn que lo gua, que le impide morir, que lo libera de la cercana tortura de pensar en lo que de verdad lo ha arrojado a las tinieblas: la muerte del poeta-nio: Radiguet: l mismo: Orfeo. Nadie discute ya que Radiguet sea el inspirador y el modelo de Orfeo, obra escrita en 1925, y
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en la que Cocteau vuelca todo el horror de su reciente descenso infernal. Radiguet-Orfeo-Cocteau quieren rescatar el impalpable abismo de la muerte en el que el autor ha vivido los dos ltimos aos. Un ngel, Heurtebise, ngel de vidrio, dice : "Los espejos son los puentes a travs de los cuales la Muerte va y viene . No se lo diga a nadie . Por lo dems , mrese a lo largo de su vida en un espejo y ver a la Muerte trabajar como abejas en una colmena de vidrio". Es la muerte, la Dama Blanca segn l, la que est detrs de todo el texto de Opio. En sus primeras pginas nos aseguramos de que se trata de la segunda desintoxicacin, posterior al Orjeo y a 1925. Leemos: "Me intoxiqu por segunda vez en las siguientes circunstancias: antes que nada, parece que fui mal desintoxicado la primera vez". Qu quiere decir esto? Si respetamos nuestra hi ptesis y seguimos vindolo aferrado al espectro de Radiguet, quiere decir: ni Orfeo, ni el opio , ni la cura del opio de 1925, sirvieron para exorcizar al fantasma, para alejar su delgada gura de ojos fijos . Pero en las minuciosas, casi fenomenolgicas descripciones que aparecen en Opio no hay ninguna referencia explcita. Cuando pudo hacerlo -un poco ms adelante de lo que he citado- escribe: "Me reintoxiqu ... porque encontr de nuevo mi desequilibrio nervioso y porque prefera un equilibrio artfcal a una total ausencia de equilibrio". Desequilibrio nervioso! Cul era la naturaleza de ese desequilibrio nervioso? Este prlogo intenta
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dar una respuesta a esta pregunta, respuesta que Cocteau no ofrece porque prefiri, en esta obra, limitarse al ef ecto y no a la causa . Es ms, Cocteau parece creer que con su texto -con la explicacin ms o menos "cientista" de sus experiencias fsicas, con la crtica a los mtodos mdicos- hace una aportacin importante a la toxicomana. Es decir, apenas hay en Opio elementos de anlisis psicolgico que nos permitan ahondar en las desesperaciones de un alma. Por esta razn, he credo necesario apuntar al contenido oculto tras lo que l llama "desequilibrio nervioso". Es lo que -fuera del inters per se de la obra, del cual hablaremos ms adelante- me importa por encima de todo . Descender como Orfeo para rescatar un rostro amado es una tentacin demasiado imperiosa como para no mencionarla, incluso si ese descenso escapa a los pormenores de la presente obra. Hay, sin embargo , explicaciones superficiales del Orfeo: el origen del nombre de Heurtebise, las "coincidencias en tomo de un nombre y de una obra" (Orjeo) , etc.; y ciertas citas de lo que deca Radiguet, de cmo ste pertenece a una elite de escritores inmunes a la censura, y un largo expos sobre el "alumno" Radiguet -rnodelo tanto de Thomas el Impostor cuanto del alumno Dargelos de Los nios terribles-, en el que se lo compara con otro prestigioso "alumno" adolescente: Alain Fournier. Esta referencia a la terrible infancia -simbolizada repitamos, por Radiguet y sus epnimos- le sirve de pivote para hablar de su propia infancia y de los
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primeros modelos -sus primos, tambin un hermano de Radiguet- de nios conspiradores y diablicos. Tanto la infancia como el genio son asesinos de la realidad. El crimen est vivo, como el fulgor de los ojos del gngster Darge los, que es amado por Paul, el nico que puede apreciar su dimensin divina. Orfeo, en 1925, y Los nios terribles, en 1929, la primera insuficiente, la segunda exitosa, constituyen la verdadera "curacin" de Cocteau. Opio es contempornea de la segunda. Ya que si el anlisis psicolgico no existe en Opio es precisamente porque la obra de arte fait l'affaire, es el mejor psicoanlisis, la nica realidad capaz de ahuyentar los fantasmas que devoraban al poeta. Siempre me ha sorprendido el carcter catrtico de la poesa. Cuando al final de Opio Cocteau habla de que est curado: "Curado me siento vaco, pobre, asqueado, enfermo. Floto", siente de verdad una liberacin. Pero no est vaco porque haya vuelto del infierno, porque est desintoxicado o haya escrito Opio. Est "vaco" porque en tres semanas del mes de marzo de 1929, durante su curacin, escribi Los nios terribles, el gran espasmo que le permiti sentirse definitivamente "curado". As, lo primero -o lo ltimo- que piensa es en su prxima obra. "Mi prxima obra ser W1a pelcula." En seis aos de infierno, como un Orfeo que sale del espejo despus de buscar reiteradamente a su amor, el poeta ha logrado el olvido en la memoria de la poesa.
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La agudeza potica de Cocteau se despliega a lo largo de Opio de esa manera terrible que l le peda a toda escritura. Las descripciones de la latencia de la droga y de la suspensin del espritu de la desintoxicacin son vistas y descritas con la velocidad de los sueos. "Narro una desintoxicacin: herida lenta." Qu prodigio! Poesa, escritura automtica -riqueza que fue uno de los escollos ms terribles de la traduccin-, dan cuenta de un chorro espiritual tan facetado como las visiones de la droga: abismo consentido al cual hay que arrojarse junto con el poeta. Ojo!: es recomendable leer este libro acompaado de un joint. As podr leerse lo que la mano no puede escribir, pero que est en esos dobleces que slo la droga ilumina. "No esperis de m que traicione ... el opio sigue siendo nico ... Le debo mis horas perfectas." Fuera la moral contdianal "Es una lstima que en lugar de perfeccionar la desintoxicacin, la medicina no trate de volver el opio inofensivo." Cocteau defiende el opio porque es inofensivo. La ofensa sera de otra naturaleza, sera lo que compromete al fumador como su tragedia o su enigma. "Si usted oye decir: X... se mat fumando opio, sepa que es imposible, que esa muerte oculta otra cosa." La tesis -si tesis hay- de este prlogo es que Cocteau, de haberse matado, lo habra hecho debido a la muerte de Radiguet. En el fluir semiconsciente del texto existe siempre una lucidez vigilante. El poeta, torturado por los mtodos de curacin, quiere entender; en medio del dolor fsico, ejerce ese antiguo arte francs que es reflexionar: "Vivir es una
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cada horizontal", "La esttica del fracaso es la nica durable", frases en las que se anan la hondura metafsica y la ms eminente intuicin potica, elementos stos que en el fondo siempre son inseparables. Lo indiscutible es que en el momento de dolor que consigna Opio, el poeta no abandona el pensamiento: "La pureza de una revolucin puede mantenerse quince das". "La falta de compostura es la marca del hroe." Ahorro citas que reitera mucho mejor la obra misma. Pero advierto que Opio es un libro al cual el lector deber volver a lo largo de la lectura de toda la obra del escritor; en l hay claves importantes, ancdotas, referencias, que , aisladas, parecern crpticas pero que configuran, como muecas engarzadas unas con otras, la geografa total del Rostro y del Libro. Por ejemplo, las referencias al teatro, constituyen toda una esttica de la escena, como las impresiones del opio son una verdadera iniciacin en lo que nos sobrepasa. "El opio debe volvernos un poco visibles a lo invisible." "Despus de haber fumado , el cuerpo piensa." Hay algo notable, compartido quiz por todos los que alguna vez hemos recurrido a la droga, y es el fenmeno de la veloci dad distinta que procura: "El opio es la nica sustancia vegetal que nos comunica el estado vegetal. A travs de l obtenemos una idea de la velocidad distinta de las plantas".
El hombre normal. -Fumador con mdula
Elfumador. -Imposible; floto. El hombre normal. -Su cuerpo llegar abajo rpidamente . El fumador. -Llegar lentamente despus de l.
Todo lo que Opio tiene de estricto anlisis del problema de la droga se enriquece con observaciones autobiogrficas, estticas, morales, bibliogrficas, a las que de una forma divagante ya hemos aludido. Sin embargo, no dejar de interesar una dimensin anecdtica en la que aparecen como hongos las cabezas de Picasso, Stravinsky, Daghilev, Proust, los de Noailles, Victor Hugo, Dullin, de Chirico -que es, en pintura, un Cocteau mec nico-, Eisenstein, Buuel, Gide, es decir, el mundo espiritual del primer tercio del siglo xx. Finalmente, una pequea observacin sobre la traduccin: hemos traducido vous por usted y no por vosotros. Una eleccin que nos concierne enteramente como traductores y de la cual creemos poder responsabilizarnos. En verdad, si un libro puede ser traducido por dos personas, a menudo slo es ledo por una. Creemos que el tono queda ms intimista si se nos habla directamente de usted y no con un abstracto vosotros que nos compromete menos con el texto.
MAURICIO
WACQUEZ