Revista Fomento Social
Revista Fomento Social
Revista Fomento Social
I. Ponencia inaugural
II Desarrollo humano integral
III. Economía, empresa y sociedad en Populorum Progressio
ÍNDICE
n José María L arrú R amos : La evolución del modelo de desarrollo humano integral desde
la Populorum progressio en diálogo interdisciplinar con otras escuelas de desarrollo 243
n José Sols Lucia : Del desarrollo integral del hombre a la ecología integral. Análisis
comparativo de los conceptos de desarrollo integral del hombre (Populorum Progressio,
Pablo VI, 1967) y de ecología integral (Laudato Si’, Francisco, 2015) 267
n Juan María de Velasco Gogenola : La solidaridad cristiana: modelo ético propuesto por
el magisterio pontificio posconciliar 387
INDEXADA:
• Dialnet, Econis.
• ISOC.
• IBSSL: Internatonal Bibliography of the Social Sciences (Proquest).
• Sociological Abstracts (Proquest).
• Social Science Database (Proquest).
• Political Science Database (Proquest).
• Worldwide Political Science Abstracts (Proquest).
• Russian Academy of Sciences Bibliography.
EVALUADA:
• Latindex.
• MIAR, Matriz de Información para el Análisis de Revistas.
• CARHUS Plus+.
• DICE, Difusión y Calidad Editorial de las Revistas Españolas de Hu-
manidades, Ciencias Sociales y Jurídicas (CSIC / ANECA).
• CIRC, Clasificación Integrada de Revistas Científicas (CSIC).
ISSN 0015 6043
NOTA INTRODUCTORIA
III Simposio UNIJES de Pensamiento Social Cristiano1
1
Elaborada a partir de la presentación de este III Simposio en la web de UNIJES (www.unijes.net).
PONENCIA INAUGURAL
La antropología teológica de Populorum Progressio
1
Universidad Pontificia Comillas.
2
Fecha de celebración del Simposio.
into the present day problems, is the object dans les problèmes actuels est l’objectif
of this work. de ce travail.
Key words: Anthropology, integral human de- Mots clé: Anthropologie, développement humain
velopment, Populorum Progressio. intégral, Populorum Progressio.
La década de los años sesenta del siglo XX –en la que se escribe Populorum Pro-
gressio3– fue muy bulliciosa en todos los sentidos: movimientos sociales, tensiones
políticas, movimientos económicos, avances científicos y médicos, etc.. hasta en
la Iglesia Católica que celebró el Concilio Vaticano II. Es muy difícil describir resu-
midamente una década tan intensa como los años sesenta en cuyo tramo final se
publica PP4. Pero este contexto es crucial para entender su antropología. Así lo deja
ver Paul Poupard en el mismo año 1967, en un edición francesa de la encíclica
Populorum Progressio, donde escribía: “Está muy claro: PP es la contestación, en
nombre del Evangelio, a un mundo inhumano”5.
PP, que pretende ser “una nueva voz para nuestra época” (PP47), se dirige a la
Iglesia universal y a todos los hombres de buena voluntad para abordar como
tema central el desarrollo humano y sus desequilibrios que están deshumanizando
aún más la humanidad. Las consecuencias sobre el ser humano de los cambios
de la década de los sesenta ponen en el centro de debate en general y del debate
sobre el desarrollo, en particular, a la antropología6.
Por una parte, el problema del desarrollo, pero también otras corrientes de pen-
samiento, hicieron del debate antropológico el centro de la discusión. Esto es: no
solo el desarrollo tal y como se daba en la década de los sesenta estaba deshuma-
3
De ahora en adelante se citará como PP. Se utilizará como fuente la versión del texto de la página
web del Vaticano: [acceso 27.4.17] http://w2.vatican.va/content/paul–vi/es/encyclicals/documents/
hf_p–vi_enc_26031967_populorum.html
4
I. Camacho describe brevemente el ambiente de la década en I. Camacho (2008) “Modelos y logros
del desarrollo internacional”, en F. Fuentes Alcántara (ed.), El derecho a un desarrollo integral. Simposio
Internacional a los 40 años de Populorum Progressio, Madrid, Edice, 58–59.
5
Pablo VI (1967) Le developpement des Peuples. Texte et commentaire. Introduction por Mgr Poupard,
París, Mame, 19.
6
Son muchos autores los que afirman que la gran novedad de esta encíclica no es el tema tratado,
ni el tono en que lo trata, sino su antropología. Cf. I. Camacho (1991) Doctrina Social de la Iglesia.
Una aproximación histórica, Madrid, Paulinas, 379, donde cita abundante bibliografía al respecto.
nizando al hombre, sino que además grandes corrientes de pensamiento del siglo
XX, están –a juicio de la antropología teológica– haciendo un mundo inhumano.
Pablo VI en PP dibuja una imagen del hombre en diálogo con esas corrientes. Conocer
esa descripción y su contenido teológico, identificar las influencias que ha recibido
y apuntar su proyección en los problemas actuales es el objeto de este trabajo.
1. El hombre de PP
Benedicto XVI, que en Caritas in Veritate se convierte en uno de los mejores intérpretes
de PP, afirma que el mensaje central de PP es que el desarrollo debe ser integral,
esto es, “de todo el hombre y de todos los hombres”7 y sugiere que profundizando
en esta expresión se puede esbozar la antropología teológica de PP. Por fidelidad
al texto de PP mantendré el término hombre para referirme a ambos sexos.
7
Benedicto XVI, Caritas in Veritate 18:
La verdad del desarrollo consiste en su totalidad: si no es de todo el hombre y de todos los
hombres, no es verdadero desarrollo. Éste es el mensaje central de la Populorum progressio,
válido hoy y siempre.
A partir de este momento se utilizará la abreviatura CiV y el texto de la página web del Vaticano:
[acceso 27.4.17] http://w2.vatican.va/content/benedict–xvi/es/encyclicals/documents/hf_ben–
xvi_enc_20090629_caritas–in–veritate.html
8
Vaticano II, Gaudium et Spes 64:
La finalidad fundamental de esta producción no es el mero incremento de los productos, ni
el beneficio, ni el poder, sino el servicio del hombre, del hombre integral, teniendo en cuanta
sus necesidades materiales y sus exigencias intelectuales, morales, espirituales y religiosas;
de todo hombre, decimos, de todo grupo de hombres, sin distinción de raza o continente.
De ahora en adelante se utilizará la abreviatura GS y se cita el texto de la web del Vaticano:
[acceso 27.4.17] http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/
vat–ii_const_19651207_gaudium–et–spes_sp.html
Es un ser que “hace, conoce, tiene” (PP6). Esto es, es un ser que se hace en el
trabajo (PP21) por medio del cual “coopera con el creador” (PP 27. 28). Es más,
es un creador (PP 27).
El ser humano conoce (PP 6): la cultura y el conocimiento lo definen (PP 21. 27.
40). El ser humano es un ser inteligente (PP 27).
Pero además el ser humano es, al mismo tiempo, natural y sobrenatural (PP 28).
Tiene un carácter espiritual (PP 27) capaz de reconocer los valores supremos (PP21)
que provienen y tienden a Dios; y de acoger a Dios por la fe, el cual es Padre de
todos los hombres (PP 21).
2.a. El materialismo
El propio Pablo VI indica cual es la primera causa que hace de su tiempo un lugar
inhumano: se trata del materialismo9. Este centra al hombre exclusivamente en las
realidades terrenas y le impide el camino de la transcendencia. Es una ideología
que considera solo algunos aspectos del ser humano, dejándolo reducido al no
considerar los más profundos: entre ellos el religioso10.
Ahora bien, el materialismo del que habla Pablo VI tiene dos cabezas. Por un lado
el ateísmo (PP 42), y por otro el liberalismo sin freno (PP 26). Ambos crean un
mundo inhumano, niegan la dimensión transcendente del ser humano.
9
PP 41.
10
D. Alberti (1972) L’umanesimo plenario della Populorum Progressio, Roma, Pontificia Universitas
Lateranensis, 16:
La Chiesa difende dunque la verità dell’uomo, dell’uomo completo, non come fanno le ideologie
‘che dell’uomo considerano soltanto alcuni aspetti e, fra questi, i meno profondi (MM 198).
Ha un’idea ben precisa dell’uomo, e con essa intende contribuire alla soluzione dei problema
social e parla un linguaggio universale, valido per ogni uomo, per tutti gli uomini.
2.b. El humanismo
El problema antropológico en el siglo XX, y especialmente a raíz de la segunda
guerra mundial, se estaba concentrando en su carácter existencial. El tema filosó-
fico por excelencia no era ¿qué es el ser humano? Su esencia. Sino ¿cómo se es
ser humano? Su existencia.
Era lógico. La metafísica había muerto hacia algunos siglos, pero a inicios del siglo
XX Wittgenstein le había dado la puntilla. No se puede abordar el problema de
la esencia porque no hay ciencia capaz de ello. Solo nos queda preguntarnos por
la existencia. Este problema llega a la antropología cuando se aborda el carácter
existencial del ser humano. Esta es la llamada “polémica sobre el humanismo”11.
En los años en los que se escribe la encíclica había adquirido una importancia
central. Existía la versión existencialista representada por J. P. Sartre, o la del hu-
manismo socialista en la que se empeñaron nombres tan ilustres como E. Fromm12
o Louis Althusser13. Pero el humanismo tiene más aristas, entre ellas la cristiana
representada, entre otros De Lubac14, Alfaro15 y, por supuesto, Maritain16.
11
L. Althusser, J. Semprún, M. Simon y M. Verret (1968) Polémica sobre marxismo y humanismo, México,
Siglo XXI, 1. Así comienza la Carta sobre el humanismo de Heidegger:
No pensamos aún la esencia del obrar en forma suficientemente decidida. Se conoce el obrar
como el impulsar un efecto. Su efectividad es apreciada según su provecho. Pero la esencia
del obrar es el llevar a cabo. Llevar a cabo quiere decir: desplegar algo en la plenitud de su
esencia, conducir ésta hacia la plenitud, producere. Desplegable es por eso propiamente lo
que es. Lo que, sin embargo, ante todo es, el ser.
M. Heidegger (1959) Carta sobre el humanismo, Madrid, Taurus, 7. La bibliografía sobre el humanismo
es amplísima, pero algunos breves resúmenes que ayuden a la comprensión: A. Pintor Ramos (1997)
“Humanismo”, en M. Moreno Villa, Diccionario de pensamiento contemporáneo, Madrid, Paulinas,
627–633.
12
Un destacado autor del humanismo socialista cuyas obras más destacadas son: E. Fromm (2008) El
miedo a la libertad, Barcelona, Paidós; E. Fromm (2007) Del tener al ser, Barcelona, Paidós.
13
L. Althusser (1968) Polémica sobre marxismo y humanismo, México, Siglo XXI.
14
H. de Lubac (1967) El drama del humanismo ateo, Madrid, Epesa.
15
J. Alfaro (1974) Hacia una teología del progreso humano, Barcelona, Herder.
16
Su obra más destacada al respecto es J. Maritain (1966) Humanismo integral, Buenos Aires, Carlos
Lohlé. Siguiendo a Cipriano Calderón se puede afirmar que Maritain fue el autor más influyente sobre
2.c. El personalismo
El humanismo no agotó el debate antropológico del siglo XX, también hubo cabida
para el personalismo18. La primera denominación de personalismo a un sistema se
remonta a la obra de Charles Renouvier en 1903. El clima del siglo XX obligó a
algunos autores a reivindicar la dignidad de la persona en el campo ontológico,
gnoseológico, moral o social en contra de diversas negaciones como la materialista.
Así surge una doctrina filosófica, con multitud de ramas, que centra en el concepto
de persona el significado de la realidad.
Pablo VI. Cfr. C. Calderón (1964) Iglesia con Pablo VI, Salamanca, Sígueme. Para profundizar en el
pesamiento de J. Maritain Cf. J. Ramón Calo y D. Barcala (1987) El pensamiento de J. Maritain, Ma-
drid, Cincel. M. López Casquete de Prado (2014) La antropología social en el pensamiento de Jacques
Maritain: Humanismo integral y economía del bien común, Córdoba, Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Córdoba.
17
Cf. A. Martínez Rodríguez, Heidegger y el humanismo, 8:[acceso 27.4.17] http://www.unizar.es/
arenas/Alejandro_Martinez_Heidegger_humanismo.pdf
18
Un amplio resumen sobre esta polémica puede verse en T. Urdanoz (1985) Historia de la filosofía,
VIII, Madrid, BAC, 358–415.
3. La antropología teológica de PP
Así las cosas, el materialismo, el humanismo y personalismo son los interlocutores
del hombre de la Populorum Progressio. La teología se enfrentó al problema de
responder a los retos antropológicos buscando en sus propios conceptos la imagen
del hombre que fuera capaz de sustentar la creación de un mundo más humano a
través del desarrollo integral. Pablo VI recurrió fundamentalmente a tres conceptos
que acababan de profundizarse en el Concilio Vaticano II.
Años más tarde, Benedicto XVI, parafraseando a Juan Pablo II, afirmó:
¿Acaso no tenemos todos de algún modo miedo –si dejamos entrar a Cristo totalmente
dentro de nosotros, si nos abrimos totalmente a él–, miedo de que él pueda quitarnos
algo de nuestra vida? ¿Acaso no tenemos miedo de renunciar a algo grande, único, que
hace la vida más bella? ¿No corremos el riesgo de encontrarnos luego en la angustia y
vernos privados de la libertad? Y todavía el Papa quería decir: ¡no! quien deja entrar a
Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella
y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta
amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo
con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera. […] ¡No tengáis
miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno.
Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida19.
19
Benedicto XVI, Homilía en la Santa Misa de imposición del palio y entrega del anillo del pescador en el
solemne inicio del ministerio petrino del obispo de Roma: [acceso 27.4.17] https://w2.vatican.va/con-
tent/benedict–xvi/es/homilies/2005/documents/hf_ben–xvi_hom_20050424_inizio–pontificato.html
20
El propio Pablo VI lo ilustra con el papel de los misioneros y contribución a la humanidad (PP 12).
21
La obra más importante fue H. de Lubac (1991) El misterio del sobrenatural, Madrid, Encuentro, pero
K. Rahner también dedicó multitud de escritos a la cuestión y acuñó la expresión “existencial–sobre-
natural” para dar solución al problema. J. Alfaro también dedicó numerosas páginas a este respecto,
desde estudios históricos hasta tratados sistemáticos. Una bibliografía suficiente sobre el tema se puede
ver en L. F. Ladaria (1997) Teología del pecado original y de la gracia, Madrid, BAC.
22
Al poco tiempo de publicarse PP, Álvarez Bolado describe muy bien este ambiente que hizo correr
ríos de tinta. Cfr. A. Álvarez Bolado (1968) “Evangelio y desarrollo”, en M. García, (ed.) Teología y
sociología del desarrollo. Comentario a la Populorum Progressio, Madrid, Razón y Fe,78.
Los capítulos uno, dos y tres de la primera parte de la constitución conciliar suponen
una descripción de los tres valores emergentes de la autoconciencia del hombre en
el tiempo moderno: la subjetividad, la socialización y la historicidad.
23
R. Amo Usanos (2004) “La creación del hombre ‘a imagen de Dios’: un criterio de juicio sobre la
suficiencia del modelo antropológico de la bioética católica”, Scripta Fulgentina XIV, 107.
Dicho de otro modo, el humanismo integral, propuesto por el Concilio y Pablo VI,
piensa al hombre como la curva de una asíntota. Aquella línea recta que, prolon-
gada indefinidamente, se acerca progresivamente a una curva sin llegar nunca a
encontrarla, más que en el infinito.
24
Cf. Juan Pablo II, Redemptor hominis 10. Se utiliza el texto de la página web del Vaticano:
[acceso 27.4.17] http://w2.vatican.va/content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jp–
ii_enc_04031979_redemptor–hominis.html
25
Cfr. GS 24.
26
S. Agustín, De Trinitate XV, 23, 43.
27
S. Ireneo, Adversus Haereses, V, 6.
28
Tertuliano, De Carne Resurreccione 6.
29
Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, 108–110: [acceso 27.4.17] http://www.vatican.va/
roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compen-
dio–dott–soc_sp.html
Creo que hay que seguirle la pista a esta última sobre la que ya advertía Pablo VI:
la tecnocracia del mañana puede engendrar males no menos temibles que el liberalismo
de ayer. Economía y técnica no tienen sentido sino es por el hombre, a quien deben
servir (PP34).
El reto, por tanto, para las ciencias económicas y empresariales será mostrar que
maximizar la dignidad es mejor que maximizar solo el beneficio. Si el centro de la
economía y de la empresa es el hombre, todo el hombre; economía y empresa no
deben buscar maximizar los aspectos materiales del ser humano sino maximizar al
hombre entero. En otras palabras, la antropología teológica debe ayudar en este
diálogo interdisciplinar a poner la dignidad del hombre como el valor principal
el cual se debe maximizar.
Esto es lo que quiso decir PP 16 cuando hablaba de que el hombre por su inser-
ción en el Cristo vivo el hombre tiene el camino abierto hacia un progreso nuevo,
30
Puede verse en Youtube: [acceso 27.4.17] https://www.youtube.com/watch?v=mBknSNqYfqw
31
Francisco, Laudato si', 108–109. Se utilizará como abreviatura LS y el texto es el de la página web
del Vaticano: [acceso 27.4.17] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/
papa–francesco_20150524_enciclica–laudato–si.html
4.b. El riesgo del subdesarrollo moral y el reto horizonte del pluralismo ético
El papa Bendicto XVI en Caritas in Veritate 29 vuelve a recordar el riesgo del que
habló PP 19 y SRS 28: el subdesarrollo moral. Este es el riesgo que sigue amena-
zando al desarrollo del hombre y que en el fondo significa que el límite asintótico
que se propone no es Cristo, no es la verdad sobre el hombre.
32
Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis 30. A partir de ahora se utilizará la abreviatura SRS y como
texto se utiliza el de la página web del Vaticano: [acceso 27.4.17] http://w2.vatican.va/content/
john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jp–ii_enc_30121987_sollicitudo–rei–socialis.html
33
Cfr. J. M. Aparicio (2014) “Desarrollo humano integral”, en J. Sols Lucia (ed.) Pensamiento social
cristiano abierto al siglo XXI. A partir de la encíclica Caritas in Veritate, Santander, Sal Terrae, 38.
Este riesgo lleva en sí mismo el nuevo reto que Francisco resume en el número
119 de Laudato si’: encontrar la armonía entre la apertura al Transcendente, a
los hombres y a la creación:
Porque no se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con
las demás personas y con Dios. Sería un individualismo romántico disfrazado de belleza
ecológica y un asfixiante encierro en la inmanencia35.
5. Conclusión
En conclusión, han pasado 50 años de Populorum Progressio y, con la distancia,
se puede comprobar que fue un texto no solo magisterial sino magistral por dos
motivos.
34
Cfr. LS 16, 91, 117, 138, 240
35
LS 119.
El segundo, porque sigue teniendo una fuerza profética que alcanza nuestros
convulsos compases iniciales del siglo XXI. Precisamente por buscar las raíces
antropológicas nunca perderá esa capacidad, ya que la cuestión del hombre, la
antropología, es siempre actual. Por hablar del hombre, Populorum Progressio
sigue siendo una propuesta actual a un mundo, del que Poupard ya decía que era
inhumano y que por desgracia –si no ponemos remedio– podemos comprobar día
a día que no se equivocaba.
36
Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 19. Se utiliza el texto de la página web del Vaticano: [acceso 27.4.17]
http://w2.vatican.va/content/paul–vi/es/apost_exhortations/documents/hf_p–vi_exh_19751208_
evangelii–nuntiandi.html
37
Cfr. PP 47
ESTUDIOS
El Desarrollo Humano Integral en la teología cristiana
1
Director, Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao.
2
Fecha de celebración del Simposio.
Abstract: The author carries out a review, all Résumé: L’auteur réalise un parcours le
along the Christian theology of the last fifty long de la théologie chrétienne des der-
years, on the concept and model of integral nières cinquante années sur le concept et le
human development. The Church coming modèle de développement humain intégral.
out of the Council is especially conscious L’Église issue du concile est particulièrement
that its mission in the world is sacramental. consciente de sa mission sacramentelle dans
And communication of the Good News le monde. Et l’annonce de la Bonne Nouvelle
is not possible outside the commitment to n’est pas possible sans l’engagement pour
the betterment of the material and social l’amélioration des conditions matérielles et
conditions of the peoples. The Church sociales de la vie des peuples. L’Église pose
is going to propose a “moral fact,” the un «fait moral»: le sous–développement n’est
underdevelopment is not the responsibility of pas la responsabilité des indigents, ni une
the poor folks, nor a social or natural fatality, fatalité sociale ou naturelle, mais un fait qui
but a fact that appeals to the responsibility of fait appel à la responsabilité morale de tous,
all, especially of the citizens and of the politics spécialement des citoyens et de la politique
of the developed countries. The development des pays développés. Le développement
is not possible without a redistribution of n’est pas possible sans la redistribution de
the wealth, but development is not confined la richesse, quoique le développement ne
to the simple economic growth. For it to be doit pas être réduit à la seule croissance
authentic, it must be integral, that is to say, économique. Pour que le développement
it must promote all men and the whole man. soit réel il doit être intégral, c’est–à–dire,
promouvoir tous les êtres humains et l’inté-
Key words: Populorum Progressio, integral gralité de l’être humain.
human development, underdevelopment, Caritas
in veritate. Mots clé: Populorum Progressio, dévelop-
pement humain intégral, Sous–développement,
Caritas in veritate.
Título pretencioso este que la organización nos ha propuesto: “el Desarrollo Humano
Integral en la teología cristiana”. Sólo el Catecismo sería capaz de responder a
la cuestión en media hora con éxito y precisión. Así que he acotado el tema para
referirme a la teología cristiana de los textos pontificios de la doctrina social de
la Iglesia.
1. Desarrollo
El término desarrollo procede del campo semántico de las ciencias económicas
y sociales. El desarrollo económico servía para clasificar los países: países de-
sarrollados, en subdesarrollo o en vías de desarrollo. Podía haberse buscado un
término más interior a la tradición de la Iglesia. Sin embargo, no se hizo: Pablo
VI eligió desarrollo, un término del acervo común secular.
La Iglesia que sale del concilio es especialmente consciente de que su misión sacra-
mental en el mundo (LG 1) no puede hacerse al margen de los gozos y esperanzas,
de las tristezas y las angustias concretas que viven las personas (GS 1). Sabe que
su misión salvífica tiene una dimensión material y económica ineludibles. No es
posible el anuncio de la buena noticia al margen del compromiso por la mejora
de las condiciones materiales y sociales de vida de los pueblos. No es posible sin
redistribución de la riqueza.
Si a fines del XIX la cuestión social era la condición obrera (Rerum Novarum), a
mediados del XX el eje de la cuestión social es el subdesarrollo, el abismo de la
desigualdad entre los pueblos (Populorum Progressio). En ambos casos, la Iglesia
va a plantear un “hecho moral” (SRS 9). El subdesarrollo no es responsabilidad
de los indigentes, ni una fatalidad social o natural, sino un hecho que apela a la
responsabilidad moral de todos, especialmente de los ciudadanos y de la política
de los países desarrollados: “los pueblos hambrientos interpelan hoy, con acento
dramático, a los pueblos opulentos” (PP 3).
Pero, además, el término integral, en pluma de Pablo VI, no puede entenderse sin
referirnos al intelectual francés Maritain y a los debates del humanismo de la época.
De un lado, frente al humanismo burgués y materialista, que pone la felicidad en
la búsqueda exclusiva del poseer, donde prevalece el tener frente al ser: “el tener
más, lo mismo para los pueblos que para las personas, no es el fin último” (PP 19).
De otro, ante el humanismo ateo, que sólo puede concebir la plenitud humana
negando a Dios. Así cuando Pablo VI quiere explicar a modo de síntesis “¿qué
quiere decir el desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres?” Dice:
“es un humanismo pleno el que hay que promover” citando el Humanismo integral
(1936) (PP 41). Maritain, ante el humanismo sin Dios, o contra Dios, postulaba
un pensamiento profundamente humanista, pero el suyo era un “humanismo teo-
céntrico, enraizado allá donde el hombre tiene sus raíces; humanismo integral,
humanismo de la Encarnación” (Maritain, 1999: 104). Pablo VI cita también El
drama del humanismo ateo de H. De Lubac (1945). El humanismo integral se
opone al humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios.
Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero, al fin y al cabo, sin
Dios no puede menos de organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un
humanismo inhumano (PP 42).
Por cierto, es de notar que en la Laudato Si’, el papa Francisco ha recurrido también
al adjetivo integral para ofrecer la visión cristiana de la ecología, “ecología integral”
(LS 62 y cap. IV). Así, con ello, destaca varios aspectos. Primero, la relación de la
crisis medio–ambiental con el modelo de desarrollo, producción y consumo, con
la estructura socio–económica (LS 138) frente a la interpretación medio–ambien-
talista; segundo, una ecología que integra el planteo social y el planteo ecológico
(LS 49) frente al “biocentrismo” de la deep ecology, que disuelve la singularidad
del ser humano; tercero, una ecología personal, no solo estructural, que concierne
a la vida cotidiana de las personas; cuarto, una defensa del ecosistema cultural
del ser humano y su biodiversidad, no sólo natural sino cultural; y, por último y
subrayadamente, la conexión cristiana de la ecología con la dimensión espiritual
y trascendente del ser humano.
Sin duda, el desarrollo humano integral fue un gran hallazgo de Pablo VI. Tres
décadas después es retomado por Juan Pablo II en Solicitudo Rei Socialis y cuatro
décadas después por Benedicto XVI en Caritas in Veritate. Dice Benedicto XVI,
“Pablo VI indicó en el desarrollo, humana y cristianamente entendido, el corazón
del mensaje social cristiano” (CiV 13). Ambos hacen propio el ideal del desarrollo
humano integral, enriqueciendo su significado.
Desde la perspectiva teológica nos interesan tres puntos de esta encíclica. En primer
lugar, el fundamento teológico del imperativo del desarrollo humano. Se habla de
“desarrollo pleno, más humano, a la altura de la auténtica vocación del hombre y
3
La segunda parte de la Encíclica se titula precisamente “Hacia el desarrollo solidario de la humani-
dad” (nn. 43 y ss.). “El desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo solidario de
la humanidad” (PP 43).
Juan Pablo II arrancando de esta visión insiste en que la noción de desarrollo “no
es solamente laica o profana”, sino “la expresión moderna de una dimensión
esencial de la vocación del hombre” (SRS 30). El ser humano está determinado
como creatura e imagen de Dios a cooperar con Él en la tarea del desarrollo y
perfeccionamiento de la Creación. Pero tal facultad no le permite un dominio
arbitrario sobre la realidad creada, sino que también le obliga “en el respeto a la
imagen recibida”. De este modo renunciar a la tarea de elevar la suerte de todo el
hombre y de todos los hombres sería “faltar a la voluntad de Dios Creador”. Alude
a la parábola de los talentos y la dureza del juicio de Dios para con quien entierra
y no cultiva el talento recibido (Mt. 25, 26–28). En SRS, la fe neotestamentaria
en Cristo Redentor ilumina la naturaleza del desarrollo y orienta su realización.
Cristo es “el primogénito de toda la creación”; “todo fue creado por él y para él”
(Col. 1, 15–16) en él reside la plenitud (Col. 1,19). Cristo es la forma definitiva
del desarrollo humano integral.
iluministas (SRS 27). Intenta evitar la idea positivista o mecanicista del desarrollo
como un “proceso rectilíneo, casi automático y de por sí ilimitado, como si el gé-
nero humano marchara seguro hacia una especie de perfección indefinida”. Desde
una lectura cristiana de la historia, el desarrollo es “un momento de la historia
iniciada en la creación”, pero el progreso no puede ser considerado como una
ley inexorable. Tiene una condición de posibilidad, la voluntad de Dios de hacer
al hombre partícipe de su gloria por el acto de la creación. Tiene una historia
que enseña que “no es un progreso necesario hacia lo mejor, sino más bien un
acontecimiento de libertad, más aún, un combate de libertades” (SRS 27, en nota).
Y tiene un fin, pero no necesario, sino vinculado a la promesa del rescate de la
historia por Cristo (SRS 31).
Tercera. El avance del desarrollo humano topa con una maraña de obstáculos
extremos para hacerse paso. Donde Pablo VI hablaba de “estructuras opresoras”
que “provienen del abuso del tener o del abuso del poder, de la explotación de
los trabajadores o de la injusticia de las transacciones” (PP 21), Juan Pablo II,
precisamente en este contexto de problemática del desarrollo humano, se ve en la
necesidad de hablar de “estructuras de pecado” en un capítulo que la encíclica
denomina “lectura teológica de los problemas modernos”.
(No lo creo así, que el drama humano, quede en dato sociológico, por la ausencia
de fe, aunque entiendo lo que quiere enfatizar).
¿Qué aportan estas dos perspectivas Caritas in Veritate que son una?
4
En este sentido se muestra crítico sobre las posibilidades de las estructuras políticas y sistemas sociales
que no se basen en la libertad de las personas. “La vocación es una llamada que requiere una res-
puesta libre y responsable. El desarrollo humano integral supone la libertad responsable de la persona
y los pueblos: ninguna estructura puede garantizar dicho desarrollo desde fuera y por encima de la
responsabilidad humana” (CiV 17).
5
1) “Integrar a los diversos pueblos de la tierra. El deber de solidaridad nos obliga a buscar la mo-
dalidad justa de cooperación, para que no se produzca esa dramática desigualdad entre el que tiene
mucho y el que no tiene nada, entre el que descarta y el descartado”. 2) En segundo lugar, “se trata
de ofrecer modelos practicables de integración social. Todos tenemos una contribución que ofrecer
al conjunto de la sociedad. Todos tenemos una peculiaridad que puede ser de ayuda para facilitar
el que podamos vivir juntos. Nadie está excluido de aportar algo al bien común. Esto es, al mismo
tiempo, un derecho y un deber”. 3) “Integrar en el desarrollo todos aquellos elementos que lo hacen
realidad”. Los diferentes elementos que articulan la sociedad, la economía, las finanzas, el trabajo,
la cultura, la vida familiar, la religión, son, cada uno de ellos en su especificidad, “un elemento irre-
nunciable de ese crecimiento. Ninguno de ellos puede absolutizarse ni tampoco excluirse”. 4) Se trata
también “de integrar la dimensión individual y la comunitaria” frente al individualismo autorreferencial
y a la masificación que nos debilita frente a los grandes poderes globales. 5) Por último se trata de
integrar entre ellos cuerpo y alma. “el desarrollo no consiste en el tener a disposición cada vez más
bienes, para un bienestar solamente material. Integrar cuerpo y alma significa además que ninguna
obra de desarrollo podrá llegar verdaderamente a su fin si no respeta ese lugar en el cual Dios está
presente para nosotros y habla a nuestro corazón” Cfr. https://w2.vatican.va/content/francesco/es/
speeches/2017/april/documents/papa–francesco_20170404_convegno–populorum–progressio.html
6
Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir que «con ello le
confiere una dignidad infinita» [141]. Confesar que el Hijo de Dios asumió nuestra carne humana
significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio
su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece
a todo ser humano. Su redención tiene un sentido social porque «Dios, en Cristo, no redime solamente
“todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres” (EG
197) 7.
Pero además introduce una asimetría fundada en el mismo Dios sobre el univer-
salismo del compromiso por el desarrollo humano integral.
Dios les otorga «su primera misericordia» lo que lleva a la opción de la Iglesia por los
pobres entendida como una «forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad
cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia» (EG 198).
la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres» [142]. Confesar que
el Espíritu Santo actúa en todos implica reconocer que Él procura penetrar toda situación humana y
todos los vínculos sociales: «El Espíritu Santo posee una inventiva infinita, propia de una mente divina,
que provee a desatar los nudos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e impenetrables»
[143]. (EG 178).
7
Es una dimensión inexcusable de la evangelización.
La nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos
en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles
nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y
a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos (EG 198).
8
Sollicitudo Rei Socialis incluye ya la dimensión medioambiental, la conciencia sobre los límites éticos
y biológicos de la relación del ser humano con la naturaleza (SRS 34). Centesimus Annus plantea
abiertamente la cuestión ecológica (CA 37); también Caritas in Veritate (n. 51).
Sin embargo, una encíclica Laudato Si’, dedicada íntegramente a la misma otorga
una centralidad a la cuestión que es realmente novedosa.
Leer Populorum Progressio desde Laudato Si’, cinco décadas después conlleva
inevitablemente la pregunta de si no queda escaso el “principio de discernimiento”
que Pablo VI proponía para identificar el verdadero desarrollo: «todos los hombres
y todo el hombre» (EG 81). Hoy el verdadero desarrollo debe incluir también “el
cuidado de la casa común”, la totalidad de lo creado, y sin duda, el desarrollo o
es sostenible o no es humano, porque lo es a costa de las futuras generaciones;
ni integral, porque quiebra la comunión del ser humano con la naturaleza, con
la creación de Dios. Así que “Desarrollo humano, sostenible e integral” (LS 18).
9
http://www.juspax–es.org/news/promoviendo–el–desarrollo–humano–integral/
ESTUDIOS
Entre lo sagrado y profano: el Desarrollo Humano
Integral1
Rainer Gehrig2
Resumen: El artículo tiene como objetivo ofrecer los resultados de una reflexión sobre las
dificultades de conectar el espacio religioso con las teorías de desarrollo y analizar la apor-
tación propia de la Iglesia con el término de “desarrollo humano integral” en el magisterio
papal como un concepto puente entre lo sagrado y lo secular.
Palabras clave: Blumer, caridad, desarrollo humano integral, Doctrina Social de la Iglesia,
ecología integral, conceptos sensibilizadores.
1
Para J. M. García Fernández, maestro, compañero y amigo en los desafíos de enseñar la DSI.
2
Universidad Católica San Antonio de Murcia.
3
Fecha de celebración del Simposio.
4
F. M. Vidal Fernández (2012), 53.
Between the sacred and profane: Integral Entre le sacré et le profane: le Développe-
Human Development ment Humain Intégral
Abstract: This article has as its objective Résumé: L’article a pour objectif d’offrir les
to offer the results of a reflection about the résultats d’une réflexion sur les difficultés
difficulties of connecting the religious space à connecter l’espace religieux avec les
with the theories of development, and to théories du développement et d’analyser la
analyze the appropriate contribution of the contribution propre de l’Église avec le terme
Church with the term of “integral human de- «développement humain intégral» dans le
velopment” in the Papal teaching, as a bridge magistère papal comme concept pont entre
concept between the sacred and the secular. le sacré et le séculaire.
Key words: Blumer, charity, integral human Mots clé: Blumer, charité, développement
development, Social Teaching of the Church, humain intégral, Doctrine sociale de l’Église,
integral ecology, sensitizer concepts. écologie intégrale, concepts pour sensibiliser.
1. Introducción
Las reflexiones sobre el concepto de “desarrollo” en sus aspectos económicos, so-
ciales, políticos son tan abundantes, que resulta difícil aportar algún aspecto teórico
novedoso acerca de las cuestiones relacionadas. En el campo de la teología moral
también abundan los comentarios y el análisis gracias a las ricas aportaciones del
magisterio papal en las encíclicas sociales, especialmente en Populorum Progressio
de Pablo VI (1967), Sollicitudo Rei Socialis de Juan Pablo II (1987), Caritas in
Veritate de Benedicto XVI (2009) y Laudato Si’ de Francisco (2015).5 La novedad
del artículo se centra en la aclaración de la función del concepto de “desarrollo
humano integral” (a partir de ahora DHI) con la descripción de Blumer (1954)
sobre “sensitizing concepts”.
5
A partir de ahora vamos a utilizar en ese artículo abreviaturas para las encíclicas: CA para Centesimus
Annus, CiV para Caritas in Veritate, DCE para Deus caritas est, LS para Laudato Si’, MM para Mater
et Magistra, PP para Populorum Progressio, SRS para Sollicitudo Rei Socialis.
la Iglesia bajo los impulsos del Concilio Vaticano II redefine su relación y visión
del mundo junto a una nueva autocomprensión eclesial. A nivel mundial con el
ingreso de 17 nuevos países en las Naciones Unidas en 1960 y tras la intervención
del presidente John F. Kennedy, nace la apuesta por un programa más exigente
y comprometido con el primer “Decenio de las Naciones Unidas para el Desa-
rrollo” para promover el desarrollo económico de los países subdesarrollados. Es
en esta fase de política económica mundial, en la que el magisterio social acoge
el concepto de “desarrollo económico”, recordando la posición crítica que ella
mantiene, por ejemplo con el término de “dictadura económica” (San Juan XXIII,
Mater et Magistra, nº 35–36; Pío XI, Quadragesimo Anno, nº 88 y nº 110)6, y
la necesidad de un desarrollo participativo (Gaudium et Spes, a partir de ahora
GS, nº 65), pero sobre todo con la clara sub–ordinación de las esferas sociales y
económicas a la persona: “El hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida
económico–social” (GS, nº 63a).
Las relaciones entre el ámbito económico y el ámbito social son complejas y pasan
también por una función mediadora y reglamentaria de los ámbitos políticos, que
pone los marcos jurídicos para las acciones e interrelaciones de los actores. Es
decir, para que se produzca una mejora de las condiciones de vida y del bienes-
tar de la población en su conjunto (fin), tienen que existir unos mecanismos que
transforman el progreso económico (medio) en estos efectos sociales. Sabemos
que estos procesos dependen de los contextos globales, pero también de las
configuraciones estructurales locales. Los Papas, conscientes de la complejidad
del asunto, no ofrecen un modelo social que soluciona el problema, ni un modelo
de la economía, sino que dan orientaciones con principios éticos generales sobre
algunos aspectos y sobre todo cuando detectan desequilibrios estructurales de los
sistemas económicos y políticos establecidos. San Juan XXIII por ejemplo clasifica en
6
Cf. J. L. Gutiérrez García (1971), 423–430.
La concepción del DHI traslada sus contenidos a diferentes campos (trabajo, familia,
economía, educación) y las instituciones (Estado, las empresas, organizaciones
internacionales), donde el Papa detecta dificultades y propone orientaciones
generales, manteniendo una postura crítica ante las ilusiones de un progreso
ilimitado, porque el progreso es un proceso ambiguo, sobre todo si no se tiene en
cuenta a todos los hombres como protagonistas, sujetos, y centro con su meta del
humanismo transcendental.
En el desarrollo del discurso de san Juan Pablo II se puede observar un doble giro
argumentativo. Por un lado existe una mayor reflexión ética del desarrollo como
un estilo personal suyo para establecer un puente de dialogo filosófico. Ejemplos
son aquí SRS nº 19 o 28 con la explicitación de las interrelaciones entre “tener”
y “ser”. Por otro lado tenemos también una argumentación más extendida del
plano teológico, y además dejando claro la identidad de la DSI como disciplina
teológica y su misión como instrumento de evangelización (SRS, nº 41). El DHI
figura como un concepto ético con una fundamentación teológica: La fe en Cristo
ilumina interiormente la naturaleza del desarrollo; hay un plan divino que se
inserta en nuestra historia, SRS, nº 31; “el verdadero desarrollo debe fundarse
en el amor a Dios y al prójimo, y favorecer las relaciones entre los individuos y
las sociedades”, SRS, nº 33. El DHI cuestiona las concepciones del desarrollo de
Occidente (Capitalismo liberal) y Oriente (Colectivismo Marxista), que necesitan
una transformación y actualización urgente (SRS, nº 21). Observemos que el DHI
no se presenta como un modelo alternativo, una tercera vía (SRS, nº 41).
7
Para un análisis detallado de la encíclica véase R. Rubio de Urquía y J. J. Pérez–Soba (2014).
8
Véase Martínez Robles, (2014), 493ss.
9
Véase J. J. Pérez–Soba, (2014), 12ss.
La teología comparte además con la teoría social que los conceptos generalmente
son poco exactos si pensamos por ejemplo en la gracia, la salvación, la Iglesia, o
la Trinidad. En vez de proponer como solución del problema unos conceptos defini-
tivos, claramente definidos, que permitan conectar directamente una investigación
empírica, Blumer introduce la idea de “sensitizing concepts” (p. 7), conceptos que
sensibilizan. Son expresiones que dan una orientación del sentido que se quiere
transmitir y guían en las posibles direcciones de la investigación. Son conceptos
como la cultura, las instituciones, la estructura social, costumbres, o personalidad
(ejemplos de Blumer). Su argumentación que justifica necesariamente el reducido
alcance de ellos, se fundamenta en las características del mundo social natural, con
su experiencia del día a día, donde cada objeto es único, diferente, y particular.
5. Conclusiones
La aportación de la Iglesia en el espacio comunicativo y práctico del desarrollo
secular es importante, porque humaniza las concepciones de desarrollo poniendo
a la persona en el centro y defendiendo una visión más compleja de las sociedades
globalizadas en un marco ético y teológico de dialogo entre las religiones y las
culturas y no de choque de civilizaciones o de predominio de un determinado modelo
económico y social. Recordamos aquí que se tardó hasta 1988 para reconocer
una dimensión cultural del desarrollo10, y el reconocimiento de la importancia de
las religiones no es visible hasta el cambio del milenio. La propuesta del DHI/DHSI
responde también a la autocomprensión de una Iglesia en el mundo y relacionado
con el mundo. La cuestión que se abre ahora es si estos conceptos llegan a tener
una función de una inculturación cristiana del ámbito social. Ya hemos observado
que no son tanto conceptos de comprender en mayor profundidad el desarrollo
económico, sino que permean los discursos de desarrollo con una antropología
cristiana que se ve capacitada de conectar con los fundamentos antropológicos de
los modelos económicos. Sería preciso comprobar si hay intenciones de este tipo o
si se están logrando avances en la recepción del sentido que estos conceptos quieren
transmitir fuera de los ámbitos eclesiales. También hay propuestas interesantes que
conectan con otros contextos culturales, como en el caso de África con Ogbonnaya
(2013), y su “antropología filosófica para el desarrollo” basado en Lonergan.
10
Recordamos aquí la “Década Mundial para el desarrollo cultural (1988–1997)” de la UNESCO.
Resumiendo, se puede decir que para la misión de la Iglesia católica en este mundo,
los conceptos de la Doctrina Social de la Iglesia con el DHI/DHSI o la “ecología
integral” son elementos vitales para el diálogo con los foros seculares de desarro-
llo. Ante el peligro de perder por el otro lado la conexión, hace falta un esfuerzo
similar de conectar, reconocer y practicar la fe cristiana para que el humanismo
no se quede solo sino reconocible como cristiano (CA, nº 57).
6. Referencias
Benedicto XVI (2009) Caritas in Veritate – Carta encíclica sobre la caridad en la
verdad. AAS, 101, 641–709.
— (2016) “Laudato si’: el clamor de la tierra y el clamor de los pobres. Una encí-
clica más que ecológica”, Revista de Fomento Social, 71 (1), 59–79.
Clarke, G., Jennings, M., y Shaw, T. (Eds.) (2008) Development, Civil Society and
Faithbased Organizations: Bridging the Sacred and the Secular. Basingstoke,
Palgrave Macmillan.
Francisco (2015) Laudato si’ – Carta encíclica sobre el cuidado de la casa común.
AAS, 107, 847–945.
Juan XXIII (1961) Mater et Magistra – Carta encíclica sobre el reciente desarrollo
de la cuestión social a la luz de la doctrina cristiana. AAS, 53, 401–464.
Juan Pablo II (1987) Sollicitudo Rei Socialis – Carta encíclica al cumplirse el vigésimo
aniversario de la Populorum Progressio. AAS, 80, 513–586.
López Casquete de Prado, M. L. (2013) “La influencia del humanismo integral de Jac-
ques Maritain en Caritas in veritate”, Revista de Fomento Social, 68 (3), 415–437.
Nisbet, R. (1980) History of the Idea of Progress, Nueva York, Basic Books.
Rubio de Urquía, R. & Pérez–Soba Díez del Corral, J. J. (Eds.) (2014) Doctrina Social
de la Iglesia. Estudios a la luz de la encíclica Caritas in Veritate, Madrid, BAC.
Selinger, L. (2004) “The Forgotten Factor: The Uneasy Relationship between Religion
and Development”, Social Compass, 51(4), 523–543.
ter Haar, G. & Wolfensohn, J. D. (Eds.) (2011) Religion and Development: Ways
of Transforming the World, Londres, Hurst & Co.
Weber, M. (1920) “Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus“, en
Gesammelte Aufsätze zur Religionssoziologie, Vol.1, 17–206, Tübingen, Mohr y
Siebeck.
ESTUDIOS
La evolución del modelo de desarrollo humano integral
desde la Populorum progressio en diálogo interdiscipli-
nar con otras escuelas de desarrollo
Resumen: El trabajo caracteriza la “escuela católica de desarrollo” con los siguientes ochos
rasgos identitarios: trascendente–vocacionado, humano, integral, solidario, caritativo–ver-
dadero, igualador, endógeno y sostenible. Además se destacan los siguientes elementos
diferenciales respecto a otras escuelas: en la dimensión política, el ejercicio del poder como
servicio, la participación de la sociedad civil para lograr un bien común promovido por el
Estado bajo el principio de subsidiariedad y la posibilidad de que una autoridad suprana-
cional fuera el garante de los “bienes comunes globales” (LS 174) contenidos en la Agenda
2030 del Desarrollo Sostenible; en la dimensión económica, la lógica del don, el trabajo
subjetivo, el emprendimiento y la obligación de ayudar a los países menos desarrollados; en
la dimensión sociocultural, la opción preferencial por los pobres, las estructuras de pecado
y el ejercicio de la caridad política; en la dimensión ecológica, la “ecología integral” y la
“conversión ecológica”, a la luz de la encíclica Laudato si’.
1
Universidad CEU San Pablo.
2
Fecha de celebración del Simposio.
Abstract: The article characterizes the “Catho- Résumé: Ce travail décrit «l’école catholique
lic school of development” with the following de développement» avec les huit caractères
eight identity traits: transcendent–vocational, identitaires suivants: transcendent–vocation-
human, integral, solidary, charitable–true, nel, humain, intégral, solidaire, caritatif–véri-
equalizer, endogenous and sustainable. table, égaliseur, endogène et durable. De
The following differential elements are also plus, les éléments différentiateurs par rapport
highlighted in relation to other schools: in the aux autres écoles sont mis en avant: 1) dans
political dimension, the exercise of power as la dimension politique, l’exercice du pouvoir
a service, the participation of civil society to comme service, la participation de la société
achieve a common good promoted by the civile pour atteindre un bien commun promu
State under the principle of subsidiarity and par l’État sous le principe de subsidiarité, et
the possibility that a supranational authority la possibilité qu’une autorité supranationale
will be the guarantor of the “global commons” soit la garante des «biens communs globaux»
(LS 174) contained in the 2030 Agenda for (LS 174), contenus dans l’Agenda 2030 du
Sustainable Development; in the economic Développement Durable; 2) dans la dimen-
dimension, the logic of the gift, subjective sion économique, la logique du don, du
work, entrepreneurship and the obligation travail subjectif, de l’entreprise et l’obligation
to help the least developed countries; in the d’aider les pays les moins développés; 3)
sociocultural dimension, the preferential op- dans la dimension socioculturelle, l’option
tion for the poor, the structures of sin and the préférentielle pour les pauvres, les structures
exercise of political charity; in the ecological de péché et l’exercice de la charité politique;
dimension, the “integral ecology” and the 4) dans la dimension écologique, la «écologie
“ecological conversion”, in the light of the intégrale» et la «conversion écologique», à
encyclical Laudato si‘. la lumière de l’encyclique Laudato Si´.
Key words: Human development, person, Mots clé: Développement humain, personne,
religion, integrality, Agenda 2030 for sustainable religion, intégralité, Agenda 2030 du développe-
development. ment durable.
1. Introducción
El 4 de abril de 2017 el Santo Padre Francisco recibía en audiencia a los partici-
pantes en el congreso promovido por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo
Humano Integral, con motivo del 50 aniversario de la encíclica Populorum pro-
gressio. En su discurso exponía la necesidad de integrar a los diferentes pueblos,
a sus sistemas (la economía, las finanzas, el trabajo, la cultura, la vida familiar,
la religión), la dimensión individual y la comunitaria del desarrollo, el cuerpo y el
3
En este documento se asumen las siglas de uso más frecuente en la DSI.
4
Las escuelas son la de la modernidad, la estructuralista, la neomarxista, la neoliberal, la institucionalista,
la islámica y la alternativa o altermundista. La de la modernización puso la clave del desarrollo en el
cambio estructural y la industrialización; la estructuralista en las relaciones de dependencia mutua,
comerciales y culturales; la neomarxista en el intercambio desigual y la emancipación proletaria colecti-
vizando la propiedad de los medios de producción; la neoliberal apuesta por mercados libres donde se
maximicen las ganancias mediante el libre comercio internacional manteniendo una macroestabilidad;
la institucional estudia cómo las instituciones participativas y no extractivas generan mayor estabilidad
política e instituciones económicas eficientes; la islamista trata de reconstruir un califato en el que las
relaciones internacionales e interpersonales estén gobernadas por al sharía; las altermundistas forman
un heterogéneo núcleo que tiene en común la insuficiencia del ingreso por habitante como medidor del
desarrollo y se abre a concepciones amplias e incluso de post–desarrollo y trans–desarrollo. Una clave
hermenéutica básica es si se admite que existe una sola teoría económica estándar (neoclásica como
hace la escuela de la modernización y la neoliberal) y si es posible o no que el desarrollo beneficie
tanto a los países hoy ya ricos como a los que están “en desarrollo” (no lo admiten la neomarxista, la
estructuralista y las altermundistas).
En segundo lugar, merece tenerse en cuenta que el trabajo postula que la religión
puede (y debe) formar parte de los factores de desarrollo ya que la idea que la
religión tenga sobre la bondad o maldad de, por ejemplo, los bienes materiales y
su acumulación, el trabajo, el ahorro y su dedicación en forma de inversión pro-
ductiva, sobre el emprendimiento y la innovación, incluso sobre la natalidad y el
rol de la mujer en la sociedad, influyen de forma determinante en la concepción
que esa sociedad tenga de su propio desarrollo (Deneulin & Bano 2009). Muchas
personas incorporan lo religioso a sus vidas y a su idea de bienestar y de felicidad.
En las narraciones de experiencias de bienestar y felicidad se incluyen valores y
creencias religiosas como la armonía con el Creador, la tranquilidad de ánimo y
de conciencia, la felicidad proporcionada por el ejercicio de valores superiores al
placer material como el servicio desinteresado, el cuidado de los hijos o acciones
de voluntariado. Aunque es cierto que lo religioso ha llegado a ser un “tabú” en los
estudios del desarrollo (Ver Veek 2000), se puede apreciar un cambio y un renovado
interés por incorporarlo con naturalidad en la multi–dimensionalidad del desarrollo
(Selinger 2004; Tomalin 2005; Teer Har & Ellis 2006, Van Til 2010, entre otros).
5
Tal como propuso la Comisión Teológica Internacional, “la teología católica reconoce los métodos
propios de las otras ciencias y los utiliza críticamente en su propia investigación. No se aísla a sí misma
de la crítica y da la bienvenida al diálogo científico” (CTI 2012, nº 85).
gunas de las claves más importantes en cada dimensión constitutiva del desarrollo:
política, económica, sociocultural y ecológica. En la cuarta sección se recogen las
conclusiones y futuras líneas de investigación.
Tras esta idea inicial, la DSI ha ido enriqueciendo el concepto de desarrollo con
otras características diferenciales. Juan Pablo II pondrá el acento en la solidari-
dad mientras que Francisco ha extendido el desarrollo al entorno natural y a las
generaciones futuras.
iii) Es un desarrollo integral tanto en el sentido de que debe alcanzar todas las
dimensiones del ser humano (material, intelectual, moral, espiritual y religiosa,
como sostiene GS 64), como a todos los hombres y pueblos. El enfoque de las
capacidades también resalta los valores a la hora de determinar los modos de
vida que cada persona elige para vivir y acepta que la religión pueda influir en
estas valoraciones (Sen 1999; Alkire 2006; Deneulin & Zampini Davies 2016).
6
Es decir, no uniformador, sino en el sentido de “no dejar a nadie atrás” como propuso el informe previo
del Grupo Abierto para los ODS (Naciones Unidas 2014) y recogió la Agenda 2030 de Desarrollo
Sostenible (Naciones Unidas 2015) y el reciente Informe sobre el Desarrollo Humano (PNUD 2016).
7
Estas “proposiciones” necesitan muchos matices. Hay que huir de la simplificación que identifique el
mercado como instrumento con la ideología liberal que excluya la necesidad de regulaciones por parte
del Estado, tanto como del simplismo que identifique redistribución con intervención generalizada del
Estado y negación de derechos de propiedad privada de la ideología comunista–neomarxista. La teoría
económica convencional reconoce tanto fallos del Estado como del mercado. Sí podemos adelantar
que la DSI admite el mercado como institución económica que facilita el encuentro entre personas para
vii) Es
un desarrollo endógeno pues se reconoce el papel insustituible del espíritu
de iniciativa por parte de los propios países (PP 55; GS 86; SRS 44). “Siendo
los pueblos, cada uno, los artífices de su propio desarrollo, los pueblos son sus
primeros responsables. Mas no podrán realizarlo, aislados unos de otros” (PP
77).
viii) Es
un desarrollo sostenible o de “ecología integral” (LS 62, 137), fruto de una
relación de “señorío” del hombre sobre la naturaleza, que debe crecer en
“conversión ecológica” (LS 216–221) mediante cambios en el estilo de vida
(LS 203–208), diálogos eficaces, “honestos y transparentes” (LS 188) en todos
los niveles relacionales (internacional, nacional, local, interreligioso entre la
ciencia y la fe) como propone LS 164–201.
Estos rasgos estilizados deben completarse con muchos otros medios y orienta-
ciones que la DSI ha ido ofreciendo a lo largo de los años y que ampliaremos a
continuación.
Conviene advertir que la DSI no se entiende a sí misma como una tercera vía,
alternativa a los sistemas económicos tradicionales de capitalismo y comunismo
o las ideologías liberal y socialista (SRS 41; Sanz de Diego 1988). “La Iglesia no
tiene soluciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo” (SRS 41),
pero sí “tiene una palabra que decir…sobre la naturaleza, condiciones, exigen-
cias y finalidades del verdadero desarrollo” (SRS 41). Como se profundiza a
continuación, la DSI hace su aportación desde su estatuto de Teología Moral que
comprende principios de acción y normas de juicio abiertas a la heterogeneidad
de los contextos históricos, culturales y espaciales (OA 4; SRS 3, 8, 41)8. La Iglesia
ofrece su modelo de desarrollo humano porque cumple así su misión evangeliza-
dora (Congregación para la Doctrina de la Fe 1986; SRS 41). El precedente de
la reflexión teológico moral y del derecho que hicieron los autores católicos de la
Escuela de Salamanca, puede dar una idea de cómo la Teología aplicada a las
realidades de los problemas contemporáneos del desarrollo, puede ser una fuente
de avance y desarrollo de los pueblos. La teología del siglo XVI español se ocupó
de problemas económicos como la teoría del valor y del precio, la integración de
realizar sus contratos e intercambios libres, donde debe reinar la confianza mutua y la justicia, orde-
nada al logro del bien común (CA 42). El modelo de desarrollo católico será “con mercados” pero no
identificado con los supuestos neoliberales, al igual que tampoco con el modelo colectivista exsoviético.
8
La Congregación para la Educación Católica (1988:3c) refuerza el nexo de la naturaleza ética de “los
principios siempre válidos”, con los “juicios contingentes” en función de las circunstancias cambiantes de
la historia. Pero el enfoque ético nunca debe suponer “descuidar los aspectos técnicos de los problemas”.
la teoría monetaria con la general de los precios, la teoría cuantitativa del dinero,
el sistema tributario, una teoría de los cambios y otra del interés, entre otros, al
analizar en profundidad problemas éticos como el precio justo, la usura o las
cargas tributarias (Grice–Hutchinson 1989).
9
En este sentido, el mejor título para el papa sería “siervo de los siervos de Dios” empleado por Gre-
gorio I (590–604) frente al arzobispo de Constantinopla Juan el Ayunador que se denominó “Patriarca
ecuménico”. Suele emplearse al comienzo de las bulas.
ESCUELA
CATÓLICA DE
DESARROLLO
10
Conviene recordar las condiciones que señaló Juan XXIII en MM 71 que integran el salario justo: i)
que permita a los trabajadores mantener un nivel de vida y digno a ellos y sus familiares; ii) que tenga
en cuenta la efectiva aportación de cada trabajador al proceso productivo (su productividad); iii) la
situación financiera de la empresa; iv) el bien común nacional sobre todo en lo relacionado al empleo,
y v) el bien común universal y de cada país en función de su extensión y los recursos de que disponga.
cendentales son las de la lógica del don en el sentido de que se busca practicar
el amor de benevolencia sin reciprocidad y únicamente por hacer crecer a la otra
persona. Por ejemplo, si alguien invierte en un negocio de un familiar porque está
convencido de que eso ayuda a la realización de la vocación de ese familiar, sin
esperar ningún retorno ni rédito.
Por último, conviene recordar la obligación repetida por la DSI de que los pueblos
más desarrollados ayuden a los que están en vías de desarrollo, especialmente a
través de formas de financiación que incluyan cierto grado de donación, como la
ayuda oficial al desarrollo, cuya necesidad ha quedado renovada en la III Con-
ferencia Internacional de Financiación del Desarrollo de julio de 2015 (Naciones
Unidas 2015b) y teniendo en cuenta los criterios de eficacia señalados por Benedicto
XVI en CV 47, como la trasparencia, progresión en los procesos, la participación
efectiva de los beneficiarios en los proyectos, el acompañamiento y seguimiento
de resultados, dado que no hay recetas universalmente válidas.
La DSI, ha afirmado que la dimensión cultural del hombre es una cuestión ontoló-
gica. La Iglesia postconciliar reconoce el pluralismo cultural como obra del Espíritu
Santo “presente en todas las culturas” (Redemptoris Missio 29). No se puede ser
humano ignorando esa verdad. Como la cultura aporta tres funciones al hombre
–epistemológica, identitaria y nómica (Tornos 2001)–, el hombre conoce, se re-
conoce y valora de forma cultural. Por eso es importante rechazar las propuestas
de desarrollo que supongan discriminaciones que pueden sufrir las personas o
grupos debido a las diferencias culturales o étnicas (Besley et al. 2011), así como
tener en cuenta las “desigualdades horizontales” (Stewart et al. 2005).
Jesús mismo nació, creció y se humanizó como hombre cultural y, sin realizar
una revolución cultural violenta, generó con su predicación y sus signos de fe,
una liberación de costumbres y estructuras que oprimían a numerosos colectivos
marginados, fruto del legalismo o del sistema de poder imperante11. Jesús no
asumió de forma conformista y acrítica las tradiciones culturales de su tiempo y
tampoco centró su obrar y predicar en un cambio de modelo cultural que trajera
el desarrollo a través de la subversión de las costumbres, lenguaje, instituciones
y estructuras de convivencia social. Pero, al no hacer acepción de personas y
admitir en su seguimiento a toda clase de personas, incluyendo a grupos mar-
ginados como las mujeres, los niños, los pecadores o enfermos, actuó de forma
contracultural. En su grupo había zelotes, fariseos, publicanos y pescadores. Todo
el que quería oír su palabra liberadora podía hacerlo y seguirlo. Prolongando
este enfoque, la “libertad cultural” fue norma de conducta que mantuvieron las
primeras comunidades cristianas, no sin diferencias o desencuentros entre ellas
(Aguirre 2016).
Otro de los rasgos propios del modelo católico de desarrollo es la constante “opción
preferencial por los pobres” en la tradición eclesial, como categoría irrenunciable
que muestra el carácter social y cultural –y no sólo económico– de la pobreza
(Puebla 1134, 1153–1155; SRS 42b; CA 11, 57; EG 200; Boff 1980; González
Faus 2005; Gutiérrez 2007)12.
Por ideología o por inercia cultural, existen las denominadas “estructuras de peca-
do”: aquellas formas de participación en el mal, que se ocultan tras actos humanos,
pero que engendran subdesarrollo y exclusión social (SRS 36–40). Juan Pablo II
las identificó con “el exclusivo afán de ganancia” y “la sed de poder” (SRS 36a) y
Francisco ve en ellas una “globalización de la indiferencia” (EG 53). Frente a ellas,
los actos regidos por la “caridad política” (DCE 29; CV 7; CDSI 581), conducen
a su transformación, superando el individualismo y un sentido pervertido de la
“caridad” como “limosnas asistencialistas” (EG 204). No se puede desligar la fe
de la lucha por la justicia. La “escuela católica de desarrollo” exige a todos un
11
En palabras de Küng (2015:44): “Jesús, así como no fue un hombre del sistema, tampoco fue un
revolucionario sociopolítico”.
12
La opción no es excluyente, pues es cristológica (Aparecida 146) y “nos pide dedicar tiempo a los
pobres, prestarles una amable atención, escucharlos con interés, acompañarlos en los momentos difí-
ciles, eligiéndolos para compartir horas, semanas o años de nuestra vida, y buscando desde ellos, la
transformación de su situación” (Aparecida 397). “Sólo la cercanía que nos hace amigos, nos permite
apreciar profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de
vivir la fe. La opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres” (Aparecida 398).
compromiso activo con la “caridad política”, cada uno según su vocación (CV 7).
Las acciones basadas en esta caridad, transforman las “estructuras de pecado”
que oprimen sobre todo a los más pobres, en “estructuras de amor” y construyen
una civilización del amor (ChL 42; González–Carvajal 2004, 2005).
13
O incluso “ecología humana” como usó en el Discurso a los participantes de la XXIV Asamblea
General de la Pontifica Academia para la Vida (25.06.2018).
Vemos que existen ciertas convergencias en las propuestas y que “las personas son
la principal riqueza de los pueblos” (PNUD 2016) en contraposición al paradigma
más clásico de confiarlo todo al crecimiento económico (PP 14, 50; EG 54). Es
necesario completar el crecimiento con la distribución equitativa, el trabajo y la
promoción integral de los pobres superando el mero asistencialismo (EG 204).
Partiendo del estatuto epistemológico desde donde deben interpretarse las orientacio-
nes de la DSI (el diálogo entre la fe y la razón; la caridad y la verdad que generan
“diálogos de comunión”, CV 4; una circularidad hermenéutica permanente entre la
revelación y la autonomía de la realidad reconocida en GS 36) y de justificar que
la religión puede ser una de las dimensiones y voces del desarrollo humano como
14
Motu Proprio “Humanan progressionem” del 17 de agosto de 2016 (http://w2.vatican.va/content/
francesco/es/motu_proprio/documents/papa–francesco–motu–proprio_20160817_humanam–
progressionem.html) y su correspondiente estatuto de la misma fecha: “Statutes of the dicastery for
promoting integral human development” http://w2.vatican.va/content/francesco/en/motu_proprio/
documents/papa–francesco_20160817_statuto–dicastero–servizio–sviluppo–umano–integrale.pdf
(Acceso 05/04/2017).
han mostrado Deneulin & Bano (2009), se identificaron ocho rasgos característicos
del modelo católico de desarrollo: trascedente y vocacionado, humano, integral,
solidario, verdadero–caritativo, igualador, endógeno y sostenible.
Si aceptamos el esquema propuesto por Hidalgo (2011a) para delimitar las siete
escuelas de desarrollo identificables desde la Economía Política del Desarrollo,
podríamos sintetizar la escuela católica de desarrollo siguiendo sus mismos ítems.
Desde luego, una conclusión que emana de este trabajo es que la mayor cercanía
entre las escuelas de desarrollo y la católica, se produce con el enfoque de las
capacidades y del desarrollo humano. Si bien ambas se basan en valores y ponen
a la persona en el centro entendiendo el desarrollo de forma integral y no econo-
micista (como lo hicieron la escuela de la modernización y la neoliberal extrema),
la antropología de la DSI, por su carácter trascendente (compartido por la escuela
islamista) y la concreción en los valores y mandatos de “caridad en la verdad” tal
como las transmitió Jesús, son de una riqueza que nos parece superior a lo llevado
a cabo hasta ahora por el paradigma del desarrollo humano sostenible o por la
escuela neoinstitucionalista.
Dado que “la realidad es superior a la idea” (LS 201), el diálogo “honesto y trans-
parente” (LS 188) entre escuelas, puede nutrirse de “una pluralidad armónica de
itinerarios y de estilos que se crucen entre sí en la unicidad de la persona” (Ravasi
2014)15. Sería conveniente que este diálogo fecundo y mutuamente enriquecedor
pudiera influir de forma efectiva y creativa en la consecución de la Agenda 2030
de Desarrollo Sostenible.
15
Citado en Martínez (2015:30).
5. Referencias
Acosta, A. (2013) El buen vivir. Sumak Kawsay, Una oportunidad para imaginar
oros mundos, Barcelona, Icaria.
Bruni, L. (coord.) (2001) Economía de comunión. Por una cultura económica cen-
trada en la persona, Madrid, Ciudad Nueva.
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todos. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Nueva York.
Sanz de Diego, R. (1988) “Ni ideología ni ‘Tercera Vía’, Doctrina para la acción.
El por qué de la encíclica”, Revista de Fomento Social 172, 345–368.
Selinger, L. (2004) “The Forgotten Factor: The Uneasy Relationship between Religion
and Development”, Social Compass 51(4), 523–543.
Sundararajan, A. (2017) The Sharing Economy, the End of Employment and the
Rise of Crowd–based Capitalism, Cambridge, MIT Press.
Tomalin, E. (ed.) (2015) The Routledge Handbook of Religions and Global Deve-
lopment, Londres, Routledge.
Zamagni, S. (2014) Por una economía del bien común, Madrid, Ciudad Nueva.
ESTUDIOS
Del desarrollo integral del hombre a la ecología
integral. Análisis comparativo de los conceptos de
desarrollo integral del hombre (Populorum Progressio,
Pablo VI, 1967) y de ecología integral (Laudato Si’,
Francisco, 2015)
Resumen: La teología ha ido incorporando a su acervo los diferentes retos a los que la
humanidad se ha ido enfrentando a partir del magisterio pontificio y en los años sesenta
el mundo se enfrentaba, entre otros, al tema del desarrollo. El papa Pablo VI publicó la
encíclica Populorum Progressio (PP), de 1967, en la estela del concilio Vaticano II, median-
te el cual la Iglesia Católica quiso mirar de frente al mundo y dialogar abiertamente con
algunas de las modernas corrientes de pensamiento. El desarrollo, para que sea humano,
no puede serlo de una sola dimensión, por ejemplo, la del crecimiento económico, sino
que todo el hombre y todos los hombres tienen que verse afectados positivamente por el
desarrollo. Todo el hombre hace referencia a la integralidad del desarrollo, mientras que
todos los hombres, a su universalidad.
1
IQS, Universitat Ramon Llull.
2
Fecha de celebración del Simposio.
el hombre y todos los hombres tienen que verse afectados positivamente por el
desarrollo. Todo el hombre hace referencia a la integralidad del desarrollo, mientras
que todos los hombres, a su universalidad. Sin duda, la obra Humanismo integral,
de Jacques Maritain, estaba detrás de esta antropología,3 y pronto se sumaría
la Teología de la Liberación con su idea de que la Salvación cristiana atraviesa
todos los órdenes de lo humano, incluido el de las estructuras socioeconómicas y
políticas, por lo que la Salvación de Dios en Israel y en Jesucristo se despliega en
el interior de la liberación histórica.4
Al saltar las alarmas medioambientales en los años 70, fruto del informe Meadows
al Club de Roma, Los límites del crecimiento, 1972, algunos documentos de la
Doctrina Social de la Iglesia empezaron a introducir paulatinamente la reflexión
ecológica, pero ha sido mucho después, con el papa Francisco, concretamente con
su encíclica Laudato Si’ (LS), de 2015, cuando esta temática se ha hecho central.
El papa Benedicto XVI ya había hablado de una ecología del hombre o ecología
humana, término tomado de Juan Pablo II, quien también había hablado de una
ecología social, pero es Francisco quien desarrolla el concepto de ecología integral.
3
Cf. J. Maritain (1936).
4
Cf. J. Sols (1999).
Los siglos xix y xx son los siglos de los grandes colectivos: el pueblo, el proletariado,
los capitalistas, los alemanes, el Tercer Mundo, el pueblo latinoamericano, son
algunos de los grandes colectivos que protagonizaron los mayores debates y a
veces las más sangrientas guerras y revoluciones. Como decía el jesuita francés
Gaston Fessard, en el siglo xx hubo tres grandes divinidades: el Liberalismo (o la
Diosa–Razón), el Comunismo (o la Diosa–Clase) y el Nazismo (o la Diosa–Nación,
a veces expresada como Diosa–Patria o también como Diosa–Raza).6 Cada una de
estas divinidades glorifica a un colectivo y desprecia a otros. Los hombres dejan de
ser valorados por su carácter personal y pasan a ser medidos, esto es, apreciados
o despreciados, en función de su pertenencia a uno u otro colectivo: un comunista,
un burgués, un alemán. Los relatos acerca del Totalitarismo alemán7 y del Totali-
tarismo soviético8 muestran esta reducción colectivista del ser humano propia de
las divinidades modernas, contra la que reacciona enérgicamente el magisterio
católico con su idea de humanismo integral y su concepto de desarrollo integral
del hombre. Las divinidades modernas intentan aniquilar lo espiritual del hombre,
su orientación a Dios, su libre albedrío, su libertad, para controlarlo en función del
5
Nota en la misma encíclica: L. J. Lebret O. P. (1961) Dynamique concrète du développement, París,
Economie et Humanisme, Les Editions Ouvrières, p. 28.
6
Cf. G. Fessard (1936); J. Sols (1997).
7
Cf. S. Haffner (2006). Sebastian Haffner es el seudónimo periodístico del historiador alemán Raimund
Pretzel (1907–1999). Aunque Haffner terminó Historia de un alemán en 1939, esta solo fue publicada
post mortem.
8
Cf. A. Solzhenitsyn (1998). El escritor ruso Alexander Solzhenitsyn, premio Nobel de literatura 1970,
utilizó para esta obra monumental en tres volúmenes 227 testimonios de supervivientes de los campos de
concentración de la Unión Soviética y sus propios recuerdos de once años siendo prisionero en el Gulag.
interés de unas minorías: los capitalistas burgueses (en el caso del Liberalismo), los
dirigentes del Partido Comunista (en el caso del Comunismo) o los dirigentes del
Partido Nacionalsocialista (en el caso del Nazismo). Cada divinidad glorifica una
dimensión de lo humano y atrofia otras: el bienestar de algunos frente a la justicia
social (Liberalismo–Capitalismo), la justicia social frente a la libertad (Comunismo)
o el triunfo de una comunidad frente al bienestar de toda la sociedad (Nazismo).
No se trata de una llamada solo personal, sino también comunitaria, afirma Pablo
VI, dado que el hombre no es solamente individuo, sino también miembro de una
sociedad:
Pero cada uno de los hombres es miembro de la sociedad, pertenece a la humanidad
entera. Y no es solamente este o aquel hombre, sino que todos los hombres están llamados
a este desarrollo pleno. Las civilizaciones nacen, crecen y mueren. Pero como las olas del
mar en el flujo de la marea van avanzando, cada una un poco más, en la arena de la
playa, de la misma manera la humanidad avanza por el camino de la Historia. Herederos
de generaciones pasadas y beneficiándonos del trabajo de nuestros contemporáneos,
estamos obligados para con todos y no podemos desinteresarnos de los que vendrán a
aumentar todavía más el círculo de la familia humana. La solidaridad universal, que es
un hecho y un beneficio para todos, es también un deber (PP, 17).
sino que Dios ha creado el mundo de tal manera que en él ha situado al hombre
en el centro.
Por ello, el papa Pablo VI afirma que todo constructo social, económico, político,
está al servicio de la persona humana, cuya dignidad está por encima de cual-
quier sistema.
Porque todo programa concebido para aumentar la producción, al fin y al cabo, no tiene
otra razón de ser que el servicio de la persona (PP, 34).
El papa quiere subrayar la idea de que el progreso debe ser integral y que no
puede reducirse al simple crecimiento económico, por muy importante que este
pueda ser.
Decir desarrollo es, efectivamente, preocuparse tanto por el progreso social como por
el crecimiento económico. No basta aumentar la riqueza común para que sea repartida
equitativamente. No basta promover la técnica para que la tierra sea humanamente
más habitable (PP, 34).
Por este motivo, ciertas corrientes ecologistas atribuyeron a la doctrina cristiana del
dominio humano sobre la Tierra el origen del desastre ecológico. Fue especialmente
importante el estudio de la historiadora americana Lynn White Jr. en la revista
Science, en 1967, «The historical roots of our ecological crisis».9 Aunque White
llevara parte de razón, la Teología de la Creación muestra que esto no es cierto, al
menos no teóricamente, y el hecho de que culturas nada cristianas también fueran
depredadoras de lo natural es prueba de que no se puede atribuir al cristianismo
el maltrato de la naturaleza. Pero algo sí es cierto: el modo occidental de vida ha
sido especialmente depredador, y la religión que más ha marcado Occidente ha
sido el cristianismo.
9
Cf. L. White (1967).
la naturaleza sería vista como algo exterior al hombre, incluso ajeno a él, algo
que supondría una amenaza y que debería ser conocido mediante la ciencia y
controlado a través de la técnica.
Habla a continuación de «Ecología cultural» (LS, 143–146), donde afirma que «la
ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad
en su sentido más amplio», lo que supone «prestar atención a las culturas locales
El papa no olvida «El principio del bien común» (LS, 156–158), que el concilio
Vaticano II, concretamente la constitución pastoral Gaudium et Spes, había defi-
nido como «el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las
asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la
propia perfección» (GS, 26; LS, 156), lo que abarca los niveles personal («el res-
peto a la persona en cuanto tal»), microsocial («el bienestar social y el desarrollo
de los diversos grupos intermedios») y macrosocial («la paz social, es decir, la
estabilidad y seguridad de un cierto orden») (LS, 157).
Por último, el concepto de ecología integral incluye también «La justicia entre las
generaciones» (LS, 159–162), donde se dice, siguiendo a los obispos de Portugal,
que el tema medioambiental se debe situar en la lógica de la recepción: «Es un
préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a la generación siguiente»
(LS, 159). Se trata, afirma el papa Francisco siguiendo a su predecesor Benedicto
XVI,11 de una solidaridad no solo intergeneracional, sino también intrageneracional
(LS, 162).
10
No olvidemos que el papa Francisco procede del episcopado latinoamericano, cuya conferencia
episcopal se mostró sensible a la realidad de las culturas indígenas en sus dos últimas asambleas,
Santo Domingo 1992 y Aparecida 2007, siendo el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy
papa Francisco, el principal redactor de este último documento. Cf. Sols (2017).
11
Benedicto XVI (2010).
la naturaleza, como parte de ella, y no frente a ella? Algo de eso hay, pero no
completamente. La teología del papa Francisco conserva la unicidad de lo humano,
pero sí es cierto que integra al hombre en la naturaleza, en la Creación, fuera de la
cual, simplemente no hay hombre. De este modo, si Populorum Progressio hablaba
de desarrollo integral del hombre para corregir, por un lado, el reduccionismo
liberal, en el que solo contaba el crecimiento económico y el propio beneficio, y
por otro, el reduccionismo socialista, en el que solo valía la transformación social,
Laudato Si’, en cambio, intenta corregir algunos reduccionismos ecologistas: por
ejemplo, el reduccionismo cuantitativo, que se conforma con la reducción del
consumo de energía y de la producción de desechos, y el reduccionismo inma-
nentista, en el que se afirma que el sentido de lo humano consiste simplemente en
vivir respetando la naturaleza.
La ecología integral del papa Francisco apunta en todas direcciones: hacia uno
mismo, hacia los demás, hacia las generaciones futuras, hacia la naturaleza, hacia
Dios, incluso hacia la criatura que se gesta en el vientre de la madre. El hombre
sería el centro de una esfera: sin él, no hay esfera; sin la esfera, él no es nada.
Por ello, podemos decir que en los casi cincuenta años que van de Populorum
Progressio a Laudato Si’ no hay propiamente cambio de rumbo, sino desarrollo
doctrinal. La idea de ecología integral despliega en este siglo xxi –marcado por la
alarma medioambiental– el concepto de desarrollo integral del hombre.
5. Referencias bibliográficas
Benedicto XVI (2009) Caritas in Veritate, Encíclica, Ciudad del Vaticano. (Sigla: LS).
Francisco (2015) Laudato Si’, Encíclica, Ciudad del Vaticano. (Sigla: LS).
Juan Pablo II (1991) Centesimus Annus, Encíclica, Ciudad del Vaticano. (Sigla: CA).
Meadows, D. H., Meadows, D. L., Randers, J. y Behrens III, W. W. (1972) Los límites
del crecimiento: informe al Club de Roma sobre el predicamento de la humani-
dad, México DF, Fondo de Cultura Económica. Original: The Limits to Growth: a
report for the Club of Rome’s project on the predicament of mankind, Nueva York,
Universe Books.
Pablo VI (1967) Populorum Progressio, Encíclica, Ciudad del Vaticano. (Sigla: PP).
— (2017) «La llavor del Papa Francesc: Aparecida (Brasil), 2007», Ars Brevis.
Anuari de la Càtedra Ramon Llull Blanquerna 22, 256–269.
White, L. (1967) «The historical roots of our ecological crisis», Science 155,
1203–1207.
ESTUDIOS
Evolución de la economía de mercado: distintos mo-
delos y resultados
1
Universidad de Deusto, Deusto Business School. Campus de Bilbao.
2
Fecha de celebración del Simposio.
Abstract: Populorum Progressio (PP) sends a Résumé: Populorum Progressio (PP) fait un
summons for the collaboration in the develop- appel à la collaboration pour le développe-
ment of the nations, to all persons, countries ment des peuples à toutes les personnes, pays
and international organisms. Populorum et organismes internationaux. Populorum Pro-
Progressio proposes an integral development, gressio propose un développement intégral,
that is, that it may affect all the dimensions of c’est–à–dire, qu’il ait un impact sur toutes les
the person (material and spiritual), and to all dimensions de la personne (matérielles et spiri-
the persons of the world. With the necessary tuelles), et sur toutes les personnes du monde.
respect to the dignity of men and women, PP Sous le respect nécessaire de la dignité des
insists on the need to help in a special way hommes et des femmes, Populorum Progressio
the peoples that find themselves in a situation insiste sur la nécessité d’aider particulièrement
of development more underprivileged. In this les peuples dont la situation de développement
chapter we are going to analyze the evolu- est la plus défavorisée. Dans ce chapitre nous
tion of the economic situation of the various allons analyser l’évolution de la situation éco-
countries of the world since the publication of nomique dans les différents pays du monde
the Populorum Progressio, using as reference depuis la publication de Populorum Progressio,
the postulates of the conventional (neoclassic) en prenant comme référence les postulats de
economy, comparing them with the postulates l’économie conventionnelle (néoclassique) et
defended from Populorum Progressio and the en les comparant avec les postulats défendus
tradition of the Social Teaching of the Church. dans Populorum Progressio et dans la tradition
This work is constitued by a qualitative first de la Doctrine Sociale de l’Église. Le travail
part and by a second part of empirical comprend une première partie qualitative et
analysis, which will allow us to compare une deuxième partie d’analyse empirique, qui
numerically the objectives of development, nous permettra de contraster numériquement
both of the conventional economy and that les objectifs de développement aussi bien de
of Populorum Progressio, and the Social l’économie conventionnelle que de Populorum
Teaching of the Church. Progressio et de la Doctrine Sociale de l’Eglise.
Key words: Integral Human Progress, Popu- Mots clé: Développement Humain Intégral,
lorum Progressio, economic growth, development, Populorum Progressio, croissance économique,
Social Teaching of the Church. développement, Doctrine Sociale de L’Église.
Los puntos anteriores son imprescindibles para el desarrollo integral del hombre,
no obstante, «el desarrollo integral del hombre no puede darse sin el desarrollo
solidario de la humanidad» (PP, 43). Este desarrollo solidario puede conseguirse
a través de tres aspectos: a) el deber de solidaridad entre naciones, b) el deber
de justicia social y c) el deber de caridad universal.
a) Caracterización teórica
3
Visión que prevalece en cualquier manual de economía; v.g. desde el clásico Samuelson (1947),
pasando por textos más modernos del mismo autor en colaboración con otros, Samuelson y Nordhaus
(2010), o de otros autores: Mankiw (2012), enfoque que se repite en los textos de Macroecomía (v.g.
Blanchard, Amighini y Gizavazzi, 2013; Makiw, 2014) así como en los de Microeconomía (v.g. Pindyck
y Rubinfeld, 2013; Krugman y Wells, 2013 o el clásico Varian, 1998).
4
Se pueden considerar los trabajos de Jevons (1866), Menger, (1871) y Walras (1874) como la base
del desarrollo de este paradigma.
Sin perjuicio de no haber total acuerdo, sí que podemos considerar que los ele-
mentos que caracterizan el enfoque neoclásico son: 1) el axioma de racionalidad
en el sentido de optimización, 2) el individuo como unidad básica de análisis, 3)
la preferencia por el método hipotético–deductivo y, en cierta medida, 4) el estudio
del equilibrio (v.g. Colander (2000), Colander et al. (2004), Lawson, (2013) y
Morgan (2016), entre otros).
Se puede considerar que las “recetas” del paradigma neoclásico han sido “exito-
sas”. Con datos de Rodrik (2005) el ingreso per cápita en el mundo desarrollado
ha crecido entre 1960 y el año 2000 a una media del 2,3 por ciento anual. A este
ritmo, el ingreso se dobla cada 30 años. Con pocas excepciones, el crecimiento
económico de las últimas décadas ha venido acompañado de significativos in-
crementos en los indicadores sociales como la tasa de alfabetización, esperanza
de vida, decrementos de la mortalidad infantil, etc. Con todo, este patrón de
crecimiento presenta una diversidad grande, tanto geográfica como espacial. No
obstante, esta época de crecimiento económico sostenido que venimos disfrutando
(sin perjuicio de la crisis acaecida entre los años 2008–2013) ha llegado acompa-
ñada de lo que se conoce como el fenómeno de la Gran Divergencia. Siguiendo
5
Hicks y Allen (1934a,b), Hicks (1936) y Samuelson (1947).
a Galor (2005: 174), la relación entre el PIB per cápita de la región más rica y
más pobre del mundo era solamente 1,1:1 en el año 1000, 2:1 en el año 1500 y
3:1 en el año 1820. En 1850 pasó a 5:1, 9:1 en 1913, siendo de 15:1 en 1950
y alcanzando 18:1 en 2001.
6
Bostwana, Brasil, China, Hong Kong, Indonesia, Japón, República de Corea, Malasia, Malta, Omán,
Singapur, Taiwán y Tailandia.
Las aspiraciones de las personas y de los pueblos con relación a ese desarrollo
integral pasarían por:
Verse libres de la miseria, hallar con más seguridad la propia subsistencia, la salud, una
ocupación estable; participar todavía más en las responsabilidades, fuera de toda opresión
y al abrigo de situaciones que ofenden su dignidad de hombres; ser más instruidos; en
una palabra, hacer, conocer y tener más para ser más: tal es la aspiración de los hombres
de hoy, mientras que un gran número de ellos se ven condenados a vivir en condiciones,
que hacen ilusorio este legítimo deseo. Por otra parte, los pueblos llegados recientemente
a la independencia nacional sienten la necesidad de añadir a esta libertad política un
crecimiento autónomo y digno, social no menos que económico, a fin de asegurar a sus
ciudadanos su pleno desarrollo humano y ocupar el puesto que les corresponde en el
concierto de las naciones (PP, 6).
7
(…) Es verdad que el desarrollo ha sido y sigue siendo un factor positivo que ha sacado de la mi-
seria a miles de millones de personas y que, últimamente, ha dado a muchos países la posibilidad
de participar efectivamente en la política internacional. Sin embargo, se ha de reconocer que el
desarrollo económico mismo ha estado, y lo está aún, aquejado por desviaciones y problemas
dramáticos, que la crisis actual ha puesto todavía más de manifiesto (…) (PP, 21).
Asumimos que se asocia aquí desarrollo a crecimiento económico.
8
(…) Se registra cada vez con mayor amplitud la exigencia de modelos de desarrollo que no pre-
vean sólo de elevar a todos los pueblos al nivel del que gozan hoy los países más ricos, sino de
fundar sobre el trabajo solidario una vida más digna, hacer crecer efectivamente la dignidad y la
creatividad de toda persona, su capacidad de responder a la propia vocación y, por tanto, a la
llamada de Dios (PP, 40–42).
Este deber concierne en primer lugar a los más favorecidos. Sus obligaciones tienen sus
raíces en la fraternidad humana y sobrenatural y se presentan bajo un triple aspecto:
deber de solidaridad, en la ayuda que las naciones ricas deben aportar a los países
en vías de desarrollo; deber de justicia social, enderezando las relaciones comerciales
defectuosas entre los pueblos fuerte y débiles; deber de caridad universal, por la pro-
moción de un mundo más humano para todos, en donde todos tengan que dar y recibir,
sin que el progreso de los unos sea un obstáculo para el desarrollo de los otros (PP, 44).
Una tabla resumen que permite contrastar las principales características del cre-
cimiento económico tanto desde el punto de vista neoclásico como desde el punto
de vista de la DSI y, más concretamente, de PP, se presenta a continuación.
Así, la idea de que la medición del éxito económico desde los postulados de PP
incluye la visión neoclásica, la condiciona y la dota de un sentido ético profundo
que busca reconducir ese crecimiento hacia el desarrollo de todas las dimensiones
de la persona y hacia el bienestar de todos los países.
A la hora de elegir las variables objeto de estudio (ver tabla 2), hemos seleccio-
nado algunos indicadores que recogen de manera específica el planteamiento
neoclásico. A éstos les hemos añadido otros que están más relacionados con la
visión ética recogida en PP y con la idea de desarrollar todas las dimensiones de
la persona y en todas las personas.
Todos los datos han sido recogidos para dos momentos de tiempo, 1970 y 2013.
Se han escogido estos dos momentos para comparar la situación de los países de
la muestra en el periodo inmediatamente posterior a la publicación de Populorum
Progressio con la situación actual de esos mismos países.
EnU Uso de la energía (Kg de petróleo equivalentes per cápita) 1971 2013
Fuente: elaboración propia
En nuestro caso analizaremos cuántos son los componentes mínimos que nos ayu-
dan a explicar la dispersión de los datos, y tratar de determinar el significado de
cada uno de ellos. En este sentido, seleccionar dos componentes, uno de los cuales
integre las variables más directamente relacionadas con la eficiencia económica,
y otro con el resto de variables, nos permitirá intuir cómo se posiciona cada país
en relación a los mismos, y cuál ha sido su evolución en estos últimos 40 años (si
es que la ha habido).
9
Para un mayor comprensión del desarrollo metodológico ver Martínez, 2015.
tonía” de cada uno de los países con las dimensiones que reflejan los indicadores
(ver gráfico 1).
0.8
0.6 EsV
0.4 Edu
0.2
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-1 -0.8 -0.6 -0.4 -0.2 0 0.2 0.4 0.6 0.8 1
Componente 1
Nota: Cada una de las variables se muestra como un vector en el gráfico. La dirección y la longitud de
dicho vector muestran en qué medida cada variable contribuye a los (dos) componentes. Los valores
de los países están estandarizados (restándoles la media y dividiéndoles por la desviación estándar)
y re–escalados (para que ningún valor sea superior a la unidad). Por ello del gráfico sólo se pueden
inferir la posición relativa de los países. Cada país se presenta como un punto en el gráfico.
Fuente: elaboración propia.
0.4
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Componente 1
Nota: Cada una de las variables se muestra como un vector en el gráfico. La dirección y la longitud
de dicho vector muestran en qué media cada variable contribuye a los (dos) componentes. Los valores
de los países están estandarizados (restándoles la media y dividiéndoles por la desviación estándar)
y re–escalados (para que ningún valor sea superior a la unidad). Por ello del gráfico sólo se pueden
inferir la posición relativa de los países. Cada país se presenta como un punto en el gráfico. Para la
configuración de los clústeres se ha utilizado una clasificación jerárquica (aglomerativa) por el método
de Ward (Hair et al., 2014).
Fuente: elaboración propia.
• Así, el clúster (grupo) 1 está formado por los países que ocupan una posición
central en el conjunto de la muestra (ver gráfico 2 y tablas 6 y 7). Estos países,
en promedio, observan una muy ligera situación de retraso en el eje corres-
pondiente al crecimiento económico, visión neoclásica (–0.01) y una situación
ligeramente superior a la media en el componente 2, enfoque de la PP/DSI
(0.15). Geográficamente, la mayoría de estos países se sitúan en América Latina,
a los que se le unen los dos países que conforman la península ibérica, Arabia
Saudí y Sudáfrica. Su nivel de desarrollo dentro del conjunto de la muestra
es intermedio, atendiendo tanto al punto de vista neoclásico (componente 1),
como al punto de vista de PP y la DSI (componente 2).
• El clúster 2 está formado por países que ocupan posiciones por debajo de la
media en ambos componentes (ver gráfico 2 y tablas 6 y 7). Geográficamente,
la mayoría de estos países están ubicados en América Latina, norte de África
y sudeste de Asia. Su nivel de desarrollo es bajo atendiendo tanto al punto de
vista neoclásico (componente 1) como al punto de vista de PP y DSI (componente
2) dentro de los países de la muestra.
• El clúster 3 está formado por países que cuentan con un nivel bajo en relación
al componente 1 (similar al del clúster anterior) y muy bajo en relación al
componente 2. Es decir, la mayor diferencia respecto al clúster 2 estriba en el
muy escaso desarrollo en el componente asociado con PP y la DSI. La mayor
parte de los países de este clúster se encuentran ubicados en África.
• Finalmente, en el clúster 4 están representados los países que obtienen los valores
más altos, como promedio, en los dos componentes. Son países ubicados en
el centro y norte de Europa, América del Norte y Japón.
Tomando la totalidad de los datos es posible apreciar una relación positiva entre
los dos componentes, es decir, a mayor nivel obtenido en el componente 2 se
corresponde un mayor nivel en el componente 1. Esto nos lleva a pensar que los
indicadores propuestos por la corriente neoclásica y los propuestos desde PP y
DSI son complementarios, y miden distintos aspectos del desarrollo de los países
que se encuentran relacionados entre sí, al menos en la muestra contemplada.
0.8
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Componente 2
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-1 -0.8 -0.6 -0.4 -0.2 0 0.2 0.4 0.6 0.8 1
Componente 1
Nota: Cada una de las variables se muestra como un vector en el gráfico. La dirección y la longitud de
dicho vector muestran en qué medida cada variable contribuye a los (dos) componentes. Los valores
de los países están estandarizados (restándoles la media y dividiéndoles por la desviación estándar)
y re–escalados (para que ningún valor sea superior a la unidad). Por ello del gráfico sólo se pueden
inferir la posición relativa de los países. Cada país se presenta como un punto en el gráfico.
Fuente: elaboración propia.
Aunque las nubes de puntos son semejantes, lo que nos llevaría a pensar que la
evolución ha sido semejante en conjunto (se ha mantenido la dispersión), esto
no es necesariamente cierto por país10. Además, se observa que en los datos
correspondientes a 1970 las diferencias entre los países no eran tan marcadas, al
menos en lo que respecta a los clústeres 1, 2 y 3. Excepcionalmente se observan
algunos países rezagados en el segundo componente (eje de ordenadas). Por el
contrario, en los datos correspondientes a 2013, las diferencias son más nítidas
entre los distintos clústeres, lo que nos hablaría de una mayor diversidad y hete-
rogeneidad en las economías a la hora de ser caracterizadas por ambos modelos
de crecimiento o desarrollo.
10
Del análisis de los datos, aunque no lo presentamos, se puede observar que en la mayoría de los
casos los países han experimentado crecimiento en todas las variables excepto en la del peso del sector
agrícola como porcentaje del PIB.
Aus
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-1 -0.8 -0.6 -0.4 -0.2 0 0.2 0.4 0.6 0.8 1
Componente 1
Nota: Cada una de las variables se muestra como un vector en el gráfico. La dirección y la longitud
de dicho vector muestran en qué media cada variable contribuye a los (dos) componentes. Los valores
de los países están estandarizados (restándoles la media y dividiéndoles por la desviación estándar)
y re–escalados (para que ningún valor sea superior a la unidad). Por ello del gráfico sólo se pueden
inferir la posición relativa de los países. Cada país se presenta como un punto en el gráfico. Para la
configuración de los clústeres se ha utilizado una clasificación jerárquica (aglomerativa) por el método
de Ward (Hair et al., 2014).
Fuente: elaboración propia.
• Finalmente, en el clúster 4 se sitúan los países que presentan los niveles más
altos en relación al componente 1, junto con un nivel también muy elevado en
el componente 2 (ver gráfico 4).
Si comparamos los resultados de 1970 con los de 2013, en ambos casos hay
un clúster de países con un desempeño muy pobre en los dos componentes, otro
clúster con un desempeño medio bajo, otro clúster con un desempeño alto en los
dos componentes y, finalmente, un último grupo con resultados más destacados
en el componente de PIB (ver gráficos 2 y 4).
Esto no es incompatible, aunque parece paradójico, con la idea que hemos co-
mentado previamente acerca de que las diferencias entre los clústeres son más
claras en 2013 que en 1970. Como se puede observar, lo que ocurre es que en
2013, en el clúster 4 se han quedado los países con mejor desempeño según la
visión neoclásica y un buen desempeño según la visión de la PP/DSI, mientras que
el clúster 1 se han concentrado los países con un desempeño análogo (o incluso
ligeramente superior) al clúster 4 según la visión PP/DSI, y algo menor según la
visión neoclásica. Por el contrario, en los años 1970, el clúster 4 incluía casi todos
los países con buen desempeño en ambos componentes, mientras que el desem-
peño del clúster 1, en general, era claramente inferior (en ambos componentes
también). Algo semejante ocurre con los clúster 2 y 3, con un distinto desempeño en
ambos componentes en 2013, diferencia que se observa sólo para el componente
relacionado con la PP/DSI en 1970.
Dentro de los países ubicados en los dos clústeres que indican un menor nivel de
desarrollo, destaca el hecho de que algunos países del sudeste asiático o del norte
de África muy poblados (India, Indonesia y Egipto) han pasado del grupo más
bajo al medio bajo en la evolución temporal de 1970 a 2013. Por el contrario,
un número considerable de países africanos permanece anclado en el grupo de
desarrollo más bajo en ambos momentos históricos. Los países de América Latina
y del sudeste asiático, en general, se sitúan en el grupo medio–bajo. Es destacable
que muchos de los países de América Latina que formaban parte del clúster 1 en
el entorno de 1970, pasan a formar parte del clúster 2 en 2013 (v.g. Argentina,
Jamaica, Panamá, Venezuela…), también Sudáfrica. Esta situación sugiere un
peor desempeño de estos países con relación al resto.
Dentro de los países que conforman los dos clústeres que indican mayores niveles
de desarrollo, la evolución histórica permite ver dos tendencias distintas. Por un
lado, los países escandinavos, junto con América del Norte, Arabia y Australia se
han especializado en la generación de un mayor nivel de PIB (que lleva aparejados
también mayores niveles de emisiones de CO2 y de consumo de energía, todo en
términos per capita). Por otro lado, el resto de los países europeos, junto a Corea
del Sur y Japón, destacan especialmente por su alto nivel en el componente 2,
asociado a la esperanza de vida (salud), matriculaciones en educación secundaria
y diversificación de la economía. Este último grupo amplía miembros (de 13 a
17), mientras que el centrado en el PIB disminuye de 17 a 7 (ver tablas 6 y 10).
Es reseñable, en este caso, la concentración de los países europeos en el clúster
1, y el paso de Arabia Saudita del clúster 1 al clúster 4 (sin olvidar la distinta
caracterización de los clústeres según lo señalado en los párrafos anteriores).
4. Conclusiones
A lo largo de este capítulo hemos realizado un análisis cualitativo y cuantitativo
de dos formas distintas de entender el desarrollo económico y el progreso de
los pueblos. Mientras que en la aproximación neoclásica (la escuela económica
dominante en el momento actual) el éxito económico se mide fundamentalmente
mediante la maximización del PIB, en la aproximación realizada desde PP y la
DSI el desarrollo económico tiene un número de dimensiones mayor.
Una vez realizado este análisis cualitativo de los distintos enfoques de la aproxi-
mación neoclásica y PP (junto con la DSI), hemos creído pertinente la realización
de un análisis econométrico complementario que nos permita medir a partir de
datos reales la evolución de las economías nacionales a lo largo del tiempo se-
gún los parámetros de la aproximación neoclásica y el concepto de desarrollo
humano integral propio de PP y la DSI. Hemos obtenido un total de 6 variables
para 74 países en dos momentos del tiempo (1970 y 2013), a partir de la base
de datos del Banco Mundial. El análisis econométrico nos ha permitido establecer
dos componentes principales que explican la variabilidad entre países, es decir,
explican los distintos resultados obtenidos por cada país en el conjunto de las seis
variables observadas. El primer componente está relacionado con la aproximación
neoclásica y privilegia el PIB como indicador del éxito económico. El segundo
componente mide aquellas características que son más propias de PP y que están
relacionadas con el desarrollo humano integral, como la salud, la educación y la
diversificación de la actividad económica. Los resultados nos señalan varias cosas.
Por un lado, parece existir una relación positiva entre ambos componentes, por lo
que el éxito económico desde el punto de vista neoclásico podría ser perfectamente
compatible con la consecución de un desarrollo humano integral, que fuera más
allá del bienestar material e incluyera aspectos tales como la salud, la educación
y oportunidades de trabajo para el mayor número posible de personas en todos
los países. Queda pendiente profundizar en un análisis más profundo de la soste-
nibilidad. Por otro lado, la comparativa de 1970 a 2013 refleja una reducción en
el número de países que componen el clúster con peores resultados, y un aumento
del número de países ubicados en los dos clústeres intermedios. Adicionalmente, en
la evolución temporal de 1970 a 2013 observamos un aumento de la importancia
5. Bibliografía
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Economic Forum. Oxford University Press. <www.weforum.org/gcr>.
ESTUDIOS
Social Justice as Environmental Justice. An interpre-
tation of the Social Teaching of the Church from the
practices
Guillermo Otano Jiménez1
Abstract: The Social Teaching of the Church has a long and rich history which started in the
middle of the nineteenth century, in a time characterised by the rise of industrial capitalism
and the need to address the “social question” in most European societies. Since the very
beginning it was understood by many as an attempt to interpret the idea of social justice
through the prism of Catholic religion. However, an interpretation of this kind is not a the-
oretical exercise that can be detached from social reality, but a reflection on social reality
that focuses the attention on the worldly life of those who suffer the injustice. In this sense,
the doctrinal body of the Church is alive and constantly evolving to adapt the teachings of
the Gospel to the “signs of time”.
The aim of this article is to analyse the practical implications of the recent developments in
the interpretation of social justice made by the Social Teaching of the Church. I will do so
focusing on two remarkable encyclicals: Populorum Progressio, which this year celebrates
its fiftieth anniversary and the most recent Laudato Si’. The former invites us to contemplate
the “social question” as a global issue that “ties all men together, in every part of the world”;
the latter suggests that we “must integrate questions of justice in debates on the environment,
so as to hear both the cry of the earth and the cry of the poor”. I will illustrate the practical
implications of this double movement analysing the main lines of work of the Conflict–Free
Technology Campaign run by ALBOAN, a Jesuit NGO, since 2014.
1
Fundación Alboan.
Justicia social como justicia ambiental. Una Justice sociale comme justice environne-
interpretación de la Enseñanza Social de la mentale. Une interprétation de la doctrine
Iglesia desde las prácticas sociale de l’Eglise depuis la pratique
El objetivo de este artículo es analizar las L’objectif de cet article est d’analyser les
implicaciones prácticas de los desarrollos implications pratiques des récentes réflexions
recientes en la interpretación de la justicia interprétatives de la justice sociale faites par la
social realizados por la Doctrina Social de la Doctrine Sociale de l’Église. Je le ferai en me
Iglesia. Lo haré centrándome en dos encíclicas focalisant sur deux importantes encycliques:
notables: Populorum Progressio, que este Populorum Progressio, dont on fête cette
año celebra su quincuagésimo aniversario année le cinquantième anniversaire, et la plus
y el Laudato Si', más reciente. La primera récente Laudato Si´. La première nous invite
nos invita a contemplar la “cuestión social” à contempler la «question sociale» comme un
como un problema global que “ha tomado problème global qui «est devenue mondiale»;
una dimensión mundial”; la segunda sugiere la deuxième suggère que «doit intégrer la
que se “debe integrar la justicia en las discu- justice dans les discussions sur l’environne-
siones sobre el ambiente, para escuchar tanto ment, pour écouter tant la clameur de la terre
el clamor de la tierra como el clamor de los que la clameur des pauvres». J’illustrerai les
2
Fecha de celebración del Simposio.
Palabras clave: Sociología de la religión, ecolo- Mots clé: Sociologie de la religion, écologie,
gía, minerales de conflicto, sociedad civil. minerais de conflits, société civile.
1. Introduction
The link between faith and social justice is out of question in the recent history
of Christianity. Its roots can be traced to the late stages of the modern era, in the
middle of the nineteenth history. A period characterised by the rise of industrial
capitalism in both sides of north Atlantic, but also by the awareness of its human
and social costs. In most western societies, the social drivers of economic growth
–such as industrialisation, urbanisation and the increasing rationalisation of social
life– produced several non–intended consequences that were seen as a threat to
the new social order (Bauman; 2005; Wagner, 2008). The technical innovations
in farming left many peasants unemployed, so they had to move massively to the
cities looking for a job in the brand–new industries. But, in many cases, the urban
centres and even the factories were not prepared to accommodate the newcomers
and provide jobs for all of them. As a result, an important part of the population
was left behind, living in precarious neighbourhoods. Those lucky enough to find
a job used to work under very bad conditions, including women and children. On
the other hand, those who remained unemployed in newly industrialised societies,
which were driven by a strong work ethos, became part of the so–called “new
poor” (Bauman, 2005).
For more than a century, the “social question” –that is, the rising mass poverty
and the subsequent social conflicts related with the access to basic goods such
as food, health, labour rights, etc.– became one of the most worrisome issues for
the European ruling class, who deemed the increasing inequality as a potential
source of instability. The Catholic Church was not unaware of these problematics
and their political implications in western societies. So, her commitment to the truth
revealed by Jesus Christ had to be readjusted to the new realities produced by
the industrial revolution. By the end of the nineteenth century, in 1891, Pope Leo
XIII published his encyclical letter Rerum novarum, which can be considered as a
foundational text of the Catholic social teaching in the modern era. In that text, Leo
XIII addressed the living conditions of the working class and criticised the misguided
answers offered by socialism and capitalism to the problem of distributive justice.
That encyclical also included a brief genealogy of the idea of social justice, starting
in the Bible until the moment of its publication, and highlighting the contributions
made along the way by catholic thinkers such as Thomas Aquinas. Since then,
many other theologists and Christian leaders have made significant contributions
to the understanding of social justice.
The main idea that I defend in this article, following the writings of Severine Deneulin
and Masooda Bano (2009), is that the approach of the Catholic social teaching
to the idea of social justice, especially in the encyclicals, is always a reaction to
the changes in the economic, social, political, cultural or spiritual context in which
Christians live. It can be understood as an attempt to offer guidance to the Christians
who face the changes in the world and need to interpret the new realities in the light
of the Gospel. Of course, this kind of collective and premeditated interpretation of
social reality does not happen on a daily basis, and when it does, is not an issue
without contention among different Christian traditions. But, for reasons of clarity
and concision, I will exclude history and power relations from my analysis. Instead,
I will focus on the interpretation of justice that appears in the text of two encyclicals
Populorum Progressio and Laudato Si’, which were published with a gap of almost
fifty years between each other3.
3
I will also quote other encyclicals and texts that have made significant contributions to the catholic
understanding of social justice during the last century. The following documents will be referred by their
initials, indicating the paragraph or the chapter quoted when necessary: Pacem in terris (PT), Gaudium et
spes (GS), Mater et Magistra (MM), Populorum Progressio (PP), Caritas in Veritate (CV), Laudato Si’ (LS).
4
The methodology used to analyse this case of study is qualitative and has been based on participant
observation techniques. During the last two years I have worked full–time in ALBOAN as advocacy
officer for this campaign so I have first–hand knowledge of their goals and strategies. Participating in
the campaign team also has helped me to reframe the dimensions of change that appear in the Table 1,
under heading 4.1. I would like to thank all the members of the team for their willingness to collaborate
with me in writing this article.
In this sense, when Pope John XXIII convoked the Second Vatican Council, he was
fully aware of the need to confront the multiple changes brought about by the
new Age of Development5 and the globalisation of the modern world. Instead of
neglecting this trend and looking for comfort in a dogmatic interpretation of the
church’s theology, he showed a firm commitment not only to update the social
teaching of the Church, but to reform the organisation of the Church. According
with Deneulin and Bano:
All the documents written during the Second Vatican Council were responses to the new
context in which Christians tried to translate into social practices the fundamental teachings
of Christianity. Because their existing practices had emerged in another context, they no
longer embodied the core teachings of Christianity in the world’s new context; a rein-
terpretation of how to live the truth revealed by Jesus Christ was required. The truth had
not changed, but the interpretation of how to embody that truth in a concrete historical
context certainly had (óp. cit., p. 141).
5
This expression was popularised by Wolfgang Sachs in his Development Dictionary (Sachs, 1992). It
refers to the forty years following World War II. A period characterised by the breakdown of European
colonial Empires, the rise of the North–South divide and the increasing cooperation between nations
through “development aid”.
In this sense, one of the most significant documents of Vatican II is the Pastoral
Constitution of the Church in the Modern World, Gaudium et Spes, promulgated in
1965 by Pope Paul VI. In that text, Paul VI emphasized some features of Catholicism
that had direct implications in the field of development. For instance, the duty to
“scrutinize the signs of time and interpret them in the light of the Gospel” (GS, 4)
was understood basically as a commitment to the promotion of those institutions
which expand human welfare. Along these lines, the third chapter, titled “Man’s
Activity Through the World”, is an invitation to all believers to construct a more just
social order, engaging with the principles of equity and justice in the social and
economic struggles of their communities and assisting those in need first. Similar-
ly, the fourth chapter, “The Role of Church in Modern World”, makes a call to all
Christians to act as “citizens of the world” (GS, 43). How to do that? Encouraging
religious men working hand by hand with laymen, “establishing dialogue with the
world and with men of all shades of opinion” (GS, 43). Other documents of the
Vatican II point in the same direction:
a reform in the nature and structure of the Church that promotes dialogue with other
Christian denominations and even with other religions in the transformation of the world
in the light of the Gospel (Deneulin and Bano, 2009: 139).
The preamble starts acknowledging “one important fact”, namely, “the social
question ties all men together, in every part of the world” (PP, 3). Two paragraphs
below, the text reaffirms the desire of the Catholic Church “to fulfil the wishes of
the [Second Vatican] Council and to demonstrate the Holy See’s concern for the
developing nations”. And as a proof of her commitment, right after announces the
creation of another pontifical commission, called Justice and Peace, whose mission
is to “further the progress of poorer nations and international social justice, as well
as help less developed nations to contribute to their own development” (PP, 5). But,
as I will explain in the next section, this encyclical goes beyond the mere diagnosis
of situation. It endorses a new approach to interpret human dignity and promote
social justice, which could be termed as Integral Human Development.
The common ground between these secular approaches to the assessment of human
well–being and the religious approach to human development suggested by Popu-
lorum Progressio does not finish there. Regarding the diagnosis of the situation, both
views agree on the ambivalence of economic growth driven by industrialization. For
the experts in the field of development as well as for theologists, industrialization
has played an important role increasing the wealth of nations – as the encyclical
puts it, it is “a sign of development and as spur to it” (PP, 25). However, both
approaches to well–being warn us about the dangers of the “superfluous wealth”
(PP, 54) or the “pursuit of economic prosperity as an end in itself” (Sen, 1989:
42). According to Paul VI’s encyclical, these dangers are not only related to the
increasing inequality in the distribution of wealth that characterised the economic
“take–off” in some developing countries, but with the potential dehumanisation of
society. As he points out: “the exclusive pursuit of material possessions prevents
man’s growth as a human being and stands in opposition to his true grandeur”
(PP, 19). Integral Human Development, in this sense, is not about what you own, is
about a life lived responsibly, embracing human dignity as a gift from God or, in
secular terms, recognising human dignity as the main basis of modern human rights.
Another point of agreement between the secular and the Catholic approach to
human development implicit in Populorum Progressio could be their critical view
of the political ideologies of economic development. In a world split between those
who defended free market capitalism and those who sympathised with communism,
most of the academic pioneers of human development tried to stay away from the
confrontation. Not because they were pretending to be apolitical, but because
both ideological stances tended to put the means of economic growth before any
other end –ignoring the human and social costs produced by autocratic regimes
in many developing countries–. On the other hand, they defended the need to
assess social justice focusing their analyses on the consequences that the social
arrangements of each society produce on its population, that is, “putting people
first” (Streeten et al. 1981). A similar stance seems to be adopted by Paul VI in
this encyclical, which criticise “unbridled capitalism” (PP, 26), “the dangers of a
planned economy” (PP, 33) or “technocracy” (PP, 34) by the very same reasons.
Instead of accepting without questioning the solutions proposed by these political
ideologies, he suggests we should embrace the process of “look, judge and act”,
proposed by John XXIII in his encyclical Mater et Magistra (MM, 236). Those are
the three steps that have characterised the worldly orientation of the Catholic social
teaching since the Second Vatican Council.
Will it happen the same with the call to take care of our “Common House” made
by Pope Francis in Laudato Si’? It is probably too early to say, but it would not be
surprising, given the attention that has received so far. Right in the preamble it is
made clear, following the example of John XIII in his Pacem in terris, that its message
goes for “every person living on this planet” not only the entire “Catholic world” (LS,
3). The public of this encyclical is worldwide because the matters it addresses –such
as climate change, environmental destruction, the “throwaway culture” inextricably
linked to consumerism, etc.– are global and affect the entire humanity. It is true
that theological reflection on Christianity has always paid attention to the beauty
of God’s creation. And, for the same reasons, there have always been theologists
and other members of the Church who had warned about the need to protect it
from human behaviour. Pope Francis quotes, in this regard, the efforts made by
several leading members and past leaders of the Catholic Church –such as Saint
Francis of Asisis, Francis’s main inspiration, or the popes Paul VI, John Paul II or
Benedict VI and even the Ecumenical Patriarchal Bartholomew, leader of the Or-
thodox Church since 1991–. But his own contribution with this encyclical deserves
a prominent position in this genealogy of the Church’s environmental awareness
for the following reasons.
Secondly, Laudato Si’ will be remembered among other things for expanding our
moral horizon with his defence of an integral ecology. Ethics normally refers to the
moral dilemmas faced by men and women in their everyday life. It addresses the
meaning of “right” and “wrong” when making a choice, confronting us with the
criteria that guides our action and with their consequences over ourselves and our
neighbours. In Christianity, the believer aspires to act following God’s guidance as
expressed in the word of the Gospel and the example of Jesus Christ. They accept
responsibility for their present actions in front of their fellow human beings and
under the gaze of God. But in Laudato Si’, Pope Francis broadens the believers’
sphere of ethical responsibility in two different ways. On the one hand, he invites
us to consider also the way in which our individual and collective actions affect the
environment. As he reminds us:
Nature cannot be regarded as something separate from ourselves or as a mere setting
in which we live. We are part of nature, included in it and thus in constant interaction
with it. (LS, 139)
On the other hand, the principle of the common good, which has always played
a key role in the catholic social teaching, gains a new meaning through the light
of integral ecology. It still refers to “the sum of those conditions of human life
which allow social groups and their individual members relatively thorough and
ready access to their own fulfilment”6 – a definition that matches perfectly with
the conception of Integral Human Development defended fifty years before in
Populorum Progressio. However, Laudato Si’ invites us to broaden the scope of
this view including the right of future generations to enjoy the same conditions as
we did. It is a call to reflect on the environmental impact of our present lifestyles
and their ecological sustainability. This process should lead us to initiate an “eco-
logical conversion”, one which allows us to take a fresh look at the justice of our
institutions and social arrangements, our cultural patterns and their influence on our
conception of human well–being. Understanding “social justice as environmental
justice” from a Christian point of view, means to hold ourselves accountable –under
the gaze of God– for our actions and their consequences on our fellow human
beings and our shared environment.
I believe that this idea is probably the main legacy of Laudato Si’. Because, apart
from its valuable contribution to the ethical and theological reflection, it is meant to
inspire –among all kinds of people, not just religious men– new ways of engaging
with sustainable practices in the development field. In the next section, I will illustrate
this point focusing on the Conflict–Free Technology Campaign run by the ALBOAN,
a Jesuit NGO from Spain.
6
This definition was originally coined in Catechesis (15 April 2015): L’Osservatore Romano, 16 April
2015, p. 8.; and is quoted in Laudato Si’, par. 156.
However, during the last decade, the Jesuit organization added a new topic after
getting involved in a dialogue with its partners about the good governance of natural
resources. This conversation was motivated by the fact that many of ALBOAN’s allies
in the Global South were affected by human rights abuses and environmental conflicts
related with the increasing land grabbing strategies implemented by transnational
corporations. One of the most controversial issues in this regard was the social and
environmental impacts of the extractive activities, especially in the mining sector.
The so–called “resource course” takes on a dramatic dimension in conflict zones
and high–risk areas –places like the eastern part of the Democratic Republic of
Congo, where ALBOAN works with the Jesuit Refugee Service of the Great Lakes–.
The mineral reserves of tin, tantalum, tungsten and gold found in that region are
some of the largest in the world. They worth millions of dollars, however, the DRC
is one of the least developed countries in terms of human development according
to the United Nations Development Programme (UNDP). Even if the struggles to
take control over natural resources are not the main cause of the political instability
in the region (as there are other economical, historical and ethnical factors), it is
undeniable that they play a key role in fuelling that fire7.
7
The link between minerals and conflicts was known by the United Nations since 2001, when the first
report was published. Since then, the Group of Experts on the DRC has published at least two more
reports (S/2010/252 and S/2010/596) about this issue. The UN Security Council has also passed
several resolutions identifying the actors involved, proposing sanctions and establishing a normative
framework to cope with minerals trafficking (see resolution 1952 adopted in 2010) which was the basis
for the OECD’s Guidelines (2013).
There are plenty of evidences that illustrate the links between the exploitation and
illicit trade of tin, tantalum, tungsten and gold –also referred as 3TGs or informally
identified as “conflict minerals”– and human right abuses in the eastern provinces of
North and South Kivu, in the DRC. The smuggling of minerals is a regional problem
since most of these precious metals and ores enter illegally in neighbour countries
such as Rwanda or Burundi. But it has global roots, if we take into consideration
that their destination is the smelters and refiners from South–East Asia that supply
the international industries. The unique properties of these minerals make them a
highly valuable asset for the technological companies that manufacture electronic
devices such as mobile phones, laptops, tablets and so on.
The dark side of the trade on conflict minerals has been addressed by the United
Nations and other international institutions, such as the Organization for the Economic
Co–operation and Development (OECD), which launched the OECD Due Diligence
Guidelines for Responsible Supply Chains of Minerals from Conflict–Affected and
High–Risk Areas in 2011. The Guide, as it is known, establishes a 5–step framework
of due diligence as a basis for responsible supply chain management of minerals,
including tin, tantalum, tungsten and gold, as well as all other mineral resources.
It is largely supported by the 35 OECD Members and 8 non–Members countries
(Argentina, Brazil, Colombia, Costa Rica, Lithuania, Morocco, Peru and Romania),
which adhered to the Council Recommendation. On the international stage, the
OECD Guidelines can be considered as the main benchmark against to assess the
business practices in the responsible sourcing of conflict minerals. However, it is
not a binding instrument and its recommendations are not mandatory, so one can
expect –for very good reasons– that its influence on corporations and businesses
alike can be very limited if not unreal.
That is the reason why many international NGO, grassroots organizations and
global social movements have been demanding the translation of these voluntary
principles into binding regulations. This demand was met first in the USA, after the
2008 economic crash. Back in 2010, two years after the financial crisis hit, forcing
the US government to use taxpayer money to bail out the banks, then President
Obama approved the Wall Street Reform Act, also known as the Dodd–Frank Act.
Its purpose was to protect consumers from financial industry abuse by providing
tighter regulations and promoting corporate transparency. Considering the unique
opportunity for correcting market dysfunctions and fighting against lack of trans-
parency, the legislators included one clause, section 1502, which requires those
American companies using 3Ts and Gold to implement due diligence systems if
these resources come from conflict zones in the DRC and nine adjoining countries.
Four years later, in 2014, the European Commission announced its compromise
to start a legislative process in the same vein as the US Congress did in order to
promote responsible sourcing of tin, tantalum, tungsten, and gold –the so–called
“conflict minerals”– among European industries. That was interpreted as a window
of opportunity by many international NGOs to push towards an effective European
regulation on responsible sourcing of minerals coming from high risk areas. Such
a law would make corporations more accountable, forcing them to implement due
diligence systems which can detect and prevent human right abuses in their supply
chains. And, accordingly, it would help to cut the funds obtained illicitly by the
organized crime and the armed groups operating in the eastern part of DRC which
have been benefitting from the smuggling of minerals for decades.
ALBOAN decided to join the coalition of NGOs that was created after the Com-
mission’s announcement in order to follow up the legislative process in Brussels
and the rest of Member State’s capitals. By that time, the Jesuit organization
already had decided to launch a specific campaign called Conflict–Free Tech-
nology. Its aim would be to raise awareness among the citizenship about the
links between the illicit trade on conflict minerals, the human rights violations in
the mining sites of the eastern part of DRC and the consumerism of electronic
devices which has been driving up the demand of these natural resources during
the last two decades.
the ground and, ultimately, to introduce new trade regulations that break the links
between trade and organized crime.
These kind of actions and strategies might help to mitigate the problem of “under-
development” as it was posed in the academic debates of the 60s and the 70s. In
fact, the mixture between humanitarian action, social and political advocacy has
been present in the repertory of practices of many Faith Based Organizations since
then. However, in the twenty–first century the “signs of time” have changed. It is
not about “underdevelopment in poor countries” anymore, but about the global
dynamics of capitalism and their unintended consequences such as increasing
economic inequality, climate change, environmental degradation and so on. As
Pope Francis argues in Laudato Si’, these manifestations of the social and ecological
crisis of our time are not something we can ignore, because their roots are cultural
and point out the unsustainability of our lifestyles.
If we read the issue of “conflict minerals” in the DRC though the lenses of Laudato
Si’, the search for social justice should address not only the human right violations,
the lack of transparency of global supply chains and the environmental impacts of
mining, but the drivers behind the demand of 3T and Gold, among other minerals.
In other words, it must say something about the “throwaway culture” promoted
by the electronic industries and our individual and collective responsibilities as
consumers of electronic devices in a global world.
ALBOAN and many other Civil Society Organizations (CSOs) involved in the
Fair–trade Movement have a long way both to educate consumers and to in-
crease transparency and control in the supply chains of the electronic industries.
But despite the difficulties involved in this process, there are many things that can
be done now. In this sense, during the last four years, ALBOAN’s Campaign has
developed different lines of work to promote change at the institutional, social and
individual level. Inspired by the idea of conversion implicit in the Social Teaching
of the Catholic Church, Table 1 summarizes ALBOAN’s call for action with its
Conflict–Free Technology Campaign.
General Breaking the links between extraction and illicit trade on conflict minerals,
aim human right abuses in conflict zones and consumerism of electronic goods
Types of
Specific aims Social practices Target group
Conversion
Institutional - Follow up the Business - Networking with CSOs - Policy and deci-
and Human Rights agen- - Producing knowledge sion makers
da (global) - Monitoring the Europe- - Activists
- Pass EU/national laws an legislative process - NGO Networks
to regulate the trade on and its implementation & other CSOs
conflict minerals (region- - Establishing alliances
al -national) with private and public
- Introduce ethical clauses sector
in the public procurement
of electronic goods (local)
Firstly, at the institutional level, the political advocacy strategy has been focused so
far on the European legislative process. The aim was to gain influence over political
leaders and decision makers at the national and regional level in the EU to pass
a law strong enough to break the links between the illicit trade on the so–called
“conflict minerals” and the human right abuses in high–risk conflict areas. The way
to achieve this is promoting “due diligence” systems in line with the OECD’s Guide-
lines in order to increase corporate accountability in the supply chain of minerals.
This regulation was finally approved by the European Parliament and the Council
last 19 May 20178. However, the text agreed was not as strong as expected by
the coalition of NGOs which followed up the negotiation process. The EU law will
cover only direct importers of 3TG, which are around 300–400 companies, mostly
smelters and refiners from different Member States; but leaves the “downstream
companies” –the ones that import manufactured electronic goods– free to decide
whether (or not) to follow the OECD’s Guidelines.
The European NGOs were not satisfied by this decision9, and many of them have
decided since then to reinforce their work on the consumer side to create a demand
of “responsible technology”10 among the citizenship. In the Conflict–Free Technology
8
The full text of the Regulation (EU) 2017/821 is available at this website [last access 04.07.2017]:
http://eur–lex.europa.eu/legal–content/EN/TXT/PDF/?uri=CELEX:32017R0821&from=EN
9
See EurAc’s Network press release launched on November 22nd 2016, after the agreement was reached:
http://www.eurac–network.org/en/press–releases/eu–conflict–minerals–agreement–reached–exemp-
tions–added
10
Even if the Campaign is called “Conflict–Free Technology” ALBOAN’s advocacy officers prefer to
use the expression “responsible technology”, because the former can be misleading as there is no
single electronic device “100% clean”. Using the latter expression, what they want to emphasize is the
Campaign this will was present since the beginning, as ALBOAN’s long experience
promoting popular education and fair–trade products offered a unique opportunity
to introduce the topic of responsible consumption of electronic goods to different
publics. So, alongside the top–down approach implicit in the advocacy work towards
the European legislative process, the Campaign also included two complementary
bottom–up strategies aimed at raising awareness among the citizenship.
At the social level, most of the materials elaborated so far by the campaign team
to keep the public on the loop of the international debates about conflict minerals
have been specifically designed for schools and informal education programmes.
Working this issue with young people has a multiplier effect that allows ALBOAN to
reach a wider public and promote social change in the long–run. Most of the staff
working in ALBOAN’s Participation and Public Action Department has teaching
experience and the necessary skills and methodologies to explain complex prob-
lems –such as the environmental conflicts triggered by mining– in accessible ways
for the different kinds of public.
responsibility of governments and companies to conduct better due diligence processes on the whole
supply chain following the OECD’s Guidelines.
For more information about the “Mobiles for Congo” initiative, visit the Campaign’s website at: https://
11
www.tecnologialibredeconflicto.org/en/mobiles–for–the–congo/
5. Concluding remarks
One of the key ideas defended in this article is that the Social Teaching of the Church
can be understood as an interpretation of social reality through the prism of Catholic
religion. As such, it evolves alongside to the historical experiences that transform
the world where Christians live. The message from God and truth revealed by Jesus
Christ are still there, in the Holy Scriptures, but this kind of hermeneutical exercise
made by the Social Teaching of the Church aims to provide Christians believers
with an interpretation of how to embody that truth in a concrete historical context.
Originally, it was born to address the “social question” posed by the industrializa-
tion of Europe more than one century ago. However, since then, the idea of social
justice and its practical implications in the defence of human dignity have had
significant developments in the Social Teaching of the Church. The most relevant
can be exemplified comparing the core ideas of two remarkable encyclicals: Pop-
ulorum Progressio, published by Pope Paul VI in 1967 and Laudato Si’ launched
by Pope Francis in 2015. If the former gave the “social question” an international
scope, interpreting the practice of development in Christian terms as Integral Human
Development; the latter address the “social question” in the context of the current
ecological crisis, introducing the idea of sustainability in the concept of Integral
Human Development. In this sense, conceiving social justice as environmental justice
has major implications not only from an ethical and theological standpoint, but in
practical terms. It is a call to understand solidarity among peoples as something
else than a social bonding between human beings, it is also a moral duty to take
care of our “Common House” because it is the main legacy we can leave to the
future generations.
Over the years, the way to embrace change in these three levels has been evolving
–and it will evolve– to adapt the Campaign’s narrative to emerging realities. When
Laudato Si’ came out, soon after everything started, ALBOAN as a Jesuit NGO
started a process of collective reflection which is the first stage in the journey towards
its own “ecological conversion”. It is a long and very challenging journey indeed
and it affects many other aspects of the organization apart from the Conflict–Free
Technology Campaign. But there are good reasons in Laudato Si’ to carry on down
the path undertaken by Pope Francis, and as he says at the end of his encyclical:
“Let us sing as we go. May our struggles and our concern for this planet never take
away the joy of our hope” (LS, 244).
6. Bibliography
Bauman, Z. (1991) Modernity and Ambivalence, Ithaca, N.Y., Cornell University Press.
— (2005) Work, Consumerism and the New Poor, Buckingham, Open University
Press.
International Labour Office (1976) Employment, Growth and basic needs: A one–
world problem, Ginebra, OIT/ILO.
Nussbaum, M. C. y Sen, A. K. (eds.) (1993) The Quality of Life, New York, Oxford
University Press.
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Minerals from Conflict–Affected and High–Risk Areas, OECD Publishing. http://
dx.doi.org/10.1787/9789264185050–en
Streeten, P., Javed Burki, S., ul Haq, M., Hicks, N. & Stewart, F. (1981) First Things
First. Meeting Basic Needs in Developing Countries, London, Oxford University Press.
SUMARIO
SUMARIO
I. Artículos
I. Artículos
María de Miguel Molina Análisis comparativo del fomento de la eco-innovación empresarial en las Comunidades
Manuel de Maya Matallana, MaríaFreire
Elisabeth Merizalde Estimación del bienestar socioeconómico de las comar-
LópezAutónomas
Martínez, Prudencio José
Ángel PeiróRiquelme
Signes cas de la Región de Murcia
Perea
María del Val Segarra Oña
ESTUDIOS
Empresas financieras y desarrollo humano integral:
análisis y soluciones
1
Università degli Studi di Roma “Tor Vergata”. [email protected]
2
Universidad de Deusto – Deusto Business School. [email protected]
3
Fecha de celebración del Simposio.
1. Introducción
En la raíz de los problemas de las finanzas y de la economía se encuentran tres
males “filosóficos” que pueden denominarse reduccionismos. En particular podemos
hablar del reduccionismo antropológico, el reduccionismo respecto de la visión de
la empresa y el reduccionismo en la concepción del valor.
De estos tres errores nacen todos los problemas prácticos que observaremos y
describiremos poniendo especial énfasis en el mundo de las finanzas. En este tra-
bajo intentaremos focalizar la atención en cómo el punto débil del reduccionismo
en la visión de la empresa (maximización del beneficio) produce: i) alejamiento
del sistema financiero de su misión de sostener la economía real y más concreta-
mente las pequeñas y medianas empresas, favoreciendo el acceso al crédito de
los más pobres; ii) aumento de los riesgos sistémicos e hipervolatilidad; iii) ampli-
ficación de los conflictos distributivos a causa de la estructura desequilibrada de
los mecanismos de remuneración de los managers y traders. En la última parte
propondremos algunas claves de trabajo para aportar soluciones desde la óptica
del magis “ignaciano” es decir, soluciones ligadas al bien común, coherentes con
la lógica del principio “tempo superiore allo spazio” (tiempo superior al espacio)
tan querido por el actual Pontífice.
Es en este modo que se genera superioridad (esto es, resultados superiores a la suma
de lo que los singulares podrían haber generado por si mismos coordinándose)
principio que el Papa Francisco ha explicado eficazmente cuando hablando a los
cooperadores ha dicho “uno más uno hacen tres”. Por el contrario, es bien cono-
cido en la literatura económica que el homo economicus produce en estos dilemas
sociales su peor resultado porque se encuentra paralizado por la desconfianza y
la incapacidad de cooperar.
Esto colisiona directamente con los principios de equidad y con la primacía del
trabajo que resulta fundamental en la doctrina social de la iglesia. Una de las jus-
tificaciones, a posteriori del reduccionismo, es que el accionista es quien arriesga
más al interno de la empresa, por lo que tiene derecho a un tratamiento de favor.
En realidad no resulta así en cuanto el accionista, que dispone de una cartera
financiera, puede diversificar sus inversiones y por tanto reducir el riesgo conectado
a una única inversión. Al contrario, son los trabajadores menos especializados,
que han invertido todas sus competencias y su capital humano en una determi-
nada actividad, los que se encuentran en situación de mayor riesgo en caso de
quiebra de la actividad, esto lo testifica la dificultad de recolocar en el mercado
de trabajo personas con una edad medio–alta que pierden su puesto de trabajo
(Blair and Stout, 1999)4.
4
Blair, M. M. y Stout, L. A. (1999) “A Team Production Theory of Corporate Law”, en Virginia Law
Review 85 (2), 247–328.
El reduccionismo del valor que identifica el valor con el PIB es por tanto engañoso
desde diversos puntos de vista. En primer lugar el PIB no representa bien ni siquiera
el bienestar económico que propiamente viene medido por el rédito disponible de
las familias una vez pagados sus impuestos y una vez pagados los bienes y los
servicios públicos esenciales como por ejemplo la educación y la sanidad. El PIB
es, además, una medida que no tiene en cuenta la distribución, como media puede
reflejar una subida si mejoran solo las condiciones económicas de los más ricos,
sin embargo crecerían las desigualdades. Es exactamente lo que ha sucedido en
los últimos años en el mundo donde, como nos recuerda el último informe Oxfam
(2016), el crecimiento del PIB desde el 2000 hasta el día de hoy se ha situado
en el 49% al top el 1% de los más ricos y para el 1,1% la mitad más pobre de la
población mundial, llevando la desigualdad en la riqueza a niveles especialmente
elevados (las 62 personas más ricas del mundo poseen la misma riqueza que la
mitad más pobre de la población mundial).
Cuando metemos en el centro de los valores la maximización del beneficio los de-
fectos de los dos reduccionismos se multiplican porque a los problemas creados por
el reduccionismo del valor se añaden los relativos al reduccionismo de la empresa.
Esto es, asistimos a una doble deformación porque el beneficio no es una correcta
aproximación del valor económico creado por una empresa (el valor añadido) y
el PIB, que es la suma de los valores añadidos no es una correcta aproximación
del bienestar y el bien común.
5
La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta
un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse
por el consumo. Es importante incorporar una vieja enseñanza, presente en diversas tradiciones
religiosas, y también en la Biblia. Se trata de la convicción de que «menos es más». La constante
acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada
momento. En cambio, el hacerse presente serenamente ante cada realidad, por pequeña que sea,
nos abre muchas más posibilidades de comprensión y de realización personal. La espiritualidad
cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con poco. Es un retorno
a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades
que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Esto
supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres (Laudato si’, 222).
La sobriedad que se vive con libertad y conciencia es liberadora. No es menos vida, no es una baja
intensidad sino todo lo contrario. En realidad, quienes disfrutan más y viven mejor cada momento
son los que dejan de picotear aquí y allá, buscando siempre lo que no tienen, y experimentan lo
que es valorar cada persona y cada cosa, aprenden a tomar contacto y saben gozar con lo más
simple. Así son capaces de disminuir las necesidades insatisfechas y reducen el cansancio y la
obsesión. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar
otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue
de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La felicidad
requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las
múltiples posibilidades que ofrece la vida (Laudato si’, 223).
Martin Wolf uno de los máximos editorialistas del Financial Times, consciente de
los problemas generados por el reduccionismo de la maximización del beneficio
en el sector bancario, hace algún tiempo se lamentaba del hecho que los impulsos
monetarios de los bancos centrales (léase quantitative easing) no se transformaban en
créditos para las empresas, porque los bancos no hacían uso de esos recursos para
6
Becchetti, L., Ciciretti, R. y Paolantonio, A. (2014) “Is There a Cooperative Bank Difference?”, en AICCON
CEIS working paper 313 (a la espera de publicación en el International Journal of Money and Finance).
aumentar los créditos, y que por tanto, de hecho, la política monetaria era ineficaz
ante la presencia de un modelo de banca a día de hoy, dominante. Wolf finalizaba
su artículo auspiciando el regreso de una forma de banca pública (evidentemente
entendida como una banca fiel a la trasmisión de las políticas monetarias). En
lugar de oscilar, de forma perenne, entre estos dos péndulos, quizás sería mejor
valorizar el tercer género de la banca “social” (cooperativa o ética) de mercado
que asume como propia misión no la maximización del beneficio sino el servicio
al territorio teniendo en su adn los valores de la mutualidad y la solidaridad.
Por la “crisis china” la bolsa americana ha perdido en dos días más de lo que
había perdido con la quiebra de Lehman Brothers y la gravedad del segundo
evento no resulta mínimamente comparable con la “casi no noticia” del primero. La
diferencia está en el continuo crecimiento de los algoritmos de trading automático
Una de las novedades principales del último decenio en los mercados financieros
ha sido el desarrollo impetuoso de los instrumentos de finanzas derivas. Haiss
y Sammer (2010) documentan que el primer trimestre de 1990 los derivados
representaban el 433, 8% del PIB mundial, una cifra ligeramente menor de la
de las obligaciones (477,2%). Casi veinte años después, en el tercer trimestre del
2008 habían llegado al 4,880.2% del PIB mundial, superando de forma amplia
el combinado de acciones, obligaciones y activos bancarios. En el mismo perio-
do, en Estados Unidos, el volumen de los derivados de moneda extranjera había
aumentado en un 544, 8%, los derivados sobre tasas de interés en un 42,132.9%
y los relativos al crédito en un 84.889.5%.
Los derivados del crédito, especialmente, juegan un papel crucial en la crisis finan-
ciera. La causa quizás más importante está en el error conceptual de haber creído
en la titularización de muchos préstamos de alto riesgo (concedidos por bancos
a prestatarios con escasas posibilidades de devolución) junto con préstamos de
menor riesgo y de alta ratio crediticia gracias a la diversificación del riesgo. Con
esta ilusión se ha realizado una multiplicación de derivados del crédito (collatera-
lised debt options) y de derivadas de cobertura, denominadas CDS (credit default
swaps) con la idea de que estas últimas garantizarían a los poseedores de las CDS
los eventuales riesgos de pérdida de valor, con una compensación aseguradora
por parte del vendedor de los propios CDS.
Como ya sabemos todos los prestatarios, cuyos pagos mantenían en pie los de-
rivados del crédito, realmente estaban expuestos a la misma fuente de riesgo (la
dinámica de los precios de las casas en la burbuja especulativa en aquellos tiem-
pos en Estados Unidos), el mecanismo no funcionó demostrando que más que ser
eficaces en la cobertura y la diversificación del riesgo, los derivados, realmente,
han extendido el riesgo entre más actores aumentando las incertezas y la confu-
sión, e incrementando significativamente los riesgos específicos de interconexión
y de contraparte.
Los bancos “demasiado grandes para quebrar”, llenos de derivadas del crédito,
efectivamente quebraron o quedaron al borde de la quiebra, arrastrando de ese
modo a todos aquellos con los que tenían relaciones de crédito o débito.
Para que la cuestión quede clara, puedo necesitar un derivado para cubrirme del
riesgo de cambio sí quiero llevar a cabo un préstamo en “moneda fuerte” (euro
o dólar) a una organización de microcrédito que opera en un país del sur del
mundo con su propia moneda. En este caso cubrir el riesgo resulta fundamental
para efectuar la operación y para evitar descargar el riesgo de apreciación de
la moneda en la que el préstamo ha sido concedido respecto de la moneda del
país que lo recibe, obligando a las organizaciones de microcrédito a remunerar el
préstamo a tasas desorbitantes (la tasa efectiva del préstamo más la porcentual de
revalorización del cambio). En este caso el derivado habría sido usado correcta-
mente para la cobertura aseguradora, aunque debe especificarse que la protección
aseguradora otorgada es siempre aproximativa y podría sustituirse con la creación
de un intermediario asegurador propio que pueda asumir esas operaciones (en
cualquier caso también con derivados para proteger los propios riesgos).
Pero en el segundo caso (el uso de los derivados con fines especulativos) muchos
operadores grandes y pequeños simplemente se sentían atraídos por la relación
no lineal entre el precio de los derivados y el precio de la actividad con la que
estaban relacionados, esto es, elevados beneficios en cuenta capital que pueden
realizarse comprando o vendiendo derivados en intervalos de tiempos muy breves.
A todo ello hay que sumarle, como ya ha quedado evidenciado en los cuadernos de
investigación OCSE de Blundell y Atkinson (2010), que los mercados de derivados
se encuentran entre los más opacos y concentrados. Opacos porque prácticamente
resulta imposible para el adquirente entender cuanto puede valer el producto que
el vendedor le ofrece, a menos que se manejen complejas técnicas de princing y
se tengan nociones de conceptos de física, como los browniani que se encuentran
en la base de la evaluación de los precios de los derivados.
Por usar una imagen simple: resulta muy difícil vender una manzana a 200 euros
a cualquier persona, pero resulta menos complicado hacer lo mismo con productos
derivados. Los mercados de derivados se encuentran concentrados de tal manera que
pueden ser controlados por tres/cuatro operadores (Blundell and Atkinson, 2011).
Debe notarse también que no todos los instrumentos derivados (aun cuando se
compran por motivos especulativos) tienen siempre una finalidad aseguradora
credible. Es el caso de los credit default swap sobre los Estados soberanos en los
cuales el asegurador (un intermediario financiero de grandes dimensiones) se
Los credit default swap (sobre todo los relativos a los Estados soberanos violan dos
características fundamentales de un contrato asegurador: i) limitar la posibilidad
de estipular este contrato únicamente a aquel que posee la actividad subyacente
para asegurar (se pueden comprar credit default swap sobre Estados soberanos
sin estar en posesión de títulos públicos de ese país); ii) excluir la posibilidad que
el evento sea tan catastrófico que pueda hacer imposible la supervivencia del
asegurador y de su correspondiente capacidad indemnizatoria.
4.1. Sostener el magis de los pioneros: bancos éticos y fondos éticos y solicitar
el voto con la cartera
Ante estas crisis estructurales y a estos macro–fenómenos donde solo los grandes
actores parecen contar existe el riesgo de sentirse aplastados. Se trata de una
sensación equivocada y con consecuencias negativas que mortifican nuestro sen-
tido de la iniciativa, nuestro espíritu de libertad y nuestro deber de esperanza. Los
muros caen en un minuto y todo puede cambiar rápidamente si así lo queremos y
entendemos con inteligencia como es más urgente y más eficaz que actuemos. Los
mercados, efectivamente, somos nosotros, o mejor dicho, en los mercados hechos
de oferta y demanda, en uno de los dos lados, siempre están los ciudadanos que
consumen y ahorran. Existe, por tanto, una solución huevo de Colombo que puede
resolver los problemas que tenemos enfrente y es el voto con la cartera. O lo que
es lo mismo, la decisión de premiar con el propio consumo y ahorro las empresas
socialmente responsables y eficientes en tres dimensiones, que se presentan como
un mecanismo capaz de internalizar el problema de la creación de valor econó-
mico socialmente y ambientalmente responsable, que es lo que necesitamos para
salir de las cuatro crisis. Si los ciudadanos son conscientes de que sus decisiones
de consumo y ahorro son actos políticos a través de los cuales manifiestan su
grado de acuerdo con las empresas que venden sus productos, el mundo puede
cambiar. Hay que recordar que dando total consciencia de la importancia y del
papel del voto con la cartera en los sistemas económicos contemporáneos, no se
pretende devaluar los instrumentos tradicionales de participación política (como
el voto electoral o la actividad política tradicional). Al contrario, partiendo de
la observación desencantada de la realidad, que nos dice que la política a día
de hoy se encuentra subordinada a la economía y a su vez ésta a las finanzas,
descubrimos que la urna más importante en la cual ejercitar, cada día y no solo
una vez cada 4 años, nuestro derecho a voto es el propio consumo y el ahorro
responsable. Los vetos dividen pero los premios unen y estimulan a quien los recibe
a hacer mejor las cosas y resulta oportuno subrayar cómo el voto con la cartera
viene concebido como un premio para quien recibe el voto y no como un “no
voto” respecto de la empresa a la cual decidimos no comprar el producto. Es un
estímulo que las propias empresas piden alzando su voz para que sus esfuerzos
de responsabilidad social sostenible puedan practicarse en el mercado. Si para
ser la luz del mundo basta la gesta de algunos grandes santos o héroes solitarios,
para provocar trasformaciones políticas virtuosas y duraderas, que actúen como
levadura al interno de una sociedad, necesitamos de gestos coordinados y conti-
nuados de una mayoría de personas de buena voluntad, y por tanto también de
estrategias y propuestas que pretendan niveles reales demasiado altos de altruismo,
de modo que pueda abarcar a grandes masas. Por tanto, el voto con la cartera
tienen algunas propiedades fundamentales: i) es pragmático, porque no propone
un mundo ideal o una utopía, sino que premia a los empresarios que a día de
hoy, con las dificultades existentes y con los lazos de la competición global, es el
mejor en crear valor económico en un modo social y ambientalmente sostenible,
esto es, el empresario dotado de mayores capacidades orientadas al bien común;
ii) su activación requiere una condición de socialidad no particularmente fuerte,
bastando solo para ello una forma de autointereses con visión a largo plazo.
Cuando un consumidor/ahorrador elige un bien o un servicio por parte de una
La objeción más común que suele darse respecto del voto con la cartera es que
es un voto de censo (pueden ejercitarlo solo aquellas personas con recursos eco-
nómicos) que habitualmente requiere de un sobreprecio que muchos ciudadanos
no pueden permitirse.
7
http://www.oekom–research.com/index_en.php?content=news_20140930111513
Los fondos éticos, por tanto, no necesitan de gobiernos, pero los gobiernos si ne-
cesitan de fondos éticos. El gobierno se impone una serie de objetivos económicos,
sociales y ambientales (crecimiento, ocupación en un cuadro de sostenibilidad) y
la finanza ética puede ser un instrumento fundamental para alcanzar el objetivo.
Es la nueva versión, a saldo cero, de la tasa Pigou, con la cual el famoso economista
proponía tasar la contaminación de modo que se alineasen los comportamientos
privados y los objetivos públicos. La variante a Pigou es que, como no existen solo
comportamientos lesivos (que generan efectos externos negativos) sino que también
hay comportamientos virtuosos (que generan efectos externos positivos) el sistema
premio/castigo es más eficiente de aquel basado solo en el castigo.
En muchos de estos indicadores los bancos con la filosofía de una persona un voto
no están peor que los bancos spa.
En términos de volatilidad de los útiles, es notorio que los bancos una persona un
voto lo hacen mejor y eso es una consecuencia directa del reducido conflicto de
intereses entre los accionistas y los socios. Los datos Bankscope (140.660 observa-
ciones por banco y año) nos indican que en el periodo 1998–2010 la desviación
estándar del ROA es más de 4 veces mayor para los bancos no cooperativos y la
desviación estándar del ROE el doble.
8
Hesse, H. y Cihák, M. (2007) “Cooperative Banks and Financial Stability”, en IMF Working Paper
07/2. SSRN: http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=956767, enero.
9
Bongini, P. y Ferri, G. (2007) Governance, Diversification and Performance: The Case of Italy’s Banche
Popolari. Documento presentado en la reunión sobre Gobierno Corporativo en Instituciones Financieras,
organizado por SUERF y el Banco Central de Chipre, Nicosia.
10
Ayadi, R. y de Groen, W. P. (2014) Banking Business Models Monitor 2014: Europe, CEPS and HEC
Montreal – Observatoire PublicaFons.
5. Conclusiones
En la raíz de los problemas del sistema económico y financiero de la economía
global encontramos tres enfermedades “filosóficas” representadas por tres visiones
distorsionadas de la persona, de la empresa y del valor que limitan la fertilidad y la
capacidad generativa el sistema económico y su potencial para contribuir plenamente
al bien común. El reduccionismo de la persona transforma al hombre–en–relación,
creado a imagen y semejanza, y por tanto, estructuralmente ser en relación, en
un homo economicus, aislado y paralizado por la desconfianza, pobre de capital
social e incapaz de correr el riesgo de las relaciones sociales y la cooperación. El
núcleo de la Populorum Progressio efectivamente reconoce la cooperación como
motor para el desarrollo humano integral. En su ausencia el reduccionismo, al
margen de desviar el sentido de la existencia, impide generar superaditividad
en los dilemas sociales que típicamente caracterizan el vivir económico y social.
El trabajo muestra las dos direcciones principales del cambio para resolver estos
problemas. La primera es el protagonismo de los ciudadanos a través del voto con
la cartera, una idea coherente con el principio de la participación y la subsidiarie-
dad. El mercado está hecho de oferta y demanda y nosotros somos la demanda.
El mercado somos nosotros y cada vez que compramos y ahorramos no podemos
perder la ocasión del magis, representada con el premio que nuestra elección
supone para las empresas que crean valor social y ambientalmente sostenible.
La segunda vía de acción es aquella relativa a la reforma de las reglas del sistema.
En nuestro trabajo indicamos como urgente y prioritario la tutela de la biodiversidad
Igualmente resulta importante la adopción de una tasa muy pequeña sobre las
transacciones financieras, posibilitando aumentar el coste relativo de emplear ca-
pitales financieros “supersónicos” en lugar de “pacientes” con el fin de corregir el
cortoplacismo y la excesiva tendencia a la actividad especulativa en los mercados
financieros.
6. Bibliografía
Becchetti, L. y Cermelli, M. (2014), “Reduccionismos económicos y voto con la
cartera”, Revista de Fomento Social 70, 279–280.
Becchetti, L. y Cermelli, M. (2015), “Papa Francisco y la economía civil: una vía para
el bien común en la economía global”, Revista de Fomento Social 70, 121–135.
Haiss, P., y Sammer, B. (2010) The Impact of Derivatives Markets on Financial In-
tegration, Risk, and Economic Growth. Documento presentado en el Bundesbank
/ Athenian Policy Forum, X Conferencia Bienal sobre Respuestas Regulatorias a
la Crisis Financiera, Frankfurt, DE.
Toniolo, G. (1873) Dell`elemento ético quale fattore intrínseco delle leggi econo-
miche, Padova, Università di Padova.
ESTUDIOS
Diálogo interreligioso y empresa
Abstract: This article seeks to present the Résumé: Cet article prétend présenter comme
interreligious dialogue in the enterprise, as pertinent et raisonnable le dialogue interreli-
opportune and reasonable. Thus, it starts gieux au sein de l’entreprise. Pour cela, il part
from a concept of interreligious dialogue, d’un concept de dialogue interreligieux et se
and it questions itself about what forms of demande quelles sont les formes de dialogues
this dialogue are possible in the enterprise possibles dans l’entreprise ou, au moins,
or, at least, up to what levels of interreligious quels niveaux de dialogue interreligieux
1
Facultad de Teología de Granada.
2
Fecha de celebración del Simposio.
dialogue, is coherent that an enterprise may est–il conséquent que l’entreprise atteigne.
aspire to own it, taking into account the con- Finalement, l’article propose quelques élé-
cept in mind. Lastly, the article proposes some ments, déjà présents dans les entreprises,
elements, already present in the enterprises, susceptibles d’être utilisés pour rendre visible
capable of being used to make visible, or to ou permettre un dialogue interreligieux dans
facilitate, an interreligious dialogue in this ce cadre non formel.
non formal context.
Mots clé: Dialogue interreligieux, entreprise,
Key words: Interreligious dialogue, enterprise, développement humain intégral.
integral human.
1. Introducción
No es extraña cierta reacción ante el cuestionamiento del diálogo interreligioso
en la empresa. Consciente de que no es un tema fácil ni en su planteamiento ni en
su desarrollo, sí considero que merece la pena, a pesar de la escasa bibliografía
específica al respecto, dedicar reflexión y estudio, de forma que desde la teología
se contribuya a construir vías que faciliten el encuentro entre personas de distintas
tradiciones religiosas en el contexto de la actividad empresarial. Como medio para
solventar la dificultad, intentaré poner el acento tanto en la definición de diálogo
interreligioso como en las formas de diálogo aplicables en un contexto no formal
como es la empresa.
Es importante subrayar que este artículo desarrolla la reflexión del diálogo inte-
rreligioso en la empresa desde una perspectiva stakeholder, es decir, desde una
concepción de la empresa a partir de sus relaciones con los grupos y personas
que se encuentran afectados de una u otra forma por su funcionamiento. Por tanto,
entenderá el diálogo interreligioso no sólo entre los trabajadores, sino entre sujetos
pertenecientes a estos grupos de interés. Por otra parte, esta forma de entender
la empresa supone un giro en la comprensión de la Responsabilidad Social, cuya
conexión con el tema que nos ocupa veremos más adelante, y que es entendida
ahora desde el equilibrio y el cuidado de las relaciones gana–gana, asegurándose
así la sostenibilidad a largo plazo de la empresa3.
El artículo reflexiona sobre los tres puntos que considero necesarios clarificar previa-
mente cuando me he acercado a una empresa y he preguntado si se han planteado
alguna vez el diálogo entre religiones en la organización. El primer punto que se
3
Cf. I. Camacho (2013) 76–80; Cf. M. Cabanes (2017) 872–887.
4
Del lat. dial gus, y este del gr. diálogos. Consulta del término diálogo en Diccionario de la Lengua
Española. Edición del Tricentenario, acceso el 18 de junio de 2018, http://dle.rae.es/?id=DetWqMJ
5
Esta característica del diálogo es ya subrayada por Aristóteles. Cf. P. Aubenque (1962) 294–295.
6
Ese ejercicio de introducción alternativa a la estancia del otro es el alma del diálogo, ya que con-
duce a las personas que dialogan al mundo de lo no hablado, apuntará Heidegger Cf. M. Heidegger
(2005) 147–152. Muchos otros autores han aportado gran riqueza a la filosofía del diálogo (Jaspers,
Wittgenstein, Habermas, Gadamer, Buber, etc.). Cf. F. J. de la Torre (2004) 24–46.
Jean–Claude Basset parte de esta concepción, por eso al hablar de diálogo inte-
rreligioso sostiene que no existe diálogo de religiones, sino de creyentes, diálogo
de personas que encuentran la base de dicho ejercicio en la alteridad, no en la
asimilación del otro, y donde siempre hay un objetivo común, que es la búsqueda
de la verdad7. Basset define el diálogo interreligioso como «intercambio de palabras
y escucha recíproca que compromete en pie de igualdad a creyentes de diferentes
tradiciones religiosas»8. A la esencialidad del encuentro personal de todo diálogo,
Basset añade la esencialidad de la motivación religiosa de las personas que inte-
ractúan. Por tanto, no es un tema religioso, sino la presencia de personas motiva-
das por sus convicciones religiosas, lo que fundamenta para este autor el carácter
interreligioso de un diálogo9. En este mismo sentido, ya en 1971 la Conferencia
Teológica Internacional sobre Evangelización y Diálogo en la India, recordaba que
el diálogo interreligioso no significa necesariamente que dos personas hablen de
sus experiencias religiosas, sino que lo esencial es que, sin olvidar sus horizontes
de autorrealización y sus respectivas opciones religiosas, interactúen como perso-
nas en los asuntos de interés común10. Esta idea supone la posibilidad del diálogo
interreligioso entre personas que, siendo creyentes, no son expertas en temas teoló-
gicos11. Catherine Cornille piensa que lo que fundamenta el carácter interreligioso
del diálogo es la conciencia en los interlocutores de pertenencia a una determinada
tradición religiosa en ámbitos diversos. El diálogo interreligioso es definido por la
teóloga como una conversación abierta y constructiva que puede tener lugar entre
creyentes corrientes, monjes, teólogos o personas socialmente comprometidas de
religiones concretas, ya que el objetivo es buscar la verdad o crecer en ella12.
7
Cf. J. C. Basset (1999) 25–28.
8
Ibid., 30.
9
Cf. Ibid., 29–30.
10
Cf. M. Dhavamony (1972) 7.
11
El Documento del Pontificio Consejo para el Diálogo interreligioso Diálogo y anuncio previene del
peligro de convertir en un “producto de lujo” un diálogo reservado a los especialistas. Cf. DA 43.
12
Cf. C. Cornille (2011) 75–76.
Pero el texto que más interesa del documento para este estudio es aquel que se
refiere a las principales formas de diálogo, que se dan bien de forma conjunta o
separadamente15:
13
Ciertamente existen propuestas de incorporación de los no creyentes al diálogo interreligioso, sugeridas
bien por los trabajos conjuntos desde 1986 del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y del
Pontificio Consejo para la Cultura; bien a partir de la iniciativa de Benedicto XVI de que participaran
cuatro personas ateas en el encuentro de Asís de octubre de 2011. No obstante, este artículo considera
que el diálogo con el no creyente responde de forma más adecuada al diálogo intercultural, de hecho
el Atrio de los Gentiles está asignado al Consejo Pontificio de la Cultura. Por otra parte, focalizar el
diálogo interreligioso a aquel que se da entre creyentes de diferentes religiones contribuye a distinguir,
en la línea de Diálogo y Anuncio, “espíritu de diálogo” y “diálogo interreligioso” (Cf. DA 9).
14
DM 3. Diálogo y misión llevaba por título “La actitud de la Iglesia frente a los seguidores de otras
religiones: Reflexiones y orientaciones sobre el diálogo y la misión”. Cf AAS 75 (1984) 816–828.
15
Cf. DM 28–35.
Diálogo y misión presenta estos niveles como formas de visibilizar el diálogo inte-
rreligioso en diferentes contextos. Así, el diálogo de la vida es el que tiene mayor
capacidad de presencia. «Es para todos», y se da en el contexto de la familia, el
trabajo, la educación, el arte, la política, etc. El diálogo de las obras está marcado
«por la colaboración», por eso se da en organizaciones donde creyentes afron-
tan de forma conjunta problemas del mundo. El diálogo de los especialistas está
diseñado «para la comprensión», y requiere un contexto en el que la visión del
entorno está marcada por la adhesión a una religión, con lo que las referencias y
simbologías religiosas son más explícitas. Por último, el diálogo de la experiencia
religiosa es un camino de recíproco enriquecimiento que requiere un contexto de
apertura a la trascendencia y a las manifestaciones de fe.
16
Cf. DA 42–46. Más adelante, el documento subrayará que el diálogo y el trabajo por el desarrollo
en aquellos lugares donde no es posible un anuncio más explícito es ya misión de la Iglesia:
Por tanto, es evidente que en las situaciones en las que, por razones políticas o de otra índole,
el anuncio es prácticamente imposible, la Iglesia cumple su misión evangelizadora no sólo
gracias a su presencia y su testimonio, sino también por medio de su actividad en favor del
desarrollo humano integral y del diálogo (DA 76).
Fuente propia.
17
Cf. C. Cornille (2011) 76.
Lógicamente, para que exista diálogo interreligioso debe existir cierta conciencia
de este, al menos en los interlocutores. Más allá de las condiciones para que se dé
este diálogo entre personas, habría que pensar si es posible plantear propuestas
aplicables a la dinámica de la empresa y que se puedan llevar a cabo a través
de elementos, acciones o instrumentos propios de su actividad. En otras palabras,
¿podríamos encontrar en las empresas elementos que visibilicen este diálogo de la
vida y de las obras?, es decir, ¿es posible que las empresas faciliten a los creyentes
construir un diálogo entre ellos no sólo compatible con sus respectivas tradiciones
religiosas, sino con los objetivos y fines de esta?
18
Entender las formas de diálogo como niveles implica una visión más amplia de las formas de
diálogo que nos lleva a percibirlo como una realidad mucho más cercana y cotidiana. Cf. G.
Villagrán, “El lugar del diálogo interreligioso en la teología”, en LoyolaAndnews, Diario de la Uni-
versidad Loyola Andalucía, acceso el 12 de noviembre de 2017, http://www.loyolaandnews.es/
dialogo–interreligioso–en–la–teologia/#
19
Esto no implica, que en circunstancias concretas pudieran darse inclusive las otras formas de diálogo
interreligioso en el ámbito empresarial, aunque la misma lógica de la actividad laboral hace difícil
esta posibilidad.
Sería extenso hablar sobre las condiciones necesarias para que sea posible el diá-
logo interreligioso. Éstas han sido trabajadas desde la teología por autores como
Panikkar, Dupuis, Cornille y otros muchos20. Ciertamente el diálogo interreligioso
requiere un espacio en el que el hombre pueda expresar de alguna manera su
dimensión religiosa en el encuentro interpersonal. Además, exige reciprocidad,
entendida como bidireccionalidad dialógica, receptividad y apertura al otro. Por
último, la interconexión, es decir, el terreno común donde se encuentran las distintas
religiones que en el diálogo de las obras, sugiere la vista puesta en un horizonte
común, como es la problemática que vive el hombre y la búsqueda de soluciones
para construir un mundo más humano. A partir de estos requisitos previos, plantea-
mos tres propuestas susceptibles de hacer visible y viable el diálogo de la vida y de
las obras en la empresa: a) recuperar la dimensión religiosa y dialogal en el homo
oeconomicus; b) cultivar y promocionar las influencias recíprocas en la empresa; c)
potenciar el compromiso social corporativo como punto de interconexión religiosa.
20
Cf. C. Cornille (2008); J. Dupuis (2002); R. Panikkar (2006).
21
Cf. R. Panikkar (2006) 53; Cf. M. Brisebois (1985) 16–22. El Catecismo de la Iglesia Católica sintetiza
en el número 44: «El hombre es por naturaleza y por vocación un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo
hacia Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su vínculo con Dios».
22
Es importante subrayar que en Panikkar existe un esquema oriental de identidad, en el que lo que
me define es mi no distinguirme del otro. En la consideración del otro como parte de mí mismo es como
llegaré a ser mí mismo en pleno sentido. Cf. R. Panikkar (2006) 76.
23
Las posibilidades que ofrece tanto para la persona concreta como para el entorno integrar y poner
en juego las dimensiones principales del ser humano en el desarrollo de la actividad profesional han
sido estudiadas por algunos autores y escuelas. Cf. J. F. Chanlat (1990).
responsabilidad social corporativa las empresas van normalizando los vínculos con
el medio ambiente, la salud, la educación, el voluntariado o el deporte, por citar
algunos ejemplos, la vinculación entre lo religioso y lo empresarial sigue mirándose
con cierta cautela. Dos concepciones clásicas han venido marcando esta posible
relación: la separación y la absorción. Para muchos la unión empresa–religión
es imposible, ya que se trata de dos órdenes diferentes, como son el de la lógica
económica y el de la lógica de las creencias religiosas. En este caso el empresario
no ha de tomar un posicionamiento en materia religiosa y debe aceptar todas las
creencias individuales a condición de que no se expresen como tales, lo cual no
deja de ser paradójico. Esta idea de separación entre la esfera de lo religioso y
de la empresa sólo se sostiene si se piensa que, o bien el ser humano en clave
económica puede hacer abstracción de sus convicciones religiosas, es decir, que el
hombre puede dimensionarse en realidades inconexas según el rol que adopte; o
bien que lo religioso no aporta nada al plano económico y social, lo cual dejaría
en tierra de nadie muchas de las aportaciones del Pensamiento Social Cristiano.
Junto a esta visión, sobre todo francesa, de la separación, convive la visión, más
anglosajona, de la absorción, que parte de un concepto de empresa cuyos valores
humanistas son los mismos que los del cristianismo (igualdad, responsabilidad,
bien común, etc.), pero con la salvedad de que el capitalismo ha transcrito esos
valores en el progreso económico, tecnológico y social, de forma que no habría
contradicción entre el sustrato religioso y la dinámica económica. Esta relación
que pretende una convergencia natural sólo sería sostenible en contextos culturales
muy concretos, marcados por una clara tradición judeocristiana.
Como medida de superación a estas dos concepciones clásicas, cabe una pro-
puesta de coevolución en que religión y empresa se adaptan mutuamente. En esta
situación ambas esferas se permiten una revisión mutua de sus planteamientos a
partir del encuentro (reinterpretación del concepto de trabajo, aprendizaje a partir
de la gestión de organizaciones religiosas, economía de productos y bienes de
servicio religiosos, etc.)24.
24
Cf. P.–Y. Gomez (2012) 15–35.
de la diversidad cultural y religiosa25. Este autor opina que las empresas pueden
desempeñar hoy un papel muy importante en la consecución de la paz y la
consolidación de la tolerancia26. Se basa en el hecho de que las empresas hoy
han contribuido al mestizaje cultural y religioso debido a la globalización y a la
internalización del trabajo, viéndose abocadas a conciliar el respeto por la liber-
tad de conciencia con la “neutralidad”. Banon piensa que el rol de las empresas
hoy es muy importante en relación con la integración de las diferentes tradiciones
religiosas y que este rol se articula principalmente a través de la gestión de la
diversidad cultural y religiosa27.
25
P. Banon (2006) 1–6.
26
P. Banon (2012) 271–283.
27
Cf. P. Banon (2006) 179–180.
28
Cf. DA 52, 83.
29
Sociólogo y antropólogo formado en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de Montreal (HEC),
de Altos Estudios de Ciencias Sociales de Paris (EHESS), y en las Universidades de Montreal, Berkeley,
de George (Washington), además de la de Brunel (Londres), es un especialista en la gestión de la di-
versidad en las empresas. Entre sus obras, podemos citar L’individu dans l’organisation: les dimensions
oubliées (1990), Sciences sociales et management. Plaidoyer pour une anthropologie générale (1998)
y Gestion en contexte interculturel. Approches, problématiques, pratiques et plongées (2008), obra
realizada en colaboración con Eduardo Davel y Jean Pierre Dupuis, también profesores en la HEC.
30
J. F. Chanlat (1994) 339.
31
Estos tres tipos de influencia recíproca pueden estar reguladas y estar sujetas a ciertos procedimientos,
es decir, pueden ser formales; o bien pueden ser informales, es decir, surgidos de forma espontánea en
los lugares de trabajo. Sea como sea, ambas formas, que se combinan en la realidad, precisan una
serie de mecanismos para existir, que están interconectados, y que son: los modos de comunicación,
los ritos de influencia recíproca y los procesos psíquicos. Cf. Ibid. 329–341.
32
P. Mahieu (2005) 29.
o la identidad, así como el perfil de persona que con mayor o menor facilidad se
terminará identificando con esa empresa33.
La cultura empresarial es un medio a través del cual las personas también pueden
crecer. La empresa puede ser, a través de la definición de su identidad, vehículo de
crecimiento en derechos fundamentales, en los valores democráticos, en tolerancia
o en diálogo intercultural e interreligioso.
33
Cf. I. Camacho (2013) 67–70.
34
Cf. R. Panikkar (2006) 67–68.
35
Cf. J. Dupuis (2002), 264–269.
36
Cf J. Dupuis (1991) 337–340.
Por su parte, Cornille habla de interconexión para referirse a este espacio común
en el que las distintas tradiciones religiosas encuentran, valga la redundancia, un
punto de encuentro interreligioso. Uno de esos focos de interés es para la teóloga
los desafíos externos comunes que despiertan la dimensión fraterna y solidaria
en las personas con profundos sentimientos religiosos41. Para Cornille, la inter-
conexión no sólo es una condición de posibilidad de diálogo interreligioso, sino
que puede llegar a ser una condición de necesidad, en cuanto que los desafíos
externos provocan en las distintas religiones una respuesta alineada y en sintonía
con sus tradiciones más profundas, de forma que necesariamente han de abrir un
diálogo con las otras tradiciones para abordar dichos desafíos42.
37
Esta centralidad en la praxis es un elemento diferenciador de las teologías de la liberación y política
respecto a la teología pública, cuyo eje central es la participación a través del diálogo en la vida pública
conformada por una sociedad plural a partir de propuestas que provienen de la propia tradición. Cf.
G. Villagrán (2016) 39.
38
Cf. P. Knitter (1995) 89; P. Knitter (2005) 178–202; Cf F. J. de la Torre (2004) 299–302.
39
Cf. A. Pieris (2001) 257–269; Cf. A. Pieris (1991) 79–98; Cf. F. J. de la Torre (2004) 350–362.
40
Cf. M. Amaladoos (2000) 225–227; Cf. M. Amaladoos (1998) 41.
41
Cf. C. Cornille (2008) 98–104.
42
Cf. Ibid. 104–107.
La RSE podría ser ese espacio para el diálogo interreligioso de las obras. Las nor-
mas y sistemas de gestión y verificación de la RSE evidencian que los principales
ámbitos de acción de esta dimensión en la empresa se preocupan por aspectos
relacionados con los derechos humanos, los derechos sociolaborales y los derechos
medioambientales44.
Por otro lado, la RSE está unida a las personas porque es del mismo tipo que la
responsabilidad social de las personas que están vinculadas a las empresas. Es
fácil pensar que alguien que recicla en casa recicla también en la empresa (y vi-
ceversa); o que alguien que es donante de sangre participará en una campaña de
donación de sangre organizada por el organismo competente en colaboración con
su empresa. Por tanto, y llevando esta conexión a las acciones que una empresa
desarrolla en el marco de la RSE, ¿no se podrían considerar como oportunidades
para un encuentro entre personas de distintas religiones para colaborar en obras
de claro interés solidario?
Por último, es importante subrayar dos aspectos que refuerzan el carácter dialogal
de la RSE: la responsabilidad es compartida y recíproca, es decir, recae, aunque
de forma variable, sobre todos los stakeholders y en ambas direcciones. Por eso
la RSE requiere que la empresa mantenga el diálogo con y entre las personas que
se relacionan con ella (ad intra y ad extra). Así alcanzará dos grandes objetivos:
conocer las expectativas de los grupos que se ven afectados por la actividad de
43
Comisión Comunidades Europeas (2001) nº 20–26. Otras muchas definiciones se han dado: Cf. A.
Argandoña (2012).
44
Concretamente, por citar algunos ejemplos, nos referimos a sistemas de gestión de RSE certificables
como SGE 21:2008 Forética, SA 8000, AA 1000, ISO 14001, PNE 165010 EX Aenor, SI 10000,
Ethical Trading Initiative, OSHAS 18000, EFQM; Etiquetas como Ecolabel, FSC, ILO (Comercio Justo); o
Sistemas de Reporting Verificables, como las memorias GRI o el Manual de Balance Social (OIT–ANDI).
Cf. F. Navarro (2012) 165–210.
Cabe mencionar otro cauce para llevar a cabo un posible diálogo de las obras en
la empresa: se trata del voluntariado corporativo. Es un trabajo no remunerado,
que no es fruto de una obligación impuesta, pero que expresa el valor de la soli-
daridad latente en una organización. Es importante en tanto que se trata de una
opción promovida desde la empresa y que repercute no sólo en los destinatarios
de la acción social y en los agentes partícipes en el voluntariado, sino en toda la
empresa y en su actividad, ya que contribuye a que los trabajadores estén más
identificados con la empresa, a que mejore el ambiente de trabajo, a que se op-
timicen las relaciones de la organización con agentes externos, a que mejore la
percepción social y el atractivo hacia potenciales nuevos trabajadores y, lo que
es más importante en relación al diálogo interreligioso, a que aumente la unión
interpersonal e interdepartamental, ya que el voluntariado es una plataforma de
relaciones y de cohesión social46.
45
Cf. A. Argandoña (2012).
46
Cf. V. C. Moreno (2013); Cf. G. Hills (2012) 59–60.
6. Bibliografía
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Porret, M. (2012) Gestión de personas. Manual para la gestión del capital humano
en las organizaciones, Pozuelo de Alarcón, ESIC.
ESTUDIOS
¿Tiene cabida en la empresa el desarrollo humano
integral?
Domènec Melé1
Resumen: El desarrollo humano integral –desarrollo de todo el hombre y de todos los hom-
bres– abarca la vida entera y, por tanto, no queda excluido de la empresa. El desarrollo
humano en la empresa tiene lugar por el trabajo y la convivencia dentro de la organización
empresarial. Mejorar tal desarrollo es, en primer lugar, responsabilidad de cada persona, pero
las condiciones de trabajo pueden favorecerlo o dificultarlo. En este contexto, los directivos
de empresa, en primer lugar, tienen la responsabilidad, de no impedirlo ya sea mandando
o motivando de modo contrario al verdadero desarrollo humano. Cumplido este requisito,
la segunda responsabilidad es favorecerlo, de modo que se estimule el sentido de servicio
y la adquisición de virtudes humanas. Esto último está relacionado con la organización del
trabajo, la convivencia y la cultura organizativa y el modo de liderar.
1
Titular de la Cátedra de Ética Empresarial. IESE Business School, Universidad de Navarra.
2
Fecha de celebración del Simposio.
men– includes the whole life and, therefore, de tous les hommes– implique la vie dans
it does not remain excluded from the enter- son ensemble, et donc, aussi le monde de
prise. Human development in the enterprise l’entreprise. Le développement humain dans
takes place through the work and the living l’entreprise a lieu par le travail et par la
together inside the managerial organization. cohabitation au sein de l’organisation de
To enhance such development is, in the first l’entreprise. Améliorer un tel développement
place, responsibility of each person, but the est, d’abord, responsabilité de chaque per-
work–conditions may favor it, or make it sonne, mais les conditions de travail peuvent
more difficult. In this context, the enterprise’s le faciliter ou l’entraver. Dans ce contexte, la
leaders, firstly, have the responsibility not direction de l’entreprise est, en premier lieu,
to hinder it, be It ordering, or motivating responsable de ne pas l’entraver que ce soit
in a contrary direction to the true human en permettant ou en motivant le contraire
development. Once this requirement is du véritable développement humain. Une
accomplished, the second responsibility is fois cela fait, la deuxième responsabilité
to favor it, in such a way that the sense of est de le favoriser de telle façon à ce que
service and the acquisition of human virtues le sens du service et de l’acquisition des
may be stimulated. This last point is related vertus humaines soient stimulés. Ceci est en
to the labor–organization, the living together, rapport avec l’organisation du travail, la
and the organizational culture and the way cohabitation, la culture organisatrice et la
of leading. façon d’être un leader.
Key words: Integral human development, enter- Mots clé: Développement humain intégral,
prise, enterprises management, work–conditions. entreprise, gestion d’entreprises, conditions de
travail.
Abreviaturas
1. Introducción
El desarrollo de los empleados y directivos en la empresa, a menudo, es pre-
sentado por la literatura de dirección de empresas como una necesidad para la
buena marcha de la empresa. Se suele argumentar que el éxito de una empresa
depende en gran medida de las capacidades, hábitos y actitudes de las personas
que la componen. Con frecuencia se escucha que los trabajadores –operarios y
directivos– son el activo más valioso de una empresa y, de hecho, muchos abogan
por captar, formar y retener personas con talento razonando que el medio más
importante para avanzar y competir. Las empresas concretan la importancia del
desarrollo profesional y personal en planes de desarrollo de empleados y carreras
profesiones para directivos trabajan en la empresa.
Esta visión utilitaria del desarrollo de empleados y directivos contrasta con otra
visión del desarrollo humana enfocado en la persona en sí misma, aunque sin
descartar las ventajas que tal desarrollo conlleve para la eficacia empresarial o en
cualquier otra actividad. La doctrina social de la Iglesia (DSI), aunque refiriéndose
a un ámbito más general, se sitúa en esta última perspectiva, como veremos en el
presente trabajo, abogando por el desarrollo humano de las personas y además
con carácter “integral”.
Al menos desde Aristóteles, muchos aceptan que ese algo propio del ser humano
es la racionalidad, aunque lo humano incluye también corporeidad. El hombre
–afirmaba este filósofo– posee “cierta vida activa propia del ente que tiene razón”
(Aristóteles 1999 [s. IV a. C], lb 1, cap. 7, 1098a), lo cual vulgarmente se ha tra-
ducido en la conocida definición del hombre como “animal racional”, aunque más
bien habría que decir: un animal que posee logos (razón). La razón es capacidad
para indagar la realidad descubriendo la verdad que encierra y discurrir sobre
ella, aunque este logos sea imperfecto y esté lejos de conocer toda la verdad del
mundo e incluso de uno mismo. La razón tiene también cierta capacidad para
descubrir la verdad de la acción, es decir, aquello que es bueno en algún aspecto
particular (razón técnica): aquello que es bueno para construir una casa, por
ejemplo, lo aquello otro que contribuye a la eficiencia de una organización), y
también lo que es bueno en un sentido general (razón práctica): aquello que es lo
más conveniente en un sentido absoluto porqué contribuye a mejorar la calidad
humana de quien lo realiza). La racionalidad en el comportamiento es, pues, una
característica del ser humano que se perfecciona adquiriendo sabiduría, tanto
para conocer la verdad (sabiduría) como para discernir el bien y el mal en orden
a la acción (sabiduría práctica).
Particularmente humano es el amor que va más allá de la posesión del otro (eros),
manifestando donación de lo que uno es o posee al otro (agápe). Puede ir impreg-
nado de un sentimiento más a menos intenso, pero no es mero sentimiento sino
amor de la voluntad, guiado por la razón. También la corporalidad es humana y,
en muchos aspectos, es consistente con el carácter racional y libre del ser humano
y de su afectividad. Por ejemplo, el rostro que expresa pensamientos, emociones
y sentimientos, y la mano configurada para llevar a cabo operaciones complejas
derivadas de la razón técnica. Aunque ideologías materialistas niegan el carácter
espiritual de la razón y la voluntad libre hay buenas razones para afirmar que la
racionalidad y la voluntad libre son de naturaleza inmaterial, y por tanto espiritual,
aunque utilicen una base orgánica para su ejercicio. Un recto desarrollo afectivo
es también parte del desarrollo humano.
El desarrollo humano es una necesidad radical del ser humano. Todos los seres
vivos necesitan crecer y la teleología biológica lo lleva a cabo contando con los
nutrientes que necesitan y que toman de su entorno natural. De otro modo, mueren
o quedan en un estado raquítico diverso de lo que exige su naturaleza. Las perso-
nas necesitan también desarrollarse, pero no sólo en lo biológico. Racionalidad,
libertad y afectividad exigen crecimiento en el conocimiento de la verdad y del
bien, en la capacidad volitiva para actuar bien (virtudes) y en la calidad humana
de los afectos. De otro modo, habría un crecimiento anquilosado o incluso una
erosión en humanidad, como ocurre en las personas que actúan en la vida sin
rumbo ni sentido, o con guías equivocadas, con malos hábitos o adicciones que
limiten su capacidad de actuar bien.
Cabe pensar que también la empresa puede crear condiciones para el bien común
y, en definitiva, favorecedoras del desarrollo de que quienes forman la comuni-
dad–empresa. A Volveremos sobre este tema más adelante.
Para responder a esta cuestión, lo primero que conviene señalar es que el desa-
rrollo humano de todo el hombre es un proceso vital y, por tanto, todas las facetas
de la vida humana pueden contribuir, en un sentido o en otro, a tal proceso. Esto
incluye la vida en la empresa y, en muchos casos, en mayor extensión que en
otros ámbitos, dada la elevada proporción de tiempo de vida consciente que la
mayoría de personas pasan en una empresa o en otros ámbitos profesionales en
cierto modo asimilables a la empresa.
Hay aspectos del desarrollo personal cuyo ámbito más propio es la familia, la es-
cuela o la comunidad religiosa, que la empresa. No obstante, sin ser tan amplio, el
desarrollo en la empresa entraña cierto sentido comprensivo ya que incluye, como
mínimo, desarrollo profesional –por lo menos, aprendido por la propia actividad
y a veces también con educación externa– y diversos aspectos de desarrollo hu-
mano, generado por la convivencia empresarial y la voluntad personal de mejora.
Pueden incluir, por ejemplo, aumento del sentido de cooperación, desarrollo de
nexos relacionales, una mayor valoración del trabajo y mejora de la voluntad de
servir a los demás.
La DSI pone el acento en las personas más que en las instituciones en el logro del
DHI, aunque sin desmerecer la influencia de las instituciones. De modo inequívoco,
Benedicto XVI refiriéndose al DHI afirma: “ninguna estructura puede garantizar dicho
desarrollo desde fuera y por encima de la responsabilidad humana” (CV 17). En
otro lugar hace notar que a lo largo de la historia se ha creído con frecuencia que
Desde esta perspectiva, surgen dos exigencias de justicia por parte la empresa en
relación con el DHI de quienes forman parte de ella. La primera y más elemental
es no impedir tal desarrollo; la segunda, fomentarlo. De ello nos ocuparemos a
continuación.
Hay muchos factores de bien común en la empresa que pueden favorecer el desarrollo
humano de los empleados. Un liderazgo y una cultura empresarial que fomente la
cooperación y el espíritu de servicio es uno de ellos. Otro factor importante para
el desarrollo humano en la empresa es la ejemplaridad de los altos directivos, la
cual es estimulante para el buen comportamiento de los empleados.
6. Conclusión
El desarrollo humano integral es una llamada a cada persona; abarca la vida
entera y, por tanto, también la vida en la empresa. En este breve ensayo, hemos
defendido que el desarrollo humano integral –desarrollo de todo el hombre y de
todos los hombres– es posible en la empresa.
7. Referencias
Benedicto XVI (2009) Encíclica Caritas in veritate. Disponible en www.vatican.va
— (1970) Motivation and personality. Nueva York: Harper & Row, Publishers, Inc.
Robitschek, C., Ashton, M. W., Spering, C. C., Geiger, N., Byers, D., Schotts, G. C.
y Thoen, M. A. (2012) “Development and Psychometric Evaluation of the Personal
Growth Initiative Scale–II”, Journal of Counseling Psychology 59:2, 274–87.
ESTUDIOS
La solidaridad cristiana: modelo ético propuesto por
el magisterio pontificio posconciliar
Resumen: Este artículo presenta a la solidaridad como paradigma en el que situar la ética
cristiana a partir de los pronunciamientos del magisterio pontificio de los últimos cincuenta
años. Desde este horizonte de comprensión, se estudian y se analizan las distintas formas
en que se configura y se despliega la solidaridad en cuanto concepto ético. Así, se concibe
como valor, deber, virtud y principio moral. Consecuentemente, desde este entramado de
nociones en las que se estructura y desarrolla el canon solidario, fundamentado en las vir-
tudes teologales, los Papas ofrecen su propuesta de transformación social en sintonía con
el anuncio de la Buena Nueva Evangélica. Desde esta perspectiva, los Pontífices urgen en
su llamada a la conversión para alcanzar una convivencia reconciliada y en paz de todo
el género humano, para que cualquier persona pueda vivir dignamente hasta en el último
confín de la Tierra.
1
Universidad de Deusto (Bilbao).
2
Fecha de celebración del Simposio.
1. Introducción
Desde el siglo XIX la solidaridad comenzó a extenderse como paradigma ético,
a partir de los planteamientos ideológicos defendidos por el socialismo utópico
y como alternativa a la virtud de la caridad cristiana. En apenas dos siglos de
existencia, este canon moral se ha desarrollado de forma extraordinaria desde
doctrinas y ámbitos muy diversos. Incluso desde el cristiano, contra el que surgió,
ya que aquellas corrientes de pensamiento, cuna de su origen, consideraban que
los fundamentos religiosos estaban trasnochados por estar fundados en criterios
precientíficos y mitológicos. Fue en el año 1939, en la encíclica Summi pontificatus
del Papa Pío XII, cuando apareció por vez primera el término solidaridad en un
documento del magisterio pontificio para denunciar:
[…] el olvido de aquella ley de mutua solidaridad y caridad humana impuesta por el
origen común y por la igualdad de la naturaleza racional en todos los hombres, sea
cual fuere el pueblo a que pertenecen, y por el sacrificio de la redención, ofrecido por
Jesucristo en el ara de la cruz a su Padre celestial en favor de la humanidad pecadora3.
El Papa Pacelli la propuso como “ley humana”, es decir, como pauta, fundada
en la Ley Natural, que exige un compromiso y un respeto con una determinada
causa que, en aquel caso determinado, era la paz. No resulta baladí que en la
aparición inaugural del término solidaridad en un documento eclesial, lo hiciese
junto a la caridad, precisamente, su oponente de otras épocas, en orden a ser
el canon sobre el que establecer y organizar social y éticamente las relaciones
humanas. Desde entonces hasta el momento presente, a partir de las propuestas
y de los planteamientos del magisterio pontifico, forma parte del patrimonio ar-
gumentativo de la Doctrina Social de la Iglesia que, en el trascurso de los años,
se ha materializado en precisas formulaciones que dan coherencia y firmeza a
una teoría ética basada en criterios solidarios. Este es el estudio que se realizará
a continuación, precisando los conceptos y las características que, desde las en-
señanzas vaticanas de los últimos cincuenta años, configuran a esta ética de la
solidaridad. Por otra parte, son los mismos Pontífices quienes la demandan con
insistencia y premura:
Hoy más que nunca, la interdependencia tecnológica, social y política exige urgentemente
una ética de solidaridad (cf. Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 38), que aliente a los
pueblos a trabajar juntos por un mundo más seguro y un futuro que se base cada vez
más en los valores morales y en la responsabilidad en una dimensión global4.
3
Pío XII (1939) carta encíclica Summi Pontificatus (20 de octubre), 28. http://w2.vatican.va/content/
pius–xii/es/encyclicals/documents/hf_p–xii_enc_20101939_summi–pontificatus.html.
4
Francisco (2014) Mensaje a la Conferencia sobre el impacto humanitario de las armas atómicas (7 de
diciembre). http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/pontmessages/2014/documents/
papafrancesco_20141207_messaggio–conferenza–vienna–nucleare.html.
Por tanto, desde este marco teologal, que, a la luz del Evangelio, jerarquiza y
ordena los principios axiológicos y antropológicos de la realidad humana, se es-
tructurará la moralidad de todas las relaciones que pueda establecer la persona
en su existencia terrenal. De ahí que la primera apreciación que se realice de la
solidaridad será aquella que la define como valor humano y moral.
5
Vidal, M. (1992) “Ética de la solidaridad”, Moralia 14, 348.
6
Concilio Vaticano II (1965) Constitución pastoral Gaudium et spes (7 de diciembre), 12. http://www.
vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vatii_const_19651207_gaudium–et–
spes_sp.html
7
Juan Pablo II (1995) Carta encíclica Evangelium vitae (25 de marzo), 70. http://w2.vatican.va/content/
john–paulii/es/encyclicals/documents/hf_jpii_enc_25031995_evangelium–vitae.html
8
Ibíd., 71.
9
Benedicto XVI (2010) Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini (30 de septiembre), 107. http://
w2.vatican.va/content/benedictxvi/es/apost_exhortations/documents/hf_benxvi_exh_20100930_ver-
bum–domini.html
un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres… exige
contemplar ante todo la inmensa dignidad del pobre a la luz de las más hondas con-
vicciones creyentes. Basta mirar la realidad para entender que esta opción hoy es una
exigencia ética fundamental para la realización efectiva del bien común10.
Todos estos inicuos episodios que, día a día, padece, desde una trágica situación
de inseguridad y fragilidad, una gran parte de la población del mundo, ponen
de manifiesto una triste realidad que demanda acciones concretas desde muy di-
versos ámbitos, para remediar dichos estados de precariedad. Ahí, la solidaridad
adquiere entidad ética, porque establece un vínculo indisociable entre la persona,
en cuanto sujeto moral, es decir, en cuanto conciencia moral que decide de forma
consciente, libre y responsable y el ser humano en estado de necesidad y que
precisa ser socorrido. En esos casos es cuando el valor humano, ante la penuria
ajena, se convierte en valor moral y surge un deber que de forma incuestionable
exige ser atendido. Así, el Papa Pablo VI en la encíclica Populorum progressio
recordaba que,
[...] la humanidad avanza por el camino de la historia. Herederos de generaciones
pasadas y beneficiándonos del trabajo de nuestros contemporáneos, estamos obligados
para con todos y no podemos desinteresarnos de los que vendrán a aumentar todavía
más el círculo de la familia humana. La solidaridad universal, que es un hecho y un
beneficio para todos, es también un deber11.
Del mismo modo, el Papa Juan Pablo II, en la encíclica Sollicitudo rei socialis,
insistía de forma imperiosa en la obligación moral de satisfacer las carencias del
prójimo con determinación y solidaridad. Recurría a las mismas argumentaciones
que utilizó Pablo VI en la encíclica Populorum progressio, para subrayar, una vez
más, la validez que tenía este criterio ético. Lógicamente, hacía referencia a los
postulados defendidos por la antropología cristiana, que conciben a cualquier
mujer u hombre, individual y comunitariamente, involucrados y corresponsables
con la dignidad y los derechos de todos y cada uno de los demás miembros de
la familia humana:
Por consiguiente, los responsables de la gestión pública, los ciudadanos de los países
ricos, individualmente considerados, especialmente si son cristianos, tienen la obligación
moral –según el correspondiente grado de responsabilidad– de tomar en consideración,
en las decisiones personales y de gobierno, esta relación de universalidad, esta inter-
10
Francisco (2015) Carta encíclica Laudato si’ (24 de mayo), 158. http://w2.vatican.va/content/
francesco/es/encyclicals/documents/papafrancesco_20150524_enciclica–laudato–si.html
11
Pablo VI (1967) Carta encíclica Populorum progressio (26 de marzo), 17. http://w2.vatican.va/
content/paulvi/es/encyclicals/documents/hf_pvi_enc_26031967_populorum.html
3. El deber solidario
12
Juan Pablo II (1987) Carta encíclica Sollicitudo rei socialis (30 de diciembre), 9. http://w2.vatican.
va/content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jpii_enc_30121987_sollicitudo–rei–socialis.html
13
“La solidaridad universal, que es un hecho y un beneficio para todos, es también un deber” (Pablo
VI (1967) Carta encíclica Populorum progressio (26 de marzo), 17).
14
Francisco (2013) Mensaje para la celebración de la XLVII Jornada Mundial de la Paz (8 de diciembre).
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/peace/documents/papafrancesco_20131208_
messaggio–xlvii–giornata–mondiale–pace–2014.html
pasos y, además abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican
y adquieren nuevo sentido15.
15
Concilio Vaticano II (1965) Constitución pastoral Gaudium et spes (7 de diciembre), 22. http://www.vatican.
va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vatii_const_19651207_gaudium–et–spes_sp.html
16
Ibíd., 32.
17
“El cristiano ve en el “otro” a Cristo; para el creyente, la solidaridad es la comunión en Cristo, se
siente urgido a aumentar continuamente la solidaridad”. (Vidal, M. (1996) Para comprender la soli-
daridad, Estella (Navarra): EVD, 35.
18
Juan Pablo II (1993) Carta encíclica Veritatis splendor (6 de agoto), 100. http://w2.vatican.va/
content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jp–ii_enc_06081993_veritatis–splendor.html.
pide mucho más que la “no agresión” al prójimo, puesto que demanda aquella dispo-
sición personal que busca el bien del hombre en todo momento y que se materializa en
acciones positivas en pro del necesitado19.
Siguiendo la doctrina eclesial católica, este Pontífice situaba esta dinámica ética
en clave cristológica, desde el abajamiento, la humildad, el despojo y la entrega,
que tiene su máxima expresión en el calvario, cuando la Segunda Persona de la
Trinidad se solidariza definitivamente con todos los crucificados de la historia. Por
eso, no es de extrañar que Benedicto XVI estableciera el deber solidario, desde el
sacramento de la eucaristía, en
la transformación moral que comporta el nuevo culto instituido por Cristo, es una tensión
y un deseo cordial de corresponder al amor del Señor con todo el propio ser, a pesar
de la conciencia de la propia fragilidad20.
19
de Velasco Gogenola, J. M. (2003) La bioética y el principio de solidaridad. Una perspectiva desde
la ética teológica, Bilbao: Universidad de Deusto, 348.
20
Benedicto XVI (2007) Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis (22 de febre-
ro), 82. http://w2.vatican.va/content/benedictxvi/es/apost_exhortations/documents/hf_benx-
vi_exh_20070222_sacramentum–caritatis.html.
21
Fue necesario en la ley de Dios proponer diversos preceptos afirmativos y negativos para
introducir a los hombres gradualmente en las virtudes, primeramente absteniéndose del mal,
a lo cual somos inducidos por los preceptos negativos; y después, practicando el bien, a lo
cual somos inducidos por los preceptos afirmativos. Y así los preceptos afirmativos y negativos
no pertenecen a diversas virtudes, sino a sus diversos grados. Consiguientemente, no deben
ser contrarios a pecados específicamente diversos. El pecado tampoco se especifica por la
aversión, porque en este sentido es negación o privación; sino por razón de la conversión (a
las criaturas), en cuanto que es un acto. Por consiguiente, los pecados no se diversifican (es-
pecíficamente) según los diversos preceptos de la ley. (Santo Tomás de Aquino, Suma Teologica
(I–II q. 72 a.6)). http://hjg.com.ar/sumat/b/c72.html
22
Gracia, D. (2007) Procedimientos de decisión en ética médica, Madrid: Triacastela, 129.
23
Por tanto cabe decir, que entre autonomía y beneficencia hay una relación similar a la que
antes establecimos entre no–maleficencia y justicia... hemos de decir que los cuatro principios se
ordenan en dos niveles jerárquicos, que podemos denominar, respectivamente, Nivel 1 y Nivel
2. El primero, el nivel 1, está constituido por los principios de No–maleficencia y de Justicia, y el
nivel 2 por los de Autonomía y Beneficencia. El primero es el propio de la “ética de mínimos»,
y el segundo es el de la “ética de máximos”. A los mínimos morales se nos puede obligar desde
fuera, en tanto que la ética de máximos depende siempre del propio sistema de valores, es
decir, del propio ideal de perfección y felicidad que nos hayamos marcado. Una es la ética del
“deber” y otra la ética de la “felicidad”. También cabe decir que el primer nivel es el propio de
lo “correcto” (o incorrecto), en tanto que el segundo es el propio de lo “bueno” (o malo). Por eso
el primero es el propio del Derecho, y el segundo el específico de la Moral (Ibíd., 129–130).
Por desgracia, numerosos hombres y mujeres, especialmente en los países más pobres,
al entrar en el tercer milenio, siguen sin tener acceso a servicios sanitarios y a medicinas
esenciales para curarse. Muchos hermanos y hermanas mueren diariamente de malaria,
lepra, sida, a veces en medio de la indiferencia general de quienes podrían o deberían
prestarles ayuda. Ojalá que vuestro corazón sea sensible a este clamor silencioso. ...
Quiera Dios que la celebración jubilar os deje como fruto una mayor atención al próji-
mo, una generosa comunión de conocimientos y experiencias, y un auténtico espíritu de
solidaridad y caridad cristiana24.
Estos ejemplos constituyen sólo una pequeña muestra de las adversidades y des-
gracias que padece gran parte de la humanidad, que de forma permanente está
sometida y expuesta a todo tipo de peligros, en los que hasta la misma vida de
24
Juan Pablo II (2000) Discurso a los participantes en un Congreso Internacional organizado por la
Asociación de Médicos Católicos Italianos (7 de julio). http://w2.vatican.va/content/john–paul–ii/es/
speeches/2000/jul–sep/documents/hf_jp–ii_spe_20000707_catholic–doctors.html
25
Francisco (2016) Encuentro con la población y con la comunidad católica. Memoria de las víctimas
(16 de abril). http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2016/april/documents/papa-
francesco_20160416_lesvos–cittadinanza.html
26
Francisco (2013) Exhortación apostólica Evangelii gaudium (24 de noviembre), 213. http://
w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papafrancesco_esortazione–
ap_20131124_evangelii–gaudium.html.
millones de seres inocentes está más que cuestionada. Por tal motivo, la determina-
ción y firmeza que ha mostrado el magisterio pontificio en condenar hasta la más
mínima injusticia es incuestionable. Ante tanta desesperación y sufrimiento, desde
la más profunda cercanía y compasión, los Papas siempre se han posicionado
junto a las víctimas de tanta barbarie, apelando en sus enseñanzas a deberes
como el de solidaridad para poner fin a la sinrazón y a las arbitrariedades que
impiden la reconciliación y la paz entre personas y pueblos en cualquier parte
del mundo. Así, el Papa Benedicto XVI, invitaba a vivir el “Evangelio de la paz”,
por ser la vía más idónea para acercar a mujeres y a hombres “hacia la justicia,
abrirlos al amor y a la solidaridad, y alentar a todos a trabajar por una humanidad
realmente libre y solidaria”27.
En definitiva, a tenor de lo expuesto, parece innegable que las acciones que deman-
da el deber de solidaridad pertenecen a las señaladas por los preceptos positivos.
No obstante, a partir de los datos aportados por el magisterio pontificio, parece
evidente que reivindican la misma obligación moral que los preceptos negativos,
ya que las necesidades que reclaman ser remediadas por dicha instancia ética
están asociadas a:
[...] a la obligación de actuar ante las situaciones de flagrante desigualdad provocadas
por la falta de respeto a derechos humanos fundamentales y que son causa de graves
daños para la persona o personas que los soportan. Además, desde una comprensión
27
Benedicto XVI (2005) Mensaje para la celebración de la XXXIX Jornada Mundial de la Paz (8 de
diciembre),15.
28
Juan Pablo II (2005) Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II a los participantes en un congreso so-
bre el tema calidad de vida y ética de la salud (19 de febrero). http://www.vatican.va/holy_father/
john_paul_ii/letters/2005/documents/hf_jpii_let_20050219_pont–acad–life_sp.html.
Desde esta misma línea argumental, para enfatizar más aún si cabe, las afirmacio-
nes de su predecesor, el Papa Juan Pablo II, en la encíclica Sollicitudo rei socialis,
en referencia explícita a las virtudes teologales, afirmaba que:
A la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí misma, al revestirse de las dimen-
siones específicamente cristianas de gratuidad total, perdón y reconciliación. Entonces el
prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con
todos, sino que se convierte en la imagen viva de Dios Padre, rescatada por la sangre
de Jesucristo y puesta bajo la acción permanente del Espíritu Santo. Por tanto, debe ser
amado, aunque sea enemigo, con el mismo amor con que le ama el Señor, y por él se
debe estar dispuestos al sacrificio, incluso extremo: «dar la vida por los hermanos» (cf.
1 Jn 3, 16)32.
29
de Velasco Gogenola, J. M. (2003) La bioética y el principio de solidaridad. Una perspectiva desde
la ética teológica, o. c., 349.
30
Pablo VI (1967) Encíclica Populorum progressio (26 de marzo), 43. http://w2.vatican.va/content/
paul–vi/es/encyclicals/documents/hf_pvi_enc_26031967_populorum.html
31
Ibíd., 44.
32
Juan Pablo II (1987) Carta encíclica Sollicitudo rei socialis (30 de diciembre), 40. http://w2.vatican.
va/content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jpii_enc_30121987_sollicitudo–rei–socialis.html
33
Pablo VI (1967) Carta encíclica Populorum progressio (26 de marzo), 17.
34
Benedicto XVI (2009) Mensaje para la celebración de la XLIII Jornada Mundial de la Paz (8 de
diciembre). http://w2.vatican.va/content/benedictxvi/es/messages/peace/documents/hf_benx-
vi_mes_20091208_xliii–world–day–peace.html
35
“Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn 4, 8).
quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás
la fe de la Iglesia... El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es
oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor36,
36
Benedicto XVI (2005) Carta encíclica Deus caritas est (25 de diciembre), 30. http://w2.vatican.va/
content/benedict–xvi/es/encyclicals/documents/hf_ben–xvi_enc_20051225_deus–caritas–est.html
37
Autores como, MacIntire, A., Bellah, R., Hauerwas, S., Nussbaum, M., etc., son muestra de ello.
38
Pellegrino, E. D. y Thomasma, D. C. (1996) The christian virtues in medical practice, Washington
(USA): Georgetown University Press. Trad. esp.: Las virtudes cristianas en la práctica médica, Madrid:
UPCO, 2008.
Esta precisión tiene una importancia significativa, ya que distingue (orden teolo-
gal –orden ético) y jerarquiza (orden sobrenatural– orden natural) las virtudes,
según su procedencia y la distinta forma de llegar a ellas. Además, esta distinción
permite reconocer y diferenciar en la persona una experiencia espiritual y otra
moral, de tal manera que, la configuran en cuanto realidad humana transcendente
e inmanente que se realiza en el ejercicio de su libertad porque
Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que así busque
espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y
bienaventurada perfección43.
39
Aristóteles, Ética a Nicómaco, Lib. I, Cap. VIII. http://www.filosofia.org/cla/ari/azc01024.html
40
Ibíd., Lib. II, Cap. VI.
41
Santo Tomás de Aquino (1954) Suma Teológica. Tomo V, Madrid: BAC, 162.
42
Ibíd., 327–328.
43
Concilio Vaticano II (1965) Constitución Gaudium et spes (7 de diciembre), 16. http://www.vatican.va/
archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vatii_const_19651207_gaudium–et–spes_sp.html
En relación con esta ineludible forma que tiene todo hombre y toda mujer de “ser”
y de “estar” en este mundo, el Papa Benedicto XVI decía que:
Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona;
no es solamente algo, sino alguien, capaz de conocerse, de poseerse, de entregarse
libremente y de entrar en comunión con otras personas. Al mismo tiempo, por la gracia,
está llamado a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y amor que
nadie más puede dar en su lugar [...] San Agustín enseña con una elocuente síntesis:
«Dios, que nos ha creado sin nosotros, no ha querido salvarnos sin nosotros». Por tanto,
es preciso que todos los seres humanos cultiven la conciencia de los dos aspectos, del
don y de la tarea44.
De esta manera, el Papa Juan Pablo II, en la encíclica Sollicitido rei socialis, al
realizar una lectura teológica de los problemas modernos que afectaban a la
humanidad, se refirió a la solidaridad, en alusión al lema del pontificado de Pío
XII, Opus iustitiae pax, la paz como fruto de la justicia, para reformular dicha
expresión en Opus solidaritatis pax, la paz como fruto de la solidaridad, ya que
según este Pontífice
[...] la paz, tan deseada por todos, sólo se alcanzará con la realización de la justicia social
e internacional, y además con la práctica de las virtudes que favorecen la convivencia
y nos enseñan a vivir unidos, para construir juntos, dando y recibiendo, una sociedad
nueva y un mundo mejor45.
Desde este marco de comprensión, ordenó y organizó las pautas para alcanzar la
paz desde criterios fundados en fórmulas objetivas de “justicia social e internacio-
nal”, tales como reglamentos, códigos, legislaciones, etc., y las que proceden del
universo de la subjetividad, las virtudes. Ahí, en ese espacio existencial, señaló que:
La solidaridad es sin duda una virtud cristiana. Ya en la exposición precedente se podían
vislumbrar numerosos puntos de contacto entre ella y la caridad, que es signo distintivo de
los discípulos de Cristo (cf. Jn 13, 35). A la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse
44
Benedicto XVI (2006) Mensaje para la celebración de la LX Jornada Mundial de la Paz (8 de
diciembre), 2. https://w2.vatican.va/content/benedictxvi/es/messages/peace/documents/hf_benx-
vi_mes_20061208_xl–world–day–peace.html.
45
Juan Pablo II (1987) Carta encíclica Sollicitudo rei socialis (30 de diciembre), 39. http://w2.vatican.va/
content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jpii_enc_30121987_sollicitudo–rei–socialis.html.
Parece más que evidente que una ética cristiana basada en virtudes, en este caso,
en la solidaridad, como camino de perfección, es, según el magisterio pontifico
reciente,
46
Ibíd., 40.
47
Benedicto XVI (2009) Carta encíclica Caritas in veritate (29 de mayo), 59. http://w2.vatican.va/
content/benedictxvi/es/encyclicals/documents/hf_benxvi_enc_20090629_caritas–in–veritate.html.
48
Ibíd., 59.
49
Juan Pablo II (1987) Carta encíclica Sollicitudo rei socialis (30 de diciembre), 38. http://w2.vatican.
va/content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jpii_enc_30121987_sollicitudo–rei–socialis.html
50
de Velasco Gogenola, J. M. (2012) “La atención y el cuidado del ser humano doliente desde el
horizonte de la bioética: la solidaridad cristiana”, en J. de la Torre (ed.) Salud, Justicia y Recursos
Limitados, Madrid: UPCO, 152.
51
Juan Pablo II (1993) Carta encíclica Veritatis splendor (6 de agosto), 85. http://w2.vatican.va/
content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jp–ii_enc_06081993_veritatis–splendor.html.
52
Juan Pablo II (1979) Carta encíclica Redemptor hominis (4 de marzo), 16. http://w2.vatican.va/
content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jpii_enc_04031979_redemptor–hominis.html.
Años más tarde, el Papa Benedicto XVI, en la encíclica Caritas in veritate, en aras
del bien común, veía la necesidad de unir estratégicamente los principios de sub-
sidiariedad y solidaridad, desarrollando las observaciones que había realizado
el Papa Juan Pablo II en la encíclica Centesimus annus55, en continuidad con las
proposiciones de la Doctrina Social de Iglesia56, matizó con precisión los riesgos
que existían si no se actuaba de esa manera, ya que:
53
Ibíd., 16.
54
Juan Pablo II (1991) Carta encíclica Centesimus annus (1 de mayo), 10. http://w2.vatican.va/content/
john–paulii/es/encyclicals/documents/hf_jpii_enc_01051991_centesimus–annus.html
55
En referencia a las condiciones laborales justas, Juan Pablo II afirmaba:
Para conseguir estos fines el Estado debe participar directa o indirectamente. Indirectamente y
según el principio de subsidiariedad, creando las condiciones favorables al libre ejercicio de la
actividad económica, encauzada hacia una oferta abundante de oportunidades de trabajo y
de fuentes de riqueza. Directamente y según el principio de solidaridad, poniendo, en defensa
de los más débiles, algunos límites a la autonomía de las partes que deciden las condiciones
de trabajo, y asegurando en todo caso un mínimo vital al trabajador en paro”. (Juan Pablo II
(1991) Carta encíclica Centesimus annus (1 de mayo), 15).
56
“La subsidiariedad está entre las directrices más constantes y características de la doctrina social
de la Iglesia, presente desde la primera gran encíclica social”. (Pontificio Consejo Justicia y Paz (2004)
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (25 de octubre), 185);
El Papa Francisco, por su parte, también ha defendido estas ideas de forma rei-
terada en múltiples ocasiones, como en el discurso que realizó ante los miembros
del Parlamento Europeo, donde señaló que:
las peculiaridades de cada uno constituyen una auténtica riqueza en la medida en que
se ponen al servicio de todos. Es preciso recordar siempre la arquitectura propia de
la Unión Europea, construida sobre los principios de solidaridad y subsidiariedad, de
modo que prevalezca la ayuda mutua y se pueda caminar, animados por la confianza
recíproca58.
Esta apuesta del magisterio pontificio en favor del principio moral cristiano de so-
lidaridad, como criterio ético objetivo, en el que instituir y organizar las relaciones
humanas, favorece la creación y consolidación de estructuras sociales fundadas a
partir de una normatividad situada en el umbral de las bienaventuranzas, carta
magna de la moral cristiana que tiene su fundamento en el amor de misericor-
dia; ofrece pautas de conducta que aspiran a descubrir el camino de perfección
en el comportamiento humano: “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial” (Mt 5, 48). En el evangelio de Lucas, Jesús precisa aún
más el sentido de esta perfección: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es
57
Benedicto XVI (2009) Carta encíclica Caritas in veritate (29 de mayo), 58. http://w2.vatican.va/
content/benedictxvi/es/encyclicals/documents/hf_benxvi_enc_20090629_caritas–in–veritate.html.
58
Francisco (2014) Discurso al Parlamento Europeo (25 de noviembre).http://w2.vatican.va/content/
francesco/es/speeches/2014/november/documents/papafrancesco_20141125_strasburgo–parla-
mento–europeo.html.
6. Reflexiones finales
En el último medio siglo, las reflexiones de los Papas han procurado fomentar
en sus exhortaciones, con tesón y constancia, una sapiencia solidaria en la que
enraizar y desarrollar la actividad personal y comunitaria de la humanidad. Con
este propósito, perseguían que dicha actividad fuese, por un lado, desde la sub-
jetividad del individuo, fuente de actitudes virtuosas que generan bondad; y, por
otro, desde el ámbito social, a partir de la objetividad de unos principios, origen
de normativas y legislaciones con anhelos de verdad. Ambos atributos, la bondad
derivada de la subjetividad y la veracidad propia de la objetividad, constituyen los
avales que garantizan la corrección moral61. Con la misma firmeza han llamado
a la conversión del corazón, iniciativa pontificia fundada en la misma predicación
de Jesús, que desde el inicio de su vida pública por tierras de Galilea, mientras
recorría sus caminos, anunciaba sin dilación que “El tiempo se ha cumplido y el
Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva” (Mc 1, 15). En-
tonces como ahora, el arrepentimiento es condición sine qua non para incorporar
cualquier cambio en el orden moral y espiritual de la persona; constituye el primer
paso para que el ser humano se configure como sujeto agente que colabora en la
transformación de las estructuras políticas, sociales y económicas que entorpecen,
59
Juan Pablo II (1993) Carta encíclica Veritatis splendor (6 de agosto), 18. http://w2.vatican.va/
content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jp–ii_enc_06081993_veritatis–splendor.html.
60
Ibíd., 9.
61
En cuanto la conciencia cristiana es “moral”, su sinceridad se expresa en la búsqueda de lo que
objetivamente es bueno. Esto exige la correcta apreciación de los valores a cuya realización
se nos invita y su correcta valoración comparativa para poder reconocer en ellos su jerarquía
y su urgencia de cara a un juicio correcto. (Bastianel, S. (1992) “Autonomía y teonomía”, en:
Nuevo Diccionario de Teología Moral, dir. F. Compagnoni, G. Piana, S. Privitera y M. Vidal,
Madrid: Ediciones Paulinas, 130).
Sin duda, esta firme determinación por el bien debe constituirse en una actitud
permanente que acompañe a todo hombre y toda mujer que quieran vivir desde
una ética cristiana solidaria, porque establece el talante en el que se acrisola una
nueva forma de ser y de estar en el mundo radicada en el amor de Dios63.
62
Francisco (2015) Celebración de la XLIX Jornada Mundial de la Paz (8 de diciembre), 5. http://
w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/peace/documents/papafrancesco_20151208_mes-
saggio–xlix–giornata–mondiale–pace–2016.html.
63
Lc, 19, 1–9.
ya que en ella se plantean y resuelven los interrogantes, tales como el que suscita
la formación del universo, y, consecuentemente, el papel que juega el ser humano
en ese orden cósmico. En este orden de cosas, desde una visión cristiana de estas
realidades, la experiencia moral y la experiencia espiritual, constituyen el anverso
y el reverso de una misma experiencia existencial humana, ya que
la sagrada Escritura es la fuente siempre viva y fecunda de la doctrina moral de la Iglesia,
como ha recordado el concilio Vaticano II: «El Evangelio (es)... fuente de toda verdad
salvadora y de toda norma de conducta» (Dei Verbum, 7)64.
Desde esta visión trascendente de la vida, el Papa Juan Pablo II consideraba que:
A la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí misma, al revestirse de las di-
mensiones específicamente cristianas de gratuidad total, perdón y reconciliación [...]
Entonces la conciencia de la paternidad común de Dios, de la hermandad de todos los
hombres en Cristo, «hijos en el Hijo», de la presencia y acción vivificadora del Espíritu
Santo, conferirá a nuestra mirada sobre el mundo un nuevo criterio para interpretarlo.
Por encima de los vínculos humanos y naturales, tan fuertes y profundos, se percibe a la
luz de la fe un nuevo modelo de unidad del género humano, en el cual debe inspirarse
en última instancia la solidaridad65.
64
Juan Pablo II (1993) Carta encíclica Veritatis splendor (6 de agosto), 28. http://w2.vatican.va/content/
john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jp–ii_enc_06081993_veritatis–splendor.html
65
Juan Pablo II (1987) Carta encíclica Sollicitudo rei sociallis (30 de diciembre), 40. http://w2.vatican.
va/content/john–paul–ii/es/encyclicals/documents/hf_jpii_enc_30121987_sollicitudo–rei–socialis.html
66
Pablo VI (1967) Carta encíclica Populorum progressio (26 de marzo), 1. http://w2.vatican.va/
content/paul–vi/es/encyclicals/documents/hf_pvi_enc_26031967_populorum.html
la luz del Evangelio”67, para que sus enseñanzas sean en todo momento oportunas y
reflejo del mandamiento del amor (Jn 15, 12 – 17). De esta manera, han mostrado
lo más genuino del mensaje de salvación anunciado por Cristo, que aspira a ser
motivo de esperanza en cualquier parte del mundo, porque
la fe cristiana, que se encarna en las culturas trascendiéndolas, puede ayudarlas a crecer
en la convivencia y en la solidaridad universal, en beneficio del desarrollo comunitario
y planetario68.
67
Concilio Vaticano II (1965) Constitución pastoral Gaudium et spes (7 de diciembre), 4. http://www.
vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vatii_const_19651207_gaudium–et–
spes_sp.html
68
Benedicto XVI (2009) Carta encíclica Catitas in veritate (29 de junio), 59. http://w2.vatican.va/
content/benedictxvi/es/encyclicals/documents/hf_benxvi_enc_20090629_caritas–in–veritate.html
ESTUDIOS
Vocación y misión en Populorum Progressio: un estilo
de vida hecho amistad
Palabras clave: Compromiso del laicado, espiritualidad, amistad, vocación y misión, Es-
piritualidad Ignaciana.
1
Fecha de celebración del Simposio.
Vocation and mission in Populorum Pro- Vocation et mission dans Populorum Pro-
gressio: a lifestyle become friendship gressio: un style de vie devenu amitié
Abstract: In the s. XXI, the encyclical Popu- Résumé: En plein XXIème siècle, l’encyclique
lorum Progressio keeps a surprising topicality Populorum Progressio est encore de surpre-
and calls us in dealing with the challenges nante actualité et nous interpelle au moment
that we have raised. There is a call to the d’aborder les défis qui sont devant nous. Dans
commitment of the laity to transform the world l’encyclique il y a un appel à l’engagement
that seems very suggestive. In this paper we du laïcat pour transformer le monde qui nous
have emphasized in Populorum Progressio parait très suggestif. Dans ce travail nous
spirituality, since it can help us as Christians avons mis l’accent sur la spiritualité présente
to live our faith experience translated into a dans Populorum Progressio, car elle peut
way of life, which is essential to be able to nous aider comme chrétiens à vivre notre
transform society and the world in which we spiritualité comme une expérience traduite
live in a sense of greater justice. His proposal dans un style de vie, ce qui est essentiel pour
to live the friendship both in interpersonal pouvoir transformer la société dans laquelle
relations and in relations between peoples nous vivons dans le sens d’une plus grande
seems attractive. Paul VI offers a true friend- justice. Sa proposition de vivre l’amitié aussi
ship and spirituality as essential, universal bien dans les relations interpersonnelles que
brotherhood in a world disengaged as it is dans les relations entre peuples nous paraît
today. The paper concludes with an allusion très attrayante. Paul VI propose une véritable
to Ignatian Spirituality, especially suitable for spiritualité de l’amitié et de la fraternité uni-
living a lay spirituality in secularized contexts verselle, essentielle dans un monde dissocié
such as ours; it is a spirituality of Friends in comme celui d’aujourd’hui. Le travail conclut
the Lord that helps to build with others the avec une allusion à la spiritualité ignacienne,
Kingdom of God on the inside of each other qui se prête spécialement pour vivre une
and at the social level. spiritualité laïque dans un contexte sécularisé
comme le notre. Il s’agit d’une spiritualité
Key words: Commitment of the laity, spirit- d’Amis dans le Seigneur qui nous aide à
uality, friendship, vocation and mission, Ignatian construire avec d’autres le Royaume de Dieu
Spirituality. à l’intérieur de chacun et à niveau social.
En plena guerra fría y en un mundo herido por grandes desigualdades entre países
ricos y pobres, el Papa Pablo VI promulga el 26 de marzo de 1967 la encíclica
social Populorum Progressio, con un doble objetivo: la urgente necesidad de
“promover el desarrollo de los pueblos”, especialmente de los más pobres, y a la
vez el deseo de “proyectar sobre las cuestiones sociales de su tiempo la luz del
Evangelio” (PP 2). Con vocación claramente universalista, el texto urge a buscar
un desarrollo solidario de la humanidad, denunciando el derroche de unos a costa
Ahora bien, el desarrollo completo del hombre no puede darse sin el desarrollo
solidario de la humanidad. Por ello es imprescindible trabajar por una verdadera
unión entre las naciones a fin de poder asistir a los pueblos más débiles, ya que
el deber de solidaridad de las personas es deber también de las naciones: si el
mundo está enfermo, lo está por “falta de fraternidad entre los hombres y entre los
pueblos” (PP 66). Y para ello es necesario también el diálogo entre las naciones,
2
Sobre la metodología empleada en GS ver, Perea, J. (2015), “La misión de la Iglesia en el mundo
actual”, en Revista de Fomento Social 70, 410–415. En este artículo se exponen sucintamente los
cambios en la eclesiología que supuso el Concilio Vaticano II.
3
Perea, J. (2015) art. cit.,414.
Hay que destacar también la recuperación del término “laico” por el Concilio
Vaticano II. Según Lumen Gencium el laico es un creyente, un miembro del Pueblo
de Dios que se distingue de los ordenados y de los religiosos y al que corresponde
Hay que recordar que el laicado constituye la situación normal de todo bautizado
quien, por la radical igualdad en la experiencia de fe de toda persona, goza de
la común e igual dignidad de todos los miembros del Pueblo de Dios. Por ello las
diversas vocaciones y servicios han de entenderse en su mutua interrelación y
complementación, como despliegue o explicitación de una única misión.
4
El término “laico”, que la primitiva Iglesia tomó del lenguaje civil, no se encuentra en el Nuevo Tes-
tamento, en el que la palabra laós designaba el perteneciente al pueblo.
Ello nos remite al término espiritualidad que adjetivamos de cristiana cuando ha-
blamos de la forma en que una persona, que está animada por la presencia viva
y por la acción del Espíritu de Cristo reacciona y actúa conforme a sus enseñanzas
que ha incorporado como estilo de vida.
Es desde este marco conceptual, que presupone una fe cristiana hecha vida, que
podemos percibir la hondura contenida en Populorum Progressio y que con un
análisis superficial nos puede pasar desapercibida.
y que cada uno ha de acoger desde su inteligencia y su libertad, para poder “crecer
en humanidad, valer más, ser más” (PP 15). De ahí que, en clave cristiana, poda-
mos entender toda la vida como una vocación o respuesta dinámica y continuada
a la llamada de Dios. No es de extrañar, pues, que en Populorum Progressio se
conciba también al desarrollo como una vocación o llamada de Dios para edificar
un mundo más conforme a Su Voluntad.
Si ser cristiano es “desear y acoger la vida que es Dios”6, respondiendo, como Jesús,
a la llamada de Dios a vivir en Él la vida de hijos e hijas suyos y hermanos los unos
5
Juan Pablo II, La vida como vocación, Mensaje del Santo Padre con ocasión de la XXXVIII Jornada
Mundial de Oración por las Vocaciones, 6 de mayo de 2001, www.vatican.va
6
Mora, G. (2004) (2015) Qué es ser cristiano, Centre de Pastoral Litúrgica de Barcelona, 31. Puede
ser de utilidad esta obrita que explica de forma asequible, no reñida con la hondura, lo que es más
básico del ser cristiano.
Es el mismo Cristo quien “en la misma revelación del Misterio del Padre y de su
amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la gran-
deza de su vocación” (GS 22). A partir de esta vocación cristiana universal, hay
diversidad de vocaciones y servicios específicos.
La misión secular no es, como ya hemos apuntado, monopolio de los laicos (GS
43,2), sino auténtica dimensión de toda la Iglesia (ChL 15), cuya misión concier-
ne también a la transformación de la realidad, no solo al orden de la salvación
7
Mora, G. Op. cit., 71.
trascendente. En Cristo la Iglesia es, como nos dice el Concilio Vaticano II, sacra-
mento de la nueva humanidad, “signo e instrumento de la unión íntima con Dios
y de la unidad del género humano” (LG 1). El Misterio de lo Uno y lo múltiple
que constituye la Iglesia, que es comunión, lo es para la Misión. Las comunidades
cristianas han de promover y ayudar a vivir el espíritu evangélico, la vida en el
Espíritu que hace germinar nuevas relaciones entre sus integrantes y con los de
afuera, de carácter incluyente. Con ello ayudan a edificar, con todos los hombres
y mujeres de buena voluntad, eso que conocemos por Reino de Dios que es Reino
de Justicia, de Amor y de Paz, en el que los pobres, los más débiles, los excluidos
se les reconozca la dignidad de hijos de Dios8.
Hay que recordar al respecto que el Concilio puso fin a los binomios contrapues-
tos espiritual/temporal, profano/sagrado, pues la historia de salvación acontece
en la historia de la humanidad. Es Dios mismo quien con la Encarnación se ha
mundanizado; la redención implica todo lo creado y aunque no puede reducirse
al desarrollo del mundo, es ya inseparable de él. Las realidades materiales se
transforman de esta suerte en mediación para vivir la fe cristiana.
E insistía: “sin la experiencia religiosa interior de Dios, ningún hombre puede perma-
necer siendo cristiano a la larga bajo la presión del actual ambiente secularizado”9.
Por tanto, la misión cristiana solo puede de verdad entenderse a partir de la ex-
periencia de fe, de una fe vivida, que envuelva toda la persona. Solo desde ahí
tiene sentido.
8
Existe en la Iglesia latina un gran déficit de Pneumatología (Teología del Espíritu Santo), a diferencia
del Oriente cristiano que tiene mucho que enseñarnos al respecto. Ver al respecto, Codina,V. (2015) El
Espíritu del Señor actúa desde abajo, Sal Terrae–Grupo de Comunicación Loyola. El autor ha trabajado
tanto el tema de los pobres como el del Espíritu en diversas obras anteriores. En ésta pretende elabo-
rar una síntesis desde la perspectiva latinoamericana como aportación a una futura Pneumatología
latinoamericana e interpela al Viejo Continente a que elabore también una Pneumatología desde su
propio contexto. Del mismo autor, ver también: (1962) Renacer a la solidaridad, Sal Terrae, Santander;
(1994) Creo en el Espíritu Santo. Pneumatología narrativa, Sal Terrae, Santander; (2008) “No extingáis
el Espíritu”. Una iniciación a la Pneumatología, Sal Terrrae, Santander.
9
Rahner, K. (1969) «Espiritualidad antigua y actual», Escritos de Teología, vol. VII: Madrid, 25.
Una espiritualidad de raíces cristianas, que pueda ser significativa cara el futuro
debe estar abierta a la universalidad del Espíritu y, en este sentido, devenir más
10
Para Jon Sobrino, la verdadera vida espiritual es la actualización de la vida de Jesús e implica un
espíritu de santidad, que no es otra cosa que el compromiso real con los pobres. Ver al respecto, Sobrino,
J. (1985) Liberación con espíritu. Apuntes para una nueva espiritualidad, Sal Terrae.
11
Ver, entre otros, Alphonso, H. (1994) Living our Spirituality in Depth and in a Uniquely Personal Way,
Rome, Religious of Jesus and Mary Generalate, 11 ss.
Una de las espiritualidades que reciben un impulso renovado después del Concilio
Vaticano II es la espiritualidad laical, a la que ya hemos hecho referencia y cuyo
ámbito es la vida misma: Dios quiere señorearnos de forma que vivamos como
hermanos y seamos fuente de vida para todos, buscando la justicia y la solidaridad,
la acogida misericordiosa y el perdón. Asimismo, el Concilio dio un empuje claro
a una de las espiritualidades arraigadas en el seno de la Iglesia, verdadero regalo
a ésta y al mundo. Nos referimos a la espiritualidad ignaciana, una espiritualidad
de encarnación, especialmente idónea para ser vivida en contextos secularizados
como los nuestros.
12
Maritain, J. (2001) Los derechos humanos y la ley natural: cristianismo y democracia, Madrid,
Palabra, 43–44.
para quien sin amistad no puede surgir el bien común13–, el alma y el vínculo
constitutivo de la comunidad social.
Pero la amistad cívica no puede prevalecer en el grupo social si un amor más fuerte
y más universal, el amor fraternal, no entra en ella y si, volviéndose fraternidad, no
va más allá de los límites del grupo social para extenderse a toda la humanidad.
Para Maritain la fe en la fraternidad humana va unida al sentido del deber social
de compasión para con el hombre en la persona de los más débiles y los que
sufren y con la convicción de que la obra política por excelencia es la de hacer
la vida en común más fraternal y mejor y trabajar en la construcción de la casa
común para todos, con instituciones y leyes que lo favorezcan. De ahí que en su
filosofía la amistad sea la expresión vital del cuerpo político, que tiende hacia una
comunión realmente humana y libremente obtenida.
Este principio, como es notorio, se ha quedado en gran parte sin practicar en las
sociedades políticas modernas y contemporáneas. Está, por tanto, aún pendiente
de realización y de ahí la urgencia de emprender el camino para que se haga
realidad.
13
Aristóteles, Ética a Nicómaco, Libros VIII y IX. Este concepto de amistad cívica o civil, de origen
aristotélico, y asumido por el tomismo –Sto. Tomás entiende la caridad como amor de amistad univer-
salizando así la amistad–, fue también recuperado por Hanna Arendt, quien lo relaciona con la idea de
“pensar poniéndose en el lugar de cualquier otro” de Kant (Kant, I. (2012) Crítica del discernimiento,
o de la facultad de juzgar, Madrid, Alianza, § 40) y que hace posible establecer un vínculo entre
amistad y política. El espacio público es un espacio de convivencia (de “vivir con”) y respeto, constituido
por personas capaces de desear lo que es justo y lo que es de interés común, siendo éstas las metas
comunes. Y lo que tienen en común es opinión compartida de lo que es justo y, en esta medida, la
amistad cívica deviene una forma de construir comunidad, mundo, siendo la base de toda democracia,
fundamentada en la prosecución del bien común. Así, “pensar poniéndose en el lugar de cualquier otro”
o “pensar ampliado” se opone a la estrechez de miras; se reflexiona desde un punto de vista universal
antes que subjetivo o privado. Ver Arendt, H. (1998), La condición humana, Barcelona, Gedisa, 262.
Volviendo al tema de la amistad hay que señalar que Pablo VI, de forma clarivi-
dente, nos está hablando en Populorum Progressio de vivir una amistad cívica,
social o política en un mundo común, amistad que desde la fe cristiana está ba-
sada en la reciprocidad de la fraternidad que parte del primado de la Caridad.
El Papa expresa de esta forma –desde la experiencia de unir fe i vida– su deseo
de involucrar a todos en el desarrollo. Por su parte, el desarrollo es concebido,
como hemos apuntado ya con anterioridad, como una vocación o llamada a la
que hay que responder con responsabilidad desde la libertad de cada cual (PP
15). En consecuencia, la encíclica exhorta a buscar medios concretos y prácticas
de organización y cooperación para poner en común los recursos disponibles y
realizar así una verdadera “comunión entre todas las naciones” (PP 43). Y en esta
tarea estamos implicados todos. Sobre la fraternidad de los pueblos, es meridia-
namente claro el redactado que sigue:
14
Esta idea fue planteada por Maritain cuando todavía no se hablaba de globalización, ante la
necesidad de avanzar hacia una forma superior de organización política mundial para hacer real la
fraternidad entre los pueblos. Ello fue recogido en la DSI por Juan XXIII (PT 136–141), por el Concilio
Vaticano II (GS 82) y por Pablo VI en la encíclica que comentamos. Y después será profundizado
por Juan Pablo II (SRS 43, con referencias a la solidaridad entre los pueblos en los nn. 33, 39) y por
Benedicto XVI (CV 67). El Papa Francisco, por su parte, apuesta también por una Autoridad política
mundial, asumiendo lo dicho por sus predecesores (LS 175).
Este deber concierne en primer lugar a los más favorecidos. Sus obligaciones tienen sus
raíces en la fraternidad humana y sobrenatural y se presentan bajo un triple aspecto:
deber de solidaridad, en la ayuda que las naciones ricas deben aportar a los países
en vías de desarrollo; deber de justicia social, enderezando las relaciones comerciales
defectuosas entre los pueblos fuerte y débiles; deber de caridad universal, por la promo-
ción de un mundo más humano para todos, en donde todos tengan que dar y recibir, sin
que el progreso de los unos sea un obstáculo para el desarrollo de los otros (...) (PP 44).
La espiritualidad ignaciana tiene una visión del laicado centrada sobre todo en la
capacidad de santidad. Se refiere a la vida cristiana y al seguimiento del Señor
Jesús en cualquier vida y estado y parte del hecho de la llamada común a la per-
fección, según la singularidad de cada persona. Es más decisiva la preocupación
de Ignacio por ayudar a conseguir que en los distintos estados y variedad de
situaciones cada uno pueda buscar el mayor servicio a Dios, inseparablemente
unido al servicio a los demás, que la distinción de estados en la Iglesia, de ahí
que podamos considerarle “precursor” de lo proclamado siglos después por el
Concilio Vaticano II sobre el particular15. Es por ello por lo que centra su atención
en lo existencial y en la capacidad de leer la realidad de cada uno, cobrando ahí
15
Ver, entre otros, Rambla, J. M. (2006) Ignacio de Loyola, seglares y jesuitas. Perfección en cualquier
estado o vida, Cristianisme i Justícia, Cuadernos EIDES 48, Barcelona.
16
El Espíritu Santo está presente en el itinerario, a pesar de que no se le nombre. Ver, entre otros,
Codina, V. (2011) Una Presencia silenciosa. El Espíritu Santo en los Ejercicios ignacianos, Cristianisme
i justicia, Cuadernos EIDES 62, Barcelona. Para una visión mistagógica de la espiritualidad ignaciana
y la justicia, ver Melloni, X. (1990) Ignacio de Loyola. Un pedagogo del misterio de la Justicia: Cristia-
nisme i Justícia, Cuadernos nº 35 y, del mismo autor (1997) Los ejercicios en la tradición de Occidente,
Cristianisme i Justícia, Cuadernos EIDES 23, Barcelona.
17
Ver Oller, M. D. (2007), “Laicado”, Diccionario de Espiritualidad Ignaciana. Grupo de Espiritualidad
Ignaciana (GEI), Mensajero Sal Terrae,1105–1108, donde se pone especial énfasis en el valor de la
indiferencia ignaciana (Ej. 23) así como en la Contemplación para alcanzar amor, con la que concluye
el itinerario de Ejercicios (Ej. 230–237).
18
Para conocer el origen de esta expresión, ver Osuna, J. SJ (2007) “Amigos en el Señor”, Diccionario
de Espiritualidad Ignaciana, op. cit.,143–148.ad. También del mismo autor (1998) Amigos en el Señor
para la dispersión, Mensajero–Sal Terrae. Asimismo, es de interés también, Rambla, J. M. (2008), El
arte de la amistad en San Ignacio de Loyola, Cristianisme i Justícia, Cuadernos EIDES 51, Barcelona.
En la amistad el otro, persona o pueblo, es valorado por lo que es, por la riqueza
que aporta y por la necesidad de contar con él/ella para construir la Casa Común
en la que todos podamos convivir en paz. La amistad es necesaria para que no
nos quedemos encerrados en nuestras identidades, y en nuestros lazos de san-
gre, de cultura; la necesitamos para salir de nuestro individualismo y de nuestra
auto–referencia. La amistad puede existir entre personas de diferentes religiones,
de diferentes ideologías, de diferentes opciones humanas, porque toca lo más
profundo de la persona humana. Lo único que es indispensable para una amistad
firme, no pasajera, es aspirar a una ética común, otro de los grandes retos que hoy
tenemos planteados. La amistad trasciende ideologías, tradiciones, formas de ser,
puesto que refleja, como imagen de Dios –de un Dios que es Trinidad= Relación–,
algo que está más allá de toda idea humana y que, en cambio, es común a todos.
En clave cristiana la amistad nos lleva a vivir en amistad con ese Dios que por
ser Trinidad ya es Comunidad de Amistad. La amistad hecha vida nos ayuda a
descubrir lo que es en realidad la Iglesia, en su ser profundo: comunión de amor,
comunión de amistad, a pesar de todas sus sombras. Porque en ella está presente
el Espíritu de Comunión que desde la diversidad nos lleva a la Unidad a través
de la capacidad de acogida del otro diferente, de la escucha, de la donación de
uno mismo al hermano/a que sufre, que es débil, marginado, pobre. De lo que
se trata como cristianos es de vivir esa comunión abierta en nuestras comunidades
y grupos para que, de forma connatural, dicha comunión se prolongue en todos
nuestros ámbitos de relación, dando vida al mundo.
Hoy, como hace 50 años, necesitamos ser personas espirituales, que vivan su fe
de forma existencial, haciéndola vida como respuesta a la llamada al amor. Un
estilo de vida hecho amistad, como el propuesto por Populorum Progressio, puede
ayudarnos no solo a pensar un mundo común, compartido, sino a hacer realidad
la fraternidad entre personas y pueblos.
Así, la amistad cívica como virtud que se traduce en un estilo de vida es esencial
para el desarrollo de una democracia de carácter más participativo y deliberativo,
cada vez más necesaria en contextos plurales, también culturalmente. En definiti-
5. Referencias
Alphonso, H. (1994) Living our Spirituality in Depth and in a Uniquely Personal
Way, Roma, Religious of Jesus and Mary Generalate, 11 ss.
Codina, V. (2015) El Espíritu del Señor actúa desde abajo, Sal Terrae–Grupo de
Comunicación Loyola.
Sobrino, J. (1985) Liberación con espíritu. Apuntes para una nueva espiritualidad,
Sal Terrae.
SUMARIO
SUMARIO
I. Artículos
I. Artículos
María de Miguel Molina Análisis comparativo del fomento de la eco-innovación empresarial en las Comunidades
Paula Rodríguez
Elisabeth MerizaldeModroño Impactos de la crisis en las mujeres trabajadoras de las
Freire Autónomas
Ángel Peiró Signes regiones de la Europa meridional. El caso de Andalucía
María del Val Segarra Oña
María Luz Garrido González, Irene Clara La titulización en las cajas gallegas: un análisis
Pisón Fernández,Mercedes
Francisco Rodríguez
Jiménez García Factores incidentes en la recuperación turística en la actual crisis en las diferentes
comparado
de Prado,Antonio
Antonio Vaamonde
Rafael Listeregiones europeas, un análisis estático
Peña Sánchez
José Ruiz Chico
Luz Dary Beltrán Jaimes, María del Análisis multisectorial y de cambio estructural de la
Carmen Delgado, Humberto
Xoaquín Fernández LeiceagaRíos¿Ha contribuido
economía mexicana
la población para
inmigrante el periodointerregional
a la convergencia 2008–2012 en España?
Bolívar
Santiago Lago Peñas
Patricio Sánchez Fernández
Patricia P. Iglesias Sánchez, Carmen La innovación en la Pyme: barreras y facilitadores
Jambrino Maldonado, Carlos
Manuela de lasEntrepreneurship in Frontier Regions: Study of Four Municipalities from Beira Interior Norte.
Natário
Heras Pedrosa
Ascensao Braga
Goncalo Poeta Fernandes
Elena Pérez Laguela, Raquel Marbán El impacto de la actividad de las compañías transna-
FloresLa nivelación
David Cantarero-Prieto cionales en el mineras sobre laautonómica
modelo de financiación huella hídrica: el caso de la
Santiago Álvarez-García DET en Chile
Carla Blázquez-Fernández
Vinko Mustra, Marta
Blanka Simundic,
Pascual Sáez Efectos de la especialización inteligente en la resiliencia
Zvonimir Kulis económica regional en la UE
Pablo M. Cañero Morales Análisis de la demanda del oleoturismo en Andalucía
AntonioTomás
A. Ramón Ojeda, Alejandro
J. López-Guzmán Guzmán Análisis histórico–geográfico del poblamiento en Gran
González
Salvador Morales
Moral Cuadra Canaria
Francisco Orgaz Agüera
Policentrismo y gobernanza metropolitana: Los casos de la Región Metropolitana de
Marc Pradel Miquel II. Recensiones
Barcelona y la conurbación de West Midlands
El resurgir de los nacionalismos 1991 184 La solidaridad ínterterritorial en cuestión 1999 213
1992: escuchar a América latina 1992 185 Las elecciones del 13 de junio: ¿qué modelo
1999 214
de democracia?
Después de Maastricht: más Europa 1992 186
¿Es posible la “tercera vía”? 1999 215
El plan de convergencia 1992 187
Empresa y sociedad: interrogantes éticos 2000 217
Se acabó el 92: hora de balances 1992 188
Globalización integradora vs. globalización
Tormenta monetaria sobre Europa 1992 188 2000 218
excluyente
La década de gobierno socialista: un balance En torno a la crisis de Manos Unidas 2000 219
1993 189
político
Las jornadas sociales de la Compañía de Jesús 2000 220
La década de gobierno socialista: un balance
1993 190 La enseñanza de iniciativa social. Razones
económico 2001 221
y desafíos
Mercado y solidaridad a propósito del acuer-
1994 193 Las cajas de ahorros bajo la presión política,
do del GATT 2001 222
económica y social
El empleo en España 1994 194
La Política Agraria Común europea en un
Modernización de la administración y fun- 2001 223
1994 195 mundo globalizado
ción pública
Migraciones y globalización: los derechos
Las dos batallas del 0,7%: solidaridad y 2001 224
1994 196 humanos como marca de referencia
desarrollo
Familia y trabajo 2002 225
Elecciones municipales en un contexto de
1995 197 Nuevas tecnologías y cambio económico:
crisis e incertidumbre
interrogantes a propósito de la segunda 2002 226
Crisis y futuro del Estado del bienestar 1995 198 modernización andaluza
De cumbre a cumbre 1995 199 De Río (1992) a Johannesburgo (2002):
Un instrumento para la promoción de la éxito o fracaso de la cumbre mundial sobre 2002 227
1995 200
justicia el desarrollo sostenible
Elecciones del 3 de marzo 1996 201 Vivir en la sociedad de consumo 2002 228
Medios de comunicación social en una socie- Acción política y comportamiento de los
1996 202 2003 229
dad democrática católicos en España
El reto de la pobreza 1996 203 Economía mundial: bajo el signo de la
2003 230
Las migraciones: problema o síntoma 1996 204 incertidumbre
232 págs.
P.V.P.: 14,95 e
Francisco Pleite
Guadamillas
Europa entre el miedo
y la hospitalidad
136 págs.
P.V.P.: 9,90 e
184 págs.
P.V.P.: 14,90 e
Bartolomeo Sorge
Introducción a la
Doctrina Social de la
Iglesia
Nueva edición
revisada y aumentada
480 págs.
P.V.P.: 19,90 e
272 págs.
P.V.P.: 14,90 e
El rector de la Universidad Pontificia Comillas llama a «la cultura del encuen-
tro» comprendida como aquella que está capacitada para derribar todos
los muros que aún dividen el mundo... «Donde hay muro, hay cerrazón
de corazón». Inspirado en las palabras del papa ante el Congreso de los
Estados Unidos –«es mi deber construir puentes y ayudar en lo posible a
que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo»–. Partiendo de los cuatro
principios que orientan en el Evangelii gaudium hacia la convivencia social
y la construcción de un pueblo donde las diferencias se acercan en un
proyecto común: «el tiempo es superior al espacio», «la unidad prevalece
sobre el conflicto», «la realidad es más importante que la idea» y «el todo
es superior a la parte».
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