Tres Obras de Enrique Iturriaga

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Ensayo: Tres obras orquestales de Enrique Iturriaga

Historia de la Música Peruana 2


Bryan Ki-San Yep Valencia
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Homenaje a Stravinsky

Profundamente afectado por el fallecimiento de Igor Stravinsky, Enrique Iturriaga


decide componer una obra en homenaje a su obra, y a lo que representa este gran
compositor para la música del Siglo XX. Como hecho curioso, Iturriaga también
decide que quiere plasmar algo propio en la obra, llegando así a la idea de
incorporar un cajón solista dentro de la orquesta, así como secciones con aires de
tondero, género que el compositor conocía muy bien desde su niñez.

Este homenaje parece referirse más al último de los tres períodos de Stravinsky,
recordándonos a la sonoridad de obras como ​Agon​, aunque también parece haber
referencias a sus otros dos períodos. En adición a una interesante variedad métrica
y rítmica en su discurso y una atractiva orquestación que por momentos diera la
impresión de puntillismo, Iturriaga se impone a sí mismo el reto de incorporar un
cajón y ritmos peruanos a la mezcla, y lo resuelve de una manera brillante:
aprovechando la irregularidad del discurso rítmico y métrico, Iturriaga introduce el
cajón de a pocos haciendo uso de esta misma irregularidad en el instrumento, pero
generando un proceso muy orgánico hacia lo peruano.

Esta obra en mi opinión está excelentemente bien lograda, teniendo en


consideración que se trata de un homenaje, Iturriaga asimila el lenguaje de
Stravinsky de manera excepcional, sin dejar de aportar lo propio. En ese aspecto
admiro la sinceridad del compositor, quien a pesar de tratar de presentar un
homenaje no deja de lado su misma voz y vena artística. El tratamiento de la
orquesta con el cajón genera una genial dicotomía que a su vez es complementaria:
lo mecánico y lo orgánico, lo maquinístico y lo humano, el proceso y la
esponteneidad, esto último reforzado por la cadencia libre del cajón.

Tres canciones para coro y orquesta

Iturriaga compone esta obra después de ser fuertemente influenciado por José
María Arguedas y basándose en tres huaynos quechuas anónimos: ​Hoy es el día de
mi partida…​, ​Cristalino río​, ​Yo crío una mosca…​; en esta obra obra se nota un nivel
de maestría del dominio de la orquesta y del coro, además de los elementos
peruanos que coexisten con los elementos vanguardistas dentro de la obra. Uno de
estos elementos peruanos es el uso del charango dentro de la orquesta, algo
bastante peculiar y también innovador, que nos recuerda al uso del cajón solista en
el ​Homenaje a Stravinsky​.

Tan solo en la primera encontramos elementos melódicos y armónicos tonales,


modales, politonales, pentafonía, y recursos como la exclamación hablada del tenor:
¡Y mi montera! ​La parte rítmica es también importante, encontrándonos con
elementos reminiscentes de lo que podría se un aire de tondero. La segunda
canción nos proporciona el perfecto contraste necesario entre las dos canciones de
los extremos, con una rítmica más reminiscente de lo andino y haciendo un uso más
predominante de la pentafonía. La tercera canción tiene una carácter mucho más
festivo que nos recuerda a una cashua, haciendo el compositor uso de todos los
recursos que tiene a su disposición. El increíble momento final donde suena la
melodía de la primera canción en las trompetas mientras el coro concluye la tercera
canción nos da un sentimiento de unidad, de una obra cíclica, aunque las palabras
no son pronunciadas, en nuestra mente escuchamos: ​Hoy es el día de mi partida,
hoy no me iré, me iré mañana…​, como una perfecta despedida y cierre para esta
obra de gran dimensión.

La obra en su totalidad nos da la impresión de tratarse de un gran cuadro, o de un


gran retablo si se quiere, en el que nos plantea diferentes escenas con elementos
de múltiples colores y de diferente procedencia. En mi humilde opinión, esta podría
tratarse de una de las obras mejor logradas del maestro Iturriaga, haciendo uso de
todos los recursos en su arsenal: elementos nacionalistas así como de vanguardia,
un manejo orquestal y coral estupendo, ideas propias y originales del compositor, el
uso y desarrollo bien tratado de los elementos a través de un discurso coherente y
emocionante, y sobre todo la ​sinceridad artística del compositor, que se evidencia
cuando recordamos que esta obra no fue un encargo ni una obligación, sino que
nació en su totalidad de la propia voluntad e inspiración del compositor, y esta
sinceridad se ve reflejada en el nivel de atención al detalle y perfeccionismo en la
obra, siendo incluso revisada y re-orquestada muchos años después de su estreno
por el propio compositor.

Sinfonía Junín y Ayacucho

El origen de esta obra es algo curioso, puesto que el compositor fue prácticamente
obligado a realizarla. El concurso llevado a cabo por los militares para conmemorar
el 150º aniversario de la batalla de Junín y Ayacucho tenía como requisito que debía
aparecer una cita del Himno Nacional, esto al compositor le pareció evidentemente
algo ridículo, una imitación directa de lo que ya había hecho Tchaikovsky en la
Obertura 1812.​ Después de una incómoda entrevista con un representante de las
fuerzas armadas, el maestro Iturriaga se vio sin más alternativa que participar,
puesto que los militares querían una obra de Enrique Iturriaga en su concurso a
como dé lugar. Ahora la preocupación del compositor era cómo realizar una obra de
tal dimensión como es una sinfonía, puesto que nunca había escrito un trabajo
orquestal tan grande.

La primera tarea o reto del compositor era la de abordar el Himno Nacional, a lo cual
Iturriaga encuentra una solución brillante: deconstruir el himno a sus intervalos más
elementales, y usar estos intervalos para construir todos los temas a través de los
cuatro movimientos de la sinfonía; esto le da a la obra un sentimiento de unidad muy
notable. Al comenzar el primer movimiento podemos encontrar una pequeña
referencia al himno, para después encontrarnos con un tema relacionado al ejército
realista español, y es que esta sinfonía tiene una estructura lineal que nos irá
narrando diferentes acontecimientos de la batalla. Hay una fuerte presencia del
intervalo de cuarta justa ascendente, sobre todo en los metales. En un momento
dado podemos identificar la cabeza de un tema importante que luego aparecerá en
el cuarto movimiento. El segundo movimiento corresponde al movimiento lento de
una sinfonía clásica, tiene un carácter mucho más lánguido y con elementos más
reminiscentes de lo andino con el uso de la pentafonía, e instrumentalmente con la
presencia de una flauta solista acompañada por un arpa. Al final de este movimiento
se escuchará nuevamente el intervalo de cuarta ascendente. El tercer movimiento
corresponde a la forma scherzo, típico en el género sinfónico; alternando entre un
tondero y una cashua en el trío. Es el movimiento con carácter más festivo y alegre,
y nuevamente suena la cuarta justa al final.

El cuarto movimiento es como una conclusión y a la vez una síntesis de toda la


sinfonía. En este movimiento es donde aparece más veces la cuarta justa
ascendente como cita al himno nacional, y a su vez escuchamos el hermoso tema al
que se hace referencia en el primer movimiento, representando una idea de la
peruanidad y del nacimiento de una nueva nación. Al final del todo podemos
escuchar el himno nacional en las trompetas, esta vez en todo su esplendor y gloria,
mientras las cuerdas y maderas realizan un emocionante acompañamiento
contrapuntístico; y justo antes del cierre de la obra podemos escuchar este intervalo
de cuarta justa una vez más, reiterado en los cornos.

Desde mi posición, admiro profundamente el nivel de trabajo en esta obra, que a


pesar de no haber sido voluntaria demostró ser una composición de primera calidad,
con todo el compromiso, amor y dedicación por parte del compositor. Representa
además, una cumbre del nacionalismo musical en todo su esplendor, siendo una
obra sinfónica de un compositor peruano formado en el Perú, con temática
nacionalista y estrenada en el mismo país. Una sinfonía no solo digna de estudiar,
sino también digna de un sentimiento de orgullo patriótico, y capaz de conmover lo
más íntimo de la sensibilidad musical de quienes lo escuchan y también de quienes
lo interpretan, uno de los mayores logros de cualquier compositor.

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